Las universidades como fermento social en el conflicto armado interno y hoy: Reto para el desarrollo. “…Y es donde el partido sendero luminoso encuentra las masas que se dejan seducir y las recluta para apoyar la propuesta de la lucha popular” (CVR-2003) estoy totalmente en contra de esta afirmación pues creo que no somos una “masa” que no piensa y que sobre todo se puede dejar engañar fácilmente y espero en todo caso dar más claridad de modo que se nos asignen a todos los universitarios lo que tengamos que asumir. En los 50´s el Estado promueve la llamada modernización de la educación superior lo que ellos no esperaban es que en estos años las clases populares reclamarían su derecho a acceder a la misma; por lo cual el Estado permite y apoya el proceso de “masificación” promoviendo la creación de distintas universidades a lo largo de nuestro país sobre todo en las zonas de extrema pobreza como Ayacucho y Huancayo, sin tener en cuenta que no estaban siendo suplidas las necesidades educativas (económicas y académicas) que los estudiantes tenían en ese momento que mucho menos lo iban a poder hacer con una cantidad mayor, un claro ejemplo es que en 1960 los ingresantes son 5429; en 1970, 23914 y en 1980, 58744. Esto da lugar a un descontento estudiantil pues en esos tiempos como ahora podría afirmar desde mi posición como estudiante “el estudiar te permite tener un ascenso social, por eso el que estudia triunfa”, pues las dificultades se agravan aún más cuando en el proceso de crisis económica el Estado le reduce progresivamente el presupuesto estatal que en 1970 es el 6% y en el inicio del conflicto (1980) es el 1.9% (mientras las matriculas siguen aumentando), consecuencia de esto es el deterioro de la infraestructura, se devalúan el sueldo de los docentes ,y lo más triste y trágico es el bajo nivel académico con el que cuentan. Como dato extra ingresar a una universidad nacional en esos años y puedo afirmar que ahora también, como experiencia personal, era toda una aventura pues en 1980 de 239 485 postulantes solo ingresaban 59 744 (actualmente aproximadamente a la UNMSM postulan 50000 y solo ingresan 3000); yo me demoré 2 años en ingresar, estos años me la
pase en la academia (que es un gasto que no asume el Estado) para ingresar habiendo salido en el segundo puesto de mi promoción pues lamentablemente la crisis educativa y la falta de conexión con los colegios es tan grande que me atrevo a decir que mis 13 años de formación escolar me sirvieron en poco o nada para enfrentarme a un examen de admisión; es decir, que la mayoría de ingresantes a las universidades son personas de clase media baja y alta que pueden acceder a una preparación pre-universitaria y que también debo destacar que existe un grupo donde hay gente que cuenta con una fortaleza de resiliencia increíble que la vida les tuvo que enseñar o ellos tuvieron que aprender por las condiciones en las que han vivido que aun cuando no acceden a este servicio ingresan a la universidad por sus propios méritos pero este es otro tema. Como estudiante me identifico con los estudiantes de esos tiempos que frente a estas injusticias la universidad se convirtiera en irradiador de ideas progresistas para jóvenes que el ingreso a la educación superior no significo la democratización y la movilidad social sino una utopía y engaño, en estas condiciones ideas como “sacar al viejo Estado, y que se inicie la lucha armada” no son descabelladas porque somos (y me incluyo) personas que nos unimos a la lucha porque en nuestro país se acaben las diferencias, un país donde todos podamos competir con iguales oportunidades, donde todos tengamos a nuestro alcance lo que necesitamos para vivir, porque al final todos somos peruanos y seres humanos. Aquí es cuando afirmo que creo que no fuimos jóvenes que nos dejamos seducir, y para que me entiendan mejor citare lo que el Estado afirma en esos tiempos y hasta hoy de las universidades: “la modernización del país se dará por medio de la educación es por eso que crearemos más universidades, que nos proporcionen nuevos cuadros profesionales y que estos, a su vez, promuevan el desarrollo de sus regiones” es decir, que se enfatiza principalmente una formación con un alto sentido de responsabilidad social, es entonces que frente a este reto ciudadanos de sobre todo las clases más olvidadas del país se unen para criticar y exigir un cambio inmediato; y es aquí a donde quiero aterrizar y atribuirle parte de la responsabilidad a un sistema universitario y político que no supo escuchar, observar, absolver y sobre todo canalizar estas expectativas que paradójicamente ellos
mismos habían creado y que aunque no lo hubieran hecho por el contexto estoy segura que se hubieran dado. Es entonces que entiendo que en medio de este contexto los universitarios son llamados y muchos se atreven a ser lo que osaré a citar de lo escuchado de una gran amiga “el fermento social” que el país pedía a gritos desde los andes y la amazonia, un país que se desangraba olvidado y veía morir a sus niños todos los días por falta de comida, por frio, atención médica a tiempo… por cosas que ellos también tenían derecho. Es en este momento que la única propuesta que forja un cambio y una respuesta a sus expectativas e ideales es sacar al viejo estado (y todo lo que tenga que ver con ellos: autoridades, iglesias, ONG´s…) de la forma que sea y poner uno que responda sus carencias; pero como no todo es perfecto es en medio de todo esto que nunca falta un astuto personaje llamado Abimael Guzmán que aprovecha las condiciones para autoproclamarse como la “cuarta espada de la Revolución con el llamado Pensamiento Gonzalo” y se crea una especie de endiosamiento donde todo lo que él dice no se puede cuestionar, y es creo yo uno de los grandes errores del partido pues cuando este personaje llega a un trance de locura es cuando se dan las matanzas más crueles del conflicto… es por eso que no se si este fue peor o igual que el Estado al aprovecharse de jóvenes como yo para llevar sus ideales personales y no las que realmente el pueblo requería. Con esto no quiero justificar la violencia ni mucho menos las casi 70 000 muertes que nos dejó el conflicto, sino que deseo que la situación cambie y es por eso que creo importante para terminar y dar mis conclusiones describir de manera rápida como reacciono el Estado frente al conflicto contra las universidades: en un primer momento se mostró indiferente al problema de la violencia; en un segundo momento con la ola de violencia que se desencadena de parte de los estudiantes que eran de las filas de sendero luminoso, la presencia estatal se dio vía por la represión policial y paramilitar que se inició en 1987 (que tendió a ser indiscriminada y desproporcionada); y, en un tercer y último momento, estuvo definido por la militarización de la vida universitaria, que es desde 1991, donde se
le sitúa como objetivo de la lucha contrasubversiva del régimen de Alberto Fujimori. Lo más preocupante es que según los testimonios recogidos podemos decir que el Estado, a través de las fuerzas del orden, fue el actor de la violencia que más golpeó a la comunidad universitaria atribuyéndoles el 67.04 % (118) de las muertes perpetradas. La reacción que se tiene de parte del Estado creo que se debe a que no conocían con quien se estaba enfrentado, sobre todo no reconocer que ellos no supieron canalizar la expectativa de estos jóvenes cuando tuvieron la oportunidad; es por eso que los ven como su enemigo y piensan que con la violencia expresada en abusos y hasta en un proceso sistemático de asesinatos van a acabar con el terrorismos que no era algo que se acababa matando a los líderes sino era una lucha que se ganaba principalmente en el campo ideológico, como ejemplo cito lo que dice el Comandante Mejía León cuando arrestan a un joven universitario que más tarde sería desaparecido: «¡Cómo es posible que traigan terroristas vivos, terrorista vivo es terrorista victorioso! ». Con esta breve confrontación y paseo por la historia interpelo a cada actor del conflicto que asuman la responsabilidad que tienen sobre todo con los universitarios por la repercusión que tuvo y tiene en la actualidad, por ejemplo si protestamos automáticamente nos tachan de terroristas y nos tratan como tales que sinceramente así lo sea no pierdo mi dignidad ni mis derechos como ser humano; entonces esto me interpela y me desafía a mi primero a que no coexistimos ni fuimos un grupo de ilusos ni tampoco nos dejamos engañar ni en los 80´s ni ahora ya que nosotros somos (lamentablemente no todos) y sobre todo tenemos la obligación ,porque en nuestro país es aún un privilegio no un derecho ser universitario, ser el “fermento social” que el país necesita para crecer, nuestro pueblo nos exige que no solo ingresemos para tener un ascenso social y personal sino que en palabras de la ley universitaria, y singularmente es mi eterna utopía que: “… [Seamos] profesionales de alta calidad académica, de acuerdo con las necesidades del país, [que la universidad sean espacios para] desarrolla los valores éticos
y
cívicos,
las actitudes de responsabilidad y solidaridad nacional
y
el conocimiento de la realidad nacional, así como la necesidad de integración nacional,
latinoamericana y universal… extender su acción y sus servicios a la comunidad, y promover su desarrollo integral.” Y por otro lado, personalmente pido un Estado que reconozca la alta cuota de responsabilidad que tiene en lo ocurrido, pero que sobre todo aprenda de sus errores y no los repita; que resumiría en las palabras de Carlos Iván Degregori: “Una guerra no se gana y más aún no termina con un ganador y un perdedor, lo más difícil es luchar con lo que queda después es decir, con las secuelas en el post-conflicto”. Y es que la respuesta que sigue dando el Estado todos los días como si fuera un patrón sistemático es la misma que hace 30 años produjo el conflicto que casi nos mata y que si no nos mató abrió las más grandes brechas en todos los ámbitos de desarrollo, una respuesta indiferente que hace lo que cree que el pueblo necesita y quiere pero que en realidad no reconoce lo que le demandamos. Claro ejemplo es lo que está pasando en Conga – Cajamarca que está en pie de lucha por más de un año en contra del Estado (que debe velar por sus derechos) porque ha hecho un acuerdo minero por más de 15 años sin condiciones necesarias que protejan a la población (es lo mínimo que se puede esperar) me imagino que se preguntaran ¿y por qué no quieren este proyecto? Porque son unos ignorantes que no saben de desarrollo, no señores es porque siempre ha pasado que las mineras vienen y mientras duré la extracción el pueblo tiene trabajo, pero cuando terminan se van dejando todo un caos ambiental y sobre todo dejándolos sin sus tierra que son el único medio de sobrevivencia que tienen, es entonces que el Estado repite el mismo error tomando una decisión que piensan que es desarrollo y es donde de nuevo se dejan ver como si estuvieran (aunque ahora no se si diría que están) en contra de un pueblo que tienen el deber de proteger, pues incluso cuando salen a protestar los tratan como si fueran delincuentes sin saber (u omitiendo) lo vuelvo a repetir que para nuestros hermanos las tierras son patrimonio familiar y su única fuente de ingreso. Piera Gutierrez Huanca Lima – Perú