SUPLEMENTO CULTURAL - HP 614

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Zenobia Camprubí sale de la sombra de Juan Ramón Jiménez

La poligamia: el amor entre Sartre y Simone de Beauvoir

Su voz nítida sale del escondite. Se llama Zenobia Camprubí Aymar. Y aunque en el recuerdo colectivo es la esposa y sombra de Juan Ramón Jiménez, fue, en realidad, la luz y guía del gran poeta español.

Se conocieron en París en 1929. Ella tenía 21 años y él 24. Se trataron de usted durante más de 50 años, nunca vivieron juntos, se negaron a contraer matrimonio y tener hijos.

Winston Manrique Sabogal Págs. 6 y 7

Mayra Zepeda Pág. 8

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SUPLEMENTO CULTURAL

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Comunicante

Mi amigo Samuel Beckett “Se dedicó, entre otras cosas, a desprestigiar la palabra como medio de expresión artística y creó una poética de imágenes”, Antonia Rodríguez-Gago Por: Israel Horovitz

Págs: 4 y 5


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La “diablofilia” de Papini

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l más célebre de los escritores fascistas italianos (Premio Mussolini 1933), Giovanni Papini (nació el 9 de enero de 1881) padeció o fingió padecer una larga fascinación por el diablo. Sus primeros cuarenta años fueron más o menos “diabólicos”, hasta que en 1920 recibió, como todo un aparatoso santo, la iluminación divina y se reconvirtió al catolicismo, para escribir libros no muy bien vistos por la Iglesia, como su “Historia de Cristo” (1921), “Cartas al papa

Celestino VI” (1946), un papa “al cual solo puede hacérsele el reproche de no haber existido”, o “El diablo” (1953). No perdió con su reconversión al catolicismo su simpatía ni su interés por Satanás, a quien todo católico debía asumir cordialmente dentro del paquete de la Divina Providencia, del orden universal. “El hermano diablo”, diría san Francisco de Asís. Tal vez el Vaticano lo habría preferido como enemigo declarado que como un cofrade

tan extravagante y reaccionario. Sobre todo en sus últimas páginas, “El diablo” sostiene una idea que existe desde los primeros Padres de la Iglesia: después del fin del mundo, Satanás (con todo y sus huestes) también será perdonado y redimido por Dios, y volverá a ocupar, con todo su esplendor primero, su sitio del ángel más hermoso, querido y principal en las cercanías del Creador, ¡como si nada nunca hubiese ocurrido! Juan José Arreola no dejó de

lamentar durante sus últimas décadas el olvido en que había caído Papini. ¿Un simple castigo a su beligerancia fascista y antisemita? Quizá algo más: Papini fue un escritor sarcástico y amargo en pleito cerrado contra todo el mundo moderno; un ultrarreaccionario generalizado, y al vejamen de las modernidades de su tiempo consagró buena parte de su obra. (“Retratos con paisaje. Los turismos del diablo”, José Joaquín Blanco; nexos, mayo de 2004).

“No hay nada que aprender del éxito. Todo se aprende del fracaso”, David Bowie. (Nació el 8 de enero de 1947).

La Efeméride

Nomás por hablar de algo...

El 10 de enero de 1989 fue detenido Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, entonces líder del sindicato de Pemex. Fue el acto a través del cual Carlos Salinas de Gortari se legitimaría como el hombre poderoso del régimen. Se cuenta que Salinas mandó decir a “La Quina”, ya en prisión: “no es lo mismo el ‘Carlitos’ que ‘el Señor Presidente’”.

Luego del éxito de “Pedro Páramo” (1955), Juan Rulfo vivía agobiado y entre los muchos motivos había uno que le angustiaba terriblemente: la insistencia para que siguiera escribiendo, porque “lo hacía muy bonito”. En contra de tal vehemencia, Rulfo contestaba a quien le cuestionaba acerca de su ayuno literario: (ya no escribo) “porque se me murió el tío Celerino, que era el que me contaba las historias”. (Rulfo murió el 7 de enero de 1986).

Editor / Ricardo Bonilla VIERNES 08 DE ENERO DE 2016

Diseño / Grupo Editorial HADEC


3 SATÍN Y SEDA

Es tiempo de trascender… y de amar a los patos Nadia Bracho

Ahora voy a cambiar de propósitos: no quiero levantarme temprano, quiero quedarme más tiempo en la cama…

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ueridos buenos propósitos: a meter la olla de peltre que tenemos para reEs otro año y la lista de buenos mojar las sábanas antes de lavarlas, no quepropósitos es la misma. Les estoy po toda, pero es importante que el agua me hablando a ustedes que nada han hecho llegue al cuello, por lo tanto, y para que no para que la lista se mueva y permanece in- se apaguen las velas, las pondré fuera de la mutable año tras año: hacer ejercicio, tomar regadera: será un placer informarte que no clases de inglés, limpiar estoy para nadie. Ramona, Leeré novelas rosas la despensa, regresar el la casa es toda tuya. die, y de acción, donde la cuadro de “La Última Caminaré por el parque Cena” que me prestó la protagonista sufra mucho un día a la semana. Pero lo llegaré y ganaré el lugar; pero no será en y al final encuentre el tía Encarnación hace... haré no con todos los depor- la misa del domingo. Quiero hacerlo en una amor ¡seis años!, y, por supuestistas, ni siquiera usaré tenis, tarde normal, donde solo estén viejitas con to, reconciliarme con mi me saldré con mis zapatos de velo y yo. Le contaré a Él cómo me fue en vecino sin importar que siempre y mi camisa de fuera, mi día, le diré que me pelee nuevamente con deje la basura en mi puerta. iré caminando mirando los árboles, haciendo se- Ramona, que les dije a los niños tres veces Ahora voy a cambiar de propósitos: no ñas a los patos, cortando flores, me sentaré en que bajaran a comer porque a la cuarta no quiero levantarme temprano, quiero que- una banca, me columpiaré en los juegos y lue- iba a responder (y no respondí, porque no darme más tiempo en la cama (últimamente go me comeré un duro con verduras; lo haré sin me hicieron caso y ya no los llamé), me quejaré de que me duele la rodilla y que quizá he notado una relación intrínseca y directa prisas, respirando profundo. de mi mal humor con la hora de saltar de la Me contaré un chiste a mí misma y me rei- ya tengo más canas. Después me persignaré cama). ¡No fumaré!, y esto lo proclamo a los ré conmigo. Ya para regresarme, arrastraré los y seguiré mi camino. Entonces, queridos buenos deseos, hoy no cuatro vientos y no me refiero al tabaco cuya pies, me llenaré de tierra y llegaré a cenarme tengo inconveniente en hacerlos en la cena, leyenda viene en una cajetilla que dice: “Su una torta de huevo. Eso haré, posiblemente lo delante de todos y con la consumo produce cáncer”. No, yo no fumo incremente a dos o tres veces eso... proclamo que, ¡no fumaré a los ado- por semana. Quiero que todo quede frente en alto. Ya no más lescentes! Ya basta de correr al libro de PsiLeeré un libro cada 15 días. inmutable, como todas dietas, ya no más viajes cología para pubertos y anexos, orar noches No imaginen la cultura que voy a las listas de años pasados, inconclusos, ni siquiera incansables para que se laven los dientes o tener a finales de año, ¡para nada! quiero que se queden así quiero cambiar de carro. Quiero que todo quese coloquen sus aparatos de ortodoncia. No Leeré novelas rosas y de de inmutable, como tome importa si al mandarlos a bañar meten acción, donde la protagonista das las listas de años pasados, quiero que se una consola, dos grabadoras, la batería y tres sufra mucho y al final encuentre el amor. “home teather” para poder cantar a todo pulLos leeré recostada en un sillón con un tazón queden así, porque la que va a cambiar soy món. Ya les expliqué que son sus tímpanos y de palomitas y pañuelos desechables en caso de yo. Me aflojaré más las cintas de los zapaque dentro de dos años les voy a hablar a se- que se presente un emotivo capítulo. Me gusta- tos, dejaré olvidado un poco más mi celular, ñas. El uso excesivo de mortificarse ante un ría al terminar, suspirar por los rincones y poner aprovecharé los altos para mirar a mi alreadolescente produce gastritis y patas de gallo una rosa en mi florero. ¿Que me van a decir cur- dedor y solo me peinaré una vez al día. Ahora comienza un año y no tendrán alrededor de los ojos. si? ¡Es mi deseo! Yo no critico los suyos. Me bañaré una vez al mes con velas... Quiero aprender recetas nuevas, de esas que nada qué decirme cuando termine, me til¡ya escuchaste Ramona!, no quiero que pase vienen en los paquetes instantáneos para poder darán de negligente, comodina y conforcomo la última vez que intenté hacerlo. platicar más con mis hijos, que al hacerlo jamás mista... no, no quiero eso, también tengo Mientras barrías la recámara, te acercaste a saben lo que comen. Para qué esmerarme si un lado trascendental, un lado que va más la puerta y al ver velas y música relajante siempre hacen a un lado las aceitunas. Aprende- allá de lo convencional y puede llegar a lo corriste con la muchacha de la vecina y le ré a cocinar sencillo y a silbar en la comida. De profundo: este año quiero “que haya paz dijiste que tu patrona estaba haciendo un todos modos, Ramona, no te escapas de hacer el en el mundo”... ¡¿lo ven?! Hasta Ramona conjuro de brujería, que había regado leche agua fresca, siempre es de limón… ¿por qué pre- se conmovió. A todos, por un año de bendiciode burra y que tenía el pescuezo de una ga- guntas cada día “de qué la haremos hoy”? nes, salud, unión y trabajo. ¡Feliz llina colgado de la cortina del baño. Me sentaré en primera fila cuando vaya a la Año Nuevo! Te repito, como no tengo tina voy iglesia. Así es, primero que todos, antes que naVIERNES 08 DE ENERO DE 2016


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“En el fondo, si no me sintiera m

Mi amigo Sam

Por Israe

“Se dedicó, entre otras cosas, a desprestigiar la palabra como medio de exp

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l Sr. Beckett murió. Por lo tan- vieron a encontrar para comer juntos to, París también. Me dijeron y platicar sobre la vida. Rachael me llamó después de ver que murió la noche del viernes. Por lo tanto, todos mis héroes están a Sam: -Es el hombre más generoso y buemuertos desde el viernes pasado. La vida se enganchó a Samuel Bec- no que conozco. Esa noche anoté en mi diario: kett, de manera irritante, durante casi “Beckett es tan generoso conmigo, su 84 años. Me preocupa que el mundo cano- dinero es el Tiempo. Conmigo siempre nice a Sam, e ignore lo más impor- despilfarra”. Mitad del invierno, mediados de tante, lo más obvio: con su vida el Sr. Beckett demostró que para un escri- 1973. Tenía frío, estaba solo y con tor era posible, incluso en nuestro muy poco dinero. Tenía una lectura propio siglo inferior, trabajar y vivir de poesía a las 8:00 en el Centro Cultural Americano en con seriedad, cuila rue du Dragon. dado e integridad. Nobel de Literatura en Por esa lectura me Es posible ser como 1969, “por su escritura Samuel Beckett. No que adquiere su grandeza pagarían 50 dólaun santo, a veces ni a partir de la indigencia res. A las 7:00 iba a tomar un trago con siquiera una permoral del hombre Beckett. No lo había sona de muy buen moderno” invitado a mi lectugusto, pero siemra porque: pre un artista: de 1. Pensé que no le gustaría que yo voz clara, responsable, acorde con lo mejor. Beckett fue en lo profesional, leyera mis poemas en público, aunque desde joven, un viejo estricto. Y por fuera por apremiantes necesidades una buena razón. Cerca de él, la cali- económicas. 2. Beckett rara vez asistía a lugares dad de la Vida era odiosa y la calidad de la Muerte una alternativa poco sa- públicos. Durante nuestra conversación patisfactoria. El Sr. Beckett tenía una manera recía distraído. De pronto dijo: -¿Vas a leer tus poemas, verdad? única y sutil de elogiar a sus amigos. -me desconcertó que lo supiera. Y lueDel James Joyce de Richard go agregó: Ellman me dijo: -¿Van a ir muchos de tus amigos? -Es un libro maravilloso… una biografía viva. Todo el mundo está ahí. -obviamente le disgustó que no lo hu¡Todo el mundo! No se olvidó de nadie. biera invitado. Así que lo hice. -No, gracias -dijo-. Nunca voy a -Yo no estoy -sugerí. esas cosas. Y él contestó de inmediato: Pero luego me pidió que le recita-¡Estarás! Es una lástima que Dick Ellman ra uno de mis poemas. Avergonzado, no viva ya para escribir “El libro de le dije que los 50 dólares que recibiría Beckett” como seguramente lo habría por la lectura eran sin duda un precio justo. Se rio, pero siguió insistiendo en hecho. Mi hija Rachael vio a Beckett dos una lectura privada. Samuel Beckett tenía reglas estres veces cuando era niña. Años después, a mediados de los ochenta, trictas para la vida. Un día nos recuando salí de la universidad y unimos para beber un trago, justo vivía y trabajaba París, se vol- después de que Gill y yo nos casára-

mos (él tenía un matrimonio en su haber; yo tenía tres). -¡Una sola esposa! -me regañó-. ¡Es lo que un hombre debe tener! Yeats solo tuvo una, Joyce solo tuvo una, yo solo tendré una - Samuel Beckett tenía sus héroes… y yo sabía que nunca estaría en esa lista. Los recuerdos más hermosos que tengo de Beckett no son los de un gran escritor, sino de un gran amigo. Lo primero que me atrajo de él fue su literatura, pero pronto se convirtió para mí en uno de esos contados hombres que concienzudamente elegimos, contra la voluntad de nuestra madre, para que haga las veces de padre. La última vez que vi a Sam, hace algunos meses, se veía tan frágil como un viejo pedazo de papel. Vivía en una habitación de un asilo de ancianos en la calle Remy Dumonce, a unos pasos de la casa de su médico. Me sorprendió darme cuenta de que Beckett vivía como uno de sus personajes. Para llegar a su cuarto había que pasar por algo llamado “el cuarto de recreo”. Dos docenas de viejos franceses, sentados en hilera como pájaros en un cable de teléfono, veían a un odioso cantante y bailarín en una vieja televisión en blanco y negro. Interrumpí su ensoñación compartida y pregunté por Beckett. Nadie parecía conocerlo. Encontré la oficina. Me llevaron por un pequeño patio hasta la parte trasera de la casa, donde vi una habitación reducida con las persianas entrecerradas. Beckett estaba adentro, vestido con ropa luída, escribiendo con pluma y tinta en una mesa para jugar cartas. Me detuve un momento, recordando por alguna razón la sorpresa que le causó a Beckett, 22 años antes, el que yo no conociera “Sailing from Byzantium” de Yeats. (“Un viejo no es más que una cosa gastada, un abrigo raído sobre un palo…”). Esa noche, antes de despedirnos, el poema de Yeats pasó de la memoria de Beckett a la mía (junto con un pequeño comentario escolar de Sam: “No apruebo del todo eso de que ‘el alma bate palmas’”). La última habitación de Samuel Beckett era miserable, pequeña, triste: una cama, un buró, una mesa de juego con su silla, una televisión “para los deportes”. Parecía una prisión, patética. Mi primer impulso fue sacarlo de ahí y correr, llevármelo lejos a algún tiempo pasado. Me ha costado casi un año asimilarlo, aceptar que él lo eligió así. Conversamos largo rato. Me preguntó lo de costumbre

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“A d Dio n raz ha ha om o igu c


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morir, me podría creer ya muerto”

muel Beckett

el Horovitz

presión artística y creó una poética de imágenes”, Antonia Rodríguez-Gago

decir verdad, os no parece necesitar zones para acer lo que ace y para mitir lo que omite, al ual que sus criaturas”

sobre mis hijos, sobre mi trabajo, sobre los maratones recientes de Gill, si necesitaba dinero o me encontraba bien. Mi turno. Le pregunté cómo se sentía. Entendía su enfermedad y la explicaba como un científico. Su cerebro no recibía suficiente flujo sanguíneo. Pero cuando detalló la sensación -cómo se manifestaba el problema en su cuerpo- habló como el escritor que era: sucinto y claro: -Camino sobre arenas movedizas. Al despedirme, supe que probablemente nunca lo volvería a ver vivo. Organicé mi vida con el fin de regresar a París y estar cerca de él, durante mes y medio, a partir del 15 de enero. Subestimé a las arenas movedizas por casi un mes.

Cuando me avisaron de tu muerte, Sam, pensé medio segundo en todas esas increíbles cosas que decidiste llevarte contigo. Pero pronto recordé lo mucho que dejaste escrito… para ellos, para nosotros. Esas “pocas gemas pulidas… Lo más que uno puede dejar tras de sí. Espero”. Dejaste algunas de esas gemas, mi amigo. Por lo que a mí respecta, parece que debo quedarme aquí, garabateando otro rato. No un adiós. Nos vemos luego, querido Sam. (Nexos; febrero de 1990. Edición Comunicante).

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Beckett murió el 22 de diciembre de 1989


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A la muerte de ella, él no volvió a escribir más

Zenobia Camprubí sale de la sombra de Juan Ramón Jiménez Por Winston Manrique Sabogal

El autor de “Platero y yo” nació el 23 de diciembre de 1881; ganó el Nobel de Literatura el 1956

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u voz nítida sale del escondite. Se llama Zenobia Camprubí Aymar. Y aunque en el recuerdo colectivo es la esposa y sombra de Juan Ramón Jiménez, fue, en realidad, la luz y guía del gran poeta español. Era una mujer fuerte que sabía lo que quería para ella y para él. Lo revela ella misma en unos inéditos de sus diarios de juventud y en poemas, relatos y artículos de diferentes épocas que aclaran aspectos de su vida personal, sentimental y literaria, hasta crear un autorretrato desconocido. “La vida es vana, / un poco de amor, / un poco de odio, / y luego buenos días…”, dice en uno de sus poemas, escritos al principio con su letra cuidada, aunque ese trazo se haría más rápido con los años y se esparciría de palabras casi indescifrables. “Este libro (‘Zenobia Camprubí. Diario de Juventud. Escritos. Traducciones’) es para que la veamos a ella. Para que nunca más esté escondida. Siempre hemos visto a Zenobia en función de Juan Ramón. Aquí se le ve a ella sola, porque antes de conocerlo a él ya era ella. Se casó y siguió siendo Zeno-

bia. No le hacía falta ser De Jiménez. Fue una mujer inteligente, autónoma, fuerte, directa, clara y práctica. Y lo siguió siendo al lado del hombre que amó y la amó”, afirma Emilia Cortés, tras casi 15 años de investigación. El primer destello de su personalidad es de 1896. A los nueve años Zenobia Camprubí se hizo mayor. Acompañaba a su madre en un viaje a Estados Unidos donde esta iba a dejar instalado en la Universidad de Harvard a su hermano mayor, José Benjamín. Ese día, a la niña le permitieron llevar a pasear a dos primas de cinco y tres años, sin la compañía de un adulto. ¡Sola! Como una persona grande. “En este caso yo era mayor y más responsable y ello dejó en mí un indeleble recuerdo. Me parecía que me había hecho adulta”, escribió en uno de sus relatos. A partir de entonces, Zenobia Camprubí (1887-1956) empieza a tomar conciencia de la vida, a intuir lo que quieVIERNES 08 DE ENERO DE 2016

re. Y lo conseguirá. Dejará a un lado ciertas veleidades, como ella decía, para cumplir su misión de apoyar a Juan Ramón Jiménez (1881-1958), con quien se casó en 1916. Una decisión ensombrecida por el silencio o la incomprensión a su amor por él. Ahora es ella quien habla. Sale de la sombra de JRJ. Se ve a una niña responsable, a una adolescente que ayuda a organizar el hogar y pide a su madre que no le dé tantos mimos, a una joven con inquietudes literarias, a una persona que reivindica a la mujer en la sociedad, a alguien no solo enamorado, ha descubierto que la felicidad de su amado es la suya también. Su voz primera es la de “Diario de juventud”, de 1905 a 1911. Son sus años en Estados Unidos, los anteriores al amor de su vida. Lo empieza a escribir por sugerencia de su madre el 25 de septiembre de 1905. Los primeros cuadernos son en inglés. Tiene 18 años. Ha vuelto a EE.UU. a vivir con su madre que se ha divorciado. En muchos momentos es un diario telegráfico. Da cuenta de sus quehaceres domésticos de su figura como pilar de la casa,


7 alternados con actividades sociales, estudiantiles y culturales de una joven educada en su casa. Pero en 1906 dice: “Puede que escriba más en el futuro. ¿Tengo suficiente energía y determinación? Las páginas que queden en este libro responderán”. Tres años después respondieron. De vuelta en el barco a España, ya está la verdadera Zenobia: “No es España, ni América, ni patriotismo, ni memorias, ni resoluciones, ni deseo. No soy sino un deseo: ‘Oh, irse lejos de este bloque Azeldema de tristeza’. No puedo llegar a la meta. Es ‘agua, por todas partes y ni una gota para beber’ o aceptar las consecuencias”, escribe citando a Coleridge.

Escritora singular Su voz poética es novedosa. Hay 27 poemas inéditos. Desde los cándidos sobre un perro, hasta existencialistas y, claro, amorosos (“Brindo por ti, amor / brindo por mi amor por ti, amor / brindo por las hazañas que haré, amor / para mostrar que mi amor es verdadero amor”). O de sueños idos (“Qué cosa hermosa hubiera sido tener un hijo. / Despertar de la siesta con la sorpresa tierna de su / tenderse serena a soñar en el placer de su éxito, abrazo logrado…”). Su voz de narradora sencilla se confirma en medio centenar de relatos. Pasajes de su vida e impresiones entradas en la ficción para crear relatos y estampas. También sus percepciones sobre la Guerra Civil o su exilio

con JRJ. Y en ellos también sus percepciones y opiniones más allá de lo cotidiano. Como este titulado Madrid, y escrito en inglés: “De repente, el conflicto de la guerra y la revolución irrumpió. De manera que, como si se enrollase una alfombra mágica, la paz y la belleza de la ciudad desaparecieron. Todo quedó erradicado y marcado por el feroz resplandor de los edificios ardiendo, por el espantoso desmoronamiento de los sórdidos escombros, por el hedor de las sucias cales sin agua y, por encima de todo, por la crueldad de los hombres. Parecía haberse extendido un manto de horror sobre los lugares que más habíamos amado y nos lo ocultaban. Fuimos a esos lugares y no los vimos. Fue mucho tiempo después y muy lejos cuando una noche, en un lugar totalmente distinto, el perfume de los jazmines en un jardín tropical trajo el medio olvidado encanto de Madrid en días de paz”. Su voz dio voz a la de su poeta en inglés. Le tradujo varios textos. Aparecen los borradores de una veintena de poemas y decenas de aforismos y conferencias, más 12 fragmentos de Platero y yo. Su voz sobre su relación tan especulada con JRJ, sobre si él la manipulaba o maltrataba, la aclara Carmen Hernández-Pinzón, heredera del legado de los dos: “Fue una mujer segura y enamorada que dejó lo que ella describió como ‘veleidades literarias’ para apoyar a quien creía que tenía más talento. Se impuso esa misión. Zenobia tiraba de él. Si no es por ella no le hubieran dado el Nobel. No hubiera aguantado ningún tipo de maltrato. En esa casa se hacía lo que ella quería”. Su voz la apagó un cáncer el 28 de octubre de 1956. Tres días después de ver cumplida su misión con la concesión del Nobel (para Juan Ramón Jiménez). Siempre supo quién era ella y lo que deseaba. Su voz llega transparente en Epístola aclaratoria de la misma a la misma: “Es el actor no la acción, / lo que cuenta en cada actuación. / Los poetas en este mundo son más raros / que los artistas aunque los últimos sean más bellos. / No soy un poeta, como ves / sino / Zenobita Camprubí”. (El País; 27 de octubre de 2015).

“Juan Ramón Jiménez deja de escribir en 1956, en el instante en el que recibe el Nobel y muere la compañera de su vida, porque se da cuenta de que todo lo que había escrito lo había escrito porque existía ella, y desde el momento en que ella ya no estaba, “Él deseaba ser un monje del XVI y solo escribir ya no tenía sentido”. (“Escribir, no escribir”, Antouna ocurrencia tardía le hizo atraerme nio Tabucchi). a su compañía”, Zenobia VIERNES 08 DE ENERO DE 2016

“Mi libertad consiste en tomar de la vida lo que me parece mejor para mí y para todos; y en darlo con mi vida”, Juan Ramón

“La poesía es un intento de aproximación a lo absoluto por medio de los símbolos”, Juan Ramón


8 “Las arrugas de la piel son ese algo indescriptible que procede del alma”

La poligamia: El amor entre Sartre y Simone de Beauvoir Por Mayra Zepeda

La existencialista francesa desperezó el feminismo en Europa, dándole una vuelta de tuerca a la figura de la mujer estereotipada

“Es lícito violar una cultura, pero a condición de hacerle un hijo”

S

e conocieron en París en 1929. Ella tenía 21 años y él 24. Simone de Beauvoir (9 de enero de 1908) fue una niña solitaria, apegada a su padre, quien le enseñó el amor por los libros y el conocimiento; fue una chica que siempre sintió que tenía un cerebro de hombre en el cuerpo de una mujer. Jean Paul Sartre siempre vivió como un niño consentido y ególatra hasta que se dio cuenta que el mundo de los adultos estaba lleno de pura farSimone mantenía relaciones con sa. Por una especie de complejo de inferioridad, este hombre buscó refugio hombres y mujeres. Sartre solo con muen las mujeres, el alcohol, las drogas y jeres, y los dos, por ser profesores de instituto, se inla filosofía. “El secreto de la felicidad en volucraban Así, con esas almas, el amor consiste menos en con jovenPero la solitaria ser ciego que en cerrar los citas. ahí no está y el ególaojos cuando hace falta” el problema. tra se con¿Cómo virtieron le hacían en una de las parejas más polémicas del siglo estos franceses para sostener este tipo XX. El filósofo español Manuel Cruz de vida? Sartre, por su parte, manteexplica el porqué: este par mitificó “su nía a muchas mujeres y hasta distrirelación como paradigma de libertad buía de manera perfecta el tiempo que y modelo de ruptura con las formas de pasaba con cada una. Por supuesto, vida burguesas tradicionales. Se trata- ninguna sabía de la existencia de las ron de usted durante más de 50 años, demás, solo su “Castor” (así le decía nunca vivieron juntos, se negaron a de cariño a Simone, por la semejanza contraer matrimonio y tener hijos, y de su apellido, Beauvoir, con la palaes conocida la liberalidad con la que bra “beaver”, castor en inglés). En realidad, Sartre tenía un cóambos aceptaban que el otro miembro de la pareja mantuviera relaciones digo: “viajes, poligamia, transparencia”. En su obra “Carnéts”, el filósofo con terceras personas”. Sí, esta pareja de filósofos franceses francés explica que le dijo a Simone practicó la poligamia, es decir, mantu- que “existían dos tipos de sexualidad: vieron relaciones sexuales con varias el amor necesario y los amores conparejas mientras estaban juntos. A más tingentes. Y Castor aceptó”. Simone de 50 años de la polémica que desató la era su amor necesario, las demás – relación amorosa entre Sartre y Simo- Michelle, Arlette, Evelyne y Wanda-, ne de Beauvoir, el tema de la poligamia eran los contingentes. No obstante el acuerdo que los dos sigue siendo espinoso.

tenían (el de poder tener relaciones con las parejas que quisieran), nada fue tan fácil. En “La ceremonia de los adioses”, Simone de Beauvoir describe los últimos años con Sartre, ese hombre con los ojos casi muertos, con una adicción terrible al alcohol, a las drogas… y a las mujeres. Aunque esta pareja fue el símbolo del “amor libre” y la liberación sexual en los años sesenta y setenta, Simone de Beauvoir sí se sintió traicionada por Sartre, y más cuando éste “adoptó” a Arlette y la convirtió en la heredera universal de sus derechos literarios. Sí, somos primates, pero somos primates que no están exentos de sentirse heridos y conflictuados con y por una relación polígama, a diferencia de los chimpancés y bonobos. Tal vez por ello la monogamia es más cómoda. Simone de Beauvoir le confesó a uno de sus amantes, al estadounidense Nelson Algren, que su relación con Jean Paul Sartre “más que amor era una amistad íntima”. ¿Se puede ser verdaderamente polígamos sin sufrir raspones? Actualmente, no lo creo, pero ese es solo mi punto de vista. Bienvenidos los suyos. (Publicado originalmente en Animal Político; 8 de octubre de 2011).

VIERNES 08 DE ENERO DE 2016

“Su muerte nos separa. Mi muerte no nos reunirá”, en torno a la muerte de Sartre


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