NOVENA A LAS ANIMAS BENDITAS
Oración de Sellamiento Yo (N.N) me coloco a los pies de Jesucristo y me rindo a su Señorío, me ato a su santa voluntad, me amarro con los lazos infinitos de su misericordia, abro mi corazón de par en par para que invada todo mi ser. En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo muerto y resucitado, yo clamo y reclamo su preciosa sangre sobre mí, sobre mi familia, sobre mis bienes espirituales, materiales y proyectos de vida. Yo sello mi corazón para que con tu Sangre Preciosa sea limpiado de odios, resentimientos, temores, angustia, soledad, tristeza, dolor, etc. Yo (N.N) sello mi espíritu en la Sangre Preciosa de Jesús. Yo (N.N) sello mi alma en la Sangre Preciosa de Jesús. Yo (N.N) sello mi mente y voluntad en la Sangre Preciosa de Jesús. Yo (N.N) sello mi pasado y mi presente en la Sangre Preciosa de Jesús. Sello a mis hijos (nombrarlos) para que ante el sello poderoso de la Sangre de Jesús huya toda la fuerza del mal y les permita seguir creciendo sanos, fuertes y saludables. Aplico la Sangre de Jesús sobre mi casa y los que habitamos en ella. Derramo la Sangre de Jesús en mi trabajo, pensamientos, cuerpo y alma para que queden sellados y ninguna potencia del maligno pueda hacerme daño. En el Nombre de nuestro señor Jesucristo tu amado hijo Amén. Así sea.
Acto de Contrición Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confió en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén. Yo Pecador Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén. Salve Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar la gracia y las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Ofrecimiento para todos los días ¡Padre celestial! ¡Padre amorosísimo! que para salvar las almas quisisteis que vuestro Hijo unigénito, haciéndose hombre, se sujetase a la vida más pobre y mortificada y derramase su sangre en la cruz por nuestro amor ¿Cómo dejarías sufrir largo tiempo en el purgatorio a unas almas que tanto costaron a Jesucristo y que son vuestras hijas amadísimas? ¿Cómo permitirías que fuese malograda sangre de tan gran valor? Compadeceos, pues, de estas pobrecitas almas y libradlas de sus penas y tormentos. Compadeceos también de la mía y libradla de la esclavitud del vicio. Y si vuestra justicia pide satisfacción por las culpas cometidas yo os ofrezco por las obras buenas que haga en este novenario. ¡A!, de ningún valor, es en verdad; pero las uno con los méritos infinitos de vuestro Hijo divino, con los dolores de su Madre Santísima y con las virtudes heroicas de cuantos han existido en la tierra. Miradnos a todos, vivos y difuntos, con ojos de compasión y haced que celebremos un día vuestras misericordias en el eterno descanso de la gloria.- Amen. Consideración Día Primero: Muchas son las penas que sufren las benditas almas del Purgatorio pero la mayor de ellas consiste en pensar que por los pecados que cometieron en vida han sido ellas mismas la causa de sus propios sufrimientos. ¡Oh Jesús, Salvador mío!, yo que tantas veces he merecido el infierno, ¿cuánta pena no experimentaría ahora, si me viese condenado al pensar que yo mismo había sido la causa de mi condenación? Gracias os doy por la paciencia que conmigo habéis tenido, dadme gracia para apartarme de
las ocasiones de ofenderos y tened piedad de las almas que sufren en aquel fuego por causa mía. Y Vos, ¡O María, Madre de Dios! socorredlas con vuestros poderosos ruegos. PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Aquí esforzando cada cual su devoción, pedirá interiormente a Cristo crucificado lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio de las almas del Purgatorio. Este se repetirá todos los días después de la oración del día. Credo Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, todopoderoso. Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén. Gloria Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
Lamentos de las benditas ánimas benditas
Oíd, mortales piadosos, y ayudadnos a alcanzar: R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. ¡Oh vosotros, -caminantes, suspended, oíd, parad, bastará sólo el oírnos a mover vuestra piedad! Hoy pide nuestra aflicción que queráis cooperar: R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
No hay dolor, tormento, pena, martirio, cruz ni aflicción, que lleguen a ser pintura de nuestra menor pasión; solo alivia nuestros males de vuestro amor esperar: R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. Aquí estoy en purgatorio de fuego en cama tendido, siendo mi mayor tormento la ausencia de un Dios querido, padezco sin merecer, por mí no basta alcanzar: R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. ¡Ay de mí, ay, Dios severo, la llama voraz, activa, y bien merecido fuego, Ay conciencia, siempre viva, ay justicia, que no cesa, ay cuándo se ha de acabar! R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. ¡Ay culpa, lo que me cuestas, no imaginé tur fiereza, pues con tal tormento pago lo que juzgué ligereza! ¡Cielos, piedad, baste, cielos! ¿Cuándo el día ha de llegar? R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. Padres, hermanos, amigos: ¿dónde está la caridad? ¿Favorecéis a un extraño y para mí no hay piedad? ¡Ea, venga una limosna, siquiera sea el rogar! R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. Hijo ingrato que paseas tan ricamente vestido, y a costa de mis sudores descansas en tanto olvido: ¡mira a tu padre quemando, y lo puedes remediar!
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. Quizá en ti sería arbitrario, no obligación de justicia; pues no cumples testamento, aquí estoy por tu malicia; abre los ojos, despierta, paga, haciendo acelerar: R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. Hermanos en Jesucristo, los que oís estos suspiros, si queréis, podéis sacarnos de estos lóbregos retiros, a la Virgen y a los santos pedidles quieran mediar: R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. De Getsemaní en el Huerto sangre sudó el Redentor, contemplando de estas penas el gran tormento y rigor: al Padre Eterno se ofrece, no cesando allí de orar: R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. En vista de tal piedad, no te olvides, oh mortal, de este pío camposanto, cementerio de hospital; sigue, pues, la cofradía que tierna te insta a clamar: R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. Atiende y mira, cristiano, que en aqueste cementerio tal vez tus padres y deudos esperan de ti el remedio; sufragios y sacrificios te suplican sin cesar: R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. Fieles cristianos, amigos, dad crédito a estos lamentos, obrad bien, fuera culpas, para huir de estos tormentos. ¡Socorro, piedad, alivio! Concluimos con gritar. Oíd mortales piadosos y ayudadnos a alcanzar:
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. Gozos
AllĂĄ tienes a tus padres, hermanos y abuelos, conocidos y compadres, amigos y bisabuelos. Sin alivio ni consuelo nadie se quiere acordar. R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. Por las pobrecitas almas todos debemos rogar que Dios las saque de pena Y las lleve a descansar. Es tanto su desagravio y es tan grande su pobreza que estĂĄn sin ningĂşn abrigo por dejarnos su riqueza, y en nosotros, tal torpeza, que nadie quiere rogar R/ Que Dios las saque de pena...
Están gimiendo y llorando en las llamas padeciendo, y lo que están suspirando de vernos todos riendo: que olvidados de sus penas nadie se quiere acordar R/ Que Dios las saque de pena... No hay apenas un cristiano que atienda a su dolor grave, padeciendo está tu hermano las penas que Dios se sabe: tened de ellas compasión y acordaros de rogar R/ Que Dios las saque de pena... Entre llamas tan ardientes también se suelen quejar y llamar a sus parientes que las quieren ayudar: estando todas pendientes de lo que podáis rogar, R/ Que Dios las saque de pena... Aunque las favoreció Dios, allá van a purgar, que allá a Dios se ha de pagar lo que aquí a Dios se ofendió; no pudiendo merecer, sólo pueden esperar R/ Que Dios las saque de pena... Si Dios te diera a gustar lo que suelen padecer no harías sino llorar en dejándote volver: y no habías de perder un instante por rezar R/ Que Dios las saque de pena... Toma por intercesora a la más excelsa palma porque sea protectora y se ampare de tu alma y de aquellas pobrecitas que se sirva de alcanzar R/ Que Dios las saque de pena...
También por intercesores pon a los santos del cielo para que de sus dolores Tengan con ellos consuelo: pues ninguno acá en el suelo tiene ganas de llorar R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar. Oraciones finales Para Todos Los Días Recibid, Señor Dios mío, cuantos sacrificios os ha ofrecido y ofrece hoy por todo el mundo vuestra santa esposa, la santa Iglesia, y os suplico los apliquéis al alivio y descanso de las afligidas almas por quienes hago esta novena. Por los acervos dolores de vuestra Madre Santísima en el día de vuestra dolorosa Pasión, dadles, Señor, refrigerio. Convertid a los pecadores, salvad a los agonizantes y a mí concededme la santificación en mi estado y la gracia particular que os pido, si es de vuestro beneplácito. Amén ¡Abrevia, oh Padre bondadoso! las angustias que sufren las almas queridas en el Purgatorio. No dilates, Señor, el término de sus penas, la sangre del calvario satisfaga tu Justicia y dígnate admitirla en tu Santa Gloria, en donde
nos
veamos
todos
y
podamos
ensalzar
tus
misericordias
eternamente. Amen. Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. Tres Padrenuestro. Tres Ave María y Gloria V. De la puerta del infierno R. Saca, Señor, sus almas. V. Descansen en paz. R. Amén. V. Señor, oye mi oración. R. Y llegue a ti mi clamor. Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes sufrir más en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, porque esperan y creen en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
V. Dales, Señor, el descanso eterno. R. Y luzca para ellos la luz perpetua. V. Descansen en paz. R. Amén. Tres Padrenuestro. Tres Ave María y Gloria Día Dos: La segunda pena que aflige en alto grado a estas benditas almas es el tiempo que en vida perdieron, durante el cual habrían podido adquirir mayores méritos para el cielo, y el pensamiento de que esta pérdida es para siempre irreparable terminando con la vida el tiempo de merecer. ¡Infeliz de mí, oh Señor, que por espacio de tantos años he vivido en la tierra no mereciendo sino los castigos del infierno! Gracias os doy porque todavía me concedéis tiempo para remediar el mal que he hecho y el bien que he dejado de hacer. Concededme vuestro socorro para que lo que me queda en vida, lo emplee únicamente en serviros y en amaros. Tened piedad de mí y de esas almas benditas que arden en el Purgatorio por no haber empleado como debían el tiempo que Vos les disteis para su santificación. Y Vos, ¡oh María, Madre de Dios! socorredlas con vuestros poderosos ruegos. PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer día.
Día Tres: Otra de las mayores penas que afligen a esas benditas ánimas es la vista espantosa de los pecados que están expiando. En la vida presente no se conoce la fealdad del pecado, pero bien se conoce en la otra, y este conocimiento es uno de los más vivos dolores que sufren las almas en el Purgatorio. ¡Oh Dios mío!, os amo sobre todas las cosas porque sois infinita bondad; duéleme con todo mi corazón de haberos ofendido; concededme la santa perseverancia;
tened
piedad
de
mí
y
de
aquellas
santas
almas
atormentadas con la vista de los pecados que no quisieron evitar y cometieron sin horror. Y Vos ¡Oh María, Madre de Dios! socorredlas con vuestros ruegos poderosos y rogad también por nosotros que estamos aún en peligro de condenarnos. PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer día.
Día Cuatro: Una de las penas que más afligen a aquellas almas, esposas de Jesucristo, es el pensar que en vida, por sus culpas, disgustaron a aquel Dios a quien tanto aman. Se han visto penitentes morir de dolor al pensar que habían ofendido a un Dios tan bueno. Mucho mejor que nosotros conocen las almas del Purgatorio cuán amable es Dios y por consiguiente lo aman con todas
sus fuerzas; por eso, al pensar que lo disgustaron en la vida, experimentan un dolor superior a todo otro dolor. ¡Oh, Dios mío!, y yo que os ofendo con tanta facilidad, sin que me mueva lo mucho que habéis hecho por mí, ni las penas que me esperan en el Purgatorio; tened piedad de mí y de aquellas santas almas que arden en ese fuego por el desprecio que hicieron de las faltas veniales y que ahora os aman de todo corazón. Y Vos, oh María, protegednos a nosotros para que acertemos a llevar vida perfecta y socorredlas a ellas para que mitiguen sus dolores. PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer día. Día Quinto: Otra de las grandes penas que afligen a aquellas benditas almas es el sufrir aquel fuego sin saber cuándo tendrán fin sus tormentos. Es verdad que tienen la certidumbre de verse un día libre de ellos; pero la incertidumbre del tiempo en que se habrán de acabar, les causa un gravísimo tormento. ¡Oh, Señor, qué desgracia tan grande sería la mía si me hubieseis enviado al infierno, a esa cárcel de tormentos, teniendo la seguridad de no salir de ella jamás! Gracias os doy conmigo; perdonadme, que quisiera antes morir que volver a ofenderos. Tened piedad de mí y de las benditas almas que en la tierra no han temido bastante las penas del Purgatorio. Y Vos, oh Madre de Dios y Madre mía, socorredlas con vuestro poder y abreviad el tiempo que las espera de la eterna posesión de Dios.
PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer día. Día Seis: Cuanto mayor es el consuelo que aquellas benditas almas les causa el recuerdo de la Pasión de Jesucristo, por cuya virtud se salvaron, y del Santísimo Sacramento del Altar, que les proporcionó y aún les proporciona tantas gracias, por medio de misas y comuniones tanto más les atormenta el pensamiento de no haber correspondido en vida a estos dos grandes beneficios del amor de Jesucristo. ¡Òh Dios mío! Vos moristeis también por mí, y os habéis dado muchas veces a mí en la sagrada comunión, y yo siempre os he correspondido con negra ingratitud; más ahora os amo sobre todas las cosas, ¡oh Supremo Bien mío! me arrepiento muy de todo corazón de haberos ofendido y con vuestra gracia propongo la enmienda. Dádmela Señor, y tened piedad de mí y de las almas que arden en el fuego del Purgatorio por la poca estima que hicieron de vuestra dolorosa pasión y por las comuniones omitidas por negligencia, o hechas con tibieza. Y Vos, oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, interceded por ellas para que obtengan el perdón. PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer día. Día Siete: Aumentan también las penas de aquellas benditas almas todos los beneficios particulares que recibieron de Dios, como el haber recibido el
bautismo, el haber nacido en país católico, el haberles esperado Dios a penitencia y alcanzar el perdón de sus pecados tantas veces; porque todos esos favores les hacen conocer mejor la ingratitud con que han correspondido a Dios. Pero, ¡Dios mío! ¿Quién ha sido más ingrato que yo? Vos me habéis esperado con tanta paciencia, me habéis perdonado tantas veces con amor, y yo, después de tantas promesas, os he vuelto a ofender. No me arrojéis al infierno porque os quiero amar y en el infierno no podría hacerlo. Tened lástima de mi alma y piedad de las del Purgatorio, que por sus muchas culpas se han hecho menos acreedoras a vuestra misericordia. Y Vos, oh Madre de misericordia, mitigad con vuestro poder sus sufrimientos. PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer día. Día ocho: Otra pena, en extremo amarga para aquellas benditas almas, es el pensar que durante su vida uso Dios con ellas de muchas misericordias especiales que no tuvo con los demás, y ellas con sus pecados le obligaron a que las condenara al infierno, aunque después por su misericordia las haya perdonado y salvado, viéndolas arrepentidas. Vedme aquí, ¡oh Dios mío! Yo soy uno de aquellos ingratos que después de haber recibido de Vos tantas gracias, he despreciado vuestro amor y os he obligado a condenarme al infierno. Gracias os doy por la misericordia y paciencia que habéis tenido en esperarme, me arrepiento con toda mi alma
de haberos ofendido, y propongo la enmienda con vuestra gracia. Tened piedad de mí y de aquellas benditas almas que habiendo podido llegar a un alto grado de perfección en la tierra, merecen ahora estar más tiempo en el Purgatorio por sus continuas infidelidades a los llamamientos a vuestra gracia. Y Vos, Virgen fidelísima, interponed vuestros méritos en su favor. PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer día. Día Noveno: Grandes son las penas que sufren aquellas santas almas: el fuego, el tedio, la oscuridad, la incertidumbre del tiempo en que han de verse libres de aquella cárcel; pero de todas, la mayor para esas santas esposas, es la de verse separadas de su divino Esposo y privadas de su vista y presencia. ¡Oh Dios mío! ¿Cómo he podido yo vivir tantos años lejos de Vos, privado de vuestra gracia? ¡Oh Bondad infinita! os amo sobre todas las cosas, me arrepiento con todo mi corazón de haberos ofendido y quisiera antes morir que volver a ofenderos. PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer día. Concededme la santa perseverancia y no permitáis que vuelva a caer otra vez en vuestra desgracia. Os suplico tengáis piedad de las almas del Purgatorio, especialmente las de mis padres, mis hermanos, mis parientes, mis amigos... y de todos aquellos por quienes mi corazón y mi conciencia me obligan a pediros con más empeño; que no sea por mi indiferencia o por
mis culpas por lo que ellas permanezcan allí alejadas de Vos. Abreviad el tiempo de su destierro y admitidlas cuanto antes a la dicha de amaros para siempre en el cielo. Y Vos, ¡oh dulce Virgen María! consoladora de los afligidos, Madre de nuestro Salvador Jesús y de todos los fieles. Vos sois también la Madre de las pobres almas que sufren en el Purgatorio, yo imploro con confianza la inmensa bondad de vuestro Corazón y os ruego intercedáis con vuestro divino Hijo, para que por los méritos de su santo sacrificio en la cruz, obtengan el alivio y la libertad a que aspiran. Así sea. PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer día. Sufragio por las ánimas benditas del purgatorio
RECOMENDACION Innumerables son los favores que se nos refieren, que han sido obtenidos por los devotos de las Almas del Purgatorio, por vías completamente inesperadas, mediante los cien réquiems rezados en su sufragio.
MODO DE PRACTICAR ESTA DEVOCION Puede servirse de un rosario común de cinco decenas, recorriéndolo dos veces para formar las diez decenas, o sea la centena de Réquiem. Se empieza rezando el acto de contrición, un Padrenuestro y después una decena de Réquiem de esta forma: -Dadles, Señor, el descanso eterno. -y brille para ellas la luz perpetua. R. Al final de la decena de Réquiem se hacen invocaciones: Almas santas, almas pacientes, almas cautivas, rogad a Dios por nosotros, que rogamos por vosotras para que el Señor os dé su gloria. Amén. Padre Eterno, os ofrecemos la Sangre, Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las Almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores. Amen. Rezadas así diez decenas con las invocaciones al final de cada una de ellas, se tiene completos los cien réquiem de esta devoción. (León XIII concedió a cada réquiem 50 días de indulgencia). Salmo 129 No seáis, Dios mío, inexorable a mi voz. Dignaos escuchar los ruegos de un infeliz que no tiene otro recurso que vuestra gran misericordia. Sé, Dios mío, cuán culpable soy a vuestros ojos; más, si examináis con rigor nuestras iniquidades, ¿quién podrá sufrir vuestros juicios?
Si en nosotros solo encontráis delitos para perdernos, en Vos hallaréis motivos para salvarnos; os impusisteis la ley de no resistir a nuestras lágrimas y esto me obliga, Señor, a esperar confiado en vuestra gran bondad. Nunca me he olvidado de las promesas del Señor, que me han alentado en lo más fuerte de mis males; he esperado siempre en El. Así no deje Israel de esperar, pues recibirá por la noche el socorro que haya conseguido por el día. Porque es infinita la misericordia del Señor, que sabe hallar en los tesoros de su poder remedio para nuestros males. Y presto redimirá a su pueblo de todas sus miserias e iniquidades. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellas la eterna luz. Descansen en paz. Así sea. (50 días tres veces al día, 100 rezándole al toque de la campana).
Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y digamos: ¡Almas benditas! Ya que hemos rogado por vosotras, que tan amadas sois del Señor y que tenéis la sorpresa de no perderle a la esperanza de poseerle para siempre, rogadle por nosotros que nos vemos todavía en peligro de condenarnos. ¡Dulce Jesús!, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio. Amén.
Padre Nuestro
A Santa Matilde habiendo comulgado por los muertos, le dijo Nuestro SeĂąor: Recitad por ellos un Padrenuestro. Delante del altar donde se celebraba el Santo Sacrificio, la Santa hizo la oraciĂłn siguiente, y cuando la hubo terminado, vio una multitud de almas subir al cielo. (R. 5, ch. 21).
PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS Os ruego, ¡oh tierno Padre!, que perdonéis a las almas del Purgatorio el no haberos amado y rendido el culto de adoración y respeto que os es debido, a Vos, Padre bueno y misericordioso; y haberos alejado de sus corazones donde Vos deseabais habitar. Para suplir sus faltas os ofrezco el amor y el honor de que vuestro divino Hijo os tributó en la tierra y la satisfacción infinita que os dio por todos los pecados de esas pobres almas. (Recítese diez veces la invocación "Jesús mío, misericordia", y se ganarán cada vez 100 días de indulgencia por las benditas almas del Purgatorio). SANTIFICADO SEA TU NOMBRE Perdonad, tierno Padre, os lo suplico, a las almas de los fieles difuntos, el no haber honrado dignamente vuestro santo nombre, haberlo invocado rara vez, o empleado a menudo con ligereza y haberse hasta avergonzado algunas veces, de perteneceros. Como satisfacción de este pecado yo os ofrezco la santidad de vuestro Hijo Jesucristo, su obediencia, su celo por haceros conocer, su afán por honraros durante su vida y por anonadarse delante de Vos en el altar. ¡Jesús mío, misericordia! VÉNGANOS EN TU REINO Os ruego, ¡oh eterno Padre!, que perdonéis a las almas de los fieles difuntos, el poco celo en no haber deseado con bastante fervor y anhelado con afán la grandeza de vuestra gloria; Ellas habrían podido tan fácilmente haceros amar instruyendo a los niños, llevando por el camino del bien a los que ellas amaban! Para expiar su indiferencia, yo os ofrezco los santos deseos
de Jesucristo, en el celo que Él ha tenido por la nuestra aún en el altar. ¡Jesús Mío, Misericordia! HÁGASE TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO Os suplico ¡oh Padre!, que perdonéis a las almas religiosas, al haber preferido algunas veces su voluntad a la vuestra y no haber amado en todo y de una manera perfecta vuestro deseo que se manifestaba por sus desobediencias y faltas de sumisión a las órdenes de sus superiores. Para reparar ofrezco la unión del dulcísimo Corazón de Jesús con vuestra voluntad, la pronta y generosa obediencia que presta al Sacerdote viniendo al altar y la perfecta oblación de este divino Hijo que lo llevó hasta la muerte y muerte de cruz. ¡Jesús mío, misericordia! EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA DÁNOSLO HOY Os ruego, ¡oh Padre tierno!, que perdonéis a las almas de los fieles difuntos el no haber recibido el Santísimo Sacramento del Altar con los deseos, la devoción y el amor que El merece; el haber omitido por negligencia, cobardía o respetos humanos muchas comuniones que Vos les ofrecíais. Para expiar estos pecados, yo os ofrezco la santidad de vuestro Hijo Jesús, el amor ardiente y el deseo inefable que le llevó a daros el precioso tesoro de su Cuerpo y de su Sangre. ¡Jesús mío, misericordia! Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Os ruego, ¡oh Eterno Padre!, que perdonéis a las almas de los fieles difuntos los pecados en los cuales cayeron, no perdonando fácilmente; guardando algún rencor, alimentando ligeros pensamientos de venganza. Por esos
pecados yo os ofrezco la oración tan tierna y tan amorosa que vuestro Hijo Jesús hizo en la Cruz por sus enemigos. ¡JESUS MIO, MISERICORDIA! NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN Os suplico, ¡oh tierno Padre!, que perdonéis a las almas de los fieles difuntos la poca fuerza que opusieron para rechazar la tentación de sensualidad, reprimir la curiosidad de sus miradas, y cuidarse de algunos goces peligrosos. Para expiar esta multitud de pecados, yo os ofrezco las fatigas de Jesús, sus lágrimas, sus mortificaciones y sus humillaciones en el altar. ¡Jesús mío, misericordia! MÁS LÍBRANOS DEL MAL Sí, Dios mío, libradlas del mal que soportan esas santas almas, en otro tiempo culpables, ahora tan arrepentidas y resignadas; libradlas por los méritos de Jesucristo. Y Vos, ¡oh Salvador, tan lleno de misericordia! Vos que estáis sobre este altar, tened piedad de sus lamentos y de sus lágrimas. Ellas se unen a mí para clamar hasta Vos durante su vida y olvidad las faltas que la fragilidad de nuestra naturaleza les hizo cometer. ¡Jesús mío, misericordia!
Suplicas a Jesús
Para que por los dolores de su Pasión, tenga misericordia de las almas del Purgatorio. ¡Oh dulcísimo Jesús! por el sudor de sangre que derramasteis en el Huerto de Getsemaní. R/ Tened piedad de las almas de Purgatorio. ¡Oh dulcísimo Jesús!, por los dolores de vuestra cruelísima flagelación. R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio. ¡Oh dulcísimo Jesús!, por los dolores de vuestra coronación de espinas. R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio.
Que padecisteis llevando hasta el Calvario la cruz a cuestas. R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio. Que sufristeis en el despojo de vuestras vestiduras. R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio. ¡Oh dulcísimo Jesús!, por los dolores de vuestra crucifixión. R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio. ¡Oh dulcísimo Jesús!, por los dolores de vuestra agonía en la cruz. R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio. ¡Oh dulcísimo Jesús!, por el inmenso dolor que padecisteis al separarse vuestra alma de vuestro cuerpo. R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio. Compadeceos, oh buen Jesús, de las almas que están detenidas en el Purgatorio, por cuya salvación habéis tomado nuestra naturaleza humana y sufrido la muerte más cruel. Salmo 91 MORANDO BAJO LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE El que habita al abrigo del Altísimo, Morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, De la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás Y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación, No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación.
Oraciones Transversales ORACIÓN A LAS TRECE ALMAS
Oh, mis 13 almas Benditas, Sabias y entendidas, A vosotras vengo a rogaros Por el amor de Dios Que atendáis mi petición… Mis 13 Almas Benditas Sabias y entendidas, A vosotras os pido, Por la sangre que derramo El Sagrado Cuerpo de Jesús, Que oigáis mi petición… Mi Señor Jesucristo, Protégeme con tus brazos Guárdame en tu corazón, Que me protejan tus ojos. Oh Dios de bondad, Vos sois mi abogado En la vida y en la muerte, Os ruego que atendáis mi petición… Y me libréis de mis males Y me deis suerte en la vida.
Ocúltame de mis enemigos, Que teniendo ojos no me vean Y pierdan las fuerzas cuando en presencia me tengan. Mis 13 Almas Benditas, Sabias y entendidas Alcanzad esta gracia para mí, Y yo, su fiel devoto, Divulgare esta oración Para que recen por vosotras, Cientos de personas. Así Sea Rezar 13 Padre Nuestro y 13 Ave María durante 13 días consecutivos. Una vez conseguida la petición, Difundir la oración ORACIÓN DE AGRADECIMIENTO AL ÁNIMA SOLA Anima Sola del cielo y la tierra, Anima Sola del cielo y del mar, Te doy gracias por todos los favores recibidos doy fe y testimonio de que eres un ánima buena que ayuda con seguridad y rapidez a todo el que con respeto y fe te pide ayuda. Anima Sola, así como tú nunca fallas yo te juro que yo tampoco te voy a fallar con el pago de los favores que he recibido de tu parte y te prometo que voy continuar difundiendo esta oración para que otras personas te conozcan y reciban tu ayuda así como yo la he recibido. Anima sola, en agradecimiento eterno a ti por los grandes favores que he recibido de tu parte ofrezco esta oración a Dios padre todopoderoso a la santísima trinidad, padre, hijo y espíritu santo a nuestro señor Jesucristo, cordero de Dios que entregó su vida para quitar el pecado del mundo para
que en esta hora y en este momento escuchen esta mi humilde oración y este mi humilde ruego para que sean perdonadas todas las almas del purgatorio y muy especialmente por el perdón del Anima Sola. Te ruego Dios padre bondadoso y bueno que escuches esta mi humilde oración y le concedas el perdón al Anima Sola y a todas las ánimas del purgatorio para que queden libres de sus penas, dolores y lamentos. Jesucristo mi señor te ruego que con tu infinita misericordia sabiduría y amor intercedas ante Dios para que el Anima Sola y todas las Animas que sufren sean perdonadas y puedan gozar de la paz, de la luz perpetua, del descanso, de la bendición y del perdón de Dios padre todopoderoso. Oh Dios, te ruego por el perdón del Anima Sola Oh Dios te ruego por el perdón de todas las ánimas que sufren en el purgatorio Así sea por la gracia y Voluntad de Dios Nuestro Señor. Al padre eterno, que todo lo puede y todo lo vence! Amen
ORACIÓN AL JUSTO JUEZ
Señor Jesucristo, Divino y Justo Juez de vivos y muertos. Eterno Sol de Justicia Encarnado en el Casto Vientre de la Virgen María, por la salud del linaje humano. Justo Juez, Creador del Cielo y de la Tierra y muerto en la Cruz por mi amor. Tú, que fuiste envuelto en un Sudario y puesto en un Sepulcro del que al tercer día Resucitaste, Vencedor de la muerte y del infierno. Justo y Divino Juez oye mis súplicas atiende a mis ruegos, escucha mis peticiones y dales favorable despacho. Tu Voz Imperiosa serenaba las tempestades, sanaba a los enfermos y resucitaba a los muertos, como a Lázaro y al hijo de la viuda de Naim. El Imperio de Tu Voz ponía en fuga a los demonios, haciéndolos salir de los cuerpos de los poseídos y daba vista a los ciegos, habla a los mudos, oído a los sordos y perdón a los pecadores, como a la Magdalena y al paralítico de la piscina.
Tú Te hiciste invisible a los enemigos, a Tu Voz retrocedieron, cayendo por tierra en el Huerto, los que fueron a aprisionarte y cuando expirabas en la Cruz, a Tu Poderosa Voz se estremecieron los orbes. Tú abriste las cárceles a Pedro y lo sacaste de ellas sin ser visto por la guardia de Herodes. Tú salvaste a Dimas, el ladrón arrepentido y perdonaste a la adúltera. Haz que mi vida sea buena, siendo de obras gratas a tus ojos, líbrame de cuestas y caminos peligrosos, de ríos caudalosos, de cualquier persona que me mire con ojos maliciosos y lengua lisonjera, líbrame de cualquier perturbación del demonio, de ladrones, asesinos, de toda lengua cizañera, líbrame ¡Oh supremo ser!, de caer en pecado mortal. Te suplicamos Justo Juez, me libres de todos mis enemigos visible e invisible. La Sábana Santa en que fuiste envuelto nos cubra; Tu Sagrada Sombra nos esconda; el Velo que cubrió Tus Ojos ciegue a los que quieran perseguirme y los que nos deseen el mal, ojos tengan y no nos vean; pies tengan y no nos alcancen; manos tengan y no nos tienten; oídos, y no nos oigan; lengua tengan y no nos acusen y sus labios enmudezcan en los tribunales, cuando intenten perjudicarnos. ¡Oh, Jesucristo, Justo y Divino Juez! Favorécenos en toda clase de angustias y aflicciones, lances y compromisos y haz que al invocarte y aclamar al Imperio de Tu Poderosa y Santa Voz, llamándote en nuestro auxilio, las prisiones espirituales se abran, las cadenas y los lazos del pasado se rompan, los grillos y las rejas se quiebren, los cuchillos se doblen y toda arma que sea forjada en contra de mí no prospere.
Ni los caballos nos alcancen, ni los espías nos miren ni nos encuentren. Tu Sangre nos bañe, Tu Manto nos cubra, Tu Mano nos bendiga, Tu Poder nos oculte, Tu Cruz nos defienda y sea nuestro Escudo en la vida y en la hora de nuestra muerte. ¡Oh! Justo Juez, Hijo del Eterno Padre, que con Él y con el Espíritu Santo eres Un Solo Dios Verdadero. ¡Oh! Verbo Divino, hecho Hombre: Yo Te suplico me cubras con el Manto de la Santísima Trinidad, para que me libre de todos los peligros y glorifiquemos Tu Santo Nombre. El Dios Padre Santísimo de Libre, Su hijo Amado me Guarde, el espíritu santo me acompañe y que juntos en mí se reflejen sus rostros. Amén.
LETANIAS PARA UNA BUENA MUERTE Jesús, Señor, Dios de bondad, Padre de misericordia, aquí me presento delante de Vos con el corazón humillado, contrito y confuso, a encomendaros mi última hora y la suerte que después de ella me espera. Cuando mis pies, fríos ya, me adviertan que mi carrera en este valle de lágrimas está por acabarse; Jesús misericordioso, tened compasión de mí. Cuando mis manos trémulas ya no puedan estrechar el Crucifijo, y a pesar mío le dejan caer sobre el lecho de mi dolor; Jesús misericordioso, tened compasión de mí. Cuando mis ojos, apagados con el dolor de la cercana muerte, fijen en Vos por última vez sus miradas moribundas; Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis labios fríos y balbucientes pronuncien por última vez vuestro santísimo Nombre; Jesús misericordioso, tened compasión de mí. Cuando mi cara pálida amoratada causa ya lástima y terror a los circunstantes, y los cabellos de mi cabeza, bañados con el sudor de la muerte, anuncien que está cercano mi fin; Jesús misericordioso, tened compasión de mí. Cuando mis oídos, próximos a cerrarse para siempre a las conversaciones de los hombres, se abran para oír de vuestra boca la sentencia irrevocable que marque mi suerte para toda la eternidad; Jesús misericordioso, tened compasión de mí. Cuando mi imaginación, agitada por horrendos fantasmas, se vea sumergida en mortales congojas, y mi espíritu, perturbado por el temor de vuestra justicia, a la vista de mis iniquidades, luche con el ángel de las tinieblas, que quisiera precipitarme en el seno de la desesperación; Jesús misericordioso, tened compasión de mí. Cuando mi corazón, débil y oprimido por el dolor de la enfermedad, esté sobrecogido del horror de la muerte, fatigado y rendido por los esfuerzos que
hubiere
hecho
contra
los
enemigos
de
mi
salvación;
Jesús
misericordioso, tened compasión de mí. Cuando derrame mis última lágrimas, síntomas de mi destrucción, recibidlas, Señor, en sacrificio de expiación, para que muera como víctima de penitencia, y en aquel momento terrible, Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis parientes y amigos, juntos a mí, lloren al verme en el último trance, y cuando invoquen vuestra misericordia en mí, favor; Jesús misericordioso, tened compasión de mí. Cuando perdido el uso de los sentidos, desaparezca todo el mundo de mi vista y gima entre las últimas agonías y afanes de la muerte; Jesús misericordioso, tened compasión de mí. Cuando los últimos suspiros del corazón fuercen a mi alma a salir del cuerpo, aceptadlos como señales de una santa impaciencia de ir a reinar con Vos, entonces: Jesús misericordioso, tened compasión de mí. Cuando mi alma salga de mi cuerpo, dejándolo pálido, frío y sin vida, aceptad la destrucción de él como un tributo que desde ahora quiero ofrecer a vuestra Majestad, y en aquella hora: Jesús misericordioso, tened compasión de mí. En fin, cuando mi alma comparezca delante de Vos, para ser juzgada, no la arrojéis de vuestra presencia, sino dignaos recibirla en el seno amoroso de vuestra misericordia, para que cante eternamente vuestras alabanzas; Jesús misericordioso, tened compasión de mí. Oración. Oh Dios mío, que condenándonos a la muerte, nos habéis ocultado el momento y la hora, haced que viviendo santamente todos los días de nuestra vida, merezcamos una muerte dichosa, abrasados en vuestro divino amor. Por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con Vos, en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. Dios mío: Postrado humildemente en tu presencia, te adoro y quiero hacer esta protesta, como si ya me hallase próximo a exhalar mi último suspiro.
Dios mío: Tú has decretado mi muerte desde la eternidad: yo la acepto desde ahora con todo mi corazón en el modo y forma que tu divina Majestad ha dispuesto, y acepto también todos los dolores que la han de acompañar, los uno a los tormentos y a la muerte de Jesucristo, y te los ofrezco en satisfacción y penitencia de mis pecados. Acepto igualmente la destrucción de mi cuerpo para que resplandezca más tu supremo dominio sobre mí. Y por lo tanto, acepto y me alegro de que estos ojos, que tanta libertad se han tomado contra Ti, queden con la muerte ciegos hasta el fin del mundo. Acepto y me alegro de que esta lengua, que tantas veces he empleado en palabras vanas, murmuraciones y mentiras, quede muda con la muerte, y sea comida de gusanos en el sepulcro. Acepto y me gozo de que estas manos y estos pies que han sido para mi corazón instrumentos de tantas acciones desordenadas y de tantos pasos torcidos, queden con la muerte sin movimiento y sin acción entre los horrores de una hedionda sepultura. Acepto y me gozo de que este mismo corazón que, siendo formado para darte todos sus afectos, los ha empleado en miserables e indignas criaturas, sea arrojado a la tierra y reducido a polvo y ceniza. En suma, Señor, me regocijo de que se verifique en mí la total destrucción de mis miembros y huesos, convirtiéndome en humilde polvo y frías cenizas, que fueron la materia de que formaste mi cuerpo; para que la completa destrucción de mi existencia publique la grandeza de tu infinito poder y lo humilde de mi nada. Recibe, Señor, este sacrificio que te hago de mi vida, por aquel gran sacrificio que te hizo tu divino Hijo de sí mismo
sobre el ara de la Cruz; y desde este momento para la hora de mi muerte, me resigno totalmente a vuestra santísima voluntad, y protesto que quiero morir diciendo: “Hágase, Señor, tu voluntad...” Jesús mío crucificado: Tú que para alcanzarme una buena muerte haz querido sufrir muerte tan amarga, acuérdate entonces de que yo soy una de tus ovejas que has comprado con el precio de tu sangre. Cuando todos los de la tierra me hayan abandonado y nadie pueda ayudarme, Tu sólo podrás consolarme y salvarme, haciéndome digno de recibirte por Viático, y no permitiendo que te pierda para siempre. Amado Redentor mío, recíbeme entonces en tus llagas, puesto que yo desde ahora me abrazo a Ti, y protesto que quiero entregar mi alma en la llaga amorosa de tu sacratísimo costado. Y Tú, Virgen Santísima, Abogada y Madre mía María; después de Dios, Tu eres y serás mi esperanza y mi consuelo en la hora de la muerte. Desde ahora recurro a Ti, y te ruego no me abandones en aquel último momento: ven entonces a recibir mi alma y a presentarla a tu Hijo. Te aguardo, Madre mía, y espero morir bajo tu amparo y abrazado a tus pies. Y Tú, Protector mío San José, San Miguel Arcángel, Ángel Custodio, Santos mis abogados, ayúdenme en aquel trance extremo, en aquel último combate y llévenme a la Gloria celestial. Amén.
DEVOCIONARIO POR EL DESCANSO DE LAS ALMAS ORACIÓN POR LAS ALMAS EN PARTICULAR DEL PURGATORIO (I) ¡Oh Jesús! Tú sufriste y moriste para que toda la humanidad fuera salvada y llevada a la felicidad eterna. Escucha nuestras Súplicas para que tengas mayor piedad de las almas de: (después de cada una decimos: ¡Jesús, ten piedad!) Mis queridos padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos… ¡Jesús ten piedad! Mis hermanos, hermanas, y demás parientes cercanos Mis padrinos de bautismo y confirmación Mis benefactores temporales y espirituales Mis amigos y vecinos Todos los que por el amor me llevan a rezar Aquellos que sufrieron perjuicios o daño por mí Aquellos que son amados especialmente por ti Aquellos que están cerca de la liberación Aquellos que más desean estar junto a Ti Aquellos que soportan los mayores sufrimientos Aquellos que son menos recordados Aquellos que están lejos de la liberación Aquellos que más lo merecen por sus servicios a la Iglesia Los ricos, que ahora son los más indigentes
Los poderosos que ahora no tienen poder Aquellos ciegos espiritualmente que ahora ven su insensatez Los frívolos que dedicaron el tiempo a frivolidades Los del Purgatorio que no buscaron los tesoros del cielo Los tibios que dedicaron poco tiempo a la oración Los indolentes, que se negaron a realizar buenas obras Aquellos de poca fe, que rechazaron recibir con frecuencia los sacramentos Los habituales pecadores, que debieron su salvación a un milagro de gracia Los padres que no cumplieron con el cuidado de sus hijos Los superiores que no se ocuparon de la salvación de los que tenían a cargo Aquellos que lucharon por riquezas y placeres mundanos Los mundanos que no utilizaron sus riquezas y talentos al servicio de Dios Aquellos que fueron testigos de la muerte de otros pero no pensaron en la propia Aquellos que no se aseguraron la vida eterna Aquellos
que
tienen
una
sentencia
responsabilidades encomendadas a ellos Los Papas, reyes y gobernantes Los obispos y sus consejeros Mis maestros y asesores espirituales
severa
por
las
grandes
Los sacerdotes y religiosos de la Iglesia Católica Los defensores de la Santa Fe Católica Aquellos que murieron en el campo de batalla Aquellos que lucharon por su país Aquellos que fueron sepultados en el mar Aquellos que murieron de apoplejía e infartos Aquellos que sufrieron y murieron de cáncer o SIDA Aquellos que murieron inesperadamente en accidentes Aquellos que murieron sin cumplir con los últimos ritos de la Iglesia Aquellos que morirán dentro de las próximas 24 horas Mi propia pobre alma cuando deba presentarme ante el trono de Tu Juicio Concédeles el descanso eterno y permite que la luz perpetua los ilumine por siempre junto a tus Santos, porque Tú eres misericordioso. Oremos: que la oración de tu pueblo suplicante, te rogamos, oh Señor, beneficie a las almas de tus siervos que partieron. Que Tú las liberes de todos sus pecados así como también las hagas participar de tu redención. Amén. ORACIONES POR ALMAS EN PARTICULAR (II) ¡Oh Dios! Nuestro Creador y redentor, con tu poder Cristo conquistó la muerte y volvió a Ti glorioso. Que todos tus hijos que nos han precedido en la fe, especialmente………, participen de su victoria y disfruten para
siempre de la visión de tu gloria donde Cristo vive y reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén. V/ Concédeles, Señor el descanso eterno. R/ Y brille para ellos la luz que no tiene fin. V/ Descansen en paz. R/ Amén. María, Madre de Dios y Madre de Misericordia, ruega por nosotros y por todos los que han muerto en el regazo del Señor. Amén. Dios Todopoderoso y Eterno, en tu bondad paternal, ten piedad del alma de tu servidor………… Límpialo al que llamaste de este mundo de toda culpa, llévalo al Reino de la Luz y Paz y a la comunión de tus Santos, y entrégales su porción de gozo eterno en tu Reino. Rezamos por medio de Jesús, Nuestro Señor. Amén. ¡Dios, Tú, Creador y salvador de todos los fieles, perdona los pecados de todas las almas de tus servidores! Permíteles recibir el perdón por intermedio de nuestra oración piadosa, por lo que siempre anhelaron. Amén ORACIÓN POR LAS ALMAS MÁS ABANDONADAS ¡Jesús, por el amor de la agonía que Tú soportaste durante el temor a la muerte! En el Huerto de Getsemaní, en la flagelación y coronación, en el camino al Monte Calvario, en tu crucifixión y en tu muerte, ten piedad de las Almas del Purgatorio y especialmente de aquellas que están totalmente olvidadas
¡Líbralas de sus amargos dolores, llévalas a Ti y envuélvelas con tus brazos en el cielo! Padrenuestro. Avemaría Señor, concédeles el descanso eterno y brille para ellas la luz que no tiene fin ORACIÓN DE SIETE PETICIONES POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO 1. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por la preciosísima sangre que tu Hijo muy amado derramó sobre el huerto de Getsemaní, te suplico que liberes a las almas del Purgatorio, en especial a aquellas que están más abandonadas! Condúcelas a tu gloria para que te alaben y glorifiquen en la eternidad. Amén. Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno……. 2. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por la preciosísima sangre que tu Hijo muy amado derramó durante la despiadada flagelación, te suplico que liberes a las almas del Purgatorio, en especial a aquellas que están más cerca de gozar la eternidad! Déjalas que comiencen ahora a alabarte y glorificarte en la eternidad. Amén. Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno……. 3. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por la preciosísima sangre que tu Hijo muy amado derramó durante la dolorosa coronación de espinas, te suplico que liberes a las almas del Purgatorio, en especial a aquellas que más necesitan tu intersección! No permitas que esperen más para que te puedan alabar y glorificar en la eternidad. Amén.
Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno……. 4. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por la preciosísima sangre que tu Hijo muy amado derramó en las calles de Jerusalén cuando llevaba la cruz sobre su bendita espalda, te suplico que liberes a las almas del Purgatorio, en especial a aquellas que ante tus ojos posee los mayores méritos para que, desde lo alto del trono glorioso que las espera, te puedan alabar y glorificar en la eternidad. Amén. Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno……. 5. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo muy amado, Jesucristo, que Él mismo en la noche anterior a su muerte ofreció a sus amados apóstoles como alimento y bebida, dejando de este modo una ofrenda continua y alimento que da vida para los fieles de toda la Iglesia, te suplico que liberes a todas las almas del Purgatorio, en especial a la que honró más este secreto de su infinito amor, para que pueda con tu Hijo muy amado y El Espíritu Santo, por medio de sus santos Sacramentos, alabarte y glorificarte en la eternidad. Amén. Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno……. 6. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por la preciosísima sangre que tu Hijo muy amado derramó de sus manos y sus pies cuando estaba en la cruz, te suplico que liberes a las almas del Purgatorio, en especial a aquellas por las que más debo rezar! No permitas que permanezcan allí por más tiempo por mi culpa, para que te puedan alabar y glorificar en la eternidad. Amén. Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno…….
7. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por la Sangre y Agua preciosísimas que manaron del costado de tu Hijo muy amado ante los ojos de su bienaventurada Madre y por su gran angustia, te suplico que liberes a las almas del Purgatorio, en especial a la que más honró íntimamente a la santa Madre del Cielo! Permítele pronto entrar en tu gloria para que te pueda glorificar y alabar con María en la eternidad. Amén. Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno……. ORACIÓN QUE LIBERARÁ A MUCHAS ALMAS DEL PURGATORIO Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de tu Divino Hijo, Jesús, junto con las misas celebradas hoy en el mundo, por las Almas del Purgatorio, por los pecadores del mundo entero, por los pecadores de la Iglesia universal, aquellos en mi casa y dentro de mi propia familia. ORACIÓN DE SANTA MATILDE POR LA LIBERACIÓN DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO (Utilizando la meditación del Padrenuestro.) Padrenuestro que estas en el cielo. Te ruego humildemente, eterno, benigno, misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que tú mismo has acogido como criaturas tuyas, a pesar de que ellas no te han amado sino te han rechazado, y no te han rendido el honor que te es debido. En expiación y penitencia te ofrezco en sacrificio todo el amor y la bondad de tu amadísimo hijo y señor nuestro Jesucristo. Santificado sea tu nombre. Te ruego humildemente, eterno, benigno, misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que no han glorificado tu santo nombre y que con frecuencia lo han pronunciado
indignamente y con ligereza. En expiación y penitencia te ofrezco en sacrificio todas las enseñanzas con las cuales tu amadísimo hijo y señor nuestro Jesucristo ha glorificado en la Tierra tu santo nombre. Venga a nosotros tu reino. Te ruego humildemente, eterno, benigno, misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que no han anhelado con amor ardiente y con inmenso deseo tu santo reino. Por esos muchos pecados, te ofrezco en sacrificio el poderoso deseo de tu amadísimo hijo y señor nuestro Jesucristo, con el cual Él desea que todos sean acogidos en tu santo reino. Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Te ruego humildemente, eterno, benigno, misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que no se han sometido del modo más devoto a tu santa voluntad, sino que muchas veces han actuado según su propio querer, sustrayéndose así a la observancia de la misma. En expiación y penitencia, te ofrezco al Corazón divino de tu amadísimo hijo y Señor Nuestro Jesucristo y su gran sumisión. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también
nosotros
perdonamos
a
los
que
nos
ofenden.
Te
ruego
humildemente eterno, benigno y misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas su pesada abundancia de culpas, porque no han amado a sus enemigos y no han querido perdonar. En expiación y penitencia por estos numerosos pecados, te ofrezco en sacrificio las Santas Palabras de tu amadísimo hijo y Señor Nuestro Jesucristo, con las cuales dijo desde la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” No nos dejes caer en la tentación. Te ruego humildemente eterno, benigno y misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que no han
opuesto resistencia alguna en las grandes tentaciones, cediendo a las seducciones del Maligno y que por lo tanto se han precipitado en la ruina. En expiación y penitencia, te ofrezco la amorosa y obediente sumisión y todo el amargo sufrimiento y la muerte de tu amadísimo hijo y Señor Nuestro Jesucristo. Líbranos de todo mal. Te ruego humildemente eterno benigno y misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas y las lleves junto a tu amadísimo hijo y Señor Nuestro Jesucristo al reino de la gloria, donde Tú vives por siempre. Amén. ORACIÓN DE SACRIFICIO POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO ¡Dios Todopoderoso y Eterno! Porque es tu voluntad que recemos por las Almas del Purgatorio, yo te ofrezco, por medio de las manos sin manchas de María, todas las Santas Misas que se celebran hoy, por tu gran honor y por la redención de las Almas del Purgatorio. Con humildad te suplico que borres sus culpas por los méritos demasiado valiosos de tu Hijo muy Amado y ten piedad de ellas. Para la restitución de la alabanza, el amor, el honor, las gracias, y los méritos que estas almas dejaron de mostrar y tomar, yo te ofrezco toda alabanza, amor, honor, gracias y sufrimientos de tu Hijo por los que te honró aquí en el mundo. En reparación de todos los abandonos y descuidos cometidos por estas almas, te ofrezco el fervor lleno de alabanza con el cual tu Hijo realizó todas sus obras aquí en la tierra, y que ahora son renovadas y entregadas a Ti en todas las Santas Misas.
En reparación de todos los errores y de todo lo que se dejó sin hacer por estas almas, te ofrezco todas las virtudes que practicó tu Hijo y que aún practica y completa en todas las Santas Misas. Por la limpieza de todas las manchas de pecado que estas almas aún poseen, te ofrezco la preciosísima Sangre que tu Hijo derramó aquí en la tierra y que continúa ofreciéndose en todas las Santas Misas. Como liberación de todos los castigos y tormentos que soportan estas almas, te ofrezco la dolorosa pasión y muerte de tu Hijo muy amado que Él ahora renueva y continúa renovando en todas las Santas Misas. Para rescatarlas del calabozo ardiente, te ofrezco los méritos infinitos que tu Hijo se ganó en la tierra y que continúa ejercitando y ofreciendo en todas las Santas Misas. Finalmente, para hacer lo suficiente para cumplir con tu estricta justicia, te ofrezco todas las virtudes y méritos de la vida, sufrimiento y muerte de tu Hijo muy amado, su Santísima Madre, todos los Santos y elegidos que juntos sufrieron más que las adoradas Almas del Purgatorio dejadas de lado. Amén LETANÍA POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO ¡Señor, ten piedad de los difuntos! ¡Cristo, ten piedad de ellos! ¡Señor, ten piedad de ellos! ¡Cristo, por tu gracia escúchanos! ¡Cristo, piadosamente óyenos!
¡Dios Padre Celestial, ten piedad de ellos! ¡Dios Hijo Salvador del Mundo, ten piedad de ellos! ¡Dios Espíritu Santo, ten piedad de ellos! ¡Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten piedad de ellos! Santa María… ruega por ellos. Santa Madre de Dios… ruega por ellos Santa Virgen de la Vírgenes Madre de Misericordia Puerta del Cielo Consoladora de los afligidos Todos los Santos Ángeles y Arcángeles… rogad por ellos. San Miguel… ruega por ellos Todos los Santos Patriarcas y Profetas… rogad por ellos. San Juan Bautista… ruega por ellos. San José Todos los Santos Apóstoles y Evangelistas… rogad por ellos Todos los Santos discípulos del Señor Todos los Santos niños inocentes Todos los Santos Mártires Todos los santos obispos y fieles
Todos los Santos Maestros de la Iglesia Todos los santos sacerdotes y diáconos Todos los santos monjes y ermitaños Todas las santas viudas y vírgenes Todos los Santos de Dios Ten piedad de ellos… líbralos, ¡oh Señor! Ten piedad de ellos De todo dolor De toda tu ira Del rigor de tu Justicia Del peso persistente de su conciencia De su tristeza más profunda Del duro cautiverio Del fuego desgarrador Del ansia dolorosa De todos los castigos Por Tu maravillosa encarnación Por Tu santo nacimiento Por Tu santo nombre Por Tu Bautismo y Tú ayuno
Por Tu humildad Por Tu total obediencia Por Tu pobreza Por Tu paciencia y ternura Por Tu amor infinito Por Tu amargo sufrimiento Por Tu sudor sangriento de temor Por Tu cautiverio Por Tu dolorosa flagelación Por Tu vergonzosa coronación Por las burlas que sufriste Por Tu juicio injusto Por Tu dura carga de la cruz Por Tu dolorosa crucifixión Por Tu agonizante abandono Por Tu santa muerte sacrificada Por Tus cinco santas llagas Por Tu corazón traspasado Por Tu gloriosa resurrección Por Tu maravillosa ascensión
Por la venida del Espíritu Santo Por los méritos de la intercesión de tu Santa Madre Por los méritos de la intercesión de todos tus santos Nosotros, pecadores del Purgatorio, Te imploramos… escúchanos, ¡oh Señor! Que Tú protejas las almas que sufren en el Purgatorio… escúchanos, ¡oh Señor! Que Tú las salves de sus dolores y agonía Que Tú compartas con ellas todas las buenas obras de la cristiandad Que Tú siempre escuches todas nuestras oraciones por ellas Que Tú, por medio del Arcángel San Miguel y los Santos Ángeles las lleves a la Luz Eterna Que Tú las deslumbres pronto al ver ellas tu rostro Que Tú concedas a nuestros padres, hermanos, amigos y benefactores difuntos la Luz Eterna Que Tú liberes a aquellas almas con las cuales compartimos su castigo por otro lado Que Tú tengas piedad especial de todas las almas que ya no tienen en la tierra quienes piensen en ellas Que Tú concedas a todas las almas de los cristianos difuntos la Paz Eterna
Que Tú derrames amor misericordioso, por medio de las almas del Purgatorio, a las almas de todos los cristianos vivientes… Escúchanos, ¡oh Señor! Hijo de Dios, Rey de la felicidad eterna… Escúchanos, ¡oh Señor! Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo… Protégenos, ¡oh Señor! Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo… Escúchanos, ¡oh Señor! Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo………. Ten piedad de nosotros, ¡oh señor! Oración: Oh Dios, Señor de la vida y de la muerte, muéstrales tu infinita Misericordia a aquellos servidores que creyeron y pusieron tus esperanzas en Ti. Concédeles todo indulto de sus culpas y castigos; y por otro lado libra sus almas de los sufrimientos. Por esto rezamos, por medio de la intercesión de la Santísima Virgen María y por medio de Cristo, Nuestro Señor. Amén. UN LLAMADO DE AYUDA A LOS ÁNGELES PARA QUE AYUDEN A LAS ALMAS DEL PURGATORIO Jesús, Señor Nuestro, Tú pasaste la noche anterior a tu pasión en el Huerto de los Olivos, en Getsemaní. Haz conocido todos los pecados del mundo, una carga que te aplastó e hizo sudar sangre. Los apóstoles se quedaron dormidos y no tuvieron fuerzas para velar contigo durante las horas más
duras. Solamente tu Padre Celestial se conmovió y te envió un ángel para consolarte y darte fuerzas durante tu angustia de muerte. Señor, mira a nuestros hermanos y hermanas en el Purgatorio. Ellos sufren más de lo que pueden sufrir un humano en la tierra y Tú deseas que seamos compasivos con su angustia y sufrimiento. Tú nos das la oportunidad de hacer algo por ellos, de vigilar con ellos, de rezar por ellos, de ofrecer algo en su nombre; pero principalmente, les podemos ofrecer la Santa Misa. Si, también podemos enviar a nuestro Ángel Custodio para que éste, con el poder de tu Sangre, los consuele y fortalezca. ¡Cuán misericordioso fue Dios en el Huerto de los Olivos! De la misma manera Él desea que nosotros también seamos misericordiosos con la Iglesia que sufre en el Purgatorio. Jesús, recuerda tu soledad en el Huerto de los Olivos. Recuerda cuán bien te hizo cuando el Ángel de tu Padre Celestial te fortaleció y te contuvo. Enséñanos a ser tan misericordiosos y amorosos como tu Padre, y llena a las Almas del Purgatorio del mismo consuelo que Tú recibiste en el Huerto de los Olivos. María, Reina de los Ángeles, ten piedad de tus hijos que sufren en el Purgatorio. Envía a Tus Ángeles para que los ayuden. Arcángel San Miguel, Arcángel San Gabriel, Arcángel San Rafael, los nueve coros de los Santos Ángeles, los Serafines y Querubines, los Tronos y las Dominaciones, los Príncipes y los Poderes, los Arcángeles y Ángeles, les pedimos, en nombre de Dios y en el nombre de su Reina, la Preciosísima Virgen María, que vayan rápido y ayuden a nuestros hermanos y hermanas en el Purgatorio. Ellos sufren mucha angustia, ellos tienen sed
de Dios Eterno más que un siervo tiene sed del agua de una vertiente. Denles fuerzas y guíenlos hacia el camino del Padre celestial. Amén. EL SANTO ROSARIO MISTERIOS GOZOSOS (LUNES Y SÁBADO) 1. La encarnación del Hijo de Dios. (Lucas 1, 30-32, 38) “El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia Delante de Dios, vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, A quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo (...). Dijo María: He aquí la esclava del Señor; Hágase en mí según tú palabra.”
2. La visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel. (Lucas 1, 39-43) “En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a visitarme?”
3. El nacimiento del Hijo de Dios. (Lucas 2, 6-11) “sucedió que, mientras ellos estaban allí se cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. Había en la misma comarca algunos pastores (...) se les presentó el Ángel del Señor, (...) y les dijo: no temáis, pues os anuncio una gran alegría, (...) os ha nacido (...) un salvador.” 4. La Presentación del Señor Jesús en el templo. (Lc 2, 22-25, 34-35) “Llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor. (...) Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón que esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. (...)Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción- ¡y a ti misma una espada te traspasará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.”
5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo. (Lc 2, 41-47) “Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. (...) Subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo
sus
padres
(...).
Se
volvieron
a
Jerusalén en su busca (...). Al cabo de tres días, le encontraron en el templo sentado en medio de
los
maestros,
escuchándoles
y
preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.” MISTERIOS DOLOROSOS (MARTES Y VIERNES) 1. La Oración en el Huerto de Getsemaní. (Lc 22, 39-46) “Va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: Sentaos aquí, mientras voy allá a orar. Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra,” y dijo: “Padre si quieres aparta de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya. “Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas sangre que caían en tierra” (Mt 26, 36-37; Lc 22, 41-44).
2. La Flagelación del Señor. (Juan 18, 33, 19;1) (Pilato) “volvió a salir donde los judíos y les dijo: Yo no encuentro ningún delito en él (...). ¿Queréis, pues, que os ponga en libertad al Rey de los judíos? Ellos volvieron a gritar diciendo: ¡A ése, no; a Barrabás! (...) Pilato entonces tomó a Jesús y mandó azotarle”.
3. La Coronación de espinas. (Mt 27, 29-30) Los
soldados
“trenzando
una
corona
de
espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!; y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza.”
4. El Camino del Monte Calvario. (Mt, 27, 31; Juan 19, 17; Mc 15, 21) “Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle”. “Y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario”. “Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, (...) a que llevara su cruz.”
5. La Crucifixión y Muerte. (Lc 23, 33-34, 44-46; Juan 19, 33-35) “Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron.
(...)
Jesús
decía:
Padre,
perdónales, porque no saben lo que hacen (...). Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona (...). Jesús, dando un fuerte grito, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu y, dicho esto, expiró.” “Como le vieron muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua.”
MISTERIOS GLORIOSOS (MIÉRCOLES Y DOMINGO) 1. La Resurrección del Señor. (Mt 28, 5-6) “El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id en seguida a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos”
2. La Ascensión del Señor. (Lc 24, 50-51; Mc 16, 20) Jesús “los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía se separó de ellos y fue llevado al cielo.” Después “salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.”
3. La Venida del Espíritu Santo. (Hechos 1, 14; 2, 1-4) “Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos. (...) Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido (...) que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse”
4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos. (Ct 2, 10-11, 14) “¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente! Porque, mira, ha pasado ya el invierno, han cesado las lluvias y se han ido. (...) Muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz; porque tu voz es dulce, y bello tu semblante.”
5. La Coronación de la Santísima Virgen. (Sal. 45, 14-15; Ap 11, 19;12, 1) “Toda espléndida, la hija del rey, va adentro, con vestidos en oro recamados; con sus brocados es llevada ante el rey.” Y “una gran señal apareció en el cielo; una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.”
MISTERIOS LUMINOSOS (JUEVES) 1. El Bautismo en el Jordán. (Mt 3, 13, 16-17) “Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él (...). Salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: Este es mi Hijo amado, en quien yo me complazco.”
2. La autorrevelación en las bodas de Caná. (Juan 2,1-5) “Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: No tienen vino. Jesús le responde: ¿Qué tengo yo
contigo,
mujer? Todavía no ha llegado mi hora. Dice su madre a los
sirvientes:
Haced lo que él os diga.”
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión. (Mc 1, 15, 21; 2,3-11; Lc 7, 47-48) “Marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la
Buena
Nueva
(...).
[Luego]
llegan
a
Cafarnaúm (...) y le vienen a traer a un paralítico. (...) Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo (...) y a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados (...), a ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu
casa.” (Lc 7, 47-48)
Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque
ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.» Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados.»
4. La Transfiguración. (Mt 17, 1-3, 5) “Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. (...) [Y] una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle."
5. La Institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual. (Juan, 13, 1; Mt 26, 26-29) “Sabiendo Jesús, que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. Y “mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomad, comed, éste es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: bebed de ella todos, porque ésta
es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados”. LETANIAS Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos. Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros. Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros. Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros. Santísima Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros. Santa María, Ruega por nosotros. Santa Madre de Dios, R. Santa Virgen de las Vírgenes, R. Madre de Cristo, R. Madre de la Iglesia, R. Madre de la divina gracia, R. Madre purísima, R. Madre castísima, R. Madre siempre virgen, R. Madre inmaculada, R. Madre amable, R. Madre admirable, R. Madre del buen consejo, R. Madre del Creador, R.
Madre del Salvador, R. Madre de misericordia, R. Virgen prudentísima, R. Virgen digna de veneración, R. Virgen digna de alabanza, R. Virgen poderosa, R. Virgen clemente, R. Virgen fiel, R. Espejo de justicia, R. Trono de la sabiduría, R. Causa de nuestra alegría, R. Vaso espiritual, R. Vaso digno de honor, R. Vaso de insigne devoción, R. Rosa mística, R. Torre de David, R. Torre de marfil, R. Casa de oro, R. Arca de la Alianza, R. Puerta del cielo, R. Estrella de la mañana, R. Salud de los enfermos, R. Refugio de los pecadores, R. Consoladora de los afligidos, R. Auxilio de los cristianos, R. Reina de los Ángeles, R.
Reina de los Patriarcas, R. Reina de los Profetas, R. Reina de los Apóstoles, R. Reina de los Mártires, R. Reina de los Confesores, R. Reina de las Vírgenes, R. Reina de todos los Santos, R. Reina concebida sin pecado original, R. Reina asunta a los Cielos, R. Reina de la familia, R. Reina de la paz, R.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.