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HOTELERIA

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OWEN WILSON

OWEN WILSON

EL TIEMPO PASA RÁPIDO: parece que fue hace muy poco cuando los hoteleros Carlos Couturier y Rafael y Moisés Micha causaron furor con su primer hotel en la Ciudad de México. Ahora, Grupo Habita celebra no cinco ni 10, sino 20 años de existencia. Dos décadas de haber aparecido en el lugar y el momento exactos, cuando la capital del país se encontraba en transformación, con las industrias creativas en pleno auge y había hambre de globalización. “Esos años fueron un boom en todos los sentidos”, recuerda Couturier. “En el arte, el cine, el diseño, la gastronomía, la fotografía… Nacieron restaurantes como Contramar y Pujol, galerías como Kurimanzutto y grupos hoteleros como Habita… ¡Nacimos todos! Creo que fue el momento en el que México se volvió global”, afrma.

Couturier, socio fundador y director creativo de los hoteles del grupo, atribuye lo anterior a una generación que estudió o pasó un tiempo fuera de México sin dejar el país. “Es gente que salió y volvió sabiéndose muy mexicana. No fueron a otros países y regresaron para copiar lo que habían visto, sino para hurgar en la historia y en lo que nos hace especiales. Y tu mamá también y Amores perros, películas emblemáticas de ese momento, lo muestran: teníamos ganas de enseñarle al mundo quiénes somos y cómo hacemos las cosas”.

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Carlos Couturier piensa que el camino que recorrió el grupo hotelero fue opuesto a la tendencia. Cuando Habita abrió en la avenida Masaryk, el objetivo era mostrar que la Ciudad de México podía ser tan moderna y vanguardista como Nueva York, São Paulo o Londres. Y lo consiguieron. “Eso nos ayudó a ganar confianza y, conforme crecimos, fue natural apegarnos más a lo mexicano, al lujo que implican nuestro pasado e infuencias culturales”.

Hoy, tras reconocer que nunca habrá tiempos sin retos –“esta vez es la pandemia, pero antes fue la seguridad y siempre están los trámites burocráticos”, dice Couturier–, los hoteles de Grupo Habita son reconocidos por mostrar la creatividad nacional al mundo. Esto gracias a alianzas con talentos nacionales, algo que Carlos considera clave para el futuro: “Elegir bien a nuestros socios y creativos invitados es cada vez más importante. No trabajamos con gente que ‘está de moda’, sino con especialistas que comulgan con nuestra flosofía; ahí radica el éxito para los años que vienen”. ¿Qué podemos esperar de Grupo Habita en los próximos 20 años? Es pronto para tener detalles específicos; sin embargo, para Couturier, los efectos de la pandemia ya marcan la pauta. Los hoteles, en general, tenderán a ser espacios multifuncionales y a estar cada vez más enfocados en el bienestar de huéspedes que ahora tienen como prioridades los espacios abiertos, los protocolos de higiene, la alimentación saludable y la preocupación por cuidar del medio ambiente. Y, aunque en las décadas por venir más cosas se transformen, hay tres cosas que nos aseguran que siempre encontraremos en los hoteles Habita: la primera, una bienvenida cálida, una sonrisa y una sensación de arropamiento; la segunda, cierta mezcla equilibrada de arquitectura, diseño e identidad, cada uno de sus hoteles es distinto, pero todos cuentan con la misma fórmula y eso les impide repetirse a sí mismos; y la tercera, tiene que ver con el entorno inmediato en el que se encuentran, “para nosotros es muy

Licencia para tomar El James Bond de las novelas de Ian Fleming tomaba una cantidad alarmante de alcohol y no solo martinis; incluía muchas otras bebidas como Miller High Life (a fin de cuentas, es la champaña de la cerveza.)

POR NICK SULLIVAN

Este carrito tiene botellas que salieron de las páginas de Fleming. La dieta etílica incluye desde el lujoso Dom Pérignon, un clásico whiskey americano (como el I.W. Harper, abajo a la izquierda) hasta la ginebra superaccesible, Gordon’s. Licorera, Vaso para Martini, vaso y cubeta para hielo , Ralph Lauren Home. Cubeta para hielo vintage de La Marina Real, cortesía de @cromwley_vintaje AL JAMES BOND DEL CINE LE GUSTA EL TRAGO pero es un absoluto peso pluma comparado con el 007 de las novelas originales de Ian Fleming, publicadas entre 1953 y 1966. En ellas, según consta, Bond consume 317 tragos. Su consumo semanal promedio es de 92 unidades de alcohol, cuatro veces la cantidad recomendada para un hombre adulto.

Por supuesto, tomar el mismo coctel sería aburridísimo. Por suerte, el Bond de Fleming no solo toma martinis. Su paladar es muy democrático. Toma bourbon y whisky, pero prefere el primero. (Fleming decidió que Bond fuera escocés cuando vio a Sean Connery en Dr. No y le encantó). Es devoto de la champaña —su favorita es la Taittinger—, así como de la champaña de las cervezas, Miller High Life. Y no es tan entusiasta del vodka martini como el 007 del cine: en los libros, se toma un total de 16 gin martinis y 19 vodka martinis.

Sin duda, el consumo excesivo era producto de la época, pero también sugiere un rasgo muy igualitario (High Life y bourbon) y que Bond tiene una naturaleza sombría. En otras palabras, el trago le ayuda a aplacar a sus demonios. Seguramente por motivos comerciales, en la pantalla grande se minimiza el apetito del superespía por la botella. En 24 películas, 007 toma poco más de un tercio de la cantidad que consume en 14 libros. Solo Daniel Craig, quizá como alusión a los libros, ha intentado retratar que la predilección de Bond por el trago no es encantadora.

Mientras tanto, se podría decir que muchos de los némesis de Bond son abstemios. Tanto para Fleming como para Bond, la abstinencia es tan sospechosa como pretenciosa, incluso para megalómanos confesos.

Desayuna como Bond

LOS HUEVOS LE GUSTABAN ESPONJOSOS Y CON CHAMPAÑA

Bond también comía, por cierto. Los libros contienen cuidadosas descripciones de los platillos favoritos del 007, pero en Thrilling Cities, de Ian Fleming, una receta decadente de “huevos revueltos a la James Bond” en una nota al pie, invita a almorzar como el espía. Derrite 113 gramos de mantequilla en un sartén a fuego lento, incorpora una docena de huevos y bátelos hasta quedar “ligeramente más líquidos de lo que te gustaría”. Retira del fuego, agrega otro pedazo de mantequilla, sigue batiendo, agrega cebollín picado y sirve en un pan tostado, con mantequilla (obviamente). Se derriten en la boca. Recomendable servir en platos de cobre, acompañar con “champaña rosada (Taittinger) y música a un volumen moderado”. Si solo consigues la champaña la m sica, emular s el esp ritu de ond lo sufcientemente ien.

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