PROYECTO FINAL FALTAS

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Erick Adriรกn Escobedo Delgado

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Proyecto Final

Anรกlisis de las fachadas de la catedral de Morelia.


Al analizar las fachadas de la catedral de Morelia se puede identificar distintos elementos que componen las relaciones que hay entre si, este sistema es un lenguaje de unidades léxicas y de un conjunto de reglas que rigen posibilidades de combinación. Cuando se dice hacer semiótica o realizar el análisis semiótico se hace un sentido concreto. Analizar condiciones y mecanismos de la significación como esta hecho el texto para que pueda decir lo que dice. Un ejemplo en termino de Hjelmslev, el como este texto dice lo que dice es la forma del contenido, entonces eso nos interesa, la forma del contenido no la substancia del contenido. Por tanto, un texto como las fachadas de la catedral de Morelia esta estructurado en varios niveles jerarquizados. Sin embargo, hay que saber distinguir los relieves de las estatuas. Por una parte, son la representación grafica detrás de cada relieve hay un relato, este relato forman un conjunto semiótico muy semejante a un emblema solo que el lema este hecho de imágenes, de hecho, es el sentido primario del relieve que parece ser aportado por el relato, en el relieve de la transfiguración me refiero a que parece estar dominado por la frase del relato evangélico “maestro, ¡que bien se esta aquí! Por otro lado, los relieves no son solo producto de un reato verbal sino una parte de un conjunto mayor: un edificio, una casa, que como toda tiene función principal de servir de abrigo contra la intemperie. La catedral es una casa en donde se esta a salvo es un lugar seguro para ser mas exacto. Por lo tanto, la frase mencionada anteriormente no es solo una reminiscencia de un episodio evangélico, sino que esta actualizado por su inclusión en un contexto textual diferente. Es como cuando una frase del lenguaje cotidiano es incrustada en un texto poético, dice lo mismo, pero al mismo tiempo no dice lo mismo. Pero además la catedral no es solo una casa, es un lugar sagrado, ya que por una parte es la casa de Dios y por otra y sobre todo es un lugar culto en cuyo interior se manejan las ceremonias y se dicen una serie de palabras, ritos y mitos. Retomando los relieves no es solo una figura de un emblema cuyo lema es un relato, sino que forma un sintagma con los demás elementos iconográficos del conjunto, construcción estatuas y relieves que a su vez constituye como la figura de un emblema en donde la parte textual esta constituida por las ceremonias. Desde luego todo esta regido por unos principios lógicos muy elementales en donde las categorías peligro, no peligro, cielo, no cielo, Dios, no Dios, están a la base.


En el análisis semiótico de corte greimasiano, en efecto, las figuras son unidades de contenido definidas por su núcleo permanente cuyas virtualidades se realizan de formas diversas según los contextos. Cada figura viene siendo un lexema que, por tanto, admite diversas acepciones montadas sobre un significado fundamental llamado por los greimasianos “núcleo estable”: cada una de esas acepciones puede, en el discurso, desarrollar “itinerarios semémicos” diferentes, pero es el núcleo estable el que, como se ha dicho, permite relacionar una figura con otra. En un texto como el relieve de la transfiguración o el conjunto formado por los relieves, estatuas y símbolos de las fachadas de la catedral, como hemos dicho, hay una narratividad de tipo estático. La estructura superficial está constituida por este componente narrativo y el componente formado por las figuras y los conjuntos figurativos. Entendemos por narratividad el “fenómeno de sucesión de estados y de cambios, manifestado en el discurso y responsable de la producción de sentido”.16 Empero, a diferencia del relato y de los textos discursivos, los textos descriptivos y, en general, los textos que tienen una estructura topológica, por ejemplo las listas, están dotadas de un componente narrativo de tipo estático en donde las diferencias sólo son perceptibles en comparaciones estáticas. Los relieves son estáticos: no están organizados por movimiento sino por posibilidades, por valencias. Es decir, cada conjunto de actantes con su cortejo de figuras tiene o no la posibilidad de relacionarse con otros actantes: de las relaciones posibles de unos actantes con otros resulta el sentido. Por ejemplo, en el relieve de la virgen de Guadalupe, la paloma con las alas extendidas en actitud de “proteger” o “cubrir” a la virgen; o el ángel a sus pies en actitud de sostenerla, son sintagmas iconográficos que, al relacionar actantes, generan sentido. Un relieve o un texto iconográfico como el formado por las fachadas de la catedral de Morelia es un montaje que consta de una parte visual a la que podríamos llamar nivel superficial constituida por una serie de actantes y figuras, en el sentido greimasiano; y una parte ideológica de la que las figuras recaban no sólo las unidades de sentido o semas, sino su sentido fundamental y aun su valor icónico. En un análisis semiótico, tan importante es explorar el primer nivel como el segundo. En ambos casos, se trata, en relación tanto a las imágenes como a los textos, de un conjunto nuevo en donde las relaciones de los actantes e incluso el valor de las figuras es dado, por lo general, ya por el texto


subyacente, ya por una creencia extendida de su función o papel. Las relaciones son el único tipo de movimiento que tiene lugar en relieves como los que analizamos. Finalmente, en el nivel más profundo del análisis semiótico, siempre hay un elemento articulador de todo el conjunto. Es una estructura elemental, diferencial y opositiva que consta, por tanto, de*dos términos simultáneamente presentes que, por lo demás, están relacionados entre sí. Una estructura, en efecto, se define como “una relación entre dos términos”. Por eso, para poner en evidencia la forma semiótica tendrán que usarse parejas de rasgos sémicos, valores mínimos opuestos como grande vs pequeño o blanco vs negro”.19 En el análisis greimasiano, se llama cuadrado semiótico al esquema fundamental de tipo sémico que “representa las relaciones principales a las que necesariamente se someten las unidades de significado para poder generar su universo semántico capaz de ser manifestado”. En el relieve de la catedral de Morelia, el cuadrado semiótico es el siguiente:


El cuadrado semiótico, empero, tal cual se desprende de nuestro texto, implica la contraposición de tres juegos de conceptos contrarios: cielo-tierra, adentroafuera, seguro-inseguro. En ellos se basa todo el dinamismo semiótico del texto. Funciona como sigue:

La estructura emblemática.

La “gramática” de un texto como el que aquí analizamos se atiene, por tanto, a una especie de gramática universal, muy en boga en el periodo novohispano, de la cual nos puede dar una idea la gramática del emblema, sistema semiótico del cual ya hemos hablado más arriba. Para ello, remitimos al lector tanto a las páginas que preceden como a lo que dice el mismo Filippo Picinelli en su Mondo simbólico.21 Según hemos visto, un emblema “es una composición que consta de una figura y un lema, que además de tener un significado literal, está destinada a representar alegóricamente un concepto nuestro particular”. Se trata de un sistema semiótico híbrido compuesto de dos tipos de lenguajes que confluyen igualmente, aunque de distinta manera, a producir la significación. Este tipo de estructuras semióticas están muy extendidas en la cultura. En el conjunto semiótico al que pertenecen las fachadas de la catedral de Morelia hay, como hemos señalado, varios subsistemas semióticos de índole híbrida. Vamos a llamar estructura emblemática a este tipo de sistemas semióticos híbridos. La estructura emblemática está a la raíz de los mecanismos de producción de


discursos como el lapidario cuya característica más importante podría definirse como un “decir más de lo que se enuncia”. Lectura semiótica del conjunto.

El texto conformado por las tres fachadas de la catedral de Morelia forma parte de un doble conjunto semiótico jerárquicamente estructurado. En un primer plano, las fachadas junto con las torres constituyen la parte ornamental exterior de un edificio. En un segundo plano, ese edificio es una catedral, un lugar de culto. Por tanto, las fachadas son susceptibles de ser leídas como texto, como parte exterior de un edificio que tiene, desde luego, una parte interior correspondiente. Por ser un exterior, remiten necesariamente a un interior y funcionan como un texto de tipo retórico cuyo fin es convencer al visitante a entrar. La función textual, por tanto, es de tipo parenético. Desde el punto de vista discursivo, por lo demás, las fachadas tienen una función ornamental. Todo este conjunto semiótico forma parte de un magno sistema expresivo constituido además por las ceremonias religiosas que en su interior tienen lugar, constituidas por ritos y mitos. Representando esto mediante una simbología estratigráfica, tenemos:


El tipo de enunciado que tenemos en los relieves de la fachada principal es, en la terminología greimasiana, un enunciado de estado y todos los enunciados de que se compone un texto como el que nos ocupa están relacionados entre sí por mera yuxtaposición. Si el sujeto es cada una de las figuras personificables y el objeto es el cielo, tenemos tantos enunciados como sujetos hay. Para el caso de Jesús, el anciano, la paloma, los ángeles, Moisés y Elias, los enunciados respectivos son enunciados de estado de unión. Para el caso de los apóstoles y, desde luego, para el visitante que llega a la catedral, los enunciados del relieve se convierten en enunciados de estado de desunión. Dentro de nuestro texto hay actores que aunque tienen figuras humanas o antropomórficas, asumen de hecho papeles temáticos: Pedro y Pablo el de columnas; los cuatro evangelistas el del evangelio. En otros casos los actores desempeñan sólo una función sintagmática: meramente gramatical y, por tanto, también temática. Juan el bautista es símbolo de Elias; san Miguel es el jefe del ejército celeste. Jesús es la figura central de los tres relieves de la fachada principal: el de la transfiguración dice que Jesús es hijo de Dios; que es capaz de entrar en el cielo, preludiado en la catedral, cuando él quiera, porque el cielo es su casa; que está por encima no sólo de Moisés y Elias sino de los somnolientos discípulos. En los otros dos relieves se nos dice que Jesús es Dios, digno de ser adorado tanto por los paganos como por los hijos de Israel. Si el objeto a alcanzar propuesto por estos textos es el “cielo”, Jesús es alguien que lo ha alcanzado. Dentro de nuestro texto hay actores que aunque tienen figuras humanas o antropomórficas, asumen de hecho papeles temáticos: Pedro y Pablo el de columnas; los cuatro evangelistas el del evangelio. En otros casos los actores desempeñan sólo una función sintagmática: meramente gramatical y, por tanto, también temática. Juan el bautista es símbolo de Elias; san Miguel es el jefe del ejército celeste.


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