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Nuevos negocios: la forma de capitalizar fomentando la cultura colaborativa y el trabajo en equipo
Por Gustavo Ascanio, Gerente General, Coca-Cola FEMSA EMBOCEN Guatemala
Como parte de una empresa líder en la industria de bebidas, cada vez es más necesario formar personas con “liderazgo multiplicador” como catalizador del crecimiento y la innovación. Este modelo de “liderazgo multiplicador” fortalece la inteligencia, capacidades y compromiso colectivo de nuestros equipos al preparar a las personas para ser líderes.
Lo anterior implica, una gran responsabilidad de parte de los gerentes de la organización para que nos involucremos cada vez en desarrollar una cultura colaborativa, incluyendo una estrategia integral con programas de capacitación, dinámicas culturales y campañas de comunicación diseñadas para permear a todos los colaboradores que forman parte de la compañía.
Este enfoque colaborativo debe ser de forma general; es decir, desde nuestro personal operativo hasta el equipo directivo, fomentando en todo momento un lugar de trabajo que provea seguridad psicológica, misma que nos ayuda a asegurar que todos los colaboradores se sientan valorados, respetados y motivados a asumir un rol activo en nuestro crecimiento.
En ese sentido, es importante recalcar que para poder evolucionar es necesario “aprender a desaprender” y estar abierto no solo a actualizarse, sino también a tener una mentalidad exploradora para adquirir nuevos conocimientos y encontrar formas innovadoras de hacer negocios.
Esta mentalidad exploradora debe aplicarse tanto hacia lo interno de la empresa, en la que incluyen prácticas que van desde compartir experiencias con todos los equipos hasta aprender de las diversas generaciones; así como, al ámbito externo que consiste en conocer el mercado, saber qué están haciendo las demás industrias, cómo se están actualizando y así poder evolucionar y poner en práctica nuevas formas ágiles de hacer las cosas.
Para poder lograr todo lo anterior, es importante empezar conociéndose a uno mismo, saber cuáles son las fortalezas y debilidades, para así poder trabajar en cada una de ellas y lograr el cambio, pero siempre manteniendo una mentalidad de crecimiento.
Consecuentemente, el aceptar nuevos retos, que nos obliguen a salir de la zona de confort, hace que tengamos la capacidad primero de querer lograrlo y también de trabajar en el autodesarrollo, generando así la oportunidad de un crecimiento integral desde lo personal, lo profesional y lo espiritual.
Se tiene claro que para llegar a tener éxito en lo que hagamos en nuestro rol de líder, se debe establecer la cultura colaborativa y enfrentar principalmente dos retos importantes; el primero, es hacer que nuestros equipos sean exitosos, liderando una estrategia acorde con los valores y principios de la empresa y, el segundo, es lograr influir positivamente en el equipo a cargo para alcanzar nuestros objetivos de largo plazo y tener éxito en la transformación esperada.
En conclusión, el promover y fortalecer ese “liderazgo multiplicador” generará ecosistemas donde cada miembro se siente valorado, desafiado e inspirado para aportar de manera significativa al trabajo; porque al inspirar, empoderar, motivar y desarrollar a cada miembro del equipo, se fomentará no solo la productividad e innovación, sino también se construyen las bases de una cultura organizacional colaborativa, resiliente y orientado al éxito.