Relatos de misterio
DEBAJO DE LA ALFOMBRA
Pasaron
dos
semanas
y
volvió a suceder. La alfombra volvió a moverse como si hubiera alguien debajo. Cada vez se movía más rápido. El hombre se dispuso a quitar la alfombra para saber qué había debajo.
Acercó la mano y aquello se movió más rápido, alejaba la mano y se detenía. El hombre pensó si quitarla o golpear directamente a aquella cosa fuese lo que fuese. Estaba cada vez más nervioso. Empezó a pensar que tal vez fuese sólo una rata o algo parecido, pero …¿y si fuese otra cosa? El hombre se acercó decidido y levantó la alfombra, pero ¡no había nada! Colocó bien la alfombra y aquella cosa volvió a moverse muy rápido. El hombre empezó a sentir una escalofriante sensación pues recordó lo que le habían contado. Hacía ya algunos años, una persona había muerto desangrada sobre aquella alfombra y se decía que había caído una maldición sobre aquella casa, pues nunca se supo lo que ocurrió realmente. El hombre decidido aunque muerto de miedo, retiró la alfombra y empezó a levantar las tablas de madera que cubrían el suelo del salón. Cuando llegó al suelo de tierra, empezó a cavar como pudo. Hizo un agujero tan grande en el suelo que casi le cubría totalmente. Cuando sin esperarlo, la tierra que había removido se le echó encima y con ella todo el peso del mundo. Nunca más volvieron a ver a aquel hombre por el vecindario. Cuando los vecinos intrigados de su desaparición llamaron a la policía y entraron en la casa, todo estaba en orden… incluso aquella vieja alfombra que cubría el suelo del salón. Javier Cuevas Rivera
OTRO LUGAR, OTRO TIEMPO
Si había una respuesta, él la
encontraría allí. Ricardo siempre soñaba con mundos de aventuras, tenía mucha imaginación. En las clases siempre estaba pensando en cómo sería viajar al espacio, montar en un barco pirata, descubrir una cueva misteriosa,… Como no atendía a las clases, sacaba siempre muy malas notas y sus padres le regañaban constantemente. Un día se enfadó tanto que deseó irse muy lejos de allí y vivir en otro mundo diferente. Un día al salir del instituto y de camino hacia su casa, vio ante él una vía de tren muy extraña. Sobre ella había una especie de vagoneta con una gran vela. Sintió curiosidad y se subió en ella y sin hacer nada se puso en movimiento. -¿Hacia dónde lleva esta vía? –pensó Ricardo. Aquella vía le llevó a un lago inmenso con una isla encantada en el centro del lago. Cuando llegó a tierra firme se bajó de la vagoneta y vio que la isla estaba llena de animales muy extraños y había huesos y esqueletos repartidos por todos lados. En un muro de piedra había un reloj que marcaba una fecha: era el 2 de julio del año 2070. Había viajado a otro tiempo. Decidió explorar la isla y empezó a ver ratas con tres cabezas, serpientes con patas como si fuesen ciempiés y peces con piernas humanas que caminaban por la tierra. Cuando de repente miró sus brazos y se habían convertido en alas de pájaro. Fue entonces cuando le entró el pánico y quiso salir de allí lo antes posible. Regresó a la orilla para montarse en la vagoneta pero ya no estaba. La vía de tren había desparecido. Empezó a gritar pidiendo ayuda pero allí no lo podía oír nadie, lloraba y lloraba asustado y pensó que nunca más vería a sus padres. Se sentó junto a una roca y escondió su cabeza entre las rodillas sin dejar de llorar. ¡Ricardo! ¡Ricardo! Otra vez estás distraído. Era la voz de su maestra que le estaba llamando. Ya no estaba en la isla, estaba en su clase en el instituto y todo había sido una ilusión. A partir de entonces Ricardo decidió estar más atento en clase y estudiar más para que sus padres se sintieran orgullosos de él. Jamal Dhamazi 1º B
LA BIBLIOTECA DEL SEÑOR LINDEN
Él le había prevenido sobre el libro. Ahora era demasiado tarde. Alex era un chico al que le gustaban muchos los libros de misterio. Había leído todos los libros que le habían regalado sus padres y decidió ir a la biblioteca del pueblo a buscar un libro nuevo que no hubiera leído.
Aquella tarde en la biblioteca ojeó muchos libros sin despertar su interés, hasta que por fin encontró uno que llamó su atención. Parecía muy viejo y en su interior tenía unos dibujos e ilustraciones muy extraños. El bibliotecario le previno sobre la historia de aquel misterioso libro. Según le contó había pertenecido a un malvado brujo hace cientos de años. A todo aquel que lo había leído, le habían sucedido cosas extrañas. Su curiosidad era mayor y decidió llevarse el libro. Esa noche cuando llegó a su casa, cenó rápidamente y se fue a su habitación dispuesto a pasar un buen rato leyendo antes de dormirse. Se tumbó en la cama y empezó a leer. Después de leer varias páginas, se quedó dormido con el libro abierto sobre la cama. De repente el libro pareció cobrar vida y entre sus páginas empezaron a salir pequeñas ramas que se extendieron rápidamente por toda la cama, rodeándole. Las ramas le envolvían los brazos y la cara y apenas podía respirar pero él no podía hacer nada para evitarlo, se ahogaba. sueño.
Cuando escuchó el despertador se dio cuenta de que todo había sido un Alejandro Guerrero 1º A
El desván de los espíritus
Mi
corazón
latía
desbocado. Estaba seguro de que había visto girar la puerta. Era la noche de Halloween y fuimos al desván de la casa del loco del pueblo que había muerto la semana anterior. Decidimos Juan, Lucas y yo, pasar la noche allí. Yo sin duda era el más valiente porque Lucas y Juan se acobardaron un poco al llegar. Todo estaba muy oscuro y la luz de la linterna estaba en las últimas. Juan dijo que vio girar el pomo de la puerta. Sucedió cinco veces seguidas sin abrirse. Una sombra pasó por la ventana, la linterna se cayó y las pilas rodaron por el suelo hacia el rincón donde había unas cajas viejas apiladas. Yo no veía nada, así que no pude cogerlas. Juan y Lucas querían acostarse para que la noche transcurriera más rápido, pero yo para animarlos les dije que no pasaba nada, y que habría sido cosa de algún niño que quería divertirse asustándonos. Pero yo estaba seguro de que allí no había ningún niño haciendo una gamberrada. Mis amigos se animaron un poco pero en sus caras se reflejaba el pánico que sentían. De repente sonó la alarma de un viejo reloj. Yo sabía que no había sonado por casualidad, pero les dije a mis amigos para que no se asustaran aún más, que el viejo lo habría programado a esa hora para tomar sus medicinas. Pero estaban tan asustados que los dos dijeron que se iban a ir. Les convencí para que se quedaran diciéndoles que como se marchasen, yo podría morir de un susto y entonces mi espíritu los perseguiría toda la vida. Al cabo de treinta minutos alguien o algo llamó a la puerta del desván. Mis amigos salieron corriendo a esconderse detrás de un mueble y yo me subí a las cajas del rincón y me quedé bien pegado al techo. Otra sombra tenebrosa volvió a recorrer el desván pero esta vez se oían risas. Ya me recorría el pánico por todo el cuerpo, pero la curiosidad y las ganas de diversión me hicieron permanecer allí. Los muebles empezaron a moverse sin que ninguna mano los tocase. ¿Quién o qué podría ser? Di un salto y ya desde el suelo les dije a mis amigos que iba a salir al exterior a ver si veía a alguien, así que fui a abrir la puerta pero para mi sorpresa estaba cerrada con llave. Volvía a trepar por las cajas y llegué hasta una pequeña ventana que daba al exterior. Ya allí ví que todo estaba tranquilo salvo por un columpio que colgaba del único árbol de la zona y que se movía como si alguien estuviera columpiándose.
Les dije a mis amigos a través de la ventana que saliéramos de allí a patadas. Luego vino lo de la noticia en el periódico del pueblo. Varios obreros estuvieron trabajando para derribar aquella casa y uno de ellos apareció ahorcado en el desván. Rubén Quero Pedraza 2º B
LA CASA DE LA CALLE MAPLE
Fue un despegue perfecto. Cada viernes trece la vieja casa de la calle Maple despegaba del suelo y se elevaba hacia el cielo. A la mañana siguiente aparecía en el mismo lugar como si nada hubiese sucedido.
Se dice que sobre la casa caía una maldición. Por los alrededores podían leerse carteles que avisaban de los extraños sucesos que se contaban de ella. Unos vagabundos llegados hacía poco tiempo al pueblo, no hicieron caso de estos avisos y decidieron refugiarse en aquella vieja casa. Los vecinos intentaron prevenirlos pero ellos no escucharon las advertencias. Pensaron que lo único que querían era echarlos de allí. Esa misma noche escucharon inquietantes ruidos pero no le dieron la mayor importancia. Sobre la media noche la casa despegó del suelo con aquellos dos hombres dentro. Algunos vecinos pudieron ver lo sucedido a través de la ventana de sus casas. A la mañana siguiente, la casa estaba en su sitio sin rastro de nada extraño. Cuando la policía y los vecinos entraron para comprobar como se encontraban los dos hombres, no encontraron a nadie. Pero para desconcierto de todos, los dos vagabundos habían decidido a última hora irse a otro lado, asustados de los ruidos que escucharon la noche antes. En esta ocasión todo había salido bien… hasta el próximo año. Javier Cuevas