La tumba de la reina Hetepheres
todos los objetos de la tumba se encontraban en un estado de conservación pésimo y el más mínimo descuido podía suponer pérdidas irreparables. Como muestra del delicado estado en que se encontraban todos los objetos basta con leer las siguientes líneas que nos dejó escritas Dows Dunham, segundo de Reisner en la excavación de la tumba: “Recuerdo que una vez, al principio de la excavación, mientras Reisner y yo estábamos en el interior de la tumba, hice un comentario que a él le pareció gracioso, y dejó escapar una de esas sonoras carcajadas suyas. En ese instante se oyó un crujido, como si un fragmento de oro se hubiera caído en la parte posterior de la cámara como resultado de la vibración del aire generada por el ruido” Por suerte, el pan de oro que revestía la gran mayoría de las piezas hizo que conservaran relativamente bien su forma. Se hicieron más de 1.700 dibujos y se tomaron casi 1.100 fotografías. Gracias a este meticuloso trabajo finalmente se pudieron reconstruir todas las piezas encontradas en la tumba. La apertura del sarcófago de la reina no se haría hasta el año siguiente y el propio Dows nos lo relata de la siguiente manera: “El 3 de marzo de 1927, un distinguido grupo de personas [unas ocho] descendieron a la cámara. A una señal de Reisner, los gatos que habíamos colocado se pusieron en movimiento. Lentamente se abrió una rendija entre el ataúd y la tapa. Poco a poco se fue haciendo más grande hasta que alcanzamos a ver la parte superior de la caja; pero nada más. Cuando se retiró completamente la tapa pudimos ver el fondo del sarcófago…” Lo que prometía ser un acontecimiento inolvidable, resultó ser finalmente un auténtico fiasco. El 06 Boletín de la Asociación de Egiptología Iteru