SUPLEMENTO CULTURAL - HP 309

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En pocas palabras, Juan Rulfo

Rodolfo Walsh no aparece Volvió aún más delgada la línea entre periodismo y literatura. Al día de hoy cumpliría 88 años, al día de hoy se desconoce su paradero

Que las palabras las pongan los demás, los que lean, los que se encuentren, pensaría tal vez Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno Carlos Yescas Págs. 6 y 7 VIERNES 09 DE ENERO DE 2015

Daniel Azdar Pág. 8 SUPLEMENTO CULTURAL

Comunicante Scherer,

para bien o para mal A sus ochenta años de edad, cuando se piensa que la vida es un tobogán de bajada –en todo sentido– para la que no hay retorno, Julio Scherer García desató las furias de todos los infiernos

Por: Juan L. Simental

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Rulfo y el oficio de escribir Juan Rulfo estaba por cumplir 38 años cuando se publicó Pedro Páramo (1955). Entre la publicación de su novela y la muerte de su autor transcurrieron más de tres décadas que vieron crecer el prestigio del escritor. Sin embargo, Rulfo nunca consideró la escritura como un trabajo profesional y no le interesó lucrar con el oficio de escritor. Conciliar

el trabajo creador con la sobrevivencia cotidiana fue uno de los mayores retos en la vida de Rulfo. Al paso del tiempo las presiones económicas crecen. Procrea una hija y tres hijos. Quiere conjugar, sin grandes frutos, la creación con la sobrevivencia. A la pregunta sobre su silencio editorial, una respuesta habitual es que no

tiene tiempo para escribir porque debe trabajar y mantener a su familia. Fue postulado para el Premio Cervantes; no haberlo obtenido mengua su salud ya debilitada. Se le diagnostica enfisema pulmonar; cuatro meses después, mientras duerme en su casa (…) muere como un hombre común (7 de enero de 1986). Tras las

exequias oficiales, los medios de comunicación reproducen con exaltación la conmoción de la cultura mexicana y sus representantes a través de pésames y encomios en torno al escritor que arrastró la pesadumbre de su silencio con laconismo imperturbable. (Tomado de Juan Rulfo, escritura y sobrevivencia, Roberto García Bonillla; Letras Libres, mayo de 2013).

“Pero ¿por qué las mujeres siempre tienen una duda? ¿Reciben avisos del cielo, o qué?”, Juan Rulfo.

La Efeméride Los primeros 14 días de enero están llenos de muertes notables… Albert Camus (4), Tina Modotti (5), David Alfaro Siqueiros (6), Juan Rulfo (7), Chabuca Granda (8), Marco Polo (9), Gabriela Mistral (10), Andrés Henestrosa (10), Agatha Christie (12), James Joyce (13), Salvador Novo (13) y Lewis Carroll (14).

Director Editorial / Juan Lorenzo Simental

Editor / Ricardo Bonilla

Nomás por hablar de algo… El 9 de enero de 1908 nació Simone de Beauvoir, escritora francesa. “El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal”.

Editor / Daniel Azdar

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Diseño / Grupo Editorial HADEC


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Redescubriendo a Banville

uego de que John Banville recibiera el premio “Príncipe de Asturias de las Letras” en 2014, se han vuelto a reeditar algunos de sus libros aprovechando la fama que concede tan distinguido reconocimiento. Una de estas novelas es “El libro de las pruebas”, el cual acaba de salir a la venta por parte de Alfaguara y que originalmente fuera publicada en el año de 1989. Esta obra fue finalista del Premio Broker, uno de los premios literarios más prestigiosos del mundo de habla inglesa, el cual habría de ganar finalmente en 2005 por su novela “El mar”. Banville tiene la peculiaridad de que también tiene un “alter ego”: Benjamin Black, seudónimo bajo el cual escribe novelas negras, de las cuales tuve el placer de disfrutar “La rubia de los ojos negros” (Alfaguara 2014), la cual revive al famoso investigador privado Philip Marlowe, creación del escritor americano Raymond Chandler y que hasta la fecha es la referencia obligada a la imagen de los detectives de gabardina y sombrero, con cigarro en un mano y la copa en la otra, en un viejo cuartucho semi aluzado con persianas horizontales que reciben a una dama en apuros en su despacho. La sinopsis del texto nos dice de la historia: “Freddie Montgomery es un científico de talento exiliado en una isla del Mediterráneo. Llegado el momento de saldar una deuda, su mujer y su hijo son retenidos como garantía de pago, y él regresa a Irlanda para conseguir fondos en una búsqueda

Una novela para leerse de corrido

El libro de las pruebas es una excelente opción para comenzar el año

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Por: Milton Eloir

que termina en el robo de un cuadro valioso y el asesinato de una joven. ¿El móvil del crimen? Ni la avaricia, ni la venganza. Ha matado porque «podía hacerlo»: es un asesino accidental como el que quizá todos llevamos dentro…” Banville maneja el ritmo de la obra con gran parsimonia. La narración la hace el protagonista desde el punto de vista de una carta de confesión, la cual está redactada en un tono cínico, propio de un sociópata, que con descaro narra la versión de su historia sin tratar de encontrar la justificación de sus actos, sino como un acto catártico, un desdoblamiento de su personalidad pusilánime e introvertida de la realidad, en un insolente asesino pragmático. La novela se encuentra muy bien lograda y la crítica ha señalado que es una excelente forma de introducirse a Banville. A mi juicio muy personal es una novela para leerse de corrido, ya que atrapa al lector para conocer que acontecerá con la historia de Montgomery a través del recuento de sus memorias. Sin embargo a algunos lectores les podrá parecer un poco lenta en su desarrollo y tal vez demasiado rebuscada en algunas partes debido al lenguaje que en algunas ocasiones usa el personaje, pero cuya utilización se encuentra plenamente justificada dentro de la historia. De las novedades literarias de 2015, “El libro de las pruebas” de John Banville es una excelente opción para comenzar el año si es que usted gusta de las novelas de policiacas o de intriga.


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“Si el diablo me ofrece una en

Scherer, para b

En 1988 rechazó el Premio

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ño 2008, el año del escándalo, aquel cuando los ortodoxos del periodismo se rasgaron las santas vestiduras. Y es que, aunque lo haya postulado Maquivelo como una de las prerrogativas del Príncipe –el que tiene el mando-, para esos que han optado por el oficio de comunicar como una forma de vida, el fin no justifica todos los medios. A sus ochenta años de edad, cuando se piensa que la vida es un tobogán de bajada –en todo sentido- para la que no hay retorno, Julio Scherer García desató las furias de todos los infiernos. La causa, una que no solo hizo renacer odios y rencores y filiales y no tan filiales correcciones fraternas, sino incluso envidias de esas que de santas tienen muy poco: la entrevista que, por una razón nunca del todo revelada, le concedió o le ordenó Ismael El Mayo Zambada al fundador de Proceso. (Iguales reacciones hubo con las entrevistas a Sandra Ávila Beltrán, La Reina del Pacífico, y a Daniel Arizmendi, El Mochaorejas). La cofradía de escribientes y opinadores, de gesticuladores de la pantalla o dueños del micrófono, condenó el oportunismo –así le llamaron- de aquel que un día libró mejores y más dignas batallas, como cuando Echeverría, en la apoteosis del poder presidencial priista (8 de julio de 1976), intervino Excélsior y expulsó a su director –Scherer- y a los suyos e impuso un mando a modo en la persona de Regino Díaz Redondo. Compañeros de batalla de don Julio eran caballeros de la talla de Octavio Paz, Carlos Monsiváis, Vicente Leñero, Miguel Ángel Granados Chapa, José Emilio Pacheco, Heberto Castillo, Abel Quezada y Jorge Ibargüengoitia, entre otros. Todos ellos renunciaron después. Entre aquellos que dejaron Excélsior está Rafael Cardona, aunque él se anticipó al destierro del 76. Un día, simplemente, se acercó a Julio y le dijo: “aquí está el harpa; hoy dejo de tocar”, “¿por qué?”, fue la pregunta del aún director; “hoy dejo de tocar. Eso es todo”. Entonces se fue. La distancia se hizo entre los dos; el silencio y la lejanía se extendieron por veinte años. Sin embargo, luego de la andana-

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da en contra de Scherer por la entrevista con El Mayo, Cardona publicó un artículo de opinión en el que defendió públicamente a su antiguo compañero de armas. Don Julio le buscó, agradeció el gesto y le dijo: “Cardona, nunca he pretendido trascender por mi nombre; quiero trascender por mi trabajo”. La pregunta es ahora: ¿trascendió Julio Scherer o trascendió su trabajo? La respuesta, quizá, tiene que ir por una doble posibilidad: trascendieron los dos. Uno sin el otro no habrían subsistido. Vale la intención del ejemplo: “Julio Scherer García (México, D.F., 7 de abril de 1926 - ibídem, 7 de enero de 2015) fue un periodista y escritor mexicano, director del periódico Excélsior y del Semanario Proceso. Hasta su muerte, se desempeñó como presidente del Consejo de Administración de CISA S.A. de C.V. Falleció a las 4:30 del 7 de enero de 2015 a consecuencia de un choque séptico en la Ciudad de México. “No obstante que se matriculó como alumno en la Facultad de Derecho de la UNAM, luego prefirió hacer un cambio y estudió filosofía en la misma universidad. Julio Scherer no terminaría ninguna

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de estas licenciaturas porque ingresó de forma rápida a Excélsior, y el trabajo en el diario mencionado, además de gustarle más, consumió su tiempo…”, Wikipedia. Como se ve, es harto fácil que un biógrafo anónimo, como lo son aquellos que nutren una enciclopedia virtual, consigne fechas: el nacimiento, la muerte, las ocasiones importantes; alguno que otro elemento significativo sobre su personalidad, y ya está. La posteridad instantánea de la red. Hoy el país habla de Scherer, de sus obras y de sus opiniones, de sus letras y de sus ocurrencias y osadías; de que, quizá, con el tiempo devino en uno de esos santones a los cuales se acude en los momentos de incertidumbre en la búsqueda de una guía orientadora, como esos Cristos dolientes sobre los cuales, en viernes santo, se frota la mano y se santigua buscando la unción. Scherer, un poco igual que García Márquez, vivió los últimos años de lo hecho tiempo atrás. Sin embargo, hoy el país habla de don Julio, y eso es trascender. El peor de los pecados, al modo de Borges, sería pasar indiferente por la vida. Lo dijo Wilde: solo hay algo peor a que hablen mal de

uno; eso peor es q Scherer se habla ho Para bien o para m trascender. “Si el diablo me voy a los infiernos sus críticos. Enten implique ir en el m tiempo y la vida en Solo quien ha opta entenderlo a plenitu Para bien o pa Julio Scherer se con rición física- como del periodismo en M Rafael Cardona, “n un pecador. Fue, s bre que se entregó hacer: el periodista que decir”.

Descanse don Julio


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ntrevista, voy a los infiernos”

bien o para mal

o Nacional de Periodismo

Por: Juan L. Simental

Entrevista que realizó al Mayo Zambada le granjeó severas recriminaciones

Los libros que publicó: • • • • •

que no hablen. De Julio oy y se hablará después. mal. Y eso también es

e ofrece una entrevista, s”, respondió Scherer a nder la respuesta quizá mismo barco, quemar el n el afán de comunicar. ado por este arte puede ud. ara mal, el nombre de nfirma –con su desapao uno de los referentes México. Y, como lo dijo no fue un santo, no fue simplemente, un homa lo que sabía y amaba a que dijo lo que tenía

e en paz, o Scherer García

Acerca de don Julio • • • • •

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Estuvo al frente de Excélsior cuando tenía 42 años; ingresó antes de cumplir los 18 años; estuvo de 1949 a 1976. Tras su salida de Excélsior, fundó la revista Proceso. El 6 de noviembre de 1976 se publicó el primer número. En 1986 se le entregó el Premio Manuel Buendía 1986; dos años después rechazó el Premio Nacional de Periodismo. En 1971 recibió el Premio María Moors Cabat; en 1977 fue reconocido como el Periodista del Año por Atlas Word Press Review de Estados Unidos. En 2001 recibió el reconocimiento Roque Dalton y en el 2002, quizá el reconocimiento que más lo conmovió: el Premio Nuevo Periodismo CEMEX-FNP, promovido por el escritor Gabriel García Márquez, en la modalidad de homenaje. El 20 de marzo de 2014 recibió el grado Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Sus trabajos más polémicos: las entrevistas a Ismael El Mayo Zambada, líder del cártel del Pacífico; a Sandra Ávila Beltrán, “La Reina del Pacífico”, y a Daniel Arizmendi, “El Mochaorejas”. Escribió un total de 22 libros entre 1965 y 2013. FUENTE: Excélsior.

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Siqueiros: La piel y la entraña. Los presidentes. Salinas y su imperio. Cárceles. Parte de guerra, coautor con Carlos Monsiváis. Estos años. La pareja. La terca memoria. El poder: historias de familia. El indio que mató al padre Pro. La Reina del Pacífico. Allende en llamas. Secuestrados. Historias de muerte y corrupción. Calderón de cuerpo entero. Vivir. Máxima seguridad. Niños en el crimen. FUENTE: Excélsior.


6 “Traía un gran vuelo pero me cortaron las alas”

En pocas palabras, Juan Rulfo Por: Carlos Yescas Alvarado

Algunas veces los muertos no se van jamás, Rulfo sigue latiendo

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esde su firma como escritor dejaba ver la levedad en sus palabras. Un anuncio de lo que sería su obra literaria, tan breve como imborrable. Que las palabras las pongan los demás, los que lean, los que se encuentren, pensaría tal vez Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, o como es mejor conocido y recordado, simplemente y en pocas palabras, Juan Rulfo. Y así es, pues su obra completa apenas completaría unas 400 páginas en un solo volumen, y si uno piensa en este tipo de compilaciones de autores como Octavio Paz o Carlos Fuentes, resulta realmente breve; sin embargo, lo que nos hace voltear hacia lo breve de su obra escrita es el gran número de textos, ensayos, artículos, conferencias, talleres, charlas y demás que su trabajo escrito ha provocado a lo largo de generaciones, con oleadas de seguidores que van desde Benedetti, Arguedas, García Márquez, Borges, Fuentes o Susan Sontag. Sin duda alguna, Juan Rulfo es probablemente el autor mexicano más estudiado en el país y el extranjero, ya que las encuestas en países como España, Alemania, Noruega y por supuesto México, siempre le otorgan un buen lugar a su obra entre las más importantes de la literatura universal. Y es que en pocas palabras, como era su personalidad, logra transportarnos a un México que parece ya ido, pero al tiempo, hablando de este en un sentido más bien sociológico, brinda una visión de ese país que está por llegar, del que se resiste a irse del todo, de la transformación revolucionaria en una especie de nuevo feudalismo, de un caciquismo renovado que hace al pueblo siempre tener sed; condenados a estar siempre en esa Comala donde todos están muertos pero creen que viven: “No. Loco no, Miguel. Debes estar muerto”, dice Rulfo en Pedro Páramo, y en esas líneas podríamos encontrar el resumen de generaciones enteras de mexicanos; así, en pocas palabras.

Capacidad increíble en Juan Rulfo la de traer toda la historia a un momento, a unas cuantas páginas. No obstante, cabe preguntarse ¿por qué una obra tan breve? En algún momento, el propio Rulfo diría “Traía un gran vuelo pero me cortaron las alas”. Quién o quiénes se encargaron de detener a Rulfo poco importa cuando el resultado ahí está. A partir de su silencio creció su importancia, como a partir de la mentira, que no el engaño, nació su realismo fantástico que luego una infinidad de escritores trataron de imitar, unos, y de continuar, algunos otros.

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Y más allá de seguir dando datos o especular sobre sus palabras o su silencio, que sea él mismo quien hable, a través de su obra, y como sucedió en su homenaje, cuando pidió a Juan José Arreola que hablara por él, en esta ocasión otro grande de las letras, José Emilio Pacheco, habla por y para Juan Rulfo, haciendo una creación hermosa e hiriente con líneas de la obra de Rulfo, para componer un poema y seguirnos demostrando que algunas veces los muertos no se van jamás, y que, en pocas palabras, Juan Rulfo sigue latiendo.


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¿Qué tierra es ésta? José Emilio Pacheco Homenaje a Juan Rulfo con sus palabras

Hemos venido caminando desde el amanecer. Ladran los perros. Grietas, arroyos secos. Ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada. Los cerros apagados y como muertos. Aquí así son las cosas. Por eso a nadie le da por platicar. Aquí no llueve. A la gota caída por equivocación se la come la tierra y la desaparece en su sed. ¿Quién haría este llano tan grande? ¿Para qué sirve este llano tan grande? No hay conejos, no hay pájaros, no hay nada. Tanta y tamaña tierra para nada. Unos cuantos huizaches, una que otra manchita de zacate con hojas enroscadas. Nos dieron esta costra de tepetate para que la sembráramos. Pero no hay agua. Ni siquiera para hacer buches tenemos agua. Tierra como cantera que rechaza el arado. Un blanco terregal endurecido donde nada se mueve. Ésta es la tierra que nos dieron: sombra recalentada por el sol. No es tiempo de hojas. Tiempo seco y roñoso de espinas. Polvo seco como tamo de maíz que sube muy alto. Seguimos buscando por todas partes entre el rastrojo. Muchas lamentaciones revueltas con esperanzas.

Caminamos en medio de la noche con los ojos aturdidos de sueño y la idea ida. El viento lleva y trae la tierra seca. En la hora desteñida, cuando todo parece chamuscado, no aparecen las aguas. Nuestra milpa comienza a marchitarse. Llueve muy poco. Le crecieron espinas a nuestra tierra. Somos como terrones endurecidos. Somos la viva imagen del desconsuelo. ¿Qué tierra es ésta? ¿En dónde estamos? Todos se van de aquí. Nomás se quedan los puros viejos, las mujeres solas. Aquí vivimos, Aquí dejamos nuestras vidas. Un lugar moribundo. Ya no se escucha sino el silencio de las soledades. Y eso acaba con uno. Aquí no hay agua. VIERNES 09 DE ENERO DE 2015

Aquí no hay más que piedras. Aquí los muertos pesan más que los vivos. Lo aplastan a uno. Allá lejos los cerros están todavía en sombras. Tiempo de la canícula cuando el aire de agosto sopla caliente. Digan si oyen alguna señal de algo o si ven luz en alguna parte. Si hay olor de paz y de alfalfa, como olor de miel derramada. Digan si ven la tierra que merecemos. Digan si oyen alguna señal de algo o si ven luz en alguna parte. Digan si hay aire y nubes. Si hay esperanza. Si contra nuestras penas hay esperanza. Digan si es necesario lavar las cosas, ponerlo todo nuevo de nueva cuenta, como campo recién llovido. Digan si ven la tierra que merecemos. Si contra nuestras penas hay esperanza.


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Rodolfo Walsh no aparece Por: Daniel Azdar

‘Operación masacre’ es considerada el precursor del “nuevo Periodismo”, anticipándose 10 años a ‘A sangre fría’, de Capote

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causa de la muerte de Julio Scherer escuché repetidas veces y leí en los diarios menciones sobre la literatura y el periodismo, y que si la línea que los separa es delgada o no. También se recordó a los recién fallecidos Vicente Leñero o Gabriel García Márquez, por lo que concierne a estas vocaciones. Por un lado Borges dijo que nunca le apeteció leer el diario. Que hubiera preferido –con ese humor suyo– que se imprimiera un periódico por cada acontecimiento realmente importante; “por ejemplo, Colón descubre un nuevo continente”, dijo. Por otro lado, Fernando Benítez decía que el periodismo es literatura bajo presión. Sea cual sea el objeto que se tenga en mano (un diario o un libro), es un hecho que la línea entre periodismo y literatura puede llegar a ser extremadamente delgada. Un cabello. (No dedicaré más espacio a Scherer o a Leñero o a García Márquez, que de ellos ya se habló y se seguirá hablando; lo dedicaré, en cambio, a un escritor que, de igual manera, se encargó también de volver delgada esa mentada línea: Rodolfo Walsh. Hoy cumpliría 88 años). Periodista, escritor, militante, intelectual, Rodolfo Walsh modificó su indiferencia política tras la caída de Perón y la consolidación del régimen. Para denunciar el fusilamiento sumario que se dictó en 1956 contra un grupo de opositores, escribió lo que luego se convertiría en uno de sus trabajos periodísticos más conocidos: ‘Operación Masacre’. Y la misma dedicación literaria-periodística puede encontrarse en ‘El caso Satanowsky’, una denuncia más sobre la corrupción de los

“El periodismo es libre o es una farsa”, Rodolfo Walsh

Carta abierta de un escritor a la Junta Militar’ le costó la vida, y él lo sabía

más altos coludidos de la llamada Revolución Libertadora; o en ‘¿Quién mató a Rosendo?’, por la muerte de un líder sindical. Para cuando las Fuerzas Armadas llegaron al poder y murió su hija Victoria, Walsh escribió y publicó su última obra, la que le costaría la vida: ‘Carta abierta de un escritor a la Junta Militar’. Y sí. Luego de

enviar por correo las primeras copias, fue emboscado y secuestrado. Walsh se resistió, sacó una calibre 22 y se defendió; logró herir a uno de los atacantes, pero fue acribillado. Al día de hoy no hay información exacta sobre el paradero de sus restos. Se le considera desaparecido.

Carta abierta de un escritor a la Junta Militar (Fragmento)

Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra que desnuda de ese terror (…) El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades (…) De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda una ley que fue respetada aun en las cumbres represivas de anteriores dictaduras. VIERNES 09 DE ENERO DE 2015

“Ustedes no nos matan, nosotros elegimos morir”, Victoria Walsh


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