Tradicion cuchilleros

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Tradición inoxidable CUCHILLOS

En conexión con lo más genuino de la condición humana, los cuchilleros le dan vigencia a un arte que tiene tanta prehistoria como futuro. Una generación que renueva estilos y se abre paso en un mercado cada vez más exigente y demandante. P O R A RIEL CUKIERKORN. INVESTIGACION: DOUGLAS MAC DON A L D. F O T O S : A L E J A N D R O LY P S Z I C Y P A T R I C I A G O N Z A L E Z .

a yema de un dedo y el filo de un cuchillo. La relación entre dos imanes. Se acerca el tacto, y el viento sutil que atrae y repele con la misma fuerza. Como felinos, las terminales nerviosas de la piel se ponen en guardia frente al fuego metálico. Un vínculo primigenio, desde que el hombre creó su primera arma y empezó a creer en su dominio por sobre lo que lo rodeaba. La herramienta de supervivencia evolucionó en obra de arte, sin resignar en el camino sus facultades básicas. Ver y sentir la perfección en una pieza de hoy significa acceder a la información de una exactitud que el ser humano lleva en su genoma ya por millones de años. La misma propiedad que Agosto 28, 2008

servía para inutilizar a las fieras obnubila hoy a un creciente número de coleccionistas, fanáticos y curiosos de los objetos. Es por eso que, al igual que ocurre con los alfareros, los sogueros y los plateros, entre otros, los cuchilleros tienen su propio micromundo en el universo de los artesanos. Si su habilidad los conecta, los une también un principio, de cierta des-fetichización: el valor de su creación no se compara con la acción de fabricarla. David Saco (39 años), Marcial Dos Santos (53), Javier Vogt (31) y Mariano Gugliotta (34), cuatro exponentes de la generación de forjadores y plateros que triunfa en el mercado.

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“La firma

argentina es la

variedad. Es como si nos obligáramos a tener un sello personal, la

personalidad está puesta

ahí”, reflexiona Mariano

Gugliotta. Nacidos en la tierra que inventó el facón y que hizo suyo el cuchillo criollo, los cuchilleros de nuestro país tienen tradición de sobra en la que apoyarse para encarar una etapa que conjuga vigencia con innovación. “La firma argentina es la variedad de estilos. Es rarísimo, pero no creo que haya muchos lugares en el mundo en el que tan pocos artesanos tengan semejante abanico. Es como si nos obligáramos a tener un sello personal, la personalidad está puesta ahí”, reflexiona Mariano Gugliotta, quien a los 34 años sintetiza desde su sangre la transición de generaciones. Su abuelo era herrero de campo y su padre Miguel Angel es tan conocido en el ambiente por su talento para el forjado de hojas como por su excentricidad para probarlas, con disparos de rifles Mauser incluidos. Así como Mariano Gugliotta reformuló el arrojo familiar para el trabajo en solitario que encara desde hace ocho años, sus correligionarios también se mueven dentro de un espacio creado a su medida. A principios de la década pasada, Marcial Dos Santos ya era un hombre maduro, tenía trabajo estable en una peluquería femenina y una afición por los cuchillos de vitalidad adolescente. Ya entrado en los 50, expone su segunda juventud en la nobleza del acero y en las exquisitas terminaciones en maderas. A su lado, en el mismo taller en Berazategui, Javier Vogt aplica precisión de relojería a 24 ❖ EL FEDERAL

Marcial Dos Santos, en pleno momento de afilado de hoja. Los riesgos de maniobrar entre chispas es parte bien aprendida del oficio.

sus filos plegables, con los que a los 31 años desde hace rato tiene un nombre en el ambiente. Privilegio similar al de David Saco, quien a los 39 años se dedica con exclusividad al campo más vistoso de los cuchillos, con materiales y preciosismo que lo ubican dentro del campo de la platería. Juntos o por separado, encarnan ese codiciado atributo que es la complementación. “Siempre lo hablamos entre quienes nos dedicamos a esto, que la apertura nos diferencia de la generación de diez o quince años atrás. Antes, los cuchilleros eran más bien individualistas, y pienso que fue Mi-

guel Angel Gugliotta quien empezó a abrir la mente de todos. Entonces es normal que compartamos técnicas, materiales, datos, talleres... Sin impedir que después cada uno haga lo suyo”, destaca Vogt, acaso acostumbrado a ese intercambio desde sus tiempos de estudiante de diseño industrial. De esa mezcla emerge entonces la nueva identidad de los cuchillos argentinos. ANTOJOS. Millonarios que hacen vuelos privados sólo para retirar su ejemplar, aventureros que imaginan transacciones en algún país de Centroamérica, puristas que buscan el corte perfecto, tradicionalistas que apuestan a una pieza que trascienda las épocas, supersticiosos que les atribuyen poderes esotéricos... El abanico de compradores de cuchillos puede ser tan amplio como la variedad de combinaciones de forAgosto 28, 2008


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La forja y nuestra identidad Por Juan Carlos Pallarols Maestro platero

Siendo muy chico, descubrí la pintura de Velázquez “La fragua de Vulcano” y quedé extasiado. Más de una vez me encontré soñando con ser alguno de los personajes de dicha obra. Mi abuelo me enseñó que antes de empezar a cincelar tenía que fabricar mis propias herramientas, para poder entender el verdadero sentido del trabajo y ser parte del sueño de conjugar la magia del fuego con el martillo y el yunque. Así fue que mi primera experiencia con la forja la tuve muy temprano, en mi infancia, con mis propias herramientas. Experimenté la alegría de ir viviendo paso a paso la fabricación de mis martillos, cinceles y otros instrumentos de trabajo, desde el acero al rojo en la fragua al golpe convincente en el yunque, para finalizar con el temple, dándole sentido a la transformación haciendo al metal más flexible o más resistente, aunque imprimiéndole igual belleza, y viendo así el nacimiento de quienes serían mis fieles compañeros de vida. Hoy los veo en mi mesa de trabajo, junto con los que pertenecieron a mi padre y a mi abuelo, y los reconozco fuertes como entonces a pesar de la fatiga y el impacto de los años. En los años 90, estando en una exposición en Nueva York, tuve un encuentro con un coleccionista que, fascinado con el arte rioplatense de mis cuchillos, me hizo una extraña pregunta: “¿No será que los argentinos son como sus cuchillos?”. Impactado, quise saber más: brevemente me explicó que no entendía por qué las hojas, que son el alma del cuchillo, eran europeas. Ese encuentro fue fuerte y definitivo para mí. Sentí que algo le faltaba a mi trabajo que lo identificara como argentino y criollo de cuerpo y alma.Y fue así como a partir de ese episodio, mis cuchillos han sido creados sobre hojas de nuestra propia forja. Con el tiempo, la necesidad de las mismas y la falta de tiempo hicieron necesario contar con la colaboración inestimable de los grandes forjadores de este país, que le dan la impronta de nuestra sangre y el sello inconfundible de nuestra identidad.

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El martillo, el yunque y el acero ardiente, la situación clásica de un cuchillero. En este caso, Mariano Gugliotta es quien se apresta a darle forma.

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mas, hojas, cabos, usos y tamaños. Es por eso que, antes de calentar la fragua y preparar las herramientas, los creadores tienen que mostrarse abiertos a interpretar un mercado cada vez más exquisito. “Antes que nada, el cuchillo se hace para usarlo. Y a mí me gusta hacerlos para uso y abuso. Eso sí: que no me pidan uno para hachar madera y después pretendan cortar una rodaja de tomate de un milímetro. Hay clientes para todos los gustos. Me ha tocado venderle a (el músico estadounidense de rock) Lou Reed, como ahora preparar un cuchillo para un hombre que se va a hacer un curso de supervivencia en la selva peruana. En un punto, su vida depende de mi trabajo. Por suerte, muchas veces el desafío de uno mismo coincide con lo que necesita el comprador”, cuenta Gugliotta. Se trata ni más ni menos del terreno en el que la obra de arte pasa a tener obligado carácter de mercadería. Como ocurre con las piezas únicas, el precio final tiene infinidad de variantes, más allá de que habría que pensar en un valor base de unos 100 dólares por un producto de primer nivel. Es ahí entonces donde quizá llame la sofisticación. “Tal vez haga falta incorporar el concepto del marchand, como ocurre con los cuadros y las esculturas. Sobre todo en mi rubro, el de la platería, se mueve un mercado grande, más que nada de antigüedades. Pero la idea es generar un espacio para inversionistas, que vean al cuchillo como pieza exclusiva, que manifiesta el corazón, el estudio y la dedicación del creador”, se anima David Saco. Detrás del impulso que pueden aportar las distintas del llamado “vestido” del cuchillo, el paso siguiente es hacer notar a la ingeniería como valor agregado. “La platería criolla siempre moverá muchísimo dinero, pero el dato alentador es que en los últimos años se abre el mercado de la artesanía moderna. La gente está aprendiendo a ver que por el mismo precio que paga un cuchillo de renombre, puede tener uno a gusto propio, de la misma calidad y con el toque personal de un artesano”, aporta Javier Vogt, en ese sentido.

“Antes, los cuchilleros eran más bien individualistas, pero ahora es más normal que compartamos técnicas,

materiales, datos, talleres”, destaca Javier Vogt.

Si hay artistas que se enamoran tanto de su propia obra que no quieren venderla, pues sería raro que ese fuera el caso de los cuchilleros. “Uno se mata para hacer algo bueno y venderlo rápido. Ese concepto de la pieza única tal vez tiene más que ver con los japoneses, y sus espadas”, aclara Marcial Dos Santos. Cierta necesidad acopiadora acaso sea útil al momento de exponer los cuchillos al público, ya sea en ferias (ver recuadro) o vía Internet. Sin que ello signifique perder las ventajas de la edición limitada, que genera improvisados remates entre clientes que pueden hacer subir el precio de las piezas hasta un 50 por ciento del valor original.

MANOS A LA OBRA. Antes que en el producto terminado, el viaje a ese mentado sello personal de cada artesano está expuesto en su taller. En Villa Soldati, Mariano Gugliotta forja el acero en una fragua alimentada a carbón, a diferencia del gas con el que trabaja la mayoría, una elección conectada con la corriente de neo-tribalismo creada por él mismo, y hasta con su aspecto de maorí amigable. Después de la metalurgia a más de 1.000 grados, llega la precisión: “Para el filo se forma un ángulo, depende del tipo de cuchillo. No es lo mismo depostar

UN FORO QUE ES FUROR Como sucede con muchas actividades ligadas a lo tradicional, la artesanía en cuchillos también se sigue perfeccionando gracias a medios de difusión como Internet. Es el caso de www.armasblancas. com.ar, un foro que Mariano Gugliotta creó en 2001 y que hoy tiene tanto éxito que le insume casi tanto tiempo como si fuese una

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pyme. Allí los forjadores se pueden conectar con expertos de todo el país y del mundo, ya que se trata de la página especializada más visitada del mundo de habla hispana. Hay fotos, consejos y discusiones para todos los gustos. Así y todo, la referencia ineludible de este universo es el libro Del facón al bowie, de Abel Domenech.

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Las hojas de acero Damasco son especiales para el lucimiento estético del cuchillo, sin que pierda las propiedades esenciales. Algunos compradores prefieren, en cambio, las de acero inoxidable o de carbono.

un animal que cortar sushi...”. Luego de la hoja se dedica al cabo, generalmente con maderas duras - palisandro, ébano africano o jacarandá-, asta de ciervo o un material sintético denominado micarta. Si bien el punto final suele ser su firma con un lápiz grabador, también se anima a las vainas, con cuerto de vaqueta, suela y cosidas a manos con hilo encerado. Marcial Dos Santos y Javier Vogt comparten taller en Berazategui y complementan estilos. El primero, dueño de casa, trabaja hojas de acero inoxidable, de carbono o de Damasco según lo pida la pieza o el cliente. “El de carbono se puso de moda porque las manchas negras que le da el uso le da un aspecto más antiguo. El de Damasco se abre a motivos más estéticos en la hoja”, dice. La ductilidad se extiende a los cabos, que puede incluir búfalo, marfil, carey y carnero. Sin embargo, a la hora de elegir una síntesis, no duda: “El criollo es el más polivalente. En una hoja de 20 centímetros se puede cortar un alambre con la parte de atrás y con la de adelante, cuerear a un animal. Si el paisano se clavó una astilla, hasta puede escarbarse con la punta, casi un bisturí”. El trabajo de Vogt con su especialidad en los cuchillos plegables se inicia con el diseño en computadora y una planificación que se mide en milímetros. En la hoja, se empieza con un desbaste grueso para luego templar el cabo y empezar a recortar. “Es importante que no se curve, porque si no queda inutilizable. Por eso la concentración es fundamental”, explica. Un martillo y un trébol grabados son los íconos de la firma

FERIAS EN EL PAIS Y EN EL MUNDO En nuestro país, si bien los cuchillos siempre tienen un lugar en las ferias de artesanías o en las de actividades al aire libre y coleccionismo de armas, el único emprendimiento genuinamente centrado en ellos es la MAC que se organizó en el Bauen este año y con bastante éxito. Esa feria surgió a partir de la necesidad de cuchilleros y coleccionistas de encontrar un ámbito más especializado que el que ofrecían eventos como ARMAS, en donde los stands de cuchillería se

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mezclaban con casas de pesca, armerías y hasta productos regionales (quesos, salames, etc.). En el exterior sí existen grandes shows dedicados a la cuchillería. El Blade Show de los Estados Unidos es probablemente el más famoso, convoca a tanto a compañías que fabrican cuchillos en serie como a los más famosos artesanos cuyas piezas cuestan miles de dólares (y el show es la única

oportunidad de comprarlos si no se está dispuesto a esperar muchos meses o años). En Europa hay también varios shows interesantes. Knives UK, de Inglaterra viene creciendo y el salón de la cuchillería de Thiers es un clásico francés. En América del Sur, una de las muestras más importantes es el San Pablo Knife Show que se realiza en Brasil en noviembre, con algunos cuchilleros argentinos.

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El cuchillo artesanal visto por un usuario Por Francisco Malini Verdú Fundador de Mallory Outdoors

David Saco y el sutil trabajo con la plata, el material que suele vestir los cuchillos preferidos por los tradicionalistas.

conjunta de la dupla, que más de una vez complementan obras con otro vecino de la zona: David Saco. En los cuchillos, no todo lo que brilla es oro, sino también plata, y ahí es donde entra la elegancia para el cincel de este artista que se destaca en el campo que aprendió con Armando Echeverría y en el que Juan

Carlos Pallarols es celebridad mundial. En base al tipo de hoja seleccionado y trabajado por el forjador, trabaja el cabo y la vaina al mismo tiempo. Se sacan las medidas con moldes y luego se cortan los pliegos sobre las embutidoras, para trabajarlos con paciencia prodigiosa. “Los golpes con el cincel son leves, pero así todo el día. Uso dos pares de guantes para proteger las manos, pero aun así ya estoy acostumbrado a las tendinitis y los puntos de dolor en los dedos. Los gajes del oficio”, revela. Efectos colaterales que también atestiguan sus colegas, por supuesto, con cicatrices y llagas indelebles por todo el cuerpo, además del ritmo corriente de lastimaduras. “El martillo te saca músculos muy raros en la mano. A eso se le agrega que quién sino uno mismo para probar el filo de un cuchillo, terminamos con los bra-

“Los cuchilleros atestiguan efectos con cicatrices y llagas indelebles por todo

el cuerpo, además del ritmo corriente de lastimaduras.”

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En principio, los compradores de cuchillos pueden dividirse en dos grandes grupos: usuarios y coleccionistas. La más obvia ventaja que ofrece una pieza artesanal es la posibilidad de adecuarla a las necesidades y caprichos de su dueño. Las más locas fantasías pueden plasmarse en el acero. Un viejo cuchillo que captura nuestra atención desde las añosas páginas de un libro amarillento puede ser la inspiración para un fiel compañero de cacerías. También se pueden obtener herramientas especializadas que sería imposible conseguir de otro modo, ya que los fabricantes de cuchillos industriales deben seguir los deseos de la mayoría. En ese sentido, pocas igualan la garantía de un artesano orgulloso de su trabajo. Para él su reputación va en cada hoja que forja y muchas veces la única publicidad que obtiene son los comentarios de sus clientes. Elegir al artesano correcto es un paso fundamental. Las ferias y las exposiciones son un buen lugar para ver cuchillos y hablar con sus autores, para poder informarnos desde las fuentes. Muchos cuchilleros aceptarán encargos que se salgan del estilo que prefieren hacer, pero esto traerá desventajas para nosotros. Por ejemplo, un cuchillero que no desea trabajar con acero inoxidable cobrará más cara una pieza en la que le pidan que lo utilice. Idealmente, el proyecto debe entusiasmar tanto al autor como al futuro dueño. El tiempo de investigación que se tome el cliente será recompensado con otras de las ventajas de la cuchillería artesanal: los conocimientos que el autor tiene a través del intercambio de información con clientes de gustos similares, a veces más importantes que todo lo que se sepa de metalurgia o manejo de materiales para cabos y vainas. Después, la controversia ya más fina por el método: ¿forjado o desbaste? Me apoyo en las palabras de un experto internacional como Kevin Cashen: hay que amar el forjado por el forjado mismo, una técnica hermosa que tanto el cuchillero como el cliente disfrutan.

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“Tal vez haga falta incorporar el concepto del marchand. Los inversionistas tienen que ver al cuchillo como pieza exclusiva”, se anima David Saco.

Los cuchillos plegables son la especialidad de Javier Vogt, proveniente del diseño industrial. De ahí que la precisión del mecanismo sea casi de relojería.

zos depilados... Y estoy seguro de que el 90 por ciento tiene la herida de la pantorrilla, con la que evitamos que el cuchillo se clave cuando se cae”, cuenta Gugliotta. Para que Dos Santos haga todavía más gráficas las anécdotas: “Los cortes siempre duelen, pero lo primero que se aprende a manejar son las quemaduras. De repente das el martillazo, saltan las chispas, se agujerea la ropa y no vas a dejar de martillar, porque se pierde el trabajo. Ni siquiera cuando surge el olor a churrasco de tu propia carne”. VISCERAS. No hay masoquismo en los cuchilleros, sino que todo se resume en el sincero nexo que sienten entre sus obras y la condición humana. “Como decía John Milton, la atracción del hombre hacia el cuchillo es atávica, desde que bajó de los árboles”, aporta Dos Santos. Esa inmanencia antropológica genera que aun hoy, a principios del siglo XXI, la pasión por el objeto y el filo lleven a distintos hombres (el axioma en nuestro país dice que hay al menos un cuchillero por pueblo) a dejar carreras y profesiones para dedicarse a una pasión que, según dicen, no tiene vuelta atrás. 30 ❖ EL FEDERAL

Como si el martilleo para fabricarlo fuese música, de acuerdo a la historia de Gugliotta: “Una vez hablaba con un sesionista del Colón, sobre nuestros oficios raros. Entonces él me decía: ‘Raro es el que repara computadoras. La música y los cuchillos existieron siempre’. Se puede decir entonces que somos lo más normal de la Tierra”. O la idea de que fuimos todos cortados por el mismo cuchillo.

MAS INFO: http://www.mgugliotta.com.ar/ http://photobucket.com/cuchillosvds Platería Criolla David Saco / Miguel Santos tatuplateria@hotmail.com www.elcuchilloartesanal.com.ar www.fuegoancestral.com

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