Navegar al aire XHUG 104.3

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Elena Castillo Rivera Coordinadora

Navegar al aire Testimonios por el 35 aniversario de XHUG Radio Universidad de Guadalajara



Pรกgina anterior: Texto original de inicio de transmisiones de Radio Universidad de Guadalajara, 1974


Rector general Marco Antonio Cortés Guardado Vicerrector Miguel Ángel Navarro Navarro Secretario general Alfredo Peña Ramos Director general de Medios David Rogelio Campos Cornejo Directora de la Red de Radio Universidad de Guadalajara Luz Elena Castillo Díaz Directora de Radio Universidad de Guadalajara Julieta Marón Navarro Coordinadora del archivo sonoro de la Red de Radio Universidad de Guadalajara Elena Castillo Rivera

Brígida Botello Aceves Edición Francisco Castellón Amaya Diseño

ISBN: 978-968-5876-49-0 Portada:José Manuel Sánchez TonoContinuo, diseño de publicaciones www.tonocontinuo.com.mx


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Prólogo

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Introducción

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Orígenes

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Programación • • • •

Cultura y sociedad Informativos Música Ciencia y tecnología

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Haciendo historia

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Los radioescuchas

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Los colaboradores


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Prólogo

Mi

primer acercamiento a Radio Universidad de Guadalajara es como radioescucha. Mi familia y yo nos acabábamos de mudar de la ciudad de México a Guadalajara, y al no poder sintonizar Rock 101, pensé que no volvería a escuchar algo que me gustara. Una mañana, mi hermana me comentó que había escuchado un programa diferente con noticias y comentarios bastante buenos, presentados de una manera irreverente. Por su entusiasmo, al día siguiente no dudé en escuchar con ella ese nuevo hallazgo radial. Se trataba de la voz grave y armoniosa de una mujer que se presentó como Ana María García y que compartía micrófonos con José Díaz. El noticiero tenía el nombre de Línea Universitaria, que lo mismo hablaba de información política como de actividades culturales en la ciudad. Hay que decirlo, el programa era desordenado: a veces empezaba tarde; otras terminaba antes de tiempo; con frecuencia anunciaban una nota informativa y, en lugar de escuchar al reportero, se oía un largo silencio con las posteriores disculpas de los locutores, que generalmente salían del paso con bromas dirigiéndose al operador, mudo para nosotros, pero que por las pausas y comentarios de los conductores intuíamos que conversaban con él en pleno programa en vivo. A pesar de esos contratiempos, el programa fluía ágil, interesante y divertido. Una noche me encontré con un radiocuento en el que un anciano notablemente enfermo, que vivía en un cuartucho de vecindad, le narraba a un personaje más joven sus recuerdos crudos y difíciles de su vida como boxeador. A la semana siguiente, a la misma hora, un hombre contaba su obsesión por las suaves medias negras de una mujer enigmática y seductora. Una dramatización diferente semana a semana. Para nosotras no cabía duda, nos habíamos encontrado con la mejor radio de la ciudad. Evocar el pasado es un ejercicio cotidiano y permanente del ser humano. Revivir momentos buenos y malos de nuestra vida nos permite situar y comprender el presente, y muchas veces [7]


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Inserción en un periódico local para anunciar un programa de Radio Universidad de Guadalajara en 1996

Gafete del concierto de Jorge Reyes organizado por Radio Universidad de Guadalajara el 29 de agosto de 1997

nos ayuda a reconciliarnos con nosotros mismos. No obstante, la memoria es caprichosa: puede venir a nosotros de manera clara y nítida cuando menos la esperamos, o volverse inestable, fragmentada y de difícil acceso cuando hacemos el esfuerzo por recordar un momento específico de nuestra vida. Es común el olvido de fechas, nombres y hasta el orden cronológico de acontecimientos que consideramos importantes. Por estas razones, más que contar una historia cronológica, encontraremos en este documento el testimonio relajado, lúdico, con episodios tomados de la memoria desordenada, muchas veces débil, otras veces profusa, de quienes han participado en la emisora universitaria. El aniversario número 35 de Radio Universidad de Guadalajara es el pretexto de esta edición. Navegar al aire. Testimonios por el 35 aniversario de XHUG Radio Universidad de Guadalajara es un esfuerzo colectivo que surge de la idea de ofrecer un homenaje a sus realizadores: ingenieros, técnicos, administrativos, locutores, productores, reporteros y periodistas, cuyos recuerdos y anécdotas configuran de manera escrita y fotográfica este libro. Rescatamos algunos testimonios visuales, como oficios, logotipos, papelería, carteles y programaciones alojados en el archivo de la radio. Las fotografías son de amigos que retratan a otros amigos en el trabajo; es decir, son de colaboradores de la emisora que se dieron a la tarea de buscar en el baúl de los recuerdos. Ofrecemos de antemano una disculpa a todos aquellos que forman parte de la historia y que no aparecen en el libro. Es un documento que esperamos propicie investigaciones académicas y estimule a otros compañeros, y a la propia Universidad, a sumarse a este ejercicio de documentar el paso del tiempo de su emisora. Elena Castillo Rivera


Introducción

A

treinta y cinco años de transmisiones de Radio Universidad de Guadalajara, se ha hecho difícil ubicarla en un solo estilo radial: se trata de una emisora que podemos definir como universitaria, cultural, experimental, educativa, de vanguardia, líder de opinión, y formadora de varias generaciones de radioescuchas cansados de la oferta comercial. Sin duda, éste es su gran valor. El presente libro tiene la intención de reconocer el esfuerzo y trabajo de estos años, a través de los testimonios y reflexiones de algunos de sus protagonistas, y de una serie de fotografías pertenecientes al acervo personal de varios de sus colaboradores, quienes registraron en imágenes, a lo largo del tiempo, la labor de la emisora universitaria. El material recopilado muestra distintos momentos y rostros de la estación en su conjunto. Para quienes conocieron sus instalaciones años atrás, será fácil reconocer el paso del tiempo y los cambios físicos de sus oficinas y cabinas de grabación y transmisión. Más de algún lector identificará el primer transmisor de mil watts que operó a la mitad de su potencia durante muchos años, y cuyas ondas hertzianas eran obstaculizadas por cualquier edificio debido a las características de la zona geográfica donde se ubicaba (avenida Revolución, bulevar a Tlaquepaque, Calzada Olímpica y la calle Corregidora). No faltará tampoco quien sienta nostalgia cuando vea las anteriores cabinas de transmisión y grabación equipadas con las consolas análogas. Quizás alguien se emocione cuando reconozca en una fotografía alguna de las famosas Revox o cintas de carrete abierto, o de las ahora extintas cartucheras, pequeñas cajas cuadradas que reproducían breves fragmentos de cinta de carrete para promocionales y spots institucionales. Alguna imagen evocará los tiempos en que la emisora contaba con un télex, que servía para que el diario Excelsior enviara las noticias más relevantes del día y se pudieran armar los primeros noticiarios de la radio universitaria. Y qué decir de las [9]


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Gestiones para que Excelsior proporcionara un noticiero diario de diez minutos

computadoras marca Atari, las cuales eran, en un principio, de alta tecnología y que con el paso de los años y la falta de inversión económica se convirtieron en tiliches viejos y obsoletos, utilizados muchos años más de los previstos. El lector podrá apreciar también la llegada de la nueva era tecnológica a la radio, con la aparición de consolas digitales, micrófonos Sennheiser, discos compactos y teléfonos celulares. Una de las mejoras técnicas de la radio lo fue, sin duda, el cambio de su antena en 2003, que por fin permitió que la señal de la emisora cubriera toda la zona metropolitana de Guadalajara. Además de conocer y reconocer aparatos e instalaciones, en las narraciones e imágenes podremos encontrar a algunos de los profesionales que, con talento e imaginación, llevaron a XHUG a convertirse en una de las radiodifusoras universitarias más importante del país.


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Nacho (Ignacio) Arriola se encargaba de la cuestión cultural; era muy ocurrente. Rodolfo Oceguera era su chofer; yo también. Nos quería mucho, y lo queríamos mucho. Un día faltamos Morales y yo, y al otro día nos dijo: “A ver, huevones, ¿dónde andaban? ¿Por qué no vinieron ayer?” “No, Nacho —dijo Morales— es que se murió mi abuelita”. “¡Ya has matado a tu abuelita como diez veces, ¿y tú?”. “No, pues, también se me murió mi abuelita”. Y nos dice: “Se me van los dos ahorita, pronto! ¡Homicidas, ya han matado a su abuela y a su madre”. Víctor Méndez

Varios realizadores harán una remembranza de su labor en la emisora desde una mirada reflexiva por el paso del tiempo. De la primera generación, presentamos, entre otros, los recuerdos del primer director de la emisora, Alfredo Chavarría Velasco, quien permaneció en el puesto durante quince años consecutivos. Conoceremos en fotografías a Ignacio Arriola Haro, primer subdirector administrativo, considerado el principal promotor de la radio por su talento y dominio en las artes plásticas y teatrales. También leeremos e identificaremos a Paloma Arriola, Rodolfo Oceguera, Julieta Marón, Víctor Méndez y Marco Antonio Álvarez –mejor conocido como Mi Niño–, quienes siguen laborando en la radio hasta nuestros días. Reconoceremos a Carlos Ramírez Powell en su primera participación como director y durante su segundo mandato diez años después, aunque entre una etapa y otra su rostro parece intacto al paso del tiempo. No podrían faltar las distintas generaciones de Saltapericos, así como algunos ingenieros y administrativos que, aunque nunca han hablado frente al micrófono, han realizado una labor fundamental para el buen desempeño de la emisora. La calidad de las imágenes y su nivel artístico varía según el realizador, ya que son fotografías tomadas por profesionales de la radio con una fuerte afición a la lente: ingenieros, locutores, productores, fonotecarios y periodistas cuya cámara “casera” plasmó algún momento del trabajo cotidiano de la emisora. La estructura de este libro responde a la amplia vocación de Radio Universidad de Guadalajara, reflejada no sólo en su pro-

Marco Antonio Álvarez, asistente y fonotecario desde 1985


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Rodolfo Oceguera utilizando el primer Télex, que servía para enviar y recibir información de Excelsior

Guadalupe Vergara y José Mario Díaz Empecé trayendo, llevando cosas, moviendo lo que eran las grabadoras de carrete abierto, y enseñándome lo que era la consola. Me costó algo de trabajo, porque cada quien era celoso de su deber. Don José Mario Díaz Moreno me enseñó a manejar las grabadoras. Marco Antonio Álvarez, Mi Niño

gramación, sino también en lo prolífico de sus protagonistas. El hilo conductor son cuatro grandes temas que nos refieren los orígenes, la programación, los momentos trascendentales y los radioescuchas. Con este libro le decimos gracias a la numerosa familia de profesionales que han dado voz a Radio Universidad de Guadalajara a lo largo de sus treinta y cinco años al aire.


Orígenes

El

jueves 30 de mayo de 1974, hace treinta y cinco años, el entonces rector de la Universidad de Guadalajara, Rafael García de Quevedo, inauguró oficialmente las transmisiones de su proyecto radiofónico universitario. Con la consigna “La Universidad al pueblo”, Radio Universidad de Guadalajara nació con el objetivo de convertirse en un medio de vinculación entre el quehacer académico y la sociedad jalisciense. Una década antes, en 1963, el ingeniero Jesús Cervantes Rangel realizaba ya prácticas con alumnos y profesores con un pequeño equipo radioeléctrico en la Facultad de Ingeniería. Aquella estación técnicoexperimental llevaba las siglas XEIITG. Después de algunos años de pruebas técnicas, en 1967, la Universidad se propuso formalizar sus prácticas radiofónicas con un proyecto más ambicioso: echar a andar una emisora en amplitud modulada (AM), otra en frecuencia modulada (FM), una más en onda corta y un canal de televisión. En 1969, comenzaron las gestiones para obtener los permisos de transmisión. Sin embargo, no fue sino hasta 1973 cuando la Secretaría de Comunicaciones y Transportes concedió a la Universidad de Guadalajara, por decreto presidencial, un permiso para operar sólo una estación, en la frecuencia 104.3 de FM. El primer transmisor de la radio fue donado por Luis Echeverría Álvarez, entonces presidente de la república, y comenzó a operar desde el Instituto Tecnológico, de las nueve de la mañana a las diez de la noche. La primera antena se colocó sobra las aulas de la Facultad de Ingeniería. En febrero de 1984, la radio fue trasladada al Edificio Cultural y Administrativo de la Universidad, desde donde transmite hasta nuestros días.

Dictamen de la propuesta para establecer una estación radiodifusora cultural de televisión en la Universidad de Guadalajara [13]


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Epopeya de una radio universitaria José Díaz Betancourt

Es

Documento que certifica la donación del gobierno federal del equipo radioeléctrico a la Universidad de Guadalajara

fácil decir que Radio Universidad de Guadalajara ha permanecido al aire dieciocho millones trescientos noventa y seis mil minutos durante treinta y cinco años, pero para gestarse vivió en silencio otros  cinco millones doscientos cincuenta y seis mil minutos; es decir, casi la tercera parte de su vida al aire permaneció en planes, citas, burocracia, solicitudes y un enorme esfuerzo para concertar voluntades.  La epopeya radiofónica de la Universidad de Guadalajara no habría podido ocurrir de no haber coincidido en el firmamento del cuadrante los ingenieros Jesús Cervantes Rangel, pionero de los experimentos radiofónicos universitarios desde 1963, y Alfredo Chavarría Velasco, que alimentó con incontenible pasión el proyecto para que la Universidad de Guadalajara tuviera una estación de radio desde 1967.  La constelación quedó completa cuando el ingeniero José del Río Madrigal montó la instalación original en los Jardines del Tecnológico. Nadie grabó el audio de cuando estos precursores levantaron la antena, pegaron ladrillos o pusieron la consola y el transmisor Harris de un kilowatt, pero los esfuerzos sí quedaron en la mente de Ignacio Arriola Haro, quien se sumaría a este equipo para aderezar el proyecto con el contenido ideológico, social y especialmente singular del sonido Radio Universidad de Guadalajara. Los datos son: 30 de mayo de 1974, temperatura ambiente 28 grados centígrados a la sombra, cielo despejado. Invitados especiales: Rafael García de Quevedo Palacios,  rector; Alberto Orozco Romero, gobernador; José Manuel Correa Ceseña, presidente de la FEG, y otro presidente, Luis Echeverría. Primera entrevista: presidente Echeverría. La hora: dos de la tarde en punto, según las crónicas de los diarios. La música de fondo: Sinfonía número 1, de Mahler. En sólo un año de vida, Radio Universidad de Guadalajara vivió tolvaneras; volvió al silencio por breves horas cuando se cayó la antena; llovió tormentosamente sobre sus equipos,


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pero nunca compró un bulbo o un cable para ser reparada en horas; se convirtió, así, en un crisol donde pasantes de ingeniería se curtieron en las arduas artes de la radiodifusión.  Los amplios jardines del Tecnológico que rodeaban la pequeña estación, servirían no sólo para cocinar suculentas carnes asadas, sino también para confeccionar una programación que reflejara por fin las ambiciones de la intelectualidad universitaria. Entre taco y sorbo de tinto, Nacho Arriola, más conocido como Igor, invitaba a sus amigos y con ellos ideaba los temas que desplazaron a una programación que, hasta entonces, había sido totalmente musical, para dar paso a los programas Panorama, con Ernesto Flores; Observatorio político, con Manuel Rodríguez Lapuente; Circo, maroma y teatro, con Guillermo García Oropeza; Filósofos y coristas, con Hugo Gutiérrez Vega; El hombre y su contorno, con Jesús Kleinmann Godínez; Latinoamérica y el mundo, con Jesús Pérez Castellanos; y Aquí entre nos, con Alberto Gómez Barbosa.  El cuadro ya estelar se complementó con Poligrama de Jalisco, de Cuauhtémoc Cisneros Madrid; Páginas adentro, con Álvaro González de Mendoza y más adelante con Jesús Burgos. Rosa García Durán conducía Culturama de Jalisco, y el Noticiero universitario de la ciencia y la tecnología lo producía y conducía Rodolfo Oceguera, y otros muchos programas más.   Los encuentros de estos personajes alrededor de la radio, las tertulias interminables en la casa de Nacho Arriola y

Personal y colaboradores de Radio Universidad de Guadalajara fuera de las instalaciones de la radio, en los jardines del Instituto Tecnológico

Director de Radio Universidad de Guadalajara, Alfredo Chavarría; el presidente de la república, Luis Echeverría, y el gobernador de Jalisco, Alberto Orozco Romero


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el trabajo cotidiano de la radio que empezó a resentir arduas tareas de producción, programación, locución, mantenimiento, guionismo, investigación y periodismo, no habrían podido realizarse sin la energía peculiar del paso de la adolescencia a la juventud de Raquel  Navarrete, Laura Patricia Orellana, Ramón Eduardo René Rosas Frías, Manuel Mauricio Arturo Ortiz Caloca, Gliserio Zapata Velázquez, Irving Romero Dey Córdova, José Luis Vargas López, Eva Elena Luce González, Milagros Castillo Chávez, María Esther Sherman Leaño, Rossana Reguillo, Octavio Chavarría, Rossana Uribe, Rigoberto Sandoval, Ana Rosa Altamirano, María de la Luz Osorio, Guillermo Torres Sánchez y otros muchos que en las cintas borrosas del tiempo han quedado voice in off, pero revivimos con mucho cariño.

Nacho (Ignacio) Arriola tenía muy buenas relaciones; estudió periodismo, estuvo en Europa varios años y logró hacer muchos contactos. Me mandaba a recoger a Correos, enfrente de la Plaza de la Bandera, todas las cintas del intercambio cultural que teníamos, que era Radio Moscú, BBC de Londres, Radio Netherland, Deutsche Welle de Alemania, y algo que nos llegaba de Estados Unidos también. Rodolfo Oceguera


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Testimonios Antes de la inauguración, iniciamos las pruebas experimentales en abril. Las primeras notas que se escucharon fueron las de La Marsellesa, interpretadas por el coronel Boris Alexandrov, a las 9:30 horas, aproximadamente, del 21 de marzo de 1974. Recuerdo muy bien la fecha, porque fui a informarle al rector, quien se encontraba en la plaza Juárez con el gobernador del estado, en la celebración del aniversario del natalicio de Benito Juárez. Les informé que ya la teníamos al aire. Ellos me dijeron que llegando a su casa la iban a sintonizar. Y no faltó quien de los universitarios me pidiera una canción. Uno me dijo: “Pon El gavilancillo. El doctor Alberto Ladrón de Guevara proporcionó cuarenta y dos discos para nutrir la programación. A mí me gustaba mucho desayunar con música hindú, porque es muy relajante, y para empezar bien el día poníamos música hindú por la mañana. La radio se pensó como un medio de esparcimiento, y más que nada, como un medio de educación popular. Había que darle énfasis sobre todo al nacionalismo revolucionario; es decir, a nuestra cultura. Otro de los objetivos era la producción de profesionales y técnicos. Para una radio FM, que va a la zona conurbada, pensaba que podíamos orientar a la población sobre alimentación, higiene, protección comunitaria, etcétera, pero por ningún motivo llegar a dar cursos didácticos tipo telesecundaria; eso no funcionaba. Eso se utilizaba para las zonas indígenas, para las zonas muy alejadas, pero para la situación en la que estaba Radio Universidad, no. Otro objetivo que teníamos en Radio Universidad de Guadalajara era el estudio de los problemas de la convivencia humana. Este aspecto es el más importante de la radio. Consiste en inducir conductas, por ejemplo, la incidencia del 22 de abril.

Fotografía tomada de un periódico local en el que aparecen Rodolfo Oceguera y el ingeniero Carlos Díaz en la cabina de grabación y transmisión de Radio Universidad de Guadalajara en la Facultad de Ingeniería

Alfredo Chavarría Velasco* *Entrevistas tomadas de Lissette Álvarez Pulido y Elena Castillo Rivera, “Radio Universidad de Guadalajara, una historia testimonial”, tesis para obtener el grado de licenciado en Ciencias de la Comunicación, ITESO, 1988


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El ingeniero Alfredo Chavarría es un individuo con una intuición enorme, que quería transmitir algo: conocimiento, cultura, pero como es ingeniero, descargó mucho en el subdirector administrativo, Ignacio Arriola, porque tenía fama de culturólogo, de intelectual. Nacho [Ignacio Arriola] provenía de una familia muy especial; eran 25 hermanos y, como fuera, conocías a un Arriola en Guadalajara. Lo llamaron el autor de Radio Universidad, porque había estudiado cine, radio y televisión en Roma. Álvaro González de Mendoza* La base de la programación la realizaban los siete sabios, que era un grupo de personas muy cultas. Entre ellos estaba Nacho (Ignacio Arriola). Otro de ellos era Hugo Gutiérrez Vega, quien aun estando en el servicio exterior, nos mandó desde España el programa Ruedo ibérico; desde Washington, Filósofos y coristas Enosis, y uno más desde Rio de Janeiro. Aparte de él, estaban el arquitecto Guillermo García Oropeza, que hacía Circo, maroma y teatro; el doctor Ernesto Flores, Premio Jalisco de Literatura con el programa Panorama. Otros colaboradores de la radio que quizá no estaban tan inmersos en el ámbito cultural, pero que estaban involucrados en otras áreas del conocimiento, eran Alberto Gómez Barbosa, que hacía Aquí entre nos, y Manuel Rodríguez Lapuente, con el Observatorio político. Alfredo Chavarría Velasco*

Programación de Radio Universidad de Guadalajara en 1986

Un día llegó alguien con un tilichote, una cosa llamada télex. Aquello era una proeza porque Excelsior ponía a un tipo que nos tecleara noticias de los mismos recortes del periódico, y así nos las mandaban por el télex y yo esperaba que llegaran para sacar el noticiero. A veces, tenía que hablar para ver si ya había llegado la


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Oficios institucionales para conseguir música internacional que nutriera la programación

persona que lo hacía en México y lo empezara a escribir. Así se hacía el noticiero Cosmorama. Álvaro González de Mendoza* Cuando la señal se perdía, había que salir de donde estaba la cabina de transmisión hasta donde estaba el transmisor, luego encontrar la falla, volverlo a encender e ir corriendo hasta la cabina de transmisión para continuar la programación. José Mario Díaz Moreno* En el 79 entré a manejar lo que era la programación de toda la música clásica. Todo se manejaba a través de cintas y discos. Tenía un papel cuadriculado con todos los meses, días y horas, y a lapicito, no había computadora, y poniendo qué obras repetíamos mínimo cada quince días; todas las obras eran de música clásica. Todos los programas duraban media hora. Se transmitían una vez por semana y todos eran grabados. A mí me tocaba musicalizarlos. Llegaba nada más la voz de Hugo Gutiérrez Vega, y yo tenía que buscarle música. El señor Arriola me decía: “No me metas rock and roll ni cosa electrónica”, pura música clásica, formal, dándole los matices (con parsimonia en la voz): Schubert, Beethoven, Vivaldi, Bach, para poderlos escuchar. Rodolfo Oceguera


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Esta fotografía fue tomada en 1987, en la oficina de subdirección ubicada en las instalaciones de Radio Universidad de Guadalajara, piso 12, Juárez y Enrique Díaz de León, en una mañana cualquiera, cuando alguno de los que se encontraban cargaba casualmente una cámara fotográfica. De izquierda a derecha superior: Francisco Estrada (ingeniero de grabación matutino), Víctor Méndez (fonotecario), el maestro Roberto Morales (programador de Radio Universidad durante más de quince años de las obras de música formal en las doce horas que transmitía entonces), Pancho Madrigal (encargado de los programas de folklore), Noe Davis (ingeniero de grabación vespertino), Rodolfo Oceguera (del noticiero de ciencia y tecnología), el ingeniero Alfredo Chavarría (primer director de Radio Universidad), Octavio Chavarría (primero en programar rock en Radio Universidad), Guillermo Torres (coordinador general de programación), Carlos Ramírez Powell (programa de rock) y Cuauhtémoc Cisneros (del programa Culturama). De izquierda a derecha abajo: Laura Patricia Orellana (locutora durante más de quince años), Ignacio Arriola (subdirector) y Julieta Marón (que realizaba el programa Espacio abierto).

Julieta Marón


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La programación de la radio iniciaba a las nueve de la mañana y terminaba a las doce. Me costó trabajo irme acostumbrando, auditivamente hablando, pero ahora me es imprescindible escuchar la música, en especial la clásica. De hecho, ahora a mis hijos sí les tocó vivir toda esa etapa que me hubiera a mí gustado, la introducción a la música clásica. Llegué a tener muy buenos maestros, entre ellos Víctor [Méndez], el maestro Roberto Morales, que hizo la lucha por quererme enseñar. Cuando conseguí la plaza fue como ayudante de ingeniero apoyando a Daniel García a limpiar, a desarmar los transmisores, a darle mantenimiento general. Aprendí todo el mantenimiento e inicié en la cabina de transmisión. Como entré muy chico, Rodolfo [Oceguera] y otros me decían Mi Niño, de ahí mi sobrenombre. Marco Antonio Álvarez Cerna, Mi Niño Entré a trabajar en octubre de 1978. Yo le dije a Nacho que lo que me gustaba era la música. Entré directamente a la fonoteca; estaba de programador el maestro Morales, que fue mi maestro en la Escuela de Música, y de solfeo en la Escuela de Música Sacra. Ahí conocí a Roberto Morales, una excelente persona que, lamentablemente, se nos fue. El encargado y coordinador era Guillermo Torres. El director técnico y el que sacó el primer permiso para transmitir era el ingeniero José del Río Madrigal, un tiempo también director de la Facultad de Ingeniería; él nos dirigía y organizaba toda la cuestión cultural. Programas y todo era Ignacio Arriola, papá de Paloma, y el director, el ingeniero Alfredo Chavarría, quien se encargaba de las cuestiones políticas. Lo que se transmitía generalmente era música clásica. En la fonoteca empecé a investigar y ver toda la música que había. No era tanta. Nuestro archivo era pequeño, nos enriquecíamos con los intercambios con la BBC de Londres, Radio Netherland, la Deutsche Welle y Radio Canadá. Radio UNAM nos mandaba programas de rock, que conservamos todavía en la fonoteca. Víctor Méndez

Ignacio Igor Arriola Haro, subdirector de programación de XHUG-FM


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Texto original de los primeros intercortes institucionales de Radio Universidad de Guadalajara en 1974


Programación

D

urante la década de los setenta, Guadalajara contaba con muy pocas radiodifusoras en frecuencia modulada, y las tres o cuatro existentes estaban agrupadas al inicio del dial. Cuando la Secretaría de Comunicaciones y Transportes le otorgó el permiso a la Universidad para que operara una emisora, le asignó una frecuencia alejada de las otras, y quedó como una isla perdida casi al final del cuadrante, en el 104.3 de FM. En aquella época, en la frecuencia modulada se programaba música presentada por un locutor grabado y no se transmitían programas en vivo o hablados. En este escenario, Radio Universidad de Guadalajara apareció en el ámbito local como una oferta radial innovadora. Al principio se realizaron programas de quince minutos de locución en vivo, hasta llegar a transmitir programas en vivo con duración de una hora. La independencia de patrocinadores comerciales permitió a Radio Universidad de Guadalajara crear una programación alejada de convencionalismos y ofrecer al radioescucha tapatío la oportunidad de encontrar, en una estación de radio, algo más que música comercial, anuncios y locuciones banales. A lo largo de su historia, en la XHUG se han realizado programas que han roto moldes y reglas establecidas. Durante muchos años, la posibilidad de experimentar e innovar convirtió a la estación en una verdadera escuela radiofónica para locutores, productores, reporteros e ingenieros (muchos de ellos, hoy reconocidos profesionales y técnicos de la comunicación en la localidad y el país). A través de su señal, se han experimentado todo tipo de programas y formatos radiofónicos: reportajes, entrevistas, crónicas, enlaces a control remoto, series, revistas culturales, programas de humor, entre otros. En definitiva, su programación ha proporcionado opciones sonoras al cuadrante de Guadalajara y ha impreso una huella que, hasta hoy, la caracteriza:

Programación de Radio Universidad de Guadalajara en 1992

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una emisora dirigida por y para la comunidad jalisciense, universitaria, plural, abierta a la experimentación radial y generadora de opinión.

Testimonio

Programadores, ingenieros de grabación, locutores, conductores y fonotecarios, 1987

El nombramiento de director se consigue como aviaduría. Yo no lo consigo, simplemente me cae del cielo a raíz de la muerte de mi padre. El entonces rector Rafael García de Quevedo piensa que a los hijos de Carlos Ramírez Ladewig hay que darles una especie de beca, y como los de la Universidad tenían idea de que yo estaba interesado en la radio –porque llegó el chisme de que yo trabajaba en Notimex en la ciudad de México, y efectivamente estuve ahí unos días (hice un programa piloto que no fue aceptado)–. Muere mi padre y me cae el nombramiento. Yo me quedé tres meses más en la ciudad de México; al regresar a Guadalajara en el 76, empiezo a aparecerme en la radio sin hacer nada en concreto –aunque en realidad nadie tenía contemplado que trabajara yo ahí–, y regresé más que nada para hacer trabajo político y hacer trabajo de radio, en ese orden; porque para hacer una radio como la que yo empezaba a vislumbrar como posible en los años setenta, no había otro camino más que el de la política. Es típico y tradicional que en este país a los medios de comunicación se les tiene que dejar bajo el control de un político que poco sepa del medio, pero que conozca de las necesidades. Carlos Ramírez Powell


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• Cultura y sociedad

La

principal característica de Radio Universidad de Guadalajara ha sido la diversidad de temas y contenidos en sus emisiones. El trabajo radiofónico siempre ha estado encaminado a la experimentación sonora y abrir espacios a todos los sectores que componen nuestra sociedad. Cada grupo social ha podido expresarse a través de este medio de comunicación para informar, entretener, analizar o debatir sobre temas que, comúnmente, son ajenos al resto de los ciudadanos. La programación plural ha dado como resultado un amplio número de propuestas radiales con contenidos diversos, desde revistas culturales, programas de humor y entretenimiento, literatura, dramatizaciones (radiocuentos y radionovelas), emisiones dirigidas a niños hechas por niños, entre otros.

Para el XV aniversario Radio Universidad de Guadalajara experimentaba importantes cambios en su programación que, en breve, la convertirían en una emisora dirigida a un público más juvenil


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Demos unos cuantos ejemplos: recordamos Sierra adentro, espacio de análisis y divulgación de la cultura indígena y sus problemas; Factor público, programa que ofrecía asesoría legal; Este era un gato con los pies de trapo y los ojos al revés, El Saltaperico y Dimensión colorida, dirigidos al público infantil y conducidos por niños; El festín de los marranos, Frecuencia “dadá”, Rumor corrosivo y La pitaya ye-yé, programas de humor y entretenimiento; La noche navegable, con música y crónicas urbanas; Ciudad invisible, que consistía en transmisiones a control remoto desde diferentes partes de la ciudad; Turisteando, emisión sobre orientación turística y folklore nacional; Culturama de Jalisco, Sobre línea, En escena, Entrada libre, La cuenta de los guías y Señales de humo, espacios dedicados a la difusión del quehacer artístico y cultural local, nacional e internacional; El tendedero, El tintero y Retrato hablado, programas que experimentaron un formato casi extinto en el cuadrante tapatío y que combinaban la dramatización, el radioteatro y el radiocuento; Giros, SUTUdeG y Enlace sindical, realizados por los sindicatos de trabajadores y profesores de la Universidad de Guadalajara.


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La cultura a través de la radio Alfredo Sánchez

D

esde 1995, cuando se cambió el horario del programa Entrada libre de las diez a las nueve de la mañana, las revistas culturales de Radio Universidad de Guadalajara se han transmitido de lunes a viernes a las nueve de la mañana. Primero fue la ya citada revista Entrada libre; después, La cuenta de los guías (primero de nueve a diez, y luego de nueve a once de la mañana); y finalmente Señales de humo (otra vez de nueve a diez). Las demás emisoras de Guadalajara –y de Jalisco, por supuesto– no incluyen programas culturales, salvo algunas excepciones. Para la radio comercial ese tema nunca ha sido prioritario, lo cual nos ha dejado casi solos en la posibilidad y responsabilidad de difundir cultura por radio. Es fácil percatarse de la necesidad que la comunidad cultural de Guadalajara y Jalisco tiene de este tipo de programas, en los cuales se proporciona información sobre actividades cul-

Fragmento de guión de una entrevista realizada en Radio Universidad de Guadalajara en 1989


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Alfredo Sánchez

turales, se entrevista a sus protagonistas, se discute sobre las políticas culturales del Estado y se difunden las actividades de las organizaciones de artistas independientes. La revista cultural Señales de humo, que se transmite desde hace siete años a través de Radio Universidad de Guadalajara, pretende que los receptores tengan un perfil amplio, pertenezcan por igual a la zona de los creadores artísticos, a la de los promotores de cultura, o a la de los consumidores de espectáculos, exposiciones, danzas y lecturas. El objetivo es, pues, tender un puente radiofónico con los creadores de todas las tendencias, pero también con los consumidores, es decir, con todos los involucrados en esa resbalosa etiqueta que llamamos “cultura”. En muchas ocasiones se han recibido opiniones de que el programa extienda su duración a dos horas, para dar respuesta a todas las solicitudes de cobertura que se reciben y que muchas veces no se pueden atender por falta de espacio. Sin embargo, hasta ahora se ha optado por compactar la información lo más posible y conservar un programa dinámico. Aunque es difícil saber datos precisos acerca de la audiencia en general de los programas de la radio, los sondeos de opinión y las mediciones de audiencia han colocado a Señales de humo en una posición favorable dentro de la programación de Radio Universidad. Se trata, según esas mediciones, de uno de los más escuchados de la radio.


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Lester Acosta.

Cristian Mejía, Cecilia Fernández e Isaac Ortiz

El equipo del programa estuvo integrado hasta finales de 2007 por Alfredo Sánchez en la conducción; Cecilia Fernández en la producción; Antonio Venzor, jefe de información; y la reportera Vanesa García Leyva. En 2007, ya no se renovó el contrato de Venzor, y Vanessa se quedó como jefa de información hasta finales de 2008, cuando tampoco se renovó su contrato; así, el equipo se redujo aún más, para quedar con sólo dos personas fijas, además de los colaboradores externos. El programa Señales de humo ha contado con diversos colaboradores que participan en el programa sin retribución alguna. En varios casos, se ha tratado de personalidades del mundo de las letras con un gran prestigio, como el crítico literario Emmanuel Carballo, y los escritores Cuauhtémoc Vite, Arturo Suárez, Karla Sandomingo y Silvia Eugenia Castillero. El crítico de arte Arturo Camacho y otros más se han ido sumando al proyecto. Actualmente se ha incrementado la lista de colaboradores y se cuenta con gente diversa que aporta opinión, análisis y puntos de vista originales y críticos respecto de diversos temas de cultura, como Naief Yehya, Ariel Ruiz, Pablo Arredondo, Eve Gil, Arturo Suárez, Carlos López de Alba, Carlos Lara, Emilio Vega Martín, Alberto Arriaga, Lucy Virgen, Avelino Sordo, Gabriel Ca-

Aldo Araya, Laura Blanco, Angélica Íñiguez, Cristina Maldonado e Isaac Ortiz


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nales, Alfonso Islas, Godofredo Olivares, León Plascencia Ñol, Luis Vicente de Aguinaga, Adrián Acosta y Celia del Palacio, más los que se incorporen en un futuro próximo. Dentro de sus modestos alcances, Señales de humo contribuye de muchas maneras a difundir y promover la cultura entendida de manera amplia; a discutir las políticas culturales; a enriquecer la participación de los artistas; a ser un canal de interlocución entre los artistas y la comunidad; a contribuir a la promoción de la lectura; a ayudar en la creación de nuevos públicos para el teatro, la música, la danza o la plástica. En todos estos aspectos el programa ha aportado su grano de arena. Anuncio en un periódico local de la programación de Radio Universidad de Guadalajara en 1984


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Apuntes biográficos para un programa futuro David Guerrero Lemus

H

a sido particularmente difícil para mí hacer a un lado el hecho de que este 2009 llego a un cuarto de siglo entregado a la radio, sobre todo a la que se han empecinado algunos en etiquetar como “radio cultural”. Fue en 1984, a escasos tres meses a punto de cumplir diecisiete años de vida, cuando me integré al equipo del Instituto Mexicano de la Radio (IMER), en la ciudad de México. Puedo decir, sin titubeos, que el IMER es mi primera y gran escuela para quedar hechizado ante ese fascinante medio de comunicación (algunos estudiosos lo llaman el “medio ciego”, porque “no se ve”) que abrió mis puertas de la percepción —como diría Aldous Huxley— a otras posibilidades de conocimiento, recreación, aprendizaje, diversión y, sobre todo, de incalculable imaginación. El mundo, el universo entero, la historia del hombre; su pasado, presente y futuro, contados y creados (o re-creados) a partir del detonante sonoro, de esa chispa que es capaz de encender un sonido, un ruido, un tono, una palabra, o un significativo silencio. Después de cuatro años de profunda huella radial, el destino me puso en la ciudad de Guadalajara (1989) con el convencimiento de que era posible —y lo sigo creyendo— hacer una radio más fresca, inteligente y atractiva en el atiborrado, repetitivo y monótono cuadrante que satura los pobres oídos de ese ente que Fernando Curiel bien ha denominado “Sufrido Auditorio”. Sin embargo, mis esfuerzos por convencer a directivos y gerentes de estaciones comerciales de que se puede combinar el arte y la cultura con la música grupera o popera, fueron infructuosos. Sonreían, no sin cierta burla, y me ofrecían trabajo como locutor cabinero: dar la hora, decir las canciones y mandar saludos al auditorio serían las tres actividades más importantes —y las únicas— que podría hacer si aceptaba trabajar en esas radiodifusoras. Afortunadamente no me desesperé, pese a que el dinero mermaba y yo presumía tener independencia absoluta.


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Una tarde, al filo del medio día, recorriendo el dial me estacioné en una frecuencia de la que salía una voz femenina cálida, envolvente, sensual, que leía poesía y presentaba una muy rica y selecta programación musical. Ciudad blanca era el nombre de ese programa y la estación era Radio Universidad de Guadalajara. Me quedé escuchando la estación durante los siguientes días y así conocí la áspera y cavernosa voz de José Quezada, la conducción tímida de Rocío Larrauri —cuando apenas iniciaba el hoy legendario Sólo jazz—, la irreverencia contagiada de emoción rockera en los eternos programas de medio día de Rodolfo Bañuelos —el famoso Che—, y la formalidad mofletuda de Alberto Rosas (q.e.p.d.), entre otros conductores y programas. “Yo quiero trabajar ahí”, me dije a mí mismo, y un día me dirigí con decisión a las oficinas y estudios de la emisora de la Universidad de Guadalajara. Todavía está presente esa tarde en la que aparecí en los estudios y oficinas de Radio Universidad de Guadalajara, localizadas en el piso 12 del “Chorizo de concreto”, como bien bautizó a ese bodrio arquitectónico de Juárez y Enrique Díaz de León mi amigo Óscar Marrón Martínez de Salinas, español sui generis, dueño de una envidiable formación lectora. La encargada de recepción, una jovencita guapa y de pecas divertidas, me miró con cierta curiosidad y me preguntó que a quién buscaba. “¿Está el coordinador de producción?”. “¿Quién?” —contestó—. “El coordinador de producción”. Al poco rato, estaba sentado frente a un tipo de mirada irónicamente inteligente y astuta, con nariz de águila a punto de atrapar a su presa, resguardado detrás de unos lentes redondos. Su voz cavernosa me indicó que estaba frente a Pepe Quezada, el mismito al que yo había escuchado durante los días previos a mi decisión de ir a solicitar trabajo a la emisora de la Universidad de Guadalajara. “¿Y qué sabes hacer?”. “Radio”—le contesté—. “Pues entonces tráeme un guión la próxima semana”. Así lo hice y llegué, el día acordado, con un guión en el que hablaba de José Emilio Pacheco. Quezada lo revisó, y todavía sigo creyendo que alcancé a escuchar unos sonidos guturales que salían de no sé qué parte de su cuerpo mientras él daba lectura a aquellas cuartillas mecanografiadas. “¿Lo puedes grabar?”. “Te lo grabo, lo locutoreo, lo musicalizo, lo edito y lo produzco. Nada más necesito el apoyo de un operador técnico.” “Pues tienes una hora para hacerlo.” Hora y media después le


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entregué la cinta: eran los tiempos en los que la radio universitaria todavía vivía la época análoga: la de los tornamesas y las cintas de carrete, el splicing tape y la navaja, las consolas con varios controles y la paciencia para volver a repetir una y otra vez los errores cometidos. El encargado de ayudarme en la grabación fue un tipo raro, al que nunca pude definir si era tartamudo o simple y sencillamente se trababa con las palabras. Tenía un apodo que a la fecha sigue cargando honrosamente: Mi Niño, de nombre Marco Antonio Álvarez Cerna. Sin duda, él fue mi ave de buen agüero. Cuando terminé y le di la cinta a Pepe, él únicamente dijo: “Me llamas la siguiente semana” y siguió revolviendo unos papeles que tenía en su escritorio. Me despedí de la joven de la entrada —¡y sus pecas divertidas! —, y me fui a mi pequeño cuartito de vecindad a ponerme borracho con mis amigos del barrio, enfermo de una inexplicable alegría. Cuando llegó la fecha que me indicó Quezada, lo que destacó fue la orden que me dio por el teléfono: “Ya eres parte de mi equipo. Ponte de acuerdo con el director para lo de tu salario”. El director era Carlos Ramírez Powell, un personajazo en toda la extensión de la palabra, como si hubiera salido de algún relato de Isaac Asimov o Ray Bradbury. De profunda inteligencia, ojos que punzaban por su fuerte luz, y movimientos nerviosos, Powell me habló de no sé qué cosas durante poco menos de una hora. Al finalizar, las únicas palabras que se me pegaron fueron las que indicaban el papeleo que debía llevar a la administración para iniciar mi aventura como trabajador en Radio Universidad de Guadalajara.

Fragmento del registro las producciones emitidas en el programa La cuenta de los guías de 1997 a 1998

Recuerdo perfectamente que trabajábamos con el Word Pad 5.05, que fue el predel Word Windows. Era pantalla negra, con las letras blancas o amarillas. Era demasiada tecnología para nosotros. Aunque recuerdo que las cabinas eran sofisticadas, porque tenían minidiscos, dats y discos compactos. Jade Ramírez


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Gilberto Domínguez, Hugo Molina, Víctor Méndez, Hugo García, David Guerrero y Javier Vizcaíno

Este es un detalle que no importará para muchos, pero que a mí me llena de satisfacción: mi lugar en la radio de la Universidad me lo gané por méritos propios y sin ayuda de nadie: fui, pregunté, me hicieron una prueba y la aprobé por mis conocimientos y capacidad. Era el año de 1989 y, veinte años después, aquí sigo. Mi llegada coincidió con el arranque de la dirección de Ramírez Powell y la puesta en marcha de un ambicioso e interesante proyecto radiofónico que se deseaba llevar a cabo. Carlos Ramírez supo integrar un peculiar equipo de trabajo cuyo círculo de confianza y decisión lo integraban, entre otros, Pepe Quezada, Rodolfo Bañuelos, Julieta Marón, Jesús Martínez Pinos, Margarita Robertson, José Díaz Betancourt y el ingeniero Ismael Rodríguez —como el cineasta—, responsable de la parte técnica. Todo recaía principalmente en tres personas: Pepe, Bañuelos y Betancourt: el área de producción, la de programación, y el naciente proyecto de noticias —¡vaya que merece un libro aparte! Yo me integré al equipo de Quezada y coincidía con él en la idea de que la producción radiofónica de estudio podía ser el principal motor que animara la maquinaria radial que deseaba impulsarse. Además de que siempre así lo he creído: la radio no termina —ni inicia—, como ingenuamente se cree, con estar “al aire”; la verdadera radio, aquella que demuestra todo su po-


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tencial y creatividad, además de su portento técnico, es la que se realiza en el estudio de grabación y queda para trascender el tiempo, derrotando de esta manera ese aserto que define a la radio como un medio finito. Con la absoluta libertad y confianza (de inmediato me gané la simpatía de José Quezada, al grado de que me puso un mote que sigo cargando con mucho gusto y que se ha convertido en identitario de mi persona: Negro) que me prodigaron tanto mis jefes como mis compañeros, me dediqué a cocinar ideas y tratar de convertirlas en formatos hertzianos. Así nacieron los primeros programas que concebí para Radio Universidad: Coladeras, avenidas y fulanos: crónicas de aquí: se transmitía los sábados, al filo del medio día; pretendía darle lugar a la crónica, ese género periodístico hoy tan ninguneado y prácticamente abandonado en los medios de comunicación electrónicos. Buscando un equilibrio estético entre la prosa poética y el retrato de los hechos o personajes cotidianos, el programa, que además era grabado, ganó un pequeño, pero interesante auditorio. Acervo: dedicado a la difusión de la música tradicional mexicana, concebido y dirigido por Francisco Pancho Madrigal, pintor y compositor de renombre, autor de la conocida canción Jacinto Cenobio. El programa duraba media hora y era grabado; a través de él se transmitieron sones abajeños, pirekuas michoacanas, valonas yucatecas, la canción cardenche de la Laguna, entre otras manifestaciones musicales que están en serio riesgo de extinción. Diálogos: dedicado al análisis y discusión de temas económicos y políticos de repercusión internacional, con la conducción y dirección del periodista Luis Miguel González.

La eternidad de lo efímero fue el nombre que conmemoró los 27 años de la emisora. Se realizaron conferencias, radioteatros y programas especiales


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Juan Heredia, Héctor Esqueda, Alicia Caldera, Enrique Blanc, David Guerrero, Javier Audirac, Amaranta Soto, Alonso Torres y Elena Castillo

David Guerrero y Manuel Ornelas “El general Edison”

El tendedero: en donde el cuento es lo que cuenta: se transmitía cada miércoles; se trata del primer programa formal dedicado a la difusión y divulgación de la literatura, tomando como punto de partida al cuento. Inicialmente duraba media hora, grabado. El programa tuvo muy buena respuesta y empezaron a llegar cuentos, poemas y textos no sólo de algunos escritores reconocidos localmente, sino de otros que apenas iniciaban su trayectoria literaria, y otros más de meros radioescuchas. Con el paso de los meses, el programa amplió su duración, primero a una hora para terminar, finalmente, en dos horas. Duró de 1990 a 1992. El fonógrafo: música de ayer para escuchar un día como hoy: dedicado al rescate, difusión y divulgación de la música popular mexicana, sobre todo en las grabaciones originales, mientras más antiguas o “viejitas”, mejor. “¿Y los discos?”. Ahí estaba el detalle, en la fonoteca sólo había dos discos de larga duración (los conocidos como los LP): uno de Pedro Infante y otro de Los Panchos. ¿Qué hacer? Desde el primer programa se solicitó a los radioescuchas que, si deseaban que Radio Universidad tuviera un programa diario con música “de nuestros abuelitos”, entonces ellos debían ser generosos y abrir sus fonotecas y colecciones personales a fin de compartir ese material a través del programa. La idea se cristalizó en uno de los mejores programas que ha tenido Radio Universidad de Guadalajara. No sólo se le dio lugar en la programación a esa música (en donde convivían los boleros con la canción ranchera,


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el tango, el fox-trot, o la música tradicional, hasta grabaciones de sketches cómicos grabados por gente como Amelia Wilhelmy o el Panzón Soto), cada vez menos escuchada o programada en la radio de hoy, sino que se conquistó un importante sector del auditorio que disfruta la radio, o que integra las sensaciones detonadas por la música en su memoria personal e íntima, más allá del remolino confuso de ese monstruo llamado rating. El programa me enriqueció en muchos sentidos, no sólo por el conocimiento musical (hasta ese momento nunca había escuchado los nombres de Néstor Mesta Chaires, Elvira Ríos, Ignacio Fernández Esperón o Manolita Arreola), sino por el gran aprendizaje de vida otorgado por las historias personales que tuve la oportunidad de conocer y tratar. Destaco una persona en particular, el ingeniero Manuel Ornelas García (1914-2009), a quien bauticé como el General Edison, debido a su invaluable colección fonográfica y su enorme y generoso corazón.

Todo lo anterior sucedió de 1989 a 2002. Antes, en 1996, inicié otro de los proyectos que en lo personal me ha atiborrado de satisfacciones y, al mismo tiempo, ha confirmado muchas de mis ideas en torno a lo que creo que es y debe ser el periodismo cultural, así como el papel que debe desempeñar la radio como elemento protagonista en la reflexión sobre los retos y logros de nuestra cacareada democracia y toda la parafernalia académica y lingüística que arrastra. Había terminado uno de los mejores programas de XHUG, Entrada libre, conducido por Alfredo Sánchez y quedaba vacío el espacio dedicado a los programas de periodismo cultural. Mis meros moles. En 1992, obtuve el Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, en la categoría de radio –que me entregó el mismísimo Benítez en una ceremonia por demás emotiva e inolvidable–, por un reportaje sobre un campesino-artista de Mayahualtepec, Guerrero, dedicado a pintar en papel amate. El periodismo cultural era un gusanito que buscaba hacer metamorfosis: los años de La cuenta de los guías significarían la etapa de pupa. Fueron cinco años de trabajo en los que no sólo se dio cuenta del acontecer artístico y cultural local, sino que sirvió como taller formador de muchos reporteros o comunicadores que hoy laboran formalmente. De igual manera, no fue nada más un mero medio de información: fue un proyecto que buscaba también ser referencia, generar información, contri-

Equipo de Radio Universidad de Guadalajara en 2006

Álvaro J. Gómez y Gabriela Bautista


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Gilberto Domínguez en la entonces oficina de Producción en el Edificio Cultural y Administrativo de la UdeG

buir al debate y la reflexión –tan necesaria– de distintos campos de la creación artística y la política cultural. Le debo todo lo que soy a esta radiodifusora, a este proyecto. Creo ampliamente en él. He estado casi la mitad de mi vida involucrada en el desarrollo de Radio Universidad. Mis amigos de la estación llegaron flacos y solteros, y hoy están casados, con hijos y medio gorditos. Algunos eran apenas estudiantes de licenciatura y hoy son flamantes doctores con gran responsabilidad académica. Disfruté la radio análoga; nos divertíamos envueltos en la cinta café de los carretes de grabación; hacíamos circo, maroma y teatro para colocar las agujas en los tracks adecuados, y sufríamos en cada momento de editar con cinta y tijera. Hoy las cosas son distintas, y la radio ha crecido, afortunadamente. Una de las grandes enseñanzas que me ha dejado casi este cuarto de siglo dedicado a la radio, sobre todo a aquella que la académica Cristina Romo definió como “La otra radio”, es que todo lo que hagamos en la vida debe servir para algo; y si en nuestro trabajo ese esfuerzo está encaminado para que a alguien le sirva, lo disfrute o lo aprecie, aun sin conocerlo, entonces ése será el mejor de los logros y de los reconocimientos. En ningún otro medio de comunicación he podido encontrar –y realizar– lo que mi querida y amada Radio Universidad de Guadalajara me ha regalado; estoy con la playera bien puesta, casi con su escudo tatuado en lo más profundo de mis convicciones. Yo celebro que llegue a sus siete lustros joven y con retos; joven, sí, pero con mucho camino recorrido y con innegables logros y resultados. Mantenerla viva depende de todos, de sus trabajadores –desde los que están “al aire” como los administrativos, pasando por los técnicos y todos aquellos que no necesariamente están frente a un micrófono– y de sus escuchas. Que estos últimos siempre sean exigentes y hagan válido

Jesús Burgos, Agustín Cervantes, Juan Berrospe, Rodolfo Oceguera y Víctor Méndez


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lo que en este 2009 se pregona, como parte de su campaña institucional: “Que se encuentre lo que se busca”. Lo demás vendrá por añadidura, y sin duda valdrá la pena.

Testimonios Cuando entré en el 79, ya había programas en vivo, de política y cultura. Uno de ellos era de un gran amigo, Álvaro González de Mendoza, que tenía Páginas adentro. Él se basaba en la información que encontraba en los periódicos, y de ahí manejaba todo el programa. Criticaba, hablaba, decía de todo. Y era muy interesante, porque le llamaban, le decían que si no tenía miedo de que alguna vez lo fueran a reprimir. Después le pasó el programa a otro compañero, Jesús Burgos López, porque se tuvo que ir a la BBC de Londres. Éramos poca gente, hacíamos de todo un poco. Yo empecé en la fonoteca, después aprendí a programar. Víctor Méndez Víctor Méndez tenía una gira con el grupo de música del Ballet Folklórico de la Universidad de Guadalajara, y me dijo: “Oye, pues a ti te gusta la radio ¿no te gustaría quedarte en mi lugar?”. Estuve supliéndolo

Ficha de control interno del material sonoro de la fonoteca

José Quezada, Carlos Ramírez; Jeffry Fernández, David Guerrero y Mario Franco


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tres meses como jefa de fonoteca. Después, al ingeniero Chavarría le entregué un proyecto, era una revista cultural que se llamaba Espacio abierto, y me dijo: “Está bien, échala a andar”. Eran temas culturales y entrevistas. Coincidió que el primer programa era de la inauguración de la Primera Muestra de Cine Mexicano. Mi segundo fue para esa misma muestra con el primer corto de Guillermo del Toro, Doña Lupe. El programa duraba media hora, y era dos veces por semana; duró tres años. Julieta Marón

Radio Universidad de Guadalajara es un corazón, un corazón que se escucha. Y el corazón a veces está contento y a veces está triste. El corazón es muy sensible. Y entonces esta metáfora del corazón a veces produce lágrimas y a veces risas, y a veces produce cariño y a veces odio. Alicia Caldera

En Este era un gato con los pies de trapo y los ojos al revés ¿cómo la ves? éramos como diez niños, pero todos itinerantes. Siempre hubo un equipo de niños, pero no todos estuvimos todo el tiempo. Juan Romo, el productor, escribía los guiones de las secciones del programa y nosotros ayudábamos a grabarlas y luego salían al aire. Juan nos decía cuáles eran las piezas de producción y con base en eso y en el tema elegido, hacíamos la guía, que era de seis o siete hojas a cuaderno, por supuesto, porque no teníamos aún computadoras en la radio. Esa dinámica nos dejó mucho a nosotros, porque las producciones eran no sólo con voces infantiles, sino con las de los compañeros que estaban aquí y que nos enseñaron cómo se escribe una reseña, una cápsula, un cuento y cómo se lee cualquiera de estas piezas. Recuerdo haber


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grabado con Beto Rosas, con el mismo Juan, con David, que sigue aquí en la radio, y con gente que también ya no está, como Sofía Solórzano, por ejemplo. En El Saltaperico teníamos oportunidad de meterle mano un poco más a los guiones. Gil nos mostraba los guiones y nos pedía opinión, y entonces nosotros teníamos chance también de modificarlos o integrar, incluso, elementos de efectos, o cosas así. Conforme fuimos creciendo, Gil nos acercó las herramientas para enseñarnos también a editar, a armar, a escribir. El saltaperico terminó y Radio Universidad estuvo un año sin programa infantil. Ese año fue justo cuando yo me iba a graduar de la licenciatura en Letras Hispánicas, y fui hablar con el entonces director, Carlos Ramírez, y le dije: “Bueno, Carlos, yo ya me voy a graduar y quiero dedicarle mis tardes completas a la radio”, porque le dedicaba mis noches completas, y digo completas, porque también conduje un programa que era a medianoche. Carlos me dijo: “Bueno, pues no tenemos programa infantil. Hazte tú cargo de él”. Yo lo pensé, he de confesarlo, lo pensé, y lo pensé mucho. Le pedí dos semanas para pensarlo, porque para mí era algo importante. Yo era muy consciente de lo que El saltaperico y Este era un gato habían sido para la radio, y yo no estaba segura de

Gabriela Bautista y Cecilia Fernández en una entrevista desde la cabina especial que Radio Universidad de Guadalajara instaló en la Feria Internacional del Libro


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Transmisión especial del programa Séptimo Día

llegar a estos niveles. Tomé el proyecto, estuve pensando en el nombre mucho tiempo, me pareció que Dimensión colorida era un nombre adecuado para lo que yo estaba pensando del programa, que es el mismo que los anteriores: la formación de público y personas que puedan dedicarse a los medios, o a la comunicación. Los programas infantiles en la radio han producido genialidades y genios. Y siempre han tenido también muchos problemas con los adultos, porque no tenemos un espacio. Siempre han sido las mismas broncas durante todos estos años, pero también han sido las mismas satisfacciones y cada vez con más alegría; ver que los chavos van creciendo con una actitud de comunicación y formación democrática, que es lo mejor que nos puede pasar como adultos, como comunicadores. Alicia Caldera

Saltapericos

En coordinación con un grupo de productores, en el que participaba prácticamente todo el departamento de producción, se realizaba Días de radio, un proyecto muy padre, porque este carácter colectivo lo hacía muy lúdico, muy nutrido. Duraba tres horas diarias, y yo era el conductor; leíamos radionovelas y analizábamos un tema cada semana desde diferentes enfoques. Era muy divertido, sobre todo esta parte colectiva, en la que fluía mucho la creatividad.


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Niños de El Saltaperico con El güiri-güiri Felipe Salgado y Gilberto Domínguez musicalizando en vivo

Nos turnábamos para realizar una radionovela cada semana, cinco capítulos, y los sábados nos veníamos a grabar. Nosotros mismos éramos los actores, los guionistas, los productores, y cada uno tenía una radionovela a su cargo. El Pinos era el productor; él se encargaba del concepto auditivo, las vestiduras de los programas, y la administración del tiempo. La parte creativa —cápsulas, radiocuentos, incluso adaptaciones de cómics— la hacía un equipo formado por Gilberto Domínguez, Álvaro José Gómez y David Guerrero; la programación musical y la selección de temas la hacíamos Gilberto Domínguez, Pinos y yo; la agenda de invitados estaba a cargo de Sergio Morales en aquella época y después Guadalupe Estrella. Imagínate, tres horas diarias con un tema a abordar semanalmente con diferentes especialistas. Recuerdo una transmisión desde el panteón de Belén. Era la semana del Día de Muertos y abordamos el tema de la muerte desde diferentes puntos de vista: la música y la muerte; la poesía y la muerte; y la tanatología. Invitamos a Gerardo Enciso con su guitarra en vivo. Estuvieron Ricardo Castillo, Raúl Bañuelos y Arturo Suárez desde el panteón de Belén. Lo recuerdo con especial cariño. Alonso Torres

Hugo García, Francisco Velasco y Francisco Navarro


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Francisco Rojas, Jeffry Pérez, Claudia Méndez, Jade Ramírez, Francisco Navarro, Alonso Torres y Elena Castillo

Hugo García, Carmen Sosa, Guadalupe Estrella y Elena Castillo

Entro el 31 de mayo de 1995. Yo era antes radioescucha de Radio Universidad de Guadalajara. Seguía mucho el programa Días de radio, de Alonso Torres, que lo ubico como el único programa que ha existido de tres horas. Un día me gané unos boletos, vine a recogerlos y le dije a Alonso: “Oye, puedo entrar a conocer la radio, quiero ver cómo haces el programa”, y me dijo que sí. Me ofreció que me quedara en un programa a verlo; me gustó lo que pasaba en una cabina, del otro lado, por supuesto, con los operadores, que en ese entonces eran Raúl Peguero y Jorge Franco. Le dije a Alonso: “Oye, yo quiero estar más tiempo aquí, por favor déjame ver, te ayudo”, y que me ofrece que me venga de telefonista, venía todos los días de tres a seis. En ese entonces, la radio era muy lúdica, muy divertida y creativa; existían tantos personajes como tantos programas, y eran personajes que se escuchaban y que fuera de la cabina también seguían siendo personajes. Recuerdo a David Guerrero, a Gilberto Domínguez, a Álvaro José Gómez, a la propia Lissette Álvarez, a Elena Castillo, a Mario Franco, a un montón de personajes; era romper con esta ilusión de “los escucho y ahora los escucho y los veo”. Es lo bueno de esta radio, siempre ha tenido muchos colaboradores. Lo que antes era consultar libros y revistas, brincamos a la rapidez y la velocidad de la Internet. En el 98, se dio ese giro en Radio Universidad: la velocidad con la que se conseguía la información de primera mano, ya no estoy hablando de audios; en ese entonces sólo era información. Éramos el programa mejor documentado, gracias a que teníamos Internet. A veces teníamos la agenda armada con un mes de anticipación, porque nos convertimos en un programa necesario, no sólo para la radio, sino también para la comunidad cultural. La cuenta de los guías contribuyó a formar nuevos y mejores públicos; con nuestras herramientas siempre tratamos de tener un equilibrio entre lo que ofrecían las instituciones y lo que ofrecían de manera independiente los creadores y los artistas. Se formó un equipo de reporteros y colaboradores que le dio más soli-


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dez al proyecto: empezando por Mary Macías, con su sección de cine “Intermedio”, que de ser un fragmento de cinco minutos los viernes se brincó a las coberturas especiales de la Muestra de Cine Mexicano; Ernesto Urzúa, colaborador de “El tintero”; Raúl Ramírez, que tenía una sección de literatura un poco más de contracultura junto con Arturo Verduzco, Francisco Partida, Silvia Eugenia Castillero; ciencia con Alfonso Islas, y su sección “El gabinete del doctor Caligari”, que de ahí también pasó a ser un programa más en forma sobre ciencia y divulgación científica. Jade Ramírez En 1989 se compró un equipo de grabación y de efectos de sonido, que apenas empezaban a usar aquí en Guadalajara; la idea era hacer todas las identificaciones, la imagen sonora de la radio, y las entradas y salidas, que todo fuera original; no tomar músicas ya hechas que a lo mejor alguien podía tomar también y la escuchabas en otro lado. Al principio, la radio no tuvo eslogan; nada más tratamos de buscar una voz que diera un salto un poquito entre lo que tenían antes y un poquito más nuevo, con sonidos más contemporáneos, que curiosamente ya ahorita suenan viejos. El primer eslogan que hubo fue “Una radio con los ritmos del corazón”. La emisora ya tenía un fonotipo, que estaba muy bueno, lo habían grabado con un metalófono. Yo lo retomé para hacer variaciones de ese mismo tema, y eso continuó también durante años. Se variaba el tema, pero continuaban esas mismas notas, que en música se llaman cuartas de tono. Julieta Marón

Arturo Suárez, quien ha desarrollado un género nuevo en el territorio de la literatura breve llamado El Periquete. Ha sido colaborador honorario en distintos programas de Radio Universidad de Guadalajara. El primer periquete que se transmitió fue: “Cada cabeza es una radio”

Julieta Marón


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La pitaya ye-yé

Alejandro Vargas

Toño Márquez, Julio Haro, Susana Sanromán, Josel, Ché Bañuelos, Carlos Reynals, Postof, El Infeliz, Falcón, Pancho Guerrero, Trino Camacho y Jabaz

Dopatrip era un experimento sonoro, radioarte, en el que se combinaban textos, música y sonidos.

Después de Días de radio, dejé de hacer programas al aire. Empecé a producir reportajes, programas especiales. El primer reportaje que hice ya en serio fue un trabajo sobre Jaime Sabines. Mi mujer y yo ganábamos muy poquito aquí y pagamos con nuestros propios recursos el viaje para visitar a Jaime Sabines, quien nos regaló una entrevista como de tres horas, que aún conservo con un cariño muy especial. Ese reportaje obtuvo una mención honorífica en el Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, lo que me sembró una inquietud muy interesante, el descubrir otro formato. Encontré una veta interesantísima en la producción radiofónica, en este laboratorio de experimentación, en esta especie de alquimia sonora de combinar los diferentes elementos. Alonso Torres Treinta y cinco es como una especie de alto en el camino, lograr cumplirlos en cuanto a cantidad, pero también haberse transformado con los tiempos y los movimientos de los medios de comunicación. Radio Universidad de Guadalajara se hubiera podido quedar anquilosada, no romper con la solemnidad de un proyecto que en un momento sí funcionó, que tiene su valor, pero que también había un momento en que tenía que cambiar para ampliar su tipo de público; no llegarían jóvenes ni nada, no sería ni escuchada, no tendría poder de convocatoria, y creo que hasta la fecha Radio Universidad de Guadalajara ha logrado ser una alternativa en el cuadrante y tener poder de convocatoria. Julieta Marón


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• Informativos

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os espacios informativos de Radio Universidad de Guadalajara han sido medulares en su oferta comunicativa. Gracias a la libertad y pluralidad de opinión que les confiere a los reporteros, periodistas y conductores el pertenecer a una universidad pública, la emisora se ha ganado un notable prestigio en la audiencia de la localidad. Tuvieron su inicio con Cosmorama, que eran breves cápsulas grabadas de quince minutos de duración, en las que se transmitían noticias nacionales e internacionales. A finales de la década de los ochenta, en la Universidad de Guadalajara se preparaban cambios importantes que le darían un giro radical en su organización. Por un lado, el relevo en la dirigencia del Sindicato de Trabajadores de la Universidad, prevista para junio de 1989; por otro, la recién creada Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) en poco tiempo empezó a debilitar a su contraparte: la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), lo que auguraba elecciones estudiantiles reñidas y cerradas. El entonces director de la estación consideró que era necesario un espacio de información sobre tales acontecimientos para la comunidad universitaria, e invitó al periodista José Díaz Betancourt para llevar a cabo dicho proyecto, el cual fue bautizado con el nombre de Línea universitaria. El primer año, el recién creado noticiario ocupó diez por ciento del tiempo total de transmisión. Inició con quince minutos de 19:00 a 19:15 horas, los cuales se retransmitían al día siguiente por la mañana. Dos meses después se amplió a media hora, con una emisión por la mañana y otra diferente por la noche. En 1990, el proyecto se consolidó y alcanzó hasta quince por ciento en la programación. Un año Inventario de necesidades del programa Línea Universitaria en 1989


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más tarde, se posicionó como el medio principal de difusión y extensión y alcanzó un segundo lugar en audiencia de noticiarios en la ciudad. Después de algunos altibajos, en 1995 cambió de nombre al de Frecuencia punto tres, y cuando se creó la Dirección General de Medios, de la que depende actualmente la estación, se convirtió en Medios UdeG noticias.


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Doy gracias por un favor recibido José Díaz Betancourt ...porque las historias que acuñan los méritos propios, no deben ocultarse. “Doy el siguiente testimonio de fe y agradezco a Radio Universidad de Guadalajara y al Espíritu Santo por un favor recibido.”

F

ue donde ahora se halla “el estudio B” y el Departamento Técnico de la Radio. Había sillas rotas y un viejo escritorio de lámina gris, mamparas, trastes..., todo lleno de polvo. –Aquí va a ser tu lugar, ¿te hace falta algo? —me preguntaron. –Bueno, se va a necesitar una máquina de escribir (o quizá dos), si esto va a crecer —contesté. Pocas semanas después, me congratulé de mi primera decisión asertiva, pues las dos máquinas manuales —marca Olympia— estaban ahí casi un mes después, cuando Carlos Rosas (hoy un reconocido pintor) y Jaime Barrera (ex editor principal de la sección local de Mural)* llegaron. Era la primavera de 1989. Yo conocía Radio Universidad sólo por fuera desde hacía algunos años; mi admiración era cotidianamente sonora y ahora, por fin, estaba ahí. En 1974, sus instalaciones estaban en el Tecnológico, a pocas cuadras de la Unidad Modelo y del edificio Valentín Gómez Farías, en el sector Reforma, donde nací. Antes de tomar el viejo camión al ITESO, cuando era estudiante de Comunicación (con el enorme disgusto de mi padre, quien, con veinte años de impartir derecho romano en la Universidad de Guadalajara, nunca me perdonó que estudiara con los jesuitas), escuchaba al Che Bañuelos y a Álvaro González en

Carlos Ramírez Powell, Víctor Wario, Josefina Real, Raúl de la Cruz, Carlos Ramírez Fuentes, Rocío Rivas, José Díaz, Alberto Osorio, Luis Fernando Loza y Mario Franco

* Las actividades que aparecen entre paréntesis son las que hoy desempeñan los protagonistas; acepto que no están actualizadas del todo y ofrezco disculpas por ello


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Rocío Rivas y José Díaz El medio me da la posibilidad de llegar hasta donde yo quiera: al fondo de la información que quiero dar a conocer, con reportajes, investigación, de profundidad, de transparencia, de rendición de cuentas. Los demás medios lo hacen, pero no con esa pasión, porque tienen reglas comerciales. Josefina Real

Déjalo sangrar y Páginas adentro. Ambos eran indispensables para mí, pues no podía partir a la universidad sin una dosis de Mick Jagger y sin saber qué informaban ese día los periódicos de orden nacional. Álvaro tenía el enorme mérito de conseguirlos muy temprano para la época y de desmenuzarlos de una manera notable (así ni los compraba ni tampoco tenía que quebrarme la cabeza para entender las primeras dos horas de clase con “Larry”, el doctor Enrique Sánchez Ruiz, fundador del Centro de Estudios de la Comunicación de la Universidad de Guadalajara, a quien yo había conocido como vocalista del 39.4 —o sea, en el desmadre–, pero no como exigente maestro de Comunicación Cultural). Meses antes, Julieta Marón (hoy ya doctorada y directora de Radio Universidad de Guadalajara), con quien había actuado entre 1982 y 1985 en la Compañía de Teatro de la Universidad, con el padrinazgo de hombres como Manuel Rodríguez Lapuente, Hugo Gutiérrez Vega o Ignacio Arriola Haro, me había invitado a conocer a Carlos Ramírez Powell, pues él le había comentado que quería fundar un noticiario local en la estación de la que recién había sido nombrado director. Yo trabajaba entonces como director de noticias en ACIR Guadalajara; allí había fundado, en 1986, el sistema de noticias de las tres estaciones del grupo.


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Ana María García

A Julieta le pareció idóneo para las pretensiones del flamante director que me incorporara a la radio universitaria, pues desde sus inicios sólo existía un pequeño espacio de noticias internacionales que se llamaba Cosmorama, que leían Mercedes Castiello y la propia Julieta. La química fue instantánea, pocas palabras, un acuerdo de independencia y a la acción inmediata (no a la paga, pues por más de nueve meses no cobré mi trabajo). Las primeras semanas fueron muy duras. Se trabajaba mucho, especialmente cuando se decidió que el noticiario universitario, que era de quince minutos diarios, creciera hasta establecer un sistema. Los diseñadores de la imagen auditiva del noticiario y de su primer nombre Línea universitaria fueron Humberto Ortiz (publicista y cineasta), Hugo García (decano de los productores de la radio) y Pepe Quezada. La propia Julieta y Pinos crearon los primeros vestidos. Luego de Rosas y Barrera, llegaron Mario Franco y Gerardo Rico. El primero se posicionó como productor general

Alberto Osorio

Irma Pía González, Alejandra Ruiz, Josefina Real, Karla Planter, Alberto Cárdenas Jiménez, Alberto Osorio, Francisco de Anda, Francisco Lemus, Guadalupe Vergara, José Luis Estrada, José Galindo y Mónica Carrera


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y Rico fue el primer enviado internacional que cubrió para la estación la transición a la democracia nicaragüense tras la caída del dictador Somoza, uno de los primeros “cañonazos” informativos de Radio Universidad de Guadalajara. El 1 de junio de 1989, salió al aire el primer bloque de quince minutos de noticias universitarias que reporteaba, escribía y leía diariamente un servidor. Eran pocas notas, pero unos treinta días más tarde, con Rosas, Barrera y Rico la información creció y percibimos que ya estábamos listos para un sistema de noticias en forma. Se nos pasó la mano... El 1 de noviembre de ese mismo año, día del primer informe de gobierno de Carlos Salinas de Gortari, inauguJosefina Real ramos Línea universitaria, sistema de noticias, con espacios de siete a ocho de la mañana, de dos a tres de la tarde y de siete a ocho de la noche; y con cortes informativos a las diez de la mañana, doce del día, cuatro y seis de la tarde. La mayoría de los cortes eran leídos por Alvarito y Perlita (Álvaro José Gómez y Perla Rodríguez). Álvaro también hizo para Línea universitaria el primer estudio de competencia de espacios informativos en comparación con los noticieros de AM y FM de aquel entonces. Fundamental fue la incorporación de Roberto Morán (editor de la revista Expansión) como editor principal, quien luego llevó a Ana María García Castañeda (ex secretaria técnica de la Universidad). Ella fue mi compañera conductora en el espacio matutino, en sustitución de la que en realidad fue la primera conductora: Xanic von Bertrab (Premio Nacional de Periodismo 1992), quien se ponía muy roja y nerviosa cuando hablaba frente al micrófono y pidió ser relevada para reportear las primeras historias urbanas de color para el noticiario, que luego continuó escribiendo con gran acierto en el ya extinto Luis Fernando Loza periódico Siglo 21.


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Mario Franco

Raúl de la Cruz (jefe de edición del Esto, edición Guadalajara y hoy especialista en medicina deportiva) se encargaba de los deportes, de cuyo tema se producía todo un programa especial los sábados con un contenido social inédito en el medio. Así, a riesgo de olvidarme de muchas personas y pasajes de esa primera historia, fueron incorporándose —muchos atraídos espontáneamente por la irrupción de un sonido y un tratamiento diferente de las noticias en la metrópoli— colaboradores, reporteros, editores, redactores y prestadores de servicio social, como Josefina Real (corresponsal de Reuters y actual conductora de Más que noticias y del espacio del mediodía; además, premio Emisario 2000), Karla Planter (subdirectora de Radio Universidad y reportera de Línea universitaria a los dieciséis años, hoy secretaria técnica de la Coordinación General Académica y conductora del noticiario matutino Medios UdeG noticias), Luis Fernando Loza (fundador de Radio Deportiva en Guadalajara), Alberto Osorio (ex director de Radio Universidad, ex reportero de canal 4; hoy labora en la revista Proceso), Sergio Velasco (premio Fernando Benítez), Vanesa Robles (fundadora de Siglo 21; premio Fernando Benítez; premio Fundación Nuevo Periodismo, Premio Jalisco, entre muchos otros), Omar Cruz (reportero de

Nelda Judith Anzar

Luz Elena Castillo, Ismael Loza y Ana María García


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Josefina Real

Patricia Peña

Siglo 21, Público, Mural, y asesor del gobierno estatal), Bernardo Esquinca (Siglo 21, Público, editor de cultura), Marcela Leopo (ex corresponsal de Excelsior, directora de Comunicación Social del Poder Judicial), Surya Inés Palacios (editora de la Agencia AFP en el Distrito Federal y premio Fernando Benítez), Patricia Peña (dos veces Premio Jalisco de periodismo y algunos otros más), Juan Carlos Núñez Bustillos (académico del ITESO y ombudsman del periódico Público), Sonia Serrano, Elizabeth Raygoza, José María Pulido (reportero del Sol de Guadalajara, El Occidental y ex consejero electoral), Nelda Judith Anzar (presidenta colegiada de la Red de Mujeres Periodistas de Jalisco), Víctor Wario (Inforjal, fundador del periódico Diez, ex editor de la sección local de El Informador y académico en el ITESO), Luz Elena Castillo (fundadora de la Red Radio Universidad), Alicia Moye (fotógrafa y coordinadora de talleres del ITESO), Juliana Fregoso (coeditora de negocios de Reforma), Jorge Souza (ex colaborador y actual director de literatura de la Secretaría de Cultura), Mónica Carrera (editora en Frecuencia punto tres y ex directora de Papirolas) y un largo etcétera que suma este 1 de junio veinte años de haber iniciado una cruzada informativa cuyo aval lo respalda una sociedad civil oyente y participativa.


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El tercer día... difícil Luz Elena Castillo

P

regunté por Marco Antonio Nava. El color naranja chillante de la pared de una pequeña oficina llamó mi atención. Una señora me condujo a otra oficina grande, con pocos muebles. Ahí estaba Marco Nava. Me presenté; me saludó muy serio y me preguntó: — ¿Cuándo empiezas? — Cuando me digas —le contesté. — ¿Qué te parece el lunes? — ¿A qué hora? — Ponte de acuerdo con Mario Franco Después gritó: “¡Mario!”. Éste se apareció, me saludó y dijo: — Chido, ¿qué sabes hacer? — Bueno, pues he trabajado en noticias, noticias y en noticias… — Me parece bien, nos vemos el lunes. — Bueno. Regresé el lunes como a las nueve de la mañana. La oficina de la pared naranja era justo la de noticias. Estaba equipada con una máquina de escribir Olivetti, un télex y dos escritorios de metal. Ahí estaba David Guerrero, que conducía el noticiario, y José Díaz. Platiqué con este último y le pregunté de qué se trataba el trabajo y qué tenía que hacer. Me explicó cómo funcionaba el télex y cómo usaban la máquina. Yo había trabajado en otra empresa donde había computadoras, agencias de información, varias líneas de teléfonos, además de café y otras “banalidades”. El segundo día estuvo mejor. Llegué a las siete de la mañana y recibí una llamada del reportero Alberto Osorio. Me dijo que tenía una nota y que entraría en vivo al noticiario,

Víctor Wario entrevistando al periodista Carlos Ramírez Fuentes

Mónica Carrera, Francisco de Anda, José Luis Estrada, Sergio Velasco, Irma Pía González, Alberto Cárdenas Jiménez, Karla Planter y Alejandra Ruiz


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Surya Inés Palacios

Elsa Arenas

el cual empezaba a las ocho de la mañana, ¡tardísimo!, pero en fin, yo pasaría al reportero en vivo. Ya en la cabina, Osorio pasó su nota, que duró casi quince minutos. Ante mi infarto por una nota tan larga que no era ni editorial ni comentario, le dije al reportero: “No puedes hacer una nota tan larga. Las notas deben ser de máximo un minuto al aire”. Definitivamente, ahí se empezaron a definir las funciones de un productor general y de un reportero. El tercer día me presenté a las siete de la mañana y José Díaz ya estaba en la oficina escribiendo a máquina con dos dedos su nota con la que entraría en vivo. Yo recogí el montón de papel que vomitó el telefax. Ordené las noticias y subrayé lo que me pareció podía ser la nota. Se hicieron las ocho de la mañana y no llegó David Guerrero. Ya tenía el noticiario listo, pero no sabía quién podía conducirlo. Busqué a Mario y no lo encontré. Tomé la decisión y yo lo conduje esa mañana. Mario se apareció a medio noticiario y me dijo: “¡Te escuchas bien!”. Salí enojada y preocupada. ¿Cómo es posible que no avise el conductor que no va a llegar? y ¿quién conduce en estos casos?, ¿quién decide? Esa misma mañana le propuse a Marco Nava que el noticiario empezara a las siete de la mañana y terminara a las nueve y lo condujera Pepe Díaz; yo sería su productora. En mi cuarto día de trabajo conocí a otra reportera, Surya Palacios, quien vino a la oficina y le preguntó a José Díaz que quién era ésa del saco a cuadros. José Díaz nos presentó. De inmediato le pregunté sobre la nota que había transmitido, por


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Pablo Hernández, Rosaura Saldaña, Iyellina Aponte, Leonardo Schwebel, Cristina Félix, Alejandra Moreno, José Luis González y Priscila Hernández

Ricardo Salazar

qué la editorializó y empezó con una negación. Por supuesto que Surya me ignoró y salió de la oficina dejándome con la palabra en la boca. Ésa fue mi primera semana de trabajo en Radio Universidad.

Testimonios Había dos equipos de redacción: el matutino y el vespertino. El área de trabajo era una oficina muy modesta. Calculo que era de unos tres metros por cuatro, algo así, y ahí estábamos todos: jefe de información, el director, redactores, reporteros, el equipo y el mobiliario con el que trabajábamos. Las herramientas que teníamos eran una consola de grabación y una casetera. Tú recibías la información de los reporteros vía telefónica y los grababas en casete; después, para que no se escuchara lo mismo en el noticiero de la mañana y en el vespertino, editabas los casetes con la información que considerabas la más importante y con la que tenías que abrir. La información nacional e internacional se recibía a través de un télex. Eran de esos rollos como los que hoy te encuentras en los sanitarios para secarte las manos. Ibas cortando las notas. Era superrústico. Lo que era muy apasionante, que hoy no lo veo


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Ricardo Salazar, Raúl Martínez y Karina Torres

en los jóvenes reporteros, es que te ibas a la calle con todo, porque no había celulares ni alta tecnología. Josefina Real El proceso de llevarle a la gente radio de calidad se ha despersonalizado un poco. Creo que antes, por ejemplo, en Radio Universidad se tenía mucho la cultura del guión. Mucho del trabajo creativo que teníamos era trabajar y escribir buenos guiones, trabajar novela, cuento. Lo hemos dejado de hacer en muchos casos, y estamos entrando en un ritmo mucho más vertiginoso de producción, en el que no necesariamente estamos cuidando la calidad. Las ideas y lo que tenemos al aire está cumpliendo el objetivo; en muchos sentidos, ése era el punto de feeling que tenía Radio Universidad, que era gente que tenía todo el tiempo del mundo para pensar qué decían. No sé si estamos pensando qué estamos transmitiendo, y si estamos dándole el parámetro de calidad al que llegamos alguna vez, incluso sin la tecnología con la que contamos ahora. Te estoy hablando de cuando yo estaba en noticias; no había computadora, yo escribía notas en máquina de escribir, y no teníamos Internet. Si bien los procesos se han facilitado mucho, no le hemos dado el sentido de la creatividad que la radio universitaria tuvo en años pasados. Amaranta Soto


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L

• Música

a programación musical de Radio Universidad de Guadalajara se ha caracterizado, desde sus inicios, por responder a la demanda que las emisoras comerciales no cubrían. Toda la gama de géneros y ritmos musicales han pasado por sus ondas hertzianas, desde la llamada música clásica o formal, hasta el rock, jazz, underground, música del mundo, canto nuevo, folklore, salsa, danzón, tropical, y heavy metal con todas sus variantes. Durante los años setenta y principios de los ochenta, la emisora transmitía música grabada de discos de acetatos o de vinil, que universitarios y radioescuchas iban donando. Asimismo, los diferentes colaboradores aportaban sus colecciones particulares para nutrir la programación. A través de convenios con otras radiodifusoras internacionales la emisora pudo incrementar su oferta musical y difundir material inédito que ninguna otra radiodifusora de la localidad programaba. Las barras consistían en música clásica, jazz y folklore internacional presentadas por las voces grabadas de algunos locutores. En 1986, la radiodifusora empezó a transmitir un género poco difundido en los medios de comunicación en el país y en la localidad, y sobre todo en emisoras universitarias o culturales: el rock. Al principio, con sólo treinta minutos en la programación, la aparición de los programas Déjalo sangrar, Vuelo nocturno, Dimensión del rock, entre otros, el espacio creció y se diversificó. Al finalizar 1989, el principal promotor del género, Carlos Ramírez Powell, tenía bajo su responsabilidad más de doce horas semanales, distribuidas de lunes a sábado de las 12:00 a las 14:00 horas. En la década de los noventa, la oferta musical se amplió a cuantos géneros y subgéneros existían en ese momento. La única norma o criterio que Radio Universidad de Guadalajara estableció para determinar el tipo de música que jamás transmitiría, fue la llamada comercial, que se puede sintonizar en cualquier otra emisora privada de la localidad. Hasta la fecha, esa pauta sigue vigente.

La programación de Radio Universidad de Guadalajara en su primer día de transmisión inaugural


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Rock y música de vanguardia Enrique Blanc

T

Enrique Blanc y Hugo Molina

res son los programas que he producido en Radio Universidad de Guadalajara. El primero de ellos, Carretera 61, salió al aire durante 1992 y su terminación estuvo ligada a la salida del Che Bañuelos y Carlos Ramírez, en aquel drástico giro que tomó la estación con la llegada de Marco Antonio Nava. El segundo y el más duradero fue El ritual de lo habitual, que se mantuvo al aire por ocho años; este programa nació durante la segunda gestión de Ramírez como director y tras una invitación de José Quezada, quien, en 2001, fungía como subdirector de la emisora. A partir de 2009, produzco, junto con Che Bañuelos, Sospechosos comunes, ahora en la gestión de Julieta Marón como directora y de Luz Elena Castillo como directora de la Red Radio Universidad de Guadalajara. No son estas tres las únicas emisiones que he concebido, producido y conducido sobre rock y música de vanguardia en Guadalajara. Los orígenes de ellas están en una larga participación con la extinta emisora Stereo Soul del grupo Sistema Radio Juventud, en la que colaboré en los años ochenta y para la que produje un sinnúmero de programas, entre los que destaca Territorio, que se mantuvo al aire por casi una década. He colaborado también con emisoras como XEJB, la también extinta Sonido 103, y con el proyecto Radiante, que ha mantenido a flote el grupo Radiorama, además de haber tenido una experiencia importante en la radio latina en Estados Unidos, ya en los noventa. Es interesante caer en la cuenta de que, si bien he generado proyectos radiofónicos para distintas empresas, de Radio X asalto a Los intocables y Radio clandestina, por mencionar algunos, lo realizado en Radio Universidad de Guadalajara adquiere relevancia por el hecho de responder a una tradición; es decir, si bien el rock —género musical importante que ha gozado de popularidad en Guadalajara desde los años setenta, cuando incluso a la ciudad se le llamó, gracias a las aportaciones de grupos como la Revolución de Emiliano Zapata, 39.4, La Fachada de Piedra, los Spiders y La Quinta Visión, entre otros, “la capi-


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tal del rock”— ha tenido apoyos y espacios en distintas organizaciones y medios de comunicación, públicos como privados, ningún otro en la ciudad ha sostenido un compromiso tan serio con éste como Radio Universidad de Guadalajara. En otras palabras, crear programas de los muchos subgéneros relacionados con el rock es dar continuidad a una tradición que remonta sus inicios a los mismos días en que la estación comenzó a ser parte del cuadrante radiofónico tapatío. Mis recuerdos del tema se remontan hasta la primera mitad de los ochenta, a la amistad, complicidad y sana competencia que sostuve con Che Bañuelos —él en UdeG; yo en Stereo Soul—, quien entonces producía el legendario Déjalo sangrar, concepto que se transformó en otros al paso de los años, pero que siempre ha servido de referente y emblema para reconocer su trabajo. En aquel entonces, uno también podía escuchar a Carlos Ramírez (y un grupo de colaboradores, entre los que destaca Adriana Díaz Enciso) en Dimensión del rock, que a la par de Déjalo sangrar conformaban una mañana enteramente rocanrolera en la programación del 104.3 de FM. Fueron años inspirados los que tuvo la radio en los ochenta, los cuales se han extendido hasta el presente; días de apertura y experimentación que han dado como consecuencia varios de los conceptos radiofónicos más experimentales y radicales que hayan sonado en las ondas hertzianas del

Luz María Sánchez y Fortino Montaño

maba Nadie progra íamos: ; dec esta música s estrenala s o tr so o “N s copian”. o n s mos, ello así, romper Siempre fue per estrucreglas, rom diferente a o d turas, to en todos lo que hacen re p ha sido lados. Siem itu y canal. ír p ese mi es Rocha Álvaro de la


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Nosotros admirábamos mucho a Jaime López, lo buscamos y sin un peso para hacer un concierto, buscamos la posibilidad de traerlo. Conseguimos el recurso para los vuelos de avión, el hospedaje, los alimentos, el diseño y la impresión de los carteles. Hicimos dos conciertos, uno aquí en el Cineforo y otro en la Mutualista. Vendimos todos los boletos, fue un éxito absoluto, además de un concierto memorable de López después de ocho años de no visitar la ciudad. Guadalupe Estrella

occidente mexicano. Como prueba de ello baste mencionar, además de los antes citados: Tocabilly, Club planetario, La fábrica X, Ausencia de color, La maraca atómica, Galaxie 500, El lado salvaje, Submisión, Litio y, desde luego, el eterno e intocable Despeñadero. Por la cabina de Radio Universidad de Guadalajara han desfilado un sinnúmero de personajes que desde siempre han tenido un lugar importante en el desarrollo musical de la ciudad. Entre los que recuerdo están Rogelio Flores, promotor cultural y administrador del Roxy, uno de los foros legendarios de la ciudad; Cheto, inquieto generador de conceptos y solicitado pinchadiscos de la ciudad; Luis Flores, productor de música electrónica y fundador del colectivo Nopal Beat; Paco Navarrete, uno de los melómanos más determinados de la ciudad; Alfredo Sánchez, ubicuo músico de la ciudad, periodista y melómano, y el Sapo Vengador, otrora vocalista del grupo Sedición.


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Luego de más de tres décadas de afianzarse como el escaparate oficial de la música más experimental y el rock en todas sus mutaciones que se haya escuchado en la ciudad, Radio Universidad de Guadalajara, ahora como parte de una red que ya incluye otras siete frecuencias —destaca en este rubro la personalidad que también se ha ganado Radio Universidad Puerto Vallarta—, lleva adelante su compromiso de continuar esta importante labor, además de servir de escaparate a las múltiples expresiones musicales que se cocinan en la ciudad, el país y el mundo. Si bien la cantidad de programas dedicados a estos territorios musicales han variado en cantidad a través del tiempo, en la actualidad emisiones como Sospechosos comunes, Electrocardiograma y Universo sonoro se producen con la dosis de orgullo y respeto que representa el dar continuidad a una trascendente y reconocida misión, del mismo modo que un grupo de rock, hip hop o música electrónica dan continuidad a una tradición con su trabajo: ofrecer a los melómanos del occidente de México los sonidos que plantean nuevos caminos en la evolución musical y que nos permite entrever el mundo que disfrutaremos en un futuro inmediato.


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Testimonios A mí me gustaba mucho desayunar con música hindú, porque es muy relajante, y para empezar bien el día la poníamos por la mañana. Nosotros tratamos de mantener un equilibrio tanto musical como de contenidos. Teníamos programas juveniles a partir de las doce del día, que eran los programas de rock. Lo único que sí les decía es que a la hora de la comida y en la sobremesa no tocaran rock, porque después de la comida es mejor la música suave. Alfredo Chavarría Velasco* Como Nacho Arriola fue maestro y fundador de la Compañía de Teatro de la Universidad de Guadalajara, empezó a traer gente del área de teatro. Era de los pocos hombres que teníamos en voz; lo utilizábamos en spots, en el cabeceo, es decir, la entrada y salida de cada obra: “A continuación escucharemos, de Vivaldi, ‘Las cuatro estaciones’”; “Acabamos de escuchar, de Vivaldi, ‘Las cuatro estaciones’”. Y como las locutoras no daban noticiero, no daban Cosmorama, se estaban dedicando a cabecear. Eso era lo que hacían también las locutoras, dos en la mañana y dos en la tarde. Se turnaban: Eva Luce y Milagros Castillero estaban en la mañana; Laura Patricia Orellana, María Esther y Rossana Reguillo iban en las tardes; o a veces cambiaban de turnos. Como yo era el encargado de producción, me tocaba manejar a los locutores. Rodolfo Oceguera La idea que tuvimos fue la de ir convocando a quienes tuviesen un entusiasmo particular. De esa manera, mi dirección no se cierra a programas de rock, a presentar puro jazz; por lo contrario, se van armando espacios múltiples para darles cabida a todos los entusiastas particulares de una comunidad. La radio comercial tiene identificada la música que programan. Sin embargo, hay una enorme cantidad de intersticios de música y públicos que no tienen cabida en la radio. Decidimos cubrir todos esos huecos. Tenemos en Radio Universidad de Guadalajara: *Entrevistas tomadas de Lissette Álvarez Pulido y Elena Castillo Rivera, “Radio Universidad de Guadalajara, una historia testimonial”, tesis para obtener el grado de licenciado en Ciencias de la Comunicación, ITESO, 1988.


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Transmisión de El fonógrafo desde la casa de Manuel Ornelas

rock, jazz, reagge, etcétera, programas infantiles, para la tercera edad, para jóvenes, programas de adaptación de cuentos, entre otros. Carlos Ramírez Powell En el 91 o 92, Beto Rosas hacía un programa que se llamaba In tempo, de música clásica. Cuando él se fue, me dijeron que si yo lo cubría. Entonces volví e hice Cuarto de nota, también duró tres años y era de música formal exclusivamente, para que el auditorio apreciara este tipo de música de otra manera. Julieta Marón Hace mucho tiempo, en esta ciudad de Guadalajara, un mayo de 1990, yo estaba trabajando para el Roxy, que también comenzaba sus labores; dentro de una de las tantas cosas y proyectos que tenían, era una tienda de discos, que se llamaba El Tercer Planeta, “en discos la pura neta”, y pues necesitaban a alguien que la atendiera. Cuando llego a la tienda, pura música desconocida, entonces había que darle una salida. Decidimos que había que tener un programa de radio, y en Radio Universidad conocíamos al Che. El acuerdo era: te damos diez discos al mes, y danos un programa de tres horas, que era los jueves, de diez a una de

Dolores Hernández


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Antes de entrar a trabajar a la radio, yo escuchaba un programa de Cheto que me encantaba. De hecho, había un teléfono público en la esquina de mi casa y a medianoche me iba a llamar, porque tenían boletos para algo. Guadalupe Estrella

Álvaro de la Rocha, El Cheto

Gilberto Flores y Enrique Blanc

la mañana —creo que a esa hora cerraba la estación—, y se llamaba El club planetario, era de música industrial y darky. Transmitíamos en vivo y en directo y a todo color en la cabina que ahora es el estudio B, uno decía: “Ya ésta es la última canción, estate pendiente”, le gritabas al operador a cabina central, que en aquel entonces era don Pepe, Gallo Finho (como en portugués), y el otro que era el holístico, místico… el Hermano Sol, no me acuerdo de su nombre, pero le decíamos así. Yo les tengo mucho respeto al Hermano Sol y a don Pepe, el Gallo Fino, que ya pasó a mejores vidas. El programa La fábrica equis lo hacía Luis Flores, compañero mío en la escuela; el Pelito, el Calambrín, y era la música industrial de aquel entonces. Después de El club planetario entró el proyecto del Tocabilly, música de rockabilly. Tres años duró y sin repetir una sola canción. Era de una hora el programa, los viernes a las doce del día. Alguna temporada fue de dos horas, porque éramos bien clavados con el rockabilly, el original cincuentero, cosas de punk, de punkabilly.


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Guillermo Dávalos

Cuando terminaron El club planetario y La fábrica X, nos quedamos como en un limbo. Entonces, con Luis Flores, Gigy, Tico y Toño Ulloa decidimos armar un programa que se llamaba Ausencia de color, porque Toño y yo éramos los daltónicos. Ese proyecto duró cuatro años también, del 91 al 94. Presentábamos la escena guitarrera británica, hasta dos o tres cosas del grunge cuando todavía no se oía Nirvana, y nosotros ya lo habíamos puesto. Termina el programa, Toño se va para Stereo Soul; Luis y Tico se quedan en sus ondas, haciendo carreras y en sus proyectos musicales de doblebillys; años después hicieron Nopal beat, y seguimos con uno que se llama Litio. Fue un gusto, pues era meter algo de acid jazz, también incluía secciones de Pelito, con la parte electrónica, y otras de Edith, en la onda indie; después terminó siendo todo de acid jazz. Duró siete años, hasta 2001. Entre el 94 y 2000 me tocó conducir también las Mezclas duras una temporada. Recuerdo aquel programa del Kraeppelin con Cornelio: fantástico, memorable, lo recuerdo muy bien, uno hablando de las guasanas y el otro de los hongos alucinógenos; estuvo muy divertido, una verdadera mezcla dura. Teníamos otro que se llamaba Surf and reggae, era con géneros playeros. También hice el Galaxie 500, que duró un buen rato, como del 94 al 97; ése sí era de música independiente.

Gilberto Flores


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Alfonso Martínez

Pedro Castañeda, David Guerrero y Javier Vizcaíno

En 2000 me invitaron a un proyecto llamado Piso 12, con “música del mundo”, hasta 2004, que me llega Fox base alfa. Creo que a Carlos Ramírez no le gustaba mi voz, dijo: “¡Fuera, fuera!... ¡Aprenda a hablar!...”. Llegamos con Fox base alpha, un programa de música electrónica, tenía seis secciones: la introducción, poníamos una música chistosa, nada tenía que ver con la que íbamos a programar; luego “La discoteca”, que presentaba dos discos; seguía “El lóquer”, que eran los sencillos, o los remixes que se hacían de algunos grupos; después venía “Trinitron”, “La patrulla lunar”, entrevistas con melómanos conocidos de la ciudad, y al final “Interrumpir”, una mezcla de quince canciones en quince minutos o veinte canciones en quince minutos. Terminó ese programa, luego estuvo La juke box y actualmente Electrocardiograma. Álvaro de la Rocha Alfredo me dio alguna capacitación; hicimos una serie de pruebas y grabaciones, hasta que finalmente surgió un día la oportunidad, y me dijo: “Necesitamos que el lunes te vengas a conducir una barra de locución


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Javier Audirac y Rudy Almeida

de guardia”, en la que presentábamos música clásica, internacional, jazz y rock; había que cubrir cuatro horas diarias. Esto fue en 1994. Era una programación musical sin nombre, y los locutores éramos Luz María Sánchez y yo. Había un grupo de programadores y de productores que hacían unas cápsulas llamadas Del fondo a la superficie, que se insertaban en medio de esa programación; eran Gilberto Domínguez, David Guerrero, Álvaro José Gómez, Elena Castillo, Gerardo Lammers y Lissette Álvarez; participaban también Javier Vizcaíno y Paloma Morfín, que era una excelente lectora. Poníamos tres canciones, que podían ser música de concierto, internacional o jazz, y luego venía una de estas producciones. Alonso Torres Yo me incorporo a la radio en 2003, cuando se llevó a cabo el primer show case del Festival Mutek, que se hace cada año en Montreal, Canadá. Ya antes había venido cuando Gaby Bautista tenía con Lennon (Luis Aguilar) el programa de Sonósfera, un programa nocturno de música electrónica. Tenía por ahí un proyectito archivado desde el 99; se llamaba Le femme, que era rescatar música hecha por mujeres desde los tiempos de 1910, 1920, hasta la etapa contemporánea. Este proyecto se lo trajimos a Gabriela Bautista en 2004, y salió al aire en julio; duró como año y medio. A la par de Le femme, comencé a colaborar en el espacio Globo sónico, con André Martial. Después, André y yo optamos por fusionar esos espacios y creamos Nouvelle extravagance, un proyecto que duró dos años, más o menos; arrancamos en enero de 2006. Pretendía mostrar

Antonio Muñoz


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Jorge Triana

un abanico amplio de todo lo que está pasando en la escena mundial: rock, desde el más convencional hasta de vanguardia, jazz, hip hop, etcétera. Nouvelle extravagance era un proyecto muy pretencioso que no pudimos llevar a flote, dado que en la radio no había presupuesto para hacer llamadas a Europa, pues era tres veces por semana. Al menos, queríamos tener un enlace a Europa, España, Francia e Inglaterra una vez a la semana. Además, no había presupuesto para pagarnos a los dos y André Martial dejó el programa como a los dos meses de que habíamos comenzado; me quedé yo solo y seguí con la premisa de mostrar ese tiempo lo que estaba pasando en el acontecer mundial en la escena electrónica y en el rock, en la vanguardia, y también cubrir, en cierto modo, lo que ocurría en Guadalajara. Tuvimos varias intervenciones acústicas de grupos que se venían con sus guitarras y nos regalaban dos o tres temas. También, cuando venían artistas internacionales, los teníamos en cabina, como una cantante de Portland llamada Marissa


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Enrique Blanc, Paco Navarrete y Rodolfo Che Bañuelos

Nadler, que en cabina tocó tres temas acústicos bastante buenos; otra artista sonora de Inglaterra, llamada Iris Garrels, se trajo su lap-top, su controlador, y se echó un miniset. Posteriormente, este espacio era vespertino, los martes, jueves y viernes. Luego, se cambió a la noche, los martes, de diez a doce, y tomó otra dinámica: se volvió un poco más cibernauta; o sea, platicábamos y compartían cosas con gente que estaba conectada en su messenger; se siguió trayendo invitados en tanto se podía. En la noche permaneció como unos cuatro meses hasta que se cerró este ciclo. Javier Audirac


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Elena Castillo, Hugo García, Carmen Sosa y Ernesto Urzúa. Equipo de El Tintero

Enrique Blanc y Alfonso Martínez

Rudy Almeida


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• Ciencia y tecnología

E

n diversos momentos, con diferentes estilos y niveles de complejidad, la difusión de la ciencia en Radio Universidad de Guadalajara ha sido constante en su quehacer radial. La comunicación científica ha tenido un papel importante en la emisora, gracias al constante flujo de investigadores y docentes de la Universidad que han pasado por sus micrófonos. Podemos mencionar el Noticiero universitario de la ciencia y la tecnología, que se transmitía a finales de los setenta y principios de los ochenta; las colaboraciones del investigador Alfonso Islas, con la sección “El doctor Caligari” en La cuenta de los guías, que posteriormente se convirtió en un programa de una hora con el nombre de Alquímides en la tina, y la realización de diplomados académicos por radio. Los propios investigadores tenían la oportunidad de presentar sus proyectos en el programa Radioloquios, los miércoles de 21 a 22 horas. En las voces de Paloma Morfín y Javier Vizcaíno se escuchaban las cápsulas grabadas Del fondo a la superficie con información cultural y científica. El programa Hoy con el rector era conducido por el entonces rector general de la Universidad Víctor Manuel González Romero. Un sinfín de espacios cumplieron con el objetivo de difundir la ciencia, aun

Alfonso Islas, David Guerrero, Alonso Torres, Daniel Kitroser y Álvaro J. Gómez


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cuando no era su meta principal: Días de radio, programa de tres horas, de lunes a viernes, que desarrollaba un tema a lo largo de la semana; Por el ojo de la cerradura, que analizaba temas de salud y bienestar desde los puntos de vista de esotéricos y científicos; El expresso de la 10, de orientación de salud y psicología; Punto de encuentro, revista de análisis de los medios de comunicación, entre muchos otros.

Testimonios Mi noticiario universitario de ciencia y tecnología duró cinco años. Ése lo transmitíamos los miércoles a las 19:45 horas. Mis cápsulas eran de quince minutos, breves, hablando sobre científicos en entrevistas directas internacionales. Rodolfo Oceguera José Quezada me pidió un proyecto de orientación ciudadana. De acuerdo con los estudios de audiencia que se habían realizado en ese momento, el público de Radio Universidad era mayormente masculino. Entonces, había que diseñar una estrategia para atraer un público femenino; el reto: tener un conductor masculino, una voz masculina en la conducción, con temáticas que atrajesen al sector femenino, pero que también mantuvieran al público masculino que ya nos acompañaba. Fue ahí que diseñé el El expresso de las 10, un programa en el que analizábamos aspectos de familia, salud, medio ambiente, derecho, sexualidad, vida cotidiana, pero con este enfoque hasta cierto punto provocador, con elementos lúdicos, pero muy serio en cuanto al abordaje con voces autorizadas, especialistas, preferentemente de la Universidad de Guadalajara. Alonso Torres

Raúl Martínez

Por el ojo de la cerradura fue un pedido; no fue siquiera algo que yo hubiera presentado ni pensado hacer, y fue el programa que más logré posicionar de los que hice. Traté de hacer en este proyecto algo para un público más amplio, heterogéneo,


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y sí se logró. Cumplí cinco años con ese proyecto. El eslogan era: “Una mirada más allá de lo que ves”. Hablábamos de temas que nadie hablaba en ese entonces, que fue en el 95, 97, por ejemplo, de temas esotéricos, pero de alguna forma más seria, con fundamentos. Por ejemplo, en ciencia hablamos de los nuevos paradigmas, de la teoría cuántica, de la teoría de la relatividad, de la teoría del caos; en otros temas hablábamos hasta de los chacras, por ejemplo, de los fantasmas, las hadas, que tienen que ver con la mitología, con distintos puntos de vista. En la radio no querían que habláramos de esos temas. Decían que no tenían nada que ver con la Universidad, que no eran serios, que era una vergüenza, pero cuando teníamos aquellas especies de reuniones de debate, nunca tenían argumentos. Si hablábamos de medicinas alternativas, por ejemplo, yo traía gente de la Universidad de Guadalajara, que daba diplomados en homeopatía, medicina alternativa, acupuntura, que existían en la Universidad de Guadalajara y no podían decir nada, porque entonces estaban contradiciendo a la misma Universidad. Nunca pudieron quitarlo, aunque sí lucharon por sacarlo del aire o por cambiar de temas, o censurar, incluso. Julieta Marón

Rodolfo Oceguera. Noticiero universitario de ciencia y tecnología


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Antigua cabina de transmisión que operaba con la consola análoga. Emitía los intercortes de la radio a través de las ahora extintas “cartucheras” Cabina especial de Radio Universidad de Guadalajara durante la cobertura del Festival Internacional de Cine en Guadalajara


Haciendo historia

H

ay momentos que marcaron el quehacer de Radio Universidad de Guadalajara por su repercusión en la sociedad tapatía. Uno de ellos fue el cambio de antena en 2003, que permitió ampliar su potencia y llegar a toda la zona metropolitana de Guadalajara, después de varios años de transmitir en un espacio restringido con severas deficiencias en la recepción de la señal. Además, Radio Universidad de Guadalajara ha reafirmado su compromiso de servicio con los radioescuchas, como ocurrió en el caso de la tragedia del 22 de abril, cuando los ciudadanos contaron con una emisora cien por ciento dedicada a informar sobre los hechos, instantes después de que ocurrieran las explosiones. Acontecimientos de gran importancia cultural y artística en la ciudad, como la Feria Internacional del Libro y el Festival Internacional de Cine, han sido difundidos a través de los programas especiales Como en feria y Kinesis, que han registrado las voces y palabras de grandes pensadores, escritores y artistas.

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Memorias de un molino del éter. 35 años al aire Raúl Martínez y Gilberto Domínguez

N

uestra antena desafía el paisaje de la ciudad de Guadalajara. En su origen estuvo en las instalaciones de Calzada Olímpica y Revolución, hoy Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingeniería. Desde 1984, corona el Edificio Cultural y Administrativo. Esta estructura sostiene los elementos que permiten crear la señal radiofónica. Produce un flujo electromagnético constante las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año; ciento cuatro millones trescientas mil oscilaciones por segundo, con cuarenta mil watts de potencia, propagadas a la velocidad de la luz. Ese flujo concatenado, compuesto de magnetismo y electricidad, ha contenido los mensajes que, en su conjunto, se reconocen en el cuadrante como XHUG 104.3 FM Radio Universidad de Guadalajara. Han sido muchos los esfuerzos por mantener viva esta tradición que involucra tecnologías materiales y talento humano. Finalmente, la emisión radial sólo es posible mediante el esfuerzo coordinado de varios equipos de trabajo. Aunque los aspectos de ingeniería son los principales facilitadores para la distribución de la señal, hay siempre muchos elementos que el auditorio no puede percibir con facilidad. Hubo un tiempo en el que nuestros equipos eran sostenidos con caimanes o refacciones prestadas por otras emisoras. Ese tiempo llegó a su fin. La Universidad de Guadalajara ha hecho un esfuerzo importante por consolidar la red de emisoras en el estado de Jalisco, en buena medida invirtiendo en la infraestructura necesaria para entregar todos los días el mejor servicio posible a nuestros usuarios. Mantener al aire durante treinta y cinco años la emisora universitaria ha implicado el desarrollo de un capital de conocimiento. El área técnica es responsable del cumplimiento de diversas normas técnicas ante las autoridades federales en la materia. Una de sus principales tareas incluye conocer integralmente el comportamiento de la señal radiofónica. Desde su fundación en 1974, la radio contó con dos equipos de la marca Harris, un transmisor de mil watts y otro de diez mil watts en su


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potencia. Éstos alimentaron la antena del 104.3 Mhz, hasta que llegó el momento de remplazarlos debido al desgaste cotidiano. En 2003 se hicieron gestiones para la renovación de la infraestructura: transmisor de estado sólido, con capacidad para adaptarse a la generación de una señal digital, línea de transmisión, elementos radiadores, instalación eléctrica y adecuación de espacios físicos bajo estrictas normas de seguridad. Se contrataron los servicios de la empresa Broadcast Electronics ubicada en Quincy, Illinois. El equipo, que pesaba varias toneladas, fue embarcado y entregado en el Edificio Cultural y Administrativo. Una parte subió por el elevador, otra, por las escaleras.


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La instalación del nuevo equipo contó con el apoyo del ingeniero Felipe Padilla. La radio salió del aire para facilitar todas las maniobras necesarias. Las fotografías que se tomaron en esos días cuentan por sí mismas lo que implicó esta renovación. La radio es una gran obra en la que confluyen los mejores esfuerzos por continuar esta tradición universitaria: ser puente de comunicación y agente de cambio en la sociedad a la que nos debemos.

José Luis Vázquez, Fortino Montaño y Eliseo Orozco


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Alicia Caldera produciendo Dimensi贸n colorida desde la Feria Internacional del Libro


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Primer transmisor de Radio Universidad de Guadalajara

Testimonios Cambio de antena Estábamos ubicados en el Tecnológico, a un costado de la Facultad de Ingeniería. El subdirector técnico era el director de la Facultad de Ingeniería, el ingeniero José del Río Madrigal. Él fue quien instaló el transmisor y puso la antena y empezamos a transmitir. Álvaro González de Mendoza me decía: “Es tan pequeña nuestra potencia, que llegamos a la Calzada Independencia, Calzada del Ejército y Calzada Olímpica, y cuando mucho a bulevar Tlaquepaque, pero quien nos escuche, pues háblenos para saber que nos están escuchando”. Botaban las altas y bajas de electricidad y una vez un rayo pegó y se cayó parte de la antena; quedamos fuera del aire como unos tres días, porque el ingeniero Del Río —y afortunadamente estábamos en la mata de los ingenieros— bum, bum, bum, para pronto, en tres días estábamos transmitiendo. El único día que dejábamos de transmitir desde el Tecnológico, no sé si hasta la fecha, era el primero de mayo, cuando se daba limpieza, se pintaba y se cambiaban los focos. Yo me quise subir una vez a la antena, muy macho y muy bravo, amarrado y todo, a cambiar un foco, me quedé a la mitad, ya lloraba. Es increíble lo que se siente estar en una antena, y cómo se mueve. Cómo oscila. Uno no sabe, cree que está fija y parada. Estando arriba de ella, sientes las vibraciones, increíble. Rodolfo Oceguera


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El primer transmisor era de mil watts y cuando nos cambiamos se compró uno de diez mil. Duramos como una semana o quince días, ya no me acuerdo, pero se me hizo eterno, porque nos traían en friega, que vete por un cable, que baja para acá, porque no lo podían echar a andar, se llegó a quemar el bulbo, o no sé qué pasó, lo cierto es que no lo podían echar a andar y se pensó en arreglar de un vez el otro que tenían ahí guardado, pero no sabían. Víctor Méndez

Avances de la tecnología La primera vez que trajo Carlos Ramírez un compacto fue aquello de ¡qué es esto! Claro, teníamos vinil o acetatos, como le quieras llamar. Y luego fue la primera que hizo radio hablada en Guadalajara. No había radio hablada, con Álvaro González de Mendoza, y después vieron que sí funcionaba, que no solamente funcionaba programar música, sino también hablar. Y entonces empezaron a hacer radio hablada en otras emisoras; o sea, de alguna manera es punta de lanza, aunque afuera no lo quieran reconocer. Julieta Marón

Serie fotográfica del desmantelamiento de la primera antena de Radio Universidad de Guadalajara en junio de 2008, ubicada en las instalaciones del ahora CUCEI. Fue depositada en el almacén general de esta casa de estudios


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La radio tuvo un auge; tenía credibilidad sobre todas las demás estaciones de radio. Era un orgullo decir trabajo en Radio Universidad. Había muchas carencias, pero había mucho corazón. La gente venía y le echaba todos los kilos; había mucha camaradería, mucha convivencia entre los compañeros. Alejandra Olmos

Carlos Ramírez Powell

El 22 de abril A los que nos gusta el periodismo, tienes primero que gatear, caminar y luego correr. Cuando entré a Radio Universidad de Guadalajara en el noventa, me asignaron a la redacción a recibir toda la información de los reporteros que llegaba del télex, a estar monitoreando otros medios de comunicación. Mi primera nota al aire fue a raíz de las explosiones del 22 de abril. Carlos Ramírez Powell era el director, y lo que pocas veces ocurría en los noticieros de la radio, nos dieron vacaciones la Semana Santa y Pascua. Carlos lo que hizo fue llamar a los dos o tres teléfonos que tenía, concentrarnos, y ahí no era si estabas en la redacción, era todos a la calle, a reportear. La ciudad era un caos, varios medios empezaron a informar lo que estaba ocurriendo, y a especular, porque no circulaba la información. Cuando esos medios, sobre todo los privados, empezaban a acercarse, y lo digo entre comillas, a lo que pudo haber sido el factor que determinó la explosión, pues desde presidencia les cerraron la llave. Y Radio Universidad no. Fue la válvula de escape de toda esa gente; fue la voz para todos los que no encontraban en otros medios electrónicos un espacio para decir que el gobernador era un corrupto, que el gobernador los había matado, están esas grabaciones, no lo estoy inventando. Por supuesto que fue un parteaguas, y eso sí hay que reconocerle a Carlos Ramírez Powell,


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Mónica Carrera y Bertha Mora

que no permitió que las autoridades municipales, estatales ni federales cerraran la llave, es decir, los micrófonos de Radio Universidad de Guadalajara. Carlos Ramírez, durante abril, mayo y junio, hizo zanja del edificio de la Universidad a Rectoría, ir y venir con el rector, ir y venir, pero se sostuvo, no se cerraron los micrófonos. Me acuerdo de aquella megamarcha por el 22 de abril, con Sergio Velasco. Esas fueron mis primeras notas en Radio Universidad de Guadalajara. Josefina Real Empecé a trabajar en la radio una semana antes de salir de vacaciones de Semana Santa, en el 92. Estaba de director Carlos Ramírez Powell, era su primer periodo, y pues me tocó lo de las explosiones del 22 de abril. Me llamó por teléfono y me dijo: “Vente, porque nos falta personal”; en ese tiempo, éramos muy poquitos, y era más difícil, pero le echamos más ganas. Fue algo muy movido, un trabajo muy pesado de todo el día, estar desde las nueve de la mañana, o a veces antes, hasta las nueve o diez de la noche. El trabajo era algo diferente a lo que yo había hecho, y me gustó mucho; en ese tiempo, con lo de las explosiones era investigar, corretear a la gente que se estaba escondiendo. Alejandra Olmos

Radio Universidad de Guadalajara es un proyecto que va más allá de una estación universitaria o de un complejo de estaciones universitarias; es un proyecto de carácter social, con muchísimo impacto; no es un simple medio de comunicación. Jade Ramírez


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Anuncio de Radio Universidad de Guadalajara para agradecer la ayuda destinada a los damnificados del maremoto en la costa de Jalisco el 9 de octubre de 1995

La FIL y el Festival Internacional de Cine de Guadalajara La FIL y el Festival Internacional de Cine son los acontecimientos más importantes que organiza en materia cultural la Universidad de Guadalajara. Era un reto muy interesante entre ingenieros, trabajadores administrativos, productores, conductores y reporteros coordinar toda la labor de cobertura y también integrar a cada una de las estaciones regionales; en las últimas ediciones fue muy interesante que cada estación haya tenido su propio espacio [programas Como en feria y Kinesis]. Alonso Torres


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Hugo García, David Guerrero y Luz María Sánchez vieron como yo conseguía varios regalos que no eran muy usuales que se tuvieran aquí en la radio, vieron una posibilidad de negociación. Pensaron que el programa Como en feria podía patrocinarse. Ya había un área de convenios y patrocinios, que se creó en el tiempo de Víctor Ramos, y estaban tres personas: Ruth Darnell, Jorge Pablos y Rafael Ramírez. Tenían la idea de hacer llegar recursos a la estación, y con el paso del tiempo, lo que había eran algunos intercambios con restaurantes y con una tienda de deportes. A petición de este equipo, me lancé a México a buscar a las editoriales. Nunca había visto las editoriales, hice citas desde aquí vía telefónica. En dos días las visité y conseguimos por primera vez un patrocinio en dinero para el programa. Fue con editorial Planeta. Hicimos la FIL, cumplimos con el compromiso que se adquiere con la editorial, pagó la editorial, todo perfecto. Guadalupe Estrella


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Alfredo Sánchez y Julieta Marón

Radio Universidad de Guadalajara ha formado un cierto perfil de ciudadano. Da herramientas informativas que permiten que los ciudadanos hoy tengan una cierta posición ante problemas sociales, cotidianos, de dispersión, arte y cultura. Jade Ramírez


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Luz Elena Castillo y Guadalupe Estrella con Sergio Ramírez, escritor y político nicaragüense, autor de El cielo llora por mí


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José Toscano y Mario Franco

Consuelo Hernández, Alfredo Sánchez y Julieta Marón

Agustín Contreras

Saltapericos en la FIL


Los radioescuchas

Q

uienes tienen la última palabra sobre la historia y el trabajo de Radio Universidad de Guadalajara son sus radioescuchas. A treinta y cinco años de sus emisiones radiales, varias generaciones de tapatíos han alimentado y enriquecido la programación de la radio con sus opiniones críticas y alentadoras y con su oído fiel y atento.

Testimonios* Mi nombre es María Dolores Meza Flores; tengo trece años que escucho Radio Universidad. He venido escuchando programas como El minibús y De arriba abajo. Radio Universidad es una muy buena opción para quienes queremos mantenernos enterados; asimismo, como consulta y apoyo, ya que algunos ciudadanos en ocasiones tenemos problemas y no sabemos por dónde canalizar el asunto, y pues, felicidades. Beatriz Hernández Jesús Delgadillo

*Entrevistas realizadas por Consuelo Hernández y Alonso Torres [91]


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Celia Margarita Castañeda

Mi nombre es Gabriel Ortega, tengo aproximadamente doce años escuchando Radio Universidad, desde que estaban programas como el de La pitaya ye-ye, Litio, que me gustaba mucho; también escuchaba de repente El saltaperico. Ahorita me gustan todos los programas, Casino Boggie; los noticieros, me gusta la forma en que los tienen. Felicito a Radio Universidad por esos treinta y cinco años. Feliz aniversario, y que sean muchos años más. Mi nombre es Francisco Javier Ascensio. En realidad es la única radio que escucho, porque el cuadrante no ofrece gran cosa, seguiré firme con Radio Universidad, y una felicitación a todos ustedes que hacen posible pasarnos un rato ameno y que nos informan. Agradecerles que se preocupen por nosotros los escuchas y adelante. Felicidades por esos treinta y cinco años. Soy Gabriel González Rodríguez. Hace ya veinticinco años que escucho Radio Universidad de Guadalajara; sus programas siempre interesantes. Muchas felicidades en este aniversario y que sigan renovando su programación, que creo que cada vez es mejor. Me gustaría que se difundiera más la programación de Radio Universidad entre los universitarios, nuestra radio y nuestros programas. Mi nombre es Víctor Miguel Begínez Rochín, tengo doce años. Yo he escuchado la Radio Universidad desde hace cinco años. Entre mis programas favoritos está El expresso de las 10. Escucho la radio porque me parecen interesantes los temas que tratan. Les doy mis felicidades a la radio y ojalá que dure lo doble o lo triple. Mis papás me inculcaron escuchar la Radio Universidad desde chiquito.

Eliseo Orozco


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Martin Plascencia

Me llamo Ciro García. Tengo aproximadamente dieciséis o diecisiete años escuchando Radio Universidad. Yo la empecé a escuchar en la prepa, cuando había programas de En esto andamos, que era rock en español; El festín de los marranos, La pitaya ye-ye; los domingos, Misión subterránea, de punk; o los noticieros, con Ricardo Salazar; los programas del Che, El tintero, El Casino Boggie, El teleférico, El saltaperico. Lo que me gusta es que es una radio universal; hay para todos los gustos. Me gustaría darle las gracias a Radio Universidad por tantas horas de información, diversión y cultura. Mi nombre es David Quezada Martínez; me dicen Nomo. Soy estudiante de psicología, y me gusta escuchar Radio Universidad porque tienen programas de interés para mi entorno y mi comunidad, y la música que programan se me hace muy culta y muy agradable para relajarme. Una felicitación especial para todos los que componen Radio Universidad, y espero que sigan todos con su buena vibra. Mi nombre es Leopoldo Montaño. Me gusta la estación porque es una estación alternativa, muy completa. Tiene mucha variedad en cuanto a música, información, programas, opiniones, personas, locutores y producciones. Creo que falta algún programa de música electrónica. Es lo que más le hace falta.

Antonio Cortés


Los colaboradores Radio Universidad de Guadalajara se ha convertido en un campo fértil abonado por la imaginación y la creatividad de muchos personajes que han desfilado ante sus micrófonos y espacios. Dirección Alfredo Chavarría Carlos Ramírez Powell Marco A. Nava (q.e.p.d) Víctor M. Ramos José Toscano Alberto Osorio Luz E. Castillo Carlos Ramírez Powell Óscar Ábrego Luz M. Sánchez Julieta Marón Colaboradores Producción Carlos Prats Cornelio García David Dorantes Eva Luce González Gerardo Enciso Guillermo Vaidovits José A. Pérez Yombin Juan M. Marrón Laura Patricia Orellana Marcela Saife Milagros Castiello Octavio Chavarría Ricardo Castillo Rigoberto Sandoval

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Rossana Reguillo Ruth Darnell

Alicia en las ciudades Carlos Esege

500 años David Guerrero Elba Castro

Allá tú Álvaro González (q.e.p.d)

A través del espejo Álvaro Chávez el Varis Ángel Cantú el Gordo Jorge Chávez Le Cucu José de J. González el Tambo Sergio Fong el Tecla Abra palabra Hugo Martínez Manuel Verduzco José G. Ramírez Alonso Torres

Aquí entre nos Alberto Gómez ArteFacto Alonso Torres Amaranta Soto Catalin Rotarescu Fernando Rodríguez Luz M. Sánchez Sara Valenzuela Enrique Blanc David Guerrero

Acervo David Guerrero Francisco Madrigal

Ausencia de color Edith Placencia Luis Flores Sebastián Veytia Toño Ulloa

Al margen Adriana Díaz Alberto Rosas (q.e.p.d)

Azul Alicia Romo Guillermo Dávalos

Bocas despintadas Flora M. Sánchez Margarita Robertson Bola y cadena Cuahutémoc García Boulevard Gilberto Flores Minerva López Canto nuevo Humberto Ortiz Carretera 61 Enrique Blanc Cada loco con su tema Rudy Almeida Julieta Marón Carmen Sosa Enrique Blanc Hugo García Circo, maroma y teatro Guillermo García


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Contacto urbano Lissette Álvarez Mario Franco Paty Blue Conversaciones con Manuela Ana M. García Dante Medina Joel Rodríguez Julio C. Cruz Julio Mangiameli Karina Torres Paco Padilla Patricia Solana Raúl Aceves Ricardo Duarte Santiago Pando José Quezada Gabriela Martínez Antonio Venzor Roberto Castelán Jorge Triana Raúl Bañuelos Karla Sandomingo Cuarto de nota Julieta Marón Cuenta regresiva Amaranta Soto Carlos Ramírez Cucea Culturama de Jalisco Rosa García De arriba abajo Alejandra Ruiz Álvaro J. Gómez

De estación a estación Álvaro de la Rocha el Cheto De la butaca a la banqueta Patricia Bravo Raúl Bañuelos Rubén Martín Diálogos Luis M. González Días de radio Alejandro Mendo Alonso Torres Gabriel Zamora Guadalupe Estrella Jade Ramírez José J. Martínez Pinos Juan D. Castillo Víctor Espinoza Dimensión colorida Alejandra Abbadie Alicia Caldera Alma R. Arévalo Arelí Abaddie Arie A. Ortiz Ashly Y. Sherman Axel de la Torre Braulio I. Padilla Carlos O. Reyes Carlota S. Villa Carmen Frynne Daniel A. García Daniel Carreño Daniel C. Romero Diego A. Esquivel Diego López Enrique L. Vázquez Fernanda del C. Esquivel

Gary F. Escoto Gloria D. Chávez Heiry C. Guzmán Homero Abbadie José M. Jiménez Karen E. Conde Katya D. Ron Leopoldo Montaño Lía D. Villa Lizeth Navarro Lot Hernández Luis A. de la Torre Margarita Ibarra María C. Maldonado Melisa Nungaray Miguel A. Arévalo Miguel Ángel García Minerva Flores Óscar G. Arévalo Porfirio Díaz Rafael Villa Rai Hernández Sandra C. Guzmán Sebastián A. González Sofía C. Leboeuf Valeria M. Ortega Disonancias Luis M. Rodríguez Raúl Ramírez Dopatrip Alicia Caldera Adrián S. Pérez Alejandra Ramos Gloria I. de Aguinaga Héctor V. Esqueda Paulina Lino

Ecos del aljibe Luis M. González Egresados en contacto Ana G. Bautista Guillermo Gómez Laura Robles El acordeón Manuel Falcón Marco Islas El club planetario Ignacio López Rogelio Flores El despeñadero Alfonso Martínez Antonio Muñoz Ernesto Catalán Juan C. Jiménez El expresso de las 10 Alejandro Vargas Ana C. Pinedo Ángel Meulenert Armando Cueva César Zepeda Columba Sánchez Consuelo Hernández Eugenia Milke Fernando Rodríguez Francisco Gutiérrez Gabriela Gómez Gabriela Ramírez Germán Cardona Guillermo Ogarrio Héctor Hernández Humberto Rochez Ignacio Domínguez Rubén Bautista


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Jesús Mejía José de J. Gutiérrez Juan C. Hernández Julio C. Vega Julio Villegas Laura Landeros Marco A. Pérez Ma. Dolores Estrada Marisela Sánchez Miriam Medina Patricia Becerra Rubén B. Ceja Sergio Morales Zunyeki Montalveli Alonso Torres

El gabinete del Dr. Caligari Alfonso Islas Sandra Gallo Gilberto Domínguez Gabriela Bautista

El festín de los marranos Alfredo Juárez Julio Haro Paco Navarrete Trino Camacho Xavier Woo Rodolfo Che Bañuelos

El ritual de lo habitual Enrique Blanc

El fonógrafo Alfonso Islas (hijo) Atenea Huízar David Guerrero Francisco Navarro Manuel Ornelas Perla Gómez Rosa D. Saucedo Violeta M. Parra Edmundo Gómez Arturo Suárez Raúl Bañuelos

El minibus Sergio Velasco Rafael Ramos

El hipopótamo Domi Bañuelos El hombre y su contorno Jesús Kleman Jesús Pérez El lado salvaje del paraíso Alejandro Rizo

El salón de los sueños Fabiola Gutiérrez Jorge Taboada Francisco Navarro

El saltaperico Amaya Castellón Angélica Íñiguez Beatriz E. López Carla X. López Carlos Correa Cristina Maldonado Enrique Wood Gabriela Wood Gerardo Monroy Héctor Torres Ilsem Y. González de Alba Joel T. Robles

Juan Larrosa Laura A. Alcalá Laura Blanco Luis O. Trinidad Mario S. Rubio Nicolás T. Robles Noemí C. López Ovidio Castellón Paulino Monroy Sara Andonaegui Valeria Guzmán Xóchitl Cecillon Gilberto Domínguez Laura Meza Gloria Nuño la Abuelita Óscar Fernández Ovidio Castellón Ricardo Fernández

Electrocardiograma Álvaro de la Rocha Javier Audirac

El sapo vengador Agustín Gamiño

En frecuencia Gilberto Domínguez José Díaz Betancourt Ana María García

El son entero Edmundo Gómez Mario A. Nájera El tendedero Agustín Contreras Claudia Galván David Guerrero El tintero Alma Varela Arturo Suárez Carmen Sosa Elena Castillo Ernesto Urzúa María Salazar Rita Navarro Víctor H. García

En concierto Charles Nath Guillermo Dávalos Guillermo Flores Guillermo Salvador Javier Vizcaíno Pieter de Vries Dolores Hernández En escena Ana Teresa Ramírez En eso andamos Álvaro J. Gómez

Entrada libre Alfredo Sánchez Avelino Sordo Bernardo Esquinca Carlos E. Orozco Emilio García Gerardo Lammers Juan José Doñán Juan Villoro Lucy Virgen María Dolores Estrada María Palomar Ricardo Yáñez


Galaxie 500

Entropía Eduardo Salas Ivan Mendo José J. Martínez Pinos

Fábrica X Federico Sánchez Luis Flores Sebastián Veytia Alejandro Dávila

Escena radio Lourdes González David Guerrero Miguel Lugo Vanessa García

Factor público Lissette Álvarez Luis Rabinal Virgilio Rincón

Espacio abierto Julieta Marón

Filósofos y coristas Hugo Gutiérrez Vega

Este era un gato con los pies de trapo y los ojos al revés Alfredo Larrosa Angélica Íñiguez Citlalli Gradilla Gabriela Martínez Juan Romo Lalo el Chabelo Luis I. Ramírez Luis T. Robles Margarita Robertson Mari Camarena Pablo Gradilla Tania Arana Teresa Medrano Alicia Caldera Cecilia Fernández Joel  T. Robles Nicolás T. Robles

Flamenkeando Sofía Solórzano

Expresiones académicas Rubén Navarro Sol Pérez Lucía López Juan F. Ramos

Fox base alpha Sergio Aguilar Álvaro de la Rocha Frecuencia dadá Fernando Llamas Luis E. López Macario Galaxie 500 Álvaro de la Rocha Edith Placencia Giros Francisco Castellón Globosónico André Martial Guadalajara gay radio Miguel Galán Ricardo Salazar

Horizontes críticos Javier Álvarez María Esther Sherman Raúl Padilla Hoy con el rector general Cristina Morfín Victor M. González Alonso Torres Guadalupe Estrella Informativos Adriana Inojosa Alberto Osorio Aldo Nava Alejandra X. von Bertrab Alfredo Rodríguez Alicia Calderón Alicia Moye Ana María García Ana C. Pinedo Angélica Rodríguez Angélica Santana Antonio Venzor Bertha Castillo Candelaria Ochoa Carlos Martínez Carlos Ramírez Carlos Rosas Carmen Gómez Cecilia Márquez Claudia R. Reynoso Cristela Rodríguez Cristina Félix David Hernández Diego de Santiago Augusto Ramírez Riestra Gilberto Rosas Joel Robles Edna Jaramillo Eduardo Mar de la Paz

Elizabeth Raygoza Elsa Arenas Felícitas Reyes Felipe Silva Francisco de Anda Gabriela González Genoveva Díaz Gerardo Rico Gonzálo García Guillermo Cortéz Ignacio Pérez Isabelle Arroyo Isaura López Jaime Arteaga Jaime Barrera Janette González Javier Hurtado Jorge Covarrubias José Díaz José Galindo José L. Estrada José L. González José M. Pulido Josefina Real Juan C. Núñez Juan Carrillo Juan M. Martínez Juliana Fregoso Karla Planter Karla Sandomingo Laura Sepúlveda Leonardo Schwebel Liliana Zamora Luis F. Loza Luis M. González Luz E. Castillo Manuel Falcón Mara Robles Marcela Leopo Marco Islas Margarita Pimienta

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Margarita Sierra Margarita Valle María E. González Mario F. González Melisa Jongitud Moisés López Mónica Carrera Mónica Silva Nivia Cervantes Omar Cruz Omar de la Cruz Omar Fares Omar Nava Oswaldo Muñoz Pablo Hernández Pablo Rodríguez Paloma Morfín Patricia Peña Perla Rodríguez Priscila Hernández Rafael Ramos Raúl Yáñez René Delgado Reynaldo Lozano Ricardo Ibarra Ricardo Salazar Roberto Castelán Roberto Morán Rocío Rivas Rodolfo Chávez Rodrigo Romo de Vivar Rosaura Saldaña Salvador Sánchez Sandra Rubio Sara Núñez Sergio Bross Sergio Velasco Silvia Valencia Sonia Serrano Surya Palacios

Susana León Susana Martínez Talía Zepeda Tonantzin O. Perfecto Vanesa Robles Víctor Chávez Víctor Magaña Víctor Wario Wendy Aceves Yllelina Aponte In tempo Alberto Rosas Jamáfrica Omar de León Jazzforismos Adriana Sabugal Sara Valenzuela La caja de Lumière María Macías Alejandro Segovia La caja negra Juan Nepote Martha González Carmen Sosa Teresa Medrano La carreta Luz Elena Castillo Manuel Falcón Luis Usabiaga La chora interminable José I. Solórzano Jis Trino Camacho Rodolfo Almeida

La cuenta de los guías Ada E. Figueroa Adriana Leal Alejandro Aguilar Alfonso Islas Begoña Lomelí Begoña Palacios Bertha Castillo Dante Medina David Guerrero Dolores Tapia Elizabeth Flores Emilio Vega Fausto Ramírez Francisco Partida Godofredo Olivares Jade Ramírez Juan Valencia Juanarco León Plascencia Mario Gutiérrez Silvia E. Castillero Raúl Ramírez Raúl Bañuelos Guillermo Vaidovits La glorieta Patricia Peña Luis García La juke box Álvaro de la Rocha Javier Audirac

La pitaya ye-yé Luis Usabiaga Mario Franco Octavio Limón Trino Camacho José I. Solórzano Jis La puerta del príncipe Alejandra Soto Felipe Aceves Francisco Tijerina Mariana Niño Maritza J. Ortega Rocío Sierra Julio C. Cruz Ana María García Karina Torres José Quezada La rockola arrabalera Jorge Triana Hugo Molina La ronquera de la radio Hugo Martínez Manuel Verduzco La última tentación Alejandro Dávila Eduardo Aguinaga

La literatura y el hombre Ernesto Flores

Las ruecas del tiempo Gilberto Domínguez Raúl Bañuelos Jorge Sousa Lisi Turrá

La maraca atómica Paco Navarrete

Latinoamérica y el mundo Jesús Pérez


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Le femme Javier Audirac

Elky Guillen Rogelio Flores

Limbo Alicia Caldera Astrid Abbadie Catalina González Cecilia Fernández Edgar Vallín Fabián Flores Gabriela Bautista Gilberto Flores Hugo Álvarez Iris Valenzuela Isaac Ortiz Isis Torres Jamsor C. Moreno Juan S. Larrosa Karla López Laida Carreño Leonardo P. Magdaleno Leslie Archundia Mariana Medina Mario Castro Minerva López Octavio Racial Paloma Torres Roberto Ruiz Sarita Andonaegui Sebastián Cecillón

Luvina letras al aire Silvia E. Castillero Gabriela Bautista Victor Ortiz José I. Carranza

Noticiero universitario de la ciencia y la tecnología Rodolfo Oceguera

Los sueños del éter David Guerrero Gloria Briseño

Nouvelle extravagance André Martial Javier Audirac

Los universitarios hoy Elena Castillo José Quezada Mario Franco Verónica Melgoza

Observatorio político Manuel Rodríguez

Línea deportiva José Dorazco Lucio Vázquez Raúl de la Cruz Litio Álvaro de la Rocha Alejandro Dávila Edith Placencia

Mezclas duras Rodolfo Che Bañuelos Marcela Zaife José J. Martínez Metalmorfosis Juan Carlos Guerrero

Mutek radio Alejandro Merodio Javier Audirac

Ópera radio Ernesto Álvarez Verónica López Dolores Hernández Javier Vizcaíno Okupa Sound Sistem Mahatma Robles Víctor H. López

Música contra el olvido Lester Acosta

Páginas adentro Álvaro González Jesús Burgos

Música de México Dolores Hernández

Panorama Ernesto Flores

Música del mundo Robert Coorley

Perspectivas Omar García

Música formal Roberto Morales

Planeta verde Alejandro Juárez Francisco Rojas Gabriela Díaz

Poligrama de Jalisco Cuauhtémoc Cisneros Por el ojo de la cerradura Bernardo Barajas Elena Méndez Julieta Marón Lilian Solorzano Puerta 1 Almendra Orozco Elisa Cárdenas Fabián Robles J. Igor González Ma. Candelaria Ochoa Ma. Concepción Barrientos Ramón Gómez Alicia Caldera Puerto Saoco Beatriz Bustos Domingo Pérez Guadalupe Estrella Alonso Torres Punto de encuentro Lidia Casillas Marisol Rivera Jesús Becerra Josefina Real Alonso Torres Quemando cromo Felipe González Retrato hablado Elena Castillo Mario Franco Guadalupe Huerta


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Radio cinema Amaranta Soto Guillermo Vaidovitz Cuaad Rap Amaranta Soto Mara Robles Margarita Sierra Rumor corrosivo José J. Martínez Pinos Juan P. Vélez El pitayo Mario Franco Semana Internacional Carlos Arriola Señales de humo Agustín Guerra Alejandra Tello Alfonso Islas Alfredo Sánchez Angélica Iñiguez Aníbal Vivar Antonio López Araceli Aguerrebere Armando Zacarías Arnoldo Hernández Arturo Camacho Arturo Chamorro Arturo Suárez Carlos Lara Carlos López Carlos V. Castro Cecilia J. Fernández Christian Guevara Claudia Coronado Coralie Le Clec´h Cuauhtémoc Vite Diana Camacho

Dulce M. Zúñiga Elvira García Emilia Orendáin Emmanuel Carballo Enrique Sánchez Érika Orendáin Francisco J. Cortázar Francisco Pérez Gabriel Canales Guadalupe Camacho Javier Espinoza Jorge Esquinca José Castillo Josué Carballo Juan M. Barragán Karla Sandomingo León Plascencia Lucy Virgen Luis R. Morán Luz Palomera Manuel Maciel Marco A. Gabriel María E. Orendáin María G. Rivera Martín Mora Miriam Kaiser Pablo Arredondo Rebeca Gómez Rigo Mora Santiago Maisterra Sarah Corona Silvia E. Castillero Sven Buchloch Ulises Corona Vanessa García Séptimo día Christian Mejía Isaac Ortiz

Serpientes y escaleras José Díaz José L. Estrada Servicio a domicilio Alonso Torres Ángel Meulenert Armando Cueva César Zepeda Columba Sánchez Eugenia Milke Gabriela Ramírez Germán Cardona Guillermo Ogarrio Ignacio Domínguez Rubén Bautista Jesús Mejía José de J. Gutiérrez Juan C. Hernández Julio C. Vega Julio Villegas Laura Landeros Marco A. Pérez Marisela Sánchez Patricia Becerra Zunyeki Montalveli Dolores Hernández Héctor Hernández Sierra adentro José J. Martínez Pinos Patricia Ríos Sólo jazz Daniel García Mario A. Nájera Rocío Larráuri Rodolfo Rojas Sara Valenzuela

Sonósfera Gabriela Bautista Homero González Luis Aguilar (Dj Lennon) Sospechosos comunes Enrique Blanc Rodolfo Che Bañuelos Javier Audirac Surf and reggae Ricardo Velarca Rogelio Flores Álvaro de la Rocha Sutudg Lidia Casillas Teleférico Cecilia Fernández Gabriela Bautista Juan Heredia Tercer movimiento Moisés Silva Territorios Adriana Alzaga Alejandro Martínez Armando Abreu Arturo Espinoza Carlos Valencia Daniela Leyva Gerardo Valenzuela Liliana Espinoza Lorenza Petersen Maya Piedra Michelle Pérez Sofía Ortega Susana Segovia Tania Flores


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Usi Baro Gabriela Martínez Margarita Robertson Teresa Medrano The other side Samantha Mac. Namee Tocabilly Álvaro de la Rocha Rogelio Flores Tocatta y swing Sandra Villarreal Guillermo Dávalos Rodolfo Che Bañuelos Amaranta Soto Transparencias Domi Bañuelos Triunfos y derrotas David Guerrero Enrique León Francisco Aguiar Luis F. Loza Manuel Trujillo Raúl de la Cruz Víctor M. González Turisteando Rafael Ramírez Jorge Pablos Gerardo Ramírez Una en el espejo José J. Martínez Pinos Mercedes Cárdenas Diana Solórzano

Universo sonoro Rodolfo Che Bañuleos Sara Valenzuela Julieta Marón Enrique Blanc Alfredo Sánchez Viceversa Adriana Moreno Claudia Peñuelas Irma Valadez Jaime Luvín Lorenza Torres Pablo Arredondo Alicia Caldera Vereda tropical Javier Valenzuela Vuelo nocturno Diego de Santiago

Ingeniería Adán Ronzón Adolfo Díaz Agustín Cervantes Alberto Vargas Carlos Díaz Eliseo Orozco Fernando Fuentes Fortino Montaño Francisco Estrada Francisco Velasco Humberto Magaña Fernando Cabral el Prince Ismael Rodríguez Javier Álvarez Jorge Franco José del Río José Luis Vázquez José M. Díaz Juan Berrospe Manuel M. Ortiz Martín Sánchez Noé Davis Pedro Castañeda Pedro Ramírez Ramón E. René Raúl Martínez Raúl Peguero Ricardo Gaytán el Cadillac Rubén Hernández

Administración Alejandra Olmos Amanda Sandoval Angélica Hernández Antonio Álvarez Antonio Cortés Álvarez Antonio Cortés Pulido Beatriz Hernández Berenice Rea Bertha Mora Carolina Barajas Celia M. Castañeda Elba Frutos Francisco Lemus Guadalupe Estrella Guadalupe Vergara Jorge Pablos José A. Torres José de J. Delgadillo José M. Díaz Juan Heredia Julieta Aceves Luz M. Posadas Mariana Becerra Martín Plasencia Paloma Arriola Rafael Ramírez Raquel Navarrete Víctor Méndez


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Agradecimientos A Marco Antonio Álvarez, Rodolfo Oceguera, Josefina Real, Guadalupe Estrella, José Luis Vázquez, Pedro Castañeda, Julieta Marón, Álvaro de la Rocha, Cecilia Fernández, María Salazar, Hugo García, Consuelo Hernández, Karina Torres, Gaby Gómez, Adela Gaillard y Chema Martínez, por poner a nuestra disposición su acervo fotográfico personal.   Rendija, por facilitarnos las fotografías que formaron parte de la exposición en el Museo de Arte de Zapopan (MAZ).

nto e i m i c e d Agra : a l a i c e p es • • • •

A Gabriela Castillo Rivera, por su tiempo y apoyo. A Alonso y a Consuelo, por facilitar los testimonios de los radioescuchas. A Luz Elena Castillo Díaz, por hacer posible la realización de este proyecto.

Raúl Peguero, Cecilia Fernández y Sara Andonaegui

Dolores Estrada Jordi Rosado, Gabriela Vargas, Cristina Pinedo, Alonso Torres y Consuelo Hernández


1

2

3

5 Fotografías: Rendija/Chema Martínez

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• 1. Alicia Caldera • 2. Luz Elena Castillo • 3. Marco Antonio Álvarez y Víctor Méndez • 4. Jade Ramírez y Priscila Hernández • 5. Rosaura Saldaña

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1 2

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• 1. Jis y Trino • 2. Jorge Souza, Lisi Turrá y Raúl Bañuelos • 3. Lourdes González • 4. Víctor Ortiz e Isrrael Carranza


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Fotografías: Rendija/Chema Martínez

3 2

3

4

• 1. José Luis Vázquez • 2. Humberto Magaña • 3. Cristina Félix • 4. Verónica López y Ernesto Álvarez • 5. Edna Parra 6. Elba Frutos

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1

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• 1. Jorge Triana • 2. Rodolfo Che Bañuelos • 3. Ana María García • 4. Martín Plascencia y Celia Castañeda • 5. Álvaro González


2

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Fotografías: Rendija/Luis Caballo • 1. Raúl Martínez • 2. Elena Castillo • 3. Jesús Delgadillo y Francisco Lemus • 4. Josefina Real • 5. Rudy Almeida

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• 1. Alfredo Sánchez y Cecilia Fernández • 2. Guillermo Gómez • 3. Paloma Arriola y Juan Heredia • 4. Amaranta Soto • 5. Pablo Hernández • 6. Dolores Hernández


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4

Fotografías: Rendija/Rafaél del Río

• 1. Rubén Navarro • 2. Gilberto Domínguez • 3. Guillermo Olmos • 4. Francisco Lemus


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• 1. Álvaro José Gómez • 2. Sara Valenzuela • 3. María Salazar, Ernesto Urzúa, Carmen Sosa y Hugo García • 4. Tonantzin Octavio Perfecto • 5. José Díaz • 6. Ernesto Flores


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4

Fotografías: Rendija/Cuitláhuac Correa

• 1. Isaura López • 2. Manuel Falcón • 3. Rogelio Campos • 4. Fortino Montaño • 5. Rodrigo Romo de Vivar


112

1

2

3

5 4

• 1. Alonso Torres • 2. Gabriela Bautista • 3. Enrique Blanc • 4. Hugo Molina • 5. Arturo Suárez


113

1

2

3

5

4

Fotografías: Rendija/Mónica Cárdenas

• 1. José Galindo • 2. David Guerrero • 3. Guillermo Dávalos y Javier Vizcaíno • 4. Julieta Marón • 5. Guillermo Díaz


114

1 2

4

3

5

6

• 1. Guadalupe Estrella • 2. Raúl Peguero • 3. Alejandra Olmos • 4. Dolores Estrada • 5. Francisco Navarro • 6. Marco Islas


115

2

1

4

3

5

Fotografías: Rendija/Paula Islas • 1. Angélica Hernández • 2. Pedro Castañeda • 3. Álvaro de la Rocha Cheto y Javier Audirac • 4. Paco Navarrete • 5. Antonio Rollos Muñoz y Poncho Martínez


Texto original de cierre de transmisiones de Radio Universidad de Guadalajara, 1974.


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