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Por: Alberto Martínez Boom2 La investigación siempre es un ensayo. Ensayo en el que se arriesga y se ponen en juego las viejas nociones que nos han acompañado, para abrirnos a la posibilidad de la incertidumbre, de la sospecha. Ensayo también para intentar desdibujar lo que inicialmente se definió como trabajo y poner en suspenso las hipótesis preconcebidas, las verdades instaladas. Ensayo finalmente porque ensayamos estar en constante desplazamiento. Existe un bache histórico y epistemológico que emerge en ese desplazarse contemporáneo que Deleuze llamó pensamiento, cabe entonces preguntar: ¿Qué función cumple la historia de la educación en este paisaje fragmentado de saber y poder? ¿Qué conexiones, vigencias y desplazamientos se han generado en las maneras de hacer historia de la educación? ¿Cómo relacionar la historia de la educación con un trabajo filosófico que nos haga habitar lo contemporáneo? Para el historiador de la educación no existen salidas fáciles. Ya Kant había mostrado las exigencias de responder al presente histórico, al preguntarse ¿Qué es la ilustración? en realidad estaba indagando por el tiempo que nos ha tocado vivir, es decir, este periodo histórico del que somos una parte inherente. Sintonizados sobre esta exigencia la época actual nos plantea un debate plural sobre la función de la educación y la pedagogía y en particular de la historia de la educación en la diversa definición política y cultural de nuestras sociedades. No se trata de hacer un propuesta, mucho menos de prefigurar un modelo, todo lo contrario, importa desplazarse por unas aristas que rompen la monótona quietud de la verdad. Lento ha sido, entre nosotros, el proceso demolitorio de los planteamientos elaborados por los filósofos de la sospecha 3 que han colocado en suspenso los presupuestos de la hegemonía moderna: el sujeto y su función protagónica colocado como fundamento de la certeza, la noción de progreso que dotó de sentido único y continuo a la historia, la realización de un proyecto de civilización universal que alcanzara la meta de la libertad y de la prosperidad, el logos y la racionalidad occidental como criterio único de verdad que se convirtieron en instrumento para predecir y controlar la acción humana. Semejante vanidad, que ya había sido ironizada por Federico en el siglo XIX, termina en el descrédito de la idea de progreso. Michel Serres ha señalado que Conferencia del V Coloquio de Pesquisa sobre Instituciones Escolares que organiza la Universidad Nove de Julho, UNINOVE, en Sao Paulo (Brasil) entre el 27 y el 29 de agosto de 2008. 2 Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Investigador y Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional (Colombia). El presente documento debate con otro texto que había elaborado en compañía de Olga Lucía Zuluaga Garcés a propósito de los desafíos de la historia de la educación. 3 Me refiero a Friedrich Nietzsche, Kart Marx, Sigmund Freud, Martin Heidegger, Michel Foucault, Gilles Deleuze, George Bataille, Jacques Derrida, Jean-Francoise Lyotard, Gianni Vattimo y Richard Rorty. 1