Mis estudios universitarios José Salvador Muñoz de Cote y Ramos*
Soy sobrino de Rafael B. Tello, profesor de Estadística en la Escuela Superior de Comercio y Administración… y uno de los diecisiete fundadores de la Escuela Bancaria y Comercial, donde impartió la clase de Organización y Funcionamiento de Oficinas Bancarias. Mi tío fue un importante funcionario del Banco de México, donde fungió como auditor, jefe del Departamento de Estadística y miembro del Comité de Estudios Económicos. Entre 1942 y 1947, don Rafael tuvo a su cargo la dirección de la revista Crédito, de la misma EBC. Fue padrino de la primera Asociación de Ex Alumnos de la EBC, creada en 1938. Mi tío Rafael y su esposa (mi tía Lupita) platicaron con mis padres y nos propusieron a mi primo Rafael y a mí inscribirnos en la EBC, en la carrera de Contadores Públicos (y a mi prima Sarita inscribirla en la carrera de Secretaria).
Hablo de la época en que la Escuela Bancaria y Comercial se encontraba en los dos últimos pisos del Edificio Thermidor, ubicado en el número 44 de la calle de Palma, esquina con Venustiano Carranza, a una cuadra del Zócalo. Arriba, en la azotea, la EBC tenía un gimnasio, con varios aparatos para hacer ejercicio. Por supuesto, mi primo y yo lo aprovechamos. Vivíamos en el número 315 de Avenida Coyoacán, en la colonia Del Valle, así que para llegar al Centro tomaba el tranvía que corría desde Coyoacán hasta el Zócalo. ¡Pero éramos muy niños, mi primo Rafael y yo! Mientras que la mayoría de nuestros compañeros tenían ya secundaria y preparatoria, nosotros acabábamos de salir de Sexto de Primaria. Por un buen tiempo, recibí las burlas de los grandes. Un día, por ejemplo, pasé al pizarrón y escribí “Kadilac” en vez de “Cadillac”. Ya podrán imaginarse las risas. Yo no entendía las clases. No me gustaban mis compañeros.
Pero mejoré, y para el tercer año ya estuve cerca del premio que daba la Escuela al primer lugar del grupo (quinientos pesos). Obtuve, sin embargo, un premio se consolación (que seguramente promovió mi tío Rafael). Después, durante los siguientes años, sí obtuve los quinientos pesos. Me tocó la mudanza de Palma 44 a Reforma 202, donde terminé la carrera (al final, festejamos en el Ciro’s, salón cabaret) que entonces estaba muy de moda. El título de mis tesis profesional es: Costos Estándar Aplicados a la Valuación de Inventarios. Para elaborarla, mi padre me consiguió libros de la Northwestern University, porque no había aquí literatura sobre el tema. Uno de esos libros fue Costos Estándar, que me fue de gran utilidad para terminar mi tesis, obtener la aprobación de mi director y solicitar fecha para el examen profesional.
La UNAM dispuso que los exámenes fueran en la Facultad de Comercio, no en La Bancaria… Fui el primero del grupo que presentó el examen. El presidente del Jurado fue un profesor de la Facultad que yo no conocía; pero en el jurado estuvo también el contador Gustavo Mondragón, quien me conocía muy bien, porque fue mi maestro durante tres años. Después del examen, el profesor Mondragón me comentó que el presidente del Jurado había llamado al director de la Facultad de Comercio, el contador Ochoa Ravizé, para pedir su autorización para darme una mención honorifica. El Director la negó, bajo el argumento de que yo no era estudiante de la facultad de la UNAM.
*El autor es miembro de la generación 1939-1945. Licenciado en Contaduría Pública Campus Reforma