Claudia Ruiz Massieu Salinas La verdadera heredera
La hija mayor de José Francisco Ruiz Massieu y Adriana Salinas de Gortari es la única de todos los herederos de los Salinas que, hasta ahora, tiene un cargo público.
es el año 1994. el escenario: la universidad iberoamericana (uia) de la Ciudad de México, en la zona de Santa Fe. Transcurre media mañana y los alumnos van de un salón a otro, algunos platican en los pasillos y otros estudian los temas que deberán exponer horas más tarde. ~ 163 ~
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Michelle Karla Fastlicht Kurian —hermana de Sharon Fastlicht, quien se casó en 2004 con el presidente del Grupo Televisa, Emilio Azcárraga Jean— busca desesperadamente a una compañera para comentarle la terrible noticia que acaba de escuchar en la radio. Finalmente se encuentra a alguien que, al igual que ella, es gran amiga Claudia Ruiz Massieu Salinas. —No tienes idea de lo que acaba de suceder. Le dieron un balazo al papá de Clau hace unos minutos —dice Michelle Fastlicht, en ese momento estudiante de diseño gráfico en la Ibero. —¿Qué? —responde la otra—. ¿Cómo que el papá de Clau? ¿Por qué? —No sé, pero acompáñame al hospital donde se lo llevaron. Las dos amigas de Claudia, quien en aquel momento estudiaba el segundo año de la carrera en Derecho en la uia, subieron al coche de Michelle. Llevaban la radio encendida porque no tenían mayor información que la que habían escuchado previamente. Michelle Fastlicht conducía a toda velocidad por la avenida Reforma. Después de unos minutos llegaron al Hospital Español, ubicado en Ejército Nacional número 613, en la zona de Polanco. Antes de estacionar el coche, el titular del noticiero confirmó la muerte cerebral de José Francisco Ruiz Massieu. Ambas estudiantes se quedaron en shock. Con el corazón agitado se dirigieron a la entrada del hospital. Afuera había un hormiguero de guaruras y policías. También se encontraban algunos políticos, amigos de José Francisco, quien estaba por asumir la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados como coordinador de los legisladores del pri. El ambiente se percibía tenso. La seguridad era extrema y en el primer filtro no dejaron pasar a las dos jóvenes, hasta que Michelle dijo a los guardias que eran familiares. Lo expresó con tanta autoridad que lograron ingresar hasta el área de terapia intensiva. Ahí encontraron a Claudia Ruiz Massieu desecha. Inconsolable. Michelle la abrazó de inmediato. No tenía conciencia de lo que estaba pasando. Solamente cruzó por su mente consolar a su amiga que atravesaba el dolor más grande de su vida. En el hospital había tanta gente adentro y afuera, que en algún momento pasó por la mente de las jóvenes que ahí mismo podría estar la persona que había matado al padre de Claudia. ~ 164 ~
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El velorio de José Francisco Ruiz Massieu se llevó a cabo en la que fue su casa particular, ubicada en la calle Gutiérrez Zamora, colonia Las Flores, a un costado de Periférico Sur y Televisa San Ángel, en la Ciudad de México, muy cerca de donde vivían Claudia y su hermana Daniela con su mamá, Adriana Salinas de Gortari. En ese mismo septiembre de 1994, Adriana, la hermana del todavía presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, llevaba 18 años divorciada de José Francisco y estaba casada con Luis Yáñez de la Barrera. Claudia y Daniela vivían con ella y con los hijos de Luis en aquella casa amplia y elegante donde convivían todos los hermanastros, cercana a la de José Francisco Ruiz Massieu, quien por su parte vivía con su nueva esposa, María Fernanda Riveroll Sánchez, quien tenía dos hijas y un hijo de un matrimonio anterior. Este último era muy pequeño cuando falleció su padre biológico en un accidente ocurrido en el perímetro del Centro Comercial Perisur, por lo que José Francisco, una vez que contrajo matrimonio con Fernanda, reconoció al niño con sus apellidos: Francisco Federico Ruiz Massieu Riveroll. En la casa donde se veló el cuerpo de José Francisco había una gran cantidad de personas que se congregaron en el jardín. Los asistentes, ataviados de riguroso negro, iban de un lado a otro, y en medio de todo aquel caos destacaba una inmóvil Claudia Ruiz Massieu sentada en un sillón llorando con una profunda rabia. Estaba furiosa. Cada lágrima que derramaba sabía a coraje. Poca gente podía entender todos los significados que tenía para esta joven su papá: su ídolo, su héroe, su cómplice, su confidente, su estratega, su gran amor. Y es que la relación entre José Francisco y su hija superó por mucho las obligaciones de cualquier padre promedio. Él reconoció en su primogénita, a muy temprana edad, una serie encadenada de cualidades que de inmediato lo motivaron a hacerle comprender a su hija que no podía reducirse a ser la consentida. Que su historia de vida tenía que ser trazada con una estrategia para poder llegar a convertirse en su sucesora. En su verdadera heredera. Ella lo asumió. Fue la génesis del pacto. A pesar de la devastación emocional tras la despedida de Ruiz Massieu, Claudia tuvo la entereza para comunicarse unos meses después con la redacción de La Buhardilla, el periódico interno de la Universidad Iberoamericana, a la que solicitó publicar un artículo sobre su padre. Lo ~ 165 ~
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pudo haber divulgado en cualquier otro medio, pero quería que fuera en el diario que se distribuía donde ella estudiaba para decirle a su padre que comenzaría desde abajo; para comunicarle a todos quién había sido él para ella y, sobre todo, para dejar claro cuál había sido la aportación de José Francisco a la política mexicana.
La vie en rose Claudia Ruiz Massieu Salinas nació en la Ciudad de México el 10 de julio de 1972 bajo el signo zodiacal de Cáncer. Sus primeros años de escuela los cursó en los colegios con el mayor nivel académico de aquella década. Estudió la preparatoria en el colegio Green Hills, ubicado en San Bernabé 960, colonia San Jerónimo Lídice, al sur del Distrito Federal. Algunas amigas la recuerdan como una de las más “malas” del salón. Y no precisamente se refieren a que no era buena estudiante, al contrario, siempre fue de las mejores. Sin embargo, en una época donde no era conocido el término bullying, Claudia de vez en cuando coqueteaba con su significado en una versión moderada. “Siempre fue muy líder. Muy dominante. Y con una seguridad desbordante. Eso la colocaba entre las que organizaban las travesuras; era la que orquestaba las bromas a las otras. Todo mundo la seguía”, aseguran quienes la conocen de cerca. Después del sexto de prepa la mayor de las Ruiz Massieu Salinas salió de México con destino a París, con el fin de estudiar francés. Se inscribió en un foyer, o residencia de estudiantes solo para mujeres, manejada por monjas polacas que eran muy conservadoras y a quienes se les pagaba una renta por la estancia. Aquel lugar, de nombre Le Foyer de la Sainte Famille, o la Casa de la Santa Familia, se ubicaba en el Barrio Latino en la calle Vaugirard. La propiedad, en la que vivían estudiantes chinas, japonesas, colombianas, españolas y mexicanas, era una construcción antigua con un jardín con muchos rosales y pequeñas mesas, como salidos de la telenovela Mundo de juguete. Contaba con cuartos muy grandes de dos o tres camas, los cuales eran compartidos por las chicas. Cada piso tenía un baño común al final del pasillo, con tres regaderas y excusados, los cuales eran ~ 166 ~
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dejados siempre impecables por las japonesas. Había solo un teléfono, ubicado en el lobby, que recibía llamadas de los familiares, por lo que las chicas corrían a contestar cuando sonaba el timbre. El desayuno consistía en pan, leche y café. Claudia y las otras mexicanas compraban cereal para la leche y mermelada para las baguetes. La cena era también muy frugal. Una de las reglas que les daba mayores dolores de cabeza a todas las jovencitas era que la puerta general se cerraba a las diez de la noche. A pesar de que Carlos Salinas de Gortari era presidente de México en ese momento, los padres de Claudia no mandaron a la sobrina del primer mandatario a un departamento de lujo como los que rodeaban aquel foyer, alfombrados, con teléfono y personal de servicio, sino que la enviaron a compartir una recámara con recursos limitados, como cualquier mexicana de clase media. Ruiz Massieu Salinas solo estuvo un semestre en el Foyer de la Sainte Famille, y cuando le entraba la depresión por la distancia con México, se la aminoraba comprando compulsivamente no ropa sino libros. La mayoría de las chicas de aquella época solían tener pocas piezas en el guardarropa: jeans, suéter de lana con cuello de tortuga y abrigo. Claudia no era la excepción. En esa época la hija de José Francisco no fue “reventada”. Los sábados y domingos se iba con sus amigas a visitar los castillos y museos cercanos. Todas se iban en metro y regresaban de la misma manera, no sin antes hacer una escala en el restaurante L'Entrecôte, donde disfrutaban de carne, papas fritas y ensalada gourmet y una amplia variedad de postres. Cuando se juntaba el fin de semana con algún día festivo, las mexicanas tomaban el tren para conocer alguna ciudad de un país vecino. Lo que para sus amigas era todo un descubrimiento, para Claudia, en la mayoría de los casos, era parte de sus recuerdos. Y es que antes de los 18 años ya conocía las principales ciudades de Europa, y debido a los gustos refinados de sus padres se había sentado en las sillas de los mejores restaurantes y había asistido a los mejores espectáculos. Se le generó “mucho mundo” de manera precoz. En uno de los viajes que hizo Adriana Salinas de Gortari a París para ver a su hija, la llevó de compras al Deli Le Fauchon, un lugar clásico de París donde venden entre otras cosas chocolates, macarons y foie-gras muy finos. En otra de sus visitas, la hermana del presidente quiso conocer ~ 167 ~
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a las compañeras de Claudia, y con su esposo, Luis Yáñez, las invitó a todas a un restaurante a las afueras de París, en la región donde se localiza el Palacio de Fontainebleau, donde las seis o siete amigas probaron buenos vinos y comieron todo lo que quisieron, lo cual les pareció un banquete extraordinario tomando en cuenta que su comida en el foyer era muy frugal. En aquel entonces Claudia sostenía una relación con Rosendo Valles, su novio de toda la vida, desde la secundaria hasta la prepa. Chendo —como le decían de cariño— estudió en el Instituto Cumbres, y según testimonios de quienes los conocieron en aquella etapa, él moría de amor por ella, aunque la joven Ruiz Massieu se hacía del rogar. Lo cortaba y él la buscaba; Claudia le decía que si quería que regresaran, le mandara regalos a París. Pero luego, cuando terminaban, y alguna amiga le hablaba a Claudia para decirle: “Vi en una posada a Chendo con otra chava”, Claudia lo amenazaba por teléfono. Salía del foyer solo para hablarle y reclamarle: “¿Qué te crees Chendo? Ya me enteré de tus tonterías”. En esa época no había celulares ni internet, por lo que las alumnas tenían que comprar tarjetas y salir a una cabina telefónica en la calle para comunicarse con su familia o con el novio. Cuando Claudia se peleaba con Chendo volvía a irse a comprar libros, de los cuales tenía torres enteras. De acuerdo con algunas roomies del foyer, Claudia devoraba novelas, libros de historia o cualquier tipo de texto. Su padre le escribía para pedirle que le mandara títulos desde París y recomendarle qué debía leer. En esa correspondencia José Francisco le decía a su primogénita que su formación en Francia era parte de su apuesta. El político priista también le hablaba por teléfono para platicar de temas diversos y saber qué le parecía lo que sucedía en el mundo, ya fueran las elecciones en Estados Unidos o la situación en México. Por su parte, Adriana Salinas realizaba la operación contraria: le mandaba a su hija libros desde México. Claudia leía todo el tiempo, incluso en francés, aunque la mayoría de sus libros estaban en inglés, idioma que domina perfectamente. Era común encontrarla leyendo a las tres de la mañana mientras otras chicas organizaban picnics en sus cuartos o dormían. Claudia había asumido el rol intelectual de su padre, y sabía que él esperaba eso de ella. Por medio de cartas o por teléfono, José Francisco ~ 168 ~
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le daba lecciones de vida sobre qué debía hacer, cómo debía prepararse, y eso elevó en Claudia la figura paterna.
Una vida secreta En París, Claudia se inscribió a los cursos de francés de una profesora armenia llamada Nina, que tenía mucha fama en la Ciudad Luz por ser sumamente estricta. Muchos mexicanos se inscribían con ella. La hija mayor de José Francisco Ruiz Massieu desayunaba temprano en el foyer y junto con otras compañeras se iba en metro a la clase de Nina, en donde tenían que estar alrededor de las 10 de la mañana. Según algunas compañeras de Claudia, la maestra hacía llorar a sus alumnas, pero salían hablando y escribiendo un perfecto francés. Además, tenía una particularidad: no le gustaba recibir a hijos de políticos mexicanos, pues según decía, solían ser prepotentes. Sin embargo, se enteró muy tarde de que Claudia era sobrina del presidente de México, Carlos Salinas, y que su padre, José Francisco Ruiz Massieu, era gobernador del estado de Guerrero. Incluso algunas compañeras se enteraron de quién era hasta que vieron fotos del padre en la toma de posesión como gobernador. Claudia era sumamente discreta; en todo momento se presentaba simplemente como Claudia Ruiz, sin el Massieu Salinas que le procedía. De manera paralela, Claudia ingresó al Euro Center, donde se estudiaba francés más avanzado. Lo hizo junto con otros jóvenes de la generación del Colegio Americano, como Vanessa Nacif, casada actualmente con el productor musical Áureo Baqueiro; Lauri Laviada, hija de Laura Diez Barroso de Laviada, expresidenta de Editorial Televisa, presidenta del consejo administrativo del Museo de San Ildefonso, nieta de Emilio Azcárraga Vidaurreta, viuda de Christian Checa y actual esposa de Juan Domingo Beckman Legorreta. En el Euro Center se encontró también con las hermanas Leaño, de Guadalajara. También estaba Sari Guerreiro, actual esposa de Carlos Hank Rhon, hijo. En febrero de 1992, cuando murió su abuela materna, Margarita de Gortari, Claudia regresó a México temporalmente. A decir de sus amigas, Claudia tuvo un shock a pesar de que casi no les había hablado ~ 169 ~
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de su abuela. Incluso le tuvieron que prestar ropa negra pues debía llegar directamente al funeral sin hacer escalas. Su escolta, un coronel del Estado Mayor Presidencial, se encontró con ella en el aeropuerto y la llevó con destino a la Ciudad de México. La joven Ruiz Massieu estuvo durante una semana por el sepelio y luego regresó nuevamente a París. Más tarde, en el mes de diciembre de 1992, volvió en forma definitiva a México para inscribirse en Derecho en la Universidad Iberoamericana, escuela que por cierto nunca fue del agrado de su padre, pues él quería que estudiara, como él, en la unam o en el itam.
La imputación de El Padrino José Francisco Ruiz Massieu nació en Acapulco, Guerrero, el 22 de julio de 1946, y fue hijo de Armando Ruiz Quintanilla —de origen guatemalteco— y de María del Refugio Massieu Helguera, poetisa y escritora. Por el lado materno fue nieto del militar e ingeniero Wilfrido Massieu Pérez, posterior director del Instituto Politécnico Nacional (ipn), y de Guadalupe Helguera Ceballos, cuya hermana, Mercedes, fue madre del pintor, diseñador y artista plástico, Francisco Eppens Helguera, creador del escudo nacional. El padre de Claudia fue profesor titular en la Facultad de Derecho e investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam, cargo que Claudia repetiría en su vida profesional solo como asistente. José Francisco también dirigió el Departamento de Derecho de la Universidad Autónoma Metropolitana (uam) y obtuvo el Premio Nacional de Administración Pública en 1979. Entre sus cargos públicos, el patriarca de las hermanas Ruiz Massieu Salinas fue director general del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), así como oficial mayor de la Secretaría de Salud, secretario general de Gobierno del Estado de Guerrero en 1981, cuando Claudia tenía apenas ocho años, y finalmente, gobernador de esa entidad, de 1987 hasta 1993. En 1994, José Francisco fue designado Secretario General del Comité Ejecutivo Nacional del pri, diputado federal, y justo antes de tomar protesta y convertirse en coordinador de ese partido en la Cámara de Diputados, encontró la muerte cuando un joven de 28 años, originario ~ 170 ~
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del estado de Tamaulipas, le disparó en el cuello el 28 de septiembre de 1994, alrededor de las 10:30 de la mañana, muy cerca de las instalaciones del pri nacional. El padre de Claudia había asistido ese día a una reunión con 180 diputados de su partido en el Hotel Casa Blanca, en la calle Lafragua número 7, en la colonia Tabacalera, cerca de la avenida Reforma de la Ciudad de México. Subió a su automóvil y el agresor se acercó y le disparó en el cuello —algunas fuentes señalan que con una ametralladora mini Uzi—, por lo que fue trasladado de inmediato al Hospital Español. Llegó aún con vida, pero debido a la hemorragia murió una hora después. El agresor, quien respondía al nombre de Daniel Aguilar Treviño, fue detenido inmediatamente por elementos de seguridad. La persecución reveló que contaba con un cómplice de nombre Carlos Ángel Cantú Narváez, quien resultó ser su primo. Ambos criminales fueron condenados a 50 años de prisión en el penal de Puente Grande, Jalisco. Los cimientos de la política nunca habían temblado tanto como lo hicieron ese 1994, ya que las autoridades inculparon de la autoría intelectual del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu nada más ni nada menos que a Raúl Salinas de Gortari, tío y padrino de bautizo de Claudia. De acuerdo con las pesquisas, la razón de dichas acusaciones tenían que ver con testigos que señalaron importantes desacuerdos entre José Francisco y Raúl Salinas por cuestiones políticas y personales, sumiendo a la familia Ruiz Massieu Salinas en un conflicto emocional muy complejo. Cuatro años después del asesinato de José Francisco, el 28 de enero de 1999, el periódico La Jornada publicó una carta abierta firmada por Daniela y Claudia Ruiz Massieu, en la que se pronunciaban sobre la muerte de su padre y las acusaciones contra su tío, debido a que los tribunales en ese momento le habían dictado sentencia condenatoria de 50 años de cárcel a Raúl Salinas de Gortari. La carta decía a la letra: El 28 de septiembre de 1994, hace más de cuatro años, nuestro padre, José Francisco Ruiz Massieu, fue trágicamente apartado de nuestras vidas. En febrero del año siguiente, nuestro tío, Raúl Salinas, fue detenido y encarcelado como supuesto autor intelectual del crimen que nos privó de la presencia física de nuestro papá. El jueves pasado, el juez de la causa consideró que pruebas indirectas y circunstanciales son suficientes para condenar a la pena máxima a nuestro tío […]. Lejos de lograr la justicia, con la sentencia ~ 171 ~
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culminan muchas injusticias. La primera y más importante es que durante este largo y terrible proceso en que nos hemos visto envueltas, se ha olvidado a nuestro papá. Nos indigna profundamente que se intente encuadrar su muerte como el resultado de supuestos rencores familiares, pues así se desestima que él fue una figura pública y como tal fue victimado. Es injusto que se haya perdido de vista la dimensión humana de las dos familias que estamos trágicamente involucradas y que se pretenda dejar como solucionada la cuestión de quién o quiénes fueron los que arbitrariamente decidieron terminar con la vida de nuestro padre y así dejar nuestras vidas incompletas […] Hasta hace unos días habíamos querido confiar en que se haría justicia. No ha sucedido así. Pareciera que escogieron no buscar a los verdaderos autores del crimen, ignorando que con cada irregularidad en el proceso, con cada filtración, con cada fabricación, y con cada insinuación de que el motivo de la muerte de nuestro padre es de índole familiar y privada, se alejaron de la justicia y de la posibilidad de la verdad. Hoy lo único que esperamos es que ya no se utilice la trágica muerte de nuestro papá para cometer injusticias y se le deje descansar en paz. Daniela y Claudia Ruiz Massieu Salinas
Desde el momento de la muerte de José Francisco Ruiz Massieu, Claudia comenzó a obsesionarse con investigar todo lo relacionado con el asesinato del hombre que le dio la vida. El “sistema” le había arrebatado lo que más quería: su padre.
La justicia en manos de una vidente La terrible sospecha de un asesinato al interior del clan de los Salinas de Gortari se cernía sobre la familia paterna de Claudia. El mismo acusado, Raúl Salinas de Gortari, confesó en 2005 en su Diario del infierno de Almoloya que al estar recluido en ese penal, se sentía desesperado. Este encierro, el frío, los rostros fantasmales, los ruidos de rejas, diálogos en murmullos y el radio de los custodios, son intolerables. ¿Qué pasa afuera? Yo no fui, te lo juro [sic], yo no lo hice. Para qué haría esa barbaridad. En primer lugar no soy un asesino. Respeto la vida profundamente, y en segundo lugar es mi familia, y Pepe [José Francisco Ruiz Massieu] era el padre de mis sobrinas. ¿Cómo darles este dolor deliberadamente? No sé, no sé. Todo esto es increíble. ~ 172 ~
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Raúl escribiría otra vez en su diario el 11 de diciembre de 1996 que tan no era culpable de lo que lo acusaban, que sus mismas sobrinas, Daniela y Claudia, le estaban proporcionando apoyo: “Las hijas de Pepe, mis sobrinas, me han defendido, incluso Marcela y Arturo Ruiz Massieu, sus hermanos, han declarado positivamente para mí. ¿Qué más quieren?”. El 22 de enero de 1999 Raúl volvió a tener una arranque lírico sobre esa situación: No participé en el homicidio de José Francisco. No hay móvil. Traté a Pepe por más de veinticinco años; los dos éramos políticos, por eso ninguna diferencia que pudiéramos haber tenido la dejamos crecer y menos echar raíces. En cuanto a las diferencias políticas que tanto mencionan, no tienen ni pies ni cabeza. Todo es un absurdo […].
La situación jurídica de Raúl Salinas provenía de que el asesino material del homicidio de José Francisco, Daniel Aguilar Treviño, lo había involucrado al señalar en su declaración ministerial que el diputado Fernando Rodríguez González y los exdiputados Manuel Muñoz Rocha y Abraham Rubio Canales, le habían pagado 5 mil dólares para ejecutar a Ruiz Massieu, por orden de Raúl Salinas de Gortari. La acusación podría haber sido irrelevante sin pruebas de ello, pero el tío de Claudia cayó en contradicción de declaraciones al negar conocer a Muñoz Rocha, a pesar de que la espiritista Francisca Zetina, La Paca, y el escolta del mismo Raúl, el subteniente José Antonio Chávez Ramírez, habían asegurado en sus declaraciones haber oído de labios de Raúl Salinas conocer a Muñoz Rocha. Más aún, existen registros de la revista Proceso en donde Raúl Salinas sale fotografiado junto al exdiputado tamaulipeco como compañeros de generación en la Facultad de Ingeniería de la unam. Además, la amante de Raúl Salinas de Gortari, la española María Bernal, también había declarado haber conocido por Raúl a Manuel Muñoz Rocha. La situación se agravaba pues Muñoz Rocha se dio a la fuga apenas se le giró orden de aprehensión por homicidio calificado, además de asociación delictuosa por presuntos vínculos con el crimen organizado. Y no solo eso, la fiscalía mexicana, a cargo de Pablo Chapa Bezanilla, fingió la muerte de Manuel Muñoz Rocha sembrando su supuesto cadáver en la finca El Encanto, propiedad de Raúl Salinas ~ 173 ~
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de Gortari, osamenta que en realidad correspondía al consuegro de La Paca, exhumado de un panteón de Tláhuac unos meses antes. En 1999 Muñoz Rocha fue declarado desaparecido, y en 2009 las autoridades declararon prescrita la orden de aprehensión girada en su contra. Su hijo, Manuel Muñoz Cano, podría dar pistas de este caso en el futuro, dado que también fue testigo de dichas investigaciones, además de que desde hace algunos años participa en la vida política del estado de Tamaulipas, donde en 2010 se desempeñó como secretario de Desarrollo Social. Tras casi 10 años de reclusión, el 14 de junio de 2005 Raúl Salinas fue declarado absuelto del crimen de su excuñado por resolución de un tribunal de última instancia. Había pasado seis años en el penal de Santiaguito y cuatro en el de Alta Seguridad de Almoloya, conocido también como La Palma.
De puño y letra Pero el dolor por la pérdida de su padre no es el único en la vida de Claudia. A este se suma también el de su tío, Mario Ruiz Massieu, subprocurador General de la República y fiscal del caso de José Francisco, quien según la versión oficial se suicidó en Nueva Jersey, Estados Unidos, el 28 de septiembre de 1999 (el mismo día y mes que su hermano fue asesinado, solo que cinco años antes), con una aparente sobredosis de antidepresivos. Mario había sido arraigado más de tres años acusado de narcotráfico y peculado por el Departamento de Justicia estadounidense. En 1995 publicó el libro Yo acuso. Denuncia de un crimen político (Grijalbo, 1995), en el cual revelaba un presunto complot organizado por importantes políticos para asesinar a su hermano por tener ideas contrarias a un grupo de importantes militantes del pri. “Los demonios andan sueltos y han triunfado”, escribió Mario en aquel volumen. Pero no solo Mario había sido tema de escándalo para los Ruiz Massieu; también Wilfredo y Roberto, los otros dos tíos de Claudia por parte de su padre, murieron a tiros en Guerrero muy jóvenes, acribillados por el padre de la novia de uno de ellos que había quedado embarazada, según reportó el periodista David Aponte en El Universal, en 2005. En dicha investigación, Aponte señala que otro miembro del clan, Arturo ~ 174 ~
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Ruiz Massieu, también fue prófugo de la justicia, acusado de fraude por una compañía privada.
Grandes esperanzas Inmersa en una etapa de su vida llena de muertes, escándalos y tragedias, Claudia concluyó la licenciatura en Derecho en la Universidad Iberoamericana, donde se tituló con la tesis Pensamiento jurídico de José Francisco Ruiz Massieu en derecho constitucional y derecho administrativo. Al concluir el nivel universitario, su tío Carlos tenía pocos años que había dejado de ser presidente de México. Ruiz Massieu ingresó en un seminario internacional titulado El futuro del libre comercio en América del Norte, que concluyó en 1998. Luego viajó a España para estudiar la especialidad en Derecho Constitucional y Ciencia Política. Asimismo, realizó una maestría en Políticas Públicas Comparadas en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Al cierre de este texto, Ruiz Massieu es candidata a doctora en Derecho Público y Filosofía Jurídica por la Universidad Autónoma de Madrid, España. Apenas egresó de la universidad, Claudia buscó trabajar en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam, en donde su padre fue profesor titular. La joven logró ser asistente de investigación, y posteriormente, fue profesora en la Universidad Anáhuac del Sur en la carrera de Derecho y Sistemas Jurídicos Contemporáneos. Como su padre, ella también estableció una relación estrecha con los medios de comunicación escribiendo para la revista Confluencia xxi y en los periódicos El Universal, La Crónica de Hoy y Excélsior, además de ser comentarista de la cadena radiofónica Imagen Informativa con el periodista Jorge Fernández Menéndez, así como en televisión en Efekto TV. Desde muy joven, Claudia realizó una actividad política muy destacada. Se integró al pri en 1992, con apenas 20 años de edad, dos años antes de que su padre fuera asesinado, y encabezó desde entonces la coordinación nacional de las juventudes priistas de su partido. En ese instituto político llegó a ser subsecretaria del Movimiento de Vinculación Ciudadana de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (cnop), en 2002. ~ 175 ~
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Según le contó a la periodista Sonya Valencia en la edición del 27 de octubre de 2003 de El Universal, Claudia Ruiz Massieu aprendió política sentada en las piernas de su padre. “Todo el santo día escuchaba inacabables comentarios acerca de los avatares de la política nacional e internacional”. —¿Qué es lo que más te impactó de tu padre? —le preguntó la entrevistadora. —Sobre todo su disciplina —contestó Claudia—. Nunca se distrajo de sus objetivos. Hombres como él y mi tío Carlos Salinas han sido un gran ejemplo para mí. Gracias a los dos he tenido la oportunidad de comodidades, pero también de conocer las carencias del pueblo de México. La relación con su tío Carlos Salinas de Gortari siempre fue cálida, según confesó a El Universal. Siempre le contó sus inquietudes. “Me encanta escucharlo, es una persona con una gran experiencia y ha tenido una vida muy interesante. Un hombre con mucho qué decir y que además es inteligentísimo. Ha habido muchas habladurías con respecto a mi familia, pero insisto en que en la vida lo que cuenta es trabajar y trabajar bien, ser fiel a tus convicciones. El tiempo solo va acomodando las circunstancias”. En aquella conversación Claudia calificaría su infancia como “muy feliz”. Los recuerdos de sus primeros años de vida “fueron maravillosos”, según dijo. Mis padres se divorciaron cuando yo era muy pequeña, así que con cada uno experimentamos la vida de manera distinta. Ellos siempre trabajaron, por lo cual, en el tiempo en el que pasábamos juntos, compartíamos lo que hacían en su vida profesional. Recuerdo que en la época en la que mi mamá fue funcionaria de Bellas Artes [en el sexenio de su hermano, Carlos Salinas de Gortari], para Daniela, mi hermana, y para mí fue muy padre. Salíamos de la escuela y comiéndonos una torta veíamos los ensayos de ópera o el ballet. Cuando nos tocaba ir con mi papá, también era una aventura. Íbamos por él a la oficina, Siempre tuvimos la sensación de que hacía cosas muy importantes. Considero que gracias a mi padre abrimos los ojos a otras realidades del país.
De acuerdo con sus amistades cercanas, cuando José Francisco Ruiz Massieu murió, Claudia hizo un pacto con su tío Carlos para que le ~ 176 ~
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compartiera toda la información que tuviera sobre la muerte de su padre porque lo consideraba un asunto “personal”. Al final, tuvo acceso a muchos datos al integrarse años más tarde como coordinadora de asesores en la Secretaría de Seguridad Pública Federal y coordinadora general de Planeación, Desarrollo e Innovación Institucional de la Procuraduría General de la República, donde tal vez tuvo acceso a los expedientes del caso y pudo conocer uno de los secretos mejor guardados de la política mexicana.
El arribo al altar Se vistió de blanco la mujer de la que en ese momento no se sabía mucho, pero que inevitablemente dejaba a su paso una estela de cuchicheos en los pasillos de las oficinas durante el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León. Claudia Ruiz Massieu Salinas contrajo nupcias con Francisco Guillermo Ricalde Alarcón el 15 de noviembre de 1997, tres años después del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu. Se dice que Claudia y Quico —como llaman a Francisco sus amigos cercanos— se conocieron mientras estudiaban la carrera de Derecho. Ella en la Universidad Iberoamericana y él en la Universidad Anáhuac, donde fungía como presidente de esa carrera. Francisco Ricalde es hijo del empresario Eduardo Ricalde Medina, director general de Promotora y Comercializadora de Televisión (pctv), y descendiente por parte de su madre, Nora Alarcón Ancira de Miguel Domínguez Alemán, de doña María Josefa Ortiz Téllez-Girón de Domínguez, conocida como la Corregidora. La boda de Claudia y Francisco se llevó a cabo en la iglesia de San Juan Bautista, en el centro de Coyoacán, en la Ciudad de México. En una crónica publicada por el periódico La Jornada, el reportero Juan Manuel Venegas describió que en el evento pudo verse a personalidades como José Juan de Olloqui, expresidente de la Asociación Mexicana de Bancos y exembajador en Inglaterra; Gilberto Borja Navarrete, de Ingenieros Civiles Asociados (ica), y Leonardo Rodríguez Alcaine, líder de la Confederación de Trabajadores de México (ctm). La parroquia, de acuerdo con el cronista, fue revisada en cada uno de sus rincones ~ 177 ~
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por 20 elementos de seguridad. En la ceremonia se vio al abogado de Raúl Salinas —en ese entonces aún encarcelado—, Eduardo Luengo. Al enlace también asistieron Beatriz Paredes Rangel y José Luis Soberanes, Enrique y Sergio Salinas de Gortari, tíos de Claudia, quien en su camino rumbo al altar fue escoltada por ocho damas, entre ellas su prima Cecilia Salinas Occelli. Un grupo de niños y niñas fungieron como pajes. Los pequeños regaron pétalos de rosas blancas por todo el camino. La misa fue oficiada por el sacerdote español Miguel Carmena, quien anunció la bendición que les enviaba a los novios el papa Juan Pablo II, por conducto del secretario de Estado del Vaticano, Ángelo Sodano. La boda civil y el banquete se celebraron horas después en el jardín de la enorme casa de Raúl Salinas Lozano, patriarca de los Salinas de Gortari, en la calle Árbol del Fuego, en Coyoacán. Fue tanta la cercanía entre la familia Fastlicht y la Ruiz Massieu, que uno de los testigos de la boda fue Marcos Fastlicht, padre de Michelle. La novia portó un elegante vestido para el cual ella personalmente seleccionó tanto la tela como el corte, y se lo mandó a hacer con un diseñador. El jardín contó con un enorme toldo entre los árboles para evitar que el frío o la posible lluvia estropearan la fiesta. La gargantilla y los anillos de piedras preciosas que portó aquella noche la entonces esposa de Raúl Salinas de Gortari, Paulina Castañón Ríos Zertuche, fueron el comentario de muchas de las asistentes. Como regalo de bodas, Adriana Salinas de Gortari, madre de la novia, obsequió a Claudia y a Francisco una casa en Lomas de Virreyes, en la delegación Miguel Hidalgo del Distrito Federal, donde la pareja fincó su nuevo hogar.
Días de gloria Fruto de su matrimonio con Francisco Ricalde, en 2003 Claudia se embarazó de su primera hija, María, mientras estudiaba un posgrado en Madrid, España. El baby shower se realizó en México, donde nació la primogénita en 2004. Para cuando llegó su segundo hijo —a quien le pusieron el nombre del abuelo materno, José Francisco—, Claudia y su esposo ya vivían en un departamento en la zona de Santa Fe, en ~ 178 ~
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la calle Cedros. Quienes lo recuerdan, señalan que el lugar no tenía estancia de televisión sino una inmensa pared llena de libros. Pero que lo importante no era la cantidad sino la calidad de los títulos. Su hogar estaba muy bien decorado con exquisitas obras de arte. Claudia y Francisco también tenían una casa en Valle de Bravo, en el Estado de México, en donde había cuadros de Fernanda Brunet y una gran colección de libros: el objeto de mayor valor sentimental de las familias Ruiz Massieu y Salinas de Gortari. Lucía, el tercer bebé de los Ricalde Ruiz Massieu, llegó a la vida de Claudia siendo ya legisladora federal. Según recuerdan sus compañeros, la hija de José Francisco fue a la Cámara de Diputados a cumplir sus obligaciones hasta los ocho meses de embarazo. Sobre cómo compaginó su carrera política y su papel como madre, Claudia le contó a la reportera Sonya Valencia de El Universal que en aquella época de su labor en el Congreso de la Unión era muy ordenada y disciplinada, “además, mi esposo me apoya mucho. Abogado, igual que yo, es un excelente padre y compañero”, dijo en aquella ocasión. En 2006, Claudia se convirtió en vicepresidenta de la Fundación Colosio. En ese año también fue coordinadora de asesores del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, y a partir de ese año coordinadora de Planeación, Desarrollo e Innovación Institucional en la Procuraduría General de la República, cargo que desempeñó hasta 2008. En el periodo de 2009 a 2012, Ruiz Massieu repitió el cargo de diputada federal fungiendo como secretaria de la Comisión de Gobernación, integrante de la Comisión de Hacienda y Crédito Público, de la Comisión Mixta México-Unión Europea y de la Comisión Mixta México-Estados Unidos de la Cámara Baja, entre otras. A mediados de 2012, la hija de José Francisco Ruiz Massieu y Adriana Salinas de Gortari compitió para senadora de la República por el estado de Guerrero en las elecciones federales, pero no ganó. Tampoco le importó tanto. Claudia ha aprendido a caer sin hacerse daño en las rodillas. Tras la victoria del priista Enrique Peña Nieto en las elecciones del 1º de julio, Ruiz Massieu se integró al grupo compacto del Presidente Electo para coordinar el equipo que elaboraría la Comisión Nacional Anticorrupción. En septiembre de 2012, Peña Nieto la nombró ~ 179 ~
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Claudia Ruiz Massieu fue designada secretaria de Turismo en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, en diciembre de 2012.
coordinadora de Derechos Humanos y Transparencia del Equipo de Transición. Ese mismo mes Claudia fue convocada a participar como oradora en los trabajos que se llevaron a cabo en la Asamblea General de la onu, en reconocimiento a su liderazgo. La directora de Global Women's Leadership Initiative, Rangita da Silva, resaltó la labor que Ruiz Massieu estaba desarrollando en pro de la equidad de género en México. Tiempo después, ante los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, Claudia declararía que la intención de su gestión en el gobierno de México era modificar la imagen de inseguridad que se tenía de nuestro país, ante lo que recibió una ovación. En diciembre de ese mismo año, el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos designó a Claudia Ruiz Massieu Salinas en el cargo de secretaria de Turismo del Gobierno de la República. Al asumir el puesto Claudia contaba con 40 años de edad y tres hijos, así como con una gran experiencia en puestos políticos y de la Administración Pública Federal. Es un secreto a gritos que de las tres mujeres que están en el Gabinete Presidencial —Mercedes Juan López, secretaria de Salud; Rosario ~ 180 ~
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Robles Berlanga, secretaria de Desarrollo Social, y Claudia, secretaria de Turismo— Ruiz Massieu Salinas es la consentida del presidente. Tras su llegada a Sectur no todo fue miel sobre hojuelas en la vida privada de Claudia. Ruiz Massieu y su esposo, Francisco Ricalde, decidieron terminar su matrimonio a principios de 2013. Desde los últimos meses de 2012, fuentes cercanas a la pareja contarían que vivían en casas separadas, asistían a sus compromisos sociales el uno sin el otro y habían comenzado los trámites del divorcio. Tanto Claudia como Francisco dijeron a su círculo más íntimo que las causas por las que estaban a punto de finalizar su relación de 15 años se debían a que sus proyectos de vida ya no eran compatibles. Aparentemente, la mejor decisión había sido marcar una sana distancia que les permitía continuar su exitoso crecimiento profesional: ella como secretaria de Estado y él en sus negocios propios. Pese a que tenía poco que se había dado el rompimiento, tanto Claudia como Francisco hablaban uno del otro en los términos que exige cualquier contrato de separación amistosa.
La cumbre de los non gratos De todos los descendientes de los cinco hermanos Salinas de Gortari, Claudia Ruiz Massieu es la lideresa de los cachorros. No es algo nuevo. Desde hace varios años la prima mayor, además de sus cargos públicos, también ocupa ese nombramiento al interior de la estirpe, puesto al cual llegó sin necesidad de alguna elección entre los miembros de su generación. Se lo ha ganado por las mismas características que acompañan su temperamento desde la infancia: “Siempre fue muy líder. Muy dominante. Y con una seguridad desbordante […] Todo mundo la seguía”. Y sus primos no son la excepción. Los hijos de Carlos, Raúl, Adriana, Enrique y Sergio han creado una especie de cofradía en la que los une, además de los lazos sanguíneos, el dolor. Sabedores del señalamiento que significan sus apellidos y que nadie podrá comprender sus historias como ellos, todos han generado una red de apoyo en la que de manera natural Claudia se ha colocado en la silla principal. A ella es a quien todos admiran por haber llegado ~ 181 ~
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hasta donde está a pesar de su circunstancia; a la que consultan para tomar decisiones importantes; a quien miran orgullosos como si fuera una especie de heroína que ha venido a reivindicar la dignidad del apellido Salinas y sacarlo de su ácida reputación. “Nosotros no tenemos la culpa de nada”, les decían hace algún tiempo los primos grandes a los más pequeños en las primadas que hasta la fecha celebran por lo menos una vez al año en la hacienda Las Mendocinas, propiedad de Raúl Salinas. En las últimas ediciones de esas reuniones ya no hay recomendaciones. La tercera generación de los Salinas ha aprendido a conjugar los verbos siempre en presente y futuro. El pasado no existe, salvo para hacer bromas, por cierto con una ironía y un humor negro muy propio que a los extraños podrían hacer fruncir el ceño. En una entrevista con el periódico Excélsior en septiembre de 2010, y tras la ceremonia de conmemoración de los 16 años de la muerte de su padre, Claudia Ruiz Massieu declaró ante la prensa estar consciente de pertenecer a “una nueva generación de políticos que reconciliarán al país”. Con esa perspectiva como secretaria de Estado, tal vez Claudia no solo cumplía con su obligación como funcionaria de un partido que regresaba al poder tras 12 años de gobiernos del Partido Acción Nacional, y de disputas internas originadas en gran medida por la muerte de personajes tan prominentes del priismo como Luis Donaldo Colosio o el padre de Claudia, José Francisco Ruiz Massieu. Tal vez para ella el ascenso que estaba teniendo dentro de su partido, que representó tanto para su familia y al mismo tiempo la confrontó con otros sectores de la sociedad, significaba también el cumplimiento de una promesa personal que le hizo a su padre desde muy niña y que incluía la aspiración a gobernar el estado de Guerrero, así como el profundo deseo de reconciliar al país, a su familia, y con ello, quizá, a sí misma.
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