INTERIOR
ASOCIACIÓN MEXICANA DE UNIONES DE CRÉDITO DEL SECTOR SOCIAL A.C.
CRÓNICA
Ante el despojo, florecemos en colectivo: rumbo a las comparticiones en Oventic y CIDECI
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Crónica Ante el despojo, florecemos en colectivo “La tierra que nos vio nacer, que nos da la vida y finalmente descansamos en ella eternamente. Por eso somos todos los colores que somos, todas las lenguas que hablan nuestros corazones, por eso somos pueblos, somos tribus y somos nación. Somos los y las guardianas y guardianes de estas tierras, de este país México, de este continente y del mundo” EZLN, agosto 2014
Nora Hinojo
La historia de resistencia comenzó a tejerse en las raíces del pueblo otomí de San Francisco Xochicuautla a partir de la licitación otorgada durante el 2007 a Teya-Autopistas de Vanguardia (AUTOVAN) - filiales relacionadas con el Grupo Higa del empresario Armando Hinojosa Cantú - para la construcción de la autopista Toluca-Naucalpan. La iniciativa, carente de recursos, estuvo en receso durante 6 años, sin embargo, fue el 23 de febrero de 2013 cuando Enrique Peña Nieto - ahora como presidente de México - otorgó un crédito por 2 mil 775 millones de pesos para iniciar la obra que conectaría la zona residencial de Santa Fe con el proyecto del Aeropuerto 2.0 en Toluca. www.amucss.org.mx 2
amucss.blogspot.mx
Las licitaciones otorgadas a este grupo durante la gubernatura de Enrique Peña Nieto en el Estado de México apenas trazaron los indicios de una estrategia estructural que tendría su orquestación a la par de las reformas - para nada estructurales - que se anunciaron durante el 2014 para el campo y en materia energética. La posibilidad de hacer legítimo el despojo a través de la “ocupación temporal de las tierras”, no sólo abrió las puertas para el desarrollo de megaproyectos extractivos y mineros en todo el país, también dejó la semilla de la resistencia en el campo fértil de la indignación. Para el 2011, las comunidades afectadas por esa “autopista de la muerte” integraron el Frente de Pueblos en Defensa de la Madre Tierra. A través de asambleas comunitarias, los pobladores de San Lorenzo Huitzizilapan, Santa Cruz y San Francisco Ayotuxco, San Francisco Chimalpa, Santa María Atarasquillo, Santa María Tlalmimilolpan y San Francisco Xochicuautla presentaron al menos cinco amparos para detener el avance de la destrucción de sus árboles y centros ceremoniales dentro del Bosque Otomí-Mexica. Cuando la idea de un “nosotros” deja de tener lugar dentro del “progreso”, aprendemos a existir desde raíces muy otras, donde la compartición de la palabra se hace necesaria para florecer en colectivo. Para aprender a ser semilla sin dejar de ser árbol, el Congreso Nacional indígena (CNI) y el EZLN anunciaron en agosto de 2014 - después de la compartición David Ruiz García - el Primer Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo.
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En medio del despojo, el corazón de las y los guardianes de la vida y el territorio comenzaron a latir en colectivo. Durante 3 días - del 21 al 23 de diciembre - pueblos del CNI y del EZLN, medios libres e integrantes de diferentes organizaciones y colectivos, se reunieron en San Francisco Xochicuautla y en Amilcingo, Morelos para compartir y abrazar, a través de la palabra, las raíces y los frutos de los procesos de resistencia que cada comunidad ha enfrentado desde sus latitudes para recuperar la dignidad de vivir y reivindicar un “nosotros” en un país donde parece que la memoria no tiene lugar. En medio de ese infierno que ellos llaman progreso, el amor florece. Los pueblos, despojados de sus rostros, sus historias, sus territorios y sus formas de entender y habitar el mundo, comenzaron a tejerse para hacer frente a una ruta de la muerte. Ser espejo para reflejarse en la colectividad de los otros y construirse en autonomía fue uno de los tantos ejes que atravesó la razón de ser de un festival que floreció en medio de la destrucción progresiva del Bosque Otomí-Mexica, donde maquinaria de la empresa AUTOVAN continúa realizando excavaciones para la construcción del proyecto carretero. Ser guardianes del mundo que nos habita implica ser árbol sin dejar de ser semilla. La inauguración del festival el 21 de diciembre - fecha de cierre e inicio del ciclo agrícola - significó para muchos, la renovación de los procesos organizativos que nos conducen a mirarnos en la colectividad. A través de una ceremonia del pueblo otomí - también conocido como ñathö - se celebró la posibilidad de reunirnos en un espacio donde, la armonía con el nacimiento de un nuevo ciclo, hacía de la compartición, un campo fértil para el florecimiento de la colectividad.
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Después de un discurso de bienvenida y agradecimiento por parte del Consejo Supremo Indígena de Xochicuautla, los familiares de los normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero tomaron la palabra para expresar el dolor y la rabia que sigue lloviendo sobre la exigencia de una justicia que parece no tener lugar. Fue entonces cuando la compartición expresó sus tanto matices. La extensión de las raíces de la palabra y del escucha hacia otras trincheras, expresó el latir de una colectividad atravesada por el mismo “mal gobierno” que despoja, desaparece, asesina y encarcela por igual. Aquí es donde dejamos de hablar en tercera persona, para comenzar a incluirnos en esa colectividad. Si el progreso nos ha robado la tranquilidad, nosotros - las y los integrantes de las comunidades afectadas por las decisiones arbitrarias del gobierno - hemos hecho del festival una fiesta para habitar la resistencia. Los músicos, acompañados del coro de niños de la comunidad de Xochicuautla, llenaron de ritmos nuestras exigencias y nuestros caminos, para poner en armonía nuestros pasos con los versos que nos dicen, claramente, que esa carretera de muerte no va a pasar. Entre música y baile aprendimos a ser el reflejo de ese espejo llamado rebeldía. Personas de todas las edades estábamos ahí reunidas para tejer el presente y el futuro de esta historia nuestra que sigue y seguirá trazando caminos mientras no exista lugar para la dignidad de la vida dentro de esa maquinaria llamada “progreso”.
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En las comparticiones nos abrazamos para escucharnos y mirarnos. Nos encontramos reflejados en los espejos de los demás, nos dimos cuenta de que teníamos rostro y que no queríamos un país sin nosotros. La Tribu Yaqui materializó ese pacto por la vida y la dignidad a través de un abrazo colectivo que se extendió hacia los otros pueblos y hacia los familiares de los normalistas de la escuela “Raúl Isidro Burgos”. La dignidad está sembrada. De Xochicuautla hasta Candelaria se traza la ruta previa a las comparticiones en el caracol zapatista Oventic y en la Universidad de la Tierra (CIDECI) en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Estas últimas estaciones representan el tiempo de la cosecha, donde se reúnen todos los frutos de la palabra sembrada a lo largo del camino para extender las raíces de una resistencia que seguimos viviendo y celebrando. El pasado 3 de enero, el Festival concluyó. En tierras donde la dignidad y la autonomía florecen, nos entendimos dentro de un reflejo colectivo llamado: vida. Estar ahí de nuevo significó, para muchos, la continuación de un camino que no se cansa de aprender a latir. Rumbo al cierre del Primer Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo, nuestra palabra sigue floreciendo en colectivo. Texto publicado originalmente en: http://www.masde131.com/2014/12/ante-el-despojoflorecemos-en-colectivo/ ASOCIACIÓN MEXICANA DE UNIONES DE CRÉDITO DEL SECTOR SOCIAL A.C.
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