Padres e Hijos en CONÉCTATE

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ÍNDICE DE ARTÍCULOS SOBRE PADRES E HIJOS EN CONÉCTATE ARTÍCULO Tómate Tiempo Para Reír y Amar Un Pequeño Emisario del Cielo El Señalador El Amor Visto a Través de los Ojos de un Niño Un Niño Los Pastoreará Almuerzo con Dios Los Niños Son Para Siempre Colaboración Entusiasta de los Niños Se Buscan Padres de Verdad Qué Hacer Cuando Ya No Sabes Qué Hacer Cuatro Bebitos Una Promesa Para Ti y Para Tus Hijos Lidiar con lo Inesperado Una Mermelada Memorable Mi Pequeñita Madres de Verdad Reflexiones Sobre las Madres El Amor es La Solución Padres Millonarios Mujer Fuerte Interiormente Gracias Papá…Gracias Mamá ¿Por qué Temer el Futuro? ¿Amargura o Ternura? Lo que Puede el Amor de Los Padres Para Padres de Adolescentes Los Hijos Son Para Toda La Vida El Conflicto Generacional El Valor de Los Ratos en Familia Los Padres y La Oración A Través de Los Ojos de Un Niño Cuando Se Confunden Juego y Trabajo El Llamamiento de Una Madre Minutos Que Cuentan Formar Familia Otra Vez Diez Cosas Que Todo Padre de Adolescente Debe Saber Inclúyeme Amor Maternal Sin Límites Preciosa Maternidad Esa Maravilla Llamada Mamá

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Dones para Toda La Vida Entrevista con Mamá Cualidades de Un Buen Matrimonio ¿Verdad que Es Estupendo? Respuestas a Tus Interrogantes Secretos Para Ser Buenos Padres A Todas Las Madres: ¡Gracias! ¡Glafafo! Amor y Disciplina Un Mundo Perfecto Influencia Un Hogar Más Feliz Padres Imperfectos Enseñar a Los Niños a Ser Considerados Panqueques con Crema Consejos Para Padres La Mejor Inversión de Cara a Los Hijos El Lado Malo de Los Entretenimientos Modernos Formar Mediante el Ejemplo Yo Llegué Primero El Mar y La Ansiedad No es Ninguna Molestia La Solución de Giovanna La Fe de un Niño Momentos Mágicos Desde Temprana Edad Una Maestra Singular Qué Hacer Cuando Nos Sentimos Derrotados Juntos en La Cuerda Floja Una Familia Unida El Abecé de Los Padres La Importancia de Usar Ambas Manos La Evolución de Una Madre Mi Hijo de Dos Años, el Osito y Jesús El Día en que se Rompió la Sillita El Regalo Perfecto El Amor Visto desde los Ojos de Los Niños Dios en Carne y Hueso Padres de Verdad El Oficio de Padre Chicos Seguros de Sí Mismos Efecto a Largo Plazo

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Gracias, Papá ¿Comprender a Dios? Ahora lo Veo Busca lo Positivo Encamínalos El Rompecabezas No Basta con Empatizar El Consejo de Papá Cualidades de un Buen Papá Cuidado con el Megapillo El Paquete Crecer Juntos Un Mundo Imperfecto La Decisión de Una Madre Lección Gratuita

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ÍNDICE ALFABÉTICO ARTÍCULO A Todas Las Madres: ¡Gracias! A Través de Los Ojos de Un Niño Ahora lo Veo Almuerzo con Dios ¿Amargura o Ternura? Amor Maternal Sin Límites Amor y Disciplina Busca lo Positivo Chicos Seguros de Sí Mismos Colaboración Entusiasta de los Niños ¿Comprender a Dios? Consejos Para Padres Crecer Juntos Cualidades de Un Buen Matrimonio Cualidades de un Buen Papá Cuando Se Confunden Juego y Trabajo Cuatro Bebitos Cuidado con el Megapillo Desde Temprana Edad Diez Cosas Que Todo Padre de Adolescente Debe Saber

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Dios en Carne y Hueso Dones para Toda La Vida Efecto a Largo Plazo El Abecé de Los Padres El Amor es La Solución El Amor Visto a Través de los Ojos de un Niño El Amor Visto desde los Ojos de Los Niños El Conflicto Generacional El Consejo de Papá El Día en que se Rompió la Sillita El Lado Malo de Los Entretenimientos Modernos El Llamamiento de Una Madre El Mar y La Ansiedad El Oficio de Padre El Paquete El Regalo Perfecto El Rompecabezas El Señalador El Valor de Los Ratos en Familia Encamínalos Enseñar a Los Niños a Ser Considerados Entrevista con Mamá Esa Maravilla Llamada Mamá Formar Familia Otra Vez Formar Mediante el Ejemplo ¡Glafafo! Gracias Papá…Gracias Mamá Gracias, Papá Inclúyeme Influencia Juntos en La Cuerda Floja La Decisión de Una Madre La Evolución de Una Madre La Fe de un Niño La Importancia de Usar Ambas Manos La Mejor Inversión de Cara a Los Hijos La Solución de Giovanna Lección Gratuita Lidiar con lo Inesperado Lo que Puede el Amor de Los Padres Los Hijos Son Para Toda La Vida

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Los Niños Son Para Siempre Los Padres y La Oración Madres de Verdad Mi Hijo de Dos Años, el Osito y Jesús Mi Pequeñita Minutos Que Cuentan Momentos Mágicos Mujer Fuerte Interiormente No Basta con Empatizar No es Ninguna Molestia Padres de Verdad Padres Imperfectos Padres Millonarios Panqueques con Crema Para Padres de Adolescentes ¿Por qué Temer el Futuro? Preciosa Maternidad Qué Hacer Cuando Nos Sentimos Derrotados Qué Hacer Cuando Ya No Sabes Qué Hacer Reflexiones Sobre las Madres Respuestas a Tus Interrogantes Se Buscan Padres de Verdad Secretos Para Ser Buenos Padres Tómate Tiempo Para Reír y Amar Un Hogar Más Feliz Un Mundo Imperfecto Un Mundo Perfecto Un Niño Los Pastoreará Un Pequeño Emisario del Cielo Una Familia Unida Una Maestra Singular Una Mermelada Memorable Una Promesa Para Ti y Para Tus Hijos ¿Verdad que Es Estupendo? Yo Llegué Primero

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Sara฀Kelley,฀misionera฀en฀África฀Oriental y฀madre฀de฀cinco฀hijos฀

Tómate tiempo para reír y amar

Criar CON EL corazón

Nota฀de฀la฀Redacción:฀Nos฀complace฀presentarles฀esta฀nueva฀sección฀ de฀nuestra฀revista,฀en฀la฀que฀ofreceremos฀regularmente฀a฀los฀padres฀ consejos,฀enseñanzas฀y฀relatos฀reconfortantes฀sobre฀la฀crianza฀de฀los฀ primorosos฀niños฀con฀que฀nos฀ha฀bendecido฀el฀Señor. 10

Mis฀tres฀hijas฀menores฀estaban฀de฀lo฀más฀ contentas.฀Desde฀hacía฀una฀semana฀teníamos฀ programada฀una฀excursión฀a฀la฀playa฀y฀inalmente฀había฀llegado฀el฀tan฀ansiado฀día.฀En฀el฀ último฀momento฀le฀pedí฀a฀una฀amiga฀que฀fuera฀ en฀mi฀lugar฀porque฀yo฀tenía฀mucho฀que฀hacer.฀ «Al฀menos฀eso฀me฀dejará฀tiempo฀para฀todas฀ esas฀cosas฀que฀hace฀rato฀que฀tengo฀pendientes»,฀pensé฀mientras฀juntaba฀ropa฀para฀lavar฀y฀ remendar฀y฀mi฀costurero.฀Unos฀minutos฀más฀ tarde,฀desde฀la฀ventana,฀vi฀cómo฀llegaba฀mi฀ amiga฀y฀se฀marchaba฀con฀aquellas฀chiquillas฀ llenas฀de฀expectativas฀de฀un฀día฀inolvidable.฀ Las฀niñas฀se฀despidieron฀desde฀el฀auto: —¡Chao,฀mami!฀¡Que฀te฀diviertas!฀ «¡¿Divertirme?!฀Si฀supieran฀lo฀que฀tengo฀programado฀para฀hoy฀—dije฀para฀mis฀adentros—.฀ Supongo฀que฀no฀me฀vendrá฀mal฀pasar฀unas฀horas฀ hoy฀a฀solas.»฀Curiosamente,฀sin฀embargo,฀si฀me฀ pongo฀a฀limpiar฀o฀a฀hacer฀alguna฀tarea฀o฀diligencia฀cuando฀me฀correspondería฀estar฀jugando฀con฀ mis฀hijas,฀por฀lo฀general฀rindo฀mucho฀menos฀de฀ lo฀que฀esperaba.฀De฀todos฀modos,฀ésa฀es฀también฀ la฀labor฀de฀una฀madre,฀¿no? Me฀quedé฀sentada฀pensando฀en฀castillos฀de฀ arena฀y฀niños฀riendo.฀Me฀imaginé฀a฀la฀más฀ pequeña฀corriendo฀por฀la฀orilla฀mientras฀las฀ mayores฀saltaban฀por฀encima฀de฀las฀olitas฀que฀ venían฀a฀morir฀en฀la฀playa.฀¡Cómo฀les฀encanta฀ chapotear฀y฀caerse฀en฀el฀agua!฀Oré฀para฀que฀no฀ sufrieran฀ningún฀accidente฀y฀lo฀pasaran฀muy฀ bien.฀No฀había฀transcurrido฀una฀hora฀y฀ya฀las฀ extrañaba.฀Ansiaba฀el฀momento฀en฀que฀llegaran฀y฀me฀contaran฀todo฀lo฀que฀habían฀hecho. Me฀detuve฀a฀hacer฀una฀pequeña฀oración.฀ «Jesús,฀¡me฀has฀bendecido฀con฀unas฀niñas฀ tan฀alegres฀y฀hermosas!฀Tu฀Palabra฀dice฀que฀ herencia฀del฀Señor฀son฀los฀hijos*.฀¡No฀podrías฀ haberme฀dado฀una฀mejor!฀¡Gracias฀por฀estas฀ preciosas฀niñas!»฀[*Salmo฀127:3] • Cuando฀volvieron,฀salí฀a฀recibirlas. —Muchas฀gracias฀por฀llevarlas฀—le฀dije฀a฀ mi฀amiga—.฀Tenía฀tanto฀que฀hacer… —Ellas฀dicen฀que฀a฀ti฀también฀te฀gusta฀ mucho฀la฀playa฀—me฀respondió. —Pero฀mamá฀está฀muy฀ocupada฀para฀divertirse฀—interrumpió฀la฀más฀pequeña. onéctate n°16

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Luego฀llegó฀la฀hora฀de฀bañarse.฀Las฀tres฀niñas฀se฀ apiñaron฀en฀la฀bañera,฀y฀yo฀me฀enfrasqué฀en฀las฀tareas฀ de฀siempre:฀sacar฀ropa฀limpia,฀echar฀la฀usada฀en฀el฀ canasto฀de฀la฀ropa฀sucia,฀recoger฀todo฀lo฀que฀habían฀ dejado฀regado.฀Todo฀el฀tiempo,฀aquellas฀palabras฀resonaban฀en฀mis฀oídos:฀«Mamá฀está฀muy฀ocupaba฀para฀ divertirse». —Hoy฀hicimos฀un฀castillo฀de฀arena฀gigantesco!฀ —exclamó฀Kimberly—.฀¡Tendrías฀que฀haberlo฀visto,฀ mamá!฀¡Le฀habrías฀sacado฀una฀foto! «¿Qué฀estoy฀haciendo?฀—me฀pregunté—.฀Todos฀los฀ días฀mis฀hijas฀disfrutan฀de฀la฀vida฀plenamente,฀tal฀ como฀Dios฀quiere,฀con฀todas฀sus฀enseñanzas฀y฀aventuras,฀y฀sobre฀todo฀divirtiéndose.฀¿Cuál฀es฀mi฀papel฀en฀ eso?฀¿Qué฀recordarán฀más฀de฀mí฀cuando฀piensen฀en฀su฀ niñez?฀¿Dónde฀estaba฀yo฀a฀la฀hora฀de฀la฀diversión?»฀ Eché฀mano฀de฀un฀pote฀de฀crema฀de฀afeitar฀y฀mientras฀construía฀un฀castillo฀de฀espuma฀de฀proporciones฀ inusitadas฀sobre฀el฀borde฀de฀la฀bañera,฀les฀pregunté:฀ —¿Qué฀les฀parece฀este฀castillo? Me฀miraron฀con฀ojos฀como฀platos. —¡Mamá฀está฀haciendo฀un฀desastre!฀—susurró฀ Darlene฀a฀sus฀hermanas,฀que฀observaban฀atónitas. Acto฀seguido,฀procedimos฀a฀hacernos฀pelucas฀de฀ espuma,฀escribimos฀nuestros฀nombres฀en฀letra฀cursiva฀ en฀los฀azulejos฀y฀nos฀hicimos฀unas฀largas฀barbas฀blancas฀como฀la฀de฀Papá฀Noel.฀Había฀espuma฀por฀todos฀ lados.฀Y฀nos฀turnamos฀sacando฀fotos฀que฀atesoraremos฀ para฀siempre.฀¿Que฀si฀nos฀divertimos?฀Nos฀reímos฀a฀ carcajadas฀hasta฀que฀nos฀dolía฀el฀estómago. •

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Esa฀noche฀cenamos฀un฀poco฀ tarde,฀y฀como฀de฀costumbre฀no฀ terminé฀todas฀las฀tareas฀que฀había฀ programado฀para฀aquel฀día.฀Ya฀ no฀me฀gusta฀la฀palabra฀ocupada,฀ pues฀he฀abusado฀de฀ella.฀Claro฀ que฀no฀hay฀que฀descuidar฀los฀ quehaceres;฀pero฀mis฀hijas฀ necesitan฀una฀madre฀amorosa฀ y฀divertida฀más฀que฀una฀ habitación฀impecable฀o฀la฀ropa฀ perfectamente฀doblada฀y฀ remendada.฀Mis฀hijas฀perciben฀mi฀amor฀mucho฀más฀en฀ el฀tiempo฀que฀paso฀con฀ellas฀ que฀en฀lo฀que฀hago฀por฀ellas.฀ Siempre฀habrá฀tareas฀que฀ hacer,฀pero฀he฀tomado฀conciencia฀de฀cuánto฀necesitan฀y฀aprecian฀los฀niños฀ un฀momento฀espontáneo฀ de฀esparcimiento฀y฀unas฀ cuantas฀carcajadas฀ juntos.฀Yo฀también.฀O 11

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un pequeño emisario del cielo Marianne y Jerry Paladino

a siguiente es la historia de nuestro hijo Gabriel, que nació con síndrome de Down y fue sin lugar a dudas uno de esos pequeños emisarios del Cielo. Aunque no vivió más que dos años y cuatro meses en la Tierra, el Señor se valió de él para conmover muchos corazones e impartirnos valiosas enseñanzas acerca del amor, la fe, las convicciones, la perseverancia, la compasión, la humildad, la valentía, la oración y la enorme verdad contenida en Romanos 8:28: «Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien». Cuando los médicos nos informaron que Gabriel tenía síndrome de Down nos costó mucho aceptarlo. Sin embargo, al orientarnos más sobre el tema, descubrimos lo especiales que son los niños mongólicos. Y claro, una vez que fuimos conociendo más profundamente a Gabriel y gozando de su espíritu angelical, lo veíamos menos como un niño retardado, sospechando en cambio que éramos como aquellas personas que, al decir de la Biblia, «sin saberlo, hospedaron

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ángeles» (Hebreos 13:2). Desde su nacimiento, Gabriel tuvo varios impedimentos físicos. Obviamente su cuerpecito no fue concebido para durar mucho tiempo. Funcionaba mediante la gracia de Dios y grandes dosis de oración ferviente y alabanza. Cada día era un milagro, un regalo. Compilamos una lista de versículos de la Biblia para invocarlos por la salud y la fortaleza del nene, y nos referíamos a ella con frecuencia. La promesa que más reclamábamos era «Él da vigor al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas» (Isaías 40:29). El Señor sin duda cumplió esa promesa en Gabrielito. Cuando tenía seis meses de edad, contrajo una tos muy grave. Al acudir afanosamente al Señor por la salud de nuestro hijo, Él nos indicó que se proponía enseñarnos perseverancia. Escudriñamos la Biblia para averiguar concretamente a qué se refería y nos infundió mucho aliento descubrir que dicha virtud había contribuido a forjar a muchos hombres y mujeres de fe, convirtiéndolos en las 3

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personas que Dios quería que fueran. No podíamos limitarnos a orar una sola vez y darlo por hecho. Teníamos que bregar en oración y no dejar de acudir al Señor de todo corazón. Cuando nos dimos cuenta de ello y comenzamos a hacer lo que Dios nos pedía, Él hizo la parte que le correspondía: sanó a Gabriel de aquella tos que ponía en peligro su vida. Con cada crisis, el Señor nos enseñaba algo nuevo sobre la curación y la oración ferviente. Normalmente lo hacía ayudándonos a aplicar algo que habíamos leído en Su Palabra. Nos hallábamos en una etapa completamente nueva de nuestra vida, llena de lecciones que no podríamos haber aprendido de ninguna otra forma. Muchas veces deseábamos ser nosotros los que sufrieran en lugar de nuestro hijo, pero con el tiempo nos dimos cuenta de que —como de costumbre— Dios sabía lo que hacía, pues la verdad es que luchamos espiritualmente por Gabriel con mayor ahínco del que habríamos tenido si hubiéramos estado luchando por nosotros mismos. En muchas ocasiones tuvimos que emplear la Palabra para no dejarnos vencer por la impresión de que aquella batalla era demasiado encarnizada o que nos habíamos acarreado aquella situación a causa de errores y pecados cometidos, y que por lo tanto nos merecíamos ese castigo. En todo momento el Señor nos

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consoló y nos concedió las fuerzas que necesitábamos. Para nosotros Gabriel fue un pequeño emisario del Cielo. Lo que más dicha le proporcionaba eran los libros, sobre todo las biblias ilustradas. Los dibujos de Jesús siempre lo hacían sonreír. También le encantaba que le entonáramos canciones acerca de Jesús, las cuales representaba con sencillos gestos y ademanes. Tenía un espíritu hermoso y puro, como el de una mariposa que aguarda en su capullo a ser liberada. Aunque desde el comienzo el Señor nos fue preparando el corazón para el día en que llamara a Gabriel al Cielo, nos apegamos mucho a él. Tal vez fue porque se trataba de un niño diferente, o quizá porque desde el principio éramos conscientes de que lo teníamos «como un préstamo del Cielo», con un carácter más temporal aún que nuestros demás hijos. Un día, estando Gabriel particularmente debilitado a causa de la varicela, empezó a dar señales de que iba a sufrir convulsiones. Así las cosas, lo llevamos al hospital para someterlo a un examen. Durante el chequeo médico de rigor, Gabriel perdió el conocimiento. Mientras los doctores procuraban despertarlo, sacamos nuestro himnario. Al abrirlo dimos

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con la canción Con la alborada. Interpretamos que aquella era una señal divina de que Gabriel partiría al Cielo. Nunca recuperó el conocimiento. Si bien nos embargó una tremenda sensación de pérdida, el Señor nos consoló como solo Él es capaz de hacerlo. ¿Qué más podíamos pedir que la certeza de que Gabriel estaba sano y feliz, y que su sufrimiento había concluido? La partida de Gabrielito hizo que el Cielo se volviera mucho más real para nosotros. Naturalmente, ya creíamos en el Cielo y aguardábamos con ansias explorar algún día toda su belleza y misterios. Pero desde que Gabriel está instalado allá, cada vez lo consideramos más nuestro Hogar y nos desapegamos más de las cosas de esta vida. Nunca volvimos a ser los mismos después que nuestro niño especial nos visitó desde el Cielo. Gabriel en realidad nunca fue nuestro. Más bien fue un emisario que vino para cumplir una misión en nosotros: la de fundir nuestros corazones y enseñarnos los verdaderos valores de la vida. • Durante las exequias del niño, alguien tuvo una visión de una mari-

posa que salía de su capullo. Se podría decir que en vida Gabrielito fue una pequeña oruga, aunque ni siquiera aprendió a gatear y a desplazarse como lo hacen las orugas. Ahora, en cambio, se ha tornado una bella mariposa que levantó vuelo hacia la libertad. Una semana después, Jerry compuso una canción basada en aquella visión: Mi tesoro.

MI TESORO Jerry Paladino Recuerdo aún los días en que el sol brilló sobre aquel tesoro que en la Tierra tuve yo. Siempre sonreía cual ángel en disfraz; mas hoy siento nostalgia: mi tesoro ya no está. Estoy feliz, porque tú estás feliz: te has ido al Cielo junto a Dios. Ya pasó el sufrimiento, tu carrera terminó: ¡mi bella mariposa ya voló! Doy gracias a los Cielos por concederme a mí vivir junto a aquel ángel de quien tanto yo aprendí. Y ahora que se ha ido, por siempre estará conmigo hasta encontrarnos en aquel bello lugar. Sé que mi tesoro bien cuidado está. Para mí hoy el Cielo es una realidad. Y lo que me retiene aquí, en este lugar, no son sino aquellos que hoy debo rescatar. Estoy feliz, porque tú estás feliz: te has ido al Cielo junto a Dios. Ya pasó el sufrimiento, tu carrera terminó: ¡mi bella mariposa ya voló! ❑

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Criar con el corazón

el señalador Jasmine St. Clair stoy sentada mirando el costado de la pantalla de mi ordenador, donde coloqué uno de los señaladores más bonitos que haya tenido. Presenta un dibujo de una madre con su hijo en brazos, y debajo hay una frase de Charles Dickens, que dice: «No es ninguna insignificancia que nos amen quienes hace tan poco estaban con Dios». Cuando leí esa frase, me emocioné profundamente. Decidí emplear ese señalador para mi próxima lectura. Por desgracia, se me olvidó guardarlo en un lugar seguro. Quedó sobre mi escritorio, a mitad de camino de la grandeza, justo al alcance y a la vista de una personita muy simpática —mi hija de tres años—, que al descubrirlo,¡le echó mano! Este señalador es uno de esos que tienen, en la parte superior, un corte en forma de u, para engancharlo en la página y evitar que se caiga. Cuando pillé a mi hija, ya le había dado un tironcito al señalador y lo había roto. Yo, claro está, sabía que la niña no tenía intenciones de romperlo: lo agarró por pura curiosidad. Sin embargo, me alteré un poco dado el valor sentimental que había adquirido para mí aquel señalador. Le arrebaté los trozos de la mano y los puse a un lado. Más tarde, cuando la nena estaba ya acostada, tomé los dos trozos y volví a leer aquella frase. De pronto, reviví toda la experiencia bajo un nuevo prisma. ¿Tenía que ser perfecto aquel señalador para conservar su profundo significado? Podía pegarlo con cinta adhesiva y quedaría como nuevo. Hasta era posible que quedara mejor que antes, pues presentaría una nueva característica: la huella de esas manitos que tanto quiero. El señalador tiene ahora doble valor para mí, aun con cinta adhesiva y todo. ❑

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KIMBERLY, 3 años

Esforcémonos por ver las cosas como deberían ser; y siendo que vivimos en un mundo imperfecto, gloriémonos sin mayores exigencias en esa imperfección. Que cada uno de los ladrillos con que edificamos nuestra jornada descanse sobre otro, hasta dar forma a una vida rica y plena, no basada en la lúcida belleza de la perfección, sino en la riqueza del amor. J.S.C

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«Si uno quiere aprender a amar más, tiene que empezar por un amigo al que no aguanta.»

El

amor visto a través de los ojos de los niños UNOS SOCIÓLOGOS formularon la siguiente pregunta a un grupo de niños de cuatro a ocho años: «¿Qué es el amor?» Sus respuestas fueron más amplias y profundas de lo que habría cabido imaginar. Que cada cual saque sus conclusiones. «El amor es lo que sientes antes que se te metan todos los pensamientos malos.» «Amor es lo que sentimos en Navidad en el cuarto cuando dejamos de abrir regalos y escuchamos.» «Cuando alguien te quiere, dice tu nombre de otra manera. Y sabes que va a hablar bien de ti.» «Amor es salir a comer con alguien y darle la mayor parte de tus papas fritas sin obligarle a que te dé una parte de las suyas.» «Si alguien te trata mal y te enojas, pero no le gritas para que no se moleste, eso es amor.»

«El amor es lo que nos hace sonreír cuando estamos cansados.» «Amor es que mi mamá vea a mi papá sudoroso y maloliente, y aun así le diga que es más atractivo que Robert Redford.» «El amor es cuando dos personas están siempre besándose. Y cuando se cansan de besarse, igual quieren estar juntas y hablar más. Mis papás son así.» «Cuando a mi abuela le dio artritis, ya no podía agacharse para pintarse las uñas de los pies. Ahora se las pinta mi abuelo, aunque también tiene artritis en las manos. Eso es amor.»

«A veces le cuentas a alguien algo malo de ti y tienes miedo de que ya no te quiera. Pero luego te sorprende que esa persona no sólo te siga amando, sino que te quiera aún más.» «Hay dos clases de amor, el nuestro y el de Dios. Pero Dios es el que hace las dos clases de amor.» «Amor es, por ejemplo, que una viejita y un viejito sigan siendo amigos aunque se conozcan muy bien.» «Mi mamá me quiere más que nadie. Es la única que por la noche me da un beso cuando me acuesto.» «Amor es que mi mamá le dé a mi papá la mejor presa del pollo.» «Amor es que tu cachorrito se ponga muy contento al verte, aunque lo hayas dejado solo todo el día.» «Las tarjetas que venden en las tiendas dicen lo que nos gustaría decir, pero que ni muertos diríamos.» «No debemos decir: “Te quiero” si no lo sentimos. Pero si lo sentimos debemos decirlo mucho, porque a la gente se le olvida.» «Cuando crucificaron a Jesús, Dios podría haber dicho unas palabras mágicas para que se cayeran los clavos, pero no lo hizo. Eso es amor.» Anónimo

conéctate Febrero de 2002

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un

niño los pastoreará ¿En qué medida puede influir una palabra, o una frase? Cada uno de nosotros tiene la capacidad de dejar en otro ser humano una huella que perdure para siempre y que lo acerque al reino de Dios.

EL CIRUJANO SE SENTÓ a un lado de la cama del niño. Los padres del pequeño estaban al otro lado. —Mañana, muy temprano —empezó a explicar el galeno—, te abriré el corazón... —Ahí encontrará a Jesús —interrumpió el niño. El cirujano, molesto, levantó la vista antes de añadir: —Te abriré el corazón para ver qué tan dañado está... —Cuando me abra el corazón, encontrará a Jesús —repitió el pequeño. El médico volvió la vista hacia los padres del niño, que permanecían en silencio, y prosiguió con la explicación. —Cuando vea qué tan grave es el daño que tienes, te volveré a cerrar el corazón y el pecho. Luego veré qué podemos hacer. —Encontrará a Jesús en mi corazón —insistió el muchachito—. La Biblia dice que vive ahí. Todos los himnos que cantamos dicen que vive ahí. Lo encontrará en mi corazón. El cirujano había llegado al límite de su paciencia. —Te diré lo que voy a encontrar en tu corazón: tejido dañado, circulación insuficiente y vasos sanguíneos debilitados. Entonces veré si puedo hacer algo para que te pongas mejor. —También encontrará a Jesús. Él vive ahí —reiteró el niño. El cirujano se marchó. Después de la operación, el médico

conéctate Junio de 2002

se sentó en su consultorio a grabar el resultado de la intervención quirúrgica: «Aorta dañada, vena pulmonar dañada, degeneración muscular generalizada. No es viable un transplante. No hay esperanza de cura. Tratamiento: analgésicos, guardar cama y reposo. Pronóstico...» Hizo una pausa antes de agregar: «Un año de vida». En ese punto terminó de grabar, pero no de hablar. —¿Por qué? —preguntó en voz alta—. ¿Por qué, Dios mío, has hecho esto? Trajiste a ese niño a la Tierra, lo haces pasar por este sufrimiento y lo condenas a una muerte temprana. ¿Por qué? El Señor respondió: —El chico es un corderito Mío. Nunca tuve la intención de dejarlo en tu redil por mucho tiempo, pues pertenece y siempre pertenecerá a Mi rebaño. En Mi redil eterno no padecerá dolor; además, no te imaginas en qué medida será consolado. Algún día sus padres volverán a estar con él aquí en el Cielo. Tendrán paz, y Mi rebaño seguirá creciendo. Aunque el cirujano lloró con intensidad, más intenso fue el enojo que lo invadió. —Creaste a ese niño y también su corazón. En unos meses estará muerto. ¿Por qué? El Señor respondió: —Mi cordero volverá a su redil, pues habrá cumplido su misión. No lo puse en tu redil para que se perdiera, sino para rescatar a una oveja perdida. El cirujano sollozaba inconteniblemente. Más tarde, se volvió a sentar junto al lecho del pequeño. Los padres estaban sentados al otro lado de la cama. El niño despertó y preguntó en voz baja: —¿Me abrió el corazón, doctor? —Sí —respondió el facultativo. —¿Y qué encontró? —preguntó el pequeño. —A Jesús —repuso el cirujano. Anónimo 11

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ALMUERZO CON DIOS Había una vez un niñito que quería conocer a Dios. Sabiendo que éste vivía muy lejos, se surtió de paquetes de galletas y botellas de jugo. Las guardó en su maleta y partió. Apenas si había caminado unas pocas cuadras, se topó con un anciano en una plaza. El hombre se hallaba sentado junto a un estanque dando de comer a los pájaros. El pequeño se sentó a su lado, abrió su maleta y, cuando se disponía a disfrutar de una bebida, advirtió que el anciano tenía hambre. Así que le ofreció una galleta. El abuelo la aceptó con gratitud y le sonrió. Aquella sonrisa era tan hermosa que el niño quiso reeditarla. Total que le ofreció una bebida. El hombre volvió a sonreír, con lo que el niño quedó encantado. Así estuvieron toda la tarde comiendo y sonriendo, casi sin pronunciar palabra. Al caer la tarde, el chiquillo se sintió cansado y se levantó para marcharse. Pero apenas hubo dado unos pasos, se dio la vuelta y regresó corriendo a darle un abrazo al anciano. Él le regaló una enorme sonrisa, la mayor que le había mostrado hasta ese momento.

Cuando el niño volvió a su casa, su madre se mostró sorprendida por la expresión de alegría reflejada en su rostro. —¿Qué hiciste hoy que te puso tan contento? —le preguntó. —Almorcé con Dios —respondió el pequeño. Y antes que su madre pronunciara palabra, añadió: —¿Sabes qué? ¡Tiene la sonrisa más linda que he visto! Entretanto, el anciano regresó radiante a la casa que compartía con su hijo ya crecido. Éste quedó impresionado con la expresión de paz que exhibía su padre, y le preguntó: —Papá, ¿qué hiciste hoy que se te ve tan contento? —Comí galletas con Dios en la plaza —respondió el anciano. Y antes de que su hijo tuviera ocasión de responder, añadió: —¿Sabes? Es mucho más joven de lo que me imaginaba. Con frecuencia subestimamos el efecto que pueden tener una caricia, una sonrisa, unas palabras amables, nuestra buena disposición a escuchar, un elogio sincero o el más nimio gesto de consideración. Todas esas cosas tienen la capacidad de tornar un día cualquiera en uno muy especial, y de causar una transformación en la vida de una persona.

...el efecto que pueden tener una caricia, una sonrisa, unas palabras amables, el más nimio gesto de consideración...

Anónimo conéctate Agosto de 2002

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LOS NIÑOS SON PARA SIEMPRE Compilado a partir de los escritos de David Brandt Berg

Dar a luz a un bebé y criar un niño es la experiencia más grandiosa de la vida natural . Un niño es un regalo eterno. No lo tenemos por una temporada, sino para siempre. Los bebés están muy cerca de Dios. Vienen derechito del Cielo. Aunque es muy misteriosa la forma en que el Señor proyecta y dispone Su creación, tenemos la certeza de que no comete errores. Dios es el creador de las almas. Es Él quien concibe esa chispa de vida, la unión de cuerpo y espíritu para formar un alma humana. Es obvio que un niño no solo es un regalo divino, sino también una tarea. Si Dios te ha dado un niño, tu deber primordial es criarlo como es debido. Tus hijos son la tarea que Dios te encomienda. Son también hijos Suyos —es cierto—, pero Él pide que nosotros los cuidemos y los formemos. Aunque se trata de una labor que exige plena dedicación, trae consigo grandes recompensas y beneficios. Debemos estar muy orgullosos de ser padres, porque la nuestra es la tarea más importante del mundo. Al fi n y al cabo, labramos el futuro. El mundo del mañana será lo que los padres de hoy hagan de él. Lo forjan los padres según la crianza que den a sus hijos. Ello pone de manifiesto la importancia que tiene la labor de los padres. Quizá cuidar de un nene y cambiarle los pañales no parezca muy trascendental, pero ¿quién sabe qué hará ese niño algún día cuando se haga mayor? Nunca debemos menospreciar la formación de nuestros hijos. ¿Sabías

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que, de todo lo que un niño aprende, lo más importante lo asimila antes de los cinco años? Piensa entonces en lo crucial que es impartirle la debida instrucción y enseñanza durante esos primeros años formativos. Por eso dice la Biblia: «Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él» (Proverbios 22:6). No se puede esperar a que el niño cumpla cinco años para empezar a educarlo. Cada día cuenta, y lo que aprende a diario es fundamental. Además de velar por que el niño esté bien alimentado, vestido y protegido, y de asegurarnos que goce de buena salud, los padres tenemos el deber de enseñarle la Palabra de Dios, de adoctrinarlo en Su verdad y estimularlo con Su amor. Algunos padres asumen una postura equivocada. Se imaginan que si el niño aprende, bien, y si no, también. Aunque a los pequeños no se los debe obligar a aprender lo que no quieren, lo cierto es que todos los niños arden en deseos de aprender. Aprender cosas nuevas les reporta mucha felicidad y satisfacción. Al mismo tiempo, son capaces de asimilar mucho más con

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la guía y estímulo de sus padres que si se los deja aprender por su cuenta. De hecho, dejar que un niño decida por su cuenta sin antes tratar de informarlo y guiarlo en sus decisiones contraviene completamente las Escrituras. «Muchacho dejado a sí mismo, avergüenza a su madre» (Proverbios 29:15, BJ). Mi madre y mi padre hacían mucho hincapié en enseñarnos la Biblia, hablarnos del Señor, los valores espirituales y las verdades bíblicas. Los relatos de la Biblia y la Biblia misma tuvieron una influencia enorme en mi vida. Me encantaban y creía en ellos porque sabía que eran la voz de Dios y el Libro de Dios. En consecuencia, mis conocimientos de la Palabra de Dios y sus verdades me sirvieron de guía en mis decisiones y me ayudaron a superar muchas situaciones difíciles cuando me hice más grande. Cuando mis hijos eran pequeños tuve que viajar mucho a causa de mi trabajo. A lo largo de 13 años, coloqué un programa cristiano en más de 1.100 emisoras de radio y en unos 300 canales de televisión. Sin embargo, cuando estaba en casa, seguía el ejemplo de

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mis padres y pasaba todo el tiempo que podía con mis hijos. Además, cuando era posible, los llevaba conmigo en mis viajes y les enseñaba constantemente. Casi todas las noches les narraba un episodio de la historia sagrada a la hora de acostarse, generalmente en términos muy sencillos que pudieran entender fácilmente. A veces hasta representaba ciertos pasajes para ayudarlos a captar el argumento. Les encantaba. La mente de un niño es como una esponja, un grabador o un ordenador. Absorbe, registra y procesa todo lo que sucede a su alrededor. Es fácil enseñar la historia de Jesús a un niño pequeño. Hazlo espontáneamente. Condúcelo a Jesús con tu ejemplo y tu amor, y hablándole de Sus hechos y Su vida. En cuanto tenga edad para entender el concepto de papá y mamá —unas personas que lo quieren, que velan por él, que participaron en su creación y lo trajeron al mundo—, ya está en condiciones de aceptar a Jesús y Su regalo de salvación. Explícale que tenemos un Padre invisible que está en todas partes y nos quiere mucho, pero como todos nos hemos portado mal y merecemos que nos castiguen, envió a Jesús a sufrir el castigo por nosotros. Después anímalo a repetir una oración sencilla como la que sigue: Jesús, perdóname por portarme mal. Te pido que entres en mi corazón y me ayudes a portarme bien. Eso es todo lo que hay que hacer. Jesús dijo: «Dejad a los niños venir a Mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios» (Marcos 10:14). Él ansía llegar a ser su mejor amigo y su salvador. Que Dios nos ayude a cuidar bien del más precioso don que nos ha concedido: nuestros hijos. • 5

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CÓMO SUSCITAR

CRIAR CON EL

LA COLABORACIÓN

CORAZÓN

ENTUSIASTA DE LOS NIÑOS Observé desde mi ventana a un grupo de niños del vecindario que se esforzaban por desatascar una pelota que se les había caído en un desagüe. Uno de ellos metió la mano para sacarla y en cambio extrajo un montón de hojas y tierra. Después de ese puñado sacó otro y otro más. Enseguida él y sus amigos se olvidaron del partido y se pusieron a limpiar entusiastamente el desagüe. Trabajaron incansablemente cuatro horas con la orientación de algunos de sus padres. El ver a aquel grupo de niños de cinco a doce años de edad trabajar juntos alegremente me indujo a reflexionar acerca de mi hijo mayor —hoy adolescente— y la confianza que depositaba en él cuando tenía esa edad. En comparación, mis hijos de seis y ocho años eran mucho menos responsables. Me convencí entonces de que no les exigía lo suficiente. La diferencia radicaba en mí. Al igual que muchos chicos de su edad, los dos 6

Michelle Lynch

menores míos a veces eran unos pillos, pero también mostraban inclinación por colaborar y cumplir ciertas obligaciones. Tenía que aprender a canalizar debidamente su energía motivándolos, sin forzarlos. Decidí ponerme a trabajar con ellos cada fi n de semana. Emprendimos tareas muy necesarias, tales como desmalezar el jardín, barrer la entrada del auto, rastrillar las hojas, limpiar la alacena y hacer mermelada. La mayoría de esas tareas requerían ejercicio físico, con lo cual quemaban energías. Huelga decir que les encantó. Para mí la ayuda que me prestaban era muy necesaria y la agradecía mucho. Además esas tareas domésticas mantenían a los chicos ocupados y evitaban que se metieran en líos. Pero lo mejor de todo es que descubrimos que trabajar juntos puede ser una experiencia divertida y unificadora. Al cabo de poco tiempo, me preguntaban: «¿Podemos conéctate Agosto de 2002

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hacer alguna de esas tareas divertidas para si no los mantenía motivados elogiándolos no aburrirnos el fin de semana?» por ser responsables y trabajar con ahínco, Cosas que aprendí y que conviene recorlas tareas que inicialmente habían sido diverdar: tidas y gratificantes se volvían una pesadez. ➽ Ser realista a la hora de escoger tareas Era importante no llegar a considerar la y fijarse metas. No embarcarse en faenas de ayuda que me prestaban como una simple tanta envergadura que, en caso de quedarse obligación que tenían conmigo. sin tiempo o sin fuerzas, uno deje un desorOtra situación de cuidado se producía den o cause incomodidades o complicaciocuando los chicos no cumplían con sus nes. nuevas tareas. Por un lado no quería ser dura ➽ Pasar juntos un tiempo provechoso e inflexible, pero por el otro no podía ser tan es más importante que terminar la tarea. blanda que dejaran de tomarse en serio sus Si emprendo una actividad con el objetivo obligaciones. En realidad fue mi hijo menor primordial de dedicar atención a los chicos el que me ayudó a resolver ese dilema. Cierta y fortalecer nuestros vínculos familiares, sin noche me dio un buen motivo por el que no contar con hacer mucho, al fi nal logro más, y podía colaborar en el lavado de la vajilla, pero la tarea no resulta pesada. me dijo que, si lo dispensaba, al día siguiente ➽ Prodigar elogios y manifestar aprecio. haría por mí una tarea sencilla. La forma tan Cuando les agradezco a los chicos su ayuda, linda en que lo presentó puso todas nuesprocuro ser efusiva y concreta. Les señalo, tras tareas domésticas en el contexto de un además, que toda la familia notará las labores esfuerzo de conjunto. No pretendía hacer un que realizan. trueque de tareas con un móvil egoísta, sino ➽ Premiar a los niños por las tareas bien compartir la responsabilidad. Naturalmente, hechas. Si ellos saben que al final los padres estuve más que dispuesta a acceder, y al día les daremos algún gusto, harán la tarea con siguiente, cuando el chico cumplió con su más ganas, aunque el premio no sea más que parte del trato sin que yo se lo recordara, se lo una colación o un rico bocado que se prepaagradecí profusamente. ren ellos mismos. A juzgar por lo que aprendí Naturalmente, mi meta a aquel día observando a unos Tenía que aprender largo plazo es que los chicos niños limpiar el desagüe y que aprendan a tomar la iniciativa desde entonces vengo apliy adquieran un sentido de la cando con los míos, puedo a canalizar debidaresponsabilidad, de modo afi rmar sin temor a equique cumplan con sus deberes vocarme que la mayoría de mente su energía. cuando yo no esté presente los niños anhelan que se les para recordárselo o para traconfíen tareas de cierta imporbajar codo a codo con ellos. A tancia. Están deseosos de colamedida que se fueron volviendo más responborar; solo esperan que nosotros, los padres, sables, aprendieron a hacer solitos algunas aportemos la chispa que haga divertida y de las cosas que yo hacía por ellos y luego con gratificante la misión. Si aprenden a disfrutar ellos, como lavar los platos. del trabajo y a hacerlo a conciencia cuando Podía exigirles más, pero todavía necepequeños, asumirán con esa misma actitud sitaban mis elogios. Hay una sutil pero las obligaciones que tendrán de adultos. importante distinción entre hacer las cosas Pienso que ello contribuye a nuestra felicidad por sentido de la responsabilidad y por puro y bienestar general. Al fin y al cabo, es lo que sentido del deber. Pronto me di cuenta de que todos queremos para nuestros hijos. • conéctate Agosto de 2002

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Se buscan María David

UN HOMBRE ME ESCRIBIÓ una carta en la que me contaba ciertas experiencias que vivió de jovencito, antes de conocer a Jesús. Desde niño había sido un delincuente. No obstante, cuando su padre empezó a pasar más tiempo con él, experimentó una impresionante transformación. Reproduzco a continuación unos pasajes de su carta: «Desde los ocho hasta los catorce años fui un maleante. Mi padre se iba a trabajar a las tres de la tarde y volvía a las tres de la mañana. Cuando yo me levantaba él estaba durmiendo, y cuando yo llegaba del colegio, él ya se había ido a trabajar. Casi nunca lo veía, a excepción de unos minutos los fines de semana. »Me metí en muchos problemas. Robaba todo lo que 8

necesitaba o quería: cigarrillos, dinero, caramelos, comida, etc. Era incorregible, y en el colegio me iba pésimo. »A los catorce una vez más me detuvieron por robar y me enviaron a un reformatorio. La primera reacción de mi padre fue de enojo; pero después, orando al respecto, se dio cuenta de que en parte la culpa había sido suya por no haber desempeñado mejor su papel de padre. Reevaluó su vida y decidió ayudarme. »Dejó su empleo nocturno y tomó uno diurno. Aunque ganaba menos, eso le permitía pasar ratos conmigo diariamente. Cuando yo llegaba del colegio, él estaba en casa. Comenzó a interesarse por mi rendimiento escolar y a ayudarme con mis tareas. Nos hicimos socios de un club

masculino. En vez de matar el tiempo en algún sucio salón de billar, iba con él a un centro recreativo donde jugábamos billar, balonmano y baloncesto, los juegos que a mí me gustaban. Me compró un pase de temporada en el club de golf y me llevaba a jugar tres o cuatro veces por semana. Pasábamos mucho tiempo juntos. »Mi vida cambió gracias a que mi padre me manifestó amor y comprensión. En el colegio mis notas mejoraron tanto que llegué al cuadro de honor. Hice nuevos amigos, muchachos estudiosos que no se metían en líos. Aunque exteriormente me mostraba duro, por dentro anhelaba amor, atención y compañía. La clave fue el amor de mi padre, que él me prodigó pasando tiempo conmigo». conéctate Agosto de 2002

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Todos los niños necesitan un padre o al menos una figura paternal, alguien que sepan que los admira, que tiene fe en ellos, que disfruta de su compañía y tiene ganas de estar con ellos.

preguntó a algunos de los chicos qué hacían antes de llegar al hogar, respondieron: —Tomaba drogas. —Peleaba todo el tiempo. —Explotaba a las chicas.

Al preguntar a los chicos qué cambios se habían producido en su vida gracias a aquella mujer, el de aspecto más malvado, el que disparaba a la gente por diversión, respondió:

padres de verdad Todos los niños necesitan a alguien que los comprenda, que se ponga en su pellejo y ore por ellos cuando sufran profundas decepciones, que los sostenga cuando estén por perder la esperanza y que celebre con ellos la materialización de sus sueños. ¿Reciben tus hijos ese amor? ¿Conoces niños que no tienen padre y que también necesitan ese mismo amor? ¡Podrías tener un efecto importante en su vida! En la televisión se ven cantidad de casos de personas comunes y corrientes —profesores, sacerdotes, policías, etc.— que contribuyen a cambiar notablemente la vida de algún joven, aun de los peores delincuentes. ¿Qué fórmula aplican? Simplemente les dedican tiempo. En un segmento noticioso entrevistaron a una señora que había abierto un hogar para chicos desadaptados —fugados de sus casas, prostitutas, pandilleros—, de esos que se escurren por las grietas de la sociedad. Ante las cámaras expresó: —Los chicos que yo atiendo son los más despreciados, los rechazados de la nación. Cuando el entrevistador conéctate Agosto de 2002

—Le disparaba a la gente por diversión. Hablando de los chicos, la señora dijo: —Han perdido toda esperanza. No confían en la gente mayor. Los adultos vivimos demasiado ocupados. No les prestamos atención. Ya nadie tiene tiempo para los chicos. Cuando se le preguntó qué necesitaban aquellos jóvenes, respondió: —¿Estos? La fórmula es muy sencilla. ¿Saben lo que necesitan estos chicos? Amor maternal. Quieren modelos que imitar. Personas que se muestren sinceras con ellos. Quieren que alguien los discipline. Alguien que sea capaz de inculcarles un sentido de la responsabilidad, de enseñarles que sus actos traen consecuencias. Alguien que los sostenga, que los abrace. Yo no me doy por vencida con ellos. Si les enseñas a darse por vencidos fácilmente, lo harán. Uno de los mayores la abrazó y dijo: —Ella es mi madre. No somos de la misma sangre, pero en cierto sentido, es mi madre. Me cuida.

—Mírenos por dentro. Tenemos esperanza. Tenemos sueños. Nos interesan las cosas. Ahora quiero ir a la universidad. El mensaje final que aquella mujer dirigió a los padres fue: —Amen a sus hijos. No se den por vencidos con ellos. Ámenlos hasta que duela. En eso consiste el amor: en amar incondicionalmente, ¡hasta que duela! Esa señora está influyendo positivamente en su entorno. Una sola persona que se interesa por esos muchachos está produciendo un cambio en ellos. Es fácil perder de vista el potencial de un individuo. Dependemos demasiado de la sociedad, de sus instituciones, del Gobierno, del colegio. Eso nos ha llevado a insensibilizarnos. Como individuos no sentimos ya la obligación de velar por los niños, sean nuestros o no, por cualquier niño que se cruce en nuestro camino y que tal vez nos necesite. Tú podrías encarnar el amor de Jesús para un niño. Puede que formes parte de los designios divinos para llevar amor a un jovencito o una jovencita. Tu amor, tu interés y tu amistad pueden tener un efecto enorme. • 9

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RESPUESTAS A TUS INTERROGANTES Qué hacer cuando ya no sabes qué hacer P.: MI HIJO MAYOR SE HA REBELADO contra casi todas las reglas de la casa. Ya lleva meses así, y cada vez se me hace más difícil entablar comunicación con él y llegar a la raíz de su mal comportamiento. ¡Estoy que no aguanto más! ¿Qué puedo hacer para corregir su conducta? R.: Cuando un niño se porta mal en forma reiterada y grave, normalmente hay una causa subyacente. Quizá se sienta inseguro, y se porta mal para llamar la atención, para que le demuestren cariño y le dediquen tiempo. Quizás está molesto por algo que sucedió en el colegio. A lo mejor está poniendo a prueba los límites que le has fijado y quiere ver si vas a cumplir tu palabra. Quizá piensa que ya tiene edad para tomar decisiones independientemente, y no entiende la finalidad de algunas de tus reglas. Tal vez sea hora de cambiar unas cuantas a fin de darle más espacio para crecer. En cualquier caso, es impor12

tante averiguar por qué se porta mal y determinar qué puede hacerse para ayudarlo a entrar otra vez en vereda. La mayoría de los problemas no desaparecen por sí solos, y el niño generalmente no está capacitado para hacerles frente por su cuenta. Muchas veces ni sabe lo que le pasa. Precisa el amor y la orientación de su padre o su madre. La mejor forma de averiguar qué necesita un niño con trastornos conductuales y cómo ayudarlo —en realidad, la única forma— es pedir al Señor que te lo indique. Además de contar con el amor del Señor, el medio más importante para realizar eficazmente nuestra labor de padres es aprender a pedirle a Él las soluciones a nuestros problemas. Jesús siempre tiene la respuesta que necesitamos. A la hora de cumplir con nuestras obligaciones parentales, contar con el consejo divino nos alivia gran parte de la carga. Sabemos que siempre podemos acudir a

Él en oración, que nos hablará al corazón y nos dará la orientación y las soluciones que necesitamos. Si tu hijo está pasando por una etapa difícil que pone a prueba tu paciencia, pídele ayuda a Jesús. Comparte con Él tu carga; Él tiene muchísima paciencia. En vista de que es muy paciente con nuestras faltas y errores, podemos estar seguros de que nos ayudará a tener paciencia con los defectos e imperfecciones de nuestros hijos. Cuando sientas que ya no das más, pide a Jesús que te dé Su amor y paciencia. Su Espíritu te dará serenidad, te indicará la solución, te ayudará a capear las dificultades que puedan surgir, y te asistirá para que puedas brindar a tus hijos ese mismo amor y apoyo que Él te brinda. *La respuesta de este mes está tomada del libro La formación de los niños, de Derek y Michelle Brooks, editado por Aurora Production. • conéctate Agosto de 2002

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CUATRO BEBITOS Hace casi dos siglos, la humanidad contenía el aliento ante la marcha de Napoleón y aguardaba con impaciencia febril las noticias que llegaban desde el frente de batalla. Entretanto, seguían naciendo niños en los hogares. Pero ¿quién iba a interesarse por aquellos pequeñuelos? Todo el mundo andaba pendiente de las batallas. Sólo en el año 1809 vinieron al mundo algunos niños destinados a ser estrellas de primera magnitud: William Gladstone, considerado por muchos el mayor estadista británico del siglo xix ; Abraham Lincoln, uno de

los más famosos presidentes de los EE.UU.; Alfred Tennyson, galardonado poeta inglés; el francés Louis Braille, ciego que inventó un sistema de lectura para no videntes que se usa en todo el mundo. En la época en que ellos nacieron, nadie pensaba en bebés, sino en batallas. Sin embargo, ¿cuál de las batallas de 1809 tuvo mayor trascendencia que los niños nacidos aquel año? Hay quienes piensan que Dios sólo puede intervenir en este mundo con grandes ejércitos, cuando en realidad lo hace por medio de nenes. Cada vez que se vuelve necesario remediar un mal o difundir la verdad, Dios envía al mundo un bebé para que lo haga. Anónimo

LECTURAS ENRIQUECEDORAS Los niños son una bendición del Señor. Salmo 127:3 Génesis 49:25 Salmo 113:9 Salmo 127:4-5

Debemos enseñar a nuestros hijos la Palabra de Dios. Deuteronomio 6:6-7 Isaías 38:19b Joel 1:3 Juan 21:15 2 Timoteo 3:15

Dios ama y conoce a los niños aun antes que nazcan. Salmo 22:10 Isaías 49:1 Jeremías 1:5

Enseña a tus hijos a confiar en Dios. Salmo 22:9 Salmo 34:11 Salmo 78:6-7 Hechos 2:39

Dios vela por los pequeños. Mateo 18:10

Debemos encaminar a nuestros hijos para que acepten a Jesús. Marcos 10:14 Gálatas 4:19 1 Juan 2:12 2 Timoteo 3:15

Los niños

La formación que reciban en sus primeros años los guiará toda la vida. Proverbios 22:6 Si descuidas a tus hijos en favor de otras cosas, tanto ellos como tú sufrirán las consecuencias. Proverbios 29:15b conéctate Agosto de 2002

Únicamente Dios puede enseñarles lo más importante de la vida. Salmo 25:5 Proverbios 8:32-33 Isaías 54:13

AVANCE… Amar es establecer un vínculo Jesús dijo que el primer y grande mandamiento es: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. [...] Y el segundo es semejante —es decir, casi igual—: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mateo 22:37,39). Sus interlocutores en aquel momento le preguntaron quién era su prójimo. Valiéndose de la parábola del buen samaritano, Jesús les explicó que el prójimo es cualquiera que necesite de nuestra ayuda. Si amamos de verdad, no podemos enfrentarnos a una situación de necesidad sin hacer algo al respecto. No podemos pasar de largo y pretender no ver al pobre hombre tirado en el camino a Jericó. Debemos intervenir, como hizo el samaritano (Lucas 10:25-37). Amar es establecer un vínculo, una conexión de ese tipo entre Dios y alguien que necesita Su amor. En el próximo número de Conéctate te contaremos cómo se hace.

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DE JESÚS, CON CARIÑO

Una promesa para ti y para tus hijos Todos los padres, de una u otra forma, en algún momento, se sienten incapaces. Parte del amor que tienen por sus hijos se traduce en el deseo de darles lo mejor de lo mejor, aunque ello les exija una entrega que rebase su capacidad natural. Pero no hagas como muchos padres que cometen el error de pensar que deben asumir toda la carga por sí solos. De lo contrario, en poco tiempo te agotarás. Debes aprender a compartir la carga conmigo. De encontrarte en una situación en que no puedas dar a tus hijos todo lo que quieres día a día, facilítales lo que puedas y encomiéndame a Mí lo demás. Lo más importante que puedes entregar a tus hijos es amor, el tuyo y el Mío. Si lo haces, tendrás niños felices y bien adaptados, y habrás cumplido bien tu labor. Mas para poder manifestar ese amor debes pasar tiempo conmigo, leyendo Mi Palabra, orando y reflexionando. Yo cuento con todas las fuerzas, la paz, la fe, el amor y las soluciones que necesitas. Amo a tus hijos y sé exactamente lo que precisan cada día. Anhelo satisfacer todas tus necesidades para que juntos podamos satisfacer las de ellos; pero para eso debes pasar tiempo conmigo. Cuando te parece imposible dedicarme tiempo es precisamente cuando más falta te hace. Ven a Mis brazos; hallarás reposo. Echa tus cargas sobre Mí. Tengo los hombros bien anchos y los brazos bien fuertes; puedo soportar cualquier cosa que me eches encima. Hazte tiempo para tener comunión conmigo todos los días, y Yo responderé a tus plegarias por tus hijos. Haré que seas para ellos todo lo que quieres ser. Obraré lo que para ti sea imposible. Y por último, aunque no por ello menos importante, tus hijos verán en tu rostro nueva luz, pues me verán a Mí reflejado en él.

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criar con el corazón Lidiar con lo inesperado Jasmine St. Clair

Mi marido y yo oramos diariamente por la seguridad de nuestras hijas. No me cabe duda de que esas oraciones les han evitado más de un accidente. Por otra parte, es posible que yo siempre haya considerado a mis hijas como excepciones, no a las normas —por Dios—, sino en el sentido de que me parecía que nunca cometían las típicas tonterías infantiles que pueden provocar accidentes o daños. Por ejemplo, llevarse cosas a la boca. Me imagino que debí haber tomado en cuenta la señal de advertencia. Laura, de dos años y medio, había tomado una monedita del suelo y se la había metido alegremente en la boca. Afortunadamente, estaba muy cerca de mí. Se la saqué y le di su correspondiente regaño, en el cual incluí una explicación de todas las consecuencias nefastas que puede tener el tragarse una moneda. Aun así, nada podría haberme preparado para lo que sucedió aquella noche. Mi esposo y yo nos estábamos preparando para salir. Habíamos atenuado la luz del cuarto de las niñas, y ellas daban vueltas en sus camas como de costumbre. ¿Estarían dormidas para cuando llegara la chica que venía a cuidarlas? Seguramente no. De golpe Kimberly gritó: —¡Mamá, Mamá! ¡Laura se está atragantando! Tomé a Laura y le pregunté a Kimberly qué había pasado. —Laura se tragó una moneda —me respondió. Se me puso la mente en blanco. Había leído y vuelto a leer —probablemente cinco o seis veces— un artículo que explicaba cómo auxiliar a un niño que se atraganta. Pero en el instante en

Se me puso la mente en blanco. Llevé a Laura al

pasillo, donde

había luz, y pedí auxilio a gritos. 12

que más lo necesité, no logré recordar una sola palabra. Llevé a Laura al pasillo, donde había luz, y pedí auxilio a gritos. Gracias a Dios, no sucedió lo peor. Laura comenzó a toser. Recordé que si un niño atragantado logra toser, normalmente con la tos expulsa el objeto que se le ha atascado en la garganta. Dos o tres segundos después cayó al suelo una moneda de 25 centavos (tamaño mediano) que ella había expulsado de su boca. Yo no lograba contener el llanto ni podía dejar de agradecerle al Señor Su misericordia. Mucho después que las niñas se hubieron acostado entre llantos, abrazos y expresiones de cariño fraternal, por mi cabeza empezaron a circular todos los posibles desenlaces de aquel episodio. Un niño que se atraganta no puede pedir ayuda. El cuarto estaba en penumbra. Yo apurada por alistarme para salir; mi esposo esperándome abajo. ¿Y si Kimberly no se hubiera dado cuenta de que Laura se estaba atragantando? ¿Qué habría pasado si en lugar de una moneda mediana, como la que se tragó, hubiera sido una más pequeña, de un centavo, como la que encontré en su cama la segunda vez que la arropé? Una moneda más pequeña fácilmente podría habérsele atascado en la garganta. ¿Habría logrado sacársela antes que fuera tarde? ¿Qué habría pasado si ya nos hubiéramos marchado y la niñera no hubiera escuchado a Kimberly pedir auxilio? Ahora soy una madre más prudente y precavida. He aprendido a no suponer que mis hijas nunca harán tonterías infantiles que puedan ponerlas en peligro. Además, aprecio mucho más el amor y la misericordia de Dios, Sus tiernos cuidados, y en particular la forma en que responde cotidianamente a nuestras oraciones por la seguridad y el bienestar de nuestras hijas. Cuando nos enfrentamos a situaciones inesperadas que prácticamente escapan a nuestro control, contar con Jesús y la oración es de capital importancia. • conéctate AÑO 3, NÚMERO 10

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>> CLAIRE NICHOLS

UNA

MERMELADA MEMORABLE CRIAR CON EL CORAZÓN

ME COSTABA MUCHO disfrutar realmente de mis hijos. Bregaba y bregaba con ello más de lo que estaba dispuesta a admitirlo. No podía negar que muchos incidentes inesperados desembocaban en gratos momentos que luego yo evocaba con cariño. En muchos otros casos, sin embargo, les aguaba la fiesta a los niños antes que la experiencia llegara a dejarles un lindo recuerdo. Hasta que un día eso cambió. Era un lunes por la mañana. Apenas había partido mi esposo a trabajar y me había quedado sola con los dos niños, me puse a contar las horas que faltaban para que volviera a casa. Para entonces prácticamente sería hora de que los niños se acostaran y todo se volvería más fácil con la ayuda de mi marido. La mañana transcurrió despacio. Por fi n llegó la tarde. Aspiraba a dedicarle algo de tiempo a mi trabajo mientras los niños dormían la siesta; pero ese hilillo de esperanza se desvaneció. La más pequeña, Ella, se quedó despierta y quería a toda costa que le dedicara atención y jugara con ella. Cuando fi nalmente cedió al sueño, yo me desplomé en una silla. Pero no habían pasado más de unos minutos cuando mi hijo de dos años y medio se bajó de la cama y se me sentó en la falda. —¡Ya me desperté, mami! —me anunció como si fuera todo un logro. 6

—Ya veo —le dije, esforzándome por conservar el optimismo, aunque por dentro no podía espantar el pensamiento de que la tarde se me había ido y no había logrado hacer nada. Miré el reloj. —Faltan dos horas para que llegue papá —dije en voz alta—. Vamos a tomarnos una colación. Evan se puso de pie sobre una silla de la cocina y se apoyó sobre la encimera mientras me ayudaba a servir un vaso de leche. Yo habría preferido prescindir de su ayuda, pero recordé algo que me había dicho hacía poco mi madre: —A esta edad quiere hacerlo todo solo. —Pero es exasperante para mí —me quejé—. Hasta las cosas más sencillas se vuelven muy complicadas y toman mucho más tiempo. —Es lo mejor —me dijo mamá—. Considera que es parte de su formación. Todas esas tareas que para nosotros son mecánicas —por ejemplo, cepillarse los dientes, lavarse las manos, vestirse, servirse un refrigerio— son totalmente novedosas para los chiquitines. Constituyen algo nuevo que aprender y experimentar. Esas cositas les enseñan independencia y cierta autosuficiencia; forjan su carácter y su estilo. Recuerda que tú eres la maestra, y tus hijos son alumnos ávidos de aprender en la escuela de la vida. Así que dejé que Evan me ayudara a servir conéctate AÑO 4, NÚMERO 3

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Claire Nichols con su hijo Evan

la leche. —Ya está —le dije cuando terminamos. —¿Me das un trozo de pan con mermelada, por favor? Él sabía que si me lo pedía con buenos modos y alegría, yo no se lo negaría. Me dirigí a la nevera, pero él llegó primero y comenzó a sacar la mermelada del estante. «¡Ojalá ese frasco no se le caiga de las manos y se le rompa!», pensé, en el preciso instante en que el chico lo dejaba caer. La mermelada no se esparció mucho, pero el vidrio roto fue otra historia. Se desperdigó en mil pedazos por todo el suelo de la cocina. Me tapé la boca con las manos para que encima no se derramaran mi cansancio y exasperación. —Nunca vuelvas a hacer eso —aventuró Evan con tono de arrepentimiento y algo de preocupación. Me obligué a hacer una breve oración. «Jesús, ¡ayúdame! No quiero perder la paciencia. Sé que no fue culpa suya». De golpe recordé las palabras de mi mamá: «Algo nuevo que aprender y experimentar». Levanté a Evan para que no se cortara. —Primero, mejor que vayamos a ponerte unos zapatos. Después te voy a enseñar a limpiar un frasco de mermelada roto. Unos momentos después, mientras barría los restos y Evan aguardaba con el recogedor, conéctate AÑO 4, NÚMERO 3

le expliqué a mi pequeño alumno la dinámica del vidrio: lo fácil que se rompe y la mejor manera de recogerlo cuando eso ocurre. Los consejos de mamá fueron muy acertados. Al sacar de ese pequeño infortunio una experiencia didáctica para mi hijo, no perdí los estribos y conservé la calma. En lugar de regañarlo y prometerme a mí misma que nunca volvería a cometer el error de dejarlo sacar algo de la nevera por su cuenta, le enseñé a afrontar positivamente un accidente. Sacamos otro frasco de mermelada del armario y juntos untamos la mantequilla y la mermelada en el pan, preparamos café para mamá y lo servimos todo ordenadamente en la mesa para disfrutarlo juntos. En ese momento me di cuenta de que esta vez sí estaba disfrutando de la ocasión. —¡Eres un cocinero estupendo, Evan! Sus ojitos brillaban. —Mamá está orgullosa de ti. —Evan está muy orgulloso de ti —me respondió sin vacilar. Sonreí. La verdad es que yo también estaba orgullosa de mí misma. —Creo que voy a comprar otro frasco de mermelada y lo voy a dejar permanentemente sobre la mesada de la cocina —le dije—. Nunca quiero olvidarme de este momento que estoy disfrutando contigo. ■ 7

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>> BETH JORDAN

Mi pequeñita Mi pequeñita NO SÉ SI A TODAS LAS PRIMERIZAS LES SUCEDE LO MISMO, pero no hay nada que cautive más mi atención que mi pequeñita. Sus expresiones faciales, la vivacidad que se dibuja en sus ojos, su curiosidad... Casi cualquier cosa que hace la nena despierta mi amor maternal. Un día tomé conciencia de que Jesús abriga ese mismo amor incondicional por mí. Observando a Ashley sentadita en la cama, que me miraba con sus brillantes ojos azules y una sonrisa de oreja a oreja, me puse a pensar: «¿Cómo no voy a quererla? Claro, a los seis meses es más activa que un cachorrito. A veces arma un lío, se queja, se despierta en la noche pidiendo que le dé de comer cuando yo quiero dormir. Pero haga lo que haga, no hay nada que me pueda disuadir de amarla o de velar por ella». Entonces me acordé de que el día anterior me había sentido muy deprimida y lejos del Señor. Cometí tantos errores que me dio la sensación de que Jesús había dejado de amarme. Pero al mirar a los ojos a mi pequeñita, Él me habló. «¿Cómo podría dejar de amarte? ¿Por qué querría dejar de velar por ti? Eres la alegría de Mi corazón. Te amo. Eres mi pequeñita. Naturalmente, no eres perfecta, y a veces lo lías todo; pero esas cosas contribuyen a que aprendas y madures. Te quiero más y más cada día. No te preocupes: ¡siempre serás Mi pequeñita!» ■ conéctate AÑO 4, NÚMERO 4

ORACIÓN PARA HOY Jesús, recuérdame siempre que pase lo que pase, Tú me amas. Aunque meta la pata, aunque esté por los suelos, aunque te falle, aunque defraude a los demás, Tu amor sigue siendo la verdad más pura, concreta y absoluta de mi vida. Nunca dejarás de amarme, y eso me motiva a seguir adelante por Ti, me induce a querer corresponder a ese amor, pese a que nunca podría amarte en la medida en que Tú me amas. La seguridad de que me has perdonado me anima a perdonarme, me hace querer desembarazarme de todo cargo de conciencia y echar mano de Tu alegría, libertad y claridad mental. Te amo por el infinito amor que albergas por mí. Amén. ■

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«La labor de una madre exige la fuerza de Sansón, la sabiduría de Salomón, la paciencia de Job, la fe de Abraham, la perspicacia de Daniel, y el valor y la habilidad administrativa del rey David».

DAVID BRANDT BERG

Madres de

VERDAD

S

SER MADRE ES MUCHÍSIMO MÁS que tener un bebé. Cualquiera puede tener hijos. Sin embargo, para criarlos y realizar todo el trabajo que ello implica hay que ser una madre de verdad. Es una labor que exige plena dedicación. La maternidad es lisa y llanamente trabajo arduo. Sin embargo, nunca se aprecia a las mamás como se debe. Quienes nunca se han puesto en su pellejo simplemente no se dan cuenta del trabajo que cuesta. Exige gran fe y, como se dice, arrimar el hombro. Hasta hace un par de generaciones, la mayoría de las mujeres creía que su misión en la vida consistía en ser esposa, madre y ama de casa. Se entregaban por entero a esas labores y comenzaban a aprenderlas a muy temprana edad ayudando a sus madres a hacer todo lo que tendrían que saber hacer más adelante. Sin embargo, en muchos países modernos las niñas se crían sin haber aprendido a asumir esas obligaciones. Las jovencitas reciben escasa o ninguna preparación para la maternidad y para llevar un hogar.

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De golpe se ven comprometidas con un hombre y un niño y no saben qué hacer con ninguno de los dos, mucho menos con la casa y la cocina. Para ellas hasta ese momento un muchacho era un compañero de aventuras románticas; un esposo era una especie de quimera. A su entender, todo ello no representaba ningún esfuerzo. Sin embargo, las realidades de la vida cotidiana contrastan enormemente con ese cuadro. Aun con las comodidades de la vida moderna, que alivian mucho el trabajo de llevar un hogar, criar niños es una tarea de jornada completa. La labor de una madre exige la fuerza de Sansón, la sabiduría de Salomón, la paciencia de Job, la fe de Abraham, la perspicacia de Daniel, y el valor y la habilidad administrativa del rey David. David era un luchador, y para ser madre hay que tener espíritu de lucha. Por si fuera poco, también se necesita el amor de Dios, de eso no cabe duda. Yo creo que el trabajo de una madre es prácticamente el más importante del mundo. Las madres conéctate AÑO 4, NÚMERO 5

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Nunca pasará de moda Mensaje de Jesús para las madres La maternidad tradicional nunca pasa de moda, porque su esencia misma es el amor. Yo creé al hombre con la necesidad de ser amado y dispuse que la madre fuera el primer ser en transmitirle ese amor. Una madre es la encarnación de la ternura, el desvelo y el amor. Hasta el nene más pequeño es capaz de percibir y responder a ese amor.

de la próxima generación labran el futuro. El mundo del mañana lo modelan las madres de hoy, según la educación que brinden a sus hijos. Sin lugar a dudas, mi madre influyó más en mi vida que ninguna otra persona. Aunque no siempre podía estar conmigo a causa de la labor que realizaba para el Señor en calidad de evangelizadora y pastora, en todo momento yo era consciente de su presencia espiritual, de su amor y de lo que opinaba sobre las cosas. Naturalmente, otros también influyeron muchísimo en mí, entre ellos mi abuelo y mi padre. En la vida de los chicos se conjugan muchas influencias; múltiples personas y factores contribuyen a moldearlos: padres, niñeras, profesores, guías scouts, maestros de escuela dominical, tíos, amigos a quienes admiran, libros y demás. Hoy en día es probable que reciban más influencia de la televisión y las películas. A lo largo de mi infancia, conocí personas estupendas y muy consagradas, que contribuyeron a moldear mi personalidad y a hacer de mí el conéctate AÑO 4, NÚMERO 5

Si eres, pues, de las que piensan que se están perdiendo algo o que viven en el pasado por estar en casa sin hacer otra cosa que cuidar del bebé o criando a varios niños cuando podrían estar siguiendo una carrera o profesión, reflexiona. ¡El amor es lo mejor de la vida! Es lo más importante que alguien puede aprender y, a la vez, el obsequio más valioso que se puede recibir. Y una madre lo encarna y lo entrega como nadie. El mundo podría seguir adelante perfectamente bien sin muchas cosas, pero no sin madres. La maternidad a la antigua nunca pasará de moda. ◆

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hombre en que me convertiría después. Recuerdo bien a las institutrices y catequistas que mis hermanos y yo teníamos de chicos. Nos leían la Biblia y nos contaban pasajes de la Historia Sagrada. La Biblia misma y los relatos bíblicos bien presentados influyeron enormemente en mí. Sabía muy bien que se trataba de la voz de Dios, el cual me hablaba por medio de Su libro. Dios pues, influyó muchísimo en mi vida a través de mis profesores y de mis padres, que me formaron en la fe. Desde muy pequeño conocía al Señor, el cual tuvo un poderoso efecto en mi vida. También aprendí mucho leyendo libros, sobre todo los clásicos, que estaban llenos de idealismo y heroísmo. La enseñanza de mi padre también ejerció una tremenda influencia en mi vida cuando yo era un joven adolescente. Esa es una edad crítica en que se comienza a aprender mucho del mundo, sobre todo de amigos y compañeros. Los adolescentes son muy idealistas. A esa edad principian a formarse ideas muy firmes sobre lo que consideran correcto. Empiezan a cristalizarse sus ideales, valores morales, metas, anhelos y patrones de conducta. Yo fui lleno del Espíritu Santo a los 19 años. Desde entonces se puede decir que me metí de lleno en la Biblia. Devoraba las Escrituras continuamente. A partir de entonces Jesús fue en realidad quien tuvo mayor ascendiente sobre mí. Cuando salí del colegio, me dediqué por entero a acompañar a mi madre en su labor evangelizadora, y no dejé de sentir su influencia. A los 25 años me casé, y al poco tiempo aparecieron otras personas que influyeron muchísimo en mí: mis propios hijos. Los niños nos llevan a tomarnos las cosas en serio y nos estimulan a conducirnos bien y a hacer el bien, a darles buen ejemplo y a instruirlos en el camino en que deben andar. Nos damos cuenta de la gran responsabilidad de tener la vida de 6

un niñito en nuestras manos y del hecho de que se va a convertir en lo que nosotros hagamos de él. Por eso es posible que la última y mayor influencia que recibamos en la vida provenga de nuestros hijos. Los psicólogos dicen que los niños aprenden más en los cinco primeros años de vida que en todo el resto. Esos primeros años son, pues, importantísimos. No podemos esperar hasta que hayan cumplido esa edad para iniciar nuestra labor educadora. Todos y cada uno de los días que van pasando son importantes. Los padres no solo tenemos la obligación de velar por que nuestros hijos coman y duerman bien, gocen de buena salud, tengan ropa y estén protegidos, sino también por que reciban formación y enseñanza, estímulo mental e inspiración espiritual. Criar a un niño es una tarea de gran magnitud, la cual debemos tomarnos muy en serio. Dios va a pedir cuentas a los padres que no la asuman debidamente o no cuiden de ellos como corresponde. Si ambos cónyuges se ven obligados a salir a trabajar o por algún otro motivo no están en condiciones de brindar a sus hijos los cuidados que merecen, es su responsabilidad ante ellos y ante Dios conseguir a alguien que esté calificado y tenga la suficiente dedicación para hacerlo bien. Lo mismo se aplica a los padres y madres solteros. Vuelvo a insistir en lo importantes que son los niños para el futuro, y en lo primordial que es la labor de una madre. Dios bendice a toda madre que se entregue por entero a esos preciosos obsequios que Él le ha dado por la eternidad: sus hijos. Es más, sin duda la bendice a diario por medios que los demás ni siquiera pueden imaginarse. Instruye al niño en el camino correcto y aun en su vejez no lo abandonará (Proverbios 22:6). Cuando hayan crecido, tus hijos se sentirán agradecidos de haber tenido una madre de verdad. ◆ conéctate AÑO 4, NÚMERO 5

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La mujer que es madre no es mujer, sino ángel. Caudal inagotable el cariño de una madre. Como aman las madres no ama nadie. REFRANES ESPAÑOLES

Si repudiáramos las cosas por antiguas, deberíamos eliminar la luna y el sol y el amor materno. ANÓNIMO

Madre es el nombre de Dios en el corazón y en los labios de los niños.

Reflexiones sobre las madres y la maternidad

WILLIAM THACKERAY (1811-1863), NOVELISTA INGLÉS

Yo alabo al eterno Padre, no porque las hizo bellas, sino porque a todas ellas les dio corazón de madre. JOSÉ HERNÁNDEZ (1834-1886), POETA ARGENTINO

Lo que hace maravillosa a una madre es el espíritu abnegado que la mueve a sacrificar tiempo, fuerzas y, de ser necesario, hasta la salud por el bien de su hijo. DAVID BRANDT BERG (1919-1994)

El corazón de una madre es un abismo profundo en cuyo fondo siempre encontrarás perdón. HONORÉ DE BALZAC (1799-1850), NOVELISTA FRANCÉS

en las buenas; cuando las tribulaciones se multipliquen a nuestro alrededor, ella se aferrará a nosotros y, valiéndose de consejos y preceptos de ternura, se esforzará por disipar los nubarrones de tempestad y hacer retornar la paz a nuestro corazón. WASHINGTON IRVING (1783-1859), NOVELISTA ESTADOUNIDENSE

Jamás en la vida encontraréis ternura mejor, más profunda, más desinteresada ni verdadera que la de vuestra madre. HONORÉ DE BALZAC (1799-1850), NOVELISTA FRANCÉS

Un gramo de madre vale como un kilo de clérigo. PROVERBIO ESPAÑOL

Una madre es la amiga más leal de que disponemos. Cuando nos sobrevengan repentinamente duras pruebas; cuando la prosperidad dé paso a la adversidad; cuando nos abandonen amigos que se alegraban con nosotros conéctate AÑO 4, NÚMERO 5

Todo lo que soy y espero ser, se lo debo a mi santa madre. Jamás podrá ser pobre el hombre cuya madre sea una mujer de fe. ABRAHAM LINCOLN (1809-1865), PRESIDENTE DE EE.UU.

Tan sólo hay una cosa en este mundo que sea más hermosa y mejor que la mujer: la madre. LEOPOLD SCHAEFFER (1784-1862), POETA ALEMÁN

La maternidad es la más importante de todas las profesiones. Exige más conocimientos que cualquier otro asunto relacionado con el hombre. ELIZABETH CADY STANTON (1815-1902), ACTIVISTA ESTADOUNIDENSE QUE ABOGÓ POR EL SUFRAGIO FEMENINO

La madre es nuestra providencia sobre la tierra en los primeros años de vida, nuestro apoyo más firme en los años siguientes de la niñez, nuestra amiga más tierna y más leal en los años borrascosos de la juventud. SEVERO CATALINA (1832-1871), POLÍTICO Y ESCRITOR ESPAÑOL

La mano que mece la cuna es la misma que rige el mundo. WILLIAM WALLACE (1819-1881), POETA Y COMPOSITOR ESTADOUNIDENSE

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MARÍA FONTAINE

A M O R

ES LA SOLUCIÓN

EL

A todos nos hace falta sentirnos valorados por alguien, sentirnos unidos a alguien por un cariño especial.

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EL FACTOR PRIMORDIAL para la formación de un niño es el amor. Si los padres aprenden a tratar a sus hijos con amor y consideración, éstos se sienten amados y seguros. La mayoría de los padres no pueden estar con sus hijos todo el tiempo. A los pequeños les cuesta entender eso. Les parece que para sus padres ellos deberían ser lo más importante del mundo. Y cuando éstos no pueden prestarles atención constante a causa de sus otras obligaciones, los niños se sienten rechazados. Como es natural, cuanto más niños se tienen, menos tiempo y atención individual se puede prestar a cada uno. De ahí la importancia de que los padres se interesen por sus hijos y les dediquen amor y atención siempre que tengan ocasión de hacerlo. El primer paso es pedir a Dios que te ayude a entender tus hijos. Ora que te indique qué necesita cada uno en cada situación, y luego bríndales pequeños gestos de amor, pues significan muchísimo para ellos. A todos nos hace falta sentirnos valorados por alguien, sentirnos unidos a alguien por un cariño especial. Por muchos niños que se tengan, se le puede ofrecer a cada uno algo exclusivo, llámese atención particular o alguna otra cosa que signifique mucho para él. Además conviene

hacerlo de forma reiterada para que no sienta que es uno más del montón. A cada uno se le debe demostrar mucho amor y estimularlo, pues las palabras tienen la virtud de reforzar la autoestima y contribuyen a que el niño se sienta querido. «¡Mira qué grande estás! ¡Estamos orgullosos de ti! ¡Has aprendido muchísimo!» Diles cosas que les hagan saber que ellos tienen mucha importancia para ti. Los niños pequeños, en particular, todavía no tienen una noción concreta del tiempo. Si le das algo a un niño y a los demás les dices que a ellos les tocará la próxima vez, se imaginan que será dentro de mucho tiempo, les suena muy vago, muy impreciso. Por eso, en la mayoría de los casos, cuando le das algo a uno de ellos, conviene hacer alguna cosita especial para los demás también. No se puede ni se debe tratar a todos los hijos de igual forma todo el tiempo. Cada uno tiene que saberse especial y distinto de los demás. Cuando uno necesita algo que a los demás no les hace falta, hay que enseñarles que se actúa conforme a la necesidad, no es que se quiera más a nadie. Si sales con uno a comprarle zapatos, por ejemplo, y les traes a los demás un juguetito que no te cueste más que unos pocos pesos, eso les CONTINÚA EN LA PÁG. 10 conéctate AÑO 4, NÚMERO 5

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demuestra que los quieres y que te acordaste de ellos también. Muchas personas mayores no se dan cuenta de lo importante que es ofrecer explicaciones a los niños. No podemos dar por sentado que lo entienden todo. Difícilmente entenderán algo a menos que se lo expliquemos. La mayoría de las personas mayores no aceptan las cosas sin que se les dé una explicación; los niños tienen el mismo derecho. Si te parece que pueden albergar alguna duda o que se podrían sentir heridos, explícales la situación. Aunque no logren entender todo lo que les digas, el solo hecho de haber intentado explicárselo les transmite que tienes consideración por sus sentimientos. Y eso ayuda mucho. Cuando llega alguien nuevo —digamos que un recién nacido—, siempre se presentan confl ictos, pues el niño piensa que la nueva criatura o persona va a tomar su lugar. Los sentimientos de los niños son iguales a los de los mayores. Solo que las situaciones difíciles pueden ser aún más traumáticas para ellos porque no han experimentado antes esas cosas y por ende no tienen la seguridad de que a la larga todo se va a solucionar. Eso hace que los niños sean mucho más vulnerables que los adultos: su limitada experiencia. Por ese motivo es imperativo tratarlos con más cuidado, ternura y consideración que a una persona mayor. Me rompe el alma ver a un padre darle un coscorrón en la cabeza a su hijo en público o reprenderlo con aspereza por algo que a lo mejor el pobre niño ni siquiera entendió. ¡Es lamentable! Los niños son más susceptibles que las personas mayores, se los hiere con más facilidad. Por instinto, quieren a sus padres y confían en ellos, y es muy triste que éstos 10

socaven esos sentimientos. Si simplemente nos ponemos en su lugar, no resulta tan difícil entender a un niño. Las experiencias por las que atraviesa son muy similares a las que vivimos nosotros, los mayores, solo que para él son más difíciles de entender y aceptar. Nosotros mismos, que somos gente madura y creyente, cuando pasamos dificultades sabemos que invocando la ayuda del Señor obtendremos fuerzas para salir adelante. Aun así, en muchos casos nos cuesta tener esa confianza. Por contraste, un niño, cuando pasa por alguna de esas cosas, a menos que hagamos todo lo posible por fortalecer su confianza entregándole cariño, se siente bastante perdido. En cierta ocasión me contaron una anécdota de un muchacho que asistió a un banquete y descubrió que era el único hombre entre todos los invitados. Se puso tan nervioso que derramó su vaso de leche. La anfitriona se dio cuenta de la embarazosa situación en que se encontraba y procedió a derramar su propio vaso de leche a fin de atraer la atención hacia ella y sacarlo a él del brete. Sin pronunciar palabra, le indicó que todo estaba bien, que cualquiera mete la pata. ¡Un poquito de amor llega muy lejos! Es inevitable que un niño tenga sus complicaciones, pero sea cual fuere el origen de las mismas, el amor es capaz de remediarlas. Aunque nosotros no entendamos cuál es el problema, el Señor sí entiende, y la solución es el amor. «El amor cubrirá todas las faltas» (Proverbios 10:12). Apenas un poco de amor y sincero interés son capaces de corregir y remediar muchos errores y fallos, sean cuales fueren las causas o los culpables de los mismos. El amor contribuye a sostener a cualquiera, ya sea niño o mayor. EL AMOR ES LA SOLUCIÓN. ◆

Sin pronunciar palabra, le indicó que todo estaba bien, que cualquiera mete la pata.

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Padres millonarios ¿Con qué puedo obsequiar, buen Señor, a mis hijos? No es mucho lo que nos podemos permitir. Se merecen los más brillantes adjetivos, pero tienen pocos juguetes para sí. Tantas cosas hay que quisiera regalarles, mas disponemos de recursos bien pequeños. Con todo, poseemos riquezas abundantes, de esas que los reyes acarician en sueños. Gozamos de un capital que da para todos: las Palabras de Dios, las Palabras del Cielo; de un amor que nos sostiene en esos periodos en que todo parece ir a contrapelo; de una fe firme a la que nada perturba; de una esperanza que no cede ni se pierde. Llevamos en el alma un Cielo que perdura. Contamos con Jesús de enero hasta diciembre. Tenemos una roca en la que afirmarnos cuando los temores sacuden nuestra tierra; valor para hacer frente al más recio adversario; paz que nos ampara en medio de la guerra; la voz de Dios que nos susurra al oído, que desvanece todas nuestras inquietudes, que calma el viento y silencia su aullido y hace salir el sol oculto tras las nubes.

»Tesoritos celestiales, viejos y nuevos, para tus hijos tengo en tremendo volumen. Elige los que quieras, Yo te los proveo, brillantes gemas que el camino les alumbren. Entrega a cada uno una bella corona, espléndida, de un valor incalculable. Toma las joyas que tus hijos ambicionan, y luego vuelve para que más te regale». Bienes tan valiosos y de bella factura muchos mortales no los tienen en estima; mas cuando el mundo horriblemente se sacuda, todo se venga abajo y caigan de su cima, cuando mil sueños vayan a parar al suelo, los hijos de Dios que hoy parecen tan pobres harán frente al destino con rostro sereno, tranquilos por dentro, con una paz enorme. Somos ciertamente los más afortunados por haber buscado y hallado lo mejor. Todas las Palabras que Dios me ha hablado se las transmitiré a mis hijos con amor. En efecto, de un gran tesoro somos dueños, de un caudal que nuestras almas ennoblece. No puedo dar mayor regalo a mis pequeños que esas Palabras con que Dios nos abastece. KAY SPAIN (KAY SPAIN ES MISIONERA DE LA FAMILIA EN MÉXICO. TIENE 11 HIJOS Y 16 NIETOS.)

Jesús, gozamos de riquezas infinitas. Aunque Tus Palabras valen más que rubíes y que perlas, Tú nos las entregas gratuitas. ¡Qué generoso eres! ¡Cómo nos bendices! De nuevos regalos dispongo cada día, y cuando se me agotan, siempre me recuerdas: «Ven a Mi bodega. Hay mucha mercancía. Alhajas y esmeraldas, finísimas prendas.

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LECTURAS ENRIQUECEDORAS Guía divina para educar a los hijos

¿MUJER FUERTE SIMPLEMENTE?

¿O fuerte interiormente?

La mujer fuerte hace ejercicio cada día para mantener su cuerpo en forma. La que es fuerte interiormente se arrodilla a orar, para mantener su alma en forma. La mujer fuerte no le teme a nada. La que es fuerte interiormente demuestra valor a pesar de su inseguridad. La mujer fuerte no permite que nadie la domine. La que es fuerte interiormente se entrega en servicio a los demás. La mujer fuerte comete errores y los evita en el futuro. La que es fuerte interiormente se da cuenta de que los errores pueden redundar en bien y aprende de ellos. La mujer fuerte camina con mucha seguridad. La que es fuerte interiormente sabe que Dios la levantará si cae. La mujer fuerte se recubre de un manto de confianza en sí misma. La que es fuerte interiormente se viste de gracia. La mujer fuerte tiene fe en que su vigor natural le bastará para el viaje. La que es fuerte interiormente tiene fe en que el viaje mismo le irá proporcionando el vigor que le hace falta. ANÓNIMO

Si no has conocido aún a quien tiene poder para transformar toda vida, perdonar todo pecado, disipar todas tus penas y proporcionarte felicidad celestial aquí y ahora, así como en el Cielo venidero, reza la siguiente plegaria: Jesús, te abro en este momento mi vida y mi corazón y reconozco que eres mi Salvador. Te ruego que me perdones todo lo malo que he hecho, que me llenes de Tu amor y que me ayudes a comenzar de nuevo y a conocerte mejor. Amén. ◆ conéctate AÑO 4, NÚMERO 5

Los padres deben instruir a sus hijos con amor. 1 Corintios 16:14 Efesios 6:4 Colosenses 3:21 Deben enseñarles la Palabra de Dios. Deuteronomio 6:7 Deuteronomio 11:18,19 Proverbios 22:6 Isaías 38:19b 2 Timoteo 3:15 Dios bendice a los hijos de padres respetuosos de Dios. Deuteronomio 12:28 Proverbios 20:7 1 Reyes 9:4,5 2 Crónicas 26:4 2 Timoteo 1:5 El mal fruto de ser muy blandos con los hijos: 1 Samuel 3:13 Proverbios 29:15b Severa advertencia sobre no causar tropiezo a los niños: Mateo 18:6 Ejemplos de amor maternal: Génesis 21:15,16 Hebreos 11:23 1 Samuel 1:22-28; 2:18,19 1 Reyes 3:23-27 2 Reyes 4:17-20,27 Isaías 49:15a Mateo 15:22-28 Juan 19:17,18,25 Ejemplos de amor paternal: Génesis 37:33-35 Marcos 5:22,23 Lucas 15:20-24 15

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Gracias, papá… gracias, mamá... por participar en el milagro de traer al mundo nueva vida; por amar a los niños que te he confiado; por dar cabida en tu corazón y en tu vida a esos rayitos de sol con que te obsequié; por enseñarles que Yo soy amor dándoles ejemplo de amor; por prestarles oído y confortarlos cuando lloran; por consolarlos cuando tienen alguna pena y necesitan de tus tiernos cuidados; por entregarte a ellos sin pedir nada a cambio, lo cual les enseña a ser generosos y sacrificados; por manifestarles misericordia, aun cuando menos la merecen, a fin de que entiendan Mi misericordia y perdón; por orar por las cuestiones grandes y pequeñeces que les atañen, para que descubran la eficacia de la oración; por apoyarte en Mí cuando tus fuerzas flaquean, a fin de transmitirles que Mi gracia y Mis fuerzas siempre bastan; por no dejar de creer nunca, y enseñarles así las recompensas de la fe; por aferrarte a las promesas de Mi Palabra, a fin de que ellos también aprendan a depositar su confianza en Mí; por devolvérmelos, a sabiendas de que Yo siempre velo por los Míos; por amarlos incondicionalmente, cualquiera que sea el rumbo que elijan; por ayudarlos a crecer y madurar hasta convertirse en hombres y mujeres de los que todos podamos estar orgullosos.

DE JESÚS, CON CARIÑO 37


¿POR QUÉ

R E M E T

TINA YAMAGUCHI

EL FUTURO?

HE HABLADO CON MUCHAS PERSONAS que tienen miedo del futuro, sobre todo de los acontecimientos relacionados con el Fin de los Tiempos, tal como se describen en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis. Varias me han dicho que les da miedo leer siquiera esos pasajes de la Biblia, que prefieren no pensar mucho en eso. Adoptan la actitud del

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niño que cuando tiene miedo cierra los ojos con la esperanza de que el peligro pase de largo. Confieso que yo también abrigaba miedo de los acontecimientos venideros. Aunque toda mi vida se me inculcó que el poder de Dios es grande y que está dentro de Su plan proteger a los Suyos en los tenebrosos días que se avecinan, a veces —azuzados por las preocupaciones— los pensamientos se nos desbocan y olvidamos rápidamente esos preceptos tranquilizadores. Pero me sucedió algo que alteró todo eso. Hace dos años descubrí que estaba embarazada. Ese mismo mes Dios nos pidió a mi esposo y a mí que nos fuéramos de misione-

ros al África. Dicho llamado me tomó aun más por sorpresa, pues había vivido la mayor parte de mi vida en Japón y estaba muy comprometida con un programa de asesoramiento para estudiantes universitarios y otras obras de carácter humanitario. Era feliz, me sentía realizada y me parecía haber encontrado la misión que Dios tenía para mí. Pero entonces me dijo que quería enseñarme otras cosas y que lo que necesitaba era precisamente un cambio de aires. Tras sobreponerme al shock inicial, fui haciéndome a la idea y me entusiasmé con la perspectiva de ir a un país completamente desconocido. A los pocos meses estábamos ya en camino. Hicimos escala en Europa para visitar a la familia de mi marido. Estando allí nos comunicamos con unos misioneros de La Familia que ya se hallaban en África y con quienes teníamos pensado trabajar. Nos recomendaron que lleváramos todo lo que necesitaríamos para el bebé, pues tales artículos son difíciles de conseguir, de mala calidad o disparatadamente costosos en esta región del continente africano. No es que en Europa fueran baratos. Para colmo, estábamos en pleno invierno, y el bebé nacería en el tropicalísimo clima de África conéctate AÑO 4, NÚMERO 6

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Me fui dando cuenta de que aunque amaba entrañablemente a mi futura hija y quería lo mejor para ella, Dios se desvelaba por nosotras aún más.

Oriental. En aquel momento ningún almacén vendía ropa veraniega para bebés. Empecé a sentir el rigor de la situación en la que me estaba metiendo. ¿No sería un desatino y una irresponsabilidad de mi parte irme al África estando a punto de dar a luz? ¿Cómo iba a conseguir todo lo que necesitaba en tan poco tiempo y con tan poco dinero? ¿Por qué tenía que ir yo? Rompí a llorar. Había tocado fondo, lo que a veces no es tan terrible que digamos, pues a partir de ese momento no queda otra que mirar hacia arriba. Leí pasajes de la Biblia sobre conservar el ánimo y sobre los cuidados que Dios nos prodiga. Me fui dando cuenta de que aunque amaba entrañablemente a mi futura hija y quería lo mejor para ella, Dios se desvelaba por nosotras aún más. Era más que capaz de proveer para todo lo que necesitáramos. No tuve más que reposar en Sus brazos y escuchar Su voz, que me decía: «Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar. Llevad Mi yugo sobre vosotros, y aprended de Mí [...], y hallaréis descanso para vuestras almas; porque Mi yugo es fácil, y ligera Mi carga» (Mateo 11:28-30). «Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en conéctate AÑO 4, NÚMERO 6

graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?» (Mateo 6:26). Si bien esas palabras me tranquilizaron, todavía no sabía cómo iba a darme Él todo lo que necesitaba en tan poco tiempo. Decidimos echar un vistazo en las ferias, donde a veces se encuentran artículos usados de buena calidad para bebés. Uno de los avisos parecía perfecto: «Muebles y ropa de niños». Fuimos con unos amigos, y al llegar descubrimos que lo único que había en la feria era antigüedades y pinturas viejas. Uno de los puestos tenía dos camisetas de bebé. No era precisamente lo que buscábamos. Me quedé completamente descorazonada. En eso se acercaron corriendo nuestros amigos. Estaban casi sin aliento, entusiasmados con algo que habían encontrado. «Estupendo —pensé—. Dos camisetas más. Problema resuelto». Entonces recordé que Dios es mi Padre y que no me defraudaría. El descubrimiento resultó ser un puesto de ventas que a mí inexplicablemente se me había pasado. El hombre vendía un ajuar completo de recién nacido hasta un año. Estaba todo en casi perfecto estado, y la mayor parte era de verano. Tenía además

algunos juguetes y otros artículos de bebé que nos harían falta. Cuando le dijimos que nos íbamos de misioneros al África, prácticamente nos lo regaló todo. Más tarde, mi cuñada, que trabaja en una compañía farmacéutica, nos dio todo lo demás que íbamos a necesitar: vitaminas, cremas, polvos, todo. Para cuando vinimos al África, no nos faltaba nada. ¿Qué tiene que ver eso con el miedo que nos suscita el Tiempo del Fin? Actualmente, cuando me veo enfrentada a esos temores, sobre todo en relación a mi hija, me viene a la memoria aquella experiencia. Si a ti también te inquietan esa clase de temores, piensa en cuánto amas a tus hijos y en lo que harías por protegerlos y proporcionarles lo que necesitan. Luego multiplícalo por un millón. Dios es el mejor Padre que podríamos tener. Nosotros somos simples humanos. En vista de eso, es inevitable que a veces defraudemos a nuestros hijos o que no seamos padres perfectos. Sin embargo, Dios nunca falla. ¡Estamos a salvo en Sus brazos para siempre! ◆ (TINA YAMAGUCHI ES MISIONERA DE LA FAMILIA EN UGANDA.)

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VIVENCIAS

¿AMARGURA O

TERNURA?

DAVID PHILLIPS

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YA DESDE MUY JOVEN me encantaban los bebitos. No veía la hora de ser padre. Con apenas 20 años ya me había casado, y mi esposa Anisa estaba embarazada. No cabíamos de contento y aguardábamos con ansias la llegada de nuestro primer hijo. (Una ecografía reveló que se trataba de un varón.) Por fin llegó el tan esperado día. Le veríamos la carita a nuestro hijo. Pero el Señor tenía otros planes. Surgieron complicaciones durante el parto, y Él se llevó consigo a nuestro retoñito antes que pudiera ver la luz. Sólo quien ha perdido una criatura puede imaginarse el doloroso golpe que supone y la angustia que sobreviene. Tantas cosas nos pasaban por la cabeza, tantos pesares, tantos interrogantes sin respuesta. ¿Qué habíamos hecho para merecer aquello? ¿En qué habíamos errado? ¿Por qué permitió Dios que el niño se nos fuera? ¿Acaso se trataba de un castigo? ¿Qué haríamos a partir de entonces? ¿Volveríamos a sonreír? Dios no dejaba de decirnos: «Confíen. Confíen en Mí, que hago todas las cosas con amor». ¿Pero cómo podíamos confiar cuando el mundo entero se nos había derrumbado y no hallábamos dónde hacer pie? Con el paso de las semanas y los meses tuve que tomar una decisión: o me aferraba al dolor, o renunciaba a mi hijo y a partir de ahí rehacía mi vida. ¿Permitiría que aquella experiencia desgarradora me endureciera y me amargara, o dejaría que me enterneciera y me ablandara? En gran parte gracias a mis amigos y mi familia, cuyas oraciones y palabras alentadoras me infundieron fuerzas para hacer frente a cada prueba, opté por confiar en Dios y devolverle mi conéctate AÑO 4, NÚMERO 6

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amado hijo. Aunque no dejaba de ser difícil para mí entender por qué había dejado Dios que ocurriera algo tan trágico, me decidí a aceptar por fe que lo había hecho por amor y con algún buen motivo, y que algún día lo entendería. Pasó el tiempo. Anisa y yo recobramos la paz y pudimos volver a sonreír. Empezábamos a ver el arco iris después de la tempestad. En mis tiempos de gran angustia y desazón, me venía una y otra vez a la memoria el mismo versículo de la Biblia: «[Dios] nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios» (2 Corintios 1:4). Ahora veo lo que no lograba ver en aquel momento: Dios me rompió y luego me recompuso el corazón para que pudiera entender mejor las tribulaciones de otras personas. En los dos años y medio desde que mi hijo volvió al Cielo, he aprendido cosas valiosísimas. Dios se sirvió de ello para enternecerme el corazón. Me dio el don de levantar el ánimo y consolar a los demás. Al cabo de poco tiempo puso en mi camino personas que habían perdido recientemente a seres queridos. Tal como dice la Escritura, conduciéndolas a Él pude consolarlas con la misma consolación con que Dios me había consolado. Puedo afi rmar con toda veracidad que aunque fue una experiencia dolorosa, sirvió para fortalecerme y hacer de mí un instrumento más útil en manos de Dios, alguien capaz de ser una bendición para muchos otros que aún no lo conocen y que no tienen una fe en qué apoyarse en conéctate AÑO 4, NÚMERO 6

tiempos de gran dificultad. Actualmente estoy feliz sirviendo al Señor y a mi prójimo en Jon Kaen, provincia del noreste de Tailandia, junto con Anisa y nuestra pequeña de un año. (Así es. El Señor al poco tiempo nos bendijo con una niñita.) Puedo decir con sinceridad y de todo corazón que valieron la pena todas las lágrimas y el dolor, pues por medio de ellos aprendí a confiar en el amor de Dios. A cualquiera que haya perdido un ser querido o esté atravesando graves dificultades, le diría lo siguiente: Por difícil que sea la prueba o por oscura que se vea la noche, por lo que más quieras, aguanta. Pronto verás la luz al fi nal del túnel. Acude a Dios y a Su Palabra en busca de consuelo y fuerzas. Él te ama y quiere volver a verte feliz. Simplemente está haciendo de ti una mejor persona. ◆

Pude consolarlas con la misma consolación con que Dios me había consolado.

(DAVID PHILLIPS ES MISIONERO DE LA FAMILIA EN TAILANDIA.)

ORACIÓN PARA HOY Ayúdame a confiar en Ti, Señor, sin dudar nunca ni criticarte por lo que pones en mi camino o permites que me sobrevenga. Reconozco que Tú sabes lo que más conviene, aunque a mí no me lo parezca en el momento. Dame fe para renunciar a mis propios deseos y anhelos a fin de que se cumpla Tu voluntad. Tú prometiste que con el tiempo siempre harías redundar todo en favor mío, pues tienes en cuenta lo que es más provechoso para mí. Dame fuerzas para no resentirme ni amargarme. Albergar rencor es como aferrarse a una infección que puede causar la muerte. ¿Quién querría eso? Líbrame de toda duda, temor, dolor o resentimiento que pudiera dar lugar al rencor. Dame fe para desembarazarme de todo eso, para perdonar y olvidar y pasar a cosas mejores, todas esas cosas estupendas que Tú prometiste a quienes confían en Ti y mantienen una relación transparente contigo. 13

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Lo que puede el amor de los padres En cierta ocasión, un niño con un defecto de audición llegó a su casa con una nota de la directora del colegio en la que ésta recomendaba a los padres que sacaran al pequeño del centro docente, ya que era «muy bruto para aprender». La madre del niño leyó la nota y dijo: «Mi hijo Tom no es ningún bruto; él es capaz de aprender. Yo misma le enseñaré». Y eso hizo. Muchos años después, cuando Tom murió, los estadounidenses le rindieron homenaje apagando todas las luces del país durante un minuto. Resulta que el tal Tom fue nada más y nada menos que el inventor de la lámpara incandescente, del fonógrafo y de un rudimentario proyector de películas. En total, Thomas Edison patentó más de mil inventos. *** «Mi madre fue la que me forjó. La gran certeza y confianza que ella depositó en mí me transmitieron el sentimiento de que tenía a alguien por quien vivir, de que existía alguien a quien no podía defraudar. La memoria de mi madre siempre será una bendición para mí».

En su adolescencia Jim trabajaba para un tendero de Missouri. Le gustaba el trabajo y pensaba abrirse camino con dicho oficio. Cierta noche regresó a casa y le contó orgulloso a su padre los astutos manejos de su patrón. Este tenía la costumbre de mezclar el café barato con el de mayor precio, obteniendo así más ganancias. Jim contó el hecho riendo a la hora de la cena. Su padre, sin embargo, no le vio gracia al asunto. Le dijo: —Dime, si el tendero descubriera que alguien le está colando mercadería de mala calidad al precio de la buena, ¿crees que le parecería astuto y que le causaría gracia? Jim se dio cuenta de que su actitud había defraudado a su padre. —Creo que no —respondió—. No lo había visto de ese modo. Al día siguiente su padre le dijo que acudiera a la tienda, reclamara la paga que se le adeudaba e informara al tendero que no volvería a trabajar para él. El trabajo no abundaba en la zona, pero el padre de Jim prefería ver a su hijo cesante antes que relacionado con un comerciante tramposo. Así de cerca estuvo J.C. Penney de convertirse en tendero. En cambio, fundó la cadena minorista que todavía lleva su nombre. Revela el secreto de su éxito en el título de su autobiografía: Cincuenta años con la Regla de Oro.

THOMAS EDISON (1847–1931)

«Vayan a casa y amen a su familia». RESPUESTA QUE DIO EN 1979 LA MADRE TERESA DE CALCUTA (1910-1997) A LA PREGUNTA «¿QUÉ PUEDE HACERSE PARA PROMOVER LA PAZ EN EL MUNDO?», EN EL MOMENTO EN QUE SE LE HIZO ENTREGA DEL PREMIO NOBEL DE LA PAZ. conéctate

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Para PADRES de

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ADOLESCENTES

COMPILADO A PARTIR DE LOS ESCRITOS DE MARÍA FONTAINE Y DE DEREK Y MICHELLE BROOKES

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No cabe duda de que tener un hijo adolescente es uno de esos retos que nos presenta la vida. La adolescencia es una etapa difícil, y en muchos casos los jóvenes hacen partícipes de sus dificultades a quienes los rodean. Su exterior un tanto áspero, irreverente o rebelde puede resultar intimidatorio y dejar a los padres perplejos, con la sensación de que han fallado en algo. En ese caso, muchos padres no sabiendo cómo ayudar a sus hijos, se retraen. ¡Trágico error!, pues en realidad por dentro sus hijos anhelan que los orienten, les levanten la moral, los amen, los apoyen y los comprendan. Late dentro de los adolescentes la imperiosa necesidad de sentirse seguros y amados incondicionalmente. Necesitan saber que alguien advierte sus problemas y se interesa en ayudarlos a cualquier costo. Aunque en ningún caso se trata de una tarea fácil, los padres que no se dan por vencidos y no dejan de manifestar amor ni de brindarse a sus hijos tienen muchas más probabilidades de ayudarlos a superar sus conflictos que quienes adoptan un papel menos activo. A continuación reproducimos 21 pautas de probada eficacia para mejo-

rar la relación con un hijo adolescente.

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Acepta que tu papel ha cambiado. La transición de la infancia a la juventud es tan gradual que muchos padres no se percatan hasta que ya es tarde de que es tiempo de dejar de tratar a sus hijos como a niños. Los chicos están descubriendo su propia personalidad, sus habilidades y objetivos, y como parte de ese proceso se independizan más de sus progenitores. Los adolescentes quieren que se los trate como a jóvenes adultos y que se los respete como individuos. En su búsqueda de autonomía, oponen resistencia a la labor de supervisión que pretenden ejercer sus padres. Si aprendes a tratar a tu hijo como a un amigo cuando sea apropiado, es más probable que baje la guardia. Ponte en su lugar. La inseguridad es muy normal durante la adolescencia. Los jóvenes ya no son niños, pero tampoco alcanzan del todo la adultez. Su organismo sufre cambios enormes, y sus emociones y hormonas están descontroladas. En esa etapa aprenden a manejar un

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mayor grado de independencia y la responsabilidad que esta conlleva, y se enfrentan a decisiones y presiones a las que nunca antes se enfrentaron. Tomar eso en cuenta ayuda a los padres a no ofenderse con los exabruptos emocionales y verbales de los chicos. Si procuras sinceramente establecer una empatía con tu hijo, lograrás entender mejor sus pensamientos y problemas. A su vez, él verá en ti un a aliado. Mantén la calma. No te ofendas por las cosas disparatadas que dice y hace. Hay ocasiones en que los jóvenes dicen y hacen cosas raras para ver cómo reaccionamos. A veces quieren expresar lo que les pasa por dentro pero no saben cómo. Ni ellos mismos entienden lo que les pasa. En otros casos simplemente se ponen egocéntricos, rasgo que suele caracterizar a los adolescentes. Si te alteras o te muestras horrorizado no conseguirás otra cosa que empeorar las cosas. Aprende a amortiguar los golpes. Si tu hijo sabe que te esmerarás por entenderlo cuando se desahogue contigo, se sentirá seguro en tu compañía.

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Respétalo. El respeto es señal de fe. Cuando a un jovencito le cuesta tener fe en sí mismo, un poco de respeto puede aumentar su propia seguridad, espolearlo a seguir adelante y ayudarlo a alcanzar el éxito. Lo mismo sucede a la inversa: si el chico piensa que no tienes fe en él, es muy posible que se dé por vencido antes de desarrollar todo su potencial.

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No te burles de él ni lo denigres. Cuando un joven se siente vulnerable —cosa que sucede casi todo el tiempo— suele exacerbarconéctate

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broma, y en lugar de tomarlas como tal, considera que se lo está ridiculizando.

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Muéstrate positivo y dale apoyo. La mayoría

tienen complejos de inferioridad de una índole u otra. Eso hace que el concepto negativo que abrigan de sí mismos termina afectando sus acciones. Procura reaccionar siempre de forma positiva y bríndale apoyo. Obviamente, no se puede hacer la vista gorda ante cuestiones graves o fechorías; pero sí se puede dar un giro positivo a casi cualquier situación refiriéndose ella en términos de soluciones y lo que se puede aprender de ella en vez de limitarse a expresar enojo o decepción. Mantener una actitud positiva es señal de amor incondicional, lo cual contrarresta la baja autoestima. Elogia a tu hijo siempre que tengas oportunidad. Evita reglas innecesarias. El exceso de reglas y restricciones puede llevar a cualquier joven a rebelarse. Por otro lado, sí se necesitan algunas reglas; no es muy atinado dar rienda suelta a un adolescente. Cuando te parezca que haga falta instituir una nueva regla, debátelo con él y decidan juntos. No se la impongas. Explícale tus argumentos, escucha los suyos y, dentro de lo posible, procura que acepte las condiciones y las consecuencias de infringir la regla.

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Por dentro anhelan que los orienten, les levanten la moral, los amen, los apoyen y los comprendan.

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Trátalo como a una persona responsable. Los adolescentes necesitan pautas, pero a la vez 5

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quieren ser independientes y saber que confiamos en ellos. Si le confías a tu hijo tareas u obligaciones de adulto, se esforzará más por actuar como tal. Un sabio dijo en cierta ocasión: «Si tratas a alguien como si fuera lo que debe ser, lo ayudarás a convertirse en lo que es capaz de ser». Los adolescentes cometen errores como todo el mundo; pero cuando ven que eso no merma nuestro amor y nuestra fe en ellos, persisten en progresar y a la larga logran el objetivo.

necesitan menos atención que los niños y además quieren reafirmar su independencia. Pero en muchos casos viene a ser un error. Necesitan mucho apoyo, orientación y empresas tentadoras que los inciten a luchar y aprender. Les hace falta alguien que los dirija, un mentor que les enseñe. Y nadie está en mejor situación para cubrir esa necesidad que sus padres. No hay ninguna inversión que forje vínculos más sólidos entre padres e hijos o que arroje mayores dividendos.

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Gánate su confianza con tu discreción. Los jóvenes son muy susceptibles cuando se trata de los conflictos por los que atraviesan. A nadie le gusta ser objeto de chismes o conversaciones desconsideradas, y menos a los adolescentes. Cuando nos confían algún dato personal, esperan que seamos lo más discretos posible con él. Puede que a nosotros nos parezca algo insignificante, pero para ellos es una montaña. Si traicionas su confianza, puede que te tarde mucho tiempo recobrarla. Reza. Cuando no estés seguro de qué debes decir o cómo reaccionar ante un problema de tu hijo, reza. Eleva una plegaria silenciosa pidiendo al Señor que te confiera sabiduría y que te indique cómo ve Él el asunto y cuál es la solución.

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Dedícale tiempo. Muchos padres pasan menos tiempo en compañía de sus hijos adolescentes que cuando éstos eran niños. Diríase que esto es muy natural, dado que los jóvenes 6

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Admite tus errores. Los chicos detestan que no nos apliquemos las mismas normas que les aplicamos a ellos. Se requiere humildad para admitir nuestras falencias y pedir disculpas cuando hemos cometido un error o hemos ofendido a nuestros hijos. Por otra parte, admitir con franqueza nuestras propias faltas y defectos contribuye a que los jóvenes hagan lo propio con los suyos. Nos ayuda, tanto a nosotros como a ellos, a enfocar las dificultades objetivamente.

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Cultiva el sentido del humor. Hay momentos para analizar

seriamente los objetivos a largo plazo, y momentos para relajarse y pasarlo bien. Los jóvenes admiran a las personas mayores que saben divertirse y disfrutar de la vida. Solo asegúrate de que sea humor de buen gusto y no a costa de terceros, pues los jóvenes tienden a emular a aquellos adultos por quienes sienten admiración.

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Expresa tu amor. Aunque puede que a los jóvenes no les gusten los besos y abrazos como cuando eran niños, en todo ser humano —sin importar la edad que tenga— hay una permanente necesidad de cariño y de sentirse amado. Procura no dejar pasar un solo día sin expresar con palabras el amor que sientes por tu hijo y sin respaldar esas palabras con hechos. Escúchalo. Todo joven necesita un confidente, un verdadero amigo a quien sepa que puede confiarle sus secretos más íntimos. El adolescente vive dominado por una vorágine de sentimientos que le causa confusión. Sin embargo, en muchos casos se cohíbe de hablar de ello por miedo a que se le malinterprete, se le ridiculice o se le considere ingenuo. Tómate tiempo para escucharlo. Es preciso hacerle saber que alguien lo entiende. Evita, eso sí, respuestas que empiecen con la frase: «Cuando yo tenía tu edad...» La mayoría de los jóvenes las detestan. Un error común que cometen los

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padres es escuchar sólo las primeras palabras o frases y, por ende, sacar conclusiones erróneas. En lugar de hacerle ver la luz, guíalo cuidadosamente para que llegue a la conclusión acertada por sí mismo a medida que vaya expresando lo que siente.

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Traba amistad con sus amigos. Interésate sinceramente por sus compañeros. Procura descubrir sus mejores cualidades, y probablemente te considerarán el padre o la madre más buena onda que hay. Si lo haces, no te sorprenda que tu casa se convierta en el lugar preferido de reunión del grupo de amigos de tu hijo. Si bien es posible que suban los decibeles y la cuenta del supermercado, el hecho de saber dónde están y qué hacen compensará todas estas molestias.

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Perdona y olvida. Huelga decir que tus hijos cometerán errores por los cuales tendrán que disculparse y obtener perdón. Al igual que nos sucede a todos, los jóvenes en muchos casos consideran que no pueden confesar sus errores y su mala conducta por temor a quedar etiquetados para siempre. Tienen que convencerse de nuestro amor y de nuestra buena disposición para perdonar, olvidar y comenzar de nuevo.

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Ten convicciones. Si te descuidas, tu orgullo de padre o de madre, los vínculos afectivos y el deseo instintivo de proteger a tu hijo pueden llevarte a ceder, ser indolente, retraerte o apresurarte a rescatarlo en el momento menos indicado. conéctate

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Puede incluso que te identifiques con su enojo, frustración o rebeldía. En esos momentos es importante tener en cuenta que el joven está aprendiendo a juzgar atinadamente, y ya sea que lo demuestre o no, emulará tu conducta y seguirá tu ejemplo. Si no eres capaz de obrar como es debido pese a que ello pueda acarrear ciertas consecuencias desagradables, es posible que él no aprenda a tener convicciones. A veces la mejor manifestación de amor es actuar con firmeza. Los adolescentes son muy idealistas, y te respetarán más si defiendes tus convicciones que si eres indolente, aun cuando les cueste aceptarlo o no estén de acuerdo con tu decisión.

estimule a romper con la rutina en que te has inmerso o a cambiar en aquellos aspectos que sabes desde hace tiempo que te hace falta? Suele ser más fácil cambiar por el bien de otra persona que por uno mismo. ¿Qué mejor motivo podrías tener para esmerarte por ser una mejor persona en todo sentido? ¡Aprovéchalo!

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Muéstrate como eres. Los adolescentes tienen agudo olfato para detectar la hipocresía. Aunque tus intenciones sean puras y no quieras otra cosa que identificarte con tu hijo, si lo haces exageradamente no te tomará en serio. El secreto es actuar con naturalidad. A los quinceañeros no les gustan las actitudes paternalistas ni que traten de engatusarlos. Quieren tener amigos, personas con las que saben que pueden contar y con quienes se sienten cómodos. Si los aceptas tal como son, se sienten cómodos en tu compañía y te aceptan tal como eres.

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Cambia si es preciso. Puede que tengas que modificar algunos hábitos o la forma en que reaccionas ante determinadas cosas. ¿Por qué no aprovechar la coyuntura y dejar que ello te

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Condúcelo a Jesús. Los años de la adolescencia son turbulentos. Es como encontrarse en un bote a la deriva en alta mar en medio de una tormenta. Haz las veces de faro que le indique el curso que debe seguir para llegar al más seguro de los puertos: Jesús. Por mucho que ames a tus hijos, solo Jesús es capaz de responder a sus interrogantes más profundos y satisfacer las necesidades de su espíritu. Su Salvador no eres tú, sino Jesús. No puedes estar con ellos cada segundo ni rescatarlos de todo, pero sí conducirlos a Aquel que es capaz de hacerlo. 7

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A todos nos gusta que nuestros hijos gocen de la simpatía de otros niños y se lleven bien con ellos. A mí me pasaba eso cuando mi hija mayor, Danae, empezó a jugar con otros niños. Procuré enseñarle a relacionarse amorosamente con ellos, y en general le fue muy bien. Se hacía amiga de otros niños, no peleaba, era considerada y servicial, y hasta me dejaba a mí jugar con los demás niños. La mayor prueba fue enseñarle a compartir sus juguetes. Invitábamos Danae (izq.) con su amiga Natalie a otros niños de su edad a jugar con ella en casa para darle más ocasión de ejercitarse en Mi hija me ese aspecto. Ese pequeño paso fue la clave para que Danae descubriera que transmitió es divertido compartir con los demás. Resultó que yo misma tenía un trecho ese día una que recorrer en ese mismo sentido. Una tarde Danae había invitado importante a una amiguita, Natalie, a jugar con enseñanza ella. Natalie era una de las amiguitas que venía a jugar con ella más sobre la cual seguido, y su juego predilecto era una aún rindo baraja infantil de naipes con ilustraciones de vivos colores. Aunque las examen dos eran muy pequeñas para entender todas las reglas del juego, les gustaba periódicamente. mirar los dibujos y descubrir cuáles eran iguales. Esa noche, después que Natalie se

RUT CORTEJOS

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fue, Danae me dijo: —Mamá, quiero darle estas cartas a Natalie. Son las que más le gustan. Me mostró tres o cuatro cartas de la baraja. Le expliqué que prefería que no las regalara porque el juego iba a quedar incompleto; pero ella insistía. —¡Es que quiero que sean de ella! Una vez más intenté explicárselo: —Danae, estas cartas forman parte del juego. Si se las das a Natalie, ya no las tendremos, y el juego quedará incompleto. —No importa, mamá. Tengo las otras. Pensé que a lo mejor no entendía que cuando se regala algo, se hace de forma permanente. Amplié, pues, mi explicación. —Si le das esas cartas a Natalie, mañana no puedes pedirle que te las devuelva. Una vez que se las regales serán de ella. De golpe se dibujó una expresión de preocupación en su rostro. Por un momento pensé que fi nalmente lo había entendido. Entonces me sonrió y me dijo: —Está bien. Quiero dárselas de todos modos. ¿Qué podía decirle? Me senté un momento y oré. Entonces vi la luz. Llevaba tiempo tratando de enseñarle a compartir, y ahora que ella había decidido aplicar ese principio fundamental, yo misma pretendía impedírselo. «¿Qué estoy haciendo?», pensé. Estaba a punto de cometer un error muy estúpido. ¿Qué más daba que nuestra baraja quedara incompleta? En todo caso podíamos conseguir otra. Lo importante era que mi hija estaba conéctate

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experimentando la alegría de dar, que estaba pensando en los demás en vez de centrarse en sí misma y que deseaba hacer feliz a su amiga. ¿No es eso lo principal en la vida? Mi hija me transmitió ese día una importante enseñanza sobre la cual aún rindo examen periódicamente. Ahora tengo tres hijos, y cada tanto uno de ellos me viene con un juguete o peluche que quiere regalar a uno de sus amigos. Lo primero que pienso es:

«¿Cómo hago para convencerlo de lo contrario?» Pero cuando me pongo a reflexionar, siempre llego a la misma conclusión: los hijos son para toda la vida; las cosas materiales no. Los valores que inculque hoy a mis hijos serán una piedra más sobre la cual estará cimentada su personalidad el día de mañana. RUT CORTEJOS ES MISIONERA DE LA FAMILIA EN TAILANDIA.

Oración de los padres

P

adre celestial, te pido que me ayudes a entender a mis hijos, a escucharlos con paciencia y a responder a todas sus preguntas con amabilidad. Recuérdame que no debo interrumpirlos ni contradecirlos. Haz que actúe con ellos con la misma consideración que de ellos espero. Que no me ría jamás de sus errores, ni me burle de ellos, ni los ponga en ridículo cuando me contraríen. No permitas jamás que los castigue sólo por satisfacer mis apetitos o demostrarles mi autoridad. No dejes que los tiente a robar o a mentir. Y guíame momento a momento para que les demuestre con todas mis palabras y mis actos que la honradez y la sinceridad

son el origen de la felicidad. Te pido que suavices mi rudeza de carácter; y cuando esté de mal humor, Señor, ayúdame a refrenar la lengua. Que no olvide jamás que son niños y que no debo esperar de ellos criterios de adulto. Que no los prive de la oportunidad de cuidarse y de tomar decisiones por su cuenta. Concédeme grandeza para acceder a todos sus pedidos que sean válidos, y por otra parte negarles todo aquello que en mi opinión les resultaría perjudicial. Haz que sea imparcial y que los trate con justicia y bondad, que me merezca su amor y respeto y sea un modelo para ellos. Amén.

ABIGAIL VAN BUREN (1918– ), DE LA FAMOSA COLUMNA DEAR ABBY

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RESPUESTAS A TUS INTERROGANTES

El conflicto generacional

Las cosas han cambiado tanto desde que yo era joven que no sé por dónde empezar para relacionarme con mi hija adolescente y ayudarla. ¿Cómo puedo solventar el conflicto generacional?

Para relacionarte mejor con tu hija, procura recordar cómo te sentías tú a su edad.

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Es cierto que el mundo ha cambiado mucho en la última generación, y diríase que la brecha generacional se está ensanchando. Pero las apariencias engañan. Las diferencias intergeneracionales se manifiestan de forma distinta de una generación a otra. No obstante, la cuestión de fondo es la misma: los adolescentes tienen una necesidad innata de hallar su lugar en la vida, necesidad que el propio Dios puso en ellos. Para relacionarte mejor con tu hija, procura recordar cómo te sentías tú a su edad. Si eras la típica adolescente, los cambios constantes que se producían en tu organismo probablemente te hacían sentirte incómoda y poco atractiva. Cada vez que te salía un granito o que el peinado no te quedaba como esperabas se desataba una crisis de envergadura. Te preocupaba la forma en que te veían tus amigos. Te comparabas negativamente con aquellas compañeras de clase que eran más bonitas, más inteligentes, más simpáticas o que proyectaban una mayor confianza en sí mismas. Te enfrentabas a decisiones más

importantes de las que habías tenido que tomar hasta entonces y sabías que más adelante estas serían todavía más trascendentales: ¿Hasta qué nivel estudiarías? ¿A qué te dedicarías cuando fueras mayor? ¿Con quién te casarías? ¿Por qué querría algún hombre casarse contigo? Aunque es posible que no entendieras lo que te sucedía en aquel momento —como tampoco lo entiende tu hija ahora—, todo ello representa el proceso de descubrirse a uno mismo y establecer su identidad. En esa etapa de la vida los jovencitos buscan señales en sus coetáneos y en sus padres. Se comparan constantemente con los de su misma edad para determinar dónde encajan. También analizan las actitudes, forma de vida y valores de sus padres para determinar si quieren ser como ellos cuando sean mayores. La mayoría de los jóvenes manifiesta como mínimo algo de rebeldía durante sus años mozos. Al fin y al cabo, ¿cómo van a establecer su propia identidad si no se emancipan hasta cierto punto de sus padres? Al reaccionar exageradamente a las conéctate

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Al reaccionar exageradamente a las muestras de rebeldía de sus hijos, muchos padres empeoran una situación de por sí difícil. Eso casi siempre conduce a una mayor rebeldía y un ensanchamiento de la brecha generacional. conéctate

muestras de rebeldía de sus hijos adolescentes, muchos padres empeoran una situación de por sí difícil. Eso casi siempre conduce a una mayor rebeldía y un ensanchamiento de la brecha generacional. Los padres inteligentes aceptan que es natural cierta medida de rebeldía y entienden que muchos de los cambios más evidentes que experimentan sus hijos adolescentes —las vestimentas o cortes de pelo estrafalarios, la música espantosa, etc.— son sintomáticos del proceso de separación. También entienden que la experimentación es parte ineludible del proceso de crecimiento y que no todos los experimentos van a ser exitosos. Para inventar la lámpara incandescente, Thomas Edison probó cientos de combinaciones de materiales que no dieron resultado, hasta que finalmente dio con la que funcionó. Al igual que Edison, la mayoría de los jóvenes terminan por darse cuenta cuando algo no da resultado y prueban otra cosa. Dale a tu hija un poco de margen para experimentar, dentro de ciertos límites. «Nada que sea dañino para ti ni para los demás y nada ilegal» son buenos puntos de partida. Algo que va íntimamente relacionado con la experimentación es el tema del dominio de sí mismo. Muchos quinceañeros no tienen ningún control de sí mismos, principalmente porque no ven motivos para ello. Les gusta pasarlo bien y disfrutar de la mayor independencia que han adquirido, y aprenden por ensayo y error. En muchos casos no aprenden a contenerse hasta que experimentan las consecuencias de las decisiones erradas que han tomado. Cabe preguntarse, sin embargo: ¿no te pasó lo mismo a ti? Si bien por un lado los jóvenes desean establecer su propia identidad, generalmente se sienten muy inseguros desempeñando ese nuevo papel. Se asemeja a la experiencia de subirse por primera vez a un trampolín de altura y colocarse en el borde: Se disponen a zambullirse en la adultez, y no saben si serán capaces de sobrevivir a la caída. No hay como el amor incondicional para contrarrestar esa inseguridad. Los jóvenes

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suelen comportarse como si no quisieran ni necesitaran el amor y el apoyo de sus padres, y a veces refuerzan esa actitud con despliegues de mal genio y desconsideración. Sin embargo, en la mayoría de los casos —ya sea que se den cuenta de ello o no— la realidad es que simplemente están poniendo a prueba el amor de sus padres. Lo que pretenden es que éstos les reafirmen su amor, pues el amor es indicativo de valía. Y los jóvenes necesitan que se los valore. Los padres que demuestran a sus hijos de edad juvenil un amor inquebrantable, por difíciles que sean las circunstancias, les dispensan la valía que tanto quieren y necesitan. Se requiere una gran medida de amor, paciencia y dominio propio por parte de los padres para ir soltando las riendas a sus hijos y dejar que éstos pasen por el proceso de maduración. Además requiere fe, fe en sus hijos; fe en que los valores que les inculcaron cuando niños serán el norte que los llevará a tomar decisiones acertadas; y fe en Dios, que instituyó el proceso. Este último punto es precisamente el que otorga gran ventaja a aquellos padres que creen en la fuerza de la oración y tienen una conexión personal con el Creador por medio de Jesús: saben a dónde acudir cuando ellos y sus hijos necesitan ayuda. Otro asunto que favorece a los padres creyentes es que estadísticamente son más las personas que aceptan a Jesús durante los primeros años de la juventud que en ninguna otra etapa de la vida. En general, los jóvenes son buscadores, peregrinos que procuran dar con la verdad y el sentido de la vida. Si tú u otra persona guían a tu hija a Jesús —«el camino, la verdad y la vida» (Juan 14:6)—, Él le aclarará las cosas mejor que nadie. Le manifestará amor incondicional, la hará sentirse aceptada y le comunicará paz interior. Cuando ella le presente sus problemas en oración, Él le dará las soluciones. Y una vez que tú y tu hija compartan una fe viva y firme, tendrán más en común que antes. Jesús es el mejor medio de acortar la distancia entre las generaciones. 13

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EL VALOR DE LOS RATOS EN FAMILIA

SARA KELLEY

Si pasamos suficientes ratos en familia, se notarán los buenos resultados en la vida de los chicos, que nos lo agradecerán con su amor.

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Entre las inversiones más importantes que podemos hacer en la vida de nuestros hijos, el tiempo ocupa un lugar preponderante. No cabe duda de que los padres necesitamos refrescar a menudo ese principio elemental. Cuando llevamos un ajetreado calendario de trabajo y los niños pasan la mayor parte del día en el colegio, deberíamos valorar y aprovechar el escaso tiempo que pasamos juntos al fi nal del día o en feriados y fi nes de semana. Esos ratos en familia debieran ser sagrados. Es el momento de manifestar a nuestros hijos lo importantes y especiales que son para nosotros. Tanto padres como hijos deben dar importancia a la cantidad de tiempo que pasan en familia y las actividades que realizan juntos. Sin embargo, de los padres depende que ese tiempo sea divertido y provechoso para todos. Un factor que demuestra a los niños lo valiosos que son para sus padres es cuando estos hacen un esfuerzo para que esos momentos en familia estén libres de interrupciones. En muchos hogares, el primer momento del día en que todos los componentes de la familia se reúnen es a la hora de la cena. Las conversaciones de sobremesa son provechosas, pero

no suficientes. Algunos padres que han establecido vínculos fi rmes con sus hijos descubrieron que la mejor forma de mantener y estrechar esos lazos es apartar una hora después de cenar para pasar en familia, y asegurarse de que sean ratos constructivos, que tengan verdadero valor. Han acordado entre sí que durante esa hora no se van a distraer el uno al otro con asuntos pendientes de otra índole. Así, los niños saben que cuentan con toda la atención de sus padres. Sea que invirtamos una hora o que dediquemos más tiempo a ello, depende de cada uno de nosotros hacer un esfuerzo por dejar de lado nuestro trabajo y otras preocupaciones para dedicar a nuestros hijos el 100% de nuestro tiempo y atención. Tal vez resulte inconveniente o signifique un sacrificio, pero si lo hacemos con constancia y ponemos el empeño necesario, se notarán los buenos resultados en la vida de los chicos, que nos lo agradecerán con su amor. Para que el tiempo en familia sea provechoso, debemos entregarnos realmente a nuestros hijos. No se trata sólo de estar en el mismo cuarto, viendo juntos la televisión, por ejemplo; hay que interactuar y conversar conéctate

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con ellos, averiguar qué piensan. Sal del mundo de las personas mayores e intérnate en el de ellos. Diviértete. Relájate. Aprende a disfrutar de ellos. Si tienes hijos de diversas edades, conviene que realices actividades diferentes con unos y con otros. Por ejemplo, una noche mamá puede jugar con los más pequeños o leerles un cuento mientras papá hace una manualidad o labor de carpintería con los mayores, o los ayuda con sus tareas escolares. La noche siguiente pueden intercambiar papeles. Si estás solo, quizá tengas que dedicarte a los más pequeños primero, y luego que éstos se hayan ido a la cama, a los mayores. El asunto es pasar un poco de tiempo cualitativamente bueno con cada uno. Si uno de tus hijos tiene aptitud para el dibujo, la mecanografía o la música, el rato en familia puede ser la oportunidad ideal para ayudarlo a cultivar ese talento y a la vez brindarle apoyo. (Eso sí, asegúrate de que los otros no se sienten excluidos.) La clave del éxito es tener lo que se va a hacer planeado y organizado de antemano. No hace falta un sinfín de habilidades ni aparatos sofisticados para mantener felices y estimulados a los niños durante las horas en familia. Así como tus hijos son muy queridos para ti, tú lo eres también para ellos. Lo más importante, y lo que tiene el efecto más duradero, es simplemente estar juntos. Si te esfuerzas un poco, ¡todos verán los ratos en familia como la oportunidad de hacer sus actividades preferidas con las personas que más quieren!

LECTURAS ENRIQUECEDORAS La madurez La maduración es un proceso constante. Filipenses 3:12,13 2 Pedro 1:5-10

Con la verdad por delante Un padre explicó cómo se había percatado de su hipocresía. Resulta que su hijo obtenía calificaciones muy bajas en lenguaje. A pesar de las reprimendas y de las horas adicionales de estudio, no mejoraba. Un día le dijo a su padre: —Me imagino que tú siempre sacabas la nota máxima en lenguaje. —¿Qué te hace pensar eso? —preguntó el papá. —De lo contrario no me regañarías tanto. Su forma de corregir al chico le había dado a entender algo que no era verdad. —Lo cierto es que a mí también me costaba mucho el lenguaje —admitió el padre—, sobre todo la ortografía. A partir de aquel momento el chico mejoró, pues dejó de sentirse inferior y fracasado. Viendo que su papá había logrado superar la misma dificultad, recobró la esperanza. ANÓNIMO

El modo en que hablamos y nos comportamos pone de manifiesto nuestro grado de madurez. Proverbios 9:6 Proverbios 15:2 Proverbios 29:11 Eclesiastés 10:12,13 Santiago 3:2 Alcanzamos la madurez cuando aprendemos a responsabilizarnos de nosotros mismos y de los demás. Lamentaciones 3:27 Romanos 14:12 Gálatas 6:2 Filipenses 2:12 Peldaños hacia la madurez: Proverbios 20:11 Proverbios 23:24,25 1 Corintios 13:11 Efesios 4:14 Tito 2:4b,6 2 Timoteo 2:22 1 Juan 2:13b,14 La madurez espiritual depende de nuestra conexión con el Señor y Su Palabra. Salmo 16:8 Daniel 11:32b Mateo 13:3-8,18-23 Juan 15:4,5 1 Timoteo 4:15,16 2 Timoteo 3:15-17

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DE JESÚS, CON CARIÑO Los padres y la oración No es fácil educar a los hijos en el mundo de hoy. Muchos de los valores cristianos que quieres inculcarles son objeto de persistentes ataques por parte de personas que tiran en sentido contrario. Te preocupa que aun tus más nobles esfuerzos no basten, y que tus hijos den la espalda a los valores que más significan para ti. Sé que a veces sientes el impulso de arrojar la toalla; pero no lo hagas. Tu interés y preocupación no son en vano. Por mucho que te desvivas por hacerlo bien, tus posibilidades tienen un límite. Yo, no obstante, soy capaz de hacer mucho más que tú, y te ofrezco Mi asistencia. Además entiendo a tus hijos mucho mejor que tú y sé cómo resolver sus problemas. Quiero colaborar contigo para convertirlos en las personas de buenos principios que tanto tú como Yo queremos que sean. Encomiéndamelos en tus plegarias. Por medio de ellas puedes desempeñar tu función mucho mejor, guardarlos de perjuicios e influencias perniciosas y hallar soluciones a sus problemas. Asimismo, me darás la posibilidad de intervenir para hacer lo que está fuera de tu alcance. Tómate un rato todos los días para orar por tus hijos. Cada vez que te enfrentes a un asunto espinoso, pídeme la solución. Empieza hoy mismo a valerte de la oración para potenciar tus esfuerzos. A fuerza de oraciones se producirán cambios que nunca creíste posibles.

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cobertura de vivos colores

A través de los UNA SEMANA ANTES que mi hijo Tristán cumpliera cuatro años, estuve una tarde conversando con él. Hablamos de lo mucho que ha crecido y aprendido, de lo orgullosa que estoy de los progresos que ha hecho. Luego pasamos a hablar de su cumpleaños y de lo que quería hacer para celebrarlo. Fiel a mi tradición, le dejé escoger qué clase de torta quería. El año anterior había escogido una torta en forma de oruga de colores brillantes, pues en esa época le llamaban mucho la atención los insectos. Eso no fue muy difícil: bastó con hacer una fi la de trozos de torta en forma de media luna con una cobertura de vivos colores. Esperaba que este año escogiera algo igual de sencillo. Mas cuál no sería mi desazón cuando, después de hojear un libro con ideas novedosas para tortas infantiles, escogió una denominada «Caballeros en su castillo». Me fijé en el dibujo que había en la página —uno muy detallado— y leí toda la explicación. 8

Desde un principio me pareció que me estaba embarcando en una empresa que decididamente me quedaba grande. Él, no obstante, estaba resuelto a celebrar su día con aquella torta, con castillo, caballeros y demás. Elevé una breve oración pidiendo al Señor que me ayudara y me diera las dotes que no poseo para que saliera bien y Tristán quedara feliz. Su cumpleaños llegó más rápido de lo esperado. Después de terminar mi trabajo esa mañana, me puse a preparar la torta. Con el libro en la mano, traté de seguir las instrucciones lo mejor posible, pero no tardé en descubrir por qué en el caso de esa torta aparecía un dibujo y no una fotografía. Había que sortear una gran brecha para convertir el concepto en un producto acabado, y yo estaba perdida y ofuscada. La torta me quedó inclinada, el baño decorativo no se adhería muy bien, y los torreones no eran de la misma altura ni del mismo diámetro. No pude encontrar caballeros de juguete, por lo que me conformé con una figurita de Lego en un caballito.

Entonces empecé a sentirme presionada y desanimada. «Pobre Tristán —pensé—, ¡cómo se va a decepcionar! Está muy ilusionado con esa torta y lleva toda la semana hablando de ella. Vaya desastre de torta le va a tocar. Las cosas nunca salen como yo quiero. Tristán se llevará un chasco cuando vea lo que ha hecho su mamá con la torta de sus sueños». Por fi n terminé la bendita torta y le puse todos los toques fi nales: los banderines, el reborde de piedras en la parte superior de la muralla —galletitas que se caían todo el tiempo—, la hierba (coco rallado con colorante, que salió de un color verde musgo oscuro) y demás. Había terminado, pero tenía ganas de llorar. Limpié lo que había ensuciado y decidí que era mejor que mi hijo viera la torta antes del cumpleaños. Convenía prepararlo para la vergüenza que sentiría en la fiesta. Cuando entró en la habitación, estudié su expresión con detenimiento para ver cómo podía manejar la situación y qué podía decirle para alegrarlo y evitar que reacConéctate AÑO 5, NÚMERO 6

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CRIAR CON EL CORAZÓN

u cas cionara mal. Tristán abrió los ojos como platos, y vi que su rostro se iluminaba con una gran sonrisa. —¡Uy, mamá! ¡Genial! —exclamó—. ¡Es justo lo que quería! Casi me echo a llorar cuando se acercó a la torta para inspeccionar cada parte y me dijo que estaba tal como la quería. Luego corrió hacia mí, me abrazó y me dio las gracias. Se llevó la mano a la boca como para decirme un secreto, y yo me agaché para que me hablara al oído. —¡Te quiero! —me dijo, y fue corriendo a contar a sus amigos lo que acababa de ver. Después que salió, me senté un rato y me puse a pensar en lo que acababa de experimentar. En esos pocos minutos había aprendido algo que a veces le lleva a uno toda una vida. ¿En cuántas ocasiones el Señor había hecho que algo en mi vida resultara un poquito diferente de como yo lo había imaginado? ¿Cuántas veces me había encontrado con que mi sueño quedaba deformado, incompleto o ligeramente Conéctate AÑO 5, NÚMERO 6

torcido? ¿Cuántas veces se lo había echado en cara a Dios y no había aceptado o apreciado del todo lo que había hecho por mí? ¡Ojalá aprenda a ver la vida a través de los ojos de un niño, llenos de fe, de esperanza, de amor y de optimismo! Que en vez de tomar nota de las imperfecciones, vea únicamente lo bueno y lo maravilloso que es todo. Me quedé sumida en ese momento mágico todo lo que pude, absorbiendo la escena de la torta deformada, pidiendo al Señor que me perdonara por mi actitud negativa y que me ayudara a ver las cosas desde la perspectiva en que mi hijo había visto aquella torta. Entonces sucedió algo curioso. Mientras miraba la torta, empecé a verla como una caricatura y me empezó a gustar. Y lo mejor y más importante de todo era que le gustaba a Tristán. Al fi n y al cabo, era su cumpleaños. •

QUE VEA ÚNICAMENTE

LO

BUENO

Y LO

MARAVILLOSO QUE ES TODO.

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CUANDO SE CONFUNDEN JUEGO Y TRABAJO CATHERINE NEVE

El que siembra recoge. Catherine Neve recibe un fuerte abrazo de sus nietas Kimberly y Lauren.

CRÉASE O NO, a los niños pequeños les gusta ayudar. ¡Es cierto! A los niños en realidad les encanta ser serviciales y se enorgullecen de ello hasta que se les enseña lo contrario. Colaborar se convierte en una tarea cuando escuchan a sus padres o hermanos quejarse de tener que hacer esto o lo otro en la casa. Planteándolo de forma positiva, ayudar en la casa puede volverse un juego. Además contribuye mucho a la autoestima y a inculcar otras cualidades que les resultarán muy útiles en el colegio y a lo largo de toda la vida, tales como la autodisciplina, la iniciativa, la diligencia, la perseverancia, la autosuficiencia y el sentido de la responsabilidad. Existe al menos un sistema educativo que emplea mucho este principio del trabajo entretenido. Apartándose de los métodos de enseñanza 10

tradicionales para priorizar el aprovechamiento de los intereses naturales del niño, María Montessori (1870–1952) dulcificó a algunos de los niños más indisciplinados de los guetos de Nápoles (Italia) y logró convertirlos en alumnos muy motivados, creativos y aplicados. Una faceta de la pedagogía de Montessori denominada vida práctica consiste en enseñar a los niños las destrezas más elementales que van a necesitar para encarar la vida cotidiana, tales como vestirse, asearse y preparar la comida. Aunque los niños de dos años —que viven convencidos de que todo lo pueden hacer solos— están en la edad perfecta para enseñarles esas habilidades, se trata de un proceso que abarca todas las etapas del desarrollo, y que incluye más adelante aprender a conducir y a administrar un hogar. Yo me propuse crear situaciones en las que mis hijos pudieran hacer las cosas bien y ser objeto de aprecio y elogios. Siendo yo una ajetreada madre primeriza, normalmente me resultaba más fácil y más rápido encargarme de los pequeños quehaceres que enseñárselos a mi hijo. Pero pronto me di cuenta de mi falta de previsión. Yo precisaba ayuda, y a mis hijos les hacían falta oportunidades de sentirse mayores y aprender tareas nuevas. Más adelante, cuando colaboraba

en el cuidado de otros niños aparte los míos, descubrí que, si se lo presentaba adecuadamente, hasta los pequeños más traviesos estaban gustosos de canalizar sus energías ilimitadas ayudándome con pequeños quehaceres. La cocina es un sitio estupendo para que el niño colabore. Los pequeños de edad preescolar pueden ayudar con labores sencillas. Por ejemplo, pueden lavar las verduras, untar la mantequilla en los panes o mezclar masa de galletitas o de panqueques. Hay que poner la mesa y retirarla después de comer, además de limpiar lo que se haya caído. A los niños pequeños les gustan las escobas y las palitas de basura. Además les encanta meterse debajo de la mesa y en rincones de difícil acceso para los mayores. También se les puede encargar que clasifiquen y guarden los cubiertos (o platos y tazas irrompibles) después de lavar y secar la vajilla. Si se les presenta de un modo divertido y se los recompensa con elogios y reconocimiento, el día que se gradúen y empiecen a lavar la vajilla a tu lado —y más tarde, por su cuenta— no cabrán en sí de emoción. Y no tiene por qué circunscribirse a la cocina. Hasta los niños de uno y dos años son capaces de ayudar a ordenar su cuarto, guardar sus cosas y doblar sus pijamas o la ropa limpia. Tampoco tiene por qué interrumpirse cuando llegan Conéctate AÑO 5, NÚMERO 8

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a la edad escolar. Para los míos fue todo un hito el día que se les dijo que ya eran mayorcitos y que les podíamos confiar el empleo de la aspiradora. A algunos niños les gusta limpiar el lavabo del baño y cambiar las toallas de mano. Otros prefieren rastrillar las hojas del jardín o la hierba cortada, o ayudar a lavar el auto. A algunas niñas más mayores les fascina coser botones o hacer remiendos sencillos. La lista es interminable. Basta echar un vistazo a nuestro alrededor. Una buena estrategia de marketing consiste en poner nombres de juegos a los quehaceres domésticos. El primer juego que enseñé a mis hijos cuando eran pequeños fue el hormiguero. Hacían de cuenta que eran hormiguitas y correteaban de aquí para allá llevando todos los juguetes, bloques y peluches al hormiguero (lugar donde se guardaban). Hasta un bebé es capaz de aprender ese juego. Lo puedes sentar en tu falda o a tu lado y enseñarle a poner cubos u otros juguetes pequeños en una caja. Luego basta con elogiarlo profusamente. A continuación algunos escollos que pueden presentarse y formas de evitarlos: • Si la tarea escapa a las posibilidades del niño o su capacidad de concentración, puede resultar exasperante tanto para ti como para él, así que no le exijas demasiado. • Facilítale la tarea explicándole bien en qué consiste y cómo hacerla. • Que la colaboración sea voluntaria, o si es posible, dale a elegir entre diversas Conéctate AÑO 5, NÚMERO 8

tareas. Si consigues que resulte divertido, se ofrecerá gustoso a ayudar. Que no pierda el ritmo. Si le indicas regularmente que precisas su ayuda, es menos probable que se muestre reacio a colaborar cuando se lo pidas. Sobre todo cuando la tarea le parezca un poco pesada o tediosa, ayuda mucho conversar juntos de algo divertido mientras la llevan a cabo. Tienes que hacer las veces de entrenador, compañero de equipo e hincha. No esperes a que la tarea se vuelva muy grande, o a que el niño esté muy cansado para realizarla de buena gana. Siempre que sea posible, enséñale a guardar lo que empleó antes de sacar otra cosa y a ir limpiando lo que ensucia. Si ya tiene edad para dejarlo solo haciendo una tarea, no te sorprendas de que a tu regreso se haya enfrascado en otra cosa. Los niños se distraen fácilmente cuando no se los supervisa. Asómate de cuando en cuando; no esperes a que se cumpla el plazo que le has fijado

para averiguar cómo le va. • Emplea mucho tacto a la hora de expresar tu desilusión. Procura siempre contrarrestarla tranquilizándolo y manifestándole mucho amor. ¡Mantente en la veta positiva! Hacer que el trabajo sea ameno para los niños reporta muchos beneficios. Además de aprender cosas de orden práctico y de contribuir a la formación de su carácter, trabajando codo a codo con sus padres o tutores los niños aprenden a desempeñarse en equipo y a apreciar todo lo que otras personas hacen por ellos. Por último, si quieres cultivar en tus hijos el hábito de colaborar de buen grado, acostúmbrate a agradecérselo y a prodigarles gran cantidad de elogios. Exprésales tu gratitud enseguida. Recompénsalos con abrazos y de vez en cuando con algún premio. Elógialos ante tu cónyuge, tus familiares y tus amigos, preferiblemente a oídos de ellos. No hay como las palabras de elogio y aprecio de las personas a quienes más amamos para aumentar nuestra autoestima. (CATHERINE NEVE [1951– 2003] TRABAJÓ DE MISIONERA CON LA FAMILIA EN 12 PAÍSES DURANTE 31 AÑOS. CRIÓ A DOS HIJOS Y FUE MAESTRA DE MUCHOS MÁS. EN FEBRERO DE 2003 SE LE DIAGNOSTICÓ CÁNCER, Y AL CABO DE CUATRO MESES PASÓ A MEJOR VIDA, RODEADA DE SUS SERES QUERIDOS.) 11

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VIVENCI AS

ESTHER DAVID

El llamamiento de una madre E N MI ADOLESCENCIA ME ENCANTABAN LOS NIÑOS y me relacionaba muy bien con ellos. Sin embargo, cuando me hice mayor ya no hubo cabida para ellos en mis sueños y en mis planes. Me parecía que el mundo me llamaba y que, por haber llegado a la adultez, era mi derecho ver y experimentar a plenitud todo lo que la vida me ofrecía. Me sentía impulsada a perseguir mis aspiraciones e ideales. Sin embargo, no tardé en caer en la cuenta de que el Señor tenía otro plan para mí. A poco de casarme empecé a tener hijos y me pregunté: «¿Qué fue de todos mis sueños?» El caso es que cumplí el designio que el Señor me había trazado como madre, y Él me bendijo haciendo realidad muchos deseos míos. Sus planes eran mucho más acabados que mis limitadas quimeras. Habiendo vivido el ciclo completo de la maternidad, puedo decir por experiencia que el plan del Señor satisfizo todas mis necesidades y más. A fin de cuentas, salí ganando. 10

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Una de las enseñanzas más sobresalientes que me dejó la maternidad fue la importancia de obrar por medio de la oración. Aparte de los niños —mi marido y yo tuvimos seis en ocho años, dos de ellos mellizos—, también tenía otras obligaciones. Dado que no me quedaba tiempo para ellas, tuve que encontrar una forma de realizarlas. Ese medio resultó ser la oración. Descubrí que podía valerme de los momentos en que daba el pecho al bebé para rezar por todas las otras cosas que tenía que hacer. En vista de que mis quehaceres excedían lo que era capaz de lograr por mis propios medios, pedía al Señor que me indicara cuál era la siguiente tarea que debía realizar, así como también que me diera otras soluciones para aquellas cosas que no iba a poder hacer. Y Él me respondía y obraba prodigiosamente. A veces me enviaba alguna ayuda inesperada o modificaba una situación en respuesta a una plegaria específica que yo había hecho, y la montaña de trabajo que tenía delante simplemente se desvanecía. Al principio me quedaba asombrada, pero luego me volví totalmente dependiente de aquellos ratos. Aprendí que si acudía al Señor en busca de orientación y colaboraba con Él por |

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medio de la oración, podía rendir mucho a pesar de estar sentada en una silla con el bebé. Al cabo de poco tiempo descubrí que así lograba mucho más porque trabajaba estrechamente unida a Él. Así que mis nenes se convirtieron en un factor importante a la hora de ayudarme a cumplir la voluntad de Dios en otros aspectos de mi vida, pues me obligaban a retirarme con Él muchas veces a lo largo del día. En relación con eso, aprendí a apreciar lo que di en llamar «estar confinada a la voluntad de Dios». En vista del poco tiempo y las escasas fuerzas de que disponía, sabía que no podía darme el lujo de andar corriendo de aquí para allá haciendo lo que se me ocurriera en el momento. Tenía que detenerme y pensar en lo que quería lograr, planificar cómo hacerlo y dejar a un lado todo lo demás. Otra cosa que aprendí en la época en que mi vida giraba en torno al cuidado de los pequeños fue que mi actitud frente a las circunstancias determinaba en gran medida mi estado de ánimo, es decir, si me sentía contenta y alegre o apesadumbrada y quejumbrosa. En muchas ocasiones las condiciones físicas no tenían tanta importancia. Al principio me deprimía; pero luego comencé a interesarme en todo lo que había que aprender y acepté eso como un reto. Eso supuso una diferencia enorme. Aquellos ratos a solas con Jesús y el bebé, desde temprano en la mañana, llegaron a ser muy entrañables. Las relaciones que forjé en aquellos momentos fueron desarrollándose y floreciendo a lo largo de los años. Me enamoré de cada uno de mis bebés y al mismo tiempo me enamoré más de Jesús. En lugar de ser una muchacha un tanto egocéntrica e independiente, me aficioné a mi papel de madre. Llegué a amar aquello a lo que le había tenido tanto pavor. ¿Qué provocó ese cambio de actitud? Dejé que el Señor me diera corazón y temperamento de madre. ¡Y así se produjo el milagro! Si Dios te ha dado hijos, acepta el reto. La maternidad es un don preciado imbuido del más puro amor celestial y a la vez destinado a durar apenas unos pocos años que pasan rápido. Ámalo y valóralo mientras puedas. CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 5

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Una casa de corazones ESTHER DAVID Una casa de corazones, un refugio de paz, estamos construyendo para los demás. Compartamos nuestras cargas y el peso agotador. Sobrellevemos el yugo que nos dejó el Señor. Cuando te entregas a alguien construyes un hogar donde el que anda errante al fin pueda descansar. Dos almas solitarias, como nosotros dos... somos indivisibles con el poder de Dios. Hablemos de nuestros sueños, abramos el corazón, busquemos lo bueno en el otro, gocemos de nuestra unión. De nuestras locuras nos podemos también reír. Con Jesús formaremos una familia feliz. Pongamos de nuestra parte para fortalecer al que está más débil, aunque el error sea de él. Cubramos todos los pecados con el amor de Jesús. Amemos al necesitado. Sembremos paz y quietud. 11

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Cada día hacemos depósitos en el banco de memor ia de

Minutos que cuentan CRI A R CON EL COR AZÓN

GABRIELA DELORENZO

pautas para padres Vivamos de tal manera que todos nuestros hijos adquieran nuestras mejores virtudes y dejen atrás nuestros peores fracasos. Transmitámosles la luz de la compasión y el valor, y el espíritu de constante búsqueda. Propiciemos que el resplandor de esa luz sea más intenso en ellos que en nosotros. ROBERT MARSHALL 12

e

L DÍA TIENE 1.440 MINUTOS . Si a eso le resto las aproximadamente nueve horas que duermen mis hijos, me quedan 900 minutos al día en que me bombardean con preguntas, pedidos, lloriqueos, risas, besos, abrazos y desastres. A veces me siento sobrepasada. Tengo tres niños pequeños. Cuidarlos bien es lo más importante que hago en la vida. Caigo tan fácilmente en eso de enfrascarme en las tareas que a veces descuido el aspecto más importante de la vida en familia: el amor. Fueron mis hijos los que hace poco me recordaron cuáles son los minutos mejor empleados de mi jornada. Estaba muy ajetreada tratando de limpiar la habitación antes que el bebé se despertara de la siesta. En ese momento entró Charlotte —de seis años— con una sonrisa encantadora y me preguntó si podíamos armar un rompecabezas juntas. Traté de convencerla de que lo hiciera sola y le expliqué que en ese momento yo no tenía tiempo. Su mirada de decepción me dio a entender que más que ayuda con el www.conectate.org

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nuestros hijos.

CHARLES SWINDOLL

rompecabezas, lo que quería era pasar un ratito conmigo. Me detuve a pensar en lo que estaba por hacer. «Cuando Charlotte piense en su infancia, ¿qué quiero que recuerde? ¿Lo limpia que siempre estaba la habitación, o los ratos que pasábamos juntas?» Armé el rompecabezas con ella, nos reímos y le di un abrazo cuando terminamos. Diez minutos bien empleados. —¡Mamá, mamá, léeme este libro, por favor! Aquella noche ya le había leído tres cuentos a Cherise, que entonces tenía tres añitos. Yo estaba cansada y necesitaba ocuparme de unos quehaceres antes de irme a la cama. Quise decirle amablemente que no, pero insistió. «Lo que quiere en realidad —pensé— es que le preste un poco más de atención, que esté con ella unos momentos más para que pueda demostrarme cuánto me quiere y sentirse segura de que yo la quiero». Le leí otro cuento, arropaditas las dos debajo de las mantas de mi cama, y se quedó dormida sobre mi hombro. Quince minutos bien empleados. Había sido una semana particularmente intensa: estaba colaborando en la preparación de una función para 100 niños de escasos recursos, y ese día tenía invitados. Mi lista de quehaceres era interminable. A mis hijas se les ocurrió preparar unas galletas para las visitas. Procuré razonar con ellas. No era necesario, puesto que ya CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 5

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teníamos unas que habíamos comprado. Además no me quedaba tiempo. Pero no pude resistirme a sus expresiones angelicales. Llenas de satisfacción por haber horneado las galletas casi sin ayuda mía, se las sirvieron a los invitados. Me alegré de haber accedido. Treinta minutos bien empleados. Mi nene de nueve meses —Jordán— me tiene siempre en ascuas. No puedo quitarle el ojo de encima: va de travesura en travesura. Me la paso sacándole cosas de la boca y resguardándolo de nuestras impetuosas mascotas. En cierta ocasión en que no se quedaba quieto ni un minuto jugando con algo, me exasperé. Se había puesto a lloriquear y estaba de mal humor. A mí me estaba dando dolor de cabeza. En medio de aquel frenesí, me di cuenta de que tal vez necesitaba un poco más de cariño, así que se lo demostré. Lo tomé en brazos y dejé que recostara su cabecita en mi hombro mientras bailaba suavemente con él. ¡Le encantó! Después de una pequeña merienda, jugó solito de lo más contento el tiempo suficiente para que yo pudiera ayudar a las niñas con sus tareas escolares. Quince minutos correctamente empleados. En medio de todos nuestros quehaceres y nuestras obligaciones de adultos, no olvidemos las palabras de Cristo: «Dejad que los niños vengan a Mí, porque de los tales es el reino de los Cielos» (Mateo 19:14). www.conectate.org

LA MANO QUE MECE LA CUNA GOBIERNA EL MUNDO ¡Qué tarea tan importante la de una madre! Las madres de la siguiente generación son las que moldean el futuro. La maternidad viene a ser la vocación más sublime de todas. Claro que cuidar de un nene no siempre parece una labor de mucha trascendencia; pero no la tengas en poco. ¿Quién sabe lo importante que puede ser algún día la influencia que tenga ese niño en la vida de muchas personas? La labor de una madre es ardua. Se requiere la fuerza de Sansón, la sabiduría de Salomón, la paciencia de Job, la fe de Abraham, la percepción de Daniel y el valor y la capacidad administrativa de David. Y sobre todo, también hace falta el amor de Dios. ¡Vaya tarea! Lo que torna maravillosa a una madre es su espíritu abnegado, su disposición a sacrificar tiempo, fuerzas y —de ser necesario— hasta la salud por el bien de su hijo. Cualquier mujer puede dar a luz a un hijo, pero hay que ser una madre de verdad para aprender a instruirlo en su camino (Proverbios 22:6). D.B.B. 13

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RESPUESTAS A TUS INTERROGA NTES

La mejor inversión que puedes hacer en tu nueva familia es dedicarle tiempo.

otra vez

Formar familia... otra vez

CUANDO ME ENAMORÉ DE LA JOVEN VIUDA QUE AHORA ES MI NOVIA, ME SENTÍ EL HOMBRE MÁS AFORTUNADO DEL MUNDO. ADEMÁS DE HABER ENCONTRADO A LA ESPOSA DE MIS SUEÑOS, VENÍA CON TRES HIJOS ESTUPENDOS. ¡UNA FAMILIA COMPLETA! QUIZÁ MI ENFOQUE NO ERA MUY REALISTA, PERO EL HECHO ES QUE GANARME EL AMOR Y RESPETO DE LOS NIÑOS NO ME HA RESULTADO TAN FÁCIL COMO ESPERABA. ¿TIENEN ALGÚN CONSEJO PARA ESTE PAPÁ ATRIBULADO? No eres el único. Cuando un papá o una mamá vuelven a casarse, no suele salir todo a pedir de boca desde el principio. Labrar fuertes lazos afectivos con los miembros de una nueva familia lleva tiempo y mucho amor. Es normal que los niños mayores se resientan con el nuevo cónyuge. Para ellos nadie podría jamás tomar el lugar del padre o madre ausente. Puede que a los más pequeños también les cueste tener que compartir el afecto de su padre o su madre con el recién llegado. Muchos padrastros y madrastras cometen el error de sentirse dolidos, ofuscarse, desanimarse y distanciarse de los niños. Esfuérzate por hacer a un lado toda susceptibilidad y ora para que el Señor te ayude a discernir la situación y verla como la ve Él. Pídele que te indique qué dará mejor resultado en tu caso particular. Aunque mucho depende de la edad y madurez de los niños, a continuación te brindamos algunas pautas que han dado buen resultado a otras personas en tu situación: 14

Comunícate. La comunicación franca y sincera es el primer paso. Si resulta evidente que solamente uno o dos de los niños no están felices con la nueva situación, probablemente lo mejor será conversar con ellos por separado sobre los conflictos que los perturban y sus posibles soluciones. Es un buen momento para hacer caso de la exhortación bíblica de ser «pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse» (Santiago 1:19). Una vez que cada uno de los niños haya tenido ocasión de expresar cómo se siente y tú hayas establecido un clima de confianza, tal vez convenga tener una reunión informal con todos. La ocasión puede ser una comida especial, en la que cada uno explique cómo se siente con la nueva familia y qué cambios o mejoras le gustaría que hubiera. Pídele soluciones al Señor. Eso se puede hacer en conjunto, en pareja, individualmente, o un poco de cada manera. A veces el Señor responde de forma rápida y directa ayudándonos a verlo todo desde Su perspectiva o hablándonos al corazón. En otros casos, resuelve los conflictos con el tiempo. Ora. Pide al Señor que dote a cada uno de comprensión y de un amor profundo y sincero por los demás, así como también que los ayude a cambiar en lo que sea necesario para que los demás gocen de felicidad y bienestar. Dedícales tiempo. La mejor inversión que puedes hacer en tu nueva familia es dedicarle tiempo; y una de las mejores formas de empezar es hacer caso de algunos de los «cambios y mejoras» que te propongan, siempre que sean prudenciales y viables. No dejes de orar. Los niños necesitan tiempo para adaptarse. Puede que tarden una temporada en superar ciertas actitudes negativas. Las plegarias específicas obtienen resultados. En la medida en que sigas orando, verás que las montañas de problemas se desvanecerán.

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adolescentes 1 2 3 4 5 6 7 8 9

10 COSAS QUE TODO PADRE DEBE SABER

[La adolescencia no es fácil.] A esa edad los chicos quieren ser independientes y quieren que los traten como a adultos, pero en muchos casos carecen de madurez, la cual solo adquieren a través de la experiencia. Hay que otorgarles algo de independencia y a la vez orientarlos. Dales libertad de elección en cuestiones que los ayuden a madurar pero que no entrañen un grave riesgo ni para ellos ni para nadie en caso de equivocarse. [Los adolescentes viven un proceso de cambio continuo.] De la misma manera que necesitan una alimentación sana y abundante, además de mucho descanso y ejercicio para poder crecer y gozar de buena salud en el plano físico, también necesitan abundantes influencias positivas para madurar emocional e intelectualmente. [Cada joven es diferente y tiene necesidades particulares.] La mayoría de los adolescentes pasan por las mismas etapas, pero a edades distintas y con diverso grado de dificultad. No los trates a todos por igual. [Es mejor tener un enfoque positivo.] Si solo les hablas cuando tienes que reprenderlos, procurarán eludirte. En cambio, si estableces una buena comunicación con ellos desde pequeños y la mantienes a medida que vayan creciendo, hay mayores posibilidades de que acepten tus consejos cuando pasen por la difícil etapa de la adolescencia. [El adolescente tiene que hallar el equilibrio entre diversión y obligación.] Puedes contribuir a su proceso de maduración enseñándole a anteponer el deber al placer. Cuando lo haga, recompénsalo con actividades recreativas. [Los jóvenes necesitan límites claramente definidos.] Claro que suelen ponerlos a prueba para averiguar hasta qué punto se pueden salir con la suya. Conversa con ellos sobre las reglas, procura llegar a un acuerdo, y luego hazlas respetar con amor y a la vez con firmeza. [El adolescente necesita su espacio.] En sus tentativas por establecer su propia identidad, es normal que el joven se distancie de sus padres. No te lo tomes a la tremenda. Déjalo probar sus alas dentro de ciertos límites razonables, pero a la vez hazle saber que siempre estás accesible. [Los jóvenes necesitan sentirse realizados.] Ayúdalos a fijarse metas que valgan la pena, que sean viables y que despierten su interés. Luego ayúdalos a alcanzarlas. [En la adolescencia las presiones sociales se sienten con más fuerza.] Los amigos de tus hijos adolescentes influyen en ellos para bien o para mal. Procura, pues, llegar a conocerlos y trata de sacar a relucir lo mejor de ellos. [Los jóvenes necesitan sentirse comprendidos.] Puede que no logres entenderlos mejor de lo que se entienden a sí mismos, pero Jesús sí los entiende. Escucharlos y luego encomendar juntos sus problemas al Señor es más eficaz que desvivirse por darles todas las respuestas tú mismo.

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[ LECTUR AS ENRIQUECEDOR AS]

RECETA PARA UN HOGAR FELIZ El amor es la piedra angular. Juan 13:34 1 Corintios 13:13 Colosenses 2:2 Dios nos concede amor para amar a los demás. Romanos 5:5 Gálatas 5:22 1 Tesalonicenses 3:12 1 Tesalonicenses 4:9 2 Tesalonicenses 3:5 Debemos superar nuestras diferencias con amor. Proverbios 17:9 Filipenses 2:3 Colosenses 3:13 1 Pedro 4:8 Padres, traten a sus hijos con amor y ternura. Lucas 1:17 Colosenses 3:21 Efesios 6:4 1 Tesalonicenses 2:7 Tito 2:4 Los padres deben gobernar a sus hijos con autoridad templada por la paciencia, la misericordia y la verdad. Proverbios 16:6 Proverbios 29:15 1 Timoteo 3:4 1 Timoteo 3:12 Los hijos deben respetar y obedecer a sus padres. Proverbios 1:8,9 Efesios 6:1 Colosenses 3:20 15

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La PRIMER A es que tengo cantidad de ideas. Mi padre y Yo creamos este mundo. Fue nuestro primer proyecto familiar, si se quiere. Tendrás que admitir que se nos ocurrieron cosas muy buenas. Todo lo que creamos fue en función de ti y lo hicimos con la intención de que lo disfrutaras al máximo; por tanto, ¿no crees que puedo sugerirte cosas más interesantes que hacer con tus seres queridos y amigos que quedarse hipnotizados frente al televisor? La SEGUNDA es que Yo los entiendo. Me compenetro con personas de cualquier edad. Sé mejor que nadie unir las generaciones y mantener la armonía entre ellas. No te olvides de que llevo siglos en esto. No hay situación que tú tengas que afrontar que Yo no haya ayudado a otros a superar. Consulta, pues, conmigo apenas surjan conflictos domésticos.

Si deseas que tu familia sea más feliz y quieres disfrutar de una vida familiar más satisfactoria, toma nota: Inclúyeme en todo lo que hagas. No me refiero a que tengas que vivir una religiosidad formalista, almidonada, insulsa. ¡Todo lo contrario! Te sorprenderá lo divertido que puede llegar a ser. Las ventajas de incluirme a Mí son demasiado numerosas como para exponerlas aquí; pero te describiré brevemente tres de ellas:

DE JESÚS, CON CARIÑO

La TERCERA se resume en más amor. ¿No es eso lo que más desea tu familia, amor? Yo soy amor, el mismísimo espíritu de amor. Donde Yo estoy, hay amor. La Biblia dice que en en Mi presencia hay plenitud de gozo, delicias a Mi diestra para siempre (Salmo 16:11). Tengo mucho amor para ti y los tuyos, mucho más del que puedes imaginarte, mucho más del que puedes contener. Está a tu alcance en todo momento. Basta con que lo pidas. Estoy a tu entera disposición. Di simplemente: «Jesús, gracias por formar parte de mi familia, por ser nuestro jefe de familia. Acompáñanos en lo que nos disponemos a hacer». 64


amor maternal sin límites ANA ALCASAS RA UN DÍA DE JUNIO DE UN CALOR HÚMEDO Y PEGAJOSO, anormal incluso para el verano. Los chicos del Calvert Country School, en la costa Este de los Estados Unidos, habían decidido que la actividad más apropiada para la ocasión era refrescarse con el sistema de riego del jardín. Juntamente con tres amigos, todos ellos integrantes de La Familia Internacional, había sido invitada a aquel colegio para niños con impedimentos físicos y mentales para participar en su asado anual de graduación. Nos vestimos de payasos y nos pasamos la tarde charlando, riendo, regalando figuras de globos y pintando caritas. Una de las cosas más lindas de ese día fue conocer a Melissa, de cinco añitos, y a su madre, Shirley. Una compañera mía le estaba pintando a Melissa una cara de tigre, de color naranja y negro, mientras Shirley, sentada en una silla detrás de la niña, le sujetaba suavemente los brazos para que no se moviera. Melissa, una bella niñita autista de pelo oscuro, parecía en todo momento tener la mirada perdida, menos cuando alzaba la vista para contemplar el rosto de su madre. —¡Qué bonita! —le decía ésta repetidamente cuando la pequeña la miraba buscando su apoyo. La niña absorbía todo el amor y los elogios con expresiones de alegría total. La ternura y la plena aceptación que su madre le comunicaba me trajeron lágrimas a los ojos. Yo había ido como voluntaria para ofrecer ánimo, sonrisas y aprobación a cada uno de los niños con quienes me relacionara, y sin embargo, inesperadamente, me vi conmovida por aquella hermosa manifestación de amor maternal. Esa tarde en el Calvert Country School observé otras relaciones bellísimas entre madres e hijos, y me conmovió el desinterés y el amor incondicional que manifestaba cada uno de los padres y orientadores que estaban presentes. Aquella experiencia me inspiró un renovado deseo de comunicar cada día ese mismo amor maternal sin límites a mi propio pequeñín. Dios nos da ocasión de percibir Su amor de manera inconfundible por intermedio de nuestra madre. ¡Feliz Día de la Madre! ■

E

Verónica Love, Keith Kleinfelter y Ana Alcasas, todos ellos voluntarios de La Familia, al llegar al colegio

T

odo el mundo sabe que una buena madre comunica confianza y estabilidad a sus hijos. Ella es su tierra. Es esa mujer con la que pueden contar para las cosas que más les importan. Es su alimento, su lecho y el cobijo que necesitan cuando hace frío en la noche. Es su calor, su salud y su refugio. Es la persona que quieren tener cerca cuando lloran, la única que puede representar todo eso para ellos a lo largo de su vida. No tiene reemplazo. De algún modo, hasta la ropa de ella parece tener para sus hijos una textura distinta. A un niño angustiado le basta con tocar su falda o su manga para sentirse mejor.

K ATHARINE BUTLER HATHAWAY

(ANA ALCASAS ES VOLUNTARIA DE L A FAMILIA INTERNACIONAL EN LOS E STADOS UNIDOS.) www.conectate.org

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preciosa maternidad SASKIA SMITH

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ara un niño no hay en todo el mundo nadie más hermoso que su madre. Los niños pequeños no conceptúan a su mamá según su apego a la moda, su buen gusto por las joyas, su cabello o sus uñas perfectas. Tampoco notan las estrías ni las canas. Su mentecita no advierte ninguna de esas cosas que suelen afectar la percepción y las expectativas de las personas mayores con relación a la belleza física. Por eso son en realidad mejores jueces de lo que hace verdaderamente bella a una mujer. ¿Dónde encuentran los niños la belleza? En los ojos que se enorgullecen de lo que ellos logran, en los labios que los instruyen y les infunden ánimo, en los besos que hacen soportables los pequeños dolores, en la voz tranquilizadora que los vuelve a dormir después de una pesadilla, en el amor que los envuelve en un cálido y tierno abrazo. ¿De dónde proviene esa belleza? La maternidad conlleva sacrificios, pero esos sacrificios conducen a la humildad, la humildad se adorna de gracia, y la gracia otorga verdadera belleza. Una madre que se entrega a sus hijos encarna la vida, el amor y la pureza. De esa manera llega a ser un reflejo del amor que tiene Dios por Sus hijos. Por eso estoy convencida que nada hace más bella a una mujer que la maternidad. ■

(SASKIA SMITH ES MISIONERA DE L A FAMILIA INTERNACIONAL EN TAIWAN.)

Saskia con su encantadora hijita

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ujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. Fuerza y honor son su vestidura; y se ríe de lo por venir. Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua. Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba. Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme al Señor, ésa será alabada. PROVERBIOS 31:10,25–26,28,30

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mamá

esa maravilla llamada

Una madre es una persona que, al ver cuatro trozos de pastel para cinco personas, anuncia oportunamente que nunca le ha gustado mucho el pastel. TENNEVA JORDAN El mejor medicamento del mundo es el beso de una madre.

Mamá es el banco en el que depositamos todos nuestros pesares y preocupaciones.

ANÓNIMO El amor que me entregó mi madre fue tan grande que trabajé arduamente para justificarlo.

MARC CHAGALL

ANÓNIMO Mi mamá fue mi mejor maestra. Me enseñó a tener compasión, a amar y a no tener miedo. Si el amor es dulce como una flor, mi madre es esa dulce flor del amor. STEVIE WONDER A una madre se la quiere siempre con igual cariño; y a cualquier edad se es niño cuando una madre se muere. JOSÉ MARÍA PEMÁN

La maternidad es más fuerte que las leyes naturales.

BÁRBARA K INGSOLVER Las madres son fi lósofas por instinto.

HARRIET BEECHER STOWE Una buena madre vale por cien maestros de escuela.

GEORGE HERBERT El corazón de la madre es el aula del hijo.

HENRY WARD BEECHER

Jamás en la vida encontraréis ternura mejor, más profunda, más desinteresada ni verdadera que la de vuestra madre. HONORÉ DE BALZAC

El amor maternal es el combustible que le permite a un ser humano normal hacer lo imposible.

Para los oídos de un niño, la palabra madre es mágica en cualquier idioma. ARLENE BENEDICT

K ATE SAMPERI

La juventud se desvanece, el amor merma, las hojas de la amistad se secan; la esperanza secreta de una madre sobrevive a todo.

OLIVER WENDELL HOLMES Una madre es la más fiel de las amigas cuando nos sobrevienen pruebas fuertes y repentinas, cuando la adversidad toma el lugar de la prosperidad. Cuando los amigos que se ríen con nosotros en los momentos de alegría nos abandonan al vernos sumidos en tribulación, ella se aferra a nosotros para disipar los nubarrones y devolvernos la paz por medio de sus tiernos preceptos y consejos.

WASHINGTON IRVING Dios nos ve a través de los ojos de nuestra madre y nos recompensa por nuestras virtudes.

G ANESHAN VENKATARMAN No hay influencia tan fuerte como la de una madre.

SARAH JOSEPHA HALE www.conectate.org

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ANÓNIMO Una madre ama a sus hijos aun cuando menos lo merecen. Nuestra madre es esa mujer con la que podemos contar para las cosas que más nos importan.

K ATHERINE BUTLER HATHAWAY Una madre entiende lo que el hijo no le dice

PROVERBIO JUDÍO Todo lo que soy se lo debo a mi madre. Atribuyo todos mis éxitos en esta vida a la formación moral, intelectual y física que recibí de ella.

GEORGE WASHINGTON La maternidad es la vocación más noble de la tierra. La auténtica maternidad es la más bella de todas las artes, la más grande de todas las profesiones. La mujer que pinta una obra de arte o la que escribe un libro que influya en millones de personas merece la admiración y el aplauso de la humanidad; pero la que críe con éxito a una familia de hijos saludables y hermosos, cuyas almas inmortales tengan ascendiente a través de las épocas después que las pinturas se hayan desmerecido y que los libros y las estatuas se hayan deteriorado o destruido, merece el más alto honor que el hombre pueda rendirle.

DAVID MCK AY 5

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R

dones para toda la vida

D AN JOHNSTON

TUVO FE PARA CREER Y VALOR PARA ACTUAR CONFORME A SU FE.

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L       me hizo fueron el valor y la fe. Algunos padres enseñan a sus hijos valor, determinación y una miríada de otras virtudes leyéndoles relatos sobre las grandes proezas llevadas a cabo por célebres hombres y mujeres de antaño, con la esperanza de que eso los induzca a ser así. Mi madre no. Se dice que un ejemplo es más elocuente que un sermón, y que una imagen vale mil palabras. Pues es cierto. De las imágenes que recuerdo de mi niñez, muchas me asombran cuando me pongo a pensar en ellas. ¿Cómo se las arregló mi mamá para criar sola a sus tres hijos al tiempo que estaba plenamente dedicada a labores de voluntariado, viajando primero por Estados Unidos y luego en el extranjero? Recuerdo la vez en que se descompuso nuestro automóvil en los montes Bighorn. No había un alma a la vista, y se avecinaba una inesperada tormenta de nieve. Debía de estar desesperada. Sin embargo, lo que más recuerdo de aquella

situación fue su fe en que el Señor nos sacaría de ese trance. Y lo hizo. ¿De dónde sacó el valor para cruzar con nosotros el Pacífico, hasta la China comunista, a fin de obedecer el llamamiento que había recibido de Dios? En otra ocasión mi hermano mayor, Joe, se separó de nosotros en el metro de Hong Kong. Apenas llevábamos dos días en la ciudad, y no parecía que sabría regresar al lugar donde nos hospedábamos. ¿Cómo hizo para no ponerse histérica? Sus oraciones y su fe tuvieron su recompensa. Joe llegó a la casa antes que nosotros. Mamá sabía que le esperaban dificultades. Sin embargo, optó por abandonar la comodidad de su hogar para dirigirse con sus hijos a un país del que sabía poco y nada, simplemente porque Dios le había dicho que compartiera Su amor con aquella gente. Tuvo fe para creer y valor para actuar conforme a su fe. Ahora estoy de misionero en América Central y yo mismo me enfrento cada día a numerosos problemas. Como es natural, algunos son más graves que otros. Así y todo, cada vez que me topo con una situación de cariz imposible, recuerdo aquellos momentos de mi niñez en los que la fe y el valor de mi madre resplandecieron con fuerza. Eso pone las cosas en su debida perspectiva. El versículo bíblico que dice: «Nada hay imposible para Dios» resume la enseñanza más gráfica que recibí en mi infancia. Ello gracias a mi madre, que predicaba con el ejemplo. ■

(DAN JOHNSTON ES MISIONERO DE L A FAMILIA

INTERNACIONAL EN GUATEMALA.)

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entrevista con

mamá

L      . Su vida entera es un obsequio de amor para su familia. Peregrinamos lejos de nuestros orígenes, y entonces algo nos tira del corazón y nos trae de vuelta a casa para redescubrir quiénes somos y de dónde venimos. Unos meses antes que mi madre pasara a mejor vida, me senté con ella y le planteé algunas preguntas sobre su vida. Si nunca has hecho algo así, te lo recomiendo. Seguramente aumentará el aprecio que ya le tienes a tu madre. Mamá me contó muchas cosas sobre su vida y sus sueños, tanto los que se habían cumplido como los que no. —¿Hay algo de lo que te arrepientes? —le pregunté—. Si pudieras volver a vivir, ¿en qué te concentrarías? Me respondió mostrándome algo que había escrito en su diario: «Si pudiera, buscaría más senderos campestres por los que caminar, haría más galletas, plantaría más bulbos en primavera, nadaría en el atardecer, caminaría bajo la lluvia, bailaría bajo las estrellas, recorrería la Gran Muralla, pasearía por playas arenosas, recogería conchas marinas y vidrios, navegaría por fiordos de regiones septentrionales, cantaría baladas, leería más libros, borraría pensamientos sombríos, soñaría fantasías». —¿Hay algún mensaje que te gustaría transmitirles a tus hijos o a tus nietos? —fue la siguiente pregunta. Volvió a revisar su diario y volvió a encontrar la respuesta allí: «Disfrutar de la vida no es algo que puedas dejar para cuando hayas terminado de pagar el auto o conseguido una casa nueva, para cuando los hijos hayan crecido, para cuando puedas volver a la universidad, terminar esto o aquello o perder cinco kilos». Unas cuantas páginas más adelante encontró lo siguiente: «Reza por lo que deseas. A Dios le encanta contestar, pues la oración respondida afianza la fe y glorifica Su nombre». www.conectate.org

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CURTIS PETER VAN GORDER Y también este pasaje: «Disfruta de cada momento. Disfruta caminando y conversando con amigos, disfruta de las sonrisas de los niños pequeños. Goza de la deslumbrante luz de la mañana que envuelve la senda multicolor, de la vastedad de la Tierra que Dios creó, de las colinas, las aves y las flores, de las gotas de rocío que resplandecen como diamantes sobre un manzano silvestre, de todos los portentos que hizo Su mano». Cuando le pregunté cómo se las arreglaba para mantenerse tan optimista a pesar de sus trastornos de salud, volvió la hoja para leerme lo siguiente: «¿Qué poeta hace vibrar tu corazón? ¿Quién alumbra los rincones oscuros de la desesperación, aliviando el dolor y disipando la ansiedad? ¿Quién te hace bailar y dar palmas? Cuando lo hayas encontrado, habrás hallado un tesoro». En cuanto a mí, encontré tal poetisa unos meses después, cuando leí el siguiente mensaje de despedida de mamá: Cariño a todos mis amigos. Gracias por ser buenos conmigo, por ayudarme en el invierno y echar pétalos en el yermo suavizando el verano. Por mí no lloren ni desmayen, que a los Cielos voy a elevarme. Ahora seré libre al fin del sufrimiento y del trajín. Dios me tiene en Su mano. ■

(CURTIS PETER VAN GORDER ES MISIONERO DE L A FAMILIA INTERNACIONAL EN ORIENTE MEDIO.)

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cualidades

de un

buen matrimonio MARÍA FONTAINE

S

e ha dicho y escrito tanto acerca del matrimonio —gran parte de ello bastante complicado o aparentemente contradictorio— que me interesaba lo que pudiera decir Jesús al respecto. Él tiene una forma tan estupenda de explicar las cosas con sencillez y claridad, con un enfoque positivo, que estaba segura de que las pondría en su debida perspectiva. Así que le pedí que resumiera algunas de las principales cualidades de un buen matrimonio, cosa que hizo. He aquí el mensaje que dio: La idea no era que el matrimonio fuera tan complicado o difícil que apenas unos pocos lograran hacerlo bien. En realidad está al alcance de casi cualquiera. Es también lo que hace más felices a las personas, y lo que hace que su vida sea más valiosa, productiva y satisfactoria, pues se trata de un aspecto primordial del plan de Dios para la humanidad. Nadie cumple a la perfección todos los aspectos que señalo a continuación. Por tanto, no se desanimen si les parece que se quedan cortos en algunos. Hagan lo que puedan y pídanme que los ayude con lo demás. Reservarme el primer lugar. En virtud de un sencillo principio espiritual, si dan prioridad al tiempo que deben pasar conmigo, tanto a solas como en pareja, todo lo demás se arreglará. «Buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas [otras] cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33). Altruismo. La mayoría de los conflictos matrimoniales son consecuencia del egoísmo. Ambos cónyuges deben anteponer la felicidad del otro a la propia. En eso consiste el amor verdadero y duradero. 8

Voluntad para reconocer y abordar los problemas. La mayoría de los problemas que acaban por hundir una relación no son graves inicialmente, pero se van de las manos porque la pareja no los aborda a tiempo, pensando que se disiparán por sí solos si no les prestan atención, o cuando cambien las circunstancias. Pero eso raramente da resultado. Los matrimonios más sólidos son aquellos que aprenden a afrontar los confl ictos y a acordar medidas prácticas para superarlos. Buena comunicación. Para comprender y satisfacer mutuamente sus necesidades, y para superar juntos las dificultades, es imprescindible la buena comunicación. Perdón. Perdonarse el uno al otro es la clave para disfrutar de una relación matrimonial fi rme y segura. Pídanse enseguida disculpas por toda palabra o acción con que puedan haberse ofendido. Apoyarse el uno al otro. Para cultivar una buena relación matrimonial, fíjense siempre en las buenas cualidades del otro y busquen formas de ayudarlo a lucirse, en vez de denigrarlo, criticarlo o darle la lata. Cooperación. Conversen y pónganse de acuerdo sobre sus objetivos prioritarios y aprendan a afrontar juntos las dificultades. «Mejores son dos que uno; porque

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tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero» (Eclesiastés 4:9,10). Consideración. Además de comunicar amor de una forma muy tierna y convincente, el hecho de mostrarse considerados con los sentimientos, los gustos, las aversiones, el tiempo y las energías del otro alivia las tensiones, previene roces e impide que se susciten un montón de pequeños enredos. Cariño. Es sorprendente la cantidad de matrimonios que naufragan por falta de cariño. Aunque las expresiones verbales de cariño también son importantes, a veces las caricias, los besos y los abrazos son más eficaces a la hora de manifestar amor y confortar a la persona amada. Son expresiones físicas de lo que se siente por dentro. Igualdad. Igualdad significa hacer participar al otro en las decisiones, criar a los niños juntos y compartir las obligaciones económicas y domésticas. Pero es también algo más. No se trata simplemente de programar el trabajo o repartir la carga por igual, sino de valorarse y respetarse mutuamente a fin de sacar a relucir las virtudes de cada uno. Admiración. No hay como saber que las buenas cualidades que uno tiene son reconocidas y admiradas para que crezca su autoestima y se sienta motivado a sobresalir www.conectate.org

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en lo que es verdaderamente importante. Procuren, pues, apreciar más a la persona estupenda con quien se casaron, y verán cómo se vuelve aún más estupenda. Abrirse a otras personas. Aun las parejas que mejor congenian y en las que ambos se sienten totalemente satisfechos y seguros en compañía del otro necesitan de más amigos. Otras personas pueden ayudarlos a madurar de formas que su cónyuge no sería capaz. Su vida en común se fortalecerá si ambos pasan tiempo y realizan actividades con otras personas. Sentido del humor. «El corazón alegre constituye buen remedio» (Proverbios 17:22). No se lo tomen todo tan en serio. Verán que muchos de los contratiempos, molestias y contrariedades de todos los días no son tan graves. Optimismo. El optimismo —la tendencia a esperar el mejor desenlace en una situación dada— unido a la fe en Mí casi siempre reporta grandes dividendos, pues a Mí me encanta recompensar la fe. Por otra parte, nada hunde tan rápido un matrimonio como el pesimismo, la actitud de esperar lo peor y quejarse del cariz negativo de toda situación. Incluirme a Mí. Yo deseo que les vaya bien, tanto en el matrimonio como individualmente, y conozco todas las soluciones. Puedo lograr que se disipen montañas de problemas y que se hagan realidad todos sus sueños, pero hay una condición: tienen que incluirme en su relación. ¡Les sorprenderá lo que los tres juntos podemos lograr! ■

(MARÍA FONTAINE ES CODIRECTORA DE L A FAMILIA INTERNACIONAL JUNTO CON SU MARIDO, PETER AMSTERDAM.)

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VIVENCIAS

«¿ Verdad que es estupendo...?»

RACHEL AIRD

Rachel Aird con un grupo de adultos desfavorecidos a los que alfabetiza, en un campamento de Johannesburgo (Sudáfrica)

UNA MUJER CORRIENTE DE MEDIANA EDAD TUVO UN EFECTO SIGNIFICATIVO EN MÍ.

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P

UEDE UNA SOLA PERSONA tener ¿ un efecto significativo en los demás? Una mujer corriente de mediana edad lo tuvo en mí. Yo era una chica buena, todo el mundo lo decía. En la primaria fui la mejor alumna de mi colegio en Inglaterra. Saqué notas sobresalientes en todos los exámenes. Obtuve una codiciada beca universitaria que incluía viajes al exterior. Visitaba un orfanato todas las semanas y en mis ratos libres atendía a niños con graves impedimentos mentales. Dedicaba mi vida a ayudar a los demás mediante la psicología clínica. Fui maestra de catequesis durante años. No bebía, ni fumaba, ni tomaba drogas. ¿Qué podía faltarme? Una persona lo percibió casi enseguida. En un hospital psiquiátrico donde trabajaba durante las vacaciones para adquirir experiencia de tratar a pacientes conocí

a un enfermero muy apuesto de nombre Martín. Empezamos a salir juntos, y a la larga me llevó a su casa a conocer a su madre, Grace. Se trataba de una mujer menuda y delicada, pero muy directa para hacer preguntas. —¿Eres cristiana? —me disparó estando yo con la guardia baja. —Por supuesto —respondí. «Al fi n y al cabo —pensé—, todo el mundo lo es en Inglaterra, ¿no?» —¿Verdad que es estupendo amar a Jesús? —me preguntó acto seguido. Me quedé cortada. Nunca había pensado en amarlo. Me parecía algo excesivamente íntimo. ¿Respetarlo? Sí. ¿Dirigirme a Él guardando las distancias? También. ¿Tratar de observar los Diez Mandamiento? Naturalmente. Pero, ¿amarlo? Me disculpé y salí a dar una vuelta. Mientras paseaba por los suburbios de la ciudad, no lograba quitarme aquella idea de la cabeza. «¿Verdad que es estupendo amar a Jesús?» ¿Por qué habría de necesitar una relación así con Él? A fi n de cuentas, era muy buena por mí misma. Entonces escuché en mi interior una voz extraña que, teniendo en cuenta lo que me dijo, solo pudo haber sido la voz de Dios: —¿Qué hay de Mi Hijo, Jesús? —Pues… no creo que lo necesite para ser buena —respondí.

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Por lo visto aquella no era la respuesta acertada, pues me volvió a preguntar: —¿Qué hay de Mi Hijo, Jesús? ¡No lograba zafarme de aquella voz! Seguí caminando hasta que llegué a unos campos de cultivo. Allí volví a escuchar la voz. —Mira este campo. Es fértil y hasta está arado, pero no crece nada en él. Ahora mira el campo continguo. Está lleno de repollos. Así podrías ser tú si me entregaras tu corazón. Entonces me di cuenta de que sí necesitaba a Jesús. Me arrodillé ahí mismo, en la tierra recién arada, y le abrí mi corazón. En aquel momento mi vida dio un vuelco inesperado y fantástico. Unos 30 años después, al dirigirme al funeral de Grace, pasé por esos mismos campos de repollos. En esa ocasión estaban ambos bien verdes, casi listos para la cosecha. Pensé en lo maravillosamente que había cumplido Dios Su promesa de volver fructífera mi vida, tal como había hecho con aquel campo que una vez había estado vacío. Como suelo hacer cuando repaso todo lo bueno que he tenido en la vida, comencé con mis 12 hijos y 9 nietos, los nietos y bisnietos de Grace. En efecto, Martín y yo nos casamos, y cuando falleció su mamá ya habíamos trabajado 30 años como misioneros en muchas tierras lejanas. Al mirar los repollos por la ventanilla del auto sonreí con lágrimas de gratitud, recordando a Grace, que me enseñó a amar a Jesús. Grace llevó una vida sencilla pero feliz. Nunca tuvo riquezas ni adquirió fama. Y nunca llegó a alejarse de su pueblo de origen, salvo en sus oraciones. Pero como dijo alguien: «No es preciso que una vida sea grandiosa para ser bella. Una vida bella es la que cumple lo que Dios determinó para ella». ¡Así era Grace! Dejó algunas instrucciones un tanto extrañas para su entierro. Pidió que tocaran una canción de los años 60 —Spirit in the Sky— porque le encantaba bailarla. Se trata de una canción feliz y llena de vida. www.conectate.org

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Así quería que la recordaran. Su segundo pedido fue que todos los que asistieran al entierro vistieran alguna prenda de color rojo, que era su preferido. Al entrar Martín y yo a la iglesia donde estaba por empezar el servicio fúnebre, me pregunté si alguien se acordaría o se habría enterado siquiera de aquel segundo pedido. Las lágrimas volvieron a rodar por mis mejillas al ver a todas las personas que habían venido a dar gracias a Dios por Grace, más de trescientas. Todas vestían alguna prenda roja. De un modo u otro, todas habían sentido su apasionado amor por Jesús. Después del funeral, la gente se acercaba a Martín y a mí para contarnos su testimonio: «Me visitó en el hospital todos los días mientras estuve enferma»; «Escuchaba todos mis problemas y oraba por mí, cualquiera que fuera la hora de la noche a la que llamara»; «Me habló de Jesús». Y así sucesivamente. Cientos de vidas transformadas silenciosamente por aquella mujercita. Aquel día, en vez de hacer un entierro lúgubre, celebramos la vida terrenal de Grace y nos regocijamos con ella por la fascinante vida eterna que acababa de iniciar. Ahora sabe lo verdaderamente estupendo que es amar a Jesús, pues lo está experimentando a plenitud. ■

(R ACHEL AIRD ES MISIONERA DE L A FAMILIA INTERNACIONAL EN SUDÁFRICA.)

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Si aún no has descubierto lo estupendo que es amar a Jesús, hazlo ahora rezando la siguiente oración: Jesús, gracias por dar la vida por mí. Te ruego que me perdones todos mis errores y ofensas. Entra en mi corazón y concédeme el don de la vida eterna. Hazme conocer mejor Tu amor y lléname de Tu alegría. Amén.

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RESPUESTAS A TUS INTERROGANTES Últimamente mis hijos se han vuelto bastante irrespetuosos. Parece que cuando trato de corregir la situación sólo consigo empeorarla. ¿Qué me aconsejan? El primer paso para corregir esa mala conducta es afrontar la cruda realidad de que la culpa de que se encuentren en ese estado es en parte tuya. Como suele suceder con la mayoría de los problemas, tienes que empezar por examinar tus propias acciones y actitudes y proponerte cambiar en los aspectos que sean precisos. Si bien por naturaleza los niños cuestionan más las cosas cuando se ponen un poco mayores y necesitan más explicaciones, la falta de respeto y la desobediencia descarada normalmente se deben a un exceso de indulgencia, pues ésta les enseña a manipular a sus padres en lugar de respetarlos. La solución es ser más fi rme. Sin embargo, por lo general del dicho al hecho hay mucho trecho, porque esa conducta inaceptable se ha convertido en un mal hábito y porque en el momento probablemente consideraste válidos tus motivos para actuar de determinada manera —tu amor por los niños y tu deseo de verlos felices—. En efecto, esos motivos eran válidos; pero si los resultados fueron negativos es 12

que tal expresión de amor no fue la adecuada para la situación. La fi rmeza también es una expresión de amor, y en algunos casos, la mejor. Normalmente los niños piensan en lo que los hará felices a corto plazo. De modo que los padres tienen que asumir la obligación de juzgar lo que a la larga será mejor para los pequeños, lo cual en muchos casos entraña decir que no. Después de eso, es importante que tengas las cosas claras en tu fuero interno. Tienes que saber exactamente qué conductas son aceptables y cuáles no. Para persuadir a tus hijos de que es preciso cambiar ciertas cosas, hace falta que tú tengas un convencimiento profundo. Si no sabes bien cómo proceder en determinada situación, ora y pídele a Jesús que te lo indique. O si no sabes cuál es el enfoque general que debes aplicar con ellos, pídele que te lo revele. O si piensas que te va a resultar difícil hacer cumplir ciertas reglas que son necesarias, pídele que te dé más determinación. Cualquiera que sea tu pregunta o necesidad, Él está más que dispuesto a ayudarte. Él ama a tus hijos más que tú. Puedes tener, pues, la seguridad de que hará todo lo posible por ayudarte a realizar bien tu labor. A la hora de establecer las reglas que a tu juicio hacen falta, obtendrás mejores resultados si las debates con tus hijos, razowww.conectate.org

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nas con ellos y tratas de obtener su colaboración que si simplemente impones la ley y exiges su respeto. El hecho de conversar el asunto con ellos —escuchando sus puntos de vista, mostrándote flexible y haciendo algunas modificaciones si es necesario— evidenciará el respeto que les tienes. Lo más probable es que te correspondan a ese respeto, y ese es el primer paso en la buena dirección. La forma en que les expliques las cosas dependerá de su edad y su madurez. Una vez más, no hay como pedir al Señor instrucciones, pues lo que podría ser ventajoso con un niño tal vez no dé resultado con otro. Comienza reconociendo que la culpa es en parte tuya y explica por qué es necesario el cambio. «Como no le puse coto al asunto de entrada, se han habituado a contestar mal y faltarme al respeto. Eso tiene que cambiar. No es un comportamiento aceptable en un hogar como el nuestro, en el que queremos que reine el amor». Deja bien claro cuáles son las reglas y también cuáles serán las consecuencias si no las observan. «Si contestan mal o me faltan al respeto, se quedarán sin esto o sin lo otro». No dudes en cumplir todas las veces lo que les has advertido; de otro modo, tus reglas serán inútiles. Promételes no sólo castigos, sino también premios por portarse bien. «En cuanto se enmienden recuperarán sus privilegios, y tal vez incluso les daré algo más». Termina la conversación en una nota positiva. Por último, ruega a Dios que te dé paciencia. Recuerda que no sólo aspiras a modificar una conducta; te propones corregir la actitud que dio lugar a esa mala conducta y cultivar buenos hábitos en sustitución de los malos. Eso toma tiempo. El secreto es la oración, la constancia y la firmeza templada con amor. Comprométanse a cambiar juntos y esfuércense hasta lograrlo. ■

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LECTURAS ENRIQUECEDORAS La maternidad desde la perspectiva divina El concepto divino de una mujer virtuosa es también el de una buena madre. Proverbios 11:16 Proverbios 12:4 Proverbios 19:14b Proverbios 31:10–31 Una madre que sigue los preceptos divinos resplandece en su hogar y con sus hijos. Proverbios 14:1a Proverbios 31:27 1 Timoteo 3:11 Una madre temerosa de Dios genera amor y armonía en el hogar. 1 Corintios 16:14 Colosenses 2:2 Tito 2:4 1 Pedro 4:8 Una buena madre aplica disciplina cuando hace falta y no es excesivamente indulgente. Proverbios 19:18 Proverbios 22:15 Proverbios 29:15b

Una buena madre imparte a sus hijos sanos valores por medio de la Palabra de Dios. Deuteronomio 6:7 Deuteronomio 31:12,13 Proverbios 22:6a Juan 21:15b Ejemplos de amor maternal: Agar con Ismael: Génesis 21:15,16 Los padres de Moisés: Éxodo 1:22; 2:1,2; Hebreos 11:23 Ana con Samuel: 1 Samuel 1:22–28 El rey Salomón y las dos madres: 1 Reyes 3:23–27 La mujer sunamita y Elías: 2 Reyes 4:17–20,27 La mujer cananea ruega a Jesús que sane a su hijo: Mateo 15:22–28 María a los pies de la cruz: Juan 19:17,18,25

E N L A M A NO QU E M EC E L A C U NA E STÁ E L DE ST I NO DE L M U N D O ¡Qué tarea tan importante la de una madre! Las madres de la siguiente generación son las que moldean el futuro. Puede decirse que la maternidad es la vocación más sublime del mundo. Aunque cuidar de un bebé no siempre parezca muy importante, no lo tengas en poco. Sabe Dios la influencia que puede ejercer ese niño algún día en la vida de muchas personas. Ser madre requiere la fuerza de Sansón, la sabiduría de Salomón, la paciencia de Job, la fe de Abraham, la percepción de Daniel y el valor y la capacidad administrativa de David. Sobre todo, indudablemente hace falta el amor de Dios. ¡Qué tarea! Ese espíritu abnegado que lleva a las madres a sacrificar su tiempo, sus fuerzas y hasta su propia salud por el bien de sus hijos es lo que las hace maravillosas. Cualquier mujer puede tener un hijo, pero hay que ser una madre de verdad para «instruir al niño en su camino» (Proverbios 22:6).

DAVID BRANDT BERG

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B ASADO

EN LOS ESCRITOS DE

D AVID B R ANDT B ERG

La clave para criar niños felices, bien adaptados y de buen comportamiento es en realidad bastante simple: el amor. Lo que no siempre es tan simple ni fácil es saber cómo aplicar ese amor. A continuación reproducimos diez consejos que sin duda te serán de utilidad.

Lleva a tus hijos a aceptar a Jesús. Hay veces en que el amor natural que Dios te ha dado por tus hijos no basta para satisfacer sus necesidades. Les hace falta su propia conexión con la fuente del amor —Dios mismo—, y esa conexión la consiguen aceptando a Jesús. Establecer un vínculo con Jesús es tan sencillo que hasta los niños de dos años son capaces de hacerlo. Basta con que les expliques que si le piden que entre en su corazón, Él se convertirá en su mejor Amigo, los perdonará cuando se porten mal y los ayudará a portarse bien. Luego enséñales a hacer una oración como esta: «Jesús, perdóname por portarme mal a veces. Entra en mi corazón y sé mi mejor Amigo para siempre. Amén». Transmíteles la Palabra de Dios. ¿Qué podría ser más beneficioso para tus hijos que enseñarles a hallar fe, inspiración, orientación y respuestas a sus interrogantes y problemas en la Palabra? «La fe viene por el oír la Palabra de Dios» (Romanos 10:17). La lectura diaria de la Palabra es clave para progresar espiritualmente. Eso es válido a cualquier edad. Si tus hijos son bastante pequeños, puedes empezar por leerles una Biblia para niños o libros de Historia Sagrada, o viendo con ellos videos basados en la Biblia y explicándoles lo que sea necesario. Sé constante y hazlo divertido. En poco tiempo tus hijos estarán «sobreedificados en [Jesús] y confi rmados en la fe» (Colosenses 2:7). Así habrá menos probabilidades de que se descarríen a causa de influencias malsanas o de que busquen respuestas en otros sitios, pues su vida estará fundamentada en el cimiento sólido de la Palabra de Dios. 14

Secretos para ser

buenos padres Enséñales a actuar motivados por el amor. Dios quiere que todos obremos bien, no por temor al castigo, sino porque lo amamos y amamos al prójimo. Si tus hijos han aceptado a Jesús y les has enseñado a amarlo y respetarlo, y a amar y respetar a los demás, y vas reforzando esos principios, con el tiempo aprenderán a tener esa motivación. Desde muy temprana edad puedes enseñarles a practicar el amor siendo desinteresados y considerados con los sentimientos y necesidades ajenos. Jesús lo resumió en Mateo 7:12, en lo que se conoce como la Regla de Oro. La siguiente paráfrasis es un estupendo punto de partida para enseñar a los pequeñitos a tener el amor por motivación: «Trata a los demás como te gustaría que te trataran». Promueve una comunicación franca y sincera. Si tus hijos saben que vas a reaccionar con calma y con amor pase lo que pase, es mucho más fácil que te confíen sus intimidades. Si cultivas una relación de confianza y entendimiento mutuo cuando todavía son pequeños, es mucho más probable que mantengan abierta esa línea de comunicación cuando lleguen a la preadolescencia y la adolescencia, período en que sus emociones y problemas se vuelven mucho más complejos.

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Ponte en su lugar. Procura relacionarte con tus hijos a su nivel y no esperar demasiado de ellos. Recuerda también que la gente menuda suele ser más sensible que las personas mayores, así que es importante tener mucha consideración con sus sentimientos. Todos sabemos lo descorazonador que es que nos pongan en situaciones embarazosas, que nos ofendan o nos denigren. Si tomamos conciencia de que esas experiencias desagradables pueden ser aún más traumáticas para los niños, haremos todo lo posible por evitarles ese tipo de incidentes. Da buen ejemplo. Sé el mejor modelo de conducta que puedas, pero sin pretender haber alcanzado la perfección. Manifiéstales amor, aceptación, paciencia y perdón, y esfuérzate por practicar las demás virtudes y por vivir conforme a los valores que quieres enseñarles. Establece reglas razonables de conducta. Los niños son más felices cuando saben cuáles son los límites, y esos límites se hacen respetar sistemáticamente, con amor. Un niño malcriado, caprichoso e irresponsable se convierte en un adulto igualmente malcriado, caprichoso e irresponsable. Es, pues, importante que aprenda a responsabilizarse de sus actos. La meta de la disciplina es la autodisciplina, sin la cual un niño se ve en franca desventaja en el colegio, y posteriormente en el trabajo y en la sociedad. Uno de los mejores métodos para establecer reglas es conseguir que los niños mismos ayuden a fijarlas, o al menos que las acepten de buen grado. Requiere www.conectate.org

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más tiempo y paciencia enseñarles a tomar buenas decisiones que castigarlos por decidir mal, pero a la larga es más eficaz. Prodígales elogios y aliento. A los niños les pasa lo que a todos: los elogios y el aprecio los motivan a hacer enormes progresos. Cultiva su autoestima elogiándolos sincera y constantemente por sus buenas cualidades y sus logros. Recuerda también que es más importante y da mucho mejor resultado elogiarlos por su buen comportamiento que regañarlos cuando se portan mal. Si te propones hacer siempre hincapié en lo positivo, tus hijos se sentirán más amados y seguros. Ámalos incondicionalmente. Dios nunca se da por vencido con nosotros ni deja de amarnos por mucho que nos descarriemos. Así también quiere Él que seamos con nuestros hijos. Reza por ellos. Por mucho que te esfuerces y por muy bien que hagas todo lo demás, te verás en situaciones que escapan a tu control o que requieren más de lo que tú puedes aportar. Sin embargo, nada escapa al control de Dios ni supera Su capacidad. Echa mano de Sus ilimitados recursos por medio de la oración. Él conoce todas las soluciones y puede satisfacer toda necesidad. «Pedid, y se os dará» (Mateo 7:7). «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto» (Santiago 1:17). ¡Que lo disfrutes! ■ 15

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DE JESÚS, CON CARIÑO

A todas las madres: ¡Gracias! E

l amor de una madre es uno de los más claros ejemplos del amor que Yo abrigo por Mis hijos. Una buena madre ama incondicionalmente y demuestra su amor una y otra vez sean cuales sean las circunstancias. Yo puse ese amor sin igual en el corazón de cada madre para ayudar a todos a entender mejor Mi amor. Puede que te sientas incapaz de cumplir tu papel de madre. Eres consciente de tus faltas y sabes que no eres perfecta. No obstante, la belleza que rodea a una madre es formidable. Las madres se parecen a Mí por su generosidad y amor desinteresado, y a veces poco correspondido. Se asemejan también a Mí por las oraciones que elevan a favor de sus hijos y el apoyo que les brindan para cumplir sus sueños. Cuando te concedí hijos, Yo era consciente de que te causarían desilusiones, incluso desesperación y angustia. Pero también sabía que vivirías momentos de gran dicha y de infinito amor, y que ellos le darían mucho más sentido a tu vida. Ser madre exige bastante, pero tiene sus recompensas: la alegría de sostener en brazos a un recién nacido, la sonrisa de un pequeñuelo, los momentos felices que se viven en familia, la gratitud y el respeto que te manifiesta un hijo adulto, y todos los gestos de amor intercambiados día a día. Esas son algunas de las muchas bendiciones que recibes en pago de todo aquello de lo que te privas para ser madre. Además, un día en el Cielo se te premiará por todos los sacrificios que hiciste. Lo celebrarás con una gran reunión familiar, en la que estarán ausentes las lágrimas y toda limitación terrenal, y en la que te envolverá un amor total. En aquel momento experimentarás el amor maternal en su máxima expresión.

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!

«¡Glafafo!» —¡GLAFAFO! —EXCLAMÓ GRACIA, una chiquilla de un añito y medio, mientras le tiraba de la pierna del pantalón a Miguel—. ¡Glafafo, favó! —repitió tiernamente. Miguel no entendía nada. Era la primera mañana que me ayudaba a cuidar de un grupo de chiquitines y todavía no lograba descifrar su dialecto preescolar. El pedido de Gracia se hizo más insistente. —Miguel, ¡glafafo, favó! Desconcertado, Miguel me preguntó: —¿Qué dice? —Que quiere un franelógrafo —dije soltando una carcajada—, o sea, un cuento representado con figuras que se colocan en ese tablero cubierto de felpa que hay allí. Me agaché para ponerme a la altura de Gracia y le pregunté: —¿Qué cuento te gustaría, mi amor? —¡Popón! —respondió alegremente. —Pompón —le dije a Miguel. Gracia sonrió feliz. Todos los pequeños se acomodaron en sus sillitas mientras yo buscaba las figuras y el guión del cuento y se los pasaba a Miguel. —Es un cuento sobre una oveja traviesa llamada Pompón que aprende a no apartarse del pastor —le expliqué—. Tengo que atender un par de cosas. Vuelvo enseguida. Tú puedes hacerlo. Miguel no estaba tan seguro. —¿Cómo haces para entender lo que dicen? A mí me suena a chino. —Solo hace falta tener paciencia y hacer un esfuerzo para captar lo que te quieren comunicar, aunque ellos no acierten a expresarlo —le respondí mientras salía por la puerta. A Miguel le fue muy bien, pero unas horas después se me vino abajo el día: tuve otro desacuerdo con mi novio. Todavía estaba alterada y pensando en cortar relaciones con él cuando Rebeca —la mamá de uno de mis pequeños alumnos— me preguntó qué me pasaba. www.conectate.org

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JESSICA R OBERTS

—¡Ay, es que los hombres...! —dije, dando rienda suelta a mi frustración—. ¡...son inaguantables! Mi novio es estupendo, ¡pero hay veces en que no lo entiendo! La mitad del tiempo es fantástico; pero la otra mitad pareciera que no hablamos el mismo idioma. No lo comprendo. Rebeca asentía con la cabeza mientras yo me desahogaba. Cuando mi diatriba fue perdiendo intensidad, me dijo: —Entiendo cómo te sientes. A veces me pasa lo mismo con mi marido. Me quedé mirándola. Rebeca es una de esas personas afables y tranquilas que parecen incapaces de perder los estribos. No podía imaginármela enojada o impaciente. —¿Cuál es el secreto? —le pregunté—. ¿Cómo haces para no alterarte? Se quedó pensativa. —He aprendido a tener paciencia y a hacer un esfuerzo para captar lo que mi esposo quiere comunicarme, aunque él no acierte a expresarlo. Al oír el eco de mis propias palabras, me puse a reflexionar. Había aprendido a tener amor y paciencia con los niños; pero ¿cuántas veces no había sabido tratar así a mi novio y a otras personas adultas? Ese día me propuse escuchar más a los demás. En vez de sentirme ofendida cuando alguien me dirigiera la palabra irritado o exasperado, decidí hacer un esfuerzo por entender sus sentimientos. ¡Y descubrí que es algo que da resultado con los grandes también! JESSICA R OBERTS ES MISIONER A DE L A FAMILIA INTERNACIONAL EN MÉXICO. 3

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«Herencia del Señor son los hijos»

Amor

(Salmo 127:3)

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y

DIS CIP LIN A

Un niñito, tierno y puro, es una manifestación del amor de Dios y uno de los regalos más valiosos que puede recibir una persona. En realidad, los hijos no son nuestros; pero Él nos los encomienda y quiere que los amemos y los formemos. Son regalos de Dios que requieren nuestros cuidados, cual flores de nuestro jardín. Son obsequios divinos, sí; pero también una tarea que Él nos encarga. Dios, como Padre, nos da ejemplo de cómo quiere que nos conduzcamos nosotros con nuestros hijos. Es justo, misericordioso, amoroso y paciente; pero también firme cuando ve que nos descarriamos. Al igual que hace un pastor con una oveja indócil, a veces tiene que darnos con el cayado para apartarnos del mal camino. Aunque es un Dios de amor, es también un excelente Padre, que sabe corregirnos cuando nos hace falta. Al ofrecer un buen ejemplo a nuestros hijos y formarlos, educarlos y orientarlos como es debido, les damos un bagaje para toda la vida. «Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de él» (Proverbios 22:6, RV95). «Todos tus hijos serán enseñados por el Señor, y se multiplicará la paz de tus hijos» (Isaías 54:13). DAVID B R ANDT B ERG

DA E R SH A EM

EE

VA

CUANDO MI HIJA KARINA era una preescolar, yo no sabía qué hacer para ayudarla a portarse bien. Con frecuencia echaba pataletas y se ponía a lloriquear cuando la corregíamos, y yo me exasperaba. Un día se me ocurrió una idea para ayudarla a superar esa mala costumbre. Cuando trataba mal a su hermanita, se ponía irrespetuosa con su papá o conmigo, o lloraba sin motivo, la tomaba de la mano y le explicaba que su conducta no estaba bien. La llevaba a una habitación contigua que estuviera tranquila y le explicaba que tenía que quedarse allí un rato para reflexionar y orar sobre su comportamiento; y si había molestado a otra persona, le decía que pensara qué

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podía hacer para remediarlo. Al principio nos costó mucho a las dos. Aunque normalmente reaccionaba llorando aún más, la dejaba ahí, y al cabo de unos minutos volvía para hablarle de su conducta. Después rezaba con ella para que se enmendara y terminaba la pequeña sesión correctiva con abrazos y besos para demostrarle que la entendía y perdonaba. Si había lastimado, ofendido o molestado a otra persona, le mandaba que le pidiera perdón. Al cabo de varios meses de seguir sistemáticamente este procedimiento, noté un gran cambio en ella. Las primeras veces que empleé esta táctica me preocupó que Karina se fuera a resentir por tener que estar sola en otro cuarto, aunque sólo fuera unos minutos. Por eso la empleé con moderación. Primero hacía siempre una breve oración y le preguntaba al Señor si se justificaba o no. Creo que esa fue la clave. El hecho de orar primero me ayudaba a guardar la compostura y proceder con amor; también la ayudaba a ella a aceptar mejor la disciplina. A pesar de algunas protestas iniciales, dio y sigue dando resultado. Fue un gran alivio para mí, pues otros correctivos no habían surtido efecto. Todavía empleo ese recurso con ella. La ha ayudado a madurar, pues se trata de una medida disciplinaria que le enseña ciertos principios y no sólo le inspira temor. Esos ratos que pasa solita en la habitación para reflexionar y calmarse, seguidos de una breve oración y charla en que le explico por qué tiene que ser cariñosa con su hermanita, obedecer a sus padres y respetar las reglas, la ayudan a captar por qué se la corrige. Al fi nal de cada una de esas breves sesiones, le manifiesto lo orgullosos www.conectate.org

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que estamos Jesús y yo de que esté aprendiendo tanto, y la animo a hacer cosas buenas por los demás, para que Jesús, mamá y todos sigamos contentos con ella. En el transcurso de esas conversaciones también le prodigo cariño, para que se dé cuenta de que sus faltas están perdonadas. Esta clase de corrección le ha hecho sentirse más segura, lo cual la predispone a seguir mejorando. A menudo los padres andamos tan ocupados que pensamos que no tenemos tiempo para largas charlas con nuestros pequeñines. Pero he comprobado que, aunque toma más tiempo orar y abordar los problemas en el momento, a fi n de que los niños capten lo que les queremos enseñar, a la larga se ahorra tiempo. Lo mejor de todo es que les inculca principios para toda la vida y es una excelente forma de enseñarles a cultivar una buena relación con Jesús. Aunque nos tome un poco más de tiempo, vale la pena, porque luego serán más obedientes y sabrán tomar buenas decisiones por sí mismos.

EL HECHO DE ORAR PRIMERO ME AYUDABA A GUARDAR LA COMPOSTURA Y PROCEDER CON AMOR.

D ASHA E REMEEVA ES MISIONER A DE L A FAMILIA INTERNACIONAL EN R USIA .

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VIVENCIAS

A

QUELLA SONRISA DE MI BEBITO era una nimiedad. Sin embargo, modificó mi perspectiva de la vida. Al despertarse y mirarme, vio lo que más importancia tiene para él en todo el mundo: ¡yo! No le importó que hubiera que cambiarle el pañal, ni que mi pantalón de pijama no combinara con la blusa, ni que estuviera toda despeinada. Simplemente me quiere y desea estar conmigo. No necesita perfección; el amor lo pone todo en su debida perspectiva. En ese momento en que lo tomé en brazos y me impregné del amor que irradiaba se me esclareció algo que me había preguntado un rato antes. La falta de perfección en la vida es algo que siempre me ha molestado. Cuando alguien dice o hace algo que me contraría, suelo argumentar: «¿Por qué tiene que haber choques de personalidad, descuidos, faltas de consideración, injusticias, desaires, pesimismo? ¡Son cosas que suceden todos los días y 12

Un mundo perfecto

CHALSEY

están mal! ¡Ojalá no existieran! Si todo el mundo —incluida yo misma— se condujera como es debido, mi vida sería toda dicha y perfección». Consideraba que la perfección era lo único que alguna vez aliviaría mis irritaciones. Pero a la vez sabía que eso nunca se daría. La vida es así. Necesitaba otra solución. Cuanto más cavilaba, más me daba cuenta de que lo que en realidad quería era que el mundo girara en torno a mí, mis deseos, sentimientos, preferencias y prioridades. Algo tenía que cambiar, y en este caso, cualesquiera que fueran las faltas de los demás, la que tenía que cambiar era yo. Pero, ¿cómo? Ya lo había intentado antes. Aquella mañana, mientras tenía en brazos a mi bebé, una voz me susurró: «¿Te habría gustado que tu bebé fuera perfecto de nacimiento?» Al sopesar esa idea, comprendí que nada me habría desagradado más. De haber podido él caminar y correr desde el día en que nació, nunca habría podido yo disfru-

tar de la expresión de emoción que se dibujó en su carita el día que logró dar sus primeros pasos. Además me habría perdido ese singular sentimiento de tenerlo en brazos sabiendo que dependía enteramente de mí. De haber podido hablar perfectamente bien desde el día en que nació, jamás habría podido yo experimentar la alegría de oírlo decir su primera palabra. Si supiera todo lo que sabe una persona mayor, nunca habría podido verlo pasmado ante algún descubrimiento, y nunca habría tenido la dicha de enseñarle algo nuevo. Me habría perdido muchísimas cosas. En realidad sus imperfecciones lo hacen perfecto. ¡No querría que fuera distinto! Entonces me pregunté: «¿Qué hace que su imperfección sea diferente de todas las otras imperfecciones que me rodean?» La respuesta no podía ser más clara: «El amor». ¡Eso es! Eso es lo que me falta. Eso es lo que más preciso para enfrentar con valor y alegría los

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DOOLEY

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problemas que quisiera que no existieran. Me dije: «Imagínate todo lo que te perderías si tú y los que te rodean fueran perfectos desde el comienzo. Te perderías ese aspecto imprevisible y sorpresivo de la vida; la dicha de perdonar y ser perdonada; los estrechos vínculos de amistad que se forman en medio de la adversidad, y las cualidades que se cultivan también en esas situaciones». Me di cuenta de que añadir pensamientos negativos a una situación ya de por sí negativa nunca da resultados positivos. En ese momento me propuse buscar y descubrir las oportunidades y experiencias positivas que se ocultan detrás de la máscara de la imperfección. Más tarde aquel mismo día mi bebito no podía dormir. Decidí entonces sacarle provecho a una situación difícil poniendo en práctica lo que acababa de aprender. Hice a un lado lo que a mi juicio era lo mejor para él y para mí en ese momento, y mi marido y yo nos tomamos un www.conectate.org

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rato para cantar y reír con él. Fue un momento perfectamente feliz que todos nos habríamos perdido si aquel día todo hubiera salido perfecto. Cada situación y cada persona con que nos topamos pueden contribuir a llenar nuestra vida de felicidad y sorpresas, en tanto que miremos más allá de lo inmediato. Podemos enfocar cada dificultad, pérdida, herida y deficiencia como una pista para hallar un tesoro, o como la puerta de una cámara acorazada donde encontraremos bellos tesoros de Dios. «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá» (Mateo 7:7). 

SI EN EL JARDÍN DE TU VIDA ENCUENTRAS MÁS TIERRA QUE FLORES, ES POSIBLE QUE TENGAS LOS OJOS MUY CERCA DEL SUELO. ¡LEVANTA LA MIRADA!

C HALSE Y D OOLE Y ES MISIONER A DE L A FAMILIA INTERNACIONAL EN EL ORIENTE MEDIO.

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INFL ENCIA A. A.

Muchos no comprenden que el mundo del mañana depende de las personas mayores de hoy, de lo que decidan conceder o denegar a la siguiente generación. David Brandt Berg

PRINCIPIOS DE LOS AÑOS 80 yo era una niña flaquita de ocho años que sufría de asma. Vivía con mi familia en la India. Una antigua amiga de mis padres nos vino a visitar y me dijo sonriente que me había cuidado cuando yo era una bebita. En aquel momento sentí que existía un vínculo especial entre las dos. Mientras ella conversaba con mis padres sobre los viejos tiempos, me arrodillé detrás de ella y silenciosamente le hice una trenza en su cabellera color miel. Era la primera vez que intentaba algo semejante, y me salió bastante suelta y asimétrica. Cuando terminé, le pregunté si le gustaba. Ella la palpó y dijo: «¡Está preciosa! Además, con este calor resulta muy cómoda. Gracias por hacér-

A

mela». Así, una niña de ocho años que no se sentía capaz de hacer gran cosa adquirió cierta conciencia de su propia valía y se dio cuenta de que ayudar a los demás en pequeños detalles tiene su recompensa. Un par de años después —también en la India— hicimos una excursión a una montaña que tenía mil escalones de piedra. El asma me obligaba a parar a descansar bastante seguido; pero bien valió la pena el esfuerzo. Cuando llegamos a la cima, exploramos un fascinante museo que había sido en otro tiempo un magnífico palacio. Al pasar por las habitaciones lujosamente amobladas y muy bien conservadas, y por los jardines cuidados con espléndida exquisitez, entendimos el entorno en que había vivido la antigua realeza india. Al día siguiente, nuestra profesora nos pidió que

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hiciéramos una redacción sobre la excursión. Yo me propuse documentar todos los pormenores de lo que habíamos visto el día anterior: la subida por la escalinata; los monos con que nos topamos en el camino y la forma en que tomaban maní de nuestras manos y se lo comían; la enorme estatua de un temible guerrero a la entrada del palacio, y cada detalle del palacio mismo. Quedé muy complacida con mi redacción, y mi profesora también, aunque me explicó dulcemente que por lo general no conviene empezar cada oración con la palabra entonces. Me recomendó otras opciones que me parecieron interesantes. Esas críticas constructivas eran conceptos nuevos para mí, pero el estímulo y la ayuda que recibí ese día me llevaron a seguir una carrera muy gratificante como escritora y correctora. Así que, independientemente de que seas padre, madre, docente, puericultor o un simple observador, nunca subestimes la influencia que puedes tener en los niños que forman parte de tu mundo. A veces lo único que se necesita es una sonrisa de aprobación o unas palabras de aliento para transformar una vidita. Y el amor que des te vendrá de vuelta. ◄ A. A. es miembro de La Familia Internacional en los EE.UU. 3

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UN HOGAR MÁS FELIZ flictos entre los miembros de las mismas. Inevitablemente las comidas se convierten en una ronda de insultos y altercados. Los chicos interiorizan ese patrón de comportamiento y luego tienen dificultades para relacionarse con los demás. »Hace muchos siglos —destaca el doctor Bossard— un gran Maestro nos indicó que es mucho más importante lo que sale de la boca que Adaptación de una charla radial de Virginia Brandt Berg lo que entra en ella». Ese maestro fue Jesús, y esas sabias palabras se encuen¿Cuál es la mayor lacra de las familias de hoy? Según el tran en Mateo 15:11. doctor James Bossard, antiguo profesor de sociología de la Jesús también dijo: Universidad de Pensilvania que dedicó 40 años al estudio «De la abundancia del corazón habla la boca» de los aspectos más descuidados de la vida familiar, es el (Mateo 12:34). Si el alma modo en que los padres hablan delante de sus hijos. de una persona es superLuego de analizar extensas grabaciones de los ficial, egoísta y mezquina, intercambios que se dan a la hora de comer, el todos esos defectos se ven doctor Bossard escribió: «Jamás imaginé que detec- reflejados en las palataría un patrón en tales conversaciones familiares. bras que brotan de sus En realidad sólo me proponía averiguar de qué labios. En cambio, cuando se hablaba en la casa. Pero con asombro descubrí alguien está bajo el control que todas las familias seguían ciertos hábitos de del Espíritu Santo, las conversación bien marcados y que el más corriente palabras que pronuncia de todos era el de criticar. irradian la luz divina, »En esas familias casi nunca se dice nada bueno por cuanto Cristo es luz de nadie. No paran de quejarse de sus amigos, de (Juan 1:4; 8:12). sus parientes y de sus vecinos, de casi todos los Las palabras de una peraspectos de su vida, desde las largas colas de los sona llena del Espíritu de supermercados hasta la estupidez de su jefe. amor de Dios ejercen una »Ese ambiente familiar constantemente negativo atracción magnética sobre tiene un efecto desastroso en los niños, de los que los demás. Cuando el coraun alto porcentaje es antisocial y goza de escasa zón arde con amor divino, aceptación entre sus compañeros. Esa pauta de no es preciso esforzarse hostilidad que se da en las familias conduce a conpor expresarse con sen4

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timiento o ternura, pues todas las palabras que uno dice tienen un sabor y una fuerza que emanan de la profundidad interior. ¿Aspiras a decir siempre las palabras justas, en el momento oportuno y tal como conviene, de modo que tengan un efecto bueno y duradero? Eso puede parecerte casi imposible, y es que humanamente hablando, lo es. Mas no así cuando das lugar a que el Espíritu del Cristo viviente hable a través de ti. ¿Cómo se logra eso? ¿Cómo puede estar uno tan lleno del Espíritu de Cristo que este lo guíe en todo lo que diga? Sólo es dable cuando se pasa tiempo con Él, alimentándose de Su Espíritu y de Su amor. Es imperativo que te tomes tiempo para leer Su Palabra escrita, la Biblia, y embeberte de Su Espíritu, dejando que te hable en tus ratos de oración y reflexión. Si no haces eso, cuando más lo desees y más lo necesites no te van a salir las palabras oportunas. Es probable que lo que emane de tu boca sea superficial, insípido y negativo. En cambio, si das cabida a Jesús en tu interior y pasas ratos en Su presencia, absorbiendo Su amor y Su Espíritu, «de

lo más profundo de tu ser brotarán ríos de agua viva» (Juan 7:38, LBLA). El problema no radica en la lengua, sino en el corazón. Las palabras son el medio por el que comunicamos a los demás lo que abriga nuestro corazón. Jesús enseñó que las palabras revelan nuestro estado interior: «El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas» (Mateo 12:35). No hay, pues, modo alguno de cambiar el tenor de nuestras palabras, como no sea transformando el espíritu del que brotan. Se precisa una transformación del corazón. Si lo que necesitas es un giro de esa naturaleza, comienza por rezar: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí» (Salmo 51:10). Dedica luego tiempo a Jesús —fuente de toda bondad, amabilidad y mansedumbre— y en breve profundizarás tu relación con Él y te darás cuenta de que tus palabras transmiten Su Espíritu e influyen más para bien en las personas con quienes tienes relaciones afectivas. ◄

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EL ARRANQUE DEL DÍA M e n s a j e d e Je s ú s

Un modo espléndido de ayudar a tus seres queridos a empezar bien el día es manifestarles amor a primera hora. Me dirás que eso no es tan fácil cuando apenas estás despertándote. Sin embargo, si le pides a Dios que te dé ese empujoncito que necesitas y haces un esfuerzo de tu parte, creo que te llevarás una agradable sorpresa. No tomes el desayuno con los ojos clavados en el plato, en el periódico o en algún cupón publicitario. Hagan juntos un repaso de todas las cosas buenas que les he concedido. Agradézcanme las maravillas que saben que voy a obrar por ustedes a lo largo del día en respuesta a sus oraciones, simplemente porque los amo. Lean un breve pasaje de la Biblia. Oren unos por otros y por lo que tienen por delante ese día. Invoquen una promesa de Mi Palabra para cada victoria que les haga falta. ¡Llénense de Mí! Yo soy amor y luz. Mis fuerzas son infalibles, y todo me es posible. Antes que nada, báñense en Mí. Así estarán preparados para hacer frente a cualquier prueba o tarea difícil que el día les depare. Esos minutos que pasen juntos en la mañana son también ideales para infundir ánimo a los demás. Dile a tu esposa lo bonita que se ve. Dile a tu hijo que no tienes ninguna duda de que le va a ir muy bien en el colegio. Despídanse con un abrazo o un beso. Eso es como decir: «No veo la hora de estar otra vez contigo». Si comienzan el día con amor, éste los sostendrá a lo largo de la jornada. ◄ 5

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RESPUESTAS A TUS INTERROGANTES

A medida que mis hijos se van haciendo mayores, me resulta cada vez más difícil guiarlos como tanto deseo. Los problemas son más complejos, y cada vez soy más consciente de mi incapacidad, y ellos también. ¿Qué me aconsejan? DESDE EL PRINCIPIO, LOS PADRES se dan cuenta de que no lo saben todo y no son perfectos. Pero los bebitos y los niños pequeños son tan inocentes y confiados que ni siquiera lo advierten. La toma de conciencia, por así decirlo, comienza unos años después y alcanza su punto máximo durante la adolescencia. La solución no está en esforzarse inútilmente por alcanzar el rango de padre perfecto o madre perfecta, sino más bien en aprender a sacar partido de nuestras imperfecciones y nuestra incompetencia. A continuación explicamos tres ventajas que tiene ese enfoque: En primer lugar, cuando uno se sabe débil e incapaz, está más presto a pedir y aceptar la asistencia divina. «No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios» (2 Corintios 3:5). Cuando somos débiles, Él se hace fuerte en nosotros y por nosotros (2 Corintios 12:9). El hecho de recurrir a Dios nos proporciona unas fuerzas y una sabiduría que no podríamos alcanzar por pura superación personal. En segundo término, nuestras debilidades nos mantienen humildes. Y al ser humildes, juzgamos menos a los demás y somos más amorosos y compasivos con nuestros hijos. Normalmente eso también nos predispone a escuchar las recomendaciones de otras personas que, por estar un poco más distantes de la situación, ven las cosas con mayor claridad. Por último, al no ocultarles a nuestros hijos que nos consideramos débiles y vulnerables 6

Padres imperfectos

y que necesitamos la ayuda de Dios, en realidad les damos un magnífico ejemplo. Además, eso puede conducir a una relación más estrecha con ellos. Así que no dejes que unas cuantas debilidades te frenen o te lleven a tener una mala imagen de ti. A pesar de todas tus flaquezas e imperfecciones, puedes ser un buen padre o una buena madre. Es más, sin ellas no podrías cumplir bien tu función. Habiendo dejado eso sentado, hay que decir que la mejor forma —en realidad la única— de saber lo que necesita un niño y cómo ayudarlo es preguntárselo al Señor. La clave para realizar bien nuestra labor —aparte de estar llenos del amor de Dios— es aprender a pedirle la solución a nuestros problemas. Jesús siempre conoce el

remedio idóneo. El hecho de contar con Su asistencia alivia enormemente nuestra carga. Por ejemplo, si un hijo tuyo está pasando por una etapa difícil y estás empezando a perder la paciencia, pídele ayuda a Jesús. Cuando recurrimos a Él, Su Espíritu nos serena, nos da soluciones y nos ayuda a capear todas las dificultades que surgen. Puede llenar nuestro corazón y nuestros pensamientos de Su amor y así infundirnos una paciencia que supere nuestra capacidad natural. O, por ejemplo, si tu hijo tiene la costumbre de contestar mal, pídele a Jesús que te indique el origen de esa conducta y la mejor forma de remediarla. Él conoce a tu hijo como nadie, y además sabe todas las soluciones. ◄

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En s e ñ a r a lo s n iñ o s a s e r c o n s id e r a d o s María Fontaine

NA COSA QUE LOS NIÑOS hacen continuamente es discutir entre sí. Muchas veces es más bien contradecirse, casi por el gusto de llevar la contraria. En muchos casos lo hacen para demostrar su superioridad, para que se vea que el otro está equivocado y quedar ellos bien. Los niños caen en eso prácticamente a cada momento. Por eso es preciso enseñarles que está mal creerse superiores y rebajar a los demás. Puede que en algunos casos tengan razón: a lo mejor su punto de vista es acertado. Generalmente se enzarzan en una discusión porque creen que tienen razón. El caso es que, tengan razón o no, deben aprender que está mal discutir. Es importante que los niños aprendan a ponerse en el lugar de los demás. Pregúntale a tu hijo: «¿Cómo te sentirías si respondieras mal a una pregunta o dijeras algo equivocado, y alguien soltara: “¡Qué tontería! ¿Cómo puedes ser tan idiota?” Pues así se sienten tus hermanos o tus amigos cuando los contradices o les señalas sus faltas». Conviene ilustrarles con un ejemplo cómo hacen que se sientan los demás.

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Una vez que se dan cuenta del efecto que tienen sus palabras en las personas que los rodean, la mayoría procuran ser más cuidadosos con lo que dicen y la forma en que lo expresan. Se les puede explicar: «Cada vez que haces eso de rebajar a un amigo para quedar tú mejor, lo dejas en ridículo. Así sólo conseguirás perder amigos». O: «Piensa en lo mal que se siente tu hermanita cuando haces eso. No tendrá ganas de volver a abrir la boca. Lo peor es que le das a entender que no la quieres, pues no te importa herir sus sentimientos». Es preciso que las personas mayores nos esforcemos por no caer en lo mismo. Y también debemos hacerles ver a los

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chicos que el no hacer eso es una forma de manifestar amor, de ser considerados con sus amigos y con los niños pequeños. Darle a alguien el beneficio de la duda y elogiarlo en vez de rebajarlo es una manera de mostrar amor. Hay muchos gestos de cariño que los niños —por su corta edad— no son capaces de hacer por los demás; por ejemplo, preparar una comida o cuidar de un familiar enfermo. Pero pueden manifestar amor y consideración animando a los demás en vez de ponerlos por los suelos. Naturalmente, hay situaciones en que los chicos mayores se sienten obligados a corregir a sus hermanitos. Si un niño dice que las vacas son azules, su hermano mayor piensa que debe corregirlo. No obstante, debe aprender a hacerlo con amor y buenos modos. Es también elemental enseñarle a distinguir entre las veces que debe hacerlo y las que no; es decir, cuándo es necesario que aleccione a su hermanito y cuándo puede dejar pasar el error o la imprecisión. En primer lugar, entonces, hay que enseñarle a discernir. Tal vez no valga la pena corregir el concepto erróneo que pueda tener de las vacas una niña de 3 años. No tardará CONÉCTATE AÑO 8, NÚMERO 5 | www.conectate.org

en aprenderlo cómo son viéndolas en libros o en la vida real. En segundo lugar, cuando el niño se vea en la necesidad de corregir a alguien —o sea, de contradecirlo—, puede aprender a hacerlo con buenos modos. «Creo que te equivocas. Normalmente, las vacas son negras, marrones o blancas, no azules». O: «Yo pensaba lo mismo cuando era pequeño; pero después me di cuenta de que son negras, marrones o blancas, no azules». O: «Veamos en tu libro de qué color son las vacas». A los niños —como al resto de los mortales— les resulta mucho más fácil aceptar lo que dice la persona que los corrige si ésta se dirige a ellos amablemente. Por desgracia, la mayoría de los niños se contradicen de una forma revanchista, despreciativa o sarcástica. El amor no humilla ni avergüenza, sino que levanta el ánimo y hace que la gente se sienta bien por dentro. En cambio, contradiciendo y discutiendo ponemos en evidencia a los demás o les hacemos sentirse inferiores. A veces los chicos no se dan cuenta de eso hasta que les sucede a ellos. Así y todo, les cuesta entender que los demás se puedan sentir igual de mal en esa situación.

Si las personas mayores tenemos tendencia a contradecir automáticamente a los demás, señalar sus errores y ponernos a discutir —todos lo hacemos—, no podemos recriminar a los chicos cuando caen en lo mismo. Lo que sí podemos hacer es esmerarnos por darles mejor ejemplo y enseñarles a conducirse con más amor y consideración en ese aspecto. Es notable la diferencia entre los niños que discuten, pelean, riñen y se contradicen, y los que se quieren de verdad, colaboran unos con otros y se relacionan armoniosamente. Por supuesto, el amor y la consideración tienen muchas facetas más. No deja de ser un tema bien complejo. Lo que está claro es que es uno de los principios más importantes que podemos enseñar a nuestros hijos: los que de pequeños no aprenden a ser amorosos y considerados de palabra y de hecho, de mayores conservan la costumbre de discutir y contradecir. Si queremos que nuestros hijos tengan éxito en la vida, nada reviste más importancia que enseñarles a conducirse con amor. ◄

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PANQUEQUES

bañados en crema de chocolate blanco. Se deshacían en la boca. —Al igual que sucede con los panqueques, cuando ustedes me dicen que quieren jugar con sus juguetes, no sólo quieren juguetes. Lo más sabroso de los panqueques era la crema de chocolate. El llevarse bien entre ustedes es como la crema. Cuando se llevan mal, el juego no tiene gracia. Aunque tengan todas las piezas Lego que quieren, no lo pasan bien. No se divierten. Lo interesante es jugar juntos. Así es como disfrutan de verdad. Los panqueques se sirven con crema. Los niños entendieron perfectamente la comparación y, como por arte de magia, decidieron jugar juntos. Aunque el mal tiempo nos obligó a quedarnos en casa varios días, nadie se molestó. Los chicos jugaron con todos los juegos y juguetes que había en la casa. Cuando se caldeaban los ánimos, les decía: —Los panqueques necesitan más crema. Al meditar en eso más tarde, me di cuenta de que aquella enseñanza no era solamente para mis hijos. A veces me esfuerzo mucho Misty Kay por alcanzar las metas que me he propuesto que nos ayudara a atacar el y veo todo lo demás como una distracción. problema. «Tengo que hacer esto, tengo que hacer aque—¿A quién le gustan los llo». Quiero hacer rendir al máximo mis horas IS HIJOS de nueve panqueques a secas, sin nada de trabajo y no tener interrupciones. Pero y diez años vinieencima? —pregunté. después me pregunto por qué me resulta todo ron una vez más a Los niños se quedaron tan árido y por qué lo disfruto tan poco. presentarme sus quejas. sorprendidos ante el repenA todos nos ocurre con frecuencia que nos —¡Mamá, Chalsey se tino cambio de tema. comemos los panqueques solos. Concedequeda con todos los Lego! —¿A quién le gustan los mos tanta importancia a lo que tenemos que —¡Davin siempre se guarda panqueques sin ninguna hacer que nos olvidamos de que sin miel o sin las mejores piezas! crema ni mermelada, pancrema los panqueques resultan desabridos. No Kristy, la de cinco años, queques que se te atoran en la podemos dejar que nuestro trabajo, o incluso lloraba: garganta? nuestras aficiones, nos lleven a prescindir de —¡No vale! Yo quiero —¡A mí no! —exclamaron las amistades que hacen más plena nuestra vida. armar un avión, pero ellos no al unísono. Si te das cuenta, pues, de que estás hasta quieren. —De acuerdo. O sea que el tope de preocupaciones, estrés y trabajo y Toda la tarde había sido ayer, cuando me pidieron más trabajo, si sientes que perdiste la chispa, lo mismo, una cosa tras otra. panqueques, no querían sólo si lo encuentras todo un poco insulso, quizá Por muchos juguetes que panqueques. Querían pante hace falta cubrir esa jornada con un buen tuvieran, no podían pasarla queques con crema. cucharón de crema. ◄ bien. Faltaba algo. Hice una Había sido el día del padre. breve oración y le pedí al Lo celebramos desayunando Misty Kay es miembro de La Familia Señor una ilustración, algo Internacional en EE.UU. unos panqueques calientes

con crema

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LECTURAS ENRIQUECEDORAS

CONSEJOS PARA PADRES

Los niños

David Brandt Berg

LOS NIÑOS SON UNA BENDICIÓN DEL SEÑOR.

LOS NIÑOS NO ENTIENDEN TODO LO QUE SUCEDE, pero confían en que nosotros sí lo entendemos, y en que lo que decimos es válido y cierto. Tienen fe en nosotros. Por eso es tan importante tratar sus sentimientos con mucho cuidado y oración.

Génesis 49:25 Salmo 113:9 Salmo 127:3–5 DIOS CONOCE Y AMA A LOS NIÑOS AUN ANTES QUE NAZCAN.

Salmo 22:10 Isaías 49:1 Jeremías 1:5 LA FORMACIÓN QUE RECIBAN EN SUS PRIMEROS AÑOS LOS GUIARÁ TODA LA VIDA.

Proverbios 22:6 SI DESCUIDAS A TUS HIJOS EN FAVOR DE OTRAS COSAS, TANTO ELLOS COMO TÚ SUFRIRÁN LAS CONSECUENCIAS.

Proverbios 29:15b DEBEMOS ENSEÑAR A NUESTROS HIJOS LA PALABRA DE DIOS.

Deuteronomio 6:6,7 Isaías 38:19b Joel 1:3 Juan 21:15 2 Timoteo 3:15 ENSEÑA A TUS HIJOS A CONFIAR EN DIOS.

Salmo 22:9 Salmo 34:11 Salmo 78:6,7 DEBEMOS LLEVAR A NUESTROS HIJOS A ACEPTAR A JESÚS.

Marcos 10:14 Juan 1:12 ÚNICAMENTE DIOS PUEDE ENSEÑARLES LO MÁS IMPORTANTE DE LA VIDA.

Salmo 25:5 Proverbios 8:32,33 Isaías 54:13

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CUANDO LOS NIÑOS PEQUEÑOS están en vena de llevar la contraria, no es el momento de pedirles nada. A todo dicen que no. HACE FALTA TENER REGLAS, pero no pongas más de la cuenta. Cuantas menos reglas estrictas haya, de esas cuyo incumplimiento acarrea un castigo, mejor. CADA NIÑO TIENE SU PROPIA PERSONALIDAD, y a cada uno hay que tratarlo según su grado de madurez y sus características y personalidad particulares. SI TE PONES EN EL LUGAR DE TUS HIJOS, estarás en mejores condiciones de entender sus conflictos. HAY QUE DECIDIR QUÉ REGLAS SE DEBEN OBEDECER sin falta y sin excepción, y cuáles se pueden flexibilizar a veces. Para ello, sin embargo, hace falta la sabiduría de Dios. Por eso, esas decisiones se deben tomar, en la medida de lo posible, con mucha oración, consultando con el Señor y Su Palabra, no a la ligera. HACE FALTA MUCHO TINO PARA SABER cuándo tratar de convencer a un joven para que proceda según lo que la experiencia nos indica que dará mejor resultado, y cuándo debemos acceder a hacer las cosas a su manera. A veces la autoestima que adquiere cuando se le confía una decisión o cuando ve que estamos dispuestos a tomar en cuenta sus deseos y opiniones importa más que las ventajas de que haga las cosas como le decimos. Y como es natural, con frecuencia la experiencia es el mejor maestro. DIOS NOS HA DADO EJEMPLO. Debemos proceder con nuestros hijos como Él lo hace con nosotros. Él procura persuadirnos a obrar como es debido, a hacer lo que da mejor resultado; pero nos da libre albedrío y nos permite tomar nuestras propias decisiones. Cuando no haya inconveniente, hagamos lo mismo con nuestros hijos mientras todavía son pequeños. Eso los facultará para tomar decisiones acertadas cuando lleguen a mayores y lo que esté en juego sea más trascendente. ◄ 11

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LA MEJOR INVERSIÓN DE CARA A LOS HIJOS OS HIJOS NUNCA OLVIDAN los Alguien dijo sabiamente: momentos significativos que pasan «Nuestros hijos necesitan con sus progenitores. ¿No son esos más nuestra presencia que los recuerdos de la niñez que evocamos nuestros presentes». Juega con más cariño, los ratos en que nuestros con ellos, lee con ellos, padres nos demostraban su amor dedicánabrázalos, anímalos, disdonos tiempo y atención? fruta de ellos. Sal a pasear La atención personal que prestamos con ellos y simplemente a los niños contribuye enormemente a pasa un rato con ellos su desarrollo. Si los privamos de ella, se charlando. Hazles pregunconsideran desdeñados y poco importas y escucha sus respuestantes, y al cabo de un tiempo se sienten tas. Presta atención a lo rechazados. Eso nos sucede a todos. No que dicen. siempre es necesario estar mucho tiempo La mayoría de los con un niño para que comprenda que se lo padres tienen tanto que quiere y aprecia. Lo que sí es imprescinhacer que no dan abasto. dible es pasar algo de tiempo con él. Y la Cuando surgen imprecalidad de los ratos que les dediquemos es vistos, el tiempo que se tan importante como la extensión de los pasa con los hijos queda mismos. relegado al último lugar. Lo mejor que podemos invertir en Solemos razonar que ya nuestros hijos es tiempo. Y es también tendremos tiempo mañana. el mejor regalo que les podemos hacer. Pero nuestros hijos nos Ninguna otra cosa tiene un efecto tan necesitan hoy. duradero en su vida.

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Conviene que determines cuánto tiempo a la semana debes pasar con cada hijo y que busques espacios para ello. Considera que esos ratos son compromisos ineludibles y tienen prioridad sobre todo lo demás. Si surge una situación de verdadero apremio, puede que sea necesario que reprogrames el tiempo que vas a pasar con ellos; pero no lo canceles del todo. Si ves que postergas con frecuencia el tiempo que deberías dedicarles, es necesario que reevalúes tu escala de prioridades y tu plan y que elabores uno que dé resultado.

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LA MEJOR HERENCIA QUE PODEMOS DEJAR A NUESTROS HIJOS ES DEDICARLES UNOS MINUTOS CADA DÍA.

Orlando Battista

Cuando un niño mayor tiene problemas necesita aún más que se le dedique tiempo, y se hace preciso escucharlo con más atención. No hay que apresurarse a ofrecerle soluciones o consejos, y no conviene sermonearlo, sino escuchar todo lo que quiera decir antes de responderle. De ser posible, hay que ayudarlo a llegar por su cuenta a las mejores conclusiones. Luego, debemos tomarnos un rato para orar y escuchar la apacible voz de Dios en nuestro corazón y nuestra mente. Él siempre está presto a aclarar nuestros interrogantes, y a menudo nos ofrece sorprendentes soluciones. (V. los apartados El mejor amigo de los padres y Ratos para escuchar a Jesús del libro Preescolares, de la colección Soluciones para padres. También Escucha palabras del Cielo, de la colección Actívate.) Además del tiempo que se pasa con los hijos, hay que tomarse tiempo para orar por ellos. Esa es otra cosa que se suele descuidar a menos que se priorice. Hay que hacerse el tiempo. Orar por los hijos es una excelente manera de llegar a comprenderlos mejor. Dios puede reve-

larnos verdades acerca de ellos que no podríamos descubrir de ningún otro modo. Además, también nos hace saber cuánto los ama, lo que a su vez nos mueve a amarlos más. Y nos llena de Su amor, el cual nos faculta tanto a nosotros como a ellos para superar cualquier obstáculo. Muchos padres con hijos ya crecidos dicen que una de las cosas que más les pesa es no haberles dedicado más tiempo en sus primeros años. Ello conlleva ciertos sacrificios. Al principio puede parecer que no se está aprovechando el tiempo de la mejor manera; pero vale la pena perseverar. Cada momento que se dedica a los hijos es una inversión a futuro. Las recompensas son eternas. Para los hijos es fundamental saber que pueden contar con nosotros, aun cuando nos parezca que no estamos haciendo gran cosa por ellos ni logrando nada valioso. ◄

Un joven abogado que gozaba de éxito profesional dijo: «El mejor regalo que me han hecho en la vida vino en un paquete muy pequeño que pesaba menos que una pluma. Me lo entregó mi padre en Navidad. Dentro había una nota que decía: “Hijo, este próximo año te obsequiaré 365 horas. Todos los días después de cenar te dedicaré una. Hablaremos de lo que tú quieras, iremos a donde quieras y jugaremos a lo que quieras. Será tu hora”. Mi padre no sólo cumplió esa promesa, sino que la renovó todos los años. Fue el regalo más valioso que me han hecho jamás. Soy el fruto del tiempo que pasó conmigo». Citado en Moody Monthly

«Instruye al niño en su camino —dice la Biblia—, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él» (Proverbios 22:6). Debemos moldear sus pensamientos, educarlos, entusiasmarlos y alentarlos; y por encima Extracto de La formación de de todo, es preciso que les mostremos el los niños, de Derek y Michelle camino que conduce a Dios y que edifiqueBrookes. © Aurora Production mos su fe en la Palabra divina. Si hacemos AG, 2004. El libro puede eso y les damos buen ejemplo, estarán preparados para hacer frente a todo lo que solicitarse escribiendo a cualquiera de las direcciones se les presente en la vida. de la página 2.

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David Brandt Berg 13

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Ya casi no se ve ninguna película o teleserie en la que los niños no discutan ni tengan tremendas peloteras. Y los padres igual: están continuamente discutiendo y denigrándose el uno al otro delante de sus hijos, y de los tuyos. Ha llegado a ser la norma en las familias que aparecen en los medios de difusión; de ahí que a los niños no les extrañe en absoluto que los miembros de una familia se conduzcan así. Da lástima decirlo, pero probablemente es un fiel retrato del típico hogar D E LOS norteamericano. Al fin y al cabo, la mayoría de las EN T RE TENIMIEN TOS teleseries se producen en EE.UU. y van dirigidas al M OD ERN OS público de ese país. Si bien esa clase de trato puede considerarse la norma, David Brandt Berg eso no significa que sea aceptable. Es una falta de consideración, es hiriente y ofensivo. Y lo peor es que ¡es contagioso! Se está convirtiendo rápidamente en símbolo de la vida ¿HAS OBSERVADO QUE doméstica en casi todas ACTUALMENTE lo que más partes, mayormente por motiva las risas del público la influencia que tienen son los comentarios morda- esas teleseries en todo el ces que hacen los actores mundo. ¡Qué horror! para ridiculizarse y herirse Los niños imitan lo el uno al otro? Eso se que ven y escuchan, y considera gracioso. Para mí por naturaleza tienden a es ofensivo. Cuando yo era copiar lo negativo. Los más chico, ese comportamiento pequeños, sobre todo, no resultaba chocante y siempre son capaces de ofensivo. Ahora en cambio distinguir entre el bien y el suscita carcajadas en los mal, y les resulta aún más espectadores. difícil cuando se ensalza a

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EL L ADO M ALO

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los culpables de conductas réprobas haciéndolos parecer envidiables y buenos en otros sentidos. Los muestran bien parecidos, prósperos, simpáticos, más listos que las personas mayores y con plena libertad para hacer lo que les plazca. Los niños se encuentran en un proceso de formación de los valores sobre los cuales fundamentarán su conducta el resto de su vida. Es obligación de los padres orientarlos a través de ese proceso. Los cabezas de familia están faltando a su deber si dejan a sus hijos ver lo que quieran en la televisión sin ningún tipo de orientación ni explicación sobre lo que es y lo que no es socialmente aceptable. Eso vale también para los programas orientados a los niños, incluidos los que ostentan la etiqueta de didácticos. El solo hecho de que una película o serie de televisión esté catalogada de apta para niños no significa que sea buena para los tuyos. Corresponde a los padres tomar esa decisión. Ellos tienen también el deber de apartar a sus hijos de lo negativo, ya sea evitando exponerlos a esas influencias, o bien explicándoles por qué son perjudiciales y no conviene imitarlas. El mundo del entretenimiento mediático está que da pena. Podría ser un

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excelente medio de instrucción, como lo fue en otros tiempos; sin embargo, está cada vez peor. En los principales órganos de difusión actuales raramente se hace mención de Dios, como no sea en las blasfemias. El ocultismo se presenta como algo intrigante y genial. A las personas religiosas, en cambio, generalmente las pintan como si estuvieran chifladas. Cuando yo era chico, muchas películas hacían referencia a Dios y a la oración de forma positiva y reverente. Hasta los peores personajes terminaban casi siempre enmendándose y escarmentando. En aquellos tiempos las películas tenían un final feliz, con moralejas y enseñanzas. Hoy en día es todo lo contrario. A veces difícilmente se puede distinguir entre los buenos y los malos. Y lo que más repudio son esas películas en las que al final triunfa el mal. En las dramatizaciones griegas, la ópera clásica europea y las obras teatrales de Shakespeare ocurrían muchas tragedias; pero siempre dejaban alguna enseñanza. Para los griegos, el dolor y la tristeza que provocaban las tragedias eran beneficiosos por su efecto purificador. Las tragedias de Shakespeare tenían profundidad y sentido. Todas

las fábulas de Esopo tenían su moraleja al final. En contraste, la mayor parte de la música, las películas, la televisión, los videos y otras formas de entretenimiento de la actualidad no comunican nada serio y valioso. Lo dejan a uno con una sensación de desesperanza. «Todo es una calamidad. El mundo está desquiciado. Dios debe de ser un monstruo para haber creado un mundo así». Se lo achacan todo a Dios. Aunque no lo nombren, eso dan a entender: «¿Qué culpa tengo yo? ¡Es injusto! ¿Por qué me tiene que suceder esto a mí?» En los dibujos animados de antes ya se veía bastante violencia: los personajes se liaban a palos, salían disparados por los aires, de todo. Sin embargo, algunos dibujos animados actuales son aún peores: inician a los niños en la brujería y los hechizos. A mí me gusta mucho lo sobrenatural, siempre que se acentúe la parte buena; pero muchos de los dibujos animados de hoy en día presentan y promueven la parte nefasta, todo lo que ofrece Satanás. ¡Parece que hubiéramos vuelto al oscurantismo medieval! ¡Es atroz! Lo mismo sucede con gran parte de la música y los videoclips de hoy en día. Casi no se entienden las letras. Al menos la mayoría de la gente mayor no logra entenderlas sin hacer un gran esfuerzo. Pero si uno se lo propone, o si lee las letras [la mayoría se encuentran en Internet], en muchos casos uno se espanta al ver las perversiones y los valores trastocados que los compositores y las bandas enseñan a la gente joven a través de su música. Los padres de familia debemos revisar detenidamente las influencias a las que están expuestos nuestros hijos y decidir si esos son los modelos de conducta que queremos para ellos. No olvidemos que el día de mañana ellos serán el producto de lo que vean, escuchen y emulen hoy. ◄

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PADRES PROACTIVOS Cómo sacarle provecho a la televisión  No dejes que tus hijos vean la televisión sin ninguna guía.  Antes de permitir que vean una película o un programa de TV, revísalo o lee una reseña del mismo. Aplica un criterio selectivo.  Procura que los ratos que pasen frente al televisor —viendo diversos programas, documentales o películas— sean entretenidos y a la vez didácticos. Siéntate con ellos y coméntalos. Les ayudará a formarse un buen criterio.  Habla con sus hijos de lo que hacen con sus amigos en sus ratos de esparcimiento, no con suspicacia, sino para ayudarlos a formar sus valores y ser consecuentes con ellos.  Compensa la TV con otras actividades divertidas: juegos grupales, deportes, excursiones, etc.

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Formar mediante el ejemplo DE JESÚS, CON CARIÑO

EDUCAR A LOS HIJOS nunca ha sido fácil. Sin embargo, todos los padres cuentan con algo estupendo a su favor desde el primer día: sus retoños los quieren y los admiran más que a nadie. Eso constituye una parte esencial del designio divino: tus hijos son un regalo del Cielo, pero también una obra en curso. Es tu deber formarlos hasta que lleguen a ser personas adultas amorosas y responsables. El amor y el respeto que tus hijos tienen por ti son innatos, pero no estáticos. Aumentan o disminuyen día a día según cuál

sea tu interacción con ellos. No traiciones, pues, su confianza. Dales un ejemplo que puedan seguir con orgullo. Si quieres hijos extravertidos, que manifiesten auténtico interés por los demás, sé tú así. Si aspiras a que sean generosos, obra tú con generosidad. Si anhelas que sean sinceros, practica tú la sinceridad. Si te gustaría que fueran optimistas y dados a buscar soluciones, aborda tú positivamente los retos y avatares de la vida. Si deseas que me amen, me respeten y tengan una firme relación conmigo, cultiva tu propia relación conmigo dedicándome tiempo, leyendo Mi Palabra y cumpliendo sus preceptos. Si quieres que tengan un corazón agradecido, dame las gracias y alábame por Mi bondad a cada oportunidad. Da buen ejemplo a tus hijos durante sus años de formación. De esa manera esos vínculos de amor y respeto serán indestructibles, por muchas circunstancias adversas a las que ellos o tú se enfrenten. Además así estarán en condiciones de convertirse en adultos de los que tú y Yo podamos estar orgullosos. Finalmente, cuando te reúnas conmigo en Mi Hogar celestial, te diré: «¡Te felicito por tu buena y fiel labor!» (Mateo 25:21, parafraseado).

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Yo llegué primero CRIAR CON EL CORAZÓN

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Jorge Solá

Alondra y Manuel en un potrero.

I hIJO MANUEL playa se convierte en dueño (3 años) estaba de esos metros cuadrados haciendo un juego educativo en la comhasta que los abandona. putadora cuando su hermana Alondra En el caso de mis hijos, (6 años) reclamó que la dejara jugar yo les enseño que si uno también a ella un rato. La respuesta de lleva media hora jugando Manuel fue típica: «Yo llegué primero». en la computadora, ya es No sé de dónde lo habrá aprendido él, hora de que le deje un pero me di cuenta de que ese es un prin- turno al siguiente. Me cipio de la sociedad humana, eso de que imagino que la mayoría de el que llega primero tiene más derechos los padres hacen lo mismo. por la sencilla razón de que llegó antes. Pero menudo caos se proEl que pisa por primera vez una tierra duciría si aplicáramos ese tiene derecho a tomar posesión de ella. principio a todo aspecto de El que primero encuentra una perla en la sociedad. Sería insólito el mar, o una mina de oro, o un yacique un propietario dijera: miento petrolífero, puede apropiarse de «He disfrutado de estas lo que encontró. El que primero hace un tierras durante un buen invento o un descubrimiento científico tiempo; ya es hora de que puede patentar su hallazgo y lucrar con se las deje a otro». O que él. El que primero se sienta en una mesa alguien que tiene un buen de un restaurante tiene más derecho empleo se lo cediera a uno a ella que el que llega después. El que que está cesante y justo de primero se instala en una parte de la dinero.

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Tales ejemplos son un tanto extremos, pero ¿qué hay de los pequeños actos de consideración? ¿Con qué frecuencia las personas que van sentadas en el bus o en el metro ceden su asiento a los que acaban de montarse y todavía no han tenido ocasión de descansar los pies? ¿Es mucho pedirnos que hagamos esos pequeños sacrificios? ¿Será que no los hacemos simplemente porque no vemos que otros los hagan y nadie nos los exige? Bien pensado, actuamos así llevados por el egoísmo, por nuestra naturaleza pecaminosa. El amor de Jesús, en cambio, nos da fuerzas para romper con el inmovilismo,

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LECT U R AS EN RI QU ECEDOR AS

AMARNOS LOS UNOS A LOS OTROS DIOS NOS AMA, Y

VIRTUD.

NOSOTROS DEBEMOS

1 Corintios 13:2,13 Gálatas 5:6 Efesios 3:17,19 Colosenses 3:14

AMARNOS UNOS A OTROS.

Juan 13:34 Efesios 5:2a 1 Juan 4:7a 1 Juan 4:11 1 Juan 5:1b DIOS NOS DOTA DE

AMARNOS FERVIENTEMENTE UNOS A OTROS.

1 Tesalonicenses 3:12 1 Pedro 1:22b 1 Pedro 4:8

AMOR PARA AMAR A LOS

vencer nuestras tendencias egoístas, ir contracorriente y obrar con amor. Jesús dijo: «Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses» (Mateo 5:42), y: «Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir» (Lucas 6:38). Desde luego hoy en día esos son conceptos revolucionarios. ¡Cómo nos aferramos a nuestros derechos egoístas! Pero Dios desde un principio quiso que fuéramos generosos y altruistas, y con Su amor podemos ser así. Si practicáramos esa clase de amor, ¡cuántos problemas se desvanecerían! El mundo sería bien distinto. Probémoslo, entonces. Hagamos todo lo posible por los demás; ¡seguro que Dios nos lo paga con creces!  Jorge Solá es misionero de La Familia Internacional en Chile.

DEMÁS.

AMAR PURA Y

Romanos 5:5 Gálatas 5:22 1 Tesalonicenses 4:9 2 Tesalonicenses 3:5 2 Timoteo 1–7

Jueces 16:15a Romanos 12:9 1 Pedro 1:22a Filipenses 1:9,10

SINCERAMENTE.

LA PRINCIPAL LEY DE

BENEFICIOS DE AMAR A

DIOS ES AMAR.

LOS DEMÁS.

Mateo 22:37–39 Marcos 12:33 Lucas 10:25,27,28 Gálatas 5:14

Juan 13:35 Efesios 3:17–19 1 Juan 2:10 1 Juan 3:14 1 Juan 4:7b 1 Juan 4:12 1 Juan 4:16

EL AMOR ES LA MAYOR

DA CON ALEGRÍA A Dios le agradan las personas que dan con alegría, voluntariamente, porque saben que la generosidad complace al Señor y que de esa manera ayudan a su prójimo, sin esperar nada a cambio. Dar así puede ser el mayor placer del mundo, porque conforme se vacía la cartera se llena el corazón. «El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado» (Proverbios 11:25). «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos 20:35). En el reino de Dios, las personas más ricas serán las que más dadivosas fueron.  David Brandt Berg

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CRIAR CON EL CORAZÓN

El mar y la ansiedad JOSIE CLARK

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EL VALOR ES LA ANSIEDAD QUE LE HEMOS ENCOMENDADO AL SEÑOR CON UNA ORACIÓN. 12

E CRIÉ ENTRE ARROYOS y lagos. Tenía dieciséis años cuando fui a un balneario del Atlántico y vi el mar por primera vez. La noche en que llegamos iba caminado por el paseo marítimo y me aventuré hasta la punta de un muelle de madera. Cuando las primeras olas rompieron estruendosamente justo delante de mí, me aferré aterrorizada a la baranda. Desde entonces he sentido por el mar una mezcla de cariño y respeto. No soy buena nadadora, pero me encanta mirar el mar y sentir la arena entre los dedos de los pies. Me gusta incluso la sensación de ingravidez que tengo cuando una ola pequeña me levanta, siempre y cuando haya a mi lado algún objeto flotante al que pueda asirme. Así pues, cuando fuimos a pasar un verano junto al mar y mis dos hijos adolescentes se interesaron en una modalidad de surf llamada www.conectate.org

bodyboard, entendí su entusiasmo. Me parecía bien que se fueran a unos 100 metros de la playa, bien sujetos a sus tablas, a esperar la ola perfecta. Pero con el transcurso del tiempo se volvieron más audaces y empezaron a insistir en que la ola perfecta se hallaba cada vez más lejos. Yo me quedaba sentada en la playa observando aquellos puntitos —mis hijos— en medio de la inmensidad del mar, y pugnaba por controlar mi ansiedad. A veces los padres permitimos que nuestra inquietud dicte lo que les dejamos hacer a nuestros hijos. Si algo nos causa preocupación, automáticamente les prohibimos hacerlo, lo cual es un error. Pero en realidad la ansiedad tiene su lugar. Es señal de amor e interés. Es como una luz roja que nos indica que es necesario orar. A mí me parece que la preocupación puede ser beneficiosa cuando nos lleva a convertir nuestros |

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pensamientos negativos, nuestra ansiedad, en una oración que puede generar un resultado positivo en determinada situación. Si bien es nuestro deber instruir a nuestros hijos y encaminarlos bien, en cierto momento conviene que nos retiremos y confiemos en que el Señor evitará que les pase algo grave. A medida que los niños crecen, necesitan verse expuestos a una gama cada vez más amplia de experiencias. Es preciso que aprendan a responsabilizarse de sus actos y a orar por sí solos cuando estén en medio de la inmensidad del mar. De todos modos, se sienten más seguros si saben que sus padres están en la orilla, que velan por ellos y no cejan de orar por su bienestar. Uno de mis hijos vivió un momento de pánico cuando una ola lo tomó por sorpresa y lo revolcó, y se le soltó la cuerda que lo sujetaba a la tabla. Temió que se fuera a ahogar, pero recordó que yo estaba en la playa orando por él, y él también rogó a Dios. En ese instante, tuvo la certeza de que se salvaría; y así fue. A medida que mis hijos van haciéndose mayores e independizándose, pienso en lo importante que es que sepan que tienen una madre que ora por ellos. Eso les recuerda que deben acudir a Dios en los

momentos de angustia. Yo no puedo estar con ellos y sostenerlos, pero Él sí. No puedo satisfacer todas sus necesidades ni resolver todos sus problemas, pero Él puede obrar milagros por ellos si ponen su fe en acción y oran. En una ocasión, un conocido me contó que fue a la playa con sus hijos y unos amigos, y una de las chicas se vio atrapada por una corriente de resaca. Al ver que era arrastrada mar adentro, él se dio cuenta de que le pasaba algo, se tiró al agua y se puso a nadar hacia ella. La corriente era más fuerte de lo que se esperaba y tardó mucho en llegar hasta donde se encontraba la niña. Para cuando llegó, la chica estaba a punto de ahogarse Trató de ayudarla a regresar, pero se dio cuenta de que él mismo estaba agotado y no iba a aguantar. Invocó a Dios, y el Señor le dijo que dejara de esforzarse tanto y estirara la pierna hacia abajo. Tocó lo que pensó que era la punta de una barra de arena y logró quedarse allí, sosteniendo a la chica y subiendo y bajando con las olas hasta que llegó un equipo de rescate. Una vez a salvo en la playa, uno de los socorristas le comentó: «No entiendo cómo logró quedarse tanto tiempo sosteniendo a esa chica a flote en el agua». Mi amigo le habló de la barra de arena que apenas lograba tocar estirando las piernas. El salvavidas respondió: «¿Qué barra de arena? Conozco esta zona, y en el lugar donde usted estaba el agua tiene varios metros de profundidad. No hay ninguna barra de arena». Hasta en medio de la inmensidad del mar el Señor nos da algo en qué apoyarnos, aunque tenga que crearlo de la nada para responder a nuestras fervientes oraciones.  JOSIE CLARK ES MIEMBRO DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN EE.UU.

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¿QUÉ TE DESEARÉ? ¿Qué te desearé? ¿Que ganes y prosperes? ¿Cantos primaverales? ¿Delicias y placeres? ¿Cielos siempre azules? ¿Un florido sendero? ¿Te haría eso feliz este año venidero? ¿Qué te desearé? ¿Qué se puede encontrar que a lo largo del año te dé dicha total? ¿Dónde está ese tesoro bello y duradero que te hará feliz este año venidero? Te desearé fe que crezca cada día; esperanza abundante, radiante y festiva; amor que al miedo venza, amor puro y sincero. Eso te hará feliz este año venidero. Paz en el Salvador; que halles en Él reposo mirando Su semblante sonriente y amoroso. ¡Cristo siempre a tu lado! Y gozo verdadero. ¡Eso te hará feliz este año venidero! ADAPTACIÓN DE UN POEMA DE FRANCES RIDLEY HAVERGAL (1836–1879)

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NO ES NINGUNA MOLESTIA ÁNGELA HERNÁNDEZ TERMINABA OTRO DÍA LARGO y ajetreado. Mi esposo llevaba casi tres semanas fuera de casa, por asuntos de trabajo. Cuidar sola de nuestro hijo de ocho años y del bebé de dos meses era para mí una experiencia nueva y difícil. Tenía ganas de acostarme enseguida a dormir, pues me hacía mucha falta; pero el bebé se puso inquieto. En cuestión de minutos le vino una iebre muy alta y vomitó. Estuve un par de horas consolándolo y tratando de calmarlo. Finalmente cerró los ojos, y pensé que yo también podría dormir un poco. Sin embargo, después que terminé las últimas cositas y me acosté, el bebé

«¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? ¡Aunque ella lo olvide, Yo nunca me olvidaré de ti!» (Isaías 49:15).

empezó a vomitar de nuevo. Me levanté, lo cambié y lo limpié todo. Pero apenas terminé, volvió a vomitar, esta vez encima de mí. Repetí una vez más todo el rito del aseo. Dos minutos después tuve que hacerlo por cuarta vez. Gracias a Dios, después se quedó dormido plácidamente. Me quedé un rato mirándolo, relexionando sobre lo que acababa de ocurrir. Aunque el nene había vomitado repetidamente, no me había importado limpiarlo una y otra vez. Para nada me había enojado con él; ni se me había cruzado por la cabeza distanciarme de él porque me hubiera causado tanta incomodidad. Al contrario, el amor me había impulsado a tomarlo en brazos, cuidarlo y hacer que se sintiera seguro y querido.

Jesús hace lo mismo con nosotros. Por mucho que la embarremos, Él siempre está a nuestro lado, dispuesto a tomarnos en Sus brazos, limpiarnos y hacer que nos sintamos amados y seguros. El amor que tiene por nosotros no disminuye en absoluto a causa de nuestros pecados y errores. Y nunca hace oídos sordos cuando le pedimos auxilio. Comprende nuestras laquezas y nos ama de todos modos. Nada puede separarnos de Su amor. •

«El amor del Señor es eterno para aquellos que lo honran» (Salmo 103:17, Dios Habla Hoy).

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VIVENCIAS

La solución de Giovanna VICTORIA OLIVETTA

DESPUÉS DE CUATRO AÑOS Y UN VIAJE EN AUTOBÚS DE 44 HORAS,

por fin visité a mi hija y a mi yerno y vi por primera vez a mi nieta Giovanna. Me conquistó desde el primer instante. Es tan linda, tan inteligente, tan activa… Que me disculpen los demás abuelos, pero mi nieta es la más exquisita y más bonita del mundo. Pasé con ella tanto tiempo como me fue posible. Quería conocerla y entenderla. Me impresionó que se pareciera tanto a su madre cuando tenía la misma edad y que se comportara igual. Al mismo tiempo, tenía sin duda alguna su propia personalidad y estilo. Yo le di mucha importancia a la educación de mis hijos desde que eran bien pequeñitos. Mi hija y mi yerno también: A los veinte meses, Giovanna ya lee algunas palabras, cuenta hasta veinte, conoce los colores básicos, reconoce figuras geométricas y se ha aprendido varios versículos simplificados de la Biblia. Es muy inteligente, pero eso no le impide irradiar todavía la inocencia de una chiquitina. Un día que estaba corriendo y jugando un poco alborotada, velozmente pasó de hacer un ejercicio gimnástico en la cama (cabeza y pies firmemente plantados en el colchón, el trasero hacia arriba, los brazos formando el travesaño de la A) a caer al piso con un ruido sordo. Se llevó una sorpresa, pero afortunadamente no se hizo nada grave. Su rostro reflejaba una mezcla de susto, incredulidad y vergüenza. Tras unos instantes sentada, se recuperó y se puso de pie. Me ofrecí a orar por ella, pues imaginé que aquella caída inesperada le había debido de resultar un poco dolorosa. Tan pronto terminó la oración, abrió sus brillantes ojazos color almendra y vi que le habían vuelto las ganas de jugar. Separó las manos, lista para reanudar las actividades importantes de su vida de niña: más saltos y juegos.

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Pocos después, su padre tuvo que viajar a otra ciudad y ausentarse dos días, y ella lo extrañaba. Él acostumbra pasar un rato con Giovanna todos los días a la misma hora siempre que puede, y esa era la hora en que ella más lo echaba de menos. Mi hija le dijo que en vez de estar triste debía orar por su papá, y entonces rezaron juntas. De inmediato, la expresión de Giovanna se transformó. Dejó de preocuparse y extrañar a su papá y se quedó tranquila. Volvió a ser la niña contenta y juguetona de siempre. Su fe sencilla me llevó a replantearme la mía. Una cosa es confiar en que Dios contesta nuestra oraciones —al fin y al cabo acudimos a Él porque esperamos una respuesta—, y otra muy distinta orar con tal convencimiento de que Dios nos oye que al instante dejemos de preocuparnos. Giovanna no dudó en absoluto; por eso se quedó satisfecha y pasó a otra cosa. ¿Para qué preocuparnos, entonces? Podemos aplicar la solución de Giovanna a nuestros problemas y desilusiones. Nos basta con encomendar esas situaciones al Señor y confiar en que Él las resolverá, sin preocuparnos por cómo ni cuándo. VICTORIA OLIVETTA ES MIEMBRO DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN ARGENTINA. •

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VALE LA PENA TENER la sencillez de un niño. Jesús dijo: «Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los Cielos» (Mateo 18:3). «Dejad a los niños venir a Mí, porque de los tales es el reino de Dios» (Marcos 10:14). Debemos ser como niños —cariñosos, tiernos— y tener una fe sencilla, aceptar con fe infantil todo lo que tiene el Señor para nosotros. Los niños son prototipos de los ciudadanos del Cielo. Parecen angelitos bajados de lo alto. Sus vivencias celestiales están aún tan frescas que entienden lo que es la oración y otras cuestiones espirituales mejor que la mayoría de los adultos. Hablan con Dios, y Él les responde. Así de simple. No les cuesta escu-

char a Dios, porque tienen una fe pura y llana. Se les ha concedido el don de ser ricos en fe. Para ellos es de lo más normal. Creen todo lo que dice Dios, y nada les parece imposible. La mayoría de la gente mayor sabe demasiado. Ha adquirido tantos conocimientos que ha perdido su fe infantil. Sin embargo, hay muchos que tienen la fe y la confianza de un pequeñín y que a diario hacen cosas que los intelectuales incrédulos consideran imposibles. Por eso, procura ser como un niño. Verás que pueden suceder maravillas. •

LA FE DE UN NIÑO DAVID BRANDT BERG

PARADOJA Aunque Aunque Aunque Aunque Aunque Aunque Aunque

Jesús no tuvo criados, le decían Señor. no tenía título, lo llamaban Maestro. no tenía medicamentos, lo consideraban un Sanador. no tenía ejército, los reyes lo temían. no triunfó en batallas, conquistó el mundo. no cometió crimen alguno, lo crucificaron. lo sepultaron en una tumba, hoy todavía vive.

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MOMENTOS

MÁGICOS Dicen que los cosas sencillas de la vida son las que nos reportan las mayores alegrías. Eso se hace patente en la hora que paso al principio del día con tres pequeños de 2 y 3 añitos, para que sus madres —compañeras misioneras de La Familia Internacional con quienes convivo y trabajo— puedan empezar el día con buen pie. Debo reconocer, sin embargo, que no siempre ha sido así. En teoría el plan parecía estupendo; pero dado que los tres todavía usan pañales, uno de ellos casi siempre me recibía con una sorpresa maloliente, mientras que la otra estaba hecha un mar de lágrimas porque su madre la dejaba conmigo un rato. Muchas veces tenía ganas de decirles: «Créeme, tengo peor disposición para esto que tú». Los primeros días los saludaba con una taza de café en la mano y, en cuanto podía, me desplomaba en un sofá a esperar que pasara la hora. Huelga decir que las más de las veces aquello terminaba abruptamente cuando una pelea entre dos de los pitusos desembocaba en alaridos que se escuchaban en un radio de 5 cuadras. ¿Qué caracoles podía hacer yo con ellos durante una hora entera? Al cabo de varios días de lo mismo, una de las niñas tomó un librito del suelo, se me acercó y se sentó en mi regazo. —¿Libo? —me dijo mirándome con sus ojazos redondos. —¿Por qué no? Apenas empecé a leer, los otros dos se acomodaron al lado nuestro.

ESTEFANÍA PAONE

Me sorprendió cuánto sabían. Cada uno señalaba en la página algo que le era conocido y lo nombraba a su manera, o imitaba como podía el sonido de uno de los animales. Leímos un libro tras otro, y de esa manera volví a descubrir que los chiquitines de esa edad son como esponjas: lo absorben todo. Aprendían cantidad de cosas de lo que les leía. Le empecé a tomar gusto al asunto. Decidí volcarme por entero a esos ratos que pasaba con ellos y preparar otras actividades para hacer juntos. Hoy en día, esa hora que paso con ellos es uno de mis ratos preferidos de la jornada. Sea lo que sea que hagamos, no hay ocasión en que uno de ellos no diga con entusiasmo: «¡Vez!» —que en su lenguaje significa «otra vez»— cuando terminamos una actividad. Y todos se echan a reír cuando vuelvo a empezar. Ayudarlos a aprender y descubrir cosas nuevas y oírlos reírse a carcajadas es mucho más gratificante de lo que me había imaginado inicialmente. Todavía hay sorpresas malolientes y de vez en cuando alguna rabieta, pero he aprendido que el empeño que yo ponga en los ratos que paso con ellos determina lo provechosos que sean. ¡Cada día pueden ser mágicos! ESTEFANÍA PAONE ES MIEMBRO DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN MÉXICO. ∏

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DESDE TEMPRANA EDAD

al principio. Les tenemos tanto cariño a nuestros hijos que no queremos amargarles la vida. Deseamos de todo corazón que hubiera alguna forma de eludir el asunto, de que aprendieran MARÍA FONTAINE de un modo más fácil. Pero como los queremos tanto, los la labor De los paDres Disciplinar a los niños corregimos. Sabemos que les no sólo consiste en consolar significa formarlos, enseñarles conviene escarmentar y que a a los hijos cuando se caen a llevar una vida ordenada la larga les evitará perjuicios y preocuparse de que se y, con el tiempo, a automayores. Dice la Biblia que la alimenten bien, se cepillen disciplinarse. La disciplina disciplina «da fruto apacible los dientes y otras funciones entendida como una serie de de justicia a los que por medio parecidas. Todo progenitor reglas que se imponen a los de ella han sido ejercitados» tiene también la obligación niños resulta ineficaz, pues (Hebreos 12:11). de velar por la formación en cuanto quedan libres de la No se puede esperar que espiritual de sus hijos, lo cual autoridad paterna, se desbolos niños aprendan a portarse se logra fundamentalmente can. En cambio, disciplinar bien por su cuenta. Es un mediante una disciplina amo- en el sentido de enseñarles a proceso largo que requiere rosa y constante; y cuando llevar una vida ordenada tiene constancia, amor y equidad. digo amorosa quiero decir efectos duraderos: les inculca Es probablemente el trabajo moderada, serena, ecuánime y autodisciplina. más difícil y complejo que no violenta. Desde muy temLa disciplina no se reduce tienen los padres. En cierto prana edad los niños comien- a impartir corrección y modo es más fácil dejar que zan a formarse su concepto sancionar comportamientos los chiquillos anden descondel bien y del mal y a adquirir inadmisibles, aunque recotrolados y se entretengan patrones de conducta. Por eso, nozco que esos son aspectos solos. Pero con el tiempo cuanto antes empecemos a esenciales. Primeramente es los padres descubren que instruirlos, mejor. preciso establecer límites y es mucho más provechoso directrices claros y dar uno entregarse a la ardua labor mismo buen ejemplo de con- de disciplinar a los niños. El ducta; luego se debe impartir no hacerlo acarrea más de un la enseñanza paso a paso y ser dolor de cabeza. constante en su aplicación. Hasta que los niños no A la mayoría de los padres aprenden las lecciones eleal principio les cuesta mucho mentales de la obediencia, el castigar, y a algunos no sólo respeto, la consideración por

Sobre la necesidad de disciplinar con amor y constancia

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los demás, el dominio propio y la disciplina, no maduran ni desarrollan todo su potencial. Y si nunca las aprenden es probable que sean menos felices y se sientan menos realizados, para desventura también de quienes los rodean. Si no disciplinamos a los niños con amor y constancia desde que son pequeños, cuesta mucho más tenerlos en vereda cuando se hacen mayores. Al final no hay más remedio que tomar medidas enérgicas para evitar que se lastimen o que hagan daño a otras personas. Pero eso no es culpa de ellos, sino nuestra, por no haberles enseñado a más temprana edad, cuando los riesgos eran mucho menores. Viéndolo así, es evidente que lo más amoroso es instruirlos desde el principio con ternura, amor y constancia, enseñándoles a escoger bien, fijando los límites de lo que se considera aceptable y aplicando algún correctivo cuando rebasen tales límites. El primer paso es, pues, estar convencidos de que no podemos inhibirnos de disciplinar, que los niños no solo necesitan disciplina para llegar a ser gente de bien y ciudadanos productivos, sino también para vivir felices y establecer con nosotros, los padres, una relación que les

proporcione seguridad. En su fuero interno los niños saben que necesitan límites y quieren que se los definan. Se sienten mucho más felices y seguros cuando se les imparte una disciplina uniforme y amorosa. Una vez que nos comprometemos a disciplinar fielmente a nuestros hijos, nos topamos con otro obstáculo que es preciso superar: la inconstancia. Hay momentos en que estamos ocupados con otras obligaciones, momentos en que disciplinar resulta incómodo o en que nos preocupamos por lo que pensarán los demás, momentos en que no queremos caer pesados o aguar la fiesta. Hay incluso veces en que los niños prueban todas las tácticas habidas y por haber para evitar el castigo. Si no tenemos cuidado, es fácil permitir que las circunstancias o nuestro estado de ánimo determinen el modo en que aplicamos la disciplina. Podemos caer en una actitud indolente, pensando que es mejor no darse por enterados y dejar pasar la mala conducta; o recurrir a palabras ásperas o a insistentes regaños. En cualquier caso, la disciplina inconstante confunde y hasta perjudica a los niños. Nos hace más difícil la vida a nosotros y a

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ellos. En cambio, la disciplina aplicada con constancia y uniformidad a la larga redunda en menos correctivos y medidas disciplinarias, porque los niños aprenden más rápido. Para disciplinar a los pequeños es menester interesarse en lo que hacen y participar en sus actividades. Cuando nos comprometemos a enseñarles a llevar vidas disciplinadas, en esencia nos estamos comprometiendo a pasar más tiempo con ellos. Una sana disciplina no es concebible si no acompañamos al niño ni sintonizamos con él. Las ocasiones en que corregimos o disciplinamos a nuestros hijos probablemente nos resultarán desagradables, y en el momento nos parecerá mucho más trabajoso enseñarles a hacer algo bien que dejarles hacer lo que les dé la gana. A la larga, sin embargo, uno se ahorra mucho trabajo, y acaba disfrutando mucho más los ratos que pasa con sus hijos. Aplicar la disciplina con amor y constancia reporta enormes satisfacciones. Los niños nos quieren y nos respetan más, y se sienten más a gusto con nosotros. Y nosotros también compartimos esos mismos sentimientos, sabiendo que hemos hecho aflorar sus mejores cualidades. ∏ 5

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UNA MAESTRA

SINGULAR ELISABETH SICHROVSKY

casi toDo el munDo tiene a un maestro entre las personas que más han influido en su vida. ¿Qué clase de maestro? De esos que emplean sus aptitudes para cultivar las de los alumnos; de los que no solo se preocupan por moldear la mente, sino también el corazón. En mi caso, fue una profesora a la que los alumnos llamábamos con afecto tía Marina. En aquella época, mi familia vivía en Japón, donde mis padres desempeñaban una labor administrativa para nuestra hermandad cristiana internacional. La tía Marina fue mi profesora de primero y segundo de básica. Era una mujer muy sensata y equilibrada, aunque más estricta que la mayoría de nuestros demás maestros y monitores, firme en su sentido del bien y el mal. Al principio los niños nos quejábamos de eso. Sin embargo, no tardamos en aprender a confiar en ella. Percibíamos que se preocupaba por nuestro desarrollo y por que llegáramos a ser personas íntegras y sanas. Nos sentíamos seguros con ella, porque definía lo que se podía hacer y lo que no. Aunque nos fijaba límites y hacía respetar las reglas, contrapesaba su disciplina con abundantes dosis de ánimo y amor. Además tenía un buen sentido de la diversión. No limitaba las clases a los cuadernos y los libros de texto; nos llevaba a excursiones y paseos, y aprovechaba su talento artístico para suscitar en nosotros interés por las manualidades. Un día le preguntamos: «¿Podemos tomar café como tú y los demás adultos?» De colación al día siguiente nos sirvió café para niños: leche teñida con melaza para darle un color más oscuro. 6

Tenía cierta facilidad para mejorar nuestra autoestima y hacer que nos sintiéramos apreciados. Siempre hablaba positivamente de nosotros a los demás cuando estábamos cerca y podíamos oírla. Todavía recuerdo el orgullo que sentí al oírla por casualidad decir a otra profesora que yo tenía muy buena ortografía. Era grato saber que mis esfuerzos no pasaban inadvertidos. El cariño e interés de la tía Marina trascendió más allá de nuestros años escolares. Tiempo después de que nuestra familia se trasladara a Taiwán, seguía enviándome notas y tarjetas. Han pasado ya diez años y aún conservo algunas. Hace poco releí una en particular que me dejó maravillada por el cariño y el interés que demostró escribiéndole a una niña de apenas ocho años: «Ayer vi tu foto mientras preparaba un álbum de los niños que cuidé y eduqué durante años, y recordé cuánto te quiero, amiguita». Cuando cumplí nueve años, me escribió: «Te deseo un feliz aniversario. Pido a Dios que sea un día inolvidable para ti y que este nuevo año de tu vida esté lleno de sorpresas agradables y de tiernas experiencias. ¡Cuánto me alegro de haberte conocido!» El 9 de junio de 2005, tras una larga batalla con el cáncer, Marina pasó a mejor vida. No soy más que una de las muchas personas en las que influyó positivamente con su cariño y su amor, un amor que ella siempre atribuía a Dios y del cual sólo se consideraba un instrumento. ELISABETH SICHROVSKY ES MISIONERA DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN TAIWÁN. ∏

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QUÉ HACER CUANDO NOS SENTIMOS DERROTADOS DEREK Y MICHELLE BROOKES

en DeterminaDas situaciones y circunstancias es inevitable que los padres se sientan agobiados. El bebé llora, la niña de ocho años no quiere hacer sus deberes, la música del chico de catorce hace temblar la casa, el de dos añitos se hizo pis en los pantalones y los invitados a cenar van a llegar en cualquier momento. Uno se siente exigido al máximo. Todos tenemos días así. Tu caso no es único. Y no es preciso que hagas frente a la situación a solas: Jesús está contigo. Ten fe. Él te entiende y quiere darte ánimo y soluciones. Si tienes oportunidad, procura conversar con alguien, tal vez con tu cónyuge o con una amiga; puede contribuir a serenarte y hacerte ver las cosas desde otra perspectiva. También es un buen momento para que invoquen juntos la ayuda del Señor. Hasta puedes pedir a tus hijos que recen contigo, incluso los más pequeños. Su fe y sus simples oraciones te infundirán mucho aliento. Hagas lo que hagas, no te dejes vencer por el sentimiento de fracaso. Eleva una plegaria y pide a Jesús que te conceda fuerzas y gracia en ese preciso momento, y Él lo hará. Ruégale que te ayude a ver a tus hijos como Él los ve,

que te abra una ventana al futuro y te permita vislumbrar lo que llegarán a ser. Él te ayudará a enfocar la situación con optimismo y esperanza. Por muy negras que se vean las circunstancias, si miras hacia arriba (a Jesús) siempre te encontrarás con un panorama luminoso. Dado que los hijos son un reflejo de los padres, es muy fácil descorazonarse y sentir que uno ha fracasado cuando uno o varios de ellos flaquean en algún aspecto. Lo que no hay que olvidar es que ellos también son hijos de Dios y que constituyen una obra en curso, igual que nosotros. «Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por Su buena voluntad» (Filipenses 2:13). Lo único que Dios espera de nosotros es que pongamos todo de nuestra parte, que les prodiguemos amor y que dejemos lo demás en Sus manos. Claro que eso no es pretexto para desesperarse y arrojar la toalla en cuanto las cosas se pongan difíciles, pasándole la pelota a Dios. Seguramente la solución que Él tiene requiere nuestra participación activa. Conviene preguntarle qué quiere que hagamos y llevar a la práctica lo que nos indique. De ahí no nos queda más que encomendarle lo que falte, dejar que Él se encargue de lo que está fuera de nuestro alcance. CAPÍTULO DEL LIBRO ¿DE DÓNDE SACAR FUERZAS?, DE AURORA PRODUCTION. SOLICITA UN EJEMPLAR ESCRIBIENDO A CUALQUIERA DE LAS DIRECCIONES DE LA PÁGINA 2. ∏

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EN LA CUERDA FLOJA JUNTOS La adolescencia, edad de decisiones ADAPTACIÓN DE UN ARTÍCULO DE DAVID BRANDT BERG

aunque en los primeros años de la adolescencia los niños pegan un estirón y prácticamente alcanzan la estatura que tendrán de adultos, muchas veces siguen teniendo una mentalidad y una conducta infantiles. Esa es la edad en que muchos hacen locuras y se meten en líos. Y claro, si continúan por ese camino sin que nadie los ayude a encarrilarse, es previsible que vayan de mal en peor. La adolescencia es una edad de decisiones, una etapa complicada y azarosa. Los chicos buscan entonces su nicho, quieren encajar en alguna parte, y viven afanados por eso. Cuesta vivir con ellos; hasta a ellos mismos les cuesta vivir consigo mismos. Se enfrentan a muchos dilemas, fluctúan continuamente. En esos años los jóvenes suelen ser muy idealistas, y critican agriamente a sus padres y a otros adultos porque no son perfectos. La analogía del acróbata que se desplaza sobre una cuerda floja a gran altura describe con bastante acierto la transición entre la niñez y la edad adulta. En esas circunstancias los adolescentes necesitan un guía, una compañía, un modelo de conducta claro, que puede ser uno de los padres u otra persona. Pero siempre alguien que los ayude a lograr un equilibrio y una estabilidad y que les inspire confianza y tranquilidad hasta llegar al otro extremo. Si bien muchas veces los jovencitos no lo demuestran, la verdad es que les gusta que haya una autoridad. Quieren que se los oriente y tienen conciencia de que necesitan tutela. Desean ayuda, pero uno tiene que ganarse su confianza. Hay que demostrarles que se los quiere de verdad y que uno desea ayudarlos. Los primeros años de la adolescencia van acompañados del deseo de tomar decisiones propias y controlar ellos las riendas de su vida. Eso es intrínseco al proceso de desarrollo, porque se están haciendo adultos. Claro que a esas alturas los padres ya les deberían haber enseñado a tomar buenas decisiones; si para entonces no lo han hecho, se producirá un desbarajuste. En ese caso, uno puede pensar equivocadamente que ya es tarde; sin embargo, mejor es empezar tarde que nunca. Y es 8

que en realidad, con la ayuda de Dios, nunca es tarde. Cuando mis cuatro primeros hijos desembarcaron en la adolescencia, yo procuré aconsejarlos y orientarlos. No obstante, dejaba que, en definitiva, decidieran ellos lo que iban a hacer. Les decía: «Tú sabes lo que está bien y lo que está mal. ¿Qué crees que debes hacer?» Muchas veces pretendían que su madre o yo decidiéramos por ellos, para eludir toda responsabilidad en caso de que las cosas no salieran bien. En otras ocasiones insistían en que les diéramos permiso para hacer algo que ellos sabían que no debían, a fin de poder quedarse con la conciencia tranquila. Yo me limitaba a decirles: «No me pregunten a mí. Ustedes saben discernir entre lo que está bien y lo que está mal. ¿Qué consideran correcto hacer ustedes?» Después se alegraban de que hubiéramos dejado la decisión en manos de ellos; sabían que así tenía que ser. Además, ese gesto les demostraba que los respetábamos y les teníamos confianza, algo muy importante a esa edad. La mayoría de las veces sabían lo que debían hacer y acertaban en sus decisiones. Y después de cometer uno o dos desaciertos, reaccionaban y tomaban una buena determinación si se les daba un par de consejos presentados con tino. Tengo la certeza de que la mayoría de los chicos harán lo mismo: sólo hay que tratarlos con amor, paciencia y comprensión. La tarea de orientar a los hijos adolescentes es difícil y requiere sacrificios. A veces hasta nos puede asustar. Pero también es emocionante y proporciona muchas satisfacciones. ∏

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tiempos de prueba, y a ofrecernos soluciones prácticas a los problemas que afrontamos, y nos maravillamos al ver lo que es capaz de hacer. Para los que somos padres de familia solo hay una cosa más extraordinaria que establecer nosotros mismos esa íntima relación con Dios: saber que también está al alcance de nuestros hijos. «Para vosotros es la promesa, y el mayor Descubrimiento que podepara vuestros hijos» (Hechos 2:39). mos hacer en la vida es que todos tenemos Las familias cuyos integrantes tienen en acceso a una estrecha relación con el Padre común esa conexión con Dios, que la Biblia celestial a través de Su Hijo Jesús. Con esa llama sencillamente amor (1 Juan 4:8), están conexión, todo lo demás queda a nuestro más unidas, tienen menos conflictos graves, alcance. y en cambio más cariño y afecto. ¿A qué Entablar dicha relación no sólo es factible, responde eso? A que tienen en común lo sino increíblemente fácil: basta con hacer primordial: además de tener criterios muy una breve oración: «Jesús, te necesito. Ven claros con respecto al bien y al mal, disponen a mi corazón y hazte presente en mi vida. de la orientación y el apoyo que necesitan Perdóname mis pecados. Te pido que seas mi para tomar buenas resoluciones y cumplirlas. Salvador, mi eterno compañero, mi consejero, Cuando surgen conflictos o disgustos, basta mi firme amparo. Amén». con elevar una plegaria para obtener solucioLa conexión se establece instantáneamente, nes prácticas y auxilio del Cielo. pero es apenas un primer paso. Como toda Si deseas que tu familia se enriquezca espirelación seria, esa unión se consolida y madura ritualmente, conéctate con Jesús. Así todos con el tiempo. La interacción y los intercamcrecerán en amor y vivirán más unidos. ∏ bios diarios aceleran el acercamiento. Poco a poco aprendemos a acudir a Él en oración. KEITH PHILLIPS ES MIEMBRO DE LA FAMILIA Leyendo Su Palabra nos compenetramos INTERNACIONAL EN LOS ESTADOS UNIDOS ∏ más con Él y llegamos a conocer mejor Su plan. Entonces comprendemos el amor tan profundo que abriga por nosotros, cuánto desea vernos felices, realizados y plenamente desarrollados como personas. Entendemos además que quiere participar activamente en nuestra vida. Nos asombra lo dispuesto que está a manifestarnos amor y comprensión en

FAMILIA UNIDA

UNA

KEITH PHILLIPS

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El abecé de los padres Pensamientos que pueden evitarnos más de un tropezón Nos preocupa lo que un niño llegará a ser el día de mañana, y se nos olvida que hoy ya es una persona. Stacia Tauscher Con los niños se puede aprender mucho. Uno averigua, por ejemplo, cuánta paciencia tiene. Franklin Jones Toda criatura, al nacer, nos trae un mensaje bajo el brazo: que Dios todavía no pierde la esperanza en los hombres. Rabindranath Tagore No hay ejercicio más eficaz para ayudarte a entender tus creencias que esforzarte por explicárselas a un niño curioso. Frank Clark A los ojos de los niños, en el mundo no hay siete maravillas, sino siete millones. Walt Streightiff He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. Gabriel García Márquez Antes de casarme tenía seis teorías sobre cómo se debe educar a los hijos; ahora tengo seis hijos y ninguna teoría. John Wilmot, 2º Conde de Rochester

No debería preocuparnos que nuestros hijos no nos escuchen, sino que siempre nos estén observando. Robert Fulghum

Cada día de nuestra vida hacemos depósitos en el banco de memoria de nuestros hijos. Charles Swindoll

Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, es la única. Albert Einstein

El hacer el padre por su hijo es hacer por sí. Miguel de Cervantes

Si observamos algo que quisiéramos cambiar en el niño, debiéramos primeramente hacer examen de conciencia y ver si no es algo que podría ser mejor cambiar en nosotros. Carl Jung Hoy en día el mundo está cabeza abajo y sufre tanto porque hay muy poco amor en los hogares y en la vida familiar. Madre Teresa de Calcuta El trato que se da a los niños es el que ellos luego darán a la sociedad. Karl Menninger

Si quieres que tus hijos mejoren, deja que te oigan decir a otras personas las cosas bonitas que hablas de ellos. Haim Ginott En la crianza de tus hijos, no inviertas sino la mitad del dinero que tienes previsto, pero el doble de tiempo. Anónimo Tienes toda una vida para trabajar; sin embargo, tus hijos solo una vez son pequeños. Proverbio polaco Para los niños, la palabra amor se escribe T-I-E-M-P-O. John Crudele ∏

Si pudiera empezar de nuevo con mi hijo Si pudiera empezar de nuevo con mi hijo, primero construiría su autoestima; después, nuestra casa. Usaría más el dedo para pintar con él que parar acusarlo. Sería menos inflexible y más accesible. Bien predica quien bien vive. No hay tal Apartaría los ojos del reloj y los pondría más en él. maestro como Fray Ejemplo. Más aprovecha Haríamos más caminatas y, por supuesto, más fogatas. un ejemplo que un precepto. El ejemplo de los Dejaría de hacerme la seria y me tomaría en serio el juego. mayores hace buenos o malos a los menores. Correríamos más por el campo y miraríamos más las estrellas. Al niño, corrígele con cariño. Le daría más abrazos y no tanto rechazo. Refranes españoles Diane Loomans Para enseñar a un niño el camino en que debe andar, encamínate tú por él. Josh Billings

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LA I M PORTANC IA DE USAR AM BAS MANOS HÉCTOR MEDINA

mi abuelo DecÍa: «Cuando veas un niño que se porta bien, ten la certeza de que alguien está usando ambas manos para criarlo: la mano derecha del amor y la izquierda de la disciplina». En los 25 años que llevo de docente, esa máxima ha sido la piedra angular de mi relación con mis alumnos. Tal vez conozcas la analogía que asemeja a un jovencito con una plantita. Si bien es cierto que una planta necesita apenas agua y sol, es preciso también cuidarla, en el sentido de abonarla, podarla, fumigarla, trasplantarla a una maceta más grande, etc. Esos cuidados requieren trabajo por parte del jardinero y a veces pueden resultar algo traumáticos para la planta. Aplicado a un niño o niña, supone darle por sobre todas las cosas cariño y ternura, sin descuidar los otros componentes indispensables para formarlo como persona: brindarle un ámbito sano para su desarrollo social y emocional y para su maduración espiritual; fijarle límites; enseñarle a responsabilizarse de sus actos, y dejar que escarmiente sufriendo las consecuencias de sus decisiones erróneas si es necesario. Esos aspectos más difíciles de la labor de padres son generalmente los que más les cuesta aceptar a los chicos, sobre todo al principio. Sin embargo, se lo debemos a los niños y a Dios, a quien en última instancia tendremos que dar cuenta de lo que hemos hecho en la vida. Se habla mucho hoy en día de los adolescentes difíciles y del efecto exponencial que tienen en la sociedad al extenderse

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su influencia a sus pares, a los niños más pequeños y, a la larga, a sus propios hijos. Nos seguimos planteando los mismos interrogantes: ¿Cómo es que hemos llegado a este estado de cosas y cómo podemos cambiar la situación? ¿Todavía es posible virar la nave y tomar un curso más sano? ¿O es ya tarde? Yo estoy convencido de que siempre hay esperanza, con la ayuda de Dios, pues todo es posible para Él (Mateo 19:26). Así y todo, Dios no puede hacerlo por Su cuenta ni lo hará. Necesita que nosotros —los padres, docentes y otras personas mayores— seamos mentores y modelos de conducta para nuestros jóvenes. Nuestro papel consiste en ir contra la corriente de pasividad, permisividad y carencia generalizada de valores morales, que lamentablemente se ha convertido en lo normal en cuanto a formación y educación. En realidad basta con que cada persona ponga de su parte, con que cada uno aportemos nuestro su grano de arena, y Dios hará lo que está fuera de nuestro alcance: producirá las transformaciones interiores que nuestros hijos necesitan y les infundirá el deseo de hacer su parte, de actuar con integridad y con la debida motivación. Con el tiempo ellos mismos ejercerán una influencia importante para generar cambios positivos; pero inicialmente depende de nosotros, las personas mayores. Es preciso que tomemos las riendas, con ambas manos. HÉCTOR MEDINA ES MIEMBRO DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN COLOMBIA. ∏

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LA EVOLUCIÓN DE

UNA MADRE MARÍA DOEHLER

cuanDo sam y yo teníamos un solo niño, me consideraba bastante competente como madre. Tuve que adaptarme, ser flexible y ceder parte de mi independencia, pero no demasiada. No se me pasaba un detalle de la indumentaria y aspecto de Cade, nuestro hijo. Nunca llevaba ropa sucia, manchada o percudida. Cade era un niño portátil: lo llevábamos a donde fuéramos. Cuando había que hacer algo, emprendíamos tranquilamente la tarea y la llevábamos a cabo. Sabíamos que cuando tuviéramos más niños las cosas serían más cuesta arriba, pero a mí eso no me preocupaba. Ya era ducha en cuestiones de maternidad. Seguidamente llegó Brooke. Era una angelita. Solo se despertaba para gorjear y decir: «Gu, gu, gu»; después se dormía solita. Como en ese embarazo subí menos de peso, me puse en forma rapidito. Llegué a la conclusión de que si era capaz de bandearme tan bien con dos, podía hacer frente a cualquier cosa. Me estaba desempeñando de maravilla. 12

La siguiente fue Zara. Ahí perdí toda mi pericia materna. No es que Zara fuera una niña difícil de por sí; pero de repente, lo que antes podía hacer en un santiamén, con ella me tomaba 45 minutos. No era raro que tuviera a tres niños llorando a la vez en distintas partes de la casa. Realizar cualquier actividad en familia requería la misma rigurosa planificación y ejecución que un viaje a la Luna. Se empezaban a oír comentarios del estilo de: «¡Solo mirarte ya me agota!» Para colmo, los bebés no son bebés para siempre: en menos que canta un gallo empiezan a caminar y se meten en todo. Pero aprendimos a adaptarnos a la nueva situación. Nos dimos cuenta de que no teníamos que ser perfectos, y los niños tampoco. En ese momento comprendí mejor que ser madre es mucho más que dar a luz y atender a las necesidades físicas de mis hijos. Significa vivir a través de ellos, no imponiéndoles mis ideas y sueños, sino alegrándome y enorgulleciéndome de cada uno de sus triunfos. Dondequiera que íbamos la gente nos decía: «Disfrútenlos mientras los tengan con ustedes, porque crecen en un abrir www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 9, NÚMERO 5

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LECTURAS ENRIQUECEDORAS EDUCAR A LOS NIÑOS COMO DIOS QUIERE: CON AMOR, COMPRENSIÓN, INSTRUCCIÓN Y DISCIPLINA Los niños deben obedecer y honrar a sus padres. Éxodo 20:12 Efesios 6:1,2 Colosenses 3:20 Pídele a Dios que te oriente en la educación de tus hijos. Jueces 13:12 Proverbios 3:5,6 Santiago 1:5 Tratar a tus hijos con benevolencia y amor. Lucas 1:17 Efesios 4:32 Colosenses 3:21 1 Pedro 4:8 y cerrar de ojos». Esa afirmación tan cierta empezó a calar hondo en mí.

Los padres tienen la obligación de educar a sus hijos y darles buen ejemplo. Deuteronomio 4:9 Deuteronomio 6:6,7 Efesios 6:4 Se debe castigar a los hijos cuando lo precisen. Proverbios 3:12 Proverbios 19:18 Proverbios 29:17 Una formación cristiana les servirá de guía toda la vida. Salmo 37:31 Proverbios 6:20,22,23 Proverbios 22:6 Juan 10:27,28 2 Timoteo 3:15

La paciencia, la misericordia y la verdad son lo más eficaz. Proverbios 16:6 Cuatro hijos. Emma es tan particular como Romanos 2:4 su hermano y sus hermanas. A estas alturas, 1 Tesalonicenses 2:11 algo sencillo puede fácilmente tomar una hora. Sobra decir que todavía tenemos que planificarlo todo, pero no programamos sino una actividad al día como máximo. Tenemos Mensaje de Jesús para las madres mucha ropa para jugar y unas pocas prendas de vestir. En cierta ocasión Zara manchó la materniDaD traDicional nunca pasa de moda, una camisa de Cade con un marcador azul porque su esencia es el amor. Yo creé al hombre con la necejusto cuando nos aprestábamos a salir. Pensé: sidad de ser amado y dispuse que la madre fuera el primer ser «Por lo menos la camisa es azul. Casi comen transmitirle ese amor. Una madre es la encarnación de la bina». Somos un circo, pero no me importa, y ternura, el desvelo y el amor. Hasta el niño más pequeño es además es bueno hacer sonreír a la gente. capaz de percibir y responder a ese amor. Si eres de las que piensan que se están perdiendo algo o Sigo aprendiendo nuevas facetas del amor, que viven en el pasado por estar en casa «sin hacer otra cosa» que poco a poco van cambiando algunos de que cuidar del bebé o criar a varios hijos cuando podrían estar los rasgos más pertinaces de mi naturaleza. perfeccionándose en su profesión, reflexiona. ¡El amor es lo Cada niño y cada día que pasa van moldeando mejor de la vida! Es lo más importante que puede aprender mi carácter; pero me encanta que sea así. ¡Es una persona y a la vez el obsequio más valioso que se puede entretenido ser una familia! recibir. Además, una madre lo encarna y lo entrega como nadie. El mundo podría seguir adelante perfectamente bien sin muchas cosas, pero sin madres, jamás. La maternidad a la MARÍA DOEHLER ES MIEMBRO DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN MÉXICO. ∏ antigua nunca pasará de moda. ∏

NO PASARÁ DE MODA

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Becky Hayes

CRIAR CON EL CORAZÓN

Mi hijo de dos años, el osito y Jesús lE había pEdido a dios que mi hijo Denith estableciera una estrecha relación personal con Jesús desde pequeño, aprovechando que a los dos años los niños tienen mucha fe y mucha capacidad para creer. Oré para que no solo lograra comprender que Jesús es su Salvador, sino que viera en Él un amigo muy querido, pues Él desea que todos tengamos una amistad así con Él. Yo quería que Denith percibiera el Espíritu de Dios y escuchara Su voz. Una noche ocurrió algo extraordinario que me animó y me convenció para enseñar a mi hijo a escuchar la voz de Jesús. Resulta que a Denith le habían regalado cuando era un bebé un oso de peluche. Lo llamaba Teddy y le tenía mucho cariño. A donde quiera que iba Denith —al jardín de infantes, a almorzar o al supermercado—, Teddy lo acompañaba. Un día el osito se hizo humo, y no lo encontrábamos por ninguna parte. Estuvimos tres días buscándolo por toda la casa. Hasta saqué las cosas que tenía guardadas debajo de la cama, no fuera a ser que Teddy se hubiera caído por detrás. La tercera noche, cuando estaba acostando a Leilani (de 9 meses) y a Denith, y ya había apagado la luz y todos estábamos arropados

en la cama listos para hacer una oración, Denith preguntó: —Mamá, ¿dónde está Teddy? —Mi cielo —le respondí—, Teddy se ha perdido. Tenemos que buscarlo de día, cuando hay luz. Ahora está oscuro, y no se ve nada. ¿Quieres que le pidamos a Jesús que le dé una buena noche a Teddy, y que esté calentito y cómodo y duerma bien? —Mamá, ¿dónde está Jesús? —preguntó Denith. —En tu corazón —le respondí—. También está en el mío y alrededor de nosotros. Cuando le hablas, Él te oye; y si prestas atención, tú también lo oirás cuando te hable. Inmediatamente Denith preguntó en voz alta: —Jesús, ¿dónde está Teddy? Después de una breve pausa Denith exclamó emocionado, pero con mucha seguridad y naturalidad: —Mamá, ¡Teddy está en la cuna! Me quedé electrizada. Sabía que mi hijo había oído la respuesta de Jesús. Sin vacilar ni un instante, busqué entre los juguetes y peluches que había en la cuna de la nena. En efecto, debajo de los otros juguetes estaba Teddy. Me conmovió que Jesús hubiera sido tan amoroso con Denith. Premió su fe respondiéndole claramente. Para mí fue una buena oportunidad de enseñarle que, aunque su madre y otras personas le fallen —no encontrábamos a Teddy—, Jesús siempre tiene la solución. BECKY HAYES ES MISIONERA DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN CHILE. t

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EL DÍA EN QUE SE ROMPIÓ LA SILLITA BONITA HELE

Al rato llegó la hora de la siesta de Allen. Estaba acostumbrada a ponerlo ESTABA FASCINADA CON MI BEBÉ. en la silla mientras yo Allen era uno de esos niñitos contentos trabajaba, pero tuve que y apacibles. Lo ponía en su silla-hamaca acunarlo en mis brazos hasta y —despierto o dormido— se quedaba que se durmió. Primero quietecito mientras yo lo mecía con un pie y lo estuve bamboleando trabajaba. Tenía un trabajo de escritorio que mientras caminaba por la desempeñaba a media jornada en casa y estaba habitación, luego sentada contenta de poder seguir haciéndolo aun en la mecedora. Cuando con un bebé tan pequeño. Me enorgullecía por fin se durmió, no quise de ser capaz de atender lo uno y lo otro y ponerlo en su cuna, no fuera recibía muchos elogios por ello. El nene fue que se despertara. Me quedé creciendo, se puso más gordito y pasaba más sentada como una inútil. ratos despierto; así y todo, vivía feliz en su Cuanto más pensaba en todo silla-hamaca. lo que tenía que hacer, más Un día noté que la sillita estaba más cerca me impacientaba. del suelo que de costumbre. Me imaginé que Entonces me vino un Jessica —mi hija mayor, por entonces de dos pensamiento: «Puedo orar». años— se había sentado encima y la había Recordé el título de un vencido. Quise enderezar el armazón, pero libro que había leído: No no lo conseguí. Cada vez que mecía a Allen, te quedes ahí parado; reza. el pobre se daba con las nalguitas contra el Apliqué, pues, ese principio. suelo. Recé por mi bebé, por el Le pedí a mi marido que le echara un trabajo de mi marido, por vistazo, y su conclusión fue que había que mi hija, por mis diversas soldar la estructura. obligaciones, por mis amigos —No te preocupes —le respondí—. Es y familiares. Para cuando el más fácil comprar una nueva. nene se despertó, me sentía 1

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Lucas 18:1

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increíblemente renovada y optimista. Tenía la impresión de haber logrado mucho más que si hubiera estado mecanografiando frente a la computadora. Y seguramente así fue. Jesús nos enseñó que debemos «orar siempre»1. Admito que no estoy ni cerca de alcanzar semejante grado de constancia en la oración; pero vamos, si logro pasarme el rato de siesta de mi hijo rezando por los demás, tal vez me aproxime un poquito a ese ideal. Así, pues, comprobé una vez más que todas las cosas redundan en beneficio de los que aman a Dios2. A raíz de aquel contratiempo que no me permitió rendir al máximo en mi trabajo, Dios me hizo ver algo que tiene mucho más valor: la eficacia de la oración. BONITA HELE ES MISIONERA DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN LA INDIA. ≈

Romanos 8:28

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EL REGALO PERFECTO GABE RUCKER

RECIBÍ EL REGALO PERFECTO la Navidad pasada: el cariño de una niña. La noche del 25 de diciembre, cuando la celebración y el intercambio de regalos ya habían terminado, llevé a la cama a Jade, mi nena de cuatro años. Mientras la arropaba, soltó estas palabras de la nada: —¡Papi, te quiero más que a todos mis juguetes y cosas! El corazón me dio un vuelco. Varias noches después estábamos de visita en casa de unos familiares y me vi precisado a revisar mi correo electrónico. Encontré donde conectarme a la red de la casa, pero no había ninguna silla a la vista. «No importa —me dije—. En un minuto termino esto». Me senté en el suelo y encendí mi computadora portátil. En ese instante Jade entró corriendo al cuarto, tropezó y cayó de bruces sobre el aparato. La pantalla centelleó con líneas de mil colores. El avalúo que cada cual hizo de los daños no fue nada halagüeño: —El arreglo va a salir carísimo. —¡Qué pena que ya no lo cubra la garantía! Al percatarse de lo que había hecho, Jade se echó a llorar. La tomé en brazos.

—No te preocupes, mi cielo —le susurré al oído—. Te quiero más a ti que a todas mis cosas. No importa en qué coyuntura te veas el año entrante, recuerda que Jesús te ama más a ti que a todas las cosas. GABE RUCKER ES INTEGRANTE DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN MÉXICO. ≈

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Unos sociólogos formularon la siguiente pregunta a un grupo de niños de cuatro a ocho años: «¿Qué es el amor?» Sus respuestas fueron más diversas y profundas de lo que habría cabido imaginar. Que cada cual saque sus conclusiones.

«Amor es salir a comer, darle a alguien casi todas tus papas fritas y no pedirle que te dé las suyas».

«Si uno quiere aprender a amar más, tiene que empezar por un amigo al que no aguanta».

«Cuando alguien te trata mal y te enojas, pero no le gritas para que no se moleste, eso es amor».

«Amor es que mi mamá le dé a mi papá la mejor presa de pollo».

«El amor es lo que sientes antes que se te metan todos los pensamientos malos».

«Amor es eso que nos hace sonreír cuando estamos cansados».

«Amor es, por ejemplo, que una viejita y un viejito sigan siendo amigos aunque se conozcan muy bien».

«Amor es que dos personas no paren de besarse. Y que cuando se cansan de hacerlo, todavía quieran estar juntas y sigan hablando. Mis papás son así».

«Amor es que tu cachorrito se ponga muy contento de verte aunque lo hayas dejado solo todo el día». «Las tarjetas que venden en las tiendas dicen lo que nos gustaría decir, pero que ni muertos diríamos».

EL AMOR VISTO DESDE LOS OJOS DE LOS NIÑOS

«Cuando a mi abuela le dio artritis, ya no podía agacharse para pintarse las uñas de los pies. Ahora se las pinta mi abuelo, aunque también tiene artritis en las manos. Eso es amor».

«Amor es lo que sentimos en el cuarto en Navidad cuando dejamos de abrir regalos y escuchamos».

«Hay dos tipos de amor: el nuestro y el de Dios. Pero ambos vienen de Dios».

«Cuando alguien te quiere y dice tu nombre, suena bien. Y sabes que va a hablar bien de ti».

«A veces le cuentas a alguien algo malo de ti y tienes miedo de que ya no te quiera. Pero luego te sorprende que esa persona no sólo te siga queriendo, sino que te quiera todavía más».

«No debemos decir: “Te quiero” si no lo sentimos. Pero si lo sentimos debemos decirlo mucho, porque a la gente se le olvida».

«Mi mamá me quiere más que nadie. Es la única que por la noche me da un beso cuando me acuesto».

«Amor es que mi mamá vea a mi papá sudoroso y maloliente, y aun así le diga que es más atractivo que Robert Redford».

«Cuando crucificaron a Jesús, Dios podría haber dicho unas palabras mágicas para que se cayeran los clavos, pero no lo hizo. Eso es amor». 1

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Una vez leí que un buen padre

terrenal nos prepara para nuestra relación con nuestro Padre celestial, Dios. Puede que el mío no lo sepa, pero algo que contribuyó a moldear mi vida fue una conversación que tuvimos un verano cuando yo tenía 18 años. Estábamos sentados en un cerro desde el que se veía nuestra casa. Seguro que él ni siquiera se acuerda, pero el tono y el estilo con que me dio sabias recomendaciones fue de lo más sencillo —típico de él—, casi sin que yo me diera cuenta de que me estaba aconsejando. Aquel día conversamos un poco de todo. Le hablé de un muchacho con quien había trabado amistad, de las diicultades que habían surgido entre nosotros y de las derivaciones que podía tener aquella relación. No recuerdo bien cómo se lo expliqué, pero si me acuerdo de que me sentía muy incómoda. Cuando terminé de contárselo todo, lo miré y le pregunté suplicante: —¿Qué hago, papi? Aconséjame. —Esa decisión no es nada fácil —comenzó—, pero tienes 18 años. Ya eres una persona adulta. No voy a decirte qué debes hacer porque ya lo sabes. Lo miré desconcertada. No, yo todavía no era una persona adulta. Al menos no me

DIOS EN CARNE Y HUESO Lily Neve

Cualesquiera que sean las decisiones que tome, siempre seré su hija y siempre contaré con su cariño. consideraba así. Apenas contaba 18 años, y no tenía ni idea de lo que debía hacer. ¿O sí? En realidad, sabía perfectamente qué hacer en aquella situación. No me hacía ninguna gracia, pero lo sabía. Al inal tomé una buena decisión mayormente porque mi papá consideró que yo tenía suiciente criterio para ello. No todas las decisiones que he tomado desde aquel momento han sido atinadas, pero aquella conversación me encauzó hacia la independencia y me infundió fe en que podía salir adelante en la vida. Cuando se me presentaron decisiones aún más difíciles, la seguridad de que alguien creía en mí me ayudó. Mi papá siempre me ha dejado claro que no solo cree en mí, sino que me ama incondicionalmente. Cualesquiera que sean las decisiones que tome, siempre seré su hija y siempre contaré con su cariño. De todos los regalos que me ha

hecho, lo que más agradezco es esa certeza. Con el tiempo comprendí que el amor y la conianza de mi papá son un relejo de los de Dios. Nuestro Padre celestial nos enseña a caminar, pero luego nos deja correr solitos. Tiene fe en que podemos salir adelante, y siempre está a nuestro lado cuando caemos o necesitamos ayuda. —Eres una persona singular —nos asegura—, capaz de hacer grandes cosas por Mí y por los demás. Y cuando metemos la pata nos dice al oído: —Hagas lo que hagas, siempre te amaré —y nos ayuda a superarnos. Gracias, papá, por brindarme el amor de Dios en carne y hueso. Lily Neve es integr ante de L a Fa mili a Inter nacional en el Sudeste Asi ático. 1 3

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PADR ES DE VERDAD

Dios ha creado un alma inmortal y se la ha coniado a ellos.

David Br andt Berg

Todo niño necesita un padre o una igura paterna. Con el transcurso de los años, el padre cobra cada vez más importancia, incluso más que la madre. El padre adquiere mucha relevancia en la pubertad, cuando el niño necesita disciplina y energía. Los que imponen la disciplina en las familias generalmente son los padres. Las madres, en cambio, tienden a ser más blandas, más indulgentes, en particular si lo tienen que hacer todo solas. El hombre puede empezar a ser buen padre cuidando bien de

la madre antes que nazca el niño. Luego debe aprender a ayudarla con el bebé. Es preciso que tome conciencia de lo agotador que es para ella y que lleve lo más posible de la carga. Criar un niño no siempre es fácil ni divertido; pero cuando los padres tienen verdadero amor el uno por el otro y también por la criatura, hacen lo que sea que haga falta. Además, resulta más fácil si tienen presente el milagro que ha tenido lugar: Dios ha creado un alma inmortal y se la ha coniado a ellos. Desde ese momento tienen la obligación de sacar adelante al niño, con la ayuda de Dios, por supuesto. A mí me encantaba ser padre. Todos los días dedicaba horas a mis hijos. Cuando eran lactantes, les preparaba biberones por la noche; y cuando fueron más grandecitos les preparaba el desayuno. Les enseñé a comer,

a vestirse y muchas otras cosas. Me daba mucha satisfacción, me resultaba muy gratiicante. Procuraba pasar por lo menos una o dos horas diarias con ellos. En cuanto entendieron el lenguaje hablado, comencé a leerles relatos de la Biblia. Claro que cuando eran muy pequeños no lo captaban todo, y los más chiquititos normalmente se quedaban dormidos primero. Les leía una versión clásica y la traducía al lenguaje infantil, explicándoles casi cada versículo. Luego representaba el relato, y ellos quedaban fascinados. Algún día te alegrarás de haber participado en el cuidado y la formación de tus pequeños. Habrás contribuido a formar seres humanos, una tarea apasionante ¿Te sientes capacitado para ello? Es posible que no, pero Dios es más que capaz, y te ayudará si tú pones de tu parte. 1

O R AC I Ó N D E U N PAD R E Ayúdanos a vivir de tal manera que todos nuestros hijos adquieran nuestras mejores virtudes y dejen atrás nuestros mayores fracasos. Muéstranos cómo podemos transmitirles la luz de la valentía y la compasión, y el espíritu de búsqueda. Que esa luz brille con mayor fulgor en ellos que en nosotros. Robert Marshall 4

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EL OFICIO DE PADRE

Mi padre no me habló de cómo debía vivir. Vivió y me dejó observarlo. Clarence Budington Kelland

El obsequio más preciado que me hayan hecho provino de Dios: yo lo llamo Papá. Anónimo

A mi padre le gustaba jugar con mi hermano y conmigo en el jardín. Mi mamá salía y decía: —Están destrozando el césped. —No estamos criando césped —contestaba mi papá—. Estamos criando niños. Harmon Killebrew

Si de buenos hijos quieres ser padre, sé buen padre. Refrán español

Un padre porta fotos donde antes llevaba su dinero. Anónimo Cuando yo tenía 14 años, mi padre era tan ignorante que no lo soportaba. Sin embargo, cuando cumplí 21 me quedé sorprendido de lo mucho que había aprendido él en siete años. Mark Twain Los hijos y el jardín de un hombre reflejan cuánto tiempo ha dedicado al desmalezado durante la temporada de crecimiento. Anónimo

La integridad se adquiere mayormente por contacto. El padre y el hogar deben ser grandes focos de contagio. Frank Cheley Se trabaja toda una vida, pero los niños son pequeños una sola vez. Proverbio polaco

Observé a un hombre bajito con gruesos callos en ambas manos trabajar quince y dieciséis horas diarias. En cierta ocasión lo vi sangrar por las plantas de los pies, un hombre que llego aquí [a EE.UU., procedente de Italia] sin educación, solo, sin conocer el idioma, y que sin embargo me enseñó por la elocuencia de su ejemplo todo lo que me hacía falta saber sobre la fe y el trabajo arduo. Mario Cuomo Los padres nobles tienen hijos nobles. Eurípides

Padre de todos los padres, haz de mí un ejemplo para mi hijo. Douglas Malloch

Hasta que no tengas un hijo no conocerás la alegría, el amor incontenible que retumba en el corazón de un padre cuando mira a su niño. Desconocerás el sentido del honor que hace que un hombre quiera superarse y legar algo bueno y esperanzador a su hijo. Kent Nerburn, «Cartas a mi hijo»

Un buen padre vale por cien maestros. Jean Jacques Rousseau

Para ella la palabra padre era un sinónimo de amor. Fanny Fern 1

Inmediatamente después del Dios del Cielo viene un papá. Wolfgang Amadeus Mozart en su infancia

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CHICOS SEGUROS DE SÍ MISMOS Alejandro Pér ez

Los padres que se preocupan de los progresos que hacen sus hijos en cada etapa de su desarrollo —como es el caso de la mayoría— deben tomar conciencia de lo importante que es la imagen que éstos tengan de sí mismos. En efecto, los que tienen una impresión favorable de sí mismos, que se consideran capaces de sacar buen puntaje en la escuela de la vida, tienen muchas más posibilidades de lograrlo. Es en el hogar donde una persona se forma su primer concepto de sí misma y de su capacidad. Todos los días los padres tenemos ocasión de reforzar la conianza en sí mismos de nuestros hijos, lo que con el tiempo redundará en que lleguen a ser personas bien adaptadas y equilibradas.

Resolución de problemas

Los padres muchas veces se sorprenden de lo hábiles y recursivos que son sus hijos para resolver sus propias diicultades; basta con ofrecerles un poco de orientación. Todos los chicos se enfrentan a situaciones complicadas: es parte integral de su desarrollo. Encarando esos retos adquieren experiencia en la resolución de problemas, un elemento esencial para tener éxito en la vida. Aunque requiere tiempo y paciencia ir guiándolos para que aprendan a salir de los aprietos por sus propios medios, es una excelente inversión que da grandes dividendos cuando crecen y se ven en situaciones más complejas en las que hay mucho más en juego.

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Así y todo, los padres somos muy proclives a intervenir para sacar a nuestros hijos rápidamente de los apuros o facilitarles las soluciones. Puede que eso sea satisfactorio en el momento, pero entorpece el proceso de aprendizaje. Viene a cuento el dicho: «Quien recibe un pez como limosna volverá a tener hambre, pero no quien aprenda a pescar». Enseñar a los hijos a superar obstáculos resulta a la larga más importante y beneicioso que darles las soluciones en bandeja. Además, así uno les maniiesta que tiene fe en ellos, lo que aumenta su autoestima y seguridad en sí mismos. De esa misma manera procede Dios con nosotros. Podría allanar todas nuestras diicultades en menos que canta un gallo; no obstante, las más de las veces espera que analicemos el asunto, sopesemos las distintas opciones y hagamos lo que podemos antes de intervenir Él y resolver lo que está fuera de nuestras posibilidades. Nos hace participar en la búsqueda de la solución y nos va conduciendo pasito a pasito, no para diicultarnos las cosas, sino para que maduremos por medio de la experiencia.

Inseguridad Independientemente de cuánto amemos a nuestros hijos y cuánto nos esmeremos en satisfacer sus necesidades, siempre surgirán situaciones que los hagan sentirse inseguros. En muchos casos esa inseguridad deriva en problemas de conducta. Aunque es preciso corregir la mala conducta, si los padres no entienden qué la indujo, el correctivo puede ser más perjudicial que otra cosa. ¿Fue la mala conducta consecuencia del deseo innato que tienen los chicos de experimentar, una travesura que en el momento parecía inocente o divertida? ¿O fue motivada por la inseguridad, por el ansia de sentirse aceptado, impresionar o ganar amigos, por ejemplo después de mudarse a un nuevo vecindario o cambiar de colegio? La mala conducta no es más que un síntoma. Limitarse a aplicar una medida disciplinaria es pretender eliminar una mala hierba cortándole el tallo: tarde o temprano reaparecerá. Es preciso que los padres determinen la raíz del asunto, la causa subyacente, y se aboquen a resolverla. Hay que ayudar al chico a llegar a sus propias

conclusiones, siempre teniendo en cuenta su edad y madurez y abordando el conlicto desde un ángulo positivo, es decir, concentrándose en las soluciones y no en los problemas. Puede que eso no sea fácil cuando los ánimos están caldeados, pero recordemos que el objetivo es remediar lo que anda mal, no castigar. Al establecer una clara distinción entre el problema y el menor, y luego motivar a éste a aprender de lo sucedido, es posible mejorar su valoración de sí mismo en lugar de socavarla, aun en situaciones de tinte irremediablemente negativo. No todos se portan mal cuando se sienten inseguros; algunos se retraen o rinden por debajo de su capacidad. De todos modos, independientemente de cómo se maniieste la inseguridad, el primer paso para rectiicar el problema es reconocerlo; y el segundo, buscar la causa del mismo con un enfoque positivo.

Respeto mutuo Cuando existe respeto entre padres e hijos, se fortalecen los lazos de amor. Se acentúan la unidad, la obediencia y el aprecio. En el seno de una familia, la consideración, la comprensión, la amabilidad, la voluntad de escuchar y la comunicación cordial son todas señales de respeto. Si quieres ganarte el respeto de tu hijo, muéstrate respetuoso con él. Los chicos aprenden por observación e imitan lo que ven. Si hay falta de respeto, probablemente ésta tiene su origen en los padres, en los amigos o en otras inluencias, tales como la televisión, las películas o los videojuegos. La mitad de la batalla se gana reduciendo esas inluencias negativas; la otra mitad, estableciendo pautas claras en cuanto a lo que se espera de los chicos y exigiéndoles que las cumplan. ¿Qué signiica respetar a los hijos?  Dar a cada uno un trato personalizado.  Ser sensible a sus sentimientos; ponerse en su lugar.  Evitar el trato despectivo o la burla cuando cometen un disparate.  No hacerles pasar vergüenza adrede.  Pedirles o proponerles que hagan tal o cual cosa en lugar de darles órdenes. 7

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 Prestar atención cuando hablan y escuchar bien lo que dicen, sin apresurarse a emitir una opinión.  Tratarlos como si fueran un poco más maduros de lo que son.  Considerar seriamente sus ideas y contribuir a que se materialicen.

Evitar malentendidos A veces parece que los chicos deciden portarse mal en los peores momentos. Ahora bien, en algunos casos ni siquiera es que se porten mal, sino que su comportamiento nos molesta. Cuando los padres están estresados, preocupados por cuestiones del trabajo o por otros asuntos, cuando no se sienten bien o simplemente no están de buen humor, es casi inevitable que su estado de ánimo afecte su relación con sus hijos. Es fácil que pierdan la paciencia por cosas que en circunstancias normales se permitirían o se pasarían por alto —un ruido un poco fuerte o demasiado alboroto, por ejemplo— y que reaccionen con palabras ásperas, castigos inmerecidamente severos o miradas amenazantes que dejan a los chicos confundidos. Normalmente éstos no tienen una perspectiva global de las cosas. Por eso, en muchos casos se adjudican una cuota mayor de culpa de la que se merecen cuando los padres pierden los estribos. Eso puede llevarlos a sacar conclusiones muy perjudiciales: «Mamá preferiría que yo no estuviera aquí», «Papá no me quiere», «No sirvo para nada». Esos malentendidos socavan la conianza que tienen en sí mismos, por lo que hay que evitarlos. En vez de explotar, procura explicarles por qué te molesta su comportamiento en ese momento. «Me encantaría oírte cantar esa canción otra vez, pero ahora mismo estoy conduciendo y tengo que concentrarme». «Me duele la cabeza. Te voy a pedir que no hagas eso ahora mismo». Y si no alcanzas a refrenarte a tiempo, siempre puedes hacer después una aclaración y pedirles disculpas. Al darles la oportunidad de contribuir a la solución, puedes cambiar el cariz de una situación potencialmente dañina.

Reforzadores positivos

El elogio es un motivador de primera. A los chicos les encanta que digan cosas buenas de ellos. Es más importante alabarlos por su buena conducta que regañarlos por su mal comportamiento. Eso no signiica que no haya ocasiones en que toque amonestarlos y corregirlos. Pero si aprendemos a evitar las situaciones engorrosas aplaudiendo lo que hacen bien y empleando otros reforzadores positivos, aumentaremos la estimación que tienen de sí mismos y nos sentiremos menos irritados, agotados y desanimados al inal de la jornada. Es una estrategia en la que todos salen ganando. Cuanto más te concentres en las cualidades y aspectos positivos de tus hijos, más razones hallarás para alabarlos y menos tendrás que reprenderlos por su mal comportamiento. El elogio fomenta una conducta que justiica más elogios. Elogia a tus hijos con frecuencia, sinceridad y originalidad, siempre ateniéndote a la verdad. Por ejemplo, si emprenden algo nuevo y obtienen resultados desastrosos, elogia el esfuerzo, no el desenlace. O si pretendían darte una sorpresa, pero fallaron en el intento, agradéceles su gesto de cariño. Procura siempre resaltar el lado positivo de las cosas y convertir lo bueno en memorable. 1

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Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. Proverbios 22:6

EFECTO A LARGO PLAZO Cuando oímos hablar de

alguien que está llevando a cabo una gran obra, podemos estar seguros de que tuvo una excelente base. Quizá fue la instrucción que le dio su madre, el ejemplo de su padre, la inluencia de un profesor o una experiencia intensa que vivió. En todo caso, ese elemento era indispensable; de lo contrario no estaría logrando tanto, por muchas oportunidades favorables que haya tenido. Catherine Miles

L OS PADRES Y LA AUTOESTIMA Un estudio ha revelado que los padres que dedican unos cuantos minutos al día a cada uno de sus hijos por separado multiplican las probabilidades de que éstos lleguen a ser adultos seguros de sí mismos. De los muchachos que airmaron que su padre pasaba ratos con ellos, se interesaba en sus progresos y los apoyaba, más del 90 por ciento tenía fe en su propia capacidad. Mientras que

de los niños que expresaron que su padre pasaba poco o nada de tiempo con ellos, el 72 por ciento tenía la autoestima muy baja y evidenciaba más problemas emocionales y conductuales. El mismo estudio arrojó otro resultado bastante sorprendente: los efectos positivos de una buena relación entre padre e hijo son igual de evidentes en las familias biparentales que en aquellas en que el padre, aun estando ausente (por ejemplo, después de un divorcio), se esfuerza por pasar tiempo con sus hijos. Estudios similares demuestran que un resultado igualmente positivo se produce cuando, en ausencia del padre, otra igura paterna asume el papel de éste, como puede ser un padrastro, tío, abuelo, profesor o mentor.

La labor de un mentor consiste en dejarse exprimir el coco, prestar oído y dar un empujón en la dirección indicada. John Crosby

A los jóvenes preséntales grandes expectativas, manifiéstales cariño y dales tu apoyo. Tendrán éxito. Said Sewell

UN SERMÓN

DE LO MÁS

ELOCUENTE

Pocos días antes de la recolección de una mies que prometía ser particularmente abundante, se desató una espantosa tormenta de viento y piedra. La cosecha se perdió. Después de la granizada, el dueño del terreno salió con su hijito a la puerta de su vivienda. Cuando el pequeño vio lo que había quedado del hermoso trigal, se le llenaron los ojos de lágrimas y se volvió a su padre, esperando unas palabras de desesperación. En ese instante, el agricultor entonó suavemente un himno de conianza en Dios. Años después, cuando aquel chiquillo era ya un hombre, manifestó: «Aquel fue el sermón más elocuente que he escuchado en mi vida». 1 9

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GRACIAS, PAPÁ Carta abierta de Angie Frouman

Querido papá:

Me senté a escribirte para el Día del Padre y me vinieron a la cabeza los siguientes pensamientos. Espero que sepas cuánto te quiero, te admiro y te valoro. Gracias por enseñarme, mediante tu ejemplo de consagración a los demás los últimos 37 años, que todos los sacriicios que hacemos por Jesús y por el prójimo valen la pena. Gracias todas por las veces en que aguantaste y no dejaste de coniar en que Jesús nos sacaría adelante cuando la situación se veía negra. Gracias por ayudarme a terminar mi tarea para la clase de la Biblia cuando estaba en segundo grado —todavía tengo el librito— aunque ese día tú mismo tenías que entregar un trabajo importante. Gracias por no impacientarte conmigo a pesar de mis preguntas infantiles y parloteo sin sentido. Gracias por todas las veces nos llevaste de viaje —nunca se

me olvidarán— y por acarrear nuestro pesado equipaje. Gracias por las meriendas sanas y ricas que nos traías de tanto en tanto y que los niños siempre esperábamos con ilusión. Gracias por llevarme a comprar zapatos y no desistir hasta encontrar el par ideal. Gracias por curarme los raspones en las rodillas, sacarme las astillas y atenderme todas las veces que me enfermé, y por dispensarme toda la atención y apoyo moral que necesitaba en esos momentos. Gracias por todas las anécdotas entretenidas que nos contaste de tu infancia. Gracias por los cuentos que nos leías a la hora de dormir. Ese era uno de los mejores momentos del día. Gracias por hacer que me sintiera segura y protegida en cualquier parte por el solo hecho de que tú estabas presente. Gracias por todos los partidos de baloncesto y softball que

hicimos en la época en que esa era mi pasión. Gracias por las veces en que te pusiste irme y me hiciste cumplir las reglas de nuestra familia. Ahora que tengo hijos propios sé lo difícil e importante que es. Gracias por creer en mí cuando me llegó el momento de desplegar las alas y echar a volar, aunque yo no me consideraba capaz. Gracias por enseñarme a negociar el contrato de arriendo de mi primer apartamento. Gracias por ser un abuelo divertido y aventurero para mis hijos. Gracias por los ratos que pasaste conversando a solas conmigo a pesar de tu apretado horario y tu larga lista de tareas pendientes. Siempre signiicaron mucho para mí. Tu hija A ngie Froum an es integr ante de L a Fa mili a Inter nacional en Mé x ico. 1

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¿CÓMO ES DIOS? Algunos lo imaginan como un Ser que todo lo ve y que porta un gran mazo, dispuesto en todo momento a aporrearnos con él. O como un tirano cruel, un monstruo que nos aterroriza con el Infierno. En realidad Dios es amor. Es nuestro amoroso Padre celestial, y se propone que todos lleguen al Cielo. Es un Dios cercano, íntimo, personal, afectuoso, lleno de bondad, de ternura, de dulzura y de interés por nosotros. Nos sigue de cerca con los brazos abiertos porque tiene la esperanza de que nos volvamos y lo recibamos también a Él con los brazos abiertos. David Brandt Berg

¿COMPRENDER A DIOS? No es necesario comprender a Dios para amarlo. De hecho, nadie

puede entenderlo del todo. Es imposible, porque Él dice que Sus caminos están muy por encima de los nuestros. «Como son más altos los cielos que la tierra, así son Mis caminos más altos que vuestros caminos, y Mis pensamientos más que vuestros pensamientos»1. No trates de comprender a Dios. Simplemente acepta Su amor por fe. Jesús trató de expresar las cosas en términos muy sencillos. Dijo: «Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los Cielos»2. ¿Qué niño pequeño entiende a sus padres, y su propio nacimiento, y los secretos de la vida? Sin embargo, instintivamente es capaz de sintonizar con lo más profundo del mundo: el amor. Siente el amor de sus padres, lo acepta y responde del mismo modo. La Biblia dice que «Dios es Espíritu»3 y que «Dios es amor»4. Es el Espíritu mismo de ese amor que sientes en tu corazón. Y aunque es imposible entender a Dios, todos podemos aceptar Su amor y correspondérselo. Establecer contacto a nivel personal con el Dios del amor es algo tan sencillo que a muchos les parece inconcebible. Pero lo único que hay que hacer es pedir con fe y aceptar. Dav id Br andt Berg 1

¿Qué niño pequeño entiende a sus padres?

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Isaías 55:9

2

Mateo 18:3

3

Juan 4:24

4

1 Juan 4:8

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Todos mis amigos se iban distanciando de sus padres, y a mí también me picó la mosca.

AHORA LO VEO Peter Story

Debo decir que admiro sinceramente a

mi padre. Sin embargo, admito que no siempre me resultó fácil decirlo. Con los años he ido entendiendo lo ciego que era yo antes. A mis dos hermanos mayores y a mí nos crió nuestro papá él solo. Estoy seguro de que no le resultó nada sencillo; sin embargo, nunca nos lo dio a entender. Ahora me doy cuenta de lo atinada que fue su actitud. Se enfrentó a muchas diicultades, pero en todo momento fue para nosotros una

imagen de nuestro Padre celestial para que nos sintiéramos bien amparados. Por eso de niño sentía gran amor y respeto por él. Era mi padre, y yo estaba dispuesto a cualquier cosa por complacerlo si con eso lograba que me prestara un minuto más de atención. Pero claro, mi infancia llegó a su in. Los primeros años de mi adolescencia fueron difíciles. Me entraron ansias de independizarme, de apartarme de él: ¿no es eso lo que hacen todos los chicos a esa edad? Todos mis amigos se iban distanciando de sus padres, y a mí también me picó la mosca. Estoy seguro de que no es fácil para un padre ver alejarse a sus hijos. Yo en aquel momento, sin embargo, no era consciente de eso. Cuando me hice mayor, nos distanciamos aún más. Anduve con malas compañías, empecé a delinquir y a drogarme, y lo marginé completamente de mi vida. No quería tener que encarar las consecuencias de mis desaciertos. En parte, puede que él entendiera lo que me sucedía; pero yo no. No tenía ni idea de cuánto le dolía lo que yo hacía. Tampoco comprendía que la razón por la que él quería que hiciera algo provechoso era simplemente que me amaba. Mi inmadurez me cegaba. Lo único que veía era el mundo que me rodeaba, lleno de personas egoístas, y creía que mi padre era como todos los demás. Las cosas fueron de mal en peor. Finalmente me metí en un lío con la policía por un acto lisa y llanamente estúpido. Pero en lugar de admitir que me había descarriado, me llené de rencor contra mi padre. Toda iniciativa suya para hacerme ver que estaba echando a perder mi vida, yo la percibía como un intento más de controlarme. 13

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Había apartado de mí a una persona que me quería entrañablemente y no pretendía otra cosa que ayudarme. Cuando yo contaba 17 años y era el último de sus hijos que todavía vivía con él, tuvimos una fuerte discusión y me fui de la casa. Él se esforzó por hacerme caer en la cuenta de lo mal que me estaba encaminando, pero yo no quise deponer mi orgullo. Mi vida era mi vida, y no iba a permitir que nadie más que yo la dirigiera. Me fui a la casa de unos amigos y seguí por la misma senda. Si hasta aquel momento ya me había parecido que las cosas no marchaban bien, a partir de entonces fue evidente que mi vida era como un auto que se precipitaba cuesta abajo. En los meses que siguieron me metí en algunas relaciones muy turbulentas. Muchas veces no tenía qué comer.

Descubrí el verdadero valor de mis amigos cuando trataron de aprovecharse de mí en unos negocios de drogas; me salvé por un pelo de ir a parar a la cárcel. Finalmente me di cuenta de que si no apretaba pronto los frenos, me iba a estrellar. En ese momento de desesperación, cuando estaba por tocar fondo, acudí a Jesús. Con Su ayuda comencé a ver lo ciego que había estado desde hacía años. Había apartado de mí a una persona que me quería entrañablemente y no pretendía otra cosa que ayudarme. A la postre me reconcilié con mi padre. Ahora que hago memoria de esas sombrías experiencias, estoy agradecido por ellas, en parte porque me infundieron un cariño y respeto mucho más profundos por mi padre. Gracias a él aprendí a apreciar a quienes por amor se sacriican por los demás. Ese aprecio fue lo que me llevó, a los 19 años, a dedicar mi vida a servir a Dios y al prójimo. Cinco años después sigo descubriendo motivos para estar agradecido por mi padre, que se preocupó tanto por mí a pesar de que yo no le hacía ningún caso. En aquel momento no me daba cuenta, pero ahora se me hace evidente. Peter Story es integr ante de L a Fa mili a Inter nacional en Mé x ico. 1

AMOR INCONDICIONAL En la parábola que contó Jesús sobre el hijo pródigo1, ¿recuerdas cómo reaccionó el padre cuando el hijo volvió arrepentido al hogar? ¿Acaso corrió a oler el aliento del muchacho para ver si venía ebrio? ¿Hizo algún comentario sobre lo descuidado que había sido con su vestimenta? ¿Lo criticó por tener el pelo desgreñado y las uñas sucias? ¿Le preguntó el saldo de su cuenta corriente? Por supuesto que no. Lo recibió con los brazos abiertos y le prodigó una calurosa acogida. Bob Pedrick 1

Lucas 15:11–24

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LECTURAS ENRIQUECEDORAS Un padre cercano a Dios... …fundamenta su vida y sus acciones en la Palabra de Dios. Deuteronomio 12:28 …da buen ejemplo. 1 Corintios 11:1 …tiene integridad moral. Proverbios 20:7 …pide orientación a Dios para educar a sus hijos. Jueces 13:8b …ama a sus hijos incondicionalmente. Lucas 15:11–24 …mantiene a su familia. 1 Timoteo 5:8

BUSCA LO POSITIVO

…participa activamente en la educación y formación moral de sus hijos. Proverbios 22:6 Efesios 6:4 …enseña a sus hijos la Palabra de Dios. Deuteronomio 6:6,7 …es consciente de las limitaciones de sus hijos y empatiza con ellos. Salmo 103:13,14 …trata a sus hijos con cariño y ternura. Colosenses 3:21 …corrige a sus hijos cuando es necesario. Proverbios 13:24 Proverbios 3:12 …ve en sus hijos el premio de sus esfuerzos. Proverbios 23:24,25 3 Juan 4

E JERCICIO ESPIRITUAL

La vida casi nunca está exenta de diicultades,

y muchos de los conlictos que nos mortiican afectan a la gente de nuestro entorno: parientes, compañeros de trabajo, vecinos y otras personas con quienes alternamos. Aunque ellos no sean el motivo de nuestros problemas, se ven inluidos por nuestras reacciones, que cuando son negativas pueden amargarnos la vida y entorpecer la comunicación casi más que ningún otro factor. Uno de los secretos de la felicidad y de las relaciones armoniosas es no dejar que pequeñas contrariedades o situaciones irritantes de todos los días ensombrezcan nuestra existencia. Helen Keller dio en el clavo cuando dijo: «Mira hacia el sol, y no verás las sombras». El apóstol Pablo fue aún más claro: «Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad»1. Durante un par de semanas, tómate unos minutos cada noche para relexionar sobre la jornada. Repasa los mejores y los peores momentos. ¿Le diste gracias a Dios por los buenos? ¿Cómo podrías haber tenido una actitud más positiva ante las diicultades? Aun la peor de las situaciones puede reportarnos enseñanzas si procuramos descubrirlas. El buscar lo positivo en los sucesos del día te condiciona a reaccionar con más optimismo en el futuro. 1

1

Filipenses 4:8 15

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DE JESÚS, CON CARIÑO

Encamínalos Tus hijos me necesitan muchísimo, y tú también. Deben aprender a hacerme partícipe de su vida y a coniar en Mí cuando las cosas se pongan difíciles. Tienen que aprender a depender de Mí y a acudir a Mí cuando tengan apuros o molestias. Deben aprender a orar por los demás y a escuchar Mi voz para que pueda ayudarlos a decidir bien. Más que nada, es preciso que aprendan a amarme y a aceptar Mi amor. ¿Quieres que aprendan todo eso? Lo harán si lo ven en ti. La mejor forma de conseguir que tus hijos vayan por buen camino es conducirlos por él. Deseo lo mejor para ellos y tengo poder para dárselo. Sin embargo, tú eres el conducto por el que ha de luir la mayoría de Mis bendiciones. La medida en que logre obrar en la vida de tus hijos depende en gran parte de cuánto pueda obrar en la tuya. Si me amas de todo corazón, procuras complacerme, me pides que te guíe y me sigues de cerca, Yo haré lo demás. 131


el rompecabezas Ny x Martínez

En Nochevieja, cuando todos encendieron fuegos artificiales al dar las doce, ¿estabas lleno de entu-

siasmo y júbilo? ¿O al escuchar las campanadas te invadió una suerte de melancolía y te pusiste a relexionar en silencio sobre tu futuro? Al oír las exclamaciones de «¡Feliz Año Nuevo!», ¿sentiste sólo alegría, o también algo de ansiedad por lo que ha de venir? El año pasado yo estaba un poco confusa. Hicimos los habituales brindis en medio del bullicio de la celebración de Año Nuevo; pero después de acostarme, mientras daba vueltas en la cama, me quedé pensando en lo que el futuro me tenía reservado. Albergaba grandes expectativas; sabía que se aproximaban cambios. Me sentía contenta y triste a la vez. Estaba a punto de

tomar ciertas decisiones, pero no lograba dar el paso. La incertidumbre se prolongó una semana, luego dos. Cavilé bastante, postergué una y otra vez la decisión, y recé. Mucho. Pero sin resultados. Un día llegó un paquete por correo. Además de ropa y chocolates, mi tía me envió un rompecabezas para niños. Me hizo gracia y pensé pasárselo a mi hermano más pequeño. Al verlo Rafael —que tenía cuatro años—, se lo llevó a otra habitación para abrirlo. Sin embargo, enseguida volvió muy exaltado. —El rompecabezas no tiene dibujo —exclamó—. Uno mismo lo tiene que hacer. —¿Qué? —El rompecabezas no tiene dibujo —repitió Rafael. Al mirar más detenidamente me di cuenta de que era uno de esos puzzles sin dibujo. Así que, ante la insistencia de Rafael, hice un dibujo sobre las piezas antes de que las separara. Él estaba feliz. Cuando pensé que me iba a dejar en paz, me dijo: —Ahora tienes que ayudarme a armarlo.

Desparramó las piezas por el suelo, las amontonó, las volvió a desparramar, y se quedó sentado cruzado de brazos, contento y convencido de que yo se lo iba a armar. Vacilé por un momento, pero al inal acepté. —De acuerdo, lo haremos juntos —le dije—. Es fácil. Mi idea era que Rafael coloreara el dibujo antes de desbaratar el rompecabezas, pero no lo había hecho. Las piezas eran una maraña de líneas negras y no parecían encajar unas con otras. Pero Rafa no se daba por vencido. Le expliqué que había que encontrar primero las cuatro esquinas, luego los bordes, y por último las piezas en que los elementos del dibujo eran reconocibles, y poner las de los ojos con las de la nariz, las de las hojas con las de las lores, etc. Poco a poco, lo fuimos armando. Me quedé observando mientras él buscaba lentamente cada pieza y la colocaba en su lugar. A veces se frustraba y meneaba la cabeza, o levantaba las manos exasperado y exclamaba:

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—No… Esa no va ahí. Cada vez insistía en que el rompecabezas tenía algún fallo. Tuve que asegurarle varias veces que las piezas encajarían perfectamente cuando estuvieran todas en su sitio. —Todas forman parte del mismo dibujo —le dije—. Solo hay que descubrir dónde van. Nos tomó media hora formar la imagen del gato jugando en el jardín. Cuando terminamos, Rafa tenía una expresión de suiciencia y satisfacción. Yo también sonreía, pues en ese momento me vi a mí misma como una niña que intentaba resolver el rompecabezas de su vida, confusa, impaciente y con ganas de darse por vencida. «Todas esas piezas forman parte del mismo rompecabezas —me dijo una vocecilla interior que he aprendido a identiicar como la de Jesús—. Solo nos resta descubrir dónde van». Así como me había sentado con mi hermanito, insinuándole dónde podía colocar las piezas, Jesús se sentaría conmigo cuando quisiera poner en orden esa pila de piezas que constituían mi futuro.

Al igual que mi hermanito, yo, un poco harta de todo, quería desechar las piezas que no parecían tener sentido. Sostenía vehementemente que no sabía dónde iba cada una. Entretanto, Él estaba a mi lado, asegurándome una y otra vez que todo iba a salir bien, que todas las piezas encajarían en su lugar. De eso no tenía Él la menor duda, pues el dibujo había sido obra Suya. Me llevaría tiempo y tendría que armarme de paciencia; pero una vez que todas las piezas estuvieran en su sitio, yo también sonreiría satisfecha. Y eso fue precisamente lo que sucedió. Con unas cuantas pistas que me dio Jesús, unos días antes de ponerme a escribir este artículo todas las piezas encajaron en su lugar. Hoy miro el rompecabezas del año entrante y me entusiasmo. Ya va tomando forma. Voy encontrando las esquinas y los bordes. Veo que empieza a aparecer una imagen. Ha aprendido que hacen falta todas las piezas. No dudo que será un hermoso cuadro.

Me vi a mí misma como una niña que intentaba resolver el rompecabezas de su vida, confusa, impaciente y con ganas de darse por vencida.

Ny x M artínez es integr ante de L a Fa mili a Inter nacional en Filipinas. 1 7

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CRIAR CON EL CORAZÓN

No bast a con empat izar Josie Cl ark

Creo que con mis hijos he

cometido demasiadas veces el error de expresar mi empatía de formas que ellos interpretaron como asunción de responsabilidad. Por ejemplo, cuando mi hijo tenía cinco años sufrió una vez un accidente. Acabábamos de conseguirle una bicicleta usada, y yo le había dicho claramente que no subiera a cierta loma hasta que su padre revisara los frenos y le enseñara a manejarlos. Pero desobedeció y lo hizo de todos modos. Los frenos funcionaban, pero él se asustó y no supo reaccionar. Bajó la cuesta a gran velocidad, se desvió hacia un maizal, volvió a meterse en la carretera y se cayó. No recuerda nada de lo que sucedió después. Lo encontraron con el mentón contra el asfalto y hubo que darle unos puntos. Yo luego quise mostrarme comprensiva y le dije: «Lo siento, hijo». Claro que lo sentía. Me sentía culpable por no haberlo vigilado más de cerca. Sentí su dolor cuando lo llevamos a toda prisa al hospital. Hasta el día de hoy me apena ver la cicatriz que le quedó. Pero de algún modo, el decirle: «Lo siento» ocasionó un malentendido. Hace unas semanas hablamos de ese accidente, que se produjo años atrás. Él todavía pensaba que por alguna razón había sido culpa mía. No recordaba la clara advertencia que yo le había hecho. No recordaba haber desobedecido. Solo recuerda que le dije: «Lo siento», y en aquel momento pensó que eso signiicaba que yo tenía la culpa, no él.

Es fácil caer en el hábito de echarnos la culpa de cosas que en realidad no son culpa nuestra. Con el tiempo, eso puede llevar a los adolescentes a responsabilizar a sus padres de las malas consecuencias de las decisiones que ellos mismos tomaron. En realidad, si los padres se han encargado de enseñar a sus hijos a tomar decisiones atinadas y prudentes, cuando se producen accidentes o algo sale mal, normalmente la culpa es de los hijos por no haber hecho caso. Siento mucho que mi hijo desobedeciera. Siento mucho que se lastimara. Y siento mucho que se produjera ese malentendido. Siento mucho haberle dado la impresión de que era culpa mía cuando no lo era. Lo que debí haberle dicho es: «Lamento mucho que hayas desobedecido. Me apena mucho que no me escucharas. Me entristece mucho que haya sucedido esto; pero estoy segura de que has escarmentado y de que no volverás a cometer el mismo error». El inal feliz de este episodio es que pude aclarar el malentendido con mi hijo, que hoy es un joven que se enfrenta a decisiones mucho más importantes que dónde andar en bicicleta. Sabe que siempre podrá contar con mi ayuda, mi amor y mi comprensión, pero también entiende que en última instancia es el responsable de las decisiones que tome. Josie Clark es integrante de La Familia Internacional en los Estados Unidos. 1

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El consejo de papá Evely n Sichrovsk y

Hay un día que nunca olvidar é. Fue hace siete años, aproximadamente una sem ana antes de cumplir yo los 12. Empezó como cualquier otro. La inminencia de cumplir 12 años me tenía un poco desconcertada. Es más, me daba miedo. En las semanas anteriores me asaltaron diversos interrogantes y aprensiones. ¿Cumplir 12 años implicaba que ya no podría hacer ciertas cosas de niña que me gustaban? ¿Tendría que conducirme de otra manera, crecer y madurar de golpe? Ni siquiera sabía muy bien qué querían decir esos términos. No tenía ni idea de cómo responder a ese alud de preguntas. Estaba confusa. Por la tarde papá y yo salimos a dar un paseo, y inalmente me armé de valor para plantearle aquellos grandes interrogantes. Sus respuestas —que fueron simples, pero atinadas— hicieron mucho más que disipar mis aprensiones cumpleañeras; contribuyeron a moldear mi carácter. Papá me aseguró que cumplir 12 años no signiicaba que tendría que crecer de golpe ni que ya no podría disfrutar de los juegos de la infancia. Me explicó que gozar de las cosas sencillas de la vida y apreciarlas es un rasgo de la infancia que nunca deberíamos perder, independientemente de la edad que tengamos. Además, me sorprendió que me dijera que la madurez no tiene nada que ver con aparentar ser mayor o querer impresionar a los demás. La verdadera madurez consiste en aprender a pensar más en el prójimo que en mí misma; signiica mirar el mundo sin egoísmo, contribuir al desarrollo de los demás, ejercer una inluencia positiva en ellos, ponerme en su lugar, procurar entenderlos y ser capaz de compadecerme. En resumidas cuentas, es manifestar amor y anteponer sus necesidades a las mías.

Evely n con su papá cuando cumplió 17 años.

Evely n Sichrovsk y es integr ante de L a Fa mili a Inter nacional en Taiwán. 1

el verdadero goce de la vida He aquí el verdadero goce de la vida: servir para un propósito que uno mismo reconoce como noble; constituirse en una fuerza de la naturaleza en vez de ser un amasijo febril de malestares y molestias que se queja de que el mundo no se consagra a hacerlo a uno feliz. Soy de la opinión de que mi vida pertenece a toda la sociedad y que mientras viva es un honor hacer todo lo que pueda por ella. Es una suerte de antorcha espléndida que por el momento sostengo con fuerza y quiero que arda con el mayor brillo posible antes de entregarla a las generaciones futuras. George Bernard Shaw 14

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REFLEXIONES

Cualidades de un buen papá ¿Cómo r eaccionó el padr e del hijo pródigo cuando este volvió al hogar?1 ¿Corr ió a oler el aliento de su hijo par a aver iguar si había estado bebiendo? ¿Hizo algún comentario sobre lo mal que había cuidado su ropa? ¿Lo criticó por tener el pelo desgreñado y las uñas sucias? ¿Le preguntó cuál era el saldo de su cuenta corriente? Por supuesto que no. Abrazó al chico y le dio una calurosa acogida. A mi juicio, la principal lección que nos deja este episodio de amor inmortalizado en la Biblia es que Dios nos acepta tal como somos. A la luz de ese ejemplo que Él nos puso, ¿no deberíamos esforzarnos por obrar del mismo modo con nuestros hijos? ¿Podemos darnos el lujo de privarlos de esos abrazos que les demuestran que los acogemos con amor? Ese cariño es como una manta que todo progenitor puede tejer para abrigar a su hijo y demostrarle que lo acepta tal cual es. Es lo que motiva a un padre a seguir ayudando a su chico a superarse hasta que éste alcanza la meta que Dios le ha trazado. Bob Pedrick Un buen padre vale por cien maestros de escuela. George Herbert

Todo hombre, por muy ocupado que esté, que relexiona de vez en cuando sobre su labor como padre puede aprender a ser un mejor papá. Jack Baker Mi padre me dio el mejor regalo que uno pueda recibir: creyó en mí. Jim Valvano Al niño, corrígelo con cariño. Refrán español Mi padre no me habló de cómo debía vivir. Vivió y me dejó observarlo. Clarence Budington Kelland Los hijos y el jardín de un hombre relejan el tiempo dedicado a desmalezar durante la temporada de desarrollo. Anónimo Los niños pequeños se convierten en grandes hombres por la inluencia de grandes hombres que se interesan por los niños pequeños. Anónimo

De niño mi padre me decía todos los días: «Eres el muchacho más fantástico del mundo y puedes hacer cualquier cosa que te propongas». Jan Hutchins

A un padre se lo respeta por el liderazgo que ejerce. Se lo aprecia por los cuidados que prodiga a su familia. Se lo valora por el tiempo que dedica a sus hijos. Y éstos lo aman porque les da lo que más estiman: se entrega a sí mismo. Anónimo

1. Lucas 15:11-24 15

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cuidado con el NEGAPILLO M  K 

I N FOR M E

DE I N V E ST IG ACIÓN

H        :           . Se llama negapillo, por el efecto negativo que tiene en el estado mental y emocional del huésped. Aunque es muy pequeño para reconocerlo a simple vista, los síntomas de infección son evidentes. Vive adherido a la suave membrana del oído interno. Sus diminutas alas vibran a una frecuencia indetectable para el ser humano, pero que interfiere con las ondas cerebrales y deja a la víctima confusa y sumida en la depresión. Esas vibraciones negativas pueden ser difíciles de distinguir de los propios pensamientos. Si no se procede con sumo cuidado, es fácil que la persona termine dando crédito al murmullo negativo de sus conversaciones internas. En los casos más graves, la infección puede trasladarse al cerebro del huésped, donde el parásito se reproduce y tiene miles de crías que al poco tiempo se propagan a otras personas por el aire, por medio de las palabras negativas que pronuncia el huésped.

El negapillo es una plaga que puede causar graves daños. De ahí que el tratamiento deba administrarse al primer síntoma. Mediante un sacudón, hay que desalojarlo del oído de la víctima. En la mayoría de los casos el propio paciente puede aplicarse el tratamiento, inclinando la cabeza hacia el lado donde está el negapillo y realizando varios saltos enérgicos mientras se golpea el lado opuesto de la cabeza. Si el afectado no sabe con certeza en qué oído se esconde el negapillo, deberá darse golpes en los dos lados de la cabeza para mayor seguridad. De haber más de un negapillo alojado en la cabeza, tal vez sea necesario repetir el proceso. En casos difíciles o extremos, se aconseja tomar una almohada y asestarle un buen golpe a la víctima en la cabeza, por el lado opuesto a donde se encuentre el negapillo. Si esa estrategia no da el resultado deseado y no se consigue eliminar el parásito, tal vez sea necesario propinarle un susto para que el bicho salga de su escondite. El agua helada aplicada en la cabeza de la víctima casi siempre proporciona buenos resultados. Para evitar la reinfección, colóquele al paciente unos auriculares y póngalo a escuchar

música alegre y lecturas alentadoras. Se recomienda además hacer con él ejercicios de mentalización positiva. (Advertencia: Los golpes con almohada y los tratamientos con agua helada solo deben aplicarlos adultos capacitados. Si un niño intenta esas maniobras, puede causar lesiones a la víctima o daños y perjuicios materiales.) Estudio clínico Un estudio clínico realizado con mis hijos de corta edad y mi hija adolescente arrojó resultados muy alentadores. El tratamiento prescrito demostró ser muy eficaz para ayudarlos a superar crisis de autocompasión y otros cuadros emocionales negativos. Por ejemplo, un día entré a la cocina y encontré a mi hija de trece años sollozando frente a una pila llena de platos sucios. Me apiadé de ella y le dije: «Siento mucho que no estés contenta. No te quepa duda de que te quiero mucho. Es más, te quiero tanto que tengo que hacer esto...» Saqué una almohada que traía escondida y me puse manos a la obra. Mi hija no paraba de reírse y pedirme misericordia. Después del tratamiento, la paciente se recuperó milagrosamente.

1. Proverbios 17:22 6

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P É G AT E U N A C A R C A J A D A

Enseguida reanudó el lavado de platos, pero me desconcertó que al cabo de unos instantes sufriera una recaída. Era hora de pasar a la segunda fase. Fui a buscar agua helada. Me vio venir, pero no me creyó capaz de hacerlo. Tras una breve persecución por la casa, la acorralé y... ¡chof! Hasta le pareció gracioso. Unas carcajadas más y los platos ya casi estaban listos. Soy madre de una adolescente muy sensible a las emociones. Como tal, he pasado largas horas explicándole cosas, animándola, consolándola y orando a fin de ayudarla a reponerse de sus arrebatos hormonales y cuadros de desaliento. Sin embargo, he comprobado que el tratamiento contra los negapillos es de lo más eficaz. Una vez que las pobres víctimas del negapillo toman conciencia del peligro, aprenden a reconocerlo y evitan a toda costa los monólogos internos de carácter negativo o destructivo. Más vale prevenir que curar. ¡Cuidado con el negapillo! M  K      L  F   I   T. ■

«El corazón alegre constituye buen remedio»1. Una disposición jovial no es solo beneficiosa para el espíritu; muchos estudios han demostrado que lo es también para el estado físico. Pegarse una buena carcajada puede sacarlo a uno de la depresión o la pesadumbre. Conviene cultivar el buen humor, reírse, relajarse, pasarlo bien… todo lo que sirva de válvula de escape para olvidar las desventuras y disfrutar de la vida.

LECTURAS ENRIQUECEDORAS Ver lo bueno Pensemos en todo lo bueno que ha hecho el Señor por nosotros. Salmo 40:5 Salmo 103:2 Salmo 126:3 Adoptemos una actitud optimista ante las dificultades de la vida. Salmo 119:71 Habacuc 3:17,18 Romanos 8:28 1 Tesalonicenses 5:18 Santiago 1:2-4 1 Pedro 4:12,13 Cultivemos una actitud favorable hacia los demás. Romanos 12:10 Efesios 4:32 Colosenses 3:12 1 Pedro 4:8 Habituémonos a ser agradecidos y alabar a Dios. Salmo 35:28 Salmo 100:4 Efesios 5:20 7

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EL PAQUETE Mercy D’Souz a

Muchas veces los padr es quer emos compr ar un juguete a un hijo sin motivo alguno. Aunque no sea una ocasión especial, ni algo que el niño necesite o haya pedido siquiera, sabemos que lo disfrutará y queremos que lo tenga. Hace poco me pasó eso con mi hijo Logan, de 19 meses. No sé muy bien por qué me empeñé en conseguirle un caballito mecedor. Quizá porque en el video que más le gustaba había una escena de niños montados en caballitos de balancín, o porque cada vez que íbamos a una tienda de juguetes cercana la vendedora lo invitaba a montarse en

uno de los caballitos que tenían allí, y él nunca se quejaba cuando era hora de irnos. A decir verdad, él no parecía tan ilusionado con tener uno, pero yo no podía dejar de pensar en lo lindo que sería. El problema era que costaba más de lo que yo me podía permitir. Me dije que los niños crecen y pierden rápidamente interés en sus juguetes, y que tal vez Logan ni siquiera jugaría mucho con él; pero el deseo de conseguirle uno persistía. Una noche Logan y yo estábamos mirando dibujos de juguetes y vimos un caballito mecedor. Impulsivamente le propuse: «Pidámosle a Jesús para que te dé uno igual a ese». Luego de una breve pero sincera oración, resolví que ya había hecho lo que estaba a mi alcance, y al poco tiempo me olvidé del asunto. Unos días después recibimos un paquete muy grande de unos amigos que nos habían dicho que nos iban a enviar ropa para los niños. Aunque yo esperaba una caja pequeña, la que nos llegó era enorme. La abrí y me puse a revisar lo que había dentro. ¡Cuál no sería mi sorpresa al ver enterrado debajo de la ropa un caballito mecedor de madera del tamaño perfecto para Logan! No daba crédito a mis ojos. Entonces recordé la oración que habíamos hecho. Dios se valió de aquel incidente para infundirnos fe. Cada vez que miro ese caballito recuerdo cuánto nos ama Dios, que no solo nos da lo que necesitamos, sino también lo que deseamos. Mercy D’Souz a es integr ante de L a Fa mili a Inter nacional en l a Indi a.

Deléitate en el Señor, y Él te concederá las peticiones de tu corazón. Salmo 37:4 Logan con su caballito 10

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No solo los niños crecen; también los padres. Los niños nos observan para ver qué hacemos con nuestra vida tanto como nosotros a ellos. No puedo pedir a mis hijos que tengan grandes sueños y luchen para concretarlos. Solo puedo hacer yo lo mismo. Joyce Maynard

Crecer juntos Rincón de los padres

No sé en qué planeta vivía cuando pensé que el día que tuviera un hijo todas las habilidades que se requieren para criarlo me vendrían como por arte de magia. No tardé en darme cuenta de que los hijos, por mucho que proporcionan incomparables alegrías, también representan bastante trabajo. En mi caso tuve que ajustar mis aspiraciones y mi orden de prioridades a mi nueva realidad. Todos los días paso por un proceso de aprendizaje para adaptarme a sus nuevas necesidades. Katiuscia Giusti

Nadie me prometió que sería fácil, y sin duda no lo es. Pero ver crecer a los hijos, verlos tomar por sí mismos decisiones importantes y lanzarse a la vida como seres humanos independientes, fuertes y agradables es una enorme recompensa. Al mismo tiempo, me gusta cómo me estoy volviendo yo. Tener hijos me ha hecho más humano, más lexible y humilde, más inquisitivo. Padre anónimo

Si pudiera empezar de nuevo con mi hijo, primero construiría su autoestima; después, nuestra casa. Usaría más el índice para pintar y menos para acusar. Sería menos inlexible y más accesible. Apartaría los ojos del reloj y los pondría más en él. Haríamos más caminatas y, por supuesto, más fogatas. Dejaría de hacerme la seria y me tomaría en serio el juego. Correríamos más por el campo y miraríamos más las estrellas. Le daría más abrazos y menos tironazos. Diane Loomans Los niños nos mantienen a raya. Su risa nos impide endurecernos. Sus sueños garantizan que nunca perdamos las ganas de forjar un mundo mejor. Son quienes mejor nos imponen disciplina. Rania, reina de Jordania, en la revista «Hello»

Si consideramos que nuestra labor consiste simplemente en presidir el crecimiento y la educación de nuestros hijos, la tarea puede resultarnos desalentadora y pesada. En cambio, si la tomamos como una oportunidad de crecimiento personal, se convierte en una de las experiencias más creativas y asertivas que nos ofrece la vida. Servir de modelo de las cualidades que queremos que ellos tengan nos da ocasión de superarnos y ampliar nuestros horizontes. A algunos, los hijos nos dan la oportunidad de ser los padres que hubiéramos querido tener. Jack Westman

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Un mundo imperfecto Chalsey Dooley

La sonrisa de mi bebito era una nimiedad. Sin embargo, modiicó mi perspectiva de la vida. Al despertarse y mirarme, vio lo más fundamental para él en el mundo: ¡yo! No le importó que mi pantalón de pijama no combinara con la blusa, ni que estuviera toda despeinada. Simplemente me quiere, y le encanta estar conmigo. No necesita perfección; el amor todo lo perdona, todo lo embellece. En el momento en que lo tomé en brazos y me impregné del amor que irradiaba, se me esclareció algo que había estado rumiando un rato antes. La falta de perfección en la vida es algo que siempre me ha fastidiado. Cuando alguien dice o hace algo que me contraría, suelo argumentar: «¿Por qué tiene que haber choques de personalidad, descuidos, faltas de consideración, injusticias, desaires, pesimismo? ¡Son cosas 1. Mateo 7:7

que suceden todos los días y están mal! ¡Ojalá no existieran! Si todo el mundo —yo incluida— se condujera como es debido, mi vida sería toda dicha y perfección. La perfección es lo único que alguna vez aliviará mis irritaciones». Pero a la vez sabía que eso nunca se daría. La vida no es así. Necesitaba otra solución. Cuanto más cavilaba más me daba cuenta de que en realidad lo que quería era que el mundo girara en torno a mí, mis deseos, sentimientos, preferencias y prioridades. Algo tenía que cambiar, y en este caso, cualesquiera que fueran las faltas de los demás, la que tenía que cambiar era yo. Pero ¿cómo? Ya lo había intentado antes. Aquella mañana, mientras sostenía en brazos a mi bebé, una voz interior me susurró: «¿Te habría gustado que tu bebé fuera perfecto de nacimiento?» Al relexionar sobre ello, comprendí que nada me habría desagradado más. De haber podido él

caminar y correr desde el momento en que nació, nunca habría podido yo disfrutar de la expresión de emoción que se dibujó en su carita el día que logró dar sus primeros pasos. Además me habría perdido ese singular sentimiento de tenerlo en brazos sabiendo que dependía enteramente de mí. De haber podido él hablar perfectamente desde el día en que nació, jamás habría podido yo experimentar la alegría de oírlo decir su primera palabra. Si él supiera todo lo que sabe una persona mayor, nunca habría podido verlo pasmado ante algún descubrimiento, ni habría tenido yo la dicha de enseñarle algo nuevo. Me habría perdido ininidad de cosas. En realidad sus imperfecciones lo hacen perfecto. No querría que fuera distinto. Entonces me pregunté: «¿Qué hace que su imperfección sea diferente de todas las otras imperfecciones que me rodean?» La respuesta no podía ser más clara: el amor.

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¡Eso es! Eso es lo que me falta. Eso es lo que más preciso para afrontar con valor y alegría los problemas que quisiera que no existieran. Caí en la cuenta de lo que me perdería si yo y los que me rodean fuéramos perfectos desde el comienzo. Me perdería ese aspecto imprevisible y sorpresivo de la vida; la dicha de perdonar y ser perdonada; los estrechos vínculos de amistad que se labran luchando con la adversidad, y las cualidades que se cultivan de la misma manera. Me acordé de que añadir pensamientos negativos a una situación ya de por sí negativa nunca da resultados positivos. En ese momento me propuse buscar y descubrir las oportunidades y experiencias positivas que se ocultan detrás de la máscara de la imperfección. Más tarde aquel mismo día mi bebito no se dormía. Decidí entonces sacarle provecho a una situación difícil poniendo en práctica lo que acababa de aprender. Me olvidé de

lo que a mi juicio era lo mejor para él y para mí en ese momento, y mi marido y yo nos estuvimos un rato cantando y riendo con él. Fueron instantes perfectamente felices que todos nos habríamos perdido si aquel día todo hubiera salido perfecto. Cada situación y cada persona con que nos topamos pueden contribuir a que nuestra vida esté salpicada de felicidad y sorpresas. Basta con que no nos atasquemos en lo inmediato, sino que miremos más allá. Podemos ver cada diicultad, pérdida, herida o deiciencia como una pista, como la puerta de acceso a una cámara acorazada donde encontraremos bellos tesoros de Dios. «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá»1. Chalsey Dooley vive en Austr alia. Escr ibe textos motivacionales par a niños y educador es y se dedica de lleno a la for mación de sus hijos. ■

Cuando dejas de exigir perfección a los demás, los puedes querer por lo que son. Donald Miller Si buscas la perfección, nunca estarás contento. León Tolstói No temas a la perfección. Jamás la alcanzarás. Salvador Dalí Hay dos clases de perfección: la que nunca lograrás, y la otra, que es conducirte con naturalidad. Lauren King Nunca buena obra sin zozobra. Refrán español Es preciso ser tolerante para poder vivir acompañado. Muchos solitarios lo son por perfeccionistas. Víctor Hugo Menacho Moreno 11

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LA DECISIÓN DE UNA MADRE Renée Chang

Ninguno de sus amigos y familiares entiende por qué decidió hacerlo. A la mayoría le gustaría despertarla de su insensatez. Sus objeciones tienen sentido. Al in y al cabo, May ya tiene cerca de 45 años y vive sola desde que su hija se mudó a otra parte. Además se ha endeudado. El caso es que May está criando a una niña que su ex marido tuvo con otra mujer. May se casó joven y se divorció antes de los 25 años. Desde antes de separarse ya criaba sola a su primera hija, pues su marido era narcodependiente, y no hacía otra cosa que entrar y salir de la cárcel. Unos veinte años después, él reapareció de la nada y le pidió un favor. Había tenido una hija con otra mujer y quería que ella le gestionara la internación de la niña

en un orfanato antes que él volviera a la cárcel. La pequeña Joline (se pronuncia Yolín) había sido abandonada por su madre y parecía destinada a pasar su vida en una institución. May optó por hacer las gestiones para quedarse con ella. Ya lleva cinco años criándola. No le ha resultado fácil. Trabaja arduamente para pagar las cuentas, y Joline no le da tregua. Sin embargo, nada la hace desistir. «Todos me dicen que Joline es una carga enorme y que no valen la pena los sacriicios que hago para criarla. Pero nadie me pregunta qué siento yo ni toma en cuenta las razones por las que lo hago. »Cuando terminó mi última relación, sentí que mi vida había perdido todo sentido, y que nunca tendría una familia normal. Sin embargo, la primera vez que vi la sonrisa de Joline y que ella me agarró

un dedo con su manito, supe que había alguien que me quería y me necesitaba. Joline no es una carga; me trae amor y alegría». En ese momento Joline se acercó, echó sus brazos al cuello de May y le llenó las mejillas de besos. «Te quiero, mami. Eres la mejor del mundo». Como madre orgullosa que es, a May se le iluminó el rostro. Entonces caí en la cuenta de que May tenía razón, y de que las críticas que había recibido eran injustas. En lugar de dejar que las vicisitudes y avatares de la vida la sumieran en una espiral de autocompasión, optó por dar de lo que aún tiene. Y gracias a ello ha hallado la felicidad que tan esquiva le había sido. R enée Chang es dir ector a de una consultor ía en Taiwán. ■ 13

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Uno de los mejores obsequios que me hizo mi padre —sin proponérselo siquiera— fue la oportunidad de presenciar el valor con que hacía frente a la adversidad. Siempre se mostraba imperturbable, completamente sereno. Nunca perdía su carácter efervescente, risueño, jovial. Ben Okri (1959 – )

LECCIÓN GRATUITA

La vida está sembrada de espinas, y no conozco otro remedio que pasar rápidamente a través de ellas. Cuanto más tiempo dedicamos a nuestros infortunios, mayor es su poder para hacernos daño. Voltaire (1694–1778)

Elsa Sichrovsky

Hacía un tiempo estupendo, y la mayoría de mis amigos aguardaban con ansias el in de semana para distenderse y pasarla bien. Yo no. Había estado enferma y me había atrasado en los estudios. Tenía por delante una montaña de trabajos, informes y tareas que terminar antes de in de mes. Me sentía sobrecargada y anímicamente descargada. Al cabo de varias horas de intenso trabajo y pocos progresos, se me ocurrió que quizá pasando un rato al aire libre se me levantaría la moral; así que me fui a pasear a un parque cercano. Aunque normalmente las zonas verdes y los caminos están tranquilos, en aquella ocasión estaban repletos de familias. Por

todos lados se escuchaban risas y un alegre bullicio. Llevaba un rato caminando cuando me llamó la atención el grito de entusiasmo de un niño. Me volví y vi a un señor jugando a la pelota con su hijito, que tendría unos tres años. El pequeño corría alocadamente, pateando y persiguiendo el balón sobre la hierba. Muchas veces ni siquiera lograba hacer contacto con él, y se le escapaban muchos de los pases que le hacía su padre. Sin embargo, jugaba con tanta pasión y entusiasmo que me arrancó una sonrisa. Después de observarlos un rato noté algo raro en el brazo derecho del papá. Si bien movía el resto del cuerpo con naturalidad mientras corría y pateaba la pelota, la mano

y el brazo derechos le colgaban inmóviles a un costado. Con soltura y desparpajo hizo señas a su hijo con el otro brazo y le pasó una vez más el balón. Cuando el sol comenzó a ponerse, emprendí el regreso a casa. La risa contagiosa de los dos futbolistas me resonaba aún en los oídos. No creo que aquel padre se considere un gran maestro de vida; pero ese domingo por la tarde, sin darse cuenta, me animó mucho. Su ejemplo de alegría y sencillez redujo mis problemitas a su justa dimensión y me motivó a afrontar las diicultades con ese mismo espíritu de fe y valor. Elsa Sichrovsk y es estudiante de secundar ia. Vive con su familia en Taiwán. ■

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