Oculum Ensaios n13(1)

Page 1

ISSN 1519-7727

posURB PUC-CAMPINAS | JANEIRO_junho 2016

13(1)


O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

XX-XX

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


ISSN 1519‑7727

oculum ensaios r e V i s ta d e a r q u i t e t u r a e u r b a n i s m o

posURB PUC‑CAMPINAS | janeiro_junho 2016

13(1)



SUMÁRIO |CONTENTS 5

EDITORIAL | EDITORIAL LA CONTEMPORANEIDAD RECONOCIDA. ARQUITECTURA, CIUDAD Y PAISAJE CONSTRUIDO EN LA LISTA DE PATRIMONIO MUNDIAL: UN PROCESO ABIERTO | THE ACKNOWLEDGED CONTEMPORANEITY. ARCHITECTURE, CITY AND CONSTRUCTED LANDSCAPE ON THE WORLD HERITAGE LIST: AN OPEN PROCESS | A CONTEMPORANEIDADE RECONHECIDA. ARQUITETURA, CIDADE E PAISAGEM NA LISTA DO PATRIMÔNIO MUNDIAL: UM PROCESSO ABERTO | María Teresa Pérez Cano, Eduardo Mosquera Adell

29

ENSAIO VISUAL | VISUAL ESSAY | ENSAYO VISUAL O DESENHO E O PROCESSO DE CRIAÇÃO | DRAWING AND THE PROCESS OF CREATION CREATIVO | José Roberto Merlin DESENHO | DRAWINGS | DISEÑOS | Joaquim Caetano de Lima Filho ARTIGO DE PESQUISA | ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN

| EL DIBUJO Y EL PROCESO

| RESEARCH ARTICLE

51

VENDO OUTRAS PAISAGENS DOS “CERTOENS” DO NORTE, SÉCULOS XVII-XIX | SEEING OTHER LANDSCAPES OF BRAZILIAN NORTHEASTERN HINTERLANDS, 17TH-19TH CENTURIES | VIENDO OTROS PAISAJES DEL INTERIOR DEL NORDESTE BRA SILEÑO, SIGLOS XVII-XIX | Esdras Arraes

71

ITALIAN IMMIGRATION IN SOUTHERN BRAZIL: REPRODUCTION AND INNOVATION IN THE LAYOUT OF RURAL HOUSES THROUGH THE SPACE SYNTAX THEORY | IMIGRAÇÃO ITALIANA NO SUL DO BRASIL: REPRODUÇÃO E INOVAÇÃO EM LEIAUTES DE CASAS RURAIS PELA TEORIA DA SINTAXE ESPACIAL | INMIGRACIÓN ITALIANA EN EL SUR DE BRASIL: REPRODUCCIÓN Y INNOVACIÓN EN LOS DISEÑOS DE CASAS RURALES A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE SINTAXIS DEL ESPACIO | Elio Trusiani, Décio Rigatti

91

O LABIRINTO DE RAWET | THE RAWET’S LABYRINTH | EL LABERINTO DE RAWET | Carlos Alberto Oliveira

103

ARTIGAS: ARQUITETURA E ÉTICA | ARTIGAS: ARCHITECTURE AND ETHICS | ARTIGAS: ARQUITECTURA Y ÉTICA | Patrícia Pereira Martins

129

CONTINUIDADES E DESCONTINUIDADES URBANAS À BEIRA-MAR: UMA LEITURA MORFOLÓGICA E CONFIGURACIONAL DA ÁREA CONURBADA DE FLORIANÓPOLIS | URBAN DISCONTINUITIES AT THE SEASHORE: A MORPHOLOGICAL AND SYNTACTIC ANALYSIS OF FLORIANÓPOLIS AND ITS CONURBATION | CONTINUIDADES Y DISCONTINUIDADES URBANAS JUNTO AL MAR: UN ANÁLISIS MORFOLÓGICO Y SINTÁCTICO DE FLORIANÓPOLIS Y SU REGIÓN CONURBADA | Renato Tibiriçá de Saboya, Almir Francisco Reis, Ayrton Portilho Bueno

153

CIDADE CONTEMPORÂNEA, MEMÓRIA E PRESERVAÇÃO PATRIMONIAL: UMA INTERPRETAÇÃO A PARTIR DAS PREEXISTÊNCIAS CULTURAIS | CONTEMPORARY CITY, MEMORY AND HERITAGE PRESERVATION: AN INTERPRETATION FROM THE CULTURAL PREEXISTENCES | CIUDAD CONTEMPORÁNEA, MEMORIA Y PRESERVACIÓN PATRIMONIAL: UNA INTERPRETACIÓN DESDE LAS PREEXISTENCIAS CULTURALES | Roberta Krahe Edelweiss

163

ENERGIA INCORPORADA E EMISSÕES DE CO2 DE FACHADAS DE LIGHT STEEL FRAMING NO BRASIL | EMBODIED ENERGY AND CO2 EMISSIONS OF LIGHT STEEL FRAMING FAÇADES IN BRAZIL | ENERGÍA INCORPORADA Y EMISIONES DE CO2 DE FACHADAS DE LIGHT STEEL FRAMING EN BRASIL | Rosa Maria Sposto, Lucas Rosse Caldas, Abdala Carim Nabut Neto

183

RESENHA | BOOK REVIEW |RESEÑA NOTIONS DE L’URBANISME PAR L’USAGE | Marianna Gomes Pimentel Cardoso

O C U L U M E NS A IOS 1 3 ( 1 ) R e v i s t a d o P r ogr am a d e P ós‑ Gr ad u ação em U rbani smo J a n e i r o‑ Ju n h o 2 0 1 6 p.1‑185


O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

XX-XX

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


EDITORIAL

LA CONTEMPORANEIDAD RECONOCIDA. ARQUITECTURA, CIUDAD Y PAISAJE CONSTRUIDO EN LA LISTA DE PATRIMONIO MUNDIAL: UN PROCESO ABIERTO MARÍA TERESA PÉREZ CANO, EDUARDO MOSQUERA ADELL

Está muy reciente la última reunión del Comité del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), celebrada en Estambul del 10 al 20 de julio de 2016. Reflejo de los tiempos que vivimos marcados por la división social y cultural, desde los contradictorios resultados de la globalización, con la inducción de profundos desequilibrios y hechos violentos, se produjeron durante la misma los acontecimientos conflictivos ya conocidos por todos. En esa reunión, que es la número 40 de su historia, se ha propiciado la inscripción de 21 sitios en la Lista del Patrimonio Mundial, confirmación institucional de su perfección. De ellos, 12 tienen excelencia de carácter cultural como obra de las personas, 6 se corresponden con patrimonio producto de la actividad de la naturaleza y 3 son sitios de carácter mixto, esto es como resultado de la conjunción de la acción humana y de los procesos naturales. Valores universales excepcionales, amparados en alguno o varios de los criterios establecidos en las Directrices Prácticas (párrafo 77), donde [...] se definen diez criterios de inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial. Los criterios (i) a (vi) se refieren al patrimonio cultural, cuyos bienes son evaluados por el ICOMOS, y los criterios restantes, del (vii) al (x), se refieren al patrimonio natural, cuyos bienes son evaluados por la UICN. Aunque muchos bienes solo cumplen criterios naturales o culturales, los bienes mixtos satisfacen criterios de ambos tipos. Las propuestas de inscripción de los bienes mixtos son evaluadas conjuntamente por la UICN y el ICOMOS1.

Dichos valores han motivado que mediante esas reuniones crezca una significativa lista, cimentada en la estatutaria pretensión de universalidad. Un punto de reflexión que aquí podemos plantear, es que, sin duda, cada paso de estas decisiones ha reflejado sintomáticamente acuerdos políticos encadenados. Pero también nos debemos interrogar sobre la evolución de aquello que se viene entendiendo como Patrimonio Cultural y Natural y cómo se considera en tan alta instancia, referente

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

5-27

|

Janei ro-Junho 201 6


|

6

E D I T O R ial

en este mundo que habitamos. Para ello se ha decantado un complejo consenso, que mezcla procedimientos característicos de organismos oficiales — que abarcan desde la escala próxima hasta la mundial — con la combinación de aspiraciones en cascada, impulsadas desde ámbitos locales a globales Unesco y con las aprobaciones o críticas de organizaciones especializadas, de expertos, estudiosos y la sociedad civil. Si partimos de una visión retrospectiva, comprenderíamos la muy humana y ansiada representación de determinados hitos de la cultura en forma de una lista. Una dinámica que arranca en aquella — bien arcaica — de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Una relación para unos definida a partir de Antípatro de Sidón, o para otros, basada en Filón de Bizancio2, este último autor precisamente vinculado a la ciudad donde justo ahora se ha aprobado la inclusión de nuevos integrantes en nuestra moderna lista. Estambul, que antes fue Constantinopla y Bizancio, es una ciudad de encuentro entre civilizaciones, un enclave que actúa de charnela entre dos continentes, Asia y Europa, una urbe de poderosa cronología constituida por ricos estratos, formados con las huellas de sucesivas épocas y culturas. Y con ese modo de comprender lo que una ciudad como Estambul ejemplarmente representa, y su dimensión patrimonial tan exigente por su complejidad histórica y cultural, podríamos explicar si hemos evolucionado y nuestra lista, en lo que se refiere al Patrimonio Cultural, se está realmente enriqueciendo al paso de nuevas exigencias, sobre la arquitectura, la ciudad, el territorio y los paisajes, su tratamiento y su repercusión en los tejidos sociales afectados. Conviene destacar de la última reunión algunos factores, relativos fundamentalmente al peso que la arquitectura contemporánea está adquiriendo en la citada lista. Es el caso del papel asignado por una parte al reconocimiento de la obra del arquitecto Frank Lloyd Wright en Estados Unidos, a través de la inclusión en la lista de una serie de edificios suyos. Una decisión finalmente diferida3, que se iba a sumar al correspondiente reconocimiento de Le Corbusier, representado en su obra por algunos edificios suyos localizados hasta en tres continentes y siete países – Alemania, Argentina, Bélgica, Francia, India, Japón y Suiza — y que sí se ha materializado, basándose en los criterios i, ii y vi. Todo un esfuerzo para elevar al máximo rango de la protección patrimonial la obra de arquitectos que lideraron la modernización a escala global. Inscripciones formuladas desde una perspectiva por un lado norteamericana y por otro lado más expansiva pero con clara raíz europea. Que podemos apreciar como una suerte de validación de los discursos canónicos sobre la modernidad arquitectónica y sus grandes maestros, reconocida ahora a través de edificios y, no tanto, por su repercusión urbana. Bastaría recordar ese otro perfil de ambos arquitectos, con la “nappe blanche” corbusiana y la radical eliminación del “marco construido actual” que Wright llegó a formular4. Se unen los edificios corbusianos así a una serie de influyentes hitos arquitectónicos modernos, protegidos individualmente, como es el caso eurocéntrico de obras como

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

12(1)

|

1 9 1 -2 0 2

|

Jan eir o-Junho 2015


ed itor ial

|7

la Casa Schröder (i y ii, 2000) de Rietveld, la Casa Tugendhat en la República Checa de Mies van der Rohe ii y iv, 2001), el Salón del Centenario en Wroclaw (Polonia) de Max Berg (i, ii y iv, 2006), la Faguswerk (ii y iv, 2011) un complejo fabril en Alemania obra de Walter Gropius y la factoría holandesa Van Nellefabriek (ii y iv, 2014) de Brinkmann y Van der Vlugt, más la emblemática y pionera inscripción de la gran factoría de la creación moderna: la Bauhaus y sus sedes en Weimar (tres edificios) y Dessau (la escuela y las casas de los profesores) (ii, iv y vi, 1996)5. Una experiencia en la que no es ajena la actividad con la organización internacional DoCoMoMo, que desde 2001 junto con el Centro del Patrimonio Mundial de Unesco e International Council on Monuments and Sites (ICOMOS) establecieron el Programme on Modern Heritage6. Autores como Jukka Jokilehto, Fabio Grementieri y Francesco Bandarin han producido artículos en Docomomo Journal al respecto. Asimismo ICOMOS se ha pronunciado en 2011 sobre la conservación sobre el patrimonio del siglo XX, tema directamente conectado7. No hay muchos edificios singulares así protegidos fuera del continente europeo. En México la casa estudio de Luis Barragán (i y ii, 2004) y en Australia la ópera de Sidney (i, 2007), del danés Utzon. En Europa y Norteamérica, más proclives a ver la modernidad en clave neomonumental, encontramos pocas aperturas a realizaciones contemporáneas más extensas, que se sumen a los numerosos centros históricos sí incluidos en la Lista de Patrimonio Mundial. A lo sumo tejidos industriales. Se da por tanto una clara dificultad para reconocer el activo modernizador de determinados procesos de urbanización. Ni siquiera las nuevas ciudades soviéticas, por ejemplo, aparecen reconocidas. Si buscamos un sentido más colectivo, clarificador del nuevo orden de lo urbano, tan característico de la modernidad, realmente escasean los reconocimientos. En Europa tenemos un espacio público, el Cementerio del Bosque – Skogskyrkogården — en Suecia (ii y iv, 1994) de Asplund y Lewerentz, el caso de seis conjuntos de viviendas sociales (siedlungen) en Berlín (ii y iv, 2008) con obras de Gropius, Bruno Taut o Martin Wagner, o las reconstrucciones de la ciudad francesa de Le Havre tras la Segunda Guerra Mundial por Auguste Perret (ii y iv, 2005). A países como Chile o Argentina les ocurre un poco eso mismo. Se reconocen con un patrimonio más tradicional, junto al natural. Sólo en Chile lo industrial, con las salitreras Humberstone y Santa Laura (ii, iii y iv, 2005) o el campamento minero Sewell (iv, 2006) han sido inscritos. En Argentina únicamente y ahora una pequeña obra, la casa del doctor Curutchet, de un autor europeo, justamente Le Corbusier, es expresión contemporánea con pretensión de valoración universal, tras fallidas operaciones como La Plata, obra de un urbanismo de fines del XIX previo al derivado del Movimiento Moderno. Sin embargo, en América el panorama es más decidido y fructífero en otros países. Así, se han reconocido dos campi universitarios bien modernos: la Ciudad Universitaria de Caracas (i y iv, 2000) de Villanueva, y el de la Autónoma de México (i, ii y iv, 2007).

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

5-27

|

Janei ro-Junho 201 6


|

8

E D I T O R ial

FIGURA 1 — Edificio del Supremo Tribunal Federal, Brasília (DF). Fuente: Foto de los autores (2014).

Si revisamos la contribución de Brasil a la Lista del Patrimonio Mundial, donde este país tiene una considerable representación del urbanismo tradicional, considerando ahora la urbanística contemporánea, veríamos a Brasília (i y iv, 1987) uno de los escasos ejemplos de urbanismo contemporáneo de la lista, con Costa y Niemeyer como principales autores, como gran anticipadora de esta dinámica americana de este tipo de reconocimiento8. Más recientemente, la inclusión del paisaje cultural de Rio de Janeiro (RJ) (v y vi, 2012), ha supuesto la valoración de una interactividad considerable entre el escenario natural de la montaña al mar y el desarrollo urbano, cualificado con el diseño del espacio público. Con especial mención en este último caso a la obra de Burle Marx, y el protagonismo de los modos de vida y acción creativa actuales de la urbe carioca. Pero en los últimos acuerdos de Estambul, desde otro punto de vista diferente que con la obra de Le Corbusier, encontramos un caso brasileño. El de Pampulha en Belo Horizonte con los trabajos de Niemeyer y Burle Marx (i, ii y iv, 2016), con piezas que configuran esos significados paisajes urbanos, que vienen a confirmar la enorme proyección cultural que la contemporaneidad alcanza en ese país. Las dos decisiones de Estambul y antes la de Brasilia, vieron a maestro (Le Corbusier) y seguidor (Niemeyer) con dos criterios compartidos y uno diferenciado, en dinámicas bien distintas de protección de hechos patrimoniales que marcan las ciudades de formas bien diversas. En la urbe carioca encontraríamos un ejemplo, como el ministerial edificio Capanema, que sintetizaría en la obra de Costa y Niemeyer y sus colaboradores, más los direc-

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

12(1)

|

1 9 1 -2 0 2

|

Jan eir o-Junho 2015


FIGURA 2 — Edificio Gustavo Capanema, Rio de Janeiro (RJ). Fuente: Foto de los autores (2014).

tos influjos corbusianos, otros matices de la modernidad por reconocer en ese nivel mundial, que esperamos se produzca cuando la situación del edificio lo posibilite. Arquitectos, urbanistas y paisajistas como Reidy, Costa, Niemeyer, Burle Marx, Vilanova Artigas, Bo Bardi, Bratke, Mendes da Rocha… Hay que pensar que pocos países suman tantos creadores con tantas realidades contemporáneas patrimonializables9… Al final, quedaría siempre la necesidad de efectuar aportes para que el reconocimiento máximo de los logros de la contemporaneidad esté bien representado en la lista de Patrimonio Mundial, y lo haga con esa complejidad que ya ofrece la ciudad moderna en escenarios no necesariamente europeos o norteamericanos, pues en estos últimos la experimentación sociourbana cede ante el poder estetizante de las soluciones formales. Lugares como la Ciudad Blanca de Tel Aviv en Israel (ii y iv, 2003), como los citados casos brasileños de Brasília (DF) (i y iv) en 1987 o el conjunto de Pampulha (i, ii y iv, 2016), aparecen con resultados más impregnados socialmente – no sin contradicciones — y más decididamente marcados por la aceleración que los tiempos modernos han inducido sobre una más ágil configuración de los niveles propios de las complejidades urbanas actuales. Los reconocimientos en América, emblemas de su novedad, siguen ofreciéndose con especial claridad frente a las emergencias urbanísticas en otros lugares del mundo, caso de las ciudades asiáticas, sin olvidar las evocaciones tardocoloniales (la propuesta de Lutyens para Delhi en India, o la ciudad de Casablanca en Marruecos bajo dominio francés). Es tiempo de seguir ahondando en la cualidades de las realizaciones significa-

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

5-27

|

Janei ro-Junho 201 6


|

10

E D I T O R ial

tivas de la arquitectura y del urbanismo de Latinoamérica, que no por excepcionales en sus propios países, no dejan de constituir un preciado sello identitario ofrecido al mundo. Estas ciudades tienen que ser de todos, potenciando sus cualidades patrimoniales, y trabajando sobre su gestión para modelizar ciudades más justas y equilibradas, frente a la polaridad de la idea de orden y de la fuga tecnológica como evasiones del pensamiento sobre la ciudad, que ya Paolo Sica auguró hace mucho (SICA, 1970, 336), en un escenario actual a menudo tan desbordado por las dinámicas sociales. En Estambul también se aprobó la inclusión de muy viejos monumentos. Uno de ellos, el conjunto andaluz de dólmenes de Antequera (España) de hace más de seis mil años. Por el dolmen de Menga pasó en 1950 precisamente Le Corbusier, el cual dejó escrito en su libro de visitas: “À mes ancêtres”. Las modernas realidades urbanas de América hoy reconocidas por la UNESCO son mensajes ejemplares, no tanto para nuestros antepasados, sino fundamentalmente para nuestros sucesores.

NOTAS 1. El Valor Universal Excepcional de un bien deberá al menos cumplir con algunos de los 10 criterios de selección establecidos por el Comité (UNESCO, 2011, p.36-53). Los criterios son: n Criterio (i): Representar una obra maestra del genio creativo humano. n Criterio (ii): Ser la manifestación de un intercambio considerable de valores humanos durante un determinado periodo o en un área cultural específica, en el desarrollo de la arquitectura o de la tecnología, las artes monumentales, la planificación urbana, el diseño paisajístico. n Criterio (iii): Aportar un testimonio único o por lo menos excepcional de una tradición cultural o de una civilización que sigue viva o que desapareció. n Criterio (iv): Ser un ejemplo sobresaliente de un tipo de construcción, de un conjunto arquitectónico o tecnológico, o de paisaje que ilustre una o más etapas significativas de la historia de la humanidad. n Criterio (v): Constituir un ejemplo sobresaliente de hábitat o establecimiento humano tradicional o del uso de la tierra, que sea representativo de una cultura o de culturas, especialmente si se han vuelto vulnerable por efectos de cambios irreversibles. n Criterio (vi): Estar asociados directamente o tangiblemente con acontecimientos o tradiciones vivas, con ideas o creencias, o con obras artísticas o literarias de significado universal excepcional (el Comité considera que este criterio sólo justifica la inscripción en la Lista en circunstancias excepcionales y en aplicación conjunta con otros criterios culturales o naturales). n Criterio (vii): Representar fenómenos naturales o constituir áreas de una belleza natural e importancia estética excepcionales. n Criterio (viii): Ser ejemplos sobresalientes que representativos de los diferentes períodos de la historia de la Tierra, incluyendo el registro de la evolución, de los procesos geológicos significativos en curso, del desarrollo de las formas terrestres, o de elementos geomórficos o fisiográficos significativos. n Criterio (ix): Ser ejemplos eminentemente representativos de procesos ecológicos y biológicos en curso en la evolución y el desarrollo de los ecosistemas y las comunidades de vegetales y animales terrestres, acuáticos, costeros y marinos. n Criterio (x): Contener los hábitats naturales más importantes y más representativos para la conservación in situ de la diversidad biológica, incluyendo aquellos que alberguen especies amenazadas que posean un valor universal excepcional desde el punto de vista de la ciencia o la conservación. 2. Se trata de una relación narrada (Báez: 2012, 103-104). 3. Así consta en la agenda del World Heritage Committee, 40th session (UNESCO, 2016, p.3).

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

12(1)

|

1 9 1 -2 0 2

|

Jan eir o-Junho 2015


ED ITOR ial

|11

4. Veánse las consideraciones de Françoise Choay al respecto (1980, p.319). 5. En el contexto europeo cabe sumar los precedentes de la modernidad como el mundo art nouveau, secesionista y modernista con el caso belga de cuatro casas de Victor Horta (i, ii y iv, 2000) y el Palacio Stoclet (i y ii, 2009) todos edificios de Bruselas, o en España las obras del modernismo catalán: dos edificios de Doménech i Montaner (i, ii y iv en 1997) y siete de Gaudí (i, ii y iv, 1984 y 2005). 6. Puede consultarse en línea dicho programa dedicado al patrimonio de los siglos XIX y XX en: http://whc.unesco.org/en/modernheritage/ 7. En España se cuenta con el Plan Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del siglo XX, que se apoya en el Documento de Madrid, referente internacional aprobado por ICOMOS como “Criterios de Conservación del Patrimonio Arquitectónico del Siglo XX, Documento de Madrid 2011” tras la Conferencia Internacional “Criterios de Intervención para el Patrimonio Arquitectónico del Siglo XX — CAH 20thC”. En línea: http://ipce.mcu.es/pdfs/PNSigloXX.pdf. Para Andalucía, véase el caso del Registro Andaluz de Arquitectura Contemporánea (IAPH, 2012). 8. Convive junto a la inclusión en la lista de centros históricos y áreas urbanas de Brasil como Ouro Preto (MG) (i y iii, 1980), Olinda (PE) (ii y iv, 1982), Salvador (BA) (iv y vi, 1985), São Luis (MA) (ii, iv y v, 1997), Diamantina (MG) (ii y iv, 1999), Goiás (GO) (ii y iv, 2001) o la Plaza de São Francisco en São Cristovão (SE) (ii y iv, 2010) una cifra de centros históricos considerable dentro del conjunto de declaraciones realizadas en todo el escenario internacional, y que habría que estudiar en su conjunto. 9. En el caso de Niemeyer, sumando destacada presencia de su obra en Europa, incluida la del feudo corbusiano.

REFERENCIAS BÁEZ, F. Las maravillas perdidas del mundo: breve historia de las grandes catástrofes de la civilización. Ciudad de México: Océano, 2012. CHOAY, F. La règle et le modèle. Sur la théorie de l’architecture et de l’urbanisme. París: Seuil, 1980. INSTITUTO ANDALUZ DE PATRIMÔNIO HISTÓRICO. Cien años de arquitectura en Andalucía: el registro Andaluz de Arquitectura Contemporánea, 1900-2000. Sevilla: Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 2012. Disponible en: <http://www.iaph.es/web/canales/publicaciones/cuadernos/eph-cuadernos/>. Accedido en: 22/07/2016. ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA.

Elaboración de propuestas de inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial. París: Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO y otros, 2011. Disponible en: <http://whc.unesco.org/en/activities/643/>. Accedido en: 22/07/2016. SICA, P. L’immagine della città da Sparta a Las Vegas. Bari: Laterza, 1970. UNITED NATIONS EDUCATIONAL, SCIENTIFIC AND CULTURAL ORGANIZATION. Convention

concerning the protection of the world cultural and natural heritage. In: WORLD HERITAGE CENTRE, 40., 2016, Istanbul. Disponible en: <http://whc.unesco.org/archive/2016/whc16-40com8B-en.pdf>. Accedido en: 22/07/2016.

MARÍA TERESA PÉREZ CANO | Universidad de Sevilla | Escuela Técnica Superior de Arquitectura | Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio | Sevilla, España. EDUARDO MOSQUERA ADELL | Universidad de Sevilla | Escuela Técnica Superior de Arquitectura | Departamento de Historia, Teoría y Composición Arquitectónicas | C/S. Fernando, 4, C.P., 41004, Sevilla, España | Correspondencia a nombre de/Correspondence to: E.M. ADELL | E-mail: <emosquera@us.es>.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

5-27

|

Janei ro-Junho 201 6



EDITORIAL

THE ACKNOWLEDGED CONTEMPORANEITY. ARCHITECTURE, CITY AND CONSTRUCTED LANDSCAPE ON THE WORLD HERITAGE LIST: AN OPEN PROCESS MARÍA TERESA PÉREZ CANO, EDUARDO MOSQUERA ADELL

Recently the last session of the World Heritage Committee of the United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO) was held in Istanbul from 10-20 July 2016. Profound imbalance and acts of violence that occurred during the session, caused by current conflicts, are a reflection of the present that is the result of the social and cultural divide and contradictory effects of globalization. At this 40th session, 21 new sites were added to the World Heritage List, an institutional confirmation of their perfection. Of these, 12 masterpieces show excellence for their cultural nature, 6 correspond to natural heritage and 3 are mixed sites, i.e., the combination of human activity and natural processes. The Operational Guidelines state that sites must be of outstanding universal value and meet at least one or more selection criteria (paragraph 77), as follows: [...] ten criteria are followed for the inscription on the World Heritage List. The criteria (i) to (vi) refer to cultural heritage and properties evaluated by ICOMOS;criteria (vii) to (x) refer to natural heritage and properties evaluated by IUCN. Although many good sites meet natural or cultural criteria, mixed properties meet both criteria. The inscription of mixed properties is jointly evaluated by IUCN and ICOMOS1. These values have motivated the significant increase of sites to the list during the sessions, supported by the statutory claim to universality. Undoubtedly each decision symptomatically reflects political agreements. But we must also consider the evolution of what has been understood as Cultural and Natural Heritage and how heritage has been so highly considered in the world we inhabit. For this, a complex consensus has been achieved that combines typical procedures of official entities — which span from local to world procedures — and the progressive combination of aspirations driven by local and global UNESCO partners as well as the approval or criticism from specialized organizations, experts, scholars and the civil society.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

5-27

|

Janei ro-Junho 201 6


|

14

editorial

From a retrospective point of view, we would understand the human desire to include certain cultural landmarks to the list. The Seven Wonders of the Ancient World were listed by various authors. The most prominent of these are the versions by Antipater of Sidon and Philo of Byzantium2, the latter author associated with the city that had new sites inscribed on the modern list. Istanbul, formerly Constantinople and Byzantium, is a transcontinental city in Eurasia that connects two continents. The metropolis consists of rich and singular historical areas formed by landmarks of different successive times and cultures. By understanding what a city such as Istanbul exemplarily represents, as well as its demanding heritage dimension due to its historical and cultural complexity, we might be able to analyze if we are evolving with our list regarding cultural heritage, if it is really enriching the list in relation to the new requirements on architecture, cities, territories and landscapes, as well as considering the treatment and impact on the affected social fabric. Some facts primarily related to the importance of contemporary architecture in the a forementioned list are worth noting. An example is the U.S nomination of a number of buildings by the architect Frank Lloyd Wright. Although the inscription of Wright’s work has been postponed3, the work of architect Le Corbusier was added to the list. Le Corbusier’s works are located in three continents spread across seven countries — Germany, Argentina, Belgium, France, India, Japan and Switzerland –and were added to the list based on criteria i, ii and vi. There has been an endeavor to raise the work of architects who have contributed to global modernization to receive maximum heritage protection. Nominations from an American perspective, on the one hand, and more expansive on the other, although with clear European roots, now appreciated as a kind of validation of the canonical discourses on architectural modernity and its great masters, properties are now recognized for their buildings and not so much for their urban impact. It would suffice to recall the profile of both architects, the “nappe blanche” concept of Le Corbusier and the radical elimination of the “current building style” that Wright came to develop4. The corbusian buildings are therefore grouped in a series of influential modern architectural references, individually protected, such as the Eurocentric works of Rietveld’s Schröder House (i and ii, 2000); TugendhatVilla by Mies van der Rohe (ii and iv, 2001) in the Czech Republic; the Centennial Hall by Max Berg (i, ii, iv, 2006) in Wroclawn, Poland; the Faguswerkby (ii and iv, 2011), an industrial complex in Germany by Walter Gropius, and the Dutch Van Nelle factory (ii and iv, 2014) by Brinkmann and Van der Vlugt, as well as the iconic and pioneering inscription of the large modern factory: the Bauhaus and its headquarters in Weimar (three buildings) and Dessau (the school and the masters’ home) (ii, iv and vi, 1996)5. An experience that is not unrelated to the activity of the international organization DOCOMOMO that, since 2001, along with the UNESCO World Heritage Center and the International Council on Monuments and

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

5-27

|

Jan eir o- Ju n h o 2016


ed itor ial

|15

Sites (ICOMOS), have established the Program on Modern Heritage6. Authors such as Jukka Jokilehto, Fabio Grementieri and Francesco Bandarin have published articles in the Docomomo Journal on the subject. In this sense, ICOMOS commented in 2011 on the conservation of the twentieth century heritage, a directly related subject7. There are not many single buildings protected in this way outside Europe; in Mexi­co, the Luis Barragán house and studio (i and ii, 2004) and in Australia, the Sydney Opera House (i, 2007) by Danish architect Utzon. In Europe and North America, more inclined to see modernity from a neo-monumental perspective, there is less acceptance of contemporary works that could be added to the numerous historical centers inscribedon the World Heritage List; at most, industrial complexes. Therefore, it is difficult to recognize the modernizing asset of certain urba­ nization processes. Not even the new Soviet cities, for example, are recognized. In the search for a more collective sense, enlightening the new urban order, so charac­teristic of modernity, acknowledgements are indeed few. For example, in Europe, the Woodland Cemetery,Skogskyrkogården,in Sweden (ii and iv, 1994) by Asplund and Lewerentz; the six housing estates (siedlungen) in Berlin (ii and iv, 2008) by Gropius, Bruno Taut or Martin Wagner; and the reconstruction of the French city Le Havre according to the plans of Auguste Perret after the Second World War (ii and iv, 2005), to mention a few. In Chile or Argentina this also occurs. They recognize them selves with a more traditional heritage combined with the natural. In Chile,only the Humberstone and Santa Clara saltpeter works (ii, iii and iv, 2005) and the mining town of Sewell (iv, 2006) were inscribed. In Argentina, the small work, the house of Dr. Curutchetby by Le Corbusier, is contemporary expression with universal value, after failed operations such as La Plata, urban planning that occurred at the end of the nineteenth century before the Modern Movement. However, in America, the situation is more decisive and beneficial in other countries. Thus, two modern campuses were recognized: the University City of Caracas (i and iv, 2000) by Villanueva, and the Autonomous University of Mexico (i, ii and iv, 2007). If we review the contribution from Brazil to the World Heritage List, in which the country has a considerable representation of traditional urbanism, considering contemporary urban planning, Brasilia (DF) by Costa and Niemeyer (i and iv, 1987) is one of the few examples of contemporary town planning on the list,with great anticipation of American dynamic for this type of recognition8. More recently, the inscription of the cultural landscape of Rio de Janeiro (RJ) (v and vi, 2012) presupposes an appreciation of a significant interaction between the natural setting of the mountain, sea and urban development, qualified with the design of public space. As for urban development, special mention must be made to the work of Burle Marx and the role of lifestyles and creative action of the carioca metropolis. But, according to recent Istanbul agreements, from a different point of view than the work of Le Corbusier, there is another Brazilian case. The Pampulha in Belo Hori-

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

5-27

|

Janei ro-Junho 201 6


|

16

editorial

FIGURE 1 — Building of the Supreme Court (SupremoTribunal Federal), Brasília (DF). Fonte: Authors (2014)

zonte (MG) by Niemeyer and Burle Marx (i, ii and iv, 2016), an ensemble that configures significant urban landscapes, confirms the enormous cultural projection achieved by contemporary works in the country. The two nominees for Istanbul and before for Brasilia (DF) were awarded to the works of the master (Le Corbusier) and follower (Niemeyer) with two shared criteria and adifferent one with distinct heritage protection dynamics that mark the cities in different ways. In Rio de Janeiro, we can find the example of the Capanema ministerial buil­ ding, which synthesizes the work of Costa and Niemeyer and colleagues, and the direct corbusian designs/input, shades of modernity to be recognized internationally, with the expectation that the situation of the building allows its nomination. Architects, urban planners and landscapers such as Reidy, Costa, Niemeyer, Burle Marx, Vilanova Artigas, Bo Bardi, Bratke, Mendes da Rocha ... few countries have so many talents with so many contemporary examples that could become heritage9… Finally, the need to contribute to maximum recognition of modern heritage is well represented on the World Heritage List and the complexity that the modern city offers in places other than in Europe or North-America as the social-urban experimentation in these continents gave in to the esthetic power of formal solutions. Locations such as the White City in Tel Aviv, Israel (ii and iv, 2003), the Brazilian examples in Brasilia (DF) (i and iv) in 1987, and the Pampulha ensemble (i, ii and iv, 2016) seem to be more socially impregnated — not without contradictions — and more decidedly

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

5-27

|

Jan eir o- Ju n h o 2016


ed itor ial

|17

FIGURE 2 — Gustavo Capanema Palace, Rio de Janeiro (RJ). Fonte: Authors (2014).

characterized by the rapid acceleration that modern times induce over a more agile setting of current urban complexities. The recognition in America, a symbol of novelty, is given special focus in view of urban emergencies elsewhere, such as the Asian cities, not to mention the late-colonial examples (Lutyens’ proposal for Delhi, India, or the city of Casablanca in Morocco under French domination). It is time to broaden the qualities of the significant architectural and urban achievements in Latin America, not only due to the exceptionality of these countries, but because of their identity-rich areas. These cities must belong to all, increasing their heritage qualities and working on management to build more fair and balanced cities in view of the polarity of the idea of order and technological escape such as disregarding the city, as foreseen by Paolo Sica (SICA, 1970, p.336), in the current scenario by the gradual impact of social dynamics. The inscription of ancient monuments has also been approved in Istanbul. One of them, six thousand years old, is the Andalusian site of dolmens of Antequera (Spain). Le Corbusier visited the dolmen of Menga in 1950, when he wrote “À mes ancêtres” in the guestbook. The American urban modern properties recognized by UNESCO are exemplary messages, not so much for our ancestors, but, fundamentally, for our successors.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

5-27

|

Janei ro-Junho 201 6


|

18

editorial

Notes 1. The Exceptional Universal Value of a property will at least have to comply with some of the 10 selection criteria established by the Committee (UNESCO, 2011, p.36). The criteria are: n Criterion (i):

Represents a masterpiece of human creative genius.

n Criterion (ii): Exhibits an important interchange of human values during a fixed period of time or

in a specific cultural area, in the development of architecture or technology, monumental arts, townplanning, landscape design. n Criterion

(iii): To bear a unique or at least exceptional testimony to a cultural tradition or to a civilization which is living or which has disappeared.

n Criterion

(iv): Be an outstanding example of a type of building, architectural or technological ensemble or landscape which illustrates one or more significant periods in human history.

n Criterion (v): Be an outstanding example of habitat or traditional human settlement or land use

which is representative of a culture or cultures, especially when it has become vulnerable under the effects of irreversible changes. n Criterion

(vi): Be directly or tangibly associated with events or living traditions, with ideas or beliefs, and with artistic and literary works of outstanding universal significance. (The Committee considers that this criterion alone justifies the fact that it is written on the list in exceptional circumstances and with the use in conjunction with the other cultural or natural criteria).

n Criterion (vii): Represents natural phenomena or comprises of areas of natural beauty and excep-

tional aesthetic significance. n Criterion

(viii): Be outstanding examples representing the different periods of Earth’s history, including the register of evolution, significant ongoing geological processes, of the development of land shapes, or of significant geomorphic or physiographic elements.

n Criterion (ix): Be outstanding examples representing significant ongoing ecological and biological

processes in the evolution and development of the ecosystems and the communities of vegetation and terrestrial, aquatic, coastal and marine animals. n Criterion (x): Contains the most important and representative natural habitats for in-situ conser-

vation of biological diversity, including those that shelter endangered species that are of exceptional universal value from the scientific or conservation point of view. 2. It involves a narrated relationship (Báez, 2012, p.103). 3. This is in the WORLD HERITAGE COMMITTEE agenda. Fortieth session. Istanbul, Turkey, 10-20 July 2016, in the item 8B. Nominations to the World Heritage List. UNESCO (2016, p.3). 4. See the views of Françoise Choay in this regard (1980, p.319). 5. In the European context, the precedents of modernity such as art nouveau, secessionist and modernist art must be considered, along with the Belgium case of Victor Horta’s four houses (i, ii and iv, 2000) and the Palacio Stoclet (i and ii, 2009) all buildings of Brussels, or the works of Catalan modernism in Spain: two buildings by Doménech and Montaner (i, ii and iv in 1997) and seven by Gaudí (i, ii and iv, 1984 and 2005). 6. The said program dedicated to the XIX and XX century heritage can be found online at: <http:// whc.unesco.org/en/modernheritage/>. 7. In Spain one depends on the National Conservation Plan of Cultural Heritage of the XX century, which was based on the Madrid Document, an international reference approved by ICOMOS as “Conservation Criteria of Architectural Heritage of the XX Century, Madrid Document of 2011” after the International Conference “Intervention Criteria for the Architectural Heritage of the XX Century — CAH 20thC”. Online: http://ipce.mcu.es/pdfs/PNSigloXX.pdf. For Andalusia, see the Andalusian Register of Contemporary Architecture case (IAPH, 2012).

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

5-27

|

Jan eir o- Ju n h o 2016


ed itor ial

|19

8. In the list of Brazilian historical centers and urban areas such as OuroPreto (i y iii, 1980), Olinda (ii y iv, 1982), San Salvador of Bahia (iv y vi, 1985), São Luis (ii, iv and v, 1997), Diamantina (ii and iv, 1999), Goiás (ii and iv, 2001) or the São Francisco Square in São Cristovão (ii and iv, 2010) there is a considerable amount historical centers within the group of declarations carried out in the entire international scene, and that have to be studied as a whole. 9. In Niemeyer’s case, there is the outstanding presence of his work in Europe, including the Corbusian quarter.

REFERENCES BÁEZ, F. Las maravillas perdidas del mundo: breve historia de las grandes catástrofes de la civilización. Ciudad de México: Océano, 2012. CHOAY, F. La règle et le modèle. Sur la théorie de l’architecture et de l’urbanisme. París: Seuil, 1980. INSTITUTO ANDALUZ DE PATRIMÔNIO HISTÓRICO. Cien años de arquitectura en Andalucía: el registro Andaluz de Arquitectura Contemporánea, 1900-2000. Sevilla: Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 2012. Available at: <http://www.iaph.es/web/canales/publicaciones/cuadernos/ eph-cuadernos/>. Accessed: Jul. 22, 2016. ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA.

Elaboración de propuestas de inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial. París: Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO y otros, 2011. Available at: <http://whc.unesco.org/en/activities/643/>. Accessed: Jul. 22, 2016. SICA, P. L’immaginedellacittà da Sparta a Las Vegas. Bari: Laterza, 1970. UNITED NATIONS EDUCATIONAL, SCIENTIFIC AND CULTURAL ORGANIZATION. Convention

concerning the protection of the world cultural and natural heritage. In: WORLD HERITAGE CENTRE, 40., 2016, Istanbul. Available at: <http://whc.unesco.org/archive/2016/whc16-40com-8B-en.

pdf>. Accessed: Jul. 22, 2016.

MARÍA TERESA PÉREZ CANO | Universidad de Sevilla | Escuela Técnica Superior de Arquitectura | Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio | Sevilla, España. EDUARDO MOSQUERA ADELL | Universidad de Sevilla | Escuela Técnica Superior de Arquitectura | Departamento de Historia, Teoría y Composición Arquitectónicas | C/S. Fernando, 4, C.P., 41004, Sevilla, España | Correspondencia a nombre de/Correspondence to: E.M. ADELL | E-mail: <emosquera@us.es>.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

5-27

|

Janei ro-Junho 201 6


|

20

editorial

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

5-27

|

Jan eir o- Ju n h o 2016


EDITORIAL

A CONTEMPORANEIDADE RECONHECIDA. ARQUITETURA, CIDADE E PAISAGEM NA LISTA DO PATRIMÔNIO MUNDIAL: UM PROCESSO ABERTO MARÍA TERESA PÉREZ CANO, EDUARDO MOSQUERA ADELL

É muito recente a última reunião do Comitê do Patrimônio Mundial da Organização das Nações Unidas para a Educação, Ciência e Cultura (Unesco), celebrada em Istambul, de 10 a 20 de julho de 2016. Reflexo dos tempos em que vivemos marcados pela divisão social e cultural, são efeitos contraditórios da globalização, que induziu profundos desequilíbrios e os atos violentos que ocorreram durante a mesma, causados por conflitos já conhecidos por todos. Nessa reunião, a de número 40, foi possível a inscrição de 21 sítios na Lista do Patrimônio Mundial, confirmação institucional de sua perfeição. Destes, 12 têm excelência por seu caráter cultural como obras de pessoas, 6 correspondem a patrimônios produtos da atividade da natureza e 3 são sítios de caráter misto, isto é, resultados da conjunção da ação humana e dos processos naturais. Valores universais excepcionais, amparados em algum ou vários dos critérios estabelecidos nas Diretrizes Práticas (parágrafo 77), onde [...] se definem dez critérios de inscrição na Lista do Patrimônio Mundial. Os critérios (i) a (vi) se referem ao patrimônio cultural, cujos bens são avaliados pelo ICOMOS e os critérios restantes, do (vii) ao (x), se referem ao patrimônio natural, cujos bens são avaliados pela UICN. Ainda que muitos bens somente cumpram critérios naturais ou culturais, os bens mistos satisfazem critérios de ambos os tipos. As propostas de inscrição dos bens mistos são avaliadas conjuntamente pela UICN e o ICOMOS1.

Tais valores têm motivado que durante essas reuniões a lista seja acrescida de forma significativa, amparada na pretensão estatutária de universalidade. Um ponto de reflexão que aqui podemos colocar é que, sem dúvida, cada passo nessas decisões reflete sintomaticamente sucessivos acordos políticos. Mas também devemos nos perguntar sobre a evolução do que vem sendo entendido como Patrimônio Cultural e Natural e como este patrimônio tem sido altamente considerado no mundo que habitamos. Para isso, tem-se obtido um complexo consenso, que mescla procedimentos

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

5-27

|

Janei ro-Junho 201 6


|

22

editorial

característicos de organismos oficiais – os quais abarcam desde a escala próxima até a mundial – com a combinação de progressivas aspirações de âmbitos locais e globais da UNESCO e com as aprovações ou críticas de organizações especializadas, de especialistas, estudiosos e da sociedade civil. Se partíssemos de uma visão retrospectiva, compreenderíamos a lista como a mais humana e ansiada representação de determinados marcos da cultura. Uma dinâmica que parte daquelas – bem arcaicas – Sete Maravilhas do Mundo Antigo. Uma relação definida a partir de Antípatro de Sidón para uns e, para outros, baseada em Filón de Bizancio 2, este último vinculado à cidade onde precisamente agora se aprovou a inclusão de novos integrantes em nossa lista moderna. Istambul, que antes foi Constantinopla e Bizâncio, é uma cidade de encontro entre civilizações, um enclave que atua como elo entre dois continentes, Ásia e Europa, uma urbe de poderosa cronologia constituída por ricos estratos, formados pelas marcas de sucessivas épocas e culturas. E, com esse modo de compreender o que uma cidade como Istambul exemplarmente representa, bem como sua dimensão patrimonial tão exigente por sua complexidade histórica e cultural, poderíamos vislumbrar se estamos evoluindo no que se refere ao Patrimônio Cultural, se realmente nossa lista está se enriquecendo na medida de novas exigências sobre a arquitetura, a cidade, o território e as paisagens e seu tratamento e repercussão nos tecidos sociais afetados. Convém destacar alguns fatores da última reunião, relativos fundamentalmente ao peso que a arquitetura contemporânea está adquirindo na citada lista. É o caso do papel desempenhado, em parte, pelo reconhecimento da obra do arquiteto Frank Lloyd Wright nos Estados Unidos da América, através da inclusão na Lista de uma série de seus edifícios. Uma decisão que foi adiada finalmente3 e que se somaria ao correspondente reconhecimento de Le Corbusier, representado por alguns de seus edifícios localizados em três continentes e sete países – Alemanha, Argentina, Bélgica, França, Índia, Japão e Suíça – que foi materializado com base nos critérios i, ii e vi. Todo um esforço para elevar à máxima categoria de proteção patrimonial a obra de arquitetos que lideraram a modernização à escala global. Inscrições formuladas a partir de uma perspectiva norte-americana, por um lado e, por outro, mais expansiva, embora com clara raiz europeia, que podemos apreciar como uma espécie de validação dos discursos canônicos sobre a modernidade arquitetônica e seus grandes mestres, agora reconhecida através de edifícios e não tanto por sua repercussão urbana. Bastaria recordar esse outro perfil de ambos os arquitetos, com a “nappe blanche” corbusiana e a radical eliminação do “marco construído atual” que Wright chegou a formular4. Os edifícios corbusianos se unem assim a uma série de influentes referências arquitetônicas modernas, protegidas individualmente, como é o caso eurocêntrico de obras como a Casa Schröder (i e ii, 2000), de Rietveld; a Casa Tugendhat, de Mies van der Rohe (ii e

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

5-27

|

Jan eir o- Ju n h o 2016


ed itor ial

|23

iv, 2001), na República Checa; o Salão do Centenário, de Max Berg (i, ii, e iv, 2006), em Wroclawn na Polônia; a Faguswerk (ii e iv, 2011), um complexo fabril na Alemanha, obra de Walter Gropius e a fábrica holandesa Van Nellefabriek (ii e iv, 2014), de Brinkmann e Van der Vlugt, além da emblemática e pioneira inscrição da grande fábrica da criação moderna: a Bauhaus e suas sedes em Weimar (três edifícios) e Dessau (a escola e as casas dos professores) (ii, iv e vi, 1996)5. Uma experiência que não está alheia à atividade da organização internacional DoCoMoMo que, desde 2001, junto com o Centro do Patrimônio Mundial da UNESCO e o ICOMOS, estabeleceram o Programme on Modern Heritage6. Autores como Jukka Jokilehto, Fabio Grementieri e Francesco Bandarin têm produzido artigos a respeito no Docomomo Journal. Nesse sentido, o ICOMOS se pronunciou em 2011 sobre a conservação do patrimônio do século XX, um tema diretamente relacionado7. Não há muitos edifícios singulares protegidos assim fora do continente europeu. Apenas no México, a casa estúdio de Luis Barragán (i e ii, 2004) e, na Austrália, a ópera de Sidney (i, 2007), do dinamarquês Utzon. Na Europa e América do Norte, mais propensas a ver a modernidade sob a perspectiva neomonumental, encontramos poucas aberturas a realizações contemporâneas mais extensas que se somem aos numerosos centros históricos incluídos na Lista do Patrimônio Mundial. No máximo os tecidos industriais. Há, portanto, uma clara dificuldade de se reconhecer o ativo modernizador de determinados processos de urbanização. Nem sequer as novas cidades soviéticas, por exemplo, aparecem reconhecidas. Ao buscar-se um sentido mais coletivo, clarificador da nova ordem urbana, tão característico da modernidade, realmente são escassos os reconhecimentos. Na Europa, temos um espaço público, o Cemitério do Bosque – Skogskyrkogården – na Suécia (ii e iv, 1994), de Asplund e Lewerentz; o caso de seis conjuntos de habitações sociais (siedl­ ungen) em Berlim (ii e iv, 2008), com obras de Gropius, Bruno Taut ou Martin Wagner e as reconstruções da cidade francesa de Le Havre após a Segunda Guerra Mundial, por Auguste Perret (ii e iv, 2005). Em países como Chile ou Argentina isso também ocorre. Reconhecem-se com um patrimônio mais tradicional, aliado ao natural. Apenas no Chile os industriais, como as salitreiras Humberstone e Santa Clara (ii, iii e iv, 2005) e o acampamento mineiro Sewell (iv, 2006), foram inscritos. Na Argentina, somente uma pequena obra, a casa do doutor Curutchet, justamente de autoria de Le Corbusier, é expressão contemporânea com pretensão de valorização universal, após frustradas operações como La Plata, obra de um urbanismo de final do XIX anterior ao do Movimento Moderno. No entanto, na América, o panorama é mais decidido e frutífero em outros países. Assim, foram reconhecidos dois campi universitários modernos: a Cidade Universitária de Caracas (i e iv, 2000), de Villanueva e o da Autônoma do México (i, ii e iv, 2007). Se revisarmos a contribuição do Brasil à Lista do Patrimônio Mundial, onde esse país tem uma considerável representação do urbanismo tradicional, agora considerando a

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

5-27

|

Janei ro-Junho 201 6


|

24

editorial

FIGURA 1 — Edifício do Supremo Tribunal Federal, Brasília (DF). Fonte: Foto dos autores (2014).

urbanística contemporânea, veríamos em Brasília (i e iv, 1987) um dos escassos exemplos de urbanismo contemporâneo da Lista, com Costa e Niemeyer como principais autores, como uma grande antecipação da dinâmica americana desse tipo de reconhecimento8. Mais recentemente, a inclusão da paisagem cultural do Rio de Janeiro (v e vi, 2012) pressupõe a valorização de uma interatividade considerável entre o cenário natural — da montanha ao mar — e o desenvolvimento urbano, qualificado com o desenho do espaço público. Com especial menção, nesse último caso, à obra de Burle Marx e o protagonismo dos modos de vida e ação criativa atuais da urbe carioca. Porém, nos últimos acordos de Istambul, encontramos o reconhecimento de um caso brasileiro sob um ponto de vista diferente daquele em relação à obra de Le Corbusier. O de Pampulha, em Belo Horizonte, com trabalhos de Niemeyer e Burle Marx (i, ii e iv, 2016), com peças que configuram significativas paisagens urbanas, que vêm confirmar a enorme projeção cultural alcançada pela contemporaneidade nesse país. As duas decisões, a de Istambul e antes, a de Brasília, foram para o mestre (Le Corbusier) e o seguidor (Niemeyer), com dois critérios compartilhados e um diferenciado, em dinâmicas bem distintas de proteção de fatos patrimoniais, e que marcam as cidades de formas bem diversas. Na urbe carioca, encontraríamos o exemplo do ministerial edifício Capanema, que sintetizaria na obra de Costa, Niemeyer e seus colaboradores, mais os diretos influxos corbusianos, outros matizes da modernidade por reconhecer nesse nível mundial que, espera-se, sejam efetivados quando a situação do edifício o possibilite.

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

5-27

|

Jan eir o- Ju n h o 2016


ed itor ial

|25

FIGURA 2 — Edifício Gustavo Capanema, Rio de Janeiro (RJ). Fonte: Foto dos autores (2014).

Arquitetos, urbanistas e paisagistas como Reidy, Costa, Niemeyer, Burle Marx, Vilanova Artigas, Bo Bardi, Bratke, Mendes da Rocha... É preciso reconhecer que poucos países reúnem tantos criadores com tantas realizações contemporâneas patrimonializáveis9... Ao final, permanece sempre a necessidade de acrescer contribuições para que o reconhecimento máximo do legado da modernidade esteja bem representado na Lista do Patrimônio Mundial e o faça com a complexidade que a cidade moderna exige, em cenários não necessariamente europeus ou norte-americanos, pois nesses últimos a experimentação sociourbana cedeu diante do poder estetizante das soluções formais. Lugares como a Cidade Branca de Tel Aviv, em Israel (ii e iv, 2003), como os citados casos brasileiros de Brasília (i e iv), em 1987, e o conjunto de Pampulha (i, ii e iv, 2016) revelam resultados mais impregnados socialmente – não sem contradições – e mais decididamente marcados pela aceleração que os tempos modernos têm induzido, sobre uma configuração mais ágil dos níveis próprios das complexidades urbanas atuais. Os reconhecimentos na América, emblemas de sua novidade, apresentam-se com especial clareza frente às emergências urbanísticas em outros lugares do mundo, caso das cidades asiáticas, sem esquecer as evocações tardo-coloniais (a proposta de Lutyens para Delhi na Índia ou a cidade de Casablanca no Marrocos sob domínio francês). É tempo de seguir aprofundando as qualidades das realizações significativas da arquitetura e do urbanismo da América Latina, não apenas pela excepcionalidade em seus próprios países,

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

5-27

|

Janei ro-Junho 201 6


|

26

editorial

pois constituem uma apreciada marca identitária ao mundo. Essas cidades têm que ser de todos, potencializando suas qualidades patrimoniais e trabalhando sobre sua gestão para modelar cidades mais justas e equilibradas frente à polaridade da ideia de ordem e da fuga tecnológica, como evasões do pensamento sobre a cidade, que Paolo Sica já previa há muito tempo (SICA, 1970, p.336), em um cenário atual, aos poucos, tão transbordado pelas dinâmicas sociais. Em Istambul também foi aprovada a inclusão de monumentos muito antigos. Um deles, o conjunto andaluz de dolmens de Antequera (Espanha), de mais de seis mil anos. Pelo dólmen de Menga passou Le Corbusier precisamente em 1950, onde deixou escrito no livro de visitas: “À mes ancêtres”. As realidades modernas urbanas da América, hoje reconhecidas pela UNESCO, são mensagens exemplares, não tanto para nossos antepassados, mas sim, fundamentalmente, para nossos sucessores.

NOTAS 1. O valor Universal Excepcional de um bem deverá corresponder pelo menos a alguns dos 10 critérios de seleção estabelecidos pelo Comitê (UNESCO, 2011, p.36-56). Os critérios são: n Critério (i): representar uma obra prima do gênio criativo humano. n Critério (ii): ser a manifestação de um intercâmbio considerável de valores humanos durante um determinado período ou em uma área cultural específica, no desenvolvimento da arquitetura ou da tecnologia, das artes monumentais, da planificação urbana, do desenho paisagístico. n Critério (iii): representar um testemunho único ou pelo menos excepcional de uma tradição cultural ou de uma civilização que continua viva ou que desapareceu. n Critério (iv): ser um exemplo relevante de um tipo de construção, de um conjunto arquitetônico ou tecnológico, ou de paisagem que ilustre uma ou mais etapas significativas da história da humanidade. n Critério (v): constituir um exemplo relevante de hábitat ou estabelecimento humano tradicional ou de uso da terra, que seja representativo de uma cultura ou de culturas, especialmente se estiverem vulneráveis aos efeitos de mudanças irreversíveis. n Critério (vi): estar associado diretamente ou visivelmente com acontecimentos ou tradições vivas, com ideias ou crenças com obras artísticas ou literárias de significado universal excepcional (o Comitê considera que este critério só justifica a inscrição na Lista em casos excepcionais e em aplicação conjunta com outros critérios culturais ou naturais). n Critério (vii): representar fenômenos naturais ou constituir áreas de uma beleza natural e importância estética excepcionais. n Critério (viii): ser exemplo relevante ou representativo dos diferentes períodos da história da Terra, incluindo o registro da evolução, dos processos geológicos significativos em curso, do desenvolvimento das formas terrestres, ou de elementos geomórficos ou fisiográficos significativos. n Critério (ix): ser exemplo eminentemente representativo de processos ecológicos e biológicos em curso na evolução e desenvolvimento dos ecosistemas e as comunidades de vegetais e animais terrestres, aquáticos, litorâneos e marinhos. n Critério (x): conter os hábitats naturais mais importantes e mais representativos para a conservação in situ da diversidade biológica, incluindo aqueles que reúnam espécies ameaçadas as quais possuam um valor universal excepcional do ponto de vista da ciência ou da conservação. 2. Trata-se de uma relação narrada (BÁEZ, 2012, p.103-104). 3. Assim consta na agenda do World Heritage Committee, 40th session (UNESCO, 2016, p.3). 4. Ver as considerações de Françoise Choay a respeito (1980, p.319).

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

5-27

|

Jan eir o- Ju n h o 2016


ed itor ial

|27

5. No contexto europeu é necessário somar os precedentes da modernidade como o mundo art nouveau, secessionista e modernista como o caso belga de quatro casas de Victor Horta (i, ii e iv, 2000) e o Palácio Stoclet (i e ii, 2009), todos de Bruxelas, ou as obras do modernismo catalão na Espanha: dois edifícios de Doménech i Montaner (i, ii e iv, em 1997) e sete de Gaudí (i, ii e iv, 1984 e 2005). 6. Esse programa, dedicado ao patrimônio dos séculos XIX e XX, pode ser consultado em: <http:// whc.unesco.org/en/modernheritage/>. 7. Na Espanha, conta-se com o Plan Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del siglo XX, que se apoia no Documento de Madrid, referência internacional e aprovado pelo ICOMOS como “Criterios de Conservación del Patrimonio Arquitectónico del Siglo XX, Documento de Madrid 2011” após a Conferência Internacional “Criterios de Intervención para el Patrimonio Arquitectónico del Siglo XX — CAH 20thC” . Disponível em: <http://ipce.mcu.es/pdfs/PNSigloXX.pdf>. Para Andaluzia, ver o caso do “Registro Andaluz de Arquitectura Contemporánea” (IAPH, 2012). 8. Na lista de centros históricos e áreas urbanas do Brasil, como Ouro Preto (MG) (i e iii, 1980), Olinda (PE) (ii e iv, 1982), Salvador (BA) (iv e vi, 1985), São Luis (MA) (ii, iv e v, 1997), Diamantina (MG) (ii e iv, 1999), Goiás (GO) (ii e iv, 2001) ou a Praça de São Francisco, em São Cristovão (SE) (ii e iv, 2010). convive uma quantidade considerável de centros históricos dentro do conjunto de declarações realizadas em todo o cenário internacional e que deveriam ser estudados em seu conjunto. 9. No caso de Niemeyer, acrescente-se a destacada presença de sua obra na Europa, inclusive a a do feudo corbusiano.

REFERêNCIAS BÁEZ, F. Las maravillas perdidas del mundo: breve historia de las grandes catástrofes de la civiliza-

ción. Ciudad de México: Océano, 2012. CHOAY, F. La règle et le modèle. Sur la théorie de l’architecture et de l’urbanisme. París: Seuil, 1980. INSTITUTO ANDALUZ DE PATRIMÔNIO HISTÓRICO. Cien años de arquitectura en Andalucía: el registro Andaluz de Arquitectura Contemporánea, 1900-2000. Sevilla: Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 2012. Disponível em: <http://www.iaph.es/web/canales/publicaciones/cuadernos/eph-cuadernos/>. Acessado em: 22/07/2016. ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA.

Elaboración de propuestas de inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial. París: Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO y otros, 2011. Disponível em: <http://whc.unesco.org/en/activities/643/>. Acessado em: 22/07/2016. SICA, P. L’immagine della città da Sparta a Las Vegas. Bari: Laterza, 1970. UNITED NATIONS EDUCATIONAL, SCIENTIFIC AND CULTURAL ORGANIZATION. Convention concerning the protection of the world cultural and natural heritage. In: WORLD HERITAGE CENTRE, 40., 2016, Istanbul. Disponível em: <http://whc.unesco.org/archive/2016/whc16-40com-8B-en.pdf>. Acessado em: 22/07/2016.

MARÍA TERESA PÉREZ CANO | Universidad de Sevilla | Escuela Técnica Superior de Arquitectura | Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio | Sevilla, España. EDUARDO MOSQUERA ADELL | Universidad de Sevilla | Escuela Técnica Superior de Arquitectura | Departamento de Historia, Teoría y Composición Arquitectónicas | C/S. Fernando, 4, C.P., 41004, Sevilla, España | Correspondencia a nombre de/Correspondence to: E.M. ADELL | E-mail: <emosquera@us.es>.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

5-27

|

Janei ro-Junho 201 6


|

28

editorial

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

5-27

|

Jan eir o- Ju n h o 2016


O DESENHO E O PROCESSO DE CRIAÇÃO JOSÉ ROBERTO MERLIN

A palavra desenho ao aludir a distintos conceitos, torna complexa a tarefa de discerni-los. Lucio Costa nos impele a conjecturas mais claras quando classifica três tipos: desenho de criação, desenho de observação e desenho técnico. De forma semelhante, a etimologia inglesa reforça esta ideia ao concitar distintas concepções, dentre as quais podem ser elencadas: design — relacionado com os conhecimentos e informações apensados ao pensamento criativo com poder de síntese, drawing — relacionado à expressividade artística e à compreensão dos mecanismos plásticos agregados a arte e draft — relacionado às ordens necessárias para a produção, vinculando-se a fatores de caráter eminentemente técnico, apresentando-se com escala, precisão e mesmo com textos complementares. Desenhos são rastros do pensamento materializados pelos traços. São instrumentos de pesquisa, contemplação e proposição. Seu aparecimento permitiu ao homem estruturar um mundo imaterial e intelectual, dilatando uma linguagem extra-corpo para além dos órgãos dos sentidos, fruto da inteleção e da intuição, permitindo registrar eventos que perenizam o tempo, diferenciando o homem dos outros animais. Alguns desenhistas constroem imagens que se interpõem pelas três tipologias citadas com naturalidade e fluidez, resultando em traços de marca própria, reveladoras de sua personalidade, cultura e competência. São artistas cuja intuição torna inseparáveis as funções precípuas de cada tipo de desenho e flanam de forma misteriosa pelo desconhecido. O desenho do projeto é algo misterioso, petrifica o tempo, tornando-se instrumento daquilo que os psicólogos chamam de “memória mediada”, induzindo em tempos posteriores lembranças do momento da criação daquele traço. Ao desenhar o pensamento, a percepção e a memória se complementam envolvendo o corpo todo, embora incitem especialmente o gesto, o olhar e o pensamento. O olhar medeia as relações pensamento-gesto, mas nem sempre o gesto segue estritamente o pensamento. Há quem diga que os dedos possuem pequenos cérebros que interferem diretamente no processo de criação através do croqui! Nestes 20 anos de parceria com Caetano de Lima em sala de aula, foi possível aprender todas as nuanças de seu desenho e sua forma própria de criar e revelar formas arquitetônicas. Verificar que seu desenho fala pelo traço, pela espessura, pela composição, pela hierarquia, pela cor, por tantas outras qualidades, mas, sempre procurando “PRESENTAR”. Em seus desenhos de criação não há “RE-PRESENTAÇÃO” ou seja, não se retomam símbolos já conhecidos, desgastados. Há apenas “PRESENTAÇÃO”, ou seja, a busca do novo, criado e elaborado de forma a vicejar novos significados. Seus desenhos

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

29-49

|

Janei ro-Junho 2016


|

30

O D E S E N H O E O P ROC E S S O DE C RIA Ç Ã O

|

J.R. M er lin & J.C. Li ma Fi l ho

denotam uma abstração distinta da corriqueira, parte de outras concepções como se houvesse um “raciocínio selvagem”. Nota-se a mesma qualidade no traço do lápis ou no computador, no iped ou na mesa digital. Parece haver uma historiografia do traço em qualquer instrumento de trabalho! Algo admirável, autoexplicativo! Caetano de Lima fala do desenho como instrumento que induz à sua total concentração evitando a dispersão de ideias que ele chama, metafórica e carinhosamente, de “macaquinhos” — ideias a pulular de árvore em árvore. Costuma dizer “quando desenho, uma forte concentração invade meu corpo todo, fazendo com que, de uma tremida de mão, apareçam traços que abrem uma infinidade de possibilidades para a PRESENTAÇÃO”. Entende que o desenho como instrumento precisa ser eficiente para garantir a concentração do autor e que o desenho digitalizado, ao requerer operações próprias para fazer vicejar o traço, se torna altamente dispersivo, desviando a atenção para novas ideias, muito embora novos instrumentos tecnológicos estejam simplificando e agilizando o processo. Caetano entende que o arquiteto deve dominar os diferentes tipos de desenhos e sempre buscar relações inusitadas e íntimas em sua parceria com o desenho: “só gosto do desenho quando ele me presenteia com alguma novidade”. Assevera que, se o desenho não oferece algo novo, deve estar apenas “RE-PRESENTANDO”, pouco significando como indutor da criação. Ao interpor qualidades plásticas em cada traço, faz dos desenhos obras que incitam ao deleite estético, aproximando de forma irrefutável o oficio do arquiteto ao campo das artes! JOSÉ ROBERTO MERLIN | Pontifícia Universidade Católica de Campinas | Faculdade de Arquitetura e Urbanismo | Programa de Pós-Graduação em Urbanismo | Rod. Dom Pedro I, Km 136, Pq. das Universidades, 13086-900, Campinas, SP, Brasil | E-mail: <jrmerlin@puc-campinas.edu.br>.

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

29-49

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


O DESEN H O E O PRO CESSO DE CRIAÇÃO

|

J.R . Merl i n & J.C. Li ma Fi l ho

|31

DRAWING AND THE PROCESS OF CREATION JOSÉ ROBERTO MERLIN

When associating the word ‘drawing’ with different concepts, it becomes a complex task to discern them. Lucio Costa makes it clearer when he classifies the three following types of drawing: creative drawing, observation drawing and technical drawing. Similarly, the English etymology reinforces the idea when providing distinct concepts, such as: design — related to knowledge and information together with creative thinking with power of synthesis; drawing — related to artistic expression and understanding of the plastic mechanisms connected to art; and draft — related to the necessary orders for production, associated with highly technical factors, such as scale, precision and even supplementary texts. Drawings are evidence of thought materialized in strokes. They are tools for research, contemplation and proposition/hypothesis. The development of drawing allowed man to structure the immaterial and intellectual world, expanding body language beyond the sense organs, the result of intellection and intuition, allowing events to be recorded, distinguishing man from other animals. Some artists draw images that belong to the three types of drawing with naturalness and fluidity, resulting in personal strokes that reveal their personality, culture and competence. The intuition of these artists becomes inseparable from the primary functions of each type of drawing and mysteriously drifts through the unknown. Drawing a project is mysterious, petrifies time, making it an instrument of what psychologists call ‘mediated memory’, inducing memories of the time of creation. When drawing thought, perception and memory involve the whole body, but it especially stimulates gesture, vision and thought. Vision mediates thought-gesture relations, but gesture does not always follow thought. Some say that the fingers have small brains that directly interfere in the creative process when sketching! After 20 years of partnership with Caetano de Lima in the classroom, I learnt all the nuances of his drawings and his own way of creating and revealing architectural forms. His drawings speak through the thickness, composition, hierarchy, color of his strokes, and so many other qualities, but he always seeks to offer them as a “PRESENT”. In his creative drawings there is no “RE-PRESENTATION” i.e., he uses no repeated, known, worn down symbols. There is only “PRESENTATION”, i.e. the search for the new, created and developed to render new meanings. His drawings show a distinct abstraction of the ordinary, part of other concepts as if there was “wild thinking”. One can observe the same quality in the strokes either when he uses the pencil, computer, Ipad or a digital tablet. There seems to be a historiography of the strokes on any working tool! It is simply admirable, self-explanatory!

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

29-49

|

Janei ro-Junho 2016


|

32

O D E S E N H O E O P ROC E S S O DE C RIA Ç Ã O

|

J.R. M er lin & J.C. Li ma Fi l ho

Caetano de Lima speaks of drawing as a tool that leads to total concentration to prevent the dissipation of ideas that he calls, metaphorically and affectionately of “little monkeys” — ideas jumping from tree to tree. He says that when he is drawing “a high level of concentration pervades my whole body, causing my once shaky hand to draw lines that can open infinite possibilities for ‘PRESENTATION’”. He believes that drawing is a tool that needs to be efficient to ensure the author’s concentration while digitized drawing, as it requires specific operations to achieve the strokes, becomes highly dispersive, diverting attention to new ideas, even though new technological tools are simplifying and streamlining the process. Caetano believes that the architect must master different types of drawing techniques and must seek unusual and intimate relationships together with design: “I like the drawing when it presents me with any novelty”. He states that if the drawing does not offer him something new, it must be only “RE-PRESENTING”, meaning little as the cause for creation. By bringing plastic qualities to each stroke, he makes the drawings incite aesthetic delight, irrefutably approximating the architect to the field of arts! JOSÉ ROBERTO MERLIN | Pontifícia Universidade Católica de Campinas | Faculdade de Arquitetura e Urbanismo | Programa de Pós-Graduação em Urbanismo | Rod. Dom Pedro I, Km 136, Pq. das Universidades, 13086-900, Campinas, SP, Brasil | E-mail: <jrmerlin@puc-campinas.edu.br>.

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

29-49

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


O DESEN H O E O PRO CESSO DE CRIAÇÃO

|

J.R . Merl i n & J.C. Li ma Fi l ho

|33

EL DIBUJO Y EL PROCESO CREATIVO JOSÉ ROBERTO MERLIN

Al aludir a diferentes conceptos, la palabra dibujo hace que la tarea de discernirlos sea compleja. Lucio Costa nos impele a conjeturas más claras cuando clasifica tres tipos: dibujo de creación, dibujo de observación y diseño técnico. En forma similar, la etimología inglesa refuerza esta idea al concitar distintas concepciones, entre las cuales pueden catalogarse: design — relacionado con los conocimientos e informaciones vinculados al pensamiento creativo con poder de síntesis, drawing — asociado a la expresividad artística y la comprensión de los mecanismos plásticos agregados al arte y draft — perteneciente al orden necesario para la producción, vinculado a factores de carácter eminentemente técnico, el cual se presenta con escalas y precisión e incluso con textos complementarios. Los dibujos son rastros del pensamiento materializados a través de los trazos. Son instrumentos de investigación, contemplación y proposición. Su surgimiento le ha permitido al hombre estructurar un mundo inmaterial e intelectual, dilatando un lenguaje extra corporal más allá de los órganos de los sentidos, fruto de la intelección y la intuición, que permite registrar eventos que eternizan el tiempo, diferenciando al hombre de los otros animales. Algunos dibujantes construyen imágenes en las cuales las tres tipologías citadas se interponen con naturalidad y fluidez y que resultan en trazos con marca propia, que revelan su personalidad, cultura y competencia. Son artistas cuya intuición hace que las principales funciones de cada tipo de dibujo sean inseparables y puedan deambular misteriosamente a través de lo desconocido. El diseño del proyecto es algo misterioso: petrifica el tiempo y se vuelve instrumento de aquello que los psicólogos llaman “memoria mediada”, induciendo posteriormente a recordar el momento de la creación de ese trazo. Al dibujar el pensamiento, la percepción y la memoria se complementan haciendo partícipe a todo el cuerpo, aunque impelen especialmente el gesto, la mirada y el pensamiento. La mirada media las relaciones pensamiento-gesto, si bien el gesto no siempre sigue estrictamente el pensamiento. ¡Algunos consideran que los dedos poseen pequeños cerebros que intervienen directamente en el proceso de creación a través del croquis! En estos 20 años de trabajo junto a Caetano de Lima en el aula, fue posible aprender todos los matices de sus dibujos y su propia forma de crear y revelar las formas arquitectónicas, comprobando que sus dibujos hablan a través de los trazos, el espesor, la composición, la jerarquía, el color y otras tantas cualidades, pero siempre buscando “PRESENTAR”. En sus dibujos de creación no existe la “RE-PRESENTACION”; es decir, no se retoman símbolos ya conocidos y desgastados. Sólo hay una “PRESENTACION”; o sea, la

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

29-49

|

Janei ro-Junho 2016


|

34

O D E S E N H O E O P ROC E S S O DE C RIA Ç Ã O

|

J.R. M er lin & J.C. Li ma Fi l ho

búsqueda de lo nuevo, creado y elaborado de tal modo que surjan nuevos significados. Sus dibujos denotan una abstracción diferente de la común. Ellos parten de otros conceptos, como si existiera un “raciocinio salvaje”. Se aprecia la misma calidad en el trazo del lápiz o en la computadora, en el iPad o la mesa digital. ¡Parece haber una historiografía del trazo en cualquier instrumento de trabajo! ¡Algo admirable, auto explicativo! Caetano de Lima habla del dibujo como instrumento que induce a su total concentración, evitando la dispersión de ideas que él llama metafórica y cariñosamente “monitos”, ideas que saltan de árbol en árbol. Suele decir que “cuando dibujo, una fuerte concentración invade todo mi cuerpo haciendo que, del temblor de la mano, aparezcan trazos que abren una infinidad de posibilidades hacia la PRESENTACIÓN”. Entiende que, como instrumento, el dibujo debe ser eficiente, con el fin de garantizar la concentración del autor; y que el diseño digitalizado, al requerir operaciones propias para producir el trazo, se vuelve altamente dispersivo, desviando la atención hacia ideas nuevas, aunque nuevos instrumentos tecnológicos estén simplificando y agilizando el proceso. Caetano entiende que el arquitecto debe dominar los diferentes tipos de dibujos y buscar siempre relaciones inusitadas e íntimas en su trabajo conjunto con el diseño: “sólo me gusta el dibujo cuando éste me gratifica con alguna novedad”. Afirma que, si el dibujo no le ofrece algo nuevo, debe estar sólo “RE-PRESENTANDO”, con poco significado como inductor de la creación. Al interponer cualidades plásticas en cada trazo, hace de los diseños obras que incitan al deleite estético, aproximando irrefutablemente el oficio del arquitecto al campo de las artes. JOSÉ ROBERTO MERLIN | Pontifícia Universidade Católica de Campinas | Faculdade de Arquitetura e Urbanismo | Programa de Pós-Graduação em Urbanismo | Rod. Dom Pedro I, Km 136, Pq. das Universidades, 13086-900, Campinas, SP, Brasil | E-mail: <jrmerlin@puc-campinas.edu.br>.

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

29-49

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


O DESEN H O E O PRO CESSO DE CRIAĂ‡ĂƒO

|

J.R . Merl i n & J.C. Li ma Fi l ho

|35

Casa Valinhos. Grafite sobre papel transformado posteriormente em mesa digitalizadora (2007). Valinhos house. Graphite on paper, scanned in a digitizer tablet (2007). Casa Valinhos. Grafito sobre papel transformado posteriormente en mesa digitalizadora (2007).

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

29-49

|

Janei ro-Junho 2016


|

36

O D E S E N H O E O P ROC E S S O DE C RIA Ç Ăƒ O

|

J.R. M er lin & J.C. Li ma Fi l ho

Casa Valinhos. Grafite sobre papel transformado posteriormente em mesa digitalizadora (2007). Valinhos house. Graphite on paper, scanned in a digitizer tablet (2007). Casa Valinhos. Grafito sobre papel transformado posteriormente en mesa digitalizadora (2007).

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

29-49

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


O DESEN H O E O PRO CESSO DE CRIAÇÃO

|

J.R . Merl i n & J.C. Li ma Fi l ho

|37

Ensaio Edifício. Desenho em mesa digitalizadora (2014). Sketch of a building. Drawing on a digitizing tablet (2014). Ensayo edificio. Dibujo en mesa digitalizadora (2014).

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

29-49

|

Janei ro-Junho 2016


|

38

O D E S E N H O E O P ROC E S S O DE C RIA Ç Ã O

|

J.R. M er lin & J.C. Li ma Fi l ho

Ensaio Edifício. Desenho em mesa digitalizadora (2014). Sketch of a building. Drawing on a digitizing tablet (2014). Ensayo edificio. Dibujo en mesa digitalizadora (2014).

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

29-49

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


O DESEN H O E O PRO CESSO DE CRIAÇÃO

|

J.R . Merl i n & J.C. Li ma Fi l ho

|39

Teatro Municipal em Jaguariúna. Grafite sobre papel transformado posteriormente em mesa digitalizadora (2008). Municipal Theatre in Jaguariuna. Graphite on paper, scanned in a digitizer tablet (2008). Teatro Municipal en Jaguariuna. Grafito sobre papel transformado posteriormente en mesa digitalizadora (2008).

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

29-49

|

Janei ro-Junho 2016


|

40

O D E S E N H O E O P ROC E S S O DE C RIA Ç Ăƒ O

|

J.R. M er lin & J.C. Li ma Fi l ho

Ensaio. Grafite sobre papel transformado posteriormente em mesa digitalizadora (2014). Sketch. Graphite on paper, scanned in a digitizer tablet (2014). Ensayo. Grafito sobre papel transformado posteriormente en mesa digitalizadora (2014).

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

29-49

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


O DESEN H O E O PRO CESSO DE CRIAĂ‡ĂƒO

|

J.R . Merl i n & J.C. Li ma Fi l ho

|41

Ensaio. Desenho em mesa digitalizadora (2015). Sketch. Drawing on a digitizing tablet (2015). Ensayo. Dibujo en mesa digitalizadora (2015).

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

29-49

|

Janei ro-Junho 2016


|

42

O D E S E N H O E O P ROC E S S O DE C RIA Ç Ăƒ O

|

J.R. M er lin & J.C. Li ma Fi l ho

Ensaio. Casa Varanda. Grafite sobre papel transformado posteriormente em mesa digitalizadora (2015). Sketch. Varanda house. Graphite on paper, scanned in a digitizer tablet (2015). Ensayo. Casa con galerĂ­a. Grafito sobre papel transformado posteriormente en mesa digitalizadora (2015).

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

29-49

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


O DESEN H O E O PRO CESSO DE CRIAÇÃO

|

J.R . Merl i n & J.C. Li ma Fi l ho

|43

Casa em Barão Geraldo. Grafite sobre papel transformado posteriormente em mesa digitalizadora (2006). House in Barão Geraldo. Graphite on paper, scanned in a digitizer tablet (2006). Casa en Barão Geraldo. Grafito sobre papel transformado posteriormente en mesa digitalizadora (2006).

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

29-49

|

Janei ro-Junho 2016


|

44

O D E S E N H O E O P ROC E S S O DE C RIA Ç Ăƒ O

|

J.R. M er lin & J.C. Li ma Fi l ho

Ensaio. Desenho em mesa digitalizadora (2015). Sketch. Drawing on a digitizing tablet (2015). Ensayo. Dibujo en mesa digitalizadora (2015).

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

29-49

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


O DESEN H O E O PRO CESSO DE CRIAÇÃO

|

J.R . Merl i n & J.C. Li ma Fi l ho

|45

Residência em Souzas. Grafite sobre papel transformado posteriormente em mesa digitalizadora (2016). Residence in Souzas. Graphite on paper, scanned in a digitizer tablet (2016). Residencia en Souzas. Grafito sobre papel transformado posteriormente en mesa digitalizadora (2016).

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

29-49

|

Janei ro-Junho 2016


|

46

O D E S E N H O E O P ROC E S S O DE C RIA Ç Ã O

|

J.R. M er lin & J.C. Li ma Fi l ho

Pavilhão do Brasil Expo Sevilha 1992 Menção Honrosa. Grafite sobre papel transformado posteriormente em mesa digitalizadora (2016). Brazilian Pavilion for Expo Seville 1992. Honorable Mention. Graphite on paper, scanned in a digitizer tablet (2016). Pabellón del Brasil Expo Sevilha 1992, Mención de honor. Grafito sobre papel transformado posteriormente en mesa digitalizadora (2016).

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

29-49

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


O DESEN H O E O PRO CESSO DE CRIAÇÃO

|

J.R . Merl i n & J.C. Li ma Fi l ho

|47

Residência Vale das Garças Campinas. Grafite sobre papel transformado posteriormente em mesa digitalizadora (2016). Residence in Vale das Garças Campinas. Graphite on paper, scanned in a digitizer tablet (2016). Residencia Vale das Garças, Campinas. Grafito sobre papel transformado posteriormente en mesa digitalizadora (2016).

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

29-49

|

Janei ro-Junho 2016


|

48

O D E S E N H O E O P ROC E S S O DE C RIA Ç Ăƒ O

|

J.R. M er lin & J.C. Li ma Fi l ho

Ensaio Pier. Desenho em mesa digitalizadora (2015). Pier sketch. Drawing on a digitizing tablet (2015). Ensayo Pier. Dibujo en mesa digitalizadora (2015).

O c ulu m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

29-49

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


O DESEN H O E O PRO CESSO DE CRIAÇÃO

|

J.R . Merl i n & J.C. Li ma Fi l ho

|49

Praça Arautos da Paz Campinas. 1º lugar concurso em coautoria com José Roberto Merlin e Izaak Vaidergorn. Grafite sobre papel transformado posteriormente em mesa digitalizadora (2003). Plaza of Arautos da Paz Campinas. Awarded first place, co-authored with José Roberto Merlin and Izaak Vaidergorn. Graphite on paper, scanned in a digitizer tablet (2003). Plaza Arautos da Paz Campinas. 1º lugar en el concurso, en coautoría con José Roberto Merlin y Izaak Vaidergorn. Grafito sobre papel transformado posteriormente en mesa digitalizadora (2003).

JOAQUIM CAETANO DE LIMA FILHO | Pontifícia Universidade Católica de Campinas | Centro de Ciências Exatas, Ambientais e de Tecnologias | Faculdade de Arquitetura e Urbanismo | Rod. Dom Pedro I, Km 136, Pq. das Universida‑ des, 13086-900, Campinas, SP, Brasil | E-mail: <caetanodelima@puc-campinas.edu.br>.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

29-49

|

Janei ro-Junho 2016



VENDO OUTRAS PAISAGENS DOS “CERTOENS” DO NORTE, SÉCULOS XVII‑XIX

1

SEEING OTHER LANDSCAPES OF BRAZILIAN NORTHEASTERN HINTERLANDS, 17TH‑19TH CENTURIES | VIENDO OTROS PAISAJES DEL INTERIOR DEL NORDESTE BRASILEÑO, SIGLOS XVII‑XIX ESDRAS ARRAES

RESUMO A paisagem do sertão nordestino brasileiro tem recebido, por muito anos, da historiografia tradicional, da literatura e da cinematografia, julgamentos parciais cristalizados em adjetivos como vazio, inerte, rústico e penitente. Por baixo desse rótulo uniforme conhecido por muitos, existiram outros matizes, outros espaços e paisagens os quais necessitam ser expostos às vistas, no sentido de participar do quebra‑cabeças da história brasileira, parcialmente forjada pelas elites intelec‑ tuais. Na contramão dessas imagens corriqueiras, este ensaio discute a constru‑ ção e as representações das “outras” paisagens dos “Certoens” do Norte entre os séculos XVII e XIX. Busca‑se, através do cruzamento entre imagem (cartografia) e texto (documentos manuscritos oficiais), expor cotidianos ocultos dessas zonas interiorizadas, isto é, evocar o seu dinamismo social, econômico, cultural e polí‑ tico pouco visto e homogeneizado no “ciclo do couro” de Capistrano de Abreu. Analisa‑se algumas especificidades hermenêuticas da paisagem oriundas de diferentes campos do saber, em especial a Arqueologia, a Fenomenologia e a Geografia Cultural. PALAVRAS‑CHAVE: Cartografia. Cultura material. Paisagem. Sertões do Norte. Urbanização.

ABSTRACT The landscape in the Brazilian Northeastern hinterland has received unfavorable descriptions, such as the adjectives empty, inert, rustic and penitent, from traditional historiography, literature and cinematography. Under this well known description, there are other aspects, spaces and landscapes that need to be considered so that it can be part of the Brazilian history, which was partly forged by the intellectual elite. Against these usual images, the aim of present study is to discuss the construction and represen‑ tation of the “other” landscapes in the Northeastern hinterland between the 17th and 19th centuries. The objective of the study is to cross‑reference images (cartography) and texts (official manuscript documents) to demonstrate hidden everyday life of these inter‑ nalized zones, that is, to evoke its hardly ever seen social, economic, cultural and poli­

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

51-69

|

Janei ro-Junho 2016


|

52

PA I S A G E N S D O S “ CE RT OE NS ” DO NORT E

|

E . A r r aes

tical dynamism that was homogenized by the “Leather Cycle” of Capistrano de Abreu. We analyze some hermeneutic specificities of the landscape from different fields of studies, such as Archeology, Phenomenology and Cultural Geography. KEYWORDS: Cartograpgy. Material culture. Landscape. Northern hinterlands. Urbanization.

RESUMEN El paisaje del interior del nordeste brasileño ha recibido, durante muchos años y por parte de la historiografía tradicional, la literatura y la cinematografía, juicios injustos cristalizados en adjetivos como vacío, inerte, rústico y penitente. Bajo esa “etiqueta” uniforme, conocida por muchos brasileños, existían otros colores, espacios y paisajes que necesitan ser expuestos, en el sentido de participar en el rompecabezas de la Historia nacional, parcialmente forjada por las élites intelectuales. Contra esas imágenes corrientes, este artículo discute la construcción y las representaciones de los “otros” paisajes del interior del nordeste brasileño entre los siglos XVII y XIX. A través del cruce entre imagen (cartografía) y texto (documentos manuscritos) se busca exponer cotidia‑ nos ocultos de esas zonas del interior; es decir, evocar su dinamismo social, económico, cultural y político poco visto y homogeneizado en el “Ciclo do Couro” (en portugués, “Ciclo del cuero”) de Capistrano de Abreu. Se analizan algunas especificidades herme‑ néuticas del paisaje de diferentes campos del conocimiento, especialmente la Arqueo‑ logía, la Fenomenología y la Geografía Cultural. PALABRAS CLAVE: Cartografía. Cultura material. Paisaje. Interior del nordeste. Urbanización.

INTRODUÇÃO Este artigo faz parte de uma pesquisa mais ampla em desenvolvimento na Faculdade de Arquitetura e Urbanismo da Universidade de São Paulo em nível de doutoramen‑ to. Serão apresentadas algumas reflexões iniciais sobre as paisagens dos “Certoens” do Norte, re­presentadas em textos e imagens do período colonial. Hoje, essa região está convencionada e reduzida ao homogêneo sertão nordestino. As representações costu‑ meiras da paisagem desse sertão se enquadram em temas negativos, como a seca e a sua repercussão na vida dos moradores rurais, a rusticidade na maneira de habitar o mundo, a estagnação econômica e a penitência socioreligiosa. No imaginário social contempo‑ râneo, percebe‑se a potência dessas representações gravitando em discursos literários, cinematográficos e jornalísticos, nos paradigmas historiográficos ou nos códigos legais de instituições federais criadas em princípio do século XX e destinadas a solucionar e conter os agravantes econômicos desse específico sertão2. O logotipo “sertão nordestino — região homogeneizada pela Caatinga e pobreza” (ANDERSON, 2011), já está fadado a essas leituras parciais por muitos anos. Uma posi‑ ção lógica a tomar seria relativizar as ideias impostas como verdadeiras e as representações

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

51-69

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


PAISAG EN S DO S “CERTOEN S” DO N ORTE

|

E. Arraes

|53

corriqueiras, em especial quando se estuda os séculos de colonização portuguesa na Amé‑ rica e os eventos concatenados em seus sertões plurais: zonas heterogêneas em aspectos sociais, culturais, econômicos, geográficos e paisagísticos. Assim, o objetivo deste ensaio é abordar essas outras paisagens dos “certoens” do Norte, aquelas que fluem contra a correnteza das ideias vigentes, plasmadas em adjetivos como vazio, desértico, rústico e isolado. Na verdade, por baixo desse rótulo uniforme, existiram outros matizes que necessitam ser expostos às vistas, no sentido de participar do quebra‑cabeças da história brasileira parcialmente montado pelas elites intelectuais. Bus‑ cando reapresentar sertões dinâmicos e ativos, estes são redesenhados a partir de traços materiais e simbólicos deixados nos textos manuscritos e na cartografia produzidos entre os séculos XVII e XIX. Pistas a serem equacionadas e dosadas no intuito de recompor uma “arqueologia da paisagem”, escavando cotidianos ocultos vivenciados tanto no âmbito local quanto em escala maior. Por ser um ensaio que explora a paisagem como especificidade hermenêutica, algu‑ mas definições ou aproximações conceituais merecem atenção. Parte‑se de pressuposto metodológico multidisciplinar, orbitando entre diferentes campos do saber, como a Geo­ grafia Humana e Cultural, a Arqueologia, a História Cultural e Econômica e a Fenome‑ nologia. O historiador francês Bernard Lepetit (2001) considerou essas diferentes disci‑ plinas como atuantes no mesmo tipo de conhecimento e que, entre elas, as inter‑relações são múltiplas e os limites jamais estanques. Na mesma linha, o arquiteto argentino Ramón Gutierrez (1982) apontou que o enfoque multidisciplinar não restringe os resultados a visões parciais as quais poderiam empobrecê‑los. A paisagem tem recebido a atenção de diferentes disciplinas, o que torna a sua especificidade algo assaz fluído. Algumas abordagens fundamentam‑se nas chaves esté‑ tica e ética, campos que aqui serão tocados lateralmente, pois privilegia‑se a construção social da paisagem ou o resultado simbólico‑material operado pelo homem em relações simbióticas ou conflituosas. A Geografia vem desenvolvendo ao redor desse tema um produtivo debate desde a segunda década do século passado. Aqui situamos a proposta do geógrafo cultural inglês Denis Cosgrove (1984), quando, em seu Social Formation and symbolic landscape, cha‑ mou a atenção aos aspectos materiais da paisagem como sendo a objetificação de relações sociais e do imaginário humano. Paisagem, para Cosgrove, seria um mundo mediado pela experiência do olhar, uma construção material do imaginário, sendo este considerado como a principal mediação de modificação da Terra e da existência humana. James Duncan (1997), outro geógrafo cultural inglês, explica a paisagem numa perspectiva hermenêutica, encarando‑a como um discurso de poder que codifica e trans‑ mite informação. Suas representações estão imbuídas por um conjunto de narrativas e ideologias relacionadas às práticas sociais, tanto que os signos os quais a paisagem porta transmitem mensagens intencionais, geralmente de fácil apreensão àqueles habituados

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

51-69

|

Janei ro-Junho 2016


|

54

PA I S A G E N S D O S “ CE RT OE NS ” DO NORT E

|

E . A r r aes

com o lugar. Para outros, a mensagem não é clara, a não ser que conheça o texto o qual ela procura transcrever e comunicar (CLAVAL, 2012). Ainda na Geografia, posiciono os estudos de Santos (2009), nos quais a paisagem é compreendida como um conjunto de formas que, num dado momento, exprime heranças as quais representam sucessivas relações localizadas entre o homem e a natureza. Ela teria uma qualidade transtemporal, reunindo, superpondo e excluindo objetos passados e presentes, uma construção transversal (SANTOS, 2009). Santos articula a paisagem ao já batido tema do palimpsesto3, onde, mediante acumulações e substituições, a ação de diferentes gera‑ ções se superpõe em “rugosidades”, isto é, o tempo histórico empiricizado e perceptível aos olhos do observador. Assim, a paisagem adquire um qualitativo histórico, contendo referên‑ cias de eventos pretéritos, muitos deles apresentados sutilmente em símbolos ou imateria‑ lidades, como a memória e as narrativas dos habitantes (BENDER, 2002). No âmbito da Arqueologia as definições são também flexíveis, porém o social, o material e o simbólico tornam‑se a base comum de determinadas análises. Lazzari (2010) considera a paisagem como uma coleção de fatores humanos e não humanos que confi‑ gura o concreto e imagina lugares compostos de mundos sociais. Seria uma entidade viva e dinâmica, compartilhada e contestada por meio de práticas sociais como as tarefas do cotidiano, as cerimônias, a circulação e troca de objetos e ideias vindos de localidades muito distantes. Na mesma direção de Lazzari, os arqueólogos Agbe‑Davis e Bauer (2010) opinam a paisagem como uma ativa dimensão da vida social formada pela circulação de pessoas e itens dentro dela. Juntos, pessoas e cultura material, criam uma rede de experiências onde os significados dos agentes e dos lugares envolvidos estão continuamente em transforma‑ ção. Dentro dessa lógica, os arqueólogos consideram a circulação, a troca, os fluxos de pessoas, de artefatos e de ideias como atos comunicativos da cultura, o que eles nomearam de “paisagem da circulação” (LAZZARI, 2010). Com efeito, o movimento produz paisa‑ gens e o ato de atravessar lugares, quaisquer que sejam as escalas geográficas, converte‑se em uma mediação fenomenológica de conhecimento, interpretação e modificação do território em paisagem (CARRERI, 2002). Portanto, imaginário, relações sociais, trocas culturais e materiais e circulação huma‑ na comportam as bases epistemológicas adotadas à compreensão das paisagens dos “Cer‑ toens” do Norte. Veremos como a documentação oficial manuscrita produzida na época colonial descreveu sertões dinâmicos, vivos e intricados em uma complexa estrutura social, cujas inter‑relações extrapolavam os contornos políticos de uma capitania ou comarca. As práticas cotidianas dos sertanejos e as políticas emanadas da Coroa portuguesa promoveram a construção de diferentes paisagens não limitadas às imagens conhecidas e enquadradas por pequenas casas de fazendas envoltas de secos arbustos e verdes mandacarus. É interessante destacar ainda que, nessas operações de elaboração e transforma‑ ção dos “certoens”, o hibridismo decorrente dos encontros culturais (BURKE, 2005)

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

51-69

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


PAISAG EN S DO S “CERTOEN S” DO N ORTE

|

E. Arraes

|55

entre as sociedades indígenas — genericamente chamadas de Tapuias — e os adventícios (quer de origem lusitana ou africana) pode ser interpretado na maneira do homem habitar e se relacionar com o mundo a sua volta. Sendo assim, e segundo a chave fenomenológica, a paisagem que se formou e existiu nessas zonas representava um conjunto de relações existenciais mantidas pelo homem com o seu entorno imediato ou não, definindo o que se pode chamar de “meio de vida” realizado de diferentes modos: práticos, técnicos, percep‑ tivos, afetivos, simbólicos e cognitivos (BESSE, 2014).

A TRANSFORMAÇÃO DAS VASTIDÕES DESÉRTICAS O verbete “sertão” tem recebido a atenção em diferentes áreas do conhecimento com desdobramentos multidisciplinares, cujas atribuições de significado operam entre o simbólico e o material, o imaginado e o real. Por volta de 1530, D. João III concedeu cinquenta léguas de terra litorânea aos capitães donatários para que avançassem “pe‑ los sertam e terrãa fyrme adentro quando poder e entrar e for da minha Comquista” (NEVES et al., 2007). Para o monarca luso, portanto, o “sertam” era uma área situada além da faixa costeira, terra firme e interiorizada. O mesmo significado aparece no Vocabulario Portuguez e latino, aulico, anatômico, architetonico, bellico […] de Bluteau (1712-1728, p.613): “sertão” seria “a região apartada do mar, e por todas as partes metida entre terras”. Silva (1813, p.693) pouco difere de Bluteau e, em seu dicionário, define “sertão” como “o interior, o coração das terras […]”. A diferença entre as acepções cita‑ das reside na questão de fronteira, mesmo que virtual. Enquanto que o sertão imaginado pela Coroa portuguesa é narrado como um continuum geográfico, Bluteau e Moraes Silva o articulam “entre terras”, situado entre limites possíveis — o Atlântico e uma fronteira onírica (“o coração das terras”). É difícil precisar o início e o fim de seus contornos, porque dependendo do ponto de referência um determinado sertão estava a poucos quilômetros do litoral, não necessa‑ riamente vinculado à Caatinga. Em 1757, D. Domingos do Loreto Couto informava a D. José I sobre os aspectos utilitários da freguesia de São Lourenço da Mata, situada a pou‑ cos quilômetros da vila do Recife. Essa localidade, no dizer de Couto, “que fica ao certão, he de aprazíveis vargens, vistosos montes e frescas ribeyras […]” (COUTO, 1904, p.163). Anos depois, o ouvidor da comarca de Pernambuco, Antônio Xavier Moraes Teixeira, in‑ dicou a povoação de Pau d’Alho, localizada a seis léguas do litoral, em área de produção açucareira, como parte do “vasto sertam” de sua jurisdição (ARQUIVO HISTÓRICO ULTRAMARINO DE LISBOA, 1787, Cx. 160, D. 11530). Assim, no período colonial, excetuando os centros de poder (Olinda, Recife, São Luís, Salvador e Rio de Janeiro) e as vilas posicionadas junto ao mar ou nos arredores dos engenhos de açúcar, tudo poderia ser sertão; ele estaria em toda a parte (ROSA, 2008). Para o homem colonial, os sertões não se conectavam apenas ao árido e ao deso‑ lador. Dentro deles existiram plantações de cana‑de‑açúcar, áreas de agrestes campinas,

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

51-69

|

Janei ro-Junho 2016


|

56

PA I S A G E N S D O S “ CE RT OE NS ” DO NORT E

|

E . A r r aes

bosques, matas e ribeiras povoadas de Buritis, Carnaúbas e Ouricuris. O sertão do homem contemporâneo é o resultado de sucessivas e seculares ações antrópicas, sejam de caráter empírico, pragmático ou cognitivo. Algumas dessas ações agrediram o meio ambiente pelas técnicas empregadas em seu manejo. O botânico Albert Löfgren (1923) percorreu, em 1911, os sertões do Ceará, Paraíba e Pernambuco sob os imperativos da recém‑criada Inspetoria de Obras Contra as Secas. Seu relatório citou resquícios de bosques na vila de São João dos Cariris Velhos (PB), em que “a maior parte das casas antigas são construídas com madeira d’aquelles bosques desapparecidos” (LOFGREN, 1923, p.29). Na opinião do botânico, a perda dessas áreas ocorreu em função do grande número de queimadas, inutilizando o solo com o passar dos anos: E, de fato, desde a sahida de Iguatú [CE], raras foram as noites em que o horizonte não estivesse illuminado por innumeras queimas. Não admira, pois, que a estere‑ lidade do solo e as condições desfavoráveis augmentem ao passo que desapparece a vegetação alta, fornecedora de humidade para a atmosphera e barreira contra os ventos seccantes, cuja vidência recrudesce com falta de resistência (LÖFGREN, 1923, p.8).

O árido, o inculto e o desconhecido como imagens características das paisagens dos “Certoens” do Norte permearam boa parte dos escritos e debates historiográficos tradicionais. Essas representações muitas vezes respaldaram‑se na força de determina‑ dos adjetivos encontrados em relatos oficiais: vazio, incomensurável, indômito, ameaça‑ dor, agressivo… No entanto, a perspectiva analítica dessa história tendeu a “ilhar” esses termos interpretando‑os à luz dos seus aspectos literais, sem relacioná‑los a fenômenos mais abrangentes e complexos, como a dimensão das comunicações e trocas sociocul‑ turais estabelecidas entre os sertões e outras partes da Colônia. Em um desses relatos, o do missionário capuchinho Martinho de Nantes, os sertões foram percebidos, dentro da ótica eurocêntrica, como um “vazio assustador”. Na visão de Nantes, que foi enviado às margens médias do rio São Francisco para estabelecer um aldeamento missioneiro de índios da nação Cariri, aquela região seria o locus do paganismo, habitat de tribos bárbaras e antropófagas, alheias à cristandade e aos “bons” costumes do Velho Mundo (NANTES, 1979). Em 1672, ano provável da chegada de Nantes ao rio São Francisco, o povoamento dos sertões já havia sido formalizado pela Coroa por meio da concessão de vastas sesmarias a poderosos fazendeiros residentes no litoral baiano ou em seu Recôncavo. Entre esses, destacaram‑se a família Dias d’Ávila (Casa da Torre), os Guedes de Brito (Casa da Ponte), Domingos Afonso Mafrense (depois apropriadamente alcunhado de Sertão) e o morgado do Porto da Folha. Nos anos iniciais de colonização e transformação das paisagens dos ser‑ tões do Norte, que ocorreu por volta de meados do Seiscentos, existiram focos dispersos

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

51-69

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


PAISAG EN S DO S “CERTOEN S” DO N ORTE

|

E. Arraes

|57

de assentamentos humanos, principalmente indígenas, haja visto o caráter seminômade, ou de corso, das tribos que residiram naquelas paragens, praticando agricultura itinerante com roças de coivara, envolvendo queimadas sucessivas. Nesse sentido, qualificar essas áreas de intocadas, mesmo em época pré‑cabralina, seria perpetuar o equivocado argumento de uma região prístina ou descartar a atuação dos nativos na construção da paisagem brasileira. Como têm mostrado estudos recentes4, não se pode admitir a visão racista de excluir o indígena na formação do território, muito menos dar‑lhes o papel coadjuvante na elaboração da paisagem. Na realidade, os portugueses reconheceram os saberes indígenas de uso do território para implantar as suas capelas, freguesias, julgados, vilas e cidades. Couto (1904, p.19) indicou que a fundação da capela dos Santos Cosme e Damião da vila de Igarassú, localizada na capitania de Pernambuco, se deu onde antes havia uma aldeia indígena. Os tupinambás habitavam o sítio no qual Duarte Coelho estabeleceu a cidade de Olinda, pois estes “escolhião para suas situações as terras mais deliciosas, e aprasiveis” (COUTO, 1904, p.34). A paisagem que se reapresentava, reunindo elementos da cultura europeia e da cultura indígena (as ocas e suas especificidades arquitetônicas, a disposição espacial das tribos, a localização no território segundo lógicas cosmológicas, míticas ou utilitárias, os equipamentos bélicos e de caça, as pequenas plantações de subsistência e as maneiras de ornar o corpo), criou uma rede de experiências onde o significado das pessoas, dos lugares e dos objetos estava em constante transformação, dialogando um com o outro nem sempre de modo pacífico (AGBE‑DAVIS & BAUER, 2010). Os aldeamentos missioneiros implantados pelos capuchinhos franceses nas bordas do rio São Francisco não foram as primeiras iniciativas aprovadas pelo governo português. Antes, criadores de gado estruturaram uma rede de currais e fazendas estrategicamente posicionados no curso das principais ribeiras para viabilizar os seus interesses econômi‑ cos. O exemplo da Casa da Torre, da família baiana dos Dias d’Ávila, é emblemático, pois, desde o século XVI até as primeiras décadas do Oitocentos, a Torre interferiu direta ou indiretamente nos processos de ocupação e construção das paisagens dos “Certoens”. Sua representatividade no sistema colonial foi tanta que muitos mapas coevos, desenhados por portugueses ou cartógrafos estrangeiros, posicionaram a “fortificação” dos Ávila em detrimento de outras fortalezas ou núcleos urbanos talvez menos expressivos à conjuntura política vigente (ARRAES, 2013). Na época de frei Martinho de Nantes, a Casa da Torre possuía cerca de trinta lé‑ guas de terras das margens sanfranciscanas, povoando‑as com “[…] 85 fazendas e currais depois de haver matado os seus primeiros possuidores […]” (NANTES, 1979, p.52). No Piauí de 1697, segundo a Dezcripção do certão do Peauhy Remetida ao Illm.o e Rmo.S.or Frei Francisco de Lima Bispo de Pernam.co, de autoria do cura da freguesia de Cabrobó, Miguel de Carvalho, das 129 fazendas existentes “[…] são senhores, Domingos Affonso Certão, e Leonor Pereira Marinho [herdeira da Casa da Torre], que as partem de meyas […], as mais

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

51-69

|

Janei ro-Junho 2016


|

58

PA I S A G E N S D O S “ CE RT OE NS ” DO NORT E

|

E . A r r aes

arendão a q m lhe quer meter gados […]” (ENNES, 1938, p.370). Um grande percentual dessas sedes de fazendas foi arrendado por 10 mil réis, valor superior ao estabelecido pela Coroa. Segundo a normativa régia, toda terra concedida acima de trinta léguas do Recife deveria pagar à Fazenda Real a quantia de quatro mil réis anuais (ARQUIVO HISTÓRI‑ CO ULTRAMARINO DE LISBOA, 1699, Cx. 18, D. 1777). Todo o imenso território dominado pela Casa da Torre se formou por via de arrenda‑ mentos de terras. Adquirindo imensas sesmarias, os d’Ávila não deixaram outra alternativa aos colonizadores senão a de serem rendeiros ou dependentes, sujeitos, na maioria dos casos analisados, a um regime opressor (FONSECA, 1996, p.53). Os rendeiros eram formados, basicamente, por dois grupos distintos: aqueles agentes coniventes com a ex‑ pansão fundiária dos d’Ávila e os outros contrários ao processo. Na capitania do Piauí, homens que ocuparam importantes cargos militares, como o capitão mor Theodosio de Oliveira Ledo, o coronel Manuel de Araujo Carvalho e o sargento mor João de Miranda, eram todos procuradores da Casa da Torre (MARTINS, 1944). Nota‑se, dessa forma, que o sistema de trabalho dos procuradores e de alguns rendeiros foi acompanhado por rela‑ ções clientelistas5, cuja remuneração e organização social estavam submetidas às lógicas de dependência e lealdade, substanciadas no universo da violência. Com efeito, outro missionário, o carmelita Nicolao de São Joseph, durante visita aos sertões do arcebispado da Bahia, em 1696, perguntou a rendeiros da Torre porque não edificavam capelas para celebrar os ofícios católicos; disseram‑lhe que Leonor Pereira Marinho, Domingos Afonso Mafrense e Antônio Guedes de Brito eram senhores da maior parte das terras daqueles sertões e “não queriam que se fizesse egreja” (ARQUIVO HISTÓRICO ULTRAMARI‑ NO DE LISBOA, 1697, Cx. 1, D. 04). As fazendas e os currais da Torre e dos outros senhores foram expressões da abrangência de uma vasta rede de códigos lidos por meio de reciprocidades e resistên‑ cias. A localização desses elementos culturais na paisagem foi pensada visando o forta‑ lecimento da trama social tecida por esses agentes. Esses artefatos culturais evocavam a delimitação de fronteiras, onde qualquer modificação interna deveria responder às ambições fundiárias, fiscais e comerciais dos régulos. Quando foi instituída a vila da Jacobina (BA), em 1721, a primeira decisão dos representantes régios foi a de fundá‑la na missão do Sahy, junto ao caminho real das boiadas conduzidas do Piauí (ARQUIVO HISTÓRICO ULTRAMARINO DE LISBOA, 1721, Cx. 15, D. 1338). A resolução oficial não agradou ao coronel Garcia de Ávila Pereira, o terceiro da linhagem, devido aos “[…] evidentes prejuizos q’ rezultavão de se levantar tam perto [do caminho] a d.a Villa […]” (ARQUIVO HISTÓRICO ULTRAMARINO DE LISBOA, 1722, Cx. 17, D. 1484), pois ali a Casa da Torre estabeleceu a seus custos um aldeamento missionei‑ ro e construiu uma capela para pacificar os índios, por ser “[…] de grande utilide pa a condução dos [seus] gados […]” à cidade da Bahia (ARQUIVO HISTÓRICO ULTRA‑ MARINO DE LISBOA, 1722, Cx. 17, D. 1484).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

51-69

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


PAISAG EN S DO S “CERTOEN S” DO N ORTE

|

E. Arraes

|59

O devassamento dos sertões pelos Dias D´Ávila, Mafrense, Guedes de Brito e ou‑ tros parecia fundamental, até o final do século XVII, aos objetivos geopolíticos da Coroa. Depois dos relatórios dos sacerdotes Pe. Miguel de Carvalho e frei Nicolau de São Joseph denunciando a violência, o pouco desenvolvimento urbano do território e o bloqueio que causava aos cofres régios a concessão de grandes latifúndios improdutivos, a Coroa deci‑ diu sancionar severas leis buscando regularizar as questões fundiárias com vistas a reor‑ denar e reformar os “Certoens” do Norte. Foram redigidos a Carta Régia de 20 de janeiro de 1699 e o alvará de 23 de novembro de 1700, cujo teor normativo ecoou na estrutura social e na paisagem. A Carta Régia tentou remediar a evidente dispersão na qual viviam os rendeiros da Torre e os demais habitantes. Desde então, a Coroa elaborou resoluções mais incisivas sobre o território, pro‑ movendo uma política de restrição e coerção de privilégios dos grandes fazendeiros e potentados, de maneira que seu poder reduzisse no decorrer dos anos (ARRAES, 2013). Os preceitos do documento régio eram claros: sesmarias incultas e despovoadas deveriam ser denunciadas por aqueles desejosos de “florescer a terra”, o que promoveria o aumento pecuniário dos cofres régios através da cobrança dos dízimos (ARQUIVO HISTÓRICO ULTRAMARINO DE LISBOA, 1699, Cx. 18, D. 1771). A dimensão das sesmarias foi regularizada, não podendo exceder as três léguas em quadra determinadas pelas Ordenações do Reino. Novamente no Piauí, onde as injustiças fundiárias eram maiores, percebe‑se, por meio do estudo de cartas de concessão de sesmarias, que hou‑ ve um acentuado interesse em reordenar o parcelamento de terras: entre 1699 e 1750, nota‑se sesmarias as quais não ultrapassavam o limite legal instaurado. As novas posturas da Coroa transformaram as paisagens dos “Certoens” do Norte ao efetivar o povoamento e a urbanização. Ainda com relação ao Piauí, o número de fazendas saltou de 129 para 144 unidades, segundo uma lista arrolada em 1720 por autor anônimo (ARQUIVO HISTÓRICO ULTRAMARINO DE LISBOA, 1720, Cx. 10, D. 1066). Nesse rol, somente cinco sedes de fazendas abrigaram rendeiros ou procuradores da Torre. Quanto aos processos de urbanização dos sertões, até 1750 foram oficializadas, aproximadamente, 42 freguesias, 16 julgados e 10 vilas, índices os quais revelam a apropriação do Estado português na definição e controle das fron‑ teiras geopolíticas dos territórios longe da costa. Fazendas desligadas da trama dos Dias d´Ávila e núcleos urbanos de diferentes níveis foram representações materiais do esforço régio de reduzir o poder quase absoluto dos poucos que dominaram os sertões. Como disse Mitchell (2002), a paisagem é a representação do poder de certos agentes sobre o território, isto é, ela expõe a identidade de uns e o esquecimento de outros. Essa hipótese pode ser averiguada a partir do cruzamento de fontes iconográficas, em especial a cartográfica, com as fontes textuais manuscritas ou impressas produzidas nos séculos de colonização.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

51-69

|

Janei ro-Junho 2016


|

60

PA I S A G E N S D O S “ CE RT OE NS ” DO NORT E

|

E . A r r aes

PAISAGENS CARTOGRÁFICAS DOS “CERTOENS” DO NORTE Algumas representações cartográficas dos “Certoens” prestam‑se em retratar o já batido sertão nordestino conhecido pela maioria dos brasileiros. Além do léxico e de certas narra‑ tivas históricas, os mapas impressos no período colonial equivalem a um potente sistema de argumentos (WOOD, 2008) ou a um discurso (HARLEY, 2005) capaz de reforçar ou construir as imagens de vazio incomensurável e de estagnação urbana. Vistos por outro ângulo, os mapas podem promover novas leituras sobre o espaço, a paisagem, o território e a urbanização, contrapondo aqueles negativos adjetivos ora citados, dando às vistas dinâmicas sociais ocultas nas entrelinhas dos esboços, traços e toponímias inseridos pelo cartógrafo. Para alcançar esse fim, é preciso relacionar a cartografia com outros tipos de documentos. O geógrafo americano Denis Wood chamou essa conexão de intertextua‑ lidade, ou seja, o mapa comporia um sistema de proposições, significados e argumentos clarificados pelo arranjo e combinação de informações de diferentes naturezas e origens, sejam textuais, iconográficas ou orais (WOOD, 2008). Dentre esse conjunto de mapas, elaborados principalmente na segunda meta‑ de do século XVIII por cartógrafos encomendados pela Coroa portuguesa, há a Carta Geografica da Capitania do Piauhi, e parte das adjacentes levantada em 1761 por João Antonio Galuci (Figura 1). De fato, esse é um interessante mapa, o qual serve para os propósitos aqui explorados, pois em sua representação está indicada a rede de povoa‑ ções do Piauí estruturada por uma cidade (Oeiras); seis vilas (Parnaguá, Jerumenha, Valença do Piauí, Marvão, Campo Maior e Parnaíba); nove capelas (Aruazes, Curimatá, Frecheiras, Batalha, Humildes, Bocaina, São João, Santo Inácio e Nazareth); e centenas de sedes de fazendas, em sua maioria de gado, embora existissem outras unidades rurais dedicadas à cotonicultura, à plantação de cana‑de‑açúcar e mandioca e ao cultivo de cereais (milho, arroz e feijão). Galuci traçou os principais caminhos terrestres que conectavam os sertões do Piauí às capitanias contíguas (Maranhão, Pernambuco, Bahia, Goiás e Ceará). Ele ris‑ cou o “caminho real do gado”, rota terrestre planejada em 1696 pelo vice‑rei do Estado do Brasil, D. João de Alencastro, cujo objetivo relacionava‑se ao conhecimento das zonas interiorizadas e comunicação entre São Luis do Maranhão e Salvador (ARQUI‑ VO HISTÓRICO ULTRAMARINO DE LISBOA, 1696, Cx. 9, D. 906). Os aspectos funcionais e utilitários desse caminho real, isto é, público, diziam respeito às trocas comerciais entre o Piauí e as outras capitanias, principalmente a Bahia, tendo em vista o grande percentual do gado criado em terras do Piauí e vendidos anualmente na feira de Capuame, situada cerca de oito léguas de Salvador (ARRAES, 2012). O caminho real do gado não passou despercebido às vistas de Vilhena (1802, p.84) quando, em 1802, observou a interferência da rota nas modificações das paisagens urbana e periurbana de Salvador por ser “frequentada de Boyadas innumeraveis, desde o principio da Cidade fundada ha duzentos e cincoenta annos”.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

51-69

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


PAISAG EN S DO S “CERTOEN S” DO N ORTE

|

E. Arraes

|61

O lugar dos índios habitantes do Piauí setecentista se resumiu, no mapa, à indica‑ ção toponímica em caixa alta dos Pimenteiras, Guegués, Acroazes, Barbados, Gamellas e Gilboés. Como indicado por Marcos Galindo (2004), os Pimenteiras não congrega‑ vam um único grupo étnico, mas seria uma nomeação genérica atribuída a diferentes sociedades indígenas que fugiram de distintas paragens após os contatos operados com os europeus ou devido às “guerras justas” aprovadas pelo governo português. A diversi‑ dade de sociedades indígenas do Piauí foi arrolada pelo padre Miguel de Carvalho em sua Dezcripção do certão do Peauhy Remetida ao Illmo. E Rm.o S.or Frei Francisco de Lima Bispo de Pernam.co, na qual situa 36 etnias assentadas nas proximidades de rios como o Piauí, Canindé, Gurguéia, Sambito e Parnaíba: Aroachizes, Carapotangas, Precatizes, Acuruás, Beiçudos, Bocoreimas, Cupequecas, Cupicheres, Gutamez, Goyias, Anicu‑ az, Aranhez, Corerás, Ayitetus, Abetiras, Beirtés, Goaras, Macamasus, Nongazes, Tra‑ mambés, Anassuz, Alongaz, Aruas, Ubatês, Meatanz, Coriás, Lanseiros, Arayez, Acu‑ mez, Goratizes, Jaicós, Jendoiz (Janduis), Ycós, Uriús e Cupinharoz (ENNES, 1938). É importante lembrar que as representações do mapa de Galuci não equivalem a um duplo da realidade, assim como a maioria da cartografia produzida durante a época Moderna. Por meio dos manuscritos compulsados até agora, em especial os índices esta‑ tísticos levantados pelo desembargador Francisco Marcelino de Gouveia, que havia visi‑ tado toda a capitania do Piauí em 1759, existem algumas omissões substanciais as quais não foram levantadas pelo engenheiro militar. Em 1760, o Piauí esteve povoado por 509 sedes de fazendas (ARQUIVO HISTÓRICO ULTRAMARINO DE LISBOA, 1760a, Cx. 6, D. 400); no entanto, 210 unidades não foram sinalizadas. São observados espaços vazios nas ribeiras dos rios Poti, Sambito, Guaribas, Corrente e Longá, todos com suas margens ocupadas e colonizadas desde o final do século XVII. Além disso, as fazendas Es‑ tiva e Guaribas têm suas denominações duplicadas na carta setecentista. No termo da vila de Campo Maior, a herdade “Foge Homem” foi tida como duas unidades independentes (Foge e Homem). Apesar do engenheiro militar ter “observado miudamente os rumos das estradas, medido suas distancias, e tomado frequentemente as alturas para latitude […]” (ARQUIVO HISTÓRICO ULTRAMARINO DE LISBOA, 1760b, Cx. 7, D. 437); não surpreende, portanto, a explicação dada por um viajante anônimo com respeito ao mapa: “[…] elle [Galuci] não vizitou a Capitania em todas as suas partes, nem seguiu as diversas direcções dos Rios, não he possível que deixasse de tomar muitos pontos por huma mera estimativa, e que deixou na ditta Carta de haver muitas posições erradas, e omissões tão substanciaes […] (ROTEIRO, 1900, p.61).

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

51-69

|

Janei ro-Junho 2016


|

62

PA I S A G E N S D O S “ CE RT OE NS ” DO NORT E

|

E . A r r aes

FIGURA 1 — Carta Geographica da Capitania do Piauhi, e parte das adjacentes. Levantada em 1761 por João Antonio Galucci. Fonte: Disponivel em: <http://www.bn.br>. Acesso em: 3 fev. 2010. Domínio público.

CIRCULANDO PELO VAZIO? A PAISAGEM DOS “CERTOENS” DO NORTE EM RELATOS DOS SÉCULOS XVII, XVIII E XIX Além da cartografia, os relatórios das autoridades régias (eclesiásticas ou civis) e as nar‑ rativas dos viajantes estrangeiros prestam‑se em expor os múltiplos sertões e a comple‑ xidade de suas paisagens, entendidas como o resultado simbólico‑material de relações sociais praticadas sobre o lugar ou território. O relatório do governador do Maranhão, João da Maia da Gama, descreveu aspectos hidrográficos, orográficos e vegetativos dos territórios maranhense, piauiense, cearense e paraibano. Gama mencionou alguns ob‑ jetos culturais, como fortalezas, aldeamentos missioneiros, capelas, fazendas, currais e vilas, dando conta dos processos de urbanização em curso nos territórios visitados. Destacou a complexidade da estrutura social dos “Certoens” por elencar alguns dos seus componentes: fazendeiros, roceiros, índios agregados, brancos pobres, escravos africanos cativos e forros, procuradores e feitores; e testemunhou as economias pelas quais os moradores articulavam uma ativa rede de contatos comerciais: algodão, gado, mandioca, cana‑de‑açúcar e “sal da terra”. No que diz respeito aos índices de urbanidade de determinadas povoações, a au‑ toridade narrou sobre a paisagem das vilas visitadas, discutindo as suas especificidades estéticas, qualitativas e utilitárias. A vila da Mocha (futura cidade de Oeiras do Piauí), fundada por decreto régio em 1712, estava localizada […].

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

51-69

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


PAISAG EN S DO S “CERTOEN S” DO N ORTE

|

E. Arraes

|63

[…] em huã baixa entre dois altos que lhes tomão a viração e na baixa tem agoa cor‑ rente e antes da fundação muito despoes della erão por alli tudo alagadisso naquella baixa e com o tempo se forão abrindo e atterando [sic] […] e se está fazendo huã fermosa cadeia de pedra e caibro por não haver ainda cal e com huã fermosa casa de Camara em sima a q., deixei já posto o vigamento […] (MARTINS, 1944, p.22).

A circulação no território pelos moradores foi citada nas referências de João da Maia da Gama às salinas de Igoarassú, situadas na freguesia de Piracuruca (PI). Ali, os residentes da ribeira do Parnaíba, da Serra da Ibiapaba e outras partes do Ceará “[…] vem buscar o sal e conduzi‑lo em cavalo para o interior e outras partes mais distantes […]” (MARTINS, 1944, p.56). A extração do “sal da terra” em determinados lugares, principal‑ mente nas margens do rio São Francisco — desde a foz do rio Salitre até o rio Carinhanha —, além de citada pelo governador do Maranhão, foi documentada pelos viajantes natu‑ ralistas Spix e Martius, em 1818, e pelo médico inglês George Gardner, em 1838, quando visitou a lagoa de Parnaguá. Lá, viu “[…] gente de lugares distantes [que] se ocupavam em apanhar o sal” e relatou, ainda, que a porção comprada por ele “preservou muito bem a carne […]” (GARDNER, 1975, p.137). O “sal da terra” foi outro artigo comercial endógeno extraído com técnica própria e adaptada às práticas cotidianas dos produtores. Além de servir à salga da “carne‑do‑ser‑ tão”, como fez George Gardner em seu trajeto, esse produto foi utilizado pela população para suprir as necessidades alimentares, tendo em vista os altos custos e a dificuldade de acesso ao sal marinho, cujo monopólio de extração e comercialização restringiu‑se aos contratos régios. Ademais, o sal articulou e dinamizou o mercado interno em uma intrica‑ da rede de contatos comerciais, mobilizando sociedade e núcleos urbanos de diferentes capitanias. No relatório de 1774 feito pelo governador de Pernambuco, Jozé Cezar de Menezes, o “sal da terra” era […] […] abundantíssimo de commercio, por quanto o vem buscar os habitantes da comarca de Goyaz, Paracatú, Gearaes, Serro, Minas Novas do Fanado, Rio de Contas, Jacobina, e todos os Certões vizinhos, que conduzem o dito sal pelo Rio [São Francisco] acima em muitos barcos, e canoas grandes de vella, e pella terra adentro, em cavalgaduras […] (ARQUIVO HISTORICO ULTRAMARINO DE LISBOA, 1923, p.62).

Na primeira década do século XIX, Spix e Martius testemunharam a viabilidade econômica do comércio do sal extraído nas margens do rio São Francisco, mais precisa‑ mente no termo da vila de Pilão Arcado: “pecuária e sal constituem a riqueza desse extenso distrito, e este último artigo anima, sobretudo, o comércio entre Carinhanha [núcleo urbano situado em Pernambuco, na fronteira com a província de Minas Gerais […]” (von

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

51-69

|

Janei ro-Junho 2016


|

64

PA I S A G E N S D O S “ CE RT OE NS ” DO NORT E

|

E . A r r aes

SPIX & MARTIUS, 1981, p.114). A toponímia gravada em antigos mapas fornece pistas sobre a paisagem de regiões produtoras de sal. No mapa Província do Piauí, desenhado em 1873 por José Ribeiro da Fonseca Silvares, localizam‑se, nas proximidades da vila de Pilão Arcado, as salinas de Zacarias (Figura 2). Essas salinas foram identificadas pelos naturalistas germânicos quando descreveram a região entre a Passagem do Juazeiro (atual Petrolina, PE) e o rio Carinhanha (von SPIX & MARTIUS,1981, p.226). Jozé Cezar de Menezes descreveu à Coroa portuguesa outros fluxos comerciais animados pela variedade de produtos mercantis não restritos aos derivados da pecuária (carne verde, carne‑seca, couros), esta última amplamente disseminada nos sertões do Norte desde o início de seu povoamento. Na paróquia de Santo Antão (PE) havia uma feira onde os moradores vendiam fazendas secas e molhadas e panos de algodão “que fabricão nesta freguezia em abundancia por cujo motivo vem comboios do certão de Minas a comprar este genero neste lugar” (ARQUIVO HISTORICO ULTRAMARINO DE LISBOA, 1923, P.36). A trama socioeconômica urdida no texto do governador de Pernambuco põe em xeque o vazio e a estagnação como representações do cotidiano, dos processos de urbanização e da paisagem dos “Certoens”, devendo ser ponderados e devidamente equacionados segundo as fontes da época. Dito de outra maneira, as paisagens dos sertões do Norte no período colonial não podem ser interpretadas à luz dos aspectos biogegráficos (Caatinga), à morosidade dos eventos diários e ao suposto isolamento, “porque seus caminhos não são tão incognitos, nem aos do Brasil, nem à infinita gente que tem voltado para esse Reino” (ARQUIVO HISTÓRICO ULTRA‑ MARINO DE LISBOA, 1751, Cx. 2, D. 173). Assim informou o conde de Atouguia ao Conselho Ultramarino…

FIGURA 2 — Salinas de Zacarias, localizadas no termo da vila de Pilão Arcado. Extrato do mapa Província do Piauhy de José Ribeiro da Fonseca Silvares. Fonte: Disponível em: <http://www.bne.es>. Acesso em: 14 mar. 2013. Domínio público.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

51-69

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


PAISAG EN S DO S “CERTOEN S” DO N ORTE

|

E. Arraes

|65

CONCLUSÃO Tentou‑se desmontar, em linhas gerais e não peremptórias, a representação corriqueira dos sertões, território distinto do atual sertão nordestino brasileiro que, em certos as‑ pectos sociogeográficos, tem suas fronteiras confundidas. De fato, sertões do Norte e sertão nordestino são duas construções políticas. Os primeiros foram formados a partir das práticas cotidianas dos moradores ou segundo as medidas geopolíticas emanadas da Coroa portuguesa. Já o sertão nordestino é fruto de agendas políticas recentes formuladas em princípios do século XX, pelas quais as representações da paisagem carregam juízos parciais desde a sua origem: vazio, estagnação, rusticidade, pobreza, entre outros. Vimos que já em finais do Seiscentos as relações sociais operadas entre os sertões das capitanias do Norte e as outras partes do Brasil‑Colônia mobilizaram agentes de diferentes naturezas: funcionários régios (eclesiásticos e civis), poderosos fazendeiros associados a objetivos comuns, indígenas, brancos pobres, africanos cativos ou livres e comerciantes. Os contatos culturais realizados por esses agentes produziram complexas paisagens, vistas além das sedes de fazendas e currais implantados na ribeira dos princi‑ pais cursos fluviais. Dentro desses “Certoens” do Norte, homogeneizados por Capistrano de Abreu em seu “Ciclo do Couro”, existiram diferentes economias, como a extração do “sal da terra” que articulou, principalmente, a população das margens médias do rio São Francisco a regiões distantes. Os fluxos e o movimento dessa população criaram paisagens dinâmicas as quais se modificavam no tempo e no espaço a cada novo evento, pacífico ou veiculado às tensões e clivagens. A conexão entre imagem e texto foi outro método empregado no intuito de descons‑ truir as velhas representações de paisagens. Os mapas, artefatos da cultura material, não correspondem, dessa maneira, ao duplo da realidade. Pelo contrário, eles detêm jogos de poder manipulados por aqueles que recomendavam sua produção. Em geral, as monar‑ quias europeias controlavam os processos de elaboração cartográfica, desde as visitas de campo do cartógrafo ao desenho acabado. Para aprofundar os questionamentos do texto, o uso exclusivo da cartografia tor‑ naria os resultados frágeis e pouco consistentes. Por isso, o cruzamento dos mapas com fontes textuais auxiliou a compreensão da paisagem em distintas escalas geográficas: a micro — quando se discutiu a atuação das sedes de fazenda, dos currais e dos pontos de extração do “sal da terra” na formação das paisagens; e a macro — relativa aos contatos feitos entre os sertões do Norte e as outras áreas da Colônia. Sem as fontes manuscritas, que também são representações, as lacunas deixadas pelo discurso cartográfico seriam de difícil preenchimento. Na verdade, os “Certoens” do Norte, antes de abrigarem os territó‑ rios do final do século XIX romanticizados pela figura do vaqueiro vestido de sua armadura de couro e ilhado nas áridas e desoladas caatingas, representaram diferentes paisagens, transformadas em espaços vivos e dinâmicos por uma sociedade que nasceu complexa e híbrida pela multiplicidade de agentes sociais habitantes de seus mundos.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

51-69

|

Janei ro-Junho 2016


|

66

PA I S A G E N S D O S “ CE RT OE NS ” DO NORT E

|

E . A r r aes

NOTAS 1. Este artigo faz parte da pesquisa de doutorado em andamento na Faculdade de Arquitetura e Urbanismo da Universidade de São Paulo, orientada pela Profa. Dra. Beatriz Bueno. 2. Por intermédio do decreto 7.619, de 21 de outubro de 1909, foi criada a Inspetoria Federal de Obras Contra a Seca (IFOCS). Foi a primeira instituição a estudar a problemática da seca e as pos‑ síveis intervenções físicas nas áreas atingidas regularmente por ela. O regulamento e a instalação da IFOCS tiveram apoio de Capistrano de Abreu e Euclides da Cunha e foi saudado pela comunidade letrada do Brasil da época. Ver MENDES, K.S. O sertão descoberto aos olhos do progresso: a Inspetoria de Obras Contra as secas (1909‑1918). Rio de Janeiro: UFRJ/IFCS, 2010. A IFOCS foi substituída, em 28 de dezembro de 1945, pelo Departamento Nacional de Obras Contra as Secas (DNOCS). No governo de Juscelino Kubitschek ocorreu a instituição da Superintendência do Desenvolvimen‑ to do Nordeste (SUDENE). A principal força motriz desse órgão foi a conscientização e mobilização da sociedade brasileira, conduzida sob a liderança legítima de suas forças sociais e políticas mais representativas, quanto à situação de abandono secular em que se encontrava a Região em relação às políticas nacionais de promoção do desenvolvimento, o que vinha resultando no seu atraso cres‑ cente diante dos avanços realizados nas áreas mais desenvolvidas do País. Ver GUERRA, P.B. A civilização da seca. Fortaleza: DNOCS, 1981. 3. Palimpsesto era um pergaminho ou papiro cujo texto primitivo foi raspado para dar lugar a outro. Definição tirada de HOUAISS, A. Grande dicionário da língua portuguesa. Rio de Janeiro: Objetiva, 2001. p.2111. Ainda sobre a metáfora do palimpsesto, o historiador inglês Hoskins (1985) revelou a paisagem como o incorporamento material das atividades humanas, um “palimpsesto” irrevogavel‑ mente permeado de tempos que permitem decifrar as assinaturas dos eventos anteriores. 4. As pesquisas de ABREU, M.A. Geografia histórica do Rio de Janeiro (1502‑1700). v.2. Rio de Ja‑ neiro: Andrea Jakobsson Estúdio & Prefeitura do Município do Rio de Janeiro, 2010; SILVA, I.B.P. Vilas de índios no Ceará Grande: dinâmicas locais sob o Diretório pombalino. Campinas: Unicamp, 2003; GIANESELLA, R.R. Paisagens no tempo: vilas litorâneas paulistas. 2008. Dissertação (Mes‑ trado) — Faculdade de Arquitetura e Urbanismo, Universidade de São Paulo, São Paulo, 2008; REIS, N.G. As minas de ouro e a formação das Capitanias do Sul. São Paulo: Via das Artes, 2013; MONTEIRO; J.M. Negros da terra: índios e bandeirantes nas origens de São Paulo. São Paulo: Companhia das Letras, 2009. 5. O geógrafo francês Paul Claval indica que a relação clientelar tem igualmente raízes econômicas. Ela se estabelece entre quem dispõe de bens consideráveis e quem não tem meios de produzir, nem rendimentos. CLAVAL, P. Espaço e poder. Rio de Janeiro: Zahar Editores, 1979. p.59.

AGRADECIMENTOS À Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo pelo apoio concedido à realização da pesquisa de doutorado em questão (Processo nº 2013/04404‑9).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

51-69

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


PAISAG EN S DO S “CERTOEN S” DO N ORTE

|

E. Arraes

|67

REFERÊNCIAS AGBE‑DAVIES, A.; BAUER, A.A. Rethinking trade as a social activity: An introduction. In: AGBE‑DA‑ VIES, A.; BAUER, A.A. (Ed.). Social archeology of trade and exchange: Exploring relations among

people, places, and things. Walnut Creek: Left Coast Press, 2010. p.13‑28. ANDERSON, B. Comunidades imaginadas: reflexões sobre a origem e a difusão do nacionalismo. São Paulo: Companhia das Letras, 2011. ARQUIVO Histórico Ultramarino de Lisboa. “ATA (cópia) da reunião da Junta composta pelo governador, D. Francisco Martins Mascarenhas de Lencastro, o bispo D. Frei Francisco de Lima, o ouvidor geral Manoel da Costa Ribeiro, o provedor da Fazenda Real, Inácio de Moraes Sar‑ mento e o procurador da Coroa e Fazenda, Antônio Rodrigues Pereira, da capitania de Pernambuco, sobre a forma que se deve ter com as datas das sesmarias, foro e arrecadação”. Arquivo Histórico Ultramarino de Lisboa, 1699, Cx. 18, D. 1777. ARQUIVO Histórico Ultramarino de Lisboa. “CARTA Régia do rei, D. Pedro II, ao governador da

capitania de Pernambuco, Caetano de Melo de Castro, ordenando as normas para o povoamento e assen‑ tamento de datas de terras no sertão”. Arquivo Histórico Ultrmarino de Lisboa, 1699, Cx. 18, D. 1771. ARQUIVO Histórico Ultramarino de Lisboa. “CARTA do vice‑rei e governador geral do Bra‑ sil, Vasco Fernandes Cesar de Menezes ao rei [D. João V] comunicando as diligências em que mandou efetuar o coronel Pedro Barbosa sobre os particulares e dependências de jacobina”. Arquivo Histórico Ultramarino de Lisboa, 1721, Cx. 15, D. 1338. ARQUIVO Histórico Ultramarino de Lisboa. “CONSULTA do Conselho Ultramarino ao rei

D. Pedro II, sobre o caminho que se descobriu e se abriu do Maranhão para a Bahia”. Arquivo His‑ tórico Ultramarino de Lisboa, 1696, Cx. 9, D. 906. ARQUIVO Histórico Ultramarino de Lisboa. “CONSULTA do Conselho Ultramarino ao rei

D. Pedro II, sobre o requerimento dos povoadores e descobridores dos sertões do Piauí, solicitando a posse das terras que cada um tivesse descoberto e fosse descobrindo, pagando apenas o foro à fazenda real”. Arquivo Histórico Ultramarino de Lisboa, 1697, Cx. 1, D. 04. ARQUIVO Histórico Ultramarino de Lisboa. “IDEIA da População da Capitania de Pernam‑

buco, e das suas annexas, extensão de suas Costas, Rios, e Povoações notaveis, Agricultura, numero dos Engenhos, Contractos, e Rendimentos Reaes, augmento que estes tem tido &.a&.a desde o anno de 1774 em que tomou posse do Governo das mesmas Capitanias o Governador e Capitam General Jozé Cézar de Menezes”. In: ANNAES DA BIBLIOTHECA NACIONAL DO RIO DE JANEIRO. v.40. ano 1918. Rio de Janeiro: Officinas Graphicas da Bibliotheca Nacional, 1923. ARQUIVO Histórico Ultramarino de Lisboa. “OFÍCIO do vice rei, Athouguia, expondo as

dificuldades que o desembargador Agostinho Felix dos Santos Campello apresentava para realizar a sua viagem para Goiás, como lhe fora ordenado, informando que a despesa era grande, por causa da enorme distancia a percorrer, da inclemência dos caminhos e do clima e dos assaltos dos gentios que tornavam necessário ir aquele magistrado bem acompanhado e provido de todos os recursos”. Arquivo Histórico Ultramarino de Lisboa, 1751, Cx. 2, D. 173. ARQUIVO Histórico Ultramarino de Lisboa. “OFÍCIO do [desembargador], Francisco Mar‑

celino de Gouveia, ao secretáro de estado da Marinha e Ultramar, Tomé Joaquim da Costa Corte Real, sobre a falta de meios dos senhores das fazendas e moradores do Piauí para o seu desenvolvi‑ mento”. Arquivo Histórico Ultramarino de Lisboa, 1760a, Cx. 6, D. 400. ARQUIVO Histórico Ultramarino de Lisboa. “OFÍCIO do engenheiro, Henrique António Gallucio, ao de estado da Marinha e Ultramar, Francisco Xavier de Mendonça Furtado, sobre as configurações geométricas que efetuou de toda a costa marítima, desde o Pará ao Maranhão e capitania do Piauí, para elaboração de cartas geográficas da capitania, enviando um requerimento a solicitar a sua nomeação para o cargo de sargento‑mor engenheiro, com soldo dobrado”. Arquivo Histórico Ultramarino de Lisboa, 1760b, Cx. 7, D. 437.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

51-69

|

Janei ro-Junho 2016


|

68

PA I S A G E N S D O S “ CE RT OE NS ” DO NORT E

|

E . A r r aes

ARQUIVO Histórico Ultramarino de Lisboa. “OFÍCIO do ouvidor da capitania de Pernam‑

buco, Antônio Moraes Teixeira Homem, ao secretário de estado da Marinha e Ultramar, Martinho de Melo e Castro, sobre a situação da justiça nos julgados da comarca de Olinda, Garanhuns, Ta‑ caratu, Pajeú e Cabrobó, e sugerindo sua elevação de todas à vila, e informando o desenvolvimento comercial de Paudalho e de Santo Antão da Mata e a necessidade de transformá‑las em vilas a fim de melhorar a aplicação da justiça na dita capitania”. Arquivo Histórico Ultramarino de Lisboa, 1787, Cx. 160, D. 11530. ARQUIVO Histórico Ultramarino de Lisboa. “RELAÇÃO dos sítios povoados na região da

chapada para dentro”. Arquivo Histórico Ultramarino de Lisboa, 1720, Cx. 10, D. 1066. ARQUIVO Histórico Ultramarino de Lisboa. “REQUERIMENTO do coronel Garcia de Ávila

Pereira ao rei, D. João V, solicitando ordenar ao vice rei do Brasil que enviei um ouvidor a Jacobina para averiguar os danos ali ocorridos e criar uma aldeia no sitio das Alagoas ou junto a igreja de Santo Antônio”. Arquivo Histórico Ultramarino de Lisboa, 1723, Cx. 1722, D. 1484. ARRAES, D.E.A.A. Curral de reses, curral de almas: urbanização do sertão nordestino entre os séculos XVII e XIX. 2012. Dissertação (Mestrado) — Faculdade de Arquitetura e Urbanismo, Universidade de São Paulo, São Paulo, 2012. ARRAES, E. Rio dos currais: paisagem material e rede urbana do rio São Francisco nas capitanias da Bahia e Pernambuco. Anais do Museu Paulista, v.21, n.2, p.47‑77, 2013. BENDER, B. Landscape and politics. In: BUCHLI, V. (Ed.). The material culture reader. Oxford and New York: Berg, 2002. p.303‑314. BESSE, J.‑M. O gosto do mundo: exercícios de paisagem. Rio de Janeiro: EdUERJ, 2014. BLUTEAU, R. Vocabulario Portuguez e latino, aulico, anatomico, architectonico, bellico, botanico (…)

autorizado com exemplos dos melhores escritores portuguezes e latinos e offerecidos a El Rey de Portugal D. João V. Coimbra: Collegio das Artes da Companhia de Jesus, 1712‑1728. v.8 Disponível em: <http://www.bbm.usp.br>. Acesso em: 9 set. 2015. BURKE, P. O que é História cultural? Rio de Janeiro: Jorge Zahar Ed., 2005. CARRERI, F. Walkscape: el andar como práctica estética. Barcelona: Gustavo Gili SA, 2002. CLAVAL, P. A paisagem dos geógrafos. In: CORRÊA, R.L.; ROSENDAHL, Z. Geografia cultural: uma

antologia. ANNAES DA BIBLIOTHECA NACIONAL DO RIO DE JANEIRO. Rio de Janeiro: UERJ, 2012. v.1. p.245‑276. COUTO, D.L. Desagravos do Brazil e glórias de Pernambuco. Discursos brasí­licos, dogmáticos, béli‑

cos, apologéticos, moraes e históricos. In: ANAIS DA BIBLIOTECA NACIONAL DO RIO DE JANEIRO. v.26, tomo 1. Rio de Janeiro: Fundação Biblioteca Nacional, 1904. COSGROVE, D. Social Formation and Simbolic Landscape. Madison: University of Wisconsin

Press, 1984. DUNCAN, J. The city as text: The politics of landscape interpretation in the Kandyan kingdom. Cambridge: Cambridge University Press, 1997. ENNES, E. A guerra dos Palmares. Rio de Janeiro: Cia. Editora Nacional, 1938. FONSECA, J.J. Rodelas: curraleiros, índios e missionários. Salvador: Impressão do autor, 1996. GALINDO, M. O governo das almas: a expansão colonial do país dos Tapuia (1651‑1798). 2004. Tese

(Doutorado) — Centro de Filosofia e Ciências Humanas, Universidade Federal de Pernambuco, Recife, 2004. GARDNER, G. Viagem ao interior do Brasil, principalmente nas províncias do Norte e nos distritos do ouro e do diamante durante os anos de 1836‑1841. Belo Horizonte: Itatiaia, 1975.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

51-69

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


PAISAG EN S DO S “CERTOEN S” DO N ORTE

|

E. Arraes

|69

GUTIÉRREZ, R. Reflexiones para una metodologia de análisis del barroco americano. In: Simpo‑ sio Internazionale sul Barocco Latino Americano, Atti Del Simposio. Roma: Instituto Ítalo Latino Americano, 1982. HARLEY, J.B. La nueva naturaleza de los mapas: ensayos sobre la historia de la cartografia. Cidade do México: Fondo de Cultura Econômica, 2005. HOSKINS, W.G. The making of the English landscape. Harmondsworth: Penguin, 1985. LAZZARI, M. Landscape of circulation in Northwest Argentina: workings of Obsidian and ceramics during the first millenium. In: AGBE‑DAVIES, A.; BAUER, A.A. (Ed.). Social archeology of trade and exchange: Exploring relations among people, places, and things. Walnut Creek: Left Coast Press, 2010. p.49‑68. LEPETIT, B. Por uma nova história urbana. São Paulo: Edusp, 2001. LÖFGREN, A. Contribuição para a questão florestal da região do Nordeste do Brazil. 2.ed. Rio de Janeiro: Imprensa Ingleza, 1923. MARTINS, F.A.O. Um herói esquecido (João da Maia da Gama). Lisboa: Divisão de Publicações e Biblioteca Agência Geral das Colónias, 1944. v.2. MITCHELL, W.J.T. Imperial landscape. In: MITCHELL, W.J.T (Ed.). Landscape and power. 2nd. Chi‑

cago and London: The University of Chicago Press, 2002. p.1‑20. NANTES, padre M.O.F.M. Relação de uma missão no rio São Francisco: relação sucinta e sincera da missão do padre Martinho de Nantes, pregador capuchinho, missionário apostólico no Brasil entre os índios chamados cariris. São Paulo: Editora Nacional, 1979. NEVES, E.F. et al. Caminhos do sertão: ocupação territorial, sistema viário e intercâmbios coloniais nos sertões da Bahia. Salvador: Arcadia, 2007. ROSA, G. Grandes sertões, veredas. Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 2008. ROTEIRO do Maranhão a Goiaz pela Capitania do Piauhi. Revista do Instituto Histórico e Geográfico

Brasileiro, Tomo LXII, v.99, 1900. SANTOS, M. A natureza do espaço: técnica e tempo, razão e emoção. 4.ed. São Paulo: Edusp, 2009. SILVA, A.M. Diccionario da Lingua Portugueza: recompilado dos vocabularios impressos ate agora, e

nesta segunda edição novamente emendado e muito acrescentado. Lisboa: Tipographya Lacerdina, 1813. Disponível em: <http://www.brasiliana.usp.br>. SPIX, J.B. von; MARTIUS, C.F.P. von. Viagem pelo Brasil. Belo Horizonte: Itatiaia, 1981. v.2. VILHENA, L.S. Recopilação de noticias soteropolitanas e brasílicas. Salvador, 1802. v.1. Disponível em: <http://www.bndigital.bn.br>. Acesso em: 1 nov. 2011. WOOD, D. The nature of maps: Cartographic constructions of the natural world. Chicago: University Chicago Press, 2008.

ESDRAS ARRAES | Universidade de São Paulo | Faculdade de Arquitetura e Urbanismo | Pós‑Gradu‑ ação em Arquitetura e Urbanismo | R. Maranhão, 88, Higienópolis, 01240‑000, São Paulo, SP, Brasil | E‑mail: <esdras_arraes@yahoo.com.br>.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

51-69

|

Recebido em 27/8/2015, reapresentado em 28/3/2016 e aprovado em 28/4/2016.

Janei ro-Junho 2016



ITALIAN IMMIGRATION IN SOUTHERN BRAZIL: REPRODUCTION AND INNOVATION IN THE LAYOUT OF RURAL HOUSES THROUGH THE SPACE SYNTAX THEORY IMIGRAÇÃO ITALIANA NO SUL DO BRASIL: REPRODUÇÃO E INOVAÇÃO EM LEIAUTES DE CASAS RURAIS PELA TEORIA DA SINTAXE ESPACIAL | INMIGRACIÓN ITALIANA EN EL SUR DE BRASIL: REPRODUCCIÓN Y INNOVACIÓN EN LOS DISEÑOS DE CASAS RURALES A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE SINTAXIS DEL ESPACIO ELIO TRUSIANI, DÉCIO RIGATTI

ABSTRACT The structure of a sample of rural houses built by Italian immigrants in Southern Brazil from the last quarter of the 19th century onwards and a sample of Italian rural houses were analyzed using the space syntax theory and techniques. The samples were analyzed to identify key differences in the house genotypes. The main goal of the article is to compare the results regarding the Brazilian sample of houses with the Italian sample of rural houses from the regions of Veneto and Trentino Alto‑Adige, where most of the families that had moved to Southern Bra‑ zil came from. Therefore, it will be possible to evaluate whether or not, and to which extent, the Italian immigrants reproduced in Brazil the Italian house struc‑ tures they used to live in and, more importantly, the relationship between the spatial structure of the houses built in Brazil and the patriarchal social structure that governed the entire society at that time. We inferred so far that the main genotype found in the Italian sample corresponds to the genotype produced in Brazil, a time when the houses were organized around the daily life of the families and suited the prevailing patriarchal social structure. In the Brazilian case, liminal events and a more flexible house plan are able to introduce differences in the way the same house can function, depending on how strangers are admitted into the houses on liminal occasions and in the daily life of the families. In Italy, this kind of flexibility is not found. There are two main hypotheses regarding this aspect: the first one is that the immigrants tend to reproduce the structure of the houses as experienced in Italy but, at the same time, they tend to introduce in Brazil a new typology of houses based on the flexibility of the house plan that is relatively autonomous from their spatial experience in Italy. KEYWORDS: Domestic space. Rural houses. Italian immigration in Brazil.

Ocu lu m e ns.

|

Campi nas

|

13(1)

|

71-90

|

Janei ro-Junho 2016


|

72

R U R A L H O U S E S o f ITA LIA N IM M IGRAT ION

|

E . Tr u siani & D. R i gatti

RESUMO A análise de amostras de casas rurais, construídas por imigrantes italianos no Sul do Brasil a partir da segunda metade do século XIX, foi feita utilizando‑se de teoria e técni‑ cas de sintaxe espacial. As amostras foram avaliadas para permitir a identificação de diferenças fundamentais nos genótipos das casas. O objetivo deste trabalho é comparar os resultados apresentados por essas amostras de casas rurais brasileiras com os de casas italianas das regiões do Veneto e do Trentino Alto‑Adige, local de proveniência da maio‑ ria das famílias de imigrantes que se instalaram no Sul do Brasil. Assim, seria possível avaliar se e em que medida os imigrantes italianos reproduzem no Brasil a estrutura das casas em que costumavam viver na Itália e, mais importante, qual é a tradução feita para o Brasil no que diz respeito às relações entre a estrutura das casas aqui construídas e o sistema patriarcal o qual organizava a sociedade da época. É possível inferir até agora que o principal genótipo encontrado na amostra italiana corresponde ao produzido no Brasil, quando as casas são organizadas para a vida cotidiana das famílias e adequadas à estrutura social patriarcal prevalente entre os imigrantes italianos. No caso brasileiro, ritos de passagem e uma planta mais flexível são capazes de produzir diferenças nos modos como a mesma casa pode funcionar, dependendo de como os estranhos são admi‑ tidos nesses ritos de passagem e na vida cotidiana das famílias. Na Itália, essa flexibili‑ dade jamais é encontrada. Há duas hipóteses principais sobre a questão: a primeira, é que os imigrantes tendem a reproduzir a estrutura das casas de suas experiências na Itália, mas, ao mesmo tempo, tendem a introduzir, no Brasil, uma nova tipologia de moradias baseada na flexibilidade da planta, sendo esta relativamente autônoma com relação à experiência espacial na Itália. PALAVRAS‑CHAVE: Espaço doméstico. Habitação rural. Imigração italiana no Brasil.

RESUMEN Mediante el uso de técnicas y teoría de sintaxis espacial, se analizó una muestra de casas construidas por inmigrantes italianos en el sur de Brasil a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Las muestras fueron evaluadas con el fin de permitir la identificación de las diferencias clave en los genotipos de las casas. El objetivo de este estudio es comparar los resultados presentados por las muestras de las moradas brasileñas e italianas de las regio‑ nes de Véneto y Trentino Alto‑Adige, origen de la mayoría de las familias de inmigrantes que se establecieron en el sur de. Así, es posible evaluar si, y en qué medida, los inmi‑ grantes italianos en Brasil reproducen la estructura de las casas donde solían vivir en Italia y, más importante, cuál es la traducción hecha en Brasil en términos de la relación entre la estructura espacial de las casas construidas aquí y la estructura social patriarcal que rige a toda la sociedad en ese momento. Lo que es posible considerar hasta ahora es que el genotipo principal encontrado en la muestra italiana corresponde al genotipo producido en Brasil, cuando las casas se organizan para la vida cotidiana de las familias

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

71-90

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


RU R AL H O U SES of ITALIAN IMMIG R ATIO N

|

E. Trusi ani & D. R i gatti

|73

y se adecuan a la estructura social patriarcal, prevalente entre los inmigrantes. En Brasil, los ritos de paso y una planta más flexible producen diferencias en las formas como la misma casa puede funcionar, dependiendo de cómo los extranjeros son admiti‑ dos en los hogares en estos ritos de paso y en la vida cotidiana de las familias. En Italia esta flexibilidad jamás se encuentra. Hay dos hipótesis principales de este tema: la pri‑ mera es que los inmigrantes tienden a reproducir la estructura de las casas de sus expe‑ riencias en Italia; pero al mismo tiempo, tienden a introducir en Brasil un nuevo tipo de vivienda basado en la flexibilidad de la planta y que es relativamente independiente de su experiencia espacial en Italia. PALABRAS CLAVE: Espacio doméstico. Casas rurales. Inmigración italiana en Brasil.

INTRODUCTION The occupation of part of the state of Rio Grande do Sul in the late 19th century by Italian immigrants was due to vacant land in the South region of Brazil and the need to introduce free labor, following international pressures to stop slavery. This was the opportunity to ease problems in rural areas of Italy, particularly in the Northern regions, which were facing difficulties that could not be solved after the Italian Unification in 1870. In Brazil, as soon as the initial problems related to the beginning of production were overcame, it was possible to invest work and money in the construction of permanent houses, better fit for the family needs. The small area of rural plots allowed the structuring of quite a dense community, with interactions that took place around churches and chapels and, occasionally, in the family houses. Religious unity provided the necessary support for a collective life in a strange land through religious celebrations. An important part of sociality took place in the houses themselves, especially through rites of passage that followed the life of the people from birth to death. The houses were a place for the production and reproduction of social practices within the family and community. Rites of passage such as births, engagements, marriages and funerals marked the relationships among families, neighbours and stran­ gers, structuring the socialization within the community. During these rites, the presence of strangers and neighbours was welcome, not only to share celebrations or mourning, but also as an important way of transmitting and controlling social life as a whole. Temporal liminalities and rites of passage were important for the families because these were times when the houses could welcome strangers to show them who the family was, how they managed to overcome difficult times, and to share their values. For the members of an immigrant community that was structured ex‑nihil, these collective events represented times of social exchanges and cultural constructions. As Turner (1969) points out when considering the aggregation phase of rites of passage in the social experience:

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

71-90

|

Janei ro-Junho 2016


|

74

R U R A L H O U S E S o f ITA LIA N IM M IGRAT ION

|

E . Tr u siani & D. R i gatti

The ritual subject, individual or corporate, is in a relatively stable stage once more and, by virtue of this, has rights and obligations vis‑à‑vis others of a clearly defined and ‘structural’ type; he is expected to behave in accordance with certain customary norms and ethical standards binding on incumbents of social position in a system of such positions (TURNER, 1969, p.359).

Rites of passage tend to unify people at this stage as well as weaken the forms of control. The opening of the houses on these occasions corresponds to a moment when the usual daily order and the pre‑existing control structure are minimized. Trubshaw states that when “looking more broadly at ritual events […] there is at least a moment when the participants are between normal ordered cultural states. This raises the possibility of standing aside from social positions […]” (TRUBSHAW, 2000, p.2). Nevertheless, the time of the ritual events as well as the rites are controlled. In the house of an Italian immigrant, the opening or closing of the house to stran­ gers temporarily rearranges the space. When the rite of passage is over, the space returns to its former and daily structure, which is subverted on liminal occasions. This disconti‑ nuity is, therefore, transient and both the spatial and social flexibilities are only relative, once only behaviours related to the specific rite are accepted. The way Italian immigrants in Brazil used to structure their domestic space allowed to control the social use of space during rites of passage and return it to the family life, which was strongly based on a patri‑ archal system, requiring the control of space itself in order to be effective. The patriarchal system was based on the authority of the father, who ruled the fami­ ly with an almost absolute power over the family members. The structure of the domestic space required specific attributes to ensure that the space itself could be an instrument of control and authority of the patriarch over the family members and strangers. Accesses to/from the exterior and the internal spatial relations were used to pro‑ duce and reinforce the family organization, the relative position of their members and mediate how the entire spatial relations were controlled by the master of the house. Based on these premises, the aim of this paper is to investigate how the houses of the first Italian immigrants in Southern Brazil were structured for the daily life and ritual events. We compared a sample of Italian rural houses from Veneto and Trentino Alto‑Adige regions. Thus, it is possible to evaluate how and to which extent the houses built in Brazil reproduce the Italian matrices and if and how innovations were introduced in the house structure in terms of their genotypes.

METHODS The comparative analyses of samples of Italian and Brazilian rural houses will be made by using space syntax techniques, particularly through graph analysis that allows the identification of space typology and genotypic families that structure the domestic space.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

71-90

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


RU R AL H O U SES of ITALIAN IMMIG R ATIO N

|

E. Trusi ani & D. R i gatti

|75

Two main and complementary concepts are used: a) spatial integration, which deals with the relative position of every room in the composition and their roles in the fami­ly life; b) space typology, which evaluates the main aspects of domestic space organi‑ zation in terms of occupation and movement in housing layouts (HILLIER, 1996). The house plans were used as the main source of data to draw the justified graphs, which are the means to calculate the integration values of every room and house. In Figure 1 the reasoning is illustrated, with the house plan of the building on the left, and the correspon‑ dent graph on the right: Spaces ‘a’ and ‘b’ are someway related to the ex‑ terior space ‘c’, and the role of each space depends on its relative position regarding all others and the different house plans shown in the figure mean differentiations in the way all spaces control all the others and, therefore, represent different ways of controlling social interactions. By analyzing a number of buildings using this technique, it was possible to identify the structures of the families — or genotypes — linking morphology and social use of space. A genotype in buildings can be defined in terms of associations between labels of spaces and differentiations in how those spaces relate to the complex as a whole […] genotypes will be

FIGURE 1 – House plans and respective graphs. Source: Hillier and Hanson (1984. p.148).

the result of relations of inhabitants with inhab‑ itants and inhabitants with visitors” (HILLI­ER & HANSON, 1984. p.154).

The interface between inhabitants and strangers are the main social generators of buildings (HANSON, 1998). Integration is a function of depth from every space to all others and depth here is taken as the number of different rooms required to pass from one room to the other in a building. Understanding the use of every room is important to grasp the logic of space organi‑ zation and its relations to social behaviour in space. Regularities or differences presented in a group of buildings can define the structures of the families or genotypes. Integration has emerged in empirical studies as one of the fundamental ways in which houses convey culture through their configurations. […] different functions or activities were systematically assigned to spaces which integrated the dwellings

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

71-90

|

Janei ro-Junho 2016


|

76

R U R A L H O U S E S o f ITA LIA N IM M IGRAT ION

|

E . Tr u siani & D. R i gatti

to differing degrees. Function thus acquired a spatial expression which could also be assigned a numerical value. Where these numerical differences were in a consistent order across a sample of plans from a region, society or ethnic grouping, then we could say that a cultural pattern existed, one which could be detected in the configu‑ ration itself rather than in the way in which it was interpreted by minds. We called this particular type of numerical consistency in spatial patterning a house ‘genotype’ (HANSON, 1998, p.32).

Depending on the relative position and use of the rooms of a building they may be associated with two aspects that can occur in space: occupation and movement. Occupation means the use of space for activities which are at least partly and often largely static, such as conversing, meeting, reading, eating or sleeping, or at most involve movement which, when traced over a period, remains localised within the occupied space […] (HILLIER, 1996. p.317).

Movement can be defined […] as movement between spaces of occupation, or moving in and out of a complex of such places. Movement is primarily about the relation between spaces rather than the spaces themselves […] (HILLIER, 1996. p. 317). Occu‑ pation is concerned with the convex properties of space while movement is primarily axial. In order to evaluate different potential spaces for occupation or movement we can use the concept of space typology in graphs (HILLIER, 1996). Hillier identifies four dif‑ ferent types of spaces, summarized in Table 1. Space typology is important because it is related to the depth‑minimizing and maxi‑ mizing process and therefore the construction of the spatial integration.

TABLE 1 – Space typology in graphs.

Space typology

Types of spaces and their features

a

a-type: dead end spaces; best suited for occupation;

b

c

a

c

c

c

d

d

b-type: part of sequence of spaces; tree‑like structure; movement is only from/to specific space or sequence of spaces;

c

c-type: part of a single ring; limited choice of movement. d-type: part of at least two rings and a common space of the rings; choice of movement; best suited for movement.

d Source: Based on Hillier (1996. p.318‑319).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

71-90

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


RU R AL H O U SES of ITALIAN IMMIG R ATIO N

|

E. Trusi ani & D. R i gatti

|77

THE ITALIAN SAMPLE The Italian sample consisted of field survey and bibliographic sources, particularly from Migliorini and Cucagna (1969) for houses in the area of Belluno1 and the author Barbieri (1962) for houses in the Trentino area2. Differently to what happens in Brazil, isolated rural houses in Italy are quite rare — fewer than 8‑10% — and most houses were built as small villages sparing the land for sowing, as the rural plots tended to be quite small (BAR‑ BIERI, 1962). There is dissociation between the land for production and the area where the house was built. The field survey showed that due to the historically small number of isolated houses, together with a process of restructuring overtime, the bibliographic sources were more consistent for the analysis in this paper, once it made possible to work with a sample of original rural houses, without the modernization that characterizes these houses nowadays, which tends to change the housing layouts. Therefore, most of the houses provided by the field survey3 had to be discarded and a sample of houses taken from bibliographic sources was privileged. Another difference presented in the Italian sample was the so‑called ‘unitary house’, meaning that the same building housed the family and the ‘rustico’, where animals are kept and hay and other stuff are stored. In the trentino area this type of house is called ‘italica’ house (BARBIERI, 1962, p.17). In Brazil, the house is exclusively used to shelter the family, with the exception of the cellar, where wine and food are stored, which is a part of the house. Animals and other goods were kept in different buildings, separated from the house but within a surveillance distance. This type of house in Italy is called ‘maso’ (BARBIERI, 1962, p.37). Within the Italian sample, one of the main typological differences is that the activi‑ ties belonging to the ‘rustico’ tend to be juxtaposed to the house in the area of Belluno and on different floors in the ‘trentino’. Figure 2 shows the house plans of the Italian sample and Figure 3 illustrates the graphs. In almost 60% of the cases, the most integrated spaces are corridors, regardless of which floor they were on. Integration is concentrated in through‑only movement and the core of the composition tends to lie in transition spaces: from/to the exterior; from/ to occupation rooms. In the remaining 40% of the cases the integration area is located in spaces used as transitional spaces such as the exterior and balconies. In the middle of the rank of integration are the rooms for the family life such as the kitchen, living rooms and bedrooms, which means that they are always close to all the others. The most segregated spaces are those used for the production and storage processes. The houses in the Italian sample were classified according to their genotypes as shown and illustrated in Table 2. Type 1 organizes the houses, keeping a configurational separation between the house itself and the ‘rustico’. This type is found in almost half the sample. Type 2 is the tree‑like structure which characterizes the smallest part of the sample, the non‑‘italica’

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

71-90

|

Janei ro-Junho 2016


R U R A L H O U S E S o f ITA LIA N IM M IGRAT ION

|

House at San Nicolo Di Comelico

Agordina House

br3

br2

br1

attic living

br3

hennery

oven

GROUND FLOOR

living

wood stor.

attic

attic

1

ST

living br balconywc

stor.

barn

dairy stor.

dairy stor.

ry

ne

wi

GROUND FLOOR

larder kitchen living

upper balc.

kitchen1

h itc

lower corr.

upper corr. 2 y

wi ne r 1 y er

House at Tezzeli

ff.

o ro

ea

ar

sty

hennery CELLAR

larder2

hay stor.

corr.

br

br1

balcony

br1

barn rr.

1 ST FLOOR

kitchen

2

co w.

lo

1 ST FLOOR

kitchen balcony

House at Tesino Type 2 Kitchen in 1ST Floor

barn

living

living

dairy stor.

wc

1 ST FLOOR

dairy stor.

br

rr.

br3

co

. pp

u

wc GROUND FLOOR

upper corr.

GROUND FLOOR

wc2

br2

wc

1 ST FLOOR

2 FLOOR nd

GROUND FLOOR

2nd FLOOR

kitchen

attic attic

rr.

hay stor.

attic

o larder w.c lo ATTIC

ATTIC

FIGURE 2 – House plans of Italian houses. Source: The authors (2015).

O c ul u m e n s .

3rd FLOOR

br2 wc1

en

k upper balc.

hay stor.2

barn

2nd FLOOR

House at Tesino Type 1 Kitchen in Ground Floor

lower balc.

br3

1 ST FLOOR

living

GROUND FLOOR

br4

kitchen

hay stor.

ATTIC

2nd FLOOR

upper balcony .1 tor hay stor.3 ys ha

larder1

br2

stor.2

1 ST FLOOR

GROUND FLOOR

fruit stor.

attic

wash.

br1

wc lower balc.

FLOOR

barn

br5

balcony

br4

br2

winery

rooff. area

sty

corridor

fruit stor.

hay stor.

3rd FLOOR

upper corr. la rd er

n

e ch

t ki

House at Basso Fersina

barn

GROUND FLOOR

br3

br1

br4

larder 2

upper corr. stor.1 br3

1 ST FLOOR

Nord - Anuiense House

House at Solandro stor.

winery

wash. attic

attic living

2nd FLOOR

lower corr.

dairy stor.

lower corr.

living

balc.

Anuiense House

br2

br2

larder 1

br3 ATTIC

ATTIC

br1

winery

barn

br1

1 ST FLOOR

lower balcony

ea

ar

GROUND FLOOR

living

hall

hay stor.2

r

upper porch 1 ST FLOOR

f.

f oo

br2

kitchen

1 ST FLOOR

granaro

wood stor.

in

GROUND FLOOR

br1

corridor

br2

kitchen

upper corr.

hay stor.1

living lower porch

GROUND FLOOR

GROUND FLOOR

kitchen

1 ST FLOOR

House a Padiglione

Feltrina House

granaro stor.

br3

balcony

1 ST FLOOR

w

living stor.

br1

br2

br1

Bellunese House

heat. oven work.

br2

balcony

1 ST FLOOR

br1

GROUND FLOOR

wc

balcony

kitchen

kitchen

hay stor. living

lower corr.

hay tube

hay stor.

GROUND FLOOR

br2

1 ST FLOOR

winery

barn

kitchen

House at Puos D’alpago

lower corr.

wood stor.

House at Varda

br2

kitchen living

larder

n

1 ST FLOOR

br1

living

he

balcony

br1

cellar/ winery 2

GROUND FLOOR

GROUND FLOOR

larder

winery stor.

tc

br2

barn

larder 2

upper corr.

br1

kitchen

cellar/ winery 1

barn

upper corr.

wc

corridor

living

stor.

lower corr.

lower balcony

GROUND FLOOR

upper balcony

pass.

larder 1 CELLAR

ki

winery living

GROUND FLOOR

House at Zoldano 2

sty lower corridor

cellar

kitchen

House at Zoldano 1

cellar

corridor

House at Milpa

E . Tr u siani & D. R i gatti

upper corr.

|

78

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

71-90

|

Jan eir o- Ju n ho 2016

1 ST FLOOR

ATTIC

ATTIC


|

RU R AL H O U SES of ITALIAN IMMIG R ATIO N

House at San Nicolo Di Comelico

House at Milpa BALCONY BR2

5

WC

BR1 LIVING

CORRIDOR

KITCHEN

3

BR1

2

UPPER CORRIDOR

0 EXTERIOR

8

BR2

3

LOWER 3 BALCONY

2

2

KITCHEN

STORAGE

LIVING

BR1

BARN

WC

BR1

BR2 HAY STOR.

STORAGE

CELLAR WINERY1

BALCONY BARN

STY

BARN

EXTERIOR

4

HALL STORAGE

BR2

UPPER CORR.

LOWER CORR.

BR2

ATTIC

4

BR3

3

BR1 ATTIC LIVING R.

3

2

KITCHEN

2

1

LIVING

LIVING

KITCHEN

0

1

EXTERIOR

0

3

EXTERIOR

Feltrina House

House at Zoldano 2

Bellunese House

LARDER 2

6

BR4 KITCHEN GRANARO STOR.

BALCONY BR1

ATTIC BR1

LIVING

BR2

BR3

LARDER UPPER COR. KITCHEN

LIVING

1 UPPER PORCH

LOWER PORCH

BR3

KITCHEN

HAY STOR. 2

LOWER BALC.

BR3

HAY STOR. 1 BR2 KITC.

LIVING

LOWER CORR.

STOR.1

PORCH

UPPER CORRIDOR

WINERY

3

WINERY 2 EXTERIOR

0

HAY STORAGE

BARN

DEP.

1

BR3 KITCHEN.2 WC.2

ATTIC

KITCHEN

4

0

UPPER BALC. WC.1

BARN LOWER BALCONY

WINERY

1

BR2

BR

HAY STOR. 2

4 CORRIDOR

3

STY

2 DAIRY STOR.

WINERY LOWER CORRIDOR

BARN

1

HENNERY

BR1

3

WC

BALCONY

KITCHEN

CORRID.

2 1

HAY STOR. 1

OPEN AREA

0

EXTERIOR

17

BR3

4

BALCONY

0

EXTERIOR

0

EXTERIOR

House at Tezzeli

LARDER 1

UPPER CORRIDOR

2

1

FRUIT STORAGE

11

LAUNDRY

3 BR1

LIVING

2

CORRIDOR

LARDER 2

5

BR4

HAY SAC.3 STOR. UPPER BR2

BARN

Nord-anuiense House

BR5

KITCHEN

WINERY

EXTERIOR

15

SAC. INF. BR1 LIVING

DAIRY STOR.

3 2

OPEN AREA

LARDER

STY

4

FRUIT STORAGE

DEP. UPPER CORRIDOR

LOWER CORRIDOR

House at Basso Fersina

10

ATTIC

LIVING

DAIRY STOR.

LAUNDRY

2

EXTERIOR

BALCONY

BR

1

KITCHEN.1

1

House at Solandro

LARDER KITCHEN

4

WINERY 1

BR2

2

WOOD STOR.

0

13

5 BR4

BARN ROOFED AREA

3 CORRIDOR

HENNERY

Anuiense House UPPER STOR.2 BALC.

BR2

BR1

EXTERIOR

House a Padiglione

4

LIVING

6 HAY STOR. 3

5

LARDER 1

2

0

0

12

5

3

1

LOWER COR.

EXTERIOR

BR1

BALCONY

BR2 BR3

3 2

WOOD DEP. OVEN/ HEATING

1

EXTERIOR

5

BR1

HAY TUBE

14

2

LARDER 2

LOWER CORRIDOR

0

0

BR3

LIVING ATTIC

GRANARO

0 WOOD STORAGE

CELLAR WINERY 2

1

WINERY

HAY STOR.

1

BALCONY

LARDER 1

House at Puos D’alpago

HAY STOR. STOR.

2

KITCHEN

LIVING

3

EXTERIOR

9

BR2

UPPER CORR.

1

CELLAR

ATTIC

KITCHEN

4

UPPER BALCONY

House at Varda

House at Zoldano 1

WINERY LIVING LARDER

House Agordina

LOWER CORRIDOR

WINERY

1

CELLAR

|79

WC HAY STOR.

4

STORAGE

E. Trusi ani & D. R i gatti

0

EXTERIOR

16

House at Tesino Type 1 (Kitchen in Ground Floor) House at Tesino Type 2 (Kitchen in 1º Floor) BR

WC

LIVING

ATTIC

4 KITCHEN

UPPER CORR. LOWER CORRIDOR

LARDER DAIRY STORAGE

BARN

2

LIVING

WC

ATTIC

DAIRY STOR.

KITCHEN

2 1

BARN

0 EXTERIOR

BR2

UPPER CORRIDOR

2 1

BR1

3

3

LOWER CORRIDOR

0 EXTERIOR

7

FIGURE 3 – Graphs of the Italian houses, from the exterior space according to space typology: a-type spaces in blue; b-type spaces in green; c-type spaces in orange, and d-type spaces in red. Note: Numbers on the left classify the house according to its integration. Source: The authors (2015).

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

71-90

|

Janei ro-Junho 2016


|

80

R U R A L H O U S E S o f ITA LIA N IM M IGRAT ION

|

E . Tr u siani & D. R i gatti

TABLE 2 – The houses in the Italian sample according to their genotypes.

The houses

Belong to type

House at San Nicolò di Comelico, House at Zoldano 1, House at Varda, Anauiense House, House at Solandro, House at Basso Fersina, Nord‑Anuiense House, Bellunese House.

1)

Main features of the type

house

rustico

exterior

Tree‑like structure; the exterior space as the con‑ necting space between the house and the service area, which are spatially separated.

(47.06%)

Agordina House, House at Puos d’Alpago, House at Zoldano 2.

2)

Tree‑like structure; in‑ creasing of depth from the exterior space; used in the non‑‘italica’ houses.

(17.65%)

exterior

House at Milpa, House a Padiglione, House at Tezzeli, House at Tesino 1, House at Tesino 2, Feltrina House.

3)

house

rustico

(35.29%) exterior

House and service area separated and connected by the exterior space and both areas have a tree‑like structure. There is a ring of movement that connects the house and the service area and the exterior space belongs to this ring.

Source: The authors (2015).

houses. Type 3 represents the more ring structure of part of the sample, with the exterior space always belonging to the ring and working as the connecting space between the house and the ‘rustico’. A close exam of the Italian houses according to space typology shows that all houses present a common feature regarding the access from the exterior space and, therefore, in the way strangers are admitted into the house: a corridor, mostly ‘b’ or c‑type spaces function as an area for movement to other spaces but never as a space for occupation.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

71-90

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


RU R AL H O U SES of ITALIAN IMMIG R ATIO N

|

E. Trusi ani & D. R i gatti

|81

The living room tends to be an a‑type space, deeper in the layout of the houses, meaning that this room tends to be segregated in the composition, far from the exterior space and mostly related to the family life, which is not designed for receiving strangers. In two cases in the Trentino area — House at Basso Fersina and House at Tezzeli — there is no such space at all. In the sample, no space within the houses mediate the relationships between resi‑ dents and strangers and rites of passage do not find any kind of spatial flexibility to support their development. These particularities produce a unitary structure of the house, configured by a tree‑like shape, and represent a strict control over the space by the master of the house, which means that patriarchal families imprint social attributes in the way domestic space is arranged and works.

THE BRAZILIAN SAMPLE All information about the Brazilian houses was based on a field survey conducted in the ru‑ ral area of the municipality of Bento Gonçalves, in the state of Rio Grande do Sul, in 2012. In Brazil different buildings separate the house itself from those used to store goods, food or shelter animals. The only common feature presented in all houses is the cellar with the winery. In this sense, the houses in the Brazilian sample do not belong to the ‘italica’ house but to the ‘masa’. The role of the living room is important in the layout and organization of the family life. In daily life, the door connecting the living room to the exterior space is kept closed; the structure of the house is more unitary and spatially supports the power of the head of the family. On rites of passage the door connecting the living room to the exterior space is open, admitting the entrance of strangers during the rites. On these occasions, the house as a whole is shallower and spatial control is less. Due to this particularity and widespread way, the Italian immigrants in the South of Brazil used to organize the house layout in a different way than the Italian sample, the analy‑ sis of the Brazilian sample had to be done at two distinct moments: the first one, evaluated the structure of the houses during the rites of passage when the door connecting the living room to the exterior space remained open and, the second one, considered the daily family life when the door connecting the living room to the exterior space was kept closed. Diffe­ rences were then analyzed and the comparative analysis with the Italian sample was made. Figure 4 shows the house plans and the graphs of the houses are presented as they work with the door connecting the living room to the exterior either open, shown in Figure 5 or closed, shown in Figure 6. Considering the open door connecting the exterior to the living room, the living room is the most integrated space in 65% of the cases, which is quite congruent with its role as the space responsible for receiving strangers. In the remaining 35% of the cases, the

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

71-90

|

Janei ro-Junho 2016


|

R U R A L H O U S E S o f ITA LIA N IM M IGRAT ION

|

E . Tr u siani & D. R i gatti

Comioto House

Arsego House

Gabardo House

Destro House

CELLAR

CELLAR CELLAR A

CELLAR B

BLACKSMITH CELLAR

D S

STORAGE

CELLAR

CELLAR KITCHEN LIVING ROOM

CELLAR

PORCH

BR

BR

CELLAR

BR

S

DINING R. KITCHEN LIVING ROOM

BR BR

DEP

LIVING ROOM

S

S

PORCH

BR

ATTIC LIVING ROOM

BR

BR

GROUND FLOOR

GROUND FLOOR

S

D

ATTIC LIVING ROOM

PORCH

BR

BR

BR

ATTIC LIVING ROOM

D

ATTIC BR

D

BR

BR

BR

BR

DINING R.

BR

LIVING R.

DINING R.

GROUND FLOOR

BR

BR

BR

KITCHEN

BR

BR

KITCHEN

S

BR

S

S

GROUND FLOOR

CARPENTRY

S

BR

BR

BR

ATTIC LIVING R.

D

ATTIC

FIRST FLOOR

FIRST FLOOR

ATTIC

House of the Pasta

Rossato House Eulália Alta

Moret House

S

Merlim House

S

KITCHEN CELLAR A

CELLAR B

CELLAR CELLAR

CELLAR B CELLAR A

CELLAR CELLAR

BR

BR

BR

ROOFFED AREA

BR

S

KITCHEN DINING R.

LIVING ROOM

BR

LIVING ROOM

DINING R.

D

S

PORCH

S

BALCONY

GROUND FLOOR

GROUND FLOOR

KITCHEN

S

KITCHEN DINING R.

LIVING ROOM

BR

BR

S

S

BR

LIVING

CELLAR

S

BR

S

BR

ATTIC LIVING ROOM

GROUND FLOOR

GROUND FLOOR

BR BR desce

ATTIC LIVING ROOM

BR

BR

BR BR

OGLIESSA - NUT STORAGE

BR

S

ATTIC

BR

D

CORRIDOR ATTIC

PAVIMENTO SUPERIOR

ATTIC ATTIC

Somenzzi House in the Valley

Simadon House

Somenzzi Larentis House

Toniolo House

CEL’LAR S

CELLAR

CELLAR BR

LIVING ROOM

KITCHEN DINING R. CELLAR

CELLAR S

GROUND FLOOR

CELLAR

S

S D

S

KITCHEN

BR

LIVING ROOM BR

ATTIC LIVING ROOM

KITCHEN

BR BR

CELLAR

BR

S

S

S

CORRIDOR

BALCONY

LINVING DINING ROOM

BR

S

BR

FIRST FLOOR

BR

GROUND FLOOR

GROUND FLOOR

DINING R.

LIVING ROOM

BR BR

BR

ATTIC LIVING ROOM

DEPOSIT 2

DEPOS’IT 1

S

BR

BR

PORCH

BR

FIRST FLOOR

BR

BR

D

GROUND FLOOR

BR

AT’TIC

KITCHEN

S

BR

CORRIDOR

D

ATTIC S

BR

BR

FIRST FLOOR

S

BR

ATTIC LIVING 1

BR

D

BR

BR

ATTIC LIVING 2

BR

D

SMALLER GRANARO

Zachet House

FIRST FLOOR

D

ATTIC

ATTIC BR

BR

BR

BR

DINING R.

LIVING ROOM

S

S

KITCHEN

DISHWASH.

82

S

GROUND FLOOR

CELLAR WOOD STORAGE

CELLAR

FIGURE 4 – House plans in the Brazilian sample. Source: The authors (2013).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

71-90

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


|

RU R AL H O U SES of ITALIAN IMMIG R ATIO N

Comioto House

Arsego House

Destro House BR4

ATTIC

BR2

BR3 BR4 BR5 BR6

BR1 ATTIC LIVING.RR

LIVING.RR

KITCHEN PORCH

CELLAR

BR2 BR3 BR4 BR5

LIVING.RR

CELLAR.A

1

3

EXTERIOR

KITCHEN DINING.RR

PORCH

CELLAR.B

BR9 ATTIC LIVING.RR

BR1

2

0

2

BR7 BR8

BR6

4 3

BLACKSMITH STORAGE

3

CELLAR

0

BR3 BR1 BR2

KITCHEN

BR6

ATTIC LIVING.RR LIVING.RR

DINING.RR

BR3

0 EXTERIOR

CELLAR

0

6

EXTERIOR

Moret House

3 ATTIC LIVING.RR.

2

KITCHEN

1 CELLAR

10

BR1

2

ROOFFED CORRIDOR

LIVING.RR

BR3

CORRIDOR

3

BR2 KITCHEN

ATTIC LIVING.RR

1

1

4

BR5 BR1

2

2

CARPENTRY

Merlim House

BR4

3

3 LIVING.RR

PORCH

13

EXTERIOR

4

BR1 BR2 BR3

KITCHEN

BLACKSMITH/ CELLAR

1

BR2 BR4 BR5

ATTIC.LLIVINGRR

DINING.RR

2

5

BR5

LARDER

4

House of the Pasta

Gabardo House

|83

E. Trusi ani & D. R i gatti

1

LIVING.RR

0

CELLAR.A

9

EXTERIOR

CELLAR.B

0

EXTERIOR

Simadon House

Rossato House - Eulália Alta

BR4 BR1 BR2

4

ATTIC LIVING.RR. OGLIESSA

BR3

DINING.RR

COR.

CELLAR.B CELLAR.A

12

2

0

EXTERIOR

Somenzzi House in the Valley

BR2 BR3 BR4 BR5 ATTIC LIVING.RR

LIVING.RR

1

PORCH LIVING.RR

BR1

3

KITCHEN

CELLAR

BR2 3

1

KITCHEN

EXTERIOR

Somenzzi Larentis House

LIVING.RR

BR1 BR2

BR4 BR5 BR6 ATTIC LIVING.RR

KITCHEN

LIVING.RR

BR2 CELLAR

2 1 0

4

KITCHEN

BR3 BR5 BR7 BR9 BR6 BR4 BR8

EXTERIOR

ROOFFED CORRIDOR

1

CORRIDOR

2 KITCHEN

1

EXTERIOR

Toniolo House

3 BR1

3

0

11 BR3

BR3

ATTIC ATTIC LIVING.RR CELLAR

2

0

7

BR3

BR1

ATTIC CORRIDOR.

LIVING.RR CELLAR

BR4

BR6

BR5

BIGGER GRANARO

4 BR7

3

ATTIC LIVING.RR.2

2

ATTIC LIVING.RR. STORAGE1

CELLAR

1

BR8 BR2 BR1

STORAGE2

8

EXTERIOR

3 2

BALCONY DINING.RR LIVING.RR

0

SMALLER GRANARO

KITCHEN

1 PORCH

0

EXTERIOR

Zachet House

BR1 BR2 BR3 BR4

WASH./ PREP. DINING.RR

5

1 KITCHEN

LIVING.RR

2

0

EXTERIOR

FIGURE 5 – Graphs of the Brazilian houses from the exterior space with the door connecting the living room to the exterior according to space typology: a-type spaces in blue; b-type spaces in green; c-type spaces in orange, and d-type spaces in red. Note: Numbers on the left classify the house according to its integration. Source: The authors (2015).

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

71-90

|

Janei ro-Junho 2016


|

84

R U R A L H O U S E S o f ITA LIA N IM M IGRAT ION

Arsego House

|

E . Tr u siani & D. R i gatti

Destro House

Comioto House

BR2

BR6

BR1 ATTIC LIVINGGRR COZINHA PORCH

BR2

4 BR1

3 LIVINGGRR CELLAR

CELLARGB

2 1

BR3 BR4 BR5

LIVINGGRR PORCH

CELLARGA

0

2

4

0

3

EXTERIOR

House of the Pasta

Gabardo House

BR2

DININGGRR

CELLAR

BR2

2

LIVINGGRR

1

CELLAR

BR1 BR2

6

ATTIC LIVINGGRR. OGLIESSA

5

BR3 KITCHEN

LIVINGGRR

ATTIC LIVINGGRR

0

BR2

BR3 ATTIC

2

BR4 BR5

1

BR6

ATTIC LIVINGGRR

BR2

CELLAR

KITCHEN

BR1

3

KITCHEN

1 0

EXTERIOR

8

1

1

EXTERIOR

ATTIC LIVINGGRR.

4 ATTIC CORRIDOR

ROOFFED CORRIDOR

ATTIC LIVINGGRR.

3

SMALLER GRANARO

2

LIVINGGRR CELLAR

BR4

BIGGER GRANARO

BR7 BR5 BR9 BR3 BR6 BR8 BR4 BR2

KITCHEN

0

7

2

Toniolo House

CORRIDOR

2

LIVINGGRR

3

LIVINGGRR

CELLAR

Somenzzi Larentis House

4 BR1

BR1

ATTIC LIVINGGRR

BR3

BR3

1

EXTERIOR

3

EXTERIOR

5

0

Somenzzi House - In the Valley

2 CELLARGB

0

1

EXTERIOR

CELLAR

KITCHEN

2

G CELLARGA

PORCH

LIVINGGRR

3

G CELLARGB

DININGGRR

12

BR5

4

ATTIC

3

Simadon House

BR2 BR3 BR4

BR1

4

ATTICGLLIVINGRR CELLARGA

13

EXTERIOR

5

CORRIDOR

KITCHEN

0

Rossato House - Eulália Alta BR4

BR3

BR1

3 KITCHEN

10

EXTERIOR

Moret House

BR2

ROOFFED CORRIDOR

0

0

4

LIVINGGRR

1

1

EXTERIOR

BR5

ATTIC LIVINGGRR

2

2 CAPENTRY

Merlim House

BR1

ATTIC 3 LIVINGGRR LIVINGGRR

4

BR4

4

BR1

KITCHEN

BR3

BR4 BR5 BR6

BR3

3

PORCH

11

EXTERIOR

4

DININGGRR

BLCKSMITH/ CELLAR

CELLAR

BR2 BR3

LIVINGGRR

KITCHEN BLACKSMITH STORAGE

5 BR1

ATTIC LIVINGGR

LARDER

ATTICG 3 LIVINGGRR 2 KITCHEN 1 DININGGRR

BR5

BR4

ATTIC

BR6 BR7 BR8 BR9

BR3 BR4 BR5

DININGGRR

1 0

BR5

BR6

BR7

BR8

BR1 LIVINGGRR

3 2

STOR.1 STOR.2

1

PORCH EXTERIOR

BR1 BR2 BR3 BR4 3 WASH./PREP. KITCHEN

DININGGRR

2 1 0

6

EXTERIOR

FIGURE 6 – Graphs of the Brazilian houses from the exterior space with the closed door connecting the living room to the exterior according to space typology a-type spaces in blue; b-type spaces in green; c-type spaces in orange, and d-type spaces in red. Note: Numbers on the left classifies the house according to its integration. Source: The authors (2015).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

71-90

|

Jan eir o- Ju n ho 2016

4

KITCHEN

Zachet House

LIVING

5

BALCONY

CELLAR

9

6 BR2

0


RU R AL H O U SES of ITALIAN IMMIG R ATIO N

|

E. Trusi ani & D. R i gatti

|85

most integrated spaces were: attic living room, dining rooms, and corridors. It is possible to infer, in this case, that integration tends to be concentrated in spaces responsible for the transition between the exterior and the space inside the house directly connected to the exterior which is the living room. This kind of spatial organization allows the rites of passage to be spatially mediated by the living room, connecting it directly to the exterior space in a shallower and more controlled structure without the need to use the rest of the house for the interaction of the family with strangers. This solution does not jeopardize the private life of the family, because more private spaces such as the bedrooms are always further away in the composition. The relationship between the living room and the exte‑ rior space is an important strategy to welcome strangers into the house and, at the same time, keeping the rest of the house apart from and controlling the movement of strangers. The closing of the door connecting the exterior to the living room changes the spatial organization of the houses and the relative role of the spaces. Now, the living room is also the most integrated space in approximately 57% of the cases, but the special and central role of the living room is related to the way it is used to move from/to the private part of the house and therefore, how it organizes the whole configuration. In the remaining 43% of the cases the most integrated spaces are those related to the family life such as the attic living room, dining room, bedrooms and cellar. When the door connecting the exterior space to the living room is closed, the house becomes less integrated, more introverted and the relationship between spatial organiza‑ tion and the daily life of the family is prioritized through the house layout and possible interactions with strangers diminishes. The control over the house still remains strong and spatially supported by the way the configuration is adjusted depending on the different re‑ quirements for the family life. Table 3 shows the genotype found in the Brazilian sample. TABLE 3 – Genotypes and their features with the door connecting the exterior space and the open living room.

Houses

Arsego House, Comioto House, Destro House, Gabardo House, House of the Pasta, Merlim House, Moret House, Rossato House — Eulalia Alta, Simadon House, Somenzzi House — in the Valley, Somenzzi Larentis House, Toniollo House and Zachet House.

Type

Main features of the type

private area

There is at least one ring of movement, connecting the exterior space, the ser‑ vice and the private areas of the house through the living room; the living room organizes and controls the private area of the houses, which have a tree‑like structure; the living room connects dif‑ ferent parts of the house.

service area

exterior

Source: The authors (2013).

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

71-90

|

Janei ro-Junho 2016


|

86

R U R A L H O U S E S o f ITA LIA N IM M IGRAT ION

|

E . Tr u siani & D. R i gatti

In this case, all the houses can be assigned to only one genotype, which means that all the houses function basically in the same way. When the door connecting the exterior space to the house through the living room is closed, the configuration of the house changes, resulting in a tree‑like structure. When a ring of movement is found, the living room does not belong to the ring but it is at least one step far from it, making the whole structure deeper regarding the exterior space, reinforcing the inter‑ nal importance of the living room for the daily life of the family. Porches and roofed corridors become transitional spaces between the exterior and the interior of the houses and they are usually connected by the kitchen or the dining room, which are part of the service area. The living room is important for the distribution of the activities inside the house and tends to separate the configuration into a private area consisting of the bedrooms, at‑ tic living room, and the service area consisting of the kitchen and dining room, where the transitional spaces to the exterior tend to be. The distribution of the houses according the genotypes is shown in the Table 4, including their main features.

TABLE 4 – Genotypes and their features with the door connecting the exterior space and closed living room.

Houses

Belong to type

Main features of the type

Comioto House, Destro House, Gabardo House, House of the Pasta, Merlim House, Rossato House — Eulália Alta, Somenzzi House — in the Valley, Somenzzi Larentis House.

1)

Tree‑like structure; the living room as the central el‑ ement of the configuration, connecting private and service areas of the house. The exterior space is al‑ ways connected to the living room through a service room — kitchen or dining room.

(61.5%) exterior

Arsego House, Simadon House.

2)

private area

service area

(15.5%)

There is one ring of movement and the living room belongs to the ring; the living room organizes and controls the private part of the houses, which has a tree‑like shape; the living room connects different parts of the houses through an intermediary space.

living room

Moret House, Toniollo House, Zachet House.

3)

private area

service area

(23%)

living room

Source: The authors (2013).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

71-90

|

Jan eir o- Ju n ho 2016

There is one ring of movement, and the living room does not belong to the ring. The living room is at least one step far from the ring; the living room organ‑ izes and controls the private part of the house with a tree‑like shape; the living room connects the private and service areas of the houses.


RU R AL H O U SES of ITALIAN IMMIG R ATIO N

|

E. Trusi ani & D. R i gatti

|87

The ring structure found in all houses in the first case is replaced by tree‑like structure in most houses when the houses are spatially organized for the daily life of the families. Excluding the second genotype, which somehow reproduces the common geno‑ type described in Table 3, it is possible to observe that in more than 84% of the houses the configuration reinforces the relations within the family members and the interaction with strangers is kept spatially related to rooms of the service area of the house and not with the living room, as it used to be in the first case. The spatial flexibility, which allows the same house to fulfil different purposes, is obtained by using a quite simple but very effective spatial strategy. By opening or closing the connection between the exterior and the living room, which is the space responsible for both the reception of strangers and the internal organization of the house, it is possible to control access and circulation of strangers during rites of passage.

SPACE TYPOLOGY WITHIN THE SAMPLES The space typology within the samples, as shown in Figures 3, 5 and 6, shows the different potential of spaces for movement or occupation. In the Italian sample, in approximately 41% of the houses, there are only a‑ and b‑spaces which means that those houses are based on a tree‑like structure and sequences of spaces where movement from one space to all the others must go through and return in the same sequence of spaces. This structure maximizes depth and tends to produce segregation, which can be seen in the rank of most of these b‑complexes houses shown in Figure 3. Movement is strongly concentrated in transitional spaces such as corridors and balconies — the b‑type spaces — with a more linear geometry and controlling access and egress to/from the occupation spaces — a‑type — which are connected into these b‑space sequences. In the other part of the sample, approximately 30%, there are a‑, b‑ and c‑type spaces, and in another 30% the four types of spaces are found. In two cases, rings includ‑ ing d‑type spaces have bedrooms in their passages superimposing the same spaces for global movement and local occupation, which is not the ordinary way bedrooms function. In other cases, these rings connect transitional spaces or spaces belonging to the ‘rustico’, which are working places or storages. The ring structure, when found, tends to be used in the service area of the building and the house tends to follow a tree‑like structure. In the Brazilian sample, when the door to/from the living room is open, all the houses present rings as alternative of movement, most of them based on c‑type spaces, and the ex‑ terior space and living room are always part of these rings. The living room, as a space for the reception of strangers during the rites of passage and a space that controls the private area of the house, is at the same time a space for strangers and for the movement of residents. In the daily life of the family, the door connecting the exterior space to the living room is kept closed, which changes the spatial complex of the house. There are no d‑type

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

71-90

|

Janei ro-Junho 2016


|

88

R U R A L H O U S E S o f ITA LIA N IM M IGRAT ION

|

E . Tr u siani & D. R i gatti

spaces and the ring structure in half the sample gives rise to tree‑like structures where only a‑ and b‑type spaces are found. This is very similar to what happens in the Italian sample, with sequences of b‑type spaces articulating the a‑type occupation spaces. In the other half of the sample, even if the ring structure is maintained, the rings are all c‑type spaces, meaning that movement becomes more constrained and therefore, more suited for control in a patriarchal family. The more open structure found in the previous case only exists when strangers are admitted and the rites of passage take place. Another important feature is that the living room is almost always apart from the rings, becoming a b‑type space and mainly as an area for movement to organize the family life.

CONCLUSION INNOVATIONS OR REPRODUCTION? a) House typology: The main differences between the Italian and Brazilian rural houses are closely related to production. In Italy, rural houses are mostly urban‑like structure, detached from the farmland, and individual houses are rare. In Italy most of the rural houses are ‘italica’, while in Brazil the separation between buildings for the family home and for the work is prevalent. b) Layout organization: In Brazil, the same houses are used either for the reception of strangers on liminal events, when the structure is a ring‑like shape, or the daily life of the family, when the house maintains a tree‑like structure with a more unitary control, as required for a patriarchal family. The tree‑like structure is also the prevailing genotype found in the Italian sample, although the spatial flexibility as described in the Brazilian houses is not found. In this sense, the spatial structure of the Brazilian houses reproduces the basic structure of the Italian houses, which means that not only the structure that is present in the samples resembles each other, but more importantly, the domestic spatial organization of Brazilian houses reproduces the spatial requirements for the kind of social structure that the first immigrants brought to Brazil. c) The house as social representation: One of the differences between the Italian and Brazilian houses seems to be related to the role of the spaces in the houses. In Italy, the layout tends to be more rigid and the connection with the exterior space is always through a corridor and never through another kind of room. Access to the house is through an area for movement and not for occupation and there are no special spaces to receive strangers next to the exterior. The living room is always far from the exterior space and it is basically used for the family life. The layout flexibility found in the Brazilian houses allows the mediation between the exterior and interior spaces and therefore between strangers and residents by controlling access. Basically, the Brazilian houses function similarly to the Italian houses in a tree‑like structure, with high internal spatial control and the relation‑ ship between the exterior and the house is always mediated by threshold spaces such as

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

71-90

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


RU R AL H O U SES of ITALIAN IMMIG R ATIO N

|

E. Trusi ani & D. R i gatti

|89

porches, roofed corridors or a service part in the house such as the kitchen/dining room. In this case, the living room is an area for movement to/from the bedrooms and the connect‑ ing area to/from the service part of the house. In the other case, during rites of passage, the living room is open to the exterior space and strangers are welcomed. Now, the living room is closer to the exterior, it is the space for social representation of the family and this role is reinforced by special furniture. This innovation introduced in Brazil seems to consider the houses for the production, but also as part of social representation. In Italy, the living room is an introverted space that plays a secondary role concerning the composition. The living room is always far from the exterior and in 60% of cases it is an a‑type space, which means that as a dead‑end space it tends to lie deeper in the composition and used only for to‑movement. In the Brazilian houses the living room is never a dead‑end space, always within the sequence of spaces in the form of b‑, c‑ or as part of rings, as a d‑type space. d) Space typology: The tree‑like structure which is prevalent both in the Italian sample and in the daily life of the Brazilian families produces spatial complexes based on a‑ and b‑type spaces. In transitional periods, the Brazilian sample is based on a ring struc‑ ture where c‑ and d‑type spaces are part of the complexes by adding a connection between the exterior space and the living room during rites of passage. Bedrooms are, in almost all cases, a‑type spaces and therefore, spaces for occupation. Exceptions are found when the father’s bedroom is a b‑type space and a passage for the small children’s bedroom, when it is a dead‑end and a more controlled space. Transitional b‑type spaces such as corridors tend to be only an area for movement in the Italian sample, but in the Brazilian sample these b‑type spaces are simultaneously an area for movement and spaces for occupation, including the living room, attic living room, and dining room. The use of corridors in the Brazilian sample is quite rare. The c‑ and d‑type spaces, which are by definition the natural attractors of movement, are found in the Italian sample with bedrooms in these type of rings, becoming transitional spaces and superimposing their role as occupation and areas for movement. This feature is not found in the Brazilian sample where the functions and parts of the houses are separated in a more strict way.

NOTAS 1. The houses: at Milpa; at San Nicolò di Comelico; Agordina; at Zoldano 1; at Zoldano 2; at Varda. 2. The houses: a Padiglione; Anuiense; at Solandro; at Basso Fersina; Nord‑anuiense; at Tezzeli; at Tesino Type 1: Kitchen on ground floor; at Tesino Type 2: Kitchen on the first floor. 3. The houses: Bellunese; at Puos d’Alpago.

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

71-90

|

Janei ro-Junho 2016


|

90

R U R A L H O U S E S o f ITA LIA N IM M IGRAT ION

|

E . Tr u siani & D. R i gatti

REFERENCES BARBIERI, G. La casa rurale nel trentino. Firenze: Leo S. Olschki Editore, 1962. HANSON, J. Decoding Homes and houses. Cambridge: Cambridge University Press, 1998. HILLIER, B. The space is the machine. Cambridge: Cambridge University Press, 1996. HILLIER, B.; HANSON, J. The social logic of space. Cambridge: Cambridge University Press, 1984. MIGLIORINI, E.; CUCAGNA, A. La casa rurale nella montagna bellunese. Firenze: Leo S. Olschki

Editore, 1969. TRUBSHAW, B. The metaphors and ritual of time and place: An introduction to liminality. Liminal

Space, n.1, 2000. Available from: <http://www.indigogroup.co.uk/edge/liminal.htm>. Cited: May 23, 2014. TURNER, V. Liminality and communities. In: The ritual process: Structure and anti‑structure. Chi‑

cago: Aldine Publishing, 1969. p.358‑374.

ELIO TRUSIANI | Università degli Studi di Camerino | Facoltà di Architettura | Dipartimento di Ur‑

Recebido em 24/11/2015, reapresentado em 19/5/2016 e aprovado em 20/6/2016.

O c ul u m e n s .

banistica | Ascoli Piceno AP, Itália.

DÉCIO RIGATTI | Laureate International Universities | Faculdade de Arquitetura e Urbanismo | Pro‑ grama de Pós‑Graduação em Arquitetura e Urbanismo | R. Orfanotrófio, 555, Alto Teresópolis, Porto Alegre, RS, Brasil | Correspondência para/Correspondence to: D. RIGATTI | E‑mail: <dri‑ ga2000@yahoo.com.br>.

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

71-90

|

Jan eir o- Ju n ho 2016


O LABIRINTO DE RAWET THE RAWET’S LABYRINTH | EL LABERINTO DE RAWET CARLOS ALBERTO OLIVEIRA1

RESUMO Neste artigo será apresentada uma leitura sobre elementos da trajetória do enge‑ nheiro calculista e escritor Samuel Rawet, enfocando especificamente a relação entre sua produção textual e os espaços urbanos, pouco abordada fora dos estudos literários. O ponto de partida é a assertiva de que as trajetórias individuais também podem ser cartografadas ou problematizadas historicamente em relação ao espaço e tomadas a partir da multifacetada dinâmica de apropriação e ressignificação do mesmo, sendo indivíduos e grupos seus agentes diretos. PALAVRAS‑CHAVE: Brasília. Cultura urbana. Engenharia. Literatura. Samuel Rawet.

ABSTRACT In this article I intend to present a reading about some elements of the trajectory of the structural engineer and writer Samuel Rawet, specifically the relationship between his written production and the urban spaces, hardly ever addressed outside literary studies. My starting point is the presupposition that individual trajectories can also be mapped or historically discussed regarding space and taken from the multifaceted dynamics of appropriation/ownership and resignification of space in which individuals and groups are direct agents. KEYWORDS: Brasilia. Urban culture. Engineerin. Literature. Samuel Rawet.

RESUMEN En este artículo se presentará una lectura sobre algunos elementos de la trayectoria del ingeniero calculista y escritor Samuel Rawet, enfocada específicamente sobre la rela‑ ción entre su producción textual y los espacios urbanos poco discutidos fuera de los estudios literarios. El punto de partida es la afirmación de que los caminos individuales también pueden ser cartografiados o planteados históricamente en relación con el espa‑ cio y tomados de la dinámica multifacética de apropiación y resignificación del espacio en el que individuos y grupos son agentes directos. PALABRAS CLAVE: Brasilia. Cultura urbana. Ingeniería. Literatura. Samuel Rawet.

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

91-102

|

Janei ro-Junho 201 6


|

92

O L A B I R I N T O D E R AW E T

|

C .A . Oliveir a

INTRODUÇÃO O objetivo deste artigo é apresentar alguns elementos da trajetória do engenheiro calcu‑ lista e escritor Samuel Rawet, enfocando especificamente a relação entre sua produção textual e o espaço urbano, pouco abordada fora dos estudos literários. Não se trata de um exercício de crítica literária ou de aproximação entre história e psicanálise, tendo em vista que o escritor vem recebendo a devida atenção dos núcleos de estudos literários nas últimas décadas. Neste caso, o ponto de partida é o pressuposto de que as trajetórias indi‑ viduais também podem ser cartografadas ou problematizadas historicamente em relação ao espaço e tomadas a partir da multifacetada dinâmica de apropriação e ressignificação, sendo indivíduos e grupos seus agentes diretos. O material de referência para elaboração deste artigo é a reedição de “Samuel Rawet: ensaios reunidos”, organizada pelos pesquisadores Rosana Kohl Bines e José Leonardo Tonus e publicada em 2008 pela Editora Civilização Brasileira. Teses e dis‑ sertações2 recentes também foram abordadas durante a construção do texto, afim de verificar, sobretudo, de que maneira a academia têm se ocupado de Rawet, personagem que demanda uma constante reinvenção dos mecanismos de pesquisa e articulação nas formas de interpretação. No caso desta abordagem, o desafio vem como parte da necessidade de entender como figuras proeminentes da engenharia não só contribuíram para a formulação do espaço urbano, mas também se confrontaram com valores e experimentaram situações de ruptura. Dessa maneira, recorro à metáfora do labirinto para ir de encontro a sujeitos como Rawet, os quais reconstroem duas dimensões principais para os historiadores: o tempo e o espaço.

DESLOCAMENTOS Aproveito os comentários sobre o livro de Erich Heller, Kafka, em tradução de James Amado, e publicado pela cultrix, para trazer a minha declaração pública a quem interessar possa, de meu desvinculamento completo e total de qualquer aspecto relacionado com a palavra judeu, familiar ou não. Não, não sou anti‑se‑ mita, porque semitismo não significa necessariamente judaísmo, sou antijudeu, o que é bem diferente, porque judeu significa pra mim o que há de mais baixo, mais sórdido, mais criminoso, no comportamento deste animal de duas patas que anda na vertical. Não vou pedir desculpas pela linguagem vulgar. O meu vocabulário é o do carioca, e com pilantras é impossível, e inadequado, literária e estilisticamente, o emprego de vocabulário mais refinado. Quero pedir a essa meia dúzia de oito ou nove, quatro ou cinco, de judeus ou parceiros de judeus em suas transas marginais, que vivem me aporrinhando por aí, que desinfetem! (BINES & TONUS, 2008, p.191).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

91-102

|

Jan eir o- Ju nho 2016


O LAB IRIN TO DE RAWET

|

C.A. Ol i vei ra

|93

O trecho acima, retirado de Kafka e a mineralidade judaica (1971), talvez seja um dos registros mais polêmicos deixados pelo escritor e crítico literário Samuel Urys Rawet. Nele, expressou suas mais profundas angustias, sem dissociar sua energia criativa das neuroses e dos seus conflitos de identidade. Judeu, Rawet nasceu em 1929 na cidade de Klimontov, na Polônia, e mudou‑se para o Brasil aos sete anos de idade, onde foi natura‑ lizado3 e onde profissionalizou‑se como engenheiro. Antes de falecer, em 1984, Rawet havia integrado a equipe de Oscar Niemeyer e Joaquim Cardoso, arquiteto e especialista em cálculos de estrutura, ambos envolvidos na construção do Conjunto Arquitetônico da Pampulha, em Belo Horizonte, e dos palácios de Brasília, no Distrito Federal. Sua atuação como engenheiro não esteve sobreposta à sua produção enquanto ensaísta e crítico, mas serviu como conexão entre temporalidade, subjetividade e espa‑ cialidade. Aqui, tratarei de parte da sua produção textual e sua trajetória pessoal como processos inseparáveis e como documentos de uma tentativa de ruptura com os valores ligados à sexualidade, à comunidade e ao meio profissional. Foi na literatura que o prodi‑ gioso engenheiro calculista encontrou a entrada para seu próprio labirinto, com um mapa sem escala e sem norte. Entre os anos de 1950 e 1980, Rawet produziu vários ensaios os quais iam da crítica literária às próprias questões existenciais, manifestando, também, uma falta de sossego e um inquietamento em relação à sua própria existência. A escrita, ao longo das duas últimas décadas de sua vida, foi se tornando um mecanismo paradoxal de autoconstru‑ ção e desconstrução de si. Propus‑me a reler alguns dos ensaios publicados em revistas literárias e jornais, buscando compreender a narrativa de si como artifício para o sujeito autoproduzir‑se e representar a cidade, incluindo reflexões sobre a sexualidade, críticas à cultura judaica e à noção de comunidade, filosofia e ciência, como amarras para compre‑ ensão do mundo. Esta abordagem desenvolveu‑se em diálogo direto com o texto “O Estrangeiro”, de Simmel (2005), e a compilação dos textos de Walter Benjamin (1996), publicados em “Escritos Autobiográficos”, bem como a partir de diálogos indiretos com uma produção sobre a construção de Brasília, com o objetivo de estabelecer relações entre produção cultural e produção do espaço urbano. Simmel (2005, p.350) oferece a noção de estran‑ geiro “não como aquele que vem hoje e amanhã se vai, mas como o que vem hoje e pode permanecer”, subsidiando o entendimento do percurso de Rawet entres cidades e sua instalação na capital federal. Se viajar é a libertação de qualquer ponto definido no espaço, e é assim a oposição conceitual à fixação nesse ponto, a forma sociológica do “estrangeiro” apresenta, por assim dizer, a unificação dessas duas características. Todavia, este fenômeno também revela que as relações espaciais são, de um lado, apenas a condição, e do outro, o símbolo das relações humanas (SIMMEL, 2005, p.350).

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

91-102

|

Janei ro-Junho 201 6


|

94

O L A B I R I N T O D E R AW E T

|

C .A . Oliveir a

Benjamin traz a descentralização do sujeito e suas múltiplas possibilidades de iden‑ tificação com os espaços a partir de relações sociais, intelectuais e afetivas. Dos seus escritos retiro a ideia de labirinto: Nunca más he podido volver a confeccionarlo de la misma manera en que en‑ tonces surgió delante de mí, parecida a una serie de árboles genealógicas. Pero ahora que quisiera reconstruir su dibujo en mis pensamientos sin tener que reproducirlo directamente, preferiría mejor hablar de un laberinto. No me ha de preocupar aquí qué sea lo que mora en los aposentos de su misterioso centro, si yo o el destino; tanto más, en cambio, las muchas entradas que conducen a su interior. A estas entradas las denomino conocimientos originarios; cada una de ellas es el símbolo gráfico de mi conocimiento de una persona con quien me había encontrado no a través de otras personas, sino bien sea por relaciones de vecindario, de parentesco, de camaradería escolar, por equivocación, o por acompañamiento de viaje — no hay demasiadas situaciones éstas. Tantos co‑ nocimientos originarios, tantas entradas diferentes al labirinto (FERNANDEZ MARTORELL & ROCHA BARCO, 1996, p.215).

Considero, nesse sentido, que a Brasília da experiência individual do escritor foi um lugar diferenciado para uma produção cultural a qual se identificou com o desloca‑ mento e com a cidade. A capital federal, maior cidade construída em todo o mundo no século XX, é marcada por questões que surgem com as propostas de transferência no século XIX: transformar a sociedade a partir da criação de um novo espaço urbano, alinhar progresso e desenvolvimento em torno das articulações entre interesse político e econô‑ mico e possibilitar uma produção de cultura que se aproprie do desejo de forjar uma nação.

ALGUNS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DA NOVA CAPITAL DO BRASIL A imaginação e projeção de uma nova cidade capital para o Brasil teve início com a pre‑ sença de Dom João VI no Brasil, entre 1808 e 1821; seguiu‑se de uma proposta no período da independência motivada por José Bonifácio, entre 1821 e 1824. No Período Imperial, foi Francisco Adolfo de Varnhagen quem levantou a questão novamente. No período re‑ publicano, a partir de 1889, os anseios por uma nova capital reaparecem no Estado Novo e Nova República. Seis projetos com nomes de cidades diferentes são enumerados em cada contexto pelo historiador Laurent Vidal: Nova Lisboa, Cidade Pedrália, Imperatória, Tiradentes, Vera Cruz e Brasília (VIDAL, 2009). Foi através da motivação e otimismo de Juscelino Kubitschek que o empreendi‑ mento Brasília foi materializado. A ambição desenvolvimentista dos “cinquenta anos de progresso em cinco anos” e um Concurso Nacional do Plano Piloto da Nova Capital do Brasil, realizado entre setembro de 1956 e março de 1957, marcou a história da arquitetu‑

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

91-102

|

Jan eir o- Ju nho 2016


O LAB IRIN TO DE RAWET

|

C.A. Ol i vei ra

|95

ra e urbanismo modernos brasileiros. Momento em que o Estado se alinhava às vanguar‑ das no maior movimento em direção ao “progresso” que o país já teve, reinventando um discurso sobre a cidade e consagrando uma geração de modernos, de Lúcio Costa, autor do Plano Piloto vencedor do concurso, aos seus concorrentes, que puderam realizar pro‑ postas as quais representavam uma vanguarda em seu ápice. “Nasceu do gesto primário de quem assinala um lugar ou dele toma posse: dois eixos cruzando‑se em ângulo reto, ou seja, o próprio sinal da cruz” (COSTA, 2002, p.119). Mas a capital, entre sua inauguração e o início dos anos de 1980, em meio ao regi‑ me militar que solapou as ambições democráticas do projeto urbanístico e da sociedade brasileira, esbarraria nas revisões teóricas dos pressupostos do urbanismo moderno, que veriam em Brasília a prova em negativo daquilo que queriam demonstrar. De vitrine a vidraça, a cidade passaria a demarcar um ponto de virada na história da arquitetura moderna, sim‑ bolizando não mais a maturação de um processo vanguardista audacioso, e sim a sobrevivência anacrônica de uma ideologia superada, associada então a um espírito tecnocrático (BRAGA, 2010, p.9).

Nesse contexto em que as revisões e reformulações tornam a cidade cada vez mais um “discurso de si mesma”, nasce também uma produção cultural muito bem caracteri‑ zada. Essa produção não é inaugurada como o empreendimento urbanístico, mas emerge em meio aos discursos sobre a cidade, sobretudo aqueles que deram um tônus poético à ambição moderna. A construção de imagens em Brasília não aconteceu somente por con‑ ta de sua monumentalidade, mas foi um indicativo da possibilidade de rever as relações com a cidade e com projetos urbanos ambiciosos. Não foi por acaso que Cacá Diegues, filho de um funcionário público, ao indagar se de fato seria erguida uma cidade naquela paisagem do Planalto Central, registrou em imagens a construção de Brasília no ano de 1960. A marca de um presente constante, de uma cultura que a partir daquele momento não parou de produzir‑se com base em imagens novas, que perseguiu uma cidade em construção e que ajudou na criação de ficções críticas, como “Um candango na Belacap”, 1961, longa‑metragem de Roberto Farias, “O homem do Rio”, 1964, longa‑metragem de Philippe de Broca, “Fala, Brasília”, 1966, curta‑metragem de Nelson Pereira dos Santos, e “Brasília: contradições de uma cidade nova”, 1967, média‑metragem de Joaquim Pedro de Andrade. Se a cidade grande, como destacada por Sarlo, é uma “categoria ideológica e um universo de valores, mais do que um conceito demográfico ou urbanístico” (SARLO, 2010, p.34), o ponto de partida para a construção de imagens que alimentam a cultura de uma cidade tão marcada pelo tempo presente seria a necessidade de encontrar um lugar na história para si mesma. Como postulou Gorelik (2005), Brasília é uma cidade da

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

91-102

|

Janei ro-Junho 201 6


|

96

O L A B I R I N T O D E R AW E T

|

C .A . Oliveir a

continuidade, pois continuou construindo, de forma bastante satisfatória, uma peculiar forma de vida e de produção. É a “confirmação extrema de uma hipótese da história cultu‑ ral urbana: a hipótese de que a cidade e suas representações se produzem mutuamente” (GORELIK, 2005, p.154).

ENCONTRAR UM LUGAR PARA SI MESMO Se a vida de Rawet pelos subúrbios do Rio de Janeiro era simples, foi em Leopoldina e Bonsucesso que sua juventude o levou para as artes, sobretudo para o teatro e a literatu‑ ra. Sua infância pobre antecedeu a formação como engenheiro de cálculos de concreto armado e sua inserção nos círculos intelectuais cariocas. Lá, Rawet se aproximou do teatro como autor, crítico e ensaísta. Escreveu várias peças, sendo “Os Amantes” a primeira de cunho profissional, inspirada em um conto de Dinah Silveira de Queiroz e estreada em 1957. Teve censurada sua paródia do teatro de revista intitulada “A farsa da pesca do pirarucu e da caçada do jacu”, nos anos 1960. Rawet também permaneceu produzindo contos desde a publicação de “Contos do Imigrante”, 1956. Paralelamente à sua produção literária, obteve diploma na Escola Nacional de Engenharia (atual Escola Politécnica da Universidade Federal do Rio de Janeiro) e passou a integrar o Departa‑ mento de Concreto Armado da Campanha Urbanizadora da Nova Capital (Novacap), companhia urbanizadora da nova capital. A partir de então engenheiro‑escritor, esteve em constante trânsito entre a velha e a nova capital. Realizou os cálculos para construção do Congresso Nacional, do Itamaraty, da Catedral de Brasília e do Palácio da Alvorada com a equipe de trabalho do especialista em cálculos e também poeta, Joaquim Cardozo, na Novacap. Foi reconhecido pelos seus colegas de trabalho como um dos melhores engenheiros calculistas do Brasil. Em 1963, Rawet instalou‑se em Brasília e, no ano seguinte, seguiu com Niemeyer para Israel a fim de trabalhar nas construções da Universidade de Haifa, das Torres Nórdia em Tel‑Aviv e de uma residência em Herzlia. Antes de embarcar para o oriente médio, Rawet escreveu um pequeno ensaio so‑ bre a obra “Diário de um Candango”, 1963, de José Marques da Silva. Seu ensaio é uma incursão às margens do empreendimento federal como uma experiência situacionista, onde percorre os lugares mencionados no livro de Marques da Silva, então dono de um bar‑restaurante conhecido como São José, na periferia da cidade. Rawet desiste após uma experiência tipicamente flâneur: Percorrer durante duas horas a rua principal e as vielas nascidas ao acaso e ao sabor de pequenas modificações topográficas, depois de remoer lembranças que me fa‑ ziam percorrer não um bairro desconhecido, mas uma paisagem frequente e comum para quem tenha o hábito de em qualquer cidade ir um pouco além do centro apru‑ mado […] (BINES & TONUS, 2008, p.161).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

91-102

|

Jan eir o- Ju nho 2016


O LAB IRIN TO DE RAWET

|

C.A. Ol i vei ra

|97

Brasília parecia exercer um magnetismo no polonês imigrado, bilíngue e intros‑ pectivo. Seu retorno, após permanecer em Israel entre 1964 e 1965, se deu por desen‑ tendimentos com a equipe de trabalho e que se agravaram com a solidão e distância dos amigos. Rawet retornou ao Brasil com uma série de projetos literários e ensaios os quais indicavam um desencantamento com a cultura judaica, com a qual perderia toda sua iden‑ tificação antes de morrer. Permaneceu em Brasília até 1970, quando decidiu voltar ao Rio de Janeiro para trabalhar no Departamento Nacional de Estradas e Rodagem, ficando até 1974. Retornou, ainda, para a capital federal, onde permaneceu até a sua morte em 1984. Nesse período, sua produção adquiriu intensidade proporcional à sua crise emo‑ cional4. Foi uma narrativa de si que se multiplicou nas representações de cidades inscritas em Brasília, nas rotas, nos devaneios, na intenção de elaborar sua filosofia experimental, na memória de um imigrante incomum, que definiu “o ato de pensar como ato de deslocar”. O autor, que passou pelo Rio de Janeiro, por São Paulo, Brasília e Israel, entre vários outros lugares, afirmou em um de seus ensaios: “à medida que me desloco na estrada sou sempre o centro de um plano que intercepta o céu numa linha de horizonte, o mesmo céu que acima da minha cabeça abriga estrelas, talvez mortas” (BINES & TONUS, 2008, p.82). Sou homem de crepúsculos. De transições. De nascimentos e mortes aparentes. E foi um crepúsculo vivido apaixonadamente que me deu o início deste livro. Já temi esta vibração. Hoje não temo a loucura. É uma forma de consciência‑no‑mundo que bem utilizada pode conduzir à abertura e ao conhecimento de espontaneidades esclerosadas pela tirania de covardes hipócritas. Não temo a linguagem exaltada. O reino dos céus eu o tive há pouco. Tomo café na Praça Quinze, e compro cigarros. Discuto com o rapaz da caixa. Não tem a minha marca. Entro na barca das cinco. É noite ainda. Amanhece tarde neste junho de novecentos e sessenta. Salto em Nite‑ rói. Sinto com prazer a flexibilidade de meus músculos enquanto caminho à procura, entre homens, de um outro café. Vício. Um deles. Vendedores de cinco lâminas. Alguns ônibus descarregam gente apressada. Regresso com eles à barca. Regresso à Praça Quinze. Café. Caminho numa claridade tênue sobre as águas. Um desarranjo intestinal me leva a um bar da Assembleia. O vaso está trancado à chave e a chave amarrada pelo português a uma barra de ferro. No instante exato consigo girá‑la. Sentado penso na forma que devo dar a este trabalho. Escrevi os prolegômenos para uma teoria da consciência unificada em um trabalho considerado altamente porno‑ gráfico: devaneios de um solitário aprendiz da ironia (RAWET, 1972, p.7).

A ENTRADA PARA UM LABIRINTO Em “Escritos autobiográficos” (FERNANDEZ MARTORELL & ROCHA BARCO, 1996), Walter Benjamin alega preferir falar sobre um labirinto, sobre si mesmo com muitas entradas e diferentes centralidades, de uma pessoa que se encontrou em outros persona‑

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

91-102

|

Janei ro-Junho 201 6


|

98

O L A B I R I N T O D E R AW E T

|

C .A . Oliveir a

gens, com multiplicidades constitutivas. A metáfora do labirinto, aquele conjunto de percursos intrincados que servem para desorientar as pessoas, é a melhor das estraté‑ gias para explicar o ato de rememorar como uma espécie de autobiografia às avessas. É o mesmo Benjamin que trata da recordação como um espaço com momentos e incons‑ tância. O espaço e o labirinto podem ser, ao mesmo tempo, a cidade e o indivíduo ou o indivíduo e a cidade em dimensões interpostas, chaves para alcançar a subjetividade e entender como ela se construiu na dimensão do tempo, privilégio da recordação e do espaço, privilegiado pela experiência. Em Benjamin, a possibilidade de recuperar a experiência reside na narrativa. A cidade consome a existência das pessoas e, sendo assim, Brasília pode ser tomada como espaço da reelaboração de parte da experiência de Rawet. O escritor é um fan‑ tasma em seus próprios escritos. Aparece nos conflitos e nas possibilidades de desen‑ tendimento e é o sujeito do seu próprio equívoco. É em Brasília que o competente en‑ genheiro se perde no exercício literário, na escrita como parte de um delírio itinerante. Seu deslocamento pelo Brasil só pode ser cartografado a despeito de todas as questões objetivas de sua trajetória, como trabalho e residência. Se considerarmos es‑ sas questões, concluiremos apenas que, em um primeiro momento, Rawet aproveitou as oportunidades profissionais em diversos lugares. Mais a fundo, seu interesse em permanecer em Brasília após a imersão no mundo literário foi de encontro à monu‑ mentalidade do projeto de Lucio Costa. Se, por outro lado, considerarmos sua ruptura abrupta com a engenharia e o cálculo, o desligamento de suas atividades junto ao ar‑ quiteto Oscar Niemeyer e ao empreiteiro Joaquim Cardoso e a crise com suas próprias origens, nos deparamos com a possibilidade de uma cartografia que inconscientemen‑ te faz apologia à deriva, ao percurso dentro de narrativas labirínticas. O comportamen‑ to de Rawet, nesse sentido, revela aspectos importantes da construção do indivíduo e suas trajetórias enquanto engenheiro e escritor. O trabalho de Maurício de Castro Corrêa, apresentado ao Instituto Cultural Judaico Marc Chagall em 1992, traz um fragmento importante sobre a personalidade de Rawet e suas narrativas labirínticas: As pessoas que conviveram com Samuel Rawet, durante a construção de Brasília, lembram‑se muito bem da sua personalidade introspectiva e da sua criatividade. “Ele era muito individualista. Morava sozinho. E escrevia muito bem. Era muito isolado; gostava de viver isolado. Não vivia com ninguém. Só. Então isso me pa‑ rece que afetou um pouco ele, não sei. De repente ficou inimigo de todo mundo” lembrou Jaime Dantas Campello. “ele era judeu, mas não seguia a religião. Ele não gostava de judeu” Afirmou Jaime Zettel, arquiteto, relatando que “Samuel Rawet era uma personalidade fantástica, né? Eu sei que, quando ele sentia que tava fican‑ do maluco, ele se internava sozinho. Quando melhorava, ele saía. Era um calculista incrível (KLIDZIO, 2010, p.87).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

91-102

|

Jan eir o- Ju nho 2016


O LAB IRIN TO DE RAWET

|

C.A. Ol i vei ra

|99

Segundo Gagnebin (1994), ao tratar da história e narração em Walter Benjamin, o filósofo alemão, afirmando usar a primeira pessoa somente em suas cartas e se gabando de escrever melhor do que os colegas, abriria uma porta para a reflexão sobre a prática autobiográfica e a narrativa de si. Gagnebin afirma que na prática autobiográfica de Wal‑ ter Benjamin a concepção de sujeito proposta não restringe a afirmação da consciência de si, mas, seguindo a herança de Proust e Freud, abre as dimensões involuntárias da inconsciência e da vida psíquica. A imagem do labirinto, nesse sentido, é essencial para uma leitura da “Infância berlinense”; é “uma metáfora ao mesmo tempo das relações temporais entre presente, passado e futuro e das relações privilegiadas que o sujeito en‑ tretém consigo mesmo pelos descaminhos do amor, das viagens, da leitura e da escrita” (GAGNEBIN, 1994, p.86). Uma importante contribuição para pensarmos a elaboração de uma narrativa de si pelo escritor polonês é a definição de ipseidade. Gagnebin parte da distinção entre identidade‑mesmidade, feita por Paul Ricoeur, a qual corresponde à questão que, e iden‑ tidade‑ipseidade, que corresponde à questão quem. Ipseidade caracteriza o sujeito da linguagem e da ação, sendo uma categoria privilegiada da história no duplo sentido da narração, ficcional ou não, e de processo de acontecimentos individual ou coletivo. Assim, Esta ancoragem da identidade‑ipseidade na história, em particular na narração, explica por que, segundo Ricoeur, as obras literárias representam um tipo de sismó‑ grafo privilegiado da crise da identidade (entendida como mesmidade) e do recurso à identidade como ipseidade, que ainda permite a um “eu” tomar a palavra, mesmo quando “sujeito diz que não é nada”, isto é, quando é “um si desprovido do socorro da identidade idem (GAGNEBIN, 1994, p.95).

Se a noção de ipseidade é cara à Gagnebin para ajudar a entender os sujeitos da narração de si que constitui a “Infância berlinense”, ao lermos os escritos de S. Rawet per‑ cebemos que o sujeito narrativo também está submetido aos mecanismos que regem as narrações literárias. A construção da subjetividade do autor, no caso de Rawet, perceptível em suas novelas, crônicas, críticas e ensaios, não se dá exclusivamente no exercício da re‑ memoração, mas na exposição de conflitos e traumas, da negação do estatuto da tradição judaica e da própria sexualidade. Em 1970, Rawet afirmava que o homem era capaz de escolher sua sexualidade e que, assim como na natureza dos animais, a definição do sexo é livre quando não há im‑ posição de operações conscientes, como ser ou não ser homem ou as funções sociais do sujeito masculino ou feminino. O escritor critica o que denomina como “definição pato‑ lógica”, quando socialmente a homossexualidade é tratada como uma doença e não como algo natural e inerente ao ser humano. É no mesmo artigo que as experiências sexuais de Rawet na cidade aparecem na construção da sua individualidade:

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

91-102

|

Janei ro-Junho 201 6


|

100

O L A B I R I N T O D E R AW E T

|

C .A . Oliveir a

Sete anos de convivência com todos os meios homossexuais, convivência e identi‑ ficação. Dos cinemas sórdidos aos bares elegantes, das praças e lugares típicos aos apartamentos requintados, onde, ingênuo, ia tendo a revelação da medida em que o fenômeno é latente (BINES & TONUS, 2008, p.27).

Na escrita de Rawet, ao tratar da homossexualidade, não há distância entre os lugares da sua memória. Amarelinho, Cinelândia, Largo do Machado, Jordânia, todos estão em uma cartografia dos sentidos produzida a partir de Brasília, cidade transformada em um refugo à comunidade judaica, sobretudo aquela carioca que ele próprio taxava de mesquinha e excessivamente materialista. Em “Homossexualismo: sexualidade e valor”, publicado em 1970, Rawet também percorre lugares no Brasil e na Europa descrevendo experiências sexuais na cidade e digressões sobre a consciência a partir de uma filosofia experimental. Os lugares dessa experiência reflexiva estão localizados no Rio de Janeiro, em Cinelândia e Largo do Ma‑ chado. Mas poderiam ser Belo Horizonte ou São Paulo, pois, ao organizar textualmente sua experiência, as referencias espaciais em lugares distintos entram em uma mesma cartografia de escala reduzida. No mesmo artigo, Rawet questiona que em nossa cultura homens e mulheres estão submetidos a um processo psicológico o qual define como aceitáveis as relações heterossexuais; que, ao considerar patológico os desvios na sociedade heteronormativa, essa cultura revela seu moralismo e hipocrisia. Ao argumentar em favor da ideia de que o homem escolhe a forma de sua sexualidade, Rawet aponta positivamente para a abolição da família, sendo que “não ousamos perceber que os valores coletivos só tem significado quando recriados individualmente” (BINES & TONUS, 2008, p.29).

CONCLUSÃO “Foi nas minhas andanças que reformulei todas as questões, refiz todas as perguntas” Samuel Rawet, Devaneios de um solitário aprendiz da ironia, 1970

Freud (2010), em 1911, publicou importantes observações psicanalíticas sobre o caso de paranoia relatado na forma autobiográfica conhecida como “O caso Schre‑ ber”. O psicanalista, assim como Benjamin, destacou nesse estudo de caso o poder do autoconhecimento e da construção de si a partir da escrita. Para o médico neurologista e criador da psicanálise, indivíduos em estado de paranoia estariam inclinados a produ‑ zir sobre eles mesmos, sendo a escrita uma reconstrução da realidade, a qual redefine espaços e relações sociais. No caso de Rawet, a escrita fez da experiência vivida e dos conflitos algo mais que importante, um elemento essencial. Como também não escrevera suas vivências, mas

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

91-102

|

Jan eir o- Ju nho 2016


O LAB IRIN TO DE RAWET

|

C.A. Ol i vei ra

|101

sua vivência se tornara o ato escrever, sua subjetividade esteve em constante reformu‑ lação, assim como seus parâmetros críticos eram continuamente discutidos e revistos textualmente. Além da homossexualidade, a cultura judaica aparece como prerrogativa para abordar a si mesmo. O sentimento de culpa na escrita de Kafka, por exemplo, Rawet afirma ser resultado de uma espécie de envenenamento da própria vida do escritor, o qual fez com que o relacionamento entre sua família e os judeus em Praga e Berlin explicasse “O artista da fome, A colônia penal e A metamorfose” como recriações de vivências não realizadas. Seria a culpa um elemento persecutório na escrita de Rawet ou elemento de sua narrativa que, sem constrangimentos, se tornou um ato confessionário para busca de uma purificação, da aceitação da vida como eterno estrangeiro, que sem as bases da cultura herdadas, perdeu‑se em Brasília? Teorias sobre Brasília, que forçavam a indicação de um potencial de transformar pessoas normais em neuróticos e esquizofrênicos, circularam com intensidade a partir da sua inauguração, baseadas na crença de que o excesso de burocracia e os espaços vertigi‑ nosos afetariam a saúde mental de seus habitantes. Cálculos, comparações e estudos de caso detalhados foram produzidos na tentativa de revelar uma capital enlouquecedora, a qual muitos queriam encontrar. Mas a busca da Psicopatologia de uma cidade sem passado, citando título do artigo de Rodette Carvalho, publicado em 1979, não encontrou na capi‑ tal federal mais doentes mentais que em Governador Valadares ou qualquer outra cidade brasileira, como afirmou o psicanalista Bazzo (2005). Mas, se não foi Brasília que perturbou o escritor, encontro dificuldades em pensar que Rawet poderia ter tido crises tão marcantes para sua produção literária em outro lugar. Somente em Brasília, um local carregado de possíveis construções simbólicas, sobretudo para um estrangeiro, o escritor pôde escrever sobre todos os outros lugares por onde pas‑ sou. Sobre o Rio de Janeiro e suas experiências sexuais com estranhos em becos e ruelas, sobre a viagem para Israel, que causou a redefinição de suas relações com o judaísmo. Em Brasília, Rawet subverteu o texto ensaístico ao convergir deliberadamente o biográfico, o especulativo e o ficcional.

NOTAS 1. Desenvolvo a pesquisa intitulada “Prescrições para o futuro: Belo Horizonte no processo de moderni‑ zação do Estado de Minas Gerais” com bolsa Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo (Processo 2012/24049‑6) e supervisão da Profa. Dra. Maria Stella Bresciani. 2. As teses e dissertações publicadas sobre Samuel Rawet encontram‑se majoritariamente nos estu‑ dos literários, sob a perspectiva da recepção de suas obras e crítica literária. Até o presente momento não há conhecimento de nenhum trabalho sobre a trajetória do autor fora desse campo de estudos, muito menos dentro dos estudos históricos. 3. A naturalização de Samuel Urys Rawet filho de Szapsa Rawet e de Sura Rawet nascido na Polônia em 23 de julho de 1929 e então residente no Distrito Federal foi publicada na página 18 da Seção 1 do

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

91-102

|

Janei ro-Junho 201 6


|

102

O L A B I R I N T O D E R AW E T

|

C .A . Oliveir a

Diário Oficial da União em 7 de junho de 1956. Ver.: BRASIL. Constituição (1956). Decreto nº 818, de 05 de junho de 1956. Rio de Janeiro. Disponível em: <http://www.jusbrasil.com.br/diarios/2713073/ pg‑18‑secao‑1‑diario‑oficial‑da‑uniao‑dou‑de‑07‑06‑1956>. Acesso em: 13 jun. 2016. 4. Segundo a investigadora Klidzio (2010), Samuel Rawet internou‑se espontaneamente algumas vezes nas décadas de 1960 e 1970.

REFERÊNCIAS BAZZO, E.F. De braços dados com a loucura. Revista Espaço Acadêmico, v.5, n.53, p.1‑1, 2005. Dis‑

ponível em: <http://www.espacoacademico.com.br/053/53bazzo.htm>. Acesso em: 20 nov. 2013. BINES, R.K.; TONUS, L. (Org.). Samuel Rawet: ensaios reunidos. Rio de Janeiro: Civilização Brasi‑

leira, 2008. BRAGA, M. O concurso de Brasília: sete projetos para uma capital. São Paulo: Cosac Naify, 2010. COSTA, L. Arquitetura. Rio de Janeiro: José Olympio, 2002. FERNANDEZ MARTORELL, C.; ROCHA BARCO, T. Escritos autobiograficos. Madrid: Alizanza Edi‑

torial, 1996. FREUD, S. Obras completas: observações psicanalíticas sobre um caso de paranoia relatado em

autobiografia (“O caso Schreber”), artigos sobre técnica e outros textos (1911‑1913). São Paulo: Companhia das Letras, 2010. GAGNEBIN, J.M. Historia e narração em Walter Benjamin. São Paulo: Perspectiva, 1994. GORELIK, A. Das vanguardas a Brasília: cultura urbana e arquitetura na América Latina. Belo Hori‑

zonte: Editora da UFMG, 2005. KLIDZIO, N. Itinerário urbano na vida e obra de Samuel Rawet. Passo Fundo: UPF, 2010. RAWET, S. Eu‑tu‑êle: análise eidética. Rio de Janeiro: José Olympio, 1972. SARLO, B. Modernidade periférica: Buenos Aires 1920 e 1930. São Paulo: Cosac Naify, 2010. SIMMEL, G. O Estrangeiro. Revista Brasileira de Sociologia da Emoção, v.4, n.12, p.350‑357, 2005. Disponível em: <http://www.cchla.ufpb.br/grem/SIMMEL.O estrangeiro.Trad.Koury.rbsedez05. pdf>. Acesso em: 20 nov. 2013. VIDAL, L. De Nova Lisboa a Brasília: a invenção de uma capital (séculos XIX‑XX). Brasília: Editora da UnB, 2009.

Recebido em 17/12/2015 e aprovado em 30/5/2016.

O c ul u m e n s .

CARLOS ALBERTO OLIVEIRA | Universidade Estadual de Campinas | Instituto de Filosofia e Ciências Humanas | Programa de Pós‑Graduação em História. R. Cora Coralina, 100, 13083‑896, Cidade Universitária, Campinas, SP, Brasil | E‑mail: <oliveirahcp@gmail.com>.

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

91-102

|

Jan eir o- Ju nho 2016


ARTIGAS: ARQUITETURA E ÉTICA ARTIGAS: ARCHITECTURE AND ETHICS | ARTIGAS: ARQUITECTURA Y ÉTICA PATRÍCIA PEREIRA MARTINS

RESUMO Artigas tem participação incontestável no desenvolvimento da arquitetura brasi‑ leira não somente pelos extraordinários exemplos arquitetônicos que deixou, os inúmeros textos e aulas memoráveis, mas principalmente por expandir os limites da disciplina, alçando‑a ao papel de protagonista no desenvolvimento cultural do país. Esse papel vai além do grande número de obras paradigmáticas construídas e constitui‑se por seu exemplo de atuação profissional: exercício de unidade entre o sujeito — cidadão atuante na vida cultural e política de seu tempo — e sua arquitetura — testemunha desse estar no mundo. Essa prática, regida por uma rigorosa conduta ética e moral, forjada pelo embate constante entre vida, reali‑ dade, política e arquitetura, contribuiu para a dimensão ampliada da disciplina enquanto agente cultural na busca de uma identidade brasileira, a partir de sua essência cultural e não de seu passado histórico. Destaca‑se, na análise apresen‑ tada, o intenso embate entre arquitetura e cidade para o desenvolvimento de sua proposta arquitetônica. O objetivo deste artigo é traçar a constituição dessa trama tecida entre a teoria e a prática da arquitetura de Artigas, que também entrelaça eventos do contexto brasileiro de grande complexidade como exemplo de enfren‑ tamento dos desafios da profissão. A proposta é analisar o cenário político e cultu‑ ral no qual o arquiteto se insere para recuperar a trama de fios teóricos, políticos, práticos e projetados que envolve sua trajetória. PALAVRAS‑CHAVE: Arquitetura e ética. Artigas e ética. Artigas e seu contexto cultural.

ABSTRACT The architect Vilanova Artigas has undisputed participation in the development of Bra‑ zilian architecture not only because of the extraordinary architectural examples he left, the innumerable texts and memorable classes, but mainly for expanding the limits of the discipline and making it the protagonist of Brazil’s cultural development. This fact goes beyond the great number of paradigmatic built work he left, consisting on his personal example of professional performance: an exercise of unity between the citizen as active subject in the cultural and political life of his time, and his architecture as witness of this to be in the world. This practice, ruled by a rigorous ethical and moral behavior, forged by the constant clash between life, reality, politics and architecture, has contributed to a broader dimension of the discipline as a cultural agent in his search for a Brazilian iden‑

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

103-128

|

Janei ro-Junho 201 6


|

104

|

ART I G A S : A R Q U I T E T URA E É T IC A

P.P. M ar tin s

tity, not from its historical past, but from its cultural essence. The present analysis sheds light on the intense struggle between architecture and city in the development of Artigas’ architectonic language. The objective of this article is to trace the interweaving between the theory and practice of Artigas’ architecture, which also combines Brazilian events of great complexity as a way to confront professional challenges. The goal is to analyze the political and cultural scenario in which the architect participated to retrieve the theo‑ retical, political, practical and designed threads involving his trajectory. KEYWORDS: Architecture and ethics. Artigas and ethics. Artigas’ cultural context.

RESUMEN Artigas tiene una participación incontestable en el desarrollo de la arquitectura brasi‑ leña, no solamente por los extraordinarios ejemplos arquitectónicos que ha dejado, los textos innumerables y las lecciones memorables, sino principalmente por ampliar los límites de la disciplina proyectándola al papel de protagonista en el desarrollo cultural del país. Esto va más allá del gran número de obras paradigmáticas construidas, y se constituye por su ejemplo de actuación profesional: el ejercicio de la unidad entre sujeto — ciudadano activo en la vida cultural y política de su época — y su arquitectura —, testigo de que este está en el mundo. Esta práctica, regida por un comportamiento ético y moral riguroso, forjado por el choque constante entre la vida, la realidad, la política y la arquitectura, contribuyó para la dimensión ampliada de la disciplina como agente cultural en la búsqueda de una identidad brasileña, a partir, no de su pasado histórico, sino de su esencia cultural. Sobresale, en el actual análisis, el choque intenso entre la arquitectura y la ciudad para el desarrollo de su propuesta arquitectónica. El objetivo de este artículo es describir la constitución de esta trama tejida entre la teoría y la prác‑ tica de la arquitectura de Artigas, que también entrelaza acontecimientos de gran com‑ plejidad del contexto brasileño, como ejemplo de enfrentamiento de los desafíos de la profesión. La propuesta es analizar el escenario político y cultural en el cual el arqui‑ tecto se sitúa para recuperar la trama de las hebras teóricas, políticas, prácticas y proyec‑ tadas que están involucradas en su trayectoria. PALABRAS CLAVE: Arquitectura y ética. Artigas y ética. Artigas y su contexto cultural.

INTRODUÇÃO VILANOVA ARTIGAS: ARQUITETURA E ÉTICA1 Em duas palavras, inquietude experimental e contundência crítica, realismo cons‑ trutivo e sobriedade poética distinguem este trabalho de arquitetura, indissociável de uma experiência bem particular de seu tempo. Explico: Artigas é o arquiteto con‑

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

103-128

|

Jan eir o- Junho 2016


ARTIG AS: AR Q U ITETU RA E ÉTICA

|

P.P. Marti ns

|105

temporâneo por excelência. Presente, enérgico, incisivo, nele a ética da profissão adquiriu uma dimensão extraordinária (ARTIGAS & LIRA, 2004, p.9).

Artigas tem participação incontestável no desenvolvimento da arquitetura brasi‑ leira não somente pelos extraordinários exemplos arquitetônicos que deixou, os inúme‑ ros textos e aulas memoráveis, mas principalmente por expandir os limites da disciplina alçando‑a ao papel de protagonista no desenvolvimento cultural do país. Esse papel vai além do grande número de obras paradigmáticas construídas e constitui‑se por seu exem‑ plo de atuação profissional: exercício de unidade entre o sujeito — cidadão atuante na vida cultural e política de seu tempo — e sua arquitetura — testemunha desse estar no mundo. Politicamente engajado e sintonizado com a discussão internacional sobre arqui‑ tetura desde cedo, sua obra foi espelho do difícil e tortuoso caminho na busca por uma linguagem própria: da inicial antropofagia dos exemplos estrangeiros à posterior liberdade de exprimir, em formas arquitetônicas, sua visão do contexto brasileiro. O desenvolvimento de sua obra é informado não somente pelo avanço na resolução dos problemas por ele mesmo colocados, mas também pelas contradições e retrocessos desse percurso, presentes em suas obras e textos. Essa prática, regida por uma rigorosa conduta ética e moral e forjada pelo embate constante entre vida, realidade, política e arquitetura, contribuiu para a dimensão ampliada da disciplina enquanto agente cultural na busca de uma identidade brasileira, a partir de sua essência cultural e não de seu pas‑ sado histórico. O objetivo deste artigo é traçar a constituição dessa trama tecida entre a teoria e a prática da arquitetura de Artigas, que também entrelaça eventos do contexto brasileiro de grande complexidade como exemplo de enfrentamento dos desafios da profissão. A pro‑ posta é analisar o cenário político e cultural no qual o arquiteto se insere, para recuperar a trama de fios teóricos, políticos, práticos e projetados que envolve sua trajetória. Presente desde muito cedo em sua prática, o conceito de “moral construtiva” foi sendo depurado até tornar‑se central para a arquitetura de Artigas: uma “moral tecnoló‑ gica capaz de fazer com que a arquitetura responda à capacidade de produção das forças de realização técnica dentro da época em que nós estamos vivendo” (BUZZAR, 1996, p.253). É a sintonia entre a tecnologia disponível, a mão de obra possível, real, e o desen‑ volvimento estético resultante dessas variáveis, processo complexo que abre caminho para a arquitetura genuinamente brasileira almejada por esse arquiteto. Foi essa postura que o fez criticar Warchavchik por esconder o telhado de suas casas modernistas com platibandas “que não tinham nada que ver com a moral construtiva” (depoimento de Ar‑ tigas in BUZZAR, 1996, p.253), apesar de Petrosino (2009, p.65) mostrar que, em 1939, Artigas realiza a casa Giulio Pasquale em Cerqueira César com telhados escondidos por platibandas ao modo de Warchavchik. A parceria com o arquiteto ucraniano se deu por ocasião de sua participação como sócio de Warchavchik no Concurso para o Paço Muni‑

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

103-128

|

Janei ro-Junho 201 6


|

106

ART I G A S : A R Q U I T E T URA E É T IC A

|

P.P. M ar tin s

cipal de São Paulo em 1938, no qual obtiveram o segundo lugar. A parceria, segundo texto autobiográfico (ARTIGAS, 1997, p.20), durou cerca de dois anos. É provável que essa busca por uma arquitetura moralmente construída o tenha aproximado de Frank Lloyd Wright, dando início ao que ele mesmo chamou de “os três anos de influência Wrightiana”: de 1940 a 1943 (ARTIGAS, 1997, p.20). A “moral protes‑ tante” de Wright, de “respeito à natureza do material, de procurar a cor tal como ela é na natureza”, nas palavras de Artigas: “me forneceu uma moral para a criatividade arquitetô‑ nica que me fez muito bem” (ARTIGAS, 1997, p.24). A moral wrightiana, profundamente ligada à cultura americana, inspirou Artigas a considerar as especificidades do contexto cultural brasileiro e seus possíveis desdobramentos para uma arquitetura genuinamente nacional, nos moldes da arquitetura americana de Wright. Como reflexo direto dessa influência, temos as casas Casinha, 1942, Rio Branco Paranhos, 1943 e Rivadávia Men‑ donça, 1944. O tratamento “moderno” que Wright dava aos telhados era mais “honesto” que a solução de Warchavchik tanto do ponto de vista conceitual e tecnológico quanto do construtivo. Justamente esse entendimento que o fez, consequentemente, abandonar a influência do arquiteto americano: Abandonei isso um pouco antes do fim da Segunda Guerra. Aconteceu que toda essa ética me levou a compreender também, pelos cantos, a problemática do povo brasileiro, da nossa condição de subdesenvolvidos. Percebi que a arquitetura estava ligada a uma problemática nacional e popular e que era preciso arranjar uma ética que me reconciliasse com os ideais do povo brasileiro (ARTIGAS, 1997, p.24).

Após o fim da Segunda Guerra Mundial, mudanças de cenário propiciaram o de‑ senvolvimento do posicionamento arquitetônico e político de Artigas. A implantação da arquitetura moderna no Brasil, nos anos 1930, por meio de exemplos referenciais bem‑su‑ cedidos, abriu caminho para uma possibilidade de expressão nacional através da arquite‑ tura moderna racionalista, condição ainda mais sedutora para Artigas por estar alinhada com o plano nacional popular do Partido Comunista do Brasil (BUZZAR, 1996, p.249). Na mesma época, Corbusier abandonou sua fase branca para as experimentações com o betón brut, dando início à sua fase brutalista, mais próxima, conceitual e tecnicamente, daquilo que Artigas procurava para o Brasil. Dá‑se, assim, a “reconciliação” (FERRAZ, 1997, p.20) de Artigas com Corbusier e a produção de vários exemplos de obras de influ‑ ência racionalista, como a casa Benedito Levi, 1944, o edifício Louveira, 1946, a Casa Czapski, 1949, a segunda Casa do Arquiteto, 1949, a casa da Criança, 1950, entre outras. Nesse momento, a mesma moral construtiva conduzia o trabalho com a telha Brasilit na busca por uma maior horizontalidade das coberturas, “no domínio da forma através do conhecimento perfeito das condições tecnológicas que poderiam determina‑la” (depoi‑ mento de Artigas in BUZZAR, 1996, p.253). Artigas explica sua influência corbusiana:

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

103-128

|

Jan eir o- Junho 2016


ARTIG AS: AR Q U ITETU RA E ÉTICA

|

P.P. Marti ns

|107

O que me levou a isso foram as posições culturais dos anos 1940 a 1945, a minha entrada para o Partido Comunista, a necessidade de olhar e de compreender a pro‑ blemática política, de estudar a própria nacionalidade. Tentar elaborar um programa cultural que já faltava no Brasil: como se forma o mundo, saber quais as raízes da arquitetura Moderna, qual a ética que deveria me conduzir, ética esta fundada em princípios racionais (BUZZAR, 1996, p.249).

A radical mudança de estilos pela qual passou sua obra em um curto espaço de tem‑ po é fruto de sua viagem à União das Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), em 1953, momento em que o realismo socialista desautorizava as conquistas do construtivismo rus‑ so em favor da arquitetura acadêmica e decorativa. Essa situação tornava “mais problemá‑ tica a conciliação entre o sentido estético e o sentido político da arquitetura” para Artigas (KAMITA, 2000, p.123). Sua resposta foi tentar achar a alma brasileira no vernáculo e não no passado colonial, posicionamento sintonizado com o brutalismo que surgia na Europa, como colocado a seguir. A mudança de estilos não apresentou perigo para sua integridade, visto que seu objetivo se encontrava na construção e no fortalecimento de sua constituição moral, a qual o levaria a uma busca pela essência cultural de seu país. Lina Bo Bardi chama atenção para a contribuição de Artigas. Sua proposta arqui‑ tetônica está em sintonia com os princípios de reação ao mundo burguês instaurados no pós‑guerra que Le Corbusier, Smithsons, Van Eyck etc. estavam praticando. Ao mesmo tempo, considera o complexo contexto político brasileiro. Lina escolhe algumas casas de Artigas como principal assunto do primeiro número da revista Habitat, de 1950, e escreve so‑ bre elas, ressaltando suas características inovadoras e antiburguesas (BARDI, 2009, p.69). É patente a alegria de Lina em desfrutar, em terras tupiniquins — sua nova pátria —, a experiência moderna de morar, experiência esta que talvez não tenha tido tem‑ po de experimentar na Europa por causa da guerra. Provavelmente, as casas as quais ela se refere em seu texto são a Casinha, a segunda casa do arquiteto e a casa Czapski, obras referenciais de 1949: abertas e claras, com grande comunicação entre interior exterior e grande continuidade espacial interna. Apesar desses exemplos já apresentarem novidades aos clássicos modernos, a descrição de Lina poderia muito bem referir‑se à Villa Savoie ou à Maison La Roche, ambas de Le Corbusier. Com o desenrolar dos acontecimentos, vê‑se a busca de Artigas por uma arquitetura a qual promova maior solidariedade humana através de um rígido código ético e moral que aflora a partir da casa Olga Baeta, de 1956, em sintonia com os princípios brutalistas. A década de 1950 marca uma virada radical na formalização desse espaço de convívio constituído por suas casas, que quase se transformam em forta‑ lezas: vão, aos poucos, se fechando para o exterior até virar uma “casa bloco” (MEDRANO & RECAMÁN, 2014), pela impotência ou impossibilidade de conexão real com a cidade. A relação entre política e arquitetura, para Artigas, foi sendo construída a partir de sua militância de esquerda e de sua filiação ao Partido Comunista, em 1945. No mesmo

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

103-128

|

Janei ro-Junho 201 6


|

108

ART I G A S : A R Q U I T E T URA E É T IC A

|

P.P. M ar tin s

ano, fundou o departamento paulista do Instituto dos Arquitetos do Brasil (ARTIGAS, 1997, p.24) e promoveu o I Congresso Brasileiro de Arquitetos, o qual já colocou em pauta o debate sobre o desenvolvimento econômico e cultural brasileiro. O reflexo de seu posicionamento comunista foi a busca por uma representação nacional na arquitetura moderna brasileira, que se opunha ao resgate do colonial propos‑ to por Lucio Costa. Como argumenta Kamita (2000, p.22), Artigas não podia aceitar o caráter apolítico do uso de formas e práticas do colonizador. Sua proposta se traduziu em um realismo capaz de adaptar o moderno para a cultura local e popular. O realismo de Artigas é a favor “dos problemas do povo, da revolta popular, contra a miséria e o atraso em que vivemos” (ARTIGAS & Lira, 2004, p.32); é contrário à autonomia das vanguardas artísticas representada pela arte abstrata e a favor da máxima aproximação da realidade do povo brasileiro e sua condição cultural. No Brasil dos anos 1950, e para o comunista Artigas, a questão de um realismo brasileiro mostrava‑se complexa, considerando as forças em jogo: a herança antropofágica da Semana de Arte Moderna de 1922, a disputa entre figurativismo e abstracionismo na formação do Concretismo brasileiro, o nascimento das instituições Museu de Arte Mo‑ derna de São Paulo em 1947 e da Bienal Internacional de Arte em 1951 e os consequentes intercâmbios internacionais patrocinados por posicionamentos políticos. Como editor da revista Fundamentos, Artigas coloca‑se no front do debate, publicando textos próprios e de intelectuais ligados ao partido, bem como manifestos comunistas, denunciando a infiltra‑ ção americana e capitalista por traz do movimento concretista, que ao seu ver afastava a compreensão da realidade popular brasileira. Nessa época específica, é possível detectar um descompasso entre a produção moderna de Artigas, que abraça o racionalismo corbu‑ siano, e seu discurso teórico rechaçando o imperialismo americano o qual, em sua análise, visa a alienação da população (BUZZAR, 1996, p.255). Trata‑se do amadurecimento político do autor, conseguido com anos de militância à frente de diversos eventos nacionais e internacionais do PCB (GROSSMAN, 2013, p.8). Isso afrouxou o maniqueísmo e, consequentemente, abriu novas possibilidades para sua pratica arquitetônica. Os alinhamentos com Frank Lloyd Wright e Le Corbusier fo‑ ram revistos, assim como a conversa com o concretismo brasileiro foi retomada, originan‑ do experiências de síntese como a Casa dos Triângulos (1958). O realismo de Artigas apoia‑se em uma crítica social profunda que o instrumenta‑ liza a questionar dogmatismos políticos e estéticos, principalmente os políticos, os quais determinam estéticas em favor de caminhos que o permitiam exercer política através da arquitetura. Estava dado o tom para o desenvolvimento de um “realismo racionalista brasileiro” (SANTOS, 1988, p.91), o qual rejeitava o regionalismo da região Sul, o neo‑ colonialismo no campo estético e a demagogia das lideranças do partido as quais afasta‑ vam possíveis alianças com o setor intelectual do país como representantes da burguesia (GROSSMAN, 2013, p.8) no campo político.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

103-128

|

Jan eir o- Junho 2016


ARTIG AS: AR Q U ITETU RA E ÉTICA

|

P.P. Marti ns

|109

[…] enquanto a ligação entre arquitetos e as massas populares não se estabelecer, não se organizar, enquanto a obra dos arquitetos não tiver a suma glória de ser dis‑ cutida nas fábricas e nas fazendas, não haverá arquitetura popular. Até lá […] uma atitude crítica em face da realidade (ARTIGAS, 1997, p.50).

Para Bastos e Zein (2011, p.77), essa atitude crítica seria o modo engenhoso com o qual Artigas soluciona seu impasse com relação ao uso do vocabulário moderno de origem imperialista. Para ele, a arquitetura como criação artística poderia usar fontes e inspira‑ ções de qualquer natureza em seu processo criativo, mesmo sem aceitar a ideologia por trás da forma. Tudo se resolveria na forma, no espaço, na arquitetura, reafirmando a força e o impacto de suas formas que falam, cantam. Pressionado pelo sucesso alcançado pela ar‑ quitetura brasileira junto aos americanos, Artigas estrategicamente decide pelo caminho do meio, possibilidade de continuidade depois de sua dura oposição ao abstracionismo presente em seu texto contra a Bienal de 1951. Onde ficamos? Ou: o que fazer? Esperar por uma nova sociedade e continuar fazendo o que fazemos, ou abandonar os misteres de arquiteto, já que eles orientam numa dire‑ ção hostil ao povo, e nos lançarmos na luta revolucionária completamente? Nenhum dos dois, unicamente. É claro que precisamos lutar pelo futuro do nosso povo, pelo progresso e pela nova sociedade dando a esta missão o melhor dos esforços, pois é à medida que, pela participação na luta ao lado do povo, compreendermos seus anseios, fizermos parte dele, que iremos criando espírito crítico para afastar o bom do inútil na arquitetura, que atingiremos a “espontaneidade nova”, que criará como interpretação direta dos verdadeiros anseios populares (ARTIGAS & LIRA, 2004, p.49).

ARTIGAS E O BRUTALISMO Se para Courbet o realismo significava que a pintura deveria tratar “das coisas como elas são” (MALPAS, 2000, p.9), para Le Corbusier o brutalismo em arquitetura, o béton brut da Unidade de Habitação de Marselha de 1948, representava “o material e a estrutura como eles são”. Segundo Banham (1966, p.16), “a inovação crucial da “Unidade” não foi sua escala heroica, nem sua originalidade na organização vertical, nem suas pretensões sociológicas — foi, mais do que qualquer outra coisa, o fato de Le Corbusier ter abando‑ nado a ficção pré‑guerra de que o concreto armado fosse um material preciso, típico da “era da máquina” e assim pudesse “construir relações móveis a partir de materiais brutos’”. O “desmitologismo” (BANHAM, 1966, p.17) do concreto, que passa a ser valorizado por suas características físicas específicas, assim como a valorização do aço nas estruturas delgadas de Mies van der Rohe e a crueza dos materiais aparentes na construção da escola Hunstanton dos Smithsons, refletem os princípios éticos do Novo Brutalismo. Estabele‑ ce‑se, assim, a diferença entre um neo‑brutalismo, um revival estilístico o qual dependeria

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

103-128

|

Janei ro-Junho 201 6


|

110

ART I G A S : A R Q U I T E T URA E É T IC A

|

P.P. M ar tin s

da reprodução da estética do seu modelo — a Unidade de Habitação em Marselha — e o novo brutalismo, “uma ética, não uma estética” que “descreve um programa ou uma atitude em arquitetura” (BANHAM, 1966, p.10). A chave para compreensão do Novo Brutalismo está na reverência aos materiais como possibilidade de realização da afinidade entre o edifício e o homem, na “arquitetura como resultado direto do modo de vida”, nas palavras de Smithsons (BANHAM, 1966, p.46). Se no brutalismo o realismo informou a crueza do concreto aparente como uma nova possibilidade de postura frente ao contexto político cultural do pós‑guerra, certa‑ mente os Smithsons levaram o conceito adiante ao enfatizar a essência ética do movimen‑ to em detrimento de suas características estilísticas. Não era esse o mesmo discurso de Artigas? Essa postura fundamentalmente ética dos Smithsons se deu, como no caso de Artigas, através da arquitetura e da política. Buzzar (1996, p.184) afirma que: Na historiografia pouco significado foi atribuído às relações de Artigas com o Bruta‑ lismo […]. Ainda assim, admitindo estas relações, restaria definir com qual bruta‑ lismo: o brutalismo da Unidade de Habitação, identificado com o uso do concreto aparente, ou o novo brutalismo que surgia com as elaborações dos Smithsons […].

É conhecido o alinhamento de Artigas com o cenário político e cultural inter‑ nacional nos anos 1950 (BUZZAR, 1996; GROSSMAN, 2013). É possível que a falta de relação entre Artigas e o Brutalismo seja devida, por um lado, à radicalidade de seu posicionamento político de rejeição ao que era internacional como forma de resistência ao imperialismo e à uniformidade de um estilo e, por outro, à peculiaridade do evento brasileiro e seu complexo cenário político. É importante frisar que, segundo Ferro (1986, p.88), “um pouco antes de esse movimento aparecer, Artigas já fazia um tipo de plástica, de estruturação do espaço e até de manipulação da técnica que ia nesse sentido”, e este, em sua opinião, seria o motivo dos arquitetos paulistas terem escolhido o brutalismo entre tantas tendências surgidas após a Segunda Guerra. No brutalismo brasileiro, segundo Ferro, “a ética adquiriu uma dimensão enorme” (FERRO, 1986, p.68). Assim, pode‑se concluir que se o betón brut original do brutalismo é o material que melhor caracteriza a arquitetura de Artigas, seu desenvolvimento em forma e espa‑ ço conseguidos através da clareza estrutural resulta em um conjunto exemplo do com‑ prometimento ético característico do novo brutalismo. Talvez pela rejeição demonstra‑ da por Artigas à associação com o brutalismo inglês, Ferro (1986, p.65), em uma atitude provocativa, chamou a versão brasileira do movimento de “brutalismo caboclo”: Numa atitude cabocla, antropofágica, engolimos o brutalismo e o transforma‑ mos. […] Qualquer risco, qualquer traço, tinham uma implicação social e crítica

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

103-128

|

Jan eir o- Junho 2016


ARTIG AS: AR Q U ITETU RA E ÉTICA

|

P.P. Marti ns

|111

enorme. Interessava‑nos saber como o operário ia fazer a parede que desenháva‑ mos e que tipo de esforço estava em jogo.

Se na Inglaterra o brutalismo tentava recuperar o conteúdo ético através das raízes populares, em São Paulo, segundo Ferro (1986, p.69), Voltar‑se para o tradicional era um aspecto apenas formal. Não queríamos recuperar o que já havia sido feito, mas nos apropriar, utilizar e valorizar a tecnologia que está na mão do operário, além de seu saber. […] É projetar de tal maneira que aquilo que (o operário) sabe possa realmente aparecer; que o operário possa investir no que faz de uma maneira mais humana e não de uma forma massacrante como na maioria dos canteiros de obra. Aí a dimensão ética é também uma dimensão política.

Para além da necessidade de rótulos e de uma suposta filiação a movimentos in‑ ternacionais, o reconhecimento da obra de Artigas, inserida no cenário político e cultural de seu tempo, extrapola o contexto nacional como exemplo paradigmático de atuação política através da arquitetura, através de formas moldadas pela ética. A maneira como homem se relaciona com a forma passa a ser uma linguagem que o artista assume. A dificuldade de assimilar tudo isso é tão imensa, confesso, que vou buscar na poesia do João Cabral de Melo Neto: uma faca só lâmina. Isso dá para mim uma metáfora de precisão que me conduz a buscar essas relações de proporção, com o subjetivismo típico da criatividade artística que não nasce por uma inspiração divina qualquer, mas pela convivência com a cultura (ARTIGAS, 1997, p.33).

O estreito relacionamento de Artigas com a arte está na base da criação de uma estrutura tão precisa, porque síntese das várias camadas de significado que a constituem. Pedra moldada pela realidade que assume, como única possibilidade para a arquitetura, a fusão entre arte e política, entre arquitetura e ética. A consciência do político na arquitetura de Artigas acontece pela crítica ao siste‑ ma vigente entranhada em sua arquitetura, possibilitada pelo domínio exemplar de sua ferramenta de trabalho: o desenho. O desenho, para ele, era o instrumento plasmador da atuação de arquiteto, fundindo crítica social e expressão pessoal. A ele, Artigas imprimiu profundo senso ético. O desenho era sua redenção — ao mesmo tempo salvação e luta por autonomia profissional. Assim como acontecia com sua arquitetura devia acontecer com a arquitetura dos outros. E, mesmo dono de formas tão autorais, Artigas dizia: “não é no plano estético que vamos nos dividir” (SARAIVA, 2005, p.25). Afinal, o plano estético era só mais um dos muitos necessários para garantir o êxito da tarefa do arquiteto como transformador da sociedade, este sim seu objetivo primordial.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

103-128

|

Janei ro-Junho 201 6


|

112

ART I G A S : A R Q U I T E T URA E É T IC A

|

P.P. M ar tin s

Na volta do exílio, e antes de ser afastado da universidade, Artigas é convidado para uma aula inaugural na Faculdade de Arquitetura e Urbanismo da Universidade de São Paulo em 1967. Frustrando a expectativa da audiência (KAMITA, 2000, p.124), que esperava um contundente ataque ao sistema e até um conclame à luta armada, Artigas fala sobre “O Desenho”, argumentando em favor dessa ferramenta valiosa ao ar‑ quiteto, que expressa sua intenção e constitui sua linguagem. Mais eficiente do que um confronto armado, para Artigas, o domínio do desenho pelo arquiteto é sua arma de luta e de resistência e garante seu papel profissional na sociedade, afirmando sua soberania. Se seu conceito de moral construtiva foi forjado no exercício de adaptação de uma linguagem estrangeira às possibilidades tecnológicas e culturais do contexto brasileiro gerando uma forma moralmente construída, o desenvolvimento natural dessa ideia será a construção de uma linguagem própria calcada em valores éticos. Léxico de origem mo‑ derna, a forma de Artigas ressemantiza o espaço construído como resposta direta ao con‑ texto cultural, à cidade. Seu objetivo, segundo Kamita (2000, p.21) é a “exposição crua dos processos que a geram, aliada a uma forte preocupação com aquilo que viabiliza sua permanência”. Essa preocupação com sua permanência, ao não se fiar apenas na força estética da forma, mas exigir sua realização no presente e sua interferência na vida cotidia‑ na através do confronto com o sistema de produção, com o mercado de trabalho e com o caos urbano, parece ser fundamental ao sucesso da intervenção de Artigas. É um embate com a realidade que exige reação: “Daí a busca por uma linguagem arquitetônica enfática e contundente para que o edifício seja percebido como presença concreta e palpável no espaço. Daí, também, a preocupação em assegurar solidez e perenidade à ordem da arqui‑ tetura” (KAMITA, 2000, p.23). É quando aceita a geometria do racionalismo moderno que começa a configurar sua linguagem arquitetônica. De um lado os prismas geométricos são exercitados ao extremo, mantendo ainda a ideia da relação interior/exterior através de grandes superfícies envi‑ draçadas, como a Casa Czapski, 1949, a primeira Residência Taques Bittencourt, 1949 e a segunda Casa do Arquiteto, 1949. Por outro lado, o exercício com formas geométricas, apoios regulares e planos livres, mesmo em terrenos difíceis, testam os limites do voca‑ bulário moderno, como a Residência Benedito Levi, 1944, o Hospital São Lucas, 1945 e a Casa da Criança, 1950. A dúvida quanto à eficácia da linguagem moderna começa a se infiltrar nas solu‑ ções espaciais do arquiteto na medida em que a relação interior/exterior e a continuidade espacial são repetidamente frustradas pela exiguidade do lote ou pela impossibilidade de comunicação com a rua, com a cidade ou simplesmente pela descontinuidade ou ausên‑ cia da paisagem. O enfretamento do contexto urbano no projeto para o edifício Louveira, 1946 e seu resultado tão bem‑sucedido representam mais um grande teste para a lingua‑ gem moderna, marcando a conquista de uma “forma urbana” que será adotada a partir de então, em detrimento da forma como objeto isolado (KAMITA, 2000, p.15).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

103-128

|

Jan eir o- Junho 2016


ARTIG AS: AR Q U ITETU RA E ÉTICA

|

P.P. Marti ns

|113

Assim, o grande interlocutor de Artigas na constituição da sua linguagem é o urba‑ no: a malha viária irregular e o parcelamento inadequado dos lotes que dificultam a con‑ tinuidade espacial; a topografia transformada; as contradições da especulação imobiliária no embate com o sistema político econômico. Em vários depoimentos, Artigas desabafa sua impotência frente ao crescimento incontrolável da metrópole (ARTIGAS & LIRA, 2004, p.33). Da Casinha, 1942, que nega a malha urbana, mas ainda busca uma relação interior/exterior inspirada em Wright, até a Residência Telmo Porto, 1968, a qual se fecha para a rua e reconstrói uma topografia interna, tem‑se a dimensão do embate com o urba‑ no para a definição de sua linguagem. E é através dela que Artigas vai desenvolver “uma compreensão crítica do urbano” (KAMITA, 2000, p.21), testando os limites da ideologia moderna para a metrópole brasileira, em busca da “casa paulistana”. Com tantas experiências, os limites ficam claros: é quando, como sugere Kamita, há a quebra da ortogonalidade dos apoios, revelando não o abandono da figura geométrica, mas o “deslocamento (desta) para o campo de forças que compõem e sustentam o edifício. O redirecionamento da questão da forma entendida como volume geométrico para a de estrutura é o que se tornará característico na obra deste último Artigas” (Kamita, 2000, p.24). Essa mudança considerada na linha de desenvolvimento de sua obra mostra‑se fundamental para a consolidação de sua linguagem: “a estrutura passa a ser concebida não mais como mero arcabouço de sustentação do volume, mas como forma expressiva que enriquece e dinamiza a espacialidade da obra” (KAMITA, 2000, p.24). Nessa fase de seu trabalho, Artigas coloca em prática de maneira exemplar a co‑ nhecida frase de Auguste Perret: “é preciso fazer cantar os pontos de apoio”. Ferro (1986, p.68) relata: Lembro de certas aulas, onde o Artigas falava da estrutura considerando que se podia e devia em certos casos exagerar alguns detalhes, alguns pilares, não no sentido de enganar, mas, ao contrário, para tornar ainda mais explícita a estrutura real, o com‑ portamento real dos materiais. Era quase uma mentira ética, uma mentira didática.

Era sim uma poética: a sublimação dos esforços aflorados em expressivas formas de concreto bruto. Nas palavras do arquiteto, “usar formas pesadas e chegar perto da terra e, dialeticamente, negá‑las” (ARtigas & Lira, 2004, p.225). A inventividade formal adquirida por seu domínio da estrutura é o que define e individualiza a obra do engenheiro arquiteto. Este acreditava que “a estrutura, para o arquiteto, não deve desempenhar o papel humilde do esqueleto, mas exprimir a graça com que os novos materiais permitem dominar as forças cósmicas, com a elegância de vãos maiores, de formas leves” (ARTIGAS, 1997, p.101). Assim, suas estruturas falam, seus apoios cantam, suas formas comunicam a crença na transformação da sociedade, inspirando o que há de melhor no humano através da arquitetura:

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

103-128

|

Janei ro-Junho 201 6


|

114

ART I G A S : A R Q U I T E T URA E É T IC A

|

P.P. M ar tin s

A sensação de generosidade espacial que a estrutura (da Faculdade de Arquitetura e Urbanismo) permite, aumenta o grau de convivência, de encontros, de comu‑ nicação. Quem der um grito dentro do prédio, sentirá a responsabilidade de ter interferido em todo o ambiente. Aí, o indivíduo se instrui, se urbaniza, ganha espírito de equipe. Este prédio acrisola os santos ideais de então: pensei‑o como a espacia‑ lização da democracia, em espaços dignos, sem portas de entrada, porque o queria como um templo, onde todas as atividades são lícitas (ARTIGAS, 1997, p.101).

Se um dos significados da ética é “ciência da conduta” (ABBAGNANO, 1998, p.380), fica assim clara a conduta desejada pela forma de Artigas. Tomar‑se‑á como hipótese que o desenvolvimento da linguagem de Artigas em seu embate com o urbano gerou uma tipologia de projeto baseada na associação entre três elementos constitutivos frequentemente encon‑ trados em sua obra na virada das décadas de 1950/1960: a grande cobertura, a rampa e o pátio interno. Do ponto de vista formal, a grande cobertura é alternativa para escapar, mesmo em uma residência, de uma escala doméstica, compondo de maneira mais generosa, formal e espacial, o tecido da cidade. Para esse propósito, o pátio e a rampa figuram como impor‑ tantes ferramentas de continuidade espacial, propiciando o alcance dessa outra dimensão pretendida para a casa. Essa hipótese é importante para a discussão aqui desenvolvida na medida em que explicita a intenção de Artigas de criar arquitetura como enfrentamento dos problemas da cidade — uma discussão, um confronto, um manifesto —, franca comunica‑ ção baseada nos princípios éticos que sustentam a prática profissional do arquiteto. Em um texto explicativo sobre a Casa Taques Bittencourt, Artigas (1997, p.82) diz: Há um esforço no sentido de resolver as plantas em função de um espaço interno próprio, independentemente das divisas do lote, exíguo, como são geralmente os lotes dos bairros residenciais de São Paulo. Essa abordagem do problema permi‑ te reunir todo o programa em um só bloco, solução que poderia concorrer para a reorganização dos bairros residenciais, em geral de aspecto anárquico dado o vício de distribuir os programas das residências em pedaços, com edículas e blocos separados.

A ideia de resolver a planta em um espaço interno próprio, por si só redundante, remete, em Artigas, a um espaço interno à altura da tarefa de confrontar, como possibili‑ dade, os problemas da cidade em que se situa. Assumindo a impotência em face de um urbano já (mal) estabelecido e desgovernado, a casa deveria suprir suas deficiências como um refúgio, uma alternativa de habitar, apesar de não se propor como protótipo moderno, obra de arte que é. A solução formal de bloco único é então uma proposta urbana (porque é resposta à ele) na medida em que propõe alternativa — mesmo que aceitando sua impo‑ tência transformadora do urbano em si — para a relação entre arquitetura e cidade, entre

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

103-128

|

Jan eir o- Junho 2016


ARTIG AS: AR Q U ITETU RA E ÉTICA

|

P.P. Marti ns

|115

a obra e a rua. O bloco único, quase sempre composto pela associação entre uma grande cobertura, uma rampa e um pátio interno, promove o recorte que possibilita reconstruir uma urbanidade interna capaz de recuperar padrões espaciais, paisagísticos e sociais adequados à vida urbana contemporânea, a casa como exemplo de sociabilidade através de sua forma2. Desde a aparição da primeira rampa como solução para a articulação do programa no Hospital São Luis em 1945, percebe‑se a presença crescente desses três elementos articulados: de maneira tímida e parcial nas primeiras obras até sua plenitude na Fa‑ culdade de Arquitetura (exemplo de equipamento urbano) e na residência Telmo Porto (exemplo residencial). Como princípio de reorganização da cidade, tanto do ponto de vista formal quanto do programático, a ideia do bloco único foi transportada das residências para os equipamentos públicos, pois, se por um lado não apresentavam o problema de um lote exíguo ou mal dimensionado, por outro compartilhavam a mesma necessidade de organização da paisagem urbana: a construção de pontos de referência, a criação de zonas de sombra/descanso, a reorganização da topografia e do programa e a necessidade de continuidade espacial. No caso das residências, a grande cobertura cria uma caixa, recorte literal no qual uma melhor versão do urbano será recriada, escapando de uma má geometria do lote, de contextos desinteressantes e aceitando a impossibilidade de uma continuidade espacial. Implícitas nesse partido pode‑se considerar a necessidade de isolamento da rua pela difi‑ culdade de comunicação com o urbano e a recusa explícita do regime político vigente. Para a reprodução de uma paisagem urbana dentro da caixa, acessos são abertos em função de visuais e perspectivas a partir da rua, topografias são recriadas aproveitando ou não o rele‑ vo do terreno e obedecendo a fluxos necessários ao funcionamento da urbanidade interna. A rampa permite a exploração da paisagem criada, multiplicidade de pontos de vista, diferentes visuais. Estende o tempo, transformando os necessários deslocamentos internos em passeios animados pela complexidade espacial interna sustentada pela estru‑ tura/escultura. Nas residências, amplia de maneira considerável o espaço interno e, nos grandes equipamentos, facilita a acessibilidade, promovendo a continuidade do tecido urbano. Se no Hospital São Lucas é ferramenta moderna para conexão do programa, a partir dos vários exercícios realizados nas residências conquista o status de “ambiente”, ultrapassando seu aspecto funcional nas “rampas laje” da Faculdade de Arquitetura e Urbanismo, elemento chave do partido proposto. O pátio interno, exercitando sua função de estar e agregante espacial, assume outros usos: sala de estar, jardim, terraço, e completa a associação entre a grande cober‑ tura e a rampa como objetivo ou resultado da mesma. Recria dentro o fora de maneira controlada. É índice do urbano, lugar para as desejadas relações intersubjetivas: o pátio, a sala, o terraço, o jardim. Nesse ambiente, Artigas desenvolve interessantes desenhos de luz zenital: inicialmente, grandes recortes na laje na projeção do pátio (Casa Taques

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

103-128

|

Janei ro-Junho 201 6


|

116

ART I G A S : A R Q U I T E T URA E É T IC A

|

P.P. M ar tin s

Bittencourt) desenvolvem‑se no processo de interiorização do volume, sendo detalhados e desenhados para explorar sua dramaticidade, como as aberturas entre vigas no topo da rampa da Casa Telmo Porto. A Residência Taques Bittencourt é a primeira onde se encontra a grande cobertura, o pátio e a rampa associados. Bem aberta à rua pela presença dos caixilhos frontais, essa situ‑ ação será opostamente radicalizada nos exemplos posteriores, como a Casa Telmo Porto e a Casa Martirani, onde a criação de uma urbanidade interna causa a desconexão radical com a rua. O pátio interno, descoberto e central, é solução a ser trabalhada nos exemplos poste‑ riores à medida que a caixa vai se fechando, adquirindo diferentes formas e usos. A rampa, ocupando toda uma face do pátio, portanto em posição central, tem papel protagonista como estruturadora espacial, aqui proporcionando a promenade moderna, diferentemente de projetos posteriores onde aparece deslocada do centro ou sem relação visual com o pátio. A associação entre os três elementos gera experiências diversas as quais permi‑ tem subverter o lote, transportando‑o para a dimensão da cidade. É o “lote‑casa”, como definido por Buzzar (1996, p.262): “Artigas não construía apenas a casa, mas também o lote com a casa, como partes indissociáveis de uma construção, ou de uma unidade maior, que era a cidade”. A Casa Elza Berquó, referência por sua mensagem política explícita, é importante exemplo da tipologia sugerida, apesar da inexistência da rampa. Em que pese o fato da casa ser praticamente organizada em um só nível (a garagem é acessada por uma escada externa), a rampa se torna desnecessária, tamanha a fluidez espacial conseguida através da configuração do pátio central. Trata‑se de um dos interiores mais públicos dentre os exemplos residenciais de Artigas; o pátio é uma praça: desenho de piso em ladrilhos co‑ loridos, cerâmica em diferentes tamanhos, troncos‑pilares, generosa luz zenital, fonte, jardim, tudo em contato direto com todos os outros ambientes da casa. A grande cobertura vira nos beirais com recortes que desenham com a luz do sol nas paredes ou é perfurada por buracos de luz em pontos estratégicos na varanda. A casa é assumidamente pop em vários sentidos: sintonizando‑se com o movimento pop americano ao questionar a relação entre arte, tecnologia e seu modo de reprodução; explicitando as contradições específicas do contexto político cultural brasileiro ao confrontar a tecnologia do concreto com méto‑ dos artesanais de construção e acabamento; e propondo uma organização espacial popular para uma casa burguesa. O conjunto grande cobertura, rampa e pátio interno, nas mãos de Artigas, configu‑ ra um equipamento urbano em sua intenção e forma: a casa‑bloco, a rodoviária‑bloco, a faculdade‑bloco propõem‑se como estruturas que reafirmam um urbano possível para o contexto político, cultural e econômico brasileiro. De caráter privado quando residencial, de caráter coletivo quando público. A estanqueidade da forma é cortada pelos fluxos que dela vazam, movimento de agregar para espalhar, garantir um ambiente e amarrá‑lo à cidade, assim mantendo uma costura urbana.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

103-128

|

Jan eir o- Junho 2016


ARTIG AS: AR Q U ITETU RA E ÉTICA

|

P.P. Marti ns

|117

CONCLUSÃO A trajetória de Artigas, como demonstrado, alimentou‑se do complexo ambiente cultu‑ ral brasileiro para a constituição de uma proposta arquitetônica a qual teve a ética como principal fio condutor. Esse processo, não sem contradições, avanços e retrocessos, pode ser lido em seus textos, aulas, projetos, obras e na constituição de sua linguagem como retratos de uma ideia forte — projeto para uma arquitetura moderna brasileira. A arquitetura de Artigas coloca‑se como proposta de arma de transformação do mundo, núcleo social e formal, peça de resistência que afronta o esgarçamento das cidades contemporâneas ao garantir outra ideia de cidade, uma cidade fundada na comunicação necessária ao bom convívio social e que restabelece a intersubjetividade como objetivo primeiro da vida urbana. Uma faca só lâmina ou serventia das ideias fixas João Cabral de Melo Neto Para Vinícius de Morais Assim como uma bala enterrada no corpo, fazendo mais espesso um dos lados do morto; assim como uma bala do chumbo pesado, no músculo de um homem pesando‑o mais de um lado qual bala que tivesse um vivo mecanismo, bala que possuísse um coração ativo igual ao de um relógio submerso em algum corpo, ao de um relógio vivo e também revoltoso, relógio que tivesse o gume de uma faca e toda a impiedade de lâmina azulada; assim como uma faca que sem bolso ou bainha

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

103-128

|

Janei ro-Junho 201 6


|

118

ART I G A S : A R Q U I T E T URA E É T IC A

|

P.P. M ar tin s

se transformasse em parte de vossa anatomia; qual uma faca íntima ou faca de uso interno, habitando num corpo como o próprio esqueleto de um homem que o tivesse, e sempre, doloroso, de homem que se ferisse contra seus próprios ossos. A Seja bala, relógio, ou a lâmina colérica, é contudo uma ausência o que esse homem leva. Mas o que não está nele está como uma bala: tem o ferro do chumbo, mesma fibra compacta. Isso que não está nele como a coisa ciosa presença de uma faca, de qualquer faca nova. Por isso é que o melhor dos símbolos usados é a lâmina cruel (melhor se de Pasmado): porque nenhum indica essa ausência tão ávida como a imagem da faca que só tivesse lâmina. nenhum melhor indica aquela ausência sôfrega que a imagem de uma faca reduzida à sua boca. que a imagem de uma faca entregue inteiramente

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

103-128

|

Jan eir o- Junho 2016


ARTIG AS: AR Q U ITETU RA E ÉTICA

|

P.P. Marti ns

|119

à fome pelas coisas que nas facas se sente. B Das mais surpreendentes é a vida de tal faca: faca, ou qualquer metáfora, pode ser cultivada. E mais surpreendente ainda é a sua cultura: medra não do que come porém do que jejua. Podes abandoná‑la essa faca intestina: jamais a encontrarás com a boca vazia. Do nada ela destila a azia e o vinagre e mais estratagemas privativos dos sabres. E como faca que é, fervorosa e energética, sem ajuda dispara sua máquina perversa: a lâmina despida que cresce ao se gastar, que menos dorme quanto menos sono há, cujo muito cortar lhe aumenta mais o corte e se vive a se parir em outras, como fonte. (Que a vida dessa faca se mede pelo avesso: seja relógio ou bala, ou seja faca mesmo.)

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

103-128

|

Janei ro-Junho 201 6


|

120

ART I G A S : A R Q U I T E T URA E É T IC A

|

P.P. M ar tin s

C Cuidado com o objeto, com o objeto cuidado, mesmo sendo uma bala desse chumbo ferrado, porque seus dentes já a bala os traz rombudos e com facilidade se em botam mais no músculo. Mais cuidado porém quando for um relógio com o seu coração aceso e espasmódico. É preciso cuidado por que não se acompasse o pulso do relógio com o pulso do sangue, e seu cobre tão nítido não confunda a passada com o sangue que bate já sem morder mais nada. Então se for faca, maior seja o cuidado: a bainha do corpo pode absorver o aço. Também seu corte às vezes tende a tornar‑se rouco e há casos em que ferros degeneram em couro. O importante é que a faca o seu ardor não perca e tampouco a corrompa o cabo de madeira.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

103-128

|

Jan eir o- Junho 2016


ARTIG AS: AR Q U ITETU RA E ÉTICA

|

P.P. Marti ns

|121

D Pois essa faca às vezes por si mesma se apaga. É a isso que se chama maré baixa da faca. Talvez que não se apague e somente adormeça. Se a imagem é relógio, a sua abelha cessa. Mas quer durma ou se apague: ao calar tal motor, a alma inteira se torna de um alcalino teor bem semelhante à neutra substância, quase feltro, que é a das almas que não têm facas‑esqueleto. E a espada dessa lâmina, sua chama antes acesa, e o relógio nervoso e a tal bala indigesta, tudo segue o processo de lâmina que cega: faz‑se faca, relógio ou bala de madeira, bala de couro ou pano, ou relógio de breu, faz‑se faca sem vértebras, faca de argila ou mel. (Porém quando a maré já nem se espera mais, eis que a faca ressurge com todos seus cristais.) E Forçoso é conservar a faca bem oculta

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

103-128

|

Janei ro-Junho 201 6


|

122

ART I G A S : A R Q U I T E T URA E É T IC A

|

P.P. M ar tin s

pois na umidade pouco seu relâmpago dura (na umidade que criam salivas de conversas, tanto mais pegajosas quanto mais confidências). Forçoso é esse cuidado mesmo se não é faca a brasa que te habita e sim relógio ou bala. Não suportam também todas as atmosferas: sua carne selvagem quer câmaras severas. Mas se deves sacá‑los para melhor sofrê‑los, que seja algum páramo ou agreste de ar aberto. Mas nunca seja ao ar que pássaros habitem. Deve ser a um ar duro, sem sombra e sem vertigem. E nunca seja à noite, que estas têm as mãos férteis, Aos ácidos do sol seja, ao sol do Nordeste, à febre desse sol que faz de arame as ervas, que faz de esponja o vento e faz de sede a terra. F Quer seja aquela bala ou outra qualquer imagem, seja mesmo um relógio a ferida que guarde, ou ainda uma faca que só tivesse lâmina,

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

103-128

|

Jan eir o- Junho 2016


ARTIG AS: AR Q U ITETU RA E ÉTICA

|

P.P. Marti ns

|123

de todas as imagens a mais voraz e gráfica, ninguém do próprio corpo poderá retirá‑la, não importa se é bala nem se é relógio ou faca, nem importa qual seja a raça dessa lâmina: faca mansa de mesa, feroz pernambucana. E se não a retira quem sofre sua rapina, menos pode arrancá‑la nenhuma mão vizinha. Não pode contra ela a inteira medicina de facas numerais e aritméticas pinças. Nem ainda a polícia com seus cirurgiões e até nem mesmo o tempo como os seus algodões. E nem a mão de quem sem o saber plantou bala, relógio ou faca, imagens de furor. G Essa bala que um homem leva às vezes na carne faz menos rarefeito todo aquele que a guarde O que um relógio implica por indócil e inseto, encerrado no corpo faz este mais desperto. E se é faca a metáfora do que leva no músculo,

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

103-128

|

Janei ro-Junho 201 6


|

124

ART I G A S : A R Q U I T E T URA E É T IC A

|

P.P. M ar tin s

facas dentro de um homem dão‑lhe maior impulso. O fio de uma faca mordendo o corpo humano, de outro corpo ou punhal tal corpo vai armando, pois lhe mantendo vivas todas as molas da alma dá‑lhes ímpeto de lâmina e cio de arma branca, além de ter o corpo que a guarda crispado, insolúvel no sono e em tudo quanto é vago, como naquela história por alguém referida de um homem que se fez memória tão ativa que pôde conservar treze anos na palma o peso de uma mão, feminina, apertada. H Quando aquele que os sofre trabalha com palavras, são úteis o relógio, a bala e, mais, a faca. Os homens que em geral lidam nessa oficina têm no almoxarifado só palavras extintas: umas que se asfixiam por debaixo do pó outras despercebidas em meio a grandes nós; palavras que perderam no uso todo o metal

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

103-128

|

Jan eir o- Junho 2016


ARTIG AS: AR Q U ITETU RA E ÉTICA

|

P.P. Marti ns

|125

e a areia que detém a atenção que lê mal. Pois somente essa fraca dará a tal operário olhos mais frescos para o seu vocabulário e somente essa faca e o exemplo de seu dente lhe ensinará a obter de um material doente o que em todas as facas é a melhor qualidade: a agudeza feroz , certa eletricidade, mais a violência limpa que elas têm, tão exatas, o gosto do deserto, o estilo das facas. I Essa lâmina adversa, como o relógio ou a bala, se torna mais alerta todo aquele que a guarda, sabe acordar também os objetos em torno e até os próprios líquidos podem adquirir ossos. E tudo o que era vago, toda frouxa matéria para quem sofre a faca ganha nervos, arestas. Em volta tudo ganha a vida mais intensa, Com nitidez de agulha e presença de vespa. Em cada coisa o lado que corta se revela,

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

103-128

|

Janei ro-Junho 201 6


|

126

ART I G A S : A R Q U I T E T URA E É T IC A

|

P.P. M ar tin s

e elas que pareciam redondas como a cera despem‑se agora do caloso da rotina, pondo‑se a funcionar com todas suas quinas Pois entre tantas coisas que também já não dormem, o homem a quem a faca corta e empresta seu corte, sofrendo aquela lâmina e seu jato tão frio, passa, lúcido e insone, vai fio contra fios. * De volta dessa faca, amiga ou inimiga, que ais condensa o homem quanto mais o mastiga; de volta dessa faca de porte tão secreto que deve ser levada como o oculto esqueleto; da imagem em que mais me detive, a da lâmina, porque é de todas elas certamente a mais ávida; pois de volta da faca se sobe a outra imagem, àquela de um relógio picando sob a carne, e dela àquela outra, a primeira, a da bala, que tem o dente grosso porém forte a dentada e daí à lembrança que vestiu tais imagens

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

103-128

|

Jan eir o- Junho 2016


ARTIG AS: AR Q U ITETU RA E ÉTICA

|

P.P. Marti ns

|127

e é muito mais intensa do que pode a linguagem, e afinal à presença da realidade, prima, que gerou a lembrança e ainda a gera, ainda, por fim à realidade, prima e tão violenta que ao tentar apreendê‑la toda imagem rebenta3.

NOTAS 1. O presente artigo é parte inédita da pesquisa de pós‑doutorado “O desenvolvimento da forma ética, dois tempos: Vilanova Artigas e Rem Koolhaas”, desenvolvida na Faculdade de Arquitetura e Urbanis‑ mo da Universidade de São Paulo com supervisão da Profa. Dra. Mônica Junqueira de Camargo e apoio da Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo, Processo no 12/50490, concluída em dezembro de 2014. 2. Medrano e Recamán (2014) discutem os desdobramentos da obra de Artigas para os dias de hoje e consideram que, na proposta espacial do arquiteto, o que está em jogo seria não a “disseminação social (de sua proposta arquitetônica) mas a unidade afetivo‑construtiva da casa unifamiliar, possibilidade de uma nova sociabilidade a ser alcançada no país. Mais que uma pos‑ sibilidade de ensaio construtivo tipológico que fizesse avançar as técnicas de reprodutibilidade e a ordenação urbana necessária, as casas de Artigas constroem um modelo espacial cuja dimensão coletiva se particulariza na proximidade nuclear dos indivíduos (micromunidade), e cuja expan‑ são se daria dissociada de um organismo que as contemplasse como instância social‑coletiva. Não existe urbano e sua espacialidade nessa perspectiva, a não ser a grande comunidade cuja forma espacial geral não estaria figurada ou, ainda, não o poderia ser”. Já Buzzar aponta que, mesmo buscando uma diferenciação da rua desinteressante e desqualificada em seus projetos, Artigas não negava a cidade, pois a rua, para ele, era vista como um lugar de abertura da cabeça das pessoas. Bastos (2007) considera: “Em que pese o entendimento da obra (de Artigas) como uma solução arquitetônica para um problema urbano, a cidade permanece relativamente abstrata em suas apreciações críticas, a relação que se estabelece é programática, não formal”. As diferentes conceituações do urbano e sua relação com a obra do autor atestam a natureza da sua arquitetura, de confronto. MEDRANO, L.; RECAMÁN, L. Duas casas de Artigas: cidade adjetiva. Revis‑ ta Pós‑USP, n.32, p.102‑115. BUZZAR, M.A. João Batista Vilanova Artigas: elementos para a compreensão de uma Arquitetura Brasileira ‑ 1938‑1967. p.277. BASTOS, M.A.J. Pós‑Brasília: rumos da Arquitetura Brasileira. São Paulo: Perspectivas, 2007. p.37. 3. Poema escrito em 1955 e publicado no livro Duas Águas, de 1956, que inclui toda a obra do poeta até então.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

103-128

|

Janei ro-Junho 201 6


|

128

ART I G A S : A R Q U I T E T URA E É T IC A

|

P.P. M ar tin s

REFERÊNCIAS ABBAGNANO, N. Dicionário de filosofia. São Paulo: Martins Fontes, 1998. ARTIGAS, J.BV. Vilanova Artigas. FERRAZ, M. (Ed.). São Paulo: Instituto Lina Bo e P.M. Bardi, 1997. ARTIGAS, R.; LIRA, J.T.C. (Org.). Vilanova Artigas: caminhos da arquitetura. São Paulo: Cosac &

Naify, 2004. BANHAM, R. The new brutalism. London: The Architectural Press, 1966. BARDI, L.B. Lina por escrito: textos escolhidos de Lina Bo Bardi. In: RUBINO, S.; GRINOVER, M.

(Org.). São Paulo: Cosac & Naify, 2009. p.69‑75. BASTOS, M.A.J. Pós‑Brasília: rumos da arquitetura brasileira. São Paulo: Perspectiva, 2007. BASTOS, M.A.J.; ZEIN, R.V. Brasil: arquiteturas após 1950. São Paulo: Perspectiva, 2011. BUZZAR, M.A. João Batista Vilanova Artigas: elementos para a compreensão de um caminho da ar‑

quitetura brasileira. 1996. (Dissertação de Mestrado) — Faculdade de Arquitetura e Urbanismo, Universidade de São Paulo, São Paulo, 1996. FERRAZ, M. (Ed.). Vilanova Artigas. São Paulo: Instituto Lina Bo e P. M. Bardi, 1997. FERRO, S. Entrevista à Marlene Milan Acayaba. Revista Projeto, n.86, p.68‑70, 1986. GROSSMAN, V. Artigas’ realism. In: European Architectural History Network, 2013, São Paulo. Anais… São Paulo: FAU/USP, 2013. p.8‑25. KAMITA, J.M. Vilanova Artigas. São Paulo: Cosac & Naify, 2000. MALPAS, J. Realismo. São Paulo: Cosac & Naify, 2000. MEDRANO, L.; RECAMÁN, L. Vilanova Artigas: habitação e cidade na modernização brasileira.

Campinas: Unicamp, 2014. PETROSINO, M.M. João Batista Vilanova Artigas: residências unifamiliares: a produção arquitetô‑ nica de 1937 a 1981. 2009. (Dissertação de Mestrado) — Faculdade de Arquitetura e Urbanismo, Universidade de São Paulo, São Paulo, 2009. SANTOS, L.C. Depoimento de Vilanova Artigas. Revista Projeto, n.109, p.91‑102, 1988. SARAIVA, P.P.M. Depoimento sobre Vilanova Artigas. Revista Pós‑USP, n.18, p.25, 2005.

Recebido em 12/6/2015 e aprovado em 25/9/2015.

O c ul u m e n s .

PATRÍCIA PEREIRA MARTINS | Universidade de São Paulo | Faculdade de Arquitetura e Urbanismo | Comissão de Pesquisa. R. do Lago, 876, Cidade Universitária, 05508‑080, São Paulo, SP, Brasil | E‑mail: <martinsppatricia@gmail.com>.

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

103-128

|

Jan eir o- Junho 2016


CONTINUIDADES E DESCONTINUIDADES URBANAS À BEIRA‑MAR: UMA LEITURA MORFOLÓGICA E CONFIGURACIONAL DA ÁREA CONURBADA DE FLORIANÓPOLIS URBAN DISCONTINUITIES AT THE SEASHORE: A MORPHOLOGICAL AND SYNTACTIC ANALYSIS OF FLORIANÓPOLIS AND ITS CONURBATION | CONTINUIDADES Y DISCONTINUIDADES URBANAS JUNTO AL MAR: UN ANÁLISIS MORFOLÓGICO Y SINTÁCTICO DE FLORIANÓPOLIS Y SU REGIÓN CONURBADA RENATO TIBIRIÇÁ DE SABOYA, ALMIR FRANCISCO REIS, AYRTON PORTILHO BUENO

RESUMO Florianópolis, capital do Estado de Santa Catarina, tem a maior parte de seu ter‑ ritório situado na Ilha de Santa Catarina e pequena porção continental que, con‑ juntamente com as áreas urbanas dos municípios de São José, Palhoça e Biguaçu, formam a Área Conurbada de Florianópolis. Essa área estrutura‑se em um tecido urbano que apresenta muitas especificidades: o sítio induz a uma ocupação dis‑ persa pela ilha e pelo continente próximo, onde aspectos históricos e sociais refor‑ çam características geográficas, levando a profundas descontinuidades urbanas. Este trabalho analisa as características morfológicas da Área Conurbada de Flo‑ rianópolis e as continuidades e descontinuidades estabelecidas pelo seu tecido. A pesquisa inclui leituras morfológicas do tecido urbano, do sítio e do processo de adaptação do território à ocupação humana. Como base teórica e conceitual das análises configuracionais realizadas, foi utilizada a Teoria da Sintaxe Espacial, explicada brevemente. Os resultados indicaram uma estrutura integradora frágil que, entretanto, ajuda a explicar a localização das classes de alta e baixa renda, bem como padrões de densidade populacional. Revelou, também, um descom‑ passo entre os padrões globais e os padrões locais de integração, o que, por sua vez, resulta em centralidades locais frágeis e que não conseguem adquirir força para concentrar comércios e serviços mais especializados. PALAVRAS‑CHAVE: Configuração. Interação social. Sintaxe Espacial. Tecido urbano.

ABSTRACT Florianópolis, the capital city of Santa Catarina, has most of its territory situated on the island of Santa Catarina and a small portion on the mainland where, together with the urban areas of the municipalities of San José, Palhoça and Biguaçu form the conurbation of Florianópolis. The urban tissue of this region has many special fea‑

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

129-152

|

Janei ro-Junho 201 6


|

130

D E S C O N T I N U I D A D E S URBA NA S À BE IRA ‑ M A R

|

R.T. Saboya et al .

tures: the area induces dispersed urban occupation throughout the island and nearby mainland, whereas historical and cultural aspects reinforce geography resulting in deep urban discontinuities. The paper analyzes the morphological characteristics of the conurbation of Florianópolis and the continuities and discontinuities of its fab‑ ric. The research includes morphological analyses of the urban fabric, the site and the process of adaptation of the territory for human occupation. A rigorous analysis of grid patterns was performed using recent developments of the space syntax theory as the theoretical and conceptual framework. The results showed a weak integration core that, despite not being able to adequately structure the whole system, can still explain the location of high‑ and low‑income groups, as well as the pattern of population density. Moreover, it became clear that there is a strong lack of correspondence between local and global patterns of integration, which results in weak local centers and prevents more specialized retail and service activities to flourish. KEYWORDS: Configuration. Social interaction. Space Syntax. Urban fabric.

RESUMEN Florianópolis, capital del estado de Santa Catarina, tiene la mayor parte de su terri‑ torio en la isla de Santa Catarina. Posee además una pequeña porción continental, la cual, junto con las zonas urbanas de los municipios de San José, Palhoça y Biguaçu, forman la Zona Conurbada de Florianópolis. Esta área se estructura en un tejido urbano que tiene muchas características especiales: el sitio induce a una ocupación dispersa a lo largo de la isla y de las tierras continentales en la cercanía, donde aspec‑ tos históricos y sociales refuerzan aspectos geográficos, dando lugar a discontinuida‑ des urbanas profundas. Este trabajo analiza las características morfológicas de la zona conurbada de Florianópolis y las continuidades y discontinuidades establecidas por el trazado de la ciudad. La investigación incluye lecturas morfológicas del tejido urbano, el sitio y el proceso de adaptación del territorio a la ocupación humana. Como base teórica y conceptual del análisis configuracional se utilizó la Teoría de la Sinta‑ xis Espacial, explicada en resumen en el texto. Los resultados indicaron una estruc‑ tura integradora débil que, sin embargo, ayuda a explicar la localización de los dife‑ rentes estratos sociales y los patrones de densidad de población. También reveló una discrepancia entre las normas y estándares locales de integración, que a su vez se traduce en centralidades locales frágiles y que no consiguen adquirir fuerza para mantener comercios, servicios más especializados, ni generar ambientes genuina‑ mente urbanos. PALABRAS CLAVE: Configuración. Interacción social. Sintaxis Espacial. Tejido urbano.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

1 2 9 -1 5 2

|

Jan eir o-Junho 2016


DESCO N TIN U ID AD ES U RB AN AS À B EIRA‑MAR

|

R .T. Saboya et al .

|131

INTRODUÇÃO Florianópolis, capital do Estado de Santa Catarina, apresenta características que lhe dão especificidade no contexto brasileiro: concentra, no setor de serviços, a face mais dinâ‑ mica de sua atividade econômica; constitui a única capital pouco industrializada no Sul e no Sudeste brasileiro; e, quando comparada a outras capitais estaduais, possui população total relativamente reduzida, tendo permanecido até praticamente os anos 1970 bastante isolada tanto de outras regiões do Estado quanto das capitais vizinhas. O município tem a maior parte de seu território situado na Ilha de Santa Catarina e pequena porção continental que, conjuntamente com as áreas urbanas dos municípios de São José, Palhoça e Biguaçu, formam a Área Conurbada de Florianópolis (ACF). Outros 18 municípios também se encontram ligados funcional e espacialmente a Florianópolis, configurando a Região Metropolitana de Florianópolis, a maior aglomeração urbana do Estado de Santa Catarina. Os municípios componentes da Área Conurbada concentram a maior parte da população e do Produto Interno Bruto (PIB) da Região Metropolitana. A Área Conurbada de Florianópolis estrutura‑se em um tecido urbano que apre‑ senta muitas especificidades: a situação insular da capital e o sítio geram uma ocupação dispersa pela ilha e pelo continente próximo, onde aspectos históricos e sociais reforçam características geográficas, levando a profundas descontinuidades urbanas. Essas des‑ continuidades são muito mais evidentes na porção insular do aglomerado, a qual apresen‑ ta maiores dificuldades à ocupação urbana. Decorre daí a segregação espacial de vários núcleos urbanos, especialmente daqueles situados nos extremos Norte e Sul da ilha. No continente, condições mais favoráveis do sítio levaram a uma maior contiguidade, apesar da persistência de alto grau de descontinuidade viária. Este trabalho analisa as características morfológicas da ACF e as continuidades e descontinuidades estabelecidas pelo seu tecido. Parte‑se do entendimento de que a forma urbana é tanto resultado de estruturas sociais quanto condicionadora de processos de produção e reprodução social. Nesse contexto, adquire fundamental importância o estu‑ do do traçado, o qual constitui uma das partes mais permanentes das estruturas urbanas. Resultado de condicionantes geográficas e processos históricos, o traçado estabelece a es‑ trutura pública da cidade e condiciona, em grande medida, o modo pelo qual edificações e infraestruturas se inter‑relacionam no tecido urbano. Estabelecendo barreiras e perme‑ abilidades aos fluxos urbanos e criando localizações diferenciadas, também condiciona a localização de usos, atividades e estratos sociais. Estudar seu processo de formação, bem como suas implicações no contexto urbano, constitui condição fundamental para o reconhecimento das potencialidades e limitações de nossas cidades contemporâneas. O objetivo do trabalho é, portanto, analisar as características gerais do tecido da Área Conurbada de Florianópolis, tanto em escala global quanto em escalas mais locais, relacionando‑as ao sítio e seu processo histórico de construção. Também busca tecer con‑ siderações acerca de suas implicações para aspectos relevantes para a cidade no presente:

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

129-152

|

Janei ro-Junho 201 6


|

132

D E S C O N T I N U I D A D E S URBA NA S À BE IRA ‑ M A R

|

R.T. Saboya et al .

padrões de densidade populacional e de deslocamento e a localização das diferentes ca‑ madas de renda pelo território, analisadas segundo medidas configuracionais. Para isso, foi utilizada como base teórica e conceitual a Teoria da Sintaxe Espacial (TSE), discutida brevemente mais adiante. O trabalho é composto por duas partes. A primeira faz uma leitura geral da ACF, destacando aspectos do sítio, processos históricos de consolidação e ocupação do ter‑ ritório, condicionantes socioeconômicas e características gerais do tecido urbano con‑ solidado. A segunda aprofunda a leitura do tecido urbano, analisando continuidades e diferenciações espaciais no contexto da cidade na escala do todo e em escalas locais. As considerações finais discutem as implicações do tecido urbano analisado para a ACF, apontando, também, possibilidades e limitações do método de estudo.

ÁREA CONURBADA DE FLORIANÓPOLIS: CARACTERIZAÇÃO, SÍTIO E PROCESSO DE CONSOLIDAÇÃO DO TECIDO URBANO O SÍTIO O litoral catarinense, no trecho que vai da Baía de Babitonga, em São Francisco do Sul, ao Cabo de Santa Marta, em Laguna, apresenta uma costa extremamente recortada, com inú‑ meras saliências e reentrâncias, principalmente ao Sul da foz do rio Itajaí‑Açú. Esses recortes litorâneos devem‑se, em grande parte, ao contato entre maciços rochosos, que compõem o embasamento cristalino (serras do leste catarinense), e as áreas de sedimentação (planícies litorâneas), as quais evidenciam a predominância de ações e processos marinhos e eólicos. A área territorial da Região Metropolitana de Florianópolis (Figura 1) apresenta características geomorfológicas recorrentes na área litorânea catarinense, caracterizada pelo contraste súbito dos níveis altimétricos entre as costas e o planalto. A costa das baías configura‑se a partir de pequenas enseadas e praias de águas tranquilas, costões rochosos e manguezais junto à foz dos rios que aí desaguam. Inserida nesse contexto paisagístico, a Área Conurbada de Florianópolis espa‑ lha‑se no continente por sobre áreas com diferentes configurações geomorfológicas, in‑ corporando planícies litorâneas de formação sedimentar, alguns morros escarpados, que podem atingir os 500 m de altitude, e morros mamelonados, com altitudes médias de 100 a 200 m. Essa configuração garante, também na área continental, extensão territorial relativamente plana, propiciando áreas urbanas com certo grau de contiguidade espacial. A contiguidade do tecido urbano continental é quebrada por algumas elevações de al‑ tura mediana e, principalmente, pelos cursos d’água que correm em direção às duas baías. Os vales definidos por esses rios possibilitam a interiorização da urbanização, a qual avança em direção às cidades de Santo Amaro da Imperatriz, São Pedro de Alcântara e Antônio Carlos. A Ilha de Santa Catarina apresenta um relevo bem mais acidentado que a porção continental da região metropolitana. Afastada da linha da costa por uma distância de até

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

1 2 9 -1 5 2

|

Jan eir o-Junho 2016


DESCO N TIN U ID AD ES U RB AN AS À B EIRA‑MAR

|

R .T. Saboya et al .

|133

FIGURA 1 — Área Conurbada de Florianópolis: sítio natural. Fonte: Elaboração própria sobre imagem de satélite do Google Earth (2015).

5 km, com 424,4 km2, a ilha desenvolve‑se paralelamente ao litoral por cerca de 55 km na direção Norte‑Sul. Caracteriza‑se por um maciço cristalino central dividido em duas porções pela planície do Campeche. Ao Sul, temos as maiores altitudes, que atingem seu ponto máximo no Morro do Ribeirão. Os divisores de água dessas elevações separam as diferentes planícies costeiras e bacias fluviais de pequeno porte. Os ambientes naturais da área que comporta a ACF vêm sendo sistematicamente modificados pelo homem, seja em consequência das práticas agrícolas e da exploração de lenha e madeira, atividades iniciadas com a colonização, seja com a urbanização do presen‑ te. Apesar da intensidade dos processos de crescimento contemporâneos, elevações, massas d’água e outras barreiras naturais constituem, ainda hoje, fortes barreiras ao processo de ocupação urbana, caracterizando a morfologia da aglomeração de modo marcante. O PROCESSO HISTÓRICO DE CONSOLIDAÇÃO E OCUPAÇÃO DO TERRITÓRIO A atual configuração do tecido urbano da ACF foi influenciada não apenas pelas condi‑ ções naturais, mas também, com intensidade semelhante, pelo seu processo histórico de consolidação. O povoado de Nossa Senhora do Desterro foi fundado em meados do século XVII pelo vicentista Francisco Dias Velho. Como já ressaltado por Vaz (1991), de todos os atos de Dias Velho, sem dúvida o que lançou raízes mais profundas foi a escolha do sítio da póvoa no local que ainda hoje constitui o centro da cidade de Florianópolis. Nos primeiros anos após a fundação, a Vila do Desterro teve desenvolvimento bastante lento. A ocupação da Ilha, até o século XVIII, restringiu‑se praticamente às imediações

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

129-152

|

Janei ro-Junho 201 6


|

134

D E S C O N T I N U I D A D E S URBA NA S À BE IRA ‑ M A R

|

R.T. Saboya et al .

do povoado inicialmente fundado por Dias Velho e outras ocupações pontuais dispersas pelo interior da Ilha e costas continentais adjacentes. Dentre as medidas de tomada efetiva da posse da Ilha, destaca‑se o povoamento açoriano, iniciado em 1748. Entre esse ano e o de 1756, desembarcaram cerca de seis mil imigrantes, os quais ocuparam a Ilha e o continente próximo, estendendo‑se, posterior‑ mente, por praticamente todo o litoral catarinense até o Rio Grande do Sul. A imigração açoriana engendrou consequências tão intensas que mesmo hoje, após várias gerações, imprime marcas profundas na paisagem, na cultura do habitante e na economia, não só na Ilha de Santa Catarina, mas em todo o litoral catarinense. É consequência dessa imi‑ gração a ocupação intensiva do território para a agricultura, engendrando uma estrutura territorial que persistiu, em parte, até a atualidade, só sendo radicalmente modificada com o desenvolvimento da ocupação urbano‑turística do presente. Até meados do século XX, houve uma clara dicotomia social, econômica e espacial entre os núcleos de colonização açoriana e o centro urbano da capital (Figura 2). Uma efetiva integração rodoviária da cidade à rede urbana nacional só aconteceu a partir da década de 1970 com a construção da BR‑101 e posterior construção da BR‑282. Essa integração foi associada a uma grande ampliação das classes médias urbanas, que levou ao desenvolvimento do turismo na Ilha de Santa Catarina. As feições particulares adquiridas pela urbanização na Área Conurbada de Floria‑ nópolis dizem respeito às peculiares características do sítio, mas também às preexistências herdadas no processo histórico de ocupação de seu território e às motivações do processo, seja o desenvolvimento turístico, seja a absorção dos novos fluxos migratórios e crescimento

FIGURA 2 — Estrutura colonial da Ilha de Santa Catarina e continente próximo. As baías Norte e Sul estruturam os principais fluxos da aglomeração. Fonte: Elaboração própria sobre imagem de satélite do Google Earth (2015).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

1 2 9 -1 5 2

|

Jan eir o-Junho 2016


DESCO N TIN U ID AD ES U RB AN AS À B EIRA‑MAR

|

R .T. Saboya et al .

|135

e o desenvolvimento das atividades industriais na porção continental do aglomerado. Nesse contexto, há que se destacar especialmente as adaptações ambientais decorrentes da ocu‑ pação colonial advinda da imigração açoriana do século XVIII: as formas estabelecidas com o uso rural do território permanecem na ocupação do presente tanto na ilha quanto nas áreas continentais, seja na descontinuidade do tecido urbano ou na organização local dos novos assentamentos, a qual reflete o parcelamento agrícola preexistente (REIS, 2012). CARACTERÍSTICAS SOCIOECONÔMICAS Vinte e dois municípios compõem a Região Metropolitana de Florianópolis, maior aglo‑ merado populacional de Santa Catarina, apresentando extraordinários índices de cresci‑ mento: foi a região metropolitana sulina que mais cresceu nas últimas décadas e, junto com Aracaju e João Pessoa, formou o rol das três capitais‑metrópoles litorâneas com maio‑ res índices de crescimento e expansão geopolítica. Nesse contexto, Florianópolis, centro polarizador, assume um papel ainda mais importante se considerarmos sua conurbação com os municípios vizinhos (São José, Palhoça e Biguaçu) (Tabela 1). Esse quadro decorre de um intenso processo de expansão: o crescimento da popula‑ ção da Área Conurbada de Florianópolis foi de 3,5 vezes, entre 1970 e 2010, uma velocidade muito superior àquela do Estado de Santa Catarina, que dobrou sua população no mesmo período. Essa situação reflete intenso dinamismo migratório decorrente da vinda de contin‑ gentes oriundos de outros estados e de outros municípios catarinenses. A cidade tem sido, também, o novo endereço de muitas famílias de classe média de outros estados do Sul e do Sudeste do País, a exemplo de outras cidades de porte médio brasileiro, cujas propaladas características de qualidade de vida funcionam como atrativo a essa camada social.

TABELA 1 – População e Taxas de Crescimento Geométrico Anual.

Município

População absoluta (habitantes)

Crescimento anual (%)

1970

1980

1991

2000

2010

138.337

187.880

255.390

342.315

São José

425.35

87.822

139.493

Palhoça

206.52

38.023

Biguaçu

153.37

Total da ACF Total da RMF

Florianópolis

Total de SC

70➝80

80➝91

91➝00

00➝10

421.240

3,11

2,83

3,31

2,10

173.559

209.804

7,52

4,30

2,46

1,91

68.430

102.742

137.334

6,29

5,49

4,62

2,94

21.441

34.063

48.077

58.206

3,41

4,30

3,90

1,93

216.861

335.166

497.376

666.693

826.584

4,45

3,65

3,31

2,17

335.492

454.519

629.183

816.315

1.012.233

3,08

3,00

2,94

2,17

2.930.411

3.687.652

4.538.248

5.349.580

6.248.436

2,33

1,90

1,84

1,57

Fonte: Elaboração própria sobre dados do Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (2016). Notas: ACF: Área Conurbada de Florianópolis; RMF: Região Metropolitana de Florianópolis; SC: Estado de Santa Catarina.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

129-152

|

Janei ro-Junho 201 6


|

136

D E S C O N T I N U I D A D E S URBA NA S À BE IRA ‑ M A R

|

R.T. Saboya et al .

Na “cidade continental”, o tecido urbano se desenvolve de forma relativamente contínua, ocupando a porção de território que separa as duas baías. Estruturando‑se em torno da BR‑101, estende‑se, ao Norte, em direção a Biguaçu e, ao Sul, em direção a São José e Palhoça. A distribuição dos moradores na ACF é presidida pelas condições que regem o mercado imobiliário. Na Ilha, a maioria das localizações é prerrogativa dos estratos de maior poder aquisitivo. A escalada dos preços dos terrenos, alavancada pela ação do poder público, privilegia áreas nobres com a oferta de infraestrutura e serviços urbanos — aos grupos mais carentes restam os ambientes de risco configurados por áreas montanhosas e planícies alagáveis. A maior parte do contingente habitacional de baixa renda habita as áreas continentais (Figura 7 adiante), o que ajuda a explicar o extraordinário crescimento dos municípios de São José, Biguaçu e Palhoça a partir dos anos 1970. A Área Conurbada de Florianópolis sempre teve sua renda atrelada ao setor de ser‑ viços, decorrência de sua função político‑administrativa, das funções de caráter bancário e financeiro e, cada vez mais, do turismo e do desenvolvimento imobiliário. Essas duas atividades, em especial, têm sido responsáveis por uma significativa parcela da partici‑ pação do setor terciário na economia. O segmento turístico, responsável por boa parte das receitas do setor de serviços, tem provocado intensos impactos na estrutura urbana da aglomeração, em especial em sua porção insular, levando a um intenso crescimento imobiliário e à geração de novos fluxos intraurbanos (BUENO, 2006). Fica evidente o processo de especulação imobiliária que a cidade vem assistindo, incentivado pelos planos de ordenamento territorial ou pela falta destes para a região costeira do município. Os terrenos próximos à costa nas planícies eram considerados de exploração rural até a metade da década de 1980, quando o processo de compra e venda de terras já havia adquirido uma dinâmica própria e acelerada. Nos casos de assenta‑ mentos planejados, a quadrícula ortogonal, com lotes de tamanho de urbanizações con‑ vencionais, permitiu maior rentabilidade e foi apropriada por estratos médios da popula‑ ção; aqueles assentamentos os quais incorporaram características de cidade jardim, por apresentarem espaços públicos e lotes em maiores dimensões, foram apropriados pelos estratos de maior renda; já os com características mais espontâneas, traçado irregular e falta de infraestrutura foram apropriados pelos estratos de menor renda.

CARACTERIZAÇÃO DA ESTRUTURA CONFIGURACIONAL DA ÁREA CONURBADA DE FLORIANÓPOLIS Para realizar a análise do tecido da Área Conurbada de Florianópolis, foi utilizada como base teórica e conceitual a Teoria da Sintaxe Espacial. Criada no final da década de 1970 por Bill Hillier e colaboradores da University College London, essa teoria tem como prin‑ cipal característica o foco nas relações que cada elemento estabelece com todos os outros do sistema — daí a denominação “configuracional”. Sobre isso, Hillier (2007, p.112)

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

1 2 9 -1 5 2

|

Jan eir o-Junho 2016


DESCO N TIN U ID AD ES U RB AN AS À B EIRA‑MAR

|

R .T. Saboya et al .

|137

afirma: “Lugares não são coisas locais. Eles são momentos em coisas de grande escala, artefatos de grande escala que chamamos de cidades. Lugares não fazem cidades. São as cidades que fazem os lugares”. Segundo essa lógica, cada espaço de uma cidade é o que é, em grande parte, pelo papel que desempenha no contexto mais amplo, pelas relações que estabelece com seus vizinhos imediatos e distantes, pela posição central ou periférica que ocupa, por estar mais ou menos na passagem entre outros lugares. Além disso, a Teoria da Sintaxe Espacial enfatiza também a capacidade da forma, tanto urbana quanto arquitetônica, de produzir efeitos sobre os comportamentos sociais que nela acontecem. O espaço, ao constituir sistemas de relações através de barreiras e permeabilidades, dificulta ou facilita certos deslocamentos, cria áreas mais acessíveis e áreas menos acessíveis, torna mais prováveis ou improváveis alguns encontros, indica algumas possibilidades de comportamentos e apropriações e esconde outras. Para além de ser apenas o produto do contexto sociocultural, econômico e ambiental, o espaço tam‑ bém reflete um pouco de sua própria lógica de volta sobre essas esferas. Não é, portanto, um componente inerte das dinâmicas sociais. Um fenômeno como a segregação, por exemplo, não se limita a ser um produto de desigualdades socioeconômicas. Sua dimen‑ são espacial não apenas reflete desigualdades que estão na estrutura da sociedade, mas contribui ativamente para produzi‑las e reproduzi‑las. Por causa dela, camadas de baixa renda acabam localizando‑se em áreas as quais lhes impõem maiores distâncias e custos de deslocamento em suas jornadas diárias, ao mesmo tempo em que dificultam o acesso a equipamentos públicos de saúde, lazer e educação e diminuem sua capacidade de criar redes de contatos mais diversas e menos localizadas1. Para poder operacionalizar essa abordagem relacional que caracteriza a Sintaxe Espacial, houve a necessidade de introduzir um novo tipo de unidade espacial capaz de descrever o sistema de espaços abertos e públicos. Essa unidade são as linhas axiais, de‑ finidas como as maiores linhas retas capazes de cobrir todo o sistema de espaços abertos de um determinado recorte urbano (HILLIER & HANSON, 1984). Elas representam linhas de movimento e visibilidade, reduzindo, para fins analíticos, a complexidade da forma urbana e capturando aspectos como continuidade e linearidade do traçado. Mais recentemente (TURNER, 2007), a Teoria da Sintaxe Espacial tem evoluído na direção da utilização dos segmentos das linhas axiais (HILLIER, 2009), entendidos como seg‑ mentos de reta. Com isso, as análises ganham em resolução e capacidade de distinção entre partes diferentes de uma mesma linha axial. Por isso, essa foi a unidade espacial adotada neste trabalho. Outro componente importante da Teoria da Sintaxe Espacial é a noção de distância entre elementos espaciais, utilizada para calcular as medidas relacionais de Integração e Escolha, as quais serão descritas a seguir. As análises sintáticas tradicionais utilizavam o que se convencionou chamar de distância topológica ao invés da distância métrica usu‑ almente adotada em outros estudos urbanos. Todas as linhas diretamente conectadas a

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

129-152

|

Janei ro-Junho 201 6


|

138

D E S C O N T I N U I D A D E S URBA NA S À BE IRA ‑ M A R

|

R.T. Saboya et al .

uma determinada linha axial são consideradas como estando a um passo topológico dela. As linhas conectadas às primeiras, mas não diretamente conectadas à segunda, estão a dois passos topológicos e assim por diante. Mais recentemente, com a introdução da análise por segmentos, a noção de pro‑ ximidade ou distância evoluiu para a distância angular, segundo a qual um espaço é con‑ siderado tão mais distante de outro quanto maior for a mudança total de direção, em graus, necessária para ir do primeiro ao último. A Figura 3A ilustra essa lógica: a distância determinada pelo ângulo

1

é menor que a distância indicada por

ção” entre um segmento e outro em

1

2,

visto que a “transi‑

é mais suave e, presumivelmente, menos custosa

do ponto de vista cognitivo. Ângulos pequenos sugerem continuidade do percurso, que acaba sendo percebido como um só. Além disso, a possibilidade de vislumbrar o que vem à frente, mesmo parcialmente, aumenta a probabilidade de continuar por esse percurso ao invés de optar por outro que imponha mudanças mais bruscas de direção e exija, portanto, que o pedestre chegue até a esquina para só então conseguir visualizar sua continuação. Como consequência, na distância angular adotada pela TSE o caminho 1‑2 indicado na Figura 3B é considerado menor do que o caminho 3‑4, apesar de possuírem distâncias métricas equivalentes. Com base no conceito de distância angular, são utilizadas duas medidas configu‑ racionais as quais captam diferentes propriedades relacionais dos espaços urbanos. A primeira delas, a Integração, é uma medida de proximidade (closeness) e representa o quanto um espaço está, na média, próximo de todos os outros espaços. A Integração de um segmento de rua permite várias interpretações sobre seu papel na estrutura geral da cidade: indica a probabilidade de ser selecionado como origem ou destino de deslocamen‑ tos realizados no sistema (HILLIER, 2009); pode ser entendida como uma representação do esforço cognitivo necessário para acessar esse segmento a partir de outros segmentos (KARIMI, 2012), uma vez que quanto maior o número de mudanças de direção maior tende a ser esse esforço; pode também dar pistas sobre como acontece a interface entre

FIGURA 3 — A) Diferentes ângulos indicam diferentes distâncias; B) apesar de distâncias métricas equivalentes, o caminho 1‑2 possui menor distância angular que o caminho 3‑4. Fonte: Elaboração própria (2015).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

1 2 9 -1 5 2

|

Jan eir o-Junho 2016


DESCO N TIN U ID AD ES U RB AN AS À B EIRA‑MAR

|

R .T. Saboya et al .

|139

moradores e estranhos — segundo Holanda (2002), maiores níveis de Integração tendem a estar relacionados a maior domínio dos estranhos, enquanto menores níveis tendem a relacionar‑se com maior domínio dos moradores. Diversos estudos sintáticos (HILLIER et al., 1993; PENN et al., 1998; Hillier & Iida, 2005, entre outros) encontraram forte correlação entre Integração e movimento de pedestres e veículos, sugerindo que espaços mais integrados tendem a possuir maior movimento e maior copresença, condições im‑ portantes para a vitalidade e a urbanidade. A outra maneira de capturar a distribuição de movimento proporcionada pela con‑ figuração do sistema viário é a Escolha (HILLIER et al., 1987). Essa abordagem prioriza não a distância entre um espaço e todos os outros espaços do sistema, como faz a Inte‑ gração, mas o quanto esse espaço é usado como passagem nos deslocamentos realizados entre outros pares de espaços. É, portanto, uma medida de intermediação (betweenness). Assim, os segmentos que fazem parte da maior quantidade de caminhos mínimos pos‑ suem maior Escolha. Esta tem se revelado importante não apenas para identificar ruas com maiores quantidades de movimento, mas também para revelar a estrutura primária das cidades, constituída pelas vias principais que tendem a concentrar comércios e servi‑ ços. Ao contrário da Integração, que acaba sofrendo um efeito de borda e concentrando seus valores mais altos na porção central do sistema, a Escolha tende a captar uma estru‑ tura de vias primárias mais espalhadas pelo sistema, revelando sua estrutura geral. Tanto para a Integração quanto para a Escolha é possível calcular versões de raio restrito nas quais são considerados apenas aqueles espaços localizados dentro de um de‑ terminado limite. Isso permite análises que levem em consideração o papel de um espaço em um contexto mais localizado, revelando, por exemplo, áreas com vocação para agregar comércios e serviços mais locais, característicos de centralidades de bairro. Também per‑ mite analisar relações entre bairros para avaliar até que ponto eles estão conectados entre si ou segregados espacialmente. Neste trabalho, adotamos o raio de 800m, que equivale a, aproximadamente, uma caminhada de 10 a 20 minutos, para realizar as análises locais. Por trás das medidas sintáticas, há o conceito de Movimento Natural, que é um dos componentes mais importantes da Teoria da Sintaxe Espacial. Ele se refere à proporção do movimento total de um espaço determinado apenas pela relação que estabelece com o resto do sistema (HILLIER et al., 1993). Algumas vias possuem posição mais central, estão mais conectadas e constituem ligações importantes e mais diretas entre grandes porções do sis‑ tema e, como consequência, tendem a concentrar fluxos. Outras são mais desconectadas, periféricas e não estabelecem ligações importantes e, por isso, tendem a possuir quantidades menores de fluxos. Por sua natureza mais estável ao longo do tempo, aliada à capacidade de estabelecer níveis diferentes de movimento natural, o sistema viário e sua configuração aca‑ bam sendo o principal (mas não o único) determinante de outros aspectos importantes do sis‑ tema urbano, com especial destaque para os usos do solo. É com esse referencial teórico que este trabalho examina os aspectos globais e locais da configuração da malha urbana da ACF.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

129-152

|

Janei ro-Junho 201 6


|

140

D E S C O N T I N U I D A D E S URBA NA S À BE IRA ‑ M A R

|

R.T. Saboya et al .

FIGURA 4 — Integração Global para a Área Conurbada de Florianópolis. Fonte: Elaboração própria sobre cadastros municipais2 (2015).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

1 2 9 -1 5 2

|

Jan eir o-Junho 2016


DESCO N TIN U ID AD ES U RB AN AS À B EIRA‑MAR

|

R .T. Saboya et al .

|141

INTEGRAÇÃO GLOBAL: A ESTRUTURAÇÃO DO TODO Em termos gerais, o tecido urbano da ACF apresenta baixa integração, com especial des‑ taque para a porção insular do Município de Florianópolis. Quando comparada a outras cidades brasileiras, essa situação evidencia um dos tecidos urbanos mais descontínuos no contexto das médias de grandes cidades brasileiras3. A Figura 4 mostra que as áreas com maior integração, representadas em tons de vermelho, concentram‑se no continente, na porção mais próxima da Ilha, abrangendo parte do Município de São José e da porção conti‑ nental de Florianópolis. As áreas com baixa integração (representadas em tons de azul) estão nos extremos da mancha urbana, em especial no Norte, Sul e Leste da Ilha. Ressaltando os espaços mais integrados do sistema (núcleo integrador, em ver‑ melho) e os mais segregados (em azul), a Figura 4 permite outras análises importantes. O Núcleo Integrador está estabelecido por sobre as penínsulas continental e insular que aproximam a Ilha de Santa Catarina do Continente, onde estão situadas as pontes que interconectam o todo do tecido urbano. Concentrando as áreas mais densas desse tecido, bem como a maior diversidade de usos e atividades urbanas, constitui‑se efetivamente no núcleo funcional da conurbação. Diferenciações notáveis estabelecem o caráter de cada uma dessas porções. Concen‑ trando o centro histórico, funcional e simbólico da cidade, a porção insular do Núcleo Inte‑ grador constitui, ainda hoje, a principal centralidade e o mais importante ponto de destino dos fluxos intraurbanos. Articulando a conurbação com o restante da rede urbana catarinense, a porção continental apresenta diferentes padrões de uso e ocupação do solo, consolidando cen‑ tralidades em rápido processo de transformação, principalmente junto ao entroncamento en‑ tre as rodovias BR‑101 e 282, através da contínua acumulação de fluxos e atividades urbanos. Cabe notar, ainda, a baixa penetração do núcleo integrador na Ilha de Santa Cata‑ rina, ficando praticamente limitado ao seu extremo oeste. Se, como afirma Hillier (2009), o surgimento de centralidades está condicionado à existência de forte integração global e local, essa abrangência do Núcleo Integrador é um forte desestímulo ao aparecimento desse tipo de centralidade fora da Região Central. Como veremos mais adiante, há vários núcleos de integração local espalhados pela Ilha, entretanto, sem o auxílio da integração global, mantêm‑se com pequeno porte e pouca especialização funcional, contando ape‑ nas com serviços e comércios vicinais. A localização das áreas mais segregadas evidencia as porções menos integradas ao sistema como um todo. Na medida em que a porção insular apresenta um grau de des‑ continuidade territorial muito mais evidente, aí se concentram, também, a maioria das áreas segregadas, representadas, principalmente, por núcleos turísticos e pelos antigos núcleos coloniais, hoje em rápido processo de transformação a partir da consolidação das atividades turísticas. A segregação espacial que essas análises evidenciam para o tecido da Área Co‑ nurbada de Florianópolis tem explicações tanto na descontinuidade do sítio quanto no

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

129-152

|

Janei ro-Junho 201 6


|

142

D E S C O N T I N U I D A D E S URBA NA S À BE IRA ‑ M A R

|

R.T. Saboya et al .

processo histórico de apropriação do território. Topografia acidentada, massas de água, áreas de manguezais e dunas restringiram as possibilidades de interconexão da malha, em especial na Ilha de Santa Catarina, onde o tecido estrutura‑se linearmente com pouquíssi‑ mos percursos transversais. Um histórico de criação de núcleos praticamente autônomos, acessíveis quase que exclusivamente por mar, revela uma estrutura que só a partir das últimas décadas consolidou alternativas terrestres para os fluxos urbanos, ainda assim condicionadas por imposições rigorosas do sítio. De uma estrutura integrada a partir de fluxos navais passou‑se a uma estrutura viária terrestre com grau extremamente precário de integração e articulação urbanas. A Figura 5 destaca a distribuição de Escolha entre os segmentos, isto é, o quanto cada um deles faz parte dos caminhos mínimos entre outros pares de segmentos. A estru‑ tura é marcadamente diferente das apresentadas anteriormente, com um conjunto mais disperso de vias principais abrangendo praticamente a totalidade da área ocupada. Para aqueles que se deslocam por Florianópolis de automóvel, certamente esta será a imagem mais familiar, na medida em que as linhas destacadas coincidem, em grande medida, com as vias que articulam a Área Conurbada. Traçadas recentemente ou resultado de melhorias realizadas nos antigos caminhos coloniais, articulam as diferentes localidades ao centro da cidade, estruturando canais viários os quais vencem as dificuldades impostas pelo sítio físico ao desenvolvimento contínuo do tecido urbano. Mais uma vez, fica clara a diferença entre as porções insular e continental. Nesta última, as porções em azul são delimitadas por vias principais relativamente próximas. Isso quer dizer que a partir de qualquer área da cidade é possível acessar uma via impor‑ tante dentro de uma distância não muito grande. Também diz que isso é possível em mais de uma direção, oferecendo mais alternativas de deslocamento do que na Ilha. Nesta, a distribuição dos níveis de Escolha mostra que muitos locais são estruturados apenas por uma via principal de passagem, restringindo as alternativas de caminhos. Portanto, enquanto no Continente a estrutura geral das principais vias de passagem acontece em anéis dentro dos quais se situam as áreas mais tranquilas, na Ilha, a estrutura acontece de forma semelhante a uma árvore, com as áreas mais calmas situadas junto aos seus ramos e com poucos anéis permitindo caminhos alternativos. O cruzamento do mapa de integração global (Figura 4) com a espacialização das den‑ sidades habitacionais no contexto da conurbação (Figura 6) demonstra uma forte correlação entre nível de Integração e padrões de adensamento da estrutura urbana. O núcleo integra‑ dor do sistema constitui efetivamente a parte mais adensada, revelando a porção urbana de maior complexidade funcional da conurbação. Como exceção a essa regra, comparecem, no mapa de densidades, núcleos turísticos situados no Norte da Ilha de Santa Catarina (caso de Ingleses e Canasvieiras), que têm se adensado fortemente nas últimas décadas. O mapa de distribuição da renda no contexto da conurbação (Figura 7) mostra corre‑ lação moderada a baixa com os padrões de integração espacial. Os estratos de maior poder

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

1 2 9 -1 5 2

|

Jan eir o-Junho 2016


DESCO N TIN U ID AD ES U RB AN AS À B EIRA‑MAR

|143

|

R .T. Saboya et al .

|

Janei ro-Junho 201 6

FIGURA 5 — Escolha Global (Rn) da Área Conurbada de Florianópolis. Fonte: Elaboração própria sobre cadastros municipais3 (2015).

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

129-152


|

144

D E S C O N T I N U I D A D E S URBA NA S À BE IRA ‑ M A R

|

R.T. Saboya et al .

aquisitivo distribuem‑se, principalmente, na porção in‑ sular da conurbação, concentrando‑se na região central da cidade e irradiando‑se a partir daí em direção ao Leste e ao Norte da Ilha. Essa distribuição espacial, que revela forte processo de autossegregação das camadas de maior poder aquisitivo, pode ser explicada pela busca de ame‑ nidades ambientais, representadas pelos diversos bal‑ neários aí situados e reforçadas por facilidades urbanas decorrentes dos investimentos maciços do Estado em infraestrutura e equipamentos públicos (SUGAI, 2015). Podemos perceber nitidamente, na Figura 7, dois “corredores” de segregação das classes de mais alta renda em tons de azul (mais de cinco salários mínimos per capi‑ ta), um na direção leste e outro na direção Norte. Esses corredores também são captados pelo mapa do núcleo de Escolha Global (Figura 5), ainda que aquele situado a leste tenha menor intensidade. Isso significa, em primei‑ ro lugar, que a segregação por “regiões da cidade”, como conceituada por Villaça (2011), pode ser observada tam‑ bém na ACF. Essa configuração por corredores desobriga as classes mais ricas situadas nesses locais de passarem FIGURA 6 — Densidade demográfica habitacional da Área Conurbada de Florianópolis. Fonte: Elaboração própria sobre dados do Censo 2010 (INSTITUTO BRASILEIRO DE GEOGRAFIA E ESTATÍSTICA, 2015).

pelas áreas de menor renda em seus deslocamentos para o centro da área conurbada. Em outras palavras, na ACF não acontece apenas a segregação “estática” em termos da distribuição dos locais de residência, mas uma segre‑

gação “dinâmica” (NETTO, 2014), no sentido de que nem mesmo nos deslocamentos há al‑ guma possibilidade de mistura e contato com lugares e pessoas de diferentes classes sociais. Há, por assim dizer, uma invisibilização do outro nos principais corredores de deslocamento entre as áreas mais ricas da cidade e o centro do sistema urbano. Por outro lado, grande parte dos estratos sociais de renda mais baixa (até dois salários mínimos per capita) localizam‑se na porção continental, onde o ritmo do crescimento e das transformações urbanísticas e ambientais é intenso. Essas localizações também coincidem com áreas segregadas configuracionalmente, conforme pôde ser observado anteriormente na Figura 5. No entanto, essa região da ACF situa‑se na direção do vetor de crescimento do Núcleo Integrador (representado pelo conjunto das linhas mais integradas), o que, por sua vez, vem trazendo diversificação e aumento das atividades urbanas, como pode ser visto, por exemplo, no entorno do cruzamento das BR‑101 e 282, eixos estruturantes dessa área. Por fim, cabe destacar que há diversos assentamentos de baixa renda localizados nas áreas mais centrais, em sua maioria situados nas encostas dos morros e representados por

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

1 2 9 -1 5 2

|

Jan eir o-Junho 2016


DESCO N TIN U ID AD ES U RB AN AS À B EIRA‑MAR

|

R .T. Saboya et al .

|145

enclaves urbanos em forma de favelas. Apesar de estar em áreas sintaticamente integradas, se analisadas no contexto global quando relacionadas com suas áreas adjacentes, elas são bastante segregadas. Em suma, portanto, a lógica configuracional da segregação socioeconômica na ACF pode ser resumida nos seguintes padrões locacionais: ‑ As áreas mais integradas são quase que em sua totalidade ocupadas pelas classes de renda alta e pelos equipamentos de comércio e serviços os quais podem pagar pelo alto preço da terra, derivado da sua fácil acessibilidade ao sistema como um todo; ‑ As áreas mais segregadas comportam tanto a população de baixa renda quanto a de alta, entretanto, a primeira está espalhada por todo o sistema, ocupando áreas com pouca acessibilidade, e a segunda “selecionou” áreas específicas, configuradas em corredores. A ESTRUTURAÇÃO DAS LOCALIDADES A distribuição da Integração Local (800 m) mostra a integração dos espaços considerando apenas o entorno mais imediato das linhas analisadas. Dessa forma, consegue captar estru‑ turas mais locais, na escala de vizinhança. Além de expli‑ citar a configuração local dos centros principais, revela os centros secundários, dispersos na estrutura espacial da conurbação; espaços que estruturam localidades e tendem a fomentar o surgimento de comércio e fluxos de pedestres. Seguindo essa lógica, a Figura 8 mostra uma distribuição mais dispersa de valores quando comparada à Integração Global, ressaltando áreas com alta integra‑ ção local que, na Ilha, coincidem com o centro histórico e com centros de bairros e balneários situados na orla norte e, no continente, coincidem diretamente com o Núcleo Integrador Global ou conectam‑se com as linhas mais integradas do sistema como um todo. No continente, as centralidades locais estão for‑ temente conectadas à estrutura do todo; na Ilha, com exceção do centro histórico, os subcentros possuem forte grau de desconexão com a estrutura que articula o todo. A conexão à estrutura geral, nesses casos, acon‑ tece tão somente por intermédio das vias com maiores valores de Escolha, formando uma espécie de estrutura em árvore na qual as principais vias de passagem es‑ truturam o todo e proveem acesso a um conjunto de tramas mais interiorizadas, com integração local e que, entretanto, não possuem conexão entre si. Da mesma

FIGURA 7 — Renda média por pessoa com mais de 10 anos de idade. Fonte: Elaboração própria sobre dados do Censo 2010 (INSTITUTO BRASILEIRO DE GEOGRAFIA E ESTATÍSTICA, 2016).

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

129-152

|

Janei ro-Junho 201 6


|

146

D E S C O N T I N U I D A D E S URBA NA S À BE IRA ‑ M A R

|

R.T. Saboya et al .

FIGURA 8 — Integração Local (800m) da Área Conurbada de Florianópolis. Fonte: Elaboração própria sobre cadastros municipais3 (2015).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

1 2 9 -1 5 2

|

Jan eir o-Junho 2016


DESCO N TIN U ID AD ES U RB AN AS À B EIRA‑MAR

|

R .T. Saboya et al .

|147

forma, as vias mais importantes dessas centralidades locais não são vias importantes da integração global, reforçando a segregação local. Penn et al. (1998) e Hillier (2009) argumentam que uma conjunção de integração global e local é necessária para que existam condições de uma determinada área urbana consolidar forte estrutura comercial caracterizada por uma apropriação cotidiana intensa e diversificada, garantindo a atração de grande número de consumidores. Caso haja ape‑ nas integração local, haverá somente equipamentos comerciais de pequeno porte, desti‑ nados ao consumo do dia a dia. Caso haja apenas integração global, a via tende a tornar‑se apenas lugar de passagem, uma vez que os deslocamentos locais não são incentivados, concentrando tão somente equipamentos comerciais com alto nível de especialização e dependência do transporte individual, cuja aglomeração possibilitará a economia de escala necessária à sua sobrevivência. Como explicitamos acima, na porção central da ACF é possível perceber que uma grande parte do centro histórico de Florianópolis, localizado na porção insular, assim como o tecido urbano do continente mais próximo à Ilha, possuem valores altos de inte‑ gração local, coincidindo com áreas as quais também possuem altos valores de integração global. Esse atributo explica a enorme vitalidade urbana que essas áreas possuem: o centro histórico permanece como a centralidade principal da conurbação; a área continental mais próxima apresenta intensa dinâmica de transformação, adensando‑se e concentran‑ do cada vez mais atividades caracterizadoras de zonas centrais. Por outro lado, vias com alta integração global e baixa integração local, como é o caso de diversas vias componentes do Núcleo de Escolha que conectam o Centro Histórico de Florianópolis com as diver‑ sas localidades situadas ao Norte e ao Sul da Ilha, são utilizadas como vias de passagem, concentrando tão somente serviços especializados voltados aos altos estratos sociais aí localizados ou frágeis estruturas comerciais destinadas tão somente ao entorno imediato. O caso do centro histórico de Florianópolis é paradigmático do papel dos níveis de integração na consolidação de espaços verdadeiramente urbanos. Integração global e integração local garantem a geração de áreas comerciais diversificadas que atraem pessoas de todos os lugares. Como resultado dessa localização está a alta vitalidade nas ruas, que permanecem cheias durante todos os períodos do dia, com exceção das noites e dos fins de semana, em função da excessiva concentração terciária. Essa sobreposição de integrações em diferentes escalas também explica o surgimento da forte centralidade continental representada pelos bairros Kobrasol e Campinas. Nas últimas décadas, esses locais pas‑ saram a constituir‑se na principal centralidade de São José, sobrepujando o antigo centro histórico que, atualmente, enfrenta notável estagnação. A Ilha de Santa Catarina concentra a maioria dos casos de estruturas locais relativa‑ mente autônomas, caracterizando núcleos integradores locais desarticulados do sistema de integração do todo. O processo de crescimento urbano‑turístico é o responsável maior por essa situação, que consolida centralidades localizadas, fato claramente exposto pelos

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

129-152

|

Janei ro-Junho 201 6


|

148

D E S C O N T I N U I D A D E S URBA NA S À BE IRA ‑ M A R

|

R.T. Saboya et al .

bairros de Jurerê, Canasvieiras e Daniela, com elevados índices de integração local e cla‑ ramente segregados da estrutura que articula o todo. A grelha regular aí presente garante esses índices de integração local, responsáveis diretos pela urbanidade distribuída por suas ruas na alta estação. Novamente, torna‑se importante explicitar o papel fundamental que sítio e proces‑ so histórico de crescimento tiveram na consolidação dos padrões configuracionais hoje presentes na Área Conurbada de Florianópolis: as descontinuidades ambientais geraram descontinuidades urbanas; as estruturas coloniais — localização do centro e dos núcleos dispersos, bem como a estrutura de caminhos — multiplicaram essas descontinuidades. As implicações são claras: em um tecido fragmentado como o da ACF, composto em gran‑ de parte por núcleos dispersos e dependentes de longas conexões lineares, a configuração do tecido impõe dificuldades à emergência de novas centralidades com força suficiente para estruturar o aglomerado e criar locais de empregos e comércio os quais possam suprir as necessidades menos especializadas da população. Por isso, os centros de comércio aca‑ bam aparecendo apenas junto às centralidades coloniais e aos cruzamentos de estradas e vias principais, locais em que seu pleno desenvolvimento é impedido, ou pelo menos dificultado, pela falta de integração local. Uma análise mais próxima dos padrões de tecido urbano que vêm se estabelecendo na Área Conurbada de Florianópolis explicita que o grau de descontinuidade do tecido verificado na estruturação do todo e na formação de localidades se repete aqui. O padrão do traçado em espinha de peixe, caracterizado por uma via principal, normalmente com bastante continuidade, que dá acesso a vias perpendiculares longas e estreitas e que não possuem ligação entre si, constitui regra predominante na Ilha e em muitas porções do tecido continental. O resultado são áreas desconectadas que, mesmo onde o sítio permi‑ tia, não aproveitaram a oportunidade para gerar conexões e caminhos alternativos, bem como tecidos em grelha mais afeitos ao surgimento de centralidades locais amigáveis ao deslocamento de pedestres. Essa estrutura local decorre fortemente do modo de parcelamento rural característi‑ co da colonização das áreas litorâneas catarinenses. Historicamente, as propriedades rurais litorâneas eram caracterizadas por glebas longas e estreitas, com pequenas testadas voltadas às vias principais de cada freguesia. Aos poucos, as propriedades foram desmembradas no sentido perpendicular à via, com a criação de pequenas ruas as quais atendiam apenas a esses novos lotes, destinados essencialmente a membros da mesma família, não se conectando no outro sentido. O resultado foram padrões espaciais do tipo “espinha de peixe”, que contribuem para a segregação em nível local e impõem maiores profundidades também em nível global. A Figura 9 mostra um padrão configuracional recorrente na ACF, onde é possível visualizar a via estruturadora, com continuidade, e as vias secundárias, sem ligação entre si. Fica clara, também, a influência dos fatores naturais, como morros, dunas e corpos hídricos, na configuração do tecido. Esse padrão de parcelamento rural da terra, que de‑

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

1 2 9 -1 5 2

|

Jan eir o-Junho 2016


DESCO N TIN U ID AD ES U RB AN AS À B EIRA‑MAR

|

R .T. Saboya et al .

|149

FIGURA 9 — Rio Tavares/Lagoa da Conceição, Florianópolis. Exemplo de um padrão local em “espinha de peixe”. Fonte: Elaboração própria sobre imagem de satélite do Google Earth (2015).

termina processo bastante específico de urbanização, tem guiado inúmeros crescimentos urbanos e turísticos. As propriedades são colocadas gradativamente no mercado, atenden‑ do a interesses puramente individuais ou de pequenos grupos familiares, sem nenhum plano de conjunto no que diz respeito à integração com o tecido pré‑existente e nem mesmo com a criação de novos tecidos. Esse padrão de estruturação territorial apresenta inúmeras implicações. Impõe maiores distâncias aos pedestres e veículos, uma vez que mesmo equipamentos locali‑ zados dentro de um raio que poderia ser considerado pequeno, em termos de distâncias euclidianas, são na realidade distantes quando consideradas as (im)possibilidades de deslocamento pela malha. Leva a uma menor interação social com ruas vizinhas, pelos mesmos motivos. Cria dificuldades aos traçados das linhas de ônibus, que acabam ficando limitadas às vias principais pela inviabilidade de entrar em todas as vias secun‑ dárias. Essa concentração dos fluxos em uma única via, por sua vez, leva a congestiona‑ mentos e a uma competição por localizações adequadas para o comércio, tornando mais improvável que esses usos se estabeleçam nas ruas secundárias, as quais não possuem fluxo suficiente para mantê‑los. Como destacado, o padrão de estruturação de localidades acima descrito acontece, principalmente, nas áreas insulares. No continente, propriedades agrícolas de maiores dimensões permitiram a realização de loteamentos maiores, muitas vezes estruturados em grelhas mais conectadas. Na Ilha, isso acontece tão somente sobre as antigas “áreas comunais”, as quais propiciaram as grandes extensões não parceladas necessárias aos pro‑ cessos de crescimento mais globalizados e centralizados, gerando, inicialmente, malhas

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

129-152

|

Janei ro-Junho 201 6


|

150

D E S C O N T I N U I D A D E S URBA NA S À BE IRA ‑ M A R

|

R.T. Saboya et al .

contínuas, mas que atualmente estão comprometidas com a expansão do capital imobiliá‑ rio mais do que com o aproveitamento da paisagem de interesse turístico, sendo divididas em loteamentos e condomínios fechados e desconectados entre si.

CONCLUSÃO Florianópolis caracteriza‑se pelo alto grau de descontinuidade de seu tecido urbano. Essa descontinuidade foi estudada, neste trabalho, em diferentes escalas de análise: na es‑ truturação do todo, na consolidação das localidades e na configuração das vizinhanças habitacionais. Como vimos, características do sítio e do processo histórico de crescimento determinaram fortes rupturas no seu traçado que hoje expressam, em tons locais, rupturas do tecido social a partir da cristalização da segregação, característica comum à maioria das cidades brasileiras contemporâneas. A bipolaridade ilha‑continente expressa a primeira dessas descontinuidades. O ambiente configurado pelas baías Norte e Sul, outrora integrador, através do mar, de loca‑ lidades dispersas pela orla, atualmente separa duas partes profundamente diferenciadas de uma mesma cidade: de um lado, o centro, majoritariamente ocupado por estratos de alta renda e as principais áreas turísticas; e de outro, serviços pesados, rendas médias e baixas e maior precariedade de serviços e infraestrutura. Características configuracionais distinguem essas duas metades, ambas marcadas, também, por grandes descontinuidades. Na Ilha, vazios decorrentes de impedimentos do sítio físico são transpostos por rodovias que interligam as diferentes localidades, quase mini‑ cidades, cada vez mais incorporando serviços e habitações permanentes; no continente, as rupturas derivam, essencialmente, do traçado descontínuo, resultado da justaposição prati‑ camente aleatória de loteamentos os quais preencheram vazios sem, no entanto, consolidar uma malha urbana efetivamente interligada, e da ruptura causada pela rodovia BR‑101, que interrompe as conexões do traçado entre os dois lados e afasta bairros outrora interligados. Quando as leituras realizadas no trabalho focaram‑se em escalas ainda mais locais, novas descontinuidades apareceram. A transformação dos lotes agrícolas coloniais em cidade, através de sucessivos reparcelamentos, levou à consolidação de padrões espaciais extremamente peculiares: ruas muito longas, não cortadas por transversais, que impõem dificuldades extremas à circulação e à criação de ambientes genuinamente urbanos nas vizinhanças habitacionais. Todas essas escalas foram amplamente descritas no contexto do trabalho. Os ma‑ pas realizados (integração global, integração local, Escolha) mostraram boa capacidade de explicação de dinâmicas urbanas, e seu cruzamento com as variáveis de renda média por setor censitário permitiu estabelecer correlações claras entre integração espacial e localização de rendas mais altas, em especial no continente e na área central da cidade, bem como a consolidação, cada dia mais evidente, dos setores mais elitizados na direção insular, em especial em seus quadrantes norte e leste. Nesses locais, as amenidades am‑

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

1 2 9 -1 5 2

|

Jan eir o-Junho 2016


DESCO N TIN U ID AD ES U RB AN AS À B EIRA‑MAR

|

R .T. Saboya et al .

|151

bientais e o amplo sistema viário substituíram atributos urbanos derivados da integração espacial na polarização do crescimento de áreas destinadas às faixas de mais alta renda. Como indicativo de continuidade possível para este trabalho, expressamos a necessidade de estudos de caráter semelhante para outras cidades brasileiras, permi‑ tindo comparações e identificando padrões característicos de configuração espacial e segregação socioespacial em cidades brasileiras. Certamente, a peculiar condição litorânea de Florianópolis expressa características de descontinuidade espacial as quais se repetem em outras cidades localizadas em sítios similares. Desvendar as especificida‑ des que a segregação socioespacial adquire, a partir de diferenciações da configuração espacial urbana, pode nos auxiliar sobremaneira a entender esse complexo processo. Compreende, igualmente, etapa imprescindível para a consolidação de processos de planejamento urbano e territorial efetivamente comprometidos com a consolidação de padrões qualificados de urbanidade.

NOTAS 1. Para uma discussão das consequências da segregação nas redes sociais de camadas de baixa renda, veja Marques (2012). 2. A confecção dos mapas axiais de São José e Biguaçu foi feita por Maria Rosa Tesser Lima, que gentilmente os disponibilizou aos autores. Os municípios de Florianópolis e Palhoça foram con‑ feccionados pelo Grupo de Pesquisa Desenho Urbano e Paisagem, Infoarq, Universidade Federal de Santa Catarina. 3. Medeiros (2006), por exemplo, em um estudo que englobou 164 cidades do mundo (44 no Bra‑ sil), identificou Florianópolis como a segunda mais segregada de todas e primeira do Brasil.

REFERÊNCIAS BUENO, A. Patrimônio paisagístico e turismo na ilha de Santa Catarina: a premência da paisagem

no desenvolvimento sustentável da atividade turística. 2006. Tese (Doutorado) — Faculdade de Arquitetura e Urbanismo, Universidade de São Paulo, São Paulo, 2006. HILLIER, B. Space is the machine. London: Space Syntax, 2007. Available from: <http://spaceisthe‑ machine.com/>. Cited: Jun. 9, 2016. HILLIER, B. Spatial sustainability in cities: Organic patterns and sustainable forms. In: Internatio‑ nal Space Syntax Symposium, 7th, 2009, Stockholm. Proceedings... Stockholm: Royal Institute of Technology, 2009, p.K01:1-K01:20. HILLIER, B.; IIDA, S. Network effects and psychological effects: A theory of urban movement. In:

Space Syntax Symposium, 5th, 2005, Delft. Proceedings... Delft: TU Delft, Faculty of Architecture, Section of Urban Renewal and Management, 2005. p.553-564. HILLIER, B.; HANSON, J. The social logic of space. Cambridge: Cambridge University Press, 1984. HILLIER, B. et al. Creating life: Or, does Architecture determine anything? Architecture et Compor‑

tement/Architecture and Behaviour, v.3, n.3, p.233‑250, 1987. HILLIER, B. et al. Natural movement: Or, configuration and attraction in urban pedestrian move‑ ment. Environment and Planning B: Planning and Design, v.20, n.1, p.29‑66, 1993.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

129-152

|

Janei ro-Junho 201 6


|

152

D E S C O N T I N U I D A D E S URBA NA S À BE IRA ‑ M A R

|

R.T. Saboya et al .

HOLANDA, F.R.B. O espaço de exceção. Brasília: UnB, 2002. INSTITUTO BRASILEIRO DE GEOGRAFIA E ESTATÍSTICA. Censo demográfico: resultados do uni‑ verso. Brasília: IBGE, 2016. Disponível em: <http://ibge.gov.br/home/estatistica/populacao/cen‑ so2010/caracteristicas_da_populacao/default_caracteristicas_da_populacao.shtm>. Acesso em: 29. jun. 2016. KARIMI, K. A configurational approach to analytical urban design: “Space syntax” methodology.

URBAN DESIGN International, v.17, n.4, p.297‑318, 2012. MARQUES, E. Social Networks, segregation and poverty in São Paulo. International Journal of Urban and Regional Research, v.36, n.5, p.958‑979, 2012. MEDEIROS, V. Urbis Brasiliae ou sobre cidades do Brasil: inserindo assentamentos urbanos do país em investigações configuracionais comparativas. 2006. Tese (Doutorado) — Faculdade de Arqui‑ tetura e Urbanismo, Universidade de Brasília, Brasília, 2006. NETTO, V.M. Espaço & sociedade: as tramas da prática e seus espaços. Porto Alegre: Sulina, 2014. PENN, A.; HILLIER, B.; BANISTER, D.; XU, J. Configurational modelling of urban movement ne‑

tworks. Environment and Planning B: Planning and Design, v.25, n.1, p.59‑84, 1998. REIS, A.F. Ilha de Santa Catarina: permanências e transformações. Florianópolis: UFSC, 2012. SUGAI, M.I. Segregação silenciosa: investimentos públicos e dinâmica socioespacial na área conurbada

de Florianópolis (1970‑2000). Florianópolis: UFSC, 2015. TURNER, A. From axial to road‑centre lines: A new representation for space syntax and a new model of route choice for transport network analysis. Environment and Planning B: Planning and Design, v.34, n.3, p.539‑555, 2007. VAZ, N.P. O Centro Histórico de Florianópolis: espaço do ritual. Florianópolis: UFSC, 1991. VILLAÇA, F. São Paulo: segregação urbana e desigualdade. Estudos Avançados, v.25, n.71, p.37‑58, 2011. Disponível em: <http://www.revistas.usp.br/eav/article/view/10597/0>. Acesso em: 9 jun. 2016.

RENATO TIBIRIÇÁ DE SABOYA | Universidade Federal de Santa Catarina | Centro Tecnológico | Depar‑ tamento de Arquitetura e Urbanismo | Campus Reitor João David Ferreira Lima, Trindade, Caixa‑Postal 470, 88040‑970, Florianópolis, SC, Brasil | Correspondência para/Correspondence to: R.T. SABOYA | E‑mail: <rtsaboya@gmail.com>.

Recebido em 3/3/2015, reapresentado em 7/10/2015 e aprovado em 9/11/2015.

O c ul u m e n s .

ALMIR FRANCISCO REIS | Universidade Federal de Santa Catarina | Centro Tecnológico | Departa‑ mento de Arquitetura e Urbanismo | Florianópolis, SC, Brasil. AYRTON PORTILHO BUENO | Universidade Federal de Santa Catarina | Centro Tecnológico | Depar‑ tamento de Arquitetura e Urbanismo | Florianópolis, SC, Brasil.

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

1 2 9 -1 5 2

|

Jan eir o-Junho 2016


CIDADE CONTEMPORÂNEA, MEMÓRIA E PRESERVAÇÃO PATRIMONIAL: UMA INTERPRETAÇÃO A PARTIR DAS PREEXISTÊNCIAS CULTURAIS CONTEMPORARY CITY, MEMORY AND HERITAGE PRESERVATION: AN INTERPRETATION FROM THE CULTURAL PREEXISTENCES | CIUDAD CONTEMPORÁNEA, MEMORIA Y PRESERVACIÓN PATRIMONIAL: UNA INTERPRETACIÓN DESDE LAS PREEXISTENCIAS CULTURALES ROBERTA KRAHE EDELWEISS

RESUMO A estrutura urbana se refaz no tempo. Entre permanências e rupturas estão expressos valores de memória resultantes do diálogo entre todos os agentes pre‑ sentes nos processos decisórios urbanos. A relevância dos valores de memória coletiva é essencial para a instrumentalização da preservação patrimonial. O artigo apresenta uma aproximação teórica ao patrimônio cultural edificado, inter‑ preta a cidade a partir dos fatos urbanos, ressalta a importância das dimensões histórica e social como construtores da cidade e reflete acerca das iniciativas contemporâneas em prol da preservação patrimonial. PALAVRAS‑CHAVE: Cidade contemporânea. Memória. Preexistências culturais. Preservação patrimonial.

ABSTRACT The urban structure renews itself over time. Memory values are expressed among con‑ tinuities and ruptures, which result from the dialogue between all the agents present in urban decision‑making processes. The relevance of collective memory values is essential for the maintenance of heritage preservation. The paper presents a theoretical approach of the built cultural heritage, interpreting the city from urban facts, emphasizing the importance of the historical and social dimensions as builders of the city and reflecting on contemporary initiatives for heritage preservation. KEYWORDS: Contemporary city. Memory. Heritage preservation. Cultural preexistence.

RESUMEN La estructura urbana se renueva en el tiempo. Entre continuidades y rupturas se expre‑ san valores de memoria, como resultado de un diálogo entre todos los agentes presentes en la toma de decisiones urbana. La relevancia de los valores de la memoria colectiva es esencial para la instrumentalización de la preservación del patrimonio. El artículo

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

153-162

|

Janei ro-Junho 201 6


|

154

CI D A D E C O N T E M P ORÂ NE A , M E M ÓRIA E P RE S E RVA Ç Ã O PATR IMO N IAL

|

R.K. Edel w ei ss

presenta una aproximación teórica al patrimonio cultural construido, interpretando la ciudad desde los hechos urbanos, resaltando la importancia de las dimensiones histórica y social como constructores de la ciudad y reflejando las iniciativas contemporáneas para la preservación del patrimonio. PALABRAS‑CLAVE: Ciudad contemporánea. Memoria. Preservación patrimonial. Preexistencias culturales.

INTRODUÇÃO Vendo aquelas casas, aquelas igrejas, de surpresa em surpresa, a gente como que se encontra, fica contente, feliz e se lembra das coisas esquecidas, de coisas que nunca soube, mas que estavam lá dentro de nós…. (COSTA, 1995, p.15)

O trecho de Documentação Necessária de Lucio Costa, elaborado primeiramente em 1929 para Manuel Bandeira na ocasião da edição comemorativa do Jornal Mineiro e, logo após, em 1938, publicado por Gylberto Freire em Casa Grande e Senzala, apresenta uma reflexão acerca do exercício de memória e reconhecimento a partir de elementos construídos no espaço urbano. A citação supracitada ilustra a motivação deste artigo no intuito de compreender filosoficamente a relação entre sociedade e patrimônio, partindo do reconhecimento e finalmente culminando no gesto da preservação. A cidade em que habitamos atua como um cenário onde está expressa a marca de sucessivos tempos sobrepostos. O ato de habitar a cidade, em sua complexidade, conforme estabelecido por Heidegger (1994), compreende a transformação de lugar em espaço, atribuindo‑lhe significado. O habitar, portanto, pode ser entendido como um ato sensível de memória, onde o habitante é capaz de estabelecer relações entre os elementos postos em diálogo em diferentes cenários urbanos a partir de fragmentos de memória, seja por relatos presentes na memória coletiva transmitida de geração em geração, seja pelo patrimônio edificado. Este, por sua vez, carrega em si a memória de acontecimentos passados em um determinado contexto e contribui para a construção coletiva da memória do lugar a partir de uma complexa interpretação indissociada entre o tangível e o intangível. O patrimônio cultural, em sua complexidade e constante cons‑ trução do lugar, é passível de significado para as pessoas que nele habitam e tem uma dinâmica temporal que deve ser compreendida. Toda a coletividade necessita de certos lugares arquetípicos, carregados de valores simbólicos; se a cidade não os oferece, os grupos sociais os criam. Todo o conglome‑ rado humano necessita viver num ambiente configurado por limites, portas, pontes, caminhos e vazios. Bem como deseja lugares de relação como praças, mercados e

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

153-162

|

Jan eir o- Junho 2016


C IDA DE C ONT E M PO R ÂN EA, MEMÓ R IA E PRESERVAÇÃO PATR IMO N IAL

|

R.K. Edel w ei ss

|155

centros comerciais. Recintos mistos como salões de baile e discotecas. Sempre vão gerando novos espaços sagrados, símbolos do poder, como os museus e as entidades bancárias (MONTANER, 1997, p.138).

A citação de Montaner (1997) acerca da coletividade e da necessidade de fazer lugar ilustra o dinamismo da cidade entendida como o cenário da vida social. A partir desse entendimento é possível compreender os conceitos das permanências e rupturas e dos fatos urbanos como estruturadores da cidade conforme proposto por Rossi (1995). Conforme a colocação de Benevolo (2012, p.9): A cidade não existiu sempre, mas teve início num dado momento da evolução social, e pode acabar, ou ser radicalmente transformada, num outro momento. Não existe por uma necessidade natural, mas uma necessidade histórica que tem um início e que pode ter um fim.

Os fatos urbanos, entendidos como elementos de valor e significado para uma sociedade, são elementos estruturadores da cidade e pertencem à memória coletiva. Dos fatos urbanos se compreende o fenômeno das permanências e o das rupturas, sejam mo‑ numentos ou fragmentos do tecido urbano. Com base no exposto, é de suma relevância considerar as questões relativas ao patrimônio cultural como responsáveis pela construção da cidade. O presente artigo apre‑ senta uma intepretação dialógica dos fatos urbanos com o objetivo de ressaltar a relevância das dimensões social e histórica. Como ponto de partida metodológico é importante res‑ saltar a compreensão da cidade a partir de um sistema de relações, entendendo‑a através de seu contexto em sua complexidade e atentando à relevância das interações entre par‑ tes, lugares, objetos construídos, culturas e técnicas. Propõe‑se, assim, compreender o tecido urbano como algo que abriga obras edifi‑ cadas pertencentes à memória coletiva e que, isoladas ou não, por sua vez, fazem parte de um conjunto complexo que representa fatos urbanos, constituindo o patrimônio cultural de uma determinada cidade. Dessa maneira, a leitura da cidade deve considerar todos os aspectos postos em diálogo, como, por exemplo, as vozes de memória histórica, políticas públicas, interesses privados ou as do ativismo urbano. Segundo Gregotti (1975, p.68), “a paisagem não tem somente a dimensão geográ‑ fica, mas também as dimensões histórica e social”. A interpretação da paisagem urbana a partir de todas as suas dimensões e a relevância, portanto, dos fatos urbanos considera as relações entre permanências e rupturas em sua evolução. Posto que significado e valor podem sofrer mudanças ao longo do tempo e que a sobreposição de tempos é fato, conse‑ quentemente é fato a ocorrência de mudanças no tecido urbano.

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

153-162

|

Janei ro-Junho 201 6


|

156

CI D A D E C O N T E M P ORÂ NE A , M E M ÓRIA E P RE S E RVA Ç Ã O PATR IMO N IAL

|

R.K. Edel w ei ss

A leitura da cidade a partir dos elementos de permanência capazes de agregar valor à sociedade é contribuição ao entendimento da construção coletiva do patrimônio. O diálogo entre as permanências e o tecido urbano, em constante alteração, agrega complexidade à interpretação dos fatos urbanos. Uma leitura temporal da cidade, nesse sentido, deve consi‑ derar os valores de memória coletiva remanescentes. Esse espaço, como lugar construído, é entendido, portanto, como a resultante da interação entre todos os agentes atuantes dentro do contexto urbano, resultando em permanências e rupturas no tecido urbano. O significado atribuído aos elementos construtores de memória, no exercício de leitura urbana, tem interpretações diferentes em função de seu contexto e de suas refe‑ rências. A leitura de um conjunto tem significados distintos para a sociedade contempo‑ rânea que o teve em seu surgimento. O entendimento da estrutura do reconhecimento estabelecido por Aristóteles (1982), onde um indivíduo somente é passível de reconhecer aquilo que já conhece, ilustra o processo de significação e ressignificação. Uma interpretação temporal da estrutura urbana revela o habitar como o motivo e o resultado da construção de lugar. Dessa maneira, entende‑se o habitar como elemento essencial da construção e reconstrução da cidade. A interpretação do processo dialógico de configuração urbana, a partir da interação entre todos os agentes postos em diálogo no habitar, deve destacar a sua complexidade por sua diversidade de agentes postos em diálogo.

A HISTÓRIA DA CIDADE COMO LEGADO E MÉTODO Santos (1986), em seu artigo “Preservar não é tombar, renovar não é pôr tudo abaixo”, con‑ vida à reflexão sobre as práticas em prol da preservação patrimonial e as vincula à evolução urbana. Traz, também, uma leitura contemporânea do patrimônio e a reflexão acerca de sua salvaguarda. O autor ressalta que “com o respeito devido às nossas Ouros Pretos e Paratis, prefiro ver as cidades fora do boião de formol, correndo os riscos que, mais cedo ou mais tarde, teremos de entender como nossos riscos. Conheço alguns casos onde se realizaram, sem estardalhaço, os melhores sonhos dos técnicos do Patrimônio Histórico” (SANTOS, 1986, p.62). Instrumentos como o tombamento, o inventário patrimonial ou a determinação de áreas especiais de interesse cultural são alguns exemplos de iniciativas em prol da preser‑ vação patrimonial. O instrumento do tombamento merece caráter excepcional, uma vez que estabelece um suposto congelamento temporal de monumentos os quais, avalia‑se, devem ser preservados para a eternidade. De acordo com Santos (1986), são colocados “no boião do formol”. Tanto o inventário quanto a determinação de áreas especiais de in‑ teresse cultural são instrumentos, não só de preservação, mas também de planejamento urbano. No intuito de se conservar valores de memória coletiva, o planejamento toma como premissa os valores de interesse cultural. Para Jacobs (2011), os olhos da cidade são os olhos das pessoas da cidade. Seu discurso defende o protagonismo da vida urbana em sua escala do espaço público, a

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

153-162

|

Jan eir o- Junho 2016


C IDA DE C ONT E M PO R ÂN EA, MEMÓ R IA E PRESERVAÇÃO PATR IMO N IAL

|

R.K. Edel w ei ss

|157

conservação de valores de uso da cidade bem como a ocupação da mesma como forma de garantia de segurança pública. A preocupação com movimentos de substituição de siste‑ mas existentes em prol de renovação é capaz de fazer com que lugares percam seu uso e expulsem a sua população original. Pois, a acessibilidade não é somente física, mas também simbólica, e a apropriação social dos espaços públicos urbanos tem implicações que ultrapassam o design físico de ruas, praças, parques, largos, shoppings e prédios públicos. Se é certo que o adjetivo “público” diz respeito a uma acessibilidade generalizada e irrestrita, um espaço acessível a todos deve significar, por outro lado, algo mais do que o simples acesso físico a espaços “abertos” de uso coletivo. Afinal, que qualidades norteiam a apropriação social do espaço público na cidade contemporânea? Como explicar a apropriação seletiva e diferenciada de espaços, que, em tese, seriam — ou deveriam ser — acessíveis a todos? (SERPA, 2007, p.16).

Serpa (2007) diferencia a acessibilidade física ao espaço público da acessibilidade social a partir de uma dimensão simbólica e não somente física, e ressalta, ainda, a im‑ portância da apropriação social do espaço público por todos na cidade contemporânea. Cada instrumento de preservação tem seus impactos na sociedade e na apropriação do espaço público. Esses impactos podem ser positivos ou negativos e, isoladamente, cada monumento ou conjunto deve ser entendido como um elemento em diálogo com todas as dimensões em seu contexto. As dimensões social e histórica são essenciais no planejamento urbano e na ava‑ liação de estratégias de preservação. É importante entender a cidade como elemento de união entre indivíduos e o espaço público como seu elemento estruturador ou cenário onde ocorrem inter‑relações entre seus habitantes. Nesse sentido, a evolução urbana ocorre a partir da preservação de valores de memória e história e não ocorre somente a par‑ tir de valores da preservação do patrimônio material, uma vez que estão presentes valores do patrimônio imaterial, as pessoas do lugar e suas vozes na coletividade. Estratégias como o reuso de edificações existentes ou a requalificação de áreas urbanas ou conjuntos são capazes de ressignificar e transformar. Assim, a instrumenta‑ lização das estratégias é essencial, pois a transformação é capaz de afetar valores, sejam eles sociais ou, inclusive, econômicos. Portanto, estratégias desse porte devem levar em consideração a transformação urbana em todas as suas dimensões, almejando salvaguar‑ dar valores sociais presentes na história da cidade. Os riscos de gentrificação, de trans‑ formação total das dimensões social e histórica ou de transformação de lugares em não lugares — resultantes da substituição de usos —, são riscos inerentes a essas estratégias e devem ser criteriosamente considerados visando preservar o patrimônio cultural em seu sentido mais amplo.

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

153-162

|

Janei ro-Junho 201 6


|

158

CI D A D E C O N T E M P ORÂ NE A , M E M ÓRIA E P RE S E RVA Ç Ã O PATR IMO N IAL

|

R.K. Edel w ei ss

A expressão “síndrome de Brasília”, proposta por Gehl (2013) ao referir‑se a cida‑ des enfermas elaboradas para o automóvel e sem a valorização das pessoas que as habi‑ tam, ilustra a herança da era industrial, um modus vivendi presente até hoje nas cidades que habitamos. A Carta de Atenas de 1933, elaborada pelo IV Congresso Internacional de Arquitetura Moderna (CIAM), foi diretriz para o urbanismo moderno e propunha o entendimento da cidade como um organismo funcional a partir de quatro funções bá‑ sicas: a habitação, o trabalho, a circulação e o lazer. A carta considerou pouco do tecido construído e mencionou a valorização do patrimônio edificado a partir da manutenção de monumentos. Dessa maneira, a leitura de conjunto, a paisagem e as características capa‑ zes de atribuir significado às cidades não foram consideradas pelo documento, expressão dos arquitetos modernos. Na ocasião do I Congresso Internacional de Arquitetos e Técnicos dos Monu‑ mentos Históricos, elaborou‑se a Carta de Atenas de 1931 do Conselho Internacional de Monumentos e Sítios Históricos (Icomos). Esta recomenda a manutenção de uso dos monumentos de forma a assegurar a sua continuidade de vida, além de recomendar o respeito em implantações vizinhas a monumentos. A Carta de Veneza de 1964, elaborada pelo mesmo Conselho na ocasião do II Congresso Internacional de Arquitetos e Técnicos dos Monumentos Históricos, apresenta pela primeira vez a noção de Sítio Histórico. A partir das recomendações das cartas supracitadas, é possível perceber a du‑ alidade entre a herança da cidade funcionalista e o reconhecimento dos valores dos fatos urbanos como seus construtores. A leitura proposta pelo presente artigo é a da cidade contemporânea vista a partir da busca da valorização das dimensões histórica, social e geográfica. Por meio de suas disponibilidades de armazenamento (prédios, porões, arquivos, monumentos, tabuinhas, livros), a cidade tornou‑se capaz de transmitir de geração a geração uma cultura complexa, pois pôde reunir não só os meios físicos, mas tam‑ bém os agentes humanos necessários para transmitir e aumentar essa herança. Esse continua o maior dos dons da cidade (MUMFORD, 2001, p.614).

Conforme coloca Mumford (2001), a cidade tem a capacidade de transmitir a cul‑ tura através do tempo. A cultura, em sua complexidade, seja ela expressa por vestimentas, modos de habitar ou pela linguagem, tem abrangência de âmbito local e se traduz a partir de gestos capazes de identificar grupos sociais. Segundo a Organização das Nações Uni‑ das para a Educação, a Ciência e a Cultura (Unesco), “O Patrimônio Cultural Intangível ou Imaterial compreende as expressões de vida e tradições que comunidades, grupos e indivíduos em todas as partes do mundo recebem de seus ancestrais e passam seus co‑ nhecimentos a seus descendentes” (ORGANIZAÇÃO DAS NAÇÕES UNIDAS PARA A EDUCAÇÃO, A CIÊNCIA E A CULTURA, 2015, p.1).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

153-162

|

Jan eir o- Junho 2016


C IDA DE C ONT E M PO R ÂN EA, MEMÓ R IA E PRESERVAÇÃO PATR IMO N IAL

|

R.K. Edel w ei ss

|159

Meneses (2009) ressalta o caráter indissociado entre patrimônio material e ima‑ terial, uma vez que o último está vinculado e o primeiro é passível de significado. A com‑ plexidade do entendimento da cultura e do Patrimônio Cultural, em suas relações en‑ tre o material e o imaterial, extravasa o físico e tem uma relação territorial e temporal. A territorialidade da cultura pode ter diferentes âmbitos, pois pode ter escala local ou global. Em um mundo contemporâneo, a questão territorial da cultura é colocada à prova e diferentes organizações da coletividade apontam que o território virtual também deve ser considerado como meio de acontecimentos de atos culturais. Em uma complexidade contemporânea, ainda remanesce a importância de preservar a identidade no cenário urbano a partir da manutenção do mesmo, com o intuito de manter a identidade de sua cultura, sua memória e sua história. Castriota (2007) atenta para o entendimento contemporâneo de patrimônio am‑ biental urbano, contemplando as dimensões histórica e cultural em suas complexidades. É nesse sentido que nos parece fundamental o conceito contemporâneo de patri‑ mônio ambiental urbano, matriz a partir da qual podemos pensar hoje a preservação do patrimônio, sem cair nas limitações da visão tradicional. Pensar na cidade como um “patrimônio ambiental” é pensar, antes de mais nada, no sentido histórico e cultural que tem a paisagem urbana em SANTIN, Janaína Rigo; MARANGON, Elizete Gonçalves. O estatuto da cidade e os eu conjunto, valorizando não apenas monumentos “excepcionais”, mas o próprio processo vital que informa a cidade (CASTRIOTA, 2007, p.17).

No contexto contemporâneo brasileiro, o Estatuto da Cidade, bem como a Consti‑ tuição Federal, frisam a função social da propriedade. O primeiro — Lei Federal nº 10.257 de 2001 —, regulamenta os artigos 182 e 183 da Constituição Federal relativos à política urbana e estabelece a função social da cidade e da propriedade urbana. Nesse sentido, a partir da função social do território, a cidade assume interesse público e busca o bem‑estar coletivo e a justiça social. É nesse âmbito que também podem ser compreendidas as políticas de patrimônio, uma vez que o patrimônio cultural é tema de interesse público e pertence à coletividade. A partir da função social da propriedade, o equilíbrio entre gestão democrática e direitos do cidadão são os desafios do Estatuto da Cidade, conforme Santin e Marangon (2008, p.104): E assim sendo, necessário se faz que os agentes políticos busquem a gestão demo‑ crática, compreendendo o direito do cidadão em participar nas decisões acerca do ambiente urbano, bem como seu direito à história e à cultura. Somente com o processo co‑gestionado de formulação das tutelas jurídico‑políticas municipais é que será pos‑

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

153-162

|

Janei ro-Junho 201 6


|

160

CI D A D E C O N T E M P ORÂ NE A , M E M ÓRIA E P RE S E RVA Ç Ã O PATR IMO N IAL

|

R.K. Edel w ei ss

sível uma discussão honesta e responsável sobre o processo de urbanização. Aponta‑ do o Estatuto da Cidade num momento marcado pela preocupação com o ambiente urbano, torna‑se, mais do que nunca, oportuna a sua aplicação não só nos municípios em que a lei o faz obrigatório, mas em todas as cidades, visto que o cumprimento da função social da propriedade previsto no artigo 5º da Magna Carta, bem como artigos 182 e 183 da Constituição destinam‑se a todos municípios brasileiros, sem exceção.

Ações contemporâneas, como a atribuição de novos usos a monumentos históri‑ cos, a preservação não somente de monumentos isolados, mas de conjuntos edificados entendidos como fatos urbanos e a presença do ativismo em prol da preservação, buscam a garantia de permanências urbanas. A participação da sociedade civil nos processos de‑ cisórios é de suma relevância, posto que a memória coletiva expressa a voz do conjunto. A cidade contemporânea é palco de diálogo e reivindicação. São recorrentes exem‑ plos de ativismo, como as manifestações pelos projetos do Porto Maravilha, no Rio de Janeiro, do Cais Mauá, em Porto Alegre, e do Projeto Novo Recife no Cais José Estelita, em Recife. Todos os exemplos citados surgiram a partir de estratégias referentes a um modelo de gestão neoliberal — que marca um desequilíbrio de valores entre gestão pú‑ blica, iniciativa privada e sociedade —, além disso, foram motivo de descontentamento e manifestações por parcela representativa da sociedade civil. Harvey (2014) empregou a frase “eu falo do direto à cidade, vocês o exercem” em pronunciamento no movimento Ocupe Cais José Estelita, em Recife, dirigindo‑se aos manifestantes que defendiam a pre‑ servação das características históricas e culturais do cais da cidade de forma a incentivar o ativismo urbano em defesa do patrimônio. São vitais para a conservação do Patrimônio Cultural e da memória urbana o en‑ tendimento de coletividade e o consequente estabelecimento de parâmetros legais para que seja regulado o uso da propriedade. É importante, a partir de instrumentos regula‑ dores, a consideração de que as pessoas do lugar são parte dele e, portanto, suas vozes e depoimentos são o que o constroem. A arquitetura e o urbanismo devem ser vistos a partir do ponto de vista humano, o parâmetro fundamental para o projeto de arquitetura e urbanismo e para o planejamento urbano.

CONCLUSÃO O presente artigo, longe da intenção de apresentar um panorama completo das ações em prol da preservação patrimonial, traz uma aproximação teórica ao patrimônio cultu‑ ral edificado, interpreta a cidade partindo dos fatos urbanos, ressalta a importância das dimensões histórica e social como construtores da cidade e reflete acerca das iniciativas contemporâneas em prol da preservação patrimonial. A preservação da memória a partir do patrimônio edificado tem sido comprovada como relevante, além de ser motivo de frequentes discussões na cidade contemporânea.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

153-162

|

Jan eir o- Junho 2016


C IDA DE C ONT E M PO R ÂN EA, MEMÓ R IA E PRESERVAÇÃO PATR IMO N IAL

|

R.K. Edel w ei ss

|161

É possível detectar, além da preservação da memória e da cultura a partir do pa‑ trimônio edificado, estratégias contemporâneas de preservação. Identifica‑se, na cidade contemporânea e nas iniciativas em prol da preservação, diferentes abordagens acerca do patrimônio. Apresenta‑se, dentre algumas dessas iniciativas, a conversão de uso de edificações com valor patrimonial, a valorização do conjunto baseando‑se em itinerários culturais e debates e manifestações da sociedade civil. Estas, em conjunto, atestam a latente valorização do patrimônio cultural edificado para a sociedade contemporânea. A cidade, entendida como uma sobreposição de tempos, carrega valores de sua evolução. Partindo de permanências e rupturas, novos modos de viver vão substituindo modos ultrapassados e deixam espaço somente para aquilo que, de forma coletiva, se julga importante salvaguardar. A cultura do lugar apresenta‑se, assim, baseada na valorização de determinado contexto como elemento de expressão e adaptabilidade de um cenário global. São a valorização do capital humano e as especificidades de cada lugar que tornam cada cidade única, suscetível de memória.

REFERÊNCIAS ARISTÓTELES. Poética. In: Obras. Madrid: Aguilar S.A. de ediciones, 1982. BENEVOLO, L. História da cidade. São Paulo: Perspectiva, 2012. CARTA de Atenas. Brasília: Instituto do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional, 1931. Disponí‑

vel em: <http://portal.iphan.gov.br/uploads/ckfinder/arquivos/Carta%20de%20Atenas%201931. pdf>. Acesso em: 24 ago. 2015. CARTA de Atenas. Brasília: Instituto do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional, 1933. Disponí‑ vel em: <http://portal.iphan.gov.br/uploads/ckfinder/arquivos/Carta%20de%20Atenas% 201933. pdf>. Acesso em: 24 ago. 2015. CARTA de Veneza. Brasília: Instituto do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional, 1964. Disponí‑

vel em: <http://portal.iphan.gov.br/uploads/ckfinder/arquivos/Carta%20de%20Veneza%201964. pdf>. Acesso em: 24 ago. 2015. CASTRIOTA, L.B. Intervenções sobre o patrimônio urbano: modelos e perspectivas. In: FORUM

Patrimônio: ambiente construtivo e patrimônio sustentável, v.1, n.1, p.9‑31, 2007. COSTA, L. Registro de uma vivência. São Paulo: Empresa das Artes, 1995. GEHL, J. Cidades para pessoas. São Paulo: Perspectiva, 2013. GREGOTTI, V. Território da arquitetura. São Paulo: Perspectiva, 1975. São Paulo: Perspectiva, 1975. HARVEY, D. Pronunciamento no Ocupe Estelita de David Harvey. Recife: Ocupe Estelita, 2014. Disponível em: <https://www.youtube.com/watch?v=DxW‑lnT8XHk>. Acesso em: 24 ago. 2015. HEIDEGGER, M. Conferencias y artículos: construir, habitar, pensar. Barcelona: Serbal, 1994. Cap.6, p.139‑142. JACOBS, J. Morte e vida de grandes cidades. 3.ed. São Paulo: Martins Fontes, 2011. MENESES, U.B. O campo do Patrimônio Cultural: uma revisão de premissas. In: FORUM Na‑ cional do Patrimônio Cultural, 1., 2009, Ouro Preto. Anais… Ouro Preto: Instituto do

Patrimônio Histórico e Artístico Nacional, 2009. p.127‑137.

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

153-162

|

Janei ro-Junho 201 6


|

162

CI D A D E C O N T E M P ORÂ NE A , M E M ÓRIA E P RE S E RVA Ç Ã O PATR IMO N IAL

|

R.K. Edel w ei ss

MONTANER, J.M. La modernidad superada: arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX. Barcelo‑ na: Editorial Gustavo Gilli, 1997. MUMFORD, L. A cidade na história. São Paulo: Martins Fontes, 2001. ROSSI, A. A arquitetura da cidade. São Paulo: Martins Fontes, 1995. SANTIN, J.R.; MARANGON, E.G. O estatuto da cidade e os instrumentos de política urbana para proteção do patrimônio histórico: outorga onerosa e transferência do direito de construir. História, v.27, n.2, p.89‑109, 2008. SANTOS, C.N.F. Preservar não é tombar, renovar não é pôr tudo abaixo. Revista Projeto, n.86,

p.59‑83, 1986. SERPA, A. O espaço público na cidade contemporânea. São Paulo: Contexto, 2007. ORGANIZAÇÃO das Nações Unidas para a Educação, A CIÊNCIA E A CULTURA. Patrimônio

Cultural Imaterial. Disponível em: <http://www.unesco.org/new/pt/brasilia/culture/world‑herita‑ ge/intangible‑heritage/>. Acesso em: 24 ago. 2015. Recebido em 27/8/2015, reapresentado em 25/4/2016 e aprovado em 25/5/2016.

O c ul u m e n s .

ROBERTA KRAHE EDELWEISS | Universidade do Vale do Rio dos Sinos | Escola Politécnica | Programa de Pós‑Graduação em Arquitetura e Urbanismo | Av. Unisinos, 950, 93022‑000, São Leopoldo, RS, Brasil | E‑mail: <robertaedelweiss@gmail.com>.

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

153-162

|

Jan eir o- Junho 2016


ENERGIA INCORPORADA E EMISSÕES DE CO2 DE FACHADAS DE LIGHT STEEL FRAMING NO BRASIL EMBODIED ENERGY AND CO2 EMISSIONS OF LIGHT STEEL FRAMING FAÇADES IN BRAZIL | ENERGÍA INCORPORADA Y EMISIONES DE CO2 DE FACHADAS DE LIGHT STEEL FRAMING EN BRASIL ROSA MARIA SPOSTO, LUCAS ROSSE CALDAS, ABDALA CARIM NABUT NETO

RESUMO Novos sistemas construtivos têm sido utilizados na construção de edificações no Brasil, no entanto, é importante observar que a sua escolha deve ser feita com base em critérios de sustentabilidade energético-ambientais, além dos critérios técnico-econômicos normalmente utilizados. Nesse contexto, o objetivo deste trabalho consistiu na análise da energia incorporada e das emissões de CO2 de fachadas de light steel framing para edificação, considerando as fases do ciclo de vida referentes à indústria e ao transporte de materiais para cinco regiões do Brasil. Para o levantamento dos dados, tomou-se como base a literatura nacional e internacional e pesquisas junto aos fabricantes e empresas especializadas. Foram selecionados fabricantes classificados nos Programas Setoriais de Qualidade do Programa Brasileiro da Qualidade e Produtividade no Habitat ou aqueles ligados às associações dos materiais e componentes constituintes do light steel framing. As distâncias das fábricas até a obra foram calculadas via Google Maps. Para isso, foram utilizadas equações desenvolvidas em outros estudos. Os resultados obtidos foram comparados com fachadas convencionais, constituídas por blocos cerâmicos e argamassa de revestimento, e apontaram a influência maior da energia incorporada e das emissões de CO2 na indústria, comparativamente ao transporte. Além disso, foram observados resultados de percentuais referentes à massa, à energia incorporada e às emissões de CO2 menores para o light steel framing, comparativamente à fachada convencional. Este trabalho contribui com dados para o inventário de ciclo de vida de materiais e componentes nacionais. PALAVRAS-CHAVE: Emissões de CO2. Energia incorporada. Fachadas. Light steel framing.

ABSTRACT New construction systems have been used in residential construction due to its growing demand in Brazil, however, energetic-environmental sustainability should be conside­ red when choosing these systems. In this context, the aim of the paper is to present an analysis of the embodied energy and CO2 emissions of a housing facade model using

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

163-182

|

Janei ro-Junho 201 6


|

164

E N E R G I A I N C O R P O RA DA E E M IS S ÕE S DE C O 2

|

R.M . Sposto et al .

light steel frame, considering the industry and the transportation phases in five Brazili­an capitals. To collect data, national and international literatures and research with material companies were used as a reference. Manufacturers that were classified in the Brazilian Program of Quality Sector in Quality Programs and Productivity at Habitat, or those connected with associations of materials and constituent components of the light steel framing were selected. The distances from the factories to site were calculated via Google Maps. We used equations that were developed in other studies for the calculations. The results were compared with the conventional covering system in facades, made of ceramic bricks and mortar coating, and pointed to the greater influence of embodied energy and CO2 emissions in the industry in comparison with the transportation of materials. In addition, the results for mass, embodied energy and CO2 emissions were lower for light steel frame than the conventional facade. The study contributes to the national database of embodied energy in materials in Brazil and it can be useful for future studies such as life cycle analysis. KEYWORDS: CO2 emissions. Embodied energy. Facades. Light Steel Framing.

RESUMEN Nuevos sistemas de construcción se han utilizado en la edificación de viviendas en Brasil. Sin embargo, la elección de este tipo de sistemas debe basarse en ciertos criterios de sostenibilidad energético-ambientales, además de los criterios técnico-económicos normalmente utilizados. En este contexto, el objetivo de este trabajo ha consistido en el análisis de la energía incorporada y las emisiones de CO2 de fachadas de light steel framing utilizadas en el sector de la construcción, teniendo en cuenta las fases del ciclo de vida de la industria y el transporte de materiales de las cinco regiones de Brasil. Para recoger los datos se tomó como base literatura nacional e internacional y estudios de fabricantes y empresas especializadas. Se seleccionaron fabricantes clasificados en los Programas Sectoriales de Calidad del Programa Brasileño de Calidad y Productividad en Hábitat o aquellos vinculados con las asociaciones de los materiales y componentes que constituyen la estructura de acero ligero o light steel framing. Las distancias de las fábricas a la obra se calcularon a través de Google Maps, utilizándose para ello ecuaciones desarrolladas en otros estudios. Los resultados se compararon con fachadas convencionales hechas de ladrillo cerámico y argamasa de revestimiento, e indicaron una mayor influencia de energía incorporada y emisiones de CO2 en la industria en comparación con el transporte. Además, se observaron los resultados de los porcentajes relativos a la masa, la energía incorporada y las emisiones de CO2 menores para o light steel framing frente a la fachada convencional. Este trabajo contribuye con datos para el inventario del ciclo de vida de los materiales y componentes nacionales. PALABRAS CLAVE: Emisiones de CO2. Energía incorporada. Fachadas. Light Steel Framing,

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

163-182

|

Jan eir o- Junho 2016


EN ER G IA IN COR PO R AD A E EMISSÕES DE CO 2

|

R.M. Sposto et al .

|165

INTRODUÇÃO ESCOLHA DOS MATERIAIS DE CONSTRUÇÃO EM FUNÇÃO DA ENERGIA E DAS EMISSÕES DE CO2 O primeiro passo para a seleção de uma determinada tecnologia para a produção de uma edificação é a análise de sua viabilidade técnico-econômica, a partir de critérios referentes à capacidade da indústria e à disponibilidade de materiais e componentes locais (incluindo distâncias de transporte), mão de obra disponível para a produção, execução ou instalação dos componentes ou sistema e produtividade. Critérios de desempenho em uso também são considerados em função do tipo de edificação, como, por exemplo, segurança estrutural, resistência ao fogo, estanqueidade, térmico, acústico, durabilidade e outros. No Brasil, o crescimento do uso de novas tecnologias em sistemas de fachadas tem sido observado, sobretudo nas capitais. Isso acontece, principalmente, por questões técnico-econômicas. Esses sistemas, em geral, apresentam maior produtividade, com maior velocidade de execução e menor percentual de homens-hora na fase de execução ou instalação. Além desses critérios, é necessário considerar, também, a sustentabilidade ambiental do futuro empreendimento, a partir do impacto que a tecnologia pode causar durante todo o seu ciclo de vida, incluindo a extração de materiais, a fabricação, a execução, o transporte, o uso e a disposição final de resíduos. Segundo Agopyan e Jonh (2011), a escolha dos materiais de construção para a produção de edificações deve incluir critérios de sustentabilidade energético-ambientais, como: durabilidade e facilidade de desconstrução, não toxicidade, baixa quantidade de energia incorporada e baixo percentual de emissões gasosas e sólidas (resíduos), entre outros. Com relação às emissões gasosas, pode-se afirmar que o CO2 é o principal contribuinte do aquecimento por efeito estufa (BERMANN, 2003), emissão que comumente ocorre na fabricação e transporte de materiais de construção. Além disso, um dos maiores desafios ambientais da construção é diminuir a intensidade do uso de materiais ou, em outras palavras, é preciso construir mais utilizando menos (JOHN, 2010). Assim, a seleção correta do material mais adequado para cada solicitação (mecânica, ambiental ou necessidade do usuário) é uma forma eficiente de reduzir o consumo de materiais. De acordo com Goldemberg e Lucon (2011), a energia exerce um papel fundamental em qualquer processo industrial, seja na queima de combustíveis fósseis (derivados de petróleo, carvão, gás natural), renováveis (lenha, carvão vegetal, álcool etc.) ou elétrica (gerada a partir dos combustíveis ou da energia hidráulica). Portanto, determinar a energia consumida na fabricação dos materiais de construção implica conhecer os processos nela utilizados. No Brasil, pode ser observado, ao longo das últimas décadas, o crescimento do consumo energético e de emissão de CO2, ambos impulsionados pelo aumento do número das indústrias de mineração, manufatura e construção civil. Segundo dados do Balanço Energético Nacional (BRASIL, 2013), os setores que mais consumiram energia foram

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

163-182

|

Janei ro-Junho 201 6


|

166

E N E R G I A I N C O R P O RA DA E E M IS S ÕE S DE C O 2

|

R.M . Sposto et al .

o de indústrias (35,1%) e o de transportes (31,3%); as habitações consumiram 9,4% da energia total disponibilizada no país, percentual maior que o do setor de serviços, 4,5%. Ainda com relação à energia, é importante ressaltar o atual momento de crise energética pelo qual o Brasil está passando, o que justifica pesquisas de levantamento de energia incorporada consumida no ciclo de vida de edificações, bem como a proposição de ações para minimização desse consumo. Na produção de fachadas, várias novas tecnologias têm sido utilizadas: Light Steel Framing (LSF), painéis de alumínio composto, painéis de concreto pré-fabricado, entre outras. Essas inovações requerem, além dos aspectos técnico-econômicos já mencionados, a avaliação da sustentabilidade ambiental. É cada vez mais notória a necessidade de se desenvolver pesquisas relacionadas à sustentabilidade ambiental, principalmente em relação à energia e às emissões de CO2 na indústria, no canteiro, no uso, na manutenção e no pós-uso. O transporte também influencia a seleção de materiais, sendo que grandes distâncias podem inviabilizar a seleção de alguns deles do ponto de vista da sustentabilidade energético-ambiental (PEREIRA, 2014). Em um país com dimensões continentais, como é o caso do Brasil, é importante considerar a disponibilidade de materiais e energia local em especificações para a construção de edificações. Dessa forma, cabe ao projetista a especificação de materiais e componentes mais sustentáveis. Os profissionais da arquitetura e urbanismo têm um papel fundamental nessa etapa, visto que, além das necessidades estéticas e de desempenho técnico-econômico dos materiais, componentes e do sistema, há a necessidade de se pensar em critérios ambientais, como a energia consumida e as emissões atmosféricas. Isso requer, ainda, uma visão sistêmica, em que todo o ciclo de vida da edificação e de seus constituintes sejam considerados. OBJETIVOS Este trabalho tem por objetivo a análise de fachadas LSF com acabamento de placas cimentícias considerando-se os seguintes aspectos: n

Consumo de materiais em massa;

n

Energia Incorporada Total (EITOT), levando em consideração a Energia Con-

sumida na Indústria (EII) ou na fabricação dos materiais e a Energia Consumida no Transporte (EIT) dos materiais; e n

Quantidade de emissões totais de CO2 (ECO2TOT), tendo em vista as emis-

sões geradas na indústria (ECO2I) e as geradas no transporte (ECO2T). Neste trabalho, não foram considerados elementos de contraventamento nas fachadas de LSF. Também não foi considerado o desempenho térmico e acústico dessas fachadas, o que poderia implicar na utilização de um maior número de camadas de materiais ou de melhoria da condição padrão de projeto. Além disso, não foram consideradas as demais fases do ciclo de vida das fachadas, como, por exemplo, execução, manutenção, uso e pós-uso.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

163-182

|

Jan eir o- Junho 2016


EN ER G IA IN COR PO R AD A E EMISSÕES DE CO 2

|

R.M. Sposto et al .

|167

A análise foi realizada para as cinco principais capitais do Brasil. Os valores encontrados foram comparados com a fachada de blocos cerâmicos com revestimento de argamassa, já que esta é a técnica mais utilizada atualmente no país para habitação. A pintura não foi levada em consideração por ser comum aos dois sistemas. ENERGIA INCORPORADA E EMISSÕES DE CO2 A energia incorporada total de um material engloba as fases de: energia de extração de matérias-primas (retirada da mesma em sua forma bruta da natureza), fabricação de materiais (considerando o tipo de material e as técnicas utilizadas em sua fabricação) e o seu transporte (considerando sua origem e o destino de aplicação). Com relação ao transporte, em geral, é considerada a distância média entre dois pontos: fábrica e canteiro de obras. É preciso lembrar que as principais fontes de energia utilizadas no Brasil são os combustíveis a base de óleo diesel e gasolina (TAVARES, 2006; PEREIRA, 2014). Sobre os combustíveis fósseis, ressalta-se que o petróleo, o gás natural e o carvão mineral podem deixar de ser utilizados mesmo antes do esgotamento de suas reservas, isso pelo fato de serem um dos maiores responsáveis pelo efeito estufa, considerado um problema ambiental relevante. A emissão de CO2 resultante da queima dessas substâncias contribui com aproximadamente 55% do aquecimento global do planeta (BERMANN, 2003). No Brasil, alguns estudos merecem destaque, como o de Nabut Neto (2011), Carminatti Júnior (2012), Maciel (2013), Palácio (2013) e Oliveira (2015). Os autores avaliaram energia incorporada e/ou emissões de CO2 ao longo do ciclo de vida de edificações, com foco principal no sistema de fachadas. Estudos internacionais, como o de Mithraratne e Vale (2004), pesquisaram a energia incorporada e operacional ao longo do ciclo de vida para três tipos de sistemas construtivos: light wood framing, concreto e com isolamento térmico. Thormark (2006) analisou energia incorporada de diversas tipologias de materiais de construção para fachada, considerando a fase operacional e a de manutenção de uma habitação localizada na Suécia. A análise teve como base o projeto original e o projeto modificado. Huberman e Pearlmutter (2008) avaliaram o consumo de energia e as emissões de CO2 de um modelo de habitação localizado no deserto de Negev. Os autores compararam cinco sistemas construtivos de vedação externa. Kim (2011) comparou o consumo energético e as emissões de CO2 entre uma fachada transparente composta e outra com um sistema de cortina de vidro para uma edificação localizada nos Estados Unidos da América. Rakhshan et al. (2013) estudaram a diminuição no consumo energético e emissões de CO2 como resultado do aumento da espessura de camadas de isolantes térmicos em fachadas de habitações localizadas em Dubai. Wen et al. (2015) compararam os impactos ambientais por meio dos indicadores de energia incorporada e emissão de CO2 entre um sistema construtivo industrializado e um convencional, ambos localizados na Malásia.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

163-182

|

Janei ro-Junho 201 6


|

168

E N E R G I A I N C O R P O RA DA E E M IS S ÕE S DE C O 2

|

R.M . Sposto et al .

A partir dos estudos nacionais e internacionais citados, observa-se que há um foco na energia e nas emissões de CO2, relacionadas, principalmente, às fachadas das edificações. Espera-se que essas pesquisas sejam mais frequentes, visto que diferentes países do mundo, inclusive o Brasil, estão enfrentando diversas crises, entre elas, a energética. Além disso, é possível verificar a significativa cobrança de organismos internacionais no que se refere à necessidade de atingir metas de redução de emissões de carbono, como, por exemplo, as metas definidas pela Cement Sustainability Initiative do World Business Council for Sustainable Development (AGOPYAN & JONH, 2011). Nos últimos anos, surgiram inúmeros softwares voltados para a realização de Avaliação de Ciclo de Vida (ACV), entre os quais podem ser citados o SimaPro, o GaBi, o Umberto e o Open LCA (INSTITUTO BRASILEIRO DE CIÊNCIA E TECNOLOGIA, 2015). No entanto, o que ainda se observa na maioria dos estudos é a aplicação de equações e utilização de dados secundários dos materiais. Isso ocorre devido ao fato de muitos desses softwares possuírem bancos de dados específicos para os países onde foram desenvolvidos e por não terem acesso gratuito. De acordo com Rodrigues et al. (2008), não adianta empregar softwares específicos com dados europeus para a avaliação de impacto ambiental de casos brasileiros, mas sim investir mais no desenvolvimento de um inventário de dados nacional. Este será obtido, principalmente, por meio de pesquisas acadêmicas, como esta que está sendo apresentada. No presente trabalho, foram analisados apenas dois impactos ambientais, a energia incorporada e as emissões de CO2. Isso diminuiu a complexidade do processo, não tendo sido necessário o uso de softwares. Além disso, a maioria dos dados foram coletados a partir da literatura nacional. Dessa maneira, na Tabela 1, são apresentados dados (fatores) de diversos autores sobre a Energia Incorporada (FEI), bem como as emissões de CO2 (FECO2) para os principais materiais e componentes de uma edificação.

METODOLOGIA VARIÁVEIS DO ESTUDO As variáveis de estudo deste trabalho foram a energia incorporada e as emissões de CO2. No que diz respeito à primeira, foram consideradas: a Energia da Indústria (EII), a Energia do Transporte (EIT) e a soma das duas, a Energia Total (EITOT). Já com relação às emissões de CO2, foram consideradas as emissões da indústria (ECO2I), as emissões de transporte (ECO2T) e as emissões totais (ECO2TOT). A justificativa para esse método é justamente o fato de já ter sido usado em outros trabalhos realizados no Brasil, como o de Tavares (2006), Graf (2011), Nabut Neto (2011), Maciel (2013), Palácio (2013) e Oliveira (2015).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

163-182

|

Jan eir o- Junho 2016


EN ER G IA IN COR PO R AD A E EMISSÕES DE CO 2

|

R.M. Sposto et al .

|169

TABELA 1 – Valores dos fatores de energia e emissões de CO2 para alguns materiais e componentes.

Materiais e componentes

Aço

FEI (MJ/kg)

Fonte

FECO2 (kgCO2/kg)

Fonte

30,49

Tavares (2006)

0,52

Gonzalez e Navarro (2005)

32,00

Alcorn e Baird (1996)

1,45

Stachera Jr. e Casagrande Jr. (2007)

32,00

Gonzalez e Navarro (2005)

1,52

Zabalza et al. (2010)

33,70

Lee et al. (2011)

3,8

Monahan e Powell (2010)

42,70

Monahan e Powell (2010)

2,50

Alcorn e Baird (1996)

0,33

Soares et al. (2002)

3,56

Zabalza et al. (2010)

0,38

Stachera Jr. e Casagrande Jr. (2007)

0,52

Monahan e Powell (2010)

Blocos cerâmicos

Cimento Portland

4,88

Sposto e Do Ó (2006)

4,62

Tavares (2006)

4,23

Zabalza et al. (2010)

0,57

Carvalho (2002)

2,46

Carvalho (2002)

0,82

Zabalza et al. (2010)

0,97

Stachera Jr. e Casagrande Jr. (2007)

0,39

Monahan e Powell (2010)

Comum (CP II — F)

Cal

3,00

Tavares (2006)

0,78

Stachera Jr. e Casagrande Jr. (2007)

Areia natural

0,05

Tavares (2006)

0,02

Stachera Jr. e Casagrande Jr. (2007)

Fonte: Elaborada pelos autores (2015). Notas: FECO2 (kgCO2/kg): Fator de Emissões de CO2; FEI (MJ/kg): Fator de Consumo de Energia.

DESCRIÇÃO DAS FACHADAS ANALISADAS A fachada típica analisada para o LSF é constituída por duas guias (202x38x2mm), quatro montantes (200x40x2mm), 48 parafusos e duas placas cimentícias (1,00x1,00m, espessura de 10mm). Considerou-se, como parâmetro de comparação, a Fachada Convencional (FC) com blocos cerâmicos estruturais (14x19x39cm), juntas de argamassa de assentamento de 10mm, chapisco e reboco paulista de 20mm nas faces externas e internas.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

163-182

|

Janei ro-Junho 201 6


|

170

E N E R G I A I N C O R P O RA DA E E M IS S ÕE S DE C O 2

|

R.M . Sposto et al .

ENERGIA INCORPORADA NA INDÚSTRIA E EMISSÕES DE CO2 NA INDÚSTRIA Os dados de FEI e FECO2 utilizados no presente trabalho para o cálculo dos valores de EI e ECO2I foram obtidos por meio da análise de artigos, principalmente de fontes nacionais, embora também tenham sido utilizadas fontes internacionais (Tabela 2). ENERGIA INCORPORADA NO TRANSPORTE E EMISSÕES DE CO2 NO TRANSPORTE A coleta destes dados foi feita por meio de pesquisa de campo junto aos fabricantes de caminhões de transporte nacionais. Foi considerado para os cálculos que 1L de diesel equivale a 35,58MJ (GOLDEMBERG & VILLANUEVA, 2003) e a 3,15kg CO2 (BERMANN, 2003). Quanto ao consumo médio de diesel requerido para o transporte dos materiais, foi utilizado o valor de 0,0302L/t.km apresentado por Nabut Neto (2011). Foram considerados caminhões cheios na trajetória de ida (da indústria à cidade considerada) e vazios na trajetória de volta (da cidade à indústria). No cálculo das distâncias de transporte das fábricas dos materiais, foi considerado, como destino final, o centro das principais capitais consideradas no trabalho: Brasília, São Paulo, Porto Alegre, Salvador e Manaus. As distâncias foram traçadas utilizando informações de fornecedores locais dos diversos materiais constituintes do LSF. Adotou-se a distância de transporte como aquela que considera a partida na fábrica, indo diretamente à obra situada, hipoteticamente, no centro das capitais. O centro de cada uma das cidades foi fixado no mapa por meio do Google Maps, juntamente com os pontos de latitude e longitude de cada localidade. A seleção das fábricas dos materiais utilizados no LSF foi realizada de diferentes formas para os materiais em aço (montantes, guias e parafusos) e para as placas cimentícias. TABELA 2 – Valores da energia incorporada e emissões de CO2 dos materiais adotados no trabalho.

Materiais

FEI (MJ/kg)

Fonte

FECO2 (kg CO2/kg)

Fonte

Aço

30,49

Tavares (2006)

1,630

Zabalza et al. (2010)

Cimento Portland (CP II — F)

2,46

Carvalho (2002)

0,570

Carvalho (2002)

Areia natural

0,05

Tavares (2006)

0,016

Tavares (2006)

Cal

3,09

Tavares (2006)

0,790

Stachera Jr. e Casagrande Jr. (2007)

Bloco cerâmico furado

4,88

Sposto e Do Ó (2006)

0,330

Soares et al. (2002)

Fonte: Elaborada pelos autores (2015). Notas: FECO2 (kgCO2/kg): Fator de Emissões de CO2; FEI (MJ/kg): Fator de Consumo de Energia.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

163-182

|

Jan eir o- Junho 2016


EN ER G IA IN COR PO R AD A E EMISSÕES DE CO 2

|

R.M. Sposto et al .

|171

Para os materiais em aço, foram coletados dados da página do Centro Brasileiro da Construção em Aço (2015) relacionadas aos produtores e fornecedores de materiais e sistemas em aço de todo o país. Esses dados referem-se a todos os fabricantes brasileiros formais de perfis de aço (guias e montantes) e parafusos por estado e foram tabulados em planilha eletrônica (Excel). Através do Google Maps (GOOGLE, 2015), foram calculadas as distâncias até a localização hipotética das capitais, sendo que a cidade com a menor distância de transporte foi considerada como sendo a cidade da fábrica. O consumo de energia e as emissões de CO2 foram calculados com base nas distâncias entre as cidades das fábricas selecionadas e as cidades de Brasília, São Paulo, Porto Alegre, Salvador e Manaus. No caso das placas cimentícias, foram selecionadas as fábricas de uma empresa específica; esta foi escolhida por ser uma das mais atuantes no mercado brasileiro e por ter sido estudada em outras pesquisas, como a de Nabut Neto (2011) e Palácio (2013). A partir da escolha da empresa, a página de produtos foi visitada e as fábricas as quais produziam placas cimentícias foram pesquisadas. Os dados referentes às fábricas encontradas também foram tabulados em planilha eletrônica e o mesmo processo descrito para os materiais em aço foi aplicado. As cidades das fábricas e das obras pesquisadas, juntamente com suas distâncias de transporte para o LSF, estão listadas na Tabela 3. Para a fachada convencional, o critério de escolha foi similar aos materiais do LSF. No caso dos blocos cerâmicos estruturais, foram selecionados os fabricantes formais da Associação Nacional da Indústria Cerâmica (2015), em conformidade com o Programa Setorial da Qualidade (PSQ) (BRASIL, 2015a). Já para as argamassas industrializadas, pelo fato de não possuírem um PSQ próprio, foram consideradas as fábricas de cimento em conformidade com o PSQ (BRASIL, 2015b); desta forma, foram selecionadas as fábricas e, entre elas, uma empresa que produz argamassa industrializada. Os dados das fábricas foram tabulados em planilha eletrônica e o mesmo processo utilizado para os materiais de LSF foi empregado para o cálculo das distâncias, sendo que também foram escolhidas as fábricas as quais apresentaram a menor distância até a cidade da obra. As cidades das fábricas e das obras pesquisadas, juntamente com suas distâncias de transporte para a fachada convencional, estão listadas na Tabela 4. ENERGIA INCORPORADA TOTAL EITOT E EMISSÕES DE CO2 TOTAIS ECO2TOT O cálculo de EITOT e ECO2TOT foi realizado considerando as equações de 1 a 7. Estas foram retiradas de Tavares (2006) e Nabut Neto (2011). m FEI EII x = A m A

(1)

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

163-182

|

Janei ro-Junho 201 6


|

172

E N E R G I A I N C O R P O RA DA E E M IS S ÕE S DE C O 2

|

R.M . Sposto et al .

TABELA 3 – Distâncias de Transporte dos materiais para fachada de Light Steel Framing.

Cidade da fábrica (Latitude, Longitude)

Cidade da obra (Latitude, Longitude)

Distância (km)

Centro-Oeste

Brasília-DF (-15,81°, -47,96°)

Brasília-DF (-30,07º, -51,20°)

9,9

Sudeste

São Paulo-SP (-23,57°, -46,59°)

São Paulo-SP (-23,55°, -46,63°)

5,1

Sul

Porto Alegre-RS (-29,99°, -51,13°)

Porto Alegre-RS (-30,07°, -51,20°)

15,0

Nordeste

Linhares-ES (-19, 22°, -40,08°)

Salvador-BA (-12,97°, -38,50°)

916,0

Norte

Anápolis-GO (-16,24°, -48,77°)

Manaus-AM (-3,03°, -59,98°)

3258,0

Centro-Oeste

Campinas-SP (-22,94°, -47,12°)

Brasília-DF (-30,07º, -51,20°)

918,0

Sudeste

São Paulo-SP (-23,51°, -46,60°)

São Paulo-SP (-23,55°, -46,63°)

8,3

Sul

Caxias do Sul-RS (-29,17°, -51,18°)

Porto Alegre-RS (-30,07°, -51,20°)

134,0

Nordeste

Petrolina-PE (-9,31°, -40,53°)

Salvador-BA (-12,97°, -38,50°)

535,0

Monte Mor-SP ( -22,95°, -47,31°)

Manaus-AM (-3,03°, -59,98°)

3792,0

Centro-Oeste

Goiânia-GO (-16,51°, -49,25°)

Brasília-DF (-30,07º, -51,20°)

213,0

Sudeste

Rio de Janeiro-RJ (-22,85°, -43,31°)

São Paulo-SP (-23,55°, -46,63°)

442,0

Sul

Colombo-PR (-25,35°, -49,19°)

Porto Alegre-RS (-30,07°, -51,20°)

718,0

Nordeste

Simões Filho-BA (-12.79°, -38,38°)

Salvador-BA (-12,97°, -38,50°)

32,0

Norte

Goiânia-GO (-16,51, -49,25°)

Manaus-AM (-3,03°, -59,98°)

3186,0

Região Guias e montantes

Parafusos

Norte Placas cimentícias

Fonte: Elaborada pelos autores (2015).

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

163-182

|

Jan eir o- Junho 2016


EN ER G IA IN COR PO R AD A E EMISSÕES DE CO 2

|

R.M. Sposto et al .

|173

TABELA 4 – Distância de Transporte dos materiais para fachada convencional.

Cidade da fábrica (Latitude, Longitude)

Cidade da obra (Latitude, Longitude)

Distância (km)

Centro- Oeste

Justinópolis-MG (-19,79°, -44,08°)

Brasília-DF (-30,07º, -51,20°)

721,0

Sudeste

Sorocaba-SP (-23,49°, -47,46°)

São Paulo-SP (-23,55°, -46,63°)

101,0

Sul

Sorocaba-SP (-23,49°, -47,45°)

Porto Alegre-RS (-30,07°, -51,20°)

1133,0

Nordeste

Cascavel-CE (-4,16°, -38,29°)

Salvador-BA (-12,97°, -38,50°)

1167,0

Itapecuru Mirim-MA (-3,41°, -44,13°)

Manaus-AM (-3,03°, -59,98°)

3453,0

Centro- Oeste

Sobradinho-DF (-15,58°, -47,87°)

Brasília-DF (-30,07º, -51,20°)

30,8

Sudeste

Santa Helena-SP (-20.79°, -47,89°)

São Paulo-SP (-23,55°, -46,63°)

358,0

Sul

Esteio-RS (-29,85°, -51,18°)

Porto Alegre-RS (-30,07°, -51,20°)

38,2

Nordeste

Laranjeiras-SE (-10,82°, -37,16°)

Salvador-BA (-12,97°, -38,50°)

330,0

Norte

Rondônia-RO (-8,79°, -63,78°)

Manaus-AM (-3,03°, -59,98°)

900,0

Região Blocos cerâmicos estruturais

Norte Argamassa industrializada

Fonte: Elaborada pelos autores (2015).

m FECO2 ECO2I x = A m A

(2)

Onde: m — massa (kg) A — área (m²) FEI — fator de consumo de energia (MJ/kg) FECO2 — fator de emissões de CO2 (kgCO2/kg) EII — energia incorporada na indústria (MJ/m²) ECO2I — emissões de CO2 na indústria (kg CO2/m²) O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

163-182

|

Janei ro-Junho 201 6


|

174

E N E R G I A I N C O R P O RA DA E E M IS S ÕE S DE C O 2

|

R.M . Sposto et al .

0,0302xDxm = C

(3)

Onde: D — distância de material transportado na trajetória de ida ou volta (km) m — massa de material transportado na ida ou volta (ton/m²) C — consumo aproximado de combustível relacionado ao transporte (litros/m²) 35,58xC = EIT

(4)

Onde: EIT — energia incorporada no transporte (MJ/m²) 3,15xC = ECO2T

(5)

Onde: ECO2T — emissões de CO2 no transporte (kg CO2/m²) EITOT = EII + EIT

(6)

Onde: EITOT — energia incorporada total (MJ/m²) ECO2TOT = ECO2I + ECO2T

(7)

Onde: ECO2TOT — emissões de CO2 totais (kg CO2/m²)

ANÁLISES E RESULTADOS Foram obtidos os valores de massa, EII e ECO2I, para a fachada em LSF, os quais foram comparados com a fachada FC (Figura 1). Em relação à FC, é possível observar que a fachada em LSF representa 17% da massa, 54% da EII e 60% da ECO2I. Para o caso do LSF, as guias e os montantes representam 79,0% da EII, o que era esperado, já que a energia incorporada do aço é maior que a do cimento. No caso da fachada convencional, os blocos cerâmicos estruturais representam 94,0% da EII, percentual elevado, principalmente devido à consideração da queima dos blocos à base de lenha. Para as ECO2I, observou-se uma contribuição de 53,3% das placas cimentícias no sistema de fachada em LSF e 81,5% dos blocos cerâmicos na fachada convencional. No caso do LSF, as placas cimentícias totalizaram 75% da massa total da fachada e os blocos cerâmicos estruturais representaram 58% da massa total da FC. Os valores

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

163-182

|

Jan eir o- Junho 2016


EN ER G IA IN COR PO R AD A E EMISSÕES DE CO 2

|

R.M. Sposto et al .

|175

900 800 700

Número

600 500 400 300 200 LSF

100

FC

0 Massa total (kg/m2)

EII (MJ/m2)

ECO2I (kg CO2/m2)

Variáveis

Figura 1 – Energia e emissões da indústria para fachada em Light Steel Framing (LSF) e fachada convencional. Fonte: Elaborada pelos autores (2015). Notas: ECO2I: Emissões de CO2 Iniciais; EII: Energia Incorporada Inicial; FC: Fachada Convencional.

obtidos para EIT, ECO2T, EITOT e ECO2TOT para LSF e FC são apresentados nas Figuras 2, 3, 4 e 5. Com relação à energia incorporada e emissões de CO2 relacionados ao transporte dos materiais, viu-se que as mesmas foram menores no sistema LSF em todas as regiões estudadas. A região Norte foi a que apresentou maiores valores de consumo de energia (EIT) e emissões de CO2 (ECO2T) e também maior diferença quando os dois sistemas construtivos foram comparados; já a região Sudeste foi a que apresentou os menores valores de EIT e ECO2T. De maneira geral, quanto maior a distância percorrida e a massa transportada, maior o consumo de combustível, impactando diretamente na EIT e ECO2T. Desta forma, as grandes diferenças verificadas nos valores de energia e emissões do LSF e fachada convencional foram resultados, principalmente, da massa do sistema de fachada convencional, que é aproximadamente seis vezes maior que a do LSF. Isso também aconteceu devido às longas distâncias do bloco cerâmico estrutural, uma vez que foi verificado serem poucas as empresas no país que estão classificadas no PSQ para esse tipo de bloco. Outro ponto a ser destacado é que, no presente estudo, foram consideradas somente as empresas em conformidade nos seus respectivos PSQ ou associações, o que pode ter aumentado as distâncias entre as fábricas e as obras. No entanto, é importante realizar a limitação de empresas a fim de comparar produtos certificados que apresentem desempenho e qualidade semelhantes. Na análise de EITOT e ECO2TOT, é possível verificar que o LSF apresentou menores valores, quando comparado à fachada convencional. Embora o aço tenha uma

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

163-182

|

Janei ro-Junho 201 6


|

176

E N E R G I A I N C O R P O RA DA E E M IS S ÕE S DE C O 2

|

R.M . Sposto et al .

700 600

EIT (MJ/m²)

500 400 300 200 100

LSF FC

0 Brasília-DF (Centro-Oeste)

São Paulo-SP (Sudeste)

Porto Alegre-RS (Sul)

Salvador-BA (Nordeste)

Manaus-AM (Norte)

Cidade (região)

Figura 2 – Energia consumida no transporte dos materiais para fachada de Light Steel Framing (LSF) e fachada convencional. Fonte: Elaborada pelos autores (2015). Notas: EIT: Energia Incorporada de Transporte; FC: Fachada Convencional.

60

ECO2T (kgCO2/m²)

50 40 30 20 10

LSF

0

FC Brasília-DF (Centro-Oeste)

São Paulo-SP (Sudeste)

Porto Alegre-RS (Sul)

Salvador-BA (Nordeste)

Manaus-AM (Norte)

Cidade (região)

Figura 3 – Emissões de CO2 geradas no transporte para fachada de Light Steel Framing (LSF) e fachada convencional. Fonte: Elaborada pelos autores (2015). Notas: ECO2TOT: Emissões de CO2 de Transporte; FC: Fachada Convencional.

energia incorporada superior à do cimento e à dos blocos cerâmicos, a massa do sistema em LSF é inferior à da fachada convencional, resultando em valores finais mais baixos. Outro fator, foi a questão dos transportes, pois, como foi visto, o LSF apresenta menores valores de energia e emissões relacionadas ao transporte para todas as regiões estudadas.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

163-182

|

Jan eir o- Junho 2016


EN ER G IA IN COR PO R AD A E EMISSÕES DE CO 2

|

R.M. Sposto et al .

|177

1600 1400 EITOT (MJ/m²)

1200 1000 800 600 400 LSF

200

FC

0 Brasília-DF (Centro-Oeste)

São Paulo-SP (Sudeste)

Porto Alegre-RS (Sul)

Salvador-BA (Nordeste)

Manaus-AM (Norte)

Cidade (região)

Figura 4 – Consumo de energia total para fachada de Light Steel Framing (LSF) e fachada convencional. Fonte: Elaborada pelos autores (2015). Notas: EITOT: Energia Incorporada Total; FC: Fachada Convencional.

120

ECO2TOT (kgCO2/m²)

100 80 60 40 20

LSF FC

0 Brasília-DF (Centro-Oeste)

São Paulo-SP (Sudeste)

Porto Alegre-RS (Sul)

Salvador-BA (Nordeste)

Manaus-AM (Norte)

Cidade (região)

Figura 5 – Emissões de CO2 totais para fachada de Light Steel Framing (LSF) e fachada convencional. Fonte: Elaborada pelos autores (2015). Notas: ECO2TOT: Emissões de CO2 Totais; FC: Fachada Convencional.

Por fim, vale destacar a grande influência da EII e ECO2I considerada constante para todas as regiões neste estudo. Foram calculados os percentuais da participação do consumo de energia e emissões de CO2 referentes ao transporte em relação à energia e emissões totais para cada sistema de fachada. Foram encontrados os valores listados na Tabela 5.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

163-182

|

Janei ro-Junho 201 6


|

178

E N E R G I A I N C O R P O RA DA E E M IS S ÕE S DE C O 2

|

R.M . Sposto et al .

TABELA 5 – Percentual do transporte em relação ao total de energia e emissões de CO2.

Relação CO2T/CO2TOT Relação CO2T/CO2TOT LSF (%) FC (%)

Relação EIT/EITOT LSF (%)

Relação EIT/EITOT FC (%)

Brasília-DF (Região Centro-Oeste)

2

13

2

15

São Paulo-SP (Região Sudeste)

3

6

4

8

Porto Alegre-RS (Região Sul)

6

19

6

21

Salvador-BA (Região Nordeste)

8

21

8

25

Manaus-AM (Região Norte)

35

44

36

49

Cidade e Região

Fonte: Elaborada pelos autores (2015). Notas: CO2T: Emissões de CO2 de Transporte; CO2TOT: Emissões de CO2 Totais; EIT: Energia Incorporada de Transporte; EITOT: Energia Incorporada Total; FC: Fachada Convencional; LSF: Light Steel Framing.

A partir dos valores encontrados, é possível verificar que a etapa de transporte impacta as regiões estudadas de diferentes formas, sendo menos representativa na região Sudeste e mais representativa na região Norte. Nota-se que para esta última o percentual do transporte chega próximo de 50% no caso da fachada convencional. Portanto, esses resultados chamam a atenção para a consideração das etapas de transporte nas avaliações do consumo de energia e emissões de CO2 relacionado ao ciclo de vida desses sistemas construtivos que, em muitos estudos, é desconsiderada. A constatação da importância da etapa de transporte verificada no presente estudo vai de encontro a alguns estudos internacionais, como o de Kellenberger e Althaus (2009), McGrath et al. (2013) e Cabeza et al. (2014), os quais defendem que a mesma pode ser desconsiderada nos estudos de energia e emissões de CO2. Vale ressaltar que esses pesquisadores avaliaram a realidade de diversos países ao redor do mundo, sem incluir, no entanto, casos brasileiros. O Brasil é um país com extensas faixas territoriais, apresentando regiões muito distintas umas das outras. Essa distinção vai desde as condições climáticas até o desenvolvimento tecnológico, o que impacta diretamente no setor da construção civil e nas consequências ambientais relacionadas ao setor. Portanto, a partir desses valores e para os sistemas de fachadas avaliados na presente pesquisa, a etapa de transporte não pode ser desconsiderada, principalmente se o estudo em questão estiver localizado na região Norte do país.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

163-182

|

Jan eir o- Junho 2016


EN ER G IA IN COR PO R AD A E EMISSÕES DE CO 2

|

R.M. Sposto et al .

|179

CONCLUSÃO Com relação ao consumo de materiais em massa e em volume, observou-se que sua determinação impacta diretamente os resultados de EITOT e ECO2TOT dos elementos de fachada estudados. Dessa forma, esses valores foram maiores para o sistema de fachada convencional, sendo que o mesmo apresentou uma massa cerca de seis vezes maior quando comparada ao LSF. Portanto, a massa de cada material utilizado nos sistemas LSF e fachada convencional serve como ponto de partida para a análise da energia incorporada e emissões de CO2 associadas aos sistemas. Destaca-se novamente a importância de estudar cada material constituinte de sistemas de fachada para poder medir sua influência no produto final. Além disso, foi possível observar que a variação nos processos de fabricação dos materiais impacta diretamente na EII e ECO2I dos materiais, gerando dispersões nos valores encontrados na literatura nacional e internacional. Com relação à energia e emissões iniciais dos materiais, a FC apresentou valores de EII e ECO2I cerca de duas vezes maior que o LSF. Na etapa de transporte, observou-se que a energia incorporada e as emissões foram menores para o LSF em todas as regiões estudadas. A região Norte foi a que apresentou maiores valores de EIT e ECO2T, enquanto a Sudeste apresentou os menores. Constatou-se que quanto maior for a distância percorrida e a massa transportada maior será o consumo de combustível, impactando diretamente nos valores de EIT e ECO2T. Outra conclusão importante deste estudo foi a constatação da importância da etapa de transporte no consumo de energia e emissões de CO2 para os sistemas construtivos estudados, podendo chegar a, aproximadamente, 50% para a região Norte. Por fim, este trabalho contribui com dados para inventário de ciclo de vida de materiais e componentes nacionais. Observa-se que outros estudos de levantamento de energia incorporada de fachadas são necessários a fim de levar em consideração os desempenhos térmico e acústico, o que, provavelmente, vai requerer maior quantidade de material ou de camadas no sistema LSF para o atendimento das diversas zonas bioclimáticas brasileiras. Além disso, outros estudos considerando o sistema convencional, com estrutura de concreto armado e blocos cerâmicos de vedação, também são importantes de serem realizados, além da análise de outros estados do Brasil.

agradecimentos Ao Programa de Pós-Graduação em Estruturas e Construção Civil da Universidade de Brasília por disponibilizar oportunidade para discussão do tema em suas linhas de pesquisa.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

163-182

|

Janei ro-Junho 201 6


|

180

E N E R G I A I N C O R P O RA DA E E M IS S ÕE S DE C O 2

|

R.M . Sposto et al .

REFERÊNCIAS AGOPYAN, V.; JONH, V.M. O desafio da sustentabilidade na construção civil. São Paulo: Blucher. v.5,

2011. (Série Sustentabilidade). ALCORN, J.; BAIRD, G. Use of hybrid energy analysis method for evaluating the embodied energy of

building materials. New Zealand: WREC, 1996. ASSOCIAÇÃO NACIONAL DA INDÚSTRIA CERÂMICA. Cerâmicas associadas. 2015. Disponível em:

<http://portal.anicer.com.br/psq/>. Acesso em: 22 jul. 2015. BERMANN, C. Energia no Brasil: para quê e para quem. Crise e alternativas para um país sustentável. 2.ed. São Paulo: Livraria da Física, 2003. BRASIL. Ministério de Minas e Energia. Balanço Energético Nacional 2013: relatório síntese ano base 2012. Brasília: Ministério de Minas e Energia, 2013. BRASIL. Ministério das Cidades. Programa Setorial da Qualidade. PSQ blocos cerâmicos. 2015a. Disponível em: <http://pbqp-h.cidades.gov.br/projetos_simac_psqs2.php?id_psq=72>. Acesso em 22 jul. 2015. BRASIL. Ministério das Cidades. Programa Setorial da Qualidade. PSQ Cimento Portland. 2015b.

Disponível em: < http://pbqp-h.cidades.gov.br/projetos_simac_psqs2.php?id_psq=72>. Acesso em: 24 jul. 2015. CABEZA, L.F. et al. Life cycle assessment (LCA) and life cycle energy analysis (LCEA) of buildings and the building sector: A review. Renewable and Sustainable Energy Reviews, v.29, p.394-416, 2014. CARMINATTI JÚNIOR, R. Análise do ciclo de vida energético de projeto de habitações de interesse social concebido em Light Steel Framing. 2012. Dissertação (Mestrado) — Programa de Pós-Graduação em Construção Civil, Universidade de São Carlos, São Carlos, 2012. CARVALHO, J. Análise de ciclo de vida ambiental aplicada à construção civil: estudo de caso: comparação entre cimentos Portland com adição de resíduos. 2002. Dissertação (Mestrado) — Escola Politécnica, Universidade de São Paulo, São Paulo, 2002. CENTRO BRASILEIRO DE CONSTRUÇÃO EM AÇO. Fabricantes de aço. 2015. Disponível em: <http:// www.cbca-iabr.org.br/guia-brasil-da-construcao-em-aco/busca-imprimir.php?bsc=ativar>. Acesso em: 21 jul. 2015. GOLDEMBERG, J.; LUCON, O. Energia, meio ambiente e desenvolvimento. 3.ed. São Paulo: USP, 2011. GOLDEMBERG, J.; VILLANUEVA, L.D. Energia, Meio ambiente e Desenvolvimento. 2.ed. São Paulo: USP, 2003. GONZÁLEZ, M.; NAVARRO, J. Assessment of the decrease of CO2 emissions in the construction field through the selection of materials: Practical case study of three houses of low environmental impact. Building and Environment, v.41, n.7, p.902-909, 2005. GOOGLE. Google Maps. 2015. Available from: <https://www.google.com.br/ maps?source =tldsi&hl=en>. Cited: Jul. 23, 2015. GRAF, G.F. Transmitância térmica e energia incorporada na arquitetura: sua relação nas superfícies do invólucro de uma edificação residencial unifamiliar conforme a Norma NBR 12721. 2011. Dissertação (Mestrado) — Programa de Pós-Graduação em Construção Civil, Universidade Federal do Paraná, Curitiba, 2011. HUBERMAN, N.; PEARLMUTTER, D. A life-cycle energy analysis of building materials in the Negev desert. Energy and Buildings, v.40, p.837-848, 2008. INSTITUTO BRASILEIRO DE INFORMAÇÃO EM CIÊNCIA E TECNOLOGIA. Diálogos setoriais no Brasil e União Europeia desafios e soluções para o fortalecimento da ACV no Brasil. Brasília: IBICT, 2015. JOHN, V.M. Materiais de construção e o meio ambiente. In: ISAIA, G. Materiais de construção civil e princípios de ciência e engenharia de materiais. São Paulo: Ibracon, 2010. p.97-121. KELLENBERGER, D.; ALTHAUS, H.J. Relevance of simplifications in LCA Building components. Building and Environment, v.44, n.4, p.818-825, 2009. KIM, K.H. A comparative life cycle assessment of a transparent composite façade system and a glass curtain wall system. Energy and Buildings, v.43, n.12, p.3436-3445, 2011.

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

163-182

|

Jan eir o- Junho 2016


EN ER G IA IN COR PO R AD A E EMISSÕES DE CO 2

|

R.M. Sposto et al .

|181

LEE, B.; TRCKA, M.; HENSEN, J. L. M. Embodied energy of building materials and green building rating systems: A case study for industrial halls. Sustainable Cities and Society, v.1, n.2, p.67-71, 2011. Maciel, A.C.F. Energia incorporada de fachadas ventiladas: estudo de caso para edificação habitacional em Brasília-DF. 2013. Dissertação (Mestrado) — Departamento de Engenharia Civil e Ambiental, Universidade de Brasília, Brasília, 2013. MCGRATH, T. et al. Retrofit versus new-build house using life-cycle assessment. Proceedings of the Institution of Civil Engineers — Engineering Sustainability, v.166, n.3, p.122-137, 2013. MITHRARATNE, N.; VALE, B. Life cycle analysis model for New Zelands houses. Building and Environment, v.39, p.483-492, 2004. MONAHAN, J.; POWELL, J. An embodied carbon and energy analysis of modern methods of construction in housing: A case study using a lifecycle assessment framework. Energy and Buildings, v.43, n.1, p.179-188, 2010. NABUT NETO, A.C. Energia incorporada e emissões de CO2 de fachadas: estudo de caso do steel frame para utilização em Brasília. 2011. Dissertação (Mestrado) — Departamento de Engenharia Civil e Ambiental, Universidade de Brasília, Brasília, 2011. OLIVEIRA, L.B. A influência do sistema de fachada viva em manta no ciclo de vida energético de uma residência unifamiliar em clima tropical. 2015. Dissertação (Mestrado) — Programa de Pós-Graduação em Construção Civil, Universidade Federal do Paraná, Curitiba, 2015. PALÁCIO, C.D.U. Energia incorporada de vedações para habitação de interesse social considerando-se o desempenho térmico: estudo de caso com utilização do light steel frame no entorno do DF. 2013. Dissertação (Mestrado) — Departamento de Engenharia Civil e Ambiental, Universidade de Brasília, Brasília, 2013. PEREIRA, M.F. Conteúdo energético e emissões de CO2 em coberturas verdes, de telha cerâmica e de fibrocimento: estudo de caso. 2014. Dissertação (Mestrado) — Centro de Tecnologia, Universidade Federal de Santa Maria, Santa Maria, 2014. RAKHSHAN, K.; FRIESS, W. A.; TAJERZADEH, S. Evaluating the sustainability of improved building insulation: A case study in the Dubai residential environment. Building and Environment, v.67, p.105-110, 2013. RODRIGUES, C.R.B. et al. Sistemas computacionais de apoio a ferramenta Análise de Ciclo de Vida do Produto (ACV). In: Encontro nacional de Engenharia de Produção, 28., 2008, Rio de Janeiro. Anais... Rio de Janeiro: Associação Brasileira de Engenharia de Produção, 2008. p.1-15. SOARES, S.R.; PEREIRA, S.W.; BREITENBACH, F.E. Análise do ciclo de vida de produtos cerâmicos da indústria de construção civil. 2002. Florianópolis: Universidade Federal de Santa Catarina, 2002. SPOSTO, R.M.; DO Ó, S.W. Management and technology for quality and sustainability of masonry components in Brasilia’s market. In: CIB W107 Construction in Developing Countries International Symposium “Construction in Developing Economies: New Issues and Challenges” 18-20. Santiago, Chile: 2006. STACHERA JR, T.; CASAGRANDE JR, E.F. Avaliação de emissões de CO2 na construção civil: um estudo de caso da habitação de interesse social no Paraná. In: Encontro Nacional sobre Gestão Empresarial e Meio Ambiente, 9., 2007, Curitiba. Anais... Curitiba: UFPR, 2007. p.1-13. TAVARES, S.F. Metodologia de análise do ciclo de vida energético de edificações residenciais brasileiras. 2006. Tese (Doutorado) — Programa de Pós-Graduação em Engenharia Civil, Universidade Federal de Santa Catarina, Florianópolis, 2006. THORMARK, C. The effect of material choice on the total energy need and recycling potential of a building. Energy and Buildings, v.41, p.1019-1026, 2006. WEN, T.J.; SIONG, H.C.; NOOR, Z.Z. Assessment of embodied energy and global warming potential of building construction using life cycle analysis approach: Case studies of residential buildings in Iskandar Malaysia. Energy and Buildings, v.93, n.15, p.295-302, 2015. ZABALZA, I.; CAPILLA, A.V.; USÓN, A.A. Life cycle assessment of building materials: Comparative analysis of energy and environmental impacts and evaluation of the eco-efficiency improvement potential. Building and Environment, v.46, n.5, p.1133-1140, 2010.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

163-182

|

Janei ro-Junho 201 6


|

182

E N E R G I A I N C O R P O RA DA E E M IS S ÕE S DE C O 2

R.M . Sposto et al .

ROSA MARIA SPOSTO | Universidade de Brasília | Programa de Pós-Graduação em Estruturas e Construção Civil | Departamento de Engenharia Civil e Ambiental | Asa Norte, 70900-000, Brasília, DF, Brasil | Correspondência para/Correspondence to: R.M. SPOSTO | E-mail: <rmsposto@unb.br>.

Recebido em 23/3/2015, reapresentado em 26/10/2015 e aprovado em 9/12/2015.

O c ul u m e n s .

|

LUCAS ROSSE CALDAS | Universidade de Brasília | Programa de Pós-Graduação em Estruturas e Construção Civil | Departamento de Engenharia Civil e Ambiental | Brasília, DF, Brasil. ABDALA CARIM NABUT NETO | Universidade de Brasília | Programa de Pós-Graduação em Estruturas e Construção Civil | Departamento de Engenharia Civil e Ambiental | Brasília, DF, Brasil.

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

163-182

|

Jan eir o- Junho 2016


NOTIONS DE L’URBANISME PAR L’USAGE De Francis Beaucire; Xavier Desjardins Paris: Publications de la Sorbonne, 2015

RESENHA | MARIANNA GOMES PIMENTEL CARDOSO “Não é nem uma antologia e nem um dicionário”, pontuam os autores na introdução de “Notions de l’urbanisme par l’usage”. A obra, publicada em outubro de 2015 e ainda não traduzida para o português, foi escrita por Francis Beaucire, professor emérito da Univer‑ sité Paris 1 Panthéon‑Sorbonne, e por Xavier Desjardins, mestre de conferências da mesma instituição e professor na Université Paris‑Sorbonne — Paris 4. Ela apresenta as definições fundamentais do urbanismo por meio de uma narrativa que funde as considerações de Beaucire e Desjardins às formulações conceituais de autores de referência da disciplina. O trabalho é estruturado em sete capítulos que levam o nome dos conceitos‑chave do tema (“Centralité”, “Milieu”, “Densité”, “Mixité”, “Espace public”, “Mobilité e Urba‑ nité”). Uma apresentação no início de cada um deles intenciona, segundo os autores, explicar as escolhas e atrair a atenção para os sentidos os quais podem se estabelecer nas combinações dessas noções. Definida como uma coleção de textos, a publicação tem por objetivo apresentar e colocar em debate as conceituações principais presentes na concepção e avaliação dos projetos urbanos e territoriais. Também é uma resposta às necessidades dos estudan‑ tes de urbanismo e planejamento, as quais se iniciam no convívio desses pensamentos, abarcando‑os de modo implícito na análise ou na elaboração dos seus projetos urbanos. Reunindo extratos de textos de autores diversos redigidos desde a metade do sécu‑ lo XIX até os dias atuais, esse compêndio temático‑conceitual convida tanto estudantes quanto pesquisadores mais experientes a uma reflexão por meio das noções maiores do urbanismo e de suas combinações possíveis. A vista panorâmica a partir da reunião das ideias mais conhecidas estabelece‑se nesse cruzamento de narrativas como um estímulo a um retorno às fontes originais e à formulação de novos olhares.

O cul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

183-185

|

Janei ro-Junho 201 6


|

184

N O T I O N S D E L’ U R B A NIS M E PA R L’US A GE | Resen h a

Em “Centralité, Polarité, nodalité”, os fragmentos de Paul Claval, Saskia Sassen, Marcel Roncayalo, Edmond About, Raymond Ledrut, Olivier Adam, Didier Vanoni e Eli‑ zabeth Auclair, René Schoonbrodt e Luc Maréchal e de Francis Ponge inserem a interação das dimensões nodal, polo e centro, sobrepostas na criação do fato urbano. Em “Milieu. Environnement, paysage, patrimoine”, a partir das abordagens de Max Sorre, Charles Bau‑ delaire, Georg Simmel, Gilles Clément, Augustin Berque, Aloïs Riegl, Françoise Choay, Marcel Roncayalo e Henri Lefebvre, a noção de lugar é colocada em questão. A essa discussão, incluem‑se as conexões das ambiências urbanas com os temas relativos à pai‑ sagem e ao patrimônio. Os conceitos de Le Corbusier, Émile Durkheim, Louis Wirth, Ulf Hannerz Yves Chalas, Geneviève Dubois‑Taine, René Schoonbrodt e Luc Maréchal aparecem em “Densité. Compacité, intensité”. A “densidade”, uma das palavras mais utilizadas pelos urbanistas, geógrafos e planejadores (BEAUCIRE & DESJARDINS, 2015, p.53), é in‑ serida sob uma ótica diversa, abrangendo aspectos sociais, econômicos, políticos, visões coletivas e individuais e até conexões com as ideias de desenvolvimento sustentável e as interações sociais. Em “Mixité. Diversité, Intégration, Proximité”, incorporam‑se as noções centrais do urbanismo de acordo com Beaucire e Desjardins. A partir dos pensamentos de Walter Benjamin, Georges Perec, Bernardo Secchi, René Schoonbrodt e Luc Maréchal, Isaac Jo‑ seph, Jacques Donzelot e de Stefan Zweig, trazendo o foco do debate para o planejamento, a discussão agrega os temas funcionalismo, higienismo, desenvolvimento sustentável e gentrificação, aspirando uma discussão crítica na formulação do espaço. Não menos importante é o conceito Espace public, evidenciado por Thierry Pa‑ quot, Georges Perec, EugèneHénard, Colin Buchanan, Jane Jacobs, Pierre Sansot, Henri Lefebvre, Mike Davis, OrhanPamuk e Jean‑Claude Monod. Visto como um lugar que permite a mixitée a urbanité, Beaucire e Desjardins procuram, com a seleção proposta, estabelecer múltiplas ligações entre o espaço público e a diversidade social. Tem‑se em “Mobilité. Motilité, accessibilité” as reflexões de Éric Le Breton, Vincent Kaufmann, Robert Ezra Park, Ivan Illich, Sylvie Fol e Isaac Joseph, que versam, entre outras questões, sobre as abordagens comuns a entendimentos de planificação espacial, redes de transporte e planejamento do espaço público. Por fim, Urbanité encerra o “pa‑ norama urbanístico” com os textos de Jean Giraudoux, Barbara Allen e Michel Bonetti, JulienGracq, René Schoonbrodt e Luc Maréchal, Marcel Roncayalo, Thomas Sieverts e Philippe Genestier. Partindo da etimologia, que indica “civilidade”, a discussão em torno da urbanidade proposta por Beaucire e Desjardins atravessa questões temporais e aborda as integrações sociais e culturais no contexto urbano. Após esse percurso tão diverso, o fim do livro apresenta uma conclusão nada tra‑ dicional. Em vez de um texto conclusivo estandartizado, são apresentados pequenos pa‑ rágrafos acompanhados de “esquemas conceituais”. Em formatos de diagrama, inseridos

O c ul u m e n s .

|

C a m p i nas

|

13(1)

|

183-185

|

Jan eir o- Junho 2016


N O TION S DE L’ U R B AN ISME PAR L’ U SAG E | R esenha

|185

dentro de cada uma das noções trabalhadas, esses esquemas desenham conjuntos temá‑ ticos e os conectam por meio de setas, círculos e pontilhados. Essa “conclusão visual” encerra esse pequeno livro de pouco mais de 100 páginas que percorre, de maneira transversal, os conceitos fundamentais do urbanismo. “Notions de l’urbanisme par l’usage” pode não ambicionar ser uma antologia, mas os pequenos frag‑ mentos dos escritos selecionados adicionados às reflexões dos autores certamente nos oferecem o que ambicionam: microcolisões entre os textos nos quais é possível ver os afrontamentos de uso e de significação provenientes dessas confrontações.

REFERÊNCIA BEAUCIRE, F.; DESJARDINS, X. Notions de l’urbanisme par l’usage. Paris: Publications de la Sorbon‑

ne, 2015.

MARIANNA GOMES PIMENTEL CARDOSO | Universidade Federal do Tocantins | Curso de Arquitetura e Urbanismo | Av. NS 15, Quadra 109 Norte, Bloco Bala II, Plano Diretor Norte, 77001‑090, Pal‑ mas, TO, Brasil | E‑mail: <mariannagpc@gmail.com>.

Ocul um ens.

|

Campi nas

|

13(1)

|

183-185

|

Recebido em 5/2/2016, reapresentado em 11/4/2016 e aprovado em 11/5/2016.

Janei ro-Junho 201 6



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.