RELATO EN UN SOLO ACTO Por: Alberto Martínez Boom
Muy pocas veces en mi vida, por no decir que nunca, me había puesto en la tarea de escribir sobre mi pasado personal, mucho menos sobre la escuela donde pase mis primeros años de estudio. Ahora que lo intento empiezo a entender que las huellas de antaño en un lugar como Sampués no desaparecen jamás y que por el contrario, su presencia constituye un tejido de fragmentos dispersos cuya operación no termina de armarse. Habría por tanto que reticular mi escritura con la de otros para lograr jugar a lo que Barthes llamaba “registro personal de carga".
La antigüedad de Sampués (Sucre), mi pueblo que en época de infancia hacia parte del Departamento de Bolívar, hace alusión a un cacique indígena senú que añadió su nombre a ese caserío que poblaba antes de la llegada arrasadora de los españoles. Lo recuerdo lejano, en el fondo del tiempo, al que traigo a la memoria no por sus atractivos turísticos, que los tiene muy pocos, sino por la solicitud de un amigo argentino que me propuso escribir sobre mis años iniciales de escuela y no puedo hablar de ella sin nombrar aquel espacio borroso, más grande en mi imaginación de lo que muy seguramente era. Como lo expresara alguna vez Borges: afortunadamente el copioso estilo de la realidad no es el único, existe también el recuerdo, cuya esencia no es la ramificación de los hechos, sino la perduración de sus rasgos aislados. Lo cierto es que la vida de cualquiera no es algo que aparece de modo coherente y sistemático, miles de días de los que ya no se recuerda nada, zonas empañadas que crecieron y mutaron a invención, existencias que ameritan la duda de si valen la pena o no de ser contadas.
Lo que voy a hacer para superar este impase es articular con cierta ilación algunos fragmentos de aquella vida y pensarlos no desde el pasado propiamente dicho sino desde el presente para tratar de encontrarle algún horizonte a lo que escribo. Además es cierto que llevo muchos años investigando la emergencia de la