ANAPOYESIS
L i t e r a t u r a , A r t e y C u l t u r a
L i t e r a t u r a , A r t e y C u l t u r a
Anapoyeisis: Literatura, Arte y Cultura es una revista literaria que surgió en junio del año 2021, primero en su formato digital. Ha sido distribuida en la red de forma libre y gratuita. Posteriormente, hemos decidido trabajar en la edición y el diseño del formato físico, que ahora tienen en sus manos. Nuestro proyecto editorial, está enfocado en publicar textos que corresponden a la ficción especulativa (ciencia ficción, terror, fantasía, ucronía, mundos de lo extraño (weird) , cyberpunk entre otros subgéneros literarios que expresan posibilidades sorprendentes). De esta manera, proponemos un espacio para quienes deseen escapar entre letras a la configuración de mundos posibles y reflexionar sobre la realidad social siempre adversa, siempre vital.
El nombre de la revista lo hemos tomado de un relato del escritor mexicano Salvador Elizondo que forma parte de su libro "Camera Lucida" (1983). En “Anapoyesis” , el autor nos inquieta por medio de elementos lúdicos, presentes a lo largo del texto, sobre cómo concebimos la relectura ideal. El argumento central del cuento consiste en mostrar lo que se desencadena por el invento del Profesor Pierre Emile Aubanel, descendiente de Théodore Aubanel, amigo del poeta Stéphane Mallarmé. Una máquina, constituida a partir de complejos procesos termodinámicos, capaz de medir los niveles de energía liberados debido a la relectura de los versos de los poemas del Maestro Mallarmé. En este sentido, para nosotros, el nombre de Anapoyesis representa un homenaje a la metáfora creada por Elizondo. Si bien, no hemos inventado una máquina que pueda medir los niveles energéticos al leer los versos de un poema o los párrafos de una narración, en cambio, sí podemos invitarles a invertir su energía lectora en los textos inquietantes, extraños, imaginativos que componen cada número De esa forma, estos no desaparecerán
La revista Anapoyesis: Literatura, Arte y Cultura tiene cuatro secciones: a.1. Cuento , a.2. Minificción, b. Poesía, c. Reflexiones y d. Ilustraciones. Cada convocatoria se anuncia de manera anticipada para que las personas interesadas en publicar con nosotros, puedan trabajar en sus textos correspondientes. Dichas convocatorias, se comunican a través de nuestras redes sociales y de nuestra página oficial: www.anapoyesisrevista.wordpress.com.
Las autoras y los autores que deseen participar, deberán enviar sus propuestas al correo electrónico anapoyesisrev@gmail.com en formato Word, con letra Times New Roman número 12 e interlineado de 1.5. Los textos pertenecientes a las categorías de (a.1) Cuento y (c) Reflexiones no excederán las 1,200 palabras Para las minificciones (a 2) la extensión será un máximo de 300 palabras. En la categoría de (b) Poema aceptamos un máximo de 40 versos. Finalmente, las ilustraciones deberán enviarse en formato JPG o PNG con una resolución de al menos 300dpi y en una proporción retrato 3:4.
Al finalizar la revisión de cada propuesta, notificaremos a los autores y autoras el fallo del filtro editorial de acuerdo al siguiente criterio: 1) Aceptado, 2) Aceptado bajo condiciones de corrección y 3) No aceptado. La opción dependerá de los criterios mencionados anteriormente. Contamos con un equipo profesional que revisará de manera detallada cada propuesta.
Estoy seguro que el primer viaje a París de la mayoría de turistas ha de ser mucho más agradable que el mío. Tal vez con boinas y bandoneones y un par de botellas de tinto a la luz de las velas El mío no Yo iba con la intención de visitar los museos de ciencias, el de Artes y Oficios, el Jardín Botánico y esa estructura metálica maravillosa que hizo un ingeniero muy agradecido, tanto que inscribió en ella los nombres de sus maestros, de los vivos y los muertos, de Laplace, Lagrange, Cuvier, Ampère y sesenta y ocho ingenieros y científicos más en los pretiles dispuestos justo por encima del primer arco y por debajo de la primera línea de balcones, y ahí están divisando la ciudad desde la torre que se conoce por el apellido del susodicho: Eiffel Para alguien que estudió ciencias naturales estar allí es una delicia. La imaginación se desborda, las preguntas, la fascinación que causa tener una pista más de que todo lo que te han enseñado en la escuela es cierto y, sí, es verdad que hubo seres de carne y hueso que en algún momento de lucidez, que tras años de tesón y trabajo, concibieron la teoría de los gases ideales, las transformaciones matemáticas que usaste en tu clase de ecuaciones, la química del oxígeno y la combustión, la medición de la corriente eléctrica, la radioactividad o, incluso, fueron expertos en reconstruir animales extintos a partir de unos cuantos huesecillos Dieciocho nombres por cada lado de la torre, como un recordatorio de que una sola persona es perfectamente capaz de cambiar al mundo para siempre. Ése es un tipo de evocación –o podría serlo-: recorrer lentamente el perímetro de la torre, mirar cada nombre y, casi por arte de magia, dejar de estar en este lugar preciso y físico por un instante, recordar lo que sabes de la persona que llevó ese nombre (Coriolis), para estar allá, en ese otro lugar y tiempo justo en el minuto en que ideó aquello que ahora es su legado, compartirlo, reconocer todo lo que ignoras de la persona, de su historia, de cómo era la habitación en la que estaba (¿o iba caminando bajo un aguacero?) y, sin embargo, estar ahí, recrear su atuendo y el tapiz de las paredes, creer que en realidad existió, como un acto de fe, ese segundo prodigioso en que todo gran científico grita ¡eureka!
Y estar ahí para vivirlo a su lado.
O, si se prefiere, si uno es más propenso a aquello de las intrigas políticas y sociales, estar entonces en el despacho de Gustavo Eiffel –o entre el polvo de la construcción ahí en Campo Marte- cuando dicen que el ingeniero decidió inscribir en la torre los nombres de los científicos e ingenieros como una suerte de paliativo para aminorar las críticas ciudadanas que levantaba el proyecto Y luego acompañarlo a una cantina en el Barrio Latino, tomarse un roncito de las Antillas y preguntarle la verdadera razón.
Un nombre, pero también un recordatorio de que somos seres en comunidad y que ésta –su historia y su cultura- afecta nuestras decisiones personales, incluso las que cambian la historia para siempre Pero si estar frente a la torre Eiffel fue uno de mis momentos más espectaculares en la capital francesa, recorrer sus calles fue algo muy distinto pues también hay, por lo menos, otro tipo de evocación y París la propina prolijamente: el encuentro constante con la violencia
Aquí vale la pena anotar el lapso histórico de la anécdota: alguna semana a inicios de 2006 A unos cuantos meses de que hubieran “finalizado los disturbios de París” que se iniciaran luego de que murieran electrocutados Zyed Benna y Bouna Traoré mientras huían de la policía, y que dejaran no sólo el saldo de dichas muertes y otras tantas, de casi tres mil presos y un número desconocido de heridos más cerca de cuarenta mil autos incendiados, sino el saldo anímico, casi palpable en cualquier charla o en la visión de los cientos de pordioseros a las orillas del canal Saint Martin. Estamos a inicios de 2006 y en México creemos que aún vivimos en un país pacífico Ahí están ya los signos que apuntan a la guerra que vendrá y que, para algunos, comenzará en el mes de diciembre cuando Felipe Calderón Hinojosa asuma la presidencia y mande las tropas militares a Michoacán; otros afirman que ya está sucediendo pero en el imaginario de las clases medias y urbanas del país la guerra sigue siendo algo muy lejano en el tiempo, relegado a la historia o a África, a Centro y Sudamérica, a Europa en su pasado reciente o en su presente balcánico, al Medio Oriente y a los “grupos terroristas” que felizmente –pensamos- no ubican a nuestro país en el mapa.
Es 2006 y la evocación de la guerra está en todas las calles del centro de París Ciertamente no hay una guerra, pero sí su recordatorio en monumentos, placas, floreros de mampostería y la propia nomenclatura: la torre Eiffel, ya se dijo, está en el Campo Marte, en un predio dedicado al dios romano de la guerra, cerca del hospital de los inválidos convertido en palacio nacional Y aquí surgen las primeras preguntas: cuáles son las relaciones de los científicos con la guerra, por qué se glorifica a la ciencia y a sus actores en un lugar dedicado al dios de la guerra, a ese dios de los otros, de los que conquistaron Lutecia; más aún, por qué el símbolo por excelencia de una ciudad, de un país y casi de una cultura está precisamente en ese sitio.
Recorrer París con esos ojos es recorrer el horror Las placas en cada cuadra con el
nombre de la persona, su filiación armada (la Résistance, por ejemplo), y la fecha en la que perdió la vida, asesinada, en ese preciso lugar del cosmos Las otras placas junto al florero, con o sin flores, naturales o artificiales, y la leyenda que indica que en ese sitio hace poco más de cincuenta años un grupo de personas armadas, por lo general alemanes pero también franceses, se aparecieron para apresar a otro grupo de personas, por lo general de ascendencia judía, y ahí inició su viaje hacia los campos de exterminio. Y los monumentos: “A los caídos en Argelia”. Víctimas/victimarios, pues en su mayoría, dichos caídos, pertenecían al ejército (¿O eran civiles?, ¿y cuántos de estos civiles eran funcionarios o burócratas?, ¿y qué tanta responsabilidad tiene un civil o un burócrata –como Eichmann- durante un conflicto armado?).
La evocación
Estar ahí.
A su lado
Hasta el momento cúspide del terror porque en este otro lugar las víctimas desaparecen y sólo se ensalza a los victimarios: el Arco del Triunfo. El arco con su lista aberrante de todos los sitios donde ha cundido la muerte por violencia como si eso fuera algo bueno, por lo menos, desde la visión de quienes construyeron el arco.
Para alguien que no había vivido la guerra en su patria pero sí en el extranjero (en Colombia), para un mexicanito que iba en búsqueda de museos de ciencia y jardines botánicos, este otro París terminó siendo París. Y consigo trajo una marejada de preguntas. No estoy seguro de que puedan sintetizarse en unas cuántas, al estilo de “¿qué es la guerra?” o “¿cuáles son las causas de la guerra y qué cómo interviene la ciencia en ésta? Así que tal vez sea necesario empezar preguntándonos cómo, con qué herramientas, recordamos, hablamos y pensamos la guerra en tiempos de paz. Es decir, por qué las evocaciones que hacemos de ésta parecen tener una naturaleza totalmente distinta a cualquier otra.
"Estoy seguro que el primer viaje a París de la mayoría de turistas ha de ser mucho más agradable que el mío. Tal vez con boinas y bandoneones y un par de botellas de tinto a la luz de las velas."
En esta breve reflexión, propongo visibilizar un conflicto que apenas es reconocido internacionalmente: la guerra contra el narcotráfico en México. La falta de importancia que han tomado las noticias sobre los decesos de personas en los medios de comunicación masiva se debe, probablemente, a las siguientes suposiciones: el número de muertes no es una cifra que alerte al país (por consiguiente, su alcance internacional es menor) y no hay una delimitación clara de las regiones en conflicto, por lo tanto, no se trata de una guerra. Así que se ha tomado por una matanza masiva sin sentido.
Decía el filósofo y escritor alemán Ernst Jünger que la guerra es un paso necesario para alcanzar la paz. No obstante, en épocas recientes surgieron nuevas estrategias, métodos y fines que se enmarcan en «pequeños conflictos» donde hacer la guerra ya no es un camino para conseguir la paz1, sino un sendero para llegar al infierno y permanecer en él.
"Nuestro acto de resistencia es construir mundos alternos donde podamos sentirnos libres, seguras y seguros, más allá del inagotable caos."
Estos conflictos violentos han sido desamparados jurídicamente por el ius in bello, el derecho humanitario, como consecuencia de la pésima forma de actuar de los Estados involucrados. Es el miedo una de las armas más potentes que usa, por ejemplo, el crimen organizado. Su estrategia más pulida consiste en anticiparse a contener al otro, en atraparlo en sus redes para luego atacar. Pero ¿acaso podemos hacer algo más que solo expresar rabia frente a esos mecanismos de violencia? Hace algunos años, se reconoció al fin que en México se podía hablar de una guerra siendo el mayor conflicto armado después de Siria2. Los medios de comunicación masiva y, más recientemente, Internet, las TIC3 y las redes sociales, como suelen hacerlo, difundieron información contraria a esta perspectiva, desde entonces, se han empecinado en emplear tácticas ingeniosas para alejar nuestra atención de lo que sucede en distintas regiones del país.
A partir de ese momento, se volvió común la afirmación de que este conflicto se trata de “una constante e infértil lucha contra el crimen organizado”. Con ello, me atrevería a decir que, de forma provocadora, nos hemos acostumbrado a habitar en un mundo que nos ofrece violencia. Sin embargo, aquel habitar es consecuencia de la incapacidad que tenemos para enfrentar este panorama. Caminar por las calles se ha convertido en un acontecimiento que implica valentía y estar alerta es un estado natural.
Nuestro acto de resistencia es construir mundos alternos donde podamos sentirnos libres, seguras y seguros, más allá del inagotable caos.
Las tropas del ejército de Qin parecen llevar una importante ventaja A pleno sol del mediodía, su infantería ha generado centenares de bajas al ejército Chu, comandado por el experimentado general Zhai Quan. La desesperación se desparrama como reguero de pólvora en el bando de Quan.
Los gritos de los cientos de soldados, y los sonidos metálicos del choque de las dagas, lanzas y flechas en sus armaduras, montan un escenario tan catastrófico como terrorífico: un verdadero pandemónium de corazas, estandartes y carros de batallas. Un ejemplo de cómo la China del siglo III a. C. se desangra en medio de guerras intestinas y la quimera de poder construir un estado unificado.
En una remontada literalmente épica, la caballería de Quan decide trasponer a punta de espada las líneas enemigas Los saltos de los corceles traspasan como orugas gigantescas el frontón con que avanzaba la infinita primera línea de Qin. Sus oficiales se ven tan sorprendidos, que muchos de ellos caen ahí mismo, pisoteados o atravesados por el bronce enemigo. Pedazos de torsos, cabezas arrancadas de cuajo por las filosas espadas de los jinetes de Quan y extremidades que todavía empuñan dagas y sables, van quedando sembrados en la arena de Liaodong, como si una mano gigante e invisible hubiera dado un puñetazo justo en medio de ese infernal choque de lanzas y alabardas
La nube que se levanta en el campo de Marte, mezcla de arena y de hedor a tripas y miembros desperdigados, hace prácticamente imposible saber a ciencia cierta quién está a un metro cuadrado de uno Por si fuera poco, las instrucciones dadas en decenas de dialectos chinos, más los gritos espeluznantes de los millares que van quedando heridos, hacen aún más difícil moverse con la mínima disciplina esperada.
Blindado por su portaestandarte y su primer tambor, Qin, con una herida terrible en su hombro izquierdo (una maraña indistinguible de metal, cuero y carnes vivas), indica lo que ningún comandante quisiera jamás ordenar a sus tropas: ! ! ! [¡Retirada! ¡Retirada! ¡Nos reorganizaremos en la acampada de Sui!].
[Comandante]… le indica su primer oficial, con un poco más de claridad sobre el número de bajas que su ejército presenta, luego de tres horas de incesante combate ! [Hemos perdido dos tercios de nuestra caballería. La infantería, como ha podido, se ha dispersado a campo traviesa. ¡Ese maldito ejército es invencible!] Cuando el sol parece tocar el ápex del cielo, la última formación de los soldados de Quan pone en práctica las infinitas jornadas de disciplinada preparación táctica Las crónicas posteriores dirán que este mismo ejército, al mando del experimentado general, se preparó en arduas e inhumanas jornadas de entrenamiento militar. La mitad del tiempo, bajo las aguas de los peligrosos ríos de la región de Liaoxi; la otra mitad, simulando situaciones de asedio, donde no pocas veces decenas de soldados perdieron incluso sus vidas De pronto, el puesto de mando se llena de buenas noticias: la huida total del enemigo es inminente. Acto seguido, la orden de su comandante es áspera y simple. Una última estocada frontal para quienes, estúpidamente, quieran arriesgar sus vidas en una lucha cuerpo a cuerpo. ! : ! [¡Infantería pesada a retaguardia! ¡Arqueros y ballesteros: a tomar posición!]
Lo que viene después bien puede describirse como una verdadera aberración. Una masacre injustificada y completamente estéril, pues los cientos de infantes del ejército Qin, que van cayendo ensartados o atravesados por las puntas de metal de los lanceros, ballesteros y arqueros Chu, podrían perfectamente haber sido tomados prisioneros, y solventado, así, las innumerables faenas constructivas del nuevo imperio Sin embargo, los soldados Qin agonizan, gimen, maldicen y dan sus últimos estertores en medio del júbilo de los enloquecidos soldados Chu. Muerte y locura, juntas en una misma explanada, donde se ha impuesto la organización del cuerpo militar mejor adiestrado por los hijos del Emperador Amarillo
Enseguida, el silencio Sepulcral
Con el triunfo asegurado, y ningún sobreviviente en el bando enemigo, el primer oficial le dice algo al oído al general Zhai Quan. Nadie sabe cómo, pero la formación original, casi con el mismo número de soldados, en las mismas posiciones previas al ataque y con la misma adustez de quien se sabe vencedor, enmudece y se congela en el tiempo, guardando para siempre esa mirada imperturbable y llena de poder con que ha llegado hasta nuestros días Al cabo de unos minutos, el ejército vencedor, ya en formación oficial, siente unos ruidos estrepitosos. Yang Zhifa, un campesino del noreste de Xi’an, cava una fosa y hace uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes e impactantes de la historia de la humanidad: cerca de 8 mil guerreros de terracota de la China imperial, de tamaño natural, yacen en formación de trinchera, haciendo guardia en la tumba del emperador Qin Shi Huang.
Zhifa nunca sospechará porque eso es parte de una historia jamás contada que esos mismos guerreros de terracota, con sus moños y armaduras incoloras, acaban de pasar a la inmortalidad, luego de haber danzado cara a cara con la muerte
De nueva cuenta enchufaron a los gatos por la nuca Los metemuertos no lo hacían por la cola para no lastimarlos (nada más falso que arañan si no se los toma de la nuca) Acto seguido, se oyeron los maullidos leves que precedían la representación, con que se indicaba que todo estaba listo. Después conectaron al público por el mismo conducto (por supuesto, la gente que se respeta, reserva el uso del otro canal en privado o en pareja) Reclinándose cómodamente en sus asientos, suspiraron de gusto. A como diera lugar, «la guerra, los amores y accidentes» de los gatos habrían de ponerse en escena Siglos después de haberse publicado, La Gatomaquia continuaba siendo un éxito. A imitación de Homero, Lope (¡oh, segundo «Gatilaso», que expurgaste por siempre de ratones las bibliotecas del Parnaso!) cantó las peripecias amatorias de Micifuf y Marramaquiz por conquistar a Zapaquilda, de hermosura sin igual. Y así, a lo largo de siete silvas, los galanes compiten. Uno, hijo de Zapiron, padre universal de los gatos, tiene la nariz roma, blanco el pecho y los pies, negro el lomo; el otro, descendiente de Malandro, gato de Alejandro Magno, es pendenciero. Los celos lo consumen. Para curar su mal de amores, Merlín, minino canoso, lo manda a sangrar; Garfiñanto, astrólogo felino, lo ayuda a seducir a Zapaquilda. Pero ella no cae y acepta a la postre casarse con Micifuf.
Tal como Paris rapta a Helena en la Ilíada, Marramaquiz se roba a la novia Y la encierra en la torre. Sobreviene el combate entre ambos bandos félidos: Micifuf y su hueste se enfrentan a Marramaquiz y sus esbirros. Suenan pífanos y tambores; ondean los pendones; las armaduras brillan a la luz del sol; se desenvainan espadas; las lanzas se enhiestan; con firmeza los broqueles se empuñan. La gatería fufa, se encrespa, suelta zarpazos Los atacantes clavan sus uñas en la torre al ascenderla Los defensores arrojan desde la cima ollas y búcaros. El bizarro Micifuf dirige a los suyos sobre una montura que parece volar como Pegaso La batalla se encarniza y se alzan las llamas Al igual que en aquella guerra entre ratones y ranas, Zeus interviene. En la última silva, un príncipe que cazaba por allí, mata de un arcabuzazo a Marramaquiz. Por fin, la boda se celebra y se pone el telón
He ahí el argumento de la épica lopesca No es de extrañar que la obra siga escenificándose, si el triángulo amoroso y el tercero en discordia son materia de todos los tiempos La peculiaridad es que, hoy día, el espectáculo era virtualmente real: los gatos eran representados ni más ni menos que por gatos. El espectador los miraba desplazarse, pronunciar los parlamentos, batirse a duelo, cortejarse, lidiar o hacer mutis, sin necesidad de que las personas los reemplazaran. A fin de lograr el mayor realismo posible, los actores y el público se conectaban a la función Mientras ésta durara, permanecían en una simulación casi idéntica al mundo tangible. En vez de mover escenografía que ni existía, los metemuertos (de algo tenían que vivir) los cuidaban y los veían retorcerse Los párpados se agitaban como cuando se entra en sueño profundo.
No sabemos cómo reaccionaría Lope si por algún ardid resucitara y contemplara este nuevo arte de hacer comedias Es bastante probable que perdiera el juicio al presenciar a un montón de gatitos hacerse pasar por seres humanos. Con seguridad, se decepcionaría de que carecieran de sentido los símbolos con que, otrora, se burló de la sociedad áurea y así, sea donde sea que lo situemos, imploraría regresar al empíreo, el limbo o el orco.
Por lo demás, nadie recordaba la equivalencia del mundo como teatro Algún especialista intrascendente habrá consultado el célebre tópico de raigambre griega en alguna historiografía menor, ahora perdida. Al espectador nada le importaba representar un papel impuesto por el destino, puesto que, al término de la función, volvía a ser el mismo. A la luz de esta y otras razones (cuya exposición sería ociosa y preferimos tratarla en otra ocasión), la creación literaria cesó de existir. Todo era recreación. Centurias y centurias de tradiciones, en miles de lenguas, nos legaron un corpus precioso e inabarcable que hay que apreciar de este modo No había el menor interés en crear arte, la más trivial de las ocupaciones, porque desde hace tiempo había caído en el olvido. La recreación pasó de ser estética a funcional: la escritura se destinaba exclusivamente a la comunicación e información y, por ende, se vivía mejor.
Debido a la honda búsqueda de la condición humana que caracteriza el teatro, este género gozó del mayor prestigio al momento de ser recreado en comparación con otros. (Claro está, no faltaron los desocupados que se entretuvieron en textos de toda ralea, variopintos y multiformes ) Si bien La Gatomaquia no es obra dramática sino épica burlesca, sería difícil negar su palpable teatralidad. ¿Qué otro rasgo atribuir a un poema en que los gatos riñen, en el cual la disputa por la amada vuelve armígeros a los felinos y los hace estallar en clamores?
Podría argüirse que el dramatismo impide que la mayoría de la audiencia recree el poema; no obstante, los que lo hacen, por pocos que sean, vaya que lo vivifican, un ojo al gato y otro al garabato. Y es que a quién no le gusta ser teatrero Algunos invierten los papeles de Micifuf y Marramaquiz para que
éste en vez de aquél, triunfe en el lance amoroso Otros liberan de ambos pares de garras a Zapaquilda y hacen que reniegue de sus amantes y, por consiguiente, la vuelven punta de lanza en contra de la opresión humana, para que así ella incite a rebelarse a la gatería del orbe, harta de que su especie sea forzada a actuar de otro modo que no sea aquel que se corresponde con su naturaleza. Unos otorgan protagonismo a los personajes secundarios, de suerte que Micilda no sea mero objeto de seducción y que su belleza supere la de Gatifura, la golosa gata sin par, o que bien Trebejos no perezca en la contienda, o que bien Lameplatos se zampe de ratones, queso y salchichas. Hay quienes robustecen los marramaos, lamidas y demás acciones gatescas para que los mininos se comporten como tales y que ya no sean espejos vanos de la especie humana. Los chuscos incrementan los neologismos lopescos, los “gatiquisiera”, los “zapinarcisos”, los “gatimartes”. Los osados, que coinciden mucho con quienes dan primacía a Zapaquilda, convierten en antagonista al mismísimo Monstruo de la Naturaleza. Según arguyen, este escritor (y no otros como T.S. Eliot) fue el que trastocó la condición gatuna Y entonces los felinos se sublevan de la imaginación del Fénix y se emancipan por sus patas propias.
A lo largo de las eras, el motivo bélico es aquel que permanece más o menos fijo. Al fin y al cabo, los animales también se prueban en la guerra. Ingenioso ejemplo de lo épico en esencia.
"Al espectador nada le importaba representar un papel impuesto por el destino, puesto que, al término de la función, volvía a ser el mismo."
En medio de un tiroteo, Pedro buscaba a su madre. Hace tres años que estalló la guerra. Su madre no se cansaba de decir “Se pudo evitar” Sin embargo, cuando él analizó detenidamente lo que había ocurrido, concluyó que su madre tenía razón.
Por mucho tiempo las personas pensaron que la Tercera Guerra Mundial se desencadenaría debido al control de los hidrocarburos, el uranio, plutonio y el litio. La realidad siempre estuvo frente a todos, pero se negaron a verla. Cuando por fin se dieron cuenta de la gravedad del asunto era demasiado tarde: la guerra finalmente estalló El motivo fue el control del agua.
La situación día a día fue empeorando Los problemas de contaminación, explotación del suelo, deforestación, cambio climático, falta de rigidez en las leyes o políticas sobre el cuidado y protección del medio ambiente por parte de los gobiernos. El mal uso de los recursos naturales, los conflictos sociales, económicos y políticos; se convirtió en una bomba de tiempo que no tardó en explotar. Cuando el agua comenzó a escasear, el hambre se hizo presente, causando la muerte a millones de personas
Dos bloques económicos entraron en disputa por el control del líquido vital. Al principio, la Unión Europea y la Federación Asiática iniciaron las negociaciones por el agua de forma diplomática Desafortunadamente, en algún punto álgido durante los acuerdos, todo se salió de control. El conflicto armado se desencadenó. No se emplearon armas nucleares, para no contaminar las pocas reservas de agua que aun quedaban En su lugar, emplearon algunas armas biológicas, que actuaron principalmente a través del aire. Ambos bloques decidieron usar el enfrentamiento cuerpo a cuerpo como la mejor opción. Nadie se podía dar el lujo de contaminar la poca agua que todavía quedaba Pedro aún era joven, solo tenía veinticinco años. Recién egresó del Instituto de Ciencias Ambientales de la Universidad Oriental, localizada en la Megalópolis Mexicana El producto de su trabajo de investigación fueron dos máquinas, la primera tenía la capacidad de obtener agua potable del aire. Esta absorbía las partículas libres para condensarlas, desinfectarlas procesarlas y convertirlas en agua purificada. La segunda funcionaba por medio de material orgánico, esto le permitía elaborar una súper galleta, con los nutrientes necesarios de una comida completa Ambas eran la alternativa más eficaz contra los problemas del hambre y la sequía.
No obstante, un día atacaron el laboratorio donde Pedro trabajaba. Por fortuna, él había salido antes del incidente. Desde hace semanas Pedro sospechaba que un grupo armado quería tomar el control del edificio. Luego lo confirmó. Destruyeron el edificio con las máquinas dentro, pero no se imaginaron que él sabía los planos de memoria Su madre le pidió que aceptara la propuesta que días antes le había hecho la Unión Europea. Así fue como decidieron huir a Francia. Por varios días, Isabel siguió a su hijo hasta que fueron emboscados. Los bandidos les robaron el agua y los pocos alimentos que tenían. El camino era largo. Tenían dinero para comprar unos cuantos víveres, sin embargo, estos no serían suficientes para ambos En Puerto Esperanza un barco de la Unión los esperaba Debido al
aumento de los ataques, tendrían que zarpar antes de tiempo.
El camino estaba lleno de contratiempos. Lo que afectaba a su madre, era el hecho de ver tanto dolor a su paso Ella no podía desvanecer de su memoria las imágenes de mujeres, niños y ancianos muriendo de hambre y sed. Humanos frágiles, con la piel pegada a los huesos, miradas tristes, bocas secas con los labios partidos y algunos cuerpos de pequeños que murieron a mitad de calle, por alguna bomba, un fuego cruzado, o en busca de alimentos.
Isabel se sentía cansada, cada vez le costaba más seguirlo. El barco los dejaría si no llegaban a tiempo Entonces tomó la decisión más difícil de su vida En la noche mientras Pedro dormía, Isabel salió dejando una nota: «Búscame en El cangrejito playero del muelle». Ella debía llegar al lugar planeado Tendría que ser lo más pronto posible, no les quedaba agua, ni alimentos. Sabía que de seguir con Pedro moriría, pero, también lo retrasaría y eso no lo podía permitir. Su hijo tenía los proyectos que salvarían a la humanidad
Cuando Pedro se dio cuenta, Isabel ya se había marchado. Trató de seguir su rastro, pronto descubrió que, efectivamente, aquel camino, lo llevaría al muelle A la mañana siguiente, llegó a su destino. Todavía no estaba seguro de lo que significaba El cangrejito playero. De repente, vino a su memoria un recuerdo de niño. Su padre los llevó alguna vez a conocer el mar. En aquella ocasión, incluso les contó cómo fue que se formó Puerto Esperanza. Una ciudad que se sumergió en el agua por el calentamiento global, cuyos habitantes lo convirtieron en un pequeño paraíso, de ahí su nombre El restaurante donde comieron la primera vez se llamaba El cangrejito playero, su madre tenía que estar ahí.
Al llegar, encontró algunos cuerpos en el suelo. Un bombardeo los mató. A Pedro le causó una profunda tristeza y desesperanza al saber que esas circunstancias se habían vuelto cotidianas, sin importar el lugar. La guerra debía terminar si la humanidad no deseaba extinguirse El pequeño paraíso que alguna vez conoció dejó de existir Encontró el restaurante deteriorado y también a Isabel muerta abrazando su diario.
Pedro se tomó unos minutos para sepultarla, no la abandonaría. Esa mujer fue su madre, quien más lo amo y lo procuró toda su vida. Le dolía tener que irse tan pronto, pero, si no lo hacía su madre habría muerto en vano.
Cuando Pedro arribó al muelle, un enorme buque con el nombre de Isabel lo esperaba, parecía que su madre aún lo cuidaba. Con el rostro cubierto de lágrimas, subió al buque. El capitán lo recibió con gran euforia, como quien recibe a un gran héroe.
Pasaron diez años después de esa tragedia. Pedro dormía plácidamente, su sueño fue interrumpido por el beso de una niña pequeña. Luego, una mujer también se acercó a él. Esas mujeres eran su esposa Carolina y su hija Isabel Afuera había una Colonia que prosperaba con áreas verdes y agua potable, incluso, tenía pequeños campos de cultivo. Aquel sitio fue construido por los últimos sobrevivientes del planeta. En sus manos, ahora tenían una nueva oportunidad.
Mosca dejó de respirar Sin el aire entrando a sollozos para sus pulmones, su corazón palpitando era todo lo que escuchaba en sus oídos Un golpe tras otro, sus latidos no fueron más un reflejo inconsciente para ser el ritmo de los últimos momentos de su vida, al menos hasta que, incapaz de soportar más tiempo la privación del aliento, respiró y entonces volvió a llorar.
No gimoteó como hubiera querido, tenía el grado de sargento, a pesar de sus 14 años debía mostrar aplomo, por lo que se limpió la nariz, volvió a tomar el gatillo y acercar el ojo a la mirilla
En realidad no podía ver las lágrimas en sus ojos le impedían distinguir el objetivo, estaba ciega excepto a lo que le dejaba percibir el instrumento óptico, supuso que aquel ruido era su mandíbula temblando, por ello no atendió las palabras del conductor que trataba en vano de tranquilizarla
Era una pena, Jasper se distinguía como un buen hombre, al que valía la pena escuchar, un poco viejo como cualquiera para la joven, sin embargo, indiscutiblemente espiritual, además de un excelente operador que los mantuvo vivos mientras los tanques de ambos pelotones se destrozaban disparo a disparo. Así que abrió el ojo libre y se separó un poco del periscopio con la mirada pérdida en la armadura interior Realmente no tenía impedimento alguno para oírlo, pero igual no lo escuchó
Seguramente le dijo algo bueno, sano para el alma, mas no volteó a verlo, pues ella era su superior y sabía que si desviaba un poco los ojos encontraría al infeliz aún empalado en su asiento, víctima de un impacto que hundió el fuselaje por la placa lateral derecha y que probablemente le arrancó las piernas, no obstante por la presión se mantenía vivo, hundiéndose lentamente en un sueño frío que él clamaba era de paz. Por eso no podía voltear, porque ella estaba al borde del colapso y verlo le recordaba que él fue el afortunado, pues arriba en la ametralladora derecha de Gonz solo quedaba lo poco que se veía y el teniente Arden continuaba ahí tirado en el suelo como un bulto de carne quemada por la fuga de gasolina que apagó a costa de su vida.
Sólo quedaban ellos, y la verdad es que envidiaba a Jasper porque a él solo le quedaba morir, mientras que ella tenía que decidir entre morir o pelear por su vida, una vida que nunca sería igual por lo vivido este día. Cuando lo escuchó, como un rugido alojado al fondo de su oído, al tiempo un sonido inconfundible que una fantasmagoría, en cualquier caso, la señal de que el objetivo se acercaba Sin pensarlo dos veces apretó su cabeza hasta que su ojo quedó sumergido en la oscuridad de la goma sobre la mira. Observó por tanto tiempo que su ojo esta vez lloró por el sobreesfuerzo, agotada, movió las piernas y comenzó a rotar el cañón buscando a su depredador Fue entonces cuando el ojo comenzó a doler con una punzada aguda, se dio cuenta de que una venita se había reventado. Usó toda su fuerza abdominal para que el cañón continuara moviéndose lentamente, porque ese murmullo era todo lo que evitaba volver a escuchar lo que no era un truco de su mente sino una orden Vencida, admitió que lo que escuchó no era el Hermano Marcado acechando, sino algo, o más bien alguien que estaba adentro Se arrodilló para ponerse a un lado del teniente que contra toda posibilidad seguía con vida, mascullando una sola cosa que ella no quería escuchar Con su oreja cerca de su boca dijo: " ciento veinticuatro". Necesitó todo su entrenamiento como artillera del Heroico Cuerpo de Terratanes del Conclave para poder mantener la compostura mientras escuchaba la orden completa: "Directiva 10,124"
El único código que se podía dar una vez porque se traducía como "cada hombre para su familia" pues implicaba que la nación estaba sufriendo Golpe de Estado y con las comunicaciones centrales comprometidas, le quedaba pedirle a sus efectivos que protegieran a la familia que conocían, sus amigos, su unidad, su pelotón, su división. Más, en la confusión inicial, el Hermano Marcado disparó y dos pelotones que habían trabajado campañas enteras entre ellos, se mataron encarnizadamente
Ahora, la Sargento especialista de Artillería, Catarina Mosca tenía la obligación de obedecer la orden de su superior; proteger a su familia, aunque solo fueran dos moribundos y una niña con un deseo de muerte. Supo que se trataba de eso, no porque el teniente creyera que iba a sobrevivir, sino debido a que quería que su sargento viviera, y sin importar cuanto moviera el cañón, ella no lograría nada si no cargaba primero la munición
Un sollozo ahogado hizo que su nariz moqueara, se levantó y dio los pasos más pesados de su vida hasta el anaquel de armamento donde sacó la munición con ambas manos y pisando el pistón, abrió la compuerta del cañón que cargó con memoria muscular Lo cierto es que Mosca no tenía idea de cómo se supone que viviría después de ver morir a todas las personas que conocía, peor aún, cómo podría volver a dormir si para vivir tendría que matar a otros operadores encerrados en un ataúd de acero, tan destruidos como ella Fue ahí cuando escuchó, un breve rumor en el fuselaje inferior que le delató la llegada de las cincuenta toneladas de muerte
Ella no quería vivir, pero tenía una obligación y reportó en voz alta:
"Cañón preparado. Munición ¿verde?"
Nadie contestó, pero igual pegó el ojo nuevamente a la mira y buscó a su presa Ambas eran unidades Terratanes clase Bestia, así que ninguno sobreviviría un nuevo impacto En la pequeña mira, las hojas de las zarzas comenzaron a moverse. Iba aparecer por ahí, eligió una dirección, bajó el cañón para prepararse, y ordenó. "Conductor, ¡alto total hasta el primer tiro!"
El silencio no se interrumpió y, pese que hubiera preferido que el artillero de la otra unidad ya los hubiera matado, levantó el seguro y habilitó el gatillo para disparar Se paralizó por la tensión del momento mientras la oruga mecánica aparecía en su mira No podía revisar donde estaba el cañón enemigo, solo debía enfocarse en golpear el centro antes de que el corazón le explotara.
En el instante antes del disparo, el peso del tanque enemigo aplastó la loma de lodo y Mosca perdió el centro Con reflejos imposibles disparó, un rayo verde producto de la pólvora incendiándose golpeó la parte de atrás del tanque enemigo abriendo la armadura sin explotar. Fue puro instinto acercarse y jalar otra munición para cargar Probablemente el cañón del artillero enemigo apuntaba al suelo, tenía que reajustarlo, sólo tenía segundos para colocar una nueva bala e intentarlo de nuevo.
Se arrancó la uña del meñique cuando cerró la cámara, pero estaba lista, fue más rápida que el otro artillero y ahora ahora tenía que decidir si disparaba, porque el otro artillero no lo hizo
Así es la guerra: se manifiestan todas las posibilidades, ninguna seguridad. ¡Boom!
Mi abuela solía dejar dos pequeñas montañas de azúcar en el jardín Abría la bolsa que guardaba en la alacena, tomaba dos cucharadas y las ponía siempre en el mismo lugar: una en la entrada que da a la fuente, la otra al final de la casa donde la verja se fundía con los árboles de los vecinos, cerca de sendos hormigueros Dos estirpes de hormigas hacían caminito, cada una desde su territorio, hasta el dulce manjar y de una en una cargaban la ofrenda de regreso
¿Por qué haces eso? le pregunté. Es una ofrenda de paz me respondió sin siquiera verme mientras creaba los montículos.
De niña una hace cosas sin pensar, así que tomé una botella de agua y la vacié sobre el azúcar, la vi disolverse mientras se filtraba en el suelo. Las hormigas caminaron en círculos, mientras más de ellas se unían a esta extraña danza, hasta que algunas se dirigieron a mis pies.
Mi abuela corrió y me hizo a un lado De entre sus ropas sacó la bolsa de azúcar y depositó una cucharada más grande que la primera Las hormigas detuvieron su baile caótico, cambiaron su rumbo y reanudaron la tarea de llevar la comida a su guarida. ¡Angie, no vuelvas a hacer eso! gritó mi abuela mientras me zarandeaba. ¿Por qué? ¿Qué está pasando? le pregunté asustada, y confundida, nunca la había visto fuera de sí Es hora de decírtelo respondió mi abuela y se acomodó justo en el centro del jardín para contarme esta historia:
Cuando mi hermana y yo éramos niñas, más chicas que tú, descubrimos estos hormigueros a inicio de la primavera Las hormigas por fin salían a la superficie después de meses de frío Las pequeñas del norte encontraron un grillo y lo arrastraron a su agujero. A mitad del camino, las hormigas del sur comenzaron una masacre. Al ser más grandes capturaban a sus vecinas y las mutilaban a mordidas, tratando de acabar con las que hallaban a su paso, para arrebatar la primera comida después del invierno
Mi hermana Gabriela, que siempre fue más curiosa, observó que el grillo había muerto cerca del sur, donde las hormigas eran pocas, pero fuertes, así que ese territorio les pertenecía. Pero las del norte, rápidas y numerosas, necesitaban la carne para la supervivencia de un grupo mayor. Gaby colocó el pie derecho entre los bandos para evitar la pelea Pensó que quizás su tamaño, el de una niña de ocho años, sería suficiente para terminarla No fue así Rápidamente las hormigas subieron por su pequeño cuerpo, la escalaron y comenzaron a mordisquear cada parte de ella. De inmediato se sacudió las hormigas y quitó el pie, no sabíamos por qué eran tan agresivas. Para zanjar la lucha, tomó el grillo y lo partió por la mitad. Dio una parte a cada hormiguero. Su decisión parecía la más lógica, aunque no fue la mejor Cada bando llevó la comida a su lugar, dejándonos a solas. Creímos ayudar a terminar la guerra, pero no podíamos estar más equivocadas. Al día siguiente, Gaby se adelantó al jardín. Cuando salí para jugar con ella, descubrí su cuerpo recostado sobre la hierba, ¡estaba lleno de hormigas de todo tipo! Comían su carne desfigurando su rostro, llenaban sus manitas con puntitos de sangre Los ojos fueron saqueados, las cuencas tomadas como nuevos hormigueros. Mientras trataba de acercarme a ella unas cuantas subieron a mi pie. Corrí tan rápido como pude hasta donde se encontraban mis padres. Ellos fueron deprisa a donde les indiqué y levantaron el cuerpo de mi hermana Desde ese momento, supe que las hormigas de esta casa son extrañamente voraces y agresivas, por eso diariamente dejo azúcar cerca de sus hormigueros. La paz se forjó de inmediato entre sus familias y la nuestra.
Eran las primeras lluvias de la temporada, los hombres que necesité para poder hacer esto no prometían nada, pero sí podían garantizar que este clima estaría presente, y exigir hace que las cosas se dificulten. Por eso es que aquella operación me salió cara, no esperé a otro monstruo en la arena en donde reparto todo Recuerdo aquel repiqueteo que sonaba en todas las partes alrededor del sitio en el cual estaba. Los árboles contenían hojas que hacían rebotar las gotas de una manera que me hipnotizaba. Salí del Cutlass azul 1994, y azoté la puerta para asegurarme de que aquel sonido fuera escuchado por otras personas cerca Escuché el repiqueteo de las gotas que caían de forma repetitiva, llegaban a mojarme la cara, estaba lista para ello. Habíamos acordado que no veríamos a nadie más, sin embargo, para protegerme tenía algunos espías escondidos entre las esquinas y los autos de la calle que estaba alejada del centro, como era de esperarse, la noche me permitía estar de forma contemplativa Se necesitaba esa calma para poder hacer el intercambio de rehenes. No quería llegar a esto, pues era innecesario. Si no hubiera ocurrido aquel incidente en El Edén, no tendríamos que haber pasado por todo este proceso Y es que aquel ejército lo hicimos por una familia de licántropos sueltos, mismos que fueron voluntarios para transformar a varios de mis hombres y a este grupo de mujeres que no tenían otra opción. Aquellos niños, quienes tuvieron la enfermedad de Licaón y cuyos padres fueran nahuales, también me sirvieron para que lo que estoy haciendo ahora mismo: un ritual el cual se diera a cabo y despertara fuerzas que no podían entender
Los veo a lo lejos, espero atenta, me mantengo a la expectativa. Andan en camionetas negras, como si fueran una caravana de un largo rango, acostumbran a hacerlo de esa manera, pues entre todos se protegen por si al principio y al final les pasa algo, al tener así esa estrategia hacen cierre. Delante están los que vigilan expectantes, porque esperan ataques, detrás hay otros carros y camionetas que me vigilan en convoy De la Aerostar gris frente a mí bajan otros dos tipos que miran retadores, como si yo no supiera sus planes para amedrentar a la organización con tan poca cosa como lo son los vampiros, apenas los llegamos a conocer. Mis hombres están conmigo, todos tenemos algún arma, las de ellos son armas largas para mirarse amenazadores, bajo el vestido negro entallado que cubre mis pantorrillas yo tengo un arma chica, justo en el sostén, realmente lo mío no es esto, pero siempre es necesario tener un poco de protección. Las botas que traigo tienen un tacón que permite caminar entre el cemento mojado Lo de ellos es una vestimenta mucho más sencilla de lo que se podría esperar en estas circunstancias: pantalones de mezclilla, chamarras, chalecos antibalas y camisas de vestir Y claro, yo soy la única que debe ser el dulce goce visual porque de mí no se espera mucho, así es esto.
Ya sabes para qué estamos aquí me dice en un tono paternal, como si no supiera lo que está pasando, intuyo que hace menos a la organización y que ignora el hecho de que fui yo quien los citó previamente para la reunión porque su cachorrito me dañó a una de mis cánidas, la más fuerte, la cual requirió de puntadas para poder recuperarse Suspiro anticipándome a lo que dirá el capitán Sigo pensando en Mandy, fue la afectada en todo esto, y que tengo en una de tantas casas de seguridad para que no sepan de su halconcito independiente de la identidad del responsable de este desmadrito el cual me pusiera lenta la operación que traíamos Eso está más claro que esta lluvia la cual parece tenerlos atarantados les respondo sin ningún tapujo Siento cómo el agua cae en mi cabeza y se cuela entre mis cabellos, refrescando mis ideas, parecido a tomar un baño con agua tibia en mi casa Tanto problema con peinar el lugar de gente y matarla para que se me deshaga todo por un rehén importante con el que me están chantajeando El agua no es suficiente para empaparme, por lo que aún siento el arma bajo el brasier. Miro a mis tres hombres, uno de ellos por andar de pretencioso tiene lentes oscuros Pestañeo y siento cómo las gotas quedan colgando en las pestañas, como si fueran péndulos que miden mi tiempo en esto
¿A quién me traen para dejarles esto? Les pregunto enérgicamente.
Es un testigo, él le dirá qué pasó originalmente
Veo cómo bajan a un tipo escuálido que llora de forma inconsolable, se escucha a través de la capucha improvisada de trapos que le pusieron encima para que no pudiera ver nuestra localización. Viste una camisa a rayas amarillas y verde militar; un destello de lástima atraviesa mi espina dorsal, me sacudo el cabello para poder controlarlo y aparentar que esto no me importa. De vez en cuando, así les funciona a ellos, yo también lo repito, a mi manera y de forma automática La diferencia está en que mientras ellos ven pura matazón y quieren hacer un cochinero, yo veo por donde limpiar la suciedad que van dejando, aunque a veces sea tanto que no sepa cómo poder aparentar que esto tiene algún origen limpio. Necesito mantener la apariencia, ante todo.
Muy bien regreso al Cutlass para abrir la cajuela, estos zapatos son encantadores, pues me hacen sentir en tierra y a la vez tan encima de ellos, que quisiera que todas las mujeres los utilizaran para sentir el mismo poder que yo tengo. Detrás de mí están mis guaruras, dándome la espalda, esperando a que esto fluya de forma tranquila También espero lo mismo que ellos Acerco la llave y activo el botón, escucho el clic de la cajuela y la abro, esta se levanta de forma automática, saco una caja que está descubierta, pero protegida con plástico para no ser arruinada durante la lluvia
¿Le puedo ayudar? Déjeme ayudarle me dice en voz baja Franky, uno de mis más cercanos guardias, quien ha sabido mantener separado el negocio de lo personal.
Déjame hacerlo, deben ver un poco a la fuerza de mi lado le guiño el ojo de manera coqueta, él sonríe apenado, y luego toma su semblante de guardián Agarro la caja y la llevo a la capota ¡Aquí está! ¡Armas a cambio de información! Se les ha borrado el número de serie, y vienen reforzadas para sus propias necesidades, tienen un paquete de balas adaptables para las circunstancias necesarias, y además de eso, son difíciles de unir a nuestras dos organizaciones Déjenme hablar con él, acérquenlo Veo cómo le apuntan a su cabeza, le entierran las manos en su hombro derecho, esto lo hace ponerse más nervioso, lo ponen de rodillas frente a mí, baja la cabeza pues claramente lo han desmoralizado lo suficiente y no estuve con él para evitarlo Iba a ser uno de los costos en vidas humanas el cual estuve dispuesta a pagar Me le acerco y lo tranquilizo de la mejor forma posible, pido a mis guardias arrimar una almohada que traigo para estos casos, y me arrodillo casi a la par del prisionero para hablarle a su nivel, suavizo el tono, lo callo con un “shhhh” largo, le acaricio la espalda como a un niño regañado y le digo: “¡Calma, tranquilo!”.
Veo cómo sus sollozos se van apaciaguando y procedo a seguir con este protocolo personal. “Después de todo lo ocurrido, tendrás que venir conmigo”, le digo de forma pausada y acercándome a su oído, a manera de susurro, continúo la conversación: “Pero únicamente si me respondes algunas preguntas que te tengo, solo empezaré con una”.
Oigo a través de los trapos usados como prepara su respuesta con un suspiro asustado, después veo cómo traga saliva, y entre sollozos me dice
E… está, está bien y comienza a llorar.
Vas muy bien, tranquilízate
O okay
Quiero saber, de entre esa matazón ¿Viste quién estaba?
Comienza a gemir largamente, el estrés postraumático es mucho en él Veo cómo los otros le apuntan, y luego cómo me apuntan a mí, y mis guardaespaldas a ellos, por lo que les grito a todos mientras alzo las manos en forma de rendimiento.
¡Whoa! ¡Espérense, raza! ¡Cálmense! ¡Ya cálmense todos! ¡Bajen sus armas! ¡Solo está sacando lo que necesita sacar y ustedes no ayudan! ¿Estamos?
Los miro a todos con el enojo característico que siempre tengo cuando no quiero que salgan mal las cosas Me conocen un poco en el negocio, y saben qué tipo de mirada es esa Todos alrededor bajan sus armas, pero no sin bajar la guardia necesaria para cuando se trata de intercambios como estos. Regreso con él, que está frente a mí, le vuelvo a acariciar la espalda, y le pregunto directamente en voz baja: ¿Eran seres horribles? ¿Cómo coyotes gigantes? ¿Algo que ves en tus pesadillas? ¿Con dientes muy afilados?
Miro cómo llora y gime Vuelven a subir las armas, pero sin verse tan amenazadores pues ya les había dado una advertencia previa, otra vez los miro enojada Él baja aún más la cabeza, quiere sentirse seguro, con esto ahora confirmo que sí eran de mis filas, reconozco el trauma que le dejan a las víctimas que no asesinan. Es algo que ni tmil prozacs1 ni la heroína o cocaína o marihuana vayan a borrar tan fácil de su ya perturbada psiquis Hago una señal con la cabeza y paso las llaves para que mis ayudantes saquen el resto de las armas de la cajuela del Cutlass, nuevamente le acaricio la espalda Veo cómo van sacando las cajas con armas, también noto que el colchoncito en mis rodillas se está enlodando
Ven conmigo, levántate, sé que puedes hacerlo, anda, te voy a alejar de ellos y sus amenazas. Vamos. Lo agarro del brazo y le ayudo a levantarse, mis guardias poco a poco empiezan a rodearme Me dirijo al asiento trasero, uno de mis guardias, quien abriera la cajuela, se sube Todos los carros y camionetas frente a mí empiezan a encenderse e irse tan organizadamente como llegaron. Franky comienza a manejar.
Eso estuvo cerca, Áspid
Siento el andar del carro con sus frenéticos arranques
Siempre está tan cerca, pero ahora queda lejos, recuerda eso, así es el presente perpetuo.
Franky se ríe de mis ocurrencias, y yo sonrío aliviada Le quito la capucha de trapos lentamente, su cara está llena de agua, eran trapos de limpieza de piso... Noto que la víctima no tiene una quijada tan pronunciada, de hecho es débil, y aun así pudo aguantar sin chistar. Lo miro nuevamente y él me mira con los ojos rojos y llorosos de tanto sufrir
No te preocupes, sacaremos todo esto de tu memoria a su ritmo, ahora descansa, que nos espera un gran viaje adelante
Continúa llorando, miro hacia el vidrio frontal, tenemos preparada la casa de seguridad
Las nubes rojizas en el oscuro y sulfuroso cielo de Abyss se movían empujadas por una espesa brisa. Eso no era lo único que llevaba consigo el aire. La muerte y la putrefacción parecían haberse mezclado con el viento, llenándolo de un olor penetrante y desagradable Un año llevaba Thero infiltrada en aquel podrido planeta, tan podrido como sus habitantes, los Rotling, y sus fosas nasales aún no se podían acostumbrar al hedor que provenía no sólo de las cosechas de humanos que tenían los colonizadores, sino también de las enormes flores muertas por las que aquellos monstruos parecían tener una fascinación retorcida
No entendía cómo es que los Rotling podían soportar ese hedor en los mal llamados jardines de sus guaridas. Claro, no es que aquellas criaturas negras como el onyx, de cuerpos largos y delgados que se alzaban por los cielos azufrados con sus alas huesudas, tuvieran el mejor olor del mundo Quizás solo se sentían atraídos al olor de las gigantescas flores salvajes… tal vez les recordaban a ellos mismos
Thero tenía que pasar cada dos semanas por aquel putrefacto camino para llegar al lugar donde se reunían los líderes, tratando de encontrar las debilidades de su enemigo y actuando con cuidado de no ser descubierta. De por sí ser la única cambia-formas que había logrado dominar casi en totalidad sus habilidades, suponía una desventaja en la tarea que se le había asignado como espía; la misión demoraría más, la información tardaría en llegar a Gea, su distante planeta, pero era la mejor oportunidad que habían tenido en centurias para conocer las debilidades de los Rotling y finalmente derrocarlos.
Sin embargo, parecía que su odisea estaba a punto de terminar, o al menos eso decía el mensaje que había recibido semanas atrás por parte de su hermano Enu. No sabía cuándo o cómo, pero confiaba en que las fuerzas de Gea, hubieran ideado el plan maestro perfecto… de otra manera todo se iría al caño
El cuerpo le picaba, todavía no terminaba de acostumbrarse a la extraña forma biológica corpórea de sus enemigos. Era la más rara que había adoptado en su vida y la que más trabajo le costaba mantener «Sólo un poco más» pensaba, dándose valor para seguir
La sala, hecha en su totalidad de piedra, estaba repleta de los líderes Rotling y sus guerreros guardianes. Aquella estancia bien habría podido pasar por una lata de sardinas en descomposición
Los campos de humanos cada vez escasean más escuchó decir Thero a uno de los líderes sentados a la mesa junto al Rotling para quien trabajaba, Jak. Este último soltó un carraspeo, lo que ellos asociaban con la risa.
Especie débil Thero estaba acostumbrada a escuchar las burlas de los colonizadores Había aprendido a no cerrar los puños huesudos de su cuerpo en respuesta a la frustración y de querer azotar contra el suelo al viejo a quien llamaba jefe tampoco habría podido hacerlo, al menos no hasta “apagar” su mecanismo de defensa: la vieja mente maestra que los mantenía inmunes Me cuesta creer que no hayan evolucionado en todos estos eones.
En desacuerdo soltó otro Rotling, al parecer uno de los más viejos del consejo, a quien llamaban Vontaq han conquistado otros planetas, eso les ha permitido sobrevivir.
Para nuestro consumo se mofó Jak esos planetas no son más que granjas esperando a ser cosechadas por nosotros, por eso nos reunimos, maestro Vontaq las palabras salieron como un siseo de su boca. Vontaq entrecerró sus ojillos de insecto pero no dijo nada más, permitiéndole a Jak continuar con su discurso: Los que capturamos y obligamos a reproducirse fueron realmente imbéciles Armaron una rebelión creyendo que eran lo suficientemente fuertes como para derrocarnos Parece ser que no han aprendido su lugar, ¿cierto, Thero? el Rotling alzó una humeante copa fabricada de hueso amarillento donde un líquido blanquecino se mecía peligrosamente: el licor especial de los colonizadores. Thero tuvo que contener la respiración para que sus pulmones no inspiraran el pútrido olor. Se limitó a asentir tan callado como siempre dijo Jak , pero es mi mejor guerrero y me atrevo a decir que el mejor de todos.
«Cierre el pico, viejo» pensó Thero, una vez más con ganas de azotarlo contra la mesa Sus fantasías se vieron interrumpidas, cuando la puerta de piedra se abrió de par en par Ahí estaba, la vieja mente maestra, el Rotling más grande y desagradable que Thero había visto jamás, custodiado por cuatro guardianes Su cuerpo era prácticamente un esqueleto. La piel negra le colgaba de todas
partes y las alas huesudas se arrastraban por el Debido al débil aspecto que poseía, era difícil que aquella vieja criatura mantuviera el equili el orden de toda una especie y más aún, que fu fuente de su fuerza
Pero Thero sabía que no era más que una il El verdadero poder nacía de los humanos que ll cultivando durante centurias. Era una maldita que los consideraran débiles
Nuestros cultivos de humanos escasean la maestra habló y en lugar de salir una voz ras vieja, sonó una voz fuerte y joven debemos pr tropas para hacernos con los planetas infestad estos Jak sonrió satisfecho de sí sobre todo que han aparecido humanos con extraños dones palabras pusieron en alerta a Thero Si bien ella sido la única en dominar sus habilidades, había de entrenamiento y escuelas de investigación en G se encontraban operando para que los demás c formas pudieran controlarlas se dice que alterarse a sí mismos y eso es peligroso. Sin em también representa una oportunidad para n evolución.
Aunque eso fuera verdad, gran maestro, d les servirá dijo uno de los líderes no importa evolucionen, siempre estarán por debajo nuestro No subestimen a los humanos les advirt viejo Rotling.
Sí, no nos subestimen tras estas palabr mente maestra se desvaneció con los ojos ab cayendo al suelo con el cráneo humeando, mient cuerpo se desintegraba como las cenizas en el ai tardaron en seguirle tres de sus guardianes
Thero parecía ver todo en cámara sorprendida y confundida El único centinela mente maestra que quedaba en pie, comenzó a emi brillo dorado ante la atónita mirada de los líd sus guardias quienes dieron pasos hacia tropezando unos con otros ¡Uf!, qué bien se finalmente volver a ser humano Thero no podía cr que veía ¡No te escondas, hermanita, sé perfect que quieres golpearles sus huesudas caras a colonizadores! como si se tratara de un interr el mismo brillo invadió a Thero, quien automátic volvió a su forma humana
¿Qué significa…? Jak no terminó su fra muchacha estrelló su mano directo en la cara de empleador, mandándolo al suelo, al tiempo que una entera de soldados de Gea entraban en la sa reuniones, encarcelando en ondas de luz lo que q de los altos mandos de los Rotling junto guardias.
Cállate, viejo dijo la muchacha, antes Jak fuera aprisionado. Sus ojos se cruzaron con su hermano Enu y, por primera vez en un año, sonreír.
La guerra apenas empezaba y ellos e conscientes de esto, la mente maestra no er estúpida y Thero lo sabía mejor que nadie. Ahora encontrar a la sucesora en aquel putrefacto plane antes fue como Gea, o si no el ciclo jamás se aca
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L La a p piieel l n neeggrra a l le e c coollggaabba a d de e t tooddaas s p paarrttees s y y l laas s a allaas s h huueessuuddaas s s se e a arrrraassttrraabbaan n p poor r e el l s suueelloo. . ""
Decían que Cortés había enloquecido. Para muchos, era uno de los mejores coroneles en nuestra historia reciente. Luchó en el Caguán, en la Guajira y en la frontera con Panamá. Pero por dos o tres meses, mis superiores recibían con frecuencia noticias preocupantes acerca de las operaciones comandadas por el coronel Mi deber era unirme al batallón comandado por Cortés y reportar cualquier anomalía al brigadier general Gómez Cortés y sus hombres estaban en una base a tres kilómetros de Leticia, en el departamento del Amazonas. Muchos generales admiraban a Cortés y creían que algún día alcanzaría el cargo más alto en las fuerzas armadas, pero Gómez veía con desconfianza el repentino aumento de bajas reportadas por Cortés y sus hombres Mensajes anónimos habían alertado a las autoridades acerca de numerosas desapariciones en la región
Los insurgentes eran animalistas radicales que se sometían a cirugías extremas y a tratamientos intensivos de hormonas para demostrar su comunión con todos los seres vivos. Algunos tenían garras y orejas de jaguar, otros ojos de tigrillo y colmillos de oso de anteojos Durante décadas, su lucha consistió en la liberación de animales de la industria alimentaria No obstante, en los últimos años estos grupos al margen de la ley habían llevado a cabo atentados en edificios estatales e incursionado en el tráfico de armas y de drogas como la cocaína, la marihuana y las cápsulas de yagé.
Llegué a Leticia a inicios de septiembre. Me tomó un tiempo ganarme la confianza de varios de los hombres de Cortés Había un restaurante cerca de la Planta Nuclear Amazonas Allí invité a los hombres a comer cazuela de frijoles, bagre en salsa y sancocho de gallina En una noche de permiso, el capitán Ramírez, el cabo Benjumea y yo fuimos a beber cerveza en una tienda. Fue allí donde me animé a preguntarles acerca del gran aumento en el número de bajas. Ramírez trató de cambiar el tema; Benjumea, que ya estaba un poco ebrio, simplemente celebró el éxito de su batallón, burlándose de la cobardía y estupidez de los insurgentes Dijo que él y sus compañeros tienen “más güevas que cualquiera de esos monstruos”. Aunque estuvimos bebiendo hasta bien entrada la noche, no pude averiguar nada que valiera la pena.
A principios de octubre, Cortés se internó en la selva con una docena de hombres Después de una semana, algunos de los soldados comenzaron a llegar en lanchas Traían los cuerpos de varios insurgentes caídos en combate. Yo me intenté verlos, pero Ramírez y sus hombres me impidieron acercarme. Esto se repitió varias veces en los días siguientes: las lanchas llegaban, descargaban los cuerpos y los llevaban a la morgue del batallón. Ese edificio siempre estaba custodiado por dos dragoneantes armados Le comuniqué estos hechos al brigadier general Gómez Él me dijo que Cortés estaba enviando informes de constantes combates en la región, no obstante, el coronel no se había comunicado con el cuartel para pedir refuerzos. Algo no estaba bien.
Tenía que encontrar una forma de entrar a la morgue del batallón. Soborné a uno de los dragoneantes, al otro tuve que amenazarlo con destruir su carrera. Tenía que actuar rápido; si uno de ellos abría la boca yo estaría en problemas serios Nada me habría podido preparar para lo que encontré allí Los cuerpos de hombres jóvenes descansaban en mesas de aluminio. Algunos tenían orejas de perro cosidas a la cabeza, a otros les amputaron las manos y se las reemplazaron con garras de puma o de jaguar. Uno tenía bigotes felinos, otros cuernos de venado, de cabra o de toro pegados al cráneo. Vi un joven con cabeza de danta y otro al que le habían cortado los pies para reemplazarlos con patas de chigüiro1 Vomité en el lavamanos Tomé fotografías con mi teléfono, se las envié al brigadier general Gómez y las borré inmediatamente Aterrado, subí a mi silenciosa motocicleta eléctrica y hui a la ciudad. Allí contacté de nuevo a Gómez, quien dijo que enviaría un pelotón de soldados de élite. Dos horas después, veinte hombres bien entrenados llegaron a Leticia Nos encontramos en un barrio marginal con el objetivo de organizar una misión para capturar a Cortés Este escándalo de falsos positivos tenía el potencial de sacudir a la nación. Recordé la mirada inerte de un joven de unos dieciocho años, sus ojos apuntando hacia la dirección en donde yo me encontraba. Parecía un muñeco de trapo tirado sobre una mesa en esa maldita morgue
En la madrugada, nos embarcamos en cuatro lanchas y nos dirigimos al norte, adentrándonos en la selva. Estaba seguro de que los hombres de Ramírez me estaban buscando. Les dije a mis compañeros que estuvieran preparados en caso de que los soldados de la base principal trataran de darnos alcance desde el sur. Pero no era allí donde nos esperaba agazapada la violencia. Cuando nos acercamos a Amacayacu oí gritos y ráfagas de fusil “¡Nos cayeron!” grité Levantamos nuestros escudos blindados y empezamos a disparar hacia los árboles Uno de mis hombres se arrodilló cerca de mí y lanzó una granada con fuerza. La explosión tomó a nuestros enemigos por sorpresa. Aprovechamos ese momento para adentrarnos en la vegetación. El combate se reanudó y uno de mis hombres cayó herido Lo arrastré detrás de una roca y seguí avanzando entre las balas, protegido por mi escudo de kevlar Era evidente que nuestros enemigos se estaban quedando sin municiones. Calculé que estábamos enfrentándonos a unos doce o quince hombres. Al darse cuenta de que no podían ganar, nuestros agresores dieron el grito de “¡Alto al fuego!” Capturamos a seis malnacidos ese día Todos eran soldados; los subversivos habían abandonado la zona cuando el conflicto se recrudeció en la región a mediados de julio. Todos los enfrentamientos reportados en los últimos meses habían sido una mentira urdida por Cortés y sus hombres.
Cortés estaba herido. Alguien sugirió que debíamos dejarlo morir. Yo apretaba una gasa contra su vientre cubierto de sangre Pude ver cómo la vida iba abandonando su cuerpo: una luz que se apagaba en sus pupilas negras, oscuras como el fondo de un abismo
El coronel no llegó vivo a Leticia. Un helicóptero nos esperaba a las afueras de la ciudad. Subimos a los prisioneros a las aeronaves, el cuerpo de Cortés tuvo que viajar, cubierto en una sábana, entre fusiles y cajas de municiones Esa misma tarde, hombres del ejército tomaron la base militar a las afueras del lugar El escándalo acerca de los falsos positivos llegó pronto a oídos de la prensa.
Yo no seguía con mucho interés las noticias. No podía dormir. Cuando cerraba los ojos, solamente veía los horrores de la morgue, eso y el rostro pálido y sudoroso de Cortés Entre las confusas sombras de mis pesadillas, a veces podía oír sus últimas palabras: “Ríos de sangre, eso es lo que quieren, ríos de sangre.” El coronel murió antes de poder contestar mis preguntas. No sé quiénes son esos hombres que le daban órdenes criminales, no conozco los nombres de esos conspiradores siniestros; lo único que sé es que todos los dioses de la guerra exigen sacrificios, y a veces piden “ríos de sangre”
Algo lo despertó Un zumbido traspasaba las paredes de metal de la cápsula Recordó su final; en el costado, la cicatriz seca de la herida. Sus manos todavía rígidas palparon una exigua gota de sudor que le nacía en la frente. Debía estar seguro. Seguro de su muerte y de que ahora,se encontraba de nueva cuenta vivo Descubrió una madeja de cables a través de los cuales fluía la vitalidad hacia su cuerpo Todavía sus ojos no se acostumbraban a la oscuridad, aun así, la escena no le era desconocida. Ya en el pasado había visto cómo reanimaban a un frío, en ese entonces no le importó; eran órdenes y nada más.
Algo le molestaba; en su mente se agolpaban las imágenes que narraban su historia, pero era incapaz de organizarlas. No podía parar y concentrarse en ellas. No. Durante un momento, se encontraba sentado en la Ganimedes y en otro estaba en la academia, corriendo, hasta sentir que sus pulmones iban a explotar. Le dolió el pecho, el esfuerzo lo había agotado Solo su último instante de vida se le presentaba con claridad Hacía guardia en la base de Sadaria, un planeta con abundante agua. Era de noche, cuando un ruido lo hizo girar, sintió un pinchazo y ardor. Después de eso, oscuridad. Hasta ahora.
Su estómago comenzó a contraerse También el hambre había vuelto Antes escuchó algo de eso, sobre que los fríos regresaban con voracidad inhumana, como si todas las tardes que habitaron en la nada se aglutinaran en una sola. «Al menos solo serán dos días cuando mucho». Ese era el período de vida.
Se palpó el pecho. Dentro de sí, debía llevar algún pedazo de chatarra que mantuviera ese líquido azuláceo circulando en su organismo «Sí, un trozo de basura, para qué malgastar en nano-válvulas. No tiene sentido». Sabía qué tipo de misiones cumplían los fríos: suicidas. Cuando se enlistó, se lo dejaron muy claro, no titubeó ni un segundo, estaba de acuerdo. Siempre pertenecería al Ejército del Espacio Profundo No le importaba, con tal de tener un lugar donde comer y dormir sin que le recordarán cada día que era un vagabundo Con suerte, moriría rápido, sin sentir dolor, ese fue el caso. Aunque nunca consideró la posibilidad del enfriamiento, sabía que cada compañía llevaba consigo un par de fríos para situaciones desesperadas No era ningún secreto que todavía conservaban cierto grado de inteligencia y que cumplían mucho mejor que los drones o robots; se entregaban a la muerte sin dudar, como si la ansiaran. Escuchó que la cápsula comenzaba a abrirse. «¿Cuánto tiempo trascurrió desde aquel día en Sadaria? ¿Un año? ¿Dos? ¿Cincuenta? Ni idea». La potente luz de la enfermería hizo que cerrara de manera involuntaria los párpados Descubrió que aquel zumbido provenía de todas las direcciones de la nave. Frente a él, había dos hombres. El primero, alto, con el rostro inexpresivo, barba mal rasurada, cabello al ras y mirada impenetrable. El otro era bajo, rollizo, con una cicatriz en el ojo derecho; sudaba de manera escandalosa y se limpiaba la cara una y otra vez con un pañuelo empapado
Soy el teniente Manríquez. Este es mi compañero, el teniente Duncan. Como usted sabrá firmó un acuerdo respecto a… Sí, sí ya lo sé Pertenezco al Ejército ¿Cuál es la orden?
Vamos de vuelta a la Tierra Por el momento, quiero saber su estado físico Manríquez sacó de su bolsillo un aparato que le pasó en varias ocasiones desde la cabeza a los pies. Esbozó una ligera sonrisa. El otro teniente continuaba sudando. Mientras Manríquez lo escaneaba, miraba de reojo a Duncan, algo en su semblante le daba mala espina, pero era incapaz de averiguar de qué se trataba «Duncan. Qué palidez. Se ve incluso peor que yo. Y cómo suda. Es asqueroso». La voz de Manríquez detuvo sus pensamientos.
En general, usted se encuentra bien hizo una pausa y añadió para ser un frío Aunque jamás alcanzará la Tierra en esa condición
Ese término le incomodó Nunca había escuchado que un oficial lo utilizara de manera tan despectiva frente a un soldado. El término oficial era: reanimados. Lo guiaré a su dormitorio. En la noche lo llamaré para realizar algunos procedimientos quirúrgicos
En la habitación notó que su uniforme se encontraba en una bolsa al borde de la cama. Al extenderlo, descubrió una pequeña arruga que alisó con cuidado. «Algo anda mal». Manríquez lo observaba desde el umbral de la puerta.
¿Todo en orden?
Sí, señor
Manríquez se despidió, aunque antes de que saliera la voz del soldado lo detuvo Disculpe, señor, ¿a qué vamos a la Tierra? no le importaba la respuesta: era una prueba. Verá soldado. Si no lo sabe, el Ejército del Espacio Profundo no es muy querido en nuestro planeta, así que usted tendrá el honor de cambiar eso, de hablar de nuestros recientes éxitos en Sadaria Además, usted fue uno de los soldados más destacados en el programa de expansión Gracias, señor.
No se trataba de la explicación, ni de hablar de Sadaria, Júpiter o Marte. Eso no importaba. La única ocasión en la que mostró inquietudes respecto a una orden, el coronel Heinlein lo mandó a guardar durante un mes «Verá, soldado, si yo le digo que se esconda en ese maldito pozo todo el día, lo hace y punto. Eso era».
Además de su uniforme, encontró su antigua guía militar y un suplemento alimenticio que comenzó a sorber. La guía era una suerte de libro electrónico que se actualizaba con información útil para los soldados Al abrirlo, se encontró con los apuntes de su última visita “Sadaria: Planeta rocoso de tamaño mediano Posee una isla-continente con altas montañas Lo rodea un mar gigantesco.
Actividad sísmica: Leve.
Agua: Abundante Condiciones favorables para la vida: Altas”
Siguió leyendo “Información actualizada. Especie predominante: Sadarianos, parásitos inteligentes proveniente del agua. Todas las demás formas de vida del planeta se encuentran bajo su control. Se consideran extremadamente peligrosos. Buscó al final del texto. Bases del Ejército del Espacio Profundo: Ninguna”
Hizo un esfuerzo por recordar la misión de Sadaria, pero solo consiguió que el dolor de cabeza aumentara. Salió al pasillo a caminar. Se detuvo al pisar un charco de agua. Escuchó dos voces que discutían. Se acercó.
Si te digo que se encuentra bien, es porque está bien Maldita sea, ¿qué no lo entienden? era Manríquez
¡Debes operarlo ahora! cientos de voces provenían de la boca de Duncan. No. Hay que esperar, sigue demasiado vivo.
Esperamos Suficiente
Todavía no, podría fallar de nuevo Sin darse cuenta, retrocedió, y plantó el pie en el charco. El ruido del chapoteo detuvo la conversación de Duncan y Manríquez. Regresó lo más rápido que pudo al dormitorio. Caminaba lento. Sentía que el suelo se movía. Se recostó en la cama. Antes de quedarse dormido vio la silueta borrosa de Manríquez que se asomaba con cuidado Se los dije. Duerme. Después de varias horas, abrió los ojos. Había soñado con atardeceres violáceos. «¿Qué planeta era ese? ¿Sardabia? ¿Sardonia, Sarconia, Sar…?» De nuevo, una imagen tras otra, estrellándose. Sabía que murió, aunque no tenía idea de cómo La gran mancha negra se expandía, apenas unos cuantos puntos iluminaban los oscuros pasillos del laberinto de su existencia «Soldado Orden Misión Recluta Sarconia». Un zumbido se colaba a través de las planchas de titanio. Rompió su concentración. Manríquez tocó a la puerta.
Es hora Sintió alivio «Cumplir orden Terminar la misión» Lo esperaba el cirujano robot Se recostó La anestesia lo transportó a la nada. Su cuerpo se difuminaba en un haz de luz. Era silencio y vacío. Está hecho dijo alegremente Manríquez, sin ocultar la satisfacción de casi terminar la parte de su trato. Lo demás lo tenía sin cuidado. Alguien lo trajo de su desierto de estrellas Una voz Un zumbido El barco plateado había zarpado. Enfrente de él, un planeta celeste con atardeceres violáceos y una isla continente en el centro.
Prepárese para aterrizar, soldado. Sentía la fuerza creciente en cada uno de sus nuevos músculos Alzó sus manos Eran grises, insensibles No existían más imágenes en su cabeza Se habían detenido Oía que ambos oficiales hablaban, pero era incapaz de comprenderlos. «Orden. Misión». Apenas entendió la indicación de Manríquez para que ocupara su asiento durante el aterrizaje. Obedeció, puso su casco al lado. El planeta aumentaba de tamaño Volvemos a la Tierra, soldado ¿Terminar la misión? No, soldado, su misión apenas comienza: ya no es un frío. No respondió. No entendía. «Frío». Repitió enfadado. Duncan se acomodó en el extremo frente a él «Asco Algo mal» Instintivamente se colocó el casco al ingresar a la atmósfera «No frío» repitió, cuando lo acopló el zumbido se detuvo. Las ondas se transformaron en una frecuencia audible. «A todos los soldados vivos o reanimados se les ordena terminar la misión, destruir la nave sadariana…». La voz era la de su antiguo coronel. También Manríquez, acababa de ajustarse el casco. Antes de que pudiera reaccionar, recibió un puñetazo en la espalda Aprovechó la oportunidad para enfilar el control de la nave hacia una cordillera Con el rabillo del ojo descubrió a Duncan, convertido en una masa acuosa que se deslizaba hacia él. Pudo ver el agua ascendiendo desde el suelo en dirección a sus piernas e intentando colarse a través del traje. En el segundo antes de estrellarse, vio su rostro reflejado en el metal del panel de control Sonreía
Interrumpimos este programa con una noticia de última hora anuncia un reportero en la tele, con la frente sudada y la corbata chueca . Nos acaban de informar de otro incidente en Denver, bastante parecido a los sucesos violentos que ahora mismo siguen asolando la costa oeste. Reportes iniciales indican que la ciudad ha sufrido un apagón a gran escala debido a extensos daños a la central eléctrica En respuesta a esto y los disturbios de los últimos días, la Casa Blanca acaba de declarar un estado de emergencia nacional. Se ha implementado un toque de queda en varios estados del país, incluyendo el nuestro. Aquí en Texas, la medida entrará en vigor a partir de las dieciocho horas. El gobernador Kelly ha pedido que los ciudadanos que no tengan trabajos esenciales se queden en sus casas por su propia seguridad Repito, quédense en sus casas
Verga, de veras está pasando digo, boquiabierto delante del televisor.
Eh, cuidado con tu lenguaje me regaña mi padre sin dejar de cortar unas tablas de madera con un serrucho.
Ok, perdón murmuro, mientras sigo hipnotizado por el reportaje surreal Dada la extrema rapidez con la que se han producido los incidentes, algunos expertos han optado por referirse a ellos como ataques coordinados, o incluso terroristas. Las autoridades aún no se han pronunciado al respecto, sin embargo en base a ciertos detalles vistos en las últimas grabaciones que tenemos aquí en el estudio, nuestros analistas señalan que podría tratarse de un ataque químico o biológico Ahora vamos con Leslie Sancho, quien analizará estas imágenes tomadas con celulares en Sacramento y en Seattle esta mañana.
La foto pixelada de una avenida en caos se apodera de la pantalla, pero en cuanto habla el perito su voz se pierde entre un montón de ruido blanco. Hay demasiada estática para entenderle antes de que perdamos la señal por completo ¡Pinche trasto inútil! grito, golpeando el lado del televisor con frustración . ¿Por qué nos hace esto ahora? pregunto con desesperación mientras trato de mover la antena para mejorar la señal. ¿Qué te dije? me recrimina mi papá, fulminándome con la mirada . Y no es culpa de la tele, ve por la ventana ¿Cómo?
Camino por la sala y recorro una de las cortinas para acercar la mirada al vidrio. No me gusta ni tantito lo que veo.
Un nubarrón negro, feo como las nalgas de un septuagenario, se cierne sobre la pradera Viene para acá, despacio y amenazante «Carajo, mi viejo tenía razón», pienso.
¿Qué hacemos, pa?
Pues no te quedes ahí como un tonto, ven a ayudarme con esto. Asiento en silencio y agarro las tablas recién cortadas para colocarlas enfrente de las ventanas. La sala principal de la vieja casita casi parece un taller por la cantidad de serrín y las herramientas por doquier. Menos mal que a mi papá siempre le ha gustado la carpintería, supongo. Y las teorías paranoicas sobre el fin del perro mundo. Me imagino que la gente normal no hace cosas así, y luego se preguntan por qué se jodieron
¿Cómo vas, mi amor? pregunta a gritos mi papá
Bien, ya casi termino contesta mi jefa desde la cocina, entre martillazos . Solo me faltan un par de clavos.
Oye, no seas malito Llévaselos a tu mamá Voy Cojo un puñado de clavos y me dirijo a la cocina, mientras tanto escucho: Y apúrense, no nos queda mucho tiempo. Cuando vuelvo, mi padre ya ha tapiado una de las ventanas en un tiempo récord. No sé cómo lo hace, pero en situaciones así se le olvidan los achaques de la rodilla Cuando está bien pinche tenso, pues.
Ahora ve por la cinta adhesiva, hay que tapar los resquicios de las puertas. Todas.
¿Estás seguro de que hace falta eso? pregunto.
Pues tú dime, ¿acaso me he equivocado hasta ahorita? No admito a regañadientes
Ahí está. Y créeme que esos bichos pueden entrar por ahí. Y por las cañerías y los respiraderos. Hay que tapar todo. ¡Todo!
Mientras me apresuro a seguir sus indicaciones, empiezo a pensar en lo absurdo de la situación Una maldita plaga de insectos, que viene aquí para hacer ¿qué exactamente? ¿Aniquilarnos? Eso piensa mi papá, por los artículos conspiratorios en internet. Supuestamente han interpretado las señales de advertencia de la naturaleza, o alguna tontería por el estilo.
Javier, ¿me pasas el espray? pregunta mi mamá desde el umbral de la cocina. Unas manchas de sudor bajo las axilas afean su vestido con estampado floral Nunca le han gustado los bichos, está
feliz de mantenerlos a raya Claro, ¿cuál quieres?
Mejor dame todos los que veas dice, mientras mira con preocupación a través de la última ventana sin tapar.
Papá asiente con la cabeza y le pasa cuatro envases de colores distintos, una exquisita mezcla de venenos para las hormigas, avispas, termitas y cucarachas Oye, ¿por qué nos está pasando esto ahora? O sea, ¿no bastaban ya las plagas de langostas?
Como no he leído los dichosos artículos, todavía tengo dudas. La verdad es que mi papá ya ha tratado de explicármelo varias veces, y siempre le he dado el avión. Hasta esta mañana, cuando cayó una ciudad entera Y después otra Esto no es una simple plaga, hijo ¡Es una guerra! Entre los humanos y la madre naturaleza, por haber abusado de ella por tantos años.
«La guerra de los insectos podría ser un cuento perdido de Ray Bradbury», pienso. «Uno descartado por chafa »
No sé si todos estamos perdiendo la chaveta o qué, pero supongo que no tengo mejor explicación que la tuya admito con cierto asombro mientras sigo colocando la cinta adhesiva . Y suponiendo que es una... coalición de especies distintas, ¿cómo se comunican y se organizan? ¿A través de feromonas?
Por casualidad hablamos del tema hace poco en mi clase de biología. Qué cosas. Eso dicen afirma mi papá, nuestro auto-proclamado experto en el tema Ahora deja de darme lata con tantas preguntas y ponte el traje Tú también, mi amor Abre el armario y saca tres trajes blancos como de apicultor, cascos incluidos. Sepa la chingada dónde los habrá comprado. En Amazon probablemente.
Tomo el mío y me lo pongo con prisa, mis papás también En cuanto termino de ajustar los guantes, un zumbido me llama la atención Viene de afuera El ruido es fuerte, casi ensordecedor, parece provenir de una especie de motor orgánico. Suena como una combinación de grillos y un ejército de pequeñas alas que se baten con una velocidad espantosa.
Voy a la cocina para ver a través del único ventanuco descubierto Casi me da un infarto Apenas un par de metros de la casa pululan una infinidad de moscas, abejorros, avispas y cucarachas voladoras, todos se agitan rápido en el aire formando gruesos remolinos. Es una hueste de insectos de toda índole, la pinche hermandad de los artrópodos, y se mueven con tanta velocidad que casi parece que han esnifado unas líneas de coca antes de venir. Desde luego están encabronados. En mi puta vida había visto algo así Una marabunta de hormigas y arañas comienza a escalar los muros exteriores, asediando la casa en sincronía antinatural, cual ameba gigantesca que fagocita su presa Menean sus antenas aviesas mientras forman una masa oscura y ondulante al otro lado de la ventana, como si se regocijaran de las feromonas de miedo que desprende mi cuerpo sudoroso. Me mareo al pensar en la cantidad de patas peludas, aguijones y exoesqueletos babosos e infectos que acechan ahí afuera Una fina capa de vidrio es todo lo que nos separa de ellos Ah, chingá balbuceo, pavorido . Hubiéramos comprado más espray.
La niña contemplaba extrañada cómo el hámster, que le habían regalado por su cumpleaños, no paraba de correr enloquecido dentro de la rueda instalada en su jaula; el animal parecía ansioso y hacía girar el artilugio con violencia a gran velocidad. Al abrir la portezuela e intentar cogerlo, la mordió con fiereza, seccionando parte de su dedo meñique Su padre acudió alarmado al escuchar sus gritos de dolor; enojado por la agresión, cogió una maza de la caja de herramientas y aplastó a la bestia ante la llorosa y atónita mirada de su pequeña Los obreros llenaron la calle de estruendosas máquinas excavadoras, picadoras, planeadoras. Me gustaría creer que eso fue el detonante que activó los acontecimientos horrendos que estaban por llegar: la maldita obra municipal. En la tranquilidad de aquella funesta noche, salió la primera jauría de ratas de las alcantarillas y, detrás, una miríada más; había tantas que el asfalto parecía en ebullición. Grises, pardas, negras, todas famélicas, pulgosas, agresivas y cargadas de enfermedades. Ratas, ratas y más ratas que se acumulaban unas encima de otras, algunas del tamaño de un conejo Millones de ojitos inquietos, colmillos amarillentos y, lo peor, chillando frenéticamente al unísono en una aguda cacofonía enloquecedora. Al mismo tiempo que se revolcaban en sus heces Empujadas por las que seguían saliendo bajo tierra, ascendían por las paredes y las cañerías circundantes, e incluso trepaban a los árboles, tirándose de nuevo sobre sus congéneres. Entraban a borbotones por las ventanas, las terrazas, las chimeneas Se escuchaban gritos, disparos, sirenas, y más gritos.
Un coche de policía intentó, sin éxito, acceder al lugar y, al patinar en la masa informe, el vehículo quedó con los neumáticos mirando hacia el cielo. Los agentes pudieron contemplar, durante unos escasos minutos, como las ventanillas se llenaban de apretados cuerpos peludos hasta que, debido a la fuerte presión, estallaron las lunas. Inmediatamente arrasaron el interior, dejando solo el chasis Roían lo que encontraban a su paso: tuberías, cables eléctricos Ni siquiera la uralita que cubría los tendederos era ajena a su voracidad. Tras varios chispazos, la luz general se apagó, aunque para los daltónicos roedores no supuso ningún problema Cuando no hallaban nada que morder la devoraban a dentelladas entre ellas mismas, causándose graves heridas. Un fiero y musculoso Pitbull, encargado de vigilar uno de los patios inferiores, trató de enfrentarse con varias cloaqueras a la vez. En vez de amedrentarse, se pusieron en pie ante él, mostrando sus afilados incisivos El perro solo pudo arrancarle la cabeza a una, antes de caer mutilado, emitiendo lastimeros aullidos. Del pobre animal no dejaron ni el preciado tuétano que contenían sus huesos
No existía una sola oquedad en la que no asomaran varios hociquillos puntiagudos e inquietos, contagiando la atmósfera con el hedor de las sucias y pestilentes aguas residuales que empapaban sus erizados lomos. Comenzó a caer gente de los balcones; los más afortunados conservando aún sus ojos. Al reventar contra el suelo, eran devorados con fruición. Un tipo, el narcotraficante del barrio, apareció vestido con ropa militar empuñando un fusil AK-47. Colocado hasta las cejas, disparaba a todo lo que se movía, agotando sus cargadores de baquelita. Olvidó guardar la última bala para él, cayendo abatido entre estertores de dolor.
Los rátidos1 parecían espoleados por el mismísimo diablo, pero la realidad era algo distinta. El rey de las ratas, un inmenso roedor, albino y tuerto con cientos de cicatrices gatunas cruzando
su pulgoso pecho, jaleaba a sus oficiales que, a su vez, azotaban con sus colas al resto de las hordas subterráneas, obligándolas a salir al exterior Gracias al alcalde corrupto de turno, varios años de planificación ratonil vieron por fin la luz. Entre sus múltiples “mejoras” había reducido, hasta la extinción, el presupuesto dedicado al mantenimiento efectivo de los métodos de control plaguicidas instalados en el subsuelo de la ciudad. Una antigua línea abandonada del metro, la alta natalidad y el corto periodo de gestación hicieron el resto, propiciando la rápida proliferación Arengadas por su jefe supremo, La Revolución no tardó demasiado en materializarse.
El rey no podía moverse sin desplazar a las más de cincuenta ratas que permanecían atadas a su larga y pegajosa cola formando su plana mayor, evidentemente todas hembras. Le habían proporcionado una descendencia incalculable y, además, se encargaban de su sustento Eran mucho más listas y las prefería a los pendencieros machos, que solo buscaban andar a la brega. En épocas de escasez, no le hacía ascos a devorar alguna de sus abundantes nidadas de crías ciegas y lampiñas; su carne tenía un sabor “familiar”.
El buen resultado aparecía a la vista: estaban conquistando y expandiendo su hegemonía de forma imparable, sumiendo en el caos a la inmensa urbe. Accidentes de tráfico, explosiones de gas, inundaciones Las ratas que infestaban las bodegas de los gigantescos buques mercantes se unieron a la violenta refriega, también, las de los laboratorios, liberadas por las callejeras. Se veían especímenes grotescos con dos cabezas, órganos humanos injertados, tullidos arrastrando sus extremidades. Absolutamente todos los gatos huyeron despavoridos de la ciudad. Mientras los felinos huían hacia las montañas cercanas, los ratones campestres, los almizcleros y un sinfín de subespecies acudieron a la llamada de las urbanitas. Desde el gabinete de crisis, instalado en el salón de plenos del ayuntamiento, poca cosa podían hacer, excepto esperar. Los más entusiastas lanzaban sus quiméricas propuestas para exterminar al enemigo: proponían fumigarlas con raticidas o bombardearlas con ultrasonidos emitidos con altavoces instalados en helicópteros: escuchando las últimas noticias provenientes del aeropuerto, enmudecieron Poco después, entraron en pánico al advertir los constantes arañazos en la sólida puerta de madera del consistorio. Cuando atacaron la torre de control del aeropuerto se generó la hecatombe Los aviones que llegaban con apenas el combustible justo para aterrizar, dejaron de recibir instrucciones, colisionando entre ellos en el aire o contra los edificios El asunto pasó a mayores al invadir el complejo nuclear instalado en el área costera. Los cuatro reactores operaban a pleno rendimiento... El rey, al mismo tiempo que poseía a una de sus favoritas, no dejaba de relamerse ante las continuas noticias que le traían sus vasallos hasta que una enorme detonación hizo saltar las sólidas y pesadas tapas del alcantarillado, obligándolo a interrumpir el coito El complejo nuclear había estallado por los aires. La radioactividad, emitida sin control, generó la densa nube tóxica que remató la humanidad, más tarde a las ratas y poco después a los ratones Tras El Apocalipsis, unas tímidas antenas asomaron al exterior, con parsimonia, contemplando el cálido y enrojecido ambiente La era de los escarabajos iniciaba su andadura como especie superviviente y dominante Hacer creer a los roedores su supremacía resultó la estrategia adecuada. De los humanos mejor no hablar, siempre habían sido más tontos y soberbios que ellos
Se cumplieron dos años del inicio de la guerra contra la humanidad El enemigo se extendió como fuego en algodón No hubo ningún aviso previo o indicación de sus motivaciones, sólo comenzaron con la eliminación y conversión de las personas La misión de Carlos consistía en encontrar datos sobre el origen de los Fuggy
Carlos terminó de abrir la compuerta cuando las criaturas lo atacaron Utilizó la escotilla como refugio Se exasperó, pues no sabía cuánto más resistiría. Dedujo la dirección correcta de los disparos y lanzó un explosivo Posterior al estallido, rodeó hacia la entrada. Al hacerlo dispararon contra él, una de las balas impactó en su pantorrilla En un acto de desesperación saltó hacia el acceso. Se aferró al borde para no caer hasta el fondo Una vez adentro, activó el mecanismo de cierre. La herida le dolía, pero inició el descenso. Cuando faltaba un metro para llegar, su pierna lastimada cedió
La caída lo dejó inconsciente un par de horas. El disparo no tenía ningún sangrado, de la herida emanaban ramificaciones verdes, como raíces que reclaman su territorio, sabía lo que significaba: no tenía mucho tiempo, debía apresurarse. Alistó su equipo y comenzó a moverse.
«Malditas escaleras de mano, las odio, pero odio más andar por este tipo de instalaciones sin un mapa». Resignado, utilizó su instinto para recorrer los pasillos. Su máxima prioridad era encontrar indicaciones claras y llegar a los supuestos laboratorios reportados por el equipo de inteligencia En su cabeza comenzaron a formarse visiones más nítidas, que en un principio eran difusas para él.
«Carlos, 25 años Reclutado por el ejército de la ONU en calidad de reserva. Y ahora me encuentro en el peor lugar posible» Comenzó a repasar cómo terminó en ese lugar y por qué, a pesar de todo, no desertaba.
Finalmente encontró una sala de vigilancia Cuando entró se sorprendió de lo ordenada que estaba para la cantidad de tiempo pasado Otra cosa que lo inquietaba era que los sistemas de control de todo el lugar aún funcionaban. Examinó un mapa del lugar pegado en la pared y después lo guardó La sala de comunicaciones estaba cerca. Reanudó la marcha.
«Sigo sin entender las razones por las que no me asignaron a un compañero. Es verdad que el personal es escaso, pero se trata de una misión importante»
Un pasillo lucia desconcertante. Tenía fallas en la iluminación y algunas secciones de las paredes estaban destruidas. Las cámaras indicaron que esa sección se encontraba en buenas condiciones Se sorprendió por una repentina visión de las abominaciones acercándose. No sabía si era real o una alucinación. Aun así, se alistó para el combate, se atrincheró en uno de los cuartos cercanos. No podía dejar de pensar en su aspecto: humanos fusionados con vegetación. Cada criatura era diferente. En ocasiones se podía apreciar la falta de alguna extremidad o agujeros en el cuerpo.
«Malditos Fuggy, ¿por qué existen? No debería de estar en este lugar», pensó.
Otra visión lo asaltó Vio cómo se acercaban desde el lado izquierdo. Estaban desarmados. Haría un ataque sorpresa, solo eran cuatro Puso su rifle en modo automático, contó tres segundos. Abrió la puerta y disparó. Las criaturas quedaron tendidas en el suelo Carlos los remató con tiros en la cabeza De inmediato se dirigió a la sala de comunicaciones desde donde contactó con la base
Aquí Estrada. Encontré el lugar.
Aquí base, recibido ¿El lugar está completamente asegurado?
No, solo una porción Me enfrenté con un grupo pequeño No han aparecido más.
Entendido ¿sufriste algún tipo de daño?
No, estoy bien. No estaban armados. Recibido Enviaremos refuerzos Envíenos la ubicación Afirmativo, enviando coordenadas mientras Carlos tecleaba los dígitos, la base le realizó una pregunta que le aterrorizó.
¿Has encontrado el laboratorio? las coordenadas se enviaron.
Sacó el mapa y comenzó a observar con detenimiento No había ningún laboratorio, solo se trataba de un enorme almacén. Coordenadas recibidas, el apoyo está en camino Repito la pregunta: ¿has encontrado el laboratorio?
No respondió con un hilo de voz El equipo de inteligencia que informó sobre este lugar, ¿los conocían? ¿Regresó a la base?
Negativo, sólo compartieron la información y regresaron a su destacamento.
Todo hizo clic. «Información falsa, la relativa facilidad con la que accedí. El incidente con la escalera fue solo coincidencia. Las cámaras con imágenes alteradas y ahora una sala de comunicaciones. Rastrearán la información que envié».
Es una trampa susurró ¡Aborten! Repito, ¡aborten! Prepárense para un ataque inminente.
Cortó la comunicación Un dolor punzante en la cabeza lo obligó a sentarse en el suelo. Extrañas imágenes se formaron en su mente Un gran laboratorio donde se experimentaba con vegetación. Después una expansión de esporas dentro del lugar. Luego su esparcimiento en una pequeña ciudad cercana El episodio terminó junto con el dolor. Se incorporó segundos después.
No hay registros de que a alguien más le haya pasado esto, tal vez tengo la posibilidad de no convertirme, es hora de salir de aquí se dijo a sí mismo a viva voz para darse ánimos Mientras se dirigía a la salida, nuevas visiones lo asaltaron En esta ocasión mostrando sus tácticas de combate También el modo controlado de infección hacia los seres humanos.
¡Es una maldita guerra de desgaste! exclamó con rabia , ni siquiera llevan prisa por terminar con nosotros.
Llegó a la salida, utilizó la escalera, procurando no volver a resbalar. Una vez en la superficie, corrió hacia el bosque cercano, con dirección a la base Sabía que no se encontraría con ninguna patrulla enemiga, ya que en esa zona no había demasiada actividad. Después de avanzar unos metros perdió el control de sus piernas. Logró arrastrarse hasta llegar a un tronco caído. Colocó su equipo en el suelo. De nuevo una realidad alternativa llegó a su cabeza. Se trataba de una nueva sociedad liderada por: hongos. Rió. «De todos los finales posibles para la humanidad nunca pensó en algo parecido». Como parte de su equipo le dieron una grabadora, nunca antes la había utilizado Todas las visiones e interpretaciones las documentó. Lo logró, obtuvo la información que estaba buscando. «¿De qué sirve haber obtenido esta información si no puedo compartirla?» Perdió el control de su mano derecha, la grabadora cayó en la tierra Ahora la única esperanza que tenía era que lo encontraran junto con la grabación. Utilizando su mano disponible desenfundó su pistola y la cargó con otro tipo de munición «Al menos puedo morir tranquilo». La bala destrozó parte de su cráneo, evitando que el hongo utilizara el resto del cuerpo. Pasaron unas cuantas horas Nunca sucedió el ataque inminente a la base. El escuadrón de apoyo regresó con el equipo de su compañero caído Con la información recolectada por él, ahora tendrían la oportunidad de crear una ofensiva contra el enemigo
Una explosión sacudió nuestro sobretanque1 y me ensordeció. La sangre de algún soldado explotó sobre mí, tumbándome al piso de la aeronave. Un olor metálico aturdió mis sentidos.
Todos estaban heridos y confundidos. Había un agujero en el fuselaje. Salté a través de este, mientras el vehículo volador giraba y caía. La lluvia de balas naranjas iluminó la noche, atravesando humo negro que emitía la nave dañada
Tras caer al desierto, el exotraje no resistió mi peso y reventó sus circuitos hidráulicos Alguien gritó de dolor, pero el golpe de caída del sobretanque silenció sus quejas Casamayor se me acercó, arrastrando a un soldado sin piernas
Rojas, ¿estás herido?
No es mi sangre.
Ella miró la enorme cicatriz en mi rostro, tenía la misma expresión de rabia y asco con que nos miraba a todos nosotros.
¡Médico!
El sargento Cortés gritó, mientras arrastraba al teniente Perréz2 hacia nosotros.
Casamayor los examinó.
Intel marcó el perímetro defensivo en dos klicks Acastia, tonifica al teniente Señor, es un oficial
Que preferiría no morir Es mejor ser un revivido que no ser alguien Señor, debemos pedir un medivac y cancelar la misión Tenemos muchos caídos Solo un revo3 está funcional
Debemos destruir las defensas antiaéreas para ganar la superioridad del aire y la fábrica de armas. Terminaremos la guerra de los metales.
Sargento y yo completamos misión dije.
Era posible que sacrificáremos algunas vidas en el proceso, pero al final del día podríamos salvar muchas más. Un intercambio justo.
Pide un medivac y lo atacarán. Acastia, inyéctale al revo más tónico Miska.
Señor, ya le inyecté una dosis antes de salir, el reglamento Casamayor
Sí, señor. ¿Qué haremos con los otros heridos?
Prepárate para cargar al teniente de vuelta a casa. Deja al resto, en especial a los revos. Rojas, toma las provisiones que puedas. Lleva cargas explosivas y activa algunas en el vehículo. Debemos destruir el sobretanque antes de que lo saqueen.
¡Señor, sí, señor!
Podremos destruir solo un blindado defensivo Es nuestra única oportunidad para abrir sus defensas
Nos alejamos del transporte caído Casamayor jalaba al teniente que estaba tumbado sobre una camilla improvisada Se alejaron de nosotros en dirección opuesta
El sargento explotó nuestra nave, iluminando la obscura noche Una figura humana sin piernas, se arrastró desde el supertanque mientras se incendiaba. Otros cuerpos también se retorcían grotescamente entre las llamas, como una danza siniestra de dolor y agonía.
Caminamos toda la noche. A veces, él se maldecía a sí mismo. Incluso con un exoesqueleto funcional, tenía problemas para seguir mi ritmo. Por primera vez observé con calma las estrellas. Nunca me había fijado en su belleza Sentí una emoción profunda A pesar de que la muerte nos acechaba, era una noche hermosa, brillante El tónico que nos daban a los revos activó mi cerebro, me hizo redescubrir la belleza que había olvidado despúes de tantos años en la guerra El cielo era profundo y los Astros, oníricos
El amanecer iluminó el antiguo aeropuerto en medio del vasto desierto El sol matutino relucía en una piscina recolectora de agua. Tres caminantes trípodes, altos robots con cañones de rieles y torretas defensivas, amparaban el perímetro.
Llegamos al mediodía.
La cerca no parece estar electrificada. Córtala.
¿Puede ser una trampa?
No lo creo, pero tienes que estar atento. Tal vez deberías tonificarte un poco más Sin preguntarme, el sargento me inyectó el líquido verde brillante en una pierna
Era un tabú religioso, aseguraban que nos destruiría el cerebro, perderíamos el alma. En ese momento, se inyectó él mismo. Jamás había visto a un no-revo hacerlo. Pensé que ambos moriríamos intoxicados.
El tónico estimuló con intensidad mi cerebro.
Recordé el rostro y la voz de mi padre, antes del accidente. Yo piloteaba un sobreauto, drogado con Ausdrug y él dormía junto a mí Planeábamos ir a las playas de Rusia y disfrutar de las tormentas de verano Con suerte disfrutaríamos de una lluvia en un día soleado
Debía ganar la guerra, para ser libre y honrarlo Había sido obligado a servir, sin ser hijo de un senador
Sentí y pensé con más claridad Nuestro ejército volvió a atacar Los caminantes dispararon ráfagas de balas contra los misiles que caían, sin tener protección en tierra. Plantamos los explosivos en una pata. Entramos al aeropuerto, matando a un guardia. Revisé sus bolsillos, buscando municiones. Solo encontré una foto de él junto a una bebé y una mujer de cabello corto y morado,estaban en un poblado blanco.
Nos abrimos paso hasta el salón principal en la torre En vez de encontrar soldados, habían familias refugiándose del ataque Una mujer de largo cabello morado, quiso levantar una pistola, pero nuestras armas lo hicieron cambiar de opinión
¡Por favor, no disparen! Hay niños y ancianos dijo, abrazando a una niña
¡Quietos! ¿Dónde están las armas? preguntó el sargento, muy nervioso.
Solo tenemos estas.
La mujer dejó caer su revólver. No. La fábrica. La fábrica de armas. Deben llevarnos allí.
¿Fábrica? No. Reformamos el aeropuerto para tratar aguas contaminadas, tenemos un extractor de humedad y se la devolvemos a nuestro pequeño poblado
¿Señor? Es posible que la Inteligencia se
equivocara de nuevo argüí
Aun así, debemos cumplir nuestra misión. Señor, tal vez matar para salvar vidas podría justificarse, pero son compatriotas.
Un revo no tiene voz ni voto. Incluso si fueras un soldado normal: ¡Yo soy tu sargento! En el momento en que te revivieron, pasaste a ser propiedad del ejército, no muy diferente a mis botas o una granada de mano.
Tal vez, pero daría mi alma recién descubierta por defender a inocentes Estaba feliz de pelear por mi país, cuando mi cerebro no estaba activo No estamos defendiendo la libertad, la estamos encadenando No se suponía que ustedes pudiesen articular palabras Y tampoco se suponía que debíamos asesinar a civiles ¡Es nuestra misión!
Quizá usted está más no-muerto que yo. Le apunté. Cuando se dio vuelta para disparar, presioné el gatillo antes que él, sin embargo, mi arma se trabó.
Me dio en el torso.
Aquella mujer recogió su arma y voló la cabeza del sargento. Al caer, presionó el detonador Una explosión en la pata del caminante lo tumbó sobre el edificio, destruyendo parte de la torre y bloqueando la única salida La ventana explotó Todos gritaron Al tener una abertura en la defensa, los aviones nos bombardearon Un misil explotó sobre la laguna artificial, creando un hermoso arcoíris. Las ráfagas de proyectiles llovían hacia nosotros y cubrían el cielo azul.
Había muerto una vez por una idea errónea de lo que signifcaba mi país. Ahora tenía la oportunidad de volver a morir, pero esta vez lo hacía por las personas reales que conformaban la nación.
Finalmente pude ver la lluvia en un día soleado
I
Los primeros proyectiles que cayeron sobre el palacio de mi padre, el Conde Simonietto, conmovieron la estructura de las torres gemelas, una a cada lado del castillo sostenían la estructura donde vivía la realeza junto a lo más granado de sus súbditos Elfos y enanos corrían dando muestras de desesperación ante los atronadores golpes que hacían temblar todo lo que rodeaba el castillo
El jeque árabe Shatranj, expectante desde su caballo alado azabache, en la retaguardia, solo atinaba a acariciar su larga barba que comenzaba a teñirse de los colores de las más altas montañas que conocía. Su acicalamiento era señal de aprobación. Bajo esa barba, colgando de una cadena, una piedra negra que transmutaba al naranja y luego al verde para volver al negro sin más El ingeniero contratado por Shatranj había rendido jugosos frutos con sus nuevas y misteriosas armas impulsadas por el fuego y el olor del Diablo. Aquel apareció de la nada, escoltado por monstruos humanoides tan pesados y obesos como repugnantes que se hacían llamar Thrum, Gorrum y Drog, este último experto en manipular los fuegos fatuos que cuidaba con absoluto celo
Por lo que luego pude saber, Shatranj desplegó un ejército de espías pero nadie pudo recabar datos del mismo, solo un viejo guardia del palacio logró desentrañar el nombre o como se hacía llamar, Wolfgang von Kempelen, luego conocido por los libros de historia como “el cristiano traidor”.
Wolfgang tiempo atrás, tal vez hace un año creo recordar, arribó al palacio de mi padre, la última frontera que lindaba con la llamada “Terra Incognita”, cargado de rollos de papiros y cofres con artilugios, prometiendo mil años de una materia impenetrable para sus posesiones. Mi padre, esa vez hizo caso omiso a mis súplicas y, amparado en los desorbitados y beodos comentarios de sus elfos chupamedias, despidió de una patada en el trasero al enigmático ingeniero junto a sus tres secuaces pese a la elocuencia de sus palabras y los regalos con que nos colmara. Luego de ese altercado no se supo nada más de ellos. Hasta hoy, cuando dos y solo dos proyectiles, unas enormes bolas de fuego que rugían como wyvern, bastaron para poner en fuga a nuestra familia real con su séquito fiel y asustado
III.
Nuestros enanos resistieron unas tres furiosas embestidas a las puertas principales pero, en menor número y ante la defección de los cien o doscientos elfos de orejas cortas que temerosos se apostaban detrás de los enanos, fueron aplastados por una masa uniforme de orcos que, despiadados hasta el paroxismo, arremetieron inclusive contra niños y mujeres.
Mi padre, primero en huir, con carros tirados por los corceles más rápidos del palacio, puso pies en polvorosa junto a sus asesores elfos Caranthir “El Oscuro” y Celegorm “El Hermoso” Todo fue miedo y furia contenida en desbandada
IV.
En la indigna retirada, de dos mandoblazos pude mantener a raya una avanzada de árabes que iban por mi hermana Mía Sus gritos eran incomprensibles y no pude dar curso a sus ruegos pues me vi obligado a cargar contra dos enormes orcos secundados por tres árabes de innegable valentía que tuvieron la osadía de atacar a mi fiel hipogrifo. Cuando di cuenta de estos infieles, huimos tras los pasos de mi padre
A lo lejos pude ver cómo mis soldados resistían desde lo alto con una lluvia de flechas y aceite hirviendo, pero pronto la cobardía fue más fuerte que el ánimo de proteger a quienes ya no estábamos. Los arqueros elfos fueron los primeros en abandonar el castillo dejando atrás hasta el oro que era su más preciada posesión Luego, en una rápida secuencia, las paredes se desmoronaron y con ella algunos soldados presos del pánico cayeron al vacío hasta las huestes del enemigo, que acechaba sobre los escombros de la fortaleza. Supongo que fue una bendición morir por la caída.
No hace falta aclarar que todo era caos y desesperación por huir, pues es sabida la ferocidad de los perros infieles y esos monstruos humanoides una vez que ingresan a las ciudades cristianas. Mi hipogrifo rugía aletargado por el humo. Mis lágrimas y las bolas de fuego wyvern empañaron mi visión Nos miramos con mi compañero y sin hablar supimos que preferíamos los dantescos fuegos del averno a este escenario
En un momento, la tierra tembló bajo nuestros pies, tanto que nos hizo estremecer y, de inmediato, un viento ardiente con renovada intensidad tumbó árboles centenarios Rodamos El dragón que soplaba nos empujaba hacia una encerrona, hacia Terra Incógnita, un desierto de brumosas nubes verdes y negras con pantanos en perpetua putrefacción. Muy pocos lograron atravesar ese desierto y, lamentablemente, ningún cartógrafo.
De pronto una de las bolas wyvern deshizo el techo del carruaje en que se transportaba mi hermana y mi amante, unas cien varas delante de mí Gritos de desesperación partieron mi corazón pues las dos mujeres que más amaba estaban allí. Empero lograron salir ilesas aunque con sus vestidos un tanto chamuscados. No tuvo mejor suerte el maldito mono que fuera mascota y amigo de mi hermana, que yacía moribundo a los pies del carro volcado
Las lágrimas brotaron como un manantial de la montaña en primavera por mi joven amante Delu, una sirvienta llegada del África, negra como el ébano Tal vez mi hermana pensó que era por el mono, el maldito animal que fuera un presente imperial robado de las Indias, y que en su cuello portaba, atado a una cadena, una piedra que oscilaba de color al tacto. Sin embargo Delu lloraba por temor a ser esclavizada nuevamente.
Recuerdo que ese cristiano infiel de von Kempelen, al intentar congraciarse con mi padre, desplegó planos y estructuras en miniaturas, a la par que embriagó con presentes a la familia real, intentando ganarse el título de ingeniero del palacio. Él nos había presentado el mono como una pieza única traída de las antípodas
Lo cierto es que en la huida nunca cedí a las súplicas de mi hermana, que imploraba por poner a resguardo a su amiguito. Por lo visto la decadencia moral de la familia real llevaba a preferir un primate a los súbditos humanos que caían como moscas deseando la muerte antes que el martirio infiel Ello me llenó de rencor hacia mi hermana y mi padre, que ya se adentraba en “Terra Incógnita” a paso acelerado y bajo una espesa y gris neblina.
Con todo no eran momentos de desvaríos, el poder bélico del Jeque era apabullante La inusitada fuerza de ataque, sin motivo aparente para desplegar tanta violencia contra mi familia, disolvió nuestras defensas y solo dejaron de caer esas bolas negras del cielo cuando el Jeque se hizo con el primate en el preciso instante en que un flechazo certero dio cuenta de mi hipogrifo
Al ser derribado fui tomado rehén por dos orcos que sangraban heridos por las garras que mi bestia les propinó antes de caer rendido. Cruel destino de un pueblo que perece por culpa de un mono sarnoso robado del palacio del maldito Shatranj.
"" ......eel l p pooddeer r b béélliicco o d deel l J Jeeqquue e e erra a a appaabbuullllaannttee. . ""
Al abrir los ojos, João Abutre se encontró bajo tierra.
Sobre él, vendando sus magulladuras a la luz de una vela, se encorvaba un anciano de barba revuelta Notando que estaba despierto, el desconocido le sonrió y dijo: –¡Progresamos! ¿Cuál es su gracia?
João lo puso al corriente El otro asintió e hizo saber que se llamaba Boaz Vestía un overol manchado de sangre. Pese al dolor que atenazaba sus miembros, el herido se puso en guardia.
–Tranquilo: acá está entre amigos –le aseguró su benefactor, forzándolo a recostarse João observó el techo abovedado de la cripta y las sombras proyectadas por el cimbrar de la vela Gradualmente lo envolvió un vórtice de esferas palpitantes ***
Eran tiempos de guerra entre clanes nómadas Dos ejércitos, notables sólo por el grado de raquitismo imperante en sus filas, se habían citado para canjear granizadas de plomo con más empeño que puntería El teatro de operaciones (y territorio en disputa) resultó ser la antigua ciudad de R. Los rivales parecían deseosos de machacar aquellas ruinas y secar el mar adyacente
João Abutre, avecindado en la región, era un caza-cosas, hábil para rastrear baratijas e insumos de la época anterior al colapso planetario Poco lo arredraban fieras y caníbales; su pulso se mantenía firme al batirse con los competidores.
Un día aceptó un encargo que prometía buena paga y partió hacia la urbe costera. Su confianza se esfumó al escuchar los cañonazos y el tableteo de las ametralladoras Por primera vez desde que adoptara el oficio, João tuvo temor de acabar vaporizado, o colgando de un árbol a la vera del camino
Aunque nadie vivía en R , no sería raro toparse con algún saqueador errante. João desenfundó su cuchillo.
Muy pronto se cansó de correr agazapado y respirar humo de incendios Sus rodillas estaban a punto de flaquear cuando apareció el Soldadito.
Era sólo eso, un gnomo con pinta castrense. Tendría unos cuarenta centímetros de estatura y avanzaba a paso de ganso entre los cascotes Traslucía una fiereza que resultaba agónica en algo tan pequeño.
–¡Hey! –gritó João.
Con un respingo, el Soldadito se detuvo Clavó la vista en el forastero y escapó chillando como una rata desollada.
Envalentonado, João se lanzó en persecución del ser ¿Valdría algo en el mercado de esclavos? ¿O querría comprarlo un circo?
En el momento que la captura parecía inevitable –luego de un sinfín de tropiezos–, una bola de fuego pasó silbando por encima del cazador
Nunca supo a qué distancia de su curso original lo desplazó el estallido.
***
A la sexta jornada de convalecencia, João soñó que se ahogaba en un océano de concreto fresco.
Al despertar, sintió la urgencia de palparse, de recobrar táctilmente la normalidad Fue inviable: una profusión de ataduras cubría su cuerpo, formando un capullo que apenas dejaba libres los pies, o peor aún, esa elefantiásica pata derecha, vendada con torpeza Comenzó a rezar pero comprendió que sólo le seguía el juego a la fiebre…
***
Una mano que luchaba por introducir comida en su boca lo sacó del estupor. Continuaba inmovilizado. Boaz, sentado en un sillón rococó, le echó encima su aliento aguardentoso: –¡Don João! ¿Cómo se siente hoy?
El aludido comprobó que el peso de la zanca doliente se había duplicado. Le llegó un olor a fruta podrida Gritó, escupiendo salsa: –¿¡QUÉ CARAJO PASA AQUÍ !?
–¡Calma, le explicaré! –repuso el otro–. Durante el último bombardeo, usted quedó preso bajo una avalancha de ladrillos Lo encontré a la hora de mi ronda matinal Hice cuanto pude para salvar su pierna, pero me temo que habrá que amputarla.
El herido, arqueándose como una oruga, vomitó sobre Boaz –Ni de broma, ¿entendió? –dijo– ¡Tiene que haber otro camino! ¡Busque un curandero!
El esfuerzo agotó a João, que se dejó caer en el jergón Boaz depositó el plato en el suelo y limpió su overol con un trapo –Acá no queda nadie –explicó–. ¿Sabe? Hace décadas, este edificio era una fábrica de juguetes educativos Utilizaban impresoras en 3D, autónomas Crearon maquetas robóticas de líderes históricos porque no bastaba con mostrarlos en sesiones de realidad aumentada; había que imponer al público su presencia, el peso físico de sus acciones y decisiones Una extravagancia de país rico
João se retorció, impaciente.
–Y eso, ¿qué tiene que ver con mi pierna, idiota? – gritó
–El preámbulo importa –le aseguró su anfitrión con dignidad. Y prosiguió: –De niño anhelaba poseer uno de esos juguetes. Crecí en una familia pobre: la plata no alcanzaba Por años trabajé como mecánico y prostituto en un burdel flotante: tuve sueldos de hambre. Cuando
el mundo entero se vino a pique, me refugié en este lugar y comprobé que aún existían las impresoras Con el tiempo logré que funcionara una de ellas, pero era defectuosa; dado que tampoco conservaba en su memoria el catálogo completo de los juguetes originales, empleó sus polímeros para tejer al menos la maqueta de un modelo específico
Boaz se sorbió los mocos y continuó: –Así pude cumplir mi viejo sueño. Se llama Adolf y es lo mejor que me ha pasado. ¡Mírelo!
Algo trepaba por las sábanas João vio asomar a su lado una cabecita cubierta con un quepis. Tenía ojos febriles; sus rasgos eran duros y se anudaban en torno a un bigotito cuadrangular Al coronar su ascenso, la criatura se mostró enfundada en el uniforme caqui que João había visto antes. Levantó el brazo derecho con arrogancia, apoyando la zurda en su cinturón
–Oiga –murmuró João Abutre– Linda biografía, la suya. Pero necesito regresar entero a casa, ¿comprende? Le pagaré bien. ¡Suélteme !
Adolf empezó a pasearse por su barriga como si inspeccionara un campo de maniobras. Boaz miró al herido con genuina preocupación y dijo:
–Imposible, don João: es cuestión de vida o muerte. No podemos dejarlo a merced de la gangrena. En otras circunstancias, yo mismo lo operaría. Sin embargo, siendo mi pulso tan imperfecto, tan ¿etílico?
Soltó una risita mientras separaba los dedos, temblorosos y sucios. Añadió: –Se necesita audacia para derramar sangre por una causa noble Un vislumbre de destino manifiesto Adolf tiene eso y más No será un gran conversador, pero le aseguro que sabe mucho. Hará un corte limpio.
El caza-cosas trató de tumbar al muñeco de un cabezazo Éste se le escabulló y, a distancia segura, emitió una serie de graznidos, blandiendo los puños.
Boaz tomó en brazos a Adolf. Hablando por encima del hombro, se dirigió hacia la puerta –La operación empezará en un minuto, don João Prepárese. Tendrá mucho alcohol a su disposición, para aliviar las molestias.
Giró el picaporte y se hizo a un lado Una legión de réplicas de Adolf –ruidosas y saltarinas– se abalanzó a través del umbral portando tijeras, navajas de afeitar, botellas rotas y hachas de carnicero. Escalaron los costados del jergón mientras João Abutre aullaba.
Boaz alzó la voz para hacerse oír sobre la algarabía:
–Ah, ¡casi olvido mencionarlo! Después de crear a Adolf, no encontré manera de desconectar la impresora, que cayó en un rizo productivo hasta agotar sus polímeros... Adolf tiene hermanos, sí; pero ninguno es más listo que él No se preocupe: son buenos chicos, todos ayudarán. Acá está entre amigos.
FIN
Norvai se apoyó sobre unas rocas para no caer al suelo y vomitó sangre, manchando el polvoroso asfalto. En derredor, edificios derruidos y asfixiantes columnas de humo Respirar le costaba más ahora, el costado le quitaba fuerza a cada paso. Entre los edificios, cadáveres, o parte de ellos La muerte que le rodeaba aplastaba poco a poco su voluntad. ¿Por qué seguía avanzando sobre cuerpos mutilados, entre los escombros de lo que una vez fuera un edificio donde la gente solía ir de paseo, para reír y disfrutar de un fin de semana con los amigos, con la familia?
Y, entre el humo, el brillo pálido del sol.
Sin darse cuenta ya avanzaba otra vez, trastabillando. De pronto un pedrusco le desequilibró, y con los pocos reflejos que le quedaban logró apoyar una rodilla y la mano izquierda en el suelo. La diestra cubría lo mejor que podía la herida en el costado del bajo vientre. Un hilillo de sangre y flema le escurrió del labio inferior. Miró la pistola que aún sujetaba en la mano izquierda Sería tan sencillo como levantarla y apuntar el cañón Tan sencillo en la mente, demasiado etéreo en la realidad… De pronto ya no quiso levantarse. De pronto solo quiso caer; lo que le quedaba de armadura le pesó como la columna negra de allá al frente que se alejaba hacia el cielo. Y aunque fuese de humo, aquella columna se le antojó de miles de toneladas Todo él tembló, sin miedo, sin frío, sin dolor Solo tembló Y cayó
¡Corran, corran! Dijo Kanaira, disparando hacia la nube blanca producida por una explosión sónica enemiga. El conflicto rugía por doquier . ¡Corran…!
Un chillido inhumano, y la sombra emergió de la bruma, desplegando alas cristalinas que refulgieron al contacto con los rayos solares. Kanaira se volvió por última vez, hizo ademán de apuntar el rifle No disparó. Unas garras atravesaron su armadura reflectante; otra zarpa le arrancó la cabeza, arrojándola entonces hacia los aturdidos soldados. Hacia Norvai.
El soldado despertó, levantándose con rapidez y cayendo al lecho enseguida, apretando los dientes para sofocar el grito de terrible dolor que parecía provenir de todo el cuerpo.
Con cuidado dijo una voz que en un principio sonó a nada Esto no es un hospital, y no hay anestesia. Suerte tienes de
que guardé lo necesario para esa clase de heridas
Por fin Norvai sintió las gotas de sudor recorrerle el rostro, por fin sintió los músculos de sus mandíbulas, las muelas rechinando.
En ¿en dónde ?
En el sótano de una casa ¿O querías saber dónde te encontré? En el centro de la ciudad. Te encontré aún con pulso, de lo contrario, solo habría tomado lo poco que llevabas de importancia.
El hombre miró a su derecha A la luz de una lámpara, la figura de una mujer con medio rostro cubierto con un vendaje ensangrentado y el cuerpo con una sucia armadura de policía médica. El emblema del Gobierno del Segundo Sol apenas visible en el peto.
¿Y por qué me has salvado?
Porque antes de morir quiero saber la verdad Nos han arrebatado todo Ustedes Ustedes y ese maldito monstruo suyo. Los malditos monstruos de los ejércitos Norvai miró al resquebrajado techo. Sonrió con desgana y desprecio.
La verdad… ¿cuál de todas?
El monstruo ¿Por qué los traicionó?
No nos traicionó Se volvió filósofo rio, pero enseguida apretó los dientes y frunció el rostro. “¿Esa es la pregunta que le haces al genio? Bueno, da igual”
¿Filósofo?
Sí… algo así. ¡Oh, qué más da!, ¿verdad ? A él lo hicieron el más poderoso de entre todas las criaturas. Un psiónico. La primera pesadilla capaz de hurgar en tu mente y dejarte loco Eso dijeron en Tauri IV ¿Te sorprendes? Pero si la Alianza Otoria fue creada para que las masas no perdieran la cordura ante las interminables guerras ¿Cuándo has visto que solucionen algo? Privilegiados los que viven en los planetas de la Otoria, en todo ese estiércol. No guerras, ni pobreza… El gran sueño vivido por los santos elegidos Nosotros, en cambio, somos los que mantenemos las cosas estables entre Dios y la humanidad. La estabilidad cuesta.
“Pero digo que al Diablo del Tercer Sol le dio por pensar más allá de la simple aniquilación del enemigo. Él, el más poderoso de entre todas las criaturas creadas en Tauri IV, con permiso de la Otoria Entonces, ¿por qué debía seguir órdenes de seres inferiores, de seres que solo usaban la mente para preguntarse las mismas cosas que sus más remotos antepasados? Escuchar esas disertaciones mentales por el intercomunicador de los cascos desconcertó a algunos y asustó a
otros, sí, pero no le dimos la suficiente importancia porque faltaban menos de dos minutos para el desembarco Y siguió repitiendo una sarta de incoherencias. Todos los poderosos tienen reinos Todos los reinos, sin embargo, han caído. ¿Cómo hacer un reino poderoso? Matar a los que están de más. Quedarse con los necesarios No confiar en nadie más que en él mismo…
“Y así comenzó Pudo habernos asesinado en silencio. Un derrame cerebral, y adiós. Pero él nació para la guerra; nada podrá quitarle ese gusto que siente por la sangre y el caos del conflicto… Sabe que nació para la guerra, que le somos inferiores y, sobre todo, que es la única maldita criatura capaz de confiar plenamente en sí misma. Sin temor a equivocarse
“Creo que esa es toda la verdad que sé Eso y, tal vez, que por fin se cumplirá el sueño humano: el fin de la guerra, de las mentiras y de toda maldad Así bajo el futuro manto de un terror que nadie jamás ha sentido por algo; ni por el mismo dios.”
Hacía una semana, más o menos, que las noticias hablaban del suceso: El Gobierno del Segundo Sol y parte del Gobierno del Tercer Sol, habían caído. Todas las colonias, silenciadas, borradas de los archivos
Y Andaimon, el sulfagani, miembro del ejército del Gobierno del Primer Sol, escuchaba por enésima ocasión las maravillosas noticias Ocurrió una especie de chasquido, y la voz del conductor fue reemplazada por interferencia en el sistema de comunicaciones del casco
Uno dijo la voz distorsionada . Solo un mundo un pueblo un gobernante Solo yo
Las alarmas de guerra sonaron entonces por toda la cúpula. Andaimon, por reflejo, miró hacia el cielo, y quedó petrificado. Como si la luna decidiera caer ardiendo sobre el planeta. Pero no se trataba de la luna. La estación espacial de defensa era ciclópea, demasiado enorme y bien armada como para que alguna vez cayera a manos de algún ejército invasor Y, no obstante, ahí venía
Andaimon no se movió; con ojos desorbitados contempló el gran fin Pero antes, un rostro bestial y astado apareció en la interfaz de su casco.
Solo uno que gobierne a los más débiles y sin espíritu Solo yo dijo, y la extraña transmisión terminó.
Sonaron entonces multitud de voces en el intercomunicador, pero ya nada importó. La muerte se acercaba con una horrorosa sonrisa, iluminando el oscuro cielo del corazón de ese gran Gobierno.
El Día de la Expedición, Martina Böll vio despegar las naves a diez kilómetros de la base El campo estaba vacío esa noche: todos fueron a presenciar el despegue. En ese momento, estaba castigada por mal comportamiento y hacía guardia en los pabellones, sancionada por una pelea durante el almuerzo: no pudo evitar escuchar que alguien hablaba sobre los primeros exploradores Un piloto con gafas oscuras decía que los viajeros representaban la mayor vergüenza de la historia del planeta “Salir de excursión a buscar excremento de alien no es la manera. El planeta ya no tiene salvación. Esos pilotos no regresarán nunca: se esforzaron en ser sentenciados a muerte. No volverán. Ellos saben todos nuestros planes”
El piloto estaba refiriéndose a la imposibilidad de luchar contra los visitantes, que constantemente descendían del cielo para devorar personas y aterrorizar ciudades enteras. Otros que lo escuchaban con atención y asentían con la cabeza, pero el ruido de los cubiertos y las demás conversaciones generaba un barullo total. Martina Böll le preguntó quién era él para estar hablando. “Mi hermana es una primera exploradora, ¿no le deseas bienaventuranza en su misión?” El piloto se puso de pie y tomó su vaso de aluminio para levantar la voz ¡Por los primeros exploradores!
Los presentes en el comedor se levantaron de sus asientos. Después, el golpe de silencio fue absoluto y los miles de soldados que estaban ahí gritaron al unísono: ¡POR LOS PRIMEROS EXPLORADORES! Tomaron de un solo trago sus brebajes energizantes y volvieron a sentarse, como autómatas sincronizados. El piloto permaneció callado durante el resto del almuerzo. Ella se quedó observando todo el tiempo: al retirarse lo persiguió de cerca, confundiéndose entre los otros uniformados calvos y con códigos de barra tatuados en la nuca Cuando finalmente lo alcanzó, sujetó su hombro para obligarlo a enfrentarla
¿Te parece gracioso sentenciar de muerte a los primeros exploradores? ¿Crees que los visitantes los van a devorar?
Mire, piloto, no se enoje… Mi admiración por los primeros exploradores, y en especial a su capitana hermana, es total No lo dude No te hagas el gracioso
Nunca jamás, piloto.
¿Acaso no fuiste seleccionado como primer explorador? No me interesó semejante conspiración inútil, ellos ya ganaron Los visitantes saben lo que somos Ahora han vuelto para ponerle fin a su experimento
¿Qué experimento?
Alrededor de ellos se había formado un pequeño círculo de uniformados que esperaban el primer golpe El piloto se acercó un poco más para respirarle encima a Martina Böll y siguió hablando
Lo que ellos quieren es restaurar su mundo Han viajado millones de años por lo vasto del universo. Los visitantes vienen de otra dimensión, otro plano muy diferente a este. Migran hacia nuestro lado cuando necesitan ciertos recursos… Minerales, tierra, agua, combustibles. Todo les sirve. Ellos andan buscando planetas en los que abunden estos recursos y negocian con los líderes de esos planetas A cambio, ofrecen tecnología y sus modos de uso ¿Las naves, los transbordadores, su hermoso smartwatch, cree que son gratis? Hasta que no terminan de consumir lo que un planeta tiene para dar, no lo dejan en paz.
¿En eso creen en tu familia?
Adelante, búrlese Todo este circo con los primeros exploradores, con el Día de la Expedición, con la lucha contra los invasores ¡Nosotros somos los invasores!
Estás enfermo.
Mire, piloto: ellos arribaron a la Tierra por primera vez hace eones, cuando el planeta era apenas un campo burbujeante de volcanes Desde entonces, vienen de su mundo al nuestro en busca de recursos naturales La Tierra era un paisaje en constante cambio, rico en todos los elementos imaginables. Así que decidieron tomar cuanto necesitaban. Y lo curioso en todo esto, es que los visitantes también son una especie de ‘exploradores’: se encargan de migrar hacia diversos mundos en busca de recursos para seguir alimentando su dimensión. El ser humano nació de una cruza entre los visitantes y los animales: una raza herramienta pensada para juntar montículos de tierra o metales Afortunadamente, llegó un momento en nuestra evolución en el cual nos dimos cuenta de lo que estaba sucediendo. Y decidimos que era hora de cambiar de parecer. Fue la época en que comenzaron los primeros intercambios. Todas las grandes esculturas, las técnicas, los dispositivos y las energías más importantes de las que hacemos uso, nos fueron reveladas por los visitantes Las construcciones más maravillosas e inexplicables de nuestro planeta, fueron obra de los visitantes, los fenómenos energéticos y catastróficos, todas las bellezas creadas, desde el arte del fuego hasta la arquitectura con nanobots, fueron obra de los visitantes. Pero un sistema de trueque no se sostiene durante mucho tiempo: alguna de las partes querrá algo que la otra no está dispuesta a entregar Y esa otra parte podría no tomárselo con mucha amabilidad ¿Algo como qué?
Sangre Lo que todos los poderosos quieren
¿Estás hablando en serio?
Por supuesto, piloto. Según lo que le estoy contando, en esa primera era de intercambio, rondaban la Tierra alrededor de quinientos o seiscientos visitantes. Hoy en día con tres o cuatro que devoran un par de personas a la semana ya nos falta el aliento Esto ya pasó antes Cuando descubrieron que no estábamos dispuestos a negociar, empezaron a atormentarnos con sus invasiones carnívoras, los pueblos destruidos… Usted debe entender que cuando se le otorga vida a una criatura para un fin determinado, la insurrección de la criatura representa su error y debe ser eliminada. Hemos sido muy malos hijos de los visitantes
No somos hijos de los visitantes
¡Sí lo somos!
El resto de los soldados, que estaban alrededor, escuchaban atentamente. Martina Böll los miró por unos minutos para hacer un cálculo aproximado de cuántos eran. El comedor se fue vaciando, ahora el barullo de voces y cubiertos era reemplazado por el vapor de la cocina ¿No lo ve, piloto? Todo es una mentira Esos primeros exploradores son el hueso que se le arroja al perro hambriento para que se entretenga un rato.
Martina Böll escuchó la última frase y arrojó un cabezazo a la nariz del piloto hablador y sintió un crujido Cuando el piloto cayó al suelo con los lentes oscuros destrozados e incrustados en el ojo, el resto de los curiosos empezó a silbar y gritar Martina Böll se tiró encima del piloto con una lluvia de puños. Tardaron un buen rato en separarlos. El piloto lanzaba manotazos para sacársela de encima, ella lo sujetó del cuello, y finalmente pudieron liberarlos. El piloto pasó la noche en enfermería y Martina Böll soportó cuatro guardias consecutivas Desde unas gradas donde se escondía a fumar para eludir la guardia, vio el despegue nocturno de las naves exploradoras En medio de la oscuridad, los chorros de fuego y humo se abrían paso entre una maraña de aves negras.
Martín escuchó el cerrojo, seguido del lamento de la herrumbrosa puerta del cuarto donde lo tenían detenido desde que su batallón fuera derrotado por las fuerzas estatales Aún estaba mareado y las lecturas que hizo en su juventud daban vueltas en su cabeza, buscaba la razón que le había llevado a ese lugar, las ideas giraban frente a él hasta estamparse con la pared de concreto, para luego fundirse en la mancha marrón que la adornaba.
"Soy el oficial Magón de las fuerzas especiales, estoy aquí para informarle su sentencia Nosotros no somos animales como ustedes, tenemos leyes", dijo Se presentó entre la umbra un joven soldado de camisola y una visera la cual tenía broche metálico representando a un poderoso animal hallado en el escudo nacional del país que mata a sus habitantes. "No se moleste en hablar”, continuó el oficial, “Tenemos toda la información que necesitamos, parece que el firme espíritu de sus consignas no se refleja en lo físico, sus soldados carecen de disciplina y temple que solamente la academia militar nos provee, así que es muy fácil persuadirlos para la traición. Al final sé muy bien que una cosa es afirmar que se da la vida por algo que no entienden y otra muy diferente es hacerlo porque son conscientes de ello”.
El oficial hablaba con un tono sereno e intelectual, parecía que deseaba continuar con su cátedra militar pero sus palabras encendieron en Martín el coraje que hace unas horas le permitieron correr entre las balas y se adelantó al oficial.
“¿Qué sabes de la vida cerdo asesino? Si nunca has tenido libertad, eres un peón que sigue órdenes sin escrúpulos, un fetichista con licencia para matar, acaso, cerdo facista, ¿sientes algún placer al cometer los crímenes de guerra en nombre de tu nación?”
El encuentro inverosímil desconcertó a Martín, no entendía por qué le hablaba de ese modo a su enemigo con franqueza. Su destino era inevitable. Perdió la batalla, había fallado a la revolución y ahora pagaría sus fracasos con su vida, en el mejor de los casos Era nefasto y agotador discutir con el oficial, sin embargo, algo en sus palabras le hacía continuar respondiendo ¿Acaso aquella conversación le anticipó su catártico final? ¿O como si las ideas fueran también otro campo de batalla en el cual las fuerzas opuestas se enfrentaban entre sí? En ese momento, como si el soldado pudiera leer sus pensamientos completó la idea que se formaba en su mente.
“¿Se imagina que nuestras fuerzas se desafiaran siempre de esa manera civilizada y ordenada, en lugar de desperdiciar las vidas de nuestros soldados en el campo de batalla? Seguro que se podrían salvar a miles de vidas, pero ¡oh, con lo necios que son ustedes, tardaría tanto el enfrentamiento que
las vidas ahorradas en un combate se perderían con generaciones que no llegan a ningún acuerdo, ni siquiera después de siglos de discusiones ¡Mi método de convencimiento es más práctico!”
“Ya conozco sus métodos”, respondió Martín: “Violencia, miedo y fuerza bruta, nada de palabras, nada de ideas, una política de la muerte los guía a enfrentarse y matar a la población que se supone debe proteger, no obstante, en el fondo, ustedes están muertos de miedo No se quieren dar cuenta que también son afectados por la opresión del sistema, actúan como el brazo armado y pueden comportarse inhumanos porque tienen miedo a la verdad.”
“Aquí la verdad no existe”, interrumpió el oficial, “Lo que existe es lo que es y nada más. Podría interpretar como quiera los hechos, pero estos ocurrirán de igual manera, el gran libro de respuestas en la historia es aquel que vamos escribiendo mientras tomamos decisiones y nunca las tomamos por iniciativa propia. La verdad y la justicia la escriben los ganadores.”
“Eso es muy discutible, la historia nos exige objetividad y así podríamos comprender las injusticias del pasado, determinar lo que es correcto para tomar las decisiones en el presente y en el futuro ” Martín, con las mejillas encendidas, recordaba las calurosas discusiones que se llevaban a cabo en la universidad. Los interminables y apasionados discursos que echaba de menos cuando tuvo que ser reclutado en la guerrilla para hacer frente a las insostenibles reformas que llevaba a cabo el Estado En ese momento, el oficial no era su enemigo, sino que parecía otro estudiante Uno con ideas equivocadas y él, como aquel que portaba la razón, debía mostrarle su error Las palabras del soldado pretendían irrumpir en sus ideas, eran a la vez el germen y la amenaza más grande a la causa de su bando. Más allá de la libertad, aquello era la lucha misma de la vida contra la muerte y el conflicto sólo podía desencadenarse en el campo de las ideas.
El oficial miró seriamente a Martín, había llegado al punto que deseaba Sonrió discretamente mientras desenfundó su revólver En ese instante, Martín sintió que la sangre se le heló Había ganado la discusión y ahora el oficial tomaba la ventaja por la fuerza. La emoción de esa victoria, sin embargo, era su sentencia de muerte. "¿Y si el futuro no estuviera realmente en nuestras manos?, preguntó el oficial y miró al revólver mientras lo descargaba “El día de hoy esta herramienta nos ayudará a aclarar una de las cuestiones fundamentales del pensamiento humano: la libertad. En concreto, la disyuntiva entre la existencia de un destino al que estamos sometidos o el libre albedrío que nos permite tomar las riendas de nuestra propia existencia "
Martín: “La herramienta es uno de los representantes más grandes de la injusticia”, siguió mientras reconocía el arma de vista, “Un Mosin Nagant, empapado en más sangre de sus propios soldados que de aquellos a quienes consideraba enemigos. Tantos años lleva disparando como la injusticia en el mundo reinando.”
El oficial, ignorando sus palabras, metió su mano al bolsillo del pantalón, esta vez sacó un cigarrillo Siguió con un tono oscuro y melancólico "Estoy cansado de vivir, de la guerra Después de todo lo que he visto y los horrores que he pasado, sólo anhelo morir. Mientras tú, ahí, con ese brillo en los ojos y el anhelo de encontrar la verdad, deseas vivir. Desconozco tus motivos y no me interesan Pero lo sé, lo he visto muchas veces Del segundo bolsillo de su pantalón extrajo una caja de fósforos y encendió su cigarrillo Añadió a su discurso:
"El experimento es sencillo. Dos hombres entran a una celda con un revólver y una bala, uno sale y los guardias afuera tienen órdenes de dejar ir a quien sea, pero sólo a uno. La motivación es la siguiente: tú quieres vivir y yo quiero morir, el azar será solamente el medio para poner a prueba la existencia de nuestro destino Si yo muero y tú sales de aquí con vida, entonces podemos forjar la ventura de cada uno a partir de nuestra voluntad. De ese modo, podríamos realmente cambiar al mundo. Es posible tu regreso a la guerrilla para luchar otro día y ganarás a favor de lo que llaman justicia. Mientras que, si mueres, y salgo vivo, entonces es designio de ese maldito destino. Nuestro camino y todo intento de salir es fútil, la guerrilla habrá perdido a otro soldado y estarán más cerca de ser derrotados "
Magón cargó el revólver con una sola bala apartando las demás, tiró del martillo con el pulgar y giró el tambor con la mano. El revólver comenzó a girar constantemente hasta detenerse con un clic seco, el oficial puso suavemente el cañón sobre su sien y tiró del gatillo con firmeza y sin temblar, el sonido ahogado de la percusión en una recámara vacía se apagó instantáneamente "Es tu turno", dijo Magón, mientras ponía el revólver sobre la mesa frente a Martín. Primero titubeó, la mano le tembló, pensó en la libertad, en su vida, en todas las personas que había visto irse unas horas antes, amigos y colegas. ¿Alguien más? Todo eso pesaba en su cabeza mientras tomó el arma, la sopesó, sudó mientras la levantaba hasta poner el cañón debajo de su barbilla Vaciló por un segundo apretando los párpados. Pero enseguida recobró el pulso, estiró ambos brazos y le apuntó al oficial frente a él. Magón levantó las cejas sorprendido. Afuera, los guardias escucharon un par de golpes, un quejido de dolor y después el sonido de un disparo llenó la habitación por un momento. Finalmente, sólo hubo silencio Segundos después, un par de golpes en la puerta pedían la salida
El oficial Magón, un poco despeinado, miró a ambos guardias de reojo, hablaba consigo mismo, tenía el cigarrillo en la boca y el Mosin humeando en una mano: "Estoy casi seguro..." Y se fue caminando por el pasillo
Hay un futuro oculto en el horizonte, piensa Miguel acariciando un cuchillo de carnicero bien afilado Una mañana hermosamente velada por un grupo de hijos de mil putas, crueles y pendencieros que navegan en barcos de oro. Ese pensamiento hace deslizar el cuchillo y se corta el dedo índice de la mano derecha Un corte superficial, un par de gotas de sangre Miguel no se inmuta y ese flechazo de dolor lo envuelve en una sensación de noble anestesia Miguel vuelve a pensar en aquel horizonte de infinitas tierras, tierras más allá de los hijos de mil putas que las gobiernan y sus barcos de oro y toda la porquería ocurrente que enerva su mente hasta reconfortarlo con un segundo corte, consciente. Y pierde una de las falanges del dedo índice de la mano derecha.
¿Ya es hora Miguel? le pregunta con molestia, Susana Su segunda esposa, con el pelo planchado, maquillada y perfumada para salir a almorzar en Don Chicho Mostaza, madre de dos hijos brutos que aún duermen con la niñera, espera la respuesta de su esposo. Miguel mira detenidamente a Susana como quien observa una sombra escurriéndose por la ausencia. Ya vamos, ya vamos le dice Miguel, anestesiado por el dolor Mi amor, ¿qué pasó? pregunta de forma inoportuna Susana, aterrada al ver el dedo mutilado en la mesa del comedor.
Barcos de oro…Susana. Ellos tienen lo que nosotros no tenemos le contesta, evitando mirarla. ¿Barcos de oro? pregunta curiosa sin comprender Si Ya sabés responde cansino Miguel ¡Vamos a un médico, mi amor! dice a los gritos Susana, perdiendo la paciencia. Intentando agarrar a su esposo, se acerca a él y lo trata de sostener. Miguel la evade. Susana vuelve a intentarlo, Migue vuelve a esquivarla.
¡El dedo, Miguel, el dedo! chilla Susana, arrodillándose, derrotada Barcos de oro, ciudades eléctricas, soles blancos, azules, rojos y negros Todo escondido bajo el mantel, más allá del horizonte dice con voz resquebrajada Miguel.
¿Por qué lo haces? le pregunta chillando Susana.
¿Por qué lo hacen ellos, vos y ellos? le dice en seco, Miguel No te entiendo contesta Susana, sollozando Miguel abatido, furioso y contemplando en su imaginación los barcos de oro, clava el cuchillo en la mesa, asustando a Susana. Ella, viendo como su esposo se desmorona, empieza a gritar. Un grito que no retrasa ni ralentiza el caminar de Miguel hacia fuera Es que afuera, en el pobre Barrio Centinela 33, autos chocan uno contra otros, vecinos prenden fuego a sus hogares y se prenden fuego a sí mismos. En las tierras más allá de los continentes, regresa el pensamiento a Miguel. Yendo en balsa desde China hasta Hiperbórea, de Chile hasta Atlantis, de Islandia hasta…
Los gritos lo desconcentran Sus vecinos gritan sin parar, rompiéndose las cuerdas vocales, ahogándose en el dolor que sale a la luz Hola, Patricia saluda Miguel con su índice mutilado.
Cada grito se agranda y se desgarra en las bocas de sus vecinos. Un hombre de barba y bastón con una ametralladora dispara al cielo ¡Que las balas sean lluvia de libertad! dice el hombre y Miguel recuerda no tener un casco, pero tampoco con un casco funcionaria cubrirse. Eso lo alienta a ir cerca de los escaparates de los negocios. El vil metal, los alquileres al 100%, la economía en alza hacia el abismo, un ascensor inflacionario que sube hasta las nubes y mientras más sube más grande es el precipicio financiero Y él, que perdió un dedo, después de hipotecar la casa, descubrió una carta de despido de la carnicería, porque el carnicero es buen amigo del demonio, piensa Miguel, se vendió por una marca de Hamburguesas que le había comprado el local y el alma. Sin carnicería, que lejos queda la pollería cuando se la necesita.
Los vecinos gritan desesperados Miguel les regala unas tibias sonrisas sin preguntar el por qué Pero Miguel no grita No lo hace porque lo que sucede es microscópico en la configuración final de la historia del hombre, en su verdad acuosa de la existencia, en aquel destino indescifrable. Es tan sencillo como domar un huracán, ese pensamiento lo hace reír. Y ríe.
El capitán Kalinor sintió que el estómago se le revolvía del asco al mirar aquellas dos inmundas criaturas moviéndose lentas y bamboleantes entre los restos de la batalla. Llevaban casi a rastras el cadáver, pues apenas alcanzaban el metro de estatura. Parecían dos enormes sapos bípedos, con caras bulbosas de ojos opacos y saltones cual huevos podridos. Su viscosa piel de un verde muy pálido parecía exudar una secreción amarillenta a la luz del atardecer.
“Trasgos, ¡puaj!”, pensó Kalinor, y la repugnancia le hizo inclinarse sobre la montura, haciendo chirriar su armadura de placas, para lanzar un sonoro escupitajo. Si de él dependiera, aquella repulsiva raza sería exterminada de la faz de la tierra para siempre. Ante su vista se extendía un inmenso lodazal sembrado de cuerpos y sangre. Algunas maquinas de guerra aún ardían en medio de humos grasientos. Aquí y allá los cuervos descendían en bandada a darse su festín. Por eso muchos otros trasgos se apresuraban entre el mar de cadáveres para recuperar a los suyos.
“
Exterminados hasta el último de su asquerosa estirpe”, continuó elucubrando Kalinor.
…
No obstante, se recordó que él peleaba en el bando de “los buenos”, o al menos así quedaría asentado en los libros de anales, y los buenos siempre muestran misericordia. La guerra al fin había terminado y el Señor de la Oscuridad estaba muerto, ya no tenía sentido continuar con el derramamiento de sangre.
Las dos criaturas pasaron con su carga cerca del capitán, resoplando y croando. Aunque Kalinor se preguntó si aquellos no serían más bien lamentos.
“Además”, se dijo al tiempo que espoleaba su montura para alejarse de allí, “supongo que, aún si se trata de trasgos, dos miserables críos tienen derecho a reclamar y dar sepultura a su padre”.
Disparamos en 1977 un avanzado ingenio compuesto por oro, aluminio, estaño y plutonio. En el año 2020 apagamos uno a uno sus antiguos sistemas para llevarlo al descanso final. Cuál proyectil, el Voyager atravesó la heliopausa y dejó de funcionar. Era nuestra botella al mar del cosmos.
Más allá de la heliosfera, entre el polvo y el gas remanentes de la creación del sistema solar, se acuartelan colmenas de seres vastos y amorfos, como asteroides orgánicos, y que solo perciben con sus primitivos sentidos la densidad de los objetos. Para ellos, fue como una brutal agresión la mezcla de materiales de la sonda.
No les gustó. Ahora se dirigen hacia nosotros.
Sentado en su sillón preferido, leía la novela que había comenzado días atrás. Ahora estaba por la parte en la que los extraterrestres, desde sus naves espaciales, lanzaban rayos que destruían a la humanidad. Escuchó el zumbido de esas armas poderosas, ruidos de casas y edificios que se derrumbaban, y gemidos de personas pidiendo auxilio. Dejó el libro para prepararse la cena. Estaba contento; era lector desde chico y siempre se jactaba de su facultad para imaginar a la perfección todo lo que leía. Las letras para él se convertían en sonidos e imágenes. Cuando se levantó al día siguiente, al abrir las ventanas, se sorprendió de ver la ciudad destruida y muchas personas tendidas en la calle que parecían no moverse en absoluto.
Descalzos, recorremos la avenida con pancartas al ritmo de los gritos: “Esto es un beso de despedida, perro”. Del otro lado nos esperan las fuerzas del enemigo, armados hasta los dientes, calzados en clara oposición a nuestros ideales de libertad.
Nos reprimen sin ninguna consideración, no están dispuestos a dejarnos mostrar al mundo la realidad. Intentamos mantener la calma, sin ceder al pánico, pero uno de los nuestros se cansa de ser agredido y contraataca. Ya no hay nada que hacer, no hay vuelta atrás. Comienza la batalla, y rezo a Alá por nuestra prevalencia, para que continuemos santificando el suelo del adversario con nuestras plantas divinas. Si tan solo el zapato no le hubiese dado en el rostro dice un hermano, asustado, que parece perder la fe de momento. Lo tomo del hombro, con fuerza, y clavo mi mirada en la suya.
Lo merecía. Muchas más deshonras caerán sobre los suyos a partir de ahora. Esto ha sido una señal, hermano. Nosotros somos los elegidos. Admiro como se echa a llorar, se llena de determinación y arremete contra las huestes enemigas. Yo también me siento henchido, orgulloso. Ciertamente, si no le hubiese dado a Bush en aquel lejano ya 2008, todo habría terminado en un acto sin consecuencias, algunos meses de cárcel y el recordatorio del evento; quizás una estatua. Pero el zapato le dio, y aquí estamos. Lucharemos por la libertad, por la verdadera libertad, sin temor alguno, pues aunque perezcamos, nos espera un ascenso benevolente. Desde el Yanna celebraremos la victoria de los nuestros, descalzos.
El último hombre vivo sobre la Tierra aguarda a que asedien su casa los vampiros, zombis, espectros y robots asesinos con los cuales lucha a diario y que derrota siempre, aunque nada más son pequeñas batallas. Algún día espera ganarles la guerra para al fin conseguir aquella paz que tanto soñó cuando eliminó a la humanidad.
Papá, ya están sonando los fuegos artificiales. Es hora, ¿verdad?
Sí, hija, es hora… Me gustaba este planeta, creí que aquí sería diferente a… La niña interrumpió a su padre, ya se sabía ese discurso. …Como lo fue en el planeta rojo, el planeta azul y todos los demás… completó con desgana . No estés triste por la mudanza, papá, mejor veamos el espectáculo final.
La niña tomó de la mano a su papá, lo llevó a la ventana y vieron juntos los efímeros hongos que se levantaban a lo lejos, mientras que varias estelas de fuego dibujaban líneas entrelazadas en el cielo.
La alegría que expresas ante esto me recuerda a tu hermano. Al menos tú aún eres inocente.
No me hables de él, papá, ya sabes que no soporto a Ares. Mejor dime, ¿ahora a dónde iremos?
A otro pequeño planeta azul, el cual le gustará a tu tío, pues tiene un enorme estanque, ya sabes que él no sale del agua. ¿Te gustaría ponerle nombre?
Mmmmm, sí, Gaia, ese me gusta.
Me agrada. Bueno, Atena, es hora de irnos antes de que nos ganen los otros.
Ambos ajustaron la tecnología de sus trajes para ser teletransportados al Olimpo, su nave madre. Partieron para seguir interviniendo en formas de vidas perecederas. Dominarlas. Hacer que los adoraran para alimentar sus egos. Adiestrarlas para pelear por ellos, para luchar guerras sin propósito, las cuales muchas veces partían de sus “problemas familiares”, o de sus disputas con otros “dioses” de los nativos.
Ese ha sido su juego por eones, hasta que se aburren y se van, u observan los fuegos artificiales como espectáculo final.
Juan Manuel Díaz de la Torre
El Capitán caminó por las calles de Ciudad Satélite. Su cuerpo seguía siendo joven, más que joven, adolescente y recordó sus pasos perdidos. Vio casas que ya no existían en un año desaparecido por el viento y el polvo. En la simulación, el año era 2002 y él tenía dieciséis años En la pantalla del consultorio médico, Benítez observó cada una de las reconstrucciones digitales de un mundo virtual El ojo digital del subinspector giró y extendió un lente telescópico El médico monitoreaba los signos del Capitán, quien estaba conectado a una máquina que podía leer su mente Una mujer de bata blanca ceñida al cuerpo y reforzamientos biónicos en las manos, se ajustó los lentes Rubia, con heterocromía, y nariz delgada, le dijo a Benítez: ¿Qué buscamos exactamente, Subinspector? preguntó la doctora Garfias
No sé bien, el Capitán dijo que tenía que revisar su memoria. Desde que vivió en Ciudad Satélite, antes de enlistarse. Cree que tiene que ver con el asesino que buscamos. ¿Es alguien que conoció?
No lo sé, no me lo comentó. El Capitán cree que el asesino vivió en la zona de Naucalpan a principios de los dos mil.
Ya veo. Espero que encuentren algo útil, el procedimiento puede ser violento, especialmente para un hombre de la edad del Capitán y más aún considerando que no tiene reforzamientos cognitivos en el cerebro.
A Benítez le pareció casi una canción suave, un trino un poco grueso de algún pájaro escondido entre follaje artificial, ese que se había puesto de moda entre los fanáticos de las plantas extintas. El trino dejó un tono agradable en sus oídos todavía naturales. Tal vez, pensó Benítez, si tuviera los implantes acústicos podrían desmenuzar las frecuencias únicas en la voz de la doctora, registrarlas y reproducirlas para sí mismo en noches de insomnio.
Casandra dijo Benítez ¿podrías sonorizar los pensamientos del Capitán, por favor.
Claro, subinspector
En el acto, la corriente de conciencia del Capitán empezó a escucharse, primero como el rumor del oleaje en alguna playa deshabitada y poco a poco, las olas fueron formando palabras y frases, para terminar en complejos pensamientos que reverberaron desde calles desaparecidas en los recuerdos de un hombre que vio la muerte en forma de esqueletos carcomidos y devorados por la luz:
“La amabilidad de una calle que te permite caminar sin ruido a las cinco de la tarde. Esa sombra fresca que te resguarda del sol. Una tranquilidad de saberte cerca de casa. Pero esta ya no es mi casa, ¿o sí? ¿Dónde estoy? ¿Qué día es hoy?”
La voz sonó en diferentes tonalidades. Una más fresca que la otra, y la otra más oscura que la una. Se mezclaron la voz de fumador y bebedor asiduo, con una bella tarde de verano. El Subinspector se sentó y dejó escapar una exhalación. Volteó hacia el techo y dejó que su espalda resbalara por el asiento. Garfias lo volteó a ver de reojo y esbozó una sonrisa casi invisible, pero alguien la vio.
¿Esto es normal? preguntó Bermúdez a la doctora Garfias.
La conciencia se confunde, no sabe sus propias coordenadas espacio temporales. Todo es información en el cerebro y se combina. Lo que escuchamos es al propio Capitán tratando de darle sentido a lo que está experimentado. Puede parecer dormido para nosotros, pero está despierto en una interfaz, creadora de un mundo interior. Es el mundo privado del Capitán y nosotros lo estamos espiando.
Los refuerzos cibernéticos de la doctora Garfias se observaban como placas de elegante metal negro sobre sus manos De estos se abrieron unos orificios y desde ahí se extendieron finos instrumentos metálicos con terminaciones en punta y ganchos Otras prótesis salieron de la punta de los dedos de la doctora y reflejaron la luz fría del quirófano Se encaramó sobre el cerebro abierto del Capitán y cada instrumento aumentó la propia humanidad de la doctora Cada prótesis tocó los puntos de unión entre cerebro y máquina Parecía que esas extremidades tuvieran delicadeza y no quisieran interrumpir el sueño del paciente. Se intercalaban: primero tocaban el cerebro y luego el cable, después a ambos, por último al punto de conexión. Era como si tuvieran miedo de lastimar la mente abierta con los recuerdos a flor de piel y pudieran verlos. La mente del Capitán no solo se volvió imagen en pantallas digitales, sino que, ante la exploración de las prótesis de la doctora Garfias, los recuerdos, la memoria y la conciencia obtuvieron materialidad, era como si una sábana recubriera el cerebro. Toda esa transformación alquímica, surgió ante los ojos de Benítez que siguió ajustando el ojo mecánico. “Esto es Satélite, mi casa, pero ya no existe. Existe, pero es diferente. En tu memoria, en mi memoria”.
De pronto la corriente de conciencia se detuvo y hubo silencio En la pantalla se veían las casas todavía con las formas arquitectónicas de los años setenta del siglo pasado, casas con marcos de las ventanas de latón, casas horizontales extendidas y de un par de pisos, escalones un poco separados y ventanales anchos que dejaban ver las estancias amplias de las casas de Ciudad Satélite.
“Esas casas me recuerdan a la de mis abuelos, claro, no tan grandes, pero igual de setenteras. Seguro tienen un tocadiscos en esos muebles de madera alargados y un aire de encerrado y quietud porque ya pocas veces los visitan. Esta colonia es vieja y los chavos de mi edad son bien mamones y fresas, ¿por qué nos mudamos? Prefiero estar en Valle Dorado.”
¿Cuál Valle Dorado? Espere doctora, tiene que haber un error, el Capitán me dijo que creció en Arboledas, no en Satélite ¿Cuántos años tiene el Capitán ahí?
Dieciséis, ¿está seguro de que dijo en Arboledas?
Sí, cuando encontramos el primer cadáver Fue en Arboledas, en Mirlo 67, me comentó que una vecina suya vivió en esa casa Al parecer fue su novia o algo por estilo
Hace un momento usted mismo dijo que el Inspector Barona creció en Ciudad Satélite. ¿No había dicho que creció ahí hasta enlistarse?
Las palabras resonaron en el eco de la conciencia de Benítez. ¿Él había dicho eso?, a la pregunta, Casandra respondió:
Subinspector, la doctora tiene razón, usted comentó lo anterior.
Acto seguido, Casandra reprodujo una grabación de audio con las palabras del Subinspector: “No sé bien, el Capitán dijo que tenía que revisar su memoria. Exactamente cuándo vivió en Ciudad Satélite, antes de enlistarse. Cree que tiene que ver con el asesino que buscamos ”
En las pantallas la luz del sol coloreó la fronda de los árboles Un verde brillante dibujó los límites de las casas y el claroscuro se desbordó por los callejones entre los circuitos Pasos peatonales secretos que guardaban encuentros desconocidos Caminó sobre el Circuito Novelistas y, al encontrar el andador que buscaba, dio vuelta a la derecha. Era un simple pasillo entre dos casas de bardas altas, pero a Barona le pareció un refugio, en completo silencio y alejado de la mirada violenta de los vecinos. El pasto mostró señas de ser podado de manera regular, los ficus bien recortados, le hicieron pensar al Inspector Barona que el andador era atendido por algún vecino. Siguió hasta encontrar la calle Mariano Azuela, donde giró a la derecha. Media cuadra más adelante volvió a girar, esta vez a la izquierda.
La callejuela estaba descuidada. El pasto había crecido medio metro de altura y los bloques de cemento se habían cuarteado. “Si vienes de bajada, te rompes la madre fácil”, pensó Barona Un pensamiento encarnado con la voz de sus dieciséis años Subió por la callejuela empinada y hasta llegar a Fernández de Lizardi Bajo la sombra de unos árboles vio la casa a la que se dirigía “Buenas tardes, ¿está Susana? Uta, ojalá ella me abra la puerta, su papá me da miedo ” Se escuchó en esa voz limpia de adolescente La otra, la voz llena de heridas y de costras, se había callado desde hace varios minutos. Prendió un último cigarro y trató de limpiarse
el sudor de la nuca La casa de Susana estaba frente a él Benítez se quitó los lentes oscuros y reveló el mecanismo completo en su ojo izquierdo El lente telescópico se extendió siguiendo la voluntad de Benítez Después de algunos centímetros no pudo llegar a tocar el cielo, ni las pantallas “¿Qué está pasando” pensó Benítez .
Doctora, ¿el Inspector Barona podría estar enfermo? No sé, ¿demencia, tal vez?
¡¿Y que por eso se confunda con sus recuerdos?! ¡Sí, eso!
La doctora se acercó de nuevo al cerebro y los apéndices hicieron las mismas operaciones delicadas y casi tiernas, inspeccionando el cerebro del Capitán.
No hay deterioro. No quiero sonar grosera, pero lo que estamos viendo es lo que está guardado en la memoria del Inspector. Es más probable que usted haya escuchado mal. ¡No es posible!
Subinspector dijo Casandra Aquí está el registro de la conversación a la que se refiere: “ Sí, ya no estés chingando Sé cuál es Mirlo ¡Ah, cierto! Creciste por aquí Sí, ya tiene un chingo eso Ya no es el mismo lugar ¿Cómo era?
Diferente, había gente y muchos comercios Había muchas familias y parques Esta era mi casa E…E…Entonces, ¿aquí creciste?
Si, aquí viví hasta que me enlisté. Aquí vivía una vecina, Susana. No sé si siga viva pero ahí está su casa abandonada.” Su corazón se aceleró, el electrocardiograma registró mayor actividad. Cuando el Inspector Barona se acercó a la casa de Susana, la imagen desapareció de la pantalla. Todo se tornó negro. Apareció una nueva imagen: un bulevar con copas de los árboles convertidos en bóvedas debajo de un cielo carmesí. Estacas de más de dos metros clavadas en el suelo y con cuerpos empalados. El viento sopló e hizo gemir a los cuerpos. Algunos, todavía vivos, gritaron. El viento recorrió los orificios de los empalados y salió de ellos cargando gotas de sangre. Una llovizna roja cayó en las manos y en el rostro del Capitán. Algunas casas y comercios se encontraban en llamas.
“Regresé a Valle Dorado para buscar algo que perdí Lo que encontré fueron cuerpos bañados a la luz del atardecer”
Sonidos secos empezaron a escucharse en diferentes direcciones Fueron órganos que abandonaron el letargo de su encierro de carne Los empalados perdieron todo, su sangre, sus aullidos y la tranquilidad de una muerte bajo la tierra Ser devorados por pájaros que cantan y una muerte a cielo abierto, fue la pesadilla recurrente del Capitán, desde hacía mucho tiempo antes que Nur-Sultán.
Las tonalidades rojas sustituyeron a los sueños del Capitán. El calor del sol virtual los había abandonado. Ahora, los rostros de Garfias y de Benítez se bañaron en vivas coloraciones rojizas. No podían dejar de ver a los cuerpos empalados y aves negras comiendo entrañas. Casandra decidió apagar el espectáculo y de nuevo, todas las pantallas se oscurecieron. Un pequeño cursor empezó a parpadear.
Css: BRN// Casandra Recovery. System reboot 9/PPWS-567890/Casandra
Memory/recover/reset Wype data/ memory/factory reset Ready Enter any key
E En n e el l c cuueerrppo o d deelliimmiittaaddoos s l loos s c cuuaaddrraannttees s e exxaaccttooss. . c ciiffrraas s e en n n nuueevvaas s y y c coonntteemmppoorráánneeaas s e eccuuaacciioonneess. . e ennggaarrzzaaddaas s f fóórrmmuullaas s a asseegguurraan n l laas s m maanniioobbrraas s c coon n s soollddaadduurra a d de e n neeuurroonnaas s c ceerreebbrraalleess. .
Y Y s siigguueen n s soobbrraannddo o a arrmmaass. . C Caarrttííllaaggoos s d de e l luussttrroosso o p plláássttiicco o c cuullttiivvaaddoo, , r reessiisstteennttees s m múússccuulloos s h hiiddrrááuulliiccoos s r reeffoorrzzaaddooss, , d duuccttoos s d de e f fiibbrraas s ó óppttiiccaas s y y s seennssiibbllees s c ceellddaas s s soollaarreess. . A Annuuddaaddoos s c ciirrccuuiittoos s i inntteeggrraaddoos s e en n r reeddees s c crraanneeaannaas s y y e en n s su u e essqquueelleetto o o occuullttaas s l laas s a arrmmaas s m moorrttaalleess. .
T Taarrjjeettaas s e ennvviiaannddo o c ciiffrraaddoos s m meennssaajjeess. . C Caallcciio o s suussttiittuuiiddo o p poor r e essttrruuccttuurra a m meettáálliicca a y y s saannggrre e p poor r c caabbllees s c coonndduuccttoorrees s d de e p pooddeer r e en n ó órrddeennees s e essppeeccííffiiccaas s y y m moovviimmiieennttoos s e exxaaccttooss. .
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I Illuummiinnaacciióón n a arrttiiffiicciiaal l c caappttuurraaddoorra a d de e d daattoos s s siin n o ollffaattoo, , s siin n g guussttoo, , s soollo o m miiccrróóffoonno o e en n c cuurrvvaas s c crreessttaaddaas s s soobbrre e u unna a l líínneea a d de e p peerrffeecccciioonnaaddoos s o osscciilloossccooppiiooss. .
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Hijos de la guerra, apodo dado a los de mi generación. No es que tuviésemos otra opción. Nacimos y así estaba la tierra.
La casa siempre con gente: Mi hermano, mi mama, mi padre al frente. Papá se la pasa de comerciante. Entran y salen cosas de la casa siempre.
Confiamos en la defensa del Estado, es lo que siempre me han inculcado. En mis 15 años no han fallado. Mantienen mi ser tranquilizado.
Mi padre aparece una mañana gritando. “Nos mudamos a otro barrio”. Nos quedamos en silencio. “Tenemos 30 minutos, maletas de inmediato”.
En un bus nos sentamos. Toda mi cuadra junta en un carro “¿A dónde vamos?” “A la frontera, quédate callado”.
Nos reubicaron. Al menos la familia está unida. No falta un plato de comida. Conversamos y desaparece la melancolía.
El negocio no progresaba. Mucha gente asilada; No encontraba nada que ofertar. La comida va a escasear.
Se decidió formar parte del ejército. “Volveré en unos meses, lo prometo”. Todo sea por el dinero. La familia es primero.
Dos años han pasado, solo cartas han llegado. “Ya vuelvo, tengan cuidado”. Fue el último mensaje que ha llegado.
“Abandonen el campo”. Otra vez nos dieron 30 minutos. ¿Y papá?
Mis ojos riñen en penumbra atisban este rostro marchito ante el reflejo y el olor a pólvora sopesa el pecado en las manos. Manos que sujetan la prenda desteñida de un verde caótico. En las ideas resuenan redoble de botas contra el fango sigo ante el reflejo escudriñando
¿Acaso mi patria me cobija de libertad? Me ha dotado de verdad que ejecuto con el fusil. Soy defensor de paz que arranco con el susurro de las balas aun así, clamo al cielo lleno de fuego. ¿Hermano?
Llevo tu sangre derramada junto a tus murmureos. Sigo en pugna con los ojos que postrados ante el espejo […] Anhela por jalar el gatillo.
No quiero la guerra, solo quiero la paz Para conectarme siempre con todo el mundo. Solo eso Porque me hace sentir bien en mi alma Incluso cuando no todo está tan bien Espero eso casi todos los días.
Porque mi vida es muy buena e impersonal. Espero con ansias todo lo que tengo hoy. Y el mundo es hermoso cuando lo tengo a mi alrededor.
La gente que da por amor Hace surgir todo lo posible
Soy alguien que clama por la paz, no por la guerra. Y no quiero balas disparadas Hacia personas inocentes o no. Porque nadie necesita eso hoy. Solo quiero paz, no una nueva guerra.
Solo creo en mí mismo de ahora en adelante No debemos interferir en nada más.
Sé que todo saldrá a la luz algún día. Cuando menos lo espere Y de una vez por todas.
El sentido de la vida y de la existencia es ese Creo en el mundo y en las personas que me rodean Creo que el tiempo pasará una y otra vez Y siempre quiero amor en lugar de guerra ¡Porque eso es lo que me hace feliz!
Ne želim rat, samo želim mir. Da se uvijek povežem sa cijelim svetom samo tako Zato što se osjećam dobro u duši. Čak i kada sve nije tako dobro Radujem se skoro svaki dan.
Jer moj život je veoma bezličan. Radujem se svemu što imam danas. A svijet je lijep kada ga imam oko sebe. Oni ljudi koji daju za ljubav Sve što je moguće, sve proizlazi
Ja sam neko ko vapi za mir, a ne za rat. I ne želim ispaljene metke. Nedužnim ljudima i raznim ljudima Jer to danas nikome ne treba. Želim samo mir, a ne novi rat.
Vjerujem u sebe samo od sada Ne smijemo se miješati ni u šta drugo. Znam da će sve izaći na vidjelo jednog dana. Pa kad se najmanje nadam jednom za sva moguća vremena
A smisao života i postojanja je da. Vjerujem u svijet i ljude oko sebe. Mislim da samo vrijeme prolazi s vremena na vrijeme. Ljubav umjesto rata uvijek želim Jer to je ono što me čini srećnim!
Maestra
Daniela
(México) Ha publicado el libro de cuentos No era quien me dijeron ser (Bellaterra, 2016), la novela La pieza que me faltaba (Amazon, 2018) y el libro de prosa poética y cuentos Sentirte de a poco (Amazon, 2019) Un tiempo mejor (Amazon, 2022) es su primer libro de cuentos de ciencia ficción
Los días azules: poesía pandémica de la editorial Capítulo Siete, y Artivismo: el arte como espacio de resistencia de la editorial Raíces
(Lima, Perú, 1982) Publicó: Historias de ciencia ficción (2008, 2018), Horizontes de fantasía (2010) y El otro engendro y algunos cuentos oscuros (2019) Compiló: Ciencia Ficción Peruana 2 (2016), Tenebra: muestra de cuentos peruanos de terror (2017, 2018, 2021, 2022), Constelación: muestra de cuentos peruanos de ciencia ficción (2021), Vislumbra: muestra de cuentos peruanos de fantasía (2021), entre otros
Escritor argentino nacido en 1965 Dicta clases de apreciación musical de música clásica y ópera Ha publicado dos libros de ficción: Sólo para ella y Eterna Clarisa Varios de sus cuentos recibieron distinciones y fueron publicados en su país y en el exterior Sus cuentos y microcuentos han sido narrados por diversos narradores en espectáculos y videos En 2019 presentó su segundo libro de cuentos
Ciudad de México, 1992) Maestrante en Filosofía Moral y Política por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa (UAM-I) Es tallerista y promotora de la lectura Ha publicado diversos cuentos de ciencia ficción y fantasía en revistas y antologías digitales, nacionales e internacionales Es directora de la revista mexicana de ficción especulativa Anapoyesis: Literatura, Arte y Cultura Próximamente publicará su primer libro de cuentos Cartografía de la imaginación bajo el sello editorial Ómicron Books, Ecuador
21 años y vive en
Nacido en el año 2000 Natural de Las Tunas Estudiante de Ingeniería Informática en la Universidad de Las Tunas Obtuvo el Tercer Premio en el concurso Juventud Técnica de Ciencia Ficción 2022 (Cuba) Fue ganador del II Concurso Internacional de Cuento Primigenios Han aparecido cuentos suyos en internet y en ezines de factura nacional como Ariete, Qubit y Korad
terror la ciencia ficción y el costumbrismo Publica en https://felipebochatay blogspot com/ y en https://iberoamericasocial com/categoria/pensando-realidades/
Nace en la fronteriza Ciudad de Ojinaga Chihuahua México Ha publicado sus relatos en distintas revistas virtuales y prensa local Se ha consagrado al estudio enseñanza y práctica de las artes Música, danza, teatro, artes plásticas y literatura Arquitecto, escultor, escenógrafo, actor, director de teatro, artesano Actualmente, jubilado, se dedica a crear escultura, cerámica y literatura
Escritor
Me gustaría decir que solo soy otro insensato con acceso internet y necesidad de atención, pero la realidad es que en el momento que decidí compartir las cosas que el universo me obsequiaba hice un pacto con las palabras; ellas se desnudaban ante mí y yo pagaba con pedazos de mí su regalo Yo salí ganando
en Ciencias del IPN Ha participado en la producción de simposios, programas de investigación y en divulgación de la ciencia Es la presidenta de La Tertulia de Ciencia Ficción de la Ciudad de México, con quien promueve reuniones y la escritura del género a través del Gran Colisionador de Textos Especulativos Ha sido Publicada en diversas antologías digitales García, quien escribe bajo el seudónimo de Alei G V es una ilustradora y escritora nacida en Guanajuato Desde niña se apasionó por la literatura de ciencia ficción así como la fantástica En 2017 publica Héroes de las Sombras a través de Amazon novela de corte fantástico ambientada en su natal Guanajuato En 2021 publica su segunda novela fantástica, En Busca de la Gema del Fénix 49 años España Le gusta escribir microrrelatos y relatos inspirado por lecturas de Charles Bukowski Kerouac o los grandes maestros rusos Ha autopublicado varios libros dentro de los géneros de Terror y Ciencia Ficción chileno de ciencia ficción nacido en 1987 Ha publicado cuentos en la antología Neon Dreams and Nightmares y en la revista Espejo Humeante Parte de la comisión diseño de Alciff, Asociación de Literatura de Ciencia Ficción y Fantástica Chilena Gastón Caglia, 46 años, argentino Es abogado, mediador y escritor Ha publicado en revistas electrónicas y en compilaciones cuentos, relatos y ensayos sociológicos Sus temas literarios comprenden la fantasía el Perú Ha publicado poemas en diversas antologías realizadas por la editorial Caras de la Cultura y artículos de filosofía en las Revistas NEO-SKEPSIS y EUPRAXOFÍA Actualmente estudia derecho en la Universidad de Lima y dedica su tiempo libre a la filosofía, la literatura y los bares México Ha participado en la antología de cuento Hidalguense, Editorial Vozabizal, en la antología de poesía: Voces minerales, Editorial Vozabizal y en la antología de microficciones: Flores que sólo abren de noche coedición: Fóbica Fest y la Tinta del silencio También ha publicado en algunas revistas digitales Nació en la ciudad de Comitán de Domínguez, Chiapas Estudió Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México Ha publicado cuento, poesía, minificción, en diversas revistas digitales Fue parte del V Diplomado virtual de Creación Literaria de la Coordinación Nacional de Literatura Asimismo, participó en las antologías de poesía:(Ciudad de México, 1987) Ha
ficción especulativa,
Como escritor su obra se comprende de poesía cuentos ensayo y novela Ha publicado en revistas como Pre-Textos Literarios La Nueva Puerta Tlacuache Anapoyesis Morbífica, La Colmena y El Zorro Lector entre otras publicaciones Ganador del concurso de ensayo de la Latin Heritage Foundation con el texto La tiranía de la razón, el cual formó parte de la obra Los servicios secretos y las guerras culturales publicado por la misma fundación Participa regularmente en La Izquierda Diario, revista Penumbria y la revista digital Intervención y Coyuntura Su obra poética fue elegida para formar parte de la antología Boundless 2022 del Festival Internacional de Poesía del Valle de Rio Grande editado por Flower Song Press También se encuentra publicando por entregas su más reciente novela titulada Lugares Inhóspitos en la revista Anapoyesis y pronto publicará Viñetas del
Doctor en Literatura Hispánica por El Colegio de México Sus principales áreas de interés son la creación literaria y la academia En el ámbito creativo ha publicado cuentos, ensayos notas en libros colectivos y revistas físicas y electrónicas de creación literaria así como ha recibido algunos premios y distinciones En el ámbito académico se dedica al estudio de la Literatura Hispánica, la Literatura Inglesa y la Literatura Comparada Ha participado en numerosos congresos nacionales e internacionales de literatura y también ha publicado artículos en libros, memorias y revistas académicas
(Reynosa,
Liam Long vive en Nashville (EEUU) y vive con su esposa Yahaira y su perrito travieso Mango Se dedica a viajar aprender idiomas y a describir los recovecos más curiosos de su imaginación a través de la escritura Autor de numerosos cuentos que han sido disfrutados por lectores en toda Latinoamérica y más allá, ha publicado una colección de cuentos fantásticos titulada «Cosas raras están pasando en Sonora» Su nueva novela de fantasía oscura, «Sueños al acecho», ya está disponible en Amazon
Mexicano El primero de sus cuentos fue publicado en una antología realizada por la revista peruana “Kanon Editorial”, su segundo y tercer cuento por las revistas mexicanas “Penumbria” y “Anapoyesis”, respectivamente
(Etzatlán 1975) es ingeniero físico industrial con diplomado en biotecnología maestro en ecología de zonas áridas con especialidad en ecofisiología vegetal doctor en historia y filosofía de la ciencia (Universidad Autónoma de Madrid) y candidato a doctor en literatura (Universidad de Kansas) Premio Bellas Artes «San Luis Potosí» 2001 por su primer libro de cuentos Todos santos de California, el Premio Latinoamericano de Cuento «Edmundo Valadés» 2004, por El cielo de Neuquén incluido en su segundo libro Ella sigue de viaje y el Premio Nacional de Literatura «Gilberto Owen» 2017 por su libro de cuentos Perorata Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 2012 y sus últimas novelas publicados son Indio borrado y Okigbo vs las transnacionales y otras historias de protesta
Se le considera el autor de uno de los cuentos más cortos en español: El emigrante « ¿Olvida usted algo? « Ojalá » Ahora está presentando su nuevo libro Cincuenta ciudades y una lista, definido por el autor como «el diario de una persona con serios problemas de wanderlust»"
Tuzla, 22 años En su tiempo libre escribe poesía que ha sido elogiada y premiada en varias ocasiones También ayuda desinteresadamente a quienes lo rodean, y es el moderador del WLFPH (Foro Mundial de Literatura para la Paz y la Humanidad) por la unidad y la paz mundial en Bután También es editor del portal del First Virtual Art Universe, dirigido por Dijana Uherek Stevanović, y selector del concurso en la página del mismo nombre, que tiene como objetivo conectar a todos los poetas del mundo
(Salta, Argentina, 1990) es escritor y DJ Publicó los libros Hikaru (novela, 2018), Necrópolis (cuentos, 2019), Tu fuerza primitiva (poesía, 2021), Queridos terrícolas (novela 2022) y Cacería (novela, 2022) Participó en el Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires (2018) y recibió la Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes (Ministerio de Cultura de la Nación Argentina)
Es un soñador de tiempo completo Lo que más le gusta es la música (principalmente heavy metal), el ajedrez y la lectura (Sobre todo de ciencia ficción) Participó en el taller en línea: Literatura de Ciencia Ficción, Poética y Retórica de lo Prospectivo Impartido por Iván Pozos Pedraza, culminado el 16 de diciembre de 2020 Se unió al taller de escritura de la Tertulia de Ciencia Ficción de la Ciudad de México (ahora Gran Colisionador de Textos Especulativos) en febrero del año 2021 Es alguien de pocas palabras cuando no se trata de escribir historias
Originaria de San Pedro Tlaltizapán, perteneciente al municipio de Santiago Tianguistenco, Estado de México Estudió la Licenciatura
Enfermería en la UAEM Escribe desde los 10 años solo por placer Decide hacerlo como algo mas serio para liberar el estrés
y en suspenso
(El Salvador, 1970) Vagabundo sideral y mercenario de la pluma Practica el pulp literario (terror, CF, espada-y-brujería) por el mero placer de difundir el caos Se rodea de libros y es un sujeto tan sencillo como Tom Bombadil, con quien comparte el gusto por el calzado de color mostaza
Tamaulipas 1985) Licenciada en Letras por la UANL, integrante del Seminario de Estéticas de Ciencia Ficción por CENIDIAP-INBA, antologada en los libros Otras voces: literatura para niñas y niños en México Cuadrántidas Mundos remotos y cielos infinitos Scierogenous: an antology of erotic science fiction I & II y 2020 Poetry Marathon Escritora autora de Hemólisis, Con los añejos a aquellos restos y La maquinaria interior Casado, dos hijos Periodista, doctor en Filosofía por la Universidad de Chile Académico e investigador de la Universidad Tecnológica de Chile INACAP En 2021, obtuvo el primer premio en el concurso Relatos Contra La No Violencia de Género del Ministerio de Educación y la Universidad Santo Tomás, con la obra Pabellón participado en diversas revistas orientadas a la así como en antologías de cuento y minificción Ganador del Concurso de Cuento de Ciencia Ficción del Festival Semillas segunda edición 2021 organizado por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; y ganador del segundo lugar en el Concurso de Cuento de Terror «La Cabra Negra y sus Mil Relatos», séptima edición Veracruz México, 1977 Tallerista desde el 2014 Publicado en diversas antologías y convocatorias Integrante del Gran Colisionador de Textos Especulativos desde el 2020 Escultor amateur en generado por la pandemia Encontrando así su gusto por la ciencia ficción el terror Colombia Sus cuentos y poemas han aparecido en Axxón, El Axioma, Relatos Increíbles, Mordedor, Espejo Humeante, Entropía, Máquina Combinatoria, Five: 2: One, Burningword Jasper Blue Collar Review the Dead Mule School of Southern Literature Escarabeo Fall Lines y en la antología Punto de fuga Cruz Duarte es el autor de Dream a Little dream of me: cuentos siniestros, La noche del fin del mundo, y Léase después de mi muerte (Poemas 2005-2017) Cielo, una colección de relatos cortos con la editorial Palabra Herida, así como el poemario Reflejos del Mundo con Buenos Aires Poetry Exiliado del mundo real (1991) Nació en Recreo – Catamarca - Argentina Estudió Cine y Televisión en La Universidad Nacional de Córdoba – Argentina Este 2022 publicó la novela corta: Hamacas (Editorial Zona Borde)) Ha publicado cuentos en las revistas argentinas: Espacio Menesunda, Revista Gualicho, Diario Hoy Día, El Rompehielos, La tuerca andante, El Ganso Negro Los Asesinos Tímidos La Mancha Zine Salvaje Sur también en Chile: Revista Kuma Chile de Terror Revista Phantasma en México: Revista Delatripa Revista Hueco