ENSEÑANZA DE LAS MATEMÁTICAS
A los seres humanos nos cuesta abstraernos; por lo tanto, es normal que nos cuesten un poco aquellas asignaturas que requieren dicha capacidad, como las matemáticas. Y además, las instituciones escolares y los profesores colaboran con esta dificultad natural. ¿Alguna vez te has preguntado “por qué no me va bien con los números”? Cuando somos chicos podemos sufrir con las sumas, las restas, las multiplicaciones y divisiones, incluso terminamos necesitando clases particulares de matemáticas. Lo cierto es que las matemáticas son difíciles, no hay que negarlo. Más allá de los casos particulares en cuanto a profesores o escuelas que no ayudan correctamente en la instrucción de sus alumnos, lo cierto es que las matemáticas dependen en gran medida de la capacidad de abstracción del individuo. No es lo mismo representarse algo concreto como “Francia e Inglaterra estuvieron en guerra” que “3x + 2 = Y (despeje las incógnitas)”. Uno puede imaginar una guerra entre dos países pero es más complejo hacerse una idea de algo que no está presente de forma natural en el mundo, como son los números y las ecuaciones Jean Piaget, el famoso psicólogo cognitivo, dijo que si la capacidad de abstracción no se practica con frecuencia, puede atrofiarse. Es decir, un alumno que no es capaz de representarse mentalmente una situación abstracta, regularmente tendrá problemas con los pensamientos no lineales. El problema es que en la escuela el pensamiento abstracto no suele practicarse Los docentes impulsan a los alumnos para que aprendan las fórmulas pero no hay un trabajo cotidiano para que los estudiantes desarrollen la capacidad de representar mentalmente aquello que no es concreto. Un buen método para ayudar a los niños para darle sentido a los números es utilizar objetos como cubos que se entrelazan que les permitan visualizar cómo distintas operaciones definen la formación física de dichos objetos. Existe algo denominado “ansiedad matemática”, que puede desarrollarse en una edad temprana e impedirnos desarrollar un pensamiento abstracto. En los adultos puede detectarse cuando se produce miedo o pánico ante una situación numérica tal como “comprender” una factura de un servicio, por ejemplo. Esta ansiedad muchas veces se ve disparada con las reprimendas que abundan por doquier en el sistema educativo. Cuando el maestro frunce el ceño o regaña al alumno porque no llegó al resultado correcto, el niño experimenta este temor paralizante
producto de la vergüenza de ser reprimido verbal o gestualmente por el docente delante de otros alumnos. Sin embargo, existe otro problema: no solamente tenemos dificultades con el pensamiento abstracto sino que tampoco la lógica es el fuerte de muchas personas. Esto se traduce en no comprender los enunciados que acompañan, por ejemplo, los problemas matemáticos que se suelen plantear en la escuela. Este inconveniente implica también al lenguaje. Las carencias verbales o dificultades de la comprensión sintáctica entorpecen el desempeño matemático. Los números se representan en nuestras mentes como palabras. El número 1 es “uno” antes que un dígito. La lógica y el lenguaje están íntimamente ligados a las matemáticas. En última instancia, las matemáticas nos serán útiles en casi todos los ámbitos de nuestras vidas. Es por eso que la Escuela no debería descuidar su enseñanza y aprendizaje y, en cambio, aplicar todos los métodos disponibles para estimular el pensamiento abstracto en los niños.