13 minute read

L a caball ería andante

Next Article
B ardana

B ardana

La Caballería Andante

Franluca E l pensamiento medieval está firmemente sustentado en convicciones religiosas, no entendidas a la manera de “creencias” más o menos discutibles como una simple ideología sino, por el contrario, como certezas manifiestas en todo cuanto existe y en todas las realidades que conforman la vida humana, reflejo ésta del orden celestial dispuesto por el Creador. La caballería andante, quizá en mayor medida que cualquier otro elemento de la organización jerárquica del medioevo, permite apreciar esa íntima correspondencia entre los valores humanos y las realidades trascendentes. Así, no debe extrañar el hecho de que san Miguel Arcángel fuese venerado como el precursor de la caballería pues el Todopoderoso le asignó el mando de las milicias celestes y, por lo mismo, el ideal caballeresco debe su origen al ejército de los ángeles, distribuidos en nueve órdenes según sus características. No puede negarse que la concepción caballeresca responde a un sentido heroico de la existencia tanto como a un gusto por la aventura en sí misma, pero tales aspiraciones sólo resultan aceptables cuando se supeditan al carácter de trascendencia espiritual que les confiere un orden sagrado. La misma imagen del caballero surge por analogía con el combatiente paulino, es decir, el hombre que lucha contra el mundo y, sobre todo, contra sus propias debilidades y miserias para acceder a un estado superior y abrazar una vida nueva. La caballería constituye primordialmente un llamado a ser “otro”, a una transformación interior, un revestirse del hombre nuevo al despojarse del hombre viejo. Significativamente, la gran aventura de la verdadera caballería andante es ontológica. Algunos estudiosos del tema han creído encontrar antecedentes mitológicos en la antigua

Advertisement

Grecia, para explicar el origen del caballero medieval cuan- do, a todas luces, su génesis se encuentra en la epístola que San Pablo dirigió a los efesios, donde aparecen descritas con la mayor claridad las caracte- rísticas básicas del ideal caba- lleresco, de ahí que no fuesen los héroes griegos ni de nin- guna otra parte quienes inspi- raran el ideal de la caballería; más bien, a partir de éste y según el prototipo de San Pa- blo, la mentalidad medieval atribuyó a los grandes héroes de la antigüedad un carácter caballeresco que ciertamente no tuvieron ni podían tener.

Suele confundirse al gue- rrero valeroso de otras épocas y culturas con el caballero an- dante, dado que entre ambos hay ciertas semejanzas, si bien muy superficiales pues blandir una espada y montar a caballo no hacen de un hombre un ca- ballero. Tal simplificación de- lata una crasa ignorancia so- bre el espíritu caballeresco.

Aun cuando se ha querido buscar una forzada equivalen- cia del bushido japonés –que normaba la vida y la muerte de los samurais– con las órdenes de caballería, específicamente medievales y exclusivamente cristianas, la única tradición

ENCUENTRA AQUÍ:

República de El Salvador No. 202 Col. Centro

COLEGIO MEXICANO DE REIKI Calle Artemio de Valle Arizpe 18, Piso 7. Colonia del Valle, Benito Juárez, 03100 Ciudad de México. Tel. 55 5672 3656

Av. Coyoacán 1530 – 12 (Eje 3 Pte.) Entre Parroquia y José María Rico Col. del Valle, Ciudad de México Tel. 56 59 81 69

LIBRERÍA HERBASA EL PRIMER VALLE Edison No. 146 Col. San Rafael

Calle Laura # 83 Col. Villa de Cortés, Del. Benito Juárez, entre las calles Bertha y María. 03500, CDMX Tel. 55 5579 2525

religiosa que, además del cristianismo, puede ufanarse con todo derecho de haber constituido una genuina caballería espiritual es la “islámica”, en su vertiente shiíta de origen iraní, llamada fotowwat, traducción de la primera palabra persa javanmardi. Mas no se trata de establecer aquí la superioridad de una u otra, puesto que toda comparación en ese sentido resulta fuera de lugar y, por otro lado, nadie discutiría que, en el marco de una sociedad tradicional, el guerrero se identifica con los atributos de dignidad, honor, disciplina, valentía y respeto que le son inherentes a su misma condición, lo cual no significa en modo alguno que todo guerrero sea un caballero ni mucho menos un caballero andante.

A muy grandes rasgos la historia refiere que las órdenes caballerescas fueron fundadas durante la segunda mitad del siglo XII y desempeñaron un papel de capital importancia en la lucha contra la expansión musulmana. Con un cierto predominio del aspecto militar, no por ello prescindían de su carácter religioso e inclusive cercano al misticismo o, en algunos casos, marcadamente iniciático. Prueba de ello es que los monjes-caballeros hacían votos de pobreza, castidad y obediencia, además del juramento debido al Maestre de su orden y la fidelidad consagrada para la Santa Iglesia en la persona del Papa. Curiosamente, concluidas las cruzadas, las órdenes monástico-militares fueron perdiendo su espíritu original para desaparecer gradualmente o adoptar otras características, ya muy alejadas del esplendor y la combatividad de los tiempos medievales. A últimas fechas, como parte del renovado aunque muy poco serio interés por las “ciencias ocultas”, ya reviste la magnitud de una moda (o de una epidemia, a saber) la publicación de libros sobre la Orden del Temple, cuya supresión papal en 1312, a instancias del rey Felipe IV “El hermoso”, ha dado lugar a toda clase de especulaciones que atribuyen a los caballeros templarios la posesión de maravillosos conocimientos y la facultad de realizar cuantos prodigios quepa imaginar; todo lo cual, por lo visto, no sirvió un ardite para impedir que la ambición de un monarca y la debilidad de un pontífice pusieran fin a su existencia.

De hecho, no deja de resultar sorprendente que en la Edad Media y, sobre todo, a lo largo de los tres siglos subsecuentes, hubo tal deformación del genuino ideal caballeresco, caricaturizado en las cortes y vulgarizado por las novelas que, un mal día, desapareció. De ahí la trágica grandeza del Quijote, cuya ridícula y “triste figura” sirvió al genio de Cervantes para decirle al mundo cuán lejos están sus valores de aquella inmortal caballería andante.

Por otro lado, la persistencia de ese ideal que se prolonga hasta nuestros días, si bien de manera inconsciente e incluso por vía de negación, pone de manifiesto el abismo espiritual que separa al mundo moderno de aquel lejano medioevo, condenado como “bárbaro” y “oscurantista” pero, en realidad, no más que cualquier otra época, sin olvidar que dicho periodo abarca prácticamente un milenio, desde el siglo IV hasta el XIV.

Ciertamente, todavía predomina el criterio convencional que juzga la Edad Media como una época caracterizada por la superstición, la intolerancia y la crueldad, encarnadas por supuesto en la Inquisición o, mejor dicho, en la imagen que de ésta han difundido ciertas industrias cinematográficas, haciéndose eco de la leyenda negra tan eficazmente urdida al fragor de la guerra entre los imperios británico y español. Ya en el siglo XIX un gran poeta

francés, Paul Verlaine, describía la Edad Media como “enorme y delicada”, mientras que Giovanni Papini, hombre del siglo XX, no dudó en aplicarle los adjetivos de “santa y profunda”.

Con esta breve introducción al amplio tema de la caballería andante, se pretende que mediante su simbolismo el lector desarrolle su vida espiritual como todo un caballero, buscando vivir una iniciación con sencillez, humildad y equilibrio, pero siempre tomando en cuenta la valentía, la tenacidad y la perseverancia como lo hicieran los verdaderos ideales de la caballería.

A decir verdad, puede ocurrir que el caballero se canse de luchar, pero sin perder nunca la fe puede reconocer que a lo largo de este camino se adquiere una verdadera fuerza interior para vencer todo lo inferior. Diríase que puede convertir los símbolos negativos que se le presentan en el plano físico en símbolos de renovación vital y de renacimiento interior, como el cambio de la enfermedad a la salud, del odio al amor, de la soledad a la compañía, del desasimiento a la solidaridad, del rencor al perdón, de la tristeza a la alegría, de la sequedad a la fertilidad o de la ignorancia a la sabiduría, entre otros.

Lejos ha quedado el tiempo en que se creía que la única manera de acercarse a Dios era mediante el ministerio de algún culto, como en la época de la caballería; todo está en vencer al maligno penetrando en las profundidades del ser en busca del verdadero amor y la armonía pero, sobre todo, manteniendo la fe, la fuerza y el valor como las armas que se necesitan para enfrentar este mundo de tinieblas y así poder defender la luz.

Gilbert K. Chesterton afirma en uno de sus ensayos que el mayor elogio para un hombre es llamarlo caballero, en el entendido de que la caballerosidad denota la más alta nobleza, no en razón de blasones heredados sino de virtudes manifiestas o, por así decirlo, de una “elegancia espiritual” que no puede fingirse, pues cuanto más quiere hacerse gala de ella, más patente es su ausencia.

LA ESPADA Es innegable que blandir una espada en el momento de la lucha significa alcanzar al enemigo para atacarlo, pero la facultad de herir con ella representa el poder y la fuerza para defenderse. Esta aparente paradoja obedece a las circunstancias de las que todos, más o menos, estamos cons

cientes, aunque a veces no se quiera asumir su parte de responsabilidad en ella.

Resulta interesante reconocer que el significado de este símbolo representa la división profunda o la separación de dos fuerzas contrarias: El masculino como fuerza activa, de signo fálico (hoja) y el femenino como fuerza receptiva representada en la vaina (funda). Dos principios opuestos que deberán reconciliarse para resolver un conflicto.

Si se observa la imagen de la espada, la hoja y la guarda se ajustan a la forma de la cruz, el símbolo que representa el descenso del espíritu en la materia, la comunicación entre el cielo y la tierra, la relación de lo de arriba con lo de abajo, la conjunción entre el mal y el bien o la unión del cuerpo y el alma para la vida plena, entre otros.

Estos significados de la cruz representan la salvación a través del sacrificio o el acceso a

la dimensión de lo espiritual después de pasar por diferentes pruebas. De ser así, se pueden identificar dos tipos de apreciaciones hacia ella: Las personas que aceptan la cruz sin condición alguna; la aman a pesar de representar una muerte y, aquellos que la rechazan al ser ésta una expiación o una pena; el sólo hecho de llevarla a cuestas les resulta una carga muy pesada y difícil de soportar. Tal parece que los dos ejes de la cruz como la unión de los contrarios representa un rostro ambiguo: un aspecto favorable y otro nefasto.

Bajo un enfoque dual, la espada se presume con un doble aspecto, por un lado, el de agente constructor cuando se convierte en el instrumento que establece y mantiene la paz y, por otro, el de destructor cuando se aplica a la injusticia y la maldad. Esta visión que significa atacar a alguien para defender un bien o defender a alguien para atacar un mal obedece a la conexión que ejercen los poderes dobles y las corrientes inversas de toda manifestación. De ahí que la creación y la aniquilación signifiquen la vida y la muerte respectivamente.

Es evidente cuán pernicioso resulta desvirtuar la finalidad de la espada. La capacidad de herir en momentos de rivalidad y contienda no demerita un ápice la legitimidad, el provecho y la importancia de su uso (defensa o ataque) cuando el caballero la utiliza con valentía, tenacidad y perseverancia para lograr así la verdadera justicia y la concordia. En este sentido, de manera significativa se puede decir que la

CONTAMOS CON MÁS DE 3000 PRODUCTOS NATURISTAS

65

¡LA SALUD ESTA EN TUS MANOS DECÍDETE Y VISÍTANOS! Las plantas medicinales de América

• LIBROS • BAÑO SAUNA • EXTRACTOS • TAROT • SUPLEMENTOS NUTRICIONALES • FLORES DE BACH

• GERMINADOS • CEREALES • ACEITES • RODILLOS DE REFLEXOLOGÍA • REMEDIOS HERBOLARIOS

espada no sólo sirve para castigar al rico que oprime al pobre, sino para castigar al fuerte que abusa del débil.

No es exagerado afirmar que durante la búsqueda interior, la espada de manera tajante sirve para separar el bien del mal, pero también es un medio para la resolución de un problema. Lamentablemente, en ocasiones se reconoce que en la lucha espiritual este instrumento puede llegar a ser un arma ilusoria cuando la acción de cortar no implica necesariamente resolver un conflicto; es una solución aparente y efímera cuando se presume que el problema no tarda en resurgir. Recuérdese, un resultado durable prevalece cuando se destruye el conflicto con oportunidad, cuando el hombre despierta espiritualmente para dirigirse al camino correcto, cuando se aniquilan las adicciones y se ha moderado el apetito por las pasiones. Ciertamente, el afán de derribar y poner orden no es un meramente una fantasía, es la exterminación física y la decisión psíquica.

En este contexto, en una lectura simbólica, la espada que significa la luz de la hoja es como un relámpago que brilla en la oscuridad. Aun cuando esto significa los horrores de la guerra o la violencia, la idea de luminosidad y de claridad representa reconocer la existencia de un enemigo al que hay que destruir, defenderse del adversario y la fuerza del más fuerte. Nóte-

se que la guerra santa fue ante todo una guerra interior, significación que puede ser la de la espada empleada por Cristo (Mt, 10).

Usar la espada no sólo es saber conjugar armoniosamente las tendencias antagónicas de una formación, sino también es luchar con uno mismo y con los demás, es aniquilar el orgullo para encontrar la humildad. Este combate espiritual constante en el tiempo es un gran esfuerzo que también significa vencer las irresistibles inclinaciones hacia los placeres de la carne para acceder al conocimiento del verdadero Dios, en donde Jesucristo es el camino. Aunque es un arduo proceso de conversión a la fe cristiana, aquel que utilice la espada en la batalla espiritual presumirá que la luz y el relámpago (hoja que brilla) de esta arma trazan una muralla de fuego, el equivalente al discernimiento, al poder penetrante del intelecto, a la destrucción de la ignorancia, a la decisión espiritual y la inviolabilidad de lo sagrado como reflejo de una confrontación entre las fuerzas oscuras y las de la luz. De ahí que en la Edad Media la entrega de la espada al caballero fuera todo un rito. Finalmente, con todo lo anterior, no sería difícil demostrar que la espada se le relaciona con la palabra (la elocuencia), el medio mediante el cual el hombre expresa sus

ideas, ya sea para lastimar o para sanar a alguien. Más aún, en el mundo celestial, bien se puede referir a este símbolo con la imagen del arcángel Miguel que representa blandiendo una espada refulgente para someter a Satanás y a los poderes del mal. Y, puesto que la luz de su espada triunfa sobre las tinieblas de la negatividad, su imagen se le figura matando al dragón.

Curso: ABC de nutrición, cocina, diseño de menú y desintoxicación corporal

Conoce como limpiar tu cuerpo

Amplia tus recetas saludables

Aprende lo básico de nutrición

Inicia: miércoles 11 de marzo 2020 de 9: 00 a 11: 00 a.m.

Duración: 6 meses.

Tels. 55 55 79 25 25 55 62 79 58 72

This article is from: