CUENTO: EL COCODRILO CIRILO Y SU AMIGO TORIBIO
Cirilo era un cocodrilo feliz. Vivía en el Zoo, en la mitad derecha de un estanque de agua templadita. En la otra mitad vivía su amigo Toribio, el hipopótamo. Los dos se llevaban muy bien y, cuando cerraban el Zoo, se repartían las golosinas que los niños habían tirado al estanque. Eso a pesar de que el veterinario del Zoo les había dicho muchas veces: - ¡No comáis tantas golosinas, que os vais a poner malitos!. Tú, Cirilo, tienes que comer carne o pescado, porque eres un carnívoro, y tú Toribio, eres un herbívoro, y debes de comer frutas y verduras como todos los hipopótamos. Pero ni Cirilo ni Toribio hacían caso al veterinario. Se aficionaron tanto a las golosinas que, precisamente por culpa de ellas, discutieron un día. - ¡Eh Cirilo! ¡Te estás comiendo los caramelos que han caído en mi mitad de estanque! - ¡Es que los niños me echan más caramelos que a ti!- Contestó e cocodrilo. - ¡Y a mí más bollos!- respondió el hipopótamo mientras se tragaba uno de chocolate. - ¡Nada de eso! ¡A mí me echan más caramelos, más bollos y más de todo! Mis dientes de cocodrilo gustan mucho a los niños. En cambio, tú tienes una boca tan fea... - ¡Pero soy gordito y simpático! Y tengo una piel morena preciosa, no como la tuya...-respondió el hipopótamo meneando con mucha gracia su enorme trasero.