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VIVIR LA CIUDAD HISTÓRICA

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La majestuosidad arquitectónica con la que cada ciudad fue edificada, es manifiesto del poderío económico de sus habitantes y el territorio mismo, un ejemplo de ello es la bella ciudad de Guanajuato, cuyas características le han permitido ser parte del patrimonio histórico de la Humanidad.

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Los casos comunes de ciudad fundada se generaron a través de trazas reticulares y generalmente en pendientes suaves o nulas, están fueron construidas por la mano de obra nativa y los conocimientos y tendencias traídas del continente europeo, de ahí que los estilos de los centros históricos sean tardíos, aun así, arquitectos y no arquitectos lograron dejar en México un legado, digno de ser admirado, donde las manos nativas incluyeron los elementos propios de nuestra identidad.

El origen es importante, ya que el uso con el que se crearon los edificios de tipo político, habitacional, religioso, así como comercial con el que fueron concebidos respondían en su momento a las necesidades de la época, sin embargo, la arquitectura es estática pero no las dinámicas sociales, económicas y culturales de la población.

Dichas obras desde el siglo XVI hasta dos siglos más, vieron pasar infinidad de sucesos, cada centro histórico comenzó a reflejar cambios, en sus construcciones, manifestando de forma paulatina evolución sostenida por largo tiempo, entre la dinámica sociocultural y económica. Sin embargo, la dinámica y el crecimiento poblacional de finales de siglo XIX, acentuadas en el siglo XX y XXI, han llevado a poner en riesgo la desaparición parcial y/o total de los centros históricos.

Socialmente los centros históricos han sufrido un abandono del uso habitacional de los edificios civiles, convirtiéndose en bodegas y comercios. Sin un valor por el patrimonio y viendo solo el aspecto económico, el cambio de uso de suelo daría mayores beneficios, sin embargo, se olvidó el cuidado del espacio, generando deterioros, irremediables. Otros edificios simplemente son abandonados, dado el alto costo de su restauración.

En síntesis, el centro histórico se integra de edificios civiles, mismos que cambiaron su uso habitacional, estos representan el grueso de las edificaciones patrimoniales, donde el recurso para su mantenimiento es poco y generalmente privado, esta problemática se acentúa visiblemente por centros históricos vivos de día, pero totalmente muertos de noche. Dicho así, surgen preguntas importantes:

¿Quién vive hoy en día la ciudad histórica, el turista, el comerciante, la población residente o drásticamente solo los veladores?

¿Qué les ha sucedido?, ¿Quiénes son responsables del cuidado del patrimonio? ¿la sociedad, el sector privado o el sector público?

El tema que implica a todos los centros históricos es “la conservación, restauración y mantenimiento del patrimonio edificado”, “es una reactivación de los procesos sociales que impriman los valores intangibles, socioculturales para la preservación”.

El patrimonio cultural tangible e intangible, es la fotografía del cambio en la historia, es el time line de nuestra raíz, por ello su gran valor e importancia; es la historia de un pueblo, una sociedad contada en cuadros, en la que todos son responsables de su cuidado y preservación. Los centros históricos ya presentan suficiente deterioro generado por agentes sociales y naturales, es necesario crear consciencia y evitar el deterioro por daño individual.

Una posible solución es que se geste una política habitacional que imprima valor y plusvalía por habitabilidad, que se promueva el uso mixto, fundamentado en la preservación del patrimonio arquitectónico de los centros históricos. Creando el escenario arquitectónico interior y exterior urbano, donde es posible que vivan todos los actores de una población en equilibrio, social, cultural y económico. Es necesario escuchar a los expertos en restauración, encontrar formas y posibilidades para reconstruir, para preservar y restaurar el Centro Histórico.

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