El Antejard铆n
Fanzine No 5 - Septiembre de 2011 - Distribuci贸n Gratuita
El Antejardín. Fanzine Dirección · Diagramación Juan David Jaramillo Flórez.
Comité editorial Marcela Ceballos • Miguel Arango • Juan Jaramillo
Edición y corrección de textos Lina Mondragón Pérez • Juana Manuela Montoya
Colaboradores Claudia Fernández • Carolina Jiménez • Gustavo Sevilla (La Mala Semilla)
Fotografía MIguel Arango
Ilustración Sara Ramírez
Portada Sara Ramírez Publicación impresa en la casa Distribución gratuita y de libre circulación Septiembre de 2011 Medellín • Colombia
www.antejardinoficina.com
“El bricoleur es el que obra sin plan previo y con medios y procedimientos apartados de los usos tecnológicos normales. No opera con materias primas, sino ya elaboradas, con fragmentos de obras, con sobras y trozos (...)”. Claude Lévi-Strauss. El pensamiento salvaje
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Pasos para tener una repisa Juan David Jaramillo Fl贸rez
Retal de madera de pino: $24.000 para cuatro repisas.
Tornillos: $1.900 100 unidades.
Pieamigo: $3.500 c/u
Cactus: Vivero Medell铆n
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Libros: Fiesta del libro
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Así me armé la pinta
Si no la podemos tener, la podemos hacer. Claudia Fernández Silva
www.proyectomedussa.com Ilustración: Sara Ramírez.
En el momento actual gozamos de una amplísima oferta estilística en lo que a vestuario se refiere, entendiendo por vestuario todo lo que hace referencia a cubrir el cuerpo sea con prendas o accesorios o cualquier transformación corporal que vaya desde el corte de pelo hasta las marcas e inserciones en la piel. Hoy, los videos musicales, la amplia oferta de canales de televisión, la internet y todas las bien conocidas maneras de comunicarse que ha facilitado nos hacen partícipes de una gran variedad de signos que emergen desde diferentes lugares del planeta y que, gracias a la operatoriedad de la moda, pierden referencia, ideología y autor, dado que pueden ser usados indistintamente por todos sin preocuparnos por mostrar afiliación o dar alguna explicación de su uso. Es así como, seducidos por la imagen de los integrantes de nuestra banda favorita, un actor o personaje fantasioso o real que nos resulta atractivo, por citar algunos referentes, nos damos a la tarea de construir mediante el vestuario esa imagen que queremos proyectar, que habla de nuestros deseos, preferencias y maneras de ver el mundo. Ahora es bastante sencillo adquirir variedad de prendas, sea en una tienda o pidiéndolas por internet. Parecerse a lo que nos soñamos nunca fue tan fácil: hoy lo ves, mañana lo puedes tener, desde que tengas las condiciones económicas, claro está. 20 años atrás, sin embargo, la cosa no era tan fácil. Pertenezco a una generación de individuos inquietos con su apariencia que a diferencia de los jóvenes de hoy no contaban con una permisividad social con respecto a los códigos de género o a la cantidad de piel que se mostraba, por citar algunos ejemplos. La experimentación sobre el cuerpo era bastante controlada por el colegio o la familia, tampoco teníamos
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demasiada información a nuestro alcance, pero la poca que nos llegaba nos hacía delirar. El mercado no ofrecía nada de lo que veíamos en las carátulas de los discos ni en los programas de televisión de la parabólica, nuestra única alternativa era producir nuestra ropa en casa. Para ilustrar esta práctica y a modo de retrospectiva nostálgica he recogido las anécdotas directas o indirectas de algunos de mis amigos y familiares que gracias a la noble actividad del bricolaje vistieron sus cuerpos según sus deseos, más allá de la oferta del mercado o del dinero para adquirir una prenda original.
“Mi experiencia de modificación parte de una adolescencia en la que el punk y la falta de dinero eran los lugares comunes de mi vida. Todo comienza en el momento en que un amigo tenía una camiseta verde militar, que fue parte de su uniforme de cuando prestó servicio, pero que ya estaba roída y maltratada por el uso excesivo. Yo siempre había deseado una camiseta verde militar, por aquello de ver películas sobre la guerra de Vietnam y los militares norteamericanos que en ellas aparecían, símbolos de masculinidad fértil y decidida. Mi amigo me prestó su camiseta, para que yo la usara mientras pintábamos su casa, yo me la llevo para mi casa, la lavo y al momento de devolverla decido quedarme con ella y se lo informo a mi amigo, quien accede a regalármela, total, la camiseta ya estaba muy rota. Mi primer deseo ya estaba cumplido, ahora faltaba darle el toque punk glamuroso y es ahí donde la escasez se une con la recursividad y el autoengaño, para dar como
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resultado una intervención gráfica de lo más abyecta. Pues sí, que como no hay dinero para mandar a hacer un estampado, el marcador se convierte en la forma más certera de hacer una marca en mi prenda, la silueta de un hombre, muy al estilo de la pinturas rupestres hizo su aparición en el frente de la camiseta y para darle el toque de identidad, escribo la palabra BAUHAUS, en alusión al grupo de punk gótico británico del cual toda mi vida he sido fanático. ¿El resultado? Una camiseta roída y rota, con un muñeco dibujado con marcador y un texto a medio calibrar de un grupo que nadie conocía. ¿Los efectos? la satisfacción que me llevó a creer que tenía una prenda única, con estilo, “cachesuda” y con la suficiente presencia como para otorgarme mi documento de identidad como punkero, es decir, un borrador que diluye la delgada línea entre el autoengaño y la dura realidad”. Carlos Mario Cano. Alias Charlie Punk.
“En mi adolescencia, la verdad no era tan consciente del asunto de la moda. A esto se le suma el hecho de vivir en un pueblo del Huila, retirado de cualquier corredor de circulación o influencia citadina, mejor dicho, vivía en la periferia de la periferia. Sin embargo, recuerdo muy bien el impacto que causaron las películas Grease y Grease 2, que aunque se habían estrenado en 1978 y 1982 en Estados Unidos, a Pitalito solo llegaron en 1985. En esa película los ¨desadaptados¨ del colegio, o sea los T-Bird, llevaban camisetas de varios colores, de tonos pasteles y manga corta (bueno, era una manga entre la corta y la sisa, que no sé cómo se llama) y pantalones de tela jean. A los pocos días del estreno de las películas (porque las dieron en el lapso de un mes las dos), un grupo de compañeros del salón (estaba yo en octavo grado), que hacían todo lo posible para mostrarse como los ¨rudos¨ del aula y de los octavos en general, aparecieron juntos (eran 4) en el quicio de la puerta del salón (su entrada fue muy dramática), ataviados con camisetas de colores pastel, chaqueta y pantalón de jean, botas Grulla amarillas y cabellos brillantes (asumo yo que engominados). Todos enmudecimos, y después de unos segundos, una compañera dijo: ¡Quedaron divinas las niñas! Creo que sus palabras acabaron con la posibilidad que cualquier otro decidiera experimentar con su look. Particularmente las camisetas me impactaron mucho, ya que nosotros siempre habíamos tenido almacén de ropa, y no recordaba haber visto camisetas de hombre de colores pastel y con ese tipo de manga, así que asumo que las tiñeron y adaptaron sus mangas”. Alexander Cardona Galeano
“Corrían los último años de los ochenta y los primeros de los noventa. Aunque muchos ni se enteraron, la escena musical roquera y metalera ya era bastante prolífica. Yo me esmeraba por pertenecer a este grupo de seguidores del rock y del metal. Por lo tanto tenía que seguir, o por lo menos tratar de seguir, muchos de sus códigos y estilos. Dentro de estos, los pantalones entubados, preferiblemente de color negro, no podían faltar. Por fortuna tenía a mi mamá que me seguía los caprichos adolescentes y podía contar fácilmente con la “última moda” en entubados. Obviamente, más de una vez ocurrió que el entubado pecaba por defecto o por exceso: algunas veces era demasiado ancho para los “exigentes” estándares del resto, y tenía que insistir más de una vez en mi demanda. Hasta ahora lo pienso, pero creo que había cierta resistencia de mi mamá para que los usara así. Pero bueno, es un poco tarde para emprender una fructífera lucha emancipadora. En el otro extremo está el día en que
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probablemente por un, para mí maravilloso, error de cálculo, el diámetro de la bota del pantalón era más pequeño que la distancia entre mis huesos calcáneo y astrágalo cuando el pie está en su máxima extensión, osea con el pie extendido así como cuando se está empinado. Consecuencia: ¡los pies no pasaban al otro lado! Alternativa: ¡las bolsas! Resultado: ¡el Fracaso! Aun con ayuda del plástico era imposible usar este pantalón sin tener que fracturar alguna estructura ósea o reducir la irrigación arterial de algo. Dolorosamente, cortar, “desentubar” y volver a entubar. Afortunada o infortunadamente, ya no lo sé, no volví a usar así mis pantalones. Lo único que sé es que no sé en qué tipo de trance me encontraba en ese entonces, pero ahora que veo que lentamente vuelven los “entubados”, o será que al igual que antes yo apenas me estoy enterando de que nunca se fueron, me pregunto ¡¿cómo creía yo en ese entonces que eran tan bacanos?! Pintar mis camisetas con el logotipo de mis bandas favoritas de metal de la época no era una costumbre, era un arte; no, cuál arte, era una religión. Por supuesto una camiseta original, con estampados policromáticos
importada no venía al caso, era un lujo inalcanzable, impensable. Las camisetas “chinas” blancas eran las mejores, se dejaban trabajar maravillosamente. Con pinceles de varios calibres y con las “pintelas” se podia hacer de una aburrida camisilla blanca una excelente camiseta de Slayer, Venom, SOD, etc. La lista es bastante larga. Claro que en este quehacer se daban todo tipo de contratiempos: el color de pintela inapropiado, la tela demasiado delgada o demasiado tosca, los pinceles demasiado gruesos o demasiado delgados o demasiado malos, en fin. Al final, casi siempre, una preciosa camiseta de mi banda favorita, por supuesto, años luz de una camiseta original suvenir de concierto –entre otras cosas, en ese entonces ver una de estas bandas en concierto en Medellín era un estado sublime impensable para los mortales; hoy en día casi todas, ya jubiladas, han desfilado por la ciudad, demasiado tarde-. Otras veces, el desastre ocurrió: la tinta se regó, el color no combinó o el motivo no cuadró. En ese caso, por algún proceso que nunca terminé de comprender muy bien, en mi casa había una camiseta metalera menos pero un trapo para limpiar de más. Este fue siempre el destino final de todas mis camisetas”. Jorge Fernández Silva
Como estas hay muchas historias más que no pudieron ser incluidas, pues las experiencias son muchas y el papel es poco, pero de seguro alguien les podrá informar sobre las maneras caseras de teñirse el pelo o sobre la técnica de hacer rotos en los jeans, cuando estos no venían rotos. Armarnos la pinta soñada solo era cuestión de imaginación, ensayo y mucho error.
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La casa de los perros Miguel Arango Marín He tenido perros desde que era muy niño. Los recuerdo a todos con mucho cariño, salvo a dos boxer que se escaparon cuando yo apenas estaba dejando de usar pañales. De mis perros recuerdo a Suka, una supuesta labradora dorada que queríamos mucho; a Bacteria, el perro con el que crecí y a quien enterré con mucha tristeza; a Lupe, una labradora chocolate hermosa, que se murió joven; y a Trigo, un labrador dorado que se escapó de la casa. Actualmente tengo a Fiona y a Paco. La primera es una labradora negra de ojos cafés que le regalaron a mi hermana hace ya cinco años. El segundo es un labrador chocolate de orejas largas y ojos amarillos que nos regalaron hace dos años. Ambos hacen parte de la familia. Yo soy el responsable de ellos y lo asumo con seriedad porque los quiero mucho, hasta el punto en que a veces mi mamá me pregunta, refiriéndose a los perros:“Qué hubo de sus niños”. Este profundo afecto que sentimos por ellos nos ha motivado a realizar cambios y transformaciones de nuestro entorno material en busca de su bienestar. Hace unos meses nos dimos cuenta de que los perros se estaban mojando cuando llovía en una vieja casita de madera que nos habían regalado. Mi papá y yo decidimos solucionar este problema y comenzamos a pensar en hacerles una casita digna de ellos. Luego de algunas discusiones sobre el punto donde debería ir ubicada, las dimensiones que debía tener, los materiales que debíamos usar, el modo en que la íbamos a construir y, sobre todo, si realmente íbamos a solucionar el problema de la lluvia, llegamos a un acuerdo y comenzamos a fabricarla. Lo primero fue contratar a un maestro de obra para que nos vaciara una pequeña planchita donde se emplazaría la casa. Luego compramos los materiales: listones y tablillas de madera inmunizada, tornillos hexagonales de unión, puntillas, dos tejas de eternit, pintura y colbón.
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Adecuamos un espacio de trabajo en el garaje de la casa y contando con una caladora manual china, un taladro brasilero, un martillo colombiano y unas llaves para los tornillos creo que europeas, comenzamos la construcción. La casita la armamos mi padre y yo en un día, lo hicimos rápido, pues el diseño es bien sencillo, consta de tres módulos de tablillas con un armazón de listones que se unen entre sí para conformar las paredes de la casa. La cuarta pared está dada por uno de los muros exteriores del garaje. Al pensar en la cantidad de mugre y pelos que sueltan los perros, se decidió que la estructura pudiera desarmarse para su limpieza. Esta pequeña obra hecha en casa pone en evidencia dos cosas, la primera es cómo los afectos hacia las mascotas que se manifiestan en los cambios materiales que le hacemos a nuestro entorno para garantizar su bienestar. La segunda, y quizás la más pertinente para esta edición del fanzine, es un ejemplo concreto de cómo algunas personas utilizan los medios productivos y tecnológicos que tienen a su alcance para solucionar, con sus propias manos, alguna necesidad latente en su vida cotidiana.
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Partes de la casa Miguel Arango Marín
Listones en madera inmunizada que estructuran cada uno de los módulos que componen la casa.
Las tablillas de madera están clavadas a los listones por medio de puntillas de acero.
La cuarta cara de la casita es una de las paredes exteriores del garaje. Se aprovechó esta esquina para emplazar la casa.
Esta tabilla tiene doble función, por un lado estructura la cara frontal y por otro diminuye la entrada del agua por salpicadura. 12
Para el techo se fabricó una cama de tablillas y listones que soportan las dos tejas de eternit. Las tejas fueron pintadas con pintura a base de aceite.
Los módulos están unidos por medio de tornillos hexagonales. Esto posibilita armar y desarmar la casita cuando se requiera. Pequeña loza de concreto vaciada por un maestro de obra. Fue necesaria su elaboración para poder elevar la casa del piso y contar con una superficie sin irregularidades para la construcción de la casita. 13
Como hacer una blusa, para regalar o para uno Marcela Ceballos González Aprovechando que este número habla de hacer cosas uno mismo, compartiré un poco de lo que aprendí en la academia de costura SINGER el año pasado. Cuando yo misma acabé de coser mi propia blusa me di cuenta de que había comprendido un proceso no tan sencillo, que iba desde la concepción en un pliego de papel periódico de lo que yo iba a ponerme, hasta la destreza de dominar una máquina de coser. Simplemente por el hecho de compartir eso que aprendí, y esperando que el proceso contado desde las letras del fanzine sea suficiente para que algún lector se anime a coser, les mostraré una de las maneras que existen para hacer un molde de una blusa desde el papel. Sé que no todo el que haga su molde podrá tener acceso a una máquina de coser, o que incluso algunos apenas sabrán manejar el hilo y la aguja, por eso dependerá de cada quién cómo arreglárselas para coser los pedazos de tela que de aquí puedan salir, pero de eso también se trata. Para empezar se deben tener los siguientes materiales: un pliego de papel periódico, un metro de modistería(de los flexibles), un lápiz, borrador y la regla más larga que se encuentre. Luego deben tomarse unas cuantas medidas con el metro de modistería y anotarse en el papel o en algún cuaderno (en centímetros): - Espalda: medir desde el hueso del hombro izquierdo hasta el hueso del hombro derecho, por la espalda. -Talle: medir desde la base del cuello (donde intentan unirse los huesos de la clavícula) hasta el ombligo. Como por ahora solo sé hacer camisetas de mujer, deben incluirse las curvas por las que se pase con el metro. - Largo de la blusa: desde la base del cuello hasta el punto en que quiera
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que termine su blusa. Lo mínimo recomendado es 60 cm. -Busto: se rodea el busto con el metro y se toma la medida más sobresaliente. -Cintura: desde el ombligo, se rodeala cintura hasta llegar otra vez al ombligo. - Cadera: debe medirse el contorno del sitio donde se definió el largo de la blusa. - Largo de la manga: desde el hueso del hombro, se mide el largo que se quiera. Como lo que propongo no es una camiseta sino una blusa con las mangas incluidas en el cuerpo de la prenda, recomiendo unas mangas de más de 15 cm. -Ancho de la manga: queda a decisión propia. Un tamaño recomendable son 15 cm, pero puede hacerse muchísimo más amplio.
Ahora debe dibujarse el molde siguiendo los siguientes pasos: 1. En el pliego (ubicado de manera vertical sobre una superficie plana) se trazan de derecha a izquierda dos líneas verticales, que corresponden cada una a ¼ de la medida del busto, separadas por 8 cm. Estas líneas serán tan largas como la medida del largo de la blusa.
2. Marcar de arriba hacia abajo la medida del talle y trazar una línea horizontal en ese punto. Desde la esquina izquierda y hacia la derecha medir ½ de la espalda y trazar una línea horizontal hasta la línea del talle que se acaba de hacer.
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3. Marcar 7 cm. desde la esquina superior izquierda hacia el centro y 3 ½ cm. en la línea de ½ de espalda que se hizo, de arriba hacia abajo. Trazar una línea que inicia en la marca de los 7 cm., pasa por la de los 3 ½ y llega a la siguiente línea: la tercera contando de derecha a izquierda. Medir de izquierda a derecha y en las líneas indicadas con las flechas ¼ de cintura y ¼ de cadera, respectivamente.
4. Desde el punto 1 y hacia arriba, se marcan 2 cm. Desde el punto 2 se traza una línea que pase por el nuevo punto 1 (2 cm arriba) y que sea tan larga como el largo de la manga elegido.
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5. Con la ayuda de una regla, medir desde el punto 3 la mitad del ancho de la manga elegido como se muestra en la imagen.
6. Unir los puntos 4, 5 y 6 como se muestra en la imagen.
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7. Hacer una marca de 2 cm. desde el punto 7 hacia la derecha. Trazar desde ahĂ una curva hasta el punto 8 (6 cm. desde el borde de arriba hacia abajo).
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8. Comprar 1,60 m. de tela (franela, perchado o la que le guste. Puede preguntar por una apropiada en los almacenes de tela que quedan por la Universidad Aut贸noma). Recortar el molde. Para recortar la tela debe tenerse en cuenta que este molde es una de las 4 mitades que tiene una blusa y se necesitar谩 doblar la tela para lograr 2 mitades completas (ver imagen).
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9. Coser iniciando por los hombros y continuando con los lados. Seguir las lĂneas gruesas de la imagen.
10. Estrenar. Es bueno alegrarse mucho por saber que uno mismo hizo lo que tiene puesto. No se le olvide que siempre serĂĄ bueno mostrĂĄrsela a alguien que sea importante para usted.
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Por quĂŠ llueve en Colombia
Reseña: El diablo de mi primo Miguel Arango Marín
Este diablo malabarista es un juguete que me regaló mi primo hace por lo menos 14 años. Cuando me lo dio me gustó mucho, hoy cuando lo miro me gusta más y quiero contarles por qué. Mi primo es un hacedor de cosas, no puede estar en un lugar más de una hora sin coger algún alambre, una tapa de cerveza, pedazos de madera o cualquier tipo de “basurita” y transformarla, en cuestión de minutos, en algo totalmente nuevo, lleno de significado y de apariencia única. Lo he visto convertir tapas de champaña en pequeñas sillas, latas en muñecos, retazos de madera en personajes y excedentes de alambre en complejas máscaras.
Cuando yo estaba niño mi primo comenzó a construir muñecos de madera en su casa, para vender. Los fabricaba en MDF y los decoraba con pintura a base de aceite. Aparentemente eran juguetes fáciles de fabricar, pero hace poco hablando con su creador supe que para lograr que el juguete funcionara fue necesario complejizar su diseño y realizar muchas pruebas para conseguir que el muñeco hiciera las piruetas que se esperaban de él. La solución que se encontró fue la de adicionarle peso a los pies del muñeco y encontrar la silueta adecuada para que la relación entre la cabeza, el cuerpo y las piernas fuera perfecta. El resultado de esta exploración casera de mi primo fueron una serie de muñecos malabaristas que funcionaban bastante bien y que sin dudas llamaban la atención. La verdad no sé si la venta de esos juguetes fue exitosa, solo sé que tuve la suerte de recibir de regalo un diablo maravilloso que cada vez
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que lo miro lo valoro más, pues, aparte de los recuerdos que me trae, veo en sus colores, sus formas y el modo en que funciona, una huella imborrable del trabajo manual y del estilo propio de su creador.
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Ilustraci贸n: Carolina Jim茅nez.
El Antejardín es una publicación que recopila periódicamente reflexiones, ilustraciones, fotografías y otras expresiones que buscan mostrarle al lector múltiples puntos de vista cercanos a la disciplina del diseño. En cada número se reúnen pensamientos y opiniones que aportan a la construcción de una mirada ampliada de este quehacer creativo.
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