Cuento “Animales en el corazón”
NECESITA UN CORAZÓN Autora: María Salomé Barrenechea Andrade (Plumita de Ángel) Tiempo
atrás,
Dios acogió en una nube rosa, a
tres
criaturas cola,
lindas de que
desgraciadame nte al hombre le estorbó. Ellos desde ahí podían ver los amaneceres sin sentir el crudo frío y atardeceres que les hacían soñar con un regreso. Más ahora placidos dormían mecidos por la tibia brisa en las inmensas alturas. Un día como tantos, después de haber jugado con los pliegues nubosos, correteado a cuanto angelito del cielo y pasar el tiempo contemplando todas las maravillas de la tierra sin cesar. Cansados y llenos de dicha somnolientos se pusieron a reposar, pero un canto lejano trajo el viento inquietándolos, pues jamás habían oído tal melodía, parecida a un sollozo, tan corazones perrunos.
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triste que sobrecogía sus
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Sin pensar se sujetaron muy fuerte de su nube para ver por debajo de ella, el lastimero y bello sonido provenía de la tierra. Con gran sorpresa pudieron los tres divisar algo brillante color carmesí, su fulgor bajaba poco a poco, aquello era un corazón de rubí roto, junto a él estaba un ser con el pecho desgarrado y las manos vacías, sentada junto a tres pequeños montículos de piedra. Los cachorros desde su nube soltaron aullidos y fiestas de colas en un interminable agitar, reconocieron ese corazón – ¡Es el corazón, es él! –a viva voz gritaban, por un instante recordaron lo felices que fueron junto a él… el amor que sentían, lo inseparables que fueron. Entonces aquel sentimiento era lo que les había faltado ahí, en su nuevo hogar, no se dieron cuenta hasta escucharlo llorar. Una pregunta, y giran sus dulces cabecitas ¿En qué momento se separaron? Se prometieron volver a estar juntos un día lunes para continuar toda la semana. Entre gimoteos suplicaron a Dios volver a la tierra a cumplir su promesa. Le contaron sobre el gran amor que se tenían, conmovido el Señor, decidió mandarlos en forma de lluvia tibia a la tierra. Los canes tenían por nombre; Hocico, Llamerito y Fideo, ni bien posaron las patitas en la tierra se sentaron junto al corazón hecho pedazos, lloraron sin remedio al verlo roto, Fideíto el más pequeño de edad se tapaba la hociquito para poder gemir con gran pesar, sentía que lo amaba más, muchas veces se refugió en él , cuando su amo lo azotaba cruelmente, Llamerito al igual que ellos recordó haberse mecido en el tibio palpitar que lo acariciaba amorosamente, sintiéndose echado a la soledad y abandono, el gran corazón les brindaba el calor de un hogar, amistad y un amor único. Hocico que podía decir, se quedó observando el trocito de aquel corazón, en él se reflejó todo las vivencias juntos, el día que lo
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conoció, las mañanas llenas de luz corriendo para alcanzarlo, esos atardeceres lluviosos cobijados, la ilusión de pertenecer a una familia, las lágrimas le rodaron por el rostro peludo. Se le ocurrió entonces, repararlo… – ¡Si repararlo! unirlo nuevamente– dijo Hocico ante las miradas de sus hermanos que con gran satisfacción aceptaban la idea. De ellos un destello mágico empezó a emanar,
un plateado resplandor, doradas estrellas
centellantes, juntos estrechándose las patitas sobre los pedazos del corazón, estos se fueron uniendo sorprendentemente, los cachorros le otorgaron cada uno un pedazo de su corazón para convertirse en uno solo.
¡Reluciente corazón de plata volvió a latir en el pecho agrietado del aquel ser! En el lugar donde estaba recostada en letargo, infinidad de estrellas y flores flotaban, con gran maravilla algunas salían de los montículos fúnebres sin cruz. La luz del sol brillaba a un más,
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entonces el niño abrió los ojos sorprendido, con el semblante libre de la muerte, se abrazó a ellos, prometiendo no separarse más. Jamás él volvería a sentir dolor, sus amigos vivían y latían en un corazón argento.
La crueldad del hombre no tiene límites, su gran egoísmo trunca vidas inocentes, de aquellos pequeños seres de cola, privándoles la vida, de un hogar y del amor; Porque ellos también tienen derecho a la vida como todo ser viviente de la creación de Dios. Dedicado a esos seres perrunos maravillosos, que me enseñaron el verdadero sentido de la amistad, del amor y el valor de la vida.
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