Cuento “Animales en el corazón”
EL CÓNDOR Y EL JAGUAR (Una historia de reflexión que parece utópica)
Autor: Rolando Iporre Yapu
Se encuentran un cóndor y un jaguar, allá donde solamente almas inocentes llegan después de morir. Entonces comienzan una conversación sobre porque llegaron allá, y siendo tan jóvenes haber dejado el mundo terrenal… primero el cóndor cuenta su historia y dice: – Bueno te aseguro amigo… ¡que yo era un ser, que no tuve nunca intenciones ajenas al equilibrio de mi espacio en el que vivía! si en algún momento puede limpiar la tierra de los animales muertos que encontraba lo realizaba en las primeras etapas de mi vida, sin embargo con el pasar del tiempo ya mucha de la comida que conseguía de forma natural se me fue restringiendo sin que yo sepa que paso. Pero eso no es lo peor dice el Cóndor.
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Cuento “Animales en el corazón”
Un día que me encontraba surcando el cielo azul desde lejos divise un animal muerto a lo lejos, acercándome y después de rezar y agradecer a la naturaleza por darme la comida, me dispuse a servirme, pero cuerdas y redes cayeron sobre mí, sin poder escapar solo de repente dormí por mucho tiempo... y desperté preso sin saber el delito que cometí. Desperté en una celda que reflejaba algo del lugar donde vivía, pero no podía elevarme y extender mis alas para alcanzar el cielo más alto…. Por más que intente, buscar un espacio por donde escapar o que alguien me dijera porque yo estaba ahí, no lo conseguí, es mas solo logre lastimarme mis alas hasta en una ocasión casi rompo mi cabeza por lo que quede con una herida en mi pico… Los días pasaban y no podía entender cuál era el motivo por el que me tenían ahí encerrado… lo único que veía era llegar humanos de diferentes tamaños, algunos me miraban sorprendidos y otros con tristeza pero nadie nunca pudo decirme porque estaba ahí o cuando podría yo salir de ese lugar….
Cada día me entregaban carne muy fresca que nunca pude acostumbrarme a comer por lo cual pasaba días sin comer nada…
Había días que me ponía a rezar y pedía que la tierra se apiade de mí y pueda salir libre, pero mis
rezos
sirvieron… pronto
no muy ni
probaba
los
alimentos
y
comencé
a
decaer y para lo peor
desde
el
primer día que no sabía dónde estaba, hacia una calor insoportable que no era aquel que sentía en mi hogar, era húmedo el ambiente y sentía que perdía mucho líquido, por lo que tomaba bastante agua, pero antes de venir aquí, ya ni agua podía tomar porque me faltaban fuerzas…
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Cuento “Animales en el corazón”
De repente vi que volaba libre y atravesé esas rejas que me tenían cautivo, y a lo lejos vi como mi cuerpo se quedó votado y preso, entonces comprendí que ya no pertenecía al mundo de la tierra y ahora estoy aquí…
– ¡Yo! – dice el jaguar – muchas lunas vi pasar en mi hermoso bosque, donde manteníamos un equilibrio de vida con todos los animales de ahí… pues recuerdo bien una tarde que me disponía a regresar a mi casa después de un día muy caluroso, encontré a mi pareja muerta y mis dos cachorros se encontraban en manos de los humanos, intente liberarlos inútilmente hasta que con varios disparos lograron adormecerme y dormí profundamente, hasta que desperté con un frío que nunca había conocido, al igual que tú, desperté en una celda donde se encontraban varios presos al igual que yo.
Después de ver el lugar y comunicarme con los otros felinos que se encontraban ahí,
me
hicieron
comprender que este lugar sería el último que
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vería
durante
Cuento “Animales en el corazón”
toda mi vida, y que los humanos lo llaman zoológico, además me dijeron que no somos los únicos presos aquí, y en todo este lugar hay diferentes animales traídos desde distintos pisos ecológicos, pues a estos humanos no les interesa en lo mínimo si pertenecemos a un lugar cálido o frígido, y cada noche tenía que soportar un frío que no me acostumbre hasta el último día en que estuve allí, pues yo era de un lugar muy caliente.
En mi desesperación no me resigne a perder mi libertad así por así, pues en el pasar de los días me di cuenta que entraban a limpiar el lugar muy temprano y nos cambiaban de celdas, es así que me propuse escapar, una de estas mañanas de limpieza. Cuando ingresaron a la rutina de la limpieza, mientras cambiaban de celda a una leona que no tenía buen humor aproveche y corrí con todas mis fuerzas para salir de aquel lugar, pero se atravesó uno le los carceleros en mi camino y antes que pueda eludirlo sentí un picazón muy fuerte en mi pecho, cuando caí al suelo y puede ver que mi sangre se juntaba con la tierra y minutos más tarde deje ese lugar para siempre. El cóndor le dice: mira amigo, si nosotros fuimos víctimas de la ignorancia del hombre, solo nos queda pedir a la naturaleza que estos lugares que lo llaman zoológicos desaparezcan para siempre, porque no es justo que nosotros seamos tratados como objetos sin sentimientos.
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