Excodra xiii la moral

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ÍNDICE Editorial Ficción La moral, Andreu Martín Braceros, oficiales de primera y amas de casa, Juan Carlos Márquez Delitos contra el ornato, Gabriel Arriarán Assasin. La puta estrábica, Juan Trigo Psique irredenta, Ramón Zarragoitia No Ficción Muerte digna, ética y derecho, Esteve Bosch de Jaureguízar Sobre la moral, Xavier Nofrerias Poesía Cuarteto del incesto, Sergi Bellver Sexo y moral, Sonia Barba Arthur y Charles, Juan Trigo Perder, Estela Aguilar Jiménez Dos poemas, Jorge M Molinero Es la lluvia, Raquel Delgado Los últimos datos, José Manuel Vara Fotografía Agustín Calvo Galán Ludovica Bastianini Inguz Mentti Entrevista Manuel Vilas Colaboradores


EDITORIAL Este nuevo número de la Revista Excodra, trata sobre La moral. Sin llegar a un punto filosófico que me hubiera encantado, sí que queda recogido su impresión emocional cuando pensamos en ella. Prácticamente, por todo lo que he ido leyendo y escuchando mientras tenía este número en mente, a la moral se la relaciona mayoritariamente con muro. Con barrera. Con impedimento. Con algo impuesto que nos limita. Nuestra identidad, lo que hacemos, lo que somos, parece sentirse en amenaza constante cuando escucha ya sea de lejos las trompetas de la moral. Siente perturbarse nuestra identidad y siente sus límites resquebrajarse con la moral, cuando nuestros límites, a nivel de acción, precisamente, son límites morales. Pero, ¿qué es la moral? Simple y llanamente, son normas de conducta, maneras de actuar, de aceptar y rechazar, que ni siquiera tienen que estar talladas en piedra como unos diez mandamientos, la propia sociedad en la que nacemos, es ya piedra tallada en la cual leemos qué hacer. Todos hacemos unas cosas y dejamos de hacer otras conscientemente, porque nuestra manera de ser así nos lo indica. Pero esta nuestra manera de ser no es algo con lo que nace uno como con su par de ojos, sino que lo vamos absorbiendo de nuestro etorno, del que también formamos parte construyéndolo nosotros a él tanto como él a nosotros. Quiero decir que la sociedad y su moral la construimos entre todos, no es algo de lo que se pueda escapar, hay conductas que aceptamos y otras que rechazamos, y si hay moral impuesta que nos oprime y reprime, a ésta se la vence como se le vence al miedo, con todas las consecuencias de un enfrentamiento. Tiendo a ver la vida como una lucha dialéctica sin descanso, lo cuál no lo siento como una carga, todo lo contrario, algo tan sano como tratar de llegar a ser como sentimos que tenemos que ser, teniendo en frente justamente a todos los demás defendiendo el que sus límites no se vean disminuidos por los nuestros.


De cómo la moral es herramienta de control de una población por parte de quienes tienen el poder de imponer una moral a un gran colectivo, aquí se verá algo, así como de las dobles morales que derivan de esto. De cómo nos sentimos por acatar lo que no queremos acatar, también se ve en este número. De cómo nos sentimos realmente frágiles cuando no sabemos cómo actuar, cuando nuestro interior nos indica una cosa pero nuestra intuición de lo que pensaría la sociedad otra, también. Del peso de la moral cristiana y las morales en general que nacen de las religiones, ídem. En fin, mucho para pensar, la verdad, con textos realmente dulces y sentidos, con humor unos y con rabia otros, hay de todo, espero que les sea de provecho. Salud.


FICCIÓN La moral El periodista Riqui Gómez Delfín y Melba están desnudos, echados sobre la cama alborotada, abrumados por algo parecido a la depresión. Han estado viendo una película porno en la pantalla del televisor pero, después de comprobar que no era suficientemente estimulante y que no conseguían el propósito que los ha traído aquí, han abandonado todo esfuerzo y ahora miran las noticias. Riqui G. Delfín se ha abandonado del todo mientras Melba, terca y profesional, continúa haciéndole esporádicos mensajes a los bajos por si la flauta sonara por casualidad. ­¿Doble moral? ­comenta el periodista amargado­. ¿De qué coño estás hablando? Eso es muy antiguo. Sí que hubo una época en que había esos malos que fingían ser buenos, hijos de puta de misa diaria y rosario y comunión y hacían obras de caridad y se confesaban y se hacían perdonar los pecados. Pero ahora eso ya pasó. Nos cargamos la moral, ¿no te acuerdas? Salieron unos pesados predicadores relamidos, insoportables, inoportunos y aguafiestas y todos les vomitamos encima. Empezamos llamándolo moralina, si te tienes que acordar. Mierda de moralina. Cualquier cosa que pareciera una regañina o una reconvención, eso no se hace, eso no se dice, eso no se toca, hay que obrar así o asá, todo eso era moralina, y la moralina era asquerosa. La enviamos a la mierda, y con ella se fueron la moral y la ética. La moral se fue a la mierda cuando le dieron el Premio Nobel de la Paz a Kissinger, responsable de la Argentina de Videla, el Chile de Pinochet y de Vietnam. Ahora, nos hemos inventado lo políticamente correcto. Una serie de normas de educación reducidas al absurdo más nauseabundo. No hay que decir negro


hijoputa, hay que decir afroamericano o subsahariano. Qué ridículo. Qué mierda lo políticamente correcto. No: hay que ser incorrecto. Hay que decir negro hijoputa. Hay que ser incorrecto e inmoral. Nos lo enseñan las películas: el ejército en guerra se compone de hijos de puta sin escrúpulos ni entrañas. Hay que ser hijoputa sin escrúpulos ni entrañas porque todo el mundo es así, porque la vida es dura, porque si no comes te comen. Lo dice la revista Forbes: «Nuestra lista es la lista de los más ricos del mundo, no de buenas personas». Lo dice Warren Buffett: «El mejor momento para invertir en un país es cuando hay sangre en las calles». Para vencer hay que ser duro y despiadado, y cabrón aberrante. Es ley de vida. Se escriben libros que demuestran que el empresario más egoísta, cabrón, hijoputa y pesetero es quien más y mejor contribuye a la riqueza de las naciones. Forjadores de fortunas y puestos de trabajo. Pagan una mierda a sus trabajadores y los despiden sin contemplaciones cuando les parece, porque los trabajadores sobran, hay exceso y, cuando exceso de algo, el mercado se abarata. Dice Melba, extasiada: ­Qué pena que no se te levante. AM


Braceros, oficiales de primera y amas de casa En la cocina, oculto bajo la mesa camilla, tuvimos muchos años un bracero. El pobrecito estaba tan flaco que apenas irradiaba calor, pero le hacía a mi madre mucha compañía: “Habrá que ir pensando en azufrar las vides”, decía, es un suponer, mientras mi madre cortaba una cebolla en juliana, y, un minuto después, alertado quizá por el sonido hipnótico del agua corriendo sobre el filo del cuchillo, asomaba un momento la cabeza bajo el faldón del hule y voceaba no se qué sobre una acequia o algo de un pozo. Sólo salía el bracero de debajo de la mesa para hacer sus necesidades, lavarse (lo justo) o rasurarse cada seis o siete días la barba cana y viscosa, que vista en la distancia se parecía a la costra que recubre la superficie de un guiso frío. El resto de las horas, de los días, permanecía allí debajo, encogido como un feto en un frasco de formol, salvo cuando, con el propósito de desentumecerse o de echar un sueñecito, estiraba las piernas más allá de los límites de la mesa. Entonces, la imagen resultante (de voluntario aserrado por un mago o de cadáver incívico que persigue provocar algún que otro traspié) nos daba a mi madre y a mí un poco de respeto o de miedo o de cómo coño se llame eso que lo tiene un rato a uno como acorchado, hueco, casi sin latido en la sien. Los domingos, después de la comida, mi padre solía meterse debajo de la mesa con él, y los dos fumaban a medias un cigarro habano. Y también tosían, tosían mucho bajo el hule de flores mientras mamá y yo mirábamos la tele de blanco y negro. Tosían con esa tos de mierda que lo sacude a uno y lo tensa y lo desata y al final lo va resquebrajando poco a poco por dentro. Tosían como solo tosen en los hospitales de las periferias las tísicas, esas mujeres tristes de pelo corto y lacio que de puro pálidas parecen transparentes, esas que andan siempre desnudas, con los ojos en sangre, aunque lleven puesto un abrigo de paño y una bufanda. Tal vez fueran uña y carne mi padre y el bracero y quizá fuera por eso que,


dentro del maletero del ochocientos cincuenta amarillo, entre bolsas de ropa, palas y tumbonas, nos acompañara a la playa todos los veranos y, enroscado como un galgo, ocupara el espacio vacío bajo la mesa de la terraza del apartamento; bajo aquella mesa tosca, blanca y redonda con el cutis de plástico que miraba los edificios rojos que miraban los edificios rojos que miraban los edificios rojos que miraban la línea azul del mar. Más de una tormenta vivió el bracero en aquella terraza bajo la mesa pringada de goterones de lluvia. Lo recuerdo a veces, pocas (para qué nos vamos a engañar), hecho un ovillo dentro del plástico que mamá usaba para proteger la ropa tendida, en su temblorosa levedad, con los ojos fijos en los rayos que rasgaban el cielo ennegrecido. A veces, pocas (para qué nos vamos a engañar), mi padre metía un brazo bajo la mesa y le tendía un corte de helado de chocolate y vainilla o un porrón de cerveza; y el hombre, con las palmas de las manos contra los oídos para amortiguar los truenos, esbozaba antes de aceptarlos la sonrisa más agradecida que haya esbozado jamás un bracero frente a los edificios rojos que miran los edificios rojos que miran los edificios rojos que miran la línea azul del mar. El bracero permaneció con nosotros hasta que a mi padre le hicieron oficial de primera, mucho después de que a mamá le salieran llagas en los ojos de cortar cebolla en juliana y a resultas de eso se quedara ciega. Me vuelvo, dijo desperezándose una tarde de abril, y echó a andar despacio hacia la puerta con la cara recién afeitada y un azadón al hombro. Mi padre y yo nos lo quedamos mirando (mi madre no, claro) y, antes de que terminara de cruzar el umbral, nos fundimos los tres en un abrazo. Olía el pobre a tiempo perdido, a elipse de pelusa bajo un ropero. Gracias por todo, añadió, y le estrechó a mi padre con fuerza un antebrazo y se puso de puntillas para darme un beso. Tuvimos luego otros braceros, la mayoría anónimos y algunos con nombre. Rara era entonces la familia que no tuviera al menos uno. El último se llamaba Antoine y se alimentaba sólo de caracoles, de la hilera de gasterópodos que


escalaba cada domingo después de misa de once la columna vertebral de mi madre ciega. El estado natural de Antoine era la modorra, un sopor de puchero a fuego lento, pero un puñetazo de mi padre sobre la mesa camilla bastaba para que, con gran afectación, se arrancara a recitar de memoria a Baudelaire. Con el correr del tiempo los braceros cayeron en desuso (sobre todo porque calentaban más bien poco) y, con las nuevas modas, se convirtió en habitual esconder bajo la cama un anacoreta con su barba luenga, rijosa y cana o, si la familia era muy pudiente, la cara risueña de una modistilla bajo la tulipa de una lámpara de pie. Hablo, por supuesto, de los tiempos remotos de las trashumancias de polillas, cuando a los pastores les brotaban alas de Ícaro y llevaban, a modo de abalorio, un pararrayos colgado del cuello. Y lo hago además con esa nostalgia opiácea de hijo de triunfadores. Hablo y a veces, pocas (para qué nos vamos a engañar), recuerdo. Me encorvo, pongo una mano sobre mi frente a modo de visera y oteo el confín de asfalto, semáforos y hombres. Y a veces, pocas (para qué nos vamos a engañar), hasta se me pinta en la cara una tristeza grande y dorada como un membrillo.

JCM


Delitos contra el ornato Escena 1: El partido Acabo de llegar a casa. Esta noche, como casi nunca sucede, ha ganado Perú. Mi chica y yo habíamos terminado hacía cosa de unas dos semanas y había quedado con mi broder para ver juntos el partido. Él mismo se ha ganado una discusión con su mujer por venir a verlo. Así que más les vale ganar a estos descerebrados. Por las calles de Miraflores la gente va abrigada por la blanquirroja. La calle Berlín está tomada por completo por los hinchas, y los bares llenos a tope y con las televisiones encendidas, esperan que el árbitro de el pitazo inicial. Todos esperan, sentados o de pie, con cervezas o chilcanos, conversando con los amigos, con chicas, o con desconocidos. "Perú, cantera de hinchas". Es lo que dice la tele, y debe ser verdad porque en las calles hay un ambientazo. Por algún extraño motivo, todos amamos pasionalmente a la selección. Todos menos Jorge, siempre mucho más equilibrado que el resto en los diversos aspectos de la vida emocional humana. Lo admiro. En él los eventos de la existencia parecen transcurrir orgánicamente, sin traumas, como frutos que se caen de un árbol de lo maduros que están. Jorge se vincula con su entorno con tipo muy particular de súper poder: es capaz de encontrar placer en los aspectos más alimenticios, cotidianos y convencionales de la vida. Se emociona, claro, pero no al punto de perder la cabeza, se molesta, también, pero nunca sale de su boca una palabra hiriente, y ama, supongo que también ama, aunque lógicamente, no pueda saber cómo es Jorge como amante. Eso habría que preguntárselo a su mujer, y yo allí no me meto. Sé, en todo caso, como ama a la selección: con el mismo tipo de equilibrio con que conduce su vida. No es que sea una institución que a los peruanos nos llene de orgullo, todo lo


contrario, por lo general la selección nos llena de vergüenza, de rabia, frustración y tristeza. Aún así, es una pasión de la que seres como yo no quieren abstraerse. Ojo: no es que no pueda hacerlo. En términos generales los nacionalismos me resultan una perfecta pelotudez, y soy absolutamente consciente del chovinismo de banderita y escarapela que aflora en casi todos cuando juega Perú. Es, sencillamente, que no me da la gana de abstraerme. Cuando juega la selección quiero autorizarme a mí mismo ser un pelotudo, y repetir: cuando gana Perú, ganamos todos. ¿Cómo se podría describir la sensación de ser un pelotudo al ciudadano de un país civilizado? Jorge y yo esperamos conversando, acodados en la barra de un bar a que el árbitro de por comenzado el partido. ¿Nunca te has sentido como un pelotudo? A ver, es como estar enamorado de una chica fea que para colmo de males no te da bola, o te da bola sólo de vez en cuando, sólo para tenerte allí, enganchado, y hace que te veas a ti mismo en esa posición lamentable: perdiendo el culo por el bagre más horrible de la laguna, rogándole: esta noche, aunque esta noche, hazme un poco de caso, y diciéndote a ti mismo: gana, por una puñetera vez, gana. Yo podría decirle a la chica, mira, sabes qué, este tipo de relaciones neuróticas no son sanas, no me hacen bien, me quitan el sueño y me aumentan el apetito. Además, hay chicas más guapas que sí estarían dispuestas a quererme, así que mejor lo dejamos ahí no más y cada uno se va a su casa. Sin ir muy lejos, es lo que le he dicho a la que fue mi chica cuando terminamos. Y no es que ella fuera fea; ni que no pueda abstraerme de la vorágine futbolera. El tema no pasa por una falta de carácter. Es que con la selección no me da la gana. Con la selección yo quiero seguir sufriendo junto con todo el resto de pelotudos que pueblan a la humanidad. Eso es precisamente lo que ha sucedido. Fueron 87 minutos de angustia, tras un primer tiempo para el olvido donde nos pasearon en nuestra propia


cancha, y para la mitad del segundo tiempo ya me veía, con 5 ó 6 shots de pisco acholado encima, recogiendo las naves que hasta hace menos de una hora había puesto en juego para así evitar que la derrota fuese todo lo dura que parecía que iba a ser. Llegados a este punto, ya nadie en el bar parecía estar dispuesto a intercambiar su cinismo por esperanza, a intercambiar un vaso vacío por otro chilcano, cuando Yoshimar Yotún ­que tal nombre de mierda se maneja este huevón­ recuperó la pelota en la mitad del campo. Sortea a uno, y tal vez Jorge haya levantado una ceja, con interés. Pasa al segundo, la gente comienza a calentarse. Yotún es un lateral que juega como diez. A todos se nos paraliza el bobo cuando larga el pase y se ve a la Foquita Farfán –ese apodo me causa mucha risa, es un negro que de verdad parece una foquita, así de compacto y oscuro– haciendo la diagonal y apareciendo como una sombra por la parte baja de la pantalla. Todo el mundo se levanta de las sillas. ¡Vamos carajo! ¡Ya! El primer disparo lo ha bloqueado el arquero. Nadie respira. La pelota ha quedado dando botes, y la Foquita se la ha encontrado a un extremo del área chica, de espaldas a la portería ¡Vamos negro! Le pega de media vuelta. ¡Yaaaa! Gol. ¡Gol conchasumadre! Ese gol se gritó como se grita un orgasmo tras dos horas de sexo tántrico. Fue así de explosivo. Allí se va toda la rabia, toda la frustración, el cansancio. Que dolor de huevos. Aquí termina mi duelo, me digo. Allí nace la adrenalina, la euforia. Salvo cuando ocurrió el bombazo de la calle Tarata, en 1992, no ha habido


otro evento político que sea tan capaz de empujar a la gente a tomar las calles de Miraflores como cuando gana la selección. Las masacres y el fútbol son las únicas cosas capaces de unirnos. La gente está borracha, y feliz. Los carros pasean ondeando camisetas por las ventanas, la número 6 del "loco" Vargas y la 9 de Guerrero , y tocan los cláxones como en el estadio. La calle Berlín ha sido clausurada. La Av. Diagonal lo está a medias. Un grupo de hinchas ha bajado por la Calle de las Pizzas hacia allí. Cantan: el que no salta es un chileno maricón, y golpean con las palmas de las manos la lata de las combis que logran atravesar la multitud. Dos cordones policiales se han formado en el medio de la pista para asegurar el paso de los vehículos. Así y todo, hartos chibolos arrojándose sobre los capós de los taxis, otros, no tan jóvenes, se trepan a los techos de los autos en movimiento, y camionetas de millonarios aceleran sin que les importe llevarse a alguien por delante con tal que no les abollen el chasis. Celebra pues, cacaseno. Jorge sonríe. Yo estoy inquieto. Tengo la adrenalina a tope. Quiero unirme a la multitud, comportarme como un hooligan, pero algo dentro de mí me lo impide. Espérame un ratito, le digo a mi broder, que tengo que patear a alguien. Mientras me alejo unos pasos logro escuchar que Jorge pregunta: ¿a quién? A un policía. Le he metido un tabazo en la espalda y se ha ido de cara contra un microbús. El pobre tombo no ha tenido tiempo para reaccionar. cuando voltea con la macana yo ya me he confundido con la multitud. Por otra parte, jamás imaginaría que su agresor pudiera vestir tan bien y parecer un intelectual de izquierdas tan decente, tan bien peinadito. Es una agresión cobarde y rastrera, pero no me da vergüenza. Finalmente es una agresión a la autoridad. ¿Mejor? Puf, sí, mucho mejor.


Escena 2: La gordita Antes Bizarro no quedaba donde queda ahora. Quedaba en la segunda planta de una vieja casa miraflorina, al frente del parque Kennedy. Era un local oscuro, con gente oscura y donde ponían buen rock y la gente podía bailar a solas, y donde de tanto en tanto pasaba un guachimán cargando huevones duros de cocaína que se prendían de las paredes como tarántulas para que no los echaran a la calle. Era un buen lugar. Éste que lo reemplaza no tiene nada que ver. No tiene personalidad. Cobran la entrada. Cincuenta soles, y la gente que entra es aquella a la que no les molesta pagarlos: empleadas bancarias, gerentes de ventas, pequeños y medianos empresarios, ese tipo de público. Bizarro no es más un local oscuro, de gente oscura. Por el contrario, aquí todo brilla, y no es que lo diga metafóricamente, es que esa es la realidad. Todos brillan, ahora que ha ganado Perú y se acaba de dar comienzo a los rituales del cortejo. En la pista de baile un grupo de chicas ha formado un corro y baila. Es una despedida de soltera. Llevan vinchas con orejas de gata, pichulitas y cuernos, y emiten claras señales reproductivas. Las luces de la discoteca y las miradas las recorren. Varios tigres las rondan e intentan, muy desafortunadamente, llamar su atención con unos pasitos de salsa lamentables. El grupo de chicas ha notado la presencia de los tigres, y se ha cerrado sobre sí mismo. A nuestra derecha hay otras dos amigas acodadas sobre la barra. ¿Quieren ver algo súper gracioso? Uno de los tigres se ha acercado por detrás a la más guapa del grupo. Pienso: compadre, sal de allí mejor. Pero allí va él, directamente hacia el abismo, y falla. Las chica ni siquiera lo ha mirado. Le ha dado la espalda y ha seguido bailando con sus amigas. Su lenguaje corporal ha sido elocuente. El tigre ahora se desplaza hacia atrás a lo Moonwalker y disimula.


Gracioso, ¿no? Las chicas con las que observaba la escena han sonreído y se han largado. Su mensaje corporal también ha sido súper elocuente. Ahora el único que ríe es Jorge. ¿De qué te ríes, huevonazo? Si en el resto del mundo católico y musulmán follar es un pecado en esta ciudad del orto es un puto milagro. Paso de ti, me voy a bailar. A lo largo de mis treinta y seis años de existencia sólo recuerdo haber salido campeón una vez. Tal vez hayan sido dos, pero el primer campeonato fue, digamos, jugando de local y con una ayudita de la cancha, rayada previamente. Pero esta noche, como casi nunca sucede, he salido campeón. El milagro ha sucedido. La novia que celebra su despedida de soltera se me ha echado encima y se ha colgado de mi cuello. Tras ella viene su prima mayor, una gordita de unos 30 años, con un vestido muy ceñido al cuerpo y unas orejas de gata sobre la cabeza, a pedirme que disculpe a la chica, que tan sólo tiene 23 años y está muy nerviosa porque en unos días se casa. No pasa nada. La novia ha vomitado en medio de la pista de baile, pero esta vez la gordita no ha acudido en su ayuda y se ha quedado bailando conmigo. Ahora es ella la que se ha colgado de mi cuello e introducido una de sus piernas entre las mías. Todo está pasando súper rápido. Ella se menea contra mí, yo la sujeto de la cintura con una mano y con la otra le agarro una nalga. Ella no me retira la mano. Intento besarla. Saca la cara. Intento besarla de nuevo y vuelve a sacar la cara. Entonces decido no arriesgar más. Que ella haga conmigo y me lleve donde le de la gana. Y es como si la gordita me leyese el pensamiento, porque eso es o que hace. Aparentemente no quiere besarme, pero me tiene tomado del culo y me muerde el cuello.


Allí te dejo, susurra mi broder al oído, y se quita a casa. Me estoy cansando de agarrarle el culo, y además se me ha secado la boca y me está entrando un ligero dolor de huevos. A ella también se le ha secado la boca. Nos arrimamos hacia una de las paredes. Me tengo que ir. ¿Adónde? Con mis amigas. Bueno, ve. ¿Tienes donde apuntar? Apunta mi teléfono. ¿Para qué? Mejor apunta tú el mío, y ya me llamas cuando quieras. Entonces le doy mi número y ella pregunta: ¿Es tu número de verdad? Llama. Mi teléfono suena. ¿Ves? Es mi número. Te voy a llamar. ¿Para qué? Para tomar algo. Francamente, me da flojera hacer todo el paripé de las salidas y los tragos, conversar tonterías para ver, y sólo para ver, si podemos llegar al punto en el que estamos ahora. Se lo digo. Parece sorprendida. Y entonces agrego: Nos vamos ahora, o ya fue. Nos vamos. Salimos a la callle. Nos subimos a un taxi. Son las tres de la mañana, y la gente sigue celebrando el triunfo de la selección. Hinchas, turistas, bataclanas, cambistas de dólares, taxistas, vendedoras ambulantes de cigarrillos, las calles están repletas de gente. Y la gente está feliz. En las chinganitas, en los bares y las pizzerías, la gente está feliz. Y yo también estoy feliz. Cuando gana Perú, ganamos todos. El taxista se detiene en el primer hotel de Miraflores que encuentra.


Compadre, aquí me sacan la cabeza. Vamos a otro. Nos lleva, finalmente, a un hotel en Surquillo, entre la Av. Primavera y el Zanjón. ¿Tú podrías pagar el taxi? No tengo sencillo.

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Se me han ensanchado las caderas. El culo se me ha caído, y las tetas me han crecido un poco pero ahora comienzan a perder su turgencia y a chorrearse. Sin embargo, mis tetas parecen gustarle. Tengo buenas tetas, eh. De todos modos me corta un poco que me chupe los pezones y me salga leche. Me corta un poco que me vea desnuda. Estoy demasiado gorda, y además, hace tanto tiempo que no la veo que dejé de recortarme el yuyo, allí abajo. Que vergüenza. Estoy empapada. Quiero que me la meta ya. Métemela ya. Estoy preocupada por mis amigas. Las dejé en Bizarro con la boca abierta, hace poco menos de una hora. No les he avisado dónde iba y ahora no tengo cómo volver a casa. El chico me ha respondido que me relaje y disfrute mientras me la metía, que luego él puede llevarme a casa. Seguro pensará: está chica por qué no se calla de una vez. Menos mal me dijo eso y no una barrabasada. Otro más bestia tal vez me habría dicho: tú cierra los ojos y abre la boca. Que no estaría mal, tampoco. A veces me gusta así, a lo bestia. ¿Y si le pido que me azote? No, de ninguna manera, a este no lo conozco de nada, de repente es un maniático y se le acaba pasando la mano. En la cara no. Es que la última vez que hice el amor fue hace como siete meses, con el papá


de mi hija. Eso, ya lo dije: tengo una hija de año y dos meses a la que todavía doy de lactar. Creo que lo he dejado de piedra. Espero que eso no te asuste. ¿Por qué iba a asustarme? Este sólo quiere echar un polvo y adiós muy buenas. No vayas a pensar que yo hago este tipo de cosas todo el tiempo. ¿Yo? por supuesto que no ­dice, con una teta en la boca­ de ninguna manera. Oye, esto sabe dulce. Ya se me salió la leche. Qué vergüenza. ¡Qué asco! Mañana por la mañana mi bebé estará chupando esa misma teta. Tengo que desinfectarla en cuanto llegue a casa. Si no dejo de pensar no ve voy a venir. Dios, que arrecha que estoy. ¿Qué van a pensar mis amigas de mí? Que se jodan. Todas querrían hacer lo que hice yo, pero no se atreven. Ahora mismo deben estar poniéndome verde. Este tipo se me quiere montar encima y cabalgarme. ¡No, por ahí no! Me está cabalgando. Mejor, así no me veo los rollos en el espejo del techo. ¿Qué van a pensar mis amigas de mí? Que vergüenza. ¿Qué? ¿Qué importa lo que piensen tus amigas? Tienen pinta de no haberse comido una rosca en años. Así gordita, así. Soy yo, o este imbécil me acaba de llamar gordita. No, debo ser yo, que he escuchado mal. Parece que le gusta que lo ahogue con las tetas en la cara. Uy, que rico, que rico. Estoy aullando de placer como Monserrat Caballé en su etapa más gorda. Madre de Dios, que buen polvo. Me he venido como un trueno, dice, y yo corro al baño. Él todavía se queda desnudo sobre la cama, con un huevo que se le chorrea sobre la pierna. Mierda, no hay jabón. Me enguago con agua, y con un cojín de champú. Y me visto lo más rápido que pueda. Tengo que volver con mi hija. Cuando salgo del


baño él todavía yace sober la cama, desnudo. Me tengo que ir. Tomamos un taxi de vuelta a Bizarro. Así ha sido el trato: yo he pagado los taxis y la caja de condones y él ha pagado el hotel. El tipo me toma de la mano a lo largo del trayecto. Está muy tranquilo. Se siente bien y parece que quiere que yo también me sienta bien. El taxi se detiene frente a la puerta de Bizarro. Es tarde, la gente ya está de salida. ¿No me vas a llamar, no?


Escena 3: La policía La última vez que tomé tanto fue cosa de unas semanas. Tampoco, como ahora, es que estuviera borracho, pero claramente no estaba en condiciones de coger el carro y manejar. Por eso decidí que lo mejor era caminar a casa de mi padre y dormir allí. Llegué como a las cinco de la mañana, y entré al cuarto de Joaquín, mi hermano de 11 años. Me quité la ropa y lo arrimé: Joaquín, ya arrímate, huevón. Una semana después, escuché a mi hermano menor acusándome con su abuela: Gabriel se metió en calzoncillos a mi cama, y estuvo roncando y tirándose pedos y por eso me tuve que pasar a la cama de mi mamá, porque no me dejaba dormir. Yo estaba mirando la televisión mientras lo oía, y pensé, que tal maricón. No puede ser que tenga un hermano así de chivato. Este huevón necesita salir a jugar fútbol a la calle, que lo espabilen un poco. Tanto Play Station, tanto engreimiento y tanta tontería no pueden ser buenos. Ser hijo único lo está cagando, y yo como hermano mayor estoy en la obligación de enseñarle que no puede ir por la vida acusando a sus hermanos con su abuela, por más que a veces los hermanos mayores hagamos huevadas como meternos en tu cama medio borrachos a las cinco de la mañana. Ay no, hijito, el sueño es una cosa muy privada y tú no debes permitir que nadie se meta a tu cama. ¿Y cuando conozca a una chica, qué, también le va a decir que no tiene derecho de meterse en su cama? Así que esta noche pensé que a riesgo de que mi hermano vuelva a acusarme con su abuela mejor me meto al carro y me regreso a casa conduciendo. La ruta que suelo tomar desde Miraflores va por calles secundarias y no suele ser muy transitada, pero esta noche me ha detenido una patrulla de la policía.


Documentos. Tarjeta de propiedad, seguro, licencia de conducir. Por motivos del partido de la selección estamos realizando un operativo... Jefe, pero ya es tarde, me quiero ir a casa a dormir Asu madre...señor...usted ha estado tomando. A ver, sople por favor. Ojalá que se me noté la salsa criolla y el cebollón de la butifarra que acabo de comerme en el Parque Kennedy. ¿Cuánto ha tomado? Para que le voy a mentir, jefe. Si, me he tomando unos tragos. Pero estoy tranquilo, no estoy borracho ni nada. Ya, va a tener que acompañarnos a la comisaría a que le practiquen el dosaje etílico correspondiente. ¡No pues jefe! ¿Cómo me va a hacer eso? Estoy siendo honesto con usted, y tampoco es que le haya faltado el respeto a la autoridad, no sea malo, pues. ¿Usted sabe cuánto es la multa por manejar en estado etílico? No, jefe, no sé. Dos mil quinientos soles y el retiro de su licencia. A ver, síganos a la comisaría. ¿Pero, jefe, no dice que no puedo manejar en este estado? Ya síganos a la comisaría, carajo. Jefe: pero mejor arreglamos aquí no más, entre nosotros. ¿Estás grabando con tu celular? Yo soy un caballero, cómo se le ocurre, jefe. Mire, está apagado. Usted dirá. Cincuenta soles, jefe, para que saque a su señora a comer a la calle, de mi parte. Pero me van a tener que acompañar al cajero, porque aquí no tengo efectivo. ¿Cómo? ¿Cincuenta soles? A la comisaría, mierda. Ya, setenta pues jefe. Mira hermanito: con la nueva ley nos toca el 10% de la multa. Tú saca tu cuenta.


Doscientos cincuenta soles, cómo se va a malear así conmigo, jefe. ¿Y el trabajo que les va a tomar procesarme? Ya, en eso tienes razón. Calcula que somos tres, y atrás en el patrullero está también mi comandante. Setenta soles no nos alcanza ni para los cigarros. Le había dicho cincuenta ... Ya está bien jefe, ¿cuánto quiere? El policía ha pintado una cifra con el dedo sobre el polvo de mi capó. ¡Doscientos treinta soles! Que ganas que tengo de patear a este huevón. A la policía se la respeta. ...Además, tiene que ser un múltiplo de tres. Jefe: doscientos treinta no es múltiplo de tres ... Y por esa suma no estaría pidiendo respeto sino cariño. Ciento ochenta, sería lo más justo. Bueno ya, me has caído bien, sobrino. Los policías me han obligado a seguirlos hasta un cajero. Llevan consigo todos mis documentos. Estaciónate allí. Nosotros nos vamos a poner unos metros más adelante, no queremos salir en las cámaras del banco. Entro al cajero, retiro 180 soles de mi cuenta, salgo del cajero, y camino hacia el patrullero. Cuando gana Perú, ganamos todos, dice uno de ellos desde el interior. Maneja con cuidado, primito. Y toman mi dinero y se arrancan. Y veo al auto de la policía perderse en la oscuridad. GA


Assasin. La puta estrábica Aunque su constancia, su esmerilada y opaca intención era firme, no era capaz de apretar el gatillo. El delirio era sincero, como un rio lamiendo las vestiduras de las rocas, esquirla a esquirla, siglo a siglo. Les pondré en antecedentes; todo asesino tiene unos, las ramas tienen sus arrullos y los despertares sus lágrimas criogenizadas. En las noches febriles, los cantos de cisne y las urracas confundían sus cacofonías, y como su mano era su pluma, su pluma su gastada espada, su tintero su vórtice y el papel…el papel sólo era papel, durmió varias noches entre sus brazos. Unas noches eran juegos de oca, pero la inmensa mayoría descansaba entre sus sienes como buques de acero atracados en un océano de hormigón. El parto, no por prematuro fue menos deseado. De dos tacadas, lo había escrito de dos arcadas, no lo adornó demasiado, no hacía falta. ¿Pero era lícita esa exposición? Aquel desnudo ensayo era un espejo de sangre. Se dio cuenta en el momento que apuñaló el relato con su punto final. Un punto desdibujado, pero estaba ahí, palpitando y eyaculando todo el desasosiego de la Vía Láctea. Caía en espirales, se retorcía como un humo constrictor y perpetuo. Una Verdad no explorada. La pira era una buena solución, cualquier derivado del queroseno purificaría este aborto de la conciencia. Un pequeño y maligno ­porque aquí sale su visión particular del Hades­ deuterio de hidrógeno chillaba como si un pavo real descabezado, amamantara con sus plumas de color jade su pequeño y gritón cráneo de marfil. Pero no se quemaba un pergamino de una pirámide faraónica desnuda e inversa tan fácilmente. Se mantenía a través del tiempo como si el final sólo fuera final, un globo de éter deshinchándose. No era el Acto, era la Idea del acto. No hablamos de de lo aberrante como adjetivo, hablamos del contubernio de Baphomet y no de filmografía yugoslava de


falsas snuff movies. Descartada la hoguera, el mechero y el flama del corazón, pensó en ahogar el manuscrito en su propia tinta; krakens antediluvianos llenando bañeras de la savia de las impresoras. El ácido era demasiado cáustico, no necesitaba sufrimiento en la muerte, eran partituras de crisálidas lo que ansiaba para acabar con aquello. Cuénteme usted que piensa de la masacre de las ballenas, ¿Tiene cierta quiromancia el baile de las gaviotas? Mientras que nos debatimos entre las miríadas de agujeros que tiene el silencio y los grados a los que saltan las palomitas en la antimateria, el jirón en la conciencia no acomete. Es en la Noche de los Vientos Huecos , cuando el granizo produce las primeras laceraciones. Y viene sin más, empuja, atropella, delinque con los sentidos y deja ese pequeño huevo de troll llamado Baltasar. A la mañana siguiente, después del sueño reparador que es ese Morfeo con pinta de súcubo, el escritor pirómano exhala, boquea y vuelve a exhalar. Allí, delante suyo, está el misterio de azúcares y la mano convertida en puño. ¿Qué hacer ante tamaño despropósito? Entendiendo despropósito como la desafección al hecho consumado. Es irracional, mi moral no me deja encender cigarrillos en las gasolineras. Pero sin duda es obra suya, el escritor exhala de nuevo. Tú no entiendes esto, querido protozoo: La generalidad, la línea maestra que ha esculpido del bloque la conciencia, está contaminada y lubricada por judeocircuncisiones y sexismo alfanumérico. Secuestrando cicatrices en las heridas de mares endémicos, desdibujados por esos dedos invisibles que deforman la infección en los abismos, la otra cara de la Luna o el vuelo de los albatros. Pero así de cruel es el sonido del timbre en la liberación de los huesos metacarpianos, que elevan su ser hacia la total ingravidez, arrancando desde lo más profundo todas las imperfecciones mundanas, apiladas en este paisaje envuelto en amasijos de palabras hambrientas, mutadas, preñadas en su vaivén de luz, re­inventando sombras y


fuegos en esta rayuela de saltos al vacío que se debate entre quiméricas bondades y el mal que anida en lo más alto de cada campanario, donde los muertos y otros fantasmas se levantan y vagan entre pasillos ahogados en bilis reseca, pájaros en vilo arropados en su insomnio que no descansan ni duermen rompiendo partículas, esperando la detonación de tinta en su cielo abigarrado. Y tú, gato negro que transitas en habitaciones a oscuras, pequeña hormiga caótica en su orden desordenado ¿Crees que su imperio produciría Tsunamis en el estómago de lo éticamente aceptado, regalando dardos con síndromes de Guillian Barré a aquellos que malinterpreten sus pensamientos camuflados entre espasmódicos rugidos? ¿Piensas, diminuta ilusión que en tus huellas no se plasma una sonrisa impura, maquiavélica?¿ qué el ser humano no era sádico antes que él marqués? Ingenuos cervatillos…si vuestro mundo gira alternadamente sobre afilados alambres en la cara A y la cara B de la cinta, la parte sombreada y luminosa de la montaña, porque el rostro angelical sólo brota si afirmáis que Dios es solo un invento para que las velas no ardan solas y riegues con mimo las tenias de Apolión, así como la mirada podrida nace ayudando a ancianas a cruzar la carretera o plantando un árbol que sepultará tus recuerdos en esas puertas donde Cerbero es un perrito juguetón. La huella se agrieta en cada paso insolente, en sus casas descosen sus alas atrofiadas. Las manos se llenan de un todo vaciado en cucharadas de aliento transeúnte: nómadas errantes en la falta de elocuencia y la sinrazón mundana, moscas devoradoras de sueños intrépidos apuñalan toda mente en descomposición, inquietudes arrinconadas en infinitos de cal aplanan la pureza de la creatividad, la decisión propia, la dirección particular, cayendo todos en el mismo abismo, cegados por el vulgar velo que te ata al sofá, seca tu tinta, y despluma la luz en esta sopa de saprofitos…


Jilgueros, ligeros jilgueros en cables de alta tensión. Miran con superioridad desde sus atalayas al pútrido escriba, que les devuelve la mirada y calla. Y piensa en el silencio. Correoso y de olor a pintura plástica, el silencio puede ser la atávica solución a su problema. Ahogarlo entre almohadones, taponarlo con vacío, visionarlo con códices de tipografía Enigma. Pero sale a flote el eco del desespero, la violenta respuesta de cristales rotos…y calla, devuelve la mirada a los jilgueros de ojos rojos y calla. ¿Si lo suelta libre, disoluto, embravecido? Dejarlo campar a sus anchas por los telediarios, las radiofórmulas, saturar con el mismo mensaje que le atormenta todos los diales, ser acepción en todas las enciclopedias y ser el ABC de cualquier bestiario. Tanta multiplicidad acallaría sus remordimientos, porque no hay otra palabra que mejor lo defina: remordimiento. Un remordimiento pulcro, inmaculado en sales de baño, desayunando café con bismuto y eructando plácidamente en las marismas. Así se las gastaba el bicho en esos lunes de ayuno y misericordia. Intentar comprenderlo era tarea de Sísifo, un plan imperfecto que salía de puta madre. A nosotros, querido lector, se nos antoja hartamente complicada la idea de su cuerpo desollado, como intentar descifrar la función de los condensadores SMD de las lavadoras a habitantes del Medievo. Sin embargo, su comprensión era aprensión para el protagonista de una fábula de Alan Poe, su moraleja era sopa de panspermia y una danza de cuervos planeaba en todas las aristas de su relato. ¿Qué le había llevado a dormir a la intemperie todas las noches de Noviembre sobre el colchón de la hoja en blanco? ¿Por qué, sin más, amaneció defecado, con su cerebro agujereado como con resaca de metanfetamina? Había nacido la Bestia de siete cabezas, y era amable, abanicaba su siesta y su desvelo y le decía: “Mira dentro de las ratoneras, hay un saco lleno de besos de esparto, pero no son para ti” Como un siniestro juego de espejos de un gemelo llamado Benjamin, que en realidad es otrora Auster, otrora Borges, las letras caminan en fila india hacia


el desfiladero. Su alma es la colchoneta, un diminuto enfant terrible activa el compresor hasta que todo estalle. Y sabe, con certeza y cierta pena ciega, que después del estallido llega el palpitar. Después del rumor, la conciencia y después de ésta, vuelta a empezar. Un ciclo, otro, otro, otro… ad infinitum. No se puede permitir el lujo de acabar otra vez en esas habitaciones de motel barato, con una biblia en un cajón y en el otro, un revolver. No. ¡Coge el revólver, Bruce! Mata a esa hija de puta, la musa estrábica que te ha hinchado las venas del miembro viril y te ha hecho expulsar este sopicaldo amargo y de textura granulada. Ahora es el momento. Mátala. No es para tanto, amigo. Relaja el esfínter, deja que mi mano coja tu mano y acaricie mi rostro. Y en esas estaba el escritor, doliente y lunático, sin saber si coger la soga y ahorcar las consonantes o montar en la grupa de las vocales encabritadas. ¿Qué haría usted, ante tal pergeño? Es difícil ponerse en situación si no ha lamido el polvo de las estanterías, al menos, alguna vez, al menos…Porque suscrito al círculo de cualquier religión (pongamos Metodista), todo es bastante más sencillo: Bien, Mal. El regular no es doctrina de fe, es un eslabón perdido en la evolución de nuestra moralidad. Algo difuso y que se escapa a los cánones oficiales. No existe, hay un póster en una pared de un despacho gris. The true is out there. JT


Psique irredenta Psique tumbada boca arriba. Su cuerpo desnudo es ofrenda. La barra del Troopers oficia como ara en escuadra. Al fondo se escucha el chirrido de una persiana metálica. Después los pasos del hombre penetrando en el café desierto. La Liturgia exige que ella no abra los ojos, que soporte estoica los embates del ansia ajena, mientras en su cabeza reverberan aún los ecos de aquella última disputa... «¡Jamás te compartiré, Eros! Me perteneces por completo. Es mío tu rostro; esa boca que tantas veces me nombrara, que me mordió bajo el éxtasis; y tu falo, siempre dentro de mí. ¡Incluso tu alma es mía!... ¿Fuiste tú quien la buscó? ¿O fue esa zorra maldita? ¡sí, maldita! Maldita ella y Maldito tú,... mi Dios amado. ¡Y mírame cuando te hablo! Da la cara de una vez y afronta tu traición como un hombre». Eros se había convertido en mito. Era él quien siempre tomaba las decisiones en aquel Drama: “Amor: este es el local... Ya tengo el proyecto y la licencia... Cariño, abrimos este jueves. ¿Qué te parece si para celebrarlo traemos a los “Jumping Crooners”?, darían un concierto intimista en el altillo... Voy a crear un grupo literario. Organizaré reuniones aquí, en el café, acudirán escritores famosos... Internet es el futuro: `Aberraciones de Papel´; huuum, ¿nuestro flamante Blog?”. Tras el éxito rotundo del proyecto, de pronto, silencio íntimo acompañado de pensamientos ausentes y una distancia que se magnifica. Psique se topó con la camarera Afrodita: demasiado bella, demasiado joven, demasiado solícita y dispuesta. Hubo quien en la minúscula ciudad trató de enviarle codificados mensajes de alarma. También insinuaciones malintencionadas o miradas que se desviaban con tal de no confesar un clamor. Más tarde llegaría la evidencia: Psique obsesionada con los descuidos. Aún se recuerda accediendo de madrugada al local, por la trasera, a través de la


ínfima cocina donde encuentra cerrada por completo (y no abierta como había supuesto) la espita de su propia esperanza. Era jueves. Luz al fondo sobre la estigia laguna que es el Destino. Se acercó como hipnotizada. O incrédula. Tan solo pudo gritar ¡¡¿Por qué?!!, cuando allí mismo, sobre el alto mostrador bañado con lúbricos fluidos brillantes, se descubriera suplantada. Todo se precipitó: abogados, juez y notario. Legajos de falsa literatura que darían fe de su Naufragio. Eros pudo escoger una nueva vida. A cambio, todo lo material fue para Psique; incluido el Troopers. Pero a ella no le pareció suficiente: pretendía aquella mirada al despertar; la caricia de unas recias manos con olor a loción sobre sus otros labios; y sobre todo, el grosor palpitante que solía llenarla por completo. De su garganta, por pura impotencia, brotó una incontestable Maldición: «Llegará el Jueves. Será al filo de la mañana. Todos verán una rendija abierta en la persiana del café. Sabrán que estoy dentro: desnuda, abierta sobre la barra, aguardando el momento en que alguien, diferente cada vez, te sustituya. Eres hombre, Eros, tu orgullo se vendrá abajo y si todavía conservas un mínimo residuo de amor por mí, sufrirás. Acabarás decidido a recuperar lo que siempre fue tuyo». Amanece. Psique Irredenta nota un profundo calor en su sexo. Alza la mirada y descubre las anchas espaldas de un inmigrante senegalés; está terminando de abrocharse unos tejanos raídos por la Miseria. A veces se pregunta cuánto tiempo será capaz de protagonizar este Drama o si alguno de sus “amantes” logrará por fin arrancarle un orgasmo. Se acoda ahora sobre la barra. El interior de sus muslos está pegajoso con el semen de un hombre distinto al que ella ansía (y al que hace tiempo comenzó a perdonar). Se siente cansada: son ya tres años observando el mismo Ritual. Entonces se escucha decir: ­Cuando salgas, no te olvides de bajar la persiana. RZ


NO FICCIÓN

Muerte digna, ética y derecho Ahora que vuelve a estar en primera fila de trinchera la lucha para que las mujeres puedan decidir el destino de su propio cuerpo no puedo dejar de pensar en este mismo derecho, el que tiene, o mejor dicho, debería tener un ser humano para decir lo que quiere que se haga con su vida cuando ésta ya ha dejado de ser digna y, gracias a los avances de la medicina, es mantenida contra corriente y, sobre todo, contra su voluntad. No estoy hablando de implantar la eutanasia, palabra tabú, sin orden ni concierto, simplemente estoy diciendo de que la voluntad de una persona debería estar por encima de fanatismos y leyes encorsetadas que no hacen otra cosa que minar la libertad personal. No he encontrado nada mejor que reproducir una parte del capítulo “Insuficiencia cardíaca tóxica, cumpleaños y dignidad” de mi libro “La fuerza de un latido” (RBA, 2008) donde me refiero a este tema cuando, personalmente, me encontré en tal situación respecto a mi madre, teniendo que lidiar con una profesional de la medicina, joven (esto sólo es un dato, pero quiero que conste) que quiso aleccionarme sobre amor filial en una situación extrema, todo por sus creencias religiosas. Ni quiero ser dogmático, faltaría más, ni tampoco enarbolar bandera de verdad suprema, simplemente quiero defender algo tan simple y a la vez tan complicado como la libertad personal. Os dejo con el texto, ligeramente modificado para eliminar material que no venía al caso.


“ En mi vida, por otro lado algo lógico, como en la de la mayoría de la gente, también hay cumpleaños remarcables. Si no uno en concreto sí a nivel general. Yo nací un 5 de abril y mi hermana un día 3, del mismo mes, dos años más tarde, por lo que durante toda nuestra infancia los celebrábamos juntos. Mi abuelo materno, el vasco, Luis, nació el 4 de abril de 1899 y siempre, en broma, comentaba a modo de anécdota la falta de puntería que habíamos tenido tanto mi hermana como yo en el momento de decidir la fecha del calendario en la que saltaríamos al mundo. Recuerdo alguna de aquellas fiestas en las que venían a casa “teresianas” y “claretianos”, compañeros de nuestros respectivos colegios, y jugábamos al popular concurso televisivo de la época, el “Un, dos, tres, responda otra vez”. Cuando crecimos la fiesta familiar siguió conjunta, pero la de las amistades ya se hizo por separado, pese a la voluntad de algunos de mis amigos de cambiar el programa televisivo del concurso de Kiko Ledgard por alguno de médicos y enfermeras para jugar con alguna de las amigas de mi hermana. Evidentemente ella estaba fuera de cualquier posible pretensión adolescente, o como mínimo mis amigos no se atrevieron a decírmelo. A mi tampoco me hubiese importado conocer un poco más a alguna de aquellas amigas de Marga, las hubo a las que les probó con creces el paso de niña a mujer, pero “no quedaba bien”, que yo que me las daba de mayor, reconociese que me fijaba en ellas, por lo que a la que empezamos a descubrir que rincones de nuestro cuerpo que, en anteriores cumpleaños eran finas capas de dermis, comenzaban a poblarse de vello, decidimos celebrar las fiestas cada uno por su lado. ()… Para mi madre, la fecha de su cumpleaños estuvo siempre muy ligada a su enfermedad. Recuerdo, de niño, verla pasar este día encamada a causa de simples constipados que evolucionaban hacia patologías mucho más serias.


Muchos años después, coincidió con las fechas que tuvo que estar ingresada, en 1988, cuando la operaron por segunda vez de las válvulas mitral y aorta en el Hospital del Sagrado Corazón de Barcelona. Más cercanos en el tiempo fueron los últimos ingresos, en este mismo centro, debido a su progresivo deterioramiento, de los que recuerdo especialmente uno en el que, una serie de noches que me quedé para hacerle compañía, le leía “El Alquimista” de Paulo Coelho, hasta que se dormía. Fueron noches en las que pudimos hablar y encontrarnos de nuevo en temas que muchos años antes habíamos dejado de lado por ser incapaces, los dos, de tratarlos con un mínimo de respeto hacia el otro. Ella reconoció su error en unos y yo aprendí a ceder en otros, y ambos lamentamos el tiempo absurdamente perdido y que ya no iba a volver. Finalmente, durante el ingreso, como no en estas fechas, del año 2004, el que ya sabíamos que era el definitivo, el 19 de diciembre, el día de su cumpleaños, pudo ver y hablar a su hermano, mi tío Luis, que vive en Vielha y que era el último que le quedaba por despedirse. En aquellos momentos ya tenía muy claro, en la conversación que quiso mantener conmigo en privado me lo confirmó, que aquel era su último ingreso. Poco después de hablar con mi tío entró en coma y al día siguiente, tras interminables jornadas de agonía, murió. Ahora, con más calma y tranquilidad, junto a un café, si es que sus creencias religiosas se lo permiten, debatiría de Ética profesional con aquella doctora que, en medio de un pasillo, me quiso dar una tesis doctoral de moral y amor filial cuando le pregunté si era suficiente la pauta de confort que le había pautado, y con la que estuvo, sino recuerdo mal, alrededor de dos semanas agonizando. Doctora, digamos... Superética, entre Ave María y Padrenuestro déjese un espacio para ponerse, de vez en cuando, un suero de humildad. Si una cosa no soporto de los fanatismos religiosos es la autocapacidad que se permiten tener para dar opiniones, juzgar y creerse siempre propietarios de la


verdad, no sólo en temas que les afecten directamente sino en cualquiera que pueda afectar a otras personas. En los hospitales, durante muchos años, y es justo reconocerlo, fueron imprescindibles las religiosas para su funcionamiento, pero todo evoluciona, y a mi entender, en la actualidad, en cualquier país que se precie de ser mínimamente desarrollado, debería mantenerse al margen cualquier creencia que afecte tanto a las decisiones médicas, como a las de los propios pacientes. He podido verlas en ambos casos y realmente es muy triste que alguien interponga la Biblia a una acertada praxis cuando la vida de un enfermo ya ha dejado de serlo y lo único que pide para su muerte es dignidad. Para que no parezca que cargo todas las culpas en un mismo lado, diré que también fue muy triste cuando presencié como un médico se desesperaba por intentar convencer a unos padres que dejaran transfundir sangre a su hijo para poder salvarle la vida, y éstos, amparándose en no se que demonios de creencias, me niego a nombrarlas, impasibles, se negaban una y otra vez. No existe nada más bonito que la libertad individual en el momento de tomar una decisión, ya sea la cosa más banal como la más importante de tu vida, pero, por contra, tampoco hay nada más feo que anular, quitar, impedir, prohibir, robar, usurpar, esa misma libertad, y si encima se hace en nombre de la verdad que nos ha otorgado algún Dios, para mí, sin duda, por hacerse con alevosía, tiene más delito. La Sociedad y la Iglesia se rasgaron las vestiduras cuando a alguien se le ocurrió decir que la tierra era redonda, y a más de uno le costó una barbacoa financiada por el Vaticano. Ahora lo más probable es que se sonrían con el tema. Siglos más tarde las vestiduras seguían rasgándose por equiparar a la mujer al hombre en la vida civil cuando éstas reclamaban el derecho a votar. Ahora lo más probable es que, también, se sonrían con el tema. Con el divorcio, las nuevas y lustrosas vestiduras vaticanas volvían a rasgarse, y sin tiempo a poder esbozar una sonrisa con el tema continúan haciéndolo con el


aborto. Puestos a seguir rasgándose vestidos, me encantaría que el próximo motivo fuese que por fin, dejándonos de hipocresías como hicimos en su día con los temas anteriores, se regulase el poder tener derecho a escoger, como colofón a una vida digna, a una muerte con las mismas características, dándole así, una alegría más, a la Sra. Libertad, y esto no significa que quien decida lo contrario no pueda hacerlo, ¡solo faltaría!. Una vez la medicina ha dicho ya su última palabra, la decisión, en una dirección o en otra, ha de ser del propio paciente, y si éste ya no puede tomarla, como mínimo, respetar su voluntad. El amor que se ha tenido hacia un padre, una madre o cualquier otro ser querido durante su vida, seguirá acompañándolo en su muerte y no menguará ni un solo gramo, sino todo lo contrario, por desearle el menor sufrimiento y la mayor dignidad en ese terrible instante en el que nos abandona. La Dra. Superética del Hospital Sagrado Corazón de Barcelona, que creyó ver en mí al mismísimo Lucifer cuando le pedí información sobre la pauta de confort que había puesto a mi madre, no debería, como todas las personas religiosamente influenciadas como ella, ya no sólo decidir lo que es ético o no, sino mucho menos juzgarlo, ni que fuese por simple prudencia, un día podría encontrarse en el otro lado de la valla y no tener a nadie que la ayude a saltar cuando aparezca el toro...” Simplemente intentemos eso, simplemente intentemos hacer un poco más feliz a la Sra. Libertad, que últimamente va de disgusto en disgusto. ¡Ah! y no se me tenga en cuenta lo de Paulo Coelho… a mi madre le ayudó. ;­) EBdJ


Sobre la moral ¿Qué es la moral? Personalmente creo que definir esta clase de conceptos resulta muy subjetivo y dentro de un mismo individuo la idea que se tenga de ello puede variar con el tiempo. Dicho esto intentaré exponer la concepción que tengo de la moral a día de hoy. Claramente se trata de una opinión personal y puede ser compartida o no. La moral es una de aquellas cosas que nos acompañan toda la vida. A lo largo de nuestra existencia va cambiando y nosotros con ella. Desde pequeños se nos inculcan valores. El concepto del bien y del mal, lo que es correcto o no, lo aceptable, la conducta que “se debe” seguir o es la “correcta” y todo lo que hay que evitar. Paralelamente hay un proceso similar dentro del mismo individuo al contrastar lo aprendido y nuestras ideas propias con la experiencia y el carácter o inclinaciones propias de la misma persona. Es un entramado de clasificación de conductas, decisiones, elecciones, reacciones, ideas y valores que ordenamos, a veces de un modo inconsciente, y que determinan como interactuamos con cuanto nos rodea. ¿Puede imponerse una moral? ¿Pueden dos personas tener los mismos conceptos morales coincidiendo en todos los aspectos posibles? Yo creo, permaneciendo en una valoración racional, que no. La similitud o la opinión compartida en uno o varios aspectos concretos es más plausible. La moral es el tono de la voz de nuestra consciencia, de nuestro pensamiento, y como tal varía de una persona a otra. Las creencias que tenemos, nuestra fe o ausencia de ella, nuestros


sentimientos respecto a cuanto nos rodea y entra en contacto con nosotros, lo que aprendemos en nuestras circunstancias particulares… Hay muchos aspectos que hacen que el concepto de la moral sea individual. En oposición hay ocasiones en que un concepto moral concreto en una situación determinada, como puede ser, por ejemplo, la valoración ante la acción de una persona o ante un acontecimiento, parece que esos “decálogos” morales coincidan en más de un individuo. ¿Fruto de la influencia de la sociedad que nos rodea o de la época que nos ha tocado vivir? ¿Fruto de la naturaleza humana? Hay aspectos morales que perviven pese al paso del tiempo y pese a cambios significativos tanto sociales como culturales sin estar ligados al conocimiento. Parece como si en todos nosotros hubiese una pequeña porción “moral” que es común pero tan pequeña y difusa que escapa a nuestra percepción para establecerle límites sensibles por nosotros mismos. Hay experiencias que trascienden a lo aprendido y de un modo inexplicable pueden alterar nuestra moral(entre otros aspectos de nuestra vida). Experiencias místicas, religiosas o espirituales. Descubrimientos personales. Situaciones vitales que resultan extremas y que nos embriagan emocional y/o mentalmente hasta descubrirnos algo nuevo, una escalera de valores que nos era desconocida, que veíamos de un modo distinto o que pese a conocerla previamente no la compartíamos. En conclusión y a modo de cierre, sólo añadir que la moral, fruto propio en la mente de cada uno, escapa del individuo para vivir en la comunidad, en el conjunto, y eso cada uno lo valora en función de sus creencias. XN


POESÍA Cuarteto del incesto Hay que haber sobrellevado esa especie de agonía diferida, lúcida, con buena salud, durante la cual es imposible comprender otra cosa que verdades absolutas, para saber para siempre lo que se dice. Louis­Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche. I. Mi hermana, aquella colina Me vestiré de hombre­rana para verte las alas de cerca, cosidas al cuerpo, remos de un pez volador convaleciente. No llevaré oxígeno, que te prefiero a pulmón libre y quemar mis naves a planear el regreso. Malditos por una tormenta que no cesa, fondearemos al abrigo de una soledad navegable. Destinados a recalar de señuelo en señuelo, de boca en boca, recordaremos los puertos, el saqueo de la carne prendida en sus muelles, el artificio envuelto en las escamas del sueño, y pensaremos, ahogada la experiencia, que fue mejor varar en esta isla, embrutecerse, caer a lo salvaje, rendirse al fin y decirnos que toda la sal del mundo y su derrota ―que este bendito naufragio― smells like victory.


II. Mi hermana en espiral Esta noche un lobo boreal da vueltas en el patio, mi hermana gira en la penumbra de su cuarto y no hay resquicio para verle los dientes a la luna. El lobo aúlla bajo, ronco, y mi hermana gime entre sus sábanas, como si toda esta sordidez y el poco cielo disponible ya hubieran empezado a matarlos por dentro. Entro en su cuarto, busco su sexo bocabajo, muerdo sus nalgas y juntos escuchamos al lobo, su letanía, que asciende y roza la ropa tendida, como la canción ebria de un vigía sin tierra a la vista entre las velas. Mi hermana implora de nuevo mis colmillos y yo pienso entonces en la inmensidad de la tundra, en hilos trenzados de sangre sobre la nieve, en un reno abierto y una jauría feliz.


III. Mi hermana, la ladrona Vendrás, con la fibra sureña de tus manos, a robar en esta casa, a dejar a brochazos tu nombre por las paredes, en ese idioma del vértigo que tu cuerpo murmura para escapar del invierno. Vendrás, desencantada de casas nuevas, de catálogos, de solares de lujo sobre plano y promesas residenciales, cansada de vagar como una gacela por salones vacíos, de resbalar sobre la hojarasca intrusa y el mármol, aterida por el aliento de todos esos ventanales sin armar. Vendrás huyendo del frío a pintar tu nombre en esta casa, sobre estas cicatrices que apenas sostienen un rostro, hendidas en el ladrillo enmohecido de mi refugio. Vendrás, al calor de esta vieja biblioteca, y te quedarás, recostada y por fin a salvo, frente a una hoguera a la que irás arrojando, uno a uno, todos los libros que te escriba.


IV. Mi hermana y los perros Miro tus cejas, ese pájaro afilado de ceniza que extiende sus alas en tu frente y lleva en sus garras todo lo que has visto, la locura, el odio y la muerte, tan extraña, que de los que amas te separa y a los que no conoces te une. Miro las ruinas de nuestra guerra fría y veo la neblina de fósforo de un silencio que aún a veces bombardea la ciudad. Por este insomnio poblado de espejos, por las calles arrasadas de esta vigilia, merodean los perros del deseo, les veo buscar en cada grieta tu rastro, la huella de tu sudor tras cada lucha y cada fiebre. Les veo arrastrar tu luz entre sus fauces y ladrarle tu nombre a cada charco, hasta encontrar tu cuerpo y hundir sus lenguas en la ceniza, sus hocicos entre las alas de un pájaro calcinado. Entre esos huesos, hasta la médula, miro la vida en ti y veo los fuegos hacia los que mañana vamos. SeB


Sexo y moral Los hombres se relajan cuando se trata de putas. Las mujeres también cuando no son más que clientes. Las putas no muestran sus sentimientos; eso es reconfortante; Se trata de trabajo y de eso ellos saben mucho. Llevan toda la vida haciéndolo. Soy Madame Taxi, dirijo el Prostíbulo Poético. Soy Sonia Barba, formo parte de una familia. Los clientes me dicen que podemos acabar con sus vidas. Escucho las anécdotas laborales de mi cuñada en la cena de Navidad. Los clientes me dicen que para estar a solas con una de mis chicas han tenido que romper un muro, sacudirse el polvo y convertirse en otro. Desde el cielo mi padre observa atentamente; su cabeza de padre a mil por hora. Los clientes cierran los ojos mientras recito en su oído. Los padres del colegio de mi hijo relatan el picnic del fin de semana. Los hombres tiemblan cuando cojo su mano y les pido que me sigan. Las mujeres también. En el ascensor mi vecina pregunta: “¿A qué piso vas?”. Decir que soy puta por formar parte del Prostíbulo Poético sería como decir que soy bombero por apagar las velas de mi tarta de cumpleaños. Cuando era niña y no conocía el asfalto me gustaba contar los arañazos que me hacía robando moras. El moral crecía formando un muro de espinas que hacia inaccesible un convento de monjas de clausura. También había rosales. Cosas bellas y sabrosas con las que te pinchas antes de convertirlas en tuyas. Luego mueren, no aguantan ni una semana; o las devoras. SoB


Arthur y Charles Dante de una época decadente Raistlin Majere y Elric de Melniboné Roen los huesos con sus manos de papel Se acarician las albinas crines con los dientes Charles deambula por el Barrio Latino Con un camiseta de Joy Division Sus andares delatan el opio y el vino Es puro arte, simbolismo e imprecisión Por su parte, Arthur escribe cartas De sus temporadas en el averno Plastifica los delirios y luego los ensarta Con letras ocres en oscuros cuadernos Uno es una máquina de Moore Y otra de Mealy Sus estados son salidas de desesperación Flores del mal y transición de arcoiris A luz negra y empírica Bohemia y Sífilis se dan la mano En los prostíbulos del remordimiento Spleen que los ahoga en el concilio de los malditos Y las brasas de las tormentas y el dios Urano En lo alto de su decadencia y el martillo del tormento


Clavetea las ínfulas contra la pared del sepelio y el rito El ajenjo empapa la lastimera conciencia del oráculo Uno lleva una espada que irradia la oscuridad de la farsa Otro la garra del dragón como apoyo y como báculo Los dos son infraseres en el Abismo y el Multiverso Arthur, más decadentista, escapó a Chipre y a Java En Yemen bebió del flujo como un néctar abisinio Vendió rifles en Harán y cuando la gangrena fue su saliva En la muñeca palpitaba Verlaine como un último vestigio Años atrás, Charles quiso ser pieza de museo Ni los arañazos de trescientos francos Ni la máscara nerviosa de la afasia mitigó su deseo En Montparnasse duerme sobre una hoja en blanco “Todos los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me recuerdan a Louise Villedieu, una puta de a cinco francos, que una vez me acompañó al Louvre donde ella nunca había estado y empezó a sonrojarse y a taparse la cara. Tirándome a cada momento de la manga, me preguntaba ante las estatuas y cuadros inmortales cómo podían exhibirse públicamente semejantes indecencias.” JT


Perder Te pasas la vida muriéndote un poco cada vez que pierdes la fe, una apuesta, la cartera, la vergüenza, tu amor, el trabajo, un amigo o dos, el pelo, las encías o un diente, la inocencia, parte del salario, un propósito de año nuevo, una mascota, otro amor y a veces otro. Te salen agujeros en las palmas de las manos e intentas consolarte de viejo en que eres más sabio. Vas sobreviviendo a saldos si continúas respirando, no se agarra un rencor a tu costado y amas y dueles a ti y a alguien. Pero ten cuidado con no defraudarte muchas veces;


perdonarte a ti mismo sale caro; equivale a perder: cuatro dientes tres propósitos de enmienda una ilusión de reyes magos medio sueldo cinco apuestas y el tacón de un zapato. EAJ


Dos poemas 1 Es lo que tiene esto de las pollas ­carecen de algún atisbo de moral en sus centímetros­ y luego al racista se le levanta viendo culazos de mulatas. No diré lo que les pasa a las pollas de los obispos ­créeme, tienen bajo sus enormes barrigas púrpuras­ al pasar delante de una guardería. Obedientes, las pollas de los católicos antiabortistas salen de los coños sin bendecir antes de correrse dentro. Y la mía se levanta poderosa cada mañana al lado de la mujer que amo, la misma que dejó de excitarme el día que la conocí. Pero ya sabes: all work and no play makes Jack a dull boy all work and no play makes Jack a dull boy all work and no play makes Jack a dull boy...


2 Teníamos en casa de mi abuelo un moral. sus hojas no eran tan ricas como las de la morera del vecino de al lado. pero yo me emperraba cada verano en criar gusanos de seda. nunca robé una hoja del berrinches, mi moral sacaría adelante el empeño. Año tras año fracasaba, ni crisálidas ni hostias en vinagre. y año tras año, las mariposas venían a mi caja de zapatos, con sus alas de seda a masturbarse dentro de los capullos a medio hacer. se marchaban volando desorientadas por el asco. aturdidas por su deseo irrefrenable sin la memoria de haber sido ellas también gusanos al nacer. JMM


Es la lluvia ¿Escuchas ese tintineo? es la lluvia de cada sábado por la noche. La lluvia, siempre presente. Siempre quise bailar bajo la lluvia. Tal vez acercarme a ti, sonreír, ofrecerte mi mano y preguntar ¿bailas?... y entonces tú sonreirías, y dirías que estoy loca, como siempre..., pero cogerías mi mano, te aferrarías a mi cintura y al inventar unos supuestos pasos de tango desearías besarme. En silencio, yo desearía que lo hicieras, pero no, no diría nada, sólo sonreiría , porque es lo único que sé hacer de verdad. Sí, es la lluvia la que me trae el recuerdo de aquellas cosas que nunca pasaron, y de aquellas conversaciones que tuvimos sin estar ni ser.... todo es lluvia. Nunca te conté los secretos de mi piel. Las cosas no son siempre lo que parece, no todo es blanco o negro, la gama de colores es tan amplia


que podríamos perdernos entre malvas y rosas, pero para llegar a ellos antes debemos llegar a nosotros, y eso no resulta fácil. Tampoco te dije que no creo en las casualidades, sino en las causalidades. tú creas tu propio destino a cada paso que das, y es entonces cuando aparecen las cuatro puertas y debes elegir sólo una, sólo una, la vida te va en ello porque cada puerta te conduce a un camino diferente, y una vez la has abierto ya no puedes dar marcha atrás. Resulta muy difícil abrir la correcta, demasiado difícil. Somos como titelles en manos de las moiras, ellas mueven los hilos pero somos nosotros los que caminamos sobre las brasas. No es fácil caminar cuando lo único que encuentras a tu paso son sombras, y la oscuridad te envuelve, tienes razón, no es fácil. Esto me recuerda el día que decidimos adentrarnos en aquel callejón oscuro para perdernos. Fue divertido, y me sorprendió que fuera idea tuya


porque estas cosas se me suelen ocurrir a mí. Caminar sin rumbo fijo con la intención de perdernos. Todo surgió cuando te dije que para encontrarte antes necesitas perderte, y entonces te dio un ataque de risa dijiste que tenías que probar eso, así que lo hicimos, nos perdimos. Creo que seguimos en el callejón. No he perdido la esperanza de encontrarme. Tal vez lo haya hecho ya, pero sigo aquí, todavía, contigo, esperando que te encuentres, que abras los ojos y veas que te tienes justo delante. Sigo aquí. Es sábado por la noche. ¿Escuchas ese tintineo? Es la lluvia. No sé dónde estás, pero llueve. No estamos ni somos, pero llueve, todo es lluvia y llueve, así que me acerco a ti que no eres,


te ofrezco mi mano sin estar, sonrío porque es lo único que sé hacer de verdad, y pregunto... ¿bailas?... Es sábado por la noche ... y llueve. Me gusta el tintineo, me gusta la lluvia. Me gusta llover mientras bailamos ese tango que nunca existió. RD


Los últimos datos Los últimos datos nos revelan que hay pederastas en el seno de la Iglesia Católica de Irlanda; Los últimos datos nos cuentan que en el cielo también hay traidores bajo la tutela de un dios cada vez más desvirtuado por la perversión humana... ...Los últimos datos nos muestran a un Satanás obeso riéndose a mandíbula batiente, mientras sus súbditos sodomizan a la nueva hornada de ángeles caídos vestidos con sotana y con cruz colgada al cuello. Los últimos datos nos informan de que para ministros de la Iglesia de opereta el aborto es el crimen más blasfemo, más que la violación, más que la pedofilia disfrazada de evangelización, más que a un sacerdote haciéndoselo con un niño en un confesionario... Los últimos datos nos confirman que los bastardos hijosdeputa comienzan a quitarse el disfraz de santidad para mostrarnos la crudeza de la doble moralidad,


un nuevo concepto de pecado, un nuevo estilo de mentira, un nuevo dogma de fe... Los últimos datos nos revelan que hay pederastas en el seno de la Iglesia Católica de Irlanda y de cualquier Iglesia Católica del Mundo. Los últimos datos nos revelan que ésta sí es la verdadera fecha señalada para el advenimiento del Anticristo... lo conoceréis por su manera de hablar de su dios en el púlpito de cualquier iglesia mientras mira sonriente a los niños... ¡Amén!

JMV



FOTOGRAFÍA

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Agustín Calvo Galán






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RAFĂ?A II Mentti






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Ludovica B


RAFĂ?A III

Bastianini






ENTREVISTA Manuel Vilas, por RDF. Estimado Manuel, gracias por aceptar esta entrevista para el número de la revista sobre La moral. Es un tema complicado, este concepto trae a la mente la imposición de conductas, la recriminación, la negación y reproche de nuestros actos, todo aquello del bien y del mal, pero comentemos sobre ello sin rodeos, y también sobre tu literatura y tu última novela, muy al caso del tema sobre la moral, sobre nuestras conductas en sociedad.

ENTREVISTA a Manuel Vilas ¿Qué es la moral para ti? Me imagino que es una construcción cultural más; la creación de un orden más o menos razonable para que podamos sostener la civilización y el capitalismo. Más allá del “no matarás” todo pueden ser dudas. Pero lo que sí podría decir que la moral en España es algo muy peculiar, y muy poco ilusionante. ¿De dónde viene este concepto? No es necesario hacer un recorrido histórico, salvo que quieras y será recibido con los brazos abiertos. Con tu opinión sobre cómo piensas que surge la moral sería ya un buen comienzo para la entrevista. Surge de la represión del instinto sexual. De eso no me cabe la menor duda.


Cada sociedad, tanto histórica como geográficamente tiene sus propios códigos de conducta, sus propios cercos y sus propias aceptaciones. ¿Es la moral el método en que se acotan nuestros actos para facilitar el gobierno de las distintas sociedades? ¿Piensas que es la moral una herramienta de control? Por supuesto que sí. La moral es madrugar. La moral es el culto al trabajo. Hasta el culto a la literatura es la moral. Puede que el alcoholismo sea inmoral, lo único inmoral, en la medida en que el alcohólico es un perfecto inútil laboral. Sobre las religiones, la política y la moral: ¿Existiría una religión o una corriente política sin una moral detrás? Para divagar a placer. No me interesan las religiones. Dios sí que me interesa. Me interesa Jesucristo. Pero no las religiones, no los códigos. La política lo es todo. La política y la moral españolas son un “déjà vu” permanente. Este es un país aburrido. El mundo se ha convertido en un lugar aburrido. El bien y el mal, ¿qué son, en realidad? ¿Cómo interpretamos estos conceptos? Los curas son muy buenos haciendo estas construcciones culturales y los medios de comunicación también son buenos con eso. Yo escribo libros que incomodan porque no respetan esas leyes. La gente necesita códigos para poder madrugar y todo eso. Pero al final, la gente se muere. La moral y nuestras conductas sexuales, aquí entra en juego tu última novela El luminoso regalo. Sé que aquí tienes para páginas enteras...


coméntanos sobre los miedos en el sexo, lo aceptado por la sociedad en que nos encontramos, nuestras costumbres en el sexo, las barreras a las que nos enfrentamos, en fin, sobre el proceso de escritura de tu novela y su contenido. No sabría por dónde empezar. España no solo es un país políticamente mediocre, la gente se cree que la mediocridad solo está en la política. Si España es un país políticamente mediocre, la razón hay que buscarla en la sociedad y en la cultura españolas, que son igualmente mediocres. Los políticos solo nos reflejan. Los políticos son un reflejo de nuestra propia literatura. Lo dije en Facebook el otro día. Últimamente estoy un poco violento con este tema. Pero me irrita que la gente se crea que la política española ha caído del cielo. Ojalá la gente se dé cuenta de que el cambio debe empezar por la gente misma. Si la gente no cambia, los políticos tampoco. La gente en España, joder... Mira la gente, mírala, y lo verás todo claro. Al hilo de tu poesía, donde también la moral está muy presente, como algo a superar, por ejemplo en este verso: “quería ir más allá del orden, de la naturaleza y de la vida”. ¿Qué habría más allá del orden: un orden nuevo a superar? Al fin y al cabo la institución de una moral se basa en la dialéctica, destruyéndose y construyéndose a cada paso según necesidades. ¿Existirá siempre la moral? La literatura tiene como misión ir más lejos. De ahí ese verso. Es un recordatorio de que la vida es sagrada y que ha de usarse en una misión de conocimiento. Ese es un verso contra la alienación. Siguiendo con tu poesía, donde hay búsqueda de ruptura con la sociedad, con la política, con nuestro tiempo, ¿qué busca la poesía de Manuel Vilas?


¿Cuál es tu poemario que sientes más intenso, en el que te sentiste más liberado tras escribirlo? Mi poesía es una liberación. Mi poesía incomoda, pero tiene fans acérrimos. Mi poesía tiene lectores. Tendría más lectores si la gente fuese interesante. La gente en España, de forma general, no es interesante. Mi poesía busca la verdad y la vida. Todos mis poemarios me gustan. Elijo el último: “Gran Vilas”, pero por ser el último. ¿Qué será lo próximo que podamos leerte, poesía o novela? ¿Por dónde irán? Pues cada libro tuyo nos ofrece caras diferentes, con tu propio sello pero siempre bastante diferenciados, lo cual es de agradecer. Estoy bastante desanimado. Me gustaría desaparecer. Ojalá dominara la lengua inglesa. Ojalá pudiera escribir en inglés. Creo que me lo he ganado: poder, al fin, escribir en inglés.


COLABORADORES Andreu Martín

Barcelona, 1949. Empezó a publicar novelas policíacas en 1979, durante el llamado Boom de la Novela Negra. Se autodenomina autor de novela policíaca, frente a la novela negra y la novela enigma desde la convicción de que el concepto novela policíaca integra a los otros dos, y cree que las nuevas tendencias del género deben fusionar la inteligente complejidad reflexiva de la novela enigma con la acción y el análisis social inherentes a la novela negra. Comenzó a escribir guiones de tebeos desde muy joven, continuando esta labor en las editoriales Bruguera y Grijalbo tras licenciarse en Psicología en 1971. A lo largo de su carrera, además de guiones para tebeos, ha escrito teatro, guiones de televisión y cine, ha trabajado como director cinematográfico y ha colaborado en numerosos periódicos y revistas como por ejemplo Destino, Cambio 16 y El Jueves entre otras. Es bien conocido por su personaje Flanagan, en sus publicaciones de novelas policiacas juveniles escritas en colaboración con Jaime Ribera. Es autor de novelas policiacas para jóvenes y adultos. En 2001 obtuvo y el premio La sonrisa vertical con Espera, ponte así y en 2002 fue el ganador del XXXIV Premio Ateneo de Sevilla por su novela Bellísimas personas.


Juan Carlos Márquez

Nació en Bilbao en 1967. Es licenciado en Ciencias de la Información y máster de Periodismo por el diario El Correo y ha ejercido el oficio en diversos medios, pero desde hace algunos años se dedica en exclusiva a impartir talleres y cursos en la Escuela de Escritores de Madrid. Ha escrito los libros de relatos Norteamérica profunda (Diputación de Badajoz, 2008/ Salto de Página, 2012); Oficios (Castalia, 2008), Premio Tiflos de cuento; Llenad la Tierra (Menoscuarto, 2010), finalista del Premio Euskadi 2011; y la novela Tangram (Salto de Página. 2011), Premio Sintagma 2011 y Premio Euskadi 2012. Ha sido dos veces finalista del premio Setenil al mejor libro de relatos (2008 y 2009) así como de la primera edición del Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera de Duero. En los últimos años sus obras han sido reconocidas con varios premios, entre ellos el José Nogales de la Diputación de Huelva (2010), el Rafael González Castell (2005) y el premio Juan Rulfo al escritor novel (2003). Asimismo sus cuentos han sido seleccionados, entre otras muchas recopilaciones, en las dos antologías de referencia de la narrativa breve española contemporánea: Siglo XXI (Menoscuarto. 2010) y Pequeñas Resistencias 5 (Páginas de Espuma. 2010). En 2012 fue uno de los escritores que representaron a España en el festival cultural londinense Spain now!


Gabriel Arriarán

Nació en Madrid, en 1976. Creció en Lima. Además de estas dos ciudades ha vivido en Houston, Puerto Maldonado, Londres y Barcelona. Reside actualmente en Lima. Estudió antropología en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la London School of Economics. Es doctorando en Historia por la Universidad de Barcelona. Fue ganador de la beca MAE­AECI 2007­2011. Ha trabajado como periodista e investigador para think tanks y universidades de España, Inglaterra y Perú. En una línea periodística escribe actualmente el blog: www.uterodehierro.wordpress.com sobre los patrones del oro y la madera y la esclavitud en los campamentos ilegales de extracción en la selva amazónica. Ha publicado recientemente el libro Un escritor de culto, con la editorial Matalamanga.


Juan Trigo

Nací el 1 de Agosto de 1982 en Zafra (Badajoz). Ingeniero informático.

Ramón Zarragoitia

Nacido en Gorliz, Vizcaya, 1970. Fue urbanista. A día de hoy, mientras promociona su última novela "Me miro al espejo... y me gusta lo que veo" con la editorial Groenlandia, sigue colaborando con diversas revistas literarias como: La bolsa de pipas (Sloper); Periplo; Agitadoras.com; Entropía; Acantilados de papel o Narrativas, entre otras. Su proyecto narrativo puede seguirse en el Blog SCRIPTUM, Despacho de letras, incluyendo un currículo actualizado en la pestaña "Deméritos".


Esteve Bosch de Jaureguízar

“El Fisioterapoeta” (fisioterapeuta y poeta). Nació en 1964, un poco en Palamós y otro en Barcelona. Vive a caballo de ambas poblaciones/amores. Esteve, que pretende acuñar el término de Fisioterapoeta, ya que está obsesionado por romper la frontera entre ciencia y letras, trabaja en el Hospital Universitari de Bellvitge (HUB) desde 1986. En 2008 Esteve publicó “La Fuerza de un latido” (RBA Ed), (La Magrana) en catalán y en 2011 “Hospitalia Doble Malta” (Plataforma Ed). A finales de este año publicará “Fisioterapia en Cirugía Cardiaca y Cardiología”. En febrero de 2009 fue uno de los fundadores del espacio literario del HUB “Bellvitge literari”. Recita de forma habitual en el circuito poético indie barcelonés y a finales de abril fue uno de los dos representantes de Barcelona en el certamen estatal de Poetry Slam que se celebró en Jaén. Se clasificó en séptimo lugar. Ejerce como Fisioterapeuta en el HUB en las Unidades de Cardiología, Cirugía Cardiaca, UCI, Coronaria, Trasplante Cardiaco y Reentrenamiento al esfuerzo en pacientes cardiacos y EPOC. Es docente de la Unidad de Formación Continua del HUB y de dos Másters sobre el paciente cardiológico (Univ de Barcelona y Univ Autónoma de Barcelona). Actualmente publica su poesía y algún que otro texto en su blog “El Mercader de Poetia (El rincón del Fisioterapoeta)”. Le gusta llevar el pelo largo y le entusiasma la cerveza Doble Malta, y también la marca de anís badalonesa con la que mestiza el café.


Xavier Nofrerias

Nacido en Mollet del Vallès en el mediodía exacto de un sábado de 1989. Diplomado en Enfermería. Se inició en el mundo del verso a los 17 años fruto de los últimos coletazos de la adolescencia. En esa época inició su blog Rebuzno Poético, cuyo título describe lo que ahí sigue escribiendo en la actualidad. Desvirgado recientemente en cuanto a recitar se refiere, últimamente le está cogiendo el gustillo a rebuznar en público en jams y recitales varios. Tarea que compagina con el blog/agenda de recitales de Barcelona que ha creado para consumo propio y del que lo quiera mirar (Recitales BCN).

Sergi Bellver

Sergi Bellver (Barcelona, 1971). Escritor de vocación tardía, en los últimos tres años ha participado en una decena de antologías de relatos publicadas en España y varios países latinoamericanos. También ha publicado narrativa y poesía en revistas, diarios y otros


medios, y es autor de dos guiones de cortometraje para una productora independiente. Editó los libros colectivos Chéjov comentado (2010) y Mi madre es un pez (2011; con Juan Soto Ivars) y ha prologado una nueva traducción de El jugador, de Dostoievski (2013). Ha colaborado como crítico literario y periodista cultural en el suplemento Cultura|s del diario La Vanguardia y en las revistas Qué Leer, Tiempo y BCN Mes, además de en diversos medios digitales. Profesor de las principales escuelas de escritura de Madrid y Barcelona entre 2008 y 2011, en la actualidad coordina sus propios talleres de narrativa. http://www.sergibellver.com

Sonia Barba

Fotografía de Meritxell Martín

Actriz, escritora, agitadora cultural. Directora de la compañía InterFans y del Prostíbulo Poético en Barcelona. Sus textos han aparecido en Literata, Dulce Arsénico y ahora en Revista Excodra. http://www.talleresprostibulo.tumblr.com


Estela Aguilar Jiménez

Granada, 1974. Soy licenciada en Derecho y funcionaria del Cuerpo Superior de Administradores Generales de la Junta de Andalucía. Actualmente trabajo en la Delegación Territorial de Hacienda y Administración Pública en Granada. En el mundo de las letras mi recorrido es cortísimo y al mismo tiempo, largo. Soy ávida lectora desde que me enseñaron a hacerlo en el colegio y ya de pequeña escribía cositas, como hemos hecho tantos. Sigo perdiéndome a diario entre versos ajenos y desde hace poco, me he sacudido el pudor y empiezo a mostrar los míos en un blog: http://hambreletras.blogspot.com.es/


Jorge M Molinero

Nacido en Valladolid, 1976. Ha publicado los poemarios: Versos en el desierto, Bohodón Ediciones. Y Amplia victoria de los traseros.

Raquel Delgado


Badalona, 1979. Licenciada en Filología Hispánica, especializada en cultura, literatura y arte chicano. Es performer y poeta slammer. Ha publicado en revistas como "Interlingüística, Asociación de Jóvenes Linguistas", "Paralelo Sur", y "Cipactli", revista publicada por la Sant Francisco State University. Es colaboradora de la revista "Rasgado de boca" y miembro del consejo de redacción de Paralelo Sur. Ha participado en diversos festivales artísticos y poéticos a nivel nacional e internacional.

José Manuel Vara

Nacido en 1965. LIBROS PUBLICADOS: Ego Pervertum, junto a Denisse Sánchez. Neurótika Books, 2010. Daño Selectivo. Neurótika Books, 2011. La habitación roja. Neurótika Books, 2011. Poesía bastarda de saldo, Neurótika Books 2012. Dead Zone, poesía de Lucía de Fraga y José Manuel Vara. Neurótika Books, 2012. Pecados capitales y emociones asociadas. Neurótika Books, 2013. FANZINES, ANTOLOGÍAS, ETC.: Resaca, Hank Over, un homenaje a Charles Bukowski. Ed, Caballo de Troya. Vinalia


Trippers, Plan 9 del espacio exterior. Viscerales. Ediciones del Viento. Esto no rima, antología de poesía indignada. Editorial Origami. Una navidad de muerte. Editorial Origami. Vinalia Trippers, Trippers from the Crypt. Vinalia Trippers, Spanish Quinqui. Underground Boys. Neurótika Books. Gestiona: Editorial Neurótika Books: http://issuu.com/varaneurotika Blog: http://atrocityexhibitionfanzine.blogspot.com.es/

Agustín Calvo Galán

Nacido en Barcelona, 1968. Ha publicado los libros de poemas: Letras transformistas, una selección de sus poemas conceptuales y visuales (2005), Otra ciudad (libro objeto, 2006) Poemas para el entreacto (2007) y A la vendimia en Portugal, (2009). Y, desde el colectivo Labcrom di Sol, ha promovido la publicación de homenajes a poetas experimentales contemporáneos. Su obra como poeta visual ha sido recogida en diferentes antologías especializadas como Poesía experimental española (19632004) Ed. Marenostrum (2004), Breviario de poesía experimental y mailart. Ed. Corona del Sur (2006). Poesía visual española (antología incompleta) Ed. Calambur (2007), Fragmentos de entusiasmo, poesía visual española (19642006) Ayuntamiento de Guadalajara (2007). Esencial visual Instituto Cervantes de Fez (Marruecos, 2008). Ojos que sí ven, antología de poetas experimentales de México y España Ed. Corona del Sur (2010), etc. En marzo de 2008 participó como ponente en el I encuentro con la poesía española contemporánea en la Universidad de Bari


(Italia). Colabora habitualmente en revista y publicaciones de poesía. Desde noviembre de 2006 hace crecer un blog de interconexión entre poetas españoles llamado [las afinidades electivas]. Exposiciones: Por otro lado, ha participado en numerosas exposiciones colectivas con sus poemas visuales, además, ha realizado exposiciones en solitario: “Letras transformistas”, poemas visuales y collages, junio de 2003, Centre Cívic Drassanes (Barcelona), “Fotopoemas”, diciembre de 2006, La Vaquería (Tarragona), “Proyecto Desvelos”, abril de 2008, Sala Valentina (Barcelona), "Poemas y objetos" octubre de 2008, Ateneu Igualadí (Igualada, Barcelona), "Fotopoemas" julio de 2010, Centre Cívic Ca l'Herrero, Portbou (Girona) y "Paisatges i poemes visual" abril de 2011, Biblioteca de Ripollet.

Ludovica Bastianini

Es Licenciada en la Facultad de Conservación del Patrimonio Artístico, realizó los Cursos de Dibujo y de Ilustración en la Escuela Comix de Nápoles y publicó con las Editoriales "L'isola dei ragazzi" y "Larcher editore", además fue premiada en el Concurso Fotográfico "Cucu tete", sobre la relación entre la ciudad y los niños. Ahora estudia la especialización universitaria de Historia del Arte Contemporáneo en la Universidad Suor Orsola Benincasa


de Nápoles, participando también en el Curso Profesional de Fotografía de Autor en el Instituto Idep de Barcelona. Parte de sus obras pueden ser vistas aquí: http://www.ludovicabastianini.com/Home.html

Inguz Mentti

Nací el 14 de diciembre de 1990, soy de Granada, y estudio Arte.


Manuel Vilas

Fotografía de Daniel Mordzinski

Barbastro, Huesca, 1962. Es un narrador y poeta español. Escribe habitualmente en prensa (Abc, Heraldo de Aragón y El Mundo) y en revistas de literatura. Su obra figura en varias antologías. Actualmente trabaja de profesor de lengua y literatura en el centro IES Avempace (Zaragoza). Novelas: El luminoso regalo (2013, Alfaguara) Los inmortales (2012, Alfaguara) España (tercera edición en Punto de Lectura, 2012) Aire Nuestro (Alfaguara, 2009) España (2008) Magia (2004) Relatos: Libro de relatos Zeta (2002) Poesía: Gran Vilas (Visor, 2012); Amor. poesía reunida, 1988­2010 (Visor, 2010); Calor (Visor, 2008); El Cielo (2000); Resurrección (2005); Calor (2008).

Imagen de portada: Agustín Calvo Galán


LA MORAL

NÚMERO XIII

MAYO 2013

REVISTA EXCODRA

http://www.excodra.com


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