La sombra de las nubes

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LA SOMBRA DE LAS NUBES Primera edición: 2016, Ediciones Paracaidas Reservados todos los derechos conforme a ley © Ediciones Paracaidas © Andrea Raffo Email: andreraffo@gmail.com Diseño editorial: Andrea Raffo Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia


La sombra de las nubes Escrito e ilustrado por Andrea Raffo



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Í n d i ce Capítulo 1 Volver a casa Capítulo 2 Una ciudad a la altura Capítulo 3 La densidad del aire Capítulo 4 Bajo el abrigo Capítulo 5 Cogiendo Vuelo Capítulo 6 Tapetes de estrellas Capítulo 7 El fenómeno del niño Capítulo 8 El libro más alto del estante Capítulo 9 Castillos en el aire Capítulo 10 Englobados Capítulo 11 Los fantasmas en el cielo Capítulo 12 La materia de las nubes Capítulo 13 Más allá del tragaluz

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Capítulo 1

Vo lve r a c asa Los pintores quieren volver a repetir sus trazos, y los escritores queremos contar la misma historia con otras palabras y los labios que alguna vez se tocaron quieren volver a estar juntos y todo el mundo quiere volver otra vez a lo conocido. Cuando estamos a punto de cruzar una frontera nuestro cuerpo desencadena una reacción en la cual cada célula del cuerpo hace fuerza para quedarse dónde esta. Es tan fuerte este llamado que entre más lo ignoramos se crea un desequilibro más grande en nuestro interior y después de avanzar un paso no nos dan ganas de retroceder no ese mismo sino veinte. Esto reflexionaba Aurora sentada en uno de los miradores mejor escondidos de la ciudad. Había cruzado tantas fronteras en los últimos días pero por primera vez no sentía ganas de salir corriendo. De pronto en esta vida todo es un circuito y cuando llegó al final se encontró otra vez en el comienzo.

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Capítulo 2

Un a c i u d a d a la alt ur a Aurora es una niña de 10 años que vive en una ciudad ubicada en una cadena de cerros. En esta ciudad las personas quieren vivir más cerca de las estrellas, por esto que las casas y barrios más elegantes se encuentran en la cima de los cerros. Además en la ciudad en la que vive Aurora no hay carros sino que está llena de teleféricos en los que miles de personas suben y bajan todos los días. Aurora vive con sus padres y su hermano Sirio en una de las partes más altas de esta ciudad. Desde pequeña su padre le había inculcado la disciplina de leer —Tú eres una niña decente, de altura y por lo tanto tienes que mantenerte arriba. Pero no debes leer por diversión, eso es una pérdida de tiempo. Los libros que leas deben ser útiles, deben volverse peldaños que te ayuden a llegar más alto—. El padre de Aurora diseño su cuarto con una gran biblioteca y con un tragaluz de forma circular en el techo. El tragaluz iba a iluminar sus libros, y los libros iban a iluminar su mente y a dirigirla de vuelta al tragaluz, sobrepasando el vidrio y enfocando su mirada en el cielo. El padre de Aurora logró que ella desarrollara un gran amor por la lectura. Sin embargo no por los libros que él quería que leyera, sino por los libros de fantasía que su padre decía le habían llenado la cabeza de cucarachas. Aurora no prestaba atención a todo esto, ella no quería usar sus libros para subir sino para caer.

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Capítulo 3

L a d e n s i d a d d el aire El padre de Aurora era piloto de la mejor compañía de aviación del país y un sábado decidió llevarla a conocer los aviones con los que trabajaba. Él quería que sus hijos aprendieran a volar. Pero no a volar aviones sino a elevarse sobre los demás. Primero quiso mostrarle esto a Aurora por ser su primogénita, pero más adelante también planeaba traer a su hermano. Aurora al ver los aviones de la empresa de su padre se dio cuenta que eran más pequeños que otros que se encontraban en el aeropuerto y le preguntó por qué no eran más grandes si eran los mejores. El padre de Aurora le habló sobre el concepto de sustentación —Entre más alto vuela un avión menos denso es el aire y como hay menos aire que lo mantenga arriba necesita alas más grandes para compensar. Es por esto que entre más grande es la proporción de las alas en relación al cuerpo del avión, más alto puede volar este. Los que vuelan con nuestra empresa son personajes importantes, ministros, alcaldes, presidentes. Estos hombres pagan mucho más para poder volar más alto y como son pocos los que tienen la plata suficiente para pagar nuestros tiquetes, no importa que los aviones sean más pequeños—. —¿Pero por qué el aire es menos denso cuando uno va más arriba?—preguntó Aurora. —Por la ley de gravedad— le respondió su padre, la ley de gravedad es la que mantiene todas las cosas pegadas al piso.- Aurora no estaba muy segura de entender.

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Primero no entendía por qué las personas querían volar más alto. Porque estar arriba por estar arriba le parecía que no tenía sentido. Se preguntaba si la ley de gravedad era la razón por la cual había más personas viviendo en la parte baja de la ciudad que en la parte alta y se preguntó si el aire era más denso abajo ¿No respiraban estos mejor? También se preguntó si a un niño le entra más aire que a un adulto porque es más bajito y supuso que tal vez la falta de un aire denso cuando uno crece es lo que hace que los adultos actúen de una manera extraña. Desde que había leído El principito había entendido que los adultos eran seres de otros planetas que le ponían importancia a cosas muy extrañas. Y en ese momento consideró que tal vez los cerebros de los adultos no reciben suficiente oxigeno.


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Capítulo 4

B aj o e l ab r igo Una noche antes del cumpleaños de Aurora, ella y su hermano estaban como de costumbrecomiendo en el comedor. Su madre siempre los acompañaba para ver que Sirio comiera bien. Sirio debía seguir una dieta especial, llena de proteína y cargada de hormonas que lo ayudaran a crecer, porque su madre decía que lo que valía de un hombre es lo alto que pudiera llegar. Apenas terminaron de comer apareció su padre lo cual fue una gran sorpresa. Normalmente el padre de Aurora siempre estaba viajando y cuando llegaba a la casa siempre era muy tarde y los niños ya estaban durmiendo. Aurora y Sirio corrieron a abrazarlo —¡Papá! que haces aquí— preguntó Sirio —He venido a darle a Aurora un regalo de cumpleaños adelantado.— El padre de Aurora, Arturo, llevaba su chaqueta colgada en el brazo y debajo de esta parecía haber un bulto, efectivamente cuando levantó el abrigo se encontraba un cachorrito ahí escondido. Aurora tenía ya preparada una lista de libros que quería para su cumpleaños y por esta razón no sabía si le emocionaba el regalo, Sirio en cambio estaba extasiado. Arturo le dijo a Aurora que podía escoger el nombre y después de un rato de pensar Aurora le puso Gorila, como el primer libro que leyó. Arturo le explico a Aurora que todas las tardes debía sacar a Gorila a pasear. —Que lo haga Flor— dijo Aurora. Flor era la empleada de

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servicio de la casa.—Flor te va a acompañar para cuidarte—contestó su padre—Pero debes ser tu la responsable de Gorila. Aurora otra vez no estaba segura de que le gustara todo esto. Le gustaba Gorila, pero el parque estaba lleno de otros niños que no conocía. Además salir todas las tardes a sacar a Gorila significaba menos tiempo para leer.


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Capítulo 5

Co g i e n d o vuelo Al día siguiente Sirio y Flor acompañaron a Aurora a sacar a Gorila. Aurora se sentía aliviada de no tener que salir sola la primera vez Sin embargo al final sus acompañantes no fueron de mucha apoyo. Sirio terminó jugando fútbol con otros niños y Flor se quedó hablando con otras señoras. Aurora de todas maneras había considerado la posibilidad de que algo así pasaría y llevaba en su espalda un maletín con un libro. Planeaba encontrar un lugar tranquilo para sentarse y leer pero a pesar de que Gorila era solo un cachorro jalaba a Aurora con todas sus fuerzas y Aurora era tan débil que no sabía si ella estaba sacando al perro o el perro la estaba sacando a ella. Gorila la había llevado cuesta arriba hasta el punto que la había dejado sin aire. Afortunadamente en un momento paró al ver a una niña jugando con burbujas de jabón en la entrada de su casa. Al verlos la niña los saludo —Hola, me llamo Selena. Aurora quería responderle sin embargo sus pulmones no la dejaron decir nada. —Me gusta tu perro-continuó Selena —¿Cómo se llama?—. —Gorila— Fue lo único que pudo pronunciar Aurora. Selena volvió a hacer burbujas mientras Aurora tomaba aire y Gorila al ver las burbujas empezó a perseguirlas reventándolas una por una lo cual hizo reír a Selena. Después se volvió un juego de los tres. Selena hacía burbujas de aire que Aurora y Gorila perseguían. Gorila y Aurora siguieron explorando

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el cerro, había casas extrañas y rincones escondidos. Rincones mágicos que dejan volar la imaginación y ese día Aurora jugó a ser diferentes personajes de sus libros. A Aurora le encantaba leer pero tenía que aceptar que nada era tan bueno como tener aventuras con un nuevo amigo. Al devolverse a la casa Aurora se encontró con Flor quien le dijo que Sirio se había cansado de jugar fútbol y había preferido ir a la casa a jugar videojuegos. Esa noche casi no logra dormir de la emoción de pensar en lo que podía llegar a encontrar en ese mundo nuevo . No se había dado cuenta entonces que ese día había reventado una burbuja que no era de jabón.


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Capítulo 6

Ta p e t e s d e est rellas Los meses que siguieron fueron unos buenos meses para la familia de Aurora. A la ciudad llegó un tal fenómeno del niño lo que significó muchos días soleados para Aurora y Gorila. Aurora le había cogido gusto a salir. Flor siempre se quedaba hablando con otras empleadas del servicio que estaban cuidando (o mejor dicho descuidando) a otros niños y Aurora tenía libertad de explorar el cerro con Gorila. Gorila y Aurora habían descubierto un mirador abandonado en una de las subidas de su barrio. Si uno se metía por entre unos matorrales que parecían no llevar a ningún lado se llegaba a un pedazo de pasto despejado que terminaba en un barranco y antes de este había un mirador de metal un poco viejo y roto. A Aurora le fascinaba sentarse a mirar la ciudad mientras Gorila tomaba el sol y jugaba con las matas. Ese mundo de matorrales era un mundo mágico dónde jugaban las luces y las sombras. La luz era tan clara que iluminaba hasta el polen, y los rayos que se colaban por los árboles hacían unos tapetes de estrellas. En ese lugar Aurora sentía el contacto con el cielo sin necesidad de mirar hacía arriba. Se acostaba en el pasto a sentir pasar el tiempo bajo el ritmo de la sombra de las nubes. Hasta que empezaba anochecer y tenía que bajar a encontrarse con Flor para caminar hasta la casa. Uno de esos días al levantarse, los niños se encontraron con su padre sentado en la mesa del desayuno. Estaba más

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contento de lo que nunca lo habían visto. Su padre quería darles la noticia de que había comprado con un crédito su primer avión y había renunciado a su trabajo. Arturo amaba volar sin embargo le parecía que ser un empleado era muy poca cosa. El sueño de Arturo era tener su propia flota de aviones y contratar pilotos para que lo pilotearan. Así tendría el suficiente dinero para comprar una casa en la cima de la montaña.—En la casa que compremos tendrás un cuarto más grande—le decía su padre a Aurora—con un tragaluz del tamaño del cuarto que tienes ahora, y por esta ventana podrás ver todos mis aviones, la casa estará tan alto que hasta podrás saludar a los pilotos—. Aurora estaba feliz porque tal vez si papá dejara de trabajar podría pasar más tiempo con ellos y Sirio también estaba contento porque al día siguiente podría contarle a sus amigos que ahora su padre tenía su propio avión. Pero la más feliz era la madre de Aurora quien se pasó los días siguientes comprando los tacones más altos y costosos que encontraba, porque si su esposo iba a ser uno de los grandes en la industria de la aviación ella tenía que alcanzarlo.


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Capítulo 7

E l fe n ó me n o d el n iñ o El fenómeno del niño cada vez estaba peor . Las tardes eran demasiado calientes y a Gorila y a Aurora les costaba subir a su mirador. Cuando llegaban Aurora se quitaba los zapatos y se sumergía en ese mundo. Uno de esos días llegó a romper el hechizo de ese lugar un balón que parecía como caído del cielo y, seguido del balón, un niño que salió de los matorrales. Aurora nunca había visto un niño como aquel. Era por lo general una regla de los colegios de su ciudad que los niños portaran el uniforme mientras estuvieran en lugares públicos. Pero este niño tenía unas bermudas y una camiseta. Aurora supuso entonces que tal vez ese niño no pertenecía a ese barrio. —Hola— dijo Aurora —Hola—, respondió el niño —nunca había visto este lugar, ¿Es ese un mirador?— —Sí, pero no te puedes acercar con zapatos— —¿Por qué?— —Porque es un lugar especial— Jorge no sabía a que se refería Aurora pero hizo caso y además entró pisando con mucho cuidado. Aurora lo cuestionó, más por curiosidad que por amabilidad. Y averiguó que no iba al colegio y que su madre trabajaba como empleada de servicio en una de las casas de ese barrio. No llevaba mucho tiempo allí pero en la anterior casa en la que había trabajado la habían sacado por culpa de él. Su madre no lo dejaba quedarse sólo en la casa y ahora tampoco lo dejaba entrar a trabajar

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con ella. Los otros niños no lo dejaban jugar futbol con ellos entonces había estado explorando por el cerro intentando encontrar un lugar dónde pudiera jugar. El niño se llamaba Jorge. Nunca había leído un libro pero llegó a refrescar las tardes con historias de su vida en la parte baja de la ciudad.


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Capítulo 8

El l i b ro má s al t o d el est an t e Jorge le contaba a Aurora historias sobre los teleféricos. Cómo cuando pequeño le había tenido miedo a las alturas. Pero en cambio su hermano, que era más valiente, una vez había saltado dentro de uno haciendo que se balanceara de un lado al otro y aterrorizando a todas las personas. Todos los días Jorge tenía que coger dos teleféricos para llegar arriba, uno anaranjado hasta la mitad del cerro y otro azul que los traía a este barrio. Jorge vivía en un desván de su casa y como había huecos en el techo podía correr las bolsas que los tapaban en las épocas de lluvia y ver las estrellas al acostarse. Además en su barrio jugaba futbol descalzo y podía sentir el pasto y la tierra bajo sus pies. Aurora envidiaba la vida de Jorge, ya no quería ir al colegio y tenía el cuello cansado de mirar para arriba.Quería bajar, quería ir a conocer la casa de Jorge, pero sus padres nunca la dejarían y ella no era capaz de desobedecerlos. Jorge compartía sus historias y Aurora las de ella, las que había leído por supuesto. El pintor debajo del lavaplatos de Alfonso Cruz y El magazín de famosos aún no conocidos de José Andrés Gomez y otras más clásicas como Robin Hood y Charlie y la fábrica de chocolates. Jorge también envidiaba a Aurora, envidiaba todos los libros que había leído y que tenía por leer. Sus padres eran tan pobres que ni siquiera tenían plata para comprar mucha comida y mucho menos para un libro. Pero Jorge escuchaba todas las historias que le contaba

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Aurora y todas esas historias le daban ideas a Jorge, ideas que evolucionaban en otras ideas ,ideas que Jorge no se podía sacar de la cabeza. Jorge empezó a reflexionar sobre su entorno. Le parecía injusto que la ciudad estuviera dividida entre los de abajo y los de arriba. El conocimiento parecía ser un libro que estaba en la parte superior del estante y al que sólo los que estaban en lo alto podían acceder. Jorge se moría de rabia de no tener una escalera. Él quería compartir todos sus pensamientos con Aurora pero algo no se lo permitía. Sólo un día decidido que era importante hablar de todos estos pensamientos con su amiga. Pero antes de que empezara a hablar el viento se llevó el sombrero de Aurora y estuvieron el resto de la tarde tratando de encontrarlo. Ese día Jorge se tragó todas sus palabras. Hasta dejó de contarle otras historias a Aurora, porque le dio miedo que cuando las contara se le iba a escapar todo lo que se había guardado.


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Capítulo 9

Ca s t i l l o s e n el aire Afortunadamente Aurora no volvió a necesitar su sombrero porque después del fenómeno del niño viene la niña. Y la niña se llevó todas las tardes de sol y en cambio llegó como el lobo en la historia de los tres cerditos, con un viento que amenazaba con destruir todo lo que no estuviera construido sobre buenos cimientos. En los meses pasados (sin decirle a su familia) Arturo había pedido más plata prestada al banco para comprar otro avión. Para conseguir el crédito había tenido hasta que hipotecar la casa. Le fue tan bien con el primer avión que no veía razón para esperar. Sin embargo no siempre es bueno construir castillos en el aire. En las últimas semanas había habido varias tormentas y sus aviones no habían podido volar mucho generando solamente pérdidas. Y ahora, para colmo de males, se pronosticaba que una tormenta tropical con potencial de ciclón venía en dirección a la ciudad. Cuando Arturo miraba al cielo todo se veía nublado. En otro lado de la ciudad Jorge le había estado enseñando a Aurora a volar cometas. A Aurora le encantaba este nuevo juego en especial porque Jorge no le había vuelto a contar historias . Incluso dejó de ir algunos días y cuando iba pasaba la mayor parte del tiempo con Gorila. Lo peor de todo es que dejó de quitarse los zapatos. Aurora ya no podía sumergirse sola en su mundo sin sentir que la ausencia de su amigo la estaba ahogando. Hasta que un día Jorge llegó con la sonrisa de antes, sin las cometas

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pero con historias nuevas y con orejas para escuchar las de Aurora. Cuando ya se estaba oscureciendo Jorge le dijo a Aurora que jugaran a las escondidas. Ya se estaba oscureciendo y a Aurora le daba miedo pero tenía más miedo de volver a perder a Jorge. Entonces se voltio contra un árbol y empezó a contar hasta cien. Cuando terminó de contar vio que no sólo faltaba Jorge sino Gorila. Estuvo más de una hora buscándolos cuando empezó a intuir que no los iba a encontrar nunca. Era tan mala buscando que hasta Flor la encontró a ella primero. Flor y Aurora estuvieron otra hora más buscando a Gorila. Aurora no fue capaz de contarle nada sobre Jorge. Al final Flor logró persuadirla que lo mejor era ir a la casa a ver si alguien había llamado a reportar algo. En la casa nadie había escuchado nada de Gorila. Sirio al escuchar las noticias de su desaparición se puso a hacer un berrinche, hasta que su madre le dijo que si Gorila no aparecía le iba a comprar un perro nuevo. Entonces Sirio se puso feliz y se distrajo pensando nombres para el nuevo perro. Aurora en cambio no quería un perro nuevo, quería a Gorila. No entendía que era lo que había impulsado a Jorge a hacer algo así. Aunque tenía mucha rabia no le contó nada su mamá pues tenía miedo que hablara con la policía. A pesar de que Aurora se sentía traicionada, no quería que le pasara nada malo a Jorge. Esa noche Aurora se acostó boca arriba en el piso de su cuarto. Miraba


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fijamente el cielo oscuro, sintió que miraba a alguien y que ese alguien la miraba de vuelta. Aurora le pidió a ese alguien que le ayudara, que le dijera que hacer y que le trajera de vuelta a sus dos únicos amigos.

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Capítulo 10

E n g l o b ad os A la mañana siguiente Aurora se despertó con el sonido de la lluvia pegando fuertemente en la ventana y con sus planes de salir a buscar a Jorge y a Gorila arruinados. La tormenta tropical estaba empeorado, las clases se habían cancelado y su madre le prohibió explícitamente salir de la casa y le puso a Flor de perro guardián, quien sin sus amigas distrayéndola hacía un buen trabajo. Durante las siguientes dos semanas afuera no cambió nada, seguía lloviendo sin pausa, las calles se mantenían vacías y las personas en sus casas. En la casa de Aurora se estaban volviendo locos los unos a los otros. La humedad afectaba fuertemente el pelo de la madre de Aurora y sin poder salir a una peluquería se la pasaba todo el tiempo de mal humor echándose cuanto menjunje se le ocurriera en la cabeza. A Sirio se le acabaron los juegos a los dos días y hacía berrinche cada vez que lo consumía el aburrimiento y sorprendentemente igual que las nubes de afuera lloraba y lloraba sin secarse nunca. Aurora trataba de leer pero tenía la cabeza ocupada tratando de entender por que Jorge había desaparecido con Gorila. Había considerado aliens, supervillanos, y hasta agujeros de gusano pero en el fondo sabía que Jorge lo había planeado. Trataba de entender las motivaciones de Jorge pero no quería entenderlas y entonces volvía a sus otras teorías, que eran igual de aterradores por qué Jorge y Gorila podían seguir afuera perdidos. Aurora sentía que era demasiado

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pequeña para cargar un peso tan grande y empezó a pensar que tal vez sería bueno involucrar un adulto. O más bien pensó que estaba tan mal la situación, que ni un adulto podía empeorar las cosas. Fue al cuarto de sus padres pero antes de entrar escucho que los dos estaban hablando en susurros. La mayoría de las veces cuando las personas están susurrando es porque están hablando sobre un secreto, y a pesar de que no debía, Aurora no se resistió a escuchar lo que estaban diciendo. Ojaláno lo hubiera hecho porque en ese momento Aurora se enteró que su familia estaba a punto de perderlo todo. Debido a la tormenta los aviones de Arturo seguían parqueados, generando gastos. Gastos que no tenía como pagar porque no tenía trabajo. Sus ahorros de toda la vida se habían ido financiando los aviones y además había hipotecado la casa. Ahora los bancos olían su fracaso y se echaban sobre él como buitres esperando para recoger las sobras. Aurora no sabía que hacer. No podía ponerle otro problema encima a sus padres y tampoco se podía quedar más tiempo en su casa sentada. Entonces empaco una maleta con tiquetes de teleférico que había encontrado un año atrás. Además empacó su libro favorito para darle fuerza y una linterna porque iba a la parte baja de la ciudad, y su padre le había dicho que la parte baja de la ciudad era un lugar oscuro.


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Capítulo 11

L a mat e ri a d e las n ub es Aurora salió de la casa con capota pero sin sombrilla y unas cuadras después estaba como si la hubieran tirado con ropa a una piscina. El viento era fuerte pero su motivación era aún más. Aurora pensaba en los sueños de su padre. Todo lo que tenía lo había construido en el cielo, con la materia de las nubes. Ahora sus sueños se desintegraban en forma de agua y si uno trataba de recogerla con las manos se le colaba por los dedos. Finalmente llegó al teleférico azul y gasto uno de sus boletos. El teleférico estaba vacío. Cuando empezó a subir Aurora se acurruco en una esquina. El viento movía el teleférico como una cuna y Aurora no sabía si temblaba de miedo o de frío. Entonces pensó en el hermano de Jorge. Ella también quería ser valiente, poco a poco se fue levantando hasta mirar por la ventana. La niebla y la lluvia no la dejaban ver nada y sin embargo no podía dejar de ver afuera. Estaba hipnotizada por los patrones que formaban las nubes, el agua y los rayos. Su estadía en ese universo paralelo no fue larga, el teleférico llegó a su destino y Aurora se bajó para tomar el anaranjado. Pero la entrada de estos estaba cerrada, seguramente debido a la tormenta. Aurora no tuvo más opción que caminar cuesta abajo con una corriente de agua que le llegaba a las rodillas, hubiera sido hasta más fácil bajar en una canoa. Cuando ya estaba anocheciendo por fin llegó a la parte baja dónde había un barrio de cabañas de

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madera lleno de personas ocupadas sacando agua de sus casas a baldados. Aurora camino media hora más antes de perder la esperanza de encontrar entre todas esas casas la que pertenecía a Jorge y se sentó en una acera a llorar. Si no se ahogaba en ese mar de lluvia se iba a ahogar en sus lágrimas. Pensó en sus padres y pensó en Gorila. Si Gorila estuviera ahí ella no tendría miedo, no se sentiría sola. Sería una más de sus aventuras. Pensó tanto en él que empezó a oír sus ladridos , sonaban tan reales que alzó la cabeza , con la lluvia sólo se distinguían siluetas pero había tres caminando en su dirección. Una de un señor muy alto y a su lado un niño y un perro. El señor de agachó para hablarle a Aurora, por el viento y la lluvia tuvo que gritar —¿Este perro es tuyo?— Aurora asintió con la cabeza. El señor llevaba en una mano la correa de Gorila y en la otra la mano de su hijo—Toma la mano de Jorge— dijo. Juntos caminaron hasta entrar a una de las cabañas.


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Capítulo 12

L o s fa n t a s ma s en el c ielo La casa de Jorge estaba llena de baldes y bolsas que colgaban del techo. La única luz provenía de la chimenea. Los tres se quitaron los zapatos y se sentaron junto al fuego a secarse. El papa de Jorge empezó a hablar sobre las fogatas y como habían sido desde el principio de los tiempos un lugar para contar historias. Efectivamente mientras hablaba el calor no sólo calentó sus cuerpos sino soltó sus lenguas. El papá de Jorge contó sus historias y Jorge contó las de él. Aurora se sintió un poco mal al saber que Jorge tenía tantas ideas negativas sobre las personas que estaban arriba pero el padre de Jorge dijo algo que les quedaría toda la vida en el corazón a los dos niños—¿Sabían hijos míos que cuando miramos al cielo podemos estar viendo sólo los fantasmas de las estrellas?, están tan lejos que la luz puede tardar millones de años en llegar y puede que esas estrellas que vemos en el cielo ya ni siquiera existan. Las personas gastan su vida tratando de acumular suficiente dinero para vivir un poco más cerca de las estrellas pero el universo tiene una lógica diferente a la de los humanos. Y así algunos crean estar dos mil metros más cerca de ellas, la realidad es que si ya están muertas, todos estamos igual de lejos. En este mundo lo único justo es que todos estamos igual de lejos de alcanzar el cielo—. Más tarde el padre de Jorge llamó a la policía y la policía informó a los padres que Aurora que estaba

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a salvo pero que debido a la tormenta debían esperar a que pasara para poder ir por ella. La mamá de Jorge acomodó a Aurora en la cama de Jorge y Jorge durmió en la cama de al lado con el hermano. Gorila se acostó como solía hacerlo en las piernas de Aurora. Cuando ya estaban las luces apagadas y solo se oía la tormenta afuera, Jorge dijo una última cosa antes de caer en un sueño profundo—Por favor no te lleves a Gorila—.Y este suspiro se entro en los oídos de Aurora y se convirtió en un huracán que no la dejó dormir. Aurora pensaba en su padre y en su obsesión por la altura. Ahora entendía mejor todos sus miedos y que sólo quería lo mejor para sus hijos. Pero bajar de la montaña le hizo bien a Aurora. Si era cierto que el aire era más denso, sentía su interior más pesado pero más lleno. Su padre la había criado para que sólo su sombra, que se perdía en la de la montaña, tocara el suelo. Pero que triste era ofrecerle al mundo sólo una sombra y no unas manos. Gorila había servido su propósito en la vida de Aurora. La había ayudado a salir de sus libros y ahora era tiempo de ayudar a alguien más. Aunque Aurora se sentía feliz de dejar a Gorila con Jorge, no se sentía tan fuerte para soportar una despedida e inexplicablemente le entro una necesidad de estar con su padre. Algo que era tan pesado como un yunque la había forzado a llegar a ese sitio. Y ahora se sentía liviana como una pluma y el viento la empujaba hacia arriba. Salió de


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la casa de Jorge como había salido de la de ella y otra vez nadie se dio cuenta. La tormenta tropical se convirtió en un ciclón que se estaba llevando todo a su paso. Afuera todo era un caos pero Aurora poco a poco iba dejando su miedo y se sentía en tanta paz que le empezó a entrar sueño. Camino cada vez más despacio hasta que se quedó dormida en los brazos del ciclón y en sus sueños voló hasta su mirador.

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Capítulo 13

M á s al l á d e l t r agaluz Aurora voló hasta su mirador y allí se quedó un rato mirando su ciudad. Nunca había estado en su mirador de noche. La luna parecía una ventana en el cielo y bajo esa luz Aurora veía todo diferente. A pesar de ver las cosas desde arriba nunca había tenido tanto el sentimiento de que todo lo que veía era tan miniatura. En ese momento Aurora sintió que se rompió el último hilo que la ataba al suelo. Siguió subiendo como un globo pero no iba a ninguna parte sino que volvía. Volvía a un lugar al que no estaba hace mucho tiempo, mucho más arriba de lo que su padre esperaba que llegaría. A unirse con los ojos que había visto más allá del tragaluz.

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A n t ro p o nim ia Si gni f i c a d o d e l os nombre s

Aurora Significa amanecer. La niña que ilumina el cielo con asombrosos colores, que anticipa la llegada del sol. Arturo Es el guardían de la osa mayor. El norte, la estrella que ilumina el camino. Representa el deber de todo padre. Jorge Significa agricultor, es él que trabaja con la tierra, él que siembra semillas en nuestros corazones. Un nombre terrenal que nos identifica entre otros Jorges. Gorila Es una creatura peluda que nos acompaña. Nombre de uno de los libros de Anthony Browne Sirio Es la estrella más brillante y de mayor magnitud en el firmamento. Es todo lo que esperamos que sean nuestros hijos.

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A nd re a R affo Autora e ilustradora

Nació en 1992 en Bogotá, Colombia. Está estudiando diseño en la universidad de los Andes. Pasa horas mirando al cielo tratando de resolver sus misterios. De tanto mirar para arriba tiene los ojos nublados de sueños y entre esos está publicar un libro para niños. Cuando tiene tiempo libre vuela entre hojas, lapices de madera y los cerros de su ciudad, en donde encuentra la inspiración para sus proyectos e historias.

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Este libro, que llegรณ como caido del cielo, se terminรณ de imprimir en mayo de 2016 Bogotรก, Colombia


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