«Los comentarios de Klinger despliegan una visión
(viene de la otra solapa)
rando un mito en el que la humanidad no es más que una mota felizmente inconsciente dentro de un cosmos que comparte con un vasto y antiguo compendio de seres extraterrestres. Considerado como uno de los padres de la «weird fiction», Lovecraft
«[Lovecraft es hoy reverenciado] a un nivel comparable al de su ídolo formativo Edgar Allan Poe; una trayectoria póstuma desde el pulp hasta el mundo académico que tal vez sea única en las letras contemporáneas.» —Alan Moore, en la introducción
sorprendente, fidedigna y afectuosa de este apreciado pero muchas veces incomprendido genio de la novela de horror.»
—Peter Straub
escribió historias que sugieren que no sólo compartimos nuestra realidad sino también nuestro planeta e incluso un ancestro común con criaturas divinas indescriptibles. Después del éxito de su Sherlock Holmes anotado, Leslie S. Klinger recoge aquí los cuentos completos de «Arkham» de Lovecraft, entre los que se incluyen «La llamada de Cthulhu», En las montañas de la locura, «El que susurra en la oscuridad», «La sombra sobre Innsmouth» y «El color que cayó del cielo» entre otros. Con cerca de 300 ilustracio-
«Con nuestro creciente distanciamiento del si-
H. P. LOVECRAFT ANOTADO CONTIENE: • Más de 1.000 notas que proporcionan información sobre cada aspecto de la vida y la obra de Lovecraft, y sitúan esta en su contexto • Casi 300 ilustraciones, con dibujos originales de las revistas Weird Tales y Astounding Stories • Amplias listas de adaptaciones cinematográficas y radiofónicas de las historias de Lovecraft
glo
• Una genealogía de las razas primordiales • Una historia del Necronomicón
ding Stories, y con más de 1.000 anotaciones, este
• Una relación del profesorado de la Universidad Miskatonic • Una cronología de las obras de Lovecraft • Una introducción original de Alan Moore
volumen arroja luz sobre todos los aspectos relati-
«El editor Les Klinger es el acompañante idóneo
«Un punto de partida ideal para los curiosos que se
vos a H. P. Lovecraft y despierta a los Primigenios
para explorar las tinieblas lovecraftianas.»
acerquen por primera vez a la obra de Lovecraft.»
—Neil Gaiman
—Peter Cannon, coeditor de More Annotated H. P. Lovecraft
LESLIE S. KLINGER es el editor de numerosos
«H. P. Lovecraft anotado es una inmensa delicia intelectual para los devotos de Lovecraft y la novela de
libros, incluyendo los best-seller
horror. Profundo además de entretenido, resulta tanto visualmente hermoso como riguroso desde el punto
Sherlock Holmes anotado y
de vista académico. Casi podríamos decir que se trata del libro con más información acerca del gran es-
Drácula anotado. Vive en
critor de terror de Nueva Inglaterra que se ha publicado jamás.»
Malibú, California.
ensayista y autor de una profusa producción epistolar Howard Phillips Lovecraft comienza a emercinantes, si bien enigmáticas, de este tumultuoso periodo», escribe Alan Moore en su introducción a la obra H. P. Lovecraft anotado. Así, pese a que la
elogios para h. p. lovecraft anotado
de sus milenios de sueño.
[...] el poeta de Nueva Inglaterra, novelista,
ger como una de las figuras más críticamente fas-
nes, que incluyen reproducciones a todo color de la obra original, las cubiertas de Weird Tails y Astoun-
xx
—S. T. Joshi, autor de I Am Providence: The Life and Times of H. P. Lovecraft y coeditor de The Annotated H. P. Lovecraft y More Annotated H. P. Lovecraft
obra de Lovecraft, que falleció a la temprana edad de cuarenta y seis años, fue ignorada por el público y denostada por la crítica tras su muerte, tuvo tiempo después un reconocimiento sin precedentes. Efectivamente, más de un siglo después de su nacimiento, Lovecraft (1890-1937) es reconocido como el autor que puso los cimientos de los relatos de horror y la ciencia ficción estadounidense, convirtiéndose en una fuente de «influencia incalculable sobre sucesivas generaciones de escritores de relatos de miedo de ficción» (Joyce Carol Oates). En este volumen, Leslie S. Klinger da nueva vida a Lovecraft con claridad y visión retrospectiva, y traza el progresivo reconocimiento de un escritor cuyo redescubrimiento y recuperación dentro del canon literario se puede comparar sólo a los de Poe o Melville. Aunando los documentados estudios exis-
«H. P. Lovecraft anotado, con sus fotografías y notas asombrosamente documentadas y detalladas [...] es un
tentes con sus propios puntos de vista, Klinger anota
tesoro para los aficionados a Lovecraft, quienes hallarán en el libro una compra imprescindible.»
la sorprendente obra de Lovecraft y su kafkiana vida
—Joyce Carol Oates
dotándola de contexto y desvelando muchos de los secretos que a menudo han motivado que el estilo de
«Estoy absolutamente alucinado. H. P. Lovecraft anotado es una obra tan amena, accesible, precisa y deliciosa que su publicación [...] constituye un hito sin igual en el género de la literatura gótica moderna.» Diseño de cubierta: gray318
—Harlan Ellison
Editor fotográfico: Brian Braff
A lo largo de su carrera literaria, Lovecraft –«el Copérnico de la historia de terror» (Fritz Leiber)– trazó un camino propio a partir del estilo gótico de
ISBN 978-84-460-4386-7
9 788446 043867
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sobrecubierta Lovecraft.indd 1
Lovecraft se definiese como críptico.
sus predecesores, centrados estos principalmente en fantasmas, espíritus necrófagos y brujas, elabo(continúa en la otra solapa)
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Nyarlathotep1 Este relato, al igual que «La declaración de Randolph Carter», narra un sueño del propio Lovecraft. Una visión de la caída de la civilización, cuyas impactantes imágenes escapan a cualquier intento de definición; resultan perturbadoras, a la manera de los sueños. El personaje de Nyarlathotep vuelve a aparecer en versiones futuras de los Mitos de Cthulhu, pero nunca de forma tan dramática como aquí. Nyarlathotep... el caos reptante... soy el último... relataré mi historia al vacío que me escucha...2
1 El relato, escrito en diciembre de 1920, se publicó por primera vez en la revista The United Amateur (en el número de noviembre de 1920, que en realidad no salió a la venta hasta enero de 1921). 2 Will Murray, en «Behind the Mask of Nyarlathotep», señala que no sólo es este el primer dios de ficción de Lovecraft, sino también el primero presente en más de una de sus historias. Nyarlathotep aparece como personaje en otras cinco obras de Lovecraft: en «Las ratas de las paredes» (1924), como un dios sin rostro que mora en las cavernas del centro de la Tierra; en La búsqueda en sueños de la ignota Kadath (1926-27), publicada póstumamente; en el soneto vigesimoprimero del ciclo «Los hongos de Yuggoth» (1929-1930), compuesto por 36 poemas; y en las historias «Los sueños en la casa de la bruja» (1933) y «El morador de las tinieblas» (1936). El nombre, según David Haden en Walking with Cthulhu: H. P. Lovecraft as Psychogeographer, New York City, 1924-26, puede traducirse más o menos como «el mensaje (o el mensajero) en el que
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N
o recuerdo muy bien cuándo empezó, pero fue hace meses3. Había una horrible tensión general. A un periodo de agitación política y social se añadió un extraño e inquietante temor a un peligro espantoso y tangible, un peligro generalizado que lo abarcaba todo, como sólo es posible imaginar en las más terribles fantasmagorías nocturnas. Recuerdo que la gente iba de un lado a otro con semblante pálido y preocupado, y susurraba advertencias y profecías que nadie se atrevía conscientemente a repetir ni a admitir para sí mismo que las había oído. Flotaba en el aire una sensación de monstruosa culpabilidad, y de los abismos interestelares brotaban corrientes heladas que hacían temblar a los hombres en lugares sombríos y solitarios. Se produjo también una diabólica alteración del paso de las estaciones: el calor del otoño se prolongó de forma alarmante, y todo el mundo tenía la sensación de que el mundo y quizás el universo entero habían pasado del control de dioses o fuerzas conocidas al de otros dioses o fuerzas que no lo eran. Y fue entonces cuando Nyarlathotep surgió de Egipto. Quién era, nadie lo sabía, pero por sus venas corría la antigua sangre de los faraones, y tenía el aspecto de uno. Los
Nyarlathotep
fellahin4 se arrodillaban al verlo, aunque no eran capaces de explicar por qué. Decía haber despertado de una oscuridad de veintisiete siglos5, y que había oído mensajes de fuera de este planeta. Nyarlathotep llegó a las tierras de la civilización, moreno, esbelto y siniestro, siempre comprando extraños instrumentos de cristal y metal, y combinándolos en instrumentos todavía más extraños. Hablaba mucho de las ciencias –de electricidad y psicología– y ofrecía exhibiciones de su poder que hacían que sus espectadores se marcharan atónitos, pero que acrecentaron su fama hasta niveles inmensos6. Los hombres se decían unos a otros entre escalofríos que debían ir a ver a Nyarlathotep. Y allí donde iba Nyarlathotep, nadie tenía descanso, ya que las madrugadas se veían desgarradas por gritos de pesadilla. Nunca antes los gritos se habían convertido en un problema público como aquel; ahora los hombres sabios casi deseaban poder prohibir que se durmiera durante la madrugada, para que los alaridos de las ciudades no pudieran perturbar de manera tan horrible a la pálida y conmiserativa luna en su centellear sobre las verdes aguas que se deslizaban bajo los puentes y los viejos campanarios ruinosos que se adivinaban recortados sobre un cielo enfermizo. Recuerdo cuando Nyarlathotep llegó a mi ciudad: la grande, vieja y terrible ciudad de crímenes innumerables. Un amigo me había hablado de él7, y de la incitante fascinación y atractivo de sus revelaciones, y yo ardía en deseos de descubrir sus misterios más profundos. Mi amigo afirmaba que eran terroríficas e impresionantes más allá de mis elucubraciones más febriles; que lo que se proyectaba en la pantalla de aquella sala a oscuras8 profetizaba cosas que sólo Nyarlathotep osaba profetizar, y que con el chisporroteo de sus centellas se despojaba a la gente de aquello que nunca se le había quitado antes, pese a que sólo era visible en sus ojos. Y oí que corría el rumor de que quienes conocían a Nyarlathotep contemplaban cosas vedadas a otros. Fue en el caluroso otoño cuando atravesé la noche junto con una multitud inquieta para ver a Nyarlathotep; a través de la noche sofocante y subiendo por una escalera interminable hasta aquella sala de atmósfera opresiva. Y allí, en sombras sobre una pantalla, vi figuras encapuchadas entre ruinas, y perversos rostros amarillos9 asomando detrás de monumentos caídos. Y vi al mundo combatir las
confían los dioses». Jason C. Eckhardt señala también en «Cthulhu’s Scald: Lovecraft and the Nordic Tradition» las similitudes entre Nyarlathotep y las figuras de la mitología nórdica Loki (un dios artero y misterioso capaz de cambiar de forma) y Surt (señor de Muspelheim, la tierra del fuego, del cual se dice que tendrá un papel destacado en el fin del mundo). 3 David Haden, en Walking with Cthulhu, sostiene que el «periodo» es finales de 1919. El mundo se estaba recuperando aún de las consecuencias mortales y psicológicas de la Gran Guerra, una pandemia de gripe que mató a más de 25 millones de personas en todo el mundo, el revuelo en el mundo científico debido a las teorías de Einstein y, en Nueva Inglaterra y Nueva York, una terrible ola de calor que se cobró casi 600 vidas. 4 Nombre que reciben los campesinos en Oriente Medio. 5 S. T. Joshi, en The Call of Cthulhu and Other Weird Stories (p. 370, n. 1), interpreta esta ambigua frase como que Nyarlathotep nació 27 siglos antes, aproximadamente en el 820 a.C. Esto situaría su auge en la 22.ª dinastía de Egipto, que se extendió desde el 943 hasta el 730 a.C., en el llamado Tercer Periodo Intermedio. No obstante, es igualmente posible que Nyarlathotep se estuviese refiriendo a que su nacimiento tuvo lugar en Egipto en alguna fecha indeterminada, quizás incluso anterior a la fundación de la primera dinastía en el 3100 a.C., después de 27 siglos de «oscuridad». En otras palabras, el «despertar» no tiene por qué aludir al presente; se sabe claramente por otras referencias a Nyarlathotep que apareció en otros tiempos distintos al presente (véase la n. 2, anteriormente). En un libro distinto, su biografía de Lovecraft (I Am Providence, p. 370), S. T. Joshi dice que Nyarlathotep surgió a finales de la 4.ª dinastía del Imperio Antiguo, «durante el reinado de Khufu (Keops) en los años 25902568 a.C. o el de Khafre (Kefrén) en el periodo 2559-2535 a.C.», y sugiere que Lovecraft estaba insinuando una conexión entre Nyarlathotep y la Esfinge (Khafre fue quien la construyó). En una nota de esta obra
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H . P. L o v e c r a f t
(p. 554, n. 18), califica el análisis de George Wetzel en «The Cthulhu Mythos: A Study» de «tremendamente erróneo» al vincular a Nyarlathotep con la invasión etíope de Europa que tuvo lugar entre el 760 y el 650 a.C. La aritmética de Joshi contiene algún fallo evidente: 1920 d.C. menos 2700 años da aproximadamente el 780 a.C. No existe base alguna para la idea de que el «despertar» de Nyarlathotep sucediera al comienzo de la era cristiana. 6 De Nikola Tesla (1856-1943), un famoso ingeniero eléctrico, inventor y rival de Thomas Edison, un amigo suyo dijo que era poeta, filósofo y entendido de la buena música y el arte. Presentaba sus descubrimientos al público en grandes y espectaculares demostraciones, con la frecuente participación de sus bobinas de Tesla, que lanzaban descargas eléctricas a través de la sala, aterrorizando a la audiencia. No hay pruebas de que Lovecraft conociese a Tesla ni de que hubiera leído siquiera relatos de primera mano de sus presentaciones. No obstante, Will Murray, en «Behind the Mask of Nyarlathotep», sostiene que Tesla causó una «profunda impresión» en Lovecraft, suficiente para moldear su descripción de Nyarlathotep. 7 En 1920, Lovecraft le envió una carta a su amigo Reinhardt Kleiner en la que le contaba un sueño que había tenido, en el cual su amigo Samuel Loveman le había escrito diciendo: «Si Nyarlathotep viene a Providence, tienes que ir a verlo. Es horrible –más de lo que puedas imaginar–, pero también maravilloso. No puedes quitártelo de la cabeza durante horas. Todavía tiemblo al recordar lo que nos mostró». (La carta tiene fecha del 14 de diciembre de 1920. Selected Letters, vol. I, p. 161, le asigna erróneamente el 14 de diciembre de 1921.) 8 1920 fue un buen año para el cine mudo (el sonoro no apareció hasta 1927): John Barrymore protagonizó El hombre y la bestia (Dr. Jekyll and Mr. Hyde), y aparecieron otras dos versiones de la misma historia. También se estrenó El gabinete del doctor Caligari, una película clásica de terror. Más significativo a estos efectos, no obstante,
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anotado
tinieblas; las oleadas de destrucción llegadas desde los confines del espacio; girando, revolviéndose, luchando en torno a un sol que se oscurecía y enfriaba10. Entonces las centellas bailaron de forma asombrosa alrededor de las cabezas de los espectadores, y el pelo se les puso de punta al tiempo que unas sombras más grotescas de lo que puedo describir aparecieron agazapadas sobre ellos. Y cuando yo, que era más frío y pensaba de manera más científica que el resto, mascullé una temblorosa protesta que hablaba de «impostura» y de «electricidad estática», Nyarlathotep nos echó a todos, haciéndonos bajar las mareantes escaleras hasta las calles húmedas, bochornosas y desiertas de la medianoche. Yo grité que no estaba asustado, que nadie lograría asustarme, y otros se unieron a mí buscando desahogarse. Nos juramos mutuamente que la ciudad seguía exactamente igual, y que aún estaba viva; y cuando las luces comenzaron a fallar insultamos una y otra vez a la compañía eléctrica, y nos reímos de las caras de nerviosismo que poníamos. Creo que sentimos algo descender desde la luna verdosa, ya que cuando empezamos a depender de su luz nos vimos impelidos a agruparnos en curiosas formaciones involuntarias y a dirigirnos hacia algún lugar aparentemente conocido, pese a que no nos atrevíamos a pensar en él. Miramos en una ocasión el pavimento y advertimos que los adoquines estaban sueltos y desplazados por la hierba, con apenas una línea de metal oxidado como única indicación de por dónde habían circulado los tranvías. Y vimos además un vagón, solo, sin ventanas, desvencijado y prácticamente volcado sobre uno de sus laterales. Cuando oteamos el horizonte en torno nuestro, no conseguimos encontrar la tercera torre junto al río, y nos percatamos de que la silueta de la segunda estaba quebrada por la punta11. Entonces nos dividimos en estrechas columnas, cada una de las cuales parecía atraída en una dirección distinta. Una desapareció por un angosto callejón a la izquierda, dejando tras de sí únicamente el eco de un gemido sobrecogedor. Otra desfiló hacia el interior de una boca de metro asfixiada por la maleza, aullando con una risa demente. Mi propia columna fue arrastrada a campo abierto, y en ese momento sentí un escalofrío que no se debía al caluroso otoño, ya que cuando salimos con paso marcial al sombrío páramo, observamos a nuestro alrededor el brillo infernal de la luna sobre unas nieves funestas. Nieves
Nyarlathotep
vírgenes e inexplicables, que eran barridas en una sola dirección, en la que se abría un abismo cuya negrura resultaba acentuada por sus relucientes paredes. La columna de personas parecía muy delgada conforme se adentraba pesadamente en él, caminando como sonámbulas. Yo me fui quedando atrás, dado que la negra grieta en la nieve tintada de verde era aterradora, y creí oír las reverberaciones de un desasosegante lamento a medida que mis acompañantes de saparecían; pero apenas tenía poder para resistirme. Como respondiendo a un llamamiento de los que me habían precedido, me vi arrastrado entre las titánicas paredes de nieve, medio flotando en el aire, temblando y asustado, hasta entrar en el opaco vórtice de lo inimaginable. Insoportablemente consciente, silenciosamente delirante, sólo los dioses del pasado pueden describirlo. Una sombra asqueada, sensitiva, retorciéndose en manos que no son manos, que se abatían ciega e impetuosamente sobre la espantosa medianoche de una creación corrompida, cadáveres de mundos muertos con llagas que eran ciudades, vientos fúnebres que rozan las pálidas estrellas y les arrebatan su brillo. Más allá de los mundos, nebulosos fantasmas de cosas monstruosas; columnas entrevistas en templos sacrílegos que descansan sobre rocas innominadas en el lecho del espacio y se elevan hasta vertiginosos vacíos en torno a las esferas de la luz y la oscuridad. Y, recorriendo este abominable cementerio del universo, un enloquecedor batir de tambores y un quejumbroso y monótono ulular de flautas blasfemas provenientes de inconcebibles cámaras abisales más allá del tiempo; la detestable y cadenciosa melodía al son de la cual danzan lenta, torpe y absurdamente los gigantescos y tenebrosos12dioses supremos: las gárgolas ciegas, mudas e idiotas cuya alma es Nyarlathotep13.
«Völker Europas, wahrt eure heiligsten Güter!» [Pueblos de Europa, ¡proteged vuestras posesiones más sagradas!], de Guillermo II, ca. 1895.
fue el estreno de la película Algol, con Emil Jannings, en la que un alienígena del planeta Algol intenta conquistar la Tierra. Véase «Al otro lado de la barrera del sueño», anteriormente. 9 El término «amenaza amarilla», el estereotipo del asiático peligroso, logró difusión política cuando el káiser Guillermo II lo popularizó durante la Guerra Sinojaponesa de 1894-1895. El káiser envió al zar Nicolás II un dibujo insidiosamente alegórico, «Völker Europas, wahrt eure heiligsten Güter!» [Pueblos de Europa, ¡proteged vuestras posesiones más sagradas!], que mostraba a unas personas que representaban a las potencias europeas ante un fondo de nubes tormentosas, a lomos de las que cabalgaba una fiera imagen de Buda. El káiser había «desarrollado» la imagen personalmente, y después encargó a «un dibujante de primera clase», el pintor Hermann Knackfuss, que lo plasmara, tal como explicó al zar: «y una vez terminado, [mandé] hacer un grabado de él para uso público. Muestra a las potencias de Europa representadas por sus respectivos genios y convocadas por el arcángel Miguel –que ha sido enviado desde el Cielo– para resistir conjuntamente el avance del budismo, el paganismo y la barbarie en defensa de la cruz» (el káiser Guillermo II al zar Nicolás II, 26 de septiembre de 1895, en el libro de John C. G. Röhl, Wilhelm II: The Kaiser’s Personal Monarchy, 1888-1900, p. 909, citando a Walter Goetz y Max Theodor Behrmann, Briefe Wilhelms II. an den Zaren, Berlín, Ulstein & Co., 1920, pp. 294-296). El estereotipo de los «perversos rostros amarillos» atrapó enseguida la imaginación de la gente, gracias en parte a los periódicos de Randolph Hearst y a las historias del Dr. Fu Manchú, escritas por el novelista católico irlandés de origen británico Sax Rohmer (1883-1959). En una carta a sus amigos Alfred Galpin y Maurice W. Moe (parte del ciclo del «Gallomo»: Galpin, Lovecraft y Moe) fechada el 30 de septiembre de 1919 (Selected Letters, vol. I, pp. 89-90), Lovecraft escribió: «Los orientales deben ser obligados a permanecer en su Asia natal hasta la caída de la raza blanca. Antes o después tendrá lugar
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una gran guerra japonesa, durante la cual opino que será necesario destruir Japón casi por completo en aras de la seguridad europea. Los chinos, más numerosos, son una amenaza más lejana en el tiempo. Probablemente serán los exterminadores de la civilización caucásica, dado el asombroso volumen de su población. Pero todo eso queda demasiado lejos como para pensar hoy en ello...». 10 No se ha podido identificar ninguna película concreta que coincida con estas imágenes. La escena descrita presenta reminiscencias del final de La máquina del tiempo (1898), de H. G. Wells, y de El reino de la noche (1912), de William Hope Hodgson, ninguno de las cuales se había llevado aún al cine. ¿Los «perversos rostros amarillos» pertenecen a asiáticos? ¿O son el resultado de una luz siniestra en la superficie del planeta? (En El reino de la noche se describen varias bestias amarillas.) Teniendo en cuenta la época, es probable que la película, de estar en color, hubiese sido coloreada a mano;
también se usaba ocasionalmente por entonces un sistema de coloración por estarcido o plantilla. El Technicolor no se introdujo hasta 1922. 11 Es decir, que los espectadores de la película han viajado al futuro, cuando ya no quedan más que ruinas de la ciudad. 12 Sombrío u oscuro. 13 Las retransmisiones comerciales de música (principalmente en directo, incluyendo coros de iglesia), resultados electorales, etc., se iniciaron en los Estados Unidos en 1920, con la aparición, en agosto de ese año, de una emisora en Detroit, la WWJ, que llevaba Michael DeLisle Lyons, un joven radioaficionado, con el apoyo de la familia Scripps, propietaria del Detroit News; y de la KDKA en noviembre, que emitía su señal desde el tejado de un edificio de la Westinghouse Electric Company en Turtle Creek (Pensilvania), cerca de Pittsburgh. Ambas emisoras utilizaban transmisores de 100 vatios.
Cubierta de H. P. Lovecraft’s Nyarlathotep, Boom! Studios, 2008 (ilustrador: Chuck BB).
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anotado