El Ave de Mil Colores
Alfredo Padrรณn Ilustraciones de Andrea Carrillo
El Ave de Mil Colores Alfredo Padrรณn Ilustraciones de Andrea Carrillo
Había una vez un niño que vivía a la orilla del mar al pié de una gran montaña.
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El niño pasaba sus días entre las aguas del río que bajaban desde la montaña y las redes de pesca de su padre a la orilla de la playa.
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Una mañana, Alejandrito que así se llamaba el niño de nuestro cuento, oyó el canto de un ave, que sus oídos no habían escuchado jamás.
Alejandrito se adentró en la montaña guiado por el trino del ave y a medida que avanzaba, la melodía se hacía cada vez más fuerte.
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Por fin, en un claro del bosque el niño divisó en lo alto de una rama, un ave extraordinaria con plumas verdes, amarillas, azules, carmesí y de tantos matices, como colores había en la naturaleza
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ยกEra el Ave de Mil Colores!
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Alejandrito se quedó hipnotizado ante la belleza del ave y su canto; tuvo el impulso de atraparla y llevársela a su casa, para que aquel extraordinario canto fuese sólo para él y su familia.
Seguro se pondrĂa muy contenta y serĂan todos muy felices gracias a su buena idea.
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Entonces pensó en fabricar una trampa tal como le había contado su abuelo que usaban los niños en su pueblo para atrapar los pajaritos, sólo que esta tendría que ser mucho más grande. 7
De inmediato puso manos a la obra y caminando por la espesura del monte comenzĂł a recolectar cĂĄĂąamos y juncos para construirla.
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Dos dĂas tardĂł Alejandrito en construir su trampa-jaula...
...y regresĂł con ella al sitio donde habĂa visto por primera vez al ave de mil colores...
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...pero ĂŠsta no
se encontraba allĂ
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El niño colocó su trampa jaula en la rama más baja del árbol, poniendo dentro apetitosos frutos con los que pensaba atraer al ave para atraparla, mientras él se ocultaba a esperar su llegada. 11
Pasaban las horas y el ave no volvía, y con las horas llegó la lluvia y el frío, de nuevo el sol y el calor y luego la noche y el día, pero el niño permanecía sin moverse de su escondite firme en su propósito de capturar al ave, para disfrutar de su canto y su belleza.
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Al tercer día la espera de Alejandrito se vio recompenzada con la aparición del ave de mil colores que se posó en lo alto de una rama, agitó su plumaje...
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...y desgranรณ su maravilloso canto.
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Minutos despuĂŠs, atraĂda por los frutos de la jaula...
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...penetrรณ en ella y...
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ยกZaz!
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...de un golpe quedรณ atrapada sin remedio.
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El niĂąo emocionado
saltรณ de contento
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observรณ de cerca el hermoso
plumaje de su presa 20
...y corriรณ como loco hacia su casa donde llegรณ gritando:
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ÂĄMiren, miren, vengan todos he atrapado al ave de mi colores!
ยกTienen que escuchar su bello canto!
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Pero ¡Ay! del pico del ave no salió ningún sonido
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Sus ojos se cerraron, los colores de su plumaje perdieron su brillo y su alegría: por más que el niño le rogaba “canta para nosotros, ave de mil colores”
el ave mostraba su tristeza y desconsuelo.
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En ese momento llegó a la casa el abuelo del niño, quien al observar lo que pasaba habló con estás palabras:
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“Sólo volverás a escuchar el canto del ave de mil colores y a ver el brillo de su plumaje si la dejas libre como el viento”
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Entonces el niĂąo abriĂł la puerta de la jaula y el ave, agitando sus alas levantĂł su vuelo para posarse en lo alto de una rama.
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Desde allí les regaló un hermoso canto que nunca antes habían escuchado sus oídos; su plumaje recuperó su brillo y su belleza, mostrando así una infinidad de matices como colores había en la naturaleza.
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Momentos más tarde, el ave de mil colores emprendió su vuelo dejándoles a todos una sonrisa llena de paz y de alegría...
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...y colorĂn colorado, ÂĄeste cuento se ha acabado!
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A mi hija Valeria