Recuerdos de los Abuelos-Tomo I

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Recuerdos de los Abuelos ´1ra. Parte


Libro virtual de los Autores de Parnassus, Patria de Artistas A単o 2011 2


Dirección y Compilación MARISA ARAGÓN WILLNER Directora de Parnassus, Patria de Artistas

3 Registro de autoria conjunta: Safe Creative bajo Nro. Recuerdos de los Abuelos_ libro virtual

Fecha 03-nov-2011 2:17 UTC

Código: 1111030434877


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A todos los que pusieron ternura incondicional a nuestras vidas. En un mundo que debe mantener la llama del amor y respeto a los abuelos, queremos dejar estos relatos de vida para ellos.


BORIS DOMINGO ESPINOSA FERRANDO- ARGENTINA

ESAS MANOS VACÍAS 6 Esas manos vacías tan llenas de todo Temblorosas se muestran Por los tiempos gastados En sus arrugas se esconden Las dichas y nombres Y nosotros los nuevos Aun no lo hemos notado Esos ojos mansos Espejos de haber amado De seguir amando Ya en otro candado Cerrados sueñan en caminos y cielos Cerrados ven mejor que mirando Esos oídos sordos De ruidos y compases De sonidos ya idos viajando en el aire Esos oídos que parecen


No haber escuchado Eligen su hoy de sonidos quebrados Esas bocas que ríen Con mucho cuidado Hablándole al tiempo En silencios templados Esas bocas que tanto han entregado Se niegan al beso Ya es pasado Si tú ves su paso cansino asolado Caminando respetuoso Al paso de años Reverencia constante parece agachado Humildad del que sabe Lo que es el legado Que dejan los años a los que han escuchado A los que han mirado A los que han besado Y hoy…solo una sombra En la luz apagado Ven el fruto de las raíces…que dejaron los años

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8 ANTONIA RUSSO- ARGENTINA

SENDEROS DE LUZ

Compartir el último tramo de aquel sueño Que magia! Que poder celestial...

Sus manos, que saben de tanto trabajo Se aferran a las de ella, ya un poco más ajadas ..pero con tanta ternura acopiada en sus surcos...!

Sus ojos Ya cansados de tanta vida, Se reflejan en los de ella ..que tanto amor vieron pasar


Sus pasos, Hoy mas lentos por el largo transitar Se acomodan a los de ella, Que necesitan disminuir la marcha...

9 Sus vidas, Hoy unidas en la recta final del camino, Desandan esos senderos de luz Que aquel día decidieron recorrer juntos.

MARIA , MI ABU

María nació un veintinueve de mayo de mil novecientos trece en un pueblo llamado BUONALBERGO, PROVINCIA DE BENEVENTO. Su mamá Stella se encargaba de las tareas de la casa y la crianza de sus cuatro hijos, además de trabajar en el campo como era costumbre en esos tiempos tan lejanos...Su papá Félix, tenía una cantera de carbón, trabajo duro y sacrificado, que lo alejaba de su familia, pudiendo compartir tan poco tiempo con ellos...Ya en su primera infancia le va a tocar vivir el horror de la primera guerra mundial, el principio del caos en el que se sumergiría la humanidad, le va a tocar ser una niña sin su padre, una niña que de sus juegos solo recordaba el ir corriendo a esconderse para evitar que una bomba o una bala la alcance...una hija que oía llorar a su madre pues no sabía en qué lugar se encontraba su marido, si estaba vivo o muerto...Y a pesar de las muertes y la guerra el papá regresó, trayendo el dolor de los amigos caídos en una


tierra extraña y lejana como África....Esas épocas, año 1930, eran tan distintas a las de hoy, tanto que una tarde, mientras María lavaba ropa en el arroyo, entonando una de esas canciones que había aprendido en su niñez, José literalmente la raptó... la llevó a su casa y los padres de ella no tuvieron otra opción que aceptar el casamiento, hasta ese entonces rotundamente negado....La tranquilidad dura poco, pues Europa estaba conmocionada, otra guerra se avecinaba, solo unos pocos años estuvieron juntos María, su esposo y sus hijos Antonio y Miguel, ya que los rumores de guerra y la insistencia de que la Argentina era la tierra buena para trabajar y vivir en paz, hicieron que José emprendiese el largo viaje para buscar trabajo y luego mandar a buscar a su esposa e hijos....Así es que la segunda y cruel guerra mundial va a sorprender a esta muchacha con dos hijos y uno en el vientre, sola, luchando contra el hambre y el horror, haciendo decenas de kilómetros para conseguir un poco de harina para alimentar a sus niños, trabajando en el campo, sufriendo la lejanía, enfrentando el dolor...niños, trabajando en el campo, sufriendo la lejanía, enfrentando el dolor...Termina la guerra y la luz de la esperanza brilla: va a poder viajar, va a poder estar nuevamente con el hombre que ama, su hija más pequeña conocerá a su padre.....«San Giorgio»,El «San Giorgio», el barco que los traería a América no fue tan bondadoso con la salud de María, ya que los 25 días que duró ese tan ansiado viaje, ella estuvo postrada sin poder alimentarse....Todo el dolor se borró al ver, después de 9 largos años a su esposo esperándola en el muelle, el abrazo tan esperado, las ansias tan retenidas.....La vida fue dura, pero juntos padres e hijos, trabajaron, lucharon, hicieron su casa, hasta tuvieron una hija más, la hija del reencuentro.....María tuvo una larga vida, llena de cosas buenas y momentos tristes, como ver a José partir de este mundo acosado por una cruel enfermedad, la misma que años después tendría su hijo Miguel, y que destrozó el corazón de su madre, cuando se enteró, cuando lo vio morir..«Guati», Ella tampoco hoy está, pero se encuentra en la memoria de todos los que la conocieron, nunca nadie se olvidará de la abuela ..Guati», como la llamaban mis hijos, sus biznietos, como la llamaba cada persona que la conocía, cada persona que escuchó de sus dulces labios una palabra de apoyo, de esperanza, un cuento, una canción...A esa mujer dulce y siempre presta para el consejo, para la alegría, a esa mujer que sufrió muchísimo, a esa que me contaba cuentos desde pequeña, a esa que siempre tenía una mano abierta para ayudarnos, el oído dispuesto para cualquier problema.....La que compartió mucho de la vida de tantas personas, a esa mujer deseo homenajear con estas humildes palabras y con todo el calor de mi corazón..

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N€nf@ NANCY FUENTES – VENEZUELA

Para el ser que me enseñó a valorar la vida y honrar a mis mayores. Mi abuela Agustina Cantarelli.

RECUERDO

Los años fueron llenándola de arrugas y plateadas canas, la risa pasó a ser, tibia sonrisa, sus miradas, largas y lánguidas.

Su desgarbada y frágil figura con su luz interior asombraba y era estrella que con su brillo a sus nietos, de plata bañaba.

De cándidos ojos celestes cielos en su límpida mirada, postura de sauce en el agua calor de hogar en su falda.

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El corazón latiéndole suave en risas por su garganta, por la calidez de sus manos las caricias, semejaban alas.

Velero intrépido,… su vestido, brazos tiernos que abrigaban racimos de amor brotándole, como azucenas en la cara.

Con pausa nos contaba cuentos de hechiceros y grutas mágicas con musgo y barro, construía casitas para duendes y hadas. Existen milagros en la vida y el universo los ensambla exhumando profundas heridas con mensajes de campanas.

Desde los jardines del cielo en unión con dulces almas hoy “abuela” da a nuestro espíritu mensajes de amor y esperanza.

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TE CUENTO

Acompañaba a mis abuelos en su diario paseo por la rambla y dada nuestra fascinación por el mar nos sentamos en la escollera, donde las olas y el salitre se trasmutan e involucran en eternos y sutiles sueños. Creo que el sol y la multiplicidad de rumores y voces me adormeció y de pronto una mano aferra mi brazo, sorprendida levanto mi cabeza y allí ante mi y la mirada suspicaz de los abuelos está un caballero moreno sonriente, que hablándome despacio me interroga. ¿Que hace aquí ésta bella dama? Presta respondo que me hipnotiza el mar y su entorno y él ríe sugerente al decir,… somos dos los que sentimos así, me ofrece su mano y me ayuda a levantarme, nos miramos con curiosidad y sonriendo me invita ¿tomamos un café? Ni se como estamos sentados frente a frente, mesa por medio, con mis abuelos mirándonos cómplices en la rambla que recién despierta saludando a un inclemente sol de verano. Hablamos y reímos…no sé ni de que…pero me sentí feliz y serena entre ese ser que reía por todo, y la mirada indulgente de mis abuelos. Fue si, un amor a primera vista, la atracción en ambos fue como soplo de brisa en la cara ligera pero arrebatadora, y con la aprobación de toda la familia fuimos hilvanado nuestra feliz historia. Hoy luego de muchos años de unión, con dos hijos y cuatro nietos, semillas fecundas de nuestro árbol de vida, seguimos visitando el puerto y tomados de la mano renovamos nuestro amor ante la bruma de las aguas, una mesa de café, nuestros recuerdos, y la plenitud del sol bañando las calles, Con la variante que ahora nuestro caminar semeja al de mis abuelos, pasos lentos y finas líneas cubriendo nuestra piel, y al cabello lo plateó la luna. Es que ahora somos “los abuelos” y son nuestra compañía cuatro nietos hermosos que también adoran el mar y su entorno.

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CARLOS BADARACCO- ARGENTINA LA ANCIANA (homenaje a doña Justina, la abuela del barrio)

De sol iluminada la casa, de súbita muerte anunciada, de gris las cortinas manchadas y surgentes gotas de hastío Las manchas de humedad pronunciadas como estiércol en campos de hierbas. Una araña colgaba con luces de tibios herrajes sombríos, manteles de sutil encaje sobre una mesa adormilada. Recuerdos de amores sentidos que recorren las sombrías ventanas. Leños de chimeneas apagadas, descascaradas paredes sin linajes y en el fondo un piano silente, sin notas ni armonías; solo con un jarrón y flores mustias que adornaban sus lacerantes recuerdos.

Cuadros de espectros yacidos de caballos con crines negruzcas Un perro de yeso ya preso entre oscuros rincones de espanto. Y una sola mujer, ya anciana, llorando retratos perdidos, historias de amores pasados, amigos y hermanos ya muertos.

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Triste, perdida en sus llantos la anciana se hamaca en su silla un ruido a clavijas oxidadas y las lágrimas por el suelo extendidas. Alfombras oscuras, sin brillo, sosteniendo pisadas de antaño y un ruido a silencio dormido, se extendía como mudo destino.

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ABUELA MUCHA

De viejos sonidos se nutre la mente, palabras sombrías y bellas, leves arrullos de abuela que mece en su brazos la vida. Allí, perdida en el tiempo se alzan recuerdos de salmos, canciones de cuna y sonidos de piano, armonías y sueños y leves silencios inermes. Están impregnando momentos que en el tiempo despiertan y duermen, allí como en mutismos se encienden los tímidos abrazos de entonces, caricias de manos que tiemblan,


arrugas que aparecen dolientes, un beso y un aliento a magnolias en sus labios de suave ternura se despiertan entre mimos y arrullos amores que guardo en el alma. 16

Abuela, palabra que en mi esencia se enciende como una antorcha viviente alertando mis pasos valientes por la vida que lanza puĂąales. Ahora ya dormida entre nubes, se expresan recuerdos de antaĂąo y entre atisbos se alza el signo de un estigma impuesto en la frente, la cruz de Cristo se eleva en presagios de vida y de suerte, mi frente estarĂĄ alimentada por ese espacio vigente en el tiempo.

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AVATARES

Mi visita diaria al hogar de ancianos me enseñó algo:

Tú y tu vida, qué rara dicotomía se te presenta. Tú serás un anciano en el futuro, tú vida quién sabe qué avatares te depare. Tus brazos serán la cuna donde duerma para siempre esa madre o ese padre que nunca te echo de la existencia desterrándote de los amores de su hogar y aunque el respeto ya no exista, se haya ido, los viejos son la historia de tu vida.

Cuando toques las manos de un anciano sentirás en ellas el peso de la vida, los mágicos senderos que encamina una esperanza que no se siente, se palpita. Cuando veas los surcos de su semblante y en cada uno de ellos los pesares,

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las tristes horas vividas, los andares, la visión más obsecuente y sumisa ante la realidad que hoy vive en el destierro. Cuando retoques las canas de su cabello y descubras los atajos de la existencia, las luces de alegrías y de tristezas, todo en un momento comprimido, notarás cómo el alma se te estruja como si fuera una historia encubierta y encima los recuerdos que se advienen. con dolores que atraviesan corazones advertirás que en tu futuro habrá sin dudas un instancia similar que te arrincone.

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BELKYS SORBELLINI – ARGENTINA

UNA LLUVIA DE RELLENITOS

Todos los domingos, la abuela Itumelia se instala en su cocina a las 7 de la mañana. Reina y señora de la casa, hace honor a sus títulos. Después de tomarse unos mates, con la paciencia de un santa – no sé por qué, supongo que las santas tienen mucha pacienciacoloca la harina sobre la mesa de la cocina, hace una especie de cráter en ella y agrega los ingredientes uno a uno. Sus manos se transforman en duendes para preparar la masa y con amor y deleite amasa, amasa y amasa. Cuando está lista, toma el palote y comienza a estirarla. Después la divide en dos grandes paños de ternura y dedicación. Entonces, saca de la heladera su pócima mágica; el relleno que preparó la noche anterior. Es el momento de distribuirlo sobre la masa, - algo que ella hace delicadamente- y con el revés de la cuchara alisa, después lo cubre con el resto de masa. Es el turno del rodillo marcador de ravioles. Cuando me levanto a desayunar, la abuela ya tiene las planchas de ravioles sobre la mesa. Desayuno en el comedor, pues ella ha ocupado totalmente la mesa de la cocina, y le digo – - ¿Abuela, me dejas cortar los ravioles? y ella siempre me responde lo mismo: - Sí, después porque es temprano.


Cerca de las 10 de la mañana comienza a cortar las verduras con las que preparará la salsa. Y entonces se escuchará el repiqueteo del aceite dorando la carne del estofado. Cuando la salsa comienza a desprender ese aroma a abuela todos estamos levantados dando vueltas por la cocina. La meta es sopar el pan en ella, algo que a Itumelia no le gusta. Pero que a hurtadillas hacemos. Cuando toda la familia está reunida, tíos, primos, nueras, nietos y bisnietos; el agua estará burbujeante, es el momento en que una lluvia de rellenitos caerá sobre ella. La abuela ya no está entre nosotros, y ya no nos reunimos a comer los ravioles, aunque todos recordamos el aroma de su salsa. Creo que jamás probé mejores ravioles que esos, ni recibí tanta manifestación de ternura.

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CARMEN AMARALIS VEGA OLIVENCIA – PUERTO RICO

SOY GITANA, ¿Y QUÉ?

Soy gitana, ¿y qué? -Mi vida, no te acerques a la caravana. Esos gitanos roban niños.Y con esas palabras resonando en mis oídos y en mi corazón, finalmente nos dejaba abuela ir a jugar al borde del acantilado, lugar donde de vez en cuando acampaban las caravanas de gitanos. Sacaban sus telas y tules y forraban en círculo el área. Allí montaban sus tereques, cocinaban en calderos con leña y practicaban sus malabarismos en noches embrujadas con la luna. Los niños del barrio faltábamos a las promesas. La curiosidad era mayor que el miedo a ser robados. Abuela nos contaba que los gitanos le chupaban la sangre a los niños, dejándolos luego, abandonados en el próximo pueblo. Pero yo no le hacía mucho caso a esos cuentos de abuela, porque a mí me atraían como imán. Quería ser gitana. Me fascinaban los colores de sus faldas y las mil pulseras que se colocaban en los brazos para sonarlas como cascabeles cuando bailaban enardecidas en las noches en derredor de la fogata.


Las fogatas enloquecidas por el viento del mar eran la señal de que allí estaban acampando esa gente rara que tanto me gustaban. En esas noches me escurría de la casa como una gata sigilosa, mientras mi abuela me hacía dormida. Asomaba mi carita por los rotos de las mantas tendidas al viento, y así pasaba horas en delicias, saciando mi curiosidad y mi imaginación.

Algo extraño me ocurría cuando empezaban a sonar las guitarras. Me invadían unas ganas locas de saltar y bailar. La rumba se me metía en la sangre, y terminaba dando vueltas en círculos, arrancando los tules, dejando mi presencia al descubierto. Antes de que levantaran sus tiendas ya me había hecho amiga de los gitanillos de la tribu. Aún tengo los collares de cuentas multicolores cambiados por mi bufanda de lana una noche de luna llena. Con ellos aprendí la alegría de vivir y bailar, de reír y cantar, de acariciarme y acariciar con picardía la piel sedienta y plateada reflejando la luna. Siempre me invadía la melancolía cuando les veía recoger sus bártulos y marcharse lentamente en la bruma de la noche con su caravana a cuestas. Abuela lo intuía y ese día me hacía mis dulces favoritos, me abrazaba y besaba en la frente al ponerme a dormir. Pero los gitanos me dejaron para siempre el alma encendida. Aprendí de ellos a ser gregaria y comer sentada junto a mucha gente, compartiendo en júbilo lo mucho y lo poco. Aprendí a ser desprendida de mis cosas y a compartir ilusiones y sueños. Pero sobre todo, aprendí que la vida es pasajera y se vive mejor si desarraigas tu espíritu del suelo, levantándote en vuelo al destino incierto de lo que vendrá. Desde niña mi corazón anda perdido sin rumbo definido, una noche de rumba y hechicerías hice un pacto de vida y de muerte con ellos. Me lo huelo en la sangre, soy gitana, ¿y qué?

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23 MIRIAM SEGGIARO – ARGENTINA

NOSTALGIAS DE LOS ABUELOS "¡Bombón helado! Caramelos! Copos de azúcar!" vociferan en la plaza del barrio un domingo de sol travieso, que juega a las escondidas entre nubes que, porfiadamente se desplazan de un sitio a otro. ¡Abueloooo! - le grito casi con insolencia, teniendo en cuenta que, pese a su incipiente sordera, él se molesta con los excesivos ruidos o estridencias-. Viene hacia mí con sus pasos cansinos y su mirada se ilumina, en contraste a ese ritmo: "Ahora sí, con todas las fuerzas que me quedan, impulsaré la hamaca para que tú, como yo mismo cuando tenía tus añitos, te sujetes muy fuerte a las cuerdas, y goces tu vaivén de acá y de allá!" Entonces, y sólo entonces, reconozco, descubro, resucito, esas ganas tan locas de volverse gigante, de echar atrás todas las agujas de infinitos relojes, de encender viejos calendarios hasta el rojo vivo de sus llamas, hasta que sean cenizas esparcidas al viento, y su alegría resurrecta de sentirse joven y útil otra vez. ¡"Más alto abuelo, quiero tocar el cielo, más alto!" Y al final, casi exhaustos, dándonos por vencidos, sólo por el agobio físico de igual a igual, aminoramos el vaivén, y yo, de gozo, de picardía de pájaros, y él, de idéntica manera, nos miramos profundamente. Y sin decir palabra, en un silencio cómplice y sagrado y al unísono, yo me lanzo como una flecha al aire!...y él, como una cruz humana, en carnadura de lunas y de soles radiantes, cierra como un abanico sus alas de patriarca amado, y me estrecha en sus brazos, a puro amor.


MI LOCA ABU

Abrigadísimo de toda intemperie, ajeno al mundo, complacido y feliz, hoy, en este preciso instante, bien alimentado y bastante cómodo a pesar del estrecho sitio, dejo por un ratito nomás, de pensar en la música que me regala segundo a segundo, mi madre. Dejo también de lado mi precoz preocupación por los negocios de mi padre, en los que aún no debo ni puedo involucrarme. Algún día contaré de él: impetuoso, a veces cascarrabias, pero feliz de mí. Y, por ahora, eso me basta, es más que suficiente! Me "despejo" un poquito apenas, de los embates de amor o celos de mi hermanita de 8 años, que será una sorpresa inusitada para mí. Y yo posiblemente un tanto "intruso" para ella. O no, acaso me equivoque y me regale mimos y caricias azules: mi color preferido, desde ya. Ahora, justito ahora, que sé bien que mi Abu está tic tac sobre el teclado de su computadora, quiero pensar en ella. Imaginarla. ¿Cómo me recibirá cuando yo llegue? ¿Podré navegar en su mirada de asombro y dicha, cuando llegue por fin, el momento de vernos cara a cara? No conozco siquiera el tono de su voz, sí de otras muchas voces de mi entorno, de personas del barrio, de clientes de mis padres, pero el de ella? ni de lejos, siquiera. Por allí, las pocas veces que no estoy dormido, arrebujado en sabanitas suaves, de un calorcito único, he escuchado hablar de ella: que es una "vieja loca", que le falta una escoba..¿voladora?, que vive en las nubes, que se queda días enteros encerrada en su "burbuja" -algo que me gusta a mí también!- y que no para de hacer planes de conocer y ser la Abu de todos los niños del mundo! Mi mamá empieza a toser, ahora mismo. Y casi grita, asustándome sin querer: "¡¿Nada menos que a África se fue este año?! ¿A buscar qué?" Mi papi se pone rojo de rabia y también parece estar enojado: "¡Se gastará toda la herencia de mi abuelo!" No entiendo nada! Nadita de nada! Pero, de repente, escucho la vocecita de mi hermana que les cuenta: "Una compañerita de colegio dice que "ella" es su abu del corazón y que tiene muchos nietos por el mundo"...palabras raras que nunca escuché, como Marruecos, Rabat, Casablanca, Colombia, Brasil, Italia, Francia, España -donde estuvo dos veces mi hermanita- y qué sé yo cuántos lugares más. Shhh! yo creo que la estoy empezando a querer a esa Abu loca, como le dicen...¡Poeta tenía que ser! A lo mejor, cuando yo sea grande y si ella aguanta tantos años, nos queremos con locura. Qué lindo sería que yo pudiera darle "abrazos calesita", llevarla a mirar el verde que

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tanto ama, el azul del cielo que amamos los dos, el lago del parque que le recordará su amor más romántico, las montañas nevadas y su inmenso Aconcagua, siempre blanco, con su suave nieve!

Creo que sigue escribiendo en su ya vieja PC, mi Loca Abu...hasta me parece que se le está `piantando un lagrimón, no por mí, que la lleno de alegría de sólo pensarme. Creo que es por lo que dicen sus amigas de sus bonitos poemas, medios tristones, por lo qué le pasa al no ver a mi hermanita. A ella le escribió un libro entero: "Camila, para besar tu alma". A mí, seguramente me contará historias de sus viajes, de poetas y locos, de su mundo especial, tan especial, que me parece que sólo yo, que todavía no asomo al mundo hasta un par de meses, estoy comprendiendo.

Naceré pronto! Y estoy segurísimo, porque llevo su sangre y porque ella me sueña, me imagina y me ama, patearé el tablero de tantas cosas raras y mi Loca Abu ya no será tan loca, sino llena de amor!

ABUELAS DE AUSENCIA EN VIDA

Ay, qué pena infinita las abuelas "descarte" ésas que besan nietos de otros en las plazas y en los parques.

Ay, qué dolor lacerante saber de miles de abuelas que por "barreras" infames

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no abrazan su propia sangre.

Ay, qué inconsciencia de hijos negarles a los suyos, tan suyos los abrazos, la ternura, besos de miel de sus madres.

Ay, no saben lo que hacen: en cada sitio hay un nieto que abuelas "descarte" besan y el alma gana a la sangre!

NONO, NONINO

Lejos, entre maizales y un trigal que se enciende a puro amor. Así te veo. Con el mate caliente entre tus manos que han ajado jornadas de hielo junto al surco y esa tierra que horadas para arrancarle frutos de oro y de rubí. En contraste con la rudeza de ellas, tu mirada de menta y miel. Nono, nonino qué nostalgia en el rostro de mis padres evocando tu abrazo

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tan fuerte y sostenido como si quisieras fundirlos a tu pecho. Nono, nonino tu sombrero de paja, invertido nidal de sueños, dibuja mágicas sombras sobre tu curtida piel: aire, agua, vientos, tierra y soles aliados a tus días. Tanta repetida siembra! Entre surcos y almantas vaya a saber qué ausencias reclamabas. O qué ganas regabas, cuando las lluvias se dormían, de extender la longitud de tus miembros para que yo trepara en remolinos de dicha hasta las ramas más altas del duraznero en flor. Nono, nonino hoy tu vida extinguida ha abolido, paradójicamente, todas las distancias. Y tus blancos cabellos -hebras de lunas consentidas en tus noches de riego y madrugadas de nieblanunca serán cenizas: resplandor en mis horas desde aquel día en que fuiste raíz y fruto al unísono, abrigado en mi alma.-

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MABEL FERNÁNDEZ ALBELO- ARGENTINA ABUELO JOSÉ Ay abuelo José! Cuando me atisbas asomas miras desde la luna plata del espejo, huelo a tus manos ebanistas, a cigarro cubano, a frescura a la sombra de un verano en la penumbra siesta de tu cuarto, donde cobraba vida la madera que forjabas. Huelo a aserrín y a tablón recién cortado. Me acurruco de aroma en el recuerdo. Huelo al tinto espeso en el bigote de tus besos en mi frente. Y me asalta tu ternura especial. Tus travesuras. Tu complicidad frente a la abuela. Siento el viento juguetón en mi pollera y el tacto de mi mano perdida en la rudeza firme de tu mano guiándome a comprar las golosinas. El sabor de las vainillas con leche compartidas en la mesa del patio. El trino de los pájaros y la soberbia eclosión de los geranios.

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Te fuiste lejos dejando mi niñez abandonada, te busqué por los rincones y el espejo. Te guardé en mi corazón. Puse la llave de mi infancia sobre el aparador. Regué tus plantas. Y te dejé en un sobre cerrado todas mis angustias. Corrí las cortinas y salí despacio llevándote conmigo por la vida. 29

ABUELA, ¿ QUÉ PROFUNDIDAD TIENE EL SILENCIO?

“Abuela, ¿Que profundidad tiene el silencio?” La abuela alzó los ojos gastados por el tiempo, bebió el aire del bosque, y respondió: "Cuando en la noche, acostado en tu tienda, estiras los sentidos para alcanzarlo, el silencio desciende y se hace más profundo. Cuando escuchas sobre tu pecho el latido de tu corazón y cuando suenan los tambores que iluminan las hogueras del verano, lo que oyes es el latido del silencio... Detrás del vuelo de las aves está el silencio y entre las notas de sus trinos, sin él y su profundidad, no podría extasiarte la melodía. Detrás de las huellas del búfalo está el silencio, hundiendo en los pastos de la pradera hacia el centro de la madre tierra los ecos de todas las estampidas que fueron... En la cascada está la profundidad del silencio, sólo tienes que escucharlo bucear entre las rocas y los peces. En la nieve deslizándose en la copa de los pinos está el profundo silencio... y en el beso de tu madre y en el abrazo de tu padre y en la mirada de los abuelos...


En el humo de la pipa sagrada el silencio va más allá de todas las profundidades al mundo donde yacen, esperando, las respuestas. En la cima de los montes el silencio estremece de tan profundo y el viento se detiene intentando escuchar... pero es un juego: el viento sabe que la profundidad del silencio está en su esencia, como lo está en tu alma. Mira el vuelo del águila y captarás la profundidad del silencio... acerca tu oído al silencio y conocerás todos los sonidos, aún aquellos que no han sido creados... aquellos, que oyen los astros en el cielo... 30 Sólo en el silencio podrás hallar lo que buscas... en su vasta oquedad... Hijo, calla conmigo y escucha... siente como nos hundimos en él y somos, más allá de nosotros y de todo lo que vemos...


LILIANA MARIZA GONZÁLEZ RODRÍGUEZ- ARGENTINA SONREIRE TENGO DERECHO ¡¿Que pasa sí una nube negra sé posa en nuestra mente? Si un designio del destino cruza como un cuervo agazapado buscando las sobras ¡que pasa? Si al sonreír recuerdas que ya no tienes porque que la belleza, el cuerpo firme. Ya te es negado, porque los años han pasado! La primavera de la juventud la lozanía se han ido! Y sabes porque sabes que jamás volverá. Que queda entonces? Solo soledad, arrugas, depresión desilusión! Eso es lo que queda, después de pasar los setenta o los ochenta! Esperar que alguien se acuerde de ti! Que alguien quiera hablar de los años pasados! Sin sentir hastío, pena vergüenza. Quedarme callado en un rincón recordando, Que debo recordar no hablar mucho! Ni decir en mis tiempos... ¿por qué me aíslan? ¿qué hice de malo, envejecer? ¡sentirme olvidado por mis seres queridos y olvidado en el cielo! ¿esa es mi culpa? Es mi culpa que mis manos tiemblen! Que mi memoria, presente falle! Y que la memoria del pasado sé haya traslado al presente! Pero aun así, sabes ¡quiero vivir tengo derecho, al igual que ustedes! Más aun, viví más, reí más, llore más, sufrí más! ¡por eso sonreiré aunque creas que no tenga porque!

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ANCIANOS

¡Recorren la playa en silencio, como si cumplieran un extraño rito! Porque ellos no saben si lo hacen hoy por última vez Pues están en el ocaso rojo de sus vidas El cabello de ella resplandece blanco, pero sus ojos aun destellan picarescos y su boca hace una mueca de niña grande, y él gallardo, va muy erguido, su cabeza esta calva, brillosa, pero esto le da un tono de sabiduría y sencillez… Sus ropas son de blanco lino Caminan con señorial estilo, majestuosos Que los hace distintos aunque sienten iguales que todos Son simples mortales son como otros ancianos Y a la vez son la imagen viva de serenidad El amor supero todo, angustias, penas, enfermedades Cada noche hablan con Dios y repiten juntos _señor llévanos juntos hacia la eternidad_

ABUELO MANUEL

Mi abuelo Manuel era una persona muy especial, yo lo adoraba y cuando recuerdo con que cosas simples sabía entretenerme lo admiro. Mis padres viajaron a Buenos Aires y las dos hermanas nos quedamos con

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diferentes abuelos. Mi hermana mayor con mis abuelos maternos, yo con mi abuelo paterno y una tía solterona. Vivíamos en el campo y él tenía sembrados de maíz, mandioca y soja. Yo lo acompañaba a regar a sacar los yuyos .En el verano hacia tanto calor que ambos nos poníamos sombreros grandes anchos , no me acuerdo la distancia que quedaba de la casa a la “chacra” pero camino a ella me iba mostrando las distintas plantas , su nombre y para que servían. Pero la historia que siempre le pedía que me cuente era como conoció a mi abuela, él nació en España y vino a América y fue conquistado por una india guaraní, veinte años más grande que él, viuda con siete hijos. Dice que era una morena preciosa y como toda india, nunca se sabía la edad que tenía. Sus ojos eran negros, llenos de vida su sonrisa amplia de labios carnosos; su cabellera era larga negra divididas en dos trenzas que caían sobre sus pechos generosos. Mi abuelo se enamoró perdidamente de ella y pidió su mano al padre, el cacique de la tribu. El padre en guaraní le dijo que ella era una princesa y Él debía tratarla como tal. Así que se casaron y tuvieron ocho hijos más. Mi papá era el más pequeño Ella murió cuando yo tenía un año. No me acuerdo de ella pero es como si la conociera. Mi abuelo me contaba de ella con lágrimas en los ojos y no hacía falta que dijera que la había amado mucho en sus poros se le notaba, en sus ojos. Sus quince hijos rubios, morochos, trigueños lo amaban, lo respetaban y lo apodaban el hombre sabio. Cuando mis padres resolvieron llevarnos a Buenos Aires a vivir definitivamente con ellos, mi abuelo decidió acompañarnos dijo _si las indias se van el hombre sabio se va con ellas _ Cuando regresó a Paraguay falleció de tristeza pero vive por siempre en nuestro corazón.

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SUSANA RODRIGUEZ TUEGOLS – ARGENTINA ABUELA ¡ Mira nena! ¿Te gusta esta estrella federal ? dice mi abuela, ¡ La acabo de crear ! Pétalos de seda carmesí desparramados. En la mesa …¡ Maravillas! Clientela aguardando su ramito de ilusión. Bolillos , tijeras , instrumentos varios. y ella…entre sus flores. Jazmines , claveles , calas , margaritas. ¡ Todos los perfumes! Tengo para darte el ramillete de tus sueños. no te cobro nada , sólo dame un beso. Buceo y buceo detalles efímeros.


quiero detenerla suspendida en mí. ¡Cómo la quería! ¡ Cómo me agradaba ! Mañanas soleadas en su casa –cuento. nogales de oro narrados en tiempos. Patitos , gallinas …y un mandarinero. La huerta , el estío , azahares al viento. Rosales que trepan las tapias vecinas, y corto un pimpollo , que a mi madre llevo. Suspiro …suspiro se terminó el juego.

NO SÉ SI MI ABUELA ME MINTIÓ

Hace tiempo tengo un enigma sobre mi abuela materna Josefa que era una “buena moza” nacida en Buenos Aires en el año mil ochocientos ochenta y cinco.

Descendiente de españoles e italianos, había heredado un cuerpo menudo sumamente atractivo.

De joven trabajó en una Maison francesa de alta costura en Capital y pronto fue destacada , pero su prestigio se hizo notorio cuando las Damas de la Alta Sociedad pidieron que seleccionara géneros y confeccionar los trajes para la ópera .

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La dueña comenzó a obligarla a concurrir cada noche en tranvía desde Avellaneda y así llegaba… con su perfume a jazmín y su delgadez de junco enfundada en un largo vestido .

Los paños expandidos como horizontes la esperaban sobre las mesas iluminadas por una luz de gas, la misma que se usaba en el teatro .

Cierta vez apareció una clienta insigne, la esposa del presidente Luis Saenz Peña que gobernó a Argentina hasta 1895 y luego en 1910 lo hizo su hijo Roque.

Los secreteos de las costureras invadían el taller, lo cual motivó preguntas :

—¿Qué está pasando aquí?

—Nada Josefa, nada .

— ¡Es la esposa del presidente y se esconden de ella!

—Bueno, es que… su piel tiene manchas oscurísimas y nos da impresión tocarla .

—¡No se merece esto , la voy a atender yo!

Así comenzó una intimidad respetuosa con la mujer, hasta esa tarde en que apareció acompañada diciendo con intensión:"Hoy vine con mi marido" . Mi abuela se emocionó y trató de crear la necesidad de traspasar el cortinado . El tiempo corría , juntó coraje y diciendo con ímpetu sobrenatural : —¡Enseguida vuelvo! dejó a la Primera Dama semidesnuda envuelta en terciopelo negro prendido con alfileres precipitándose hacia la otra habitación

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¡Y allí ocurrió !

Siempre se mantuvo en sus dichos :—que el Presidente la había besado y le había susurrado: “te sueño” generando ondas locas por su cuerpo y que parada detrás de una vitrina que alojaba sombreros , su cabeza vibró como un torrente alocado, mientras pensaba en los años de esfuerzo para complacer caprichos ajenos. Sólo se sobrepuso cuando pensó en una alianza tácita para con la esposa del Presidente .

Cuando me hablaba de estas cosas nunca la observé nerviosa muy por el contrario, feliz espiaba mis reacciones por el rabillo del ojo. Era algo tan impactante que en una ocasión intempestivamente grité: — ¡ Esto tiene que saberse! y ella musitó: — No es aconsejable que lo escribas...

Pasaron muchos años y aún sigo enfrentándome a la duda ,excepto que capté una pista ¡la clave está en las fechas! y en el nombre del Presidente! ¿ Luis o Roque?.

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EDY LUZ ORREGO DORREGARAY MIS ABUELOS

Él era un hombre alto y delgado de ojos claros; ella una quinceañera menuda y delgada cuando se casaron. Tuvieron doce hijos que nacieron en la enorme casona que mi abuela había heredado de sus padres. Ella era la única heredera de una fortuna que mi abuelo no supo administrar. A él le gustaban las aventuras, los viajes, las charlas amenas con amigos y apostar grandes cantidades de dinero en las peleas de gallos. Mi abuela se levantaba a las cinco de la mañana para hacer la ronda matutina por las chacras, limpiar las cuadras, recoger los huevos que ponían las gallinas cada mañana, ordeñar a las vacas y preparar el desayuno de mi abuelo. Mientras tanto él se sentaba a la sombra de un árbol de membrillo a leer el periódico. Después del desayuno, ella servía la comida a sus once perros que la seguían a todas partes. Yo recuerdo a tarzán, su perro más fornido y el que la acompañaba siempre. Cuando llegábamos los innumerables nietos, ella recogía tunas, las limpiaba y las servía antes del desayuno. Después nos daba la leche recién ordeñada y el dulce de menbrillo que preparaba ella misma. Mi abuela era una mujer cariñosa, trabajadora y abnegada. A mí me encantaba su compañía y ver cómo cuidaba con esmero sus rosales y dalias.


Yo tenía diez años cuando ella murió; gracias a su trabajo pude disfrutar de la abundancia que sus manos y la tierra nos regalaban. Después de su muerte las chacras se llenaron de mala hierba: Mi padre y mi tío Santiago que eran los únicos hijos que habían heredado su amor a la tierra y al trabajo- se marcharon a vivir lejos de la codicia de sus hermanas. Yo rezaba por ella todas las noches y la soñaba con mucha frecuencia. Aún recuerdo su sonrisa, sus manos ajadas y sus caricias. 39


LUCILA SORIA – SANTIAGO DEL ESTERO. ARGENTINA

ANGELITA

Abuela de los cuentos de mi niñez distante. Tus ojitos tan claros me daban la ternura la paz y la frescura en mi primera infancia. En la silla pequeña engarzada de mimbres con tu voz terciopelo que endulzaba mi pecho y crispaba mis labios. poblados de emoción. Tus manos eran seda de sinfín de caricias; y me leías los cuentos

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que alimentaban tanto mis ansias de ilusión. Hablaban de los reyes de condes, de princesas, de bosques ,de gorriones de hadas y de gnomos. Hoy que ya soy abuela quisiera yo imitarte y poner la dulzura en estos ojos grandes que mi boca engarce las mieles y las rosas, para que mis nietitos se asombren y se rían de las historias bellas que guardo en mi memoria. .¡Ay ¡' Abuela Angelita en el lugar que existas derrámale ternuras a esta traviesa nieta que aún las necesita.

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JULIA DEL PRADO MORALES – PERÚ

LA NIÑEZ SE FUE

La niñez se fue, está desterrada, volverá otro día, bajo otra forma.

Con la luz de la esperanza. En la casa de la abuela.

La alegría de la casa de la abuela, la ternura de la madre, de los tíos, de la casa

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de la abuela. La bohemia del padre, de las caricias del hijo de la abuela. . El turumbumbum del puerto. En la casa de la abuela. Los juegos con los primos, la pega-pega, el esconde-esconde, de la casa de la abuela.

Quedan las andanzas, las calles, las mascotas, las estaciones, el tiempo indescifrable, hermoso.

La niñez se fue, está desterrada, volverá otro día, bajo otra forma. Con la luz de la esperanza.

Julia del Prado (Perú)

(De mi poemario: En toda el alma hay una sola fiesta. Huacho: 2000)

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LORENA BAEZA CASTILLO- GUATEMALA

ENTRE SU CIELO Y MI PECHO A mi nieta Sofia...

Mis notas como cuerdas desafinadas... La vida peregrina, en el modo cuesta arriba, rozaba áspera mis emociones que bebían a gotas, el veneno impuesto con angustias que yo jamás promoví. Un fragmento de vida inexplicable, que cuelga en el pasado con suspiros atónitos.

Llegó entonces la mañana compasiva que me dejó, desde sus rayos luminosos y en la puerta entreabierta de mi alma, un sobre misterioso… Al abrirlo se desbordó una inmensa alegría que inundó hasta mis dientes y con danzas de ternura en mis ojos, aguardé con entusiasmo varios meses.

Contagiada de nuestros delirios, ella también tenía sed de ser y prematura arribó en la tarde fría de un 28 de enero. Decidida a vivir el reto de su propia existencia, salió de su amniótica morada y anunció con fuertes gritos su presencia, lo que ayudó a calmar nuestros temores!

A mi frágil capullo la llevaron tiempo más tarde vestidita de rosa, de su diminuto cuerpecito emanaba ese perfume celestial que invitaba a olerla, sentirla y adorarla con la eternidad más trascendente.


Ella, ángel frágil de piel y cálida ingenuidad, consiguió que de mis ojos, la llovizna se deslizara como agua bendita. Fluyó sobre mi corazón como bálsamo de alivios, como flor que se abre a la vida, reverdecida de sueños ulteriores.

Comprendí que entre mis brazos arrullaba a la más genuina inocencia del recién nacido milagro que también se hacía en mi. Magia divina que me llevó a sumergirme en el más hermoso embeleso y luciérnagas luminosas se elevaron emocionadas desde mi corazón, agradecidas por la gracia divina que dormía profunda, entre su cielo y mi pecho.

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ANTONIO CAMPOS VILLAGOMEZ – MÉXICO

MI VIEJO SABIO mi viejo sabio me encanta lo bien que te llevas con la vida y como caminas del brazo del tiempo.

Admiro cómo has desdeñado la pena a la vez que te nutres de ella cómo en silencio guardas la esperanza y aspiras ese sorbo de nostalgia.

A veces, te miro tan callado y quisiera preguntare, ¿qué pasa? pero seguro que estás hablando con tus recuerdos y besando la añoranza.


Ese señorio que solo la humildad te pudo dar esa mirada fresca que a pesar de los años habrás de conservar y esa voz de trueno, que cuando aparece la razón ajena siempre ha sabido callar. 47 Sé que hay muchos sabios en el mundo y que todos son queridos y respetados pero para mi, tú eres el mejor... ¡¡MI VIEJO SABIO!!.


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NÍGER MADRIGAL – MÉXICO

Bajo el signo de la voz 1 Soy yo el más gris de tus hijos, arrimado a la espalda de tu plática que me trajo el mar antes de verlo.

Soy el que sin saber nadar cayó al abismo y respiró después de ahogado lleno de peces, invenciones, artimañas y un temblor de fiebre entre los dientes.

Soy el más oscuro entre la selva exuberante de tu boca donde siempre hubo duendes escondiendo mi asombro.

2 ¿Cómo escapo a tu palabra insomne y amorosa si un acento persistente llega desde tus labios dentro de una tempestad magnífica?


Mi madre dice que no te ama, aunque siempre te escucha dentro de una enredadera tenaz sembrada en tierra advenediza como un cáncer.

Es media noche y todo zumba, hay un trapecio en la oscurana donde tu voz se mece y luego salta.

3 Hay un grupo de inmensos árboles emergiendo de la niebla, bordean el camino de tu voz desde hace un siglo.

Ante tal contundencia el amanecer está indefenso.

Cae una sílaba parecida a un pájaro recién nacido que intenta volar, hay por todas partes nidos de sílabas tiernas que mojan tus labios dentro de una plática frutal.

Poema que pertenece al libro El cuerpo sitiado, publicado en el año 2010.

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Recuerdos de los Abuelos FIN


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