Fernando M. González SECRETOS FRACTURADOS Estampas del catolicismo conspirativo en México
Herder
Diseño de cubierta: Bredna Lago Formación electrónica: Irma Martínez Hidalgo Corrección ortotipográfica: Lola Ancira © 2019, Fernando M. González © 2019, Editorial Herder Libros de Sawade, S. de R.L. de C.V. Tehuantepec 50, colonia Roma Sur C.P. 06760, Ciudad de México ISBN (México): 978-607-7727-75-0 ISBN (España): 978-84-254-4331-2 La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los titulares del Copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente. Impreso en México / Printed in Mexico
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ÍNDICE
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 PRIMERA PARTE I. Los jesuitas, entre la judeofilia y la judeofobia. . . II. Entre la persecución y las catacumbas, o cuando lo supuestamente inexistente se hace presente en el México de la Revolución. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III. Recordatorio de la actuación de la Compañía de Jesús durante la Cristiada . . . . . . . . . . . . . . IV. Los Arreglos de junio de 1929 y la reformulación del campo católico en la década de los treinta. . . . . . . . . . . . . . . . . Epílogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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SEGUNDA PARTE Un simulacro conspirativo. El desmantelamiento de los silencios estentóreos Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271
I. De cicatrices, duelos, heridas, obturaciones e intentos de suturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . II. De jesuitas, unecinos y Tecos. . . . . . . . . . . . . . . . III. Movimiento Renovador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Epílogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . TERCERA PARTE Conflicto y ruptura entre la UAG, los jesuitas y el arzobispo. Fundación del ITESO I. El periodo posterior al Movimiento Renovador, 1948-1951. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . II. Guadalajara 1954 1958. Historia de una ruptura anunciada. . . . . . . . . III. La fundación del ITESO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . Epílogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
287 323 361 477
485 575 611 705
Fuentes de información. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 719
INTRODUCCIÓN
[Holmes] —Watson, ¡sin duda no habrá oído hablar del profesor Moriarty! —Nunca. —¡Ya! ¡Ahí está la genialidad y la maravilla del asunto! Este hombre tiene todo Londres ocupado y nadie ha oído hablar de él. Es esto lo que lo sitúa en la cima de la escala del crimen. —[…] Es el organizador de la mitad de todo lo malvado y de casi todo lo no descubierto en la gran ciudad. Es un genio, un filósofo, un pensador abstracto […]. Permanece inmóvil como una araña en el centro de su tela, pero esta tela tiene mil radiaciones y él percibe todo leve temblor en cualquiera de ellas. Actúa poco personalmente. Solamente planea. Pero sus agentes son numerosos y están espléndidamente organizados.1 Arthur Conan Doyle, Las memorias de Sherlock Holmes. México: Fontamara, 1998, pp. 207-208. 1
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ste texto pretende explorar uno de los territorios medianamente protegidos de la socialización política católica, el de las denominadas sociedades secretas. Y digo medianamente protegidos porque nunca la invisibilización a la que aspiran estas organizaciones es total. Intentar analizarlas implica adentrarse en una densa red de pactos anudados alrededor del juramento de guardar bajo siete llaves tanto a la organización como su pertenencia a ella. Este acuerdo lleva, en consecuencia, a la conformación de un tipo de doble vida que se instala entre lo íntimo y lo privado para tratar de incidir en el espacio público. No deja de flotar un aire de extemporaneidad en el asunto que me propongo investigar. Entre otras cosas, porque lo hago a partir de un contexto muy diferente del que pretendo analizar, ya que hoy en la denominada “segunda globalización”, estamos en buena medida instalados en lo que Zygmunt Bauman denomina como “sociedad confesional”, sociedad que implica estar sumergidos en un universo de drones con “micrófonos, fijados en confesionarios y megáfonos en las plazas públicas. […] La versión actualizada del cogito de Descartes es ‘Me ven, luego existo’”.2 [Mundo en el cual] las redes sociales ofrecen una forma más barata, rápida y rigurosa de identificar y localizar a los disidentes actuales y potenciales […]. La
Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis, Ceguera moral. La pérdida de sensibilidad en la modernidad líquida. México: Paidós, 2015, pp. 42 y 77-78. 2
| 11 vigilancia a través de las redes sociales es mucho más eficaz gracias a la cooperación de sus víctimas. Vivimos en una sociedad confesional que fomenta la autoexposición. […] Millones de usuarios de Facebook compiten unos con otros para revelar y poner a disposición pública los aspectos más íntimos y de otro modo inaccesibles de su intimidad, sus conexiones sociales [y] sus pensamientos… Una verdadera fruta madura […] para cualquier dictador y sus servicios secretos.3
A esto podemos añadir el caso del software utilizado para ciberespionaje, el cual se instala en el celular del usuario sin su consentimiento y produce el máximo de permeabilidad aunado a la invisibilidad; para colmo, es casi imposible rastrear a quien espía y al que estaría detrás del hacker, ya que no dejan rastros. Así pues, nos las tenemos que ver con el máximo de invisibilidad y, por lo tanto, con la exacerbación de un tipo de paranoia socializada, que deja los relatos de espías de la guerra fría en la prehistoria. Ahora son los tiempos de Lisbeth Salander, la detective hacker de Stieg Larsson con su camiseta I am also an Alien, mismo que, en lugar de salir del cuerpo de la astronauta, lo hace del celular y la computadora. La diferencia es que en este caso, en contraste con Facebook, no existe la voluntad de exhibirse.4 Ibid., pp. 77-78. El 19 de junio de 2017, un grupo de periodistas y defensores de Derechos Humanos en México hicieron una denuncia pública porque suponían que habían sido espiados a partir de un software ultrasofisticado, utilizado como arma de ciberespionaje, que se inserta en los teléfonos y que “permite al atacante, entre otras cosas, 3 4
12 | Si antes se nos decía desde la cultura católica, para controlarnos, que “Dios está[ba] en el cielo, en la tierra y en todo lugar”, y actuaba como software celestial, ahora secularizado reaparece como una nueva fase del dispositivo panóptico que pensó Foucault: la “sociedad disciplinaria”, una combinación de la sociedad confesional de Bauman, infiltrada con pretensiones totalizantes. En consecuencia, resulta contrastante al máximo dar cuenta de una socialización en que todavía podían los individuos y los grupos abrigarse en una serie de pliegues y sótanos, que ni en pesadillas imaginaron ofrecer generosamente a la servidumbre voluntaria de cierto tipo de transparencia y autoexposición. Ellos pensaban sus sociedades secretas como espacios no contaminados de los virus que infectaban al cuerpo social. Desde sus catacumbas “purificadas” y a partir de una invisibilidad amparada en sus actividades manifiestas salían a infiltrar al enemigo elegido. Con esto no quiero afirmar que todo pliegue social y secreto haya desaparecido sin más del horizonte actual; sólo que el paisaje actual difiere de la materia que será descrita, aunque conserva algunos elementos de la práctica antigua en las maneras de reclutar. Dicho esto, volamos a esa otra época que suena tan remota, en la cual existía, de manera no exenta de tener acceso a todos los archivos guardados en el dispositivo, así como controlar la cámara y el micrófono del celular”. Según afirma la misma fuente, incluso los hay más sofisticados; en ellos el usuario ni siquiera “tiene que hacer nada” para que el atacante se instale en su celular sin que se entere. (Elena Reina, “Pegasus, el programa que espía a los periodistas y activistas mexicanos”, en El País. Madrid, 20 de junio de 2017.)
| 13 consistencia, una cultura conspirativa específicamente católica, aunque no tenía tampoco el monopolio. En el caso del catolicismo, la cuestión del secreto tenía –y tiene aún– su singularidad, ya que estrictamente hablando si se le mira desde la perspectiva de las autoridades de esta Iglesia, se trata más bien de sociedades “reservadas” o “discretas”, como ellos las denominan. Es decir, que a pesar del juramento que emiten sus militantes de guardar bajo secreto su pertenencia a la organización, algunos miembros del clero no sólo tienen información, sino que ejercen un tipo de control sobre ella, aunque no siempre de la misma manera. Por ejemplo, los miembros de la casta sacerdotal pueden asesorar o pertenecer a tales organizaciones o incluso fundarlas, como fueron los casos de Sodalitium Pianum5 Según afirma Émile Poulat, la fecha de fundación de “la ‘Sodalité Saint Pio V’” o Sodalitium Pianum (SP) varía; Poulat señala que su fundador, Umberto Benigni, cambia las fechas en diversas cartas y dice, por ejemplo, que fue en 1909 o 1911; él considera que efectivamente fue “fundada en 1909 y puesta bajo el control de la Secretaría Consistorial en 1911”. (Émile Poulat, Integrise et catholicisme integral. París: Casterman, 1969, p. 64, n. 2.) La Sodalité Saint Pio V se trataba de una sociedad abierta a los clérigos y a los laicos. “[…] El secreto que era demandado a sus miembros y la clave destinada a protegerla cuando se comunicaban entre ellos [se trata de algo] prácticamente universal: no es por lo tanto eso lo que puede distinguir a una sociedad secreta. Dos personas tienen de entrada derecho a saber todo: el cardenal protector y el papa. Sin embargo, Benigni pedía que las secciones locales fuesen dispensadas de declararse al obispo diocesano. […] No obtiene este punto y es precisamente esto lo que bloquea el reconocimiento de la S. P.”. Ibid., p. 65. El cardenal “protector” se refiere a Gaetano de Lai, secretario de la Congregación Consistorial desde 1908. Resulta interesante resaltar que la S. P. fue descubierta en 1915 gra5
14 | y de la Unión de Católicos Mexicanos, la denominada “U”.6 Ambas sociedades pueden ser comprencias a que soldados alemanes sustrajeron un conjunto de papeles de casa de uno de sus agentes en Bélgica, lo que finalmente llevó a que en 1921 Benito XV terminara por suprimirla. En cambio, precisamente por esas fechas, hacia el final del año citado, “Ernesto Filippi, delegado apostólico de la Santa Sede en la República Mexicana, informó a monseñor Gasparri, cardenal secretario de Estado, que el episcopado mexicano en su gran mayoría había aprobado la creación de una sociedad secreta católica”. (Ibid., pp. 122-123.) 6 La U fue una organización fundada en Morelia el día de Pentecostés, en mayo de 1915, por el entonces rector del seminario de Morelia, el sacerdote Luis María Martínez –más tarde, en 1936, arzobispo primado de México–. Dicha organización pasó por varias vicisitudes antes de comprometerse a fondo con la opción de las armas en 1926. Ya para finales de ese año se puso efectivamente al frente de la lucha armada compitiendo con ventaja con la denominada Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR), o simplemente La Liga, durante todo el conflicto. Con respecto a la U o Unión del Espíritu Santo, cito lo siguiente de las memorias del excristero Carlos Blanco Ribera, quien llegó a tener el título de general durante el conflicto armado. Su hijo Jorge Blanco me hizo llegar una copia de éstas alrededor de 1999. En ellas, Carlos Blanco relata que una noche destemplada de 1921, en las instalaciones del arzobispado de Guadalajara, fue citado un selecto grupo de laicos por el secretario de la mitra, Antonio Correa, bajo órdenes del arzobispo Francisco Orozco y Jiménez, quien estaba ausente. El fin de la reunión era escuchar a un sacerdote moreno y enjuto, que les comentó de una organización que había fundado en Morelia en 1914, cuando era rector del seminario de esa ciudad. El citado narró que, mientras las tropas revolucionarias habían tomado la ciudad, se recogió en la capilla a orar y buscar la inspiración del Espíritu Santo acerca de qué hacer “para salvar al País de la ola desenfrenada y luchar por la Iglesia que estaba siendo despojada y aplastada por los revolucionarios. Que había tenido la inspiración de fundar una sociedad Reservada de católicos, por lo pronto limitada a unos cuantos […]. Qué después
| 15 didas dentro de lo que se denomina “integrismo católico”.7 lo había comunicado a varios amigos y a su prelado [Leopoldo Ruiz y Flores], y que había recibido de todos grande estímulo […]. Que había enviado a Roma la solicitud de aprobación, pero aún no se había recibido la respuesta […]. En fin, que él, con su carácter de iniciador de la U y con la autorización de su prelado, venía a tratar de establecer el grupo”. (Consultado en: Carlos Blanco Ribera, Mi contribución a la historia de una época terrible y tormentosa, s.p.i., 1966, p. 78.) Cuando leí las memorias todavía no habían sido editadas. Dos arzobispos que fueron centrales durante el movimiento cristero se hacen presentes en esta cita de diferente manera: el de Guadalajara y el de Morelia, además de dos generaciones de laicos. Más adelante retomaré esta segunda cuestión. Por otra parte, como se puede ver, no sólo se recurre al Espíritu Santo para fundar congregaciones religiosas, sino también sociedades reservadas. En el libro de Fernando M. González. Matar y morir por Cristo Rey. México: IISUNAM/Plaza y Valdés, 1999, se encuentra de manera pormenorizada el asunto de la U antes y durante el conflicto armado. Pero para hacerse una idea más precisa de lo que fue la U desde la mirada de Roma, la referencia obligada es Yves Solís, quien analizó el archivo secreto del Vaticano y la configuración institucional de la citada organización. Por ejemplo, entre otros escritos: “El origen de la ultraderecha en México: La U”, en El Cotidiano. México: Universidad Autónoma MetropolitanaAzcapotzalco, vol. 23, núm. 149, mayo-junio de 2008; también Yves Solís, “Asociación espiritual o masonería católica: La U”, en ISTOR. México: CIDE, año IX, núm. 33, verano, 2008. 7 “Los principios católicos no se modifican ni porque los años pasan, ni porque se cambie de país, ni a causa de nuevos descubrimientos, ni por razones de utilidad. Ellos son siempre aquellos que Cristo ha enseñado, que la Iglesia ha proclamado, que los papas y los concilios han definido, que los Santos han tenido, que los Doctores han defendido. […] Aquel que se adapta a los tiempos [y] transige, podrá darse el nombre que quiera, pero delante de Dios y delante de la Iglesia es un rebelde y un traidor”. Tal era la enseñanza práctica que la Civittà Cattolica [revista jesuita, ita-
16 | De este integrismo tratará en buena medida el presente texto, ya que parte sustancial de estas sociedades discretas o reservadas se enfrentarán inevitablemente a los diversos “modernismos” y también a las consecuencias de la derrota que significó la guerra cristera ocurrida de 1926 a 1929. Esto no quiere decir que el citado integrismo hubiera quedado eliminado con el tiempo.8 Por otra parte, el control o supervisión clerical de dichas sociedades no necesariamente es total, ya que en ciertas circunstancias pueden enfrentarse a sus autoridades. Tal fue, por ejemplo, el caso de la sociedad discreta-secreta, que conformara uno de los ejes centrales de esta investigación: la denominada Asociación Fraternaria de Estudiantes de Jalisco (AFEJ),9 fundada alrededor de 1933, y que al poco tiempo formara parte de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG, liana] encontraba, a algunos meses del nuevo siglo, en la Carta de León XIII sobre el americanismo. Eso que se denomina el “integrismo” nació para mantener y afirmar esta enseñanza contra todo esfuerzo contrario: “Fuera de esta concepción no existe para el integrismo sino los modernismos”. (Poulat, op. cit., p. 81.) Dicho integrismo sostiene su pensamiento en tres principios: “inmutabilidad, intangibilidad e integralidad”, que finalmente dependen del magisterio doctrinal. Ibid., p. 9. 8 Émile Poulat señala, entre otros casos, su persistencia en tiempos de Pío XII; por ejemplo, el desmantelamiento del “progresismo y la eliminación de los Curas obreros”. (Poulat, op. cit., p. 7.) Se pueden citar otros casos posteriores a esas fechas. 9 Como se verá más adelante, en 1958 entraron en franca confrontación con dos de sus antiguos aliados: los miembros de la Compañía de Jesús de la Provincia norte, así como el VI arzobispo de Guadalajara, José Garibi Rivera.
| 17 1935), que se puede considerar la primera universidad privada de México.10 A los miembros de la AFEJ, poco después de fundada dicha asociación, se les comenzó a llamar coloquialmente como “Tecos”. A su vez, en la posguerra, los miembros de la AFEJ por intermediación, entre otros, de un jesuita de Guadalajara, Manuel Figueroa Luna, inspirarían en Puebla, en 1953, lo que se denominara como la Orquesta o Yunque y dos organizaciones públicas dependientes: en 1955, el Frente Universitario Anticomunista de Puebla (FUA), y, en 1961, el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO). En el caso del Yunque-FUA son los alumnos del Colegio Oriente de los jesuitas y del Benavente de los lasallistas quienes conformaron mayormente sus militantes. En cuanto al MURO, que hizo su aparición en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se trató de jóvenes universitarios entre los que no sólo había originarios de Puebla, sino también de la Ciudad de México. El MURO se aposentó asimismo, entre otros lugares, en la Universidad Iberoamericana (UIA) y en los colegios lasallistas.11 En los dos primeros años, se denominó Universidad de Occidente (U de O). 11 Dos autores insoslayables para saber de estos grupos son Mario Virgilio Santiago Jiménez, con su tesis de doctorado en Historia Moderna y Contemporánea en el Instituto José María Luis Mora, intitulada: “Entre el secreto y la calle: nacionalistas y católicos entre la conspiración de la modernidad. El Yunque de México y el Tacuara de Argentina (1953-1964)”, julio de 2016. Para el MURO, véase Édgar González Ruiz. MURO, memorias y testimonios (19612002). Puebla: Gobierno del Estado de Puebla/Benemérita Uni10
18 | Por otra parte, hablar de sociedades secretas como si fueran un objeto de estudio evidente, que volvería equivalentes al conjunto de éstas, será una de las primeras cuestiones a dilucidar y cuestionar en este escrito. Ello debido a que la noción y funciones del secreto son polivalentes, y éste se ejerce en diferentes tipos de organizaciones y de diversas maneras. Una segunda cuestión sería enfocarlas como si tuvieran una consistencia recortable fuera de todo contexto; es decir, como si flotaran en una zona indeterminada, tal como las “instituciones totales” de las que habla Erving Goffman, lo que nos conduciría en línea directa a una simplificación de nuestros objetos de investigación. Así pues, considero que habría que mantener la tensión entre la pretendida solidez de nuestro múltiple objeto, denominado sociedades secretas, y sus relaciones con otras instancias y contextos que nos colocan en una zona más fluida y menos precisa. Si bien es cierto que podemos establecer con cierta pertinencia que éstas poseen sus jerarquías, rituales, lenguajes, tipos de iniciación, centralización, compromisos afectivos, etcétera, creo que simultáneamente deberíamos tratar de rescatar su singularidad y, por lo tanto, historizarlas. Trataré de analizar en lo posible la citada AFEJ, que pretende ser una de estas sociedades, y su relación con miembros de la Compañía de Jesús; tendré cuidado de conservar el plural en ambos casos, por el motivo que dicen con respecto a las primeras y las caracterísversidad Autónoma de Puebla/Cuadernos del Archivo Histórico Universitario, 2003.
| 19 ticas específicas de la institución de los jesuitas. En la medida en que los miembros de esta orden religiosa, salvo en ciertos casos, nunca actúan de manera unánime y se sitúan para ejercer su “misión” en múltiples territorios, eventualmente sus acciones pueden resultar contradictorias –incluso en un mismo sujeto–, ya que pueden actuar como bisagras de grupos con lógicas diferentes. Se puede decir que algunos de ellos son fieles representantes de lo que podríamos denominar el “síndrome del electrón”, si se acepta, pues, como afirma la física cuántica, que un electrón puede estar en dos lugares distintos a la vez. Por ejemplo, jugar en la zona de las catacumbas y simultáneamente cuestionar los juramentos y el secreto.12 Me parece que el encuentro entre ambas organizaciones alude a ciertas analogías y grandes diferencias. Sostener, por ejemplo, que la Compañía de Jesús, por sus características, se inclinaría a la formación de sociedades secretas, es “adelantar vísperas”.13 Bastaría comparar dos momentos históricos muy próximos como los tiempos del conflicto armado denominado la Cristiada y la inmediata pos-Cristiada para hacerse una idea de lo aventurado de esta afirmación. Aunque no hay que descartar en algunos miembros de la Compañía un “habitus” (Pierre Bourdieu) conspirativo, uno La idea la tomo de un breve texto de Manuel Vincent intitulado “Caja Negra”. El País. Madrid, 16 de enero de 2017. 13 En todo caso se puede decir que ciertas características de su organización facilitan la posible creación de éstas, pero sin que se pueda hablar de un determinismo. Más adelante retomaré esta cuestión. 12
20 | de los elementos que conforman las citadas sociedades secretas. En los tiempos de la Cristiada, la citada U (Unión de Católicos Mexicanos o Unión del Espíritu Santo, cuya fundación en la capilla del seminario de Morelia se remonta al 25 de mayo de 1915),14 fue cuestionada un poco antes del conflicto armado por los asesores jesuitas de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa –fundada en marzo de 1925–, la cual pretendía coordinar la lucha armada en contra de las intenciones de los miembros de la U. Estos últimos, efectivamente, tuvieron una injerencia fundamental en la guerra. Sin embargo, los jesuitas y los miembros de la Liga no sólo cuestionaron la dirección estratégica de la lucha por la U, sino también el secreto que envolvía a esta organización, ya que de alguna manera distinguían entre el secreto férreo que guardaban los miembros de la U desde su fundación y la clandestinidad de los Ligueros, a la que los había compelido el conflicto armado. El juramento de guardar silencio acerca de la existencia y pertenencia a la U incidía de manera diferente en el tipo de inserción más allá de la simple clandestinidad de otros grupos, porque permitía que sus miembros pudieran gozar de una doble pertenencia e infiltrarse a la Liga.15 Véase Solís, op. cit., p. 25. Una carta del vicepresidente de la Liga, Miguel Palomar y Vizcarra, al arzobispo de Durango, José María González y Valencia –que estaba en Roma–, toca este punto del secreto y la clandestinidad, además de la pugna cerrada que opuso a ambas organizaciones durante la Cristiada. Refiriéndose a la U, Palomar le suplica que “obtenga de la Santa Sede que cese de funcionar esa
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| 21 Se trata de dos grupos con proyectos diferentes en cuanto a las estrategias para enfrentar al gobierno; cada uno estaba compuesto de diferentes maneras por obispos, institución misteriosa, y si no es posible obtener tal cosa, que al menos se nos desligue del juramento que nos tiene atados, para dar a conocer su existencia y poder defendernos en firme contra las oscuras maniobras de la U y de las intrigas que constituyen el tema establecido por ella desde hace mucho tiempo. ”Muchas personas de la Liga que se entienden con la acción directiva ignoran la existencia de la U y por ese motivo no es posible decir de dónde parten los tiros y las intrigas. […] A mi modo de ver, la U no sólo tiene deplorables directores, sino que, de suyo, independientemente de que esa dirección sea buena o mala, es una institución inconvenientísima […]. Contra las maniobras de la U el que sufre sus ataques no cabe la defensa porque el secreto con que se escuda de un modo tan radical impide que se la pueda atacar. ”No parece fuera de propósito pedir su supresión, porque no ignoramos que el papa no ha juzgado favorablemente la organización de la U y hasta tuvimos el gusto de saber que había declarado que debía dejar de funcionar”. [31 de julio de 1927, Archivo de la Compañía de Jesús de Guadalajara (ACJG)]. En realidad, el deseo de Palomar con respecto a la U no se cumplió. La U continuó funcionando hasta el final de la guerra cristera. Todo el problema es saber cómo continuaron operando respecto de ella tanto su fundador, monseñor Martínez, como el arzobispo de Morelia, Leopoldo Ruiz y Flores. Se puede colegir que Palomar había sido invitado a la U y realizó el juramento de guardar secreto de su existencia. Cosa que se les pedía aún en el caso de no aceptar pertenecer a ésta. Me baso en el testimonio del general Degollado Guízar, quien dio su “palabra de no platicar a nadie lo que se le iba a comunicar”. (Jesús Degollado Guízar. Memorias de Jesús Degollado Guízar. Último general en jefe del ejército cristero. México: Jus, 1957, p. 12.) Y esto complicaba las cosas, porque unos miembros de la Liga sabían de la existencia de la U y otros no. Además, había dobles pertenencias dentro de ésta. Sin embargo, al parecer el sentido del honor en la promesa emitida
22 | sacerdotes y laicos. Este tema implicaría un desarrollo aparte.16 funcionaba en esos tiempos, lo cual no va a ser el caso con la AFEJ, como se verá más adelante, y hay que remarcar que el juramento emitido por Palomar, el cual lo obligaba a mantener silenciada dicha organización para sus propios compañeros, no siente que vale ante el arzobispo de Durango, con lo cual comprueba una vez más que se trataba de una sociedad discreta o reservada. 16 Como dato interesante al respecto, poco antes de que se iniciara el conflicto armado, monseñor Martínez, preocupado por el poder de convocatoria que estaba adquiriendo la Liga, le escribe a la monja que lo inició en las lides de la mística 10 años antes, María Angélica Álvarez Icaza, de la comunidad de la Visitación de Santa María, lo siguiente: “Nuestra obra está a punto de desaparecer; si Dios así lo quiere, muy bien, pero si es para su gloria pídale que la conserve”. (Carta del 13 de julio de 1926, citada por Pedro Fernández Rodríguez OP. Biografía de un hombre providencial, Mons. Luis María Martínez. México: Seminario Conciliar de México, 2003, p. 79.) Por cierto, la citada obra no desapareció, sino que más bien, gracias al conflicto armado, adquirió su plena potencia militar. Y si habla de “nuestra obra” es porque al parecer consideraba a la citada monja algo más que solo interlocutora, y muy probablemente, en parte inspiradora de la U. Por ejemplo, en una carta que le escribió del 8 al 21 de febrero de 1920, le dice: “Ahora me dedico principalmente al Seminario y a dos obras: la del Voto y aquella obra que es casi suya, la que Ud. puso en manos de Dios el día de Pentecostés de 1915. ¡Si viera cómo tiene las bendiciones de Dios! Llama la atención a los que no están en el secreto. Tiene ya la aprobación de cinco o seis prelados y se va extendiendo…”. (Ibid., p. 74.) Una mujer en el secreto de un grupo constituido fundamentalmente por hombres no deja de ser llamativo. Monseñor Martínez no habla en su comunicación con sor María Angélica de la institución que amenazaba la hegemonía de la U y que tenía poco más de un año de haberse fundado, es decir, la Liga. Pero también habría que pensar en el posible conflicto entre los obispos que se inclinaban por una o por la otra, así como una plausible condena de la U por Roma.
| 23 En la década de los años treinta, algunos miembros de la Compañía de Jesús apoyaron en Guadalajara precisamente a la AFEJ, pero esto no necesariamente significa que la Compañía en su conjunto estuviera de acuerdo, lo cual muestra que el cambio de contextos replantea posiciones políticas y estrategias. Regresemos a la cuestión de la diferencia entre discretas y secretas. Son consideradas secretas por las autoridades eclesiásticas católicas aquellas asociaciones sobre las cuales no ejercen control efectivo, lo que lleva a las autoridades romanas a amenazar a sus miembros con excomunión o, incluso, a hacerla efectiva, y la segunda característica es que manejan ideologías que no acepta la autoridad católica. El caso de la masonería desde finales del siglo xviii hasta aproximadamente los años ochenta del siglo xx se puede englobar en esa categoría que cumple con las dos características descritas. Sin embargo, hay que introducir un nuevo matiz con respecto a la segunda característica en relación con las propias organizaciones reservadas, ya que se puede dar Después de terminada la Cristiada, le escribió a la citada monja en estos términos: “Nuestra obra tuvo que suspenderse desde 1929 por graves razones. Dios sabrá si ya cumplió su misión o la reanuda más tarde”. (Carta del 24 de junio de 1932. Ibid., p. 79.) En realidad, el que la suspendió a finales de 1928 en su Arquidiócesis de Guadalajara, después de haberla acogido desde finales de 1921, fue monseñor Francisco Orozco y Jiménez, pero hay datos fehacientes de que los de la U no se dieron por enterados. Uno de esos datos me lo proporcionó el exgeneral cristero José Gutiérrez y Gutiérrez –que formó parte del estado mayor del general Jesús Degollado Guízar–, quien me aseguró que, a pesar de la condena de monseñor Orozco, siguieron con sus actividades.
24 | el caso de no aceptar la autoridad católica al menos de dos maneras: 1) la ya citada de la AFEJ, cuando después del Concilio Vaticano II, en franco enfrentamiento, decidió apoyar la línea sedevacantista, con lo cual se colocaron en los bordes del campo religioso católico –digamos a la máxima distancia de su jerarquía–, pero sin terminar de abandonarlo, porque creían más bien que lo estaban salvando de su contaminación interna, y 2) la del Yunque, que denominan como “reserva mental” y que, según cita Alberto Athie, el doctor Rodrigo Guerra se la describió así: Ante las traiciones de los obispos mexicanos a la fe y a los dogmas de la Iglesia, el “Grupo”, como así le llamaba al Yunque, debía mantener una cierta distancia interior (de reserva) ante los pronunciamientos y conductas de los obispos para poder mantener la fidelidad a Pedro y a la Iglesia verdadera. Este principio es lo que les permite mentir sabiendo la verdad.17
“Distancia interior” que no necesariamente se muestra tal cual y permite permanecer en el campo que se cuestiona. Digamos que se puede concebir como un desdoblamiento del secreto, pero esta vez aplicado a aquellos que los consideraban como sus aliados. En ambas posiciones se vive inmerso en una tensión entre obediencia y margen de autonomía. Por otra Alberto Athie. “Norberto Rivera o el tótem de la impunidad”, en Bernardo Barranco (coord.), Norberto Rivera, el pastor del poder. México: Grijalbo, 2017.
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| 25 parte, las sociedades discretas o reservadas pueden a su vez resultar secretas para otros actores externos. En síntesis, todo depende del lugar relacional desde donde se está colocando.18 Por lo tanto, la variable del juramento y del secreto es importante en este tipo de organizaciones; se puede considerar como una condición necesaria pero no suficiente si se quiere dar cuenta de ellas, porque además habría que tomar en cuenta, entre otras cosas, el contexto en el que se despliegan, el tipo de proyecto que proponen y el territorio que abarcan, etcétera. He hablado de la polivalencia del secreto y creo conveniente citar a Michel Foucault al respecto. No hay que hacer una división binaria entre eso que se dice y aquello que no se dice: habría que tratar de determinar las diferentes maneras de no decir […]. No hay uno sino muchos silencios y ellos forman parte integrante de las estrategias que subtienden y atraviesan discursos […]. No habría que imaginar un mundo de discurso dividido entre discurso recibido y discurso excluido o en Con respecto al polivalente secreto, hago mías las palabras del historiador Pierre Nora cuando afirma que “el secreto no es públicamente secreto sino en los sectores en los cuales se repliega. No se habla de secreto sino cuando virtualmente ha desaparecido”. Y, más adelante, refiriéndose a la sociedad liberal que presume y promueve la transparencia y la libre circulación de la palabra, concluye de esta manera: “[Dicha sociedad] no cesará jamás de secretar el secreto”. (Pierre Nora, “Le secret dans les sociétés contemporaines”, en Présent, nation, mémoire. París: Gallimard, 2011, pp. 93 y 89.)
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26 | tre discurso dominante y aquel que está dominado, sino una multiplicidad de elementos discursivos que pueden jugar en estrategias diversas […]. Los discursos son conjuntos tácticos en el campo de la relación de fuerzas: pueden existir diferentes e incluso contradictorios al interior de una misma estrategia; y pueden incluso circular sin cambiar de forma entre dos estrategias opuestas.19
Estamos en la zona en la cual dominan las diferentes maneras de lo no dicho como plausible de ser emitido; no en aquella otra en la cual se manifiesta la lógica de lo inconsciente, es decir, de lo que se dice a pesar del sujeto,20 o de lo impensado, que eventualmente y bajo ciertas circunstancias se torna plausible de ser pensable. Sin embargo, al juramento y al secreto habría que añadirle otro elemento central en este tipo de organizaciones; me refiero al supuesto de un complot –o conspiración mundial– que se inclina a tratar de organizarse para a su vez hacer un complot y tratar de neutralizarlo o eventualmente desarmarlo. Es por esta razón que no sólo actores de carne y hueso se harán presentes en este escrito, también aquellos que se pueden considerar en buena medida como imaginarios, dado que, por ejemplo, los dirigentes de la AFEJ sostuvieron sin desfallecer el postulado de la gran conspiración judeomasónica y comunista. Conspiración mundial con Michel Foucault, La volonté de savoir. París: Gallimard, 1976, pp. 38, 133 y 134. 20 Ver Vincent Descombes, L’inconscient malgre lui. París: Éditions du Minuit, 1977. 19
| 27 visos cósmicos cuya síntesis a posteriori se puede leer en la esquela de defunción de su líder intelectual Carlos Cuesta Gallardo. Esquela escrita por Anacleto González Guerrero, hijo del dirigente civil más importante de la Cristiada en Jalisco, Anacleto González Flores, elevado a los altares como mártir. El texto de la esquela es el siguiente: Carlos Cuesta Gallardo, hombre de gran fe católica […], fundador de una universidad que lo sobrevive, derrotó en numerosas ocasiones a los enemigos de la humanidad con el lema: “Por el espíritu, contra la revolución mundial”. En gran acto de fe, se confesó en estado de suma gravedad con un sacerdote jesuita adversario. La lucha continúa, la que inició San Miguel Arcángel cuando arrojó a Lucifer y a la tercera parte de los ángeles rebeldes a las profundidades del averno. […] La lucha concluirá con la Segunda Venida de Jesucristo. Pedimos a todos los verdaderos obispos y sacerdotes católicos celebrar la misa de siempre, la que codificó el papa San Pío V, por el eterno descanso de su alma.21
Se puede decir desde la perspectiva que sostiene el hijo de González Flores, que el proyecto de la UAG estaba ligado a escala mundial a la lucha contra los “enemigos de la humanidad”, promotores de la “revolución” también mundial. Pero, además, en el condensado texto de la esquela, se alude al conflicto con la Compañía Ingeniero Anacleto González Flores Guerrero, esposa e hijos. Periódico Excélsior. México, 26 de julio de 1985.
21
28 | de Jesús y también al que se dio a partir de 1969, con la implementación del nuevo ritual de la misa posconciliar y a las divisiones a las que dio lugar entre los fieles, como fueron el movimiento del obispo Marcel Lefebvre, al que parece citar, y a lo que se denominó como sedevacantismo. En ambos movimientos participaron miembros de los Tecos. Si a los planos descritos añadimos la conexión con la parusía y la previa pugna con Lucifer, nos haremos una idea del cruce de series significativas que se intersecan en el breve texto que contiene la esquela, el que pretende presentarse como una visión coherente de los elementos citados. Volveré más adelante sobre dicha esquela. Es el momento de retomar el epígrafe de Conan Doyle, ya que se pueden establecer ciertas analogías con lo escrito en la esquela. En el caso de Holmes, éste supone que un personaje, el profesor Moriarty, maneja los hilos de una gran cantidad de sucesos que ocurren en Londres por intermediación de una extensa red de subordinados que le permiten mantenerse en la invisibilidad. Mientras menos se sepa de él, es prueba fehaciente de que su actuar es contundente, pero si medio se sabe, también lo es. No hay fisura posible para este tipo de presupuesto que se muerde la cola. En cambio, en el texto de González Guerrero, si bien hay también un complot, éste remite a un conjunto de enemigos que operan a escala mundial y que, como en el caso del profesor, se mantienen invisibles y van cambiando de rostros: los masones, los judíos, los comunistas, etcétera. Nunca es uno singular ni en esa
| 29 escala. Pero si efectivamente cambian de escala y sitúan a los enemigos en su sede original, Guadalajara, entonces es posible encarnar al enemigo en algunos personajes específicos, especie de Moriartys locales; fue el caso, por ejemplo, del licenciado Efraín González Luna, preclaro fundador del Partido Acción Nacional (PAN) en Jalisco. En fin, hay que incluir en el objeto de investigación las tres escalas aludidas. Esto es, desde San Miguel Arcángel, pasando por la “gran conspiración” mundial y rematando en sus supuestos corifeos locales o regionales. Esta investigación pretende aportar datos originales, datos que darán sus pretendidos frutos en la segunda y tercera partes, las cuales abarcarán desde la inmediata pos-Cristiada, 1929, hasta finales de la década de los setenta. En la primera parte intentaré hacer una síntesis de la tradición judeofóbica y judeofílica de la Compañía de Jesús, que permitirá entender que lo ocurrido a partir de los años treinta del siglo xx de alguna manera se enraíza en una tradición de larga duración. Tradición que sufre transformaciones y cambios de vía y rearticulaciones creativas cuando la cultura secular antijudía y antisemita se cruza o acompaña al antijudaísmo católico. Por otra parte, también intentaré resumir algunas acciones y organizaciones fundadas por los jesuitas previamente al conflicto armado de la Cristiada y sus efectos en ésta. Además, daré algunos ejemplos de la actuación de los miembros de esa orden religiosa durante dicho conflicto armado, con el fin de ofrecer un contexto que le permita al posible lector de este texto situarse
30 | en la compleja y entreverada red de organizaciones que se dieron en esa época. Estos aspectos prepararán el terreno del posconflicto armado del cual surgirá la citada AFEJ y sus vertientes. La segunda y tercera partes tratarán de ofrecer elementos de la trayectoria y acciones de la AFEJ tanto en el contexto universitario y eclesiástico de Jalisco como en sus ramificaciones nacionales. Para tal fin recurrí a archivos de la época, así como a cartas y documentos entre algunas instituciones que muestran un aspecto de las cosas vividas que, obviamente, no se manifiestan de la misma manera en la comunicación que era destinada a la publicidad. Y por supuesto, se basan en testimonios de actores directos, así como en entrevistas y memorias de quienes vivieron ciertos sucesos. Además, se utilizó la bibliografía académica al respecto.
INTRODUCCIÓN
“Tres podrían guardar un secreto si dos de ellos hubieran muerto.” Benjamín Franklin1
¿C
ómo hablar de desmantelar algo que está en la superficie de la cotidianidad, algo que, por lo mismo, muy pocos ignoran, aunque conserva zonas en las sombras? O, si se quiere, ¿cómo es posible que lo que aparece casi a la vista produzca opacidad y un supuesto secreto? He aquí parte del reto de la segunda parte de este escrito; por lo general, las cosas se presentan más complejas de lo que parecen y no se pueden reducir a una sola cuestión ni a un solo nivel. Para los fines de esta investigación, es indispensable hacer mención de algunas de las características tanto del objeto de estudio denominado AFEJ (Asociación
Citado por Gil Gamés, “Compás de espera y secretos”, en Milenio Diario. Ciudad de México, 31 de enero de 2017, p. 15. 1
272 | Fraternaria de Estudiantes de Jalisco) como del tipo de socialización que generó. Me refiero, entre otras cosas, a que la supuesta sociedad secreta que tantos parecen conocer desde sus principios, que incluye un ritual de inserción sostenido en el juramento de mantenerla en la invisibilidad, pareciera estar minado desde el origen. Es difícil desprenderse de la idea de que se ha llegado demasiado tarde a la operación de dilucidación de esta organización o de estar operando a contratiempo. Curiosa paradoja, trataremos de analizar una sociedad secreta que parece actuar al contrario de lo que pretende. Por ello he intentado sintetizarla en la fórmula “la sociedad secreta más pública de la ciudad”, una especie de aspirante a oxímoron, lo cual parece que da lugar a un “simulacro conspirativo” que muestra su eficacia en el tiempo y no se desarma al ser exhibido. Y ésta es una de sus singulares características. Ahora bien, se trata de un tipo de visibilidad que no es necesariamente la de los tiempos actuales, con las redes sociales y denuncias exprés, una visibilidad en la cual a unas voces se les otorga crédito inmediato –como en el caso del Balance ton porc 2 de las francesas y el Me Too de las norteamericanas–, mientras que a otras se les “escucha” para mejor neutralizarlas, como es el caso de los muchos abusados sexualmente por miembros del clero. En el primer caso, estas denuncias parecen promover el máximo grado de transparencia y llevan rápidamente a la expulsión de los hombres acusados de violencias sexuales de las instituciones o a conminar a Exhibe, examina, pesa a tu puerco.
2
| 273 su renuncia. Aquellas denuncias no necesitan pasar por las cortes, sino por el tribunal de la opinión pública, en el cual “los justicieros parecen remplazar a los jueces”, como señala el antiguo presidente del Consejo Constitucional de Francia, Jean-Louis Debré.3 Con esta acción se comprueba que la transparencia tan blandida en los tiempos actuales tampoco es unívoca, como bien nos lo recuerdan Denis Olivennes y Mathias Chichportich cuando escriben: La revolución democrática ha querido volver el poder más transparente para los ciudadanos. El mundo totalitario busca tornar a los ciudadanos enteramente transparentes para el poder. ¿La sociedad posmoderna sería aquélla de la transparencia completa de cada uno para cada uno? [Es una sociedad en la cual] la opinión mayoritaria impone sus puntos de vista en un tribunal instantáneo que fija sus propias normas. […] En el seno del pretorio virtual, no existe juez independiente para decir el Derecho, ni abogado para asegurar el derecho de la defensa. No existe sino una sola regla, poco importa el contenido, es el número el que impone el valor [de lo dicho]. […] La transparencia deviene la bandera de un reino de sospecha que puede conducir a delaciones salvajes, a ejecuciones mediáticas y a errores de puntería.4 En Le Nouvel Observateur, núm. 2780, 15 de febrero de 2018, p. 41. 4 Extractos del libro de Denis Olivennes y Mathias Chichportich, Mortelle transparence. París: Albin Michel, 2018. Cit. por Le Nouvel Observateur. París, núm. 2780, 15 de febrero de 2018, pp. 40-41. 3
274 | El material revisado para esta investigación muestra su singular y tortuosa transparencia y, entre otras cosas, sirve para constatar que los dirigentes que pretendían desdoblarse primero como líderes de un movimiento universitario a la vez que como miembros de una invisible sociedad de juramentados y, posteriormente, como dirigentes de la universidad que habían fundado, muy pronto fueron vistos por muchos de sus contemporáneos indistintamente en todas las situaciones y escenarios en donde pretendían actuar. Desde los lentes del investigador, son vistos como inadecuados en cuanto a la función y posición que pretendían otorgarse. Es decir, se trata de un caso en parte fallido de “agentes dobles” –o triples–, no exento de cierto patetismo. No hubieran podido ser elegidos para protagonizar una novela de John le Carré porque buscar ser preponderante en puestos muy visibles para poder implementar lo que se cocina en los sótanos no es algo fácil de sobrellevar. Y, en efecto, esta investigación mostró varias veces sus entresijos. En eso se diferencian de los espías ortodoxos –salvo notables excepciones como la de Sir Philby, quien era agente doble y jefe del espionaje inglés–, ya que se busca que sean discretos y que mantengan un perfil bajo. Su doble vida conlleva el riesgo de terminar vampirizada por alguna de las dos: aquélla por la que dicen servir a los intereses de su patria o, más bien, a los de sus jefes, que parecen saber cuáles son dichos intereses. En el caso de los miembros de las sociedades reservadas católicas, en la medida en que su militancia se les plantea como básicamente restaurativa de un orden
| 275 que piensan que fue vulnerado, apuestan a la posibilidad de recuperarlo. Y en eso también se diferencian de los espías o de los guerrilleros urbanos de los años setenta, de sus maneras de vivir la clandestinidad: de los espías, porque ellos no se guían necesariamente por el proyecto de restaurar algo, sino de tratar de preservar un orden jugándosela en un presente incierto y ante un futuro aún más incierto, procurando anticipar las supuestas o efectivas intrigas de sus enemigos. Y se diferencian de los guerrilleros porque ellos no se sumergen en su doble vida, como sí lo hace el espía, quien puede llegar a ser un cínico y estar dispuesto a hacer toda clase de trapacerías con la sangre más fría si lo cree necesario para salvaguardar los “intereses” de su país.5 La vida Me parece que la novela de Javier Marías intitulada Berta Islas ofrece una semblanza interesante de algunos aspectos de la descarnada vida de los espías. Lo describe así: “De ahí se sale siempre mal, querida Berta, si es que se logra salir. […] Los que no son ajusticiados, no vuelven del todo, [y] acaban por no saber quiénes son. Pierden su vida o se la parten en dos, y esas partes son irreconciliables. [….] No saben reincorporarse a la vida civil […], a la vida pasiva […], a la jubilación forzosa. Da lo mismo la edad que tengan. Si ya se han quemado, se les retira sin contemplaciones. […] Y hay individuos que antes de cumplir la treintena languidecen con la conciencia de que su tiempo ha pasado. Como si fueran jugadores de futbol, añorando sus días de acción. […] No se pueden prolongar los fingimientos, es difícil ser dos personas a la vez durante mucho tiempo para alguien en sus cabales. [Y la peor] No debes preguntarme qué he hecho, porque en realidad no habré hecho nada, lo que yo haga no habrá ocurrido, no consta en ninguna parte, no hay registro de ello, no lo debe haber. […] Porque quienes participamos en esto estamos, pero no existimos. Nadie nos pedirá cuentas”. Javier Marías, Berta Islas. México: Alfaguara, 2017, pp. 192, 73, 234. 5
276 | del espía, después de ser jubilado a su pesar –a diferencia de algunos guerrilleros–, no estará cubierta de heroicidad,6 sino de una triste opacidad. Otra manera de vivir la clandestinidad. Evidentemente, como los otros dos, el guerrillero idealista al que me refiero se inserta en la clandestinidad para protegerse, y su doble vida puede tener cier El historiador Jesús Zamora García, uno de los estudiosos más lúcidos de la guerrilla urbana en México, describe algunas de las características de estas organizaciones en los siguientes términos: “Pertenecer […] a cualquiera de los grupos armados implicó en un dado momento asumir la certeza de la muerte como posibilidad, el sacrificio e incluso la autoinmolación, lo cual me lleva a plantear la cuestión de cómo asumían los militantes de la organización su relación con la muerte dentro de la vida cotidiana y cómo esta condición iría determinando los escenarios de la lucha, ya sea enfrentando a sus enemigos, ya fuera preparando a los propios militantes para el sacrificio o ya sea para la eliminación física de sus enemigos. ”[…] Y como a partir de un eje de liderazgo se construía toda una estructura grupal operativa por jerarquías que se pretendía impenetrable. […] La guerrilla tapatía, como la mayoría de los movimientos armados, no pudo sustraerse del oxímoron contradictio in terminis: los guerrilleros fueron a la vez víctimas y victimarios. Policías, militares, líderes estudiantiles, empresarios, purgas internas o simples transeúntes, se cuentan entre las víctimas de la guerrilla. […] La historia contada hasta hoy día por algunos exmilitantes de la guerrilla omite la parte violenta que generaron los propios grupos armados en contra de los agentes del Estado mexicano contra la sociedad misma y contra sus propios militantes”. Jesús Zamora García, en Revisión histórica de la guerrilla en Guadalajara. Las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (1972-1982). Tesis para recibir el grado de doctor en Ciencias Sociales, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 19 de noviembre de 2014, pp. 58-59. 6
| 277 tas analogías con la del espía. El guerrillero, así como el espía, trata de pasar casi desapercibido, pero lo hace para salvaguardar la única identidad que le importa, aquella del sujeto que se convirtió en revolucionario total y que aspira a ser la vanguardia del hombre nuevo y de la transformación social futura; de ahí que busque desprenderse de su personaje anterior. Ante todo, es un converso que abandonó –o pretendió hacerlo– su vida pasada; por lo tanto, a diferencia del espía, no es un realista “desencantado” ni un católico retro. Pero ya sabemos que los conversos al hombre nuevo, tanto como los “cristianos nuevos”, tienden a provocar sospechas acerca de la sinceridad de esta conversión en los cristianos y revolucionarios “viejos”.7 Por su parte, el guerrillero urbano vive en un territorio móvil y desenraizado en el cual tiene que desplazarse constantemente para evitar que lo localicen. Esta situación lo mantiene en un constante estado de alerta y ansiedad, pues tiene frente a él al fantasma de un Estado que a veces experimenta como omnipresente; al que En el caso de los guerrilleros, los problemas comenzaron cuando sus compañeros decidieron que la conversión no era completa: “Sigue siendo un peque bu” (pequeño burgués), o sea que se trata de alguien que fingió la conversión a guerrillero total. O, incluso, cuando razones ideológicas se cruzan: “es un militarista” o “democratista”, o cuestiones tácticas: “no quiere realizar secuestros”, o “sospechosistas”: “en realidad es un policía infiltrado”. Todas estas posibilidades se dieron en su momento, cuando las organizaciones guerrilleras quedaron sin elementos seguros de filtro; en la medida en que carecían de vacunas contra las contradicciones internas que se les presentaban, quedaron expuestos a caer en alguno de los casos anteriores. 7
278 | tiende a percibir como homogéneo y coherente; al que busca dañar por medio de operaciones puntuales: secuestros, asaltos a bancos, bombazos a sitios estratégicos, etcétera. Vive siempre a salto de mata y con grandes posibilidades de perder su red de contactos. Pero los tres –el espía, el guerrillero, el miembro de una sociedad reservada católica– participan de los procesos necesarios de selección y filtraje y de los rituales que los hacen transitar de una condición a otra, así como de diversos tipos de jerarquías, compartimentaciones y maneras de manejar las promesas, los juramentos y los secretos. Volvamos, pues, a nuestro objeto de estudio: ¿qué preguntas pertinentes no han sido contestadas? Propongo las siguientes: 1. Si todo estaba a la vista desde 1935 y todo se torna aún más obvio a medida que pasa el tiempo, ¿por qué hay actores institucionales que pretenden no haberse dado cuenta de lo que ocurría sino hasta 10 o incluso 20 años después? 2. ¿Por qué esos actores aducen que fueron engañados a pesar de saber en qué consistían los rituales de inserción y la ideología que vehiculaban, como es el caso de un buen número de miembros de la Compañía de Jesús? 3. ¿Cómo se da simultáneamente la explicitación y la compartimentación de la información? 4. Quienes tienen acceso temprano a la información, ¿de qué manera la dejan correr y no la
| 279 transmiten a sus colegas, como ocurrió en varios casos entre jesuitas? 5. ¿Por qué algunos no se preocupan por corroborar la información?8 6. ¿Cómo se naturaliza y aclimata un tipo de relaciones que a muchos nos pueden parecer violentas?9 7. ¿De qué manera se configuran discursos contradictorios que, así como cuestionan lo que ocurre, lo sostienen? La existencia de la AFEJ articulada a la Universidad Autónoma de Guadalajara no implica que esta última careciera de su propia lógica académica, administrativa y política, en la medida en que formaba parte del sistema universitario nacional, pero dicha Universidad tiene ese doble estatuto fundacional no desprendible a voluntad, lo cual le otorga su especificidad: no cualquier
En todo caso, una de las cuestiones a elucidar es la de quiénes eran los subordinados que seguían las consignas de la visible cúpula dirigente a lo largo de los años. 9 Un caso de naturalización-aclimatación lo viví cuando, después de 13 años de vivir fuera de Guadalajara, regresé en 1983 y un estimado amigo me dijo: “Cuando veas una camioneta con vidrios polarizados hazte a un lado. Son narcos, pero si no los molestas, ellos tampoco lo harán”. Esto ocurrió un poco antes de que se manifestara el caso Camarena, y entonces lo que estaba a la vista pero naturalizado, esto es, visiblemente atenuado, de pronto se tornó contundente e, incluso, estuvo acompañado por un sonoro desgarramiento de vestiduras. 8
280 | asociación con pretensiones de secreta pudo contar casi de entrada con un territorio propio.10 Uno puede acercarse a estas cuestiones y tratar medianamente de responderlas gracias a que la información no resulta tan hermética como era de esperarse, producto de una serie de filtraciones entre amigos o, en algunos casos, ésta llega a los padres o a los confesores y/o directores espirituales. Digamos que, a diferencia del código de “honor” de guardar secreta la organización, que al parecer sí tenían los miembros de la Unión de Católicos Mexicanos (U), en el caso de muchos que pasaron por el ritual iniciático de los Tecos, no fue así.11 Además, como en la propia universidad compartían en buena medida el mismo espacio e incluso amistades y parentescos, no había condiciones muy sólidas para crearle a la AFEJ un lugar para un anonimato consistente. En aquel espacio –y los espacios de sus diferentes escuelas e incluso escuelas maristas– hubo alumnos que con el tiempo se afiliaron a los Tecos, pero también hubo quienes se les resistieron, los enfrentaron, o pasaron de largo con cierta distancia o indiferencia a lo que ahí se jugaba. Entre aquellos resistentes o indiferentes también se encontraban profesores. Es un hecho que los inicios de esta asociación estaban sujetos a una falta de filtros que tornaban el Porque ya señalé que se fundó poco antes del nacimiento de la UAG. Las cursivas son mías. 11 Y quizá también se deba en parte a que los miembros de la AFEJ eran todavía muy jóvenes y estaban demasiado sujetos a sus padres y profesores sacerdotes, a diferencia de los de la U, por ejemplo. 10
| 281 reclutamiento plausible de ser fácilmente detectado y, cuando éstos se lograron más o menos instaurar, fueron seriamente vulnerados a finales de 1940 gracias a la denuncia estentórea de uno de sus miembros. Esta misma situación volvió a ocurrir en 1947 y 1948, y luego en la siguiente década, pero sólo en el interior de la Compañía de Jesús por medio de un Teco que ocupaba un puesto directivo relevante, quien ingresó como jesuita en 1952 y entregó un informe pormenorizado de la organización al viceprovincial de la orden en julio de 1957. Para esas fechas, varios sacerdotes de la Compañía poseían la suficiente información al respecto y habían comenzado, hacia 1954 y 1955, a constituir, con ciertos titubeos, una estrategia común. De manera análoga a lo que escribe Émile Poulat cuando se refiere a una voluminosa y erudita tesis acerca de la antimasonería en Francia durante la Bella Época, quizá algunos verán en este texto que presento: La cola de un cometa desaparecido o bien un fuego que permanece todavía bajo las cenizas. En todo caso, no hay que llorar a un mundo que ha “perdido sus orientaciones”, pero sí tratar de ver que ésas fueron aquellas del mundo de donde procedemos. Bajo formas nuevas, son las mismas divisiones que permanecen […], el mismo impensado, los mismos miedos del otro, y las mismas pulsiones en el fondo de sí mismo.12
Émile Poulat, “Prefacio”, en Michel Jarrige, L’antimaconnerie en France á la Belle Époque. Milán: Arché, 2006, p. XIII. Habría que matizar “mismo”.
12
282 | Puede que el tema que investigué trate de un mundo casi desaparecido, pero si algo continúa con vida en este caso, son las leyendas y rumores que pretenden dar cuenta de él. Tales leyendas tienen la función de ofrecer una serie de explicaciones que pasan por evidentes, pero que en realidad han quedado como una especie de objeto crudo, es decir, no pensado. No hay que olvidar que lo que voy a intentar analizar todavía se enmarcaba sin contratiempos en las categorías de lo anti y de lo pro. Y que hoy estamos, como pertinentemente lo señala Gil Delannoi, cruzados por una nueva rejilla interpretativa: Aquélla de los posts y de los fobos, rejilla que deforma la precedente y se le superpone. Los pros han disminuido en número y en intensidad. Si los antis permanecen, es que ellos, los más criticables, se han transformado en fobos, mientras que los mejores, la mayor parte, permanecen como anti (antirracismo, anticolonialismo). Posnacional es la manera inteligente de ser antinacional. Islamofóbico es la manera atroz de ser antiislámico. […] Los buenos antis se oponen sin embargo a los fobos, más bien que a otros antis o pros. […] Fobo es muy malo, a veces más malo que lo era un mal anti, pues tendría una inclinación más patológica que ideológica. […] El uso del post, confunde el vocabulario. […] A veces post significa que no se puede decir más. […] A veces post es una manera de no proclamar una filia en relación con una fobia.13 Gil Delannoi. “De la utilité de la notion de post-verité”. Le Debat, núm. 197, noviembre-diciembre de 2017, pp. 11-12.
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| 283 Siguiendo a Delannoi, el uso actual de la noción de posverdad como “hecho alternativo” implica distinguirlo del mundo descrito por Orwell en los años treinta y cuarenta del siglo xx, en la medida en que en el horizonte totalitario tendían a desaparecer los hechos “alternativos” y sólo existía una versión de ellos: El hecho alternativo es a veces defendible, muy seguido falso, pero [con] posibilidad de distinguirlo. [Por ejemplo]: La botella está mitad vacía o mitad plena. En ese caso, la relatividad del enunciado se sostiene en una verdad compuesta, no en el error de dos percepciones, las cuales no pueden ser enunciadas sino de manera sucesiva. […] Un hecho alternativo es muy comúnmente no conciliable. 14
Y justo es señalar que, en los grupos con características similares a la AFEJ, una narrativa “alternativa”, conformada a partir de un solo principio organizador para el caso, el complot judeomasónico y comunista, sirve para insertar en el espacio público una lectura de lo social sin posibilidades de ser corregida o cuestionada por los que la profieren. Una aclaración pertinente. En el caso de los jesuitas, el hecho de haber apoyado a la AFEJ parecería una incoherencia si se le compara con su previa actuación en la Cristiada cuestionando a la U y a las Brigadas por el tipo de socialización que instituyeron con respecto al
Ibid., p. 8.
14
284 | secreto y al juramento. Pero si se analiza más de cerca ese apoyo, habrá que considerar que, en los tiempos de la lucha armada, el asunto no eran tanto los juramentos de guardar en secreto a la organización, sino buscar, por parte de la U y las Brigadas, escapar del control de la Liga. Como bien lo escribió el jesuita Ramón Martínez Silva en la segunda mitad de 1928, si estas organizaciones se hubieran plegado a la Dirección de la Liga, podrían haber mantenido sus juramentos, siempre y cuando la Liga supiera de sus planes y acciones. La misma lógica primó respecto de la AFEJ, con sus matices a considerar. Una vez descrito parcialmente el complejo contexto en el que se desarrolló el conflicto universitario iniciado a finales de 1933 y que en Jalisco tuvo resultados específicos, como fue la escisión de la Universidad de Guadalajara y el advenimiento de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) en junio de 1935,15 volvamos al momento en el cual se jugó la cuestión de la educación socialista. Para tal fin, recurramos al canto del cisne que constituyen las palabras del fundador del Partido Nacional Revolucionario (PNR) –quien ya por entonces fungía como el “jefe máximo”–, Plutarco Elías Calles. Esas palabras, conocidas como “el grito de Guadalajara”, terminaron de lanzar ya de manera más franca a las huestes de lo que serían los Tecos y su
Que va a resultar la primera universidad privada de la República. Al principio se denominó Universidad de Occidente, digamos de mediados de 1935 a 1937.
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| 285 organización “reservada”, así como aquellos que optaron por la lucha abierta a favor de la libertad de cátedra por la vía universitaria contra el proyecto de educación socialista.