LOS NADIE Historias de violencia en voz de los j贸venes
Ale del Castillo /Mois茅s Castillo
Pr贸logo de
WILBERT TORRE
Grijalbo
BULLYING
¡Pinche fresa! Por Moisés Castillo I —Como que no te gusta este ambiente, ¿verdad? —dijo la directora de la primaria Francisco I. Madero, como si le leyera la mente. —Sí, está bien… —fingió Sofía mientras se dirigían a su nuevo salón de clases. Desde el primer día todos la miraron como un bicho raro y comenzaron a decirle “pinche fresa”, “la rica”, “la güerita”. Lo consideraba normal por ser la “nueva”, pero pasaron las semanas y nadie quería hablar con ella. Intentó integrarse al grupo y fue peor: “Te vamos a pegar a la salida, burguesa”, le advertían. El cambio fue drástico para la niña de 11 años: preescolar y hasta quinto de primaria los había cursado en colegios Montessori y en el Centro Escolar Educa. Por cuestiones económicas y de mudanza fue inscrita en esa escuela pública del Ajusco. Era la única chica de piel blanca del aula y por eso la hacían llorar. Ya no quería ir a clases, hacía cualquier berrinche para evitar insultos y demás burlas. “Pero tú vas a estudiar, no a hacer amigos”, le trataba de explicar Raúl, su padre. Cuando terminó el ciclo escolar, Sofía era la chica más feliz del mundo. Por fin ya no iba a ver a esos niños groseros y vulgares. Regresó a su casa corriendo con todas sus fuerzas. 47
BULLYING II No podía creer tanta mala suerte en tan poco tiempo: la apuntaron en la Escuela Secundaria Técnica 96, Miguel Alemán Valdés, ubicada en la colonia Santo Tomás Ajusco, donde se encontraría a la mayoría de sus compañeros odiosos de sexto de primaria. Ya podía imaginar el menú de la semana: lunes y miércoles, groserías; martes, jueves y viernes, “ley del hielo”. Caminara por donde caminara, se encontraba a alguien que le decía: “¡Pinche fresa, qué haces aquí!” Un mal augurio. Por lo menos una vez a la semana le escondían su mochila y le robaban algunos útiles o cosas personales. Pero un día sintió mucho coraje al encontrar su morral tirado como basura en el pasillo del salón. Le ardía el estómago, pensó que tenía fuego en las tripas al leer un papelito que señalaba: “No manches, no me digas que ya se dio cuenta de que fuimos nosotras las que aventamos su mochila por la ventana”. Sin pensarlo fue al área de trabajo social para reportar la “broma de mal gusto”, pero no pasó nada. Sabía que era el grupito de siete niñas liderado por Samanta. Ya en segundo grado le cambiaron el mote, ahora era la “cabezona” por su nuevo corte de cabello o la “Blanca Nieves”. Trataba de ignorar esos comentarios pero siempre terminaba llorando en el baño a la hora del recreo. Hasta que un día Sofía se hartó y encaró a Samanta: 48
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—Ya vele bajando, no me importa tu vida, me das igual. —Perdónanos, neta que ya no queremos tener problemas contigo, ni al caso —le contestó la líder mientras mascaba un chicle de menta. Sin embargó, pasó una semana y regresó la pesadilla. Al atravesar el patio, ella y una amiga de tercer grado fueron interceptadas por Samanta y sus seguidoras. Salieron de repente agarradas de las manos como una gran serpiente y comenzaron a rodearlas. No había escapatoria, fueron presa fácil. Mientras giraban en círculo escucharon: “Ay, pendejitas, ¿a dónde van?, pinches mugrosas”. Su acompañante pudo escapar, pero Sofía permanecía en esa jaula humana. Poco a poco cerraron la rueda y comenzaron los empujones y los jalones de cabellos, mientras oía: “¡Pinche cabezona, ya lárgate de aquí!” Una sensación de miedo invadió su cuerpo porque no podía respirar, trataba de zafarse pero era inútil. Pensaba lo peor. A pesar de que todo transcurría vertiginosamente, veía esos rostros disfrutando el momento. Desesperada, Sofía tuvo un segundo para defenderse: “¡Ábranse, pendejas!”, y con los puños cerrados pudo huir. Corrió hacia ninguna parte. Del coraje, Samanta la persiguió y pudo alcanzarla por la espalda. La agarró del hombro derecho y le enterró las uñas como cuchillos filosos. Ya de frente, la agresora estampó su mano derecha sobre una de las mejillas de Sofía. “¡Lo que me quieras decir, dímelo en mi cara, perra!” La agredida no podía creer la clase de monstruo al que desafiaba. 49
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La miró unos segundos, realmente estaba enojada. Cabizbaja, huyó a paso lento. Subió las escaleras y no podía llorar. Buscó al prefecto Martín, que desde las alturas había observado el incidente, y a quien le contó todo para que redactara el reporte. “No pasa nada, mi’ja, pero qué bueno, te lo mereces”. En ese momento brotaron las lágrimas, estaba destrozada. “No se vale que me hagan esto”, se decía a sí misma. Su tutor la vio tan mal que la acompañó a trabajo social y ahí le preguntaron quién la había golpeado, pero al final la directora no quiso resolver nada. Los padres de Sofía acudieron al día siguiente para arreglar el asunto, pero la titular de la secundaria técnica les dijo: “Yo llevo más de 20 años en esta institución y no pasa ese tipo de cosas”. Salieron indignados y sin otro camino que esperar a que concluyera el año para moverla a otro plantel. “No respondí al golpe porque yo también pude haber sido responsable, ¿no? Obvio no me iba a quedar callada porque iban a ver que la víctima es más sensible de lo que aparenta y pueden hacerme más cosas feas. Por eso yo les contesté con groserías y me fui.” III Sofía está harta del ambiente escolar y así se lo hizo saber a sus padres, quienes no han encontrado otra secundaria cercana. Le sorprendió escuchar muchas groserías entre sus compañeros de clase, no sabía su significado y tal vez por eso se reían de ella, 50
¡PINCHE FRESA! porque “pecaba de inocente”. Inventaba sentirse muy mal o a veces se enfermaba a propósito para no asistir a la escuela. Para ella es común ver a los estudiantes tomar cerveza en los baños o fumar cigarrillos. Esconden sus “guamas” en bolsas de plástico y las meten de contrabando. Le asustó mucho enterarse de que sus compañeros hacían cosas malas, por lo menos nunca había observado algo similar en sus anteriores colegios. El solo hecho de ver a niños y niñas haciéndole “caras” la estresa demasiado. Por esta situación va mal en algunas materias como matemáticas y química. Cada vez que camina hacia la secundaria comienzan a sudarle las manos y trata de estar atenta por si se topa con sus “enemigas”. Ya no sabe qué es peor: que la dejen de molestar un poco o que la ignoren por completo. Dice que a veces se siente como un fantasma en clase, un espejo roto. Pero cuando hay problemas o existe alguna travesura en el aula, le echan la culpa: “Fue Sofía, maestra”. A la profesora de formación cívica y ética es a la única que le tiene confianza porque le ha mostrado respeto. Los demás le dicen: “Como que eres fresa, ¿no?” O le preguntan: “¿Eres emo?” A Sofía le fascina cantar y escuchar música. Uno de sus grupos favoritos es la banda de rock-pop Enjambre. Además le divierte estar con su familia y jugar con sus perros. Dice que le gustaría ser actriz de teatro o algo relacionado con las artes. A pesar de vivir días incómodos nunca se ha ido de pinta y trata de aguantarse:
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“Es mejor sola que mal acompañada”. En un pequeño calendario marca con una equis los días que le quedan en esa “terrible” secundaria. “¡Al diablo con todo!”, escribe en su libreta de rayas. “Todo el mundo bostezando y desesperándose.” Asegura que recordará este episodio de su vida como una acumulación de malos momentos.
El acoso escolar (también conocido por su término inglés bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares.1 En México se estima que cuatro de cada 10 alumnos entre los seis y los 12 años han sufrido algún tipo de agresión de un compañero de clase, según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).2 México está en el primer lugar a nivel internacional en el número de casos bullying en el grado escolar de secundaria, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).3 1 SEP-Reunión Nacional de Control Escolar 2012. 2 “40% de alumnos de primaria ha sufrido bullying: CNDH”, Animal Político, 29 de julio de 2012, recuperado el 15 de abril de 2013, http://www.animalpolitico.com/2012/07/40-de-alumnos-de-primaria-hasufrido-bullying-cndh/. 3 “México, primer lugar en bullying en secundaria: ocde”, Milenio, 18 de junio de 2012, recuperado el 15 de abril de 2013, http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/2e6ad9e6ff8b914eee2a3ba 8fb27aa81. 53
Sólo Nayarit, Puebla, Tamaulipas, Veracruz y el Distrito Federal cuentan con una ley específica para evitar la violencia escolar. De acuerdo con las denuncias que se han recibido hasta 2012, 60% de los agresores de bullying son mujeres. (Fundación en Movimiento A.C.) Algunas características específicas del bullying son: – Conductas de acoso que se producen repetidamente en el tiempo y siempre dirigidas a las mismas personas. – Las personas que ejercen esta violencia física o verbal lo hacen con la intención clara de molestar y humillar, y generalmente sin que haya provocación previa de la víctima. – Es frecuente que las personas agresoras se consideren más fuertes, más listas o, en definitiva, mejores que su compañero o compañera agredida.4 Las consecuencias [del bullying] pueden ser devastadoras; [éste] genera depresión, ansiedad y hasta suicidio. Las víctimas suelen ser personas retraídas que no tienen amigos, son objeto de burla; en la clase no hablan, son inseguros, tienen un aspecto triste. Los agresores o bullies normalmente tienen una dinámica familiar donde viven ese tipo de situaciones: son “bulleados” por sus mismos padres, no son tomados en cuenta, viven una dinámica familiar bastante complicada, y por eso llegan a las escuelas o a otros entornos a aplicar lo mismo que viven allí. Lillian Guillén, coordinadora de asesoría y consejería del Tec de Monterrey campus Santa Fe 5 54
4 Fuente: Secretaría de Educación Pública (SEP). 5 Tania Romero, “Cuidado con el bullying”, Reforma, 17 de febrero de 2013, recuperado el 15 de abril de 2013, http://www.reforma.com/universitarios/articulo/689/1377487/. 55
¿Tienes algún problema al relacionarte con gente de diferente estatus socioeconómico? Sí, hay gente que me parece inferior a mí. Sí, a veces me parece que los demás se perciben superiores a mí. Pienso que no puedo juzgar a una persona sin conocerla.
Visita: Fundación en Movimiento. Respetar para mejor convivir http://www.fundacionenmovimiento.org.mx/ Tel. 1327-8123
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