Las Preguntas de JesĂşs Mateo 16:21-28, Lucas 9:22-27 Atalaya
21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. 22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. 23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. 24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. 26 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? 27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. 28 De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.
22 y diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día. 23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. 25 Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?
26 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles. 27 Pero os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios.
Significado de Adicciรณn:
Dependencia o Hรกbito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas tรณxicas, o por la aficiรณn desmedida a
7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. 9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
Codicia de Dinero, Endeudarse, Poder, Fama Drogas, Alcohol, Fumar Mentir, Engañar, Incumplir Comer en exceso, dejar de comer o comida chatarra Juegos, ver TV en exceso A Navegar en Internet, correos electrónicos, Redes Sociales Vanidad, Belleza, Pornografía Lenguaje Vulgar y Soez Resentimiento, Odio, Venganza Egoísmo y Tacañería Soberbia, Susceptibilidad, Reaccionar Impulsivamente Temor y Desconfianza
También nosotros tenemos cerrados los ojos y el corazón, y pasa Jesús para que clamemos. San Agustín ......................... ¿Qué situación recuerdas de estar adicto en tu vida? ¿Qué visualizas con tus ojos cerrados? ¿Qué escuchas con tus ojos cerrados? ¿Qué sientes con tus ojos cerrados? ¿Qué significa para ti que Jesús nos pida que seamos libres que no sigamos adictos en nuestra vida? ......................... ¡Cuánto dicen tus ojos cerrados!
¿Qué significa en realidad perderse a sí mismo?... y ¿qué es eso de “ganarse”? ¿Qué es para nosotros ganarse la apuesta de la vida? No hay pregunta más fundamental, porque en cierto modo todo depende de ella... y son, por desgracia, muy pocos los que se la hacen. Pierde su vida el que después de caminar no llega al paradero para el que fue creado. Jesús nos invita hoy a reflexionar sobre este tema. Detrás de esta pregunta, miramos al trasluz todos nuestros valores. Para responder honestamente, debemos revisar nuestros criterios... y descubrir qué es lo más importante en nuestra vida.
El problema no radica tanto en ponernos de acuerdo sobre nuestro ideal. En eso fácilmente podremos concordar. La dificultad está en descubrir la ruta que conduce a ese ideal; y en encontrar los medios que nos llevan al fin sin engañarnos. Es el sendero el que determina el rumbo de la marcha. Por eso el Señor, más que un fin, nos propone un camino... que es, en verdad estrecho. Para fijar ruta, el Evangelio nos da una extraña luz. Invirtiendo toda lógica humana nos recuerda que quien pierde su vida por el Señor, la conservará. Es un lenguaje oscuro, paradójico y exigente. El mundo no habla así.
Hay hombres triunfadores. Y cada vez más, son ellos los que imponen su estilo. En los negocios, en la universidad, en la visa social, en el deporte y en tantos otros ámbitos imponen su presencia los que saben hablar fuerte y los que golpean duro. Son felices porque ocupan los primeros puestos. Pero, muchas veces, detrás de tanto brillo hay una gran pobreza “¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su vida?” Con frecuencia la Iglesia ha repetido esta frase del Maestro. Tal vez hoy más que nunca, vale la pena reflexionar sobre ella cuando nos están ofreciendo tantas cosas... En verdad nos ofrecen el mundo.
Nos quieren hacer creer que poseyendo la tierra descubriremos las claves de la vida. La gente lucha y sufre tanto por alcanzar sus metas y se hace tantas ilusiones, ¿Vale la pena todo esto? ¡Qué dura es la competencia por triunfar, por sobresalir!... Y todo esto ¿para qué? “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo, si pierde su vida?” Muchas veces lo que sólo es un camino se ha ido convirtiendo en un fin. Lo que sólo es un medio se ha transformado en un ídolo. Con este simple cambio se tronchan innumerables vidas. El trabajo ha dejado de ser trabajo para convertirse en un dios... lo mismo le ha pasado al deporte, al sexo, y a tantas otras cosas.
La gente gana el mundo y termina perdiéndose. Es éste uno de los rasgos más crueles de una cultura que ha entreverado todos los senderos y que, sin darnos cuenta, nos ahoga. Hay padres que dicen trabajar para sus hijos y no se dan el tiempo para conversar con ellos. Apenas alcanzan a verlos cuando ya están dormidos. Triunfan en su profesión, han sobresalido en el trabajo, pero uno se pregunta si las prioridades habrán estado bien formuladas. Al final de tanta ganancia, ¿qué se logró en verdad? Hay madres que les duele su condición de mujer y luchan por su propia realización.
Profesionales notables agotan sus mejores energías en la oficina... y, como esposas o maridos, van a arrojar su agotamiento en el seno de la familia. Como nunca, nos encontramos con personas que han perdido su norte, que han errado el camino y dan vueltas buscando la propia felicidad. “¿De qué le sirve al hombre...?” El trabajo, los títulos, el bienestar... son caminos de realización que se nos ofrecen. En sí, son buenos salvo que pierdan su condición de medios. Entonces se hacen crueles. Nos esclavizan y terminan destruyéndonos.
Estamos en la cultura de la adicción. Existen adictos no sólo a las drogas, al alcohol, y al sexo; los hay también al trabajo, al deporte, al dinero, a la ciencia, al poder, a los escaparates y a tantas otras cosas. ¿Y al final qué queda de todo esto? Es propio del adicto perder los horizontes y con ellos perder su libertad. Por eso, hoy como nunca vale la pena repetirle al hombre y repetirnos a nosotros mismos la pregunta penetrante de Jesús “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo, si pierde su vida?”
¡Ánimo, el Señor te llama! ¿De qué adicciones quieres que El te libere en tu vida? ......................... ¿Qué necesitas? ¿Qué deseas? ¿De qué quieres que El te libere en tu vida? ¿Qué crees que Jesús hará? ......................... ¡Cuánto dice tu arrepentimiento!
Invocar el poder de las llaves da libertad. Toda esclavitud de vicio, malos hábitos o adicciones nocivas se puede acabar con la potencia de las llaves. Di: Libérame hoy mismo de las ataduras del Enemigo, ¡mediante el poder de las llaves de la libertad! Las llaves están vivas y generan acción, movimiento y cambio. Inspiran, revolucionan, derriban muros, eliminan malos hábitos y mentalidades profundamente arraigados. Libérate con ellas de todo lo que haga falta. Y de mucho más. Las llaves son luz, fortaleza y vida. Invoca la potencia de las llaves y las tinieblas huirán.
Relato – El elefante sumiso Cuando yo era chico me encantaban los circos. Lo que más me gustaba eran los animales, y mi preferido era el elefante. Durante la función, la enorme bestia impresionaba a todos por su peso, su tamaño y su descomunal fuerza. Pero, después de la actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, uno podía encontrar al elefante detrás de la carpa principal, con una pata encadenada a una pequeña estaca clavada en el suelo. La estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado superficialmente. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo, podría arrancar la estaca y huir.
Relato – El elefante sumiso El misterio era evidente: ¿por qué el elefante no huía, si podría arrancar la estaca con el mismo esfuerzo que yo necesitaría para romper un fósforo? ¿Qué fuerza misteriosa lo mantenía atado? Tenía 7 u 8 años, y todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a mis padres, maestros y tíos, buscando respuesta a ese misterio. No obtuve una coherente. Alguien me explicó que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: “Y si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?” No recuerdo haber recibido ninguna explicación satisfactoria.
Relato – El elefante sumiso Con el tiempo olvidé el misterio del elefante y de la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con personas que me daban respuestas incoherentes, por salir del paso, y, un par de veces, con personas que se habían hecho la misma pregunta. Hasta que hace unos días me encontré con una persona, lo suficientemente sabia, que me dio una respuesta que al fin me satisfizo: el elefante no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al elefantito, con solo unos días de nacido, sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento empujó, jaló y sacudió tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo hacerlo: la estaca era muy fuerte para él.
Relato – El elefante sumiso Podría jurar que el primer día se durmió agotado por el esfuerzo infructuoso, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al de más allá... Hasta que un día, un terrible día, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Dejó de luchar para liberarse.
Taller ¿Quieres que Jesús te ayude a no dudar? Cuando le has pedido a Jesús te ayude a no dudar, Jesús te pregunta qué has hecho, cuándo, cuánto, con quién y para qué lo has hecho, cuáles han sido los resultados y que cambiarías?: Qué Hacer?
Qué Mantener?
Qué Eliminar?
Qué Reducir?
Qué Aumentar?
Qué Hacer Nuevo?
Cómo Hacerlo?
Con qué ?
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Cuál es el resultado?
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