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A la cata de China Los vinos argentinos desembarcan con fuerza en territorio asiático por su calidad, no por el precio. Millones de nuevos consumidores abren la muralla Ariel Cukierkorn
25 de mayo de 2014
Fuente: AP
A
caso el mayor hito de China como cultura milenaria es haberse transformado en
sinónimo de futuro. Su sola mención provoca una mezcla de respeto, expectativa e incertidumbre, sensaciones compartidas por los grandes protagonistas de la industria del vino nacional que están en plena exploración del gigante asiático, como si se tratase de un nuevo planeta. El hecho de que China ocupe recién el séptimo lugar en los destinos de exportación argentina, según datos de Caucasia Wine Thinking de 2013, funciona como un estímulo para seguir estudiando el terreno y una gran prueba para ensayar las grandes lecciones que deja la etapa exportadora que la vitivinicultora local intensifica desde hace una década.
En ese sentido, si el vecino Chile resulta un alumno aventajado a seguir, incluso en la experiencia china, también es una buena vara para medir el posicionamiento que la industria nacional empieza a lograr en la más pujante tierra de los sueños del capitalismo. Al contrario de lo que ocurrió en el ingreso a plazas exigentes como Europa y los Estados Unidos, la Argentina entra a China por calidad y no por precio. Se trata de una tendencia que garantiza un resquicio seguro para atacar el segmento con tendencia