Ernesto estaba triste porque su mamá le explicó que como el conflicto era muy peligroso en su pueblo, debían irse para la ciudad. Durante ese tiempo su primo Migue le escribía cartas y eso le alegraba el corazón, pero extrañaba mucho su vida en el campo. Cuando por fin pudieron volver, tuvo que aprender a reconocer los lugares donde pudiera haber sembradas minas quiebrapatas. Este libro les enseña a los niños cómo evitarlas, cómo reaccionar ante objetos sospechosos, por cuáles lugares no se debe transitar.