El contexto: la crisis ecológica global Discurso realizado por Carlos Oyarzún en ceremonia de entrega Premio Luis Oyarzún Carlos Oyarzún es Director Instituto Ciencias de la Tierra Universidad Austral - 14 noviembre 2018 Actualmente la comunidad científica mundial concuerda que desde la mitad del siglo XX, una nueva era geológica ha surgido, el denominado Antropoceno* en el que las acciones humanas se han convertido en el principal impulsor de los cambios ambientales globales. Estas actividades humanas están empujando al planeta Tierra fuera del estado ambiental estable que había predominado durante por lo menos 10.000 años durante el Holoceno, con consecuencias que son perjudiciales e incluso catastróficas para grandes partes del mundo. El resultado podría ser irreversible y, en algunos casos, estos abruptos cambios generarán un estado menos propicio para la vida de los humanos. Estos cambios ambientales en las últimas décadas han dado origen a la llamada “crisis ecológica global” que se manifiesta especialmente, entre otros fenómenos, en el cambio climático global y la pérdida acelerada de biodiversidad. Probablemente la pérdida de biodiversidad sea el factor más importante de cambio global, debido a sus profundas implicancias en el funcionamiento de los ecosistemas. Desde la llegada del Antropoceno, los seres humanos han aumentado la tasa de extinción de especies a una tasa entre 100-1000 veces mayor que las tasas que han prevalecido en la historia del planeta. La presente tasa de pérdida de biodiversidad constituye el sexto mayor evento de extinción en la historia del planeta y el primero causado por los impactos de las actividades humanas. Los eventos de extinción precedentes causaron cambios masivos y permanentes en el funcionamiento de los ecosistemas de la Tierra.
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Formalmente la marca que determina este cambio de era geológica son los residuos radioactivos del plutonio, producto de los ensayos nucleares realizados a mediados del siglo XX (1950). El Antropoceno es el momento en que los humanos conseguimos cambiar el ciclo vital del planeta, cuando los humanos sacamos al planeta de su variabilidad natural. Están profundamente impactados los grandes ciclos biogeoquímicos globales como el del carbono, o el del nitrógeno. O el ciclo del agua.
Muchos ecólogos y científicos ambientales han indicado que esta crisis tiene profundas raíces culturales. Que para encontrar soluciones se requiere de una nueva visión del mundo. Una nueva manera de relacionarnos con la naturaleza. Esta nueva visión del mundo requiere de un pensamiento sistémico y no fragmentado. Con énfasis en la cooperación y no en la competencia. De una visión holística y no reduccionista. Las ideas conservacionistas y preservacionistas están construidas a partir de estos conceptos. ¿Para qué conservar? Para muchas personas la conservación de la biodiversidad está fundamentada en valores éticos. Estos valores están basados en el sentimiento religioso o casi religioso de mucha gente en muchas culturas de que las diversas formas de vida tienen un valor intrínseco y, por lo tanto, merecen ser preservadas y respetadas. Para otros, la idea de que el ser humano, al ser la especie dominante del planeta, tiene una responsabilidad ética de preservar y cuidar a todos los seres vivos. Y finalmente está los valores económicos directos e indirectos que sustentan las ideas conservacionistas (servicios ecosistémicos, turismo, protección del agua y suelos…etc).
Patagonia: la última frontera Desde hace décadas, incluso hasta el presente, el nombre de Patagonia evoca imágenes de enormes territorios, llena de montañas, ríos y glaciares que forman uno de los más extraordinarios fenómenos geológicos del planeta y que ha seducido a los viajeros y exploradores. Patagonia es considerada uno de los últimos territorios del planeta de naturaleza salvaje y poco tocados por la mano del ser humano. Dentro de su territorio contiene Campos de Hielo Sur, la tercera reserva de agua dulce del planeta. Desde un punto de vista ecológico, Patagonia posee una biodiversidad única que incluye variadas especies animales y vegetales que existen solo en esta región del planeta.
El Premio Luis Oyarzún En 1996 la UACh instituyo el premio Luis Oyarzún que busca entregar un reconocimiento a quienes, a través del arte, la ciencias o las humanidades hayan hecho contribuciones destacadas para el logro de relaciones armónicas entre los seres humanos y la naturaleza o que hayan contribuido de manera notable a la resolución de problemas y requerimientos del ser humano, de la sociedad y del entorno.
La Universidad Austral de Chile otorgó el Premio Luis Oyarzún a la conservacionista Kristine Mcdivitt Tompkins por su destacada contribución en la generación de un marco de valores de rescate y protección de la biodiversidad, impulsando alternativas de desarrollo económico coherentes con una mirada de gestión integral de los territorios.
KRISTINE MCDIVITT TOMPKINS Kristine McDivitt Tompkins, es una destacada conservacionista y filántropa estadounidense. Creció en una propiedad agrícola al Sur de California y más tarde se trasladó por algunos años a Venezuela. Se graduó en historia en la Universidad de Idaho en Caldwell, con una beca deportiva practicando esquí competitivo. Posteriormente, desde su fundación en 1973 participó en Patagonia, dedicando 20 años a la gestión innovadora con énfasis en la responsabilidad social. Esta compañía de ropa llegó a donar el 1% de sus ventas o el 10% de sus ganancias a causas vinculadas al cuidado, recuperación y conservación medioambiental. Esta inicitiava se consolidó con la creación del One Percent for the Planet Club. A partir de 1993 se dedicó por completo a la conservación, trabajando -en conjunto con su esposo Douglas Tompkins- en la creación de grandes áreas de protección silvestre en Chile y Argentina. Su primer proyecto fue la creación del Parque Pumalín, una reserva natural de acceso público de 400.000 ha en la Región de Los Lagos, que busca proteger la ecorregión de los bosques templados-lluviosos. Veintiséis años después de la compra de las propiedades iniciales que luego formaron el proyecto de conservación privada más grande del mundo, en marzo de 2017, la entonces Presidenta Michelle Bachelet aceptó formalmente la propuesta de Tompkins Conservation, la organización sin fines de lucro formada por el matrimonio Tompkins, para llevar a cabo sus actividades de conservación, y crear la Red de Parques Nacionales de la Patagonia, que se concretó con la firma
de la Gobernante y de Kristine, del “Acta de Entrega” en que las Fundaciones Pumalín, Conservación Patagónica y otras entidades donantes ligadas a la familia Tompkins, formalizaron el traspaso al Estado de 407.625 hectáreas. Cabe señalar que esta donación al Estado de Chile es la más grande que ha realizado un privado en la historia de nuestro país, además, estos territorios de alto valor ambiental cuentan con infraestructura para su acceso público. Éste último concepto es de un valor fundamental para Kristine, que ha manifestado la necesidad de que todos, en un contexto democrático, puedan visitar estos territorios. La nueva Red de Parques Nacionales de la Patagonia establece mediante un protocolo la creación, ampliación y/o reclasificación de un conjunto de áreas de alto valor en biodiversidad y de destacado potencial para el turismo de naturaleza, emplazadas en las regiones de Los Lagos, Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo y Magallanes y Antártica Chilena. Sus objetivos son crear tres nuevos parques nacionales: Pumalín, Melimoyu y Patagonia; ampliar tres parques nacionales existentes: Hornopirén, Corcovado e Isla Magdalena; ampliar y reclasificar el Parque Nacional la Reserva Forestal Alacalufes; y reclasificar a Parque Nacional la Reserva Forestal Cerro Castillo, la Reserva Forestal Lago Cochrane y la Reserva Nacional Lago Jeinimeni. Con este proyecto Chile pasará a tener el 20% de su territorio bajo este régimen, constituyendo un ejemplo mundial de conservación con una superficie que comprende 4,5 millones de hectáreas protegidas. El 29 de enero del 2018 fue un día histórico para la conservación. La entonces Presidenta de Chile Michelle Bachelet y Kristine McDivitt Tompkins, de Tompkins Conservation, se unieron para concretar su compromiso del año 2017: crear tres nuevos Parques Nacionales en Chile y ampliar tres más. Entre los cuales se encuentran los dos proyectos emblemáticos de Tompkins Conservation en Chile, los parques de Pumalín y Patagonia. Entre los premios que ha recibido Kristine McDivitt, en reconocimiento a su labor por la conservación, destacan: Carnegie Medal of Philanthrophy, Cynthia Pratt Laughlin Medal from the Garden Club of America, Lowell Thomas Award from the Explorers Club, BBVA Foundation Award for Biodiversity Conservation in Latin America y en el año 2018 fue designada Embajadora de Áreas Protegidas de ONU Medio Ambiente. Todas las iniciativas impulsadas por Kristine McDivitt tienen una mirada integral de protección del medio ambiente que incluyen educar en alternativas económicas para las comunidades locales en coherencia con el cuidado de la biodiversidad. El despliegue internacional de esta mirada conservacionista ha puesto a dialogar a privados y estados en torno a la tensión entre el desarrollo y la conservación, poniendo esta discusión en un marco ético y de ideales, como está plasmado en la visión y valores de Tompkins Conservation: “Creemos que los seres humanos tenemos una obligación ética de compartir este planeta con otras especies y que debemos reorientar nuestros valores y actividades de tal manera que todas las formas de vida puedan prosperar”. 1850 - Cita de Henry David Thoreau, filósofo y poeta estadounidense, “En lo salvaje yace la preservación del mundo”. “En lo salvaje esta la salvación del mundo”.