Había una vez ... Cuentos Infantiles

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HabĂ­a una vez ... Cuentos Infantiles

Narraciones Infantiles Internacionales





HabĂ­a una vez ... Cuentos Infantiles


Proyecto de Cátedra | Parcial II | Unidad II Diseño Gráfico Editorial | Ciclo 01 -2020 Diagramación de libro de Cuento Docente: Lic. Michelle Vargas Nombre de Cuento: El cerdito Verde. Autor: Cristina Rodríguez Lomba Fuente: Mundo Primaria, Cuentos Infantiles internacionales, El cerdito Verde. Recuperado de: https://www.mundoprimaria.com/cuentos-infantiles-cortos/el-cerdito-verde Nombre de Cuento: Las dos vasijas. Autor: Cristina Rodríguez Lomba Fuente: Mundo Primaria, Cuentos Infantiles Internacionales, Las dos vasijas. Recuperado de: https://www.mundoprimaria.com/cuentos-infantiles-cortos/las-dos-vasijas Nombre de Cuento: La ratita Blanca. Fuente: Chiquipedia, Cuentos de animales, La ratita Blanca. Recuperado de: https://www.chiquipedia.com/cuentos-infantiles-cortos/cuentos-de-animales/laratita-blanca/ Nombre de Cuento: El rayo de la luna. Fuente: Cuentopia, Cuentos para dormir, El rayo de la luna. Recuperado de: https://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/el-rayo-de-luna Nombre de Cuento: El arbol mágico Fuente: Cuentopia, Cuentos para dormir, El rayo de la luna. Recuperado de: https://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/el-arbol-magico Habia una vez... Cuentos Infantiles Diseño, Diagramación e Ilustración: Ana Saraí Barraza Martínez Técnica ilustrativa: Acuarela y plumilla. Se prohíbe su reproducción total o parcial


Dedicatoria En El Salvador, mientras desarrollamos este parcial estamos viviendo un momento difícil, mientras muchos luchan por su vida, con mi grupo de cátedra diseñamos este libro con la esperanza que un día sea utilizado por los niños del mundo, por los papás que buscan contar a sus hijos bellas historias. Dedico este libro a mi familia y amigos, especialmente a aquellas personas que me ayudan a crecer cada día como diseñadora y artista. Pero dedicó especialmente este libro a nuestra Lic. Michelle Vargas ya que las enseñanzas de ella me ayudaron a poder crear este libro y al mismo tiempo mejorarlo. La única manera de poder generar o transmitir felicidad es compartiendola, más en los momentos de crisis. No tengamos pena a transmitir felicidad.

“ El mundo está lleno de pequeñas alegrías; el arte consiste en saber distinguirlas”



Contenido El cerdito verde Las dos vasijas La ratita blanca El rayo de la luna El รกrbol mรกgico

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El Cerdito Verde

n un lugar de Colombia que nadie recuerda, hubo una vez una familia de cerdos que vivía plácidamente en una granja. Allí tenían todo lo que se podía desear. Durante el día, retozaban en el barro y después se bañaban en cualquier charca de las muchas que había en la finca para refrescarse un poco. Si tenían hambre, su dueño les ofrecía un gran cubo lleno de ricas bellotas o mordisqueaban apetitosos frutos rojos que la naturaleza ponía a su disposición. Un día, la mamá cerda tuvo una nueva camada de gorrinos. Todos eran gorditos y sonrosados menos uno, que nació de color verde esmeralda. Los cerditos le miraron horrorizados y no entendían cómo un animal tan extraño podía ser su hermano.

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Además de verde, su comportamiento era muy diferente al de los demás. En vez de alimentarse de la leche de la madre prefería comer trozos de bizcocho. Tampoco le gustaba retozar en el barro como sus hermanos ¡A él le gustaba mucho más intentar subirse a los árboles! Con el paso del tiempo se ganó la fama de que era un cerdito raro y él lo sabía. En realidad, no le importaba lo más mínimo ser diferente. Lo que no se imaginó es que su familia y el resto de los animales de la granja, odiaban sus extravagancias y no le aceptaban tal como era. Poco a poco fueron apartándole y el cerdito se sentía cada día más solo. Nadie le hacía caso ni quería jugar con él.

El Cerdito Verde

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Harto y disgustado, una mañana decidió marcharse lejos. Ni siquiera miró hacia atrás. Con los ojillos llenos de lágrimas y lo poco que tenía, se adentró en el bosque buscando un lugar mejor donde vivir. Al finalizar el día se encontró con una pareja de ciervos entrados en años que no tenían hijos. Allí estaban ellos, masticando un poco de hierba, cuando vieron aparecer un cerdito verde ante sus ojos ¿Un cerdo verde? ¡Qué cosa más curiosa! Sin temor se acercaron a él y notaron que estaba muy triste y abatido.

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Con mucha dulzura, la cierva le preguntó qué hacía por allí, y el pequeño le contó que era muy infeliz porque nadie comprendía que no pasaba nada por ser distinto a los demás. Los ciervos se conmovieron y decidieron que ese cerdito sería el hijo que nunca tuvieron. Le lavaron bien, le dieron agua y comida y dejaron que por la noche se acurrucara junto a ellos para dormir calentito. Los tres formaron una familia pintoresca pero muy feliz y cuentan que, por aquella época, algún humano que atravesó el bosque, pudo ver la hermosa estampa de una pareja de ciervos junto a un cerdito verde esmeralda correteando entre los árboles.

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Las Dos Vasijas

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abía una vez un aguador que vivía en la India. Su trabajo consistía en recoger agua para después venderla y ganar unas monedas. No tenía burro de carga, así que la única manera que tenía para transportarla era en dos vasijas colocadas una a cada extremo de un largo palo que colocaba sobre sus hombros. El hombre caminaba largos trayectos cargando las vasijas, primero llenas y vacías a la vuelta. Una de ellas era muy antigua y tenía varias grietas por las que se escapaba el agua.

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En cambio, la otra estaba en perfecto estado y guardaba bien el agua, que llegaba intacta e incluso muy fresca a su destino. La vasija que no tenía grietas se sentía maravillosamente. Había sido fabricada para realizar la función de transportar agua y cumplía su cometido sin problemas. – ¡El aguador tiene que estar muy orgulloso de mí! – presumía ante su compañera. En cambio, la vasija agrietada se sentía fatal. Se veía a sí misma defectuosa y torpe porque iba derramando lo que había en su interior. Un día, cuando tocaba regresar a casa, le dijo al hombre unas sinceras palabras.

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– Lo siento muchísimo… Es vergonzoso para mí no poder cumplir mi obligación como es debido. Con cada movimiento se escapa el líquido que llevo dentro porque soy imperfecta. Cuando – llegamos al mercado, la mitad de mi agua ha desaparecido por el camino. El aguador, que era bueno y sensible, miró con cariño a la apenada vasija y le habló serenamente. – ¿Te has fijado en las flores que hay por la senda que recorremos cada día? – No, señor… Lo cierto es que no.

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– Pues ahora las verás ¡Son increíblemente hermosas! Emprendieron la vuelta al hogar y la vasija, bajando la mirada, vio cómo los pétalos de cientos de flores de todos los colores se abrían a su paso. – ¡Ahí las tienes! Son una preciosidad ¿verdad? Quiero que sepas que esas hermosas flores están ahí gracias a ti. – ¿A mí, señor?… La vasija le miró con incredulidad. No entendía nada y sólo sentía pena por su dueño y por ella misma.

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– Sí… ¡Fíjate bien! Las flores sólo están a tu lado del camino. Siempre he sabido que no eras perfecta y que el agua se escurría por tus grietas, así que planté semillas por debajo de donde tú pasabas cada día para que las fueras regando durante el trayecto. Aunque no te hayas dado cuenta, todo este tiempo has hecho un trabajo maravilloso y has conseguido crear mucha belleza a tu alrededor.

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La vasija se sintió muy bien contemplando lo florido y lleno de color que estaba todo bajo sus pies ¡Y lo había conseguido ella solita! Comprendió lo que el aguador quería transmitirle: todos en esta vida tenemos capacidades para hacer cosas maravillosas, aunque no seamos perfectos. En realidad, nadie lo es. Hay que pensar que, incluso de nuestros defectos, podemos sacar cosas buenas para nosotros mismos y para el bien de los demás.

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La Ratita Blanca

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uentan que la Reina de todas las Hadas mágicas del bosque, convocó un buen día a sus hermanas a un banquete en su palacio. Sin perder un segundo, las hadas partieron con sus mejores atuendos y atravesaron el bosque a toda velocidad, montadas a bordo de veloces libélulas. La menor de todas las hadas tenía por nombre Alba, y mientras se encontraba camino al palacio, escuchó unos sollozos agitados desde una casita en lo profundo del bosque. Al acercarse al lugar, descubrió dos pequeñines que lloraban desprotegidos y muertos de frío.

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Entonces, Alba chasqueó sus dedos y la magia prendió fuego a la estufa para calentar a los niños, cuyos padres habían ido a la ciudad para trabajar y poder comprar alimentos. “Pues hasta que no aparezcan vuestros padres, no los dejaré solos” exclamó el hada bondadosa arropando a los pequeñines. Tiempo después, cuando le tocó marcharse, el hada iba por el camino pensando en el terrible castigo que le esperaba por llegar tarde al banquete de la gran Reina. Y tanto fue su nerviosismo, que olvidó la varita mágica en la casa de los niños. Al llegar al palacio, la Reina le regañó fuertemente: “Además de llegar tarde a la ceremonia, también eres capaz de olvidar tu varita mágica. Te castigaré por tu mal actuar”.

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El resto de las hermanas, compasivas, pidieron a la Reina que el castigo no fuera eterno. “Sé que todo ha sido por una buena causa, así que tu corazón bondadoso sólo será castigado por cien años, y durante ese tiempo, andarás por el mundo en forma de ratita blanca”. De esa manera, queridos amiguitos, cada vez que vemos una ratita blanca, significa que Alba aún no ha cumplido su castigo, y que anda por mundo cuidando a los niños que se quedan solos sin sus padres.

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El Rayo de la Luna

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l lobito del bosque pasaba las noches aullando a la luna, burlándose de ella, de lo vieja que era y lo despacio que se movía, y de su escasez de luz. En el mismo bosque, el pequeño erizo salía a consolar a la luna cuando cesaban los aullidos. Un día ambos estaban lejos de sus guaridas y les sorprendió una gran tormenta. Cuando acabó era de noche y ambos estaban perdidos. Al salir la luna, el lobo empezó con sus aullidos, mientras el erizo permanecía triste y asustado. Al poco, oyó una voz que le llamaba; no vio a nadie, y resultó ser la luna, que agradecida por su constante ánimo quería ayudarle a volver a casa.

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No vio a nadie, y resultó ser la luna, que agradecida por su constante ánimo quería ayudarle a volver a casa. Así que juntó todo su brillo en un único rayo para indicarle el camino de vuelta. El erizo llegó pronto a la madriguera, mientras el lobo quedaba a oscuras y muerto de miedo. Sólo entonces se dio cuenta de que sus impertinencias no servían para nada. La luna estuvo sin brillar para el lobo hasta que éste pidió disculpas por su actitud, y prometió no volver a molestar a nadie.

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El Árbol Mágico

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ace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás. El niño trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra, supercalifragilisticoespialidoso, tan-ta-ta-chán, y muchas otras, pero nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: “¡¡por favor, arbolito!!”, y entonces, se abrió una gran puerta en el árbol.

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Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: “sigue haciendo magia”. Entonces el niño dijo “¡¡Gracias, arbolito!!”, y se encendió dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolate. El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del mundo, y por eso se dice siempre que “por favor” y “gracias”, son las palabras mágicas

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Bibliografía Mundoprimaria (12-feb-2016). El Cerdito Verde. Recuperado de: https://www.mundoprimaria.com/cuentos-infantiles-cortos/el-cerdito-verde Mundoprimaria (12-feb-2016). Las dos vasijas. Recuperado de: https://www.mundoprimaria.com/cuentos-infantiles-cortos/las-dos-vasijas Chiquipedia. La ratita blanca. Recuperado de: https://www.chiquipedia.com/cuentos-infantiles-cortos/cuentos-de-animales/la-ratita-blanca/ Cuentopia. El rayo de la luna Recuperado de: https://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/el-rayo-de-luna Cuentopia. El árbol mágico Recuperado de:https://cuentosparadormir.com/infantiles/ cuento/el-arbol-magico

Bibliografía

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CONTRAPORTADA

Trabajo de Catedra Diseño Editorial 2020 Ana Saraí Barraza Martínez


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