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MIGRACIONES
Queridos hermanos y hermanas:
El papa Francisco publicó en la Solemnidad de Pentecostés el mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2020, en un momento en el que “la enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento nos interpelan” a nosotros y a la misión de la Iglesia. Como lema lleva la cita de Isaías: “Aquí estoy, mándame” (Is 6,8). Vivimos, a nivel mundial, una situación difícil provocada por la pandemia de la COVID-19. Todas las naciones se han visto afectadas. Pero son las del Sur las más pobres y vulnerables. En este contexto, en el que todavía muchos lugares del mundo viven algún tipo de confi namiento, puede resultar paradójico un lema que invita a salir y a ser enviados. Precisamente es ese el sentido de la misión de la Iglesia: salir de sí misma, cruzar las fronteras y proclamar la Buena Nueva del Evangelio de Jesús en toda la tierra, cumpliendo el propio mandato de Jesús: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fi n del mundo” (Mt 28,19-20). Como Isaías, debemos estar dispuestos a ser enviados a esta misión salvadora y, más aun, en el actual contexto de pandemia. La enfermedad, la desesperanza, la crisis económica exigen, ahora más que nunca, nuestro esfuerzo solidario y misionero. “¿A quién enviaré?”. Esta llamada de Dios nos interpela a todos, especialmente en la actual crisis mundial. La llamada a la misión, la invitación a salir de nosotros mismos, a superar nuestras fronteras y miedos, por amor a Dios y al prójimo, se presenta como una oportunidad para servir a los más necesitados e interceder por un mundo mejor. Gracias a nuestra fe, que compartimos en la Iglesia, somos hombres y mujeres renovados, capaces para afrontar la misión a la que estamos llamados. Por amor a toda la humanidad, sin distinción, Dios Padre envió a su Hijo. Jesús, siempre obediente, es el Misionero del Padre. A su vez, Jesús, crucifi cado y resucitado para nuestra salvación, anima con su propio Espíritu a la Iglesia y nos envía en misión a todos los pueblos. Esta misión en salida, que debemos realizar, es la respuesta libre y agradecida a la iniciativa amorosa de Dios. Nuestra vocación personal viene del hecho de que somos hijos e hijas de Dios en la Iglesia, su familia, hermanos y hermanas en ese amor fraternal que Jesús nos regala. Por medio del sacramento del Bautismo y por la libertad de la fe, se hace pública y consciente la dignidad de todo ser humano que es también hijo de Dios.
La Iglesia, sacramento universal del amor de Dios para toda la humanidad, continúa la misión de Jesús en la historia y nos envía a todos los lugares del mundo para que, a través de nuestro testimonio de fe y el anuncio del Evangelio, Dios siga manifestando su amor y pueda sanar nuestro mundo herido y transformarlo en un lugar habitable para todos los hombres y mujeres de cualquier lugar y condición. La misión no puede pararse nunca. La enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento provocados por estos tiempos de pandemia nos interpelan a todos y hacen que nuestra misión sea aún más necesaria. Pese a que tenemos la obligación de mantener la distancia física y, en algunos casos, de permanecer en casa, descubrimos que más que nunca necesitamos relaciones sociales sanas y humanizadoras, así como la relación comunitaria con Dios. No debemos desconfi ar de los demás, de “los otros”, sino más bien buscar la comunión y el abrazo fraterno, aunque ahora sólo pueda ser “espiritual”. Ante estos retos, nuestra respuesta debe ser la de Isaías: “Aquí estoy, mándame”. Mediante la oración, la refl exión y la ayuda material podemos participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia. Nuestra diócesis ha sido tradicionalmente muy generosa durante el DOMUND. Pese a los tiempos difíciles que vivimos, no debemos olvidar que otros sufren mucho más debido a carencias materiales y espirituales. Nuestra solidaridad no puede agotarse con los que tenemos más cerca, sino que debe abrirse a todos nuestros hermanos y hermanas del mundo. Cuanto más generosos y solidarios, más plenos, más humanos y más cristianos seremos. Mi recuerdo agradecido a los doscientos misioneros y misioneras de nuestra diócesis que generosamente entregan su vida a la misión, y que son un ejemplo y estímulo para nuestras vidas. Ruego a Dios, a la Santísima Virgen María y a Santa Teresita, patrona de los misioneros, que bendigan el entusiasmo y compromiso de la Delegación diocesana de Misiones y el esfuerzo de los responsables de la pastoral y de la educación católica de nuestra diócesis para que den el mayor fruto posible en benefi cio de la misión y susciten auténticas vocaciones misioneras. Con mi gratitud anticipada para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina Arzobispo de Sevilla
DOMUND 2020
Vocación misionera, vocación universal
“¿Estamos dispuestos a ser enviados a cualquier lugar para dar testimonio de nuestra fe?” Esta es una de las preguntas que se hace el papa Francisco en su mensaje para el DOMUND este 2020. Un año, sin duda, convulso, incierto y complicado que ha puesto del revés todos nuestros planes, dejando a un lado lo superfl uo para sacar a relucir lo esencial de nuestras vidas.
Para los misioneros y misioneras repartidos por todo el mundo esta imperiosa necesidad de primar lo fundamental en detrimento de lo anecdótico no es nueva, ya que las necesidades en las tierras de misión son muchas y escasos son los recursos. Por eso, la llamada que hace el DOMUND este año es clara: “Aquí estoy, envíame”; una exhortación a la que todos podemos y debemos responder, ya que la historia de la Iglesia se ha tejido con envíos de misioneros que han salido a anunciar a Cristo con obras y palabras, formando nuevas comunidades en tierras lejanas, nuevas o desconocidas. Por eso, un octubre más el Papa nos insta a colaborar con la causa misionera, no solo a través de las tradicionales colectas o donativos, sino reconociéndonos ‘Iglesia en salida’ que llega a las periferias de este mundo. En la Archidiócesis de Sevilla más de 120 misioneros -82 mujeres y 37 hombres- han respondido con un sí rotundo a esta llamada y han partido a tierras de misión donde desarrollan todo tipo de labores: educativas, sanitarias, pastorales y catequéticas, de promoción y desarrollo de comunidades, asistenciales… América Latina es el destino con mayor presencia sevillana, con 62 misioneros, siendo Argentina con 11 personas y Ecuador con 10 los países que encabezan esta lista. África le sigue con 24 misioneros; Europa con 19 y Asia con poco más de una decena. A estos se suman dos misioneros en Estados Unidos y otro en Papúa Nueva Guinea, en Oceanía. Si bien, desde la Delegación diocesana de Misiones señalan que esta cifra es “a la baja” porque hay muchas personas que parten a la misión a través de movimientos o congregaciones religiosas que no se incluye en estos datos.
Igualmente, destaca el número signifi cativo de misioneros “temporales” que dedican algún periodo breve del año –especialmente durante el verano- a vivir una experiencia misionera. Entre ellos se encuentran muchos jóvenes, universitarios, profesionales sanitarios, seminaristas, docentes, jubilados... Un perfi l variopinto que remarca, una vez más, la universalidad de esta llamada a la vocación misionera. A continuación, se recogen los testimonios de algunos de estos misioneros que han proclamado el lema del DOMUND, ‘Aquí estoy, envíame’, y han partido desde la Archidiócesis de Sevilla para anunciar a Jesucristo en los territorios de misión.
Cristina Fernández, Religiosa Teatina Misionera en Benín
“He experimentado la fi ebre de África”, es la primera frase que pronuncia la hermana Cristina al ser consultada sobre su dilatada misión en Benín, al oeste del continente africano, a lo largo de casi tres décadas. “Defi nitivamente no me esperaba vivir una experiencia así. Ha sido enriquecedora en todos los sentidos, no solamente porque ha fortalecido mi fe, sino porque he experimentado esa fi ebre de imbuirme en su cultura, en su idioma, en sus formas de hacer las cosas”, confi esa. Cristiana cumplió sus bodas de oro en 2019 y tras sus cincuenta años como religiosa teatina asegura que su misión en Benín “han sido los años más satisfactorios y fructíferos” debido a la vivencia humana y espiritual que le ha permitido confi ar más en la providencia de Dios. Actualmente son dos los misioneros procedentes de la Archidiócesis hispalense que permanecen en Benín y hasta 24 los que realizan su apostolado en doce países africanos, siendo la República Democrática del Congo la zona con mayor presencia sevillana, con cinco misioneros. El misionero que llevas dentro La hermana Cristina expresa una eterna gratitud a Dios por haberle permitido vivir en primera persona la conversión de hermanos musulmanes al cristianismo. Además, durante sus años de misionera “acogimos a niñas que se escapaban de casa por diversos motivos, contribuimos con las madres en la educación de sus hijos, que son la riqueza de toda mujer, indudablemente, le hicimos tomar conciencia del valor de la persona humana en todas sus facetas y dimensiones. Nos lanzamos con todo, sin miedo”, manifi esta. Al respecto ha refl exionado sobre la trascendencia de las misiones en la vida de la Iglesia. “Yo he estado trabajando en el hospital que llevan los hermanos de San Juan de Dios en Benín, concretamente en el área de pediatría, neonatología y maternidad, de hecho, la Congregación tiene presencia allí desde hace cincuenta años, desde que se fundó el centro hospitalario”. Considera que la “conversión constante que Dios obra en las distintas comunidades asistidas y en los mismos misioneros no deja de sorprender, porque la fuerza que empuja en el día a día no es humana”. Por este motivo, para ella todos los cristianos deberíamos “sacar el misionero que llevamos dentro” y atrevernos a ir a esos lugares de misión a obrar según lo que Dios mande. “Después de vivir tanto tiempo con ellos, parece que ya no será posible una vida sin estar a su lado, insertos en su cotidianidad”. La misión “vale la pena” Advierte que la primera tentación que experimentó al inicio de la misión en África fue pensar que estaba preparada para “dar mucho” a los demás, y la realidad –aunque suene a cliché- ha sido totalmente distinta, “han sido ellos los que me han llenado con sus dones a mí”. Así, en vísperas de la celebración del Domingo Mundial de las Misiones, la hermana Cristina anima a orar de forma permanente por los misioneros del mundo, “porque es la oración la que da sentido muchas veces a todo lo que hacemos”, y “aunque es cierto que no todas las personas están llamadas a dejar su casa y sus posesiones para irse de misión, vale la pena hacer la prueba, vale la pena adentrarnos al misterio de la misión, lanzarnos sin miedo a descubrir ese mundo nuevo, pero tan deseoso de conocer a Dios”.
Inmaculada Cuesta, misionera comboniana Misionera en Estados Unidos
El ‘Primer Mundo’ también es territorio de misión
Cuando pensamos en tierras de misión solemos en el culto, sacramentos, formación de adultos y el minisimaginar áridos territorios africanos, niños con terio del campesino latino”. rasgos asiáticos o sociedades indígenas a las que Por otro lado, esta misionera comboniana ha trabajado nunca llegó la Buena Noticia. Sin embargo, rara vez re- duro promoviendo una cultura del encuentro que incorlacionamos la misión con Occidente. Por eso, quizás nos porase a todos los ministerios étnicos existentes en su sorprenda la experiencia de Inmaculada Cuesta, misione- diócesis (latinos, asiáticos, africanos y afroamericanos), ra comboniana, que ha desarrollado su ministerio durante más de una década en Richmond (Virginia), Estados Unidos. “con el fi n de que todas las personas tuvieran un espacio concreto de encuentro y compartieran su cultura, gastronomía y religiosidad popular”. Ella es una de las 21 misioneras que han partido de la Archidiócesis de Sevilla en los últimos años con destino a tierras de misión presentes en el ‘Primer Mundo’. Concretamente, dos en Estados Unidos, dos en Francia y Croacia, una persona en Inglaterra, otro misionero en Reconoce que la creación de estos espacios ha sido “lo más difícil” de su ministerio, “al mismo tiempo que hacer entender al clero local que es posible crear comunidades interculturales y seguir siendo una sola comunidad Croacia y trece en la vecina Italia. parroquial”. Comunidades rejuvenecidas Todos estamos llamados a la misión Richmond es una localidad cuya población es predomi- La adversidad nunca ha frenado a Inmaculada, que sabe nantemente cristiana, si bien “solo el 4 % son católicos, bien que “lo que importa no es tanto lo que hacemos, de los cuales el 1,5 % son migrantes de diferentes grupos sino cómo lo hacemos” y que la misión está allí donde étnicos”. Dios lo requiera. En este sentido, defi ende que la expeAquí los nativos católicos “van envejeciendo y estos gru- riencia misionera es intrínseca del cristiano, pues “desde pos de migrantes, en particular, el latinoamericano, está nuestro Bautismo todos somos llamados a ser misionerejuveneciendo y revitalizando las parroquias, transmi- ros”. tiendo un nuevo estilo de devoción, favoreciendo la re- “La evangelización sigue siendo necesaria para apoyar ligiosidad popular y el sentido de comunidad”, explica a los pueblos en su relación con lo divino y al mismo Inmaculada. tiempo abogar por la dignidad de las personas”, asegura Aunque esta transformación no siempre es fácil, su la- esta misionera. Por ello, con motivo del DOMUND 2020 bor como directora diocesana de la Ofi cina del Ministerio hace una llamada especialmente a los jóvenes: “No tenHispano le ha dado la oportunidad de llegar a todos los gas miedo a decirle al Señor ‘Aquí estoy, envíame’ pues rincones de esta diócesis estadounidense para desarro- recibirás el ciento por uno. Te sorprenderá cómo el Señor llar “estructuras ministeriales parroquiales y dar respues- se hace presente y da sentido a tu vida a través de petas a las necesidades y exigencias de la comunidad latina queños gestos”.
Juan Fernández Salvador, sacerdote diocesano Misionero en Perú
Un misionero “ad vitam”
Latinoamérica es la región a la que más misioneros destina la Archidiócesis de Sevilla. Actualmente son 62 hombres y mujeres, en su mayoría sacerdotes y religiosas, que entregan su vida desde México hasta Chile. Concretamente, hay once misioneros en Argentina; diez en Ecuador; siete en República Dominicana y Perú; cuatro en Colombia y Venezuela; tres en Brasil, Chile y Paraguay; dos en Costa Rica y Guatemala: y solo un misionero sevillano en cada uno de los siguientes países: Bolivia, Uruguay, El Salvador, Haiti, México y Puerto Rico. El padre Juan es uno de ellos y se autodefi ne como un “misionero ad vitam”, es decir, “de por vida”. Y su historia así lo demuestra.
Sintió su llamada vocacional en 1985, leyendo el li- lud Parroquiales: Consultorio Médico, Botiquín, Centro bro ‘Sabiduría de un pobre’ de Eloi Leclerc: “Decidí de Orientación Familiar, Centro de Alivio del Dolor y el seguir aquella intuición del corazón que me trans- Centro Ave de Rehabilitación Integral. formó en un buscador de los bienes imperecederos”. Y Destacable también ha sido la construcción de más de esa búsqueda le ha llevado hasta Perú, donde está desde 15 casas unifamiliares, todo ello gracias a “la ayuda de 2007, “en un barrio urbano-marginal de 30.000 almas. amigos, familiares y bienhechores”. Viven en un estado muy primario de supervivencia. Hay que trabajar hoy para comer hoy. Eso es lo básico y único importante. Lo demás llegará en las próximas generaciones”. Tras más de una década de ministerio en Perú, son pocos los ámbitos en los que este misionero no haya dejado su huella. La misión frente a la COVID-19 Precisamente la creatividad volcánica y el trabajo incansable de este sacerdote y la solidaridad de los sevillanos es ahora más apremiante que nunca porque la situación provocada por la pandemia en esta zona de Perú es alarmante: “El pueblo está pasando hambre, porque muchas empresas cerraron y el comercio ambulante e informal Así, la parroquia “tiene una opción preferencial por las (70 %) está restringido. Los hospitales están colapsados; personas con discapacidad”. Por ello ha impulsado la el oxígeno y los medicamentos alcanzan precios inasecreación de un colegio con 50 niños y un Centro de Re- quibles para la población, que tiene que endeudarse habilitación que ofrece más de 4.000 atenciones men- para adquirirlos”. Como respuesta, “tenemos abiertos el suales. También es sede de la Frater, Fraternidad Uni- Comedor Social, Cáritas, el Consultorio Médico, el Botiversal de personas con discapacidad (pcd), mediante la quín, la Secretaría y el Centro de Orientación Familiar”. cual donan instrumentos de apoyo para estas personas o adaptan sus viviendas. En este contexto, la llamada del DOMUND nos interpela directamente. Una llamada que para el padre Juan es “un Por otro lado, a nivel educativo apuesta por la formación impulso del Espíritu que hace exclamar con fuerza: ‘Aquí integral en varios colegios y un Centro de Ofi cios con estoy, envíame’. Esta llamada confi ere fuerza, gracia y más de 700 alumnos. poder para dejar nuestra zona de confort y aventurarse Y en el campo sanitario ha creado cinco Centros de Sa- a la misión”.
La fecha del tercer domingo de octubre está marcada en rojo, bien claro, en los calendarios de la Iglesia en todo el mundo. Porque el 18 de octubre se celebra la Jornada Mundial de las Misiones, el DOMUND, una celebración este año marcada de forma invariable por la pandemia del coronavirus. Y para hablar de ello, para contarnos cómo son y dónde están los sevillanos que un día dijeron sí a la llamada ad gentes, hablamos con el delegado diocesano de Misiones, el padre Eduardo Martín Clemens.
¿Cómo se están viviendo estas jornadas previas en las parroquias y comunidades eclesiales de Sevilla? Es un temor que tenemos todos. Pero hay algo que me tranquiliza, aunque algunas noches te podría decir que casi me quita el sueño... ¿Cómo podemos hacer? Por otra Es un domingo extraordinario, Yo creo que es el parte, yo pensaba que esto, si a mí me duele, que soy un DOMUND más complejo y difícil que yo he conocido, pobre pecador y un cura entregado en cuerpo y alma a pero estoy gratamente sorprendido por el interés que la misión, ¿cómo no le va a doler a Dios, que es rico en está suscitando, sobre todo en las parroquias, comunida- misericordia? Estamos procurando poner muchos recurdes, colegios concertados e, incluso, colegios públicos. Es sos ya que las huchas no se verán por la calle. Que no era como si la gente tuviera un cariño especial y una compa- solamente lo que se recaudaba, sino la imagen que daba sión, en el buen sentido, por los misioneros en este año desde los niños hasta las familias y los adultos, que sentan difícil que nos ha tocado vivir. Es un DOMUND muy tían la misión en sus propias entrañas. Sin embargo, se difícil pero extraordinariamente apasionante. puede colaborar económicamente por Bizzum, haciendo La labor que se desarrolla desde las diócesis de origen un donativo al 00500; por transferencia a la cuenta de no ha podido substraerse a los efectos del virus. Ha- las Obras Misionales Pontifi cias; por teléfono y a través brá sido una campaña tremendamente anormal. de la página web. Esto no quita lo tradicional de los soY muy rica en sus matices. Hay realmente mucha creatividad, buscamos fórmulas para no decaer, sobre todo para no caer en pesimismo. Esto nos ha acercado muchísimo. bres. Hay sacerdotes que han pedido miles de ellos para ir casa por casa entregando los sobres a cada familia y narrándole las difi cultades que atraviesan los misioneros. Los misioneros, ahora mismo, es como si estuvieran al Hablemos de los misioneros ¿De cuántos hablamos? alcance de la mano y conviviéramos todos los días con Alrededor de los doscientos, yo pienso que entre ciento ellos. Estar todo el día en contacto te hace ver la realidad, ochenta y doscientos. Fluctúan mucho sobre todo cuany yo percibo no solamente la valentía sino la fe que los do son removidos de su cargo, son trasladados a otro luatraviesa. Ninguno quiere ceder nada en la misión, están gar y no nos llega a nosotros la información tan oportutotalmente preocupados y tan cerca que evangelizar es namente como desearíamos. Están repartidos sobre todo practicar la misericordia. Por eso, el coronavirus ha per- en América Latina, quizás por la lengua, África también y mitido ver también que el lema de este año –“A quién algunos en Asia, aunque en menor cantidad. enviaré; aquí estoy, envíame”- es tan importante. Llama la atención los misioneros que hay… En Italia. Sevilla es de las diócesis que más aportan a la causa También. Con esto de que Europa es tierra de misión, el de las misiones. Y este año la recaudación va a estar carisma de la misión ad gentes se ha abierto de tal maneinevitablemente condicionada. ra que olfatea allí donde habiendo sido conocido antes