Derrumbes

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Abdellatif Laabi

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Derrumbes

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Abdellatif Laabi


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Mira amor el mundo que se derrumba alrededor de nosotros en nosotros Estrecha mi cabeza contra tu pecho y dime qué ves ¿Por qué ese silencio? Simplemente dime qué ves ¿Las estrellas contaminadas caen del árbol del conocimiento? ¿Nos sumergirá pronto

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la nube tóxica de las ideas? Dime qué ves ¿Arden libros en las plazas públicas? ¿Rapan a las mujeres para lapidarlas? ¿Los encapuchados salen en procesión blandiendo cruces y cimitarras? ¿Por qué ese silencio, amada mía? ¿Vogamos sobre una isla flotante? ¿O sobre un torpedo? ¿Vamos solos? ¿O encadenados a otros hermanos de infortunio? ¿Qué día es hoy? ¿Qué hora es?

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Estrecha bien mi cabeza contra tu pecho y si puedes abre tu vientre y recíbeme en el crisol de tu fuerza Hazme remontar el río hasta el manantial de manantiales Húndeme de nuevo en el mortero de la vida y deja caer en mi mollera siete puños de cebada canturreando la canción de Fayruz que cantas mejor que ella

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¿Por qué lloras? ¿Temes por el mundo? ¿O por nuestro amor? ¿No puedes hacer nada por mí? Entonces dime simplemente qué ves ¿De qué mal se muere hoy día? ¿Qué arma invisible extirpa el alma y el sabor incomparable de la vida? ¿Qué clase de caravana es ésta que devora a sus camellos y vacía sus odres en la arena? ¿Quién es el mago que convierte a la guerra en un acto de amor?

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¿Por qué ese silencio? ¿Tú también crees que las palabras están tan sucias que ni siquiera sirven para preguntar el camino? ¿Crees que ya no hay nada qué decir y que mis pobres versos sólo son ridículo tras ridículo? ¿Quieres que me calle para dejarte mirar los derrumbes con la dignidad del silencio?

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Estrecha bien mi cabeza contra tu pecho y arrúllame Mi cabeza se volverá pequeñita en el nido sedoso de tus manos Reventará el gran absceso de las ideas y seré de nuevo ese niño de otro siglo aterrado por los truenos que se anima recitando un viejo alfabeto a la luz de una vela en la prohibida casa de Fez cerca del brasero donde crepitan el incienso y la alholva y se disuelve en el alumbre el de ojo Arrulla a este niño al que nunca arrullaron para que reviva y haga revivir en tus brazos ese mundo tragado, saqueado, robado del que sólo queda este amargo perfume de inocencia

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¿Por qué ese silencio, amada mía? ¿Desperté un callado dolor? ¿O ese mismo deseo de ser arrullada? ¿El de una niña que nació en otra guerra y se fue ultramar para ver de nuevo el sol de sus libros de estampas y acariciar frutos de oro en una huerta cuidada por legionarios? Tú que desconoces la inútil tortura de las raíces más cerca del hombre que de su propio rumor tú que aprendes con rapidez idiomas despreciados tú que siembras donde se desangran los barbechos que plantas donde se encarniza el desyerbado Y todo lo haces fingiendo la lealtad de las aves migratorias 13

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y esa melancolĂ­a que las desgarra dulcemente entre el nido y el periplo

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¿Por qué lloras? ¿Por el mundo que desapareció? ¿O por el que se derrumba? ¿Por el niño o por el adulto? ¿Se puede elegir entre dos adioses? ¿Decidirse por el adiós cuando el milagro está allí y nuestro pulso late suavemente toca su sinfonía puño contra puño a pesar de que las armas hablen en lugar de los poetas?

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Estrecha bien mi cabeza contra tu pecho y dime qué ves con esa mirada que cultivamos con tanta paciencia en lo más negro de las tinieblas cuando los días del año pasaban en cuenta regresiva la primavera nos devoraba el sexo el otoño era una golondrina de cera en la almohada el verano nos marcaba al rojo vivo en sus furgones y el invierno nos concedía una migaja de misericordia Cuando unas cuantas palabras de amor arrojadas a través de las rejas nos nutrían a lo largo de una semana interminable Cuando yo sonreía para conquistar tu sonrisa y derramabas una lágrima que yo me negaba 16

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Cuando sacaba de mi cabeza una paloma para que la llevaras con orgullo sobre tu hombro en la fila de la espera

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Dime qué ves con ese ojo de carne y acero acostumbrado a las tinieblas antiguo como la conciencia vigía del olvido testigo irrefutable ¿Por qué ese silencio, amada mía? Aquella mirada no puede extinguirse ¿verdad? Entonces dime qué ves ¿Comenzó la destrucción de Granada? ¿Los bárbaros llegaron a nuestras puertas? ¿Cómo son? ¿Hablan un idioma desconocido? ¿De verdad vienen de otra galaxia de otra dimensión del tiempo? ¿En algo se parecen a nosotros? ¿Qué los hace tan aterradores?

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Dime qué ves ¿Sigue creciendo el río de imágenes? ¿Para cuándo está previsto el diluvio? ¿Se lucha en las cercanías del arca? ¿Qué hacen con los caballos heridos con los niños que no pueden caminar? ¿Llegó la hora de que las mujeres tomen las armas? ¿Hay un profeta perdido en medio de la horda? ¿Por qué ese silencio, amor? ¿Me condenas a imaginar lo que jamás hubiera aceptado imaginar aunque tuviera que reventarme los ojos? ¿Cómo hubiera podido creer que algún día ejercería este maldito oficio de cuervo ni el sombrío oficio del cisne? ¿Yo artesano hijo de artesanos labrador de antigua belleza 19

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tejedor de esperanza vigía del fuego hasta las cenizas pastor de rebaños sin cayado qué levantar contra los lobos? ¿Yo artesano hijo de artesanos que espía el arcoíris para no confundir los colores que confía en sus nombres y los recoge uno por uno en la cacerola de cobre de su progenitora como especias raras destinadas a la alegría humana a compartirse en un banquete que sólo es lícito cuando los pobres lo honran y lo bendicen?

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¿Cómo hubiera podido creer que ese sueño que me convirtió en hombre se convertiría en pesadilla que los héroes de mi juventud talarían el árbol de mi canto que los libros donde descubrí a mis dobles se amarillarían al fondo de mi biblioteca que a mi errancia destinada al hallazgo le faltaría a ese grado el vaso de agua y el plato que deja a la orilla del camino Él o La que vigila las errancias?

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¿Cómo adivinar el espejismo de un camino tan bello las cadenas de un horizonte tan libre el gusano de un fruto tan hermoso? ¿Dónde estuvo el error? ¿Por qué ese silencio, amada mía? ¿Quieres atizar aún más las palabras en mí? ¿Hacerme vaticinar, blasfemar rehacer con palabras lo que otros deshicieron con palabras? ¿Reencontrar el sentido a lo que se levantó contra el sentido? ¿Detener con un grito el engranaje que atrapó todo mi cuerpo y sólo me dejó este remedo de voz? ¿Pero qué habla en mí? ¿Eres tú, ojo mío? ¿O mi palabra en duelo? Entonces ve, palabra desátame hazme delirar

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devuelve a mi lengua sus lenguas perdidas sus antiguas creencias los ingobernables escalofríos de sus palabras sus junglas y sus reductores de cabezas heladas Libérame del torno de la razón Toma mis pieles de lobo y de cordero mi tintero fósil, mis lápices el pan de muerto sobre el que juré Toma este báculo de peregrino que creyó conducir a un ciego Toma el último cigarro y arroja la cajetilla

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Ve palabra mía desátame hazme delirar sé ruda, copiosa, áspera, espinosa, ardua Sube y hierve Derrámate Lava las palabras arrastradas por el lodo y las bocas corruptas Haz que la ola se levante en ti y de un salto inexplicable abandone el mar junto a los peces que rechazan la fatalidad acuática Haz que se forme otro magma en ti de un limo aguerrido que nos prometa un obstinado génesis sin infiernos ni paraísos lento como la caricia que enciende el deseo

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Ve palabra mía leal a mí Ahora hablo cuerpo entero con todos mis abortos Y aunque estoy vencido no me rindo haré una gran construcción en mi memoria encenderé antorchas con las pupilas de mis mártires tocaré el tambor con sus manos Danzaremos la danza de los soles que nos robaron de los toros degollados que las bailarinas sagradas quemadas por el delito de la danza arrojaron con nosotros en nuestras células

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Ah palabra mía No abandones en el surco ningún órgano riégalos con el jugo del embarazo y de la juventud Dánzame Dánzanos Ruinas o no caos o abismo Dios muerto o vivo danza toda Vengo de ti a ti pobre y desnudo como debe ser con una pizca de sal en la boca con las uñas negras y largas revolviendo brasas ardientes en medio de una nube de sándalo y vísceras humeantes levantando el estandarte amarillo y negro de mujeres locas sacerdotisas de hoyos en la tierra Vengo a ustedes oh padre y madre 26

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para merecer de nuevo el cortejo y el atuendo para anudar mi fe con la cuerda de su fe traigo al chivo y los cirios decorados de Salé tres panes dulces y un manojo de menta de Meknes Háganme sitio para que baile desde el principio y que mi sangre negra salpique el empedrado e indique el camino del santuario donde ningún Imán se esconde El santuario que incluso ustedes olvidaron Donde los rebeldes escapan de las leyes humanas y pueden vivir como hombres libres

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Ah palabra dánzame dánzanos Te confío este cuerpo en saludable trance estos tumores benignos y no benignos estos talismanes incrustados en la piel para que instilen la paciencia de las rocas y vuelvan menos voraz la suerte Te confío este cortejo que duda entre el frenesí y la sumisión Te confío tambores, crótalos y seductores violines Te confío la tetera y los aguamaniles el carbón, el fuego y sus sirvientes Te confío a la virgen y los espíritus que la habitan su grito múltiple de falsa parturienta sus pechos deslumbrantes 28

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sus caderas de barco alado que surca la noche Te confĂ­o oh amante imprevisible las vĂĄlvulas de esta noche para que las abras a la hora acordada sin dudas contra los raptores del alba

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Ah palabra ¿de dónde podría venir yo sino de ti y a dónde más podría ir? Sólo me queda este cabello para llevar mis pasos de un precipicio a otro y alcanzar unas cuantas estrellas amigas que se obstinan en brillar en la desolación del cielo para salir de los círculos de un infierno incoherente donde algunos creyeron que me complacía Sólo me queda este palmo de un reino donde ni siquiera tengo derecho a una tienda y del que no puedo escuchar el nombre sin que me duela la herida que ningún hilo puede coser ¿Debo llamarte patria 30


para consolarme o para vengarme de las patrias? ¿O debo dejarte libre a ti también soberana de raíces, de herejías, de amor siempre insurgente? Ah palabra temible sólo tú me puedes expulsar cuando ya ningún tirano podría exiliarme Sólo tú puedes ensillar mi montura escogerle freno, estribos y llevarla por esas horribles veredas en las que te gusta hacerme leer como principiante la arena, los guijarros y las huellas frías Sólo tú, oh mujer celosa No aceptas ni desmayo ni infidelidad Y ahora me desechas como pañuelo de papel en el caos 31

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Me das el ejercicio de este fin de mundo la tarea de descubrir en los

escombros

la piedra negra o blanca el grano que falta el anillo de madera el Ăłrgano desheredado eslabones que habrĂĄ que ajustar al alma cuando llegue la era de otra vida dichosa Y yo obedezco busco aĂąado mi desorden al desorden del mundo escribo para no perderme, para no caer escribo mirando febrilmente el reloj el trayecto del sol la sombra proyectada en el muro Busco en la arena contaminada el redondo trozo de madera 32

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la mínima lasca de piedra blanca Observo a los pájaros que se detienen para arrebatarles el famoso grano Escarbo en mis arterias para encontrar el órgano que no me enseñaron en la escuela Entonces, dime ¿cómo puedo encontrar una piedra negra en las tinieblas?

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Escribo por el todo o nada con la energía de la desesperación y Dios sabe qué tan grande es Trabajo como albañil a quien la suerte escogió para construir las cabañas de los ricos como un minero que se encarniza en el vientre de la tierra para vengarse de su esterilidad la cual desde luego reprocha a su mujer

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Escribo como otros rezan hacen penitencia y aceptan el Misterio A veces siento dichas como ellos deslumbramientos pero con frecuencia me asaltan dudas que ellos ignoran tormentos que dan a mi rezo acentos de verdad que desafĂ­a a la fe

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Escribo cuando me escribes oh voz y añado cosas que ignoras cuando someto tus palabras a ordalía y despierto en ellas el sentido de su dignidad Cuando les doy una cita amorosa y llego antes de la hora para saborear mi espera Cuando las invito tras la copa de cortesía a comer con los dedos del mismo plato Cuando no les pido nada sólo lo que debemos a nuestra soberana libertad Escribo por compasión y paso el sombrero no importa que sólo reciba escupitajos

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Ah palabra ve cómo me has endurecido Me volví tu yunque Los martillos del mundo podrán golpearme no me doblaré esperaré a que se acaben y me prepararé para el mundo que sigue ¡Que también él prepare sus martillos!

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¿Dormí, mi amor? ¿Qué dije de lo que creí ver? ¿De dónde viene ese cabello que llevo atado alrededor de la lengua? ¿Por qué estoy todo adolorido? Mis pies están hinchados Mi cabeza está como vacía de un agua pesada Me siento apaciguado listo para ver y escuchar para soltarme de tu abrazo y presentarme ante la Balanza para pesar mi alma lo que mis puños pudieron poseer y dejar allí las pocas plumas que le quedan a mis alas el pañuelo bordado que olvidé en el bolsillo Sólo me quedaré con nuestro anillo común No me lo quitarán ni el ángel del bien ni el ángel del mal 38

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Lo defenderé con los dientes y con las uñas Con la rabia de un gran lisiado Me quedaré con él y como en los viejos cuentos lo haré girar y cuando el carcelero crea haber cerrado todas las puertas se escuchará un gruñido y una humareda un temblor y un imprevisto vuelo de perdiz y el milagro estará allí nuestro pulso laterá suavemente tocará su sinfonía puño contra puño mientras bogamos sobre el palmo de nuestra isla con una nueva provisión de palabras un poco de agua dulce algunas frutas a sabiendas que nuestro bote es de ese mundo 39

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que se derrumba alrededor de nosotros en nosotros Nuestro bote es de ese mundo atĂłnito demasiado joven o viejo para entender que un pequeĂąo anillo puede obrar milagros CrĂŠteil, marzo de 1992

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Traducci贸n del franc茅s de Conrado Tostado



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