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Fernanda Borches
Favoritos Actriz: Isabel Hopper y Cate Blanchett. Actor: Mads Mikkelsen, Robert De Niro, Christian Bale. Libro: The Handmaid's Tale o cualquiera de Elfriede Jelinek. Comida: Ravioles de ricota y espinaca; aunque va cambiando. Lugar en el mundo: Londres y Nueva York.
Tres prendas indispensables en tu clóset: Jeans negros, blazer negro y una t-shirt blanca. ¿Cómo te describirías en tres palabras? Valiente, aprensiva y generosa. Tu frase de vida: depende de lo que esté viviendo; pero ahora sería “La suerte está echada”.
¿Qué veremos en la segunda temporada de “La Doña”? Está padrísima, tiene un ritmazo y Fátima, mi personaje, comparte ciertas características con La Doña: ambas son fuertes y de armas tomar. En la historia soy más emocional, una mujer de familia que ahora está en el mundo de Altagracia (Aracely Arámbula). Fátima queda muy vulnerable, y es a través de esta situación que encuentra una forma de salir adelante.
¿Te identificas en algo con tu rol? Sí, en sacar fortaleza de la vulnerabilidad. Siento que al reconocer que estás vulnerable, que estás en un momento donde todo se ha derrumbado o has caído, aceptar que estás en ese estado es un símbolo de fortaleza.
Te vuelves más presente y te dices a ti misma ‘OK, estoy rota por dentro, estoy lastimada... ¿Qué haré para superar todo esto?’. Una debe atravesar los dolores, no esconderlos. A veces es más fácil mirar hacia otro lado; pero creo que es mejor aceptar lo que tenga que venir.
¿En qué otras producciones te veremos para este 2020? Desde el año pasado estoy tras los derechos de una obra de teatro. No se me dio; pero se libera este año y volveré a la carga. En 2019 grabé tres series, fue un periodo bastante fructífero, y ahora están por estrenarse dos de ellas. Una es una sátira política que estará en Claro Video, y comparto créditos con Rubén Zamora. La otra es para Amazon Prime Video, y me emociona porque trabajé con James Purefoy, y lo he admirado toda mi vida.
¿Hubo algún cambio en tu faceta de actriz después de estar en la producción? Sí, muchísimos. Cuando eres actriz no eres consciente de lo que cuesta levantar un proyecto, y después de producir teatro, me volví más flexible, tolerante y paciente. Al estar del otro lado, descubrí cuán difícil es levantar una obra, que otras personas confíen en ti, así como encontrar a los talentos para formar un equipo sólido. Y resulta muy fácil que todo se venga abajo si uno de estos elementos falla o cambia.
Por Paola Letayf
Cuando me toca dirigir, producir o asistir, trato de ser lo más generosa posible con todo el equipo, especialmente con los actores, porque sé lo frágil que es el proceso creativo, lo complicado que resulta construir un personaje.
En ocasiones, los productores no son conscientes de esto; son chips totalmente distintos: el actor tiene que vivir el presente, porque ahí está su trabajo y es cuando debe accionar. En cambio, el productor debe estar siempre un paso adelante para prevenir futuros problemas.
Dicho esto ¿cuáles son los proyectos que quieres poner en escena? Me han tocado historias de mujeres que están en un lugar de dolor; pero ahora quiero ser una Juana de Arco, es decir, presentar el momento en donde ese dolor transformó a la mujer para fortalecerla, para que ella misma escribiera su destino.
También quiero explorar la locura y niveles de fragilidad extrema. Por ejemplo, quede muy intrigada con el relato de una mujer que abandona a su hijo y se reencuentra con él tiempo después. ¿Qué hay detrás de una historia así? ¿Cómo puedo contarlo sin caer en juicios ni cursilerías? Me gustaría trabajar algo así, porque puedo explorarlo sin tener que vivirlo.
En pocas palabras, quiero contar historias donde las mujeres se conviertan en su propio príncipe, y se salven a ellas mismas; o que se asuman como su dragón, la figura que las vuelve víctimas y no las deja ser libres.
¿Cómo te describirías como mujer y actriz? Es algo difícil de separar porque ambas facetas ocupamos el mismo cuerpo. Tanto como actriz y mujer, me gusta entender al ser humano. Suena irónico, pero tengo mucho miedo y a la vez soy muy valiente. Soy muy aprensiva, y no es algo tan bueno. Sin embargo, sé que debo seguir, pase lo que pase. Casi siempre busco controlar hasta que llega el momento en el que me tengo que rendir a la situación, no queda de otra más que soltar, y es ahí cuando ocurre la magia.