Título: El olvido que seremos Gorro: En los últimos meses, los medios de comunicación masiva han elaborado reportajes acerca de la fuerte presencia de jóvenes en el MOVADEF, pues constituyen el 70% de sus integrantes. ¿Por qué los jóvenes se adhieren a un movimiento que en realidad es la fachada civil del grupo terrorista más sanguinario de la historia del Perú? ¿Acaso no recuerdan que el pensamiento Gonzalo fue la ideología que utilizó la violencia para iniciar la lucha armada? ¿Qué tipo de reconciliación piden si las heridas del conflicto siguen abiertas? Las preguntas surgen; las incertidumbres también. Texto: Todo estaba listo. Movadef expondría sus ideas, Movadef participaría del debate, Movadef estaría presente. La tensión se apoderaba de la ciudad universitaria. Según los preparativos, la tarde del miércoles 17 de octubre, el salón 6 de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) se convertiría en el espacio en el cual se llevaría a cabo el debate sobre el ―El pensamiento único como tendencia de la democracia peruana‖. El Taller de Estudios Políticos San Marcos era el organizador. ¿Participantes? Héctor Bejar (profesor de la facultad de Ciencias Sociales - UNMSM), Ricardo Letts (representante del Comité Malpica, organización política de izquierda) y Alfredo Crespo (subsecretario General del Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales – Movadef). Diversos movimientos y estudiantes habían estado repartiendo volantes en contra del Movadef durante la mañana. ―No al Movadef‖, ―limpiemos San Marcos de Sendero y Movadef‖. La expectativa había sido creada. Sin embargo, a la hora planeada, la universidad no dio el permiso para concretar el debate. La confusión empezó a reinar. Los asistentes, los invitados y los profesores empezaron a buscar posibles soluciones. ¿Próxima parada? El comedor, de ahí nadie los podía botar, ¿cierto? Se empezaron a acomodar las sillas azules y justo cuando las personas procedían a sentarse, los miembros de seguridad dijeron que ahí no se podía organizar el debate. ¿Y ahora? Se decidió tomar el segundo piso del comedor. Media hora duró el reacomodo. Cuando por fin todo estuvo listo, el conversatorio se inició. Sin embargo, como en los años ochenta, repentinamente, a los veinte minutos de iniciado el intercambio de ideas, la Decana de América sufrió un apagón. La luz se fue en todo el campus, menos en su estadio, que había sido alquilado para un encuentro religioso de la Iglesia evangélica Misión
Misionera Mundial (MMM). Con todo, el apagón no impidió el debate. Una docena de velas y un megáfono acompañaron la exposición de ideas. El jueves y el viernes el debate continuó y, ¡oh, sorpresa!, la luz se iba justo cuando se iniciaban los conversatorios. ¿Qué pasaba realmente? —Estuvimos presentes. Por estar ahí, han cerrado la universidad. Eso es algo que no van a negar las autoridades. Ahora nadie puede hacer nada en la universidad que tenga que ver con el plan ideológico. Para el rector, nosotros simplemente debemos ser tecnócratas, mecanicistas que se forman en el área de la competitividad —dice Natalia Osco, egresada de la San Marcos y activista del Movadef. MIEDO A DEBATIR Para Carlos Tapia, sociólogo, ex miembro de la CVR y ex catedrático de la Universidad San Cristóbal de Huamanga, ―no se deberían excluir del debate a quienes creen en estas cosas: el pensamiento Gonzalo, la amnistía. Alguien tiene que preguntarles por qué quieren hacer tales cosas, y eso se debe discutir públicamente. Creo que es un error callarlos o intentar callarlos, pues la juventud, particularmente, es atraída por todo lo que es prohibido. Si ellos tienen argumentos –y con esos argumentos se supone que convencen a los jóvenes–, ¿por qué desde la democracia no vamos a tener nosotros mejores argumentos para convencerlos de que están profundamente equivocados?‖. UN JUEGO PELIGROSO El Movadef se creó en el 2009, pero recién en los últimos meses, cuando intentó ser reconocido como un partido político por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), las preocupaciones se agudizaron. ¿La razón? No renuncian a que en algún momento, cuando las condiciones estén dadas, se vuelva a un camino de violencia y a un pensamiento fundamentalista. Es decir, comparten la tesis de que Abimael Guzmán es la cuarta espada del marxismo; no admiten ninguna contradicción. Nos encontramos en un sistema capitalista burgués al que finalmente hay que destruir, dicen. —Lo que hace Movadef no es jugar con la frustración de la gente más pobre, y que no va a dejar de ser pobre probablemente en una, dos o tres generaciones, ni tampoco con la gente que está bien. No. Ellos quieren jugar con los que están en medio. Es decir, aquellos que pueden beneficiarse un poco con el crecimiento del país, pero no pueden ascender socialmente por diversos motivos (económicos, raciales, etc.). Es un
poco como jugó Sendero Luminoso en los años 70 para establecerse. En los 70, Sendero jugaba mucho con los procesos de modernización frustrada en las regiones. Por eso es que pudo captar tanta gente de Ayacucho y las provincias más pobres del país. Eran personas que no se ubicaban. En el caso ayacuchano, no se identificaban en el mundo rural de sus padres y tampoco eran aceptados como intelectuales en la academia de Lima por el bajo nivel educativo de la Universidad San Cristóbal de Huamanga — explica el analista político José Alejandro Godoy. Es casi una opinión consensual que la existencia de militantes jóvenes del Movadef es consecuencia de que la memoria histórica reciente del país no va acompañada de justicia, reparación, reformas institucionales o políticas de desarrollo. El Perú, al parecer, en algunos aspectos, es un país que no se nutre de su memoria. —Yo como joven, ¿cómo me identifiqué con el Movadef? Porque sirve para resolver realmente los problemas de nuestro pueblo, a diferencia de otros organismos que ni siquiera denuncian al Estado, que es quien nos oprime a través de su política neoliberal. ¿Qué organización política denuncia eso en la actualidad? Somos un movimiento de masas bastante organizado porque tenemos una guía ideológica que nos lo permite. Tenemos una profunda convicción en lo que planteamos; también en nuestro compromiso en la lucha que hemos emprendido —dice Natalia Osco. PREGUNTAS PENDIENTES Desde el otro lado, hay preguntas clave que aún no tienen respuesta. ¿Por qué un grupo de peruanos llegó a los extremos de lo que fue capaz Sendero Luminoso? ¿Por qué la reacción del Estado fue tan torpe durante muchos años? ¿Por qué su torpeza los llevó a cometer actos horribles y repudiables también? Es decir, ¿por qué este grupo de fundamentalistas llega, trata de instalarse en la escuela, en la universidad, en movimientos sociales, y trata de destruirlos y lleva la violencia a niveles tan fuertes como colocar un coche bomba en lugar poblado por civiles o aniquilar a una población campesina a machetazos? ¿Cómo desde el Estado se entiende que, ante la dificultad de obtener información de inteligencia sobre el grupo terrorista Sendero Luminoso y ante el intento de estabilizar el control de las áreas rurales, se provocaron no sólo casos muy graves de excesos, sino también la aparición de centros de reclusión y tortura clandestinos en algunas bases militares? (Página 266 – tomo II del informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación - CVR) Preguntas que todavía quedan pendientes. No es solamente un tema de investigación policial o un tema de reparación económica.
También está el hecho de que aún el país no se atreve a reconocer la magnitud de lo que hemos vivido como nación. PERDONAR NO ES OLVIDAR La reconciliación no es un abrazo entre Abimael Guzmán y Fujimori, Vladimiro Montesinos o el grupo Colina. En la doctrina de los Derechos Humanos, la reconciliación supone, previamente, algunos pasos. Uno, el develamiento de la verdad. Es necesario que se investigue qué cosa es lo que ha sucedido. En segundo lugar, después de ello, tiene que ejercerse el imperio de la justicia. Aquel que violó a una niña de siete años no puede decir, ―pero bueno, éramos dos partes que estábamos combatiendo y así son los excesos.‖ No. Tiene que haber justicia. En tercer lugar, tiene que haber una política de reparación para las víctimas. ¿Por qué? Porque los conflictos armados internos son entre dos polos, pero que tienen como objetivo ganar a los que miran el conflicto, a los que están en el medio. De hecho, la mayoría de muertos en este conflicto no han sido militantes de Sendero Luminoso, no han sido militares o policías. Han sido campesinos inocentes. Según cifras de la CVR, el 85% de los muertos no tenía que ver nada con Sendero Luminoso, ni con el ejército, ni con La Marina. Eran campesinos. En los años 80, en Huancavelica, existió una base que se llamó la base de Mantas. En ella, durante dos años y medio, violaron a 146 campesinas. ¿Qué tenían que ver ellas con Sendero Luminoso o con el ejército? Representan el tercer elemento, son las víctimas. Sus casas fueron quemadas, sus comunidades arrasadas. Frente a ello, resulta lógico que según una encuesta realizada en diciembre del 2006, un 23,2% opinó que es mejor recordar lo que pasó, mientras que un 64,0 % dijo que es mejor olvidar y no remover el pasado. (La encuesta fue publicada y analizada por David Sulmont, analista político. También fue publicada por el Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú (IDEHPUCP). Y es que hay un sector de peruanos que considera que eso es lo que debería hacerse, ―dejar atrás el pasado‖. A VOLVER LA MIRADA Hasta cierto punto, esa es una reacción natural, pues es muy poco probable que alguien quiera recordar un hecho doloroso. Sin embargo, en el caso de los procesos históricos, resulta imprescindible volver la mirada, y analizar, y asimilar. Hay personas que siguen buscando los cuerpos del hijo, del padre, del esposo, de la madre. Hay
personas que están esperando una reparación por parte del Estado. ¿Y qué de las personas que fueron liberadas y que son constantemente estigmatizadas como terroristas a pesar de que tienen un documento que constata que fueron encerradas injustamente? —Yo pienso que no solo se trata de un tema de debate. Es cierto que a los jóvenes les pueden seducir lo prohibido y todo lo demás, pero eso ocurre porque hay poca memoria. Al joven se le dice ahora ―estudia y no te metas en eso y vas a obtener el éxito requerido‖. Tener un buen trabajo es más que suficiente. El resto no tiene por qué importar, pues en teoría uno elige gobernantes a los cuales uno les delega todo. No es así. El sistema democrático no funciona así. También es necesario exigir rendición de cuentas —expresa José Alejandro Godoy. Desde el Estado, desde el aula, desde la escuela, desde la universidad, se debe reflexionar sobre qué significó ese periodo. En algunos casos, los conflictos sociales actuales se desarrollan en zonas donde se ha desarrollado la violencia terrorista; o se reproducen como secuelas de aquel periodo. Lo que ocurrió debe servir para que el Estado y la ciudadanía sepan cómo actuar cuando tiene que enfrentar una amenaza a la democracia.