Tormentos y delicias
carmen amaralis vega olivencia
Carmen Amaralis Vega Olivencia Es puertorriqueña, nació y vive en Mayagüez, Puerto Rico, BSc (1970) , MSc (1972) en Química de La Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez, Magna Cum Laude, y es Ph.D. en Química Física y Analítica de La Universidad de Florida (UF) en Gainesville en 1975. Por los últimos 37 años ejerce como Catedrática de Química en el Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad
de Puerto Rico (RUM), en la que desarrolla su labor docente e investigadora, donde ha dirigido exitosamente 51 tesis de maestría y una tesis doctoral en el área de Electroquímica. Tiene ocho libros de literatura publicados con la Editorial Venezolana Escarcha Azul de Mérida, Venezuela en poesías, relatos, Crónicas de sus viajes, cuentos infantiles y Prosas Líricas. Incansable viajera alrededor del mundo, su lema es: La amistad es mi religión.
CARMEN AMARALIS VEGA OLIVENCIA
Rezo tu nombre tallĂĄndome las manos, ArcĂĄngel de mis sueĂąos. Loca escultora ardiendo en llamaradas, apasionada en mis noches sin ti. Me tallo las manos inventando caricias, y le doy la forma de espadas afiladas. Sangran sobre el pecho los lirios del recuerdo cortados con las manos en dolor.
Esas mismas manos delinearon tu rostro que miraba extasiado mis ojos buscando en frenes铆 mi boca con pasi贸n. He tallado mis manos para moldear la vida dejando que el destino decida por los dos. Estas manos talladas y sangrantes las ofrezco sobre el altar del amor.
Carmen Amaralis Vega
Te querĂa ver volar, sin que dejaras el nido. Verte libre y feliz, eso querĂa. Fue tan corto el amor en mi regazo. BastĂł escuchar una noche tus quejidos, tus ansias de libertad, de calor nuevo.
Imposible retener un alma errante, impedir soltaras mis lazos, rechazaras ilusiones tibias, si deseabas fuegos de madrigueras ardientes.
Y ahora yo, corazĂłn tatuado con un hueco en el centro, trino sonoro de temores viejos, delirando en las angustias de perderte. AquĂ sola, triste, inerte, con las ruinas de un nido abandonado y estas ansias de ti. ÂĄMi sangre vuela contigo! Carmen Amaralis Vega Olivencia
Puedes irte – Te dije, abriendo las compuertas al futuro sin ti. Un sudor frio traspasaba mi alma, el temblor cubría mi cuerpo. Asustada, encogida, pequeña, Y un bosque negro ante mis ojos nublados, la soledad acomodándose en mi espacio, y una taza de café vacía en la mesa. Miraste el camino, calculaste los malabares del dolor, recordando nuestras vidas enlazadas al deseo,
a mi vientre preñado de ilusiones mustias, al beso en la frente al acostarte cansado, y un relámpago de miedo recorrió tu corazón. Nos miramos en lágrimas, siguió un silencio eterno, y luego: un abrazo estridente, un perdóname sonoro… Y finalmente… el chasquido de los huesos con el triunfó el amor. Carmen Amaralis Vega Olivencia
Aqu铆 estoy con la piel sedienta, con los labios secos. Camino herrando las rutas de la vida, esquivando heridas, escribiendo versos, lamiendo suturas viejas. Buscando efluvios nuevos para reverdecer. Suplico ayuda a mis musas, a mis elfos. Ellos conocen de mi ardiente sed, de mis v贸rtices heridos,
de este vientre vacĂo de esperanzas, mustio, estĂŠril. Y me acerco a tu sombra, logro la frescura de tus besos. El temblor de tu mirada trae de repente un halito de vida que se posa en mi rostro, cicatrizando lacras y dolores de ausencias en los universos vertiginosos de mi existencia. ÂĄAgradecerte es poco! Carmen Amaralis Vega Olivencia
He sembrado una semilla en el corazón, La he regado con esmero. Espero germinen ansias de ti Sobre esta piel fértil y húmeda de ternuras. Necesito surja una enredadera que te enrede en mí, tan fuerte, tan fuerte que grites al compás del ritmo de mi alma.
Que te retuerzas conmigo desesperado, Suplicando que te ame, te bese, Y succione el mĂĄs delicado de tus deseos, esa fantasĂa que guardas junto a tu savia divina, elixir sagrado de la vida en delicias latente en el desierto del pasado. Carmen Amaralis Vega Olivencia
Tarde en la noche vuelvo a mi aposento satisfecha. Sigilosa retomo la pose de mujer ingenua y puedo mirarte a los ojos sin sentir culpa. He vagado largas horas el arco iris luminoso casi ciega de amores y tormentos, siempre dispuesta a recorridos nuevos, quebrando las barreras insalvables, con fantasĂas doradas a mis pies, de esas que no dejan huellas en la piel, pero sĂ en el alma. Y por quĂŠ sentir culpa, No hay porque sentirlas,
si los años sobre el vientre no las sienten, si el temblor del cuerpo lo permite, y las lacras ocultas en el alma lo reclaman. Hago con mi vida lo que quiero y puedo. Que se pudra la crítica y el desprecio ajeno, que se muerdan la lengua los hipócritas, los que niegan sus sentires y se amargan, con el amargo cruel de la desidia y la envidia mortal de los idiotas, de esos idiotas que no viven, ni te dejan vivir como tú quieres. Porque tu vida es una y es solo tuya.
Carmen Amaralis Vega Olivencia
Estoy rodando en el último tren por los andenes vacíos, voy envuelta en humo. las emociones pueden ser nocivas si no las guardo en los cofres de mi alma. Contemplo el panorama pasar vertiginoso, ¡Cuánta tristeza! ¡Cuánta soledad! Van corriendo en caravana los amores viejos, las primeras caricias desgastadas en el recuerdo. Va llegando la noche fría y el tren no se detiene.
Surgen de las sombras miles de rostros, rostros que quise retener cerca y se alejaron por los senderos del adiĂłs perpetuo, del dolor perpetuo. Solo espero que en el viaje surja nuevamente la luz, y vuelva a ver con claridad todo lo amado que coloquĂŠ en los cofres dorados, aquellos que guardĂŠ en el alma. Carmen Amaralis Vega Olivencia
Buenos dテュas, amor, despierta, abre los ojos, mira que despunta el alba, y es hora de rozar mis labios sobre tu piel dorada. Es el momento justo de lograr fundirnos con tu carne en mis entraテアas. テ]gel mテュo, Deseo acomodarme entre sus alas, saboreando esa miel de luna que desprenden las esencias de tu alma.
No pude dormir anoche, no, mi ángel. La pasé desvelada mirando los lunares de tu rostro, extasiada en delinear con mis labios esas formas tan hermosas de tu cara. Buenos días, amor, espero ansiosa para volver a calmar esta locura devorando tu energía milagrosa, escribiéndote un poema en la mirada. Carmen Amaralis Vega Olivencia
Llueve, llueve fuerte, el frĂo aturde los sentidos, y se despiertan deseos de caricias, lĂvido ardiente, infinito. Es preciso envolver mi piel mojada, avivar incendios Ăntimos, y despertar la locura en remolinos.
Llueve, si, llueve fuerte, la noche está oscura, y deseo esa mirada profunda, delineando tu requiebro en ráfagas, ese húmedo tacto sobre las cicatrices, que cubras con tu esencia las grietas de mi alma y de mi cuerpo sin notar que en la faena me devuelves la vida en cada beso.
Carmen Amaralis Vega Olivencia
No me mires así. Sabes que no soy culpable. De esta pasión solo es culpable la luna. Esa media luna que asoma a tu cielo después de dejar el mío enarbolado. La culpa la tienen tus ojos, sus destellos, tu boca, tus manos. Esas que recorren con delirio mis sueños, Y saben ponerle esencias a este cuerpo. No soy culpable de saber pedir tu sabia, la que se desborda de tu piel morena, de esas esencias que embrujan la existencia.
No soy culpable, no.
De tanto delirio tengo miedo, Miedo de ser naufraga en tus mares, silueta en llamas solo en tus recuerdos, esperas de reencuentros, tristezas de almas sucumbiendo a la locura. Pecadora soy por desearte, por querer que broten nardos en mis labios, desear que sientas las fragancias de las rosas en las maĂąanas de juegos delirantes. de querer hechizarte, sĂ, soy culpable.
Carmen Amaralis Vega Olivencia
No basta decirte que te extra単o, Un rosal de tristezas me acompa単a, Un pesar va doliendo en espirales Y suplica que te acerques, Que me beses, Que me envuelvas en tus brazos Y me abraces tan fuerte Que nos duela.
Cómo será, no sé, estoy pensando sacarle inspiración a esta tristeza.
Ir volcando el corazón en llanto, tanto llanto que ahogue esta dolencia de saber que te quiero y que me quieres y no hay forma de romper la ausencia. Carmen Amaralis Vega Olivencia
Hoy te levantas mรกs fuerte que ayer, no pesa tanto el camino, y aunque caigas nuevamente sabes que te puedes levantar, sacudir la malicia y los descaros. Puedes volar los azules y cubrir los negros con el dorado tibio del sol. Hoy un misterio sublime te protege, cubre tus lacras y pecados con la piel suave de los dioses. Esos mismos dioses que conocen debilidades, angustias y placeres,
de flaquezas en brumas decorando deseos lapidosos en el pleno abismo de la flor. Surcas los gemidos y el sexo borrando de la piel el alma, arrancándote las alas entre lujurias y pasiones. Hoy has logrado ser fuerte. Se aviva la ilusión. Ya todo ha pasado, Florecen los lirios del perdón Ahora vez con claridad, ¡Tenías que aprender¡ Carmen Amaralis Vega Olivencia
No te retengo mĂĄs, no. Conozco de tus ansias de volar alto, lejos. ver el mundo es tu delirio, las violetas en los valles sagrados, las espinas de la cruz sobre el camino, y tocar las alas de las aves en los cielos mientras planeas sobre cuerpos desnudos. SĂŠ que te enciendes en las llamas mirĂĄndote al espejo, ese que muestra tu imagen satisfecha de lograr lo que quieres en la vida.
La que guarda todas tus fantasías, ávido de conquistar triunfos, halagos. No te retengo, no. Te brindo espacio donde estás. Estoy tranquila. Reconoce tu mismo la distancia que separa nuestras vidas. Porque amar es regalar libertad. Carmen Amaralis Vega Olivencia
Miré la tumba mojada, fría, Y la abracé fuerte, si, muy fuerte. Allí dejaba parte de su corazón, de sus entrañas, con sus ojos, cara y cuerpo. Allí se quedaba bajo tierra aquel ser que un día arrulló, mimó en sus brazos, en su pecho, y le dio néctar de sus senos.
Cómo decirle a ese corazón fragmentado que no llore, que no se quiebre de ese dolor desgarrante. No, no pude, Me retorcí con mi dolor secreto y simplemente me permití llorar.
Y lloré mares, ríos, lagos. Si, me permitir llorar con ella, por su hijo que murió Y el mío que nunca llegó, porque se fue en remolinos de sangre. Carmen Amaralis Vega Olivencia
Quieres que seduzca tus contornos, verme aunque sea un instante, hirviendo en luz, diluida en tus ojos. Y me retuerzo impotente por tu piel soĂąada, culebra rĂgida, provocando ardores de lunas y de hiel.
Cuerpo inerte y frio en la distancia, ImĂĄn que hala muy dentro, muy fuerte, tortura injusta para el alma.
Más te digo en sollozos, prometo entregarme entera con el alba, salvar distancias con mi brisa en besos, pidiéndole a la lluvia que moje nuestros cuerpos, e imaginando delirios entregarnos completos. Tendrás tu recompensa, en grata unión sagrada, ya verás, lo prometo, la espera será santa. Carmen Amaralis Vega Olivencia
Revoloteando herida soltĂŠ el amor a los vientos, soplĂŠ fuerte hasta perderme por las rutas de los cielos. Ese cielo que provoca imitar las golondrinas controlando el bravo vuelo.
Voy buscando entre las nubes el color del los ensueĂąos. Tengo alas nacaradas por los bordes de mi cuerpo. Cargo copitas de plata, blancas plumas y esmeraldas adornando la dulzura de los besos.
Un cofre de perlas llevo para tejer las cadenas que me aten a tu cuello. Tengo miedo de chocar contra nubes de desvelos. Quiero llevar con la brisa el aroma de mi pecho que sabe reconocer las locuras de este vuelo. Las alas me crecieron para llevarme a ti. Carmen Amaralis Vega Olivencia
Cada espacio de mi cuerpo te siente Encarnando fantasías. No recuerdo el color de tus ojos pero su brillo aún me ciega. No recuerdo si tus manos son grandes, pero tengo marcados sus dedos en mi vientre. Cada rincón de mi cuerpo levita en locura.
Saboreo el néctar de tu piel, ese sabor agridulce de tu espalda que provoca el deseo irremediable de fundirnos en caricias nuevas, profundas, fluorescentes, divinas, como divino fue tu pecho sobre el mío jadeante, irradiando luces en delirios.
Cada espacio de mi cuerpo te tiene, Y no es fácil decirte al oído que quedo fundida en ti hasta que vuelvas, hombre luminoso, con tu luz sagrada encarnando vida. Carmen Amaralis Vega
Eres deseos de verano, sol naciente, te conviertes en caricia tibia y tierna, suave pĂŠtalo en la piel del viento, Intenso al placer nocturno, sabio y sutil en los recuerdos.
Eres calor hirviendo en las venas Reclamando lluvias de besos y caricias en mis cavidades internas, Ăntimamente bendecidas con la pureza de tu mirada.
Eres fuego de verano calcinando soledades, con tu voz en la distancia. Colocas cada palabra en llamas, cada suspiro en rayos luminosos. Y sobre el pebetero de mi alma tu imagen ardiendo. Carmen Amaralis Vega Olivencia
No puedo con este ardiente sentimiento, Tanto sentir de ti me consume. Me invade el infierno de este fuego con el rojo pasi贸n que destruye el tejido org谩nico de nuestros cuerpos. Saltan chispas multicolores donde el coraz贸n duele.
Se queman las palabras de los versos al amor en flamas, al calor sublime de los labios, al fuego de los vientres palpitando con el gusto amargo de la espera.
No puedo con este fuego nos consume, y calcina el granito morado del altar, donde coloquĂŠ el cĂĄntaro desbordando de placeres, de caricias limpias, de miradas penetrantes, sublimes. Es preciso agradecer la luz que brota de la esencia en la llama prĂstina del deseo. Carmen Amaralis Vega Olivencia
Altiva, locuaz muĂąeca, rozando el leve verde de tus fantasĂas con el tallo sutil de la nobleza. Vive pensando en ti, fugaz estrella llenita de ilusiones, porcelana con las marcas del tiempo, pero porcelana al fin.
Y se sabe reina de su espacio, de sus rutas sagradas por la vida. Canta contenta para sus adentros, sin importarle la angostura o la desidia. Sabe que la vida es breve y se la bebe a cรกntaros, saboreando soledades propias, mitigando el sabor oculto del dolor, Porque se sabe altiva y transparente Carmen Amaralis Vega Olivencia
ISBN:978-980-6394-61-2 A pedido de la autora los créditos son para María Dugarte, al Foro Literario Parnassus, Patria de Artistas y a su directora Marisa Aragón Willner Las imágenes son tomadas de Internet , se extiende agradecimiento a los diseñadores de arte visual que corresponda
Este libro virtual ha sido dise帽ado y realizado por Marisa Arag贸n Willner en auspicio a la autora por su participaci贸n en la Antolog铆a Descalzos en la Tierra del Amor (2013) del foro literario Parnassus, Patria de Artistas y sus autores.
FIN