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LUNA DE QUESO

Este café y restaurant en San Miguel Allende se caracteriza por el uso de materiales naturales y otros reciclados, los cuales combinados crean espacios con excelentes vistas desde el punto en el que se vea. Los autores de este proyecto son m arquitecturA, quienes a la cabeza del arquitecto Mauricio Alonso Carrera, tuvieron el reto de desarrollar en un terreno menor, las mismas y hasta más servicios, que en la sede anterior.

© Alejandro Torre

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Luna de Queso cuenta con una tienda, cocina en dos plantas, área de comedor cubierta, otra descubierta, tres locales comerciales y el despacho de arquitectura ya mencionado. Su ubicación en la calle Josefina Orozco, ha permitido posicionar la tienda y café rápidamente, gracias también al diseño, con espacios abiertos, han logrado el objetivo de aumentar el aforo del lugar, incluso en épocas como las actuales.

El proyecto de 22 M de frente por 30 de profundidad ha gustado mucho en la ciudad y se ha reconocido como una obra con texturas expuestas y honestas, la cantidad de fachadas que puede brindar el lugar permite a los visitantes disfrutar de un bonito espacio donde quiera que se sienten. La fachada transmite comodidad con un estacionamiento lateral y al frente del edificio; es un diseño brutalista con un acceso modesto. Del costado derecho, se encuentra la tienda con 105 M2 bajo y con una losa reticular de casetones reutilizables que se emplearon en el fraguado dejando los huecos y soportando la iluminación expuesta, enfocada a los anaqueles y la zona de venta de quesos. Después, un nicho enmarca la cava de maduración de los mismos, que si quieres ir al café o subir a la oficina, puedes atravesar este pasillo o si no entraste por la tienda; caminar por el exterior hasta llegar a tu mesa.

El recorrido exterior es interesante sobre un andador de tabique de lama recortado en recuadros equivalentes a la mitad del estándar (14x14), al fondo de tu lado izquierdo te provoca seguir avanzando divisando una cubierta inclinada de madera, reticulada por cantos, sostenida por pilares / gualdras de madera y mochetas de tepetate compactado dando claridad a la zona exterior, disfrutando del “jardín” bajo un árbol frondoso se desplazan algunos comensales admirando esta belleza. 75 M2 de café cubiertos por una techumbre inclinada, contienen mesas y el área de atención a clientes, además, una pequeña sala en tapanco y un baño debajo del cubo de escaleras, este bloque está forrado de lámina “negro al carbón” sellada dando un toque elegante al contexto ligeramente industrial suavizado por su delicadeza, un gran acierto es la continuidad de la beta del corte que se aprecia como una singular pieza de arte.

Los dos niveles de la cocina crean una volumetría que da la firme fachada de tepetate que vemos al suroeste del terreno y que todos aprecian al fondo. La oficina en planta alta repite los detalles de la losa ahuecada por el casetón, tiene una vista panorámica hacia la doble altura del café dejando muy en claro el soporte del techo de estructura de madera, volteando la vista hacia arriba se logra ver la separación de estos dos volúmenes. La descripción tacita al vivir este espacio es que se buscó la originalidad con la utilización de materiales comunes en un plano artístico, por ejemplo; se fabricaron en sitio, dos tipologías de celosías de concreto, una a gran escala evocando el entramado de las pequeñas de terracota y otras alargadas tomadas del viejo horizonte barrial de la ciudad.

Todos los techos del proyecto son de lámina, proveniente de una estructura que se encontraba en el mismo sitio. La materialidad buscaba explorar materiales tradicionales, además de los muros, los azulejos y pisos se realizaron con terrazo, se hicieron celosías con concreto en un formato de 50x50 CM. Finalmente, la naturaleza también es importante dentro del lugar, por eso hay algo de vegetación para tener un resultado diferente y amable para las 60 personas que puede alojar el lugar.

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