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Autora: Paola Andreyna Herrera H.
Al saber que en el fondo de mi vientre se alojaba una vida, dio un vuelco, transformando mi vida… debía dejar las niñerías, sobre todo mi juventud. Era evidente que sentías miedo y te escondías, sin dar señales de vida, pero no puedo esconderte de mi realidad, solo te oculto de tu progenitor, que sólo me utilizó para sus placeres y
después… se fue con otra. Jamás sabrá de tu existencia, porque no te merece… Has sentido mi aflicción en llanto, no esperaba concebirte, sobre todo cuando pienso en extirparte de mis entrañas en pedazos, como un cáncer maligno… “Siento tus latidos”, ¡y te pido perdón por el pensamiento! Sé que te ha llenado de espanto, y empiezas a manifestarte con tus latidos, ¡perdón! ¡perdón! ¡yo no quiero ser tu Verdugo! Es posible que sufra más cuando nazcas, cuando no me respeten por ser madre soltera y me injuriarán… Sera difícil conseguir trabajo cuando se note más mi embarazo. La verdad no se qué hacer… Pasan los días llenos de miedo, porque no quiero que te descubran, y me fajo el vientre, estrujando tu espacio de crecimiento. Siento los malestares que me alertan sobre algo malo, es cuando me entero que tus latidos son débiles, y me desvanezco de dolor, porque no media las consecuencias, tuve que huir, para protegerte de todo lo que me afligía, pero tus latidos aún seguían débiles, sentía que morías en el lugar que debía ser tu refugio, tu protección, la cual se convertía en martirio… tus frágiles latidos eran canción dolorosa para mi alma, no importa cuán arrepentida este, el daño ya estaba hecho… Llegue al hospital, porque tú querías huir de mi vientre frívolo, naciste prematura, el diagnóstico fue que no sobrevivirías, tu
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corazoncito era el más débil que el mío, te miraba en la incubadora recibiendo todos los cuidados que no te di. Solo te pedía que vivas para que yo enmendara mi error. Me quedaba horas mirándola a través del vidrio que limitaba escuchar el 3
latir el corazoncito de la pequeña criatura. Me dieron la mala noticia que te quedaba poco tiempo de vida, tu corazoncito no respondía a ningún tratamiento, sufrí una conmoción fuerte, me puse como una loca descontrolada, abrí la incubadora y toque tu pecho rogando que latiera con fuerza, para vivir… Sentí el milagro de Dios, tu corazoncito latía con fuerza, como lo hizo en mi vientre cuando me entere que existías,
empezaste
a
mejorar
aunque tenías que permanecer un mes más en la incubadora en observación, yo estuve pendiente de ti, mientras yo trabajaba cerca del hospital.
Cuando te pusieron en mis manos, sentía tu frágil cuerpecito, pero te dije: que te quería mucho, y te protegería hasta con mi vida; eras la niña de mis lágrimas, la niña que con sus latidos me cantaba su penar que yo le hacía sentí…te cuide con tanto amor, no me importo perder mi juventud, ni el respeto, ni mucho menos a tu progenitor, porque estaba segura que no
serĂa un ejemplo de padre. Solo me importaste tu, mi regalo y magro de Dios. Te amo querida hijita Alondra Luna.
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