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Cuentos Ana Cristal Vidal Herrera
A los ni単os
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Ana Cristal Vidal Herrera
CUENTOS
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Primera edición, Morelos, México. 2014
Portada: Ana Cristal Vidal Herrera
© 2014, Editorial Arte y Recreación, S.A. Impreso en Morelos, México.
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Índice Prólogo ................................................................ 11 La Sirena de Fernando ......................................... 15 El Mejor Regalo ................................................... 25 Una Bruja Sin Amor ............................................. 33 El Color Trasparente ............................................ 45
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Prólogo Este es un libro de cuentos que intenta hacer que los lectores experimentados se sientan atraídos a leerlo más de una sola vez y que las personas que apenas se están acercando a lo que es el mundo de la lectura, se interesen y les dé ganas de continuar con sus primeros pasos hacia un mundo mágico, y de sabiduría el cual si se llega a entender de una manera realmente profunda los acercará a una vida mucho más entretenida. Este libro contiene diversos tipos de cuentos, con distintos temas, distinto vocabulario, diversos personajes y de diferentes épocas y ambientes, por lo que es un poco difícil dar un resumen concreto de todo el contenido de la presente obra. Los diversos cuentos que a continuación tendrá placer de leerlos, le podemos asegurar que a cualquier lector que esté dispuesto a adentrarse en las maravillosas historias, no se cansará de leer y repasar cada una de las páginas de de este maravilloso libro ya que logrará hacer que su imaginación vuele en diversos mundos, diversas historias y distintos personajes, pues esta es una
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obra muy entretenida y que con cada lectura incita más y más al lector a que continúe leyendo. Esta obra es especialmente buena para personas que apenas se están introduciendo al mundo de la lectura, pero que enserio les interese aunque claro que también es muy apta para aquellos que sólo quieren distraerse un momento aunque claro que lo recomendable siempre va a ser que intenten continuar adentrándose en éste hermoso hábito que es la lectura. Este tipo de lectura también es muy apta para los lectores experimentados, con una lectura más simple de la que acostumbren. En realidad este pequeño libro de cuentos es totalmente apto para todo tipo de persona siempre y cuando la persona esté totalmente dispuesta a entender y a valorar la lectura como lo que es; una excelente y hermosa manera de mantener activa nuestra mente y sobre todo nuestra imaginación.
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La Sirena de Fernando
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Fernando llegó a su casa con la camisa por fuera y la corbata desatada, cerró la puerta y colgó la chaqueta que llevaba en el brazo mientras las palabras: -Lo sentimos, ¡está usted despedido! Retumbaban aún en su cabeza. Arrastrando los pies y cabizbajo se acercó al sofá donde se dejo caer, se quitó los zapatos y se quedó ahí, pensativo, mirando al techo. Cuando habían transcurrido cuatro horas, notó la garganta seca y se dispuso a coger una cerveza fría de la nevera, cuando al pasar por su pecera... advirtió algo que se movía veloz. -¿Cómo?- exclamó, mientras se acercaba despacio a la pecera y sus ojos se iban agrandando según se aproximaba a ella. -Pe... ¿Pero qué es esto?- se comentó a sí mismo, mientras tenía ante sus narices a una pequeñísima sirena, de melena larga y ojos diminutamente negros.
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La pequeña sirena, al advertir su presencia, se detuvo y llevándose las manos a la boca, dio un pequeño salto en el agua, estaba muy asustada, y se fue rápidamente a esconder dentro de una concha morada, que decoraba discretamente, la pecera de Fernando. El muchacho no lo podía creer... se tocó la frente y pensó que había sido un día muy duro y que quizá era mejor irse a dormir antes de acabar perdiendo la cabeza. A la mañana siguiente, aún con los ojos pegados, se dirigió a la pecera a dar de comer a sus peces como cada día. Abrió el pequeño botecito blanco, cogió una pizca con los dedos y lo espolvoreó dentro de la pecera, se incorporó y dio media vuelta, cuando de repente... Recordó la extraña visión del día anterior, se volvió a girar hacia la pecera con los ojos bien abiertos y... ¡ahí estaba la diminuta sirena! mirándolo desde el otro lado del cristal, con el cejo fruncido y sacudiéndose del pelo, muy molesta, los trocitos de comida que Fernando acababa de espolvorear.
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-¡Dios mío eres real!- dijo acercando su cara al cristal. Entonces la sirena se sentó de espaldas a él con los brazos cruzados. -¡No pequeñita! No te enfades, perdón, no quise llenarte de eso, lo siento muchodijo mientras golpeaba con un dedito, el cristal de la pecera. La Sirena, al escuchar los golpecitos, se giró despacio aun con los brazos cruzados y la carita medio enfadada, pero al ver los ojitos apenados de Fernando, se acercó ondeando su cola y le mostró una sonrisa amplia y simpática. -Eres preciosa- le susurró con una cálida sonrisa, mientras acariciaba su pelo a través del cristal. Los días pasaron y Fernando comenzó a buscar trabajo, cada día llegaba agotado y triste, pero al llegar a casa, allí estaba su pequeña amiga, siempre con una sonrisa saludándole desde la pecera. Él se sentaba a su lado y le explicaba sus temores, sus sueños, sus anécdotas... pese a no estar muy seguro si ella alcanzaba a oírle o a entenderle.
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Al anochecer el joven limpiaba y preparaba pescado de diferentes formas y sabores, el suyo salteado ligeramente en la sartén y el de ella crudo, cortado muy finito y sin espinas. El joven lo introducía despacito en la pecera y ella lo iba colocando en una cascara de almeja que usaba como plato. Así transcurrieron los días, hasta que un día llegando Fernando de su jornada diaria de buscar empleo, contempló perplejo que su amiguita, su dulce sirenita, estaba echada en su concha, encogida y con un semblante muy triste. -¿Eh, chiquitita que ocurre?- le preguntó con mucha dulzura. La Sirenita lo miró e hizo una ligera mueca intentando sonreír. -¡Oh no! ¿Estas enferma? Dios mío y ahora que hago... ¿a quién puedo acudir?- El muchacho se puso muy nervioso y comenzó a deambular desesperadamente por la casa. Después de caminar un buen rato, una idea alcanzó su mente -¡ya está! Te voy a llevar al mar, seguramente ese sea tu hábitat natural y quizá allí te
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pongas bien, te soltaré despacito y si no te recuperas pensaremos otra cosa, pero no te voy a dejar así preciosa, te lo prometo. Fernando buscó una pequeña red que usaba para sacar los peces cuando tenía que limpiar el acuario y la usó para coger a su querida amiga y depositarla dentro de un recipiente de cristal lleno de agua que cerró con un tapón grande, para evitar que se derramara durante el viaje. Juntos emprendieron un viaje al norte de su país en donde estaba el mar más cercano, una vez allí alquiló un barco por unas horas a unos marineros y uno de ellos se ofreció a llevarlo mar adentro. Una vez dentro del barco, colocó de forma segura el recipiente que contenía a su amiga, encima de una toalla bien colocada y lo tapó con otra dejando oculta a la pequeña sirena. -Espera un poco amiguita, que ya llegamos- se dijo para si mismo mientras observaba las maniobras del marinero para zarpar. El barco se iba adentrando en aquellas aguas de azul intenso, mientras los
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reflejos dorados del sol se reflejaban en los ojos de Fernando que se levantó y caminó poco a poco hasta apoyarse en una de las barandillas. Contemplando la inmensidad que le rodeaba, allí de pie, agarrado y quieto, con los ojos cerrados inspirando intensamente los olores que le invadían, una fuerza inmensa expandió sus pulmones, aceleró su corazón y un enorme cosquilleo apareció en la planta de sus pies. En ese instante se sintió más vivo que en toda su vida, en ese instante sintió lo más parecido a estar enamorado, en ese instante supo que ese era su lugar y su destino, que había nacido para surcar los mares, para navegar. Alzó los brazos al aire y comenzó a gritar de felicidad. -¡Oiga! ¿Se encuentra bien?- le preguntó algo desconcertado el marinero. -¡Sí señor! Estupendamente ¡mejor que en toda mi vida!- se dirigió de un salto al recipiente oculto entre las toallas, donde estaba escondida su amiguita. Levantó la toalla y ahí estaba el recipiente completamente cerrado tal y
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como él lo había dejado, pero... no había ni rastro... de la pequeña Sirena. ------------------------FIN-------------------------
A veces tan sólo necesitamos un poquito de fe en nosotros mismos, y volverle a tomar sentido y amor a la vida. Porque a veces la realidad supera la fantasía. "Encuentra un trabajo que te guste, y no tendrás que trabajar toda tu vida" (Confucio).
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El Mejor Regalo
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El mejor regalo es saber, ¿Quién soy yo? Soy Carne y hueso, con facciones marcadas, con una piel real, con el peso y la estatura conocida, pero, ¿Quién soy yo? Cuando conozco a alguien y me presento, ¿soy yo quién me presento?, ¿soy realmente YO? una falsa de mi misma caminando y hablando, o soy una verdad disimulando, ¿Quién soy yo? Como saber que mi nombre, mi edad, mi peso, mi color de piel, mi color de ojos, mi color de cabello, me hacen ser YO. Mi dirección y mi teléfono sólo dan una ubicación física, pero, aún teniéndome enfrente del espejo no me reconozco y no sé, ¿quién soy YO? Mis deseos, sueños, y anhelos fueron formados a través de mi interacción con otros YOES, pero, ¿habrá algo más profundo en mi identidad humana y social?
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Sólo quiero saber ¿quién soy yo? ¿Quién o qué soy?, más allá de mis logros o caídas, de mi forma de hablar o mi idioma, ¿quién soy YO?, que me hace semejante o diferente a la humanidad, ¿quién soy YO?, ¿quién es el que maneja esta máquina humana y le indica que actos seguir? ¿Quién soy YO?. Por qué en la búsqueda de YO, siento una sensación de soledad, tristeza y debilidad, ¿quién soy YO para lastimarme tanto?, o, ¿no soy YO quién me lastima? Mis lagrimas, ¿son una descripción de YO?, ¿mis risas?, ¿mis gestos?, ¿mis movimientos?, ¿quién soy YO? ¿Existe algo más profundo a lo que ven mis ojos?, ¿algo más complejo a lo que pueda entender MI CEREBRO?, ¿existe algo eterno de mi en el universo?, ¿quién soy YO? La posición económica, mi posición laboral, estudiantil, ¿me hacen YO?, mis valores, mis virtudes, mis defectos, mi esperanza, fe o caridad, ¿describen mi YO?, ¿quién soy yo?
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¿Existe algo más profundo o invisible en mi identidad, que no ha sido modificado o transformado por mi propia vida?, ¿existe alguien supremo que me dice o indica a través de mis emociones como actuar? El mejor regalo es saber, ¿quién soy YO? Pero, esa respuesta ¿quién la sabe? ¿YO? Yo soy un alma, una estrella espiritual flotante en la libertad pura, una luz que resplandece en el universo, soy un ser de paz, soy un brillo destellante que hace que éste mundo se mueva, yo soy un punto más, que le da sentido a éste punto azul del universo. Y el universo es un ser más que pretende saber ¿quién soy yo? Me estoy encontrando, en el mapa de mi conciencia y razón, pero YO es parte de esto, es una respuesta qué anhelo solamente, ¿es YO quién me responde, al verme tan triste y desconcertada, de no saber su anonimato? El hombre es tan pequeño que no alcanza a comprender la realidad de su existencia, y la existencia es tan enorme que no
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alcanza a comprender que tan grande es la palabra enorme, somos una célula que le da sentido a todo un cuerpo universal, yo soy un cuerpo universal que tiene sentido a través de muchas células, y esas células son más cuerpos universales, estamos hablando y afirmando de que existe, entonces, ¿un infinito y un menos infinito?, que, quién inventó los número simplemente comprendió, su YO y lo aplicó al mundo físico, ¿con el nombre de Matemáticas?. ¿Sigo siendo YO quién, se busca a sí mismo?, ¿sigo siendo ese ser de paz que se conforma de amor?, pero, entonces, ¿Qué es el amor?... Y así fue como en algún mundo, algún planeta, alguna galaxia, alguien logró descubrir la construcción del conocimiento y la filosofía, desde entonces una nueva naturaleza, una nueva vida, lo habían hecho volver a nacer, sin siquiera darse cuenta.
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Una Bruja Sin Amor
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Cuando Ana miró el calendario que colgaba sobre su viejo caldero, recordó, que tan solo le quedaba una semana para cumplir 20 años. Miró el reflejo de su rostro cansado en la ventana y se preguntó por qué ella, la más conocedora de pócimas y hechizos, jamás había encontrado el amor. Todas sus compañeras brujas, disfrutaban de hogares repletos de criaturas y de la compañía de un amor, todas, menos ella. Que misterio, que acertijo, que secreto ancestral poseía el amor, para no haber hallado jamás su receta... el ronroneo incesante de su gato, que pasaba rozando sus piernas, la distrajo por un momento de sus pensamientos. Se agachó y lo tomó en brazos, mientras los grandes y amarillos ojos de Ovalón se clavaban en los suyos.
-Ya no voy a esperar más a nadie, me rindo, no voy a buscar más el amor- se dijo, mientras dejaba de nuevo en el suelo, a su hermoso gato negro. Al día siguiente, la lechuza la despertó, como siempre, a las seis de la mañana y
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mientras se incorporaba en su cama, recordó, que ese día, debía ser distinto... Ya no buscaría al pasear una mirada que se posara en ella, ni reiría sin ganas las gracias del apuesto de la esquina, esperando así una cita, tampoco iría a beber brebajes en compañía del primer mago que se lo pidiera... A partir de ahora, disfrutaría de su propia compañía. Sacudió entonces, el pequeño saquito que colgaba de su cinturón y el tintineo le hizo saber q aun le quedaban algunas monedas y pensó que estaría bien comprarse un bonito vestido, pero esta vez, fijándose en cómo le hacía sentir a ella, no como antes, que estaba más preocupada en averiguar si el vestido le hacía más esbelta o atractiva. Ovalón la siguió camino abajo por el paseo de los abedules, hasta que se topó con los puntiagudos zapatos de su ama, que se habían detenido de forma brusca, ante un enorme cristal que mostraba un hermoso y largo vestido azul oscuro, con diminutas piedras blancas y brillantes. -¡Wooow!, exclamó la brujita que miro impresionada el vestido más bonito que
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había visto en su vida, pero no sabía si decidirse a entrar... ese vestido le parecía demasiado para ella... llevarlo sería como llevar un cielo lleno de estrellas. Al verse de nuevo reflejada en el escaparate, pensó en la nueva vida que había decidido y se atrevió finalmente a entrar. Al salir de la tienda con el vestido ya comprado, no pudo resistirse a dar unos saltitos de alegría en mitad de la calle y al observar que algunos transeúntes, la miraban extrañados, se le escapo una risa juguetona: -je je je, Buenos días... - y siguió su camino... Al llegar a casa sacó su vestido del elegante paquete en el que venía envuelto y lo extendió sobre la cama. A la luz de las velas era aun más hermoso. Ovalón subió encima de la cama, olfateó el vestido y se sentó junto a él, mientras contemplaba como su ama, bailaba y correteaba por la casa hasta arrodillarse
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junto a un enorme baúl de madera, que agarró sujetando una de sus azas y lo arrastró hasta llevarlo cerca del vestido. -¡Mira Ovalón!, dijo al abrir el baúl dejando así a la vista, una colección de sombreros, digna de cualquier bruja que se precie. Ovalón al escuchar su nombre maulló, echándose en la cama y dejando al aire su preciosa barriguita esperando así, las caricias de su ama. -Siempre que he ido a algún lugar nuevo, me he comprado un sombrero, porque me encantan, tengo devoción por ellos... ¿pero sabes por qué están casi sin estrenar? porque soy muy alta y con ellos aun lo soy más, pero como ya no me tengo que preocupar tanto, de cómo me pueden ver los demás, pienso elegir uno que encaje con mi nuevo vestido y esta noche... ¡nos vamos al teatro! ¿Qué te parece Ovalón?, el gatito, ajeno a la proposición, estaba ahora, más entretenido, en atrapar un pequeño hilo que sobresalía de la almohada. Llegó la hora de ir al teatro, Ana, vestida y arreglada, subió a su escoba y Ovalón se sentó a su lado. Cuando la obra había dado comienzo en
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el maravilloso teatro al aire libre de Moonborn, allá arriba, en el cielo, se podía divisar a la hermosa brujita con su gatito negro al lado, ambos absortos por el movimiento de los actores. En un descanso... Ana miró al cielo... –Ovalón(…) ¿No te parece que hoy las estrellas brillan más que nunca?, el gatito subió a las faldas de su ama. -Tú sí que eres un fiel amigo, siempre a mi lado, desde que te encontré en mi puerta hace ya dos años. Sus ojos se clavaron en los ojos de Ovalón que eran de un amarillo intenso y Ana sonrió sintiendo, que verdaderamente ya era feliz, simplemente no se había dado cuenta. Los días pasaron y la brujita fue redescubriendo cosas que tenía olvidadas, disfrutando de momentos nuevos, convirtiéndose en su mejor amiga y amándose como jamás nadie la había amado. Cuando llegó la noche última antes de su cumpleaños, se sentó en la alfombra a la luz de la chimenea, rodeada de brebajes, chocolates y viejas fotografías.
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Recuerdos, apenaban.
que
en
ocasiones
le
Tomando, comiendo y llorando fue tirando una a una cada fotografía y recuerdo a la chimenea, era necesario zanjar ya todo aquello que venía arrastrando y olvidarse para siempre, del peso que en ocasiones le impedía alzar el vuelo. Cuando terminó, exhausta y algo mareada se durmió echada en la alfombra. A la mañana siguiente, el día de su cumpleaños, los primeros rayitos de sol que se colaron por la ventana, besaron sus ojitos hinchados de tanto llorar, ella molesta por la luz comenzó a parpadear hasta que los abrió del todo, entonces le pareció ver, aunque un poco borroso, unos pies desnudos de espaldas a ella, junto a la puerta que estaba abierta, subió entonces la vista y a aquellos pies le seguían unas torneadas y firmes piernas, una espalda ancha y musculosa y un cabello largo y liso color negro azabache que caía sobre los hombros, del desconocido, ¡que tenía en su puerta! Ella se incorporó de un salto, quedando sentada en la alfombra con la cara llena
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de chocolate, los ojos hinchados y el pelo todo enmarañado, su respiración comenzó a agitarse y el hombre se giró, lentamente, hasta fijar sus grandes ojos amarillos en los de ella... -O..O...Ovalon?? El hombre entonces, esbozó... preciosa y dulce sonrisa (…)
una
Receta de Amor: Ingredientes: ·200 gr de autoestima. ·200 gr de soledad disfrutada. ·200 gr de mimarse y cuidarse. ·200 gr de hacer lo que a uno le venga en gana. ·80 gr de ser uno mismo siempre. ·5 gr de sorpresa.
Preparación: Funde despacio tus penas en un cazo.
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Cuando tu estado de ánimo esté más uniforme añadiremos la autoestima y removeremos bien hasta obtener una mezcla homogénea. Bate en una ensaladera los mimos y la soledad disfrutada e incorpórale un terrón de azúcar, añade lo q te apetezca en cada momento, se tu mismo y sigue batiendo fuertemente para evitar que se formen grumos. Incorpora cuidadosamente la sorpresa a punto de nieve. Vierte la mezcla en un cazo de esperanza e introdúcelo en tu corazón precalentado a mediana potencia dejándolo cocer, cuando quieras darte cuenta, ya estará listo. Para servirlo no olvides lo más importante: No busques, relájate y déjate sorprender, el amor podría aparecer hoy mismo en tu puerta.
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El Color Trasparente
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Ya es de tarde y el camión está por irse, Tania decide subir, todo estaba lleno, excepto dos lugares, dos asientos atrás del chofer, para ser precisos, del frente ese par parecían estar vacios, lo primero que pensó es: – ¿Será que tendrán algo esos asientos?, nadie quiso sentarse en ellos, ¡mmm! No importa--, pues el día había sido muy agotador. --¿Señorita a donde va?, ¡señorita!— - -Si, si, disculpe, cuanto es a Tongolica– respondió. --Son 12 pesos— dijo el chofer medio mal humorado por la distracción tan lenta de Tania. Pagó su lugar sin decir mayor palabra, más que un gracias por su cambio, procedió a sentarse, ¡pero qué sorpresa!, el lugar si estaba ocupado por alguien. --¿Puedo sentarme aquí? -- preguntó al pasajero del cuál su respuesta se expresó con un ligero movimiento de la cabeza, en donde Tania se dio por enterada que podía hacerlo.
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Pasaron los minutos y a Tania le daba curiosidad por saber quién era él, quién en todo el camino, apenas y se movía, es más apenas y llegaban sus pies al aire que habitaba en el asiento, arraizado al suelo de aquel camión viejo que en cada tope parecía dar un salto a una barda, pero, él no despegaba su mirada del cristal, observaba y con ligeros movimientos de cabeza parecía ir contando cada poste de luz clavado en la carretera, uno tras otro como una fila de finos pinos. Todo parecía ser un día como cualquier otro en donde el llegar a casa y descansar sería el alivio a tan ajetreado día, ¡pero no!, ese día era especial como todos los demás. El camión comenzó a acelerar, contar los postes ya no era tan divertido, su rostro comenzaba a tintar pequeñas muecas de mareos, y nauseas, fue ahí cuando Tania decidió preguntarle: --¿Te sientes bien? -- Si— ¡Increíble!, él le había respondido y el extraño sentimiento de incomodidad que
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Tania sentía desaparecer.
al
principio
parecía
-¿Cómo te llamas?- Preguntó temerosa a que de nueva cuenta no le contestará, pero con ligeros movimientos y con una voz suave y apenas entendible contestó - Pedrito -Pedrito que bonito sólo?- procedió.
nombre,
¿viajas
-Mi papá es el que maneja- dijo al mismo tiempo de señalar con su diminuto dedo hacia el chofer de aquel camión. -¿Y qué veías en la ventana tan atento Pedrito?, Preguntó muy curiosa por saber en realidad que lo entretenía y mantenía pegado al cristal por casi todo el recorrido del camino. -¡Colores!, colores, colores, colores… comenzó a repetir una y otra vez la palabra siendo que cada vez que la repetía lo hacía con más emoción. Cuando decidió pronunciar por última vez la palabra tan resonante y divertida, preguntó seriamente y con una ligera línea curva en el rostro hacia arriba, que parecía tener un juego que saborear…
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- ¿Tú, sabes de qué color son las nubes? – con una voz apenas entendible pero segura. --Azules, respondió con dificultad pues parecía que Tania aún no sabía muy bien a que venía esa pregunta. -- Yyyyy, ¿sabes de qué color es el pasto? – Aún con dudas y extrañada por tales preguntas, dijo: Verdes, claro. Fueron varias preguntas todas con el mismo fin, saber los colores de las cosas que se asomaban por la ventana en cuanto el camión avanzaba. Siendo que ya se habían dicho casi todos los colores habidos y por haber a Pedrito no le quedaba de otra más que preguntar un último color, y preguntó: -- Y ¿sabes de qué color es lo que está afuera de la ventana? ¡mmmm!, buena pregunta pensó Tania, pasaron varios segundos antes de que ella respondiera, cuando de entre labios no muy seguros de revelar lo que aquel pequeño quisiera escuchar, dijo: --Lo que está afuera de la ventana son de los colores que me habías preguntado
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antes, un cielo azul, un pasto verde, unas rocas cafés y grises… Pedrito con un silencio estremecedor y de misterio respondió: -- ¡no!, ese no es el color de afuera Tania estaba desconcertada no sabía por qué Pedrito negaba la respuesta que le había dado tras su pregunta, ya que en las respuestas anteriores a todas las había aprobado y concientizado de ser esos los colores que preguntaba, es entonces que aún con más misterio Tania decidió defender: -- Si no son esos los colores que aparecen por fuera de la ventana, ¿cuál es? Pedrito engrosó la sonrisa y con un ligero rechinido de dientes apenas y saco la lengua y alzó la voz dijo: -- El color de afuera es TRANSPARENTE. ¡Mira! con un brinco insospechado se trepo al asiento y saco su manita por la ventana superior donde una rendija media abierta permitía la entrada del aire,-- ¡Lo vez! -- repitió, más convencido que nunca,
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-- el color trasparente no se ve pero se siente— dijo muy convencido. --También se escucha --¿Se escucha? -- preguntó Tania. Pedrito con su voz tierna digna de un pequeño de 5 años respondió: – Si, se escucha cuando explota una burbuja ¡pop!, ¡pop!.., y además tiene sabor cuando bebes el agua. Para Tania ese día ya no volvió a ser el mismo, pues no existe un día en donde su color favorito no sea más que el COLOR TRASNPARENTE, pues es el color que se siente, se escucha y saborea.
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Este libro se termin贸 de imprimir el 14 de mayo del a帽o 2014, en los talleres de Cuautla, Morelos, M茅xico. Se imprimi贸 un ejemplar.
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