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E lesclavo fantasma

El esclavo fantasma

Diálogos con Sri Nisargadatta Maharaj

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Visitante: Recuerdo haber leído en alguna parte que la combinación de espacio y tiempo es la causa de nuestra esclavitud. Desde entonces me pregunto cómo pueden el espacio y el tiempo hacernos esclavos. Maharaj: Aclaremos primero de qué estamos hablando. ¿Qué quieres decir con “esclavitud”?, ¿esclavitud para quién? Si te sientes satisfecho con este mundo que consideras real y con la forma en que has sido tratado, ¿en qué radica para ti la esclavitud? V. Debo reconocer que a mí el mundo me parece bastante real, pero no es cierto que me sienta satisfecho con el papel que en él tengo. Estoy profundamente convencido de que la vida debe consistir en mucho más que sólo pasarla, como la mayoría de nosotros hace, sin ningún objetivo específico, tan sólo de manera rutinaria. Desde este punto de vista, creo que la vida misma es esclavitud. M. ¿Exactamente qué imagen tienes de ti mismo cuando empleas la palabra “yo”? Cuando eras pequeño te considerabas sólo un niño y el solo hecho de jugar te hacía feliz. Con el tiempo te convertiste en un joven, con fuerza suficiente en los brazos para arrear una pareja de elefantes y con la idea de que podías enfrentarte a cualquier cosa o persona de este mundo. Ahora te encuentras en la mitad de tu vida, un poco más maduro pero disfrutando con todo de la vida y sus placeres, y crees que eres un hombre feliz y exitoso, bendecido con una hermosa familia. En este momento tienes una imagen de ti mismo bastante distinta de la que tuviste en tiempos pasados. Imagínate de aquí a diez años, y aun más lejos, veinte años después. La imagen que tendrás de ti mismo será distinta a todas las anteriores. ¿Cuál de estas imágenes es el “tú” real? ¿Lo has pensado alguna vez? ¿Hay alguna identidad particular que puedas llamar la tuya propia y que haya permanecido contigo desde el principio, siempre presente y sin sufrir cambios? V. Ahora que lo mencionas, reconozco que al usar la palabra “yo” no tengo ninguna idea particular sobre mí mismo y estoy de acuerdo en que todas las ideas que he

tenido sobre mí han cambiado con los años. M. Pues bien, hay algo que ha permanecido inmutable todos estos años, en tanto todo lo demás ha ido cambiando. Y es el sentido constante de presencia, el sentido de que existes. Este sentido o sensación de “yo soy” no ha cambiado nunca: ésa es tu imagen constante. Tú estás sentado frente a mí, lo sabes con certeza, sin necesidad de que te lo confirme alguien más. Sabes de igual modo que eres, que existes. Ahora dime, ¿en ausencia de qué te sería imposible sentir tu existencia? V. Si estuviera dormido o inconciente no sabría que existo. M. Precisamente. Vayamos ahora más allá. En la mañana, en el momento mismo que despiertas y entra en acción tu conciencia, ¿no sientes tu presencia conciente, tu existencia, el “yo soy”, como presencia sin más y no como la de una persona individual? V. Sí, así es. Yo diría que mi personalidad individual aparece en cuanto miro mi cuerpo y los objetos que me rodean. M. Cuando dices que ves un objeto, lo que sucede en realidad es que tus sentidos reaccionan a un estímulo cuyo origen es externo con respecto al aparato corporal, y lo que tus sentidos perciben y tu mente interpreta no es más que algo que aparece en tu conciencia. Esta apariencia presente en la conciencia se interpreta como un suceso que se manifiesta en el espacio y el tiempo. Toda manifestación depende de la combinación de dos medios

estrechamente ligados a los que se denomina espacio y tiempo. En otras palabras, en ausencia de la combinación espacio-tiempo no podría surgir en la conciencia ninguna manifestación. ¿Me sigues? V. Sí, entiendo lo que dices, pero ¿dónde entro yo como individuo en este proceso? M. Precisamente ahí reside la dificultad. Toda “existencia” es un proceso continuo de objetivación. Sólo existimos como uno de tantos objetos, y como tales, sólo en la conciencia que nos conoce. Cuando cesa la objetivación, como sucede en el sueño profundo, desaparece el universo objetivo.

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Siempre que uno se concibe como una entidad aparte, como persona, no puede percibir el paisaje completo de la realidad impersonal. Y la idea de una personalidad independiente se debe a la ilusión del espacio y el tiempo, los cuales no tienen existencia por sí mismos, pues sólo son instrumentos, simples medios para hacer cognoscible la manifestación.

En la conciencia sólo puede reflejarse un pensamiento, sentimiento o percepción en cada momento, pero los pensamientos, sentimientos o percepciones se presentan uno tras otro creando la ilusión de durabilidad. La personalidad aparece entonces como resultado simplemente de la memoria, al identificar el presente con el pasado y proyectarlo al futuro.

Piénsate efímero, sin pasado ni futuro, ¿dónde se halla entonces la personalidad?

Inténtalo e indaga tú mismo. En la memoria y en la anticipación, que pertenecen una al pasado y la otra al futuro, hay una clara sensación de que existe un estado mental al cual se observa, mientras que en el ahora la sensación es básicamente la de tener conciencia y estar presente aquí y en este momento. V. Creo entender. Debo sentarme en calma y tratar de captar esta forma completamente nueva de pensar. M. ¿Entiendes ahora en qué sentido el espacio y el tiempo, cuya disposición en la conciencia hace perceptible la manifestación, son culpables? Lo único que puedes decir con verdad es “Yo soy” (queriendo decir con ello que lo que es, es). En el momento en que hay un pensamiento sobre “mí” como personalidad independiente, aparece lo que se denomina esclavitud. Comprender esto es el fin de toda búsqueda. Cuando te das cuenta de que todo lo que crees ser solamente se funda en la memoria y en la anticipación, termina tu búsqueda y te mantienes alejado, cabalmente conciente de la falsedad de lo falso.

¿Qué eras antes de nacer? Entre las personas que visitaban a Maharaj, en una ocasión había un estadunidense, de no más de 25 años, con la cabeza afeitada, un joven alto y fornido, de complexión gruesa, cara delgada bastante larga con un rostro cincelado, vestido con la túnica color ocre de una de las tantas sectas religiosas de

la India. Dijo que era un monje errante y que había viajado mucho recorriendo la parte norte de la India en los dos últimos años. Antes de esto había recibido durante tres años las enseñanzas disciplinarias habituales. En respuesta a las preguntas de Maharaj sobre si había encontrado lo que estaba buscando, el joven sonrió y dijo que había comenzado a tener algunas dudas respecto a si alguna vez iba a poder hallarlo tan sólo vagando y, de hecho, ahora se preguntaba si no lo habría dejado atrás. Agregó que se había encontrado un libro de Maharaj hacía poco y que después de leerlo había tenido una sensación inusitadamente intensa de haber “llegado”, en especial al ver la fotografía de Maharaj en la portada. Cuando se encontró con los ojos de Maharaj no pudo por un buen rato apartar su mirad de la foto. Sintió entonces que tenía que visitarlo, presentarle sus respetos y sentarse a sus pies. M. ¿Qué es en realidad lo que quieres? ¿Lo tienes claro? ¿Buscas a Dios? ¿Qué es exactamente lo que estás buscando? V. De alguna forma siempre he sabido y sentido con profunda convicción que nada de lo que la vida en este mundo podía ofrecer me satisfaría, pues todo en ella es transitorio. ¿Exactamente qué quiero? Bueno, quiero alcanzar la realidad. Eso es lo que deseo. M. [Sacudiéndose a causa de una risa ahogada]. Si tan sólo pudieras darte cuenta de lo gracioso que es decir “Yo quiero alcanzar la realidad”. ¿Quién es este “yo” que quiere alcanzar la realidad? ¿Es esta estructura corporal, este aparato psicosomático, lo que quiere alcanzar la realidad? ¿Y tiene acaso la seguridad de que la “realidad” está conforme en aceptarlo? Asimismo, ¿cómo “alcanzará” la realidad este “yo”? ¿Dando un gran salto o lanzándose lejos quizá mediante un cohete? ¿O es por medio de un salto mental que ha de alcanzarse esa realidad? Y por último, ¿a qué te refieres exactamente con la “realidad” que deseas alcanzar? V. [Riéndose] Dicho así, parece ciertamente gracioso, o quizá debería decir trágico. M. ¿Quién es el que escucha estas palabras, ya sean graciosas o trágicas? V. Yo, el que está aquí sentado, yo soy quien escucha estas palabras y te habla también. M. Son los sentidos respectivos, con ayuda de prana, la fuerza vital, los que hacen el trabajo real.

¿Pero acaso no hay algo –llámalo tu sentido de presencia– sin lo cual ninguno de tus sentidos podría conocer nada? ¿Qué es lo que da sensibilidad a un ser sensible? V. Sí, si yo no fuera conciente, no funcionarían mis sentidos. M. Entiende entonces que esta presencia conciente es lo que eres en tanto el cuerpo permanezca. Una vez que haya desaparecido tu cuerpo, junto con el aliento vital, la conciencia también se marchará. Sólo aquello que precedió a la aparición de este cuerpo con conciencia, el Absoluto, lo eternamente presente, sólo eso es tu verdadera identidad. Esto es lo que en realidad somos todos. Esto es la realidad. Es el aquí y ahora. ¿Cómo puede el esfuerzo de alguien alcanzarla?

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“¿Qué eras antes de tu nacimiento?” ¿Había en ese estado alguna necesidad, carencia o deseo, aun el deseo de la realidad, de libertad o liberación? Ése es en verdad tu estado original, auténtico, tu naturaleza verdadera: un estado de plenitud, santidad, de presencia absoluta y de ausencia relativa. La conciencia, el sentido de “yo soy”, o la condición de ser, es un reflejo de ese estado, pero el reflejo del sol no es el sol. Esta Presencia conciente es lo que tú eres, no el cuerpo que solamente aloja a la conciencia en su manifestación. Cuando el cuerpo muere, la conciencia se libera del cuerpo y ya no eres ni siquiera la presencia conciente, pues entonces no existe ya ninguna presencia relativa. Te sumerges entonces en la Conciencia Absoluta original. La ausencia relativa significa Presencia Absoluta, sin la conciencia de estar presente.

El anhelo de libertad que surge en el corazón del indagador en las etapas iniciales poco a poco desaparece cuando éste se percata de que es él mismo lo que ha estado buscando. La persistencia de este deseo encuentra dos obstáculos. Uno consiste en cargar con la presencia y permanencia de una entidad que anhela “libertad”, en tanto que para un objeto fenoménico no hay liberación posible porque un objeto no tiene en realidad una existencia independiente. El otro, que este deseo se funda en el afán de captar la realidad en el nivel mental, lo cual equivale a intentar aprehender lo desconocido e inconocible dentro de los parámetros de lo conocido. Y eso no es posible. V. ¿Qué sadhana debe uno seguir entonces? M. Nuevamente, practicar un sadhana significa asumir la existencia de un fantasma. ¿Quién va a seguir el sadhana y con qué fin? ¿No basta acaso con ver lo falso como falso? La entidad que crees que eres es ficticia. Tú eres la realidad.

Una vez que se ha entendido o, mejor, que se ha percibido de una manera intuitiva que una entidad es tan sólo una noción conceptual, lo único que resta es una re-integración (yoga) con la universalidad. Nada queda por hacer porque no hay nadie que lo haga y, más importante aun, tampoco nadie que deje de hacerlo. Lo que queda es el “ser viviente” no volitivo puro, pues en términos relativos no somos más que marionetas de un mundo de sueño que son manipuladas en el sueño original. Por ello el individuo que sueña debe despertar de ese sueño personal. Y esta per

cepción, este darse cuenta es en sí el despertar.

El joven estadunidense, quien había escuchado a Maharaj con profunda atención, se inclinó ante él y dijo:

“Maestro, tus palabras han apartado todos los escombros de mi mente. Ahora sé lo que es la realidad”.

El buscador es lo buscado. Claves de la enseñanza de Nisargadatta Maharaj, de Ramesh S. Balsekar, Editorial Yug.

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Concentrados Multior Remedios herbolarios. Los concentrados de Esencias Florales “Multior” son remedios naturales obtenidos de ores silvestres (Método Flores de Bach) dirigidos a la mejora de algunos desequilibrios emocionales y sicosomáticos, habituales y típicos de nuestro tiempo, que no requieran tratamiento personalizado.

M-uno M-cinco Auxiliar en los problemas por falta de concentración y en los estudios: pruebas, exámenes, situaciones que requieran claridad mental o asimilación de información. Auxiliar en casos de cansancio o falta de vitalidad. Ayuda a mejorar el rendimiento energético en general en: deportistas, adolescentes, tercera edad.

M-dos Auxiliar para recuperar la tranquilidad y dulces sueños: falta de sueño, mal dormir, sueño intranquilo, sueños agitados y pesadillas.

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M-siete Auxiliar en los problemas emocionales típicos de la infancia y de la adolescencia relacionados con la inmadurez en el crecimiento y desarrollo. Ayuda a armonizar las relaciones entre padres e hijos.

M-ocho Auxiliar en algunos casos de crisis emocionales. En tendencias autodestructivas.

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