Enseñanza y Horizontalidad en el Desarrollo de la Creatividad José Miguel Candela - Universidad de Chile
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Los procesos de enseñanza-aprendizaje pueden ocurrir de muy variadas maneras. Pareciera que el ser humano está destinado al aprendizaje, independientemente de cómo este ocurra. ¿Cuántas generaciones aprendieron a leer a punta de golpes y castigos? Al menos puedo dar fe que hasta mi generación, el maltrato y acoso físico y emocional en la educación era aceptado como algo común, como así también la total exención para abrumar con estos agravios el espacio social de convivencia estudiantil. Esto, según los educadores, fortalecía espiritual y psicológicamente al estudiante, y lo preparaba para la bestial lucha diaria de la vida adulta. Sin embargo, acá estamos. Sobrevivimos. Parafraseando al compositor norteamericano John Cage, cuando se refiere al futuro de la música ante su comprobación empírica de la inexistencia del silencio1, podríamos entonces garantizar el futuro auspicioso de la enseñanza, al suceder esta, ineludiblemente, más allá de nuestros métodos. Me permito esta pequeña provocación inicial para exponer un énfasis con el cual he tratado de ser coherente desde hace algún tiempo en mi actividad docente (pero también en mi actividad familiar, afectiva, académica, artística, y ciudadana): independiente de cuáles o cuántos resultados de aprendizaje (u otros) me proponga obtener, el camino para su obtención construye en su cotidianeidad una realidad político-cívica que, desde mi perspectiva, debe estar delicada, frontal e
impecablemente dirigida hacia la aceptación amorosa del otro. Esta idea no es de mi autoría, sino del biólogo y filósofo chileno Humberto Maturana: Los seres humanos de la cultura patriarcal europea vivimos permanente o recurrentemente en una contradicción en nuestra vida adulta: aprendemos a amar en la infancia y debemos vivir en la agresión como adultos. Por esto el amor para nosotros se ha vuelto literatura o, lo que es lo mismo, una virtud, un deber, un bien inalcanzable o una esperanza. Para vivir en la biología del amor tenemos que recuperar la vida matrística de la infancia y para ello tenemos que atrevernos a ser nosotros mismos, atrevernos a dejar de aparentar, atrevernos a ser responsables de nuestro vivir y no pedirle al otro quedé sentido a nuestro existir. Pero hacer todo eso, en verdad, no es tan difícil si damos el primer paso recuperando nuestra dignidad al aceptar la legitimidad del otro, quienquiera que este sea 2. Dicho de otro modo, ¿cómo construimos ciudadanía, desde la felicidad, en nuestro día a día durante el quehacer docente? ¿De qué maneras podemos atrevernos a ser nosotros mismos en la convivencia del aula? Pienso que la expansión de la economía de libre mercado ha traído consigo la aplicación de un criterio de eficiencia a múltiples niveles (muchas veces aplicado de formas desesperadas), de manera de ofrecer al cliente (en nuestro
1. Cf.: Cage, J. (2002). Silencio. Madrid: Ardora Ediciones. 2. Maturana, H. R. (2008). El sentido de lo humano. Buenos Aires: Ediciones Granica SA., p.54. 3. Cf. Roch, E., Thompson, E., & Varela, F. (1994).De cuerpo presente. Las ciencias cognitivas y la experiencia humana. Barcelona, Ed. Gedisa S.A.