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proyección del yo: la moda abiertaLa moda como plataforma para la

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Conclusión

Conclusión

La moda como plataforma para la proyección del yo: la moda abierta

Lipovetsky nos hace reflexionar sobre la dimensión personal que adquiere la moda en esta etapa de la historia. La apariencia personal, y como extensión, el vestido, el atuendo, siempre ha tenido una función comunicacional enraizada en el Yo. Este manifestación externa del Yo ha desprendido unos valores que han sido más o menos libres y tenían asociados unos significados u otros en función del contexto histórico y que se expresaban con cierta limitaciones a través del atuendo. En la sociedad de consumo, con el estallido narcisista y el culto al yo, la apariencia se torna la máxima expresión significante del ego mucho más libre y creativo que en épocas anteriores.

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“La moda no solamente ha permitido mostrar una pertenencia de rango, de clases, de nación, ha sido además un vector de individualización narcisista, un instrumento de liberación del culto estético del Yo” (LIPOVETSKY, 2004)

Globalización, culto del Yo, ecología, redes sociales, cambio, mundialización, Internet, caída de los metarelatos, perdida de fe en las ideologías, descrédito hacia la política, perdida de punto de referencia con respecto al pasado, tiempo unidireccional (lo que Baudrillard denomina “el tiempo real”), sociedad de consumo, seducción, psicologismo, narcisismo, ausencia de clases y bienestar son algunos de los valores que encontramos en la postmodernidad, donde la moda ha encontrado su perfecto caldo de cultivo. Las características de la postmodernidad ensalzan la individualidad como el centro del sistema consumista. El hombre es ahora la medida de todas las cosas y la medida, a su vez, de si mismo.

La dinámica mediática, y la imagen como elemento clave de esta mediación, se extiende al atuendo. Es decir, la imagen es predominante, también en la proyección individual, por lo que el atuendo se transforma en una imagen que pretende ser el reflejo de ese Yo interno. La moda más institucional había tenido (y en menor media, sigue teniendo), la misión de configurar significaciones que “condensaba” en una vestimenta y que otorgaban al individuo unos valores que iban asociados a esa prenda. Con la primacía del yo, el individuo ha generado sus propios mensajes, su propia moda: la moda abierta. Una moda que tiene la particularidad de reflejar todas las singularidades de un individuo, o un grupo de individuos y que puede seguir, o no, los cánones dictados por una moda más institucional.

“Con la moda las personas van a observarse, a apreciar sus apariencias reciprocas, a calibrar los matices de corte, colores, motivos del traje. Aparato que genera juicio estético y social, la moda ha favorecido la mirada critica de la gente mundana, ha estimulado las observaciones más o menos agradables sobre la elegancia de los demás, ha sido un agente de automatización del gusto, cualquiera que haya sido la amplitud de las corrientes miméticas que lo han suscitado .” (LIPOVETSKY, 2004, pag 41)

La moda abierta es entonces mucho más libre, mucho más caótica si se prefiere que los conceptos de moda que se habían dado con anterioridad. Es cierto que siguen existiendo patrones de conducta en el vestir (se sigue calificando de elegante una determinada

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