SUMARIO
ESTILISMO: JON TIETZ.
Julio/Agosto
Nos introducimos en los sueños de Brad Pitt. Y a veces no son tan bellos como podrías imaginar. Chaqueta y tank top Dolce & Gabbana. Cadenas del actor.
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FKA TWIGS
EWAN MCGREGOR
EVAN MOCK
CARMEN FARALA Y SHARONNE
TREMAINE EMORY
JOËL DICKER
SUMARIO
Julio/Agosto GQ World
En portada:
Tremaine Emory......... . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 Los Javis. ................... . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24 Kean Etro................. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 Nuevos Diseñadores.... . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32 Joël Dicker................. . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . 42 John Waters............... . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
BRAD PIT T Viste camisa Louis Vuitton, pantalones Versace, cadenas propias, anillos Bernard James (dedo corazón) y Fabergé (meñique).
Brad Pitt.................. . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58 FKA twigs................. . .. . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . 72 Ewan McGregor.......... . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82 Drag Race................. . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 Fórmula E................. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98 Evan Mock................. . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
FKA TWIGS Viste tank top, braga y polo Supriya Lele. Pendientes de Swarovski y anillo de Shaun Leane.
End MotoGP................... .. . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . 115 Beber bien................. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120 Motor. ...................... . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126 Fragancias................ . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130 Tecnología................ . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134 0 4
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EWAN MCGREGOR Viste camisa Dolce & Gabbana, cárdigan Bode y falda Louis Vuitton.
FOTOGR AFÍAS: ELIZ AVE TA PORODINA (BR AD PIT T ), LEE WEI SWEE (FK A T WIGS), RYAN PFLUGER (EWAN MCGREGOR).
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CARTA DEL DIRECTOR
2022 hombres duros en situaciones complicadas, y es un tópico, pero todos entendemos la imagen de alguien que llega a casa, después de un día de trabajo, y cena en la mesita de la cocina con la tele de fondo. Nada ni nadie le esperan. No debería pasar nada, claro, pero nos remite rápido a algo que no se ha terminado de llenar, una vida incompleta. Considerarnos un hombre duro tampoco viene a completarnos demasiado, la verdad. Dice Brad Pitt que él se ha sentido solo muchas veces, que su corazón se rompe como el de cualquiera, que vale ya de pensar que en su vida y en su cabeza siempre va todo bien. La belleza no siempre brilla tanto como para cegarlo todo. Brad Pitt, volviendo a su caravana después de una larga escena, se sienta y abre una lata de alguna cosa precocinada y hace lo que puede para llegar lo antes posible a la cama. ¿Por qué no? Quizá sea un poco tópico, por-
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que técnicamente él no habla de su tristeza, habla de que también está a veces triste aunque pienses que es imposible, pero entrar dentro de alguien como él es siempre interesante. La relación de Pitt con GQ es longeva y bonita. Habló con nosotros hace unos años sobre sus rupturas sentimentales, habló con nosotros hace ahora tres veranos sobre el futuro de su carrera como actor y productor, y ahora hace algo diferente: permitirnos entrar en
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sus sueños. Esas imágenes, únicas, son un intento de reflejar lo que hay en su cabeza. No son retratos, son recreaciones; él quizá no sea él mismo, sino un personaje que ha permanecido oculto hasta ahora dentro de sus pensamientos. Éste es también el mes de los héroes, y por eso nos encontramos con varios talentos que consideramos que están reivindicando la figura del héroe y la heroína modernos. GQ Heroes es una inicia-
tiva europea que durante todo el mes de julio incluirá perfiles interesantes, eventos en distintos países y una reflexión sobre qué significa hoy para nosotros la figura de la gente valiente y que rompe barreras. Cerrando un poco este pequeño círculo, quizá el héroe moderno es aquél que es consciente de que la felicidad tal vez no sea el final de un largo camino, sino intentar hacer las cosas bien cada día. Aquél que cree que las cosas no siempre están bien del todo, pero eso no es malo en absoluto. A veces la lluvia no trae consigo un invierno, sino sólo un día malo. A veces levantas una roca y hay un bicho; a veces lo haces y un pequeño tallo asoma. La mayoría de las veces, la levantas y sólo encuentras el resto de la tierra del lugar.
Daniel Borrás HE AD OF EDITORIAL C O N T E N T G Q E S PA Ñ A
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OPINIÓN
Licor Café
El chiringuito de Nel enfiló una larga recta. Un pasillo de edificios en construcción nos acogió en la inmensidad de aquel verano. Seguía habiendo algo en el olor de aquel pueblo que me recordaba vagamente a mí. Atravesamos las primeras calles golpeados por la primera luz de la tarde. Caía sobre la carretera y dejaba un luminoso rastro rojo entre los edificios que se agolpaban unos por encima de otros en primera línea de playa. Traté de evadirme y concentrarme. No me costó mucho reconocer bajo las hojas muertas del verano, entre la tierra abandonada de las viejas macetas y los patios soleados de plantas secas que aún se conservaban en las afueras del pueblo, el olor de mis antepasados, EL COCHE
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que habían poblado durante más de un siglo aquel lugar de árboles altos y horas desnudas hasta que todo acabó teniendo un valor excesivamente alto. Era sin duda el olor de mi familia, que se sostenía quieto y alerta en ciertos lugares aún no profanados por la nueva clase social que se había apoderado del pueblo, tomándolo con la naturalidad que da el dinero y dejándolo a su suerte durante el invierno como un juguete del que uno se cansa cuando pasa más de tres meses con él. Era el extraño olor a sudor de mis bisabuelos y de mis abuelos, de mí mismo durante alguna visita a mediados de los ochenta, corriendo un fin de semana de octubre con un pantalón de chándal y los
calcetines sucios detrás de un balón de plástico. Una voz a gritos nos llamaba a comer alrededor de la una y media. Aquel pueblo se había entregado al turismo con obstinado esfuerzo porque entendió que a los tiempos hay que adaptarse, como se adapta un cuerpo a un disfraz sin reparar en el significado que tenga éste. Se vendieron las fincas, las pequeñas casas sombreadas de recuerdos, ardorosas en ellas las telarañas del pasado y el zumbido melancólico de los espíritus de los muertos, para construir aquellos bloques de hormigón que traían el progreso. Las familias se desprendieron del pasado con una ligereza insultante: guardaron las fotos en blanco y negro en el interior de los cajones y se mudaron a pisos modernos pagados por las constructoras desde los que ver las fachadas de otros pisos pagados por las mismas constructoras. Al mar se lo había comido el futuro. Yo de aquel pueblo lo único que conservaba vivo en mi memoria era el ruido del motor del autobús escolar aparcando delante de casa y alguna niña rubia corriendo en un recreo de clase con el pelo sostenido por una hermosa cinta azul. Recuerdo que mi abuelo llamaba “parte” al telediario y los niños, por las tardes, bajaban la calle en monopatines hechos a mano con tablas de madera y ruedas usadas de viejos carritos de bebé. En mi imaginación se habían quedado las imágenes de un puñado de otoños solitarios entre piñoneros y olas rompiendo en pedazos un crepúsculo a la hora en que el abuelo volvía de la pesca con un capacho lleno de sardinas. Yo lo acompañaba corriendo a su lado, callado y dichoso y descalzo y todo bien. También recordaba, bajo una luz plomiza, los primeros turistas del verano con fanequeras arrancando lapas de entre las rocas, y las fotos en color de amigos espontáneos con los que compartir la playa y los juegos de mis primeros veranos. No existía aún el chiringuito de Nel. La única tierra en la que podía asegurar que había sido feliz sin pensar en el después ya sólo existía en mi imaginación, en un vago rincón de una memoria maltratada, y era una tierra inalcanzable que no pisaría nunca porque tendría que volver a tener seis años para sentirla como propia. Esa zona clara y luminosa de mi biografía todavía emergía al provocarla, al pincharla con un palo como a un pez. Pensé en aquello mientras recorríamos las blancas calles centrales del pueblo, a una hora inconcreta, bajo un sol cegador que iluminaba de rojo la arena de la playa. Sentí deseos de querer a alguien, o de no cometer errores. De no haber dicho aquella frase tan estúpida durante tantos años, como un lema ahora derruido por los hechos y convertido en la ruina de mi destino (“sólo me arrepiento de lo que no hago”), y haber dejado discurrir la vida, como un río caudaloso de cauce seguro que poder remontar cuando uno quiere. M A N U E L JA B O I S
es periodista y escritor.
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OPINIÓN
Las costumbres del sol
La revolución sexual cuando en el Parlamento se ha vuelto a abrir el debate sobre la abolición de la prostitución, una de esas cuestiones que provoca reacciones apasionadas y que incluso genera tensiones dentro del feminismo. Siempre he creído que la respuesta a esta realidad, que no es sino la propia de un sistema en el que se dan la mano privilegios patriarcales e intereses económicos, sería mucho más evidente si planteáramos la pregunta de otra manera. Es decir, si nos cuestionáramos si disponer del cuerpo de una mujer, dinero mediante, debe ser entendido como un derecho de los hombres o como un privilegio. Si la respuesta es la primera, estaríamos santificando el patriarcado. Si es la segunda, que es la que yo estimo correcta, ESCRIBO
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debería ser una lógica consecuencia plantearnos la abolición de ese privilegio y la adopción de todas las medidas, complejas y de largo recorrido, que ayudarían a terminar con lo que hoy por hoy sigue siendo uno de los más brutales ejemplos de servidumbre femenina. El debate sobre la prostitución, que está hoy irremediablemente unido al que pone el foco en una pornografía que se ha convertido en la peor escuela de sexualidad imaginable, nos lleva a su vez a preguntarnos por el modelo de sexualidad que los hombres seguimos teniendo como modelo. Una sexualidad en la que, como en otros muchos espacios, nos seguimos considerando los importantes, que se convierte en herramienta de (re)afirmación de nuestra
virilidad y en la que ejercemos y expresamos dominio sobre las mujeres, cuyos cuerpos y deseos distan de ser concebidos como equivalentes a los nuestros. Ellas continúan siendo las sujetas disponibles, marcadas por la ley del agrado y en gran medida deshumanizadas por unos hombres que, de esta manera, logramos desconectar moralmente de las acciones lesivas sobre la dignidad de ésas a las que percibimos como “idénticas” a nuestro servicio. Desde esta perspectiva, la sexualidad masculina es un problema político porque expresa relaciones de poder, incide en la percepción social de lo que se entiende por hombre y mujer, y reproduce al tiempo que alimenta violencias de todo tipo. Ésas que justamente ahora la pornografía masivamente consumida por internet nos pretende vender como una expresión más de la sexualidad, cuando no son más que formas de violencia sexual. Los hombres tenemos pendiente una revolución sexual. También quienes nos situamos fuera del marco heteronormativo, porque con frecuencia reproducimos los esquemas que la virilidad falocéntrica nos impuso desde niños. Una revolución que pasa por incorporar a la cama la empatía, la reciprocidad y el disfrute compartido. Que lejos de confundir con posiciones moralistas o puritanas, se apoye en la concepción más liberadora de la sexualidad, tan ligada a los deseos y la imaginación. Un horizonte que pasa por despojarnos de la capa de superhéroes que llevamos puesta incluso cuando estamos desnudos y por no darle tanto valor a la potencia de un órgano viril que hemos convertido en metáfora de nuestro vertical poder. En esto, como en tantas otras cosas, tendríamos que escuchar más a las mujeres, valorar sus deseos y aprender de lo mucho y bien que saben reinventarse. Estoy convencido de que una sexualidad leída y vivida con estas claves sería más satisfactoria, rica y plural. Permitiría desmontar a su vez tantos imaginarios que nos impiden contemplar al Richard Gere de Pretty Woman como un putero. Y nos ayudaría a entender que no estamos ante una guerra de las mujeres contra nosotros, sino ante una propuesta emancipadora también para quienes siempre vivimos la ficción de creernos superiores a ellas. Como desde hace años canta Guille de La casa azul, ojalá en este “verano del amor” suceda esa revolución que nos salve de un futuro catastrófico, que nos quite el maquillaje con el que disfrazamos nuestra identidad, y que no sea, una vez más, una revolución para nosotros y a costa de ellas. En fin, una revolución sexual que o será compartida o será involución. OC TAVIO SALAZAR
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es jurista y escritor.
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OPINIÓN
Soltaré a Brian
Formas de no ir a la playa infinitud del universo, hay que reconocer que existían poquísimas probabilidades de haber nacido a los 13,61 millones de años de nuestra galaxia, y encima gallego. Ni el más avezado de los astrofísicos sería capaz de calcularlo. Lo que sí se puede calcular es el 25% de probabilidades que tenía de haber nacido en la única provincia que no tenía mar, lo que durante gran parte de mi adolescencia me convirtió en un desgraciado. Como cualquier hombre que persigue sus carencias, enseguida convertí en mi objetivo vital residir en una ciudad con mar y equipo de Primera División. Cuarenta y cinco años después todavía estoy esperando, y mira que he vivido en ciudades. Siempre hay algo que falla. Desde que salí de Galicia, además, el destino no me lo puso fácil. Porque el año que me marché a estudiar a Pamplona, Osasuna DADA LA APARENTE
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bajo a Segunda, y no ascendieron a Primera División hasta que terminé la carrera y se aseguraron de que había abandonado la ciudad. Ahora vivo en Ibiza, y por lo menos tengo mar. Y aunque ya ando cerca, todavía no he llegado a ese punto en el que el paraíso se vuelve ordinario, y los días de playa se recuerdan como una sucesión de incomodidades, en lugar de como un anuncio de Estrella Damm. Compruebo además que los que se han criado en la isla apenas la pisan. La observan desde la distancia como un entretenimiento infantil para forasteros, no más interesante que cualquier otro terreno no cultivable. Mi mujer, por ejemplo, va poquísimo a la playa, lo cual no quiere decir que no vaya casi todos los días. Echa la toalla, se sienta, saca un neceser, e inicia un sofisticado ritual que poco debe diferir del embalsamado o la taxidermia. Una crema para el cuerpo, una crema para la cara, una barra de cera para los párpados y finalmente un spray para el pelo. Cuando termina de ponérselo todo, nos vamos. Durante todo el verano recibo peticiones de amigos, conocidos, y de amigos de los conocidos, sobre recomendaciones de playas en las que “no haya nadie”. A lo que yo siempre les contesto que si no va nadie será por algo.
Es cierto que es casi imposible hacerse un hueco decente en verano en una playa de Ibiza, salvo para los que tenemos un hijo, un hecho que también he aprovechado a mi favor para perder la antigua habitación de invitados. Nadie quiere estar cerca de un niño, ni siquiera sus padres, y menos en una playa. Es como echar la toalla sobre un avispero, o un gato. Un niño cerca te puede fastidiar en un sólo día de playa dos mil quinientos euros de vacaciones. Olvida el silencio, prepárate para que te salpique o te llene de arena cada vez que pase cerca, o incluso lejos. Sin embargo, a los padres un niño nos permite trazar un perímetro de seguridad inexpugnable. Yo llego a la playa y lo primero que saco es la bolsa de juguetes, y los voy lanzando uno a uno alrededor, un cubito, una pala, un rastrillo, una red, un colador, una regadera, un molde de estrellita, otro de pulpito feliz, y así los voy dejando caer, como gases lacrimógenos. Sé que algún día será mayor y ya no querrá venir a la playa con nosotros. Y entonces escaparé, como uno más, hacia un lugar mejor, sin niño, y hacia un nuevo objetivo vital en el que quizá no haya mar, sino piscina o, algo aún mejor, un equipo de fútbol de Primera División. R I C A R D O F. C O L M E N E R O
es periodista
y escritor.
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GQ EN COLABORACIÓN CON COINTREAU
DISEÑO: CNX. FOTOGRAFÍAS: CORTESÍA DE COINTREAU. TEXTO: DANIEL MARÍN.
El cóctel que da sabor al verano Si hay un cóctel que transmite con su sabor la esencia del verano, ese es el margarita. Hazlo con Cointreau, el licor de naranja por excelencia. El margarita es uno de los cócteles más famosos y demandados del mundo. Delicioso, equilibrado y fácil de elaborar, nunca pasa de moda y siempre añade un toque de estilo a todas las mesas y reuniones. Estés donde estés y con quien estés, esta bebida de origen mexicano rebosante de carácter y matices, siempre es la mejor opción para refrescar un día de verano en la mejor compañía. Pero un auténtico margarita no es tal si no lleva Cointreau: forma parte de su esencia. Es el triple sec que desde 1885 transmite toda la alegría, la creatividad y las ganas de vivir de la Belle Époque, el momento culturalmente pletórico que alumbró su nacimiento. Cointreau se mantiene fiel a sus orígenes:
ESTILO EXQUISITO Cointreau respira elegancia: su icónica botella recuerda a las de los perfumes franceses. Un objeto para lucir en tus cócteles veraniegos.
con más de 130 años, la receta de este licor de naranja aromático 100 % transparente, natural, balanceado y sin aditivos –siempre fresco y versátil para cualquier ocasión, tanto formal como informal– se mantiene imperturbable: parte de la selección de las mejores pieles de naranja frescas y secas, dulces y amargas. A la destilación se le añade agua, alcohol y azúcar. Un margarita con Cointreau da como resultado un sabor inconfundible, con historia, ideal para compartir y celebrar. Define a la perfección el espíritu del mejor verano posible, el que vas a vivir este año. Una explosión –refinada– para los sentidos que puedes disfrutar en cualquier ocasión estival. Imagínate como bartender deleitando a tus invitados con el mejor margarita, durante un cóctel en tu jardín. O de relax en una cómoda butaca de la terraza de moda, mientras contemplas el atardecer, recreándote en cada sorbo de tu margarita. Seguro que te apetecerá pedirte uno en el bar del hotel donde pernoctarás en vacaciones, tras un día inspirador y lleno de emociones. En todos estos momentos perfectos, el margarita perfecto se mezcla con el licor de naranja perfecto: Cointreau. * Cointreau recomienda un consumo responsable. 40º
www.cointreau.com
Tremaine Emory reina en Supreme
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El recién coronado director creativo de Supreme ha dedicado su carrera a explorar la encrucijada entre moda e historia. Ahora se dispone a contar la suya propia, desde su infancia en Queens a sus trabajos con Frank Ocean y Kanye West. P O R L U K E L E I T C H
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pasado febrero, con Manhattan azotada por la aguanieve, Tremaine Emory se escapó de su nueva oficina en el SoHo en busca de algo para comer. Localizó una panadería y se refugió dentro, pero la acogida fue muy distinta de la que esperaba. “El tío de allí me ve y grita:‘¡LÁRGATE! ¡Fuera de aquí! Te dije que no volvieras. Esto es sólo para clientes que pagan”, explica Emory. Me lo cuenta por videollamada, desde su casa actual, un apartamento ordenado pero de apariencia aún impersonal del East Village, inclinándose hacia la pantalla. “El tío, un tipo blanco, sigue gritándome. Le digo: ‘¿Por qué me habla así, señor?’. Y me dice: ‘Pensaba que eras el indigente que viene aquí a molestar’. Le pregunto: ‘¿Y por qué cree que soy un indigente? ¿Porque soy negro?’. Me responde: ‘¡No, no es eso! Ni siquiera me he fijado en el color de tu piel. Es por cómo vistes”. Emory, que conste, llevaba una gabardina Balenciaga encima de un minivestido de estampado de leopardo que usa como jersey. Debajo, una sudadera con capucha de ERL, finalista del premio LVMH de 2022. Un look contundente, desde luego, incluso extravagante, pero no especialmente radical para ser el centro de Nueva York —y, sin duda, no un motivo para ponerse así—. Emory no cree que fuera por la ropa. “La razón es que da igual lo que haga, soy negro y llevo rastas y barba. No importa lo que haga, lo que consiga, que siempre habrá algún tío como éste, gritándome en una panadería del SoHo”. El ánimo de Emory mejora un poco. “¿Sabes qué es lo más irónico? Había allí otro tío que trabaja en el estudio de Tom Sachs, a la vuelta de la esquina. Después de que el de la panadería intentara echarme y yo me enfrentase a él, con dignidad, me ve, viene y me dice: ‘¡Ey, Trey! ¿Qué pasa? ¡Enhorabuena!”. Como casi todo el mundo en el barrio (excepto el de la panadería), también en los círculos de la moda contemporánea, el tipo del estudio de Sachs había leído la noticia: Tremaine Emory acababa de ser nombrado nuevo director creativo de Supreme, una de las mayores firmas de streetwear del planeta. Emory concluye la anécdota y se ríe. Pero las marcas de las lágrimas que se acaba de limpiar siguen visibles en sus mejillas. N
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“Mi tío Ray, que era albañil, fue un gran icono de estilo para mí. Cuidaba mucho la manera de ponerse el sombrero, de remeterse la camiseta” que vi a Tremaine Emory en persona fue a comienzos de primavera, poco después del incidente de la panadería. Estábamos en París, en el show Spaceship Earth de Off-White, en Palais Brongniart, el primero que la marca organizaba de forma póstuma tras la muerte de Virgil Abloh, en noviembre. Los tributos a Abloh siguen siendo dolorosos: demasiados recuerdos, señales de su ausencia. Pero tras la crudeza y el shock que se vivieron en el espectáculo de Louis Vuitton de Miami en noviembre, y el deliberado ambiente ceremonial del evento de otoño/invierno 2022 en enero, la atmósfera en el Palais era más alegre, menos solemne. Afuera, la multitud gritaba por Rihanna, A$AP Rocky y Pharrell. Dentro, la apiñada concurrencia incluía a figuras como Nigo, Jerry Lorenzo, Grace Wales Bonner, Olivier Rousteing y Ibn Jasper. Entre estas luminarias del universo de la cultura y las artes, la atención giraba también en torno a Emory. El placer del encuentro era una sensación extendida, y se notaba en los muchos y entusiastas apretones de manos y palmadas en la espalda que le dedicaban. “La gente parece muy contenta, contenta por mí y contenta por Supreme. Contenta en general”, explica Emory. “Me sentía un poco abrumado, en el buen sentido”. Podríamos trazar la línea del ascenso de Emory hasta el liderazgo creativo de la que muchos consideran la marca de streetwear más influyente de Estados Unidos guiándonos sólo por su historial de trabajo. Su primer empleo en la moda fue en una tienda de J.Crew, a comienzos de los 2000. Continuó con varios proyectos creativos muy comentados de moda, fiestas, música y arte, en gran parte gracias a su labor multidisciplinar en No Vacancy Inn, que creó junto a uno de sus colaboradores más cercanos, Acyde. En los últimos tiempos, la firma de Emory, Denim Tears, se ha dedicado a explorar la relación entre la moda, la historia y la LA ÚLTIMA VEZ
explotación de lo afroamericano, y a la vez ha realizado colaboraciones más populares con tótems como Levi’s o Ugg. El jersey de Denim Tears con la bandera estadounidense bordada, apodado Tyson Beckford, apareció en una exposición que el Instituto del Traje del Museo Metropolitano de Nueva York organizó en 2021, titulada En América: Un diccionario de la moda. Tiene historias con Kanye, Frank Ocean, André 3000 y el propio Virgil, pero es imposible entender los episodios más recientes de la vida de Emory a menos que te sumerjas en su material germinal. Como él mismo dice: “Todo se remonta a mi infancia”. Emory nació en Georgia en julio de 1981. Unos meses después, su madre, Sheralyn, y su padre, Tracy, se mudaron con la familia a Jamaica, en Queens, Nueva York. Su madre trabajaba en el hogar y transmitió a sus hijos el gusto por la cultura. Emory recuerda haber visto a Pavarotti cantar con el coro de niños de Harlem en Central Park, Cats en Broadway, y visitar el Museo de Historia Natural de Queens. A los seis años, lo llevaron a una tienda de animales y se quedó con un “gato pequeño precioso, un calicó, dorado a rayas”, al que bautizó Fashion. Menciona a su tío Ray, por entonces albañil, como icono de estilo: “Cuidaba muchísimo la manera de ponerse el sombrero. Cómo caminaba, cómo llevaba sus camisas de franela o se remetía la camiseta, cómo se ponía su fedora o su gorra”. Emory dice que se siente afortunado. Para muchos de sus vecinos, la posibilidad de una vida fuera de Queens, por no hablar de Estados Unidos, era lejana. Pero con un padre como Tracy, pudo elevar la mirada del telescopio al mundo allá fuera. “Fue cámara de CBS News durante años. Recuerdo sentirme muy orgulloso en el colegio: tenía el trabajo más guay de todos los padres. Las historias que más le marcaron fueron de cuando estuvo en África, cuando viajó con el alcalde David Dinkins para conocer al papa, a Nelson Mandela en Sudáfrica, o cuando cubrió el genocidio de Ruanda”. Emory recuerda haber visto al equipo de fútbol de Washington (“En aquella época se llamaban los Pieles Rojas, menos mal que ya no”) jugar contra los Gigantes de Nueva York desde el palco de la prensa. El deporte y sus aprendizajes fueron fundamentales. También la manifestación de 250.000 personas, en Washington, a la que Tracy y Sheralyn llevaron a sus hijos para conmemorar el 20º aniversario de la marcha que Martin Luther King lideró en 1963, donde pronunció aquella llamada a la acción de “Tengo un sueño”. Dieron a leer a sus hijos textos germinales como La próxima vez el
fuego, de James Baldwin, o Los diarios de Andy Warhol. Cuando Tremaine narra esta parte de la historia, nos desviamos ligeramente para hablar de las similitudes entre Warhol y Abloh. Ambos tenían una mentalidad omnívora para lo artístico. “Absolutamente”, coincide Emory. “¿Sabes? Mi padre me lavó el cerebro. Podía estar cepillándome los dientes, y él entraba al baño y me decía: ‘El arte está en todas las cosas, incluso en cepillarse los dientes’. Y luego se marchaba. Virgil entendió eso, que el arte está en todas las cosas. Sólo hay que saber verlo. Para mí, si comparamos a Virgil y a Warhol en lo relativo al arte, Virgil era mejor. Porque era mejor con la gente”. Cuando era pequeño, Emory comenzó a vender cromos de Marvel, a cortar el césped, a ganar su propio dinero para gastarlo en ropa y zapatillas. Tras graduarse en la escuela, consiguió un trabajo cargando paquetes para FedEx, y estudió brevemente dirección de cine en el colegio universitario de LaGuardia, pero lo dejó. Luego lo cogieron en J.Crew, más tarde en una tienda de bebidas alcohólicas en Queens, después en Kate Spade, en el SoHo. Estamos avanzando muy rápido, pero merece la pena hacer una pausa para recordar que en aquella época Emory empezó a visitar Union, la tienda de Mary Anne Fusco y su por entonces socio, James Jebbia, que en 1994 fundó Supreme. En 2006, Emory estuvo a punto de reunirse con él para hablar de un puesto de dependiente (“Me moría por trabajar en Union”), pero antes de que Jebbia encontrara un hueco en su agenda, aceptó otro trabajo en Marc Jacobs. El trabajo era en el almacén, en teoría uno de los puestos más bajos (pero también más esenciales) en ventas. Aun así, en la entrevista final, Emory se reunión con nada menos que el presidente de la compañía, Robert Duffy, y con el mismo Marc Jacobs. En menos de un año, lo subieron a la planta. Recuerda con cariño los valores democráticos e inclusivos de la empresa en aquella época. “Daba igual dónde estuvieras, si en el almacén o en dirección, que tenías la misma prestación anual para ropa: 12 prendas y dos pares de zapatos”. Salía con Hadarrah More, entonces encargada de la tienda, tenía un buen empleo, buenos amigos. Todo le iba bien. Después, en 2008, sucedió algo que transformó sus planes, y que le hizo darse cuenta de que tenía que marcharse. Así lo cuenta Emory: “Soy de Jamaica, Queens. Del barrio. He visto cómo disparaban a la gente. He esquivado balas que venían de fiestas
locales. He visto a gente vender y consumir drogas. Como dijo Jay-Z, he visto cómo se truncaban los sueños de muchos. He visto a gente ir a la cárcel por matar a un amigo, o a una chica. Todo tipo de mierdas. La policía me sacó de un autobús y me empotró contra él porque a un chaval de un colegio blanco le habían robado. O ir caminando a una tienda, y que los policías me cacheen y me pregunten que dónde guardo la droga y el dinero. Y eso siendo un buen chaval que nunca ha llevado un arma. ¿Me entiendes?”. “Así que poco a poco me propuse salir de Jamaica, de Queens, sin ningún
drama detrás. Esas movidas seguían pasando, y no sólo a camellos o gente involucrada en esa vida, sino a gente normal. El primer empresario negro que conocí fue mi amigo Rahim Grays, que era mi peluquero. Tenía una hija, era un padre genial, y era mi amigo. Fue la única persona que nos cortó el pelo a mi hermano pequeño y a mí. Sólo se dedicaba a trabajar y trabajar. Al final abrió su propio negocio. Y en menos de un año lo estaban extorsionando. Mandaron a unos matones a robarle. Él no se dejó. Así que lo dispararon y lo mataron. Recuerdo cuando me llamó mi padre, y me dijo: ‘Rahim Grays…”.
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Con eso yo ya lo sabía. Me dije: ‘Tengo que largarme, es imposible respirar”. Poco después, Marc Jacobs le pidió a la novia de Emory trasladarse a Londres para abrir una nueva tienda. Emory apenas sabía nada de la capital británica (“y la verdad es que me daba igual”), pero la convenció para aceptar, e hizo presión para que lo mandaran también a él. Se hizo su primer pasaporte. “Tenía que irme. Sabía que si me arriesgaba, podía salir bien. Fue muy triste dejar a mi familia. Recuerdo que en la fiesta de despedida no paraba de llorar, y mi madre decía: ‘Tienes que irte. Tienes que coger ese vuelo”. Emory hace una pausa durante unos segundos. Ha llorado al acordarse de Grays. “Por eso ya no me mato para
lograr más cosas. No sé ni cómo escapé de aquello. Sé que tengo a mis padres, a mi familia y a mis amigos. Pero no sé cómo he acabado en el Met. No es que tenga síndrome del impostor —me merezco estar ahí—, es que sé que da igual lo que consiga, porque algunas cosas no van a cambiar. Te pongo un ejemplo”. Y en ese momento me cuenta la historia de la panadería. Con un tío diciéndole que se largara, que no podía estar ahí, en su primera semana de regreso a la vida en Nueva York tras siete años fuera, en lo que parecía la cima de su carrera hasta entonces. Londres en 2010. El hombre perfecto en el lugar perfecto y en el momento perfecto. Él lo explica así: “No puedes controlar tu suerte, sólo aprovecharla… Y en Londres en aquella época se movían muchas cosas. Boy Better Know y la penetración del grime en la cultura estadounidense. A$AP Mob estaba siempre allí, Frank [Ocean] se mudó a Londres EMORY LLEGÓ A
y empezamos a trabajar juntos. Surgió Sam Ross, surgió Palace, Martine Rose, Wales Bonner”. Emory define Londres como una “placa de Petri”, un lugar donde nacían, conectaban e interactuaban diferentes voces. “Como en un tapiz, todo era parte de la pintura”, asegura Emory. “Me siento superagradecido por haber podido vivir en Londres y disfrutar de aquel momento con gente tan increíble e inspiradora”. Un elemento clave en aquella placa de Petri fue el consultor cultural británico Acyde (Ade Odunlami), a quien Emory conoció en su primer año en la ciudad. “Estaba en una fiesta de Nike a la que me invitó mi amigo Heron Preston. Acyde me pareció muy guay. Estaba fumándose un puro. Me acerqué en plan: ‘¿Me das uno?’. Así empezamos a hablar, y desde entonces somos amigos. Alrededor de un año después, él me dijo: ‘¿Estarías dispuesto a hacer una fiesta conmigo? Sería genial si tú la presentaras y yo fuera el DJ’. Y luego empezamos a hacer una especie de evento llamado Medianoche en Manero’s”. Aquello fue en 2012. En poco tiempo, ambos comenzaron a organizar fiestas en La Bodega Negra, el exclusivo local mexicano pseudo-porno de Serge Becker en el SoHo, donde en 2013 Emory conoció a Abloh y a Frank Ocean. Algo después, Abloh invitó a Ye (entonces conocido como Kanye West) a un evento de Acyde y Emory que se convirtió en una improvisada sesión de escucha de Yeezus. “Nuestra amistad se consolidó ahí”, añade Emory sobre Abloh. “En esas fiestas solíamos hablar de cosas que queríamos hacer. Al día siguiente, nos despertábamos y nos poníamos a ello. No nos cansábamos de pensar cómo combinar diferentes elementos de la condición humana en nuestro trabajo”. Stüssy los fichó para participar en una fiesta en Los Ángeles, “para un evento de Vans”, y Emory empezó a trabajar como consultor para la marca. El proyecto tomó tanto ritmo que, cuando una reestructuración en Marc Jacobs provocó despidos en masa en 2015, Emory se mantuvo en pie. Cogió su indemnización de 30.000 libras (35.000 euros) y la invirtió en No Vacancy Inn, su iniciativa con Acyde, “para convertirla en una marca de fiestas, podcasts y ropa”. Cuando ese dinero se acabó, arrasó con su fondo de pensiones de unos 30.000 euros, “y cuando ese dinero se acabó, podía mantenerme y pagar las facturas”. Aunque seguía con No Vacancy Inn por las noches (“liándola en todas partes con Acyde”), a Emory lo contrató Ye, y en 2016 se mudó a Los Ángeles: “Durante un par de años, pero luego
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me despidió”. Cuando le pregunto por qué, Emory se ríe. “Tendrías que preguntárselo a él”. Y añade: “Mucha gente dice lo de ‘cuando dejé este trabajo…’, pero si te han despedido, te han despedido. No pasa nada. Estoy orgulloso de que me despidiera Kanye. Es todo un honor”. A partir de ese momento, Emory trabajó como director de arte independiente para Stüssy, también un tiempo con André 3000, y en agosto de 2019 fundó una nueva marca con un nombre que ya había utilizado: Denim Tears. Es un juego de palabras. “Eres la primera persona que no me conoce
Emory quiere diseñar prendas sobre las vivencias de los afroamericanos y que los jóvenes hagan cola para comprarlas.
que se ha dado cuenta de que es ‘tears’ [lágrimas] y ‘tears’ [rotos] a la vez”, explica Emory. “Es un nombre que hace referencia a la contrición humana, la contrición de la condición humana. Cuando nacemos, los seres humanos somos como unos vaqueros nuevos, pero ¿eres mejor cuando eres un bebé o cuando tienes 50 años? Cuando eres un bebé, eres bonito, inocente, no te ha pasado nada malo. Cuando tienes 50 años, a lo mejor tienes la tensión alta, le has roto el corazón a alguien, te han roto el tuyo, te has portado bien con la gente, te has portado mal con la gente, has leído libros, has hecho cosas de las
que estás orgulloso y cosas de las que no… Has logrado cosas, pero sientes que no has logrado nada. A eso se refiere ‘tears’. Estamos obsesionados con la juventud, pero cuanto mayor me hago, más me interesa cómo se endurece el alma con el tiempo”. “Y también tiene relación con el algodón, la esclavitud, la gloria y el sufrimiento de la diáspora africana. El primer trabajo de mi padre fue recogiendo algodón, de niño. Está inspirada tanto en la narrativa de Wales Bonner como en Supreme. Una vez estaba en la tienda de Supreme en Londres y vendían unas sudaderas con capucha de Martin Luther King. Y pensé: aquí hay un problema, deberían estar agotadas. Luego pensé: ¿y si pudiera crear una marca que animara a la gente joven a hacer cola para comprar algo que hable de la gloria y el dolor de ser afroamericano? Sería increíble lograr algo así. No sé si puedo hacer que los chavales lean La próxima vez el fuego, pero sería muy guay conseguir que se pusieran unos pantalones que además les animaran a hablar sobre Baldwin, o Alvin Ailey. Eso es algo importante que sí tiene mérito”. El objetivo de Emory es ofrecer a los seguidores de Supreme el mismo aprendizaje que su familia y sus amigos le dieron a él. Cuando le pregunto por sus planes inmediatos, no obstante, dice que su ambición principal es crear su propia familia, ahora que está en casa. “El sentido del viaje del héroe es encontrar el conocimiento y llevarlo de vuelta a su lugar de origen”, reflexiona. “Te fuiste porque sabías que afuera había algo que tu familia, tu gente, tu comunidad necesitaban. Y se lo diste”. Esto me lleva a una última pregunta. En la panadería, Emory pensó, que además de por ser negro, lo que provocó que aquel tipo le mostrara su peor cara fueron sus rastas. ¿Por qué lleva rastas Emory? “Nadie me ha preguntado eso nunca”, contesta. “Y te voy a decir la verdad. Las rastas son el luto por Rahim Grays. Fue muy duro cortarme el pelo después de su muerte, pero aun así lo hice durante un año más o menos. Y luego empecé a dejarlas crecer. Son una oda a él. Creo que nunca volveré a llevarlo corto. Soy un poco emo, un poco romántico. Pero éstas son una oda a mi amigo”. L U K E L E I T C H es un periodista de moda afincado en Londres.
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Los Javis participan junto a Lola Rodríguez en la campaña mundial de H&M para el Orgullo LGTB+, sobre la familia elegida. P o r V Í C T O R M . G O N Z Á L E Z
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VÍCTOR M. GONZÁLEZ
redactor de G Q .
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“Nuestros derechos son muy frágiles”
pequeño, pensaba que nunca iba a tener amigos, que nunca me iba a querer nadie, que nunca nadie me iban a comprender”, explica Javier Calvo. “Yo tenía un gran secreto, y creía que ese secreto me iba a hacer la persona más solitaria del mundo. No conocía a nadie como yo, no veía referentes en la televisión. Darte cuenta de que hay gente como tú, que te quiere por cómo eres, de que eres único y especial, es maravilloso. Es lo que te salva”. Javier Ambrossi le toma la palabra: “Son las personas que van apareciendo a tu lado, a lo largo de tu desarrollo, y se van quedando, y te hacen sentir más completo”. Los productores e iconos que han revolucionado el imaginario del cine y la televisión española (La llamada, Paquita Salas) describen a la perfección no sólo qué es la familia elegida, sino por qué resulta tan importante para las personas LGTB+, que aún se enfrentan a tanto rechazo, incluso el de sus seres más cercanos. A eso mismo dedica H&M su campaña mundial para el Orgullo LGTB+ de este año, titulada Mi familia elegida, en la que participan Los Javis junto a la actriz Lola Rodríguez, a quien descubrieron en la serie Veneno. “Ojo de loca no se equivoca”, bromea Javi Calvo cuando le preguntamos por esa habilidad del tándem creativo que forma junto a Ambrossi para descubrir nuevos talentos. Que pasan a ser parte de su familia elegida, claro. “Nos ha ocurrido durante toda nuestra carrera. Que lo hemos visto. Es lo que más emoción me produce, ver crecer a las personas que nos encontramos por el camino”. “Nunca debemos olvidar que el Orgullo es una reivindicación para mantenernos firmes en lo que se ha conseguido y en lo que aún se tiene que conseguir. Nuestros derechos son muy frágiles, y tenemos que seguir luchando”, apunta Javier Ambrossi sobre la necesidad del activismo, no sólo en estas fechas. Y remata Javier Calvo: “La LGTBIfobia está a nuestro alrededor, en los partidos políticos pero también en la calle”. UANDO
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Kean blanco Hablamos con el diseñador sobre moda, cultura, inspiración… y Franco Battiato. P o r DANIEL B O RR ÁS
fue un éxito absolutamente improbable en Italia y —aún más desconcertante— en España. Los primeros años 80 fueron suyos con canciones absolutamente pop, mezclando sintetizadores con instrumentos de todo el mundo, pero con letras e intenciones más elevadas. La religión entendida como poesía, el viaje como búsqueda, el amor como sinónimo de cuidado, los viajes en tren como nuestro retorno a Ítaca particular. Un genio que no tendría que haber sido comprendido por casi nadie. Pero aunque no hubiera sido un éxito, seguro que habría calado en mentes y corazones abiertos como los de Kean Etro, hasta la fecha de esta entrevista director creativo de las colecciones masculinas de la marca italiana. Al otro lado del teléfono le pregunto por su canción favorita de Battiato y no contesta. Canta. “Espero que regrese RANCO
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pronto la era del jabalí blancoooo…”, entona. “Pieni gli alberghi a Tunisi / Per le vacanze estive / A volte un temporale / Non ci faceva uscire”. La colección de este verano de Etro está inspirada en la obra del cantante y, de alguna forma, también en la canción elegida por Kean: La era del jabalí blanco. “La canción simboliza la necesidad de un retorno a la época de esplendor de nuestra sociedad, también intelectual”, cuenta. En las tres últimas colecciones de Kean, la literatura, “la palabra”, según nos dice, es la protagonista. Battiato en la colección de verano, la biblioteca de la Universidad Bocconi en la de invierno (los modelos llevaban un libro en la mano, como un accesorio de moda pero también de vida), y la poesía en la
de la próxima primavera. De hecho, la invitación era un poema personalizado para cada invitado, recitado por teléfono. “Ésta es una conversación que podemos disfrutar, vamos más allá, ¿verdad?”, dice Kean. Por supuesto. Esas cosas ya casi no pasan, ¿no? La mayoría de las colecciones se inspiran en personajes clásicos, en lugares, en épocas…, pero no tanto en ideas. KE AN ETRO: En el caso de Etro, las referencias siempre están ahí, detrás de la ropa, porque si la conversación es sólo sobre los tejidos o la paleta de colores que usas en una colección, todo se vuelve más aburrido. Ésa es la razón por la que casi no voy a ver otros desfiles. Pero es verdad que no todas las personas quieren escuchar y tienes que hacerlo un poco más simple para que disfruten de la moda. GQ :
Battiato es un buen ejemplo de esto. Es una referencia muy popular, pero al mismo tiempo su mensaje es más profundo.
La colección de verano de Etro está inspirada en Franco Battiato y, como no podía ser de otra manera, es una auténtica fiesta de alegría y colores vivos.
¿Cuál es tu relación personal con Battiato? Porque creo que llegaste a trabajar con él incluso… Yo estudiaba en la universidad y cada vez que volvía a Milán, yo tendría entonces 16 ó 17 años, iba a tiendas de discos, porque aún había tiendas de discos, y ahí encontré el disco La era del jabalí blanco (1979), me enamoré de él. La música, las letras… Pero también porque me llevó a descubrir a gente como René Guénon y sus libros, como El rey del mundo, o la cultura árabe. Yo estudiaba cultura árabe por entonces y todo esto junto hizo que tuviera la necesidad de conocerlo. Él era cliente de mi madre, Roberta, que tenía una tienda en Milán donde vendía tejidos antiguos, de Mesopotamia, Prusia… y nos encontramos allí. Mi madre le dijo: ‘Éste es mi hijo, es muy fan tuyo’; y yo le dije: ‘No soy tu fan, soy un estudioso de tu obra’ [risas]. Era verdad, porque lo que me gustaba era su filosofía, la forma en la que transmitía el conocimiento. Nos caímos bien y cuando él hizo su gira de conciertos con el álbum Mondi Lontanisimi (1985) le hice todo el decorado. Básicamente cogí tejidos antiguos y creé el set del concierto. Fue curioso, porque en los créditos ponía ‘Escenografía: Etro’, y por aquel entonces Etro no era ningún producto acabado como tal. Siempre hemos mantenido la relación, sentía mucho orgullo de todo lo que hacía. Era un hombre muy profundo, en el mejor sentido de la palabra. Tiene sentido, Battiato tiene muchas cosas en común con Etro. Por supuesto, sobre todo la idea de abrazar otras culturas. Pero no desde la perspectiva de convertirlo en algo fashion o sólo centrándonos en la vestimenta. Hay un respeto real a las personas, sus usos y costumbres.
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Algo muy interesante es que pones palabras en las prendas, como pequeños mensajes. ‘Amor’, ‘Felicidad’… Sí, es cierto. De hecho, la frase que define Etro es ‘Fidelidad al amor y la belleza’, un concepto que viene de un grupo de intelectuales vinculados a Dante Alighieri (Los Fieles del Amor, casi una sociedad secreta creada en el Siglo XII en Florencia) y que también encantaba a Battiato, por cierto. Añadí la idea de ‘belleza’ porque al final somos una marca de moda y es lo que hacemos. Son conceptos que nos definen. Hacemos cosas bonitas con amor, y de hecho hace 25 años que escribo eso en las etiquetas, hecho a mano con amor. Todo esto es importante, porque creo mucho en la idea de fidelidad, de honestidad: también escribo el nombre de los maestros, de los artesanos que terminan las prendas. Las palabras son mi manera de mostrar gratitud. Una palabra: nómada. Es una canción de Battiato pero creo que también es un concepto muy vinculado a Etro. Justo estaba viendo la palabra en inglés nomad, y me he dado cuenta de que puede leerse también no-mad, ‘no loco’. Si lo lee un niño pequeño, ese puede ser el significado que entienda, ¿no? Por supuesto hay problemas de inmigración, en Italia, en España, pero si estudias un poco nuestra historia, muchas de estas culturas que nos visitaban eran nómadas, y no lo hacían solo por encontrar una vida mejor, o buscar alimento… El arte de viajar también implica ser un nómada, Battiato lo explica muy bien en su canción Los trenes de Tozeur. El concepto de nómada implica que si viajas no puedes ser un egoísta, tienes que viajar y compartir todo lo que tienes, no puedes quedarte en tu casa, sólo para ti, no tiene sentido. El manifiesto del nómada es que la tierra no es de nadie, está más allá de la propiedad.
Para Kean Etro, hay conexiones entre España e Italia que explican el éxito de su firma aquí. “Compartirmos el gusto por la explosión de color”, asegura.
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¿También has pensado en Battiato a la hora de crear las prendas de la colección de este verano? ¿Has usado su forma de vestir o lo que llevaba como referencia? Battiato, en casi todos sus conciertos, se sentaba a cantar en una alfombra, he usado eso como inspiración, sí. O sus gabardinas, o las referencias
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sufíes en sus túnicas, o el hecho de que muchas veces su ropa era más grande que su talla… Creo que si ves la ropa, te das cuenta enseguida de que comparte mucho con él y de que me gusta cómo vestía, un estilo que no era fácil muchas veces, muy particular, se puede ver muy bien en sus vídeos, por ejemplo. El uso del color es muy importante también: azafrán, púrpura… Cierro los ojos y puedo ver a un Battiato niño en Catania, recogiendo un montón de referencias culturales. Sicilia fue epicentro cultural, un lugar multiracial, y eso hizo que la gente acabara vistiendo de forma especial, mezclando cosas, algo muy propio y particular. Creo que Etro se entiende muy bien en España porque juega con referentes que acercan las dos culturas, italiana y española… No sé si tú tienes esa misma teoría. Es cierto. Con la gente de España compartirmos un gusto muy particular por la explosión de color y tenemos una cultura muy específica. En España, históricamente, ha habido siempre muchas culturas diferentes conviviendo, mucha diversidad, se puede ver en la comida, por ejemplo, pero también en la construcción de monumentos, en la idea de conocimiento, las universidades… Hay ciertas cosas que son comprensibles para ambos países. En España tenemos una especie de tradición, amigos que nos ayudan y comparten ideas sobre España y sobre cómo funcionar allí. De una forma muy familiar, hablamos sobre qué podemos hacer, cómo podemos transmitir esta cultura. Es casi una conversación en una sala de estar, algo muy real. Siempre he viajado mucho a Barcelona y me sorprendía la gente buenísima que había fabricando tejidos, por ejemplo. Incluso recientemente he visto un libro en el que Amancio Ortega lleva un polo azul de Etro, quizá sea un gusto que quiere mantener en privado, ¿no? [risas].
La conversación termina y yo también comparto con Kean mi canción favorita de Franco. Dos, realmente. Una es La Cura, que sonó en mi boda (qué mejor mensaje de amor que decirle a la otra persona que cuidarás de ella); otra es Otra vida. “Por la tarde vuelvo a casa con un malestar especial / No sirven tranquilizantes o terapias / Se quiere otra vida”. Necesitamos otra vida, quizá, también otra manera de entender la moda. Como la de Kean. D A N I E L B O R R Á S es Head of Editorial Conent de G Q España.
FOTOGRAFÍAS: CORTESÍA DE ETRO.
Recuerdo viajar por Arabia e intentar ser uno de ellos, pero con respeto, aprender de lo que hacían. Pero también Senegal o Escocia, por qué no, cada lugar tiene su cultura y tenemos que aprender de ella.
OPINIÓN
Porque lo digo yo
siempre estuvo ahí, pero amordazada. En los últimos años, han corrido ríos de tinta sobre las novedosas siluetas que la moda propone para el hombre. La estética postpandemia ha provocado un despertar. Por un lado, ha relajado los códigos al son del “quédate en casa”. Por otro, parece haber dado un puñetazo en la mesa sobre lo que hasta ahora podíamos (y no podíamos) vestir los hombres, abriendo el espectro sin grandes locuras, pero sí con grandes demandas de diversidad. Ahora la mordaza se afloja, por fin el expresarse real y libremente como quieres a través de la ropa se presupone posible. Pero luego lees titulares que dicen que la nueva masculinidad no es nada masculina, que hay una crisis de masculinidad, que se juega con la confusión LA ‘NUEVA MASCULINIDAD’
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sexual o incluso que hay un “nuevo prototipo masculino”, como si hubiera que encajar en un patrón para recibir los pulgares arriba del mundo. Cuando parece que finalmente alzamos el mazo en alto para derribar los tabúes respecto a la estética, hay otro muro detrás que nos recuerda que hay cosas que es mejor no mostrar. Como si vestir así o asá nos hiciera más o menos hombres. Para nadie es un secreto a día de hoy que todavía es necesario, mandatorio e imprescindible tener un refuerzo heterosexual cisgénero para validar una moda. David Beckham para las cremas, cualquier futbolista para los escotes y Harry Styles básicamente para todo, por poner algún ejemplo. Si ellos lo hacen, que son machos, es válido. Si no, es cosa de
locas. Estamos obsesionados con lo que es para chicas y para chicos, como si no hubiera varias opciones en ambos casos o como si existiera un amplio vacío en el medio, como si hubiera que hacer una apuesta total al rojo o al negro; y ¡atrévete a darlo todo al color contrario al que la sociedad te haya asignado! Habrá más de un cuello lesionado a tu paso, cuando no alguna palabra fuera de lugar que no has pedido. La supuesta ‘nueva masculinidad’ es tan masculina como ésta o aquélla, porque lo cierto es que no hay una única forma de expresión para aquellos que se identifican como hombre; hay cientos, miles de maneras de expresar lo mismo. Por tanto, no es que haya un ‘nuevo prototipo masculino’, es que había gente que no quería ver. De repente, se han dado cuenta de que hay vida más allá de los hombres que siempre van de traje y nunca utilizan maquillaje, igualmente válidos. Sin embargo, junto a ellos, en el mismo universo y no en uno paralelo, cohabitan masculinidades que se maquillan, que utilizan falda, crop top, joyas o tintes para el pelo, y eso no supone crisis alguna, sino una suerte. La suerte de tener un espectro amplio que celebrar. Aquellos que precisamente lloran la falta de margen estético para el hombre son, en su gran mayoría, los mismos que se llevan las manos a la cabeza cuando la puerta se abre. No les culpo: el miedo paraliza y la ignorancia es atrevida, y es que lo que esos ‘nuevos hombres’ hacen ahora no tiene nada de novedoso. Hasta el siglo XVIII, el maquillaje, las pelucas, las joyas, las medias y los tacones habitaban los armarios de los hombres sin reservas. En cambio hoy nos parece un escándalo. Somos de lo que no hay. El domingo pasado quedé a comer con unos amigos y, más allá del menú, en aquella reunión convivieron los pantalones chinos con las minifaldas, los cabellos peinados a raya con los tintados de colores, las camisas Oxford con las camisetas de tirantes que dejaban ver el ombligo, el corrector de ojeras con las caras lavadas de resaca… Y sí, todos eran hombres, muy hombres. Ésa es justo en la mesa en la que quiero estar, por mucho que haya algunos que etiqueten esta absoluta realidad como depravación. Bienvenidos a la vida real. JAV I E R G I R E L A
de G Q España.
es editor de moda
ILUSTR ACIÓN: DE L A FITA.
El nuevo hombre siempre estuvo ahí
GQ EN COLABORACIÓN CON RITUALS
FOTOGRAFÍA: CORTESÍA DE RITUALS. DISEÑO: CNX.
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desfile de Alessandro Michele para Gucci, en 2015, el diseñador subió a la pasarela a un ejército de gráciles hombres con tops de encaje vintage, camisas con lazada y cuellos cerrados de volantes. Aquello no tenía nada que ver con la moda masculina que conocíamos, pero sí nos indicó hacia dónde se dirigía: hacia un lugar donde ya no sirven las viejas reglas, el género es fluido y la ropa masculina es un espacio abierto donde la creatividad y las ideas progresistas campan a sus anchas. Aquel desfile desdibujó los límites de la moda masculina. La firmas pequeñas fueron las siguientes en explorar la indumentaria genderless, y una nueva corriente dispuesta a subvertir las normas cobró velocidad, gracias también a los soberbios y extravagantes estilismos de estrellas masculinas —léase Harry Styles o A$AP Rocky— y a una nueva camada de jóvenes diseñadores que ha irrumpido en la industria de la moda para redefinir lo que significa vestir como un hombre. ¿Y qué significa eso para ti y para tu armario? Algo muy emocionante. Los jóvenes creativos europeos más audaces nos están mostrando el camino hacia un futuro sin límites y mucho más interesante, desde el combo “falda y zapatos de plataforma” con el que Stefan Cooke ha actualizado el estilo británico más clásico, hasta el neo-punk agénero de la firma francesa Egonlab. N EL PRIMER
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diseñadores que redefinen la moda masculina Los nuevos creativos más emocionantes de Europa están reformulando la manera de vestir de los hombres. Recorremos el continente para conocerlos. P o r T E O
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DISEÑADOR: ARCHIE ALLEDMARTINEZ
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Alled-Martinez aplica al punto el tratamiento artesano propio de la Alta Costura, e invita a quien se lo ponga a llevar los materiales, el género y todo lo demás un poco más allá.
que, hoy en día, la modernidad y la vanguardia pasan por llamar la atención con elementos chiflados. No es el caso de Alled-Martinez, que rinde perfecto homenaje a la definición clásica del dandy: “pasar sutilmente desapercibido”, pero llevándolo a un nuevo nivel de subversión. “No creo en un producto con un diseño superhistoriado o irreal, la innovación debe partir del corte. Creo en la ‘masculinidad sin miedo’, pero sin caer en la floritura innecesaria, para mí lo importante es crear un hombre deseable y empoderar esa figura”. Su esencia es la armonía de los extremos: su formación fue prácticamente militar, aunque sus iconos se sitúan en personalidades como Walter Albini, Jacques de Bascher, Margo Channing o Andrea Casiraghi: “Para mí, un elemento principal a la hora de trabajar en una pieza es el rigor. Siempre respeto los códigos de la prenda, pero les doy un twist”, comenta el diseñador. “Para conseguir eso, lo más importante es hacer un estudio histórico y destilar el diseño hasta quedarte con la forma más pura de esa prenda. Ese
ALLEDMARTINEZ Una masculinidad feroz y sin miedo POR F. JAVIER GIRELA
FOTOGRAFÍAS: GETTY IMAGES Y ALLED-MARTINEZ.
SE TIENDE A PENSAR
matiz de algo elevado o sofisticado que te permites maltratar, como hacen estos enfants terribles, me atrae mucho; es justo lo que hemos trabajado en la colección O/I 2023, esa figura de niño preppy que tiene un lado un poco perverso e incluso kinky”. La clave de su éxito es tomar los extremos clásicos de la moda y llevarlos al polo opuesto. Prueba de ello fue su colección de graduación en Central Saint Martins, la misma que le valió una nominación al LVMH Prize for graduates 2018 y enamoró el ojo de Harry Styles, quien ya ha vestido sus diseños. Por un lado, la sastrería tradicional llevada a la comodidad de un chándal; por otro, el punto elevado a la categoría de costura. Todo regado con tintes de aquel olvidado porno-chic de principios de los 2000 ideado por Tom Ford y Carine Roitfeld, madrina de Martinez: “En aquella época empecé a sentir atracción por esta industria, es el bagaje visual con el que he crecido. ¿Qué aportamos nuevo a la mesa? La libertad sexual y la diversidad de genero, que creo que fue una asignatura pendiente
en aquella época. La moda es pura política, y el desconocimiento puede generar marginalidad; por eso, me veo en la obligación de utilizarla como altavoz para mi comunidad LGBT”. Así, entre sus creaciones de aspecto retro, podemos encontrar una bandana tradicional que esconde símbolos fálicos, camisetas de fútbol que, en realidad, son un tributo a la generación perdida a manos del SIDA o las sudaderas de su última colección, “una manera de darle la vuelta al bottom shaming y a esa masculinidad tóxica que hay dentro de nuestra comunidad”.
QUÉ COMPRAR: Camiseta Revolt for Them, de Pepo Moreno x Alled-Martinez.
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MAGLIANO
DISEÑADOR: LUCA MAGLIANO
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expandido los límites de la ‘identidad masculina italiana’. En su colección de primavera-verano 2021, había holgadas chaquetas de traje —como las que se pueden ver en las elegantes calles de Vía Gesù de Milán— en tonos verde cartujo, combinadas con camisetas, o puestas del revés, enseñando la construcción interior. También había pantalones palazzo en tonos pastel, fajas estilo mallas de ciclista con transparencias y camisas de seda color lima con anchas corbatas blancas. “Nunca he pensado en Magliano como moda masculina, sino más bien como moda dedicada al armario masculino”, dice Magliano. “Para mí, la masculinidad es un lenguaje estereotipado, un sistema de justificaciones. Cuando me di cuenta de que no podía acceder del todo a ese lenguaje, que no podía interiorizarlo, decidí usarlo como un disfraz. Mis hombres son siempre un poco drag”. Magliano es artista y diseñador. “En mi trabajo, hablo de mi experiencia porque desde siempre, desde que
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era un niño, me he dado cuenta de que no encajaba con la idea de masculinidad”, explica. “Obviamente, era homosexual antes incluso de saber pronunciar la palabra en alto. Así que las recomendaciones que me daban de pequeño sobre mi papel, sobre cómo ser hombre, eran a veces una tortura, pero también una especie de juego”. Magliano aporta a la moda ese mismo estilo singular. “Junto las prendas como si fueran palabras para escribir una frase poética, una frase polémica o una irónica”, dice. “Quiero reescribir las reglas del juego, frase tras frase, capítulo tras capítulo, y llenarla de cartas salvajes. Esa es la masculinidad italiana”.
QUÉ COMPRAR: Jersey amarillo flúor.
FOTOGRAFÍAS: MAGLIANO, SSENSE.COM.
M I L Á N , U N A D E L A S capitales de la moda más importantes del mundo, suele asociarse a una masculinidad definida por unos códigos muy concretos. Arraigada en la historia y en la tradición, la ropa que visten los hombres milaneses y los italianos bebe de la época dorada de la Cinecittà, del dandismo florentino y de la efervescencia hedonista del Milán de los 80, con aquellas hombreras y aquellos trajes de corte afilado que tanto encajaban en el talante testosterónico de la época. Durante los últimos años, una nueva ola de diseñadores milaneses —el mayor de todos es millennial— ha desafiado esos códigos y tradiciones sartoriales tan antiguos y los ha cuestionado, dándoles la vuelta y forzando sus límites, al tiempo que se ha mostrado irreverente hacia el armario de sus antepasados. El más importante de todos estos nuevos diseñadores es Luca Magliano. A sus 35 años, lleva las riendas de su firma homónima, fundada en 2016. Temporada tras temporada, Magliano ha reescrito y
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POR JACOPO BEDUSSI
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Saltándose las reglas con gusto
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Tomando como punto de partida los básicos del armario, la relación de Magliano con la masculinidad italiana se desarrolla a través de prendas que desafían, al tiempo que abrazan, lo que significa ser un hombre clásico.
EGONLAB
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Sastrería, sí, pero agénero y neo-punk
Moda
POR ADRIEN COMMUNIER
de moda es un negocio complicado de por sí, no digamos ya hacerlo en vísperas de una pandemia global. Pese a venir al mundo en una época tan intempestiva, la firma Egonlab, fundada por los franceses Florentin Glémarec y Kévin Nompeix en 2019, ha logrado alcanzar el éxito. Pareja en el amor y en los negocios —se conocieron en Success Models, en París, donde Nompeix aún trabaja como agente de modelos—, les ha bastado un puñado de colecciones para convertirse en una de las firmas más prometedoras de la escena francesa. La estética neo-punk que el dúo ha insuflado a todas sus propuestas ha sido clave para su éxito. Sus diseños pueden leerse como un resurgimiento de la sastrería, en el que las prendas tradicionales evolucionan y se actualizan para alejarse de los amables códigos del pasado. “La sastrería se encuentra en el corazón de lo que hacemos, es muy importante para nosotros”, dice Glémarec, y explica que Egonlab ha encontrado una silueta propia. “Una mezcla de chaqueta estructurada, falda y pantalones de campana”, explica. ¿Y cuál es el objetivo de la firma? “Demostrar que la sastrería no es coto privado de una minoría de profesionales”, responde Nompleix con una sonrisa. Al tiempo que diseñan, han desarrollado todo un ecosistema de marca a través de un colectivo de artistas —de ahí el nombre Egonlab— que trabaja en proyectos de imagen y sonido cuyo resultado son fantásticos entornos virtuales y motion desing. “Ahora es más complicado pensar que una firma de moda sólo deba ser juzgada por su ropa”, afirma Nompeix. “Tiene que haber también un mensaje, una cultura”.
FOTOGRAFÍAS: EGONLAB, LUISAVIAROMA.COM.
SI LANZAR UNA FIRMA
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La familia es una plataforma clave para la cultura de Egonlab. Y un momento clave en la historia de la firma tuvo lugar a principios de los dos mil gracias a los abuelos de Glémarec. “Venían al estudio para probarse la ropa y un día, en broma, les sugerimos que también podían ser modelos”, explica Glémarec. Con el tiempo, la pareja de octogenarios terminó posando para los fotógrafos de street style de la Semana de la Moda de París. Las imágenes dieron la vuelta al mundo. “No estaríamos aquí hoy sin ese ruido mediático que crearon mis abuelos”, concede. Además de las buenas críticas, en 2021 ganaron el premio Pierre Bergé concedido por ANDAM, que reconoce el talento emergente en moda. El galardón supuso una inyección de capital que los ayudó a montar su primer desfile presencial el pasado enero. Fue el momento para contar su visión al mundo. “La moda es un espectáculo vivo, tienes que ver cómo se mueve la prenda”, dice Nompeix, “y organizar un desfile es siempre una experiencia muy emotiva”.
DISEÑADORES: FLORENTIN GLÉMAREC Y KÉVIN NOMPEIX La pareja mezcla el estilo tradicional con la sensibilidad moderna a traves de un colectivo artístico y de unos abuelos que son sus modelos.
QUÉ COMPRAR: Pantalones culottée de mezcla de lanas.
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LML STUDIO
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Alta costura digna del Berghain POR MANUELA HAINZ
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L U C A S M E Y E R - L E C L È R E crea obras de arte ponibles en su estudio berlinés LML Studio, donde combina la pericia de un modisto con un considerado respeto por el medioambiente. El diseñador deconstruye, ensambla y decora ropa ya usada para crear prendas únicas, obras de arte imposibles de duplicar. “Establezco un diálogo con los tejidos”, dice Meyer-Leclère, que a veces recurre a su propio armario, así como a prendas vintage, para realizar sus diseños. “Es como subirse a un tren sin conocer su destino”. El proceso creativo es también una aventura. “Corto las prendas, las pinto, las trenzo y las bordo”, explica, “convirtiéndolas en algo diferente”.
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Ese aspecto de costura que tiene el trabajo de Meyer-Leclère procede del oficio y de la sensiblidad con la que construye sus piezas. Cada prenda es única. “La sastrería es un aspecto central en lo que hago”, afirma el diseñador, que solía echar mano de sus propios trajes, confeccionados en Savile Row. “Hay mucha deconstrucción y mucha reconstrucción”. Todas las piezas de Meyer-Leclère presentan un ajuste y un acabado diferente. Las pinta él mismo para crear “algo que sea visualmente rico, pero no burgués”. Tras estudiar en Central Saint Martins, a MeyerLeclère lo contrató Karl Lagerfeld para diseñar tejidos para Chanel. En
DISEÑADOR: LUCAS MEYER-LECLÈRE Experto en pintar a mano y en trastocar el status quo a través de la identidad individual, los diseños de Meyer-Leclère están realizados con prendas ya existentes, por lo que cada pieza es única.
los talleres de la maison aprendió artesanía y técnicas de pintura que ahora aplica a sus colecciones. Podría decirse que sus diseños son más exclusivos que los de la Alta Costura, ya que sólo existe una sola talla de cada uno. O como explica el propio Meyer-Leclère: “Se trata de un nuevo enfoque del lujo, un nuevo enfoque de la costura”. Todo esto se manifiesta en prendas increíblemente únicas: una cazadora de cuero vintage pintada a brochazos creando un patrón que imita al virus del SIDA. En un desfile organizado en colaboración con el DJ berlinés de techno Maxim Endlicher, MeyerLeclère usó esta pieza y toda su colección Painted Love para “arrojar luz sobre la estigmatización del SIDA y sobre cómo a la gente que padece la enfermedad aún se la percibe mal en nuestra sociedad. Vestí a todos mis amigos para el desfile”, cuenta MeyerLeclère. “Fue una fantasía ideal de vida diurna y nocturna”. Su ropa también desafía las convenciones de género: los modelos desfilan con los torsos desnudos, pantalones cortos y tacones, dejando que el observador decida qué genero adjudicar a lo que ve. “Lo que más me emociona de la moda es la diversidad”, explica. “La moda occidental ha evolucionado, liberando a hombres y mujeres del género. Ahora podemos avanzar más y desarrollar esta nueva masculinidad”.
QUÉ COMPRAR: Pantalones efecto descosido.
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FOTOGRAFÍAS: GET T IMAGES, LML STUDIO MBFW POR NOWADAYS.
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STEFAN COOKE El clásico estilo británico, revolucionado POR TEO VAN DEN BROEKE
han abrazado con tanto éxito la nueva y audaz era del género fluido y creado prendas tan ponibles como la joven firma británica Stefan Cooke. Cook y Jake Burt mostraron su primera colección en la pasarela MAN —el programa incubadora de diseñadores de la Semana de la Moda masculina de Londres— en invierno de 2017, y desde entonces se han labrado un nombre gracias a colecciones de ropa agénero sin concesiones que prestan atención a la fabricación inteligente. “Nos centramos sobre todo en los tejidos”, dice Burt. “Existe un contraste que se manifiesta en cómo subvertimos los clásicos. Es cierto que hay muchos diseñadores que trabajan así, pero nuestro método es distinto, porque buscamos esas prendas clásicas en mercadillos particulares y en tiendas de beneficiencia, ropa que se diseñó hace mucho tiempo”, cuenta. “Encajan en la historia, y eso es un poco nuestro objetivo”. Entre esas prendas encontramos los jerséis de punto con cortes estilo kirigami, convertidos ya en señas
FOTOGR AFÍAS: STEFAN COOKE. L AUR A JANE COULSON, MATCHESFASHION.COM.
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de identidad de la firma; abrigos de tartán y bombers que terminan en minifaldas de tablas —en parte pichi pijo, en parte cazadora punk—, así como zapatos con plataforma con un atractivo agénero similar. “Nuestra ropa —que la prensa enseguida define como ‘masculinidad desafiante’, refiriéndose a las faldas y a los polisones, por ejemplo— no atiende tanto a un interés por el concepto de masculinidad, sino que responde a nuestras investigaciones”, confiesa Burt. “Nunca nos hemos propuesto redefinir lo que significa vestir a un hombre, simplemente ha sucedido así. Lo bueno es que, al ser una firma pequeña, no tenemos que pensar en vestir a todo el mundo. A nuestros clientes les gusta la moda vanguardista, no disponen de un abultado presupuesto para gastar cada temporada, y no les importa llevar faldas, vestidos o zapatos femeninos”. Lo que distingue su trabajo del resto son unos diseños muy ponibles y con un nivel de atención al detalle brutal, y no piezas que buscan el titular. Esto es también lo que
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DISEÑADORES: STEFAN COOKE Y JAKE BURT Son pareja en lo sentimental y en lo laboral. Residentes en Londres, su firma prima la atención a los detalles, la fabricación histórica y el género como añadidura.
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hace que sus creaciones sean tan atractivas para los hombres que las llevan. El año pasado, A$AP Rocky se puso una cazadora vaquera negra perteneciente a la colección otoñoinvierno 2021 de la firma, y cuando Nicolas Ghesquière, juez del premio LVMH, vio su trabajo cuando fueron nominados en 2019, se quedó muy sorprendido. Cooke y Burt también se han adentrado en el ámbito meta con una creación de moda digital para The Sims. “El proyecto fue una locura”, dice Burt riéndose. “El equipo de gente con el que trabajamos era increíble. Hacían todo lo que les pedíamos. Stefan y yo somos penosamente analógicos; lo dibujamos todo en papel, a escala, y se lo enviamos a las fábricas. Que haya alguien que nos enseñe cómo hacer cosas digitalmente es impagable. Somos como ese meme de la mujer centenaria que ve por primera vez un vídeo de sí misma bailando cuando tenía 22 años”. Cooke y Burt están orgullosos de sus logros, y con razón. ¿Qué es lo próximo para la firma? “Esperamos poder sobrevivir”, dice Burt. “Quiero encontrar una manera de definir nuestro camino y no preocuparnos por el futuro. Cada temporada crece nuestra confianza, y quiero apreciar todas esas cosas que hacen agradable nuestro día a día en el taller”.
QUÉ COMPRAR: Mocasines de piel con plataforma Polido.
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Ya estés en una playa de Bogotá, haciendo esnórquel en las Seychelles o de fiesta en Palermo, tu armario para estas vacaciones te pide color, estampados chulos y un buen chute de energía veraniega. P o r T E O VA N D E N BROEKE Y MIKE CHRISTENSEN
WIN-WIN ESTIVAL Berwyn es la estrella emergente del R&B más británico y melancólico, pero no hay nada de triste en su camisa Adidas x Gucci.
Camisa y pañuelo Adidas x Gucci. Anillo del estilista.
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PUNTO DE NOCHE Si has llegado hasta aquí buscando una prenda de punto alegre y atrevida con un rollo clásico, no mires más. Este chaleco de la marca de Londres AGR te dará el calor necesario cuando se ponga el sol de la tarde.
GAFAS MOLONAS Confía en Versace para elegir las gafas de sol más extravagantes, con el icónico emblema de Medusa de la marca y en un verde azulado muy de moda. No te las quitarás hasta septiembre.
AROMA DE SOL Creada a partir de notas de melocotón de viña, aceite de naranja roja siciliana y cardamomo, esta fragancia de Tom Ford está pensada para el clima más cálido y para tus paseos en la playa.
GORRA CHILLONA Nadie logra el colorido de la moda de verano ni le otorga un rollo tan del sur de Francia como Jacquemus. Mete esta gorra en la maleta para tu escapada a las Calanques.
JERSEY CON ESTILAZO No hay en el mundo una marca más de moda ahora mismo que ERL. Con piezas que apuestan por texturas como si fueran de relajante
BRILLI BRILLI La firma británica Hatton Labs sobresale en el mercado de la joyería para hombres con sus piezas divertidas y juguetonas, como este anillo de tonos arcoíris.
FOTOGRAFÍAS DE PRODUCTO: MITCH PAYNE. PELUQUERÍA Y MAQUILL A JE: T YLER JOHNSTON DE ONE REPRESENTS CON 111 SKIN & SAM MCKNIGHT. SASTRERÍA: JESS INNES DE K AREN AVENELL. ASISTENTE DE ESTILISMO: STEPHANIE JONES.
HORA DEL BAÑO ¿Estás pensando meterte en el agua? Con Omega no hay peligro. Su nuevo Seamaster Planet Ocean Ultra Deep 6000 M está preparado para las profundidades del mar. Seguramente no te sumerjas más de tres metros, pero que nada te impida fardar.
BOLSO PLAYERO El lujo asequible encuentra su más brillante aliado en la marca Longchamp. Este simpático bolso de red amarillo mango te hará destacar en la playa.
BANDOLERA DENIM Con pedrería bordada que replica la característica C de la marca Coach, esta bandolera denim tratada con láser está pidiendo a gritos que la pasees por todos los festivales.
ONDULADOS Comandada por el diseñador francomarroquí Charaf Tajer, la aclamada firma Casablanca es conocida por sus trajes de verano coloridos y de inspiración setentera. Esta guayabera combinará con todos.
de Mónaco, produce las mejores cremas solares desde 1956. Ofrece un amplio espectro de protección contra los rayos UVA y UVB, y sus envases son tan bonitos que no dejarás de presumir.
MODA TIE-DYE Inspirada en el mundo del surf, esta sudadera con capucha de algodón pertenece a la colección sostenible de Emporio Armani, producida enteramente con materiales reciclados y, además, reciclables.
LAS ZAPAS DE KILL BILL Popularizadas por Uma Thurman en el clásico de culto de Tarantino, las zapatillas Onitsuka Tiger Mexico 66, de color banana, son ideales para cualquier outfit.
BAÑADOR BRITISH La firma británica Sunspel fabrica muchas de sus prendas en Nottingham. Este elegante bañador es perfecto para rematar un look de verano clásico pero también molón vayas donde vayas.
FLIP PHONE Los 90 son una tendencia actual indiscutible en la moda, pero también en la tecnología. Por ejemplo, Flip 3 ultrainteligente de Samsung: parte reliquia de antaño, parte tablet flexible. Esto sí es nostalgia de la buena.
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Viajando sin salir de casa Los Objetos Nómadas de Louis Vuitton nos permiten volar a cualquier lugar del mundo a través del buen diseño. P o r D A N I E L B O R R Á S
es muy sencillo pero muy poderoso: aliarse con los mejores creadores y diseñadores del mundo para crear piezas de mobiliario y decoración inspiradas en el concepto del nómada. Objets Nomades es un proyecto de Louis Vuitton que lleva años creando un particular —y espectacular— portfolio de objetos de diseño al que cada ejercicio se suman piezas nuevas. Uno de los colaboradores habituales es el estudio Atelier Oï, un grupo de tres creadores —Aurel Aebi, Armand Louis y Patrick Reymond— que se puso en marcha en 1991 en Suiza. Hoy expande su relación con Vuitton presentando varias piezas nuevas, y hablando —al unísono— con GQ España sobre el proceso y sobre cómo la idea del nómada ya nunca volverá a ser como antes. L
CONCEPTO
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taburete. En España, el primer diseño de Mariscal fue precisamente un taburete para un bar… AT E L I E R O Ï : Pues la realidad es que en nuestros inicios estábamos muy inspirados por España, por Mariscal, por Alfredo Rivas, por la escena de Barcelona. Aunque en este caso
GQ: Es curioso, porque una de las piezas que habéis creado es un
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¿Cuál es vuestra relación con la marca? ¿Qué sentisteis la primera vez que contactaron con vosotros? Hay una historia muy interesante detrás de eso. Cuando una marca tan grande invita a alguien como nosotros, que venimos de una ciudad muy pequeña, enseguida pensamos en los referentes que conocemos de la firma, claro, en su grandeza. Pero nos invitaron, llegamos, nos contaron la historia de la marca, vimos un montón de fotos de su archivo… ¡Incluso había una chimenea! Quiero decir, que fue casi como estar en casa de un familiar. Luego te enseñan los talleres y cómo lo hacen todo, ves a gente trabajar con sus propias manos… Es muy interesante, porque nos cambió por completo la imagen de lo que se supone que es una gran firma de lujo, todo fue mucho más familiar. Nos recordó mucho a nuestros inicios, cuando nos sentábamos a compartir ideas.
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Los diseñadores Aurel Aebi, Armand Louis y Patrick Reymond son las tres caras que componen el estudio Atelier Oï.
¿Y qué os pidieron? ¿Fueron muy específicos a la hora de concebir el proyecto, había restricciones o ideas previas? Era una petición muy abierta, sólo un concepto: el nomadismo. Lo cual es genial, porque muchas veces los briefings son un poco estúpidos, pero aquí lo importante era la temática,
FOTOGRAFÍAS: CORTESÍA DE LOUIS VUITTON.
concreto para nosotros era interesante coger la forma en la que se fabricó la silla original y darle nuevas tipologías, como por ejemplo un taburete que puedes poner en tu bar. Usamos piel y hebillas de las fábricas de Louis Vuitton para darle una nueva vida a los materiales, y por eso nos parecía interesante declinar la misma forma en varios objetos diferentes.
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vez más, la gente quiere una pieza especial en su casa, como éstas que estamos creando con Louis Vuitton. Pero es curioso que esta situación sea lo opuesto a la idea de nomadismo… Cierto, pero ahora los objetos te hacen viajar, porque ya no viajas tanto. Es un concepto muy interesante. Si ves el cristal de Murano, por ejemplo, puedes ver la inspiración, el lugar de dónde viene. No eres tú viajando, pero sintiendo los objetos puedes sentir los lugares de donde vienen. Los objetos te hacen viajar cuando los ves. Lo importante cuando viajas es que luego lo recuerdas, no es un cliché: la curiosidad de vivir momentos y recordarlos sigue siendo importante. Lo que hacemos, los productos, también son recuerdos, una colección de historias. Eso es lo importante de viajar.
los materiales…, y el resto fue completa libertad. Están muy abiertos a desarrollar cosas nuevas e interesantes, es un placer trabajar con ellos. Esta nueva edición de Objets Nomades llega justo después de una pandemia que nos ha obligado a estar en casa mucho tiempo. Imagino que eso ha cambiado todo. Mucha gente se quedó en casa y tuvo tiempo de ver qué tenía alrededor, qué necesitaba, cómo iba a evolucionar en la configuración de su casa. Y también invirtió más dinero en ello, claro. Es muy interesante. En la industria también se ha hablado mucho de esto, del diseño, del mobiliario… Son áreas que han crecido mucho. Muchas marcas de moda, por ejemplo, se han lanzado o han reforzado sus líneas de muebles conscientes de esta situación. Hay una frase que me encanta: ‘Muéstrame cómo vives y yo te diré cómo eres’. Esto es, los objetos que te rodean tienen una relación contigo, dicen qué te gusta, cómo piensas. Esto ocurría con la moda, la moda marcaba tu personalidad, pero ahora también habla tu casa. Cada
Tengo la sensación de que, cada vez más, nuestro interés por la arquitectura es mayor. Desde el inicio, todo gira alrededor de la arquitectura, estar protegidos en la cueva, y no viajar ha hecho que veamos de forma diferente dónde estamos y qué nos rodea. Ahora prestamos atención a los edificios, a los materiales de los que están hechos… Somos más conscientes. Los Objetos Nómadas de Louis Vuitton son una colección de piezas relacionadas con el concepto del nomadismo que se va ampliando cada temporada.
“Hay una frase que me encanta: ‘Muéstrame cómo vives y yo te diré cómo eres’. Los objetos que te rodean tienen una relación contigo, dicen qué te gusta” —ATELIER OÏ
En España, por ejemplo, el turismo masivo es un tema de debate recurrente. ¿Decimos sí al turista o es un concepto cuestionable? Es importante que la gente sepa lo que está viendo, por qué viaja, qué va a ver en la ciudad a la que llega… Entender la cultura que te acoge, en definitiva. Necesitamos aceptar a los turistas, pero también pensar en qué vamos a enseñarles a esos turistas, porque muchas veces creamos un montón de cosas absurdas sólo para que vengan. Y la arquitectura no es un producto de consumo masivo. Es importante, además, que estas cosas se hagan con perspectiva local, con cultura local, con empresas de cada sitio. El turismo no es un problema, el problema es qué les enseñamos, qué les queremos contar. D A N I E L B O R R Á S es Head of Editorial Content de G Q España.
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Todo el mundo está leyendo a Joël Dicker El escritor ginebrino publica en España El caso Alaska Sanders, el volumen final de su aclamada trilogía sobre Marcus Goldman. P o r H É C T O R I Z Q U I E R D O D E V E Z en cuando en la literatura surge un autor que revoluciona un género y se convierte en la referencia absoluta entre los lectores de todo el mundo. Piensa en un Stephen King o, más recientemente, en una J. K. Rowling. Joël Dicker (Ginebra, 1985) es el siguiente fenómeno, el autor que ha dado un golpe de timón a la novela policiaca para colocarla en el centro del tablero literario y, de paso, en el primer lugar en las listas de bestsellers. Sus historias, hábilmente fragmentadas y plagadas de giros originales, han conectado con un público ávido de entretenimiento y de escapismo en tiempos convulsos. Y Dicker, un autor sin grandes tesis ni filosofías grandilocuentes, sabe proporcionárselo con la maestría de un mago del suspense. Es joven, simpático y guapo. Pero, sobre todo, un gran escritor cuyas novelas quitan el sueño —pero sólo por el placer de no poder parar de leerlas—. UY
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GQ: Creo que, a pesar de que en tus libros hay crímenes y violencia, de algún modo son un lugar seguro para tus lectores y eso explica en parte tu éxito. ¿Estás de acuerdo? J O Ë L D I C K E R :Estoy totalmente de acuerdo contigo. Para mí eso es muy importante. Yo mismo, como lector, cuando leo un libro, y esto es muy personal, quiero sentirme seguro, porque el mundo ya es lo suficientemente inseguro. Y eso no quiere decir que el libro tenga que ser un universo lleno de amor. Puede incluir asesinatos, discusiones… Pero como lector, aunque intuyas que van a ocurrir cosas terribles, y que dentro del libro habrá alguien que no esté seguro, tú sabes que tú sí que lo vas a estar. Es algo que
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siempre he encontrado en dos maestros de las historias de misterio como Conan Doyle y Agatha Christie. Es la tercera vez que te sumerges en el mundo de Marcus Goldman. ¿También tú te sientes seguro dentro de su universo? Cuando escribí La verdad sobre el caso Harry Quebert en 2009 no esperaba que fuera a tener éxito. Era mi sexto libro. Había escrito cinco libros y todos habían sido rechazados por las editoriales. Así que lo escribí pensando que iba a ser una serie de tres. ¿Por qué? No lo sé. Quizás era un reto para mí como autor joven. Escribir algo que no era realmente una trilogía, sino un ciclo de tres volúmenes, con libros entrelazados y al mismo tiempo independientes. Cuando terminé con La verdad… quería continuar la historia, sobre todo porque había dos cosas en el libro que quería contar, e incluso saber como lector: qué pasa entre Marcus y Harry después, y el desarrollo de la amistad entre Galahawood, el policía, y Marcus. Pero lo que pasó es que el libro se publicó en Francia y tuvo un éxito emorme, inesperado; y rápidamente
“No quiero vivir en un mundo en el que las mujeres son asesinadas a diario, eso tiene que cambiar. Y por eso quiero seguir poniendo mujeres asesinadas en mis libros” —JOËL DICKER
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me di cuenta de que no podía escribir ese segundo libro entonces, porque si lo hacía la gente iba a pensar que estaba tomando el camino fácil: ‘como el primer libro ha sido un éxito, va y escribe una secuela, igual que en Hollywood’. Pero mi deseo de escribir un segundo libro no tenía nada que ver con el éxito, estaba determinado por una decisión creativa. Por lo que me prohibí escribir esta novela número dos y empecé a escribir el El libro de los Baltimore, que para mí era la número tres. Dejé la segunda para otro momento. Y al final pensé que ya era hora de finalizar el ciclo, la estrategia, y así es como volví a Marcus, sólo por ser leal a una idea que tenía antes de triunfar. ¿Cómo mantienes el optimismo cuando no paras de recibir cartas de rechazo de las editoriales? Por supuesto, recibir esas cartas era decepcionante y no me hacía feliz —mis cinco primeros libros fueron rechazados por 20 o 30 editoriales—, pero nunca tuvieron un impacto en mi creatividad o en mi firme voluntad de escribir libros, o en mi manera de verme como un autor. Para mí son dos cosas separadas: cómo me siento sobre lo que ocurre fuera y cómo me siento por dentro como autor. Nunca me he preguntado si debería parar de escribir por esas negativas. Quizás justo antes de Harry Quebert dejé de escribir tanto, porque ocupaba todo mi tiempo, y empecé a preguntarme si no estaría bien encontrar un trabajo y hacer otra cosa. No porque nadie quisiera leerme, sino porque necesitaba descansar un poco y encontrar un trabajo. ¿Recomiendas leer los otros libros del ciclo antes de empezar con El caso Alaska Sanders? No. Mi experiencia en el mercado francés es que puedes empezar con Alaska Sanders sin haber leído los otros dos. Hay una cronología que empieza en Harry Quebert, que es 2008-2009; Alaska, que es 2010 y 2011; y los Baltimore, que es 2012. Si quieres ir en el sentido de los años los puedes leer así, pero como las historias
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FOTOGRAFÍAS: CORTESÍA DE ALFAGUARA.
escritor de éxito es muy diferente, pero eso lo descubrí después. Y una de las razones por las que es muy diferente es porque ese éxito no tiene que ver con el autor, sino con el libro. Muchas personas leen mis libros, pero no todas conocen mi cara. Porque un escritor, a diferencia de un actor, un músico o un deportista, no encarna su trabajo. A Cristiano Ronaldo o a Patrick Dempsey o a Ed Sheeran les dicen “te quiero”, porque encarnan lo que son. A mí me dicen: “Mr. Dicker, me encanta su libro”.
son independientes, y cada libro es un periodo de la vida de Marcus Goldman, puedes escoger un título al azar, empezar con cualquiera de ellos o mezclarlos.
ésa es la belleza de los libros y por lo que son una experiencia tan poderosa. Así que sí, en cierto modo hay una confusión deliberada, y es bastante divertida, he de decir.
En este libro, más que en ningún otro, se percibe ese juego de espejos entre en el escritor de ficción y el de verdad. ¿Cómo navegas en ese magma confuso? Por supuesto, es un pequeño juego. Como escritor, sé que Marcus no soy yo, porque es una ficción —y cuando los lectores me preguntan si el personaje está inspirado en mi vida, les digo que no, por más que quieran pensar que pueden meterse en mi cabeza a través del libro—; pero lo gracioso del tema es que yo, como lector, también asumo que estoy en la cabeza del autor cuando leo, porque
Marcus Goldman, el protagonista, es un escritor al que el éxito le produce todo tipo de conflictos personales y vitales. ¿Cómo lo llevas tú mismo? La verdad es que creé el personaje de Marcus cuando yo todavía no era famoso, así que es una proyección del éxito en general. Por supuesto, por coherencia, en Alaska y en los Baltimore lo dejé igual, el mismo sentimiento recurrente de lucha entre Marcus y el éxito, porque es una visión del estrellato bastante tópica —los paparazzi, la renuncia a tu privacidad…—. La realidad de un
El caso Alaska Sanders (Alfaguara) ya está a la venta.
Tus libros siguen el esquema de ‘mujer joven asesinada a la que un grupo de hombres trata de hacer justicia’. En el momento actual del feminismo, ¿nunca has pensado en superar ese tipo de argumento? Pienso justo lo contrario. Me revienta vivir en un mundo en el que, como ocurre en Francia, los feminicidios están a la orden del día. Vemos a diario a mujeres que son asesinadas por su marido, o por su compañero, o por alguien de su círculo cercano. Pasa todos los días. Y en Suiza, no sé en España, los salarios no son igualitarios entre hombres y mujeres, las mujeres empiezan a trabajar gratis en noviembre, por la diferencia salarial. Tengo una hija, y cuando mi hija empiece a trabajar tendré que hacerme a la idea de que eso suceda. Cuando hablamos de feminismo, a veces es difícil de entender todo lo que hay dentro de ese movimiento, así que lo que yo hago es coger ciertos elementos. No digo que eso me convierta en un feminista, pero sí quiero poner mi granito de arena para cambiar esa realidad. No quiero vivir en un mundo en el que las mujeres son asesinadas a diario, eso tiene que cambiar. Y por eso quiero seguir poniendo mujeres asesinadas en mis libros, es mi pequeña contribución, y me da la oportunidad de denunciar esas situaciones cuando, por ejemplo, me lo preguntan en una entrevista. No se trata de cómo definas lo que eres, sino lo que defiendes y aquello en lo que crees. HÉCTOR IZQUIERDO
es redactor
jefe de G Q .
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Como aguas de junio Glamour, Vogue y Vanity Fair presentaron en exclusiva Les Eaux D’un Instant de Angel Schlesser. P o r REDAC CI Ó N G Q
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verdad nos llevamos muy bien entre las diferentes cabeceras de Condé Nast —y, por supuesto, entre los que las hacemos—, no es muy habitual que varias marcas de la casa se junten para celebrar un evento. Por ello podemos decir que, inusualmente, UNQUE
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Glamour, Vogue y Vanity Fair unieron fuerzas (y glamour y estilo y garbo) a principios del pasado mes de junio para hacer de anfitrionas de una gran fiesta con motivo de la presentación exclusiva de la nueva Colección de aguas Les Eaux D’un Instant de Angel Schlesser. El lugar elegido para la celebración fue el MOM Culinary Institute de Paco Roncero, situado en la calle Serrano, en pleno barrio de Salamanca. Y, entre todos los invitados, resplandeció especialmente —le tocaba por protagonismo— la cantante Edurne, embajadora de la colección. “Siempre he apreciado las fragancias de la marca y, sobre todo, he estado feliz de combinar mi imagen con un proyecto de perfumería española que representa la cultura y el gusto de nuestro maravilloso país”, aseguró la artista. “Mi camino comienza ahora como testimonio de esta icónica colección de aguas de Angel Schlesser Parfums y estoy segura de que será maravilloso”. Edurne, sin embargo, no fue la única cantante que brilló en el evento, ya que la gala terminó con una actuación en directo de Anni B Sweet. En la concurrencia, como es habitual en estas lides, multitud de famosos, y amigos de la casa, como Moisés Nieto, Laura Ponte, Maggie Civantos, Eugenia Osborne, Ángela Cremonte, Nía Correia, Marta Torné, Antonia San Juan, Carla Paucar, Carlos Duarte, Carmen Lomana, Marta Robles, Javier de Miguel, Javiera Mena o Katia Colomer.
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La nueva memoria del ‘underground’ madrileño Fer Valentí edita su primer volumen de fotos a modo de memorabilia underground donde se dan cita paisajes, objetos y personajes únicos en su especie. P o r S I LV I A S UÁ R E Z ACE T I E M P O que Fernando de Torres (Madrid, 1999) o Fer Valentí, como le conoce todo el mundo, se mueve por el mundo de la instantánea contemporánea como pez en el agua. Aunque todo comenzó con la música, como pasase en La Movida, etapa que dice referenciar, especialmente por su personalidad y “nervio”. “Uno ve la retahíla de personajes y momentos en las fotos de Miguel Trillo o García-Alix, o se escucha por ejemplo Nuclear Sí de Aviador Dro, y
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dice: que época más tremendamente original y dinámica. Qué letras tan originales y sugestivas, y sin internet ni acceso a tantas referencias como tenemos ahora nosotros”, comenta. Aunque reconoce que este momento culturalmente tan prolífico también suele citarse en su “versión más simplificada”, es decir: después de obviar buena parte de su realidad y aspectos más oscuros. “Luego, por ejemplo, te escuchas algún tema de Parálisis Permanente, y ves que no todo era jolgorio, que también había mucha disfuncionalidad y soledad”, dice
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Valentí. “Sobre todo que ese Madrid también era muy oscuro; había mucha y peor droga, y en pleno centro te podías llevar un navajazo por tu cámara”. Hace diez años, este madrileño se plantaba en todos los conciertos de la ciudad con su cámara a cuestas, cuando la escena underground de la capital se estaba fraguando y también cuando le llegó su mayor apogeo gracias a la internalización de algunos sellos y festivales; él lo siguió todo desde la primera fila, disparando los mejores planos, subido en cualquier rincón o en el backstage. Por su objetivo han pasado bandas como The Parrots, Los Nastys o Hinds (además de muchos otros ya extintos, como Guadalupe Plata o Celica XX), pero también rostros habituales de la noche, como Bad Gyal, Tomasito o Samantha Hudson. “Samantha es genial, porque me recuerda a ese dinamismo, ese nervio y esa personalidad de los personajes y estilo de La Movida”, tercia. “A veces la gente confunde mi interés en ciertos perfiles con una búsqueda de la extravagancia y singularidad física exterior; lo que yo llamo ‘el pintismo”, matiza. “Pero no es así, detrás de ello también se pueden esconder personalidades pobres”. Para evitar este tipo de perfiles, Valentí describe a su sujeto perfecto como “personas con apuestas vitales muy concretas, consecuentes e interesantes”. “Y esto puede ser tanto una drag queen, como un pastor, como un tendero”, comenta. “La verdad es que hay muchísima gente a la que me encantaría fotografiar… Más si cabe, como es comprensible, si encima les admiro o me interesan genuinamente”, dice
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ahondando sobre este concepto. “Entre otras cosas porque mi interés por la fotografía, en realidad, esconde una excusa para satisfacer mi necesidad de hacer turismo en las vidas y realidades de personas ajenas. Un día, allá por 2013, Valentí pintó un botijo que se encontró en casa de su madre y lo customizó al más puro estilo Warhol, con el logo y la cromatología de Coca-Cola. Después puso a la venta unas cuantas unidades en Instagram. “Juro que no conocía la obra de Ai Weiwei por entonces”, tercia. El fotógrafo, que ya pintaba desde pequeño y estaba acostumbrado a pasearse por salas de exposiciones desde la niñez, no descarta una continuidad para explotar más esta vertiente en un futuro. En especial la idea de “generar souvenirs y memorabilias varias” alrededor de sus fotos y que éstas las acompañen. “Creo que en el mundo actual es comprensible que alguien no se vea haciendo la inversión de comprar una fotografía o un fotolibro, a pesar de que le guste o le resulte interesante. Por eso quizás acompañarlo de una pieza, o estampar en algún objeto que tenga otra utilidad añadida, como una camiseta, puede ser un aliciente interesante”, comenta. La publicación de Our Drug Was Possibility es también una reflexión sobre la relevancia de la fotografía en esta era digital en la que la mayoría de las imágenes tienen la misma esperanza de vida que el dispositivo digital que las contiene. “Si la gente no hace ni backups ni descarga sus imágenes, ya no te digo imprimirlas”, comenta al respecto. “Así que la idea es contradecir un poco esa tendencia materializando
imágenes en todos los formatos que se me ocurran”. Así pues, la elección de este formato para presentar una selección de su obra retrospectiva ha tenido más que ver con su vínculo personal con el papel que con él mismo. “Siempre he tenido mucho respeto por el fotolibro como objeto y como medio para mostrar una obra fotográfica, así que hacer uno yo mismo es un deseo que albergaba desde hace ya un tiempo”, nos cuenta. Además, detrás de la mayoría de las fotos que ha ido disparando también estaba “la intencionalidad de verlas algún día plasmadas en este formato”. En ese sentido, también se muestra pudoroso al hablar de exponer: “Respeto y admiro tanto la obra de los fotógrafos que me gustan que me da el mismo reparo imaginarme compartiendo el mismo espacio”, responde. “Cuando lleve algo más de carrera igual me atrevo a hablar de esto, pero por lo pronto me haré un Lola Flores diciendo que mejor no lo cuento, que lo gafo”. Consciente de que tiene mucho tiempo de aprendizaje y prueba, se declara fan de otros fotógrafos coetáneos, como la belga Bieke Depoorter, cuya obra describe como “intensa e increíble, rondando ella más o menos mi edad”. “Creo que es importante preguntarse si la fotografía que pretendes te gusta lo
Our Drug Was Possibility (pt. one) está a la venta desde el 17 de junio.
suficiente como para que esa inversión de tiempo merezca la pena; [sic] el de estar ahí rodeado de una escena, una temática y un grupo de personas”. Lo que está claro es que, en su caso y a pesar de usar Instagram como única herramienta online, apenas existe el debate entre el mundo digital y analógico. “Es cierto que la fotografía digital me aporta una flexibilidad, una fiabilidad y una inmediatez muy útiles en algunos contextos imprevisibles donde suelo hacer fotos. Pero, si por mí fuese, solo haría fotos en Kodak Portra de medio formato”, ataja. “Lo que pasa es que no tengo un duro, así que he renunciado a eso en pos de hacer más fotos y también poder estar en más sitios para hacerlas.” S I L V I A S U Á R E Z es periodista y colaboradora de G Q .
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John Waters, o el ingenio sin tabúes El maestro e icono de la cultura pop sigue con la mente tan abierta y en forma como siempre. Por JULIÁN ALMAZÁN
de Amber Heard y Johnny Depp que ha vivido el planeta durante las últimas semanas ha traído constantemente a mi memoria los minutos finales de Los asesinatos de mamá (1994), durante los cuales Kathleen Turner es juzgada por unos horribles crímenes que ha cometido ante un público ansioso de drama y revelaciones asquerosas. A John Waters le gustaría que el asunto Heard & Depp se resolviera con un sorprendente giro de acontecimientos en el que la pareja limase sus diferencias y volvieran a estar juntos. Pero eso es otra historia. La pasión con la que se ha vivido este proceso legal me ha hecho llegar a la conclusión de que el mundo en el que vivimos parece diseñado por Waters, el llamado apóstol del mal gusto y autor de apenas diez películas y unos cuantos libros que han influido en distintas generaciones de personas que sienten la urgencia de salirse del discurso mainstream de la cultura popular. John ha venido a Madrid para apadrinar el Rizoma Fest. Su agenda L
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durante estos días es frenética, no creemos que mucha gente de su edad tenga tantos compromisos en tan poco tiempo. Una proyección de Cry Baby, representar su monólogo Falso positivo, programar un ciclo de seis películas para la Filmoteca Nacional, acudir a diversos saraos y, en todos los casos, recibir el calor de sus fans españoles. Doy fe de que es una persona encantadora, muy educada y que no duda en hacerse fotos junto a sus admiradores, sin mascarilla, pese a su pánico por el Covid. Hace ya demasiado tiempo desde el estreno de Los sexoadictos (2004), la última película de John. Él sigue muy activo, escribiendo libros, recorriendo principalmente los Estados Unidos con sus monólogos, y con su faceta casi secreta de pintor. Para Waters todo vale, la cuestión es seguir siempre adelante y no parar de hacer cosas… antes de que alguien trate de quitarte el puesto. Es un artista multidisciplinar que piensa que todos deberíamos tener un plan B en caso de que nuestra actividad principal no pueda ser desarrollada. No considera que se encuentre en ese punto en el que muchos creadores están viviendo de explotar su propio personaje, ya que él sigue escribiendo y actualizando sus monólogos para adaptarlos a los tiempos. ¡Todavía tiene mucho que contar! Sus monólogos tratan sobre cualquier temática: cultura, moda, crimen, sexo, Covid, incluso deportes. ¡Todo cabe! Comenzó muy tempranamente, cuando iba con Divine a algunas universidades norteamericanas para mostrar sus películas y hacer el gamberro. Casi sin pretenderlo, ha convertido esta actividad en una manera de ganarse la vida, mientras llega el momento de volver a rodar. A John nunca le han importado los ingentes presupuestos que manejan las grandes productoras, sabe perfectamente que con películas hechas con poco dinero se puede conseguir la gloria eterna y que los blockbusters de cada verano caen en el olvido muy rápidamente. Ve con mucha preocupación que en este momento el cine independiente esté perdiendo no solamente el interés del público, sino también los canales de distribución adecuados para llegar a su audiencia
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John Waters se acercó a Madrid para apadrinar el Rizoma Fest, para regocijo de sus muchísimos admiradores.
potencial. Es un negocio cada vez más complicado y quizás ésta sea la razón por la que Waters lleva tantos años sin rodar. Cuando mira hacia atrás recuerda con orgullo Pink Flamingos (1972), una película que cumple 50 años y que contiene numerosos momentos muy delicados, la mayoría de los cuales no pasarían el filtro de la corrección política del siglo XXI. Algunos son divertidos, otros perturbadores. Está muy agradecido a Divine por no haber exigido un doble para interpretar la escena de la caca del perro. Nunca volvería a matar un pollo, aunque piensa que hizo que la vida de este ave fuera mejor y haya quedado inmortalizada para siempre. Waters está convencido de que el mundo ya no va a volver a ser el que era antes del Covid, y mira con preocupación el problema del uso libre de las armas en Estados Unidos. “Si yo tuviera una pistola, seguramente me dispararía a mí mismo por accidente”, asegura. Cree que todos deberíamos estar más relajados con nuestras opiniones, y que, al final solamente la Historia tiene el derecho de juzgarnos. John nunca ha tenido un trabajo normal y ha conseguido siempre sobrevivir, y seguro que mejor que el resto. A sus 76 años sigue siendo un referente y una inspiración, no parece que haya dicho aún su última palabra y promete volver a ponerse detrás de una cámara porque le encanta el trabajo de un director de cine, que es básicamente “dar órdenes a todo el mundo”. Te estaremos esperando, John. J U L I Á N A L M A Z Á N es un agitador cultural multidisciplinar y periodista experto en cultura pop.
“A sus 76 años sigue siendo un referente y una inspiración, no ha dicho aún su última palabra y promete volver a ponerse detrás de la cámara” —JULIÁN ALMAZÁN
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Brad Pitt. Pág. 58 FKA Twigs. Pág. 72
Ewan McGregor. Pág. 82
Carmen Farala y Sharonne. Pág. 92
Fórmula E. Pág. 98
Evan Mock. Pág. 106 I L U S T R A C I Ó N
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POR OTTESSA MOSHFEGH FOTOGRAFIAS ELIZAVETA PORODINA ESTILISMO JON TIETZ LETTERING FER VALLESPIN
Es famoso por sus legendarios papeles protagonistas, por el enorme poder que ejerce en Hollywood y por estar entre los galanes más irresistibles de todos los tiempos, pero Brad Pitt no se reconoce en ninguna de estas definiciones. Como nos descubre la escritora Ottessa Moshfegh, sus sueños de futuro son más místicos de lo que nunca habríamos imaginado. 5 8
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P I T T I N T E N T A intenta acordarse de todos sus sueños. En la mesilla siempre tiene un boli y una libreta, donde apunta todo lo que recuerda nada más despertarse. “Me he dado cuenta de que es muy útil”, dice. “Tengo curiosidad por lo que pasa en mi cabeza cuando no manejo el timón”. Me lo cuenta una tarde en el luminoso salón de su casa de Craftsman, en Hollywood Hills. Durante una buena temporada, tuvo un sueño violento recurrente que llegó a turbarlo un poco. Me lo describió con detalle por correo electrónico unos días después de nuestra entrevista: RAD
El sueño me incordió durante cuatro o cinco años. Alguien me asaltaba y me apuñalaba. Siempre sucedía por la noche, en plena oscuridad. Iba caminando por la acera de un parque o por una pasarela, y al pasar por una farola parecida a la de El exorcista, un tipo salía de las sombras y me clavaba un puñal en las costillas. Otras veces me seguían y alguien me alcanzaba por un lateral, dejándome sin salida. En los dos casos querían hacerme daño de verdad. En otras ocasiones, me perseguían por una casa, a mí y a un niño al que había ayudado a escapar; luego me ponían contra el suelo y me apuñalaban. Siempre me apuñalaban. Me despertaba aterrorizado. No entendía por qué querían hacerme daño. Pero dejé de tener la pesadilla hace uno o dos años, cuando me puse a analizarla para averiguar qué podía estar provocándola.
Cualquiera estaría tentado de psicoanalizar un sueño tan insistente y macabro. Pero tampoco debemos ignorar que Brad Pitt —el niño bonito de Missouri a quien a los 22 años le dio un pronto y se mudó a California, donde se convertiría en una de las estrellas más fulgurantes del firmamento cinematográfico; el actor que, dicen, gana 20 millones de dólares por película, y que formó parte de ‘la pareja más famosa sobre la faz de la tierra’ no una, sino dos veces— no puede dar un paso sin que lo atosiguen los paparazzi. Normal que el hombre se sienta perseguido. Lo que sí es sorprendente es que el sueño dejara de importunarle tras analizarlo con detalle para intentar desentrañar su significado.
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Brad Pitt tiene 58 años y hace casi seis de su complicado divorcio de Angelina Jolie, con quien tiene seis hijos en común. Ya no se deja ver tanto como antes. Atrás quedó su eterno estatus como actor protagonista. Sus apariciones en pantalla son más esporádicas, y sus personajes, más inesperados, lo que trastoca la imagen de estrella de cine que ha proyectado durante los últimos 30 años. Ahora dedica gran parte de su tiempo a su labor como productor de cine, apoyando a nuevos y prometedores directores y adaptando a la gran pantalla las obras de escritores reputados. Cuando quedamos para la entrevista, me encuentro a un Pitt más reflexivo, más artista de lo que me esperaba. Me cuenta que está pensando en el futuro, en el camino que quiere trazar en las fases finales de una prolífica carrera creativa. “De un tiempo a esta parte, me veo ya en mi última etapa”, me dice. “¿Cómo va a ser esta nueva fase? ¿Cómo voy a planteármela?”. Analizar sus sueños en busca de algún significado oculto es parte del proceso, dice, como si quisiera sondear su pasado para adquirir la sabiduría procedente de sus retos. “Aquí en California se habla mucho de ‘ser tu auténtico yo’. Me he comido mucho la cabeza con eso. ¿Qué significa ‘auténtico’? [Para mí], se trata de aceptar esas cicatrices profundas que todos tenemos”.
alcohol. No bebo alcohol. Pitt tampoco. Lleva sin tomarse una copa al menos seis años. Elijo agua, como él. “¿Fría o a temperatura ambiente?”, pregunta. La elijo fría porque quiero ver qué tiene en el frigorífico, pero no veo apenas nada, sólo el brillo azulado de la luz eléctrica. “Todos mis amigos se han pasado al agua a temperatura ambiente”, dice. Temperatura ambiente. Un concepto que encaja muy bien en este entorno tan agradable y tranquilo. “¿Hay alguien más en la casa?”, le pregunto. “Qué va”, contesta con rapidez. Tiene una manera simpática pero áspera de contestar los síes y los noes de las preguntas que, presumo, preferiría que me guardara. Qué va. Sip. En la chimenea arde un pequeño tronco y Pitt acerca una silla para disfrutar del calor. Sus ojos, de un color azul muy claro, están tranquilos y, al volverse hacia mí, les da la luz de lleno. “Ésta fue la primera casa que compré cuando gané algo de dinero, allá por 1994”, dice. Se la compró a Cassandra Peterson, actriz conocida por Elvira, reina de las tinieblas, una serie convertida en película en la que interpretaba a la extravagante presentadora de un programa de terror. Cassandra llegó a decir en alguna ocasión que la casa estaba embrujada, que cuando vivía allí escuchó unos pasos que procedían de una P I T T P O S E E V A R I A S propiedades dentro habitación de la tercera planta que estaba y fuera de Los Ángeles: una casa en la playa desocupada, que vio el fantasma de una cerca de Santa Mónica y una residencia modernista de acero y cristal, también en enfermera y de un hombre con ropa de época Hollywood Hills. Pero fue en esta casa de sentado junto a la chimenea. También que Craftsman, que ha mantenido a lo largo de Mark Hamill [el primer Luke Skywalker] le toda su vida como estrella de contó que había vivido en la casa cine, donde se confinó durante en los 60, hasta que el chico con gran parte de la pandemia. quien la compartía se ahorcó ←← en el armario de la habitación. Dentro, las paredes están revesPÁGINA ANTERIOR “Estaba muy deteriorada, casi tidas de cedro color caramelo y Chaleco las habitaciones de la planta baja en ruinas”, me cuenta Pitt sobre Giorgio Armani Los están decoradas con mobiliario la casa. “Viví aquí unos años, Angeles Collection. después estuve yendo de aquí vintage y obras de arte que denoCamisa tan muy buen gusto. No hay fotos para allá, dejaba que mis amigos Budd Shirtmakers. familiares a la vista, ni florituras se quedaran, y luego, ya en los Pantalones lujosas, más allá de la elegancia dos mil, la reformé. La he estado Acne Studios. sencilla de esta casa tan típica de Cinturón, del estilista. usando mucho como refugio”. principios del siglo XX. Últimamente, Pitt se ha Collar (arriba) estado levantando temprano Pitt me recibe con ropa de Mateo. para tocar la guitarra, una afitonos neutros, con unos panCollares de eslabones ción que comenzó hacia el initalones marrón caqui de corte (en todas las fotos), relajado y una holgada camiseta cio de la pandemia. Se bajaba al propios. blanca, como si quisiera camusalón, hacía un fuego y tocaba un Pulseras flarse en un campo de trigo. Los poco. Aquí se siente tranquilo, (en la mano derecha, en todas las fotos), colores recuerdan a los cielos dice, pero también le gusta salir propias. abiertos del Medio Oeste. Pitt de la ciudad. A menudo coge el Gemelos coche y se va a la casa que tiene creció en la Meseta de Ozark, un Fabergé. en la playa, un viaje lo bastante lugar del que habla con ensimismamiento. Una vela aromática largo como para darle la impre→ perfuma la cocina, donde me sión de que se ha ido de escaPÁGINA SIGUIENTE pada. “Cuando salgo de aquí ofrece algo de beber con talante Camisa Tom Ford. es como si me hubiera quitado alegre: té, café, agua, zumo,
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un peso de encima”, cuenta. Y Bullet Train será la típica Americana película para pasar un buen cuando regresa, dice que puede Bode. rato en verano, pero lo cierto sentirlo otra vez. “En cuanto Camisa es que se rodó en plena pandepaso Santa Bárbara, ya lo veo Tom Ford. mia, en parte en un plató insovenir. Los hombros se me empiePantalones zan a elevar, y sé que la sensación norizado de Los Ángeles. “Fuera (parte de un traje) está al caer. No sé muy bien por del estudio, el ambiente era Richard James. qué y cómo enfrentarme a ello duro”, cuenta el coprotagonista Fajín, vintage. ahora mismo. La única solución Brian Tyree Henry. “Lo que más es salir y viajar mucho”. recuerdo es la risa de Brad, que es muy pegajosa. Relajaba basPero lo que le mantiene anclado en L.A. suele ser el trabajo, y sus tante las cosas en el plató, pero sin exagerar amigos me dicen que cuando más contento la actitud. Era como estar delante de alguien está es cuando está liado con un proyecto. que te está dando una clase magistral de Me lo explica Flea, bajista de los Red Hot cómo ser guay”. Chili Peppers, su buen amigo y confidente: En la película, Pitt interpreta a Ladybug, “Hay algo mágico en cómo se concentra en un asesino recién incorporado al trabajo el proceso de crear. Es como esa llama que se tras una temporada de baja por agotamiento enciende en el interior de una persona, una laboral que viaja en un tren de Tokio a Kioto luz que les da poder y los abre al mundo”. con una concepción un tanto errónea sobre su adecuación para realizar su trabajo de De hecho, el trabajo que hace Pitt ahora también es muy gratificante, pero alto riesgo. “Ya sabes, haces terapia durante de una manera distinta. Este año, Plan B un mes, tienes una epifanía y piensas que ya Entertainment, su productora, va a estrenar lo has resuelto todo, que no te vas a sentir Ellas hablan, una adaptación de la novela desolado nunca más. Venga, ya está, ahora lo de Miriam Toews dirigida por Sarah Polley entiendo todo, estoy listo para volver”, cuenta sobre un grupo de mujeres menonitas que sobre Ladybug. se alían para enfrentarse a sus violadores. A Pitt el personaje le resulta familiar. “Es una de las películas más profundas Es simpático, tiene sus taras y es un poco que se han hecho en la última década”, me excéntrico. Lo interpreta con cierto encanto cuenta Pitt. También llega pronto a los cines relajado y un humor discreto que recuerda a alguno de sus papeles anteriores, como el Blonde, basada en la biografía ficcionada de la vida interior de Marilyn Monroe, de Joyce Cliff Booth de Érase una vez en… Hollywood. Carol Oates, dirigida por Andrew Dominik Para Quentin Tarantino, que dirigió a Pitt en [y protagonizada por Ana de Armas]. A esa película y también en Malditos bastaresto hay que sumar también otras novelas dos, la naturaleza metamórfica de Pitt crea de éxito que Plan B también ha adaptado un tipo de presencia en la pantalla que ya no a la gran pantalla: El ferrocarril subterráse ve mucho. “Es una estrella de cine de las de antes”, me dice Tarantino por teléfono. neo, de Colson Whitehead; Americanah, de “Es guapo a rabiar, pero muy masculino al Chimamanda Ngozi Adichie [finalmente mismo tiempo. Y es un tío muy enterado, le cancelada por HBO]; o El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon. Emerge así una imagen de Pitt como una suerte de poder en la sombra del mundo literario. Y, sin embargo, pese a toda esta nobleza como productor y a una selección de papeles cada vez más cuidada, Pitt no tiene ningún problema a la hora de prestar su talento a algún taquillazo que otro, siempre que el momento sea apropiado, y más aún si hay una conexión personal de por medio. Bullet Train está dirigida por David Leitch, cuya relación con Pitt se remonta a El club de la lucha (1999), cuando Leitch hizo de doble de la estrella, trabajo que repetiría en varias películas más, entre ellas Troy y Mr. & Mrs. Smith. Su relación cinematográfica tomó un nuevo rumbo cuando surgió la idea de hacer Bullet Train, aunque Leitch dice que su colaboración ha sido tan natural como siempre. “Cuando hablé con Brad”, dice, “el objetivo principal era hacer una película entretenida y escapista, fresca y original, que motive a la gente a volver a los cines”. —QUENTIN TARANTINO
pilla la gracia a las cosas… Pero hay algo que sólo conocen los directores y los actores que trabajan con Brad, y es su enorme talento a la hora de meterse en una escena. Puede que no sea capaz de articularlo, pero tiene un instinto brutal a la hora de entenderlas”. Lo que Pitt exuda, dice Tarantino, es una atemporalidad excepcional. “Es uno de los últimos grandes actores de la gran pantalla”, me dice el cineasta, quien lo equipara a Paul Newman, Robert Redford y Steve McQueen. “Es de otra raza. Y, francamente, no creo que se pueda explicar exactamente qué es lo que tiene porque sería como describir el fulgor de las estrellas. Me di cuenta cuando estábamos rodando Malditos bastardos. Cuando Brad entraba en escena, no sentía que estuviera mirando por el visor de la cámara, sino que estaba viendo una película directamente. Su sola presencia en el encuadre creaba esa impresión”. aterrizó en Hollywood es muy conocida. Llegó en su Datsun a falta de dos créditos para licenciarse por la Universidad de Missouri. Había estudiado periodismo con la esperanza de convertirse en director de arte. Aquella vaga aspiración desapareció pronto, pero no su interés. Siempre le ha encantado hacer cosas con las manos, cogerlas, palpar su textura y evaluar su calidad. Una pasión que comenzó a desarrollar en los talleres de manualidades de secundaria, y que sigue definiéndole. “Soy una de esas criaturas que habla a través del arte”, explica Pitt. “Necesito estar siempre haciendo cosas. Si no, hay algo en mí que se muere”. Pitt no sólo ha hecho películas, sino también esculturas, muebles, casas y, como recuerda su amigo Spike Jonze, música: “El otro día se pasó por casa. Venía LA
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“Es uno de los últimos grandes actores de la gran pantalla. Es de otra raza. Francamente, no creo que se pueda explicar exactamente qué es lo que tiene, porque sería como describir el fulgor de las estrellas”
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Americana Saint Laurent by Anthony Vaccarello. Camisa Budd Shirtmakers. Falda Thom Browne. Botas y anillo, propios. Pulsera Bernard James.
obsesionado con Unconditional I (Lookout Kid), una canción de Arcade Fire que acababa de salir. Nos sentamos, la escuchamos, tocamos la guitarra y la cantamos como una docena de veces hasta hacerla nuestra totalmente. La canción le salía por los poros”. Pitt desaparece unos segundos del salón y reaparece como acechante por detrás de mí. Me planta en las manos dos candelabros increíblemente pesados. Entiendo que son obra suya porque durante la pandemia aprendió a trabajar la cerámica. Están pintados de negro y dorado y son muy bonitos. “Es porcelana”, dice. “La porcelana siempre tiene que ser lo más fina posible para que penetre la luz, eso dicen todos los libros que leo. Hacer porcelana gruesa es casi como un pecado capital”. Y, sin embargo, eso es precisamente lo que Pitt ha hecho. Y le ha salido bien. “Lo que me gusta es que pesen, como pesa una Leica o un reloj bueno. Podrías tirarlo a la basura y dentro de 2.000 años alguien lo desenterraría porque podría sobrevivir a una erupción volcánica”. Quizás el proyecto paralelo más conocido de Pitt es el vino de su finca Château Miraval, en la Provenza. En 2018, él y Jolie adquirieron una propiedad de más de 400 hectáreas, donde se produce un champán rosé de primera categoría que se ha convertido en un negocio multimillonario. Allí se casaron en 2014. Hace poco, la finca fue carne de titulares después de que Jolie pusiera a la venta su parte del negocio. Tras la disputa legal subsiguiente, Pitt se enteró de algo importante sobre la propiedad. Me cuenta que hace unos años se le acercó un hombre que le explicó que en el châteu se ocultaba una fortuna, millones de dólares en oro que uno de los dueños de la finca en la época medieval se había traído de Levante durante las Cruzadas, y que estaba enterrado en alguna parte del terreno. “Me obsesioné con el tema”, dice Pitt. “Durante más o menos un año sólo podía pensar en eso, en lo emocionante que sería encontrarlo”. Se hizo con un equipo de radar y comenzó a rastrear la finca. “Igual tiene que ver con dónde crecí, porque en la Meseta de Ozark había muchas historias sobre cargamentos de oro escondidos”. Por supuesto, no encontró ningún tesoro. Pitt dice que el hombre que se le acercó sólo estaba intentando conseguir dinero para una empresa de radares, una oportunidad para invertir, le dijo. Al final, la cosa no llegó a ninguna parte y Pitt se quedó sorprendido por habérselo creído todo. La experiencia fue “una locura, pero lo que sí fue emocionante fue la búsqueda en sí”. Mientras termina de contarme la historia, me ofrece un comprimido de nicotina. El suyo lo mastica mecánicamente. Me cuenta que dejó de fumar durante la pandemia porque se dio cuenta de que fumar menos no iba a
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“Soy una de esas criaturas que habla a través el arte. Necesito estar siempre haciendo cosas. Si no, hay algo en mí que se muere” Pitt se vuelve loco. “¡Nadie me cree!”, grita. “Quiero conocer a alguien a quien le pase lo mismo”. Me mira intensamente a los ojos mientras me lo dice, y en ese momento me doy cuenta de que Brad Pitt no es para nada distante ni reservado. Conversar con él es una experiencia completamente diferente; es afable y absolutamente encantador, un hombre siempre dispuesto a crear conexiones significativas con los demás, a explorar los dilemas existenciales de la vida y a escuchar las historias de los otros. Es lo opuesto a un tío que te haría un feo en una fiesta. Quiere verte el alma. También es un tipo que tiene tatuado un poema de Rumi en el bíceps derecho, oculto bajo su camiseta: “En algún lugar, más allá del bien y el mal, hay un jardín. Allí me reuniré contigo”. Se trata de una idea profundamente romántica, ¿pero no insinúa asimismo cierta soledad? “Siempre me he sentido muy solo”, explica. “Solo cuando era pequeño, solo incluso aquí, y hasta hace poco no me he sentido más arropado por mis amigos y mi familia. Hay un verso de Rilke, o de Einstein, te lo creas o no, que trata sobre cómo vivir en la paradoja de albergar un dolor muy grande y al mismo tiempo sentir una alegría de verdad. Eso es madurar, crecer como persona”. Después me mira y dice: “Quería preguntarte: ¿por qué demonios estamos aquí? ¿Qué hay más allá? Porque presumo que crees en algo más allá. ¿Te sientes atrapada aquí, en P I T T T A M B I É N H A H A B L A D O en el pasado sobre un curioso problema que sufre en este cuerpo y en este entorno?”. entornos sociales, sobre todo en fiestas. Le Como respuesta, recito otro poema de Rumi: “Soy como un pájaro de otro conticuesta recordar a la gente nueva que conoce, nente, sentado aquí en esta pajarera… No reconocer sus caras, y teme que eso pueda vine por voluntad propia, ni me puedo ir crear la impresión de que es una persona fría cuando yo quiera. Quienquiera y distante, egocéntrica. Pero lo que me trajera, tendrá que llecierto es que sí que le gustaría → recordar a la gente que conoce varme de vuelta a casa”. Camisa, pantalones y y le da vergüenza no poder Es una locura pensar que le corbata hacerlo. Nunca se lo han diagestoy recitando un poeta persa del Collina Strada. nosticado oficialmente, pero siglo XIII a una estrella de cine en Pulseras, propias. cree que sufre de prosopagnosia L.A. en 2022, pero creo que le ha Anillo (en dedo o ceguera facial, es decir, la incallegado. Le digo que mi “pajarera” corazón) pacidad de reconocer la cara de no está tan mal, que soy afortuBernard James. las personas. nada. “Pero mientras esté aquí en Anillo (en dedo la tierra, soy hipersensible a todo. Cuando le digo que mi marido meñique) Fabergé. Como a la música”. también sufre de lo mismo, funcionar y que tenía que cortar por lo sano. “No puedo fumarme uno o dos al día”, dice. “No está en mi carácter. Voy a por todas. He perdido mis privilegios”. Es uno de los cambios más radicales con respecto a su salud que ha llevado a cabo en los últimos años. En 2016, tras la petición de divorcio de Jolie, dejó de beber y se pasó un año y medio asistiendo a reuniones de Alcohólicos Anónimos. “Estuve en un grupo de hombres estupendo, muy privado y selectivo, así que era seguro”, dice. “Había visto lo que le había pasado a otros, como a Philip Seymour Hoffman, a quien le grabaron mientras vomitaba, y me pareció algo atroz”. Cuando Pitt habla del pasado, lo hace con cierto desapego budista, como si estuviera realizando un calmado autoanálisis. Pero también está dispuesto a admitir el atractivo de los antiguos vicios, acordándose de los días en los que se fumaba un cigarrillo “por la mañana, con el café, ¡delicioso!”. En la mente de Pitt, hay ciertas personas que lo pueden hacer toda la vida sin que les pase nada. Tipos indestructibles como el pintor británico David Hockney, a quien Pitt ha conocido en un par de ocasiones. “Sigue fumando como un carretero, a lo inglés. Queda fenomenal”. Pitt sonríe con cierto arrepentimiento. “No creo que yo sea así. Me encuentro en una edad en la que nada bueno puede salir de eso”.
Camisa ERL. Pantalones Versace. Tirantes, del estilista. 6 8
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alucinante. ¿Ves cómo flota? ¿Y clarificación y reflexión. Y me Traje la sombra que proyecta en la explica, como si se lo estuviera Richard James. pared?”. explicando a un amigo, algo que Camisa El Cristo de papel al que se ha aprendido sobre la comuniDries Van Noten. refiere Pitt es un estudio del cación efectiva en una relación, Corbata Corpus Christi del escultor itaenfatizando que para ser una Hermès. liano del siglo XVII Alessandro persona sana, hay que hacerse Anillo (en dedo “radicalmente responsable de Algardi, que realizó en plata para corazón) el Papa Inocencio X. Ray creó uno mismo”. Bernard James. el Cristo moldeando pulpa de ¿Acaso Brad Pitt es un vidente, Anillo (en dedo celulosa húmeda, y más que una o es obvio que necesito un conmeñique) sejo en ese sentido? El mismo escultura, lo considera un dibujo. Fabergé. día por la mañana, mi marido Pitt agranda la foto para apreciar me había sacado a relucir prelos detalles. “¿Ves cómo rebota la cisamente el tema de la rendición de cuenluz? Aún refleja el movimiento del viento, y están hasta los agujeros de los clavos. Es una tas, porque dice que me rebotan las críticas, pasada”. como si fuese de cristal. Es verdad que a veces Después, Ray me explicó cuál era el objetengo miedo de ver cómo soy. Pero entonces tivo que quería alcanzar con la obra. “Pensé recuerdo la media sonrisa tranquilizadora de que si ampliaba la estructura y la escala matePitt: “Todos tenemos el corazón roto”. rial del papel, forzándolo hasta llegar a un También recuerdo las presencias acechanlímite en el que apenas pudiera mantenerse tes de los sueños de Pitt, que surgían de la unido, habría encontrado algo de divinidad oscuridad para apuñalarlo, y cómo aprendió en el empeño”. Al igual que Ray, Pitt parece a controlarlos indagando un poco en su signiestar interesado en buscar lo sagrado en el ficado. Ahora ese lado inquisitivo de Pitt, esa hecho de hacer cosas con las manos. Pero necesidad de extraer las verdades más comvacila a la hora de considerarse un artista. Su plejas de la vida, es más visible. Le pregunto trabajo con la porcelana no es artístico, dice, qué cree que significaban sus sueños. Unos sino “una suerte de deporte muy táctil, trandías más tarde, me lo explica: quilo y solitario”. A mí me da que está tirando de humildad ozarkiana. Porque claramente En la superficie tenían que ver con mis es un artista: vive como uno, trabaja como miedos, con no creerme a salvo y senuno, reflexiona como uno, sufre y tiene aspitirme completamente solo. Pero en lo más raciones como uno, y piensa mucho en qué profundo tenían que ver, fundamentalsignifica serlo. “El arte es algo inexplicable”, mente, con necesidades reprimidas, con dice. “El arte te pone los pelos de punta”. aspectos de mí mismo que no pudieron florecer en la infancia, como expresar U N O S D Í A S D E S P U É S de la entrevista en su una rabia sana, desarrollar una indivicasa, Pitt me envía un correo electrónico dualidad, y, sobre todo, una voz. —que escribió, me cuenta, después de una cirugía bucal de seis horas— en el que elabora Hace falta ser valiente para adentrarse en un poco más sus respuestas. El correo está una pesadilla, desenterrar el dolor de la infancompuesto de tres categorías: recapitulación, cia y ponerle un nombre. Y hace falta tener habilidad para ponerse simultáneamente en el lugar de tu fantasma y de tu asesino, y dejar que representen el drama. Hay algo útil en el ejemplo que ofrece aquí Pitt, en su capacidad de ser dos cosas a la vez, y en su voluntad de vivir con la paradoja de ser humano. Cuando estaba sentada delante del fuego con Pitt, dijo algo muy profundo: “Soy un asesino. Soy un amante. Tengo la capacidad de sentir una gran empatía, pero también de ser mezquino”. En los sueños podemos ser cualquier cosa, sentir cualquier cosa, ir a cualquier parte. Somos como actores de una película que hacemos nosotros mismos, y vemos la película cada noche, solos, a oscuras. Si de verdad queremos entendernos a nosotros mismos, debemos tomar nota. ha escrito seis novelas, entre ellas Mi año de descanso y relajación y Lapvona, recién publicada en inglés.
OTTESSA MOSHFEGH
PELUQUERÍA: JOSH MARQUE T TE. MAQUILL A JE: STACEY PANEPINTO. SASTRERÍA: YELENA TR AVKINA. DISEÑO DE SE T: HEATH MAT TIOLI PAR A FR ANK REPS. PRODUCCIÓN: MICHAEL KLEIN, DE CIRCADIAN PICTURES.
“¿En qué sentido?”, me pregunta. “La música me da mucha alegría. Creo que la alegría ha sido algo que he descubierto más tarde en la vida. Siempre me dejaba llevar por la corriente, iba por el mundo un poco sin rumbo, pasaba de una cosa a otra. Creo que durante algunos años sufrí una depresión leve, y hasta que no la he superado, hasta que no me he aceptado totalmente, con lo bonito y con lo feo, no he podido sentir esos momentos de alegría”. “Puede que mi corazón esté roto”, le digo. “Así que cuando siento cosas, cuando se me activa el corazón, duele”. “Creo que todos tenemos el corazón roto”, dice con un tono ligeramente paternal, con una preocupación sabia y sincera, como si estuviera hablando con un tipo en un tren que es curioso y amable y que tiene todo el tiempo del mundo para escuchar mis movidas. Siempre está buscando el sentido a las cosas, dice. A modo de explicación, me habla de un poema de Rilke. “Está describiendo un busto de Apolo, hablando de los aspectos artísticos, y de repente, al final, te suelta este verso como si nada: ‘Debes cambiar tu vida’. ¿Lo conoces? Me pone los pelos de punta”. Pitt se termina de un trago la botella de agua y se queda mirando al vacío, perdido en sus pensamientos. El silencio es especialmente dramático cuando proviene de Pitt. De repente, se pone a buscar entre las fotos de su iPhone. El busto de Apolo le ha recordado a Charles Ray, un artista que vive en L.A., posiblemente el escultor vivo más influyente, a quien resulta que ambos conocemos. Pitt me habla de una exposición de su obra que vio hace poco en la Colección Pinault, en París. “Hizo un Cristo de papel”, dice, enseñándome la foto que tiene en su teléfono. “Es increíble cómo se refleja la luz. Pero no está sujeto a la pared ni clavado en una cruz, aunque está en posición de crucifixión. Está flotando, como si estuviera liberado, es
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Pendientes Ara Vartanian. Camiseta de tirantes y braga Supriya Lele. Pendientes Swarovski. Anillo Shaun Leane.
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del distrito artístico de Los Ángeles donde habíamos quedado, acababa de hablar por teléfono con un amigo. “¿De verdad resulto tan intimidante?”, le había preguntado. El tema era ya recurrente en la vida de esta artista de 34 años: sólo en las dos semanas previas se lo habían sacado a colación al menos tres veces. Mucha de la mitología generada en torno a twigs durante la pasada década tiene que ver con esa cualidad, o al menos con la sospecha de su existencia. Sus canciones y sus vídeos desprenden un aire enigmático; son desconcertantes, pero también deslumbran. Es el tipo de propuesta artística que te atrae aunque no tengas muy claro de qué va exactamente. Algunos críticos, incapaces de asignar a su música un género acertado, se contentaron con llamarla vanguardista, un apelativo que, por definición, sugiere cierto nivel de inaccesibilidad. Durante bastante tiempo, apenas concedió entrevistas. Pero cuando FKA twigs —cuyo nombre real es Tahliah Debrett Barnett— llega a nuestra cita una soleada mañana de abril, nadie pensaría que es una persona intimidante. Entra sola, sin guardaespaldas ni asistentes. Es bajita, viste con ropa cómoda y es de trato amable. Enseguida se disculpa por llegar un poco tarde. Aunque lleva años viviendo en esta urbe descomunal, sigue subestimando lo lejos que quedan unos sitios de otros. No sabe cómo la entiendo. Lleva varias semanas en la ciudad, trabajando en material nuevo, a pesar de que su último disco, una caleidoscópica mixtape titulada CAPRISONGS, se lanzó a finales de enero. El álbum contiene algunas de las canciones más accesibles de twigs. Sigue teniendo la vena experimental y emotiva de sus discos anteriores, pero es también relajado, juguetón, lo más cercano a la pista de baile que ha hecho hasta ahora. Aunque parece la banda sonora de una noche de fiesta con amigos bajo un cielo estrellado, las canciones se gestaron LLEGÓ AL PINTORESCO CAFÉ
en el demoledor aislamiento pandémico como un intento de eludir la incertidumbre y la confusión del momento y de encontrar un poco de normalidad y de sosiego donde no lo había. Pero esto no lo sabía entonces, porque su manera de funcionar, dice, es lanzarse a la piscina y ver qué pasa. “Casi siempre me sucede que sólo después de vivir una experiencia entiendo dónde me encontraba emocional o mentalmente en ese momento y cómo encaja dentro de mi obra”, dice. “En cierto modo, anhelaba recuperar una parte de mí misma que tenía abandonada. Creo que buscaba conectar, y reconectar también, conmigo misma y con mi herencia. Ser negra y británica crea un sabor muy particular”. Twigs creció en la ciudad termal de Cheltenham, en Gloucestershire, un lugar donde siempre ha sido muy consciente de lo que significaba tal combinación. Era una de las pocas personas negras de la zona, criada por una madre de ascendencia angloespañola y por un padrastro nacido en Barbados (su padre biológico es jamaicano). Cuando alcanzó la adolescencia, la gente se la quedaba mirando, en parte por el color de su piel, pero también por su aspecto. “Llevaba unas pintas peculiares”, dice sacando su teléfono. A su madre le gusta enviarle fotos antiguas, y enseguida encuentra una de cuando era un bebé que le ha enviado recientemente. No tiene las pintas a las que se refiere, pero sí un aspecto extremadamente adorable, como de muñequita, con sus distintivos rasgos faciales ya evidentes. Las miradas siguieron con los años, pero admite que sentirse algo marginada le ayudó a “pasar un poco de mí misma” a una edad muy temprana y a sentirse cómoda en su piel. A los 17 años, se mudó a Londres y su vida cambió. “Estar rodeada de gente diferente, de religiones diferentes y de estilos diferentes fue un bálsamo para mi espíritu, lo mejor que me había pasado en la vida”.
Estuvo disfrutando durante unos años del crisol multicultural de la ciudad, trabajando como bailarina acompañante de estrellas del pop como Jessie J y Ed Sheeran. Mientras tanto, experimentaba con su propia música. A los 19 años, cogió un avión rumbo a Los Ángeles porque quería conocer el origen de la escena krump, un estilo de baile surgido del hip hop. Aunque era miembro de Wet Wipez, el grupo británico de krump que sale en su vídeo homónimo de 2014, para twigs la inmersión cultural siempre ha sido importante, porque puede marcar la diferencia entre apreciación y apropiación, entre incorporar y usurpar. Una vez en Los Ángeles, se metió en Facebook y se puso en contacto con Miss Prissy, conocida como la Reina del Krump, quien le pasó una lista de los sitios a los que tenía que ir. “Esto fue antes de Google Maps, así que me bajé del autobús y empecé a preguntar a la gente cada dos por tres”. En una época en la que los móviles son casi una extremidad corporal más, la situación puede resultar estresante, pero a twigs le gustó la experiencia y rememora con cariño cómo la acogieron. “Recuerdo a todos los bailarines, a Worm, a Tight Eyez, a Prissy… Aún los sigo a todos y continúo unida a ellos espiritualmente”. Algo parecido le ocurrió cuando se metió en el voguing (lo baila en el vídeo de Glass & Patron, de 2015), otra inmersión cultural para la que se trasladó a Nueva York, hogar de la cultura ballroom. “Iba mucho a Escuelita antes incluso de ser famosa”, dice en referencia al legendario club LGTBQ+ de Hell’s Kitchen, ahora ya cerrado. Twigs enseguida se encontró cómoda entre los negros y los latinos que practicaban el baile, una “comunidad muy queer” que le recordaba al ambiente de Londres en el que más cómoda se sentía. “La escena ballroom neoyorquina me acogió antes de empezar a ser una artista conocida. Me animaban a salir, a bailar, a
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mostrarme. Hay algo de autenticidad en el hecho de sentirte marginada y después encontrar una familia”. Pero luego llegó la fama, y con ella millones de visualizaciones y escuchas, una nominación a los Grammy y, hace poco, el premio Godlike Genius, el primero que la revista NME concede a una mujer negra. Y, sin embargo, twigs sigue considerándose una inadaptada. Es difícil conciliar el hecho de que alguien tan querido y respetado pueda al mismo tiempo pasar desapercibido. “A mí eso me ha pasado, y tiene gracia, porque me sucede en lo que hago incluso ahora. Pese a ser famosa, aún me siento en los márgenes”. Puede que sea una paradoja consustancial a cualquier grupo o persona marginada: ser visible sin ser vista, consumida pero despojada de relevancia, imitada pero incomprendida. Algo, sin duda, frustrante e ingrato para quienes no logren convertir su creatividad en un modo de vida. Pero twigs reconoce el desequilibrio e intenta tender puentes: “Siempre quiero aprender y escuchar”, dice. “Creo que las subculturas y los inadaptados son los elementos más importantes de una sociedad, porque son ellos los que lo empiezan todo”. a twigs a su Reino Unido natal. Es su disco más colaborativo hasta la fecha, y muchos de los artistas con los que ha trabajado son también ingleses, así como gran parte de los sonidos que componen su paleta sonora. Pa Salieu, un rapero de Conventry, canta en honda, una canción de electro bass; la rapera y DJ Shygirl, del sur de Londres, aparece en papi bones, un tema de dancehall; A Dystopia, un grupo del este de la capital, se les puede escuchar en which way, una caprichosa canción pop. Lo local alcanza niveles absolutos de serendipia en darjeeling, un tema de drill con el rapero Unknown T, de Homerton, y la cantante Jorja Smith, de West Midlands. Las letras son una oda a Londres y a la alegría liberadora que sintió cuando se mudó desde una ciudad de provincias a la capital. El disco también queda en parte en familia, ya que twigs y Smith se enteraron de que eran primas. “No la conocía de antes, pero recuerdo CAPRISONGS DEVUELVE
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que me subí al coche con ella y pensé que era muy raro que tuviéramos exactamente el mismo color de piel”, cuenta, y destaca en concreto un matiz amarillo que la empujó a preguntarle qué tono de base de maquillaje usaba. Sin pensar mucho más en el asunto, grabaron la canción, empezaron a quedar más y se hicieron amigas. “Unos meses más tarde, estaba conduciendo camino de Los Ángeles y Jorja me envió un mensaje de voz: ‘No te lo vas a creer, pero acabo de hablar con mi padre, que ha estado hablado con su hermana, ¡y resulta que somos parientes!”. La mixtape también permitió a twigs recuperar algunas de las peculiaridades creativas que había abandonado en pos de una estética más coherente. Sus proyectos anteriores comparten una cualidad metálica, casi vaporosa, que tira mucho de atmósfera. Pero CAPRISONGS es un collage de texturas y colores que, al escucharlo, suena revelador, como si estuviera liberándose de años de represión contenida. Ella, sin embargo, no lo ve así, sino como una manera de subir el listón. “No me sentía atrapada, estaba siendo yo misma”, dice acerca de sus discos anteriores. “Pero supongo que he activado otra pantalla, como si estuviera en un videojuego. No es que me haya liberado, simplemente estoy en otro nivel. Y me encanta”. Ahora el cine abre otro nuevo frente en su carrera. Cuando hace música, ella es la responsable de construir un mundo y de arrastrar al oyente dentro. Pero el cine es la visión ya construida de otra persona. En The Crow esa persona es Rupert Sanders (Blancanieves y la leyenda del cazador, Ghost in the Shell: El alma de la máquina). En el remake del cómic de culto de los 90, twigs interpreta a Shelly Webster, la prometida del protagonista, encarnado por el actor sueco Bill Skarsgård (el malvado payaso de It). Twigs quiere hacer realidad la visión de Sanders —que describe como un mundo gótico bello y romántico— de la manera más clara posible. De regreso en Londres, unas semanas después de nuestro encuentro en L.A., acababa de ponerse en contacto con Kurt y Bart, los diseñadores de vestuario de la película,
también responsables de los trajes de superhéroe de Black Adam, la próxima película de DC Comics. Comenzaron a pensar en ideas para la ropa de la película —“El primer día que empecé a hacerme con el personaje de Shelly”, cuenta—. Se los llevó a Fantastic Toiles, una boutique fundada por el diseñador Nasir Mazhar en Forest Gate, un modesto centro creativo del este de Londres muy alejado de los barrios donde se encuentran las tiendas de alta moda. El feed de Instagram de Fantastic Toiles ofrece una exquisita selección de prendas excéntricas, algo exageradas. Twigs dice que es la “única escena genuina que hay ahora mismo en Londres”. “Es como una celebración de la moda, del arte, de lo hecho a mano. Los diseñadores exponen la ropa en uno de los túneles de la arcada ferroviaria y ponen música gabba”, cuenta twigs vía Zoom un día después de visitar la tienda. “Fue muy especial porque me llevé a Kurt y a Bart y conocieron mi Londres favorito”. Les presentó a varios diseñadores con los que podrían llegar a trabajar cuando llegue el momento de elegir la ropa para la película; el proyecto aún se encuentra en las primeras fases, pero es un comienzo. “En ese sentido, Shelly ya estaba cobrando vida, como si estuviera empezando a ver dónde habría comprado su ropa o conocido a sus amigos”. La idea de conocer a alguien a través de su gusto por la moda encaja a la perfección en una persona como twigs. Presta la misma atención a los detalles de la ropa que viste que a su música y a sus vídeos, también porque, a través de su imagen, aporta más peso a su propuesta. Ésta es una de las cualidades que Boy George, líder de Culture Club y amigo de twigs, valora de ella. “Ahora la gente puede vestirse como quiera, pero algunos artistas son más auténticos que otros a la hora de vestir de cierta manera”, me cuenta por teléfono. “He visto a algunas chicas negras increíbles con looks punk muy genuinos, pero hay algo más ahí. Creo que esto también se puede aplicar a twigs, porque tiene un enfoque más alternativo”. A Boy George se le ocurre el término “funky punky” para describir el estilo de twigs y cómo consigue transformar sus
Top y shorts Givenchy. Botas Fidan Novruzova. Pendientes Shaun Leane.
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referencias en algo propio. Pero fue la teatralidad que desprendía el vídeo de cellophane lo que primero enamoró al cantante. del single en abril de 2019 marcó formalmente el regreso de twigs tras su disco de debut. En el vídeo baila en barra y deja que su cuerpo ascienda a los cielos para después caer a los infiernos. Es como si, a través de la maestría en el baile, buscara una manera de sanar, y el resultado es sublime. Se pasó un año aprendiendo la técnica mientras se recuperaba de una operación en la que la extirparon unos fibromas uterinos. Pero también se estaba reponiendo de un trauma de origen sexual. “El baile en barra estaba conectado con ciertos acontecimientos de mi pasado que me ayudaron a afirmarme como mujer y a ver mi cuerpo de verdad, es decir, más por lo que podía hacer que por su aspecto”, dice. “Me había pasado la vida frente al espejo pensando: ‘Ay, no me gusta esta parte’, u ‘Ojalá esa otra fuera diferente’. Y cuando bailaba en la barra sentí por primera vez: ‘Ésta soy yo. Mi sexualidad es mía”. Ese año, twigs incorporó el baile en barra en sus directos y fue aumentando su libertad expresiva sobre el escenario. Después, en noviembre del mismo año, lanzaría Magdalene, su segundo álbum, en un momento en el que los oyentes especulaban sobre si el final de su relación con Robert Pattinson, por entonces mejor conocido como Edward, el protagonista EL LANZAMIENTO
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de Crepúsculo, habría inspirado las letras. En las entrevistas, contestaba con elegancia a preguntas sobre la superación del dolor, sentimental pero también físico, debido a las dolencias que había padecido. Pero en diciembre del año siguiente, twigs presentó una demanda contra su exnovio, el actor Shia LaBeouf, acusándolo de maltrato físico y psicológico, y de paso dejando claro que estaba lidiando con más problemas. Es difícil imaginar cómo debió de haberse sentido al mantener un secreto tan doloroso y al hablar de ello con las heridas aún frescas. En retrospectiva, ahora puede admirar su compostura. “Uno de los mayores logros de mi vida ha sido ser capaz de estar centrada. Estoy muy orgullosa de haber salido de gira, de haber concedido entrevistas y de haberme comportado con cierta gracia, manteniendo la calma”, dice. “No sé si está bien o mal. Para mí es testimonio de mi educación, de lo mucho que amo lo que hago, de las ganas que tengo de actuar para la gente que ha comprado entradas para mis conciertos, porque la verdad es que a veces ha sido muy difícil”. En plena gira de Magdalene, el coronavirus comenzó a ser noticia. Corría el rumor de que los seguros en caso de cancelación de conciertos estaban ocasionando problemas. En enero de 2020, durante un vuelo a Estados Unidos, eligió aleatoriamente la película Contagio (2011) y le quedó bastante claro lo precaria que era la situación. En febrero, ya estaba
haciendo planes para buscar un lugar donde refugiarse. “Sabía que la cosa iba a ir mal, y sentí que nos estaban haciendo luz de gas de manera masiva, tratando de convencernos de que sólo iba a durar seis semanas”. Y aquí es cuando explota al menos una burbuja. Twigs es una artista muy singular que, durante la última década, ha contribuido a trasladar la periferia al centro y a rehacer la estética musical a su imagen. Sus canciones han aparecido en series como Mr. Robot, Power y Podría destruirte y ha recibido varios premios. Se mire por donde se mire, es una artista de éxito. Pero, aunque al principio dudaba de si contármelo o no, cuando se declaró la pandemia su situación financiera no era muy holgada. Ahora por fin habla de ello, porque cree que es importante que la gente conozca la realidad. Y la realidad es que casi se queda sin casa. “Estuve muy cerca, y eso me hizo prestar atención a cosas en las que nunca pensaba porque no paraba”, dice. “De grabar en el estudio me iba a rodar un vídeo, después de una entrevista me iba a dar un concierto, y vuelta a empezar”. Hasta ahora, el negocio de ser twigs lo manejaba en parte Young —el sello independiente antes conocido como Young Turks, con el que fichó desde el inicio—, y en parte ella misma, contratando directamente a sus colaboradores. Por eso, cuando el gobierno británico aprobó préstamos para pequeñas empresas, no cumplía del todo los requisitos, y cuando se cancelaron sus conciertos —unos 22 sólo el primer año de pandemia—, se quedó sin ingresos. “Me sentía como el Titanic, pero les dije a todos: ‘Os voy a seguir pagando hasta que ya no me lo pueda permitir’. Por poco lo pierdo todo”. Twigs creció en una familia de clase trabajadora, en una vivienda protegida y con la ayuda de prestaciones sociales. Tener una casa propia le daba seguridad, y estar a punto de perderla supuso una lección de humildad y una experiencia reveladora. A medida que su cuenta bancaria disminuía, pensó en sus colaboradores y en la gente que dependía de ella. (“Quería hacer lo correcto y seguir pagando a los creativos que me rodeaban”, dice). Pero también pensó en sí misma y en el viaje que había hecho hasta ese punto. Antes de que la pandemia nos recordara lo finos que son los hilos que conforman nuestro entramado vital, apenas prestaba atención a las complejidades de sus contratos. Mientras el dinero entrara y pudiera seguir creando, podía permitirse ser un poco ingenua. Ahora, sin embargo, dice que no volverá a pasar por lo mismo otra vez, pero primero tiene que sentir que es merecedora de participar en dichos acuerdos. “Gestionar mi propia empresa siendo mujer me resultó un poco intimidante, porque sentía que no me merecía entenderlo todo: los contratos, los derechos de autor, el tema editorial, quién cobra primero y por qué…”. Suena un poco abrumador, pero habla de ello como si lo hubiera hecho toda la vida. Ahora por fin lleva las riendas. “Estoy aprendiendo y prefiero cometer mis propios errores. No quiero
← Top, bañador, collar de piedras preciosas y abalorios, collar de metal y resina, pulsera y cinturón joya Chanel. Vestido Nensi Dojaka. Botas Fidan Novruzova. Pendientes Shaun Leane.
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Top, falda y ropa interior Miu Miu. Botas Fidan Novruzova. → Corset y shorts Mugler. Pendientes de oro blanco y oro rosa, y pendientes de oro y ópalo Ara Vartanian.
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M A Q U I L L A J E : L AU R E N R E Y N O L D S C O N G U C C I B E AU T Y. P E LU Q U E R Í A : LO U I S S O U V E ST R E . U Ñ A S : S I M O N E C U M M I N G S .
que otra gente los cometa y luego no entender por qué pasan las cosas”. Sin embargo, se encarga de dejar claro que no se trata de dar lástima. Más bien al contrario, se toma los problemas como algo más positivo que negativo: vio que iba a tocar fondo y aprovechó la oportunidad para aprender de la experiencia. Que esté hablando de todo esto ni siquiera tiene que ver con ella —está recuperándose y creando un colectivo, acaba de firmar un acuerdo con Atlantic Records, discográfica que la representará en Estados Unidos, donde tiene un público más amplio (“No es que sienta que en Reino Unido no me quieran, para nada, pero lo que vivo en Estados Unidos es otra cosa”, dice)—. Lo que quiere es que otros como ella controlen su destino y que no estén “tan agradecidos por la oportunidad” que se olviden de leer la letra pequeña. “Creo que es importante, especialmente para las mujeres jóvenes de la industria creativa, tener confianza suficiente para entender cómo funciona su empresa, para ver su valía y para exigir más para sí mismas”, dice, para luego añadir que no pasa nada por hacer preguntas, por no ser la más enterada. Por una razón similar habló de su experiencia como superviviente de maltrato doméstico. No se recrea en los horribles detalles, pero tampoco lo necesita, porque quien quiera conocerlos sólo tiene que consultar su demanda civil contra LaBeouf (para quien “muchas de esas acusaciones son falsas”), cuyo juicio empieza la próxima primavera. Twigs nunca imaginó que pasaría por algo así, ni mucho menos que hablaría de ello abiertamente. Su intención era expresar su dolor para poder superarlo y para que otras personas en su situación se animaran a hacer algo. “No quería que nadie más sufriera, y eso estaba por encima de cualquier otra consideración, como qué pensaría la gente de todo esto, ya fuera positivo o negativo”. Con ese fin, ofreció su rostro y su fama para representar a una organización llamada Sistah Space, que proporciona recursos a los supervivientes de maltrato, especialmente entre personas con herencia africana. Djanomi Headley, la gerente de operaciones de la organización, dice que twigs es “como de la familia” y que ha colaborado haciendo visitas, ofreciendo apoyo material y concienciando sobre el trabajo de la organización. A ella le deben haber obtenido suficientes firmas para que se debatiera la Ley Valerie en el parlamento británico. La legislación obligaría a los agentes de policía y a otros funcionarios a llevar a cabo formación obligatoria sobre competencia cultural para responder a las necesidades específicas de las mujeres negras en situación de violencia doméstica. Su apoyo, dice Headley, “creó un enorme efecto bola de nieve y nos proporcionó la exposición mediática necesaria para asegurarnos de que la voz y la perspectiva de las mujeres negras afectadas por violencia doméstica se visibilizara y se escuchara”. “Que Twigs defienda a las supervivientes es como decir: ‘Aunque el mundo me mira a mí,
yo he elegido mirar al mundo. Te veo, te oigo y uso mi posición para asegurar que otros también lo hacen”. Confesarlo todo puso su vida privada en un primer plano, algo que siempre había intentado evitar. No fue una decisión fácil, pero era la única que debía tomar de cara al futuro: no quería legar a su descendencia el silencio y la vergüenza que provoca una experiencia de ese tipo. “Si alguna vez tengo hijos, quiero que sepan que me defendí; creo que es importante. A veces, defenderse es aceptar que se va a montar un revuelo. Puede causar más trauma o más división. La gente no espera que te defiendas, pero yo lo hice y estoy orgullosa de ello. Lo que me pasó no estuvo bien”. S I T O D O E S T O parece mucho que asumir, es porque lo es. Y si la gente piensa que su capacidad para sobrevivir y hacer de ello un arte regenerativo es intimidante, probablemente no se deba a cómo es ella. Esto es lo que un amigo le decía antes de llegar al café y de pedir un té y una ensalada de fruta que apenas tocó durante nuestra conversación. “Sabes realmente quién eres, y estás tan tranquila y a gusto contigo misma. Si no quieres decir nada, te sientas y no dices nada”, me cuenta que le dijo su amigo. “¿Pero sabes qué?”, pregunta con el rostro ligeramente encendido, como presa de una epifanía. “Cuando piensas algo de alguien, suele ser sólo una proyección, como un reflejo de algo de ti mismo que no te gusta”.
CAPRISONGS es el retrato más completo de la artista hasta ahora. Es FKA twigs, una bailarina que se coge un avión para vivir de primera mano las escenas que más le interesan y conocer a la gente que las hace posibles. La hija cuya madre le envía fotos antiguas y cuyo padre le manda audios de varios minutos, en los que mete una canción entera si hace falta sólo porque quiere compartirla con ella (su elecciones más recientes incluyen Brown Sugar, de D’Angelo, y algo que parece el remix de Mi tierra, de Pablo Flores). Era la niña que, a los ocho años, solía escribir su propias canciones y cantarlas en el asiento de atrás del coche por encima de la radio. Ser twigs no siempre ha sido fácil, y lo ha dicho abiertamente, pero ella sigue adelante. Quizás lo que la gente considera tan intimidante de su personalidad es en realidad una combinación de determinación y autocontrol. O el hecho de sentirse “muy cómoda” pese a estar “tan rota” y ser “tan vulnerable”. Quizás lo intimidante es lo que el mundo entiende por una mujer negra que no tiene miedo de imponer sus límites y contar su verdad, pase lo que pase; o el coste de no querer justificar tu existencia. “Nunca me voy a explicar a mí misma”, dice twigs, “pero si tengo que demostrar mi valía en una situación dada, si tengo que demostrar que me merezco estar ahí, lo haré las veces que sea necesario”. es una escritora residente en Los Ángeles.
BRIANA YOUNGER
POR ROSECRANS BALDWIN
ESTILISMO MICHAEL DARLINGTON
Con su primer Emmy bajo el brazo y de nuevo al timón de la mayor saga de ciencia ficción de la galaxia, Ewan McGregor se adentra en una nueva etapa de su vida. 8 2
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LETTERING FER VALLESPÍN Y JUAN VELÁZQUEZ
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todo los jóvenes, consideran que las películas de McGregor son mejores que las secuelas recientes (El despertar de la fuerza, Los últimos Jedi y El ascenso de Skywalker, de 2019), con sus incoherencias y cambios de director. Este viraje influyó incluso en la opinión de McGregor. “Las precuelas no fueron bien recibidas”, afirma. “Lo que escuchas casi siempre es fruto de las críticas, y todo el mundo fue muy negativo. Da la sensación de que estábamos creando la relación que yo tuve con Star Wars cuando era crío, pero con esta generación [más joven]”. “Antes no lo entendía”, añade, “pero ahora sí”. a su hermano y a él los llevaron a ver Star Wars porque su tío, Denis Lawson, interpretaba al piloto rebelde Wedge Antilles. “No podíamos creer que la estuvieran echando en nuestro cine”, afirma. “Además era Star Wars. Seguro que me voló mi pequeña cabeza”. McGregor nació en Perth, en una familia de dos profesores. Se mudó a Londres cuando cumplió los 18 para estudiar teatro, y cuatro años más tarde logró el papel protagonista de la serie Lipstick On Your Collar. Después, en 1996, llegó Trainspotting. Algunos dijeron que su interpretación de Renton era “pura perfección” (The New York Times). Otros que era “la versión pícara y moderna de Alfie” (The Guardian). En cualquier caso, parecía que Hollywood había encontrado a su nueva estrella. ¿Alguien ha visto todo lo que ha hecho McGregor? Me lo propuse durante un mes —creo que soy el primer americano que ha visto Blue Juice—, pero no me dio tiempo. Ha trabajado en cerca de 100 películas y episodios de televisión. La primera vez que lo vi fue cuando pusieron Tumba abierta en el cine local de mi ciudad universitaria. Trainspotting la vi en un viaje a Londres en 1996. En aquel momento, no había dudas de que fuera escocés, pero luego ha hecho incontables papeles con poca o ninguna conexión con sus orígenes —los suficientes para que se le considere una estrella internacional, como si desde Renton fuera un actor de personajes desarraigados—. McGregor es ciudadano estadounidense desde 2016. Un currículum tan largo no se libra de altibajos. Casi siempre es el protagonista, de vez en cuando secundario. A veces está excelente y la película también: Trainspotting y Moulin Rouge, joyas como Beginners o Últimos días en el desierto. Su alegría juvenil y su compromiso bienhumorado son innegociables, tanto en personajes entrañables (Philip Morris, ¡te quiero!) como gilipollas (Abajo el amor). También puede ser un villano genial (La venganza de Jane, Sun of a Gun, Aves de presa, Indomable). Otras veces la película no vale nada (Zoe) o es absurda (Mil maneras de morder el polvo), o tiene tanto talento (Agosto) que es difícil destacar. Si quieres saber qué hace falta para elevar una interpretación de pasable a genial, echa un vistazo a la carrera de McGregor. “Si alguna vez he llegado a hacer algo que no naciera de un deseo irrefrenable de participar en una obra, en una película, entonces seguro que no ha sido mi mejor trabajo”, asegura McGregor. “No porque no me esforzara lo suficiente. Hay algo mágico en todo esto: la necesidad de hacer algo. Cuando lo lees y piensas: ‘esto tiene que ser para mí”. El próximo año, el crítico de cine David Thomson publicará un libro titulado Acting Naturally. Habla de la voz de McGregor como una de sus grandes armas —en muchos papeles, le permite reinventarse y liberarse de esa británica idea, según Thomson, de que tu voz te identifica, te limita—. “Le habría ido genial en los años 30 y 40”, afirma el autor. “Su fe reside en una especie de franqueza directa. Su personalidad en pantalla desprende mucho optimismo. Parece que disfruta como pocos actores hoy en día”. “Actuar nunca me ha parecido difícil”, explica McGregor. “Llevo haciéndolo mucho tiempo, y confío en mí mismo. Incluso antes de hacerlo, ya tenía esa especie de confianza arrogante. No soy así en casi nada en mi vida”. Hace una pausa y se agarra la nuca. “Dicho esto, si hablas con Mary, te dirá que dos semanas antes de empezar Halston estaba cagado de miedo. Cuando te preparas un personaje, sientes que tienes que hacerlo todo bien. Soy ambas cosas: un manojo de nervios y un tipo absolutamente seguro de sí mismo. Pero antes de empezar a rodar se me olvida esto último”. A McGregor le gusta darle la vuelta a las cosas. Puede decir una cosa, pensarlo de nuevo y salir con otra diferente. Se acomoda en el sofá, se atusa la barba. Es a la vez confiado y tranquilizador. Digamos que tiene CUANDO MCGREGOR TENÍA SEIS AÑOS,
NO ES FÁCIL EWAN MCGREGOR. Al principio, el plan era pasar una tarde juntos en Los Ángeles. Sus publicistas consiguieron hacerme un hueco, pero luego McGregor desapareció. Se esfumó durante dos semanas. Cuando apareció de nuevo, tenía que salir en Jimmy Kimmel Live! Finalmente hablamos la mañana después del programa, y en la conversación se cuelan risas y algún golpe de tos —todos en su casa tienen Covid. “Es una puta pesadilla”, asegura McGregor por Zoom, disculpándose por su ausencia—. Esto fue después de un agresivo virus estomacal, y antes de eso, un fuerte resfriado. Y luego la boda, que no fue una fuga pero sí una ceremonia tan privada, tan inesperada, que incluso a su equipo de publicistas le pilló por sorpresa. El motivo por el que la agenda de McGregor es tal desastre es que el actor se encuentra —y no por primera vez— en plena vorágine. En septiembre ganó su primer Emmy, por su papel protagonista en la miniserie Halston, de Netflix. Antes de eso, estuvo nominado por Fargo. En los últimos tiempos, ha protagonizado apariciones deslumbrantes en películas pequeñas (The Birthday Cake) y grandes (Aves de presa). En 2020 acabó El mundo en moto: rumbo norte, la tercera parte de su serie de aventuras en moto con su amigo Charley Boorman, esta vez al volante de unas Harley-Davidson eléctricas desde la punta sur de Argentina hasta Los Ángeles. McGregor, de 51 años, tiene ahora un bebé en casa —su esposa actual, la actriz Mary Elizabeth Winstead, dio a luz en junio del año pasado—. “Cuando tienes Covid, lo que quieres es meterte en la cama, pero tenemos que aguantar por el bebé”, explica riendo en voz baja. “Es un horror”. Y luego está lo de Obi-Wan Kenobi, que ha reunido a McGregor con su personaje más famoso, y con el furibundo fandom de Star Wars. Han pasado 17 años desde que McGregor y George Lucas hicieron las precuelas —La amenaza fantasma, de 1999; El ataque de los clones, de 2002; y La venganza de los Sith, de 2005—. Si lo que recuerdas de ellas son las malas críticas, los peores diálogos y los interminables chistes de Jar Jar Binks, sólo puedo decirte una cosa: súbete al carro. Con el paso del tiempo y gracias a internet, las precuelas han sido sometidas a revisión y, al menos entre los fans de Star Wars, han alcanzado el estatus de entrañables, de canon, siendo objeto de fan art, series animadas e infinitos memes. Muchos seguidores, sobre
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Camisa Bode. ← Camiseta Dries van Noten. Gafas de sol Tom Ford. Cárdigan Bode. Camisa Dolce & Gabbana. Falda Louis Vuitton.
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→ Abrigo Wales Bonner. Cárdigan Versace. Camiseta vintage. Chaqueta y pantalones Berluti. Botas Lanvin.
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encanto, el tipo de carisma que hace de un hombre un icono. Aquel mes que vi sus películas, percibí que es habitual que se sugiera que sus personajes son asesinados. En el final de El escritor, parece que le va a atropellar un coche. En el de Indomable, de Steven Soderbergh, lo dejan ahogándose. En El sueño de Casandra muere a manos de su hermano, pero la parte sangrienta se deja a la imaginación. Como si McGregor fuera demasiado carismático como para matarlo delante de todo el mundo. Le cuento a Thomson que estoy tratando de imaginar cómo será la carrera de McGregor en el futuro, si Halston y Kenobi apuntan caminos diferentes o el mismo. El trabajo de McGregor en ambas ofrece una determinación juvenil ante la desgracia, ante tiempos jodidos, independientemente de la edad del personaje. “La frescura es una gran parte de él”, aporta Thomson. “Es muy listo y competente. Me lo imagino divertido, me da esa sensación”. Añade con un tono de preocupación: “No estoy seguro de cómo será cuando tenga 60 años”. “Ha habido momentos en los que he pensado en hacer algo y luego he dicho: ‘No tiene mucho sentido, ni siquiera tengo tiempo”, reconoce McGregor, meneando la cabeza. “Sí, es algo raro”. Terminamos la entrevista despidiéndonos con la mano a través de nuestros ordenadores, con la idea de conocernos en persona cuando McGregor regrese de la gira de prensa. Debe de ser agotador, pienso cuando apago el portátil, ser tan carismático todo el rato. Obi-Wan trata de sortear la madre de todas las crisis de mediana edad, aunque no sabemos con seguridad cuántos años tiene. “Nunca pensamos una edad exacta”, explica riendo Deborah Chow, directora de la serie. “Más o menos como Ewan McGregor”. Kenobi es un hombre roto. Traumatizado. La mayoría de sus amigos están muertos, y la causa a la que ha dedicado su vida ya no existe. “Está intentando vivir de forma normal y sencilla, y se encuentra perdido”, dice McGregor. “Carga un enorme duelo. Carga un enorme dolor. Lo atormenta la culpa por haber perdido a Anakin [contra ‘el lado oscuro’] y no haber sido capaz de evitarlo. Ése es el punto en el que se halla. Y ahí es donde lo retomamos”. Al principio, Kenobi iba a ser una película. Las cinco últimas entregas de Star Wars han superado la barrera de los mil millones de dólares en su estreno mundial: La amenaza fantasma, El despertar de la fuerza, Rogue One, Los últimos Jedi y El ascenso de Skywalker. Solo, un spin-off de 2018, hizo apenas unos 390 millones de euros —muchos ceros para considerarse un fracaso, pero fue la primera producción de Star Wars que perdió dinero—. Por eso, los que mandan en Lucasfilm y Disney decidieron dirigir la franquicia hacia historias más pequeñas, produciendo The Mandalorian, la animada Visions y El libro de Boba Fett, con Andor y Ahsoka aún por llegar. “Me encantan las series cortas”, asegura Chow, que antes de Kenobi dirigió dos episodios de The Mandalorian. “Es un formato genial para contar la historia de un personaje, de forma similar a películas como Logan o Joker, donde los sacas de una gran franquicia y te metes más en profundidad. Obi-Wan es tan icónico. Todo el mundo lo quiere. Pero había muchísimo más que explorar”. A diferencia de las precuelas, McGregor es estrella y además productor de Kenobi, por lo que ha estado más involucrado en la toma de decisiones. La serie se rodó usando el sistema StageCraft, una nueva tecnología cinematográfica creada por Industrial Light & Magic para The Mandalorian. En lugar de cromas verdes y azules, se acota el set de rodaje con pantallas de vídeo de alta definición para generar un fondo con el que los actores puedan interactuar. McGregor y otros miembros del reparto de las precuelas han hablado públicamente sobre lo frustrante que era la técnica anterior. En aquella época, la tecnología era de última generación, pero te aislaba, ofrecía pocas opciones para que hubiera química. “Cuanto más avanzaban las tres películas que hice con George, más solo me sentía”, recuerda McGregor. “Me pasé en una pantalla azul semanas o meses, hablando al vacío, y se hace duro. Es difícil trabajar así”. En Kenobi, el set tenía más vida. “Era como si estuviéramos allí. Cuando estás en la nave, las estrellas pasan a tu alrededor y todo parece real. Me dio la sensación de Hollywood antiguo. Me recordaba a esas imágenes de Hollywood en los años 20 o 30, cuando tenían un conjunto de sets. Un actor rodaba una escena aquí, había otro allí. Fue algo así, pero con la tecnología más puntera. Es una pasada”. CUANDO EMPIEZA KENOBI,
“HAY MUCHÍSIMO FAN ART HOMOERÓTICO DE STAR WARS. SIEMPRE ME QUEDO PASMADO. ABRES UN SOBRE, PIENSAS QUE VAS A TENER QUE FIRMAR UN AUTÓGRAFO O ALGO ASÍ, Y ES EN PLAN: ‘¡HOSTIA PUTA!” “La forma de rodar no es con gráficos de ordenador. Son alienígenas reales”, explica Kumail Nanjiani, uno de los compañeros de reparto de McGregor. “Tienen máscaras controladas por mandos en remoto. Estás haciendo una escena y hay alienígenas moviendo los orificios nasales. Es una locura. Parece Star Wars de verdad”. McGregor supo que le habían cogido para las precuelas cuando estaba rodando Velvet Goldmine, la película de Todd Haynes, de 1998, sobre el glam rock en el Reino Unido de los 70. “Era algo totalmente diferente a lo que estaba haciendo. Piensas en esas dos películas…”. Le sugiero que Disney debería sacar una figura de Obi-Wan Kenobi con un look disco. “Sí, con pantalones de campana de cuero y nada más. Hay muchísimo fan art homoerótico con Obi-Wan y Hayden [Christensen] que me envían de vez en cuando. No sé cómo me llegan. Siempre me quedo pasmado. Abres un sobre, piensas que vas a tener que firmar un autógrafo o algo así, y es en plan: ‘¡Hostia puta!”. La idea de volver a Star Wars ha rondado a McGregor durante más de una década. “Hace años, hubo una época en la que todo el mundo terminaba las entrevistas con: ‘¿Vas a hacer porno?”, cuenta McGregor. Me dejó con la boca abierta. Se ríe: “Irvine Welsh escribió una secuela de Trainspotting, titulada Porno. Todo el mundo me
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“LA VERDAD ES QUE ME GUSTARÍA MUCHO HACER UNA PELÍCULA DE ACCIÓN PURA. CON TODO EL ENTRENAMIENTO, LAS PELEAS” preguntaba si la iba a hacer, y después salían con: ‘Y Obi-Wan Kenobi, ¿lo interpretarías otra vez?’. Durante un tiempo me metía en redes sociales —ya no— y veía todo el rato esa pregunta: ¿Vas a hacerlo otra vez? ¿Vas a hacerlo otra vez?”. “Con Ewan y Obi-Wan, el personaje y él son como indivisibles”, reflexiona Chow. Ella concibió la nueva serie como una bisagra entre el maestro zen interpretado por sir Alec Guinness y el personaje que construyó McGregor, más emocional. “Obviamente [Ewan] tenía que ser productor de Kenobi, es más que un actor. Ha vivido muchos años con el personaje. No sólo lo interpretó en las precuelas, sino que ha tenido que vivir con la exposición pública de ser Obi-Wan”. Suena como si fuera una cruz, pero McGregor no parece sentirla. Está encantado con Kenobi y con la idea de regresar. “Espero que hagamos otra”, dice. “Si pudiera hacer una de éstas de vez en cuando, sería feliz”. Su compañero de las precuelas, Hayden Christensen, vuelve en la serie como Darth Vader, en esta ocasión con toda la parafernalia. Cuando hicieron las películas, el personaje no llegaba a ponerse el casco. La primera vez que McGregor hizo una escena con Vader con su uniforme completo le aterró: “Noté un escalofrío de terror que me hizo sentir como si tuviera seis años de nuevo”, reconoce. “Nunca me había pasado antes. Casi me cago encima”. más o menos, después de nuestra primera conversación, McGregor y yo nos encontramos en Bike Shed LA, un club de motoristas en el Distrito de las Artes, que es franquicia de una marca UNA SEMANA,
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de Shoreditch, en Londres. El amigo de McGregor, Boorman, es inversor. Es un espacio enorme con un bar, un restaurante, un salón de tatuajes, una barbería. Por todas partes hay motos vintage, Indian y Triumph y Moto Guzzi. McGregor llega en una Kawasaki Concours 14 vestido con una camiseta blanca, unos vaqueros azules y unas botas. Acaba de volver de la gira de prensa. De cerca, su frente está marcada con arrugas, pero no parece cansado. Nos sentamos en un reservado tranquilo en un rincón. Cuando llega la comida —compartimos costillas de cerdo y alitas de pollo— dice: “La verdad es que no encuentro un hilo conductor en mi trabajo. Por supuesto, es tu labor buscarlo, pero yo no lo encuentro”. Éste es un tema habitual de nuestras charlas, el hecho de que si McGregor ha entrado en una nueva fase de mediana edad —nueva serie, nuevo éxito, nuevo matrimonio, nuevo hijo— no ha sido algo deliberado. Se confiesa algo errático. Trabaja por instinto. Tal vez peca de trabajar demasiado. Le planteo que, debido a su trabajo, tiene que estar constantemente delante de las cámaras, pero que, cuando no está actuando, desaparece con su amigo durante meses para montar en moto y ser él mismo delante de más cámaras. Él persevera en la idea del viaje, independientemente del destino. En nuestra conversación inicial, me contó que al principio a Boorman y a él les costó vender su programa de motos a las cadenas porque los ejecutivos querían una aventura épica. Y la cosa se quedó ahí. “No podíamos creer que todo el mundo quisiera llevar nuestra idea por ese camino. Para hacer el programa con ellos, tenía que haber algo más. Y nosotros insistíamos en que el viaje era suficiente”. Le pregunto si el viaje se vive diferente con las cámaras a su alrededor todo el rato. Si disfrutar del momento es más difícil cuando los están grabando. “Tienes que forzarte en sentirte cómodo”, explica. “Hay veces en las que, cuando estás estresado o algo sale mal, lo último que quieres es una cámara en la cara. Pero de ahí salen los buenos momentos”. En nuestra primera conversación, hablamos de cómo es ser famoso y a la vez ser fan. Quiero saber si las dos cosas se han solapado, si hay momentos en los que, a pesar de su éxito, de su visibilidad, todavía es como nosotros. McGregor asegura que la banda Oasis le volvía loco. “Si le preguntas a alguien que viniera a mi casa en los 90, te hablaría de There and Then, el vídeo en el que Noel sale con la guitarra con la Union Jack. Lo ponía siempre después de cenar y todo el mundo se moría de aburrimiento. Ya tenía veintitantos, pero era como un fan de 14. Era un poco bochornoso”. Le cuento que en los 90 fui un gran fan de las películas que hizo con Danny Boyle —Tumba abierta, Trainspotting y la infravalorada Una historia diferente—. Marcaron un momento cultural. ¿Cómo fue ser uno de los rostros de aquella época? ¿Qué sintió cuando se acabó? “Fue increíble trabajar para Danny Boyle”, dice en voz baja. Compara aquella relación con la que se estableció entre el actor estadounidense Martin Donovan y el director Hal Hartley, que fichó a Donovan para media docena de películas. “Pensé: ‘Eso somos Danny y yo’. Me hizo sentir muy especial. Sentía que Danny Boyle estaba cambiando el cine británico, y yo formaba parte de ello”. Luego Boyle cogió a Leonardo DiCaprio, en lugar de a McGregor, para La playa, de 2000. Estuvieron años sin hablar. McGregor explica que se sintió a la deriva. Bebía demasiado, demasiada fiesta. Por la calle, en las discotecas, lo reconocían constantemente; lo bueno y lo malo de que tu sueño se haga realidad. “Había algo en la emoción de pertenecer a aquello que era difícil de contener. No sé si fui capaz de hacerlo o no. Solo sé que ahora lo veo todo de forma muy diferente”. Parece que McGregor no se arrepiente de aquellos años, pero le alegra haberlos dejado atrás. Boyle y él hicieron las paces y retomaron su amistad antes de T2: Trainspotting, de 2017. “Ya no soy aquel tío. Mi relación con la fama ha cambiado. Por la edad y por la experiencia, pero también por darme cuenta de lo que funciona y lo que no. En aquella época, tenía un lado hedonista que no se corresponde con el resto de mi vida”. En el restaurante, se incorpora sobre sus hombros y mira intensamente cuando escucha. No parece que le moleste que la gente lo reconozca, pero tampoco hace nada para atraer sus miradas. Le pregunto si los personajes que escoge ahora, como Halston o Fargo, incluso Kenobi, le hacen más feliz que los papeles menos complejos, esos arquetipos de acción que muchos actores de Hollywood han encarnado con facilidad.
← Jersey Prada. Pantalones Boss. Jersey Loewe. Pantalones Canali. Chaleco vintage. Casco del estilista.
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MAQUILL A JE Y PELUQUERÍA: SUSSY CAMPOS. SE T DESIGN: JAMES RENE. PRODUCCIÓN: JONATHAN BOSSLE DE TIGHTROPEPRODUCTION. SASTRERÍA: YELENA TR AVINK A.
“Son un reto mayor”, afirma. “Aún busco hacer lo que me resulte más interesante. Cuando lees sobre el papel un héroe de acción, no hay mucho con lo que jugar. Pero la verdad es que me gustaría mucho hacer una película de acción pura. Con todo el entrenamiento, las peleas”. Se ríe. “Así que voy a buscarme un puto personaje de acción”. Además de su hijo pequeño con Winstead, McGregor tiene cuatro hijas con su ex esposa, Eve Mavrakis. Si hay una constante en sus personajes, explica, es la de ser padre. El padre ausente de La niñera mágica y el Big Bang. El padre afligido de American Pastoral, que dirigió él mismo. “Sentí que era una carta de amor a mis hijas”, afirma. “Una película de padre”. Una de sus hijas, Jamyan, es adoptada; McGregor la conoció cuando Boorman y él visitaron un centro de acogida para niños sin hogar en Mongolia, durante El mundo en moto. McGregor es embajador de UNICEF desde 2004, y ambos suelen participar en sus iniciativas cuando viajan. “La gente habla mucho de salud mental, meditación”, me cuenta Boorman. “Ahora, cuando hablas con tus amigos, no sólo les preguntas: ‘¿Qué tal estás?’. Les dices: ‘De verdad, ¿qué tal estás?’. Ewan siempre ha sido así”. McGregor me explica que hace poco ha hecho una película con su hija mayor, Clara —You Sing Loud, I Sing Louder, concebida y desarrollada por ella junto a un guionista—. La rodaron el pasado otoño en Nuevo México, y ahora está en posproducción; antes de nuestra charla, McGregor no ha hablado mucho de ello públicamente. Se vinculó al proyecto hace unos años, cuando estuvo con Clara en Nueva York. “Me contó que se le había ocurrido la idea de escribir algo sobre nosotros. Al principio me puse un poco nervioso. No sabía qué me quería decir”. La historia es un viaje por carretera: un padre lleva a su hija a un centro de desintoxicación. “Me llegó el guion cuando estaba haciendo Halston. Me senté a leerlo y me voló la cabeza. Hay cosas que no son exactas, o que están cambiadas, pero aun así reflejan cuando estuvimos un tiempo separados”. ¿Llevaste a tu hija a…? “¿A una clínica de desintoxicación? No, eso es ficción. El viaje es ficción. Pero durante un par de años, como que la perdimos. Por eso la historia va de ella dándose cuenta de que necesita la ayuda que su padre está dispuesto a darle. A lo largo del camino, su relación se cura en cierto modo”. Me mira, con dolor, pero también alegre. “Me impresionó tanto la historia, el humor. Transmite una especie de entendimiento que me hizo sentir muy orgulloso y a la vez muy cerca de ella. Sentí que ella era más consciente de todo de lo que yo pensaba”. Como si entendiera tu posición. “Mi posición, pero también el rollo de ser padre de alguien que tiene problemas. Es una puta situación difícil y horrible. Te da miedo lo que puede pasar. Eres capaz de cualquier cosa para evitar perderlos”. La película se rodó con un equipo pequeño. Le encantó participar en una producción tan humilde, la relación entre él mismo y su compañera de escenas. “Interpretamos a padre e hija”, añade. “Es el reflejo de nosotros, de nuestra historia. Me impresionó su trabajo como actriz. Ha sido una experiencia increíble actuar con ella”. ¿Ves cosas de ella en su faceta de actriz que reconoces en ti mismo como actor? “Sí, porque se ha permitido ser ella misma. No hablábamos mucho de las escenas antes de hacerlas. Me gusta hacerlo así. No me interesa hablar las cosas antes de hacerlas”. De repente, veo a un McGregor vulnerable. “Cuando una pareja se divorcia, es como si una bomba explotara en la familia. En la vida de mis hijos”, reconoce. “Sanar eso es un proceso constante”. No le resulta fácil hablar de nada de esto. No suele hacerlo. Por mucho tiempo que pase delante de las cámaras, es una persona discreta a la que no le gusta llamar la atención. Recuerdo algo que me contó Nanjiani sobre su trabajo con McGregor. “Cuando las cámaras no están grabando, Ewan es él mismo. Me sorprendió mucho un momento en el que tenía que hacer una escena muy emotiva, y entre toma y toma charlaba con la gente. Le dije: ‘¿Necesitas estar solo?’. Y él en plan: ‘Nop’. Hay actores que necesitan concentrarse. Él te engatusa”. Cuando me planteé este artículo, quería saber qué supone echar la vista atrás y ver docenas de papeles tuyos, intentando aislar ese estrépito como de motocicleta que puede ser la carrera de una estrella de cine. Qué se siente al intentar imaginar lo que vendrá después. McGregor se adentra en su tercera década como artista. Es consciente de que se hace
Jersey JW Anderson. Pantalones Bode. ← Camiseta Dries Van Noten. Pantalones Boss. Zapatos Berluti.
mayor, de que ya no le ponen determinados proyectos sobre la mesa. El confinamiento cambió su perspectiva. Hacía décadas que no pasaba siete u ocho meses en el mismo sitio. “Sólo quiero estar con los míos. No quiero irme cuatro meses a Rumanía. Si tengo que hacerlo, tal vez lo haré, pero estoy poniendo todo de mi parte para que no suceda”, explica. “Antes, me sentía como un nómada. Mis hijos eran mi prioridad, pero estaba mucho tiempo fuera de casa”. McGregor ha hecho de California su hogar. Echa de menos Escocia, estar cerca de su familia, pero su vida ahora mismo está en Los Ángeles. Salimos del bar y nos adentramos en un día de primavera del sur de California: un cielo sin nubes, no hace demasiado calor. Antes de irnos, le pregunto a McGregor si tiene alguna noción de hacia dónde irá su carrera en los próximos años. Según mi experiencia, la mediana edad es sinónimo de autoaceptación, hace que te importe menos lo que piense la gente, pero también te predispone a nuevos intereses y nuevas ideas. “No lo sé”, apunta. “Me apetece mucho descubrirlo”. Se queda pensando un poco. “Voy a citar un nombre: recuerdo reunirme con Terry Gilliam…”. Le envió un guion. Durante más de 20 años, Gilliam quiso hacer una versión de la película que en 2018 se convirtió en El hombre que mató a Don Quijote. “Me pregunta: ‘¿Qué coño has estado haciendo todo este tiempo? Lo has echado todo a perder. ¿Qué ha pasado con el tío de Trainspotting? ¡¿Dónde se ha metido?!’. Fue bastante borde. Es raro que alguien te rete así. Pero me hizo pensar”. Como si hubiera tomado nota de las críticas, el trabajo que hace ahora tal vez es más libre, incluso más catártico. “Como cuando me preguntabas por Fargo y Halston. Son personajes mucho más complejos, y los disfruto de verdad. Pero también me hizo mucha ilusión aquel proyecto con Clara”, confiesa McGregor. “Era totalmente yo”. es autor del libro Everything Now: Lessons From the City-State of Los Angeles.
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POR F. JAVIER GIRELA
FOTOGRAFÍAS JOR MARTÍNEZ
DIRECCIÓN DE MODA JOANA DE LA FUENTE
Carmen Farala y Sharonne son las dos primeras superestrellas de Drag Race España, considerada internacionalmente la mejor versión del premiado formato RuPaul’s Drag Race. Así se soporta el peso de la corona del talento.
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a un artista se le demanda cantar, bailar, actuar y sacarse de la manga cualquier aptitud que nos permita pasar un buen rato y evadirnos de la cruda realidad por un momento. Queremos viajar a una ilusión ficcionada en un ejercicio de egoísmo sin precedentes que se acrecentó durante la pandemia. El artista 360, como se denomina ahora popularmente al talento multidisciplinar, es lo que se demanda, y es precisamente donde encajan a la perfección Carmen Farala y Sharonne. Con 15 años de carrera la primera y más de 28 la segunda, ambas decidieron dejar aparcadas sus vidas de manera temporal para embarcarse en Drag Race España, en Atresplayer Premium, la edición española y la mejor valorada del mundo de uno de los talent shows más premiados a nivel internacional: RuPaul’s Drag Race. “Llevaba 12 años trabajando con el grupo Hermanas Farala y sentía que ya lo había hecho todo. Estuvimos en las mejores discotecas, los mejores escenarios, las mejores fiestas… Y justo cuando iba a cerrar la puerta, apareció Drag Race”, comenta Farala, coronada Superestrella Drag española en la primera edición del formato. “Pasar por el programa ha sido volver a reconciliarme un poco con el drag, porque eran nuevos retos, nuevas aventuras, y me devolvió la ilusión por este arte”. Una veterana reina que un año después, y tras una gira monumental por Latinoamérica, ha traspasado su corona a Sharonne, quien estuvo a punto de descartar el programa: “No tenía muy claro hacer el casting de la segunda temporada, porque en la primera todas eran muy jóvenes”, comenta. “Sin embargo, abrieron el espectro de diversidad, también en cuanto a la edad, y pensé que podía ser una ventana para que conocieran más lo que hago”. A lo que se refiere con modestia, lo que hace, es cine, televisión, teatro y shows en directo por todo el mundo, cuando no alzarse con premios en programas de televisión
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Corset y falda propios. Pendientes y collar Tous. SHARONNE:
Vestido Guillermo Décimo. Guantes Guantes Varadé.
de máxima audiencia como Tu cara no me suena todavía, donde imitó de manera magistral a Olga Guillot o Chavela Vargas. Un salto al vacío de uno de los grandes iconos de la escena drag española que ha terminado su edición, aparte de con la corona, con dos hitos históricos para la franquicia a nivel internacional: el de mejor track record de todas las participantes del mundo y el de ganadora de mayor edad a sus 46 años. “Yo tenía una carrera y quizá he despuntado en alguna cosa puntualmente, pero ¡ni que yo fuera
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SHARONNE ARRIBA:
Vestido túnica Fendi. Guantes Guantes Varadé. ABA JO:
Vestido con abullonado Fabio Encinar. Guantes Guantes Varadé. Zapatos y brazalete vintage.
Meryl Streep!”, explica entre risas. “Cuando entras, lógicamente vas a dar lo mejor y a ganar, pero cuando vi el talento de mis compañeras pensé: ‘Esto va a ser muy duro, así que confórmate con haber entrado’. Cuando llegas a la final, te asalta el mismo pensamiento de conformismo. Y luego te ves con la corona… Lo que fue realmente sorprendente para mí fue cuando acabé y me dijeron que tenía el mejor resultado internacional de entre todas las franquicias”. Y continúa: “A mí me va la marcha, no me gusta quedarme en el sofá, soy una buscavidas. Con lo difícil que es esta profesión, no te puedes quedar en casa esperando a que alguien te llame, porque nadie lo va a hacer por muy buena que seas. Esta profesión es efímera, un día estás de gira con un musical —estuvo dos años en The Hole— y llevas la corona y al siguiente acaba la fábula y tienes que volver a un restaurante porque no tienes trabajo, y a mí nunca se me han caído los anillos”. Durante un mes y medio, las reinas participantes son aisladas para grabar el programa en absoluto secreto. Una docena de artistas que se enfrentan a pruebas de costura, canto, baile e interpretación, además de mostrar su maestría con el transformismo: “El drag es un arte que te permite volcar toda tu expresión artística a través de un personaje en el que caben todas las disciplinas”, explica Sharonne. “Sin embargo, siempre ha estado relegado a un segundo plano. Hay que darle el valor que se merece, el cual es cada vez mayor gracias a la visibilidad de formatos como Drag Race”. Por supuesto, el nombre del programa no es ninguna metáfora, la carrera por llegar al final es literal, como explica Carmen Farala: “Me prepararé todos los looks del programa, unos 14 en total, en apenas 17 días. En cuanto volvía de mi trabajo en la tienda, me ponía a coser. Dormía una media de tres horas al día”. Su caso es particular, puesto que su destreza con la costura le permitió coser toda su vestimenta, aunque no siempre es así: “El arte del drag es muy costoso y supone una inversión muy muy importante. En mi caso, yo me confeccioné todos mis looks y me peiné mis pelucas para el programa, pero hay compañeras que se endeudaron con miles de euros, y ni siquiera sabes si vas a llegar a la final y vas a poder mostrarlo todo”. Una cuestión que subraya Sharonne: “Tienes que dejar tu trabajo, que es el que te está dando de comer y pagando tus facturas, para apostar por algo que no sabes cómo va a salir. ¡Y yo ya tengo 46
años! Y no sólo eso, sino que además tienes que hacer una inversión económica muy fuerte”. ni los esfuerzos económicos que supone armar un show de estas características ni desplegar un talento infinito en todas sus versiones —por no hablar de los 19 premios Grammy que atesora RuPaul’s Drag Race— parecen razones suficientes para encumbrar este arte, el cual sigue considerándose un ejercicio menor: “Ésa es la razón por la que jamás me quería dedicar profesionalmente al drag”, confiesa Farala. “Hay artistas que te sorprenden cada noche y te dejan con la boca abierta y, sin embargo, las condiciones en las que están trabajando son pésimas. Da igual lo buena que seas o lo divina que te veas, por desgracia sigue siendo un arte muy precarizado y denostado, ya no sólo a nivel laboral, sino también social, porque siguen existiendo los prejuicios, incluso dentro del colectivo LGTB+, que aún consideran que lo masculino está por encima de lo femenino. ¿Cuál es el problema? Por un lado, los promotores o empresarios, que ofrecen unas condiciones nefastas a las artistas, aunque seguimos siendo el reclamo de muchas fiestas. Por otro, que las artistas tampoco nos plantamos”. Una sentencia que Sharonne subraya: “A veces hay que plantarse y exigir tus derechos y lo que es tuyo para que no te tomen el pelo. Si pudiéramos llegar a un marco legal en el que se crearan unos estatutos, como en cualquier otra disciplina artística, sería maravilloso, pero vivimos en el país de la picaresca y seguimos funcionando con una economía sumergida; además, hay que lidiar con empresarios que, aunque con excepciones, son gente muy complicada que lo único que busca es su riqueza por mucho que a las que estamos a pie de calle nos cueste tirar adelante”. En lo que ambas reinas están también de acuerdo es en la necesidad de visibilizar este arte y darle el valor que le corresponde, una labor en la que ha jugado un papel importante Drag Race España: “Nosotras somos grandes afortunadas, porque el programa ha sido un escaparate televisivo a través del cual la gente te coge cariño y te admira”, argumenta Farala. “Ahora que tenemos un altavoz a nivel social, nuestro trabajo es tratar de que esto cambie”. Un legado que continúa y que parece que no dejará de crecer en televisión, puesto que el próximo 10 de julio Atresplayer Premium estrena
ESTILISMO: JUAN LUIS ASCANIO. MAQUILL A JE: CARMEN FAR AL A Y SHARONNE.RE TOQUE DE MAQUILL A JE: ISABELL A CHING. TALENT MANAGER: INGRID DE L A PUENTE. ASISTENTE DE PRODUCCIÓN: NATALIA TORRES POLO. ASISTENTES DE ESTILISMO: MARÍA GUZMÁN, JUDIT GÓMEZ, MARIANA VARGAS, PIL AR ARROQUY Y LUCAS CHAMBO.
NO OBSTANTE,
CARMEN FAR AL A ARRIBA:
Vestido corte griego Moises Nieto. Pendientes retro. ABA JO:
Vestido de paillettes Missoni. Zapatos vintage.
Reinas a la carrera, un docu-reality protagonizado por Supremme de Luxe —presentadora de Drag Race España—, Pupi Poisson, Estrella Xtravaganza y la propia Sharonne en el que descubrirán las diferentes realidades rurales de personas del colectivo LGBT+: “Es un programa que sigue batallando por la visibilidad, y con él me he hecho un cursillo acelerado de emociones. En nuestro país está instalada la idea de que, cuando vives en un entorno más reducido, lo único que quiere la gente
es subir a la gran ciudad dejando estas zonas vacías, pero no es así. También tienen su comunidad LGTB+, con gente con historias preciosas de superación, de momentos de su vida que van a compartir con nosotras y que nos van a despertar las risas y nuestros puntos más emocionales”, desarrolla Sharonne. “Vamos a descubrir que existe una baraja amplísima de posibilidades y maneras de vivir que van más allá de nuestro entorno y de lo que estamos acostumbrados, y eso te lleva de alguna manera a crecer”. Ninguna de estas dos superestrellas drag españolas eran unas novatas cuando aparecieron en nuestras pantallas, pero pasar por el programa les ha hecho crecer de manera exponencial y sin apenas esperarlo: “Yo siempre había dicho que no quería vivir del drag, y ahora me dedico completamente a ello. ¡Me costaba más madrugar para ir a trabajar a la tienda donde trabajaba antes que estar de gira un mes sin parar!”, dice entre risas Farala. “Mi carrera ha evolucionado, ha sufrido una transformación y ha madurado, Carmen ha pasado de ser una niñata de discoteca a un personaje mucho más maduro. Estoy superabierta a todo lo que venga: televisión, teatro, moda… [ella fue la encargada de confeccionar el vestuario que le dio a la cantante Chanel la victoria en el Benidorm Fest y el pasaporte a Eurovisión]. De hecho, dentro de muy poquito podréis ver algo de música que estoy preparando, y también llevará el ‘sello SloMo”. Por su parte, el pragmatismo de Sharonne la lleva a afirmar: “Esta profesión te enseña que no podemos hacer planes a muy largo plazo. Después del Gran Hotel de las Reinas —la gira oficial de Drag Race España—, tengo claro que no me quedaré en el sofá, seguiré moviendo el culo para disfrutar de mi trabajo, que es el que más me gusta y lo que llevo haciendo toda mi vida. Pueden ser proyectos nuevos o recuperar el onedrag-show que tenía en Madrid y con el que tanto disfrutaba repasando grandes canciones del Hollywood dorado. No me planteo dónde quiero llegar, me gustaría ir donde esté mi destino, y es lo que voy a hacer”. Comienza la era de las reinas. Siempre estuvieron aquí, pero ahora vuelven a tener el foco sobre ellas y no están dispuestas a bajarse de su merecido trono conseguido a base de mucho talento. F. JAV I E R G I R E L A
es editor de
moda de G Q España.
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Se suele decir que todas las grandes ideas empiezan en un garaje. Y, al menos en el mundo anglosajón, tal teoría se cumple la mayoría de las veces. En España, sin embargo, es más habitual que esos proyectos que están destinados a revolucionar el mundo surjan en un bar, o en la larga sobremesa que sucede a una generosa comida en un restaurante.
Muchos fantasean en esas tertulias, habitualmente regadas con un buen digestivo, con grandes planes empresariales e ideas de negocio
multimillonarias, pero pocos son los que se atreven siquiera a intentar pasar de las palabras a los hechos. POR HÉCTOR IZQUIERDO
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LET TERING JUANMA VALLESPÍN
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es, sin duda, uno de esos pocos visionarios con perseverancia y tesón que no le temen al abismo de la incertidumbre. En un momento en que la electrificación era poco más que un rayo de luz en un horizonte lejano, en el que la Fórmula 1 ostentaba el monopolio mundial de la velocidad y la innovación tecnológica, así como toda la atención mediática, se atrevió a imaginar un futuro en el que los coches más rápidos del planeta no quemarían combustibles fósiles ni rugirían como bestias rabiosas; y, como le corresponde a todo buen madrileño, su sueño de crear una competición mundial de monoplazas eléctricos comenzó a tomar forma sobre una servilleta tras una opípara cena en un restaurante parisino. Esa servilleta está hoy enmarcada en una de las paredes de Le Stresa, al lado de la mesa en la que el propio Alejandro, junto al entonces presidente de la FIA, Jean Todt, y el comisario europeo de transporte, industria y emprendimiento, el italiano Antonio Tajani, departían en febrero de 2011 sobre el futuro de la movilidad en Europa y la necesidad de hacerla más sostenible. “La FIA debería crear un campeonato eléctrico”, se lee en esa servilleta de algodón blanco, manuscrita con la letra puntiaguda de Alejandro. Y, abajo del todo, al lado de las firmas de Agag y Jean Todt, la frase “Yo debería ser el promotor”, escrita junto a un emoticono sonriente. “Me tiré a la piscina”, me confiesa Alejandro, muchos años después, en una habitación del Soho House Berlín, donde hemos quedado aprovechando que al día siguiente se disputa en el antiguo aeropuerto de Tempelhof el Gran Premio de Fórmula E de la capital de Alemania. “Claro, del dicho al hecho hay un gran trecho. Había que inventar algo desde cero. Y además era algo muy complicado, porque nadie creía que pudiera tener éxito. El convencimiento general era que un campeonato eléctrico no iba a funcionar, que para qué, que ya estaba la Fórmula 1, que no hacía falta otro campeonato de monoplazas… Para empezar, ni siquiera había coches”. Esto último, por supuesto, no era un problema menor. La idea de crear un campeonato de bólidos eléctricos llevaba tiempo rondando por la cabeza de Jean Todt, pero había encallado en un círculo vicioso de LEJANDRO AGAG
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difícil salida. Ni que decir tiene que para hacer carreras de coches es necesario que haya… ejem… coches. Y para que haya coches hacen falta equipos que los fabriquen y marcas que arriesguen su dinero con la esperanza de obtener un retorno en forma de publicidad. Pero, ¿quién va a poner sobre la mesa decenas de millones de euros para construir un monoplaza de cara a disputar un campeonato que ni siquiera existe y en el que nadie confía realmente? La solución que se le ocurrió al equipo de Agag fue diseñar y desarrollar un monoplaza eléctrico ‘a pulmón’ partiendo de una hoja en blanco. Ese coche se le entregaría después a los equipos que decidieran enrolarse en la Fórmula E, de forma que, al contrario de lo que ocurre en la Fórmula 1, todos partirían en igualdad de condiciones. Con el fin de mantener los costes a raya, además, las marcas presentes en el campeonato apenas podrían tocar y mejorar los vehículos. Esto les sustraería una de las principales razones por las que los fabricantes se enrolan en la competición, que es probar su capacidad de ingeniería frente al público; pero a cambio, en un momento de descreimiento general debido al Dieselgate y de creciente concienciación medioambiental entre sus clientes, les permitiría hacer un poco de greenwashing y de mostrar su compromiso por una movilidad libre de emisiones. Algo más de un año después de aquella cena de París con Jean Todt, el 27 de agosto de 2012, Alejandro Agag firmó con la Federación Internacional de Automovilismo el acuerdo para poner en marcha el campeonato. Ahí empezó una carrera contrarreloj para tener listo tanto el coche como una pieza esencial que nadie había desarrollado nunca para un vehículo de competición: la batería. El 15 de julio de 2014, apenas un par de meses antes de la primera carrera, entregaron, como estaba previsto y no sin muchos contratiempos, el último coche a los 10 equipos que iban a competir en el primer Gran Premio, que se disputó en Beijing el día 13 de septiembre de 2014. El chasis del monoplaza estaba diseñado por Dallara, el motor eléctrico era de McLaren y las baterías, de Williams. “Los primeros meses y años todo consistía en sobrevivir un día más, un día más, un
día más”, cuenta Agag sobre los comienzos de la aventura. “Me acuerdo de la primera temporada, primera carrera en Beijing, y segunda en Malasia, íbamos todos para allá y lo montábamos todo. Acabábamos en Beijing y todos a Malasia corriendo a montar todo; y ahora a dónde, a Punta del Este… a montar todo de nuevo. Y ahora a Buenos Aires… Era todo como a salto de mata. Después de tres o cuatro carreras casi nos vamos a la quiebra; vamos, estábamos en quiebra total, pero conseguimos en el último minuto del último día unos inversores que metieron capital y lo salvamos, y desde ahí ya empezó a subir y a subir y hasta hoy, que va fantásticamente bien. Pero vamos, fue muy duro”. Las buenas ideas suelen fracasar por dos razones bien diferentes: o por llegar demasiado tarde, o por llegar demasiado pronto. En el caso de la Fórmula E, el problema que se encontraron Agag y su equipo fue más bien el segundo. Ni la tecnología, ni las audiencias, ni los sponsors estaban aún maduros para un proyecto de ese calibre. Las baterías de los coches, por ejemplo, apenas les otorgaban media hora de autonomía. Por ello se decidió que las carreras se disputarían en circuitos urbanos y muy ratoneros, sin apenas rectas, y que se entregarían dos monoplazas a cada piloto para que, a mitad de Gran Premio, cambiara de montura como si se tratara de un correo urgente que va reventando caballos por el desierto para hacer llegar un mensaje a su destino. “Nos vimos obligados a hacer de la necesidad virtud un montón de veces”, sigue Alejandro. “Siempre hay que hacer de la necesidad virtud. Por ejemplo, le dijimos a todo el mundo que era mejor empezar la temporada en septiembre en lugar de en mayo, porque así no coincidíamos tanto con la Fórmula 1. En realidad, era porque aún no nos habían llegado las baterías”, reconoce. ¿Es posible que un campeonato así, que exige grandes dosis de improvisación y espontaneidad todo el tiempo, sólo lo pueda organizar un español?, le pregunto a Agag. Después de reírse con ganas, me contesta que “puede ser”. Y luego me corrige un poco: “Un español… o un italiano”. “Empezamos demasiado pronto, y eso fue lo que hizo que nos costara mucho al principio”, sostiene Alejandro. “Pero claro, si
no lo hubiéramos empezado nosotros un poco pronto lo habría empezado otro mucho más grande un poco más tarde. Porque nosotros éramos muy pequeños al principio”. Apenas cinco personas, en realidad, trabajando en un despacho de un rascacielos madrileño, en el que estaba la sede de Addax, el equipo de GP2 —la segunda división de la Fórmula 1— del propio Alejandro. Allí estaban Alberto Longo, Chief Championship Officer de la Fórmula E y pieza esencial del éxito del campeonato, y Manuel Ortiz-Tallo, un sexagenario con gasolina en las venas que empezó su carrera como piloto de rallys para después especializarse en la organización de eventos —cuando se enroló en la Fórmula E, contaba en su haber con más de 250 Grandes Premios como miembro del Alejandro Agag ha dado un paso al lado y hoy es ‘sólo’ Chairman y cara visble de la Fórmula E.
comité organizador, entre F1, MotoGP, WRC y otras categorías—. También eran parte del equipo Ali Russell, experto en marketing deportivo y abanderado de la sostenibilidad; Jaume Sallares, director de marketing y que por aquel entonces era el representante del piloto de F1 Sergio Pérez; y Enrique Bañuelos, primer inversor que creyó en el proyecto. Alejandro, por su parte, vivía y trabajaba en Londres, donde se había refugiado del acoso mediático de la prensa tras su polémica boda “de estado” en la Basílica de El Escorial con Ana Aznar, la hija del entonces presidente del Gobierno español, José María Aznar. Agag, hijo de un banquero belga de origen argelino llamado Youssef Agag, había empezado su carrera profesional en la política, en las juventudes del Partido Popular español y como ayudante del propio José María Aznar. En 1999 fue elegido eurodiputado y fijó su residencia en Bruselas. En
2000 fue nombrado también Secretario General del Partido Popular Europeo. A principios de 2003, sin embargo, Alejandro dejó la política y la pareja se mudó a la capital de Reino Unido. “La política es mucho más complicada y desagradecida que el mundo de los negocios, pero te enseña mucho, sobre todo a poner de acuerdo a mucha gente diferente. En un campeonato en el que tienes equipos, patrocinadores, accionistas, pilotos, televisiones, prensa… la política te enseña a manejar ese panorama”. No obstante, cuando se instaló en Londres aún estaba muy lejos de plantearse montar un tinglado como la Fórmula E. “Yo no tenía trabajo y Ana estaba estudiando en la universidad”, rememora Agag. “Nos fuimos allí para estar tranquilos. Fue entonces cuando me junté con Flavio [Briatore], para trabajar en cosas de la Fórmula 1”.
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Su oficina de Londres no podía ser más peculiar. “Estábamos en un restaurante que se llama Cipriani. Allí montamos una oficina juntos Giuseppe Cipriani, Flavio y yo. Estábamos los tres solos, cada uno tenía su despacho, en la parte detrás de Cipriani. Tiramos una pared que daba a la bodega e hicimos una puerta por la que entrábamos directamente al restaurante. Ahí estuvimos varios años, y ahí empezó la Fórmula E. Flavio estaba en un despacho, Giuseppe en otro y yo en otro”. Si algo les unía a los tres, aparte de la pasión por el automovilismo —Giuseppe, además de empresario hostelero, también había sido piloto—, era su amor por la vida nocturna y su reluctancia a madrugar. “Ahí el primero no aparecía hasta las 11 de la mañana, nadie llegaba antes de las 11. A las 12 de la noche estaba allí todo el mundo, pero hasta las 11 de la mañana no llegaba nadie a la oficina”, me dice Alejandro entre risas. “La noche da mucho juego, es fundamental”, me confiesa también. “Así es como conocí a Flavio, en el cumpleaños de una novia suya”. Flavio Briatore, un carismático empresario italiano que se introdujo en la Fórmula 1 en los años 90 de la mano de Luciano Benetton y que llegó a ser director del exitoso equipo Renault entre 2000 y 2009, fue el padrino de Alejandro en el mundo de la competición. Agag dice de él que es como un hermano. Pero ni siquiera Flavio creyó en la Fórmula E hasta que no vio los coches sobre la pista. “Flavio se reía al principio, y me decía que no me iba a salir, que iba a ser un desastre. Me hacía bromas. Hacía como que le daba calambre cuando me tocaba. ‘Qué pasa, eléctrico”, me decía. Nunca remó en contra, pero su opinión era que no funcionaría”. Bernie Ecclestone, el que fuera mandamás de la F1 durante más de tres décadas y amigo de Agag, tampoco creía precisamente en el éxito del proyecto. “Ecclestone me dijo que no invirtiese ni un euro de mi dinero en este campeonato, porque iba a fracasar con total seguridad. Y además me dijo que nunca llegaría a celebrar mi primera carrera. Aunque a fuer de ser justo, he de decir que el mismo Ecclestone me llamó tres días antes de la primera carrera, que ya se iba a disputar sí o sí, y me dijo: ‘Me alegro de que yo estuviera equivocado y de que tú tuvieras razón”. Ante tanto feedback negativo de personas tan influyentes en el automovilismo, le pregunto, ¿no llegaste nunca a dudar de ti mismo, a pensar que igual te estabas equivocando? “No, yo estaba muy convencido. Yo escucho a todo el mundo, y absorbo todas las opiniones, pero yo sabía adónde quería llegar. Las críticas me iban haciendo moldear un poco el camino, pero nunca tuve ninguna duda de que quería llegar ahí, y si no llegaba ya me la pegaría por el camino, pero lo que no iba a hacer era parar por lo que me dijera la gente. A mí no me desanimó; es más, me lo tomé como una motivación, porque lo que yo quería era demostrar a todos esos que
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estaban equivocados y que la idea era buena y había que hacerla. Y por suerte salió. Pero no era fácil, porque todo el mundo estaba de acuerdo en que iba a fracasar. Menos mi mujer. ¿A que sí, Ana?”, pregunta entre risas a su esposa, que nos escucha sentada a unos metros, mientras trabaja en un portátil. “Somos un equipo”, se limita a musitar ella, también sonriendo. “Ana cuando flipó fue cuando vio el barco”, sigue Agag, como si Ana no lo estuviera escuchando. “Entonces es cuando ya pensó que estaba completamente loco. El barco de la Extreme E. El barco es la leche, es donde van
los coches de Extreme E. El Santa Helena. Compré el barco antes de tener cerrado el campeonato. Ya cuando vio el barco… El barco es para verlo”, asegura orgulloso. Porque Agag, no contento con la Fórmula E, también se ha inventado un campeonato de SUV eléctricos llamado Extreme E, y está a punto de poner en marcha otra competición de power boats, también eléctricos. Pero esa es otra historia… a la que ya llegaremos. Es sábado, 14 de mayo de 2022, y el cielo amanece soleado en el histórico, monumental y majestuoso UNA HISTORIA DE ÉXITO.
aeropuerto de Templehof, que se hizo célebre en los años 40 del pasado siglo por ser la base donde aterrizaron los aviones del Puente Aéreo durante el Bloqueo de Berlín, que daría comienzo a la Guerra Fría. Hoy reconvertido en un gigantesco parque y centro de convenciones y eventos, es el lugar en el que se va a disputar el séptimo Gran Premio —de un total de 16 en cuatro continentes— de la octava temporada de la Fórmula E. El ambiente es festivo y alegre. Al contrario que la Fórmula 1, que se disputa habitualmente en circuitos alejados de las poblaciones, la Fórmula E llega al centro
mismo de las ciudades, lo que motiva una interesante mezcla de públicos: los quemados de las carreras y los fans de las tecnologías sostenibles y los coches eléctricos, por un lado; y los urbanitas curiosos que se lo toman como un plan asequible y entretenido de fin de semana, por otro. Hay multitud de activaciones, música en directo y performances por todo el recinto, y muchas actividades para niños, porque la Fórmula E es un evento muy familiar. Los tickets son relativamente baratos y hay precios especiales para menores de 15 años. En un Gran Premio como el de Brooklyn, por ejemplo, las entradas van
de los 15 dólares a los 145. En comparación, los de la F1 en Miami empezaban en los 300 dólares para el viernes, 400 para el sábado y 500 para el domingo. En el paddock, espacio reservado para los profesionales y los VIPs, también se percibe un ambiente mucho más relajado que en la Fórmula 1. Los pilotos pasean entre los garajes, se dejan ver sin problemas y conversan distraídamente en corrillos con la prensa presente en el evento. Para cualquiera que haya trabajado alguna vez en la frenética y estresante atmósfera de la Fórmula 1 es, cuando menos, refrescante.
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“La Fórmula E está creciendo a un ritmo fantástico”, me dice António Félix da Costa, piloto del equipo francés DS Techeetah. “La verdad es que la Fórmula E ha hecho un trabajo muy bueno en los últimos dos o tres años, y ahora nos corresponde a nosotros seguir empujando para que siga”. “Yo creo que hoy en día la Fórmula Es la categoría más competitiva del mundo”, continúa. “No hay otras categoría en la que haya tantos equipos que puedan ganar carreras. En seis carreras este año hemos tenido cinco vencedores diferentes. Eso te demuestra lo competitivo que es. Este año aún más, porque tenemos los mismos coches que el año pasado, sin evolucionar”. Su compañero de equipo es Jean-Éric Vergne, uno de los favoritos para ganar esta temporada, bi campeón del mundo con el DS Techeetah Formula E Team y uno de los muchos ex pilotos de Fórmula 1 que se han pasado al circo eléctrico, como Stoffel Vandoorne, Lucas di Grassi, Sébastien Buemi o Antonio Giovinazzi. Le pregunto por la diferencia entre conducir un Fórmula 1 y un Fórmula E. “No diría que es más difícil pilotar un Fórmula E, pero sí diferente. Un F1 es muy difícil de conducir por muchas razones. Tienes que frenar en la marca del 100 cuando llegas a 340 km/h, ir a fondo en las curvas… Requiere habilidades completamente diferentes. Ni siquiera afecta igual a tu cuerpo, la F1 es mucho más dura desde el punto de vista físico. La Fórmula E es difícil, porque vamos más despacio en las curvas, pero al mismo tiempo el coche es mucho más complicado de manejar. Tienes que pelearte con el monoplaza para ser rápido”, concede. “La carrera, además, es un reto desde el punto de vista mental”, sigue, “porque tienes que pensar en muchas cosas, como la gestión de la energía, tienes que conducir con inteligencia para tener la energía necesaria en el momento justo de la carrera, aparte de preocuparte por todos los coches que tienes a tu alrededor”. Si de algo se enorgullecen todos los responsables de la Fórmula E es, precisamente, de su impresionante plantel de pilotos. “Todos cobran por correr”, me dice Alberto Longo, “y ésa es una de las razones por las que vienen con nosotros”. Alberto alude a una de las cuestiones más polémicas del automovilismo moderno: la ‘tarifa’ que los equipos de F3, F2 o F1 cobran a los jóvenes deportistas para darles un asiento, y que va del millón de euros en F3 a los 20 millones en la categoría reina. “Ya lo he dicho en el pasado, con ese tipo de prácticas nos estamos cargando el deporte”, me advierte unas horas después, mientras cenamos en un restaurante berlinés de decoración industrial que antaño había alojado una carnicería. Tener a “los mejores segundos pilotos del mundo” —en palabras de Agag— después de los de la F1 no sólo ayuda a dar credibilidad al campeonato y crear hype entre los fans, sino que garantiza épicas batallas cuerpo a cuerpo en unas carreras en las que
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la igualdad de los coches es la norma. En el último Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1 hubo —inusualmente— 12 adelantamientos. En el de Fórmula E, 63. Otra gran diferencia entre ambas categorías es el presupuesto de los equipos. El recientemente aprobado tope de gasto en la Fórmula E establece que las escuderías no pueden gastar más de 15 millones de euros al año, a los que hay que sumar otros 25 millones de euros cada dos años para el desarrollo del constructor. Los equipos punteros de Fórmula 1, por su parte, se están quejando en la actualidad de las dificultades para cumplir su ‘cost cap’ de 140 millones de dólares. “Lo que es fundamental para nosotros”, sigue Alberto Longo, “es tener una parrilla competitiva en la que todos tengan oportunidades de ganar. Mientras que tengan más o menos el mismo coche, esto va a seguir sucediendo. Como tenemos congelada la mayoría de los componentes con la que se hacen las grandes diferencias en otros campeonatos, y estamos hablando obviamente de la aerodinámica, al final las diferencias son mínimas, están en el software, y encima el software es lo que luego se traslada para hacer los coches de calle más eficientes, con lo cual es un win-win”. Cuando le pregunto a Alejandro Agag unas horas antes qué representaría para él morir de éxito con la Fórmula E, me responde exactamente lo mismo: “Para mí morir de éxito sería que siempre ganara el mismo”. Alberto Longo es cofundador y parte de la armada española de la Fórmula E —que, en la actualidad, tiene el mismo accionista mayoritario que la Fórmula 1, Liberty Global—. Sevillano de nacimiento, es cercano y afable, y me comenta el brillante futuro de la categoría con un fuerte acento andaluz. “Cada año recibimos unas 100 peticiones de ciudades que quieren albergar una prueba. En el primer filtro se caen el 70%, o bien porque la pista no es viable, o porque el promotor o el interés de la ciudad no es
“Yo no soy un ecologista, yo soy un empresario. Pero por fortuna los negocios y la ecología van de la mano. Afortunadamente para el mundo, porque de forma altruista aquí nadie hace nada”
tal cuando nos ponemos a hablar de lo que exige albergar una prueba. Al final cada año mantenemos conversaciones muy serias con cuatro o seis ciudades candidatas, de las cuales elegimos una o dos”. “A mí me gusta mucho decir que no conocemos el no por respuesta”, me asegura Alberto sobre el modo en que se negocia con ciudades, promotores o sponsors. “Lo nuestro es el por qué no. Obviamente hay muchas cosas que no han salido, pero la realidad es que es mucho más fácil ser como somos nosotros, porque al final no le cerramos puertas a nadie. La accesibilidad a un deporte como el que nosotros estamos proponiendo es algo que no había existido históricamente, en otras categorías es todo mucho más exclusivo”. En la Fórmula 1, por ejemplo, el fee para la entrada de un equipo nuevo en el circo es de 200 millones de dólares, mientras que los circuitos pagan una media de 30 millones de dólares por albergar un evento. “Nosotros tenemos distintos tipos de modelos”, dice Alberto. “Cuando todo lo organiza el promotor, paga el coste del evento y un fee que nos garantice un ingreso. Pero tenemos tantos modelos como carreras. Somos una empresa muy joven, tenemos sólo ocho años, y somos muy flexibles en las negociaciones. Si un mercado nos interesa, vamos a por él”. “El coste de montar un evento”, me explica, “puede estar entre los 8 y los 28 millones de euros, dependiendo del circuito”. La flexibilidad y la cintura del equipo de Agag ha sido clave en el crecimiento de la Fórmula E. Alejandro me cuenta, por ejemplo, cómo convencieron a Boris Johnson, entonces alcalde de Londres, para celebrar un Gran Premio en su ciudad. “La carrera se iba a disputar en Battersea Park, pero Boris estaba preocupado por que el ruido no molestara a los vecinos. Así que nos puso una prueba. Nos dijo: id mañana a las 4 de la mañana con el coche y dais una vuelta a toda velocidad. Yo voy a mandar a mi equipo a que esté con vosotros. Si se despierta alguno de los vecinos, no hay carrera. Y entonces dimos una vuelta a toda velocidad con el coche, que no hace ruido, no se despertó nadie, y nos dieron permiso para hacer el Gran Premio. Y Boris vino al circuito y condujo el coche. Casi atropella una ardilla”, me confiesa Agag entre risas. Alberto Longo también me explica las virtudes de la Fórmula E con un entusiasmo contagioso, pero cuando de verdad se le ilumina la mirada es cuando habla del Gen 3, el monoplaza con el que se correrá el año que viene y que supone el salto tecnológico definitivo para la categoría. “Tecnológicamente estamos 20 años delante de cualquier otra cosa que haya en el mercado a día de hoy. El look & feel del coche te puede gustar más o menos, pero lo que es una realidad es que el coche es una bestia. Estamos hablando de un vehículo que va a 320 km/h y que es capaz de generar el 40% de la energía que consume durante la carrera”. La carga hiperrápida de
FOTOGRAFÍAS: CORTESÍA DE DS Y DE LA FÓRMULA E.
las baterías, además, habilitará paradas en boxes de 30 segundos, lo que pondría fin al límite de 45 minutos para las carreras y las acercaría a la duración de otros deportes. No es de extrañar que dos gigantes del automovilismo como Maserati y McLaren ya hayan anunciado su intención de participar el año que viene; o que cada vez más sponsors se unan a la aventura. Con las crecientes restricciones de las autoridades mundiales a los motores de combustión —la UE exige que se dejen de fabricar a partir de 2035—, la pregunta ya no es si la Fórmula E tiene futuro, sino más bien en qué momento los fabricantes dejarán de tener interés en la Fórmula 1. “Estoy convencido de que algún día la cima de las carreras será eléctrica”, sostiene Agag. “No sé si se producirá un sorpasso a la Fórmula 1 o si será una absorción, una fusión, una colaboración o como lo quieras llamar. Yo desde luego estoy intentando promover eso, aunque de momento me siento como el que clama en el desierto. Soy el único que está apostando por eso. Pero creo que por ahí va el camino. De una forma o de otra hay que converger”. A V E N T U R A S E L É C T R I C A S . La Fórmula E sigue siendo un deporte con fuerte acento español, aunque en los últimos tiempos se ha producido un importante desembarco de trabajadores provenientes de Liberty Global. En septiembre de 2019, el propio Agag dio un paso al lado y nombró al canadiense Jamie Reigle como CEO de la Fórmula E. “A mí lo que me gusta es empezar los proyectos, una vez que ya que estén montados paso el testigo a otra persona y monto otro nuevo”, me asegura Agag, que se mantiene como Presidente y cara visible de la categoría. Ese otro nuevo proyecto del que habla es, por el momento, la Extreme E, una categoría de SUVs eléctricos que tuvo su temporada inaugural en 2021. “Un día, hablando con un amigo mío, Gil de Ferran, que es un piloto que ganó la Indy 500, le dije que yo quería montar algo de todoterrenos eléctricos, y me dijo que por qué no me lo llevaba a los lugares más remotos del planeta, y pensé: ésa es la idea. Y de ahí salió la Extreme E. Hasta ahora hemos hecho carreras en Groenlandia, en el Mar Rojo, en Senegal, en Arabia Saudí, en el desierto, que es espectacular… Igual hacemos una en Chile, en Atacama, hemos hecho en Uruguay y vamos a hacer sendas carreras, esperemos, en el Amazonas y en el mar de Aral”. “Las carreras de Extreme E”, sigue explicando Agag, “enseñan a la gente unos sitios en los que de otro modo no fijaría su atención. Por ejemplo, el mar de Aral, nadie lo ve. Pues haces una carrera allí y los 25, 30 o 50 millones de personas que ven una carrera de Extreme E se dan cuenta de que existe el mar de Aral. Ése es el concepto de Extreme E: llevar la carrera a un sitio para llamar la atención sobre lo que está sucediendo con el cambio climático. En Groenlandia fuimos a un lugar que antaño estaba cubierto por
una placa de hielo que a día de hoy, por desgracia, ya no existe”. ¿Y el tema de los barcos, ése que hizo dudar a Ana de su salud mental? “Los barcos es un campeonato mundial, lo que eran antes los power boats, pero eléctricos. Durante el confinamiento, paseando por el río que hay cerca de mi casa, con un ingeniero amigo mío que había hecho las baterías de la Fórmula E, empezamos a hablar del tema… Hablamos con la federación de motonáutica, nos dio el permiso para hacer el campeonato del mundo y vamos a hacer el campeonato del mundo. Y además con esto puedes correr en ciudades. En Zurich, por ejemplo, hicimos una carrera de la Fórmula E a la que fueron 250.000 personas, pero claro, bloqueamos toda la ciudad, todas las calles… y no la hemos podido repetir. Con los barcos te metes en el lago, estás en el centro de la ciudad, pero no tienes que cortar ninguna calle. Y te vale para otros sitios. Río de Janeiro, Sidney, Hong Kong, Londres… París, en el río, donde quieras”. Escuchando hablar a Alejandro, uno podría pensar que es una especie de Bill Gates, un hombre de negocios reconvertido en filántropo obsesionado por el medio ambiente. Pero Agag se sacude el sambenito de activista climático con cierto desdén. “Yo no soy un ecologista, yo soy un empresario. Lo que pasa es que afortunadamente los negocios y la ecología van de la mano. Afortunadamente para el mundo, porque si no fuera así, de forma altruista aquí nadie hace nada. Eso te lo garantizo. En Francia pusieron un impuesto de un céntimo en la gasolina para el tema medioambiental y los chalecos amarillos todavía están quemando paradas de autobús. Fue una reacción a un ecoimpuesto”, se lamenta. “Si a ti te dicen”, continúa, “que a partir de mañana no vas a tener calefacción en casa Jean-Éric Vergne ha sido dos veces campeón del mundo con el equipo DS.
para ser ecológico, tú dices que ni de coña. Por tanto, hay que hacer compatible el bienestar con el desarrollo sostenible, porque si no lo hacemos así, no va a ocurrir. Yo me siento parte de ese proceso. Yo soy un empresario concienciado con el tema medioambiental, pero no soy un ecologista. Soy un empresario que afortunadamente orienta sus negocios hacia la parte ecológica, precisamente porque la parte ecológica es la que funciona ahora. Todo tiene que ser ecológico, pero hay que hacerlo rentable. Si no lo hacemos rentable, no vamos a ir a ningún lado”, sentencia. Para quien no conozca a Alejandro, ésa es, quizás, la frase que mejor lo define: un emprendedor en serie, un visionario capaz de vislumbrar hacia dónde se dirige la corriente del mundo y apostar todo su capital en esa dirección. Un optimista nato que camina como nadie sobre esa fina línea que separa la genialidad de la locura. Terminamos nuestra conversación recordando el día que nos conocimos. Fue en una gala de los Hombres GQ del Año en Madrid, en la que recibió uno de los galardones. “Fue en 2008”, me recuerda, “lo sé porque antes de venir le he echado un ojo a la estatuilla y lo pone”. Nos emplazamos para vernos el día siguiente, sábado, jornada en que se disputa la clasificación y la primera carrera, de dos, del Gran Premio de Berlín. Dejo a Agag en su suite, de la que entran y salen personas como si se tratase del camarote de los hermanos Marx, con la impresión de que no es la última vez que escribiré una historia hablando de él y de sus proyectos. Y pensando que algo de visionarios también debemos de tener en GQ teniendo en cuenta que, allá por 2008, ya lo premiamos como el mejor empresario del año. Y tan sólo acababa de empezar. HÉCTOR IZQUIERDO
es redactor jefe
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Modelo y skater, la carrera de Evan Mock dio un vuelco cuando HBO lo eligió para dar vida a Akeno Menzies en el revival de Gossip Girl. Aquí, el actor hawaiano demuestra que sabe de sobra cómo dar vida a la tendencia streetwear.
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Jersey de cashmere y camisa a rayas Isabel Marant. Pantalones de piel Lanvin. Calcetines Dior Men. ESTA PÁGINA
Camisa de cuadros Dsquared2. Pantalones vaqueros Calvin Klein Jeans. Zapatillas Classic Slip-On Vans. Broche transformable en colgante en oro blanco, rosa y amarillo Chaumet. Calcetines Falke. → PÁGINA SIGUIENTE
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Camiseta crop y shorts con print psicodélico Prada. Gafas de sol Loewe. Broche transformable en colgante en oro blanco, rosa y amarillo Chaumet. Calcetines Falke.
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P RO D U C C I Ó N : N ATA L I A TO R R ES . M AQ U I L L A J E Y P E LU Q U E R Í A : J E N N Y S AU C E @ T H E WA L LG RO U P. P RO D U C C I Ó N LO CA L : A N TO N I A S I N G E R. AS I ST E N T E D E FOTO G R A F Í A : D I N A G A D. A S I ST E N T E D E E ST I L I S M O : J U A N LU I S A S C A N I O, M A I D E R LO P E T E G U I Y G E M M A R E Y. A S I ST E N T E D E P R O D U C C I Ó N : M AYA D E S O L A G E S .
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Chaqueta de cuero Prada. Pantalones vaqueros Saint Laurent por Anthony Vaccarello. Gafas de sol Carrera. ESTA PÁGINA
Jersey de punto calado Loewe. Falda de cuadros Louis Vuitton.
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El de MotoGP, por supuesto, con la lucha entre Aleix Espargaró y Fabio Quartararo. Pero también el de fútbol, que empieza el 21 de noviembre en Qatar. Así que nos hemos preguntado: ¿Qué tal se les dará a los mejores pilotos del año el noble arte del balompié? P o r REDAC CI Ó N G Q
Fabio Quartararo
Monster Energy Yamaha MotoGP
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Francesco Bagnaia Ducati Lenovo Team
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Prima Pramac Racing
Joan Mir
Team Suzuki Ecstar
Bébete el verano a pequeños sorbos
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En verano, la vida hace una diminuta pausa. La pausa justa para sentarse y disfrutar, a delicados sorbitos, de tu vino o destilado favorito. P o r H É C T O R I Z Q U I E R D O
ST. PETRONI La uva albariño le da un carácter muy especial a este Vermú de Padrón, que no pica pero sí amarga merced a su sabor intensificado a base de botánicos locales y mucho saber hacer.
MARQUÉS DE MURRIETA El vino rosado está de moda, y Primer Rosé, que nació en 2015 y es el único en España elaborado con uva mazuelo, ya está en el pódium de los mejores.
PRADOREY Blanco 2020 es un multivarietal de uvas blancas de la Ribera del Duero, sometidas a un añejamiento de 5 meses en depósitos de hormigón y otros 5 en roble americano y francés.
TÍO PEPE La llegada de la primavera trae consigo, junto con el buen tiempo, la salida al mercado de Fino en Rama, el fino más salvaje y sin filtrar de la bodega de Jerez. Disfruta de esta Saca de 2022.
EMILIO MORO Elaborado con uvas tempranillo del pago del mismo nombre, plantadas en 1944 e injertadas en 1964, Malleolus de Sanchomartín 2018 es una fiesta para todos los sentidos. TARSUS La bodega de la Ribera del Duero viaja hasta Rueda para elaborar este monovarietal de Verdejo clásico de Rueda fresco, con notas de frutas blancas, cítricas herbáceas y anisadas.
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DYC Por su 60º aniversario, la destilería segoviana decidió regalarse un single malt con whiskys envejecidos al menos 15 años. El sueño de Nicomedes García está más vivo que nunca.
SANTA TERESA En 1996, la destilería cumplió 200 años. Para celebrarlo, decidió crear un ron que resumiera su saber hacer: un ron añejado por solera que contuviera rones de hasta 35 años: 1796.
BRUGAL 1888 es un ron doblemente envejecido: primero madura en barricas de roble americano que han contenido bourbon y después en barricas de roble europeo de Jerez.
GLENFIDDICH La maduración de este 15 años tiene lugar en tres tipos de barricas: de olorosos de Jerez, roble nuevo y roble americano ex-bourbon. El blend de los tres se realiza por el sistema de solera.
DON JULIO Para elaborar Reposado se utiliza un 100% de agave azul, cuyo destilado se envejece 8 meses en barrica de roble. Esto le aporta sus toques de vainilla y de chocolate negro.
THE GLENROTHES Los 18 años marcan, en la casi todos los países, la mayoría de edad. En Escocia, también representan ese punto en que los whiskys empiezan a ser sublimes, como este 18 Years Old.
JÄGERMEISTER La receta original de 56 botánicos del licor alemán más famoso del mundo se reinterpreta en Manifest, que añade al conjunto la complejidad de los aromas de la madera de roble. BAILEYS Después de una copiosa cena, suele apetecer un digestivo. Y pocos hay tan dulces, acaramelados y deliciosos como Original Irish Cream, mezcla de crema, whisky y otros ingredientes.
JOHNNIE WALKER Black Label es, probablemente, el rey de los blended escoceses, la mejor compra calidad precio. Está elaborado con whiskys de toda Escocia, envejecidos al menos 12 años.
COINTREAU El licor de cáscara de naranjas Cointreau es, quizás, la marca comercial que está presente en más recetas de cóctel en todo el mundo. Incluida la del famoso margarita. BARCELÓ Organic surge de la visión de la sostenibilidad del grupo Barceló. Es un ron de producción limitada, envejecido en barricas de roble nuevo y con un packaging totalmente ecológico.
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MAR DE FRADES Entre la realeza de los albariños, elaborado en la milla de oro de las Rías Baixas, encontramos este Albariño Atlántico con su carácter salino y aromático, forjado por la bravura del océano.
COSME PALACIO Su Reserva Blanco 2018 es un Rioja 100% Viura envejecido en barricas de roble francés con un tostado suave durante 10 meses, lo que le aporta una singular complejidad.
MARTINI Este vermut de la gama premium de Martini, Riserva Speciale Rubino, se caracteriza por su gran cuerpo, su complejidad y un rico amargor con notas herbales y de madera.
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MARQUÉS DE VARGAS Pazo de San Mauro se elabora en Rías Baixas, en el Condado de Tea, a orillas del Miño, en un pazo que data de 1591. Es fresco, afrutado y con aromas de cítricos y flores blancas.
AZPILICUETA Elaborado con uvas tempranillo, graciano y mazuelo, Azpilicueta Reserva es uno de los mejores tintos de Rioja, con una crianza de al menos 16 meses en roble francés y americano.
ASISTENTE DE FOTOGR AFÍA: FL AVIO ORSOL ATO. ASISTENTES DE PRODUCCIÓN: AMAIA ZUBIA, L AUR A CHAFER Y ELENA ÁVIL A.
PATRÓN Elaborado con agave azul tequilina Weber, Patrón Silver destaca por sus singulares transparencia, aromas florales y cítricos y su particular final con toques de pimienta. ¿Apetece un shot?
TORRES Alta Luz es el primer brandy cristalino destilado por Torres, futo de un cuidado filtrado mineral. Elegante en botella, pero también en boca, está añejado en barricas de roble francés.
THE LONDON Nº 1 Esta Gin londinense premium se destila con 12 botánicos procedentes de todo el mundo por el método del Pot Still, un alambique tradicional generalmente usado para producir whisky o brandy.
HENDRICK’S La ginebra premium escocesa tira de raíces para su edición especial Neptunia, que está elaborada a base de botánicos de la costa de Escocia que le aportan notas terrosas. BEEFEATER Si hablamos de una London Dry Gin, tenemos que hablar de Beefeater, la primera ginebra que se destiló en Londres y que sigue enamorando con su gusto cítrico y afrutado.
BOMBAY El gin-tonic es una de las bebidas oficiales del verano. Para darle un toque extra de frescor y acidez, Citron Pressé te ofrece notas de limón que prolongan el aroma del resto de botánicos.
GIN MG Reconozcámoslo. En la última década se nos fue un poco la mano con el perfect serve del gin-tonic. La marca española Gin MG propone volver a los orígenes con una ginebra seca y sin artificios.
THE MACALLAN Ojalá alguien te trate con el mismo mimo que The Macallan obsequia a sus whiskys. 12 años Double Cask es un single malt añejado en barricas de jerez de roble americano y europeo.
GREY GOOSE Todo es francés en este Vodka premium: el trigo blando de invierno y el agua del manantial de Gensac. El resultado es un aroma floral, con un acento meloso y sabor a caramelo.
SEAGRAM’S Grano 100% americano, doble destilación en frío en alambiques de 100 años de antigüedad y una combinación de botánicos que incluye naranjas españolas dan forma a esta Dry Gin. LARIOS El número 12 que nombra esta ginebra premium no alude a los años de crianza, sino a los botánicos que le confieren sus aromas mediterráneos a limón, naranja, mandarina y flor de azahar.
CÎROC Por lo que sea, los vodkas rusos no gozan de mucho predicamento ahora mismo. Una buena excusa para probar este Snap Frost Vodka francés premium destilado sólo a partir de uvas galas.
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El hombre que soñaba con la plenitud Vincent Chaperon, el Chef de Cave de Dom Pérignon, crea vinos que no verán la luz hasta dentro de 15 o incluso 40 años. La suya es una misión multidimensional. P o r V I C T O R I A B R AV O L L E G A D A al mundo anticipaba lo que sería su proyecto de vida. Vincent Chaperon nació en El Congo en 1976 (su padre estaba a cargo de la reforestación de esta región), en el seno de una familia de viticultores de Burdeos. Ha trabajado las viñas del viejo mundo: Pomerol, Saint-Émilion y Sauternes; pero también del nuevo, concretamente de Chile y Argentina. Experiencias que configuraron su personalidad: un poco de ingeniero agrónomo (se graduó en Montpellier en el 98) y un poco de filósofo (cree que hace falta una parte literaria para hacer bien su labor). Después de 14 años colaborando estrechamente con Richard Geoffroy (su antecesor en el cargo durante 28 años), el 1 de enero de 2019 Vincent tomó el testigo y se convirtió en el séptimo Chef de Cave de Dom Pérignon. Ahora está inmerso en una travesía de largo recorrido, porque en esta casa —que encuentra su origen en la llegada del monje de mismo nombre a la abadía de Hautvillers, allá por el 1600—, todo se construye en relación con los años. El Vintage 2004 Plenitude 2, el último lanzamiento de la bodega, es una prueba clara de todo lo anterior, un champagne que ha experimentado una maduración de nada menos que 18 años —lo que son casi dos décadas en convivencia directa con las levaduras—. “Hacemos un blend que sabemos que va a soportar el paso del tiempo”, confiesa Vincent. Y, como todo es cuestión de relevo, al U
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Dom Pérignon Vintage 2004 Plenitude 2. Cacao, nueces tostadas, brioche, miel y una marcada mineralidad.
“Me gustaría ser recordado como el hijo espiritual de Dom Pérignon” —VINCENT CHAPERON
2004 le sustituye en la cava el 2021, una añada que ha resultado ser muy especial para él. It’s dance and it’s dancing, es la frase que le asaltó tras su vendimia: “Hemos peleado contra todos los imprevistos e inclemencias que podían ocurrir. Se ha perdido una gran cantidad de uva, ésta ha sido una de las recolectas menos abundantes. Pero tuve una corazonada”. Todo lo ocurrido durante 2021 lo ha escrito, fotografiado y guardado en una caja. Un método de clasificación y archivo que su compañero Daniel Carvajal, enólogo de Dom Pérignon, cree que es herencia de los tres años en los que Vincent y Richard trabajaron junto a Ferran Adrià para estudiar el ADN de este champagne e inspirar a nuevas generaciones, en un proyecto que se bautizó como Dom Pérignon Decoding. Esta experiencia lo marcó y le ha unido a España de forma natural y espiritual. De esa colaboración nació el mapa conceptual en el que se explica todo el proceso de vinificación, desde el terreno y el ensamblaje, hasta la maduración. Una información que se organiza en forma de espiral, porque todo va y todo viene, pero la creación nunca termina. La relación con los hermanos Adrià continúa hoy; con Ferran tiene cientos de ideas de proyectos y con Albert, al que también considera fascinante, ha colaborado este año en el proyecto del restaurante efímero ADMO, que, durante cuatro meses, reunió en un mismo espacio en París a Alain Ducasse, Albert Adrià y Vincent Chaperon para trazar puentes entre las cocinas europeas y el vino. ¿Cómo le gustaría ser recordado en la historia de Dom Pérignon? Lo tiene claro: “Como el hijo espiritual de Dom Pierre Pérignon”. V I C T O R I A B R A V O es periodista experta en gastronomía y colaboradora de G Q .
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La nu que veva estre iene d lla (el éctric el nor te a)
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cambio, los acabados del coche y el diseño son de otro mundo si los comparamos con los de la marca americana. Como decíamos, la calidad percibida es la de un fabricante premium como Volvo, y la atención puesta en cada detalle bebe de la tradición del grupo sueco. Al volante, el Polestar 2 muestra también unas aptitudes sobresalientes. La estabilidad del vehículo en curva está a la altura del mejor coche eléctrico que hayas llevado, pero extrañamente esa rigidez no lo penaliza en carreteras bacheadas o a alta velocidad. Es suave y agradable de conducir en cualquier circunstancia y el habitáculo es un placer para los sentidos. En caso de que quieras uno, has de saber que el proceso de compra es digital, y se completa en espacios físicos de la marca. Aunque, si lo prefieres, también puedes esperar al Polestar 3, un SUV grande; o al 4, un SUV coupé más pequeño que llegará en 2023. HÉCTOR IZQUIERDO
jefe de G Q .
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El Polestar 2 ha recibido numerosos premios por su diseño y performance. Y, viéndolo en foto o en directo, extraña bien poco.
FOTOGR AFÍAS: CORTESÍA DE POLESTAR.
eléctrica ha puesto sobre el tapete de la movilidad marcas muy interesantes que hace unos años ni siquiera existían. Si te preguntamos por una, probablemente la primera que te salga sea Tesla. Pero hay otra con acento sueco y calidad de fabricación Volvo —el hermano mayor— que acaba de llegar a España y merece, cuando menos, tu atención: Polestar. Aterriza en España con el Polestar 2, una berlina premium de 4,61 metros que se vende en tres versiones distintas: Standard Range Single Motor (170 kW de potencia/474 km de autonomía); Long Range Single Motor, que aumenta la autonomía hasta los 542 km; y Long Range Dual Motor, con dos motres eléctricos para una potencia total de 300 kW y una autonomía de 482 km. La versión más barata sale por 47.190 € (sin ayudas). Es casi 5.000 euros más barata que un Tesla Model 3, aunque es cierto que dispone de menos potencia y autonomía. A A
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FOTOGRAFÍAS: CORTESÍA DE HYUNDAI.
a la era espacial Espacial, de espacio; y espacial, de nave. El Staria tiene de ambas cosas pero, sobre todo, es un monovolumen polivalente y muy confortable. P o r H É C T O R I Z Q U I E R D O días te presentan un coche como el Hyundai Staria. El fabricante coreano vive un momento muy dulce en España y en el resto del mundo y, para confirmarlo, parece haberse querido regalar un vehículo atípico que parece ir en contra del gusto de los tiempos por el SUV. Empecemos por lo obvio: O TODOS LOS
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En el interior todo está digitalizado, incluida la instrumentación. El puesto de conducción es excelente.
el diseño de este monovolumen, por el que la marca ha ganado un premio Red Dot, es altamente polarizante; o, dicho de otra manera, no deja indiferente. Está dibujado con un solo trazo y parece más una nave espacial que un coche. Particularmente, a mí me gusta, pero eso es lo de menos, porque el Staria inaugura una nueva categoría de vehículos en Hyundai diseñados de dentro hacia afuera. Esto es: lo primero, la función y el uso. Después, la forma. Así, si tienes que trasladar entre 7 y 9 personas de forma habitual y quieres hacerlo con la comodidad de la business class de un avión, el Staria podría ser tu próximo coche. No hay muchas opciones con tanto espacio interior y confort. Familias numerosas, amantes de los deportes outdoor… Desde 52.990 euros este modelo puede ser vuestro. Se conduce bien —incluso es bastante maniobrable en ciudad, a pesar de sus 5,2 metros— y resulta muy confortable para todos los pasajeros en desplazamientos largos. Por el momento, sólo se ofrece con un motor diésel CRDi de 2,2 litros y 177 CV, suficientes para moverlo con ligereza, aunque no para hacer conducción deportiva. Tampoco es que lo pida el Staria, que si acaso puede tener apetencia por algo más allá de la ciudad y la autopista es por los caminos offroad. Por ello dispone de una versión con tracción 4x4, perfecta para llegar, por ejemplo, a los pies de una montaña —importante, teniendo en cuenta que, de repente, todo el mundo escala—. ¿Que no sería genial que Hyundai hiciera una versión camper? HÉCTOR IZQUIERDO
es redactor
jefe de G Q .
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Los héroes de la nueva era eléctrica toman la pista
habitual que una marca desvele todos sus modelos de aquí a tres años en un acto multitudinario retransmitido para todo el mundo. Lo normal en cualquier lanzamiento es empezar con un concept, para después deslizar alguna filtración interesada, quizás algún teaser… Pero en Cupra se vanaglorian de no ser una marca convencional y de hacer las cosas de un modo diferente. Y hasta ahora no les ha ido mal con ese planteamiento. En sus O ES MUY
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tres años de vida, Cupra ha entregado ya 200.000 unidades, y su facturación ha pasado de 430 millones de euros en 2018 a unos 2.200 millones de euros en 2021. Viendo su crecimiento casi exponencial, no es de extrañar que en 2022 se planteen duplicar tanto su facturación como su red global de distribuidores y flagships —llamados estos últimos Cupra City Garages—. Pero la madre del cordero para cualquier fabricante de automóviles es, por supuesto, el producto. Sin el éxito fulgurante del Formentor nada
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El Urban Rebel es un urbano eléctrico de diseño muy emocional y 4 metros de longitud que se postula como sustituto del histórico SEAT Ibiza.
de esto habría sido posible; y, para que continúe la fiesta, el fabricante español apuesta por tres modelos electrificados con los que quiere revolucionar el mercado: el Terramar, el Tavascan y el Urban Rebel. El primero en llegar a las calles será el Cupra Terramar, cuyo nombre alude al histórico circuito oval de Sitges que ha adquirido un importante simbolismo para la marca, pues allí es donde “nació” oficialmente. Será un SUV deportivo electrificado de unos 4,5 metros, primo del Audi Q3, y el modelo que liderará la
FOTOGRAFÍAS: CORTESÍA DE CUPRA.
Bajo el lema “nuevos héroes para una nueva era”, Cupra presentó en Sitges todos los modelos que definirán un futuro electrizante. P o r H É C T O R I Z Q U I E R D O
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transición hacia una electrificación plena, con versiones de combustión e híbridas enchufables de hasta 100 km de autonomía en modo 0 emisiones. Se le espera para 2024, igual que al Cupra Tavascan, que será el primer envite netamente eléctrico del fabricante en el segmento SUV y del que ya habíamos vislumbrado casi todas sus líneas en el Tavascan Extreme E Concept 2021. No obstante, habrá que esperar hasta 2025 para disfrutar del vehículo más ambicioso de todos los que ha presentado Cupra: el Urban Rebel —la idea es que se venda por debajo de los 25.000 euros, y eso en el momento actual parece, cuando menos, complejo—. Su concepto no puede ser más osado. Básicamente, es casi el mismo coche que el showcar que Cupra ha estado paseando por todos los salones, sólo que sin el exagerado alerón trasero que nos remitía a los vehículos de competición. Por fuera, marca un punto de inflexión respecto al actual lenguaje de diseño de Cupra, muy apegado aún a la
El Cupra Terramar (arriba, en el centro), el Tavascan (izda.) y el Urban Rebel (dcha.) marcarán el futuro de Cupra de aquí al año 2025.
“Emocional, sexy, divertido de conducir y, al mismo tiempo, accesible”. Así define Wayne Griffiths, presidente de SEAT y Cupra, el nuevo Urban Rebel.
herencia de SEAT —pasa lo mismo con el Tavascan y el Terramar, y con el futuro rediseño del Formentor, del que la marca enseñó el frontal en Sitges—. Por delante, sólo conserva la idea de los faros delanteros de forma triangular, aunque convenientemente reinterpretados. Por detrás, sigue la línea de los actuales modelos de Cupra, que tan buena acogida ha tenido entre el público. Pero la auténtica vuelta de tuerca sucede en el interior, en un puesto de conducción que rompe por completo con todo lo anterior y se inspira en el mundo del gaming (obsérvense los botones del volante, por ejemplo, sacados de los controles de un mando de consola). Con el Urban Rebel, Cupra pretende democratizar el acceso al coche eléctrico, pero no con un coche aburrido y de bajas prestaciones, sino todo lo contrario: 226 CV (166 kW) de potencia, aceleración de 0 a 100 km/h en 6,9 segundos y una autonomía de hasta 440 kilómetros. Será el modelo clave de Cupra, el que la hará crecer en volumen en todo el mundo, y se fabricará en Martorell, por lo que todo queda en casa. “Emocional, sexy, divertido de conducir y, al mismo tiempo, accesible”, en palabras de Wayne Griffiths, presidente de SEAT y Cupra. Qué supondrá esta apuesta decidida por Cupra para su histórica marca hermana… Nadie lo sabe decir. Pero el nuevo León también enseñó la patita en Sitges y ya mostraba el rediseño de Cupra. HÉCTOR IZQUIERDO
es redactor
jefe de G Q .
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La influencer Ko Hyo Joo, el skater Lil Dre y el actor Jorge López forman parte del gang de CH 212 Heroes.
Ellas también le dan al ‘skate’ FOTOGRAFÍAS: CORTESÍA DE CAROLINA HERRERA.
La cultura del skate es el paraguas que engloba a una generación de jóvenes brillantes que Carolina Herrera recupera en 212 Heroes For Her. P o r R E D A C C I Ó N G Q nos gustaría a todos ser eternamente jóvenes? Y no, no nos referimos a conservar la lozanía física de los 20, sino el espíritu ingenuo, transgresor y libre de esa etapa de la vida en que todo está por descubrir… o por inventar. La generación Z es, probablemente, la más creativa, fluida y sin prejuicios de la historia. Ha impuesto sus códigos de vestimenta —el omnipresente streetwear, surgido del mundo del skate— y su espíritu iconoclasta. Y Carolina CASO NO
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Herrera quiso rendirle homenaje con 212 Men Heroes, una fragancia que no sólo encapsulaba ese sentimiento, sino que lo personificaba en un gang de jóvenes guapos, diversos, brillantes y talentosos como KJ Apa, Taylor Hill, Indya Moore, Ed Munro o Jorge López. Ese gang revive ahora en la versión femenina, con las incorporaciones de las skaters Sierra Prescott, Lizzie Armanto y Aori Nishimura. El poder transformador de la juventud y el empoderamiento, de nuevo con firma de CH.
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No te olvides de ellos en verano Haz hueco en la maleta para algunos de estos cacharros que te van a solucionar cualquier mínimo atisbo de aburrimiento. P o r N É S T O R PA R R O N D O
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2. SAMSUNG
3. RIG
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Los auriculares con mejor cancelación de ruido del mercado estrenan un diseño más ligero y más ergonómico. La calidad del sonido sigue siendo altísima. (450 €).
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Consigue los mejores ángulos para tus fotos y vídeos con este dron de apenas 249 gramos de peso dotado de sensores para evitar obstáculos. (829 €).
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Llévate contigo a cualquier parte un cine 4K gracias a este proyector minúsculo capaz de lograr una pantalla de 100 pulgadas en cualquier dirección. (999 €).
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Juega con la máxima precisión con tu móvil como si fuera una consola con este mando compatible con teléfonos Android y con la plataforma Xbox Game Play. (89,90 €).
WATER-H
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FOTOGRAFÍAS: CORTESÍA DE LAS MARCAS.
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OPINIÓN
I love techno
Cada vez vas a más de tu teléfono móvil
‘ S M A R T P H O N E ’ ya ha ‘matado’ a tu cámara de fotos, a tu reproductor de música, a tu videocámara, a tu calculadora y a tu despertador. Esta lista de víctimas se va a hacer incluso más larga, ya que dentro de poco va a ir a por tu cartera, a por tus contraseñas de internet e incluso a por tu mismísimo banco. Tu smartphone pronto estará aún más ligado a los aspectos no digitales de tu vida. Ésa es una de las principales conclusiones de iOS 16 y Android 13, las nuevas actualizaciones de software que llegarán a finales de este año de Apple y Google. Ambos gigantes tecnológicos quieren convertir tu teléfono en una cartera digital para almacenar tu DNI y otros documentos esenciales, acercando tu teléfono a tu identidad más que nunca. Las empresas también siguen mejorando la forma en que los teléfonos se comunican con los coches, los aparatos domésticos inteligentes y otros dispositivos cotidianos. Tanto iOS 16 como Android 13 están llenos de ajustes y nuevas funciones, algunas de las cuales son más importantes que las carteras digitales y las conexiones más rápidas (como la herramienta Safety Check de Apple para proteger a las víctimas de abusos, y las nuevas actualizaciones de privacidad de Google). Pero el solapamiento entre los dos sistemas operativos subraya el papel cambiante del teléfono en nuestras vidas. Según los últimos anuncios de Apple y Google, lo que ocurre alrededor del teléfono será tan importante como lo que ocurre en él. Cuanto más unidos estén nuestros teléfonos a elementos esenciales de la vida diaria, como carteras, tarjetas de crédito, coches y electrodomésticos, más difícil será separarse de ellos (o cambiar entre iPhone y Android). El concepto no es nuevo; la industria se ha movido en esta dirección durante años. Pero TU
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los cambios en iOS 16 y Android 13 aportan importantes mejoras a los respectivos enfoques de Apple y Google que probablemente acelerarán estas transformaciones. El monedero digital fue uno de los grandes protagonistas durante el anuncio de iOS 16 de Apple y el avance de Android 13 de Google. El cambio más significativo que llega a Apple Pay es una nueva opción llamada Apple Pay Later, que divide el coste de una compra en cuatro cuotas iguales sin intereses, una novedad de lo más interesante en un momento en el que los bancos van a encarecer los préstamos. Con iOS 16, las tarjetas de identificación almacenadas en Apple Wallet también pueden utilizarse para verificar la edad dentro de las aplicaciones. De momento, el Gobierno de España no ha autorizado que el DNI se pueda almacenar en el móvil, pero sí el carnet de conducir. Google, por su parte, detalló una importante renovación de su aplicación Wallet durante su conferencia I/O que la pone a la altura de Apple. La nueva Google Wallet almacenará documentos personales como
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tarjetas de pago y de transporte, registros de vacunación, tarjetas de embarque y carnés de estudiante. Apple, Google y Microsoft se han comprometido a que FIDO estará disponible el año próximo en sus sistemas operativos y navegadores de internet. La gran fortaleza de FIDO es que la autenticación del usuario es local. Ocurre dentro del móvil y se basa en los sensores biométricos o en un PIN maestro. Sólo hará falta apuntar con la cámara del móvil a la página web y podremos acceder al correo electrónico o a nuestro banco sin necesidad de introducir contraseñas. En conjunto, las actualizaciones de Apple y Google representan un paso más hacia su objetivo común de hacer que las carteras físicas y las passwords queden obsoletas, un cambio que inevitablemente nos hará más dependientes de los dispositivos móviles. Así que ni se te ocurra perder el móvil en la playa. N É S T O R P A R R O N D O es experto en tecnología y redactor de G Q España.
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LUJO CONTEMPORÁNEO
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Situado en el madrileño barrio de las Salesas, el Urso Hotel & Spa fue el primer hotel boutique de cinco estrellas de Madrid. Se inauguró en 2014 y forma parte de Small Luxury Hotels of the World. Su arquitectura palaciega data de principios del siglo XX, pero la restauración a la que fue sometido el edificio le ha hecho encontrar un perfecto equilibrio entre el estilo neoclásico y las comodidades de un establecimiento del siglo XXI. En esa mentalidad contemporánea entra, por supuesto, la sostenibilidad: el hotel ha eliminado los plásticos de un solo uso, se alimenta en gran parte de placas solares y ha instalado cargadores para los coches eléctricos de los clientes.
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BARISTA EN CASA El café, tras el vino, los destilados y la coctelería, es la última frontera líquida para los gourmets. Por ello, cada vez se están haciendo más populares las máquinas semiprofesionales con las que poder degustar un espresso perfecto en casa —sin que te estropeen esa variedad única de grano que tanto te gusta—. Esta Breville Bijou Barista VCF149X es tan compacta como versátil. Ocupa poco espacio en la cocina, pero permite extraer todo el aroma al café gracias a su ciclo de preinfusión y dispone de una lanza de vapor con la que podrás conseguir una crema de leche para lattes y cappuccinos como la de tu cafetería preferida. La puedes comprar por 216,90 €.
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El calor ha llegado para quedarse y nada apetece más que perderse en una isla griega y disfrutar del Mediterráneo en todo su esplendor. Ahora tendrás una excusa más para viajar al archipiélago las Cícladas —si acaso la necesitas—, porque Fendi acaba de abrir su nueva boutique en la isla de Mykonos, en pleno mar Egeo. El establecimiento, que está inspirado en los códigos arquitectónicos de la zona, está ubicado en el sur de la isla, dentro del Nammos Village, uno de los destinos de verano y compras más importantes de Mykonos. Consta de 90 metros cuadrados distribuidos en dos plantas, con una decoración que igualmente sigue los cánones tradicionales y en la que predomina la puzolánica, la madera y el bambú. Luminosa y alegre, ofrece las colecciones de mujer y hombre, y consta también de dos terrazas en las que sentir en la piel ese sol que sólo existe en el sur de Europa.
VIVE LA EXPERIENCIA COMPLETA A poco que seas un avezado gourmand, sabrás que, en cuestión de combinados, tan importante es el destilado que pones en la copa como el mixer. Cuántas copas no se habrán arruinado por un refresco de baratillo… Pero a poco que hayas vivido un poco también, sabrás que no sólo se trata de tener en la mano el elixir soñado, sino asimismo de dónde te lo tomes, en compañía de quién y viviendo qué experiencia. Por ello, siempre nos gustarán las inciativas como Live The Roof, de Royal Bliss, que vuelve este verano con un ciclo de 40 conciertos de artistas emergentes de nuestro país en las mejores azoteas de la ciudad a esa hora mágica del atardecer. ¿Te imaginas algo mejor que tomar tu trago preferido, con el mixer ideal, tus amigos alrededor, buena música en el escenario y el skyline de tu ciudad como telón de fondo? Pues eso. Pudiendo tenerlo todo, por qué conformarse con menos.
GABINETE POP
Un vampiro en Italia POR NOEL CEBALLOS
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D E O C U R R I R a principios de la década de los sesenta. Christopher Lee, imponente actor británico famoso por sus películas de terror para la productora Hammer Films, se encontraba pasando el verano en la Toscana junto a su esposa, la pintora y modelo danesa Birgit Krøncke, cuando en su coche se pinchó una rueda. Tal como él lo recuerda, era una zona bastante solitaria, luego no le quedó más remedio que dejarla a ella en el coche (estaba embarazada de su primera hija) para ir a buscar ayuda. DEBIÓ
De camino a la única casa que ve en varios kilómetros a la redonda, Lee resbala y se llena de barro. Cuando por fin llega a la puerta y toca el timbre, el propietario de la pequeña villa reacciona con pavor ante lo que ven sus ojos. “È lui!”, grita antes de caer desmayado. Tal como explicó después, ya un poco más calmado, el hombre lo había visto interpretando al Conde Drácula en una película justo la noche anterior. Lo cual es absurdo. Todo el mundo sabe que un vampiro jamás veranearía en un lugar tan soleado como la Toscana.
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